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UNIVERSIDAD PERUANA LOS ANDES
UNIDAD DE EJECUCION CURRICULAR: SEMINARIO DE FILOSOFIA DOCENTE: JOSE GUZMAN TASAYCO
INTEGRANTES: GARCIA HUAMAN, JHONATAN MELO TICSE, LINDA RAMOS CANO, BETZABETH
CICLO: V AULA: A3 TURNO: MAÑANA
A mis padres Al Doctor José Guzmán Tasayco
INTRODUCCIÓN El presente trabajo de investigación desarrolla el tema sobre la filosofía de Immanuel Kant; nació en Koningsberg (Prusia) el 22 de mayo de 1724, Kant sostenía que la educación es indispensable para el desarrollo de la humanidad, una de la obra, mas resaltante de Kant es Critica a la razón, la cual trata de una indagación trascendental sobre las condiciones epistémicas del conocer humano, y el objetivo principal es lograr una respuesta definitiva sobre si la metafísica puede ser considerada una ciencia, superando así la crítica al principio de causalidad y por ende al saber científico. En esta obra Kant intenta la conjunción de racionalismo y empirismo haciendo una crítica de las dos corrientes, que centraban como fuente de conocimiento, diciendo así que la metafísica no es posible que no es ciencia por que no respondía a las cuestiones, lo que se desea explicar es como los juicios de las ciencias (física y matemática) son a priori y sintéticos. Kant quería aclarar aquellos principios y también los límites de la razón, alcanzando así un conocimiento más allá de la experiencia, la filosofía era tomada como deductiva, se basaba en la razón pura. Por ello el trabajo se divide en cuatro capítulos, el primer capítulo hablaremos de los aspectos generales, la biografía de Immanuel Kant y su incursión en la pedagogía. En el segundo capítulo nos enfocaremos en las obras más resaltantes de Kant, en su periodo precritico; historia natural general y teoría del cielo, en su periodo crítico y su obra cumbre que es la crítica a la razón. En el tercer capítulo desarrollaremos el pensamiento filosófico, su planteamiento Kantiano del problema de conocimiento de modo general la metafísica como ciencia. Y por último el cuarto capítulo daremos nuestra apreciación crítica sobre Immanuel Kant, como moralista, distinción del conocimiento puro, el empírico y el problema de la razón pura. Agradecemos Al Dr. JOSE GUZMAN TASAYCO por su apoyo, pautas y consejos para llevar a cabo nuestro ―Trabajo de investigación‖, por abrirnos las puertas para recibir una mejor educación y ser unos muy buenos profesionales y sobre todo buenos ciudadanos.
LOS AUTORES
INDICE PORTADA DEDICATORIA INTRODUCCION CAPITULO I: ASPECTOS GENERALES…………………………………………….1 1. 2. 3. 4. 5. 6.
BIOGRAFIA………………………………………………………………………2 KANT Y LA PEDAGOGIA………………………………………………………4 ¿QUE ES LA EDUCACION?.......................................................................5 ¿A QUIEN SE DESTINA LA EDUCACION?...............................................7 EL CONCEPTO DE INDIVIDUO………………………………………………10 AL SERVICIO DE LA PAZ………………………………………………….....10
CAPITULO II: OBRAS FILOSOFICAS……………………………………………….13 1. PERIODO PRECRITICO……………………………………………………….13 1.1 HISTORIA NATURAL GENERAL Y TEORIA DEL CIELO……………13 1.2 EL UNICO FUNDAMENTO POSIBLE DE LA DEMOSTRACION DE LA EXISTENCIA DE UN DIOS………………………………………………..13 1.3 OBSERVACION ACERCA DEL SENTIMIENTO DE LO HERMOSO Y LO SUBLIME………………………………………………………………..17 2. PERIODO CRITICO…………………………………………………………….18 2.1 CRITICA DE LA RAZON PURA …………………………………………18 2.2 IDEAS PARA UNA HISTORIA UNIVERSAL EN CLAVE COSMOPOLITA…………………………………………………………….21 2.3 ¿QUE ES LA ILUSTRACION?.............................................................23 2.4 FUNDAMENTACION DE LA METAFISICA DE LAS COSTUMBRES24 2.5 CRITICA DE LA RAZON PRACTICA……………………………………26 2.6 CRITICA A LA FACULTAD DE JUZGAR……………………………….27 CAPITULO III: PENSAMIENTO FILOSOFICO……………………………………...30 1. LA METAFISICA COMO CIENCIA……………………………………………30 2. LAS CRITICAS DE KANT……………………………………………………31 2.1 CRITICA DE LA RAZON PURA………………………………………...32 2.2 ESQUEMA DE LA CRITICA DE LA RAZON PURA………………….32 a) ESTETICA TRASCEDENTAL………………………………………..32 b) ANALITICA TRASCEDENTAL……………………………………….33 c) DIALECTICA TRASCEDENTAL…………………………………..…35 2.3 JUSTIFICACIONES DE LAS CIENCIAS DEL JUICIO………………..35 2.4 CLASIFACION DE LOS JUICIOS………………………………………..36 A) JUICIOS A PRIORI………………………………………………….....36 B) JUICIOS A POSTERIORI……………………………………………..36 C) JUICIOS ANALITICOS……………………………………………..…36 D) JUICIOS SINTETICOS…………………………………………………36
3. NUOMENO Y FENOMENO…………………………………………….38 3.1. LOS MODOS DEL SABER……………………………………….38 3.2. LA TEORIA DEL JUICIO………………………………………….38 4. CRITICA A LA RAZON PRACTICA…………………………………..39 4.1 SENTIDO DE UNA CRITICA DE LA RAZON…………………...40 4.2 NECESIDAD DE UNA CRITICA DE LA RAZON……………….41 4.3 ILUSTRACION Y LIBERTAD COMO METAS DE LA RAZON.41 5. LA IDEA DE LA FILOSOFIA…………………………………………...42 5.1 CONCEPTO MUNDANO DE LA FILOSOFIA……………………43 5.2 CONCEPTO ACADEMICO DE LA FILOSOFIA…………………43 5.3 ACTIVIDAD CRITICA DE LA FILOSOFIA……………………….43 5.4 SUPERANDO EL RACIONALISMO Y EL IMPERIALISMO……44 CAPITULO IV: APRECIACION CRÍTICA……………………………………..45 1. 2. 3. 4.
CONTRA KANT COMO MORALISTA…………………………………45 DISTINCION DEL CONOCIMIENTO PURO Y EMPIRICO……………46 PRINCIPIOS Y EXTENSION DE LOS CONOCIMIENTOS A PRIORI…48 PROBLEMAS DE LA RAZON PURA…………………………………….49
CONCLUSIONES
CAPITULO I ASPECTOS GENERALES Kant nació en Königsberg/Kaliningrado, en ahí también trabajo y falleció, en la actualidad no existe dicho lugar tras su destrucción durante 1944 -1945, ni la casa natal ni la casa en que falleció este filósofo. Existe un Museo Kant en la Universidad y una bien cuidada tumba al final de la catedral de Königsberg, actualmente en ruinas. Cabe considerar a éstos como lugares de recuerdo y, a la vez, como un monumento de reconciliación espiritual ante la situación actual que vive el mundo. En ellos se evoca piadosamente a uno de los más grandes filósofos alemanes desde la época de la Ilustración. Kant encarna una de las figuras decisivas de la filosofía alemana desde el siglo XVIII. Los especialistas en historia de la educación denominan al siglo XVIII "el siglo de la pedagogía". El propio Kant invirtió energías en la materia. Su significación pedagógica, sin embargo, adquiere plenitud únicamente en el marco de su filosofía. Por eso Kant se inscribe más bien en la historia de una "filosofía de la pedagogía", o de una ―filosofía de la educación‖ o de la formación. Algunas tradiciones pedagógicas, se remiten a Kant como pedagogo. Una de las tareas de nuestros días es, según parece, el encuentro espiritual de los continentes. Ello sólo es posible mediante la búsqueda de un perfil y de una identidad histórica de grupos o de unidades mayores como, por ejemplo, África,
América, Asia, Australia o Europa. Por lo que respecta a Europa, ello exige que los europeos se remitan a su interés humano por los demás y por sí mismos, que renueven su historia y la rectifiquen, tomando en consideración tanto los factores negativos como los positivos. Por otra parte, cada continente debe aportar también su contribución a la nueva ética universal, pluralista, individual y concreta. De ahí que, en consonancia, haya que interrogar a Kant por sus logros espirituales en favor de una Europa integrada, en pie de igualdad, en la futura sociedad mundial, y aquí, concretamente, en el ámbito de la pedagogía. 1. BIOGRAFÍA: Kant nació en la ciudad de Königsberg en Prusia, el 22 de mayo de 1724. Dicha ciudad que contaba en la época con unos 50.000 habitantes y un floreciente comercio e industria, siendo la capital del ducado prusiano. Sus padres eran de extracción social. Su padre, Johann-Georg, que era sillero de profesión, se había casado en 1715 con Anna Regina Reuter con la que tuvo nueve hijos, siendo el cuarto Immanuel. A pesar de la afirmación de Kant de que su familia era de origen escocés ha podido comprobarse la inexactitud de dicha creencia; su bisabuelo por parte paterna, era originario de Prölkus, perteneciente actualmente a Lituania y la familia de su madre era originaria de Núremberg, aunque es cierto que dos de sus tías abuelas se asaron con escoceses, lo que puede estar en e origen de esa creencia. El pequeño fue educado de forma que pudiese recordar a sus padres y reconocer con la "mayor gratitud" que no hubiera podido tener una mejor educación moral. Aprendió a leer y escribir en la escuela-hospital de la periferia. Posteriormente, asistió al ―Collegium Fridericianum‖, donde, entre otras materias, estudió latín (clásicos), griego (Nuevo Testamento) y teología/religión, cuya permanente presencia en la enseñanza y la vida escolar le resultaba opresiva, pese a que sentó las bases para su posterior religiosidad personal, de orientación racional. A los 16 años en 1740, Kant ingresó en la Universidad de Königsberg (con influencias educativas de la filosofía de Leibniz). En los años que siguieron, impartió enseñanza y se formó como preceptor/profesor particular para niños de hasta 12 años. En 1755 se licenció en Königsberg, y ese mismo año opositó a la
docencia con un trabajo sobre "Una nueva aclaración de los principios del conocimiento metafísico". En su calidad de preceptor privado, se interesó por Newton, Hume y, sobre todo, por Rousseau, a quien atribuye el haberle "enderezado" e iniciado en una "revolución en cuanto al estilo de pensar". Su actividad de profesor auxiliar, financiada en parte mediante un puesto de ayudante de bibliotecario en la Biblioteca real de Königsberg, concluyó en 1770 al ser nombrado profesor titular de lógica y metafísica (la tesis que presentó llevaba por título "Sobre la forma y principios del mundo sensorial y del entendimiento"). La carrera docente de Kant le llevó a la cima de la lengua intelectual alemana. A lo largo de su intensa vida de erudito (fue también rector de la Universidad entre 1768 y 1788) redactó las obras filosóficas que marcarían la pauta de su tiempo. Entre ellas cabe destacar: en 1781 ―Crítica de la Razón Pura‖, en 1783, ―Prolegómenos a toda metafísica futura‖, en 1785, ―Fundamentación de la metafísica de las costumbres‖, además de otras muchas contribuciones menores. La famosa respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración? En 1796 impartió su última clase. Falleció en 1804, pronunciando estas palabras: "Está bien". Se había liberado del temor a la muerte gracias, básicamente, a su orientación religiosa teísta. Si intentamos resumir en breves palabras la disposición espiritual de Kant, merecerían destacarse sus conocidas preguntas de 1793, que con el tiempo llegarían a ser universalmente famosas: 1) ¿Qué puedo saber? 2) ¿Qué debo hacer? 3) ¿Qué puedo esperar? 4) ¿Qué es el hombre? Kant abordó, críticamente y en profundidad, estos problemas en dos planos de reflexión: Por una parte, en un intento de positivización ilustrada de la razón humana, emprendió una autoevaluación racional de las posibilidades de aquélla en el hombre, y de sus limitaciones. En esta línea se halla la inmensa "modestia" crítica y la limitación a las experiencias posibles de todo ser humano (fenómenos)
de la Crítica de la razón pura, que conduce al absurdo las aparentes pruebas ideológicas y considera inalcanzable el conocimiento científico de la cosa en sí (noumenos). Pero, por otra parte, Kant no se limitó a una apreciación en todo momento comedida de la razón humana, sino que, por encima de ella, abrió perspectivas a la dimensión reflexiva de la libertad, la inmortalidad y la realización religiosa. Según Kant la creencia en "Dios, la libertad y la inmortalidad", que hace feliz al hombre e instituye la paz en el mundo no puede racionalizarse, adoctrinarse o ideologizarse (volverse "dogmática"). De ahí que nos prevenga críticamente contra una supuesta posibilidad de prueba en ese dominio. De no ser así, no sería posible la libertad espiritual del hombre. La razón pura ni abre ni cierra la "perspectiva hacia un artículo de fe‖. Con ello, Kant ha expresado de forma rotunda la exigencia de la libertad humana, y ha llamado la atención sobre su reconocimiento, en consonancia con la dignidad del ser humano, en el ámbito de la subjetividad. 2. KANT Y LA PEDAGOGÍA El énfasis en la subjetividad humana es un principio básico de la pedagogía universal actual. En virtud de tal principio, se define como sujetos a los implicados en los procesos educativos y formativos, que no pueden instrumentalizarse recíprocamente. La tesis de que todos los hombres son sujetos que no deben utilizarse unos a otros como medios está considerada como la quintaesencia de la filosofía de Kant. La pedagogía europea moderna en su dimensión universal le está, por ello, reconocida. Pero quien, en consecuencia, pedagogiza la filosofía de Kant, quien se interroga por su significación pedagógica, no tiene ante sí únicamente las manifestaciones pedagógicas inmanentes de la filosofía de Kant. Puede también remitirse a escritos específicamente pedagógicos. Los grandes intelectuales alemanes del siglo XVIII disponían de diversos medios de publicación y, en particular, la Berlinische Monatschrift (Revista mensual berlinesa). Se desarrolló entre ellos un intenso intercambio de ideas sobre todas las cuestiones del momento, entre las que figuraban temas relativos a la formación y a la escuela. En 1776-1777, en Königsberger Gelehrten und politischen Zeitungen, se pronuncia Kant sobre la conocida reforma educativa de
los filántropos en Dessau. Le atribuye un carácter cosmopolita, revolucionario y continental, "tuvo por fuerza que estimular la atención de los europeos". Entre los europeos civilizados tenía que ponerse en marcha una "rápida revolución" de la reforma escolar pendiente. En el "Instituto (filantrópico) educativo de Dessau" se emprendió y materializó dicha reforma en modo admirable. Kant señaló explícitamente la relevancia académico-didáctica de sus tareas docentes universitarias. Se esforzó por mantener ante sus alumnos una actitud pedagógica, como se echa de ver claramente en el anuncio descriptivo de sus lecciones de 1766. Los oyentes debían ser formados para hacer de ellos personas sensatas, racionales y cultas. Los jóvenes a él confiados "habían de formarse con miras al desarrollo de un criterio propio y maduro en el futuro". 3. ¿QUE ES LA EDUCACION? Kant sostiene como tesis pedagógica fundamental que la educación es absolutamente indispensable para el desarrollo de la humanidad. Precisamente por tener todos los seres humanos "tan gran propensión a la libertad", se les ha de "acostumbrar pronto a someterse a los dictados de la razón". El ser humano (como designación genérica) no es otra cosa que lo que de él hace la educación. "Hay que señalar que el ser humano se educa sólo por medio de otros seres humanos que también han sido, a su vez, educados". Para algunos, la educación les permite recibir una orientación empírica, es decir, hacia aquello que realmente se verifica en la realidad dada; otros, en cambio, se orientarán hacia las profundidades antropológicas, y en consonancia con sus ideas normativas. A este respecto, señala Kant: "Una idea no es otra cosa que el concepto de una perfección que aún no se encuentra en la experiencia". Hace posible la crítica educativa, escolar y de la enseñanza. Incluso cuando aún no se ha realizado en forma sustantiva o aproximativa, la "idea de una educación que desarrolla todas las disposiciones naturales de los seres humanos" parece "legítima". En la consumación de la educación buena y verdadera "está el gran secreto de la verdadera perfección de la naturaleza humana". Para Kant resulta "maravilloso imaginar que la naturaleza humana se va a desarrollar cada vez mejor mediante la educación, y que es posible conformar ésta en concordancia con lo humano‖. Por eso, la educación ha de estar planificada con arreglo a una
orientación "cosmopolita" y ha de ser aplicada para "el bien del mundo". "La buena educación es precisamente aquello de lo que dimana todo bien en el mundo. ―Se sigue de aquí el principio ideal: "El niño no debe ser educado con miras al mejor estado posible del género humano hoy, sino pensando en el mejor estado futuro, es decir, acorde con la idea de lo humano y con su completa definición‖. Una de las críticas de Kant a la educación practicada en su época, acaso por la educación familiar, estriba en que, comúnmente, los padres educan a sus hijos sólo de forma que se adapten al "mundo vigente, aun cuando esté en descomposición‖. Una buena educación, por el contrario, es lo apropiado para, paulatinamente, mejorar el mundo. Parece ser ésta una labor de varias generaciones, cada una de las cuales avanza un trecho más hacia la perfección de la humanidad, hacia el "desarrollo proporcionado y orientado a un fin" de todas las disposiciones naturales del ser humano. Es más, la propia felicidad e infelicidad de los seres humanos depende, por lo tanto, del ser humano "mismo". "Por eso, la educación es el mayor y más difícil problema que cabe plantear al ser humano. Pues el conocimiento depende de la educación, y la educación depende, a su vez, del conocimiento‖. Como principales tareas de la educación, señala Kant las siguientes: 1. Disciplina 2. Cultivamiento 3. Civilización 4. Moralización Aunque admite que la educación de su época concretiza las tres primeras, se lamenta de que "vivimos una época de disciplina, cultura y civilización, pero ni con mucho de moralización‖. El propio Kant se manifiesta en relación con la cuarta tarea principal de la educación, que a menudo es mal comprendida por efecto de una falsa aplicación del concepto de moralidad, consiste en la obligación hacia un futuro ethos universal. La moralización significa especialmente que los educadores desarrollan la convicción de elegir "sólo conforme a fines buenos". "Fines buenos son aquellos que necesariamente aprueba todo el mundo; y que al mismo tiempo pueden ser fines de todo el mundo"
La moralización consiste, por tanto, en aquellos procedimientos educativos que aspiran a desarrollar el "carácter moral" de niños y jóvenes. Este está inseparablemente vinculado a la dignidad de todo ser humano. Hay que educar a los niños a que cumplan a) los deberes para consigo mismos b) los deberes para con los demás Kant insta, por ejemplo, a un niño rico a dispensar a los pobres el mismo respeto al derecho humano que a sí mismo. De las muchas explicaciones dignas de reflexión que Kant añade con respecto a la educación, únicamente podemos citar que en la educación es siempre preciso enmarcar el principio de obediencia remitiéndose a la razón ilustrada. En la última etapa de la educación, los deberes, la obediencia y la razón aparecen reunidos en uno, como sigue: "Hacer algo por deber significa: obedecer a la razón." 4. ¿A QUIEN SE DESTINA LA EDUCACION? Hay que considerar aquí dos planos distintos en cuanto a las ideas manifestadas: en primer lugar, las manifestaciones sobre los seres humanos en general, que son de aplicación a todas las edades, y seguidamente las manifestaciones sobre niños y jóvenes que aún no han llegado a la edad adulta. Algunas sugerencias permiten concretar estos dos puntos de vista. Los seres humanos (en general) están dotados de toda disposición al bien. "El ser humano debe desarrollar ante todo su disposición al bien; la Providencia no la ha implantado en él de forma acabada. El ser humano debe volverse mejor, instruirse y, cuando es malo, crear la moralidad en él‖. Un hombre puede estar físicamente muy preparado;(...) tener un espíritu muy formado, pero a la vez estar muy mal educado moralmente, siendo por tanto una mala criatura. "Determinadas facultades y capacidades intelectivas definen, entre otras cosas, al ser humano. Kant detalla, a título de ejemplo: "El entendimiento es el conocimiento de lo general: El juicio es la aplicación de lo general a lo particular. La razón es la facultad de comprender lo general en lo particular. ―La naturaleza del niño se representa en muchas observaciones individuales y retrospectivamente en instrucciones educativas. Así,
por ejemplo, los niños deben poder ser conformes a su edad, y no serles exigido ni más ni menos que lo que a ésta corresponde. "Un niño sólo debe ser sensato como tal a la obstinación, lo mejor es proceder de tal modo que, cuando no haga nada por complacernos, no hagamos nosotros nada por complacerle." Hay que "transformar por tanto prudentemente el mecanismo del arte de educar en una ciencia" (14): Además, es necesario el conocimiento de los problemas educativos reales, rechazando mediante la crítica ideológica los problemas sólo aparentes. Entre otras cosas, explica Kant la problemática de la fuerza en la educación, de los métodos de enseñanza y del concepto de deber. En ese contexto, el problema de la disciplina consiste en que con las medidas disciplinarias el niño sienta su libertad, sin impedir la de los demás. Hay que habituar a los niños al trabajo, sin que tengan que renunciar al juego. En resumen: "la educación debe ser coercitiva, pero no por ello esclavizadora". Con respecto a la aplicación de los métodos educativos, Kant recuerda las siguientes tesis fundamentales: "Se aprende más sólidamente y se retiene mejor aquello que se aprende por uno mismo‖. "Se trata sobre todo de que el niño aprenda a pensar" y no de adiestrarle. El aprender a pensar se consigue con ayuda de los métodos socráticos y de los llamados mecánico-catequéticos". "En la formación de la razón hay que proceder socráticamente". Por ello, únicamente podremos referirnos aquí a algunas de esas características, en la medida de lo posible referentes a la auto comprensión y al modo de hablar en la época de Kant. Sin duda, la fórmula principal con que cabe denominar los métodos de investigación de Kant es la de "crítico transcendental". Según propia confesión, Kant superó el "sueño dogmático" de los métodos y contenidos de la filosofía que le precedió, y encontró métodos de reflexión para su propia filosofía, con cuya ayuda consiguió una configuración normativa de la filosofía universal. Como fundador del idealismo alemán, Kant limita los conocimientos científicos a lo que a éstos corresponde, sin por ello renunciar a las ideas no empíricas del ámbito existencial humano. Más bien, hizo posible garantizar espiritualmente la libertad intelectual del sujeto humano de dos maneras: por una parte, mostrando críticamente la imposibilidad de probación de los valores supremos del ser humano mediante la ciencia empírica pues su posibilidad de probación eliminaba
la libertad espiritual del ser humano; por otra, presentando o sugiriendo de manera crítica la dignidad "fenomenológico-transcendental" definitoria de todo ser humano. Más allá de los métodos de investigación crítico-transcendentales y de su aplicación universal en los ámbitos extra filosóficos, Kant utilizó también en su pedagogía métodos de conocimiento tradicionales, como las observaciones, el estudio de la literatura, y el análisis de las opiniones de autores ilustrados de la época (Basedow, Rousseau). Los métodos de enseñanza practicados por Kant en el marco de los estudios universitarios de la época lo convirtieron en un profesor y consejero solicitado por sus estudiantes. Influencia de la obra de Kant En "Kant como educador", hemos señalado los límites de la descripción que aquí podemos trazar acerca de las influencias ejercidas por Kant en ciertos ámbitos de la teoría y de la práctica pedagógica. Estas influencias son perceptibles, en base a una clasificación en especialidades profesionales en los sectores de educación básica, educación familiar, educación escolar, educación universitaria y superior, educación general de adultos y androgogía, contextualizadas en las sucesivas etapas de la historia alemana y europea. Obviamente, las influencias pedagógicas de Kant están enmarcadas en el contexto de su significación como fundador del idealismo alemán (desde el punto de vista de la historia de la filosofía), como figura crítica rectora de la ilustración alemana de cariz prusiano del siglo XVIII (desde el punto de vista de la historia espiritual) y como intelectual europeo de validez universal (desde el punto de vista de la historia de la formación y de la cultura). Sin entrar a plantear aquí la cuestión de qué contemporáneos, etapas históricas o siglos (desde el XVIII al XX) han interpretado correctamente a Kant. Como no existen, en particular, pruebas empíricas globales de los citados dominios de teoría y praxis, nos remitiremos a algunas expresiones emblemáticas como, por ejemplo, Ilustración, persona, ética del deber y paz mundial. Desde el punto de vista de la historia de la formación, Kant está considerado como un exponente válido de la Ilustración y aparece, por ejemplo, en todos los manuales alemanes sobre el tema como punto de partida de una Ilustración concebida en un sentido internacional. En especial, su respuesta a la pregunta de qué es la Ilustración en concreto, que cada ser humano había de encontrar el coraje para servirse de su propio entendimiento, siempre contrapuesto a la cobardía y a la
pereza circunscribe el horizonte de la Ilustración, incluso en la Alemania unificada. El significado del concepto de persona tiene una historia filosófica, jurídica y teológica. Desde Kant, el término 'persona' sirve, además, para designar, en todos los niveles de la cultura general alemana, que todo ser humano es "un fin en sí mismo", es decir, una realidad por derecho propio y con una dignidad específica, con independencia de su clase, ideología, religión, raza o nación, y del grado de impedimentos con que se encuentre desde el comienzo de su existencia. La ética del deber de Kant ha sido considerada por los filósofos en términos controvertidos. Con todo, en las manifestaciones pedagógicas de Kant, en aquellas quizá en que sitúa él la idea del deber junto a la filantropía y a la orientación del educando frente al egoísmo consumista y a la alienación nacionalista, resulta fructífera la perspectiva educativa global. El derecho de los seres humanos ha de ser mantenido como cosa sagrada, por muchos sacrificios que le cueste al poder dominante". Es un "deber y, al mismo tiempo, una esperanza" contribuir a que "la paz perpetua, que se deduce de los hasta hoy falsamente llamados tratados de paz (en realidad, armisticios), no es una fantasía vana, sino un problema que hay que ir resolviendo poco a poco, acercándonos con la mayor rapidez al fin apetecido, ya que el movimiento del progreso ha de ser, en el futuro, más rápido y eficaz que en el pasado. ―En la pedagogía teórica, Kant siguió en muchos sentidos vivo en los siglos XIX y XX.. 5. EL CONCEPTO DE INDIVIDUO La idea de que todo ser humano de cualquier lugar del mundo y de cualquier época representa una existencia individual elemental, a definir mediante la categoría de fin en sí mismo, se ha convertido a partir de Kant en una idea rectora de toda acción humana, inescapable y convincente. La idea de persona en Kant puede cobrar renovado valor en pedagogía si se toma como referencia la elaboración de las ciencias con ella limítrofes. 6. AL SERVICIO DE LA PAZ Actualmente absoluto, y perfilado a escala mundial, el deber de paz para todos los seres humanos de todas las épocas y lugares puede fundamentarse históricamente en el teorema kantiano del imperativo categórico, en sus
implicaciones y actividades para la realización de la dignidad humana sin limitación, y en la perspectiva de la paz para siempre. Kant ha formulado explícitamente esta idea en su lección sobre pedagogía. Las siguientes reflexiones atestiguan también hasta qué punto el teorema del imperativo categórico es adecuado como base para desarrollar la problemática actual de la paz y de la convivencia pacífica de todos los pueblos y culturas, ello sin interferencia de las connotaciones negativas de los pensadores "alemanes", el imperativo categórico ha de ser interpretado siempre en relación con el contexto global de la norma fundamental de lo ético. Actúe como actúe el ser humano en cuanto ser sensible-corporal, no está entregado, sin embargo, al capricho, sino que responde racional y libremente de sí mismo, se tiene a sí mismo como fin. Todo ser racional, sujeto de toda determinación de metas, se distingue por una última aspirabilidad a sí mismo e inalienabilidad, que acompaña a la sensorialidad de su ser sensible. El imperativo categórico y el reconocimiento de la dignidad humana de todos los seres humanos en todos los ámbitos humanos pueden considerarse las dos caras de una misma moneda. El imperativo categórico señala la dignidad de la persona como pauta última de la acción humana. Esta es la "dignidad básica de todos los dones naturales de que es portador el ser humano, y de todas las instituciones normativas mediatizadas socioculturalmente". A partir de esto pudo formular Kant, en su conocida segunda formulación del imperativo categórico, el principio fundamental de toda relación moral-personal del ser humano consigo mismo y con sus congéneres: Obra de tal modo que utilices lo humano, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre al mismo tiempo como fin, y nunca meramente como medio. La idea de todo ser humano como fin en sí mismo, que representa hoy el nombre de Kant. Esta exigencia, que atañe a todo ser racional, incluye el reconocimiento de una exigencia igual en todos los demás seres racionales, si es que todos ellos han de poder coexistir y convivir como seres semejantes. Aquí tiene su fundamento el principio de reciprocidad. Esta exigencia ha acuñado ya hondamente, en forma de "regla de oro", la conciencia moral de todos los pueblos, y aparece expresada en el Nuevo Testamento del siguiente modo: ―Por eso, cuanto quisiereis que os hiciesen a vosotros los hombres, hacédselo vosotros a ellos". (Mateo, 7.12). Lo
que aparece expresado en el libro 13 fundamental del cristianismo, con validez universal y en consonancia con otras religiones universales, podría quizá ser formulado en los siguientes términos en los conceptos de la filosofía europea.
CAPITULO II OBRAS FILOSOFICAS DE KANT 1. PERIODO PRECRITICO: a) Historia natural general y teoría del cielo La Historia general de la naturaleza y teoría del cielo es una obra de Immanuel Kant, que escribió en 1755 y publicó anónimamente en el mismo año. El título original completo es: «Historia general de la naturaleza y teoría del cielo, o ensayo sobre la constitución y el origen mecánico de todo el edificio del mundo, tratado según principios newtonianos». Para Kant, nuestro sistema solar es una versión en miniatura de los sistemas observables de las llamadas estrellas fijas, como por ejemplo nuestro sistema de la Vía Láctea y otras galaxias. Así, en su opinión, los sistemas solares y las galaxias nacen y desaparecen periódicamente a partir de una protonebulosa, proceso en el que se condensan los planetas separados. Con esta teoría, se acerca a las ideas actuales sobre cosmogonía más que su contemporáneo PierreSimón Laplace (1796). De todos modos, a menudo se habla de ambas teorías como una sola, la teoría de Kant-Laplace sobre el origen del sistema solar, Nueva dilucidación de los primeros principios del conocimiento metafísico b) El único fundamento posible de una demostración de la existencia de Dios La primera y la segunda parte están subdivididas en Consideraciones, en cuatro la primera y en ocho la segunda; la tercera parte está dividida en parágrafos. Como puede observarse, la parte más larga —aunque no la más importante— es la segunda; la tercera es simplemente un resumen y las conclusiones extraídas de todo lo dicho. Siempre que habitualmente se cita el Beweisgrund las citas hacen referencia a la primera parte, en la que Kant expone, entre otras cosas, la doctrina de la posibilidad, de la existencia y de la existencia necesaria. Especialmente la doctrina de la existencia aquí contenida es muy importante y pasará enteramente a la doctrina definitiva del kantismo. Es lógico, por todo ello, que dediquemos a esa primera parte nuestra mayor atención Primera parte: El fundamento de la demostración de la existencia de Dios.
Como ya fue advertido, esta parte está dividida en cuatro Consideraciones, y es la más importante desde el punto de vista metafísico. El título de esas consideraciones y las subdivisiones que contiene dan idea clara del contenido: Primera consideración: De la existencia en general 1. La existencia no es ningún atributo o determinación de las cosas. 2. La existencia es la posición absoluta de una cosa, y es en esto que se diferencia de todo atributo, que, como tal, se aplica a una cosa siempre de un modo puramente relativo. 3. ¿Puede afirmarse que en la existencia se da más que en la mera posibilidad? Segunda consideración: De la posibilidad interna, en cuanto que supone una existencia. 1. Una distinción necesaria en el concepto de posibilidad. 2. La posibilidad interna de todas las cosas presupone alguna existencia. 3. Es absolutamente imposible que no exista nada. 4. Toda posibilidad se da en algún ente real: o en el mismo en forma de determinación, o por el mismo en forma de consecuencia. Tercera consideración: De la existencia absolutamente necesaria. 1. Concepto de la existencia absolutamente necesaria. 2. Existe un ser absolutamente necesario. 3. El ser necesario es único. 4. El ser necesario es simple. 5. El ser necesario es inmutable y eterno. 6. El ser necesario contiene la máxima realidad. Es preciso delimitar el concepto de existencia, afirma Kant, porque no es un concepto claro, y porque ha habido muchos filósofos que han partido de una noción de existencia desacertada. Kant tiene otro rasgo de "modestia" y señala que no dará una definición formal de la existencia, ya que eso sería muy inseguro. "Yo procederé como quien busca la definición" (p. 68), porque quien hace esto, aunque no sepa definir o delimitar exactamente el concepto o naturaleza de algo, conoce bien sin embargo datos indubitables, relaciones, etc., que se encuentran en su objeto de estudio. "La obsesión del método y la pretensión de proceder como el matemático, que avanza seguro por una vía bien precisada, ha ocasionado, en el resbaladizo terreno de la metafísica, multitud de deslices" (p. 68); afirmación que puede tener sentido en la etapa de pensamiento en que el regiomontano se halla (búsqueda del método de la metafísica y construcción del
camino seguro de la filosofía primera), pero que choca violentamente con la realidad posterior de su filosofía definitiva, en la que, como es sabido, considerará a la metafísica imposible como ciencia... positiva. ¿Qué es la existencia? Kant comienza diciendo lo que la existencia no es: la existencia no es un predicado, o sea, no consiste en una determinación de las cosas... El ser que dio la existencia a ese mundo y a ese héroe podía conocer todos esos atributos sin exclusión de uno solo y, sin embargo, considerar a esa personalidad como un ente meramente posible que, a falta de decreto creador, no existe" En la posibilidad de una cosa plenamente determinada no puede faltar ningún atributo, con lo que el hecho de existir no añade un nuevo atributo a esas cosas plenamente determinadas. Y cuando en el lenguaje vulgar se toma la existencia como un atributo, no se trata —dice Kant— de un atributo de la cosa misma, sino más bien de algo propio del pensamiento que se tiene de ella. Por eso no es muy exacto decir: "un unicornio marino es un animal existente; sino a la inversa: se da un cierto animal existente en el que concurren los atributos todos que concibo en un unicornio. Segunda parte: La gran eficacia de este método demostrativo Kant plantea aquí fundamentalmente una crítica de lo que él llama la teología física, con el ánimo de perfeccionarla y alcanzar así una demostración verdaderamente concluyente de Dios, y de Dios creador. El mundo de la experiencia muestra que hay seres en la naturaleza relacionados, conexionados; esa relación demuestra que hay una unidad inherente a las cosas. De esa unidad observada en las esencias de las cosas se alcanza (a posteriori) la existencia de Dios. Ello es así porque esa unidad rastreada en las cosas es consecuencia de la unidad del origen del que dependen: Dios. Dios, que es causa de lo posible y de lo real, es descubierto en la naturaleza de las cosas como su principio. Kant se extiende en probar la primera premisa de su argumento (la unidad observada en la esencia de las cosas), constatándola en las propiedades del espacio, en la necesidad que ofrecen las leyes del movimiento, concluyendo que todas las cosas dependen de Dios, sea con una dependencia moral o no moral. Kant sigue poniendo todo tipo de ejemplos que se explican "físicamente", mostrando con "toda facilidad" la falsedad de las intervenciones directas de Dios en los fenómenos particulares, ridiculizando las afirmaciones que pretenden ver en toda una intervención directa de Dios. La nota distintiva de los métodos que la teología física ha venido usando hasta el presente estriba en que parten de considerar convenientemente la perfección y la regularidad en lo que tienen de contingente, pasando luego a mostrar el orden tan bien logrado que en ellas se da según se desprende de las adecuadas relaciones que cabe constatar en la naturaleza, para concluir de ello la presencia de una voluntad inteligente y bondadosa; a lo cual se junta luego, al tener además en cuenta la magnitud de la obra creada, la idea del inmenso poder que debe poseer su autor" . Método que "tiene cosas estupendas", entre ellas que es muy intuitivo y lo puede captar cualquiera, que es el más natural de todos y que proporciona una idea muy gráfica de la sabiduría y poder de Dios. Sin embargo, tiene muchos
defectos, que son los que hacen insuficiente a la teología física usual. Esos defectos son: 1º. "Considera toda perfección, armonía y belleza de la naturaleza como siendo contingentes y dispuestas por una sabiduría, cuando en realidad con frecuencia emanan, con una unidad necesaria, de las reglas más esenciales de la naturaleza" 2º. "No es suficientemente filosófico, e incluso a menudo ha llegado a obstaculizar el desarrollo de la filosofía" 3º. "Este método demostrativo puede servir únicamente para probar la existencia de un ordenador de los ajustes y combinaciones artísticas que se dan en el mundo, pero no la de un autor de la materia misma ni el hecho de que los elementos constitutivos del universo tengan en él su origen Tercera parte: Fuera del fundamento demostrativo aducido no hay otro alguno posible en el que basar una prueba de la existencia de Dios No le resta a Kant más que recapitular y extraer las consecuencias de todo lo señalado. En eso consiste toda esta tercera parte; sin embargo, además de eso hay algunas indicaciones útiles que complementan lo ya señalado y algunas otras que dan la impresión de que más que corolario son premisas, es decir, ideas fundamentales con las que su pensamiento se mueve. "Si la convicción acerca de la gran verdad de que hay un Dios ha de poseer el máximo grado de seguridad matemática, lo que la caracteriza es que puede lograrse únicamente mediante un solo camino" Eso tiene la ventaja, dice Kant, de que todos los esfuerzos de la filosofía han de concentrarse en la elaboración de ese solo principio de demostración. Hace a continuación el regiomontano una clasificación y examen crítico de todos los principios de demostración de la existencia de Dios, y que reduce a cuatro, englobados en dos grupos: "Todos los principios de demostración de la existencia de Dios pueden sacarse solamente o de las ideas racionales de lo meramente posible o de los datos empíricos de lo existente. En el primer caso se concluye o bien de lo posible como principio la existencia de Dios como consecuencia, o de lo posible como consecuencia la existencia divina como principio. En el segundo caso, a su vez, se llega por deducción de aquello cuya existencia percibimos a la simple existencia de una causa primera e independiente, y luego, mediante análisis de este concepto, a los atributos divinos que le son inherentes; o, de aquello que muestra la experiencia, se deducen directamente tanto la existencia de Dios como sus atributos" El primer argumento del primer grupo (de lo meramente posible tomado como principio se deduce la existencia como consecuencia) es el llamado argumento ontológico. Kant lo llama cartesiano, aunque, como es sabido, se remonta a San Anselmo. Después de exponerlo sucintamente, lo critica en función de lo señalado en la primera parte, a saber, que la existencia no es un predicado, con lo que no es tampoco un atributo de la perfección máximamente pensable.
El segundo, en cambio, que parte de las posibilidades de las cosas tomadas como consecuencias y deduce de ellas la existencia de Dios, es claramente demostrativo; es el argumento aducido por el propio Kant en la primera parte del Beweisgrund (de la posibilidad interna de todo ente pensable se deduce la existencia de Dios), con las explicaciones o añadidos de la segunda parte: gracias al Ser Supremo se hacen posibles las posibilidades mismas de las cosas. El tercero y el cuarto —que procederían con la aplicación del principio de causalidad— parten de la comprobación de la existencia de las cosas y, a posteriori alcanzan la existencia de Dios como causa primera. El tercero es la prueba basada en la contingencia de los seres (lo que sería la tercera vía tomista): de la experiencia de los seres contingentes, y por tanto efectuados, se llega a una causa primera, que poseería los atributos que se asignan a Dios. Kant expone brevemente el argumento siguiendo a "los filósofos de la escuela de Wolff". Es rechazable la argumentación cosmológica —afirma Kant— porque en el fondo no procede a posteriori como pretende, es decir, no se utiliza el dato empírico, y se reduce a una modalidad del argumento ontológico; está lleno de sofismas (p. 155), y ese modo de deducir es imposible. Téngase presente que Kant todavía en el Beweisgrund admite que de las cosas existentes contingentes puede alcanzarse una causa primera, cosa que radicalmente rechazará en la Crítica de la Razón Pura. Lo que no admite aquí Kant es que esa causa primera, no dependiente de ninguna otra cosa, sea absolutamente necesaria, sea Dios. El cuarto argumento es el físico-teológico o teleológico, que del orden y la armonía observables en la experiencia se remonta a un ordenador inteligente que los ha creado. Este argumento "no sólo resulta posible, sino que bajo todo el aspecto se hace también digno de que muchos aúnen sus esfuerzos para proporcionarle la perfección que puede y debe tener" (p. 155). Lo que supone el argumento es algo grandioso e impresionante, que a un ser racional no le permite dudar ni siquiera un momento de la verdad que demuestra, señala enfáticamente Kant; sin embargo, esos razonamientos están desprovistos de rigor matemático, o como dice ya casi al final "encierra un firme y bellísimo principio demostrativo; sólo que jamás podrá gozar de la fuerza de una verdadera demostración". Con una nueva recapitulación de los argumentos aducidos y con la afirmación de que hay solo una prueba rigurosa de la existencia de Dios, la señalada anteriormente, termina este escrito precrítico kantiano. "Sólo hay un Dios y sólo hay un principio demostrativo en virtud del cual se haga posible reconocer su existencia con una sensación de necesidad capaz de deshacer todos los argumentos que puedan oponérsele". El distintivo de este argumento es que "la posibilidad interna, las esencias de las cosas, son aquello que si se suprime se destruye todo lo pensable"; por tanto, la negación de la existencia de Dios es "una nada total". Kant finaliza advirtiendo que si estos razonamientos de la única prueba posible para demostrar a Dios, a alguno le parecen intransitables, no hay motivo de preocupación y pueden abandonarse, puesto que "es absolutamente necesario convencerse de la existencia de Dios; pero no se hace tan necesario demostrarlo" c) Observaciones acerca del sentimiento de lo hermoso y lo sublime
Con el título de «Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime» publicó Kant en Komgsbey (1764) este ensayo de vario y atrayente contenido. Numerosas ediciones sueltas se han hecho de este encantador tratadito, sin contar las varias ediciones de las obras completas del autor. Más que de estética, en el sentido estricto de la palabra, tratan las «Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime» de asuntos varios, moral, psicología, descripción de los caracteres individuales y nacionales; en suma, de toda suerte de temas interesantes que pueden ocurrirse alrededor del asunto principal. Está escrito en estilo fácil y cómodo -extraña excepción en la obra de Kant-, lleno de ingenio, alegría, penetración, con una sencillez encantadora. En este ensayo es donde Kant ataca por primera vez el problema estético, y aunque sus ideas fundamentales acerca del arte y la belleza se hallan sistemáticamente expuestas en su obra posterior, la «Crítica del Juicio», tienen, sin embargo, las «Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime» cierto interés para el conocimiento de los orígenes de la estética kantiana. Pero sobre todo constituyen, como hemos dicho, una serie de delicadas ocurrencias, de certeras observaciones, de agudas críticas, sin el aparato solemne de la exposición didáctica. La obra consta de cuatro capítulos: -Sobre los diferentes objetos del sentimiento de lo sublime y de lo bello -Sobre la diferencia entre lo sublime y lo bello en la relación recíproca de ambos sexos -Sobre la diferencia entre lo sublime y lo bello en la relación recíproca de ambos sexos -Sobre los caracteres nacionales en cuanto descansan en la diferente sensibilidad para lo sublime y lo bello. . 2. PERÍODO CRÍTICO a) Crítica de la razón pura La Crítica de la razón pura es la obra principal del filósofo prusiano Immanuel Kant.1 Tuvo su primera edición en 1781. El propio Kant llegó a corregirla, publicando en 1787 una segunda edición. En las publicaciones habituales de la obra son presentadas ambas ediciones simultáneamente, conocidas respectivamente como A y B.2 Se trata de una indagación trascendental (acerca de las condiciones epistémicas del conocer humano) cuyo objetivo central es lograr una respuesta definitiva sobre si la metafísica puede ser considerada una ciencia, así como fundamentar la validez tanto de la experiencia ordinaria como de las ciencias matemáticas y físicas. Tanto la fundamentación de la metafísica como la del resto de los conocimientos exige, para que sea decidida su posibilidad, que se determine en cada caso si son posibles juicios que sean a priori (es decir, independientes de la experiencia, lo que implica para Kant que sean necesarios y universales, absolutamente ciertos) y a la vez sintéticos (que no sean, como los analíticos, meras tautologías, sino que añadan información no contenida ya de antemano en el concepto que se considera). En este sentido, es fundamental el intento de Kant de superar la crítica al principio de causalidad (y por lo tanto al saber científico En
esta obra, Kant intenta la conjunción de racionalismo y empirismo, haciendo una crítica de las dos corrientes filosóficas que se centraban en el objeto como fuente de conocimiento, y así, dando un «giro copernicano» al modo de concebir la filosofía, estudiando el sujeto como la fuente que construye el conocimiento del objeto, a través de la representación que el sujeto, mediante la sensibilidad inherente a su naturaleza toma del objeto.4 Entre las resistencias que encontró la obra se puede citar que Pío VIII, antes de llegar a papa católico, como prefecto de la Congregación del Índice prohibió bajo amenaza de excomunión la lectura de la Crítica de la razón pura (decreto del 8 de julio de 1827).5 Kant, a quien también le fue ordenado no volver a publicar más sobre temas de teología,6 ya había previsto situaciones de este tipo cuando en el mismo prólogo de la Crítica señala lo siguiente, pese a que era un cristiano convencido: En la crítica de la razón pura Kant dice que la metafísica no es posible, que no es una ciencia, pues no es capaz de responder a las últimas cuestiones. Pura se refiere a lo que es la razón antes de estar afectada por la experiencia. Kant se pregunta por los enunciados de una ciencia, cómo son los juicios de dicha ciencia, y responde que los juicios son sintéticos a priori. Un juicio significa junto (viene de síntesis y es contrario a análisis). Hay juicios sintéticos y analíticos, estos últimos para Kant no aumentan nuestros conocimientos porque el predicado está incluido en el sujeto. (El ejemplo de juicio analítico que propone Kant es: ―lo cuerpos son extensos‖ (ocupan espacio); dice que es analítico porque en el análisis del sujeto se encuentra el predicado). La ciencia, por tanto, tiene que estar hecho de juicios sintéticos que son aparte conocimiento. Los juicios pueden ser también a priori (sin experiencia) o a posteriori (tras la experiencia). Kant estaba convencido de que los juicios a posteriori. Lo que hace que Kant en la crítica de la razón pura es explicar cómo los juicios de las ciencias (física y matemáticas) son a priori y sintéticos. Kant piensa que tanto en la física como en la matemática hay partes con juicios a posteriori pero sus partes centrales sí son juicios sintéticos a priori y esas partes centrales él las llama matemática pura y física pura. La mayoría de los filósofos anteriores defendían en contra de Kant que los juicios de las matemáticas eran analíticos. En la física se aceptó que los juicios eran sintéticos, por lo que Kant se enfrenta en las matemáticas a los anteriores filósofos. Un juicio matemático es ―la línea recta es la distancia más corta entre dos puntos‖. Según Kant el concepto de línea recta no está incluido en el adjetivo recta que tiene que ver con la magnitud; para él una cosa no está seguida de la otra. Kant dice que si los juicios de la ciencia son a priori en nuestro conocimiento debe haber elementos que provengan de la experiencia, tiene que haber elementos a priori. En la crítica de la razón pura tiene como objetivo detectar estos elementos a priori y conseguir saber si podemos hablar de aspectos metafísicos como Dios, su existencia… Para los racionalistas toda la razón está formada de ideas innatas sin necesitar la experiencia mientras que para los empiristas todo el verdadero conocimiento proviene de la experiencia y tanto uno como otros reconocen que q el
conocimiento de la experiencia no nos da una necesidad el empirismo suele ser escéptico. La idea o la teoría de Kant son intermedia a ambas. Kant sigue el llamado idealismo trascendental y consiste en afirmar que todos los objetos de nuestro conocimiento son una composición entre lo que recibimos de nuestra experiencia y lo que ponemos nosotros con nuestras facultades de conocimiento. (Un objeto de conocimiento es todo aquello a lo que nos referimos con nuestras palabras: un boli, una mesa, un estadio…) Los objetos están formados por materia y forma, para Kant la forma la pone la facultad de conocimiento correspondiente y la materia la recibimos mediante nuestros sentidos. Las facultades de conocimiento para Kant son la sensibilidad, el entendimiento y la razón (razón pura simplemente se refiere a todo nuestro conocimiento, a todas las facultades de conocimiento en cuanto a priori, que no procede de la experiencia, mientras que aquí se toma en sentido de facultad de conocimiento). La sensibilidad tiene que ver con los sentidos, el entendimiento con los juicios y la razón con la metafísica. La forma es el elemento a priori de los objetos, para Kant las formas que pone la sensibilidad son el espacio y el tiempo. (A priori = condiciones transcendentales de la experiencia de todo objeto posible). El contacto inmediato lo llama intuición, entonces la realidad se nos da en una intuición sensible y tenemos, por tanto, una relación inmediata con el objeto de conocimiento. La crítica de la razón pura se divide en: Estética trascendental que tiene que ver con el conocimiento de las formas a priori de la sensibilidad y con las condiciones de posibilidad de la matemática, las matemáticas como ciencia está constituido como forma a priori de la sensibilidad. Analítica trascendental que se dedica al conocimiento de las formas a priori del entendimiento y se ocupa de las condiciones de posibilidad de la física. Dialéctica trascendental encargado del estudio de la razón y se cuestionara las condiciones de posibilidad de la metafísica. trascendental -> sensibilidad -> matemática -> entendimiento -> física -> razón -> metafísica En el conocimiento tiene que haber un elemento constitutivo que me implique necesidad. Este elemento no viene de la experiencia sino que la ponemos nosotros, sale de las propias estructuras de conocimiento. Para que haya un objeto de experiencia (algo de lo que podamos hablar) la materia ha tenido que ser formalizada por unas estructuras de conocimiento. La estética trascendental es el esfuerzo por aclarar las condiciones de posibilidad de la matemática, la sensibilidad como la facultad de conocimiento es una facultad receptiva que recibe sensaciones o impresiones sensibles a través de las cuales se nos da la materia y en esa receptividad, dice Kant, yo tengo una relación inmediata con el objeto llamado intuición sensible. Igual que existe una intuición sensible, piensa Kant, que para que existiera la metafísica debería existir una intuición intelectual que está convencido de que no la hay y por ello piensa que la metafísica no es posible como ciencia. Piensa que la única intuición que tenemos es la sensible, por ello toda referencia del entendimiento a la realidad se tiene que apoyar en la intuición sensible. La sensibilidad, también llamada intuiciones puras (diciendo intenciones Kant quiere destacar que no son conceptos de entendimiento sino formas de la sensibilidad. Kant piensa que no son conceptos de entendimiento, pues un
concepto es un universal que se aplica a muchos individuos y se aplica íntegramente a todos esos individuos (no hay un ser humano hasta cierto punto, o es humano o no lo es) el espacio y el tiempo sólo existe un solo espacio y un solo tiempo que se pueda dividir en partes, el espacio y el tiempo Kant lo toma de Newton. Kant piensa que la sensibilidad tiene modalidades. Por una parte está el tiempo y el tiempo es una condición de todo objeto sensible, pero además es la condición del conocimiento de los estados internos del sujeto, por tanto la sensibilidad tiene dos modos: referida al exterior referida al interior Ambos sentidos están sometidos al tiempo, pero sólo la exterior está sometida al espacio. Hay diferencia entre las sensaciones que podemos ubicar en el espacio y hay otro tipo de sensaciones que no se sitúan en el espacio como por ejemplo la sucesión de los estados internos del sujeto. Para Kant toda la matemática está construida sobre estos, la gramática está construida sobre la intuición pura de espacio y la aritmética está construida según el orden de la sucesión temporal el orden de según se va sumando unos momentos a otros. La sensibilidad tiene dos modos: La sensibilidad interna La sensibilidad externa La forma pura de la sensibilidad interna, es decir, de los estados internos del sujeto es sólo el tiempo. Así las sensaciones están ―en‖ el espacio, pero todas (externas e internas) son temporales, es decir, toda sensación está relacionada a otra en una relación según sea antes, al mismo tiempo o después, pero sólo hay unos que están distanciados. El espacio y el tiempo son formas a priori de la sensibilidad y no pertenecen a las cosas en sí. b) Ideas para una historia universal en clave cosmopolita 1- ―Todas las disposiciones naturales de una criatura están determinadas a desarrollarse alguna vez de manera completa y adecuada‖: Es decir, que la naturaleza tiene un fin, tiene unas telas que persigue. Es la causa final aristotélica. Tiene una concepción teleológica de la naturaleza, afirma que es un principio del que no nos podemos apartar porque estaríamos ante una naturaleza no legal, una naturaleza sin finalidad. 2- ―En los hombres (como únicas criaturas racionales sobre la tierra), aquellas disposiciones naturales que aspiran al uso de su razón deben desarrollarse por completo sólo en la especie, pero no en el individuo‖: La razón necesita ensayos y errores para aprender y para poder desarrollarse plenamente en el máximo de sus capacidades, y eso requiere un tiempo del que un único individuo no dispone. Es por eso necesario que los hombres se transmitan de generación a generación lo que han aprendido, de esta forma la ilustración de cada uno se va acumulando a la de sus antepasados, ganando así la razón mucho más tiempo para su pleno desarrollo. En este sentido afirma Kant que la razón debe desarrollarse en la especie y no solo en el individuo.
3- ―La naturaleza ha querido que el hombre extraiga por completo de sí mismo todo cuanto sobrepasa el ordenamiento mecánico de su existencia animal, y que no participe de ninguna otra felicidad o plenitud que la que él mismo, libre del instinto se procure mediante su propia razón‖: La naturaleza le ha dado al hombre la razón, y esto en lugar de zarpas, cuernos o colmillos; tan solo la razón y sus manos para que sea el hombre por sí mismo el que se gane la felicidad. La felicidad no le viene dada por naturaleza, sino que ha de conseguirla, para subsistir, defenderse y alimentarse el hombre ha de arreglárselas de forma que lo que consiga sea obra de sus manos y obtuviera él solo todo el mérito y no debiera agradecérselo sino a sí mismo 4- ―El medio del que se sirve la naturaleza para lograr el desarrollo de todas sus disposiciones es el antagonismo de las mismas en la sociedad, hasta el extremo de que éste se convierte en la causa de un orden legal de aquéllas‖: El autor explica que cuando habla de antagonismo se está refiriendo la insociable sociabilidad del hombre. Con esta expresión paradójica se está refiriendo a que el hombre, por un lado, siente la inclinación a juntarse en sociedad con otros hombres, pues es más cómodo y seguro. De hecho, es una inclinación que está en su naturaleza, es decir, que es la ley natural la que lo impulsa a entrar en sociedad. Pero, por otro lado, el hombre siente cierta repulsión por los demás y se ve inclinado a aislarse solitariamente del mundo. Sin embargo, el hombre vence su pereza movido por el deseo de sobresalir por encima de entre los demás hombres, se une en sociedad por el ansia de honor, de poderes o bienes 5- ―El mayor problema de la especie humana, a cuya solución la naturaleza le apremia, es la instauración de una sociedad civil que administre el derecho en general‖: La idea que tiene Kant en mente es la de una sociedad que determine con precisión los límites de la libertad de cada uno, de forma que puedan coexistir las distintas libertades de los distintos individuos sin pisarse unas a otras. Esto se hace mediante la instauración de unas leyes exteriores. Para Kant la libertad de cada uno termina donde empieza la del otro, y por eso es necesario una buena administración del derecho. 6- ―Este problema es, a su vez, el más difícil y el que la especie humana resolverá más tarde‖: Todos los hombres necesitan a alguien que gobierne por encima de ellos cuando conviven con otros hombres, pues tendemos a abusar de nuestra libertad con respecto a los demás. Hay que escoger pues a un hombre de entre la sociedad para que gobierne, pero ese gobernante, por ser hombre y tener las mismas inclinaciones que todos los hombres, también abusará de su libertad si no hay nadie que le gobierne a él. Encontrar un hombre justo por sí mismo es realmente difícil y hay que dejar que la naturaleza lo traiga, pero para eso se necesitan, como ya se ha dicho, muchos intentos y errores, lo cual lleva tiempo. Es por eso que será lo último que se consiga. 7- ―El problema de la instauración de una constitución civil perfecta depende del problema de una relación exterior legal entre los estados, y no se puede resolver sin éste último‖: Los estados se ven en la misma situación que las personas antes de formar parte de un estado, es decir, que entre los diversos estados se da la
misma relación que entre las diversas personas que estaban en estado de naturaleza. Existe un antagonismo en el interior de cada estado que por un lado le impulsa a juntarse con otros estados, y al mismo tiempo es impulsado a alejarse de ellos o a entrar en guerra con ellos. La naturaleza obliga a los estados a formar una unión de pueblos de la misma forma que a las personas a formar un estado. Por tanto, de la misma forma que los hombres en estado de naturaleza no pueden desarrollarse por completo, los ―estados en estado de naturaleza‖, por así llamarlos, tampoco pueden desarrollarse por completo internamente, pues andan ocupados en guerras con otros estados y distraídos en los estragos que éstas causan 8- ―Se puede considerar la historia de la especie humana en grande como la ejecución de un plan escondido de la naturaleza para llegar al estado de una constitución perfecta del Estado en el interior, y respecto a este fin, también en el exterior como única situación en que la naturaleza puede desarrollar por completo sus planes respecto a la humanidad‖: Teniendo en cuenta todo lo dicho, podemos considerar que todas las guerras y demás hechos concretos que suceden a lo largo de la Historia, entran todos dentro de ese plan que tiene la naturaleza para con la humanidad. Es la forma de ir preparando a la humanidad para el cumplimiento de ese propósito (una situación general cosmopolita como seno en que se desarrollarán todas las disposiciones originarias de la especie humana [en defensa de la ilustración, pág. 89]), y las guerras y demás sucesos son esos intentos que proporcionan la experiencia necesaria para poder alcanzarlo. 9- ―Un ensayo filosófico para elaborar la historia universal del mundo según un plan de la naturaleza, que aspira a la plena asociación civil en la especie humana, debe considerarse posible e incluso propulsor de este propósito de la naturaleza‖: Nuevamente, si miramos la Historia podemos ver que este plan se está cumpliendo: los bárbaros son destruidos por los griegos, éstos absorbidos por los Romanos… Claramente la naturaleza obra por un fin, descubrimos esa marcha regular en los hechos, suficiente para mostrar que todo esto es verdad. Vamos alcanzando paulatinamente grados superiores de mejoramiento hacia ese Estado cosmopolita. Es fácil descubrir un hilo conductor que lleva a dicho propósito. c) ¿Qué es la Ilustración? La ilustración es el escape del hombre de la minoría de edad que él mismo se ha provocado. Dicha minoría de edad es la incapacidad del propio ser humano de razonar o desarrollar su entendimiento por él mismo y esto lleva directamente a una dependencia que sugiere la intervención de otra persona para la toma de decisiones. La tesis central de la ilustración se formuló a través de la consigna: ―¡Atrévete a saber‖, esto es, servirnos de nuestro propio entendimiento de manera autónoma. El hombre prefiere permanecer en el estado de minoría de edad por comodidad ya que acercarnos a la verdad, implica un gran esfuerzo pero sobre todo porque el hombre se enajena a partir de la pereza y la cobardía es decir, el mal uso de sus dones naturales (la razón, es pues, un don natural del ser humano). Los prejuicios son otro factor que nos impide razonar porque sólo podemos llegar
a percibir una realidad ficticia y se originan a partir de la dependencia hacia una figura de tutoría. Para poder ser ilustrado, lo único que se necesita es la libertad; mediante la libertad se pude preservar la tranquilidad y bienestar de un Estado; de esta forma, la libertad no es sin la razón. Hay dos tipos de usos de la razón: la pública y la privada. La que es totalmente libre es la pública, debe ejercerse en todo el ámbito de la vida y es llevada a cabo por un intelectual; en cambio, la privada es limitada pues solamente implica la obediencia sobre todo si se pertenece a alguna institución. d) Fundamentación de la metafísica de las costumbres Tránsito del conocimiento moral vulgar de la razón al conocimiento cientifico Comienza este primer capítulo con la frase ―Ni en el mundo, ni, en general, tampoco fuera del mundo, es posible pensar nada que pueda considerar como bueno sin restricción, a no ser tan sólo una buena voluntad‖, en tal sentido uno de los puntos capitales de este primer capítulo y de la obra en general es la buena voluntad, definición que pretendemos abordar. Ahora bien desde Kant, la voluntad, es buena, en tanto valor absoluto, buena en sí misma, con total independencia de los resultados obtenidos, una voluntad buena o voluntad pura es tal cuando no está fundada en motivos empíricos. Cuando racionalmente se actúa conforme al deber. Pretender establecer un marco definicional resulta complicado con lo intrincado de elementos complejos a definir, hablar de voluntad implica, en Kant, hablar del deber, de la libertad, libre albedrío, intentaremos abordar estos conceptos de acuerdo a la estructura organizativa de la obra. Esto nos lleva al otro elemento que debemos estudiar y que representa junto a la buena voluntad el otro complemento del par conceptual de la ley moral, nos referimos al deber. Kant recurre a tres proposiciones con las que persigue establecer claramente el concepto del deber, y establecer diferencias con argumentos ambiguos en torno a la felicidad, así citamos desde la obra: Pero aun en este caso, aunque la universal tendencia a la felicidad no determine su voluntad, aunque la salud no entre para él tan necesariamente en los términos de su apreciación, queda, sin embargo, aquí, como en todos los demás casos, una ley, a saber: 1.- La de procurar cada cual su propia felicidad, no por inclinación, sino por deber, y sólo entonces tiene su conducta un verdadero valor moral. Seguidamente, establece su segunda proposición: 2.- Una acción hecha por deber tiene su valor moral, no en el propósito que por medio de ella se quiere alcanzar, sino en la máxima por la cual ha sido resuelta; no depende, pues, de la realidad del objeto de la acción, sino
meramente del principio del querer, según el cual ha sucedido la acción, prescindiendo de todos los objetos de la facultad de desear. 3.- El deber es la necesidad de una acción por respeto a la ley. Para Kant, Deber es la acción cumplida únicamente en vista de la ley y por respeto a ella y es, por lo tanto, la única autentica acción racional, es decir, determinada exclusivamente por la forma universal de la razón. En este sentido, Kant denomina Deber a la acción ―objetivamente práctica‖, o sea, a la acción en la cual coinciden la máxima que determina la voluntad y la ley moral. Así, entonces definimos el deber, como la acción racional que se realiza conforme a la ley moral y su vínculo con la buena voluntad es que actúan conforme al querer, sin expectativas en los resultados, simplemente apartando todo influjo del deseo. Tránsito de la filosofía moral popular a la metafísica de las costumbres Siguiendo el hilo conductor de la obra, a continuación del desarrollo del concepto de deber, nos trae al punto central de la obra: los imperativos. En tal sentido Kant, plantea que la moral está fundamentada en mandatos, ordenes, un , en otras palabras un imperativo, este representa el punto de partida de la fundamentación de la moral. > Ahora bien, aclarado el termino imperativo, debemos necesariamente distinguir los dos tipos de imperativos que Kant definió: imperativo hipotético y el imperativo categórico. Los imperativos hipotéticos son mandatos condicionales, es decir su cumplimiento obedece a la consecución de un objetivo final, obedecen a principios instrumentales, nos exige que hagamos ciertas cosas bajo el supuesto de alguna condición; v.g , si deseo tomar un avión debo levantarme temprano, vemos claramente que pararse temprano obedece a la consecución de un objetivo final que es para este caso tomar el avión. Esto nos lleva a la pregunta ¿Cómo saber en cada caso lo que debo hacer?, ¿Cómo identificar los imperativos categóricos? Kant plantea que nuestra conducta se debe adecuar a una máxima racional que podamos querer como ley universal. Finalmente Kant plantea tres formulaciones del imperativo categórico: La formulación de la ley universal, que acabamos de explicar, la formulación de la humanidad y la formulación de la autonomía. Ampliamente relacionadas entre ellas ya que actuar de acuerdo con máximas que podemos querer como leyes universales es equivalente a la afirmación de tratar a la humanidad siempre como fin y nunca como un mero medio o instrumento, lo cual a su vez, es equivalente a actuar de manera autónoma, es decir actuar de acuerdo al mandato racional sin coacción de ningún tipo. Evidentemente actuando
de acuerdo a una coacción quizás se esté actuando rectamente, al menos en un ámbito jurídico, pero no implica esto una rectitud ética. En conclusión, las tres formulaciones de los imperativos categóricos plantean: actuar siempre de acuerdo a máximas que queramos sean de aplicación universal, tratar a la humanidad siempre como un fin en si mismo y nunca como un instrumento o medio y actuar siempre por elección libre y autónoma, de acuerdo a nuestra razón, nunca por coacción.
Último paso de la metafísica de las costumbres a la crítica de la razón pura práctica. Finalmente desarrolla Kant en este capítulo el concepto de libertad, como clave para explicar la autonomía de la voluntad y para aclarar este concepto establece lo siguiente ¿Qué puede ser, pues, la libertad de la voluntad sino autonomía, esto es propiedad de la voluntad de ser una ley para sí misma? Pero la proposición: , caracteriza tan sólo el principio de no obrar según ninguna otra máxima que la que pueda ser objeto de sí misma, como ley universal. Ésta es justamente la fórmula del imperativo categórico y el principio de moralidad; así pues, voluntad libre y voluntad sometida a leyes morales son una y la misma cosa. Así la libertad, en términos de silogismos, es el término medio que conecta la voluntad y moralidad, estableciendo como conclusión que una voluntad libre es moral en tanto que actuar libre es intrínseco a la voluntad buena. e) Crítica de la razón práctica" La razón también es capaz de orientar la conducta del hombre. Sin embargo, ¿puede tener simplemente la función de arbitrar los medios más adecuados para conseguir fines que ella no ha dictado, provenientes de instancias de otra naturaleza? ¿O bien puede proponer por su parte a la voluntad del hombre, enteramente franca de ajenos intereses, objetivos de índole originalmente racional? Para responder, Kant escribió a finales del XVIII esta Crítica de la razón práctica, donde examina el uso práctico de la razón humana. En su Analítica descubre, junto al uso servil, empírico y meramente instrumental de la razón práctica, otro uso libérrimo, puro e incondicionado: el uso propiamente moral. Del primero proceden las recomendaciones que pretenden hacer al hombre feliz; del segundo, las exigencias que podrían hacer al hombre bueno. Uno y otro vienen a converger en el viejo ideal del bien supremo, cuya presunta imposibilidad discute Kant en la parte dedicada a la Dialéctica. Su doctrina de los postulados de la razón pura práctica (Dios, libertad e inmortalidad), expuesta en esta obra, ha ofrecido singulares e inexploradas posibilidades al pensamiento metafísico.
f) Crítica de la facultad de juzgar
Kant en su crítica del juicio busca fundamentar la estética, él la supone algo fuera de conocimiento y de la moral, como algo especial. El juicio estético, según Kant, deja subsistir libremente lo que existe fuera y, está dictado por el placer que se espera conseguir del objeto como tal, al margen de cualquier otra consideración pues el objeto tiene su objetivo en sí mismo. Esto coloca al juicio estético en una posición independiente, el objeto no tiene como base un concepto, sino que éste se relaciona directamente con el sentimiento en el sujeto. Pero además también lo hace desinteresadamente, la satisfacción estética no tiene interés, en diferencia de los otros juicios, sólo se complace con la contemplación. Hasta el momento en que Kant intenta encontrar un principio para la estética, para que sea independiente, nunca nadie se había planteado esta tarea. Simplemente el arte o era un problema del conocimiento o lo era de la moral, pero nunca algo que pudiese fluir por sí mismo. Aquí es donde radica la importancia de Kant dentro de la estética. Los juicios de gusto son sintéticos a priori porque establecen una relación entre la representación y el estado sentimental del sujeto y su carácter de desinterés y la pretensión de universalidad así lo certifican. Los juicios estéticos según Kant, expresan un modo de sentir las cosas por lo que el a priori estético será el a priori de la idea, la finalidad. La finalidad estética es objetiva, no concibe objetos, ni concibe fines de la naturaleza, sujeto es el estado del espíritu, es una finalidad subjetiva. La finalidad estética es una finalidad sin concepto. No le interesa el concepto del objeto, que es la causa de la existencia del objeto. Tampoco es la finalidad que se busca en lo agradable y útil, porqué ésta busca un fin determinado y un interés que nos hace desear el objeto. Tampoco es el bien en sí, porque el bien es un concepto que determina el juicio ético. Por tanto, la finalidad estética es una finalidad sin fin. Lo bello, el arte no es ni bueno, ni útil, ni malvado, ni es un oficio ni un artificio, etc. Sin embargo, tiene una finalidad y es espíritu y libre juego. La finalidad estética se refiere a la conciencia misma, a toda ella, sin escisiones, ni determinismos, por ello es una finalidad sin fin. Así pues, el juicio estético tiene su base en el sentimiento y este sentimiento encuentra su principio en el idealismo de la finalidad. El juicio estético es un juicio de valor, distinto, por consiguiente, no sólo de los juicios de existencia sino también de los demás juicios axiológicos, pero mientras en estos hay satisfacción de un deseo o correspondencia con la voluntad moral, en la adecuación de lo bello con el sujeto, en el juicio estético, por el cual encontramos algo bello, no hay satisfacción sino agrado desinteresado. El desinterés caracteriza la actitud estética en el mismo sentido en el que el juego es la actividad puramente desinteresada, la complacencia sin finalidad útil o moral. Por eso lo estético es independiente y no puede estar al servicio de fines ajenos a él. Lo bello no es reconocido como un valor absoluto, sino que tiene sólo relación con el sujeto. La prioridad del juicio estético requiere, a pesar de su referencia al sujeto, el desprendimiento en éste de cuanto sea ajeno al desinterés y a la finalidad sin fin.
Una vez resumido lo que es el juicio estético en Kant, la pregunta a contestar sería: ¿es para Kant la naturaleza, lo natural estético? Según Kant, aunque la imaginación cree ―otras naturalezas‖, otros mundos para la contemplación estética, estos se nutren de la naturaleza propia. El sentimiento que objetivamos y llamamos belleza, sublimidad, etc. No puede contener otra cosa que naturaleza y moralidad. El producto del arte debe parecer, dice Kant, un producto natural, así como el producto natural bello debe parecer un producto del arte. El sentimiento estético no puede tener más contenido real que naturaleza y moralidad. El arte debe atenerse a la naturaleza y para el hombre moderno, la naturaleza, muchas veces, supera en belleza y esplendor estético al arte más refinado y genial. En el párrafo cuarenta y cinco de la crítica del juicio dice Kant: ―la naturaleza era bella cuando al mismo tiempo parecía ser arte, y el arte no puede llamarse bello más que cuando, teniendo nosotros conciencia de que el arte, sin embargo, parece naturaleza‖. Para Kant, la naturaleza es un principio fundamental de lo bello, de lo estético, es más, opina que el que es capaz de tomar un interés inmediato en la belleza de la naturaleza, éste posee un alma buena, y está en disposición de poseer un espíritu favorable al sentimiento moral. ―Esa superioridad de la belleza natural sobre la del arte, que consiste, aun cuando éste sobrepuje a aquella según la forma, en despertar sólo un interés inmediato, concuerda con el más refinado y profundo modo de pensar de todos los hombres que han cultivado su sentimiento moral‖. Además, la naturaleza se muestra como arte no por casualidad, sino intencionadamente, como conforme a la ley y como finalidad sin fin, y éste fin, no es externo, no está fuera del hombre, sino que lo buscamos dentro de nosotros mismos, en la determinación moral. Kant expone claramente porque el arte bello no está unido en nuestro interés inmediato como lo está la naturaleza bella y esto ocurre porque el arte es una imitación de la naturaleza que llega a la ilusión (belleza natural) o es un arte encaminado a nuestra satisfacción. En Kant la naturaleza tiene un importante papel en la estética, sin ella no sería posible el arte, porque el hombre crea, hace arte partiendo de lo bello inmediato que es la naturaleza. El pensamiento se mezcla y se deja llevar por la naturaleza al mismo tiempo que el placer y el goce son justificados, siendo que naturaleza y libertad, sensibilidad y concepto, están en Kant, en el mismo nivel, tienen los mismos derechos y son una unidad indisoluble. Hegel al contrario de Kant opinaba que lo bello artístico es superior a lo bello natural, porque es un producto del espíritu. Al ser superior el espíritu a la naturaleza, su superioridad se comunica, se transfiere a sus productos. Cualquier cosa por extraña o negativa que parezca, si participa del espíritu es, mejor y más elevada que cualquier producto de la naturaleza. Lo bello artístico debe su superioridad al hecho de que participa del espíritu, y, por consecuencia, de la verdad, de suerte que lo que existe, sólo existe en la medida en que debe su existencia a lo que le es superior y no a lo que es en sí, y sólo posee lo que posee, gracias a lo que es superior. Sólo lo espiritual es
verdadero. Lo bello natural, es sólo un reflejo del espíritu. Sólo es bello en la medida que participa del espíritu.
CAPITULO III PENSAMIENTO FILOSOFICO PLANTAMIENTO KANTIANO DEL PROBLEMA DE CONOCIMIENTO Para responder a la pregunta ¿qué puedo conocer? hemos de señalar los principios desde los cuales es posible un conocimiento científico de la Naturaleza y los límites dentro de los cuales es posible tal conocimiento, tareas que lleva a cabo en su obra ―Crítica de la Razón Pura‖. 1. LA METAFISICA COMO CIENCIA La metafísica en la que Kant se formó (la metafísica racionalista wolffiana) tomaba la matemática como ideal de ciencia y consideraba que la filosofía debía ser una actividad deductiva, basada en la pura razón. Kant defendió en un primer momento este tipo de filosofía pero pronto quiso encontrar una nueva fundamentación a la metafísica: se ha pretendido, dogmáticamente (mediante el uso de la pura razón) elaborar sistemas filosóficos pero todos han fracasado pues no han conseguido ni progreso ni acuerdo entre los investigadores, fracaso que parecía conducir al escepticismo. Kant creyó necesario para la filosofía y para los intereses y fines últimos del hombre una Crítica de la propia Razón sobre sí misma, sobre su alcance y sus límites, una "crítica del órgano" del conocimiento. Urge plantearse pues el problema de si es posible la Metafísica como ciencia. La tarea crítica consistirá en aclarar los principios y límites de la Razón. Kant creyó que los errores provenían de una "extralimitación" de la Razón: no respetar sus propios límites y pretender alcanzar un conocimiento más allá de toda experiencia (uso dogmático de la razón que da lugar a la filosofía dogmática). Por contra, de la fijación de límites que la Crítica establezca, Kant espera obtener dos ventajas: evitar nuevos fracasos mostrando la incapacidad humana para alcanzar un conocimiento metafísico por la pura razón, y poner a buen recaudo el ámbito de lo inteligible, arruinar las pretensiones del ateísmo, el materialismo y el determinismo (este uso de la razón es un uso crítico y trae consigo una filosofía crítica).
El problema fundamental a resolver es el de si es posible la Metafísica como ciencia y para ello debemos investigar antes cómo es posible la ciencia, averiguar las condiciones que la hacen posible, para ver si la Metafísica se ajusta o no a ellas. En esta tarea necesitamos distinguir dos tipos de condiciones: las empíricas, que son particulares y contingentes, y las condiciones a priori o universales y necesarias, también llamadas transcendentales (no confundir con ―trascendente‖ = lo que está más allá de la experiencia). Las condiciones a priori son anteriores a la experiencia en el sentido de que son su condición de posibilidad. No interesan las condiciones empíricas pues se requiere una Crítica de la Razón Pura llevada a cabo mediante una indagación trascendental de sus condiciones necesarias y universales. La filosofía era tomada como deductiva, se basaba en la razón pura la cual consistía en aclarar aquellos principios y también los límites de la razón, alcanzando así un conocimiento más allá de la experiencia. 2. CRITICAS DE KANT Puesto que la ciencia es un conjunto de juicios, la pregunta anterior se puede expresar más exactamente de la siguiente forma: ¿cuáles son las condiciones que hacen posibles los juicios de la ciencia? Lo que exige establecer los tipos fundamentales de juicios, para lo cual Kant nos presenta dos clasificaciones
La primera los divide en juicios analíticos y juicios sintéticos y atiende a si el concepto predicado se incluye en el concepto sujeto: juicios analíticos si el predicado se incluye en el sujeto; para establecer el juicio basta analizar el concepto sujeto, por lo que no nos dan información nueva alguna, no son extensivos; y juicios sintéticos cuando el predicado no se incluye en el sujeto: son juicios informativos o extensivos y amplían nuestro conocimiento. La segunda los clasifica en a priori ya a posteriori y atiende al modo de conocer su verdad: juicios a priori si su verdad puede ser conocida independientemente de la experiencia, ya que su fundamento no se halla en ésta; son juicios universales y necesarios; y juicios a posteriori si su verdad es conocida a partir de la experiencia; son particulares y contingentes.
Los juicios más importantes de la ciencia no pueden ser ni analíticos ni sintéticos a posteriori sino juicios sintéticos a priori: por ser sintéticos son extensivos, dan información, amplían nuestro conocimiento; por ser a priori, son universales y necesarios y el conocimiento de su verdad no procede de la experiencia. Precisamente los principios fundamentales de la ciencia (Matemáticas y Física) son de este tipo.1 En la clasificación podemos encontrar de tipos de juicios, la primera es juicio 1
Kant y las ciencias de la vida (Madrid, Biblioteca Nueva, 2008)
analítico que consiste en que el predicado se incluye en el sujeto y sintéticos la cual consiste que el concepto de predicado se incluye en el concepto de sujeto. La segunda clasificación encontramos a priori cuando su verdad es conocida independientemente de la experiencia y la a posteriori, en la cual consiste que su verdad es conocida a partir de la experiencia. 2.1. CRITICA DE LA RAZON PURA USO TEORICO DE LA RAZON No se trata sólo del título de una obra. Es el núcleo del pensamiento kantiano y el punto de partida de toda su filosofía. El uso de los términos crítica, razón y pura tienen un significado específico para Kant. Con ellos expresa la tarea que se impone: el análisis del órgano del conocimiento, la razón misma; a la que va a someter a critica, en el sentido de establecer los límites de su capacidad, ya que muchas veces los errores se comenten por extralimitarse, por rebasar los límites del conocimiento. Este estudio va a realizarse examinando la razón pura, es decir, libre de cualquier dato extraño a ella, tal como es antes de cualquier contenido empírico, todavía no contaminada por ningún aspecto proveniente de la sensación. Puro será el conocimiento a priori que no tiene en absoluto mezcla de nada empírico, anterior lógicamente a cualquier experiencia y, por ello, independiente de la experiencia. De forma clara: Kant somete a la razón -órgano de conocimiento- a crítica estableciendo sus límites-; a la razón pura -tal como es previamente a la experiencia, independientemente de la experiencia. Partiendo de la necesidad de establecer los límites de la razón, Kant trata de contestar a la pregunta de si es posible la metafísica como ciencia. Para poder contestarla, analizará cuáles son los requisitos necesarios para establecer el conocimiento científico. Una vez que sepamos cuáles son esos requisitos podremos decir si la metafísica los cumple o no. Este análisis lo realiza a través de los distintos pasos que constituyen las diversas partes de la obra. 2.2. ESQUEMA DE LA CRÍTICA DE LA RAZON PURA En ella trata de los diversos juicios existentes, señalando cuáles se emplean en la ciencia. Tras este análisis se pregunta por las condiciones a partir de las cuales pueden darse los juicios científicos que llamará sintéticos a priori. Dar contestación a esta pregunta supone establecer una teoría del conocimiento que se desarrolla en las tres siguientes partes de la obra. a) ESTÉTICA TRASCENDENTAL Trata del conocimiento sensible y de las condiciones que lo hacen posible. Además, establece la posibilidad de las matemáticas como ciencia.
La capacidad (receptividad) de recibir representaciones, al ser afectadas por los objetos, se llama «sensibilidad». La ciencia de todos los principios de la sensibilidad a priori la llamo «estética trascendental» [...] todas nuestras intuiciones no son más que una representación fenoménica. Permanece para nosotros absolutamente desconocido qué sean los objetos en sí, independientemente de toda esa receptividad de nuestra sensibilidad.2 LA ESTÉTICA TRASCENDENTAL
ESPACIO Forma pura de la sensibilidad
TIEMPO Forma del sentido interno y condición formal de todos los fenómenos
1. El espacio no es un concepto empírico extraído de experiencias externas
1. El tiempo no es un concepto empírico extraído de alguna experiencia
2. El espacio es una necesaria representación a priori que sirve de base a todas las intuiciones externas
2. El tiempo es una representación necesaria que sirve de base a todas las intuiciones
3. El espacio no es un concepto discursivo, (...) sino una intuición pura
3. El tiempo no es concepto discursivo o, como se dice, universal, sino una forma pura de la intuición sensible
4. La originaria representación del espacio es, pues, una intuición a priori no un concepto
4. La originaria representación tiempo debe estar, pues, dada como ilimitada
b) ANALÍTICA TRASCENDENTAL Trata del conocimiento intelectual y de las condiciones que lo hacen posible. Establece la posibilidad de la física como ciencia.
El sistema kantiano de la analítica trascendental
Criterios de clasificación de los juicios
2
Clases de juicios
Las categorías
Kant. Crítica de la razón pura. Madrid. Alfaguara, 1978, p. 7
Esquemas de la percepción del objeto
Los principios
Generales Cantidad Particulares Singulares
Axiomas de la intuición:
Unidad Pluralidad Totalidad
Número
Todas las intuiciones son cantidades extensivas Anticipaciones de la percepción:
Cualidad
Afirmativos
Realidad
Negativos Indefinidos
Negación Limitación
Grado
En todas las apariencias lo real posee una cantidad intensiva, un grado Analogías de la experiencia:
Relación
Categóricos Hipotéticos Disyuntivos
Subsistencia e inherencia (Sustancia/accidente) Causalidad (causa/efecto) Comunidad (Acción recíproca)
Permanencia de lo real en el tiempo
Permanencia de la sustancia
Sucesión de la diversidad Simultaneidad de las determinaciones
Sucesión temporal según la causalidad Simultaneidad según la ley de acción recíproca Postulados del pensamiento empírico en general:
Problemáticos Modo Asertóricos Apodícticos
Posibilidadimposibilidad Existencia-no existencia Necesidadcontingencia
Conformidad con la síntesis de diferentes representaciones Existencia en un tiempo determinado Existencia en todo tiempo
Lo que es conforme con las condiciones formales de la experiencia es posible Lo que está en conexión con las condiciones materiales de la experiencia es real Aquello en que la conexión con lo real está determinado por las condiciones
universales de la experiencia es necesario.
c) DIALÉCTICA TRASCENDENTAL La "Dialéctica Trascendental" estudia la Razón, sus ideas, clases y el problema de si la metafísica puede ser un saber a priori, y concluye que la Metafísica como disciplina científica es imposible. La Metafísica quiere alcanzar las cosas tal y como son en sí mismas, sus objetos son transcendentes (no empíricos): el alma, su libertad e inmortalidad, Dios y el mundo como totalidad; pero la ciencia usa necesariamente las categorías y éstas sólo pueden emplearse legítimamente aplicadas a los fenómenos, a lo dado en la experiencia. La Razón teórica, en sentido laxo, es lo que permite el conocimiento del mundo, y en sentido estricto la facultad de las argumentaciones. Kant entiende por "dialéctica" el razonamiento falso con apariencia de verdadero. La "Dialéctica Trascendental" debe mostrar pues cómo la Razón realiza argumentos aparentemente correctos pero ilegítimos. Precisamente las argumentaciones de la metafísica son de ese tipo. El conocimiento intelectual formula juicios y conecta unos juicios con otros formando razonamientos. Pero hay una tendencia peculiar en el uso de la Razón: la Razón busca encontrar juicios cada vez más generales, capaces de abarcar una multiplicidad de juicios particulares sirviendo a éstos de fundamento. La Razón aspira a lo incondicionado, al fundamento de los fundamentos. Cuando la Razón, en esa búsqueda de las condiciones de lo condicionado, de leyes más generales y profundas, se mantiene en los límites de la experiencia, su uso es correcto y no da lugar a contradicciones; la ciencia avanza precisamente a partir de esa tendencia de la Razón; pero esa tendencia lleva inevitablemente a traspasar los límites de la experiencia empírica en busca de lo incondicionado: así, todos los fenómenos físicos se pretenden unificar y explicar por medio de teorías metafísicas acerca del mundo, como todos los fenómenos psíquicos por medio de teorías metafísicas acerca del alma, y, finalmente, unos fenómenos y otros se intentan explicar y unificar por medio de teorías metafísicas acerca de una causa suprema de ambos tipos de fenómenos, físicos y psíquicos: Dios. "Dios", "alma" y "mundo", son pues tres ideas de la Razón; ideas que no tienen una referencia objetiva, –no tienen un uso constitutivo– en el sentido de que no podemos conocer los objetos a los que se refieren (Dios, alma y mundo como totalidad); pero sí un uso regulativo pues permiten la orientación de la investigación y dirigen el uso de la razón en la aspiración a una explicación cada vez más profunda de la realidad. 2.3. LA JUSTIFICACION DE LA CIENCIA LOS JUICIOS Las ciencias expresan sus conocimientos en juicios; es decir, en proposiciones en las que ―algo‖ se dice de ―algo‖. Por ejemplo: el átomo tiene un núcleo de carga
positiva formado por protones y neutrones; todo cuerpo sumergido en un fluido experimenta un empuje vertical y hacia arriba igual al peso de fluido desalojado; la ley de la gravitación. 2.4. CLASIFICACIÓN DE LOS JUICIOS Si lo que tenemos en cuenta como criterio de clasificación es el origen de los conocimientos, diferencia entre: a) JUICIOS A PRIORI. Son aquellos que no derivan de la experiencia (independientes de la experiencia), universales y necesarios. Su verdad, como es lógico, es conocida independientemente de la experiencia. Para ser originales pondremos un ejemplo que no hemos visto hasta ahora. b) JUICIOS A POSTERIORI. Son aquellos que están relacionados con la experiencia y proceden por generalización de ella. No son universales ni necesarios y su verdad es conocida a partir de la experiencia. Por ejemplo: c) JUICIOS ANALÍTICOS El predicado ya está contenido en el sujeto, al menos, implícitamente; por lo tanto, si analizamos el sujeto, vemos que el predicado ya está contenido en él. El predicado no añade nada al concepto sujeto, sino que simplemente lo descompone en conceptos parciales: el concepto predicado es una propiedad que pertenece necesariamente al concepto sujeto. Dicho de otra manera, lo que hace el predicado es explicar de forma más clara la noción que ya estaba pensada en el sujeto, por eso son juicios explicativos. Son explicativos, pero no extensivos, ya que no amplían nuestros conocimientos. Por ser originales, podríamos poner como ejemplo: o d) JUICIOS SINTÉTICOS El predicado no está contenido en el sujeto; el predicado dice algo que no estaba en el sujeto. Estos juicios son extensivos, porque aumentan o amplían nuestro conocimiento. Por seguir siendo originales: o . Resumen: NO UNIVERSALES, NO NECESARIOS Y EXTENSIVOS. Si relacionamos las dos clasificaciones: 1. Los juicios analíticos son universales, necesarios y no extensivos (no amplían conocimientos, no hacen progresar la ciencia). Son a priori, pero no son científicos.
2. Los juicios sintéticos sí hacen progresar la ciencia, porque amplían nuestros conocimientos, son extensivos, pero no son universales ni necesarios. Son a posteriori, pero no son científicos. Si se acuerdan, esta clasificación coincide con la que ya hizo Hume al clasificar los tipos de conocimiento entre relaciones entre ideas y cuestiones de hecho. Kant da un paso más al admitir la existencia de juicios sintéticos a priori. Pensad en los siguientes ejemplos:
Analicemos el primer ejemplo. No es un juicio analítico, ya que el concepto de línea recta no incluye, ni siquiera implícitamente la idea de distancia. Es, por lo tanto, sintético, ya que el predicado no está incluido en el sujeto. No es a posteriori ya que nos consta que es verdadero sin tener que medir las distancias, sin recurrir a la experiencia. Es universal y necesario (a priori). Estos juicios son extensivos (por ser sintéticos) y universales, necesarios e independientes de la experiencia (por ser a priori).3 La obra de Kant critica a la razón trata de las condiciones epistémicas del conocer humano, y su objetivo es lograr una respuesta sobre la metafísica, y fundamentar la validez de la experiencia ordinaria. Esta obra intenta la conjunción de racionalismo y empirismo, haciendo una crítica de las dos corrientes filosóficas, que se centran en el conocimiento. Conocer equivale a captar el ser de las cosas. Si estas existen fuera de mí mismo, es decir, en sí mismas, serán trascendentes, y conocerlas equivaldrá a conocer algo que existe fuera del sujeto pensante. Por el contrario, si lo exterior no llega a nosotros sino deformado, o si el hombre solamente puede conocer lo que hay en sí mismo, tal como afirmaba Berkeley, el conocimiento trascendental será imposible, porque lo que podemos conocer es apenas algo meramente subjetivo: nuestras propias ideas. Por "razón pura" entiende Kant una manera de conocimiento que no proviene de nuestros sentidos y que es independiente de toda experiencia. ¿Es posible, en realidad, este conocimiento? Porque si lo es, presupondrá que podemos adquirir nociones no deformadas por los datos de nuestros sentidos: conocimientos trascendentales. De donde podrá existir una metafísica capaz de suministrarnos conocimientos ciertos sobre el verdadero ser, sobre la verdadera realidad de las cosas, es decir, sobre el ser trascendental. Kant recorrió un largo camino antes de dar una respuesta a tal interrogante.
3
En: https://honorina.wordpress.com/2011/03/03/tema-15-immanuel-kant/
3. NUÓMENO Y FENÓMENO El conocimiento es inmanente o es trascendente, tal como lo había planteado ya la filosofía clásica de los griegos. Pero solamente en el segundo caso podrá ser posible una metafísica. La disyuntiva es resuelta por Kant afirmando que el conocimiento es trascendental, lo que en este caso quiere decir que capta la realidad de lo objetivo, de las cosas, pero lo capta en el sujeto pensante. Ahora bien: a la cosa como la conozco, da Kant el nombre de fenómeno; a la cosa tal como es, la llama nóumeno. El nuomeno conocido en el fenómeno no es la cosa en sí, ni puede serlo, pero es el ser trascendental. 3.1. LOS MODOS DE SABER Tendido así un puente entre lo subjetivo y lo objetivo, entre el fenómeno y el nóumeno, habrá que preguntarse si hay modos de conocimiento, y cuáles son. Para Kant existen tres: la sensibilidad, el entendimiento discursivo y la razón. Pero el conocimiento es a priori o a posteriori: el primero no reposa en la experiencia y el segundo la presupone. Sólo el conocimiento a priori es universal y, además, necesario. De donde la ciencia -tal como ocurre en (a Física y la Matemática- será un conocimiento a priori. Pero, ¿qué ocurre respecto de la Metafísica? Para responder a esta pregunta -se trata de saber, en definitiva, si es posible conocer el nóumeno- Kant se pregunta inicialmente cómo es posible la Matemática; luego, cómo es posible la Física. Siendo la ciencia un armónico conjunto de juicios, en los que radica la verdad y en (os que consiste el conocimiento, Kant comienza formulando una teoría lógica de los juicios. 3.2. LA TEORÍA DEL JUICIO Hay juicios analíticos y juicios sintéticos. Los primeros son aquellos cuyo sujeto contiene al predicado: así al predicar el género respecto de una especie, o una propiedad esencial respecto de esta. Los segundos son los que unen un predicado a un sujeto que carecía de tal predicado. Esta última clase de juicios, por consiguiente, es la que enriquece el concepto del sujeto. Como los juicios son comparaciones, los analíticos resultan ser a priori, porque basta con contraponer sujeto y predicado, para conocer si son compatibles o incompatibles, es decir, verdaderos o falsos. ¿En cuanto a los juicios sintéticos, son en su totalidad a posteriori? Este es, para Kant, el problema central, porque si contestamos afirmativamente la pregunta, ocurre que todo conocimiento realmente nuevo -y que no sea simple deducción de algo que ya sabemos- es un juicio posteriori, y por tanto no será necesario ni universal. Dicho de otra manera: la ciencia, que procede a base de realizar nuevos descubrimientos, o no es necesaria y universal, o es solamente la reiteración, mediante juicios analíticos, de lo que ya se sabe. Ante esta dificultad, y en vista de realidades científicas como la física de Newton o el cálculo infinitesimal de Leibniz, piensa Kant que tienen que existir juicios que amplíen el conocimiento, es decir, juicios sintéticos que sean necesarios y
universales, o sea juicios sintéticos a priori. Es entonces cuando enuncia el problema preguntándose: ¿cómo son posibles, si es que lo son, los juicios sintéticos en la matemática, en la física y en la metafísica? A) ESPACIO Y TIEMPO Todo fenómeno se ordena dentro del espacio y el tiempo. Pero estas "formas" serán también fenómenos, Kant precisa que son algo a priori, pues no las conocemos por experiencia, sino que -por el contrario- condicionan nuestra experiencia. De donde deben considerarse como formas a priori de la sensibilidad, anteriores a los objetos ("cosas") y propias del sujeto. Tales formas nos separan de la realidad objetiva, del nuómeno. En este punto, asume Kant una posición diametralmente opuesta a los empiristas ingleses: se puede pensar en objetos fuera del espacio, pero no se puede pensar que el espacio no existe. El espacio es una representación a priori, una condición de la experiencia. Como el espacio, el tiempo posee también una "idealidad trascendental", como explica Vorlander 4. LA CRÍTICA A LA RAZON PRÁCTICA Algún divulgador de la filosofía escribió que en la Crítica de la Razón Pura, Kant había dado muerte "al buen Dios". Y que para resucitarlo, había escrito la Crítica de la Razón Práctica. Frase tan ingeniosa como carente de sentido. Vorlander ha hablado, refiriéndose a Kant, de "una nueva fundamentación de la filosofía". Nada más cierto. Téngase en cuenta que Kant se preparó durante largos años para esta labor. La primera de las obras citadas se publicó en el año de 1781. La segunda, en 1788. En el intermedio, publicó los Prolegómenos para toda metafísica futura que haya de presentarse como ciencia (1783), el Fundamento para una metafísica de las costumbres (1785) y los Principios metafísicos de la ciencia de la Naturaleza (1786). Estas tres obras pueden considerarse como desarrollos de la Crítica de la Razón Pura, y al propio tiempo, "prolegómenos" de la Crítica de la Razón Práctica. A ésta sigue la Crítica del juicio (1790). El conjunto de estas obras contiene lo más sustantivo del pensamiento Kantiano. Y su estudio integral es imprescindible para comprenderlo en su exacta dimensión. La Crítica de la razón práctica es un intento por encontrar una base teorética para la metafísica. Esta, según Kant, sólo es posible como metafísica de las costumbres, es decir, como una moral. Como explica magistralmente Chevalier, se trata de saber de qué manera la razón, en su uso práctico, puede hacernos percibir en su aspecto real conceptos que no pueden ser representados por la razón especulativa más que de una manera problemática, y cómo el orden de la libertad, que lo implica y presupone todo, es posible al lado del orden de la naturaleza. Aquí también se trata de salvar la distancia antinómica que existe entre dos conceptos o realidades aparentemente antagónicas: la libertad y el orden de la naturaleza.
El hombre trata de aprehender aquello que subyace en la multiplicidad de sus propias experiencias y en los datos de un cierto "sentido íntimo" que posee acerca de sí mismo y de sus propias acciones. Pero aunque libre, como se verá adelante, obra y quiere reconociendo necesariamente la existencia de una ley: el imperativo categórico "incondicionalmente obligatorio" de la ley moral, tal como explica Ernst von Aster. Queremos ser felices pero debemos ser morales. El imperativo categórico, que brota de nosotros mismos, garantiza nuestra seguridad y, por lo tanto, nuestra felicidad. Y su formulación, según Kant, es la siguiente: -"Obra de manera que en todo tiempo puedas aspirar a que sus acciones puedan convertirse en ley universal". La segunda máxima involucrada dentro del imperativo categórico kantiano dice así: -"Obra de tal modo que uses a la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, como un fin y no solamente como un medio". Y la tercera: -"Obra en el reino de los fines como si fueses a la vez el autor y el sujeto de una legislación universal". Pero para que esta autonomía de la voluntad sea razonable y posible, debe presuponer un orden de libertad. Nuestra capacidad de determinarnos a nosotros mismos de conformidad con el imperativo categórico, o sea con la ley moral, implica una "causalidad libre". Ahora bien: existe la libertad? No dentro del mundo de los fenómenos que la ciencia reduce a su propio dominio. Pero sí en el mundo de la voluntad. La existencia de la libertad humana es un "postulado de la razón práctica". Dos postulados de la misma especie complementan el mundo de la moral kantiana: la existencia de Dios, entendida como existencia de un orden universal definitivamente válido, y la inmortalidad del alma. Pero la adhesión a estos principios es una creencia, y más específicamente una creencia religiosa racional. Esta teoría, bastante contemporizadora, se sistematiza en una obra escrita por Kant en el año de 1793: La religión dentro de los límites de la mera razón.4 4.1. SENTIDO DE UNA CRÍTICA DE LA RAZON Como Descartes y Spinoza, como Locke y Hume, Kant a veces es considerado exclusivamente un teórico del conocimiento. Esta interpretación de la filosofía kantiana es unilateral y, por tanto, puede llevar a una visión deformada y superficial de la figura y de la importancia de Kant. En efecto, su pensamiento surge motivado por la situación específica en la que se encontraban la filosofía y la sociedad de su tiempo y por una exigencia de clarificación del hombre y de la sociedad, en el contexto histórico-social –cruce antagónico de alternativas y de caminos– de la Ilustración. Esta exigencia de clarificación, asumida por la filosofía kantiana como su tarea principal, es hasta tal punto importante que solo desde ella es posible calibrar el sentido y el alcance de la figura de Kant considerado como teórico del conocimiento y como filósofo de la ciencia. 4
En: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/historia/hifi/hifi10.htm
4.2. NECESIDAD DE UNA CRÍTICA DE LA RAZÓN El pensamiento moderno establece unánimemente que la razón es la instancia última desde la cual han de determinarse no solamente el quehacer científico y la acción moral, sino también la ordenación de la sociedad y el proyecto histórico en que esta se realiza. Esta unanimidad coexiste, sin embargo, con una notoria diversidad de interpretaciones sobre la naturaleza, la tarea y el alcance de la razón. La diversidad de interpretaciones de la razón es vivida agudamente por Kant. La expresión «¿Qué significa orientarse en el pensamiento?» (título de uno de sus opúsculos más importantes) manifiesta la necesidad de filosofar y el sentido que la filosofía tiene para el pensador de Königsberg. Esta exigencia de filosofar impone la tarea fundamental de someter a juicio la razón para resolver, si es posible, la discrepancia y el antagonismo entre sus interpretaciones, que la desgarran y la disuelven: De una parte, el dogmatismo racionalista, con su pretensión de que la sola razón, autosuficiente y al margen de la experiencia, puede interpretar la estructura y el sentido de la totalidad de lo real. De otra parte, el positivismo empirista, cuya expresión última es el escepticismo, como intento de reducir el pensamiento a lo dado por los sentidos, con la consiguiente derrota de la razón. Por último, el irracionalismo, entendido como hipervaloración del sentimiento, de la fe mística o del entusiasmo subjetivo, y, por tanto, como negación de la razón misma. Dogmatismo racionalista, positivismo empirista, irracionalismo, he aquí tres interpretaciones antagónicas e irreconciliables de la razón, que imponen, según Kant, la necesidad de llevar a cabo su crítica. 4.3. ILUSTRACION Y LIBERTAD COMO METAS DE LA RAZON El juicio de la razón (es decir, el juicio a que la razón es sometida) significa para Kant un ejercicio crítico de la razón (es decir, realizado por ella misma). Este juicio resulta absolutamente necesario no solo por la diversidad de interpretaciones de los filósofos (como acabamos de señalar), sino también, y más originariamente aún, por el modo en que los seres humanos viven en la época de Kant: un modo no ilustrado, esto es, de «minoría de edad». Pese a tratarse de una «época de ilustración», los hombres, piensa Kant, no han llegado a hacer realmente de ella una «época ilustrada». Esa situación humana de «minoría de edad» es propiciada por la pereza, el encierro en la individualidad abstracta y, en definitiva, por la falta de verdadera libertad.
La tarea de la crítica de la razón (en su sentido más pleno, hasta «orientarse en el pensamiento») tendrá como objetivo primordial la realización de la libertad, la superación de sus constricciones: la constricción civil y la constricción de la conciencia (ya sea por la religión, ya sea por las normas social e históricamente recibidas). Estas limitaciones de la libertad coartan el uso de la razón sometiéndola a instancias ajenas a la legalidad impuesta por ella misma. El remedio de tal situación solo puede ser la crítica de la razón; que esta se atreva a buscar en sí misma la piedra de toque de la verdad. La máxima de pensar por sí mismo: eso es la Ilustración. La crítica de la razón será, pues, la exigencia de clarificación que el ser humano se impone sobre lo que es y sobre sus últimos fines e intereses. Precisamente por esto y en este sentido afirmábamos que la crítica de la razón se propone el ejercicio y la realización de la libertad, una libertad que no se satisface con ser vivida de modo subjetivo, sino que ha de proyectarse para la acción y para la praxis en la estructuración de un orden social nuevo. Esta libertad es el motor de la crítica, que se halla esencialmente relacionada con la Ilustración en un doble sentido: En primer lugar, la crítica se propone como meta la realización de la Ilustración entendida como «época ilustrada», meta tal vez inalcanzable de modo pleno (de ahí la importancia del elemento utópico en el pensamiento kantiano). En segundo lugar, y a pesar de que no se haya alcanzado plenamente una «época ilustrada», la crítica responde a una «época de ilustración». Esta distinción entre «época ilustrada» y «época de ilustración» muestra la relación dialéctica que Kant establece entre ilustración e historia: de una parte, la ilustración es motor y meta de la historia; de otra, la historia debe ser entendida como mejora y progreso en la ilustración. 5. LA IDEA DE FILOSOFIA La filosofía kantiana incluye, pues, un doble elemento: una crítica de las desnaturalizaciones de la razón y un proyecto de un estado nuevo de la humanidad en libertad. Pues bien, el cumplimiento de ambos objetivos requiere descubrir y establecer los principios, las leyes y los fines últimos que la razón impone desde sí misma y de acuerdo con su más genuina naturaleza. Según este proyecto, «razón pura» significa, en un sentido muy preciso (prescindiendo de otros matices), la esencia de la razón en tanto que facultad que establece desde sí misma: Los principios que rigen el conocimiento de la naturaleza.
Las leyes que regulan el comportamiento en cuanto acción moral o libre. Los fines últimos de esta razón, así como las condiciones en que podrán ser alcanzados. 5.1. CONCEPTO MUNDANO DE LA FILOSOFIA Desde la perspectiva de esta idea general y suprema de razón, la filosofía es para Kant «la ciencia de la relación de todos los conocimientos a los fines esenciales de la razón humana». Este es el concepto mundano o cósmico de la filosofía, por oposición a su concepto académico, al que nos referiremos después. En su concepción mundana, a la filosofía le corresponde: Establecer los principios y los límites que hacen posible un conocimiento científico de la naturaleza; es decir, responder a la pregunta ¿qué puedo conocer? Establecer y justificar los principios de la acción y las condiciones de la libertad; es decir, responder a la pregunta ¿qué debo hacer? Delinear proyectivamente el destino último del hombre y las condiciones y posibilidades de su realización; es decir, responder a la pregunta ¿qué me cabe esperar? Al primer interrogante se ha de dedicar la metafísica; al segundo, la moral, y al tercero, la religión. Ahora bien, ni esas preguntas ni las disciplinas filosóficas correspondientes están inconexas, sino que surgen de los fines esenciales de la razón; de ahí que las tres cuestiones puedan y deban ser recogidas en una cuarta, que las engloba: ¿qué es el hombre? Esto muestra con evidencia que el proyecto total de la filosofía kantiana es una clarificación racional al servicio de una humanidad más libre, más justa, mejor encaminada a la realización de los últimos fines. 5.2. CONCEPTO ACADEMICO DE FILOSOFIA Con lo dicho no queda agotada la concepción kantiana de la filosofía y la tarea que le corresponde. En efecto, no basta con orientar todos los conocimientos del hombre y de la sociedad y el legado de la historia, poniéndolos en relación con los fines últimos de la razón (filosofía en sentido mundano), sino que a la filosofía le corresponde también ocuparse de la interrelación y unidad interna de esos conocimientos, para establecer (o al menos buscar) el sistema de todos ellos. Esto es lo que constituye la tarea de la filosofía en su sentido o concepto académico. 5.3. ACTIVIDAD CRÍTICA DE LA FILOSOFIA Ha de tenerse en cuenta, en fin, que la filosofía, entendida como ejercicio crítico de la razón, se inserta en un marco sociopolítico y exige el uso público de la racionalidad.
Ambas dimensiones de la crítica filosófica –inserción política y ejercicio público de la razón– deben ser protegidas e impulsadas por el poder político; de este modo, tanto el ejercicio mismo del poder como las realizaciones de las ciencias y de las técnicas quedarán sometidos al ejercicio crítico de la razón. Ello muestra que, para Kant, todos los conocimientos y todas las ciencias han de promover los fines últimos de la razón: han de estar, por tanto, al servicio de una humanidad más libre. La realización de una humanidad más libre es lo que determina el sometimiento de la ciencia y de la técnica a la racionalidad total, regida por esos fines.5 5.4. SUPERANDO EL RACIONALISMO Y EL IMPERIALISMO A caballo entre el racionalismo y el empirismo, Kant es un filósofo de la razón pero no es un racionalista. Le parece dar la razón al empirismo cuando afirma ―no se puede dudar que todos nuestro conocimientos comienzan con la experiencia‖, pero parece criticarla cuando escribe ―pero si es verdad que todos nuestros conocimientos comienzan con la experiencia, no todos, sin embargo, proceden de ella‖. Kant supera con el CRITICISMO el antagonismo de las posiciones racionalista y empirista asimilando lo más positivo de cada una de ellas. del Racionalismo mantiene la convicción de que en la mente hay algún tipo de contenidos que tienen carácter universal y son anteriores a toda experiencia. Del Empirismo conservará el principio fundamental de que todo conocimiento parte de la experiencia tal y como era defendido por la ciencia de su época. Para Kant, siguiendo la tradición iniciada por Aristóteles, la ciencia ha de ser un conocimiento universal y necesario, y llega a la conclusión de que tanto la tradición racionalista como la empirista, desde sus supuestos filosóficos, no hacen posible la metafísica como ciencia. 6
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En: http://www.filosofia.net/materiales/sofiafilia/hf/soff_9_1.html
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Kant y las ciencias de la vida (Madrid, Biblioteca Nueva, 2008)
CAPITULO IV: APRECIACION CRÍTICA Para Nietzsche, Kant no es un verdadero filósofo, sino un "trabajador de la filosofía", como aquellos que se contentan en hacer un inventario de los valores en curso, lo contrario a los filósofos del futuro que son los verdaderos legisladores, creadores de valores, aquellos que son capaces de ver la voluntad de verdad como lo que es, voluntad de poder. Para Kant efectivamente lo que legisla es la razón, el buen uso de las facultades. Somos legisladores siempre y cuanto obedecemos a la razón, pero Nietzsche va más allá, y se pregunta a qué obedecemos cuando obedecemos a la razón, ¿qué se esconde detrás de esa "fuerza"? Y cuestiona el hecho de obedecer, por qué obedecer cuando lo valioso es precisamente mandar. Cuando dejamos de obedecer al Estado, a Dios, a nuestros padres, aparece la razón para convencernos de ser dóciles. La gran crítica nietzscheana a Kant, es principalmente moral porque detrás de toda filosofía hay una moral, y detrás de una moralidad, está la persona del filósofo, su personalidad, una "semiótica de los afectos": Lo que es respetable para Kant, lo que es "valioso" para nuestro autor (debido quizás a su educación cristiano- pietista, es obedecer10 y nos pide que todos que hagamos lo mismo. La moral de Kant es reactiva y está en el marco del ideal ascético12. Esto significa entre otras cosas, que es una moral cristiana. Una moral decadente, que esconde una profunda negación a la vida, el placer, al cuerpo, la fuerza, la vitalidad. Lo que en esta moral aparece bajo el signo de "lo bueno" es en realidad lo malo, implica una "transvaloración" a través de la cual lo bueno se trastocó y se tornó malvado en la historia, y lo malo, bueno, es decir, el triunfo del ideal ascético en el contexto judeocristiano. Lo bueno, "valioso" para Nietzsche, son precisamente los ideales perpetuados por el héroe homérico (pre-socrático) o latino, que tienen que ver con la fuerza, la vitalidad, el orgullo, el ideal dionisíaco que integra no separa, que afirma la vida como voluntad de poder. 1.- CONTRA KANT COMO MORALISTA Kant pertenece a la "raza de teólogos" en la cual han mamado la mayoría de los filósofos alemanes. No es filosofía lo que hacen, en el fondo es teología, porque no hacen más que afirmar los ideales de la decadencia judeocristiana, que pretenden afirmar un sobre mundo "más valioso" que éste que tenemos. Dejando
de lado las "des-calificaciones", el texto del Anticristo no tiene desperdicio, y contiene en una forma hiperconcentrada lo que nos parece lo central de la crítica nietzscheana a la moral kantiana, más específicamente a su "imperativo categórico". En sus Metafísica de las Costumbres (1977), Kant defiende la posición de que lo moral debe ser por deber, es decir, con fundamento racional y no por inclinación. La ley moral, para valer moralmente debe llevar consigo una necesidad absoluta, y está solo puede ser dada a priori, exclusivamente en conceptos de la razón pura. La acción moral debe ser hecha por deber, y no por el propósito que en ella se quiere realizar sino por la máxima a través de la cual ha sido resuelta. Obedecer al deber y no a la inclinación implica someterse al imperativo categórico. Veamos lo que dicta el imperativo categórico en una de sus formulaciones: "obra sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal" (Kant, 1977:78). Se trata de que la máxima, es decir, el principio subjetivo de la voluntad se convierte en principio objetivo, es decir en regla práctica, principio válido para todo ser racional. Actuar como si la máxima de tu obrar, por tu voluntad pueda convertirse en ley universal de la naturaleza. La posición de Nietzsche pretende ser opuesta al imperativo categórico: "la virtud", "el bien", "el deber"(como resultados de la aplicación del imperativo categórico) son ficciones cerebrales que dan muestra del agotamiento de la voluntad. Son formas de nihilismo pasivo. Trasmundos inventados, que oculta la debilidad de poder, y el instinto de rebaño que busca y prioriza en su conducta el "obedecer‖. Este es mí bien, mi virtud, esto es lo que quiero para mí y sobre todo para mi placer. Porque es el placer él quiere la eternidad14 en Nietzsche sólo el placer quiere el retorno. No por deber, sino por placer. No por obediencia a una ley universal e impersonal, sino personalísima, y que ni siquiera tengo necesidad de nombrar (puedo "balbucear" mi virtud, tengo derecho). Lo importante que es bueno, porque lo amo, y no es la razón de todos, sino mi razón. Por qué nada arruina más profundamente, más íntimamente que los deberes impersonales, que los sacrificios hechos en virtud de la abstracción. En oposición total a Kant, Nietzsche dice, lo que verdaderamente importa es lo personal y no otra cosa. Lo importa es lo que amo. Es la total coincidencia entre existencia y valor, y esto es lo que muestra la idea del eterno retorno de lo mismo, ésta, y no el imperativo categórico, es la gran prueba del valor. Hay un diálogo posible entre estas dos ideas, que marca la diferencia profunda entre el pensamiento ético de Nietzsche y el de Kant a lo que nos referiremos en lo que sigue, y que nos ayuda a explicar agregando nuevos elementos, al problema de nuestra tesis doctoral: el eterno retorno de lo mismo.
2. LA DISTINCIÓN DEL CONOCIMIENTO PURO Y EL EMPÍRICO: No hay duda alguna de que todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia. Pues ¿por dónde iba a despertarse la facultad de conocer, para su ejercicio, como no fuera por medio de objetos que hieren nuestros sentidos y ora
provocan por sí mismos representaciones, ora ponen en movimiento nuestra capacidad intelectual para compararlos, enlazarlos, o separarlos y elaborar así, con la materia bruta de las impresiones sensibles, un conocimiento de los objetos llamado experiencia? Según el tiempo, pues, ningún conocimiento precede en nosotros a la experiencia y todo conocimiento comienza con ella. Mas si bien todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia. Pues bien podría ser que nuestro conocimiento de experiencia fuera compuesto de lo que recibimos por medio de impresiones y de lo que nuestra propia facultad de conocer (con ocasión tan sólo de las impresiones sensibles) proporciona por sí misma, sin que distingamos este añadido de aquella materia fundamental hasta que un largo ejercicio nos ha hecho atentos a ello y hábiles en separar ambas cosas. Si existe un conocimiento semejante, independiente de la experiencia y aún de toda impresión de los sentidos. ―Librodot realiza una ―Crítica de la Razón Pura‖ de Immanuel Kant‖. Esos conocimientos llámense a priori y distínganse de los empíricos, que tienen sus fuentes a posteriori, a saber, en la experiencia. Aquella expresión, empero, no es bastante determinada para señalar adecuadamente el sentido todo de la cuestión propuesta. Pues hay algunos conocimientos derivados de fuentes de experiencia, de los que suele decirse que nosotros somos a priori partícipes o capaces, de ellos, porque no los derivamos inmediatamente de la experiencia, sino de una regla universal, la cual, sin embargo, hemos sacado de la experiencia. Por ejemplo ―socavare el fundamento de su casa‖, diríase que pudo saber a priori que la casa se vendría abajo, es decir, que no necesitaba esperar la experiencia de su caída real. Más totalmente a priori no podía saberlo. Pues tenía que saber de antemano por experiencia que los cuerpos son pesados y por tanto que cuando se les quita el sostén, caen. En lo que sigue, pues, entenderemos por conocimientos a priori no los que tienen lugar independientemente de esta o aquella experiencia, sino absolutamente de toda experiencia. A estos se oponen los conocimientos empíricos o sea los que no son posibles más que a posteriori, es decir por experiencia. De entre los conocimientos a priori llámense puros aquellos en los cuales no se mezcla nada empírico.
Así, por ejemplo, la proposición: todo cambio tiene su causa, es una proposición a priori, mas no es pura, porque el cambio es un concepto que no puede ser sacado más que de la experiencia. Buscamos una característica por la que podamos distinguir un conocimiento puro de uno empírico. Cierto es que la experiencia nos enseña que algo está constituido de este u otro modo, pero no que ello no pueda ser de otra manera. Así pues, en primer lugar, si se encuentra una proposición que sea pensada al mismo tiempo con su necesidad, es entonces un juicio a priori; si además no está derivada de ninguna otra que no sea a su vez valedera como proposición necesaria, es entonces absolutamente a priori, en segundo lugar, la experiencia no da jamás a sus juicios universalidad verdadera o estricta, sino sólo admitida y comparativa (por inducción), de tal modo que se debe propiamente decir, en lo que hasta ahora hemos percibido no se encuentra excepción alguna a esta o aquella regla.
3. LOS PRINCIPIOS Y LA EXTENSIÓN DE TODOS LOS CONOCIMIENTOS A PRIORI: Algunos conocimientos abandonan incluso el campo de todas las experiencias posibles y, mediante conceptos para los cuales no puede ser dado en la experiencia ningún objeto correspondiente, parece que amplifican la extensión de nuestros juicios por encima de todos los límites de la experiencia. Y precisamente en estos últimos conocimientos, que se salen del mundo de los sentidos y en donde la experiencia no puede proporcionar ni hilo conductor ni rectificación alguna, es donde están las investigaciones de nuestra razón, que nosotros consideramos, por su importancia, como mucho más excelentes y sublimes en su intención última que todo lo que el entendimiento puede aprender. Estos problemas inevitables de la razón pura son Dios, la libertad y la inmortalidad. La ciencia empero, cuyo último propósito, con todos sus armamentos, se endereza sólo a la solución de esos problemas, llamase metafísica, cuyo proceder, al comenzar, es dogmático, es decir, que, sin previo examen de la capacidad o incapacidad de la razón para una empresa tan grande, emprende confiada su realización. Ahora bien, parece natural que tan pronto como se ha abandonado el campo de la experiencia, no se levante un edificio con conocimientos que se
poseen sin saber de dónde y sobre el crédito de principios, cuyo origen no se conoce, sin antes haber asegurado, por medio de cuidadosas investigaciones, la fundamentación de dicho edificio; y que, por lo tanto se habrá lanzado hace tiempo la cuestión de cómo el entendimiento puede llegar a todos esos conocimientos a priori, y qué extensión, validez y valor pueden tener. El encanto que nos produce ampliar nuestros conocimientos es tan grande, que no nos detiene en nuestra marcha más que el tropiezo con una contradicción clara. Ésta, puede evitarse, basta con hacer cuidadosamente las invenciones, que no por eso dejan de ser invenciones. La matemática nos da un brillante ejemplo de cuán lejos podemos ir en el conocimiento a priori, independientemente de la experiencia. Ahora bien, ella se ocupa, es cierto, sólo de objetos y conocimientos que se pueden exponer en la intuición. Pero esta circunstancia pasa fácilmente desapercibida, porque esa intuición puede ella misma ser dada a priori y por tanto se distingue a penas de un mero concepto puro. Arrebatado por una prueba semejante del poder de la razón, el afán de acrecentar nuestro conocimiento no ve límites. La paloma ligera que hiende en su libre vuelo los aires, percibiendo su resistencia, podría forjarse la representación de que volaría mucho mejor en el vacío. De igual modo abandonó Platón el mundo sensible, porque éste pone al entendimiento estrechas limitaciones y se arriesgó más allá, en el espacio vacío del entendimiento puro, llevado por las alas de las ideas. No notó que no ganaba camino alguno con sus esfuerzos; pues no tenía, por decirlo así, ningún apoyo, ninguna base sobre qué hacer fuerzas y en que poder emplearlas para poner el entendimiento en movimiento. Es un destino habitual de la razón humana en la especulación, el acabar cuanto antes su edificio y sólo después investigar si el fundamento del mismo está bien afirmado. Pero entonces se buscan toda clase de pretextos para quedar contentos de su solidez o incluso para excusarse de hacer esa prueba tardía y peligrosa. Mas lo que nos libra de todo cuidado y de toda sospecha durante la construcción y nos promete una aparente solidez es lo siguiente. Una gran parte, quizá la mayor parte de la labor de nuestra razón, consiste en análisis de los conceptos que ya tenemos de los objetos.
4. PROBLEMA DE LA RAZÓN PURA:
Mucho se gana ya cuando se logra reducir a la fórmula de un solo problema una multitud de investigaciones. Pues de ese modo no solo se facilita el propio trabajo, determinándolo con exactitud, sino también el juicio de cualquier otra persona, que quiera examinar si hemos cumplido o no nuestro propósito. Pues bien, el problema propio de la razón pura está encerrado en la pregunta: ¿Cómo son posibles juicios sintéticos a priori? Según IBROCOT ―Si la metafísica hasta ahora ha permanecido en un estado tan vacilante de inseguridad y contradicciones, es porque el pensamiento no se planteó este problema, ni aun quizá siquiera la diferencia entre los juicios analíticos y los sintéticos‖. Ahora bien, la metafísica se mantendrá en pie o se derrumbará, según la solución que se le dé a este problema o que se demuestre que la posibilidad de que quiere obtener explicación, no tiene en realidad lugar. David Hume, que entre todos los filósofos fue el que más se acercó a este problema, aunque sin pensarlo, ni con mucho, con suficiente determinación y en su universalidad, sino quedándose en la proposición sintética del enlace del efecto con su causa (principium causalitatis),creyó haber demostrado que semejante proposición es enteramente imposible a priori y, según sus conclusiones, todo lo que llamamos metafísica vendría a ser una mera ilusión de supuesto conocimiento racional de lo que en realidad sólo de la experiencia está sacado y ha recibido por el hábito la apariencia de la necesidad. Jamás hubiera caído en semejante afirmación, destructora de toda filosofía pura, si hubiese tenido ante los ojos nuestro problema en su universalidad; pues entonces hubiera visto que, según su argumento, tampoco podría haber matemática pura, porque ésta encierra seguramente proposiciones sintéticas a priori; y de hacer esta afirmación le hubiera guardado su buen entendimiento. En la solución del anterior problema está al mismo tiempo comprendida la posibilidad del uso puro de la razón en la fundación y desarrollo de todas las ciencias que encierran un conocimiento a priori teórico de los objetos, es decir, la contestación a estas preguntas: ¿Cómo es posible la matemática pura? ¿Cómo es posible la física pura? Como estas ciencias están realmente dadas, puede preguntarse sobre ellas: ¿cómo son posibles? Pues que tienen que ser posibles queda demostrado por su realidad.
Pero en lo que se refiere a la metafísica, su marcha, hasta ahora defectuosa, puede hacer dudar a cualquiera, con razón, de su posibilidad; porque, además, no se puede decir de ninguna de las presentadas hasta ahora que, en lo que toca a su fin esencial, se halle realmente dada ante nosotros. Ahora bien; esa especie de conocimiento ha de considerarse también como dada en cierto sentido, y la metafísica es real, sí bien no como ciencia, como disposición natural al menos (metaphysica naturalis). Pues la razón humana va irresistiblemente, sin que a ello la mueva la mera vanidad del saber mucho, impulsada por necesidad propia, a cuestiones tales que no pueden ser contestadas por ningún uso empírico de la razón, ni por principios sacados de la experiencia; y así realmente, por cuanto la razón en los hombres se extiende hasta la especulación, ha habido siempre alguna metafísica y la habrá siempre. Acerca de ésta se plantea pues la cuestión: ¿Cómo es posible la metafísica, en el sentido de una disposición natural?, es decir, ¿cómo las preguntas que se hace la razón pura a sí misma y a las que se siente impulsada, por propia necesidad, a contestar de la mejor manera que pueda, surgen de la naturaleza de la razón humana universal? LIBRODOT critica más como en todos los ensayos hechos hasta ahora para contestar a esas preguntas naturales (v. g. si el mundo tiene un comienzo o existe desde toda eternidad, etc.), se han encontrado siempre contradicciones inevitables, no podemos atenernos a la mera disposición natural a la metafísica, es decir, a la facultad pura misma de la razón, de donde siempre nace alguna metafísica (sea cual sea), sino que ha de ser posible llegar sobre ello a alguna certidumbre o sobre el saber o sobre el no saber de los objetos, es decir, a una decisión sobre los objetos de sus preguntas o sobre la capacidad e incapacidad de la razón de juzgar acerca de esos objetos. Así pues, o bien a extender con confianza nuestra razón pura, o bien a ponerle determinadas y seguras limitaciones. Esta última pregunta, emanada del problema universal anterior, sería con razón la siguiente: ¿cómo es posible la metafísica como ciencia? La crítica de la razón conduce pues, en último término, necesariamente a la ciencia; el uso dogmático de la misma, sin crítica, conduce, en cambio, a afirmaciones que carecen de fundamento, frente a las cuales se pueden oponer otras igualmente ilusorias y, por tanto, al escepticismo. Tampoco puede esta ciencia ser de una longitud
grande, descorazonadora, porque no tiene que tratar de los objetos de la razón, cuya multiplicidad es infinita, sino sólo de sí misma, de problemas que nacen en su seno y que le son propuestos no por la naturaleza de las cosas que son distintas de ella, sino por su propia naturaleza; pues entonces, habiendo primero conocido completamente su propia facultad, en consideración de los objetos que puedan presentársele en la experiencia, tiene que serle fácil determinar completa y seguramente la extensión y los límites de su uso, cuando se ensaya más allá de todos los límites de la experiencia.
CONCLUSIONES Todos nuestros conocimientos comienzan por los sentidos, se pasan al entendimiento y terminan en la razón. Lógica transcendental en una Analítica y en una Dialéctica, especifica claramente que la primera ofrece una Lógica de la verdad y la segunda una ―Lógica de la ilusión‖ La ética Kantiana es una ética ―ideal‖, su norma sintética (el imperativo categórico‖, nunca podrá cumplirse totalmente en las acciones humanas, por ello representa un ―modelo‖, ―paradigma‖, una meta inalcanzable. Puede afirmarse que ―la idea del deber‖, al existir solo en la mente, ha de servir de guía orientadora para en comportamiento humano. Kant solo le interesa fundamentar su ética metafísica en un principio a priori, universal y necesario, sin tomar en cuenta cómo los seres humanos se comportan realmente. Su ética está elaborada como si el ser humano fuera solamente ―razón‖ y como si esta se identificase con la ―subjetividad‖. Kant interpreta a la ―Razón pura‖ como algo que permanezca igual a si misma, inalterable e inmutable.