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EYDER PATIÑO CABRERA Magistrado Ponente
AP7160-2017 Radicación n.° 50371 Acta 359
Bogotá, D. C., veinticinco (25) de octubre de dos mil diecisiete (2017).
MOTIVO DE LA DECISIÓN Decide la Sala si es procedente admitir la demanda de casación presentada por el defensor de GONZALO IGLESIAS BASTO, contra la sentencia proferida el 7 de marzo de 2017 por el Tribunal Superior de Ibagué, que confirmó la dictada por el Juzgado Segundo Penal del Circuito Especializado de la misma ciudad y condenó al procesado como coautor del delito de secuestro simple.
Casación 50371 GONZALO IGLESIAS BASTO
HECHOS El Ad quem resumió la cuestión fáctica de la siguiente manera: De acuerdo al escrito de acusación, siendo aproximadamente las 10:00 horas del 16 de diciembre de 2014, cuando la señora Helda Tulia Arana de Candía se dirigía al Banco BBVA ubicado en la calle 11 entre carrera 3ª y 4ª de esta ciudad [Ibagué], fue abordada por el señor Gonzalo Iglesias Basto, quien le preguntó si conocía [a] un abogado, [suministrándole un nombre]a lo cual aquella le contestó que no, por lo que el acusado le comentó que se había ganado la lotería y que requería los servicios del profesional del derecho para reclamarla, instante en el que se hizo presente un sujeto de “camisa rosada”, quien le manifestó a la señora Arana de Candía que sabía quién era ese abogado, pero que su actuar no era correcto denominándolo “ladrón”. Señaló el escrito que a pesar de que la señora Helda Tulia Arana de Candía intentó dejar de lado el asunto, el procesado le solicitó a ella y a la otra persona que lo ayudaran a cobrar el premio y en contraprestación les cancelaría dos millones de pesos, a cada uno, por lo que el sujeto no identificado le sugirió que no hablaran ese tema en público, desplazándose hasta la cafetería ubicada en la carrera 3ª con calle 12 segundo piso, en donde todos consumieron café en leche; seguidamente el hombre de “camisa rosada” se retiró del lugar y regresó poco después, enseñándole a aquella un documento en el que se indicaba que debían hacer unas compras, lo cual solo se podía efectuar si contaban con solvencia económica. Indica el escrito que la señora Arana de Candía presentó una fuerte cefalea y junto con los sujetos se dirigieron a su residencia e ingresó en compañía de la persona de “camisa rosada”, de donde sacaron dos tarjetas y dos anillos, dirigiéndose luego a Bancolombia y BBVA, sitios en los cuales la ofendida realizó un avance por un millón de pesos y un retiro por cuatrocientos mil pesos, respectivamente; adujo que el sujeto no identificado le preguntó a la víctima si tenía dinero en efectivo a lo que respondió que contaba con doscientos mil pesos. Se afirma que luego el sujeto le indicó a la señora Helda Tulia Arana de Candía que debía realizar algunas compras, por lo que se dirigieron al supermercado Mercacentro, establecimiento en el que adquirieron un televisor y una licuadora con la tarjeta de crédito, sin embargo, el afán de aquellos para salir del sitio fue advertido por el personal de seguridad, por lo que aquel sacó a la víctima del sitio y la ingresó al taxi, vehículo que fue abordado
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por los guardas, quienes llamaron a la policía, siendo capturado el señor Gonzalo Iglesias Basto1.
ACTUACIÓN PROCESAL 1. El 18 de diciembre de ese año, ante el Juzgado 1º Promiscuo Municipal del Valle de San Juan con funciones de control de garantías, se realizó audiencia preliminar de legalización de captura y formulación de imputación por el delito de secuestro extorsivo agravado, cargo que no aceptó GONZALO IGLESIAS BASTO, quien fue afectado con medida de aseguramiento de detención preventiva en establecimiento carcelario2. 2. Una vez la Fiscalía presentó el escrito de acusación el 9 de marzo de 2015, por los delitos de secuestro extorsivo agravado y hurto calificado en el grado de tentativa (artículos 169, 170-2, 240-2-3 y 27 del Código Penal) 3, la respectiva formulación se llevó a cabo el 2 de junio siguiente, bajo la dirección del Juzgado Segundo Penal del Circuito Especializado con funciones de conocimiento de Ibagué4. 3. El 29 de julio del mismo año, se dispuso la ruptura de la unidad procesal5, en virtud del preacuerdo suscrito el 11 de junio anterior, por el procesado con la Fiscalía, respecto del delito contra el patrimonio económico 6. 1 2 3 4 5 6
Folios 73 y 74 Cuaderno del Tribunal. Folios 7 y 8 Cuaderno principal. Folios 15 a 20 Ib. Folio 60 a 62 Ib. Folio 82 Ib. Folios 186 a 197 Ib.
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4. En consecuencia, se continuó el trámite frente al injusto contra la libertad individual, por lo cual, se llevó a cabo la audiencia preparatoria, el 4 de agosto de la mencionada anualidad7 y el juicio oral, en sesiones del 21 de septiembre8 y 16 de diciembre subsiguientes, fecha última en la que se anunció sentido de fallo condenatorio 9. 5. El 12 de enero de 2016, el despacho dictó sentencia en la que condenó a GONZALO IGLESIAS BASTO, como coautor responsable del delito de secuestro simple, luego de la variación de la calificación jurídica que efectuara la Fiscalía en las alegaciones finales. Le impuso, ciento noventa y dos (192) meses de prisión, multa de ochocientos (800) s.m.l.m.v. y la accesoria de inhabilitación para el ejercicio de derechos y funciones públicas por tiempo igual a la pena intramural. Le negó la suspensión condicional de la ejecución de la pena y la prisión domiciliaria10. 6. El 7 de marzo del año en curso, el Tribunal Superior de Ibagué, al resolver el recurso de apelación interpuesto por la defensa del procesado, confirmó en su integridad la decisión del A quo11. LA DEMANDA Folios 85 a 87 Ib. Folios 106 a 108 Ib. 9 Folio 124 Ib. 10 Folios 129 a 159 Ib. 11 Folios 29 a 74 Cuaderno del Tribunal. 7 8
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Luego de identificar los hechos, la actuación procesal, las partes e intervinientes y la sentencia recurrida, el impugnante formula un cargo, con fundamento en la causal primera del artículo 181 de la Ley 906 de 2004. Acusa la sentencia de segundo grado por la existencia de irregularidades sustanciales que afectaron el debido proceso,
pues
tanto
la
Fiscalía
como
el
juzgador,
mantuvieron una doble imputación, «por una parte por las circunstancias que califican el delito de HURTO, sobre el que ya existe condena ejecutoriada y por la otra el delito de SECUESTRO SIMPLE, aquí objeto de condena, pues juntos recaen sobre el mismo supuesto de hecho». Ello corresponde a una violación directa de la ley sustancial, como consecuencia de la falta de aplicación del canon 29 de la Carta Política y 21 de la Ley 906 de 2004, en lo referente a la prohibición de no ser juzgado dos veces por el mismo hecho, lo cual condujo a la aplicación indebida del artículo 168 del Código Penal. Ilustra,
in
extenso,
con
jurisprudencia
penal
y
constitucional sobre el principio de non bis in ídem, para luego comentar que, en este caso, la acción penal se inició con una descripción fáctica que a lo largo del proceso fue modificando la atribución jurídica, pues de secuestro extorsivo agravado, en la audiencia de formulación de imputación, se pasó a secuestro extorsivo agravado y hurto calificado en la modalidad de tentativa en la acusación.
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Una vez su defendido suscribió preacuerdo, por la última conducta punible, se siguió la actuación por el secuestro extorsivo agravado y, finalmente, la Fiscalía solicitó condena por el injusto de secuestro simple. Según el censor, el desconocimiento del non bis in idem
se produce al mantener una doble imputación: por
una parte, «por el hecho que califican el delito de hurto», que se encuentra con sentencia ejecutoriada y, por otra, respecto del secuestro simple, objeto de condena en esta actuación, en cuanto ambos recaen sobre un mismo supuesto de hecho. Explica, en concreto, que la circunstancia prevista en el numeral 2º del artículo 240 del Código Penal contempla cuatro formas de calificar el hurto; entre ellas, colocando a la víctima en condiciones de indefensión, -que ocurre, según explica, cuando el sujeto activo la sitúa en posición inerme, por carecer de recurso alguno defensivo que le permita repeler la agresión al patrimonio- o de inferioridad –que se presenta cuando la víctima sí cuenta con medios que le permiten reaccionar, pero son superados por el agente-.
Si se contraponen esas dos hipótesis, que se infieren de habérsele suministrado a la ofendida una sustancia, al parecer escopolamina, con el ánimo de doblegar su voluntad, se aprecia que en ambos tipos penales el fin es el patrimonio
económico,
pues
utilizaron
situaciones
engañosas para atraerla y disponer de su patrimonio.
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Por otro lado, se presume que la finalidad del secuestro es que la víctima haga algo, esto es, entregar sus joyas, dinero y electrodomésticos, …[e]ncontrando que el hecho de dar a beber un café con leche puso en condiciones de indefensión a la víctima y no fue con el fin de coartar la libertad y si fue así, no puede ésta ser calificativo del hurto el numeral 2 del Art. 241 12 del C.P., ya que según el despacho queda contenido en el SECUESTRO SIMPLE la conducta, contradiciéndose, pues el sujeto activo doblega la voluntad para apropiarse del patrimonio de la víctima, pero no para secuestrar y terminar hurtándose lo que sería el pago o la recompensa.
Insiste en que no hubo una prolongación innecesaria de la libertad pues, distinto al asunto que analiza la sentencia del 25 de mayo de 2006, radicado 20316 13, invocada por el Tribunal, donde se obtuvieron las claves de las tarjetas para hurtar el dinero de las cuentas, mediante privación de la libertad por cerca de cinco horas, en este caso, una vez doblegada la voluntad se ejecutó el hurto, el cual no se consumó y, por tanto, no hay lugar a inferir la autonomía del secuestro simple «ya que la doblegación hizo parte del hurto» y en su ejecución se produjo la captura. En tal sentido, al condenar a su defendido por el delito de secuestro simple, constituye un doble reproche respecto de una misma situación fáctica porque doblegar la voluntad de la víctima o ponerla en estado de indefensión, para acceder a su patrimonio económico, no para coartar su libertad, comporta un atentado al principio non bis in ídem. 12 13
Se entiende que es el artículo 240 del Código Penal. El número correcto es 20326
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El libelista trae ejemplos en los que se puede configurar el secuestro simple como delito autónomo y sobre el momento consumativo del hurto, entre otros temas, para concluir que se está en presencia de un concurso ideal o formal de tipos penales porque el sujeto agente, con una conducta, vulneró dos disposiciones de la ley penal que protegen bienes jurídicos distintos, esto es, la libertad individual y el patrimonio económico y de allí que sea necesario realizar «un estudio ajuiciado» de la situación fáctica que sirvió de soporte para atribuir la circunstancia calificante del hurto y que al concurrir con el delito de secuestro simple, desconoce la prohibición de la doble incriminación. Elabora un cuadro comparativo de los hechos que sustentan ambas conductas punibles, para hacer ver que guardan plena identidad y, partiendo del principio de congruencia, los hechos acaecidos el 16 de diciembre de 2014 se ajustaron a la conducta de hurto calificado y agravado en el grado de tentativa, por los cuales ya se emitió sentencia. En el acápite que dedica a la trascendencia de la irregularidad aducida, enfatiza que, al condenar a IGLESIAS BASTO por el injusto de secuestro simple, mediante la «doblegación de la voluntad, mantuvo doble imputación de una circunstancia o hecho, el ya existente en el calificativo del hurto, numeral 2º del artículo 240 del C.P.» y que si existió privación de la libertad «fue un exceso para el delito
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de hurto», situación que debió ser analizada por el juzgador y no interpretar los hechos para acomodarlos al tipo penal más gravoso del que verdaderamente existió. Solicita casar la sentencia recurrida y, en su lugar, se dicte fallo absolutorio por el delito de secuestro simple. Así mismo que, en caso de encontrarse mérito para ello, se compulsen copias a la Fiscalía General de la Nación, para que se investigue la conducta del médico tratante de la víctima, quien, por presunta solicitud del instructor, ingresó la historia clínica después de cuatro (4) meses y alteró lo allí consignado. CONSIDERACIONES 1. Bastante se ha insistido que en cualquier régimen procesal la demanda de casación debe contener un mínimo de
coherencia
y
precisión
conceptual
que
permita
establecer, con facilidad cuál es el error que se atribuye al sentenciador y su efecto determinante en la decisión recurrida. Es por ello que, en el esquema de la Ley 906 de 2004, el artículo 184 prevé, como requisitos que deben ser cumplidos por el recurrente, la correcta selección de la causal invocada y el adecuado desarrollo de los cargos, cuya formulación independiente debe guardar perfecta relación con el error denunciado, conforme lo imponen los
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principios de no contradicción y autonomía que rigen en esta materia. Además de esos fundamentos, el impugnante tiene la carga de justificar la necesidad de intervención de la Corte, en aras de cumplir con una de las finalidades del recurso, esto es, la efectividad del derecho material, el respeto de las garantías de los intervinientes, la reparación de los agravios inferidos a estos, y la unificación de la jurisprudencia. En tal sentido, la inadmisión deviene irrebatible cuando el demandante carece de interés, prescinde de señalar la causal, no desarrolla los cargos de sustentación o cuando de su contexto se advierta fundadamente que no se precisa del fallo para cumplir alguna de las finalidades del recurso, tal como lo prevé el artículo 184, numeral 2º ejusdem. 2. El libelo que se examina, el defensor no comprobó que el asunto requiere alcanzar alguno de tales propósitos y desatendió a los parámetros lógicos, argumentativos y de postulación, atinentes al motivo invocado. 3. Cuando se acude a la causal primera de casación, es necesario que el reparo se construya en el plano jurídico, al margen de cualquier debate sobre los hechos declarados en el fallo y de la estimación otorgada al conjunto probatorio que sirvió de sustento a la decisión, bien sea para evidenciar que el juzgador incurrió en falta de
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aplicación, aplicación indebida o interpretación errónea de un precepto sustancial. Tales
derroteros
no
fueron
atendidos
por
el
demandante, quien, desde un comienzo, incurre en una entremezcla de reparos que se excluyen entre sí, porque inicialmente
pregona
sustanciales
que
enseguida
pregona
la
existencia
afectaron que
la
el
de
debido
fiscalía
y
irregularidades proceso, los
pero
juzgadores
mantuvieron una doble imputación, y que ello corresponde a una violación directa de la ley sustancial por falta de aplicación del artículo 29 de la Carta Política y 21 de la Ley 906 de 2004, en lo referente a la prohibición de no ser juzgado dos veces por el mismo hecho. Bien se sabe que la afectación al debido proceso comporta un error de procedimiento que debe ser propuesto bajo los lineamientos de la causal segunda, tal como ocurre con el presunto desconocimiento del principio non bis in idem o prohibición a la doble incriminación, susceptible de enmendar a través de la nulidad, y no, como lo postula el actor, mediante el proferimiento de un fallo de reemplazo, con sustento en el motivo primero de casación, como de tiempo atrás lo tiene dicho la jurisprudencia de esta Corporación. Así, en CSJ AP, 29 may. 2013, rad. 39686, se dijo que, …[l]a violación del principio non bis in idem o de la prohibición a la doble incriminación, es un vicio de actividad judicial y no un error de juicio jurídico.
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En ese caso, el reparo debía proponerlo al amparo de la causal 2ª y no 1ª del artículo 181 de la ley 906 de 2004, ya que ante su eventual prosperidad lo pertinente es declarar la nulidad de la actuación y no proferir fallo de reemplazo, bajo el entendido que la infracción del citado principio no se encuentra prevista en la ley como motivo de absolución. En efecto cuando existe cosa juzgada, lo que se impone al juez de conocimiento previa solicitud del fiscal o de los intervinientes es decretar la preclusión por la imposibilidad de iniciar o continuar con el ejercicio de la acción penal, en la medida que la investigación o juzgamiento de la persona por los mismos hechos comporta la vulneración del non bis in idem.
4. Adicionalmente, la censura no traduce sino una divergencia
de
opiniones,
en
el
marco
de
una
argumentación bastante confusa, ambigua e imprecisa, orientada a llenar de razones la postura defensiva que no tuvo acogida en las instancias, acerca del presunto desconocimiento del principio non bis in idem pues, en últimas, no acredita el letrado algún yerro por parte del Tribunal, al desechar el mismo planteamiento. 4.1. En efecto, insiste en señalar que la acción delictiva realizada por su defendido y el sujeto «de camisa rosada», únicamente estructura el delito de hurto, respecto del cual ya obra sentencia ejecutoriada, en virtud del preacuerdo suscrito con la fiscalía, porque se trata del mismo supuesto de hecho y, por lo tanto, no se podía condenar por el injusto de secuestro simple. Aduce, en concreto, que el suministro de escopolamina a la víctima únicamente tuvo como propósito disponer de su patrimonio económico, pero no el de coartar su libertad,
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además, que no hubo una prolongación innecesaria de la libertad. Propuesta que no conjuga con el criterio de esta Corporación (CSJ SP, 25 May. 2006, rad. 20326) invocada en el fallo recurrido para referir que, frente a conductas delictivas como la acaecida en este asunto, se vulnera tanto el bien jurídico contra el patrimonio económico, como el de la libertad personal, sin que ello comporte una doble incriminación en contravía del principio non bis in idem. En estos términos, lo explicó el Tribunal: En cuanto a este último tema, se debe indicar que el señor Gonzalo Iglesias Basto fue imputado y acusado como coautor de los delitos de secuestro extorsivo agravado, en concurso con hurto calificado y agravado, este último en grado de tentativa, por los hechos acaecidos el 16 de diciembre de 2014, por lo que no se puede considerar que porque aquel ya fue condenado respecto de esos hechos por otro Despacho, se le esté juzgado dos veces, ya que dicha sentencia se emitió respecto del segundo punible, y en este caso el fallo objeto de controversia fue proferido por el mismo aspecto fáctico pero por la primera conducta penal citada. De otro lado, la Sala no comparte la teoría de la defensa, respecto a que la retención de la señora Helda Tulia Arana Candía, fue un medio para que el procesado y el sujeto de “camisa rosada” consiguieran un provecho económico a través de la comisión del delito de hurto, y que por ello el secuestro no era un punible autónomo, ya que según el escrito de acusación, a la precitada se le doblegó su voluntad a través del uso de sustancias psicotrópicas y luego se trasladó contra su voluntad por diferentes partes de la ciudad, lo que de estar probado conllevaría a la vulneración del derecho de la libertad individual, bien jurídicamente protegido por la conducta antes señalada, por lo que no se puede considerar que el hurto calificado y agravado lo subsumió. Además, si para apoderarse de cosa mueble ajena, se restringe la voluntad y libertad de locomoción de la víctima por un tiempo considerable, es claro que se trata de dos conductas totalmente
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independientes, una que atenta contra el patrimonio económico (delito fin) y la otra contra la libertad individual (delito medio), por lo que, contrario a lo expuesto por la defensa, no puede considerarse que el hurto subsumió el secuestro14.
4.2. El libelista interpreta a su manera la situación y, de paso, contraviene el principio de corrección material 15, diciendo que la bebida suministrada a la víctima y que la puso en condiciones de indefensión, no fue con el fin de coartar la libertad y que, de ser así, no puede estructurar la circunstancia prevista en el numeral 2º del artículo 240 del Código Penal, para el hurto calificado, porque, según el despacho, tal conducta queda contenida en el secuestro simple, «contradiciéndose, pues el sujeto activo doblega la voluntad para apropiarse del patrimonio de la víctima, pero no para secuestrar y terminar hurtándose lo que sería el pago o la recompensa». Sin embargo, pasa por alto que los falladores en ningún
momento
consideraron
que
la
finalidad
de
suministrar escopolamina a la víctima fue la de coartar su libertad, sino la de apoderarse de los bienes de la víctima, cometer el delito de hurto y, para alcanzar tal propósito, coartaron su libertad, estructurando así el concurso heterogéneo de ambas conductas punibles, tal como lo tiene suficientemente
decantado
la
jurisprudencia
de
esta
Corporación. Es así como, de tiempo atrás, viene señalando que, en tratándose de sucesos donde se avizora la ejecución de un Folios 56 y 57 Cuaderno del Tribunal. Las razones, fundamento y contenido del reproche, deben corresponder en un todo a la realidad procesal. 14 15
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hurto conjuntamente con la privación injustificada de la libertad, es la de admitir la posibilidad de un concurso de conductas punibles. De allí que, con acierto, el Tribunal fundamentara sus razonamientos en el indicado pronunciamiento del 25 de mayo de 2006, radicado 20326, donde también se dejó dicho que: …[e]l legislador no exige como ingrediente de los tipos penales de secuestro (simple o extorsivo) que la privación de la libertad tenga una duración mínima determinada, es suficiente que se demuestre que la víctima permaneció efectivamente detenida en contra de su voluntad durante un lapso razonable para entender que los implicados le impidieron desplazarse libremente […] Esa razonabilidad, permite distinguir el delito de secuestro del ilícito de hurto calificado por la violencia ejercida sobre las personas, en tanto éste comporta un contacto con la víctima que se retiene por el lapso necesario mientras es despojada de sus efectos personales, pero inmediatamente después puede continuar ejerciendo su derecho de locomoción.
La postura fue ratificada recientemente, al señalarse que el secuestro se materializa “así ello fuese utilizado en calidad de medio adecuado para obtener impunidad en el delito planificado” (CSJ AP 2158-2014), siendo irrelevante, entonces, “el factor temporalidad de la aprehensión” (CSJ AP, 24 Abr 2013, Rad. 40878). 4.3. Este marco teórico fue el que contemplaron los juzgadores al apreciar la actualización del delito contra la libertad individual, toda vez que IGLESIAS BASTO y el otro individuo
que
lo
acompañaba,
«de
camisa
rosada»,
abordaron a la ofendida y luego de persuadirla que se fueran a otro lugar para conversar sobre el cobro de la
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supuesta lotería que el primero se había ganado, la llevaron a una cafetería donde le suministraron una sustancia que alteró su conciencia y le impidieron desplazarse libremente por un espacio de más de dos horas, tiempo durante el cual la llevaron a su propia vivienda, le hicieron sacar las joyas y las tarjetas de crédito, la condujeron a entidades bancarias para que realizara avances en efectivo; luego la trasladaron a un almacén para comprar electrodomésticos. Sin embargo, cuando pretendían llevarla a otro sitio, fueron interceptados por el personal de seguridad del establecimiento. Frente a ese razonamiento, el censor simplemente plantea una apreciación subjetiva que aspira sea revalorada por la Corte y, por ende, no esgrime un motivo razonable que justifique su estudio, pues de antaño se viene diciendo que, en esta sede, es imperativo demostrar la violación en la cual incurrió el fallador, con capacidad para derruir la declaración de justicia, y demostrar que, sin la presencia del yerro, otra hubiese sido la decisión, efecto para el cual, se debe abordar la situación fáctica sobre la cual recayó el desacierto. 5. Se concluye que el casacionista no cumplió con los mínimos requerimientos de claridad, precisión y coherencia, indispensables para entender el sentido de la censura, así como la demostración de los dislates aducidos y la concreción de sus consecuencias. Y, como no se encuentran causales ostensibles de nulidad ni flagrantes violaciones de
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derechos fundamentales, no es procedente admitir la demanda para un pronunciamiento de mayor fondo. 6. Contra esta decisión procede el mecanismo de insistencia, de conformidad con lo establecido en el artículo 184 de la Ley 906 de 2004, cuyas reglas, en ausencia de disposición legal, han sido definidas por la Corte desde el año 2005, en CSJ AP, 12 dic.2005, rad. 24322 y precisadas en AP-3481-201416. 7. Por último, importa señalar al recurrente, quien solicita compulsar copias a la Fiscalía General de la Nación, que está en libertad de promover, ante esa entidad, las acciones penales que estime pertinentes. En mérito de lo expuesto, la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia, RESUELVE INADMITIR la demanda examinada presentada por el defensor de GONZALO IGLESIAS BASTO. Contra
esta
decisión
procede
el
mecanismo
de
insistencia, de conformidad con el artículo 184, inciso 2º, del Código de Procedimiento Penal.
Notifíquese y cúmplase 16
Radicado 42597.
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EUGENIO FERNÁNDEZ CARLIER
JOSÉ FRANCISCO ACUÑA VIZCAYA
JOSÉ LUIS BARCELÓ CAMACHO
FERNANDO LEÓN BOLAÑOS PALACIOS
FERNANDO ALBERTO CASTRO CABALLERO
LUIS ANTONIO HERNÁNDEZ BARBOSA
EYDER PATIÑO CABRERA
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PATRICIA SALAZAR CUÉLLAR
LUIS GUILLERMO SALAZAR OTERO
NUBIA YOLANDA NOVA GARCÍA Secretaria
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