Santo Tomás - Suma Contra Los Gentiles I [PDF]

  • 0 0 0
  • Gefällt Ihnen dieses papier und der download? Sie können Ihre eigene PDF-Datei in wenigen Minuten kostenlos online veröffentlichen! Anmelden
Datei wird geladen, bitte warten...
Zitiervorschau

SANTO

BIBLIOTECA

TOMAS

DE

AQUINO

D E

AUTORES CRISTIANOS D e c l a r a d a de i n t e r é s naci onal ESTA COLECCIÓN SE PUBLICA BAJO LOS AUSPICIO S Y ALTA DIRECCIÓN DE LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA

L A COLUSIÓN DiE DICHA PO N TIFICIA U N IV E R S ID A D E N C A R G A D A D E L A IN M EDIATA RELACIÓ N CON LA B. A. C., E S T A IN T E G R A D A E N E L ANO 1952 PO R L O S SE Ñ O R E S S IG U IE N T E S :

UM C ontra los G entiles *

Edición bilingüe, en dos tomos, con el texto crítico de la leonina

LIBROS Dios. Su existencia, su naturaleza. La creación y las criaturas TRADUCCION DIRIGIDA Y

PRESIDENTE*.

FR. JESUS M. PLA CASTELLANO, O. P.

Excmo. y Rvdmo. Sr. Dr. Fr, F r a n c is c o B a r ba d o V i e j o , O. P ., Obispo de Salamanca y Gran Canciller de la Pontificia Universidad. *

v ic e p r e s id e n t e :

REVISADA POR EL PADRE

lim o. Sr. Dr. G r e g o r io A l a s t r u e y ,. R e d o r Magnífico.

R . p. Dr. A u r e l io Y a n g u a s , S. I., Decano de la Facultad de Teología; R . P. Dr. M a r c e l in o C a ­ b r e r o s , C . M . F ., Decano de la Facultad de Derecho; R . P . Dr. Fr. J e s ú s V a l b u e n a , O. P ., Decano de la Facultad de Filosofía; R . P. Dr. Fr. A l b e r t o C o lu n GA, O. P ., Catedrático de Sagrada Escritura; reveren­ do P . Dr. B e r n a r d in o L l o r c a , S. I., Catedrática de

vo ca les:

J

* b

INTRODUCCIONES Y NOTAS DE LOS PADRES

FR.

JESUS

FR.

MATEO

AZAGRA, FEBRER,

INTRODUCCION GENERAL POR EL PADRE

FR. JOSE M. DE GARGANTA, O. P.

Historia Eclesiástica. *

4

se c r e tar io :

M. I. Sr. Dr. L orenzo T o rrad o , Profesor.

L A E D I T O R I A L C A T O L IC A , S. A . A p a r t a d o .166 MADRID < MGMLH i

BIBLIOTECA

DE

AUTORES

MADRID . MCaiLlI

CRISTIANOS

I N

D I C E

G

E

N

E

R

A

1

L

Pdgs.

N I H I L O llS T A T : F r . G. E scura, O. P.,

XHI

PRÓLOGO

.S'. Tìicoì. Lector. F r . X. M . E scámez, O. P ., 5 . Ti icol. Lector.

IN T R O D U C C IO N

GENERAL

Santo Tomás de Aquino, escritor humano ....................................... ■Armhi en te histórico y vocación particular de Santo Tomás ......... Género s literarios en Santo Tomás de Aquino ................................. ■Tar controversias en el siglo x m y la Summa contra Gentiles ..... •El Pugio fidei y la Summa contra Gentiles .............................

Carácter de la Summa contra Gentiles ............................. .. .................. La manera de Santo Tomás en su Summa contra Gentiles ............

5 7 9

12 iS

33 30

I3£P1UM£ P O T E S T :

F r , I ustus F ernández, O. P. Prior ProvinciaUs.

S U M A C O N T R A LO S G E N T IL E S T

« b



i

EBBRO Ii— D ios: su existencia y su n atu raleza

I ntroducción ................................................................................................... 37 Capítulo I.—E l. deber del sabio ................................................................ 95 Capítulo II.—Lo que el autor intenta en esta obra .................- ......... 97 Capítulo III.—Si hay un modo posible de manifestar la verdad di­ vina ................................................................................................................ 99 Capítulo IV .—Propónese convenientemente a los hombres, para ser creída, la verdad divina, accesible a la razón natural ..................... 102 Capítulo V.—Las verdades que la razón no puede investigar propónense convenientemente a los hombres por la fe para que las crean ............................................................................................................... 104 Capítulo V I.—Asentir a las verdades de fe, aunque estén sobre la razón, no es señal de ligereza ........................................................... acó Capítulo VH.—L a verdad racional no contraría a la verdad de la fe cristiana ................................................................................................... 109 Capítulo V IIL —Relación de la razón humana con la verdad de la fe. TIO C apítulo IX ,—Orden y plan que se ha de seguir en esta obra ...... 1 1 1 Capítulo .X .—Opinión de los que afirman que la existencia de Dios, - siendo evidente por sí misma, no puede ser demostrada .............. II3 1 El volumen II y último contendrá un Indice de nambíes y otro de materias Cíe ambos tomos. b

IMPRIMATUR ; t H y a c in t h u s ,

Ep. aux. et Vic. gap. Valentiae, 20 nov. 1952.

ix d ic f ,

ÍN D IC E GENERAL

VI

r

Pdzs.

PáfíS.

C apítulo X I .—Ivfcfulación

--> a .

5 Pi a P* & £ sO ET~ p*

3

o

o v>

o Vi

p o

P

fi

®

3

0

^

o

o ' n>*

3 a

e.

H S'

-O M

rs

'S'p ° ? -A____

s

rt 2,

(A

P



H

Di ft

*

P



M rt>tO S tfi n ri"

IJ Cn °

P tn Hi

¡3

3

P -° fb V)

o



D-

p> •i n ri" O

P P-

Di

É e

B t»eL V)

o

g

Io

ft $

?

§ rT

3

Cn

P o

3

o

o

1) Prenotando: conocimiento por vía de remoción (c. 14).

un

NATURALEZA

DIVINA

57

nes real y lógico, y subdivide el orden real— subiendo de menos a más— , excluyendo así de D ios das composiciones físicas, lo cuan­ titativo, la m ateria y da forana (c. 20 ) ; la s composiciones de orden m etafisico, de supuesto y de naturaleza (c. 21 ), de esencia y exis­ tencia (c. 22 ) ; la composición de sujeto y accidente (c. 23 ), y, por último, excluye de D ios incluso la com posición de tipo ló gico de género y diferencia, bien sea potencial (c. 24 ), bien sea actual (c. 25 ). P o r este proceso de exclusión liem os llegado en el orden ded ser a la conclusión de la identidad de da esencia y de la exüstencía en Dios. Con otras palabras, a la subsistencia o aseídad divina, constitutivo m et afísico y prim era r a íz de todos los divinos atributos, que en ella encuentran su razón ú ltim a de ser y su identificación. 2 ° Trascendencia de Dios.— (Rebatida la com posición de partes en Dios, pasa Santo Tom ás a dem ostrar que D ios no está, en com ­ posición con nada, es decir, que D ios no es p a rte de ningún com­ puesto. E n prim er lu gar prueba que D ios no es fo rm a de dos seres en generad (c. 26 ); que no es fo rm a de ningún cuerpo, (c. 27 ). E n contra de esta posición auténticam ente filosófica han surgido a través de la h istoria de la filosofía y teo lo g ía un sinnúm ero de filósofos y teólogos que han propugnado, bien un panteísm o m ísti­ co, en el que la criatu ra puede lle g a r a consubstancializarse con D ios —idéennos consubstanciaüizarse p ara dar m argen al uso de otras frases, v. gr., endiosarse, etc., m uy usadas por la verd ad era m ística, y que sólo ignorando su significado trad icion al pueden ser in terp re­ tadas panteísticam ente— ; 'bien en un panteísm o em anatista, h ylozoísta, idealista, etc., según el cual es D ios quien se hace p arte con la criatura;

3 .°

E l panteísm o y Santo Tom ás T

T'

i» tí I'

o H#

?p

no es la forma de ningún ser (c. 27).

•b) «

M

M P

H

t í

t í

o ©o S rT p^i pr P*P*P* Vio p

8 » o o V)

B D

P

S'

aOOO g g afe

3 P p

Po

o

Di

s

S (A

Í £ » o>

.

£*£* rt f&r5&*Sft ^ ft L«glSH tj

p ^

sf|BH * 3 g g-E®

a* &• a, 8 ad 3) divide nuestro Santo el panteísmo en tres grupos : dijeron unos que Dios es el alma del mundo,.* ; dijeron otros que es el principio formal de todas las cosas... ; pero el tercer error fué el de David de Dinand, quien estúpidamente sostuvo que Dios es la materia j.ríma, Todo esto es evidentemente^falso, y no es posible que, en modo a*guno, entre Dios en la composición de otro ser, ni tampoco que sea principio form al ní principio material.

D e la perfección de Dios

l.° ’ E

n

GENERAL

Prenotandos.— (Perfecto es lo acabado, lo totalm en te hecho, y lo totalm ente hecho no puede ser otro que e l ser en aoto, y cuanto m ás en acto esté, m ás p erfecto será. M as este S e r p erfecto, to ta l­ m ente en acto, debe ser an terior a la constitución de todas las cosas, y este p rim er prin cipio a c tiv o no puede ser otro que Dios, prim er m otor inm óvil, causa de cuanto a c tiv o y m ovido existe. Todo ser es efecto de D ios; lu ego D ios-causa encierra en si, con actualidad perenne, todas la s p erfeccion es de sus efectos, aun las de los posibles, •pues como nadie da lo que no tiene, estos efec­ tos no han podido sacar de sí lo que no tenían s. .Los pitagóricos, Leu cipo y, por lo general, toda la filosofía preso­ cràtica, afirmaban indirectamente la imperfección divina, ya que hacían de Dios principio material del mundo. D el mismo sentir eran los mani-

60

INTRODUCCIÓN AL LIBRO I

Exposición, filosófica de Santo Tom ás.— L a podem os ver siguien­ do la adjunta tab la quinta. E xpliquem os concatenada y brevem ente el presente croquis. D ios es sum am ente p erfecto porque es su m ism o ser. D e nadie procede n i a nada debe su origen. T od o lo im p erfecto procede de lo p erfecto. E l p rim er ser no reconoce preferen cia ninguna sobre si. D ios es e l p rim er ser, luego Dios es perfectísim o. Dios, no siendo potencia, es perfectísim o, pues lo p erfecto es lo que está en acto. D ios es la p rim era causa eficiente y, como toda perfección del su jeto rad ica en la causa, D ios encierra en si las perfecciones de tod o ser de m odo m ás em inente que los mismos seres. Si D ios tien e en sí todas las perfecciones de los seres, será oportuno in ­ d a ga r en qué se asem ejan o desasem ejan éstos con Dios, cqsa que hace Santo Tom ás a lo la rg o del capítulo 29, donde tra ta el asunto, y en el capítulo 30 y siguientes, en los que se entretiene sobre los nom bres p o r m edio de lo s cuales exponemos o explicam os e l ser divino. L a s perfeccion es de los seres están en D ios como en su causa. A h o ra bien, conviene tener en cuenta que una perfección puede p erten ecer a un ser form al, v irtu a l y em inentem ente, y que la causa se d ivid e en u nívoca y análoga. Tiénese una perfección fo r­ m alm en te cuando está en él su jeto porque lo exige su propia’ definición, v. gr., espiritu al en el án gel; virtualm ente, cuando el su jeto tien e el poder ¡de producir ta l o cual perfección, así, por ejem plo, la s potencias v e g e ta tiv a s y sensitivas, en el hom bre; y em inentem ente, cuando da p erfección en cuestión se encuentra en un su jeto de m odo m ás p erfecto que en ningún otro. Causa an áloga es aquella que produce efectos sem ejantes a ellia; p ero de un orden in ferio r. Causa unívoca es aquella que produce efectos de su m ism a es­ pecie. E s decir, produce un e fe c to sem ejante a sí, de su m ism a especie; v. gr., padre-hijo. P o r o tra p arte, las p erfeccion es se dividen en absolutamente sim ples y sim ples. A q u élla s no encierran en sí im perfección nin­ guna, cóm o n o sea la lim ita ció n ia 'que están expuestas por la fin itu d del su jeto que las tiene. L a s segundas encierran en sí im perfección.

i.

f 1

r

i ■

%

V

queos, con su doble divinidad y doble principio, del bien el uno, del mal el o tr o ; los panteístas y quienes quieren encontrar en Dios composición, ya substancial, ya accidental. Nada ambigua es la doctrina eclesiástica sobre este particular. Santo Tomás aduce en el capítulo 28 dos textos de la Sagrada Escritura : «M oi­ sés le d ijo : «Muéstrame tu gloria», y Y a vé respondió : «Y o haré pasar ante ti todo mi bien y pronunciaré ante ti mi- nombre,.., pero mi faz no podrá ver, porque no puede verla el hombre y vivir» (Ex. 33, 18-19). «Sed, pues, vosotros perfectos, como perfecto es vuestro Padre celestial» (M t. 5, 48). L a Iglesia nos presenta como objeto de Ja fe la perfección divina. Y así en el concilio Lateranense I V decía : «Sed perfectos, con Ja per­ fección de la gracia, como vuestro Padre celestial es perfecto, con la perfección de la naturaleza» (Denz. 432). Y el concilio Vaticano : «La santa Iglesia católica, apostólica y romana cree y confiesa que hay un solo Dios verdadero,.,, infinito en toda perfección» (Denz, 1782).

i

9

I

62

INTRODUCCIÓN

AL LIBRO I

Santo Tom ás nos dice: “ D ios tiene con las criaturas sem e­ jan za y desem ejanza. Sem ejanza en cuanto que es agente, y todo agen te hace a lgo sem ejan te a sí; desem ejanza en cuanto que las perfeccion es de D ios no se transm iten a las criaturas de idéntica m anera y bajo una m ism a razón ” . H a y perfecciones puras o abso­ lu tam en te sim ples, que en D ios se encuentran fo rm a l y em inente­ m ente, v. gr., sabiduría, vida, y en las criaturas se encuentran de m anera participada. Las perfecciones m ixtas están en Dios virtu al y em inentem ente, im plican im perfección y no pueden convenir fo r­ m alm en te a D ios; v. g r,( la facu ltad de pensar. D e los nom bres o atribu tos divinos Conocida la n atu raleza de D ios y el grado de perfección que pcsee, ocurre tra ta r del len gu aje con que la expresamos, toda v e z que la p alab ra es la expresión del pensamiento. Como decíam os antes, nosotros no podemos conocer la esencia de D ios cual ella es en sí, la deidad, pero s í como se re fle ja en las criatu ­ ras. D e aquí que ten ga que darse entre los atributos o nombres divinos cierto orden no ontològico, sino lógico, y si hay orden, ¿ c u á l es e l p rim ero p o r e l que conocem os los dem ás? Com o qu iera que la esencia de los seres es la r a íz de todos sus atributos, del m ism o anodo, de los atributos de 'Dios podemos lle g a r a uno en e l cu al Tadiquen todos los demás. ¿C u ál de éstos es el con stitu tivo fo rm a l o r a íz de todos los atributos divinos en D ios? U nos lo ponen en la infinitud, otros en la bondad divina, otros en la in telección actual. N o carece de verosim ilitu d esta posición, pues la- in teligen cia es el suprem o gra d o on tològico del ser, y e l m enor grado no com ­ prende s i superior, m ien tras que éste -encierra en sí todos los in fe ­ riores, y así, al a firm a r de D ios la in telección actual— supremo g ra d o del ser— , p a rece que se afirm en de él todas sus propiedades. L a m a y o ría de log tom istas opinan que el constitu tivo m etafisico de la esencia d ivin a es la aseidad o e l ser por sí mismos C on estas opiniones p or delante, vam os a exam inar los atribu­ tos divinos, y verem os cómo todos encuentran su explicación ¿n la esen cia subsistente. ¿ Qué es un atrib u to ? A trib u to es una p erfección absoluta, to ta l­ m ente sim ple, que está n ecesaria y form alm en te en D ios y ade­ cuada de ta l m an era a nuestro entendim iento, que éste la entienda com o esencia y a constituida. ¿ H a y atribu tos en D io s ? Sí. R a zón d ia léctica que prueba lia pluralidad d e atributos.— L a plu­ ra lid a d sigu e a la distin ción ; de hecho, en D ios se distinguen a tri­ butos o perfecciones. L u e g o si todos los nom bres que atribuim os a D ios p a ra exp resar dichos atributos o perfecciones fu eran lo m ism o, la te o lo g ía seria un puro nom inalism o. S an to Tom ás prueba la plu ralidad de atribu tos con el sigu ien te raciocin io: "E s evidente, por todo esto, la necesidad de dar a Dios muchos nombres. Porque no podem os conocer n atu ralm en te sino llegan d o a ¡EL por .m edio de sus efectos, es necesario que sean diversos los nombres con que expresam os sus perfeccion es, así com o son va ria s las perfecciones

DE LA PERFECCIÓN DE DIOS

63

que encontram os en las cosas. Si, en cambio, pudiéram os entender la esencia diVina como ella es y ap licarle un nom bre propio, la expresaríam os con un solo nombre. L o que se prom ete a los que verán a D ios en su esencia; “ E n aquel día será uno el Señor y uno su nom bre” (Zach. lá - 9 ) (c. 31 ). Lu ego en Dios h a y plura­ lidad de atributos. ¿Cóm o se organ izan en Dios— sim ple— estos atributos diversos? E n el citado capítulo 31 los organ iza el Santo de m anera absoluta, por la reducción de unos atributos a otros... Lo superior contiene form al, virtu a l o em inentem ente a lo in ferio r. Darem os de lado a cualquier o tra ordenación fo rm a l que h iciera d ifícil el coincidir con el orden que aquí nos da Santo Tom ás, y pasamos a estudiar su distinción en tre sí y con respecto a la sim ­ plicidad divina. • D istinción de los atributos.— E s ta m ultitud de atributos o p er­ fecciones, ¿cóm o se distinguen en tre sí y de la esencia d ivin a ? ¿Cóm o se conjugan en D ios su sim plicidad y la m u ltiplicidad de sus atributos? ¿C óm o concuerdan, entre otros, la ju sticia y la m i­ sericordia? , . * Sim plicidad de D ios y m ultiplicidad de sus atributes.— E n tre las antinom ias que la filo s o fía agnóstica atrib u ye a la teo lo g ía naturaJl, una es da de enseñar que D io s es Sim ple y tien e atribu tos múltiples. E sto es una contradicción “in term inis” , pues la m u ltiplicación de perfecciones atribuidas a D ios form alm en te p arece destru ir su sim plicidad. E n tre las soluciones que se han dado a esta antinom ia están: la nom inalista, según la cual los diversos atribu tos que se predican de D ios no son m ás que sim ples nom bres con idéntico significado; la virtu alista, según la cual los atributos indican que D ios “puede h acer” lo que significan, y así, cuando se dice que Dios es bueno, se quiere decir que puede (hacer cosas buenas; la escotísta, quq aplica a D ios y a sus atributos la distinción— actual, form al, " a p a rte re i”— , y la tom ista, que vam os a exponer. ¿Qué es la distinción? L a carencia de identidad entre muchas cosas,

f (A )

Distinción,, i (>B)

(c )

Esencial,

(di)

Accidental.

Real.. , . . f Cg) (Mayor. f ( e ) D e razón raciocinadas (h ) ¿fclenor (virLógica... l. tu a l).

I

i. ( f ) (C )

D e razón raciocinante.

N om inal.

A) Eis la que hay entre dos cosas, independientem ente de la consideración del entendim iento, B ) L a que existe entre aquellas cualidades que el entendi­ m ien to distingue en una m ism a cosa. c ) Se da cuando dos cosas diferencian por principios esen­ ciales.

64

INTRODUCCIÓN AL LIBRO I

puan!do dos cosas se distinguen por sus accidentes, e ) C arencia de identidad, real, que da, no obstante, funda­ m ento próxim o p a ra fo rm a r diversos conceptos. L a J. quo je s u íta de la m era operación del entendimiento, sin xtinaam ento próxim o an terior en la-s cosas, g1) L a que distingue en el objeto formaJlidades que no se in­ cluyen m utuam ente. h) ¡La que hay entre los conceptos de los cuales uno, form al y explícitam en te, no es el otro; no obstante, por razón del suieto en que están, lo incluye. A ésta es a la que vam os a referim os. L o s fundam entos o razones de esta distinción son dos. Uno por p a rte d el objeto, es decir, 1$. em inente p erfección de la cosa en cu ya sim plicidad pueden contenerse m últiples perfecciones, y otro p or p a rte d el entendim iento, a saber, su incapacidad p ara com­ prender de un golp e de v is ta todas la s cosas que h ay en ól objeto. Santo Tom ás explica qué cosas sean las distinciones de razón raciocinada ob jetiva y su b jetiva (c f. "D e Foten'tia” , q. 7. a 6 v en otros lu g a re s ). ’ T esis: L o s atrib u tos divinos se distinguen, en tre s í y de la esencia de D ios con distinción de razón raciocinada con fundam ento en D ios y en nosotros. P ru eb a n ega tiva .— 1 .° E n D ios y sus atributos no h ay distinción r e a l S i la hubiera, h abría com posición entre esencia de Djios y atributos. D ios no sería acto puro, pues sería p erfectib le por fo r­ m as distin tas de sí m ism o; sería potencian, sería' im perfecto, y no sólo esto, sino que se p erfeccion aría p or aligo que no es Dios. 2 .° ¡No h a y distinción nom inal n i de razón raciocinante entre D ios y sus atributos, ponqué, si se dieran en D ios estas distincio­ nes, do m ism o s e ría d arle un nom bre que otro. ‘ Toda la teo lo g ía s e ría una tau tología. A l fin, a ninguna otra p arte lleva n estas distinciones. S i n o h a y distinción real, n i nominal, n i de razón raciocinante, ten d rá que haber una distinción de razón raciocinada. L a Ig le s ia y la te o lo g ía afirm an que se da distinción entre la esencia' de D ios y sus atribu tos (c f. D enz. 520 ss.). P ru eb a p ositiva.— E n D ios se da la distinción de razón racioci­ nada. T od o cuanto h a y de bien, de verd ad en las cosas, viene do D ios. S i vien e de D ios, está en ESI. Albora bien, muchas de las cosas que h a y en el mundo son im p erfectas; lu ego no pueden estar en D ios form alm en te. L o están virtuadmente. H ay, p or el contrario, m uchas otra s que no im plican im perfección según su propia razón de ser; lu ego pueden estar en Dios. Ajhora bien, s'i h ay cosas que pueden estar en D ios según su p ro p ia ra zón o form alid ad de ser, y p o r o tra p a rte se dan form alid ad es distintas, en D ios tendrán que e s ta r todas estas p erfeccion es distintam ente. A n tin om ia.— -Dios es sim ple. E n Diios h a y muchos atributos. V a ­ yam os p or p artes; 1 ) D ios es totalm ente sim ple. 2 ) Dios, que es totalm en te sim ple, es muchas cosas. 3 ) E stas cosas que decimos que D ios es, pueden ser form alid ad es; a ) distintas; b ) diversas; c ) opuestas.

L>r LA

1'EIiI'LCClÓX

DE DIOS

a) Solu ción in d irecta .— Si es m etafisicam ente cierto que D ios es simple, y lo es, y si es m etafísicam en te cierto que en D ios se dan form alidades distintas, y se dan, pues las vem os en los efectos, debe concluirse que han de lle g a r estas form alidades diversas y a¡i parecer opuestas a unificarse en una razón superior. Elstamos ante un m isterio natural; tenem os dos conclusiones m etafísicas ciertas de d ifícil conciliación. A rg u m en to : la aplicación necesaria de las nociones y de los principios prim eros de la razón no pueden conducir a contradic­ ciones. Es así que la aplicación necesaria de tales principios, con­ duce a afirm ar que Dios es sim ple y que, a la vez, tien e m uchas perfecciones form ales; luego estas dos afirm aciones no son contra­ dictorias. L a m ayor es cierta porque lo s prim eros principios afir­ man el ser de Has cosas, y así, ■si no fu era n verdad, afirm aríam os ja falsedad del principio de contradicción, o sea, fa lla r ía la ap li­ cación de los prim eros principios. L a m enor tam bién es cierta, pues nuestra razón acusa la exis­ tencia en D ios de su divina sim plicidad y la m ultitud de sus a tri­ butos reflejados en todos sus efectos. b ) So lu ción d ire c ta :— ¡Podfría s e r la r g a y con sistiría en la identificación de los diversos atributos que se predican de D ios. Es algo exigid o no sólo por' l a , sim plicidad, sino también, ’-por la propia perfección de cada uno de los atribu tos. L a b o r q u e dejam os al estudio particu lar de -quienes, deseen m ayores conocim ientos de los que podemos ofrecerles en una introducción. >



r

2 .°

4

P e r f e c c ió n a)

de

D io s

en

p a r t ic u l a r

¡Perfección de la n atu raleza

l.° D e la bondad divin a (cc. 37 -al 41 ). — V is to y a cóm o las perfecciones divinas existen en D ios y se' identifican, sigam os a l A n gélico en la exposición particu lar de algu na de ellas: bondad, unidad, infinitud, verdad, etc. L a s perfecciones particu lares se pueden r e fe r ir a la n a tu raleza o a sus operaciones. E n cuanto a lo prim ero, Santo T om á s estudia la bondad, la unidad e infinitud. L a bondad divin a es considerada por Santo Tom ás, en si m ism a y en relación a lo s dem ás seres. R especto a lo prim ero, p regu n ta si la bondad conviene a Daos, para term in ar afirm ando que D ios es su m ism a bondad. D ios es bueno (c. 37 ). T A B L A

V I f z ) ¡La bondad con vien e a Dios

íc. 37) -

"a. En sí (c. 37- í a) Dios es su misma bondad (c. $Sl. 39 )

a; ¡P erfecció n de la natura­ leza (c, $7-431

Solución de la atilinojnUi; a) indirecta; b) directa, C. Ct'nf. r

r. L a b o n d a d (c. 37-41)-..*

iI't,. En

................

$) Por lo tanto, no puede tener ningún mal (c. 39).

orden n C " ' ' 1,IinciI>io toJa W j¡ — tí * o

conoce y sabe to d o porque todo lo ve desde la eternidad— . Esto está, claro; y una ciencia-causa de todo, y es aquí donde reside la dificu ltad m ayor, y os a lo que vienen los capítulos 66, 67 y 71, B) B e la volu n tad d e D io s: a ) L a volun tad d iv in a .— L a segunda (potencia de que está dotado todo ser espiritual es la vo­ luntad, inclinación, c ie g a h acia lo que el entendim iento presenta. D e aquí que, estudiado el entendim iento divino en sus distintas fa ­ cetas, v e n g a e l tra ta r de la voluntad divina, Santo Tom ás dedica a este tra ta d o diecisiete capítulos (d e l 72 !al 88). E n prim er lu gar estudia la existen cia (c. 72) . P robada la existencia, estudia la esencia o n atu raleza (c. 73 ) ; objetos: prim ario (c. 74 ), secundario (c. 75 ). C o ro la rio : qu erer m uchos seres n o repu gna a la sim plicidad d ivi­ n a (c. 77 ). P o r p a rte del objeto (c. 78 ). >Si quiere lo particular, lo ex isten te (c, 79). Estudiado el o b jeto p rim a rio y secundario de la volu n ta d divina, p asa Santo T om ás a estudiar cómo quiere Dios, ya sea e l o b jeto p rim ario, y a sea e l secundario (c. 81 ). S i D ios quiere necesariam ente e l o b jeto secundario o lo creado (c. 82 ) o sólo hipoté­ tica m en te (c. 83 ). S i qu iere lo im posible (e. 84 ). S i im pone necesidad a los seres queridos ( e. 85 ) ; m otivos d el querer divin o (c. 86). S i es causa d e l querer, o ¡más bien su qu erer es causado y m ovido por lo s seres creados (c. 87 ) . A continuación estudia,,la voluntad, en su relación, con e l en ten dim ien to: D ios es lib r e (c ’ 88). V éa se en la p ágin a sigu iente el croquis de. todo el aspecto gen eral de este apartado. E x p o s ic ió n filo s ó fic a de San to • T o m á s — l.* E x is te n c ia 1S.— P ru e­ b a e l S an to la existen cia de la voluntad en D ios no con razones g e­ n erales, com o pudiera hacerlo, siguiendo, .por ejem plo, ü'a cuarta v ía , “ la de la s p erfeccion es” , discurriendo así: D ios es causa de todas la s p erfeccion es de das criatu ras; de éstas Das h a y dotadas: de entendim iento y volu n tad ; lu ego D ios tien e entendim iento y v o ­ luntad. . T a m b ién nudo haJoerio hecho a la in versa .« Todo lo ciue h a v en

rt

M-a

O 0 tí1

7" 0 0



u tí ” **r

-

0; c



8a -5 tj ■ cr w*

03 t i ’A l/ J O Ot í

* Í-* ,



tí C 1

tfl H

u CJ ití

71

« w?

01



0 u

c

c

Cl 0 ' 1/3 t í,

0 tí 1 ■ —*

• t/1 CJ c í l|— '

w •2 es 1- 03 Q'3 £< o *~í H ‘- y —

• kq

i *

5 - ^ '■O lA

s71

CJ t/l Cl ,

tí tí tí



2

a

*

■tí tí



C3 a o

"o

LO

8 tí

; «

u: “

tí tí

O* "o ¿

c c u) a Q

Ci O]

3 5tí •i

o

a

oí o •4

M \



O

QO •«

O O

> Ütí

>

A P



'T

^O

J3 c\ ■8 ^ 1E £¡ — o ID

u ti u CJ í

C

Di

'u

S

t í

d

V)

Q

CJ

e n U ■ y c tí o o £

_/

3

'tí ^ ti -r TJ^CJ ^ tí A O '*-* 4J tí ti ¿5 «m ♦n

(A

U)

ci oa

s* tí ♦

> >



>w

« ’3 —W V

/5

CT c1 *3 d d en 5 u a . 1

t j



0

rf

o

t> & o O c.

tí 00

tí to



CJ



- § 2 O iM tí

V) a tí

t/i



o c



1 V

W o u W a V

tí O >

o r/í 15 V *tí

w N o podían faltar, en materia de tan capital importancia en el orden moral, filósofos y teólogos que' sostuvieran las posiciones más absurdas. L os que identificaban a Dios con la m ateria prima. ,Los que ponen en Dios los actos por necesidad. Los que niegan a Dios el libre albedrío,* bien , cuanto al ejercicio y es­ pecificación, bien cuanto aíl ejercicio soflámente. Denz. 373 : «Dios sola-^ mente puede hacer un om itir («dimitiere))), de aquella manera y en aquel tiempo en el que lo hace y no en otro»; Tesis de Pedro Abelardo, conde­ nada por la Igflesía en el concilio Senonensé de 1140 Ó 41. _ Los optimistas cosmológicos, para quienes Dios crea sielmpre y sólo lo m ejor, que sí lo es porque Dios lo crea, «h ic-et’ mmc», no lo crea por­ que lo es. Dios hace buenas las cosas, pero las cosas no arrastran a D io s.« Pueden consultarse para este asunto el breve «Dum acerbissimas», ,del 26 de septiembre de 1835, condenando ciertas proposiciones{ mejor, la doctrina de Jorge H en ees (Denz. 1618 ss.)"; el breve..«Exim iam tuam», del 15 de junio de 1857, contra Antonio Guenther (Denz. 1655), y el de­ creto dél Santo Oficio delt 14 de diciembre de 1887, 'condenando, entre otras, la siguiente proposición ded Rosm ini ■: «E l amor con el qué Díos^ se ama, incluso en las criaturas, el cual es la razón de por qué se determina crear, constituye una necesidad moral, que en el ser perfettísiíno siem­ pre produce un electo ; esta necesidad sólo en muchos seres imperfectos deja íntegra la libertad bilateral» (Denz. 1908). Los fatalistas; para quienes Dios impone necesidad a las cosas, y aquellos que, por etl contrario, sostienen la volubilidad de la voluntad di-

t>



w

t i



ji

s

2 5 ?

O



CJ

w w t í 1-* C -S

s i — ^ t í tí

U c tí

V)

V

tfi

v tí 1/) o

0



»

e1^i

^ 00 tí

2 .2

't í tí



4

a

U tí 1/1 7J ¡A

¿

.

P -»-4

”3

.2

PiT» f2 ° 4 o c?

CL 1>



0



u

g

Tí c t

t/i





te

■ C 2

23 £

b c>

5



'—• t/J

'tí b* V\é> N 5 IOS

SS

Si Dios en tanto quiere en cuanto entiende (c. 72), de la m ism a m anera am ará que entenderá. Dios entiende por su propia esen­ cia (cc. 4 5 y 46) es su p rop ia esencia; luego quiere por su esencia, y su querer es su propia, esencia. Sólo hemos de seguir paso' a paso el orden antes fijado al tra ta r del entendim iento divino, y tendrem os una explicación de la voluntad divina. Objeto de la voluntad divina.— Según esto, tenemos que Dios, como ser inteligente, tiene voluntad; esta voluntad es su m ism a esen­ cia. L a esencia de D ios es la bondad infinita; pero aquí el objeto prim ario de Ja voluntad y del querer divinos es la bondad infinita. Así, en Dios se da el caso de que el e m o r se salve sin suponer una inclinación hacia algo fu era de él, algo por alcanzar. M ás bien tiene ol aspecto de gozo o deleite en el bien poseído, no el de am or en general o e l de deseo de un bien futuro. Santo Tom ás prueba todo esto (c. 74) diciendo; el bien entendido es el objeto de da voluntad. A h o ra bien, lo que principalm ente D iot* entiende es la esencia divina. L u ego la esencia divina será sobre lo que g ir e principalm ente la voluntad d ivin a.. L o apetecible se comipara al apetito como un m otor a l m óvil (c. 44), 'y así tam bién lo querido a la voluntad, pues la voluntad pertenece al reino de potencias afectivas. Si la voluntad divin a tu viera un objeto más principal Ique la esencia divina, seguiríase que este objeto sería superior a la divina voluntad, a quien m overía. D ios no sólo ama como objeto principal su propia* esencia divina, sino que p o r ella y en ella ama to d o ’ cuanto am a fu e ra de e lla (c. 75). Quien am a el fin, necesariam ente am a todo lo que le conduce a dicho fin. Dios es el fin últim o de todos los seres. L u ego del hecho de que se quiera a sí, síguese que quiera a todo lo que a él está d irigid o u ordenado. H a y un apotegm a filosófico que re za : 61 bien es difusivo, tanto ontològica como filosóficam ente considerado. L o bueno es aquello a lo que nad'a le fa lta , o sea, lo perfecto. L a p erfección consiste en ser y en obrar según su ser. D e aquí que ser p erfecto es aquel que es capaz de producir otro sem ejante a sí. P u es bien, D ios es p erfecto ; por tanto, comunicable. D ios es bueno, sum a bondad; por consiguiente, sumamente comunicable. D e aquí la enorme y v a ria d a difusión de su bondad infinita en bondades analógicas y particulares, y, p o r ende, la necesidad de que Dios, que tuna 'su esencia como ob jeto prim ario, oomo bondad suprema, ame también, p o r el am or que se tiene a sí mismo, a las demás bondades particulares, por Ínfimas que las que­ ram os suponer, pues de D ios vienen y e hacia D ios están d irigid as como al fin (c. 75). * ¡Da un paso más, y y a no sólo dice que D ios am a a todos y a cada uno de los seres p o r el am or que se tiene a si, sino que lo s une en un m ism o acto. Con un m ism o acto am a D ios su esencia y todo ouanto am a fu era de élla (c. 76). Basándose en los principios asentados en el capitulo anterior, de que D ios quiere cuanto fu era de su esencia existe, porque esta esencia es el fin últim o de todo su ‘querer, síguese que todo esto se efectú a m ediante un solo acto, porque e l fin, com parado con todo aquello que solam ente se quiere por él, es como la razón fo rm a l al objeto. A h o ra bien, toda potencia tiende con un m ism o acto h a cia el ob jeto y h a cia la razón fo rm a l del objeto; p o r ejem plo, con un m ism o golpe de v is ta vem os la lu z y el color, visible en acto únicam ente m ediante la luz. A dem ás, lo 2 .a

1

í It

l

i

.1. s

4

b

‘i *t

\

i

i

■ .* Ji •

S4

INTRODUCCIÓN AL LIDRO I

nr, L\ PERFECCIÓN DE DIOS

querido es a la voluntad com o lo m ovido al m otor. Si adm itim os en D ios un acto de la voluntad con el que quiere lo que no es su esencia, distinto de aquel por el que la quiere, síguese que en Dios h aya va rios estím ulos o m otores, cosa que repugna m etafísicam ente a la sim plicidad divina. C orolario que Santo Tom ás expone en el capítulo 77 p ara continuar su estudio sobre el modo de querer. P o r lo que resp ecta al objeto, prueba que D ios no sólo quiere a todos los seres p o r v ile s que sean, universalm ente considerados, esto es, en cuanto que quiere ser principio de todos los bienes que de él m ism o dimanan, no, sino tam bién en particular, uno por uno (c, 78 ), E x tre m a m ás su posición y prueba que e l am or de D ios lle g a tam bién a lo no existen te tod a vía (c. 79 ), pero que pronto o tarde existirá. Soslayando algunas dificultades, más aparentes que reales, el santo D o c to r asienta y confirm a su conclusión con varios razona­ m ientos, de los que entresacam os e l sigu ien te: “ Contestemos, pues, que, puesto que el bien aprehendido m ueve a la voluntad, el acto m ism o de la volu n tad h'á. de segu ir a la condición d e -la aprehensión, de la m ism a m anera que lo s m ovim ientos de los seres m ovidos si­ gu en a las condiciones d el m ovien te causa del m ovim ien to’'. P e r o la relación del sujeto que aprehende con el objeto apre-* hendido es consiguiente a la aprehensión misma, pues p or la acción de aprehenderlo es com o el sujeto se relacion a con el objeto. Y el su jeto aprehendiente no c a p ta el objeto sólo com o existente en él, sino com o existen te en su m ism a n atu raleza; pues no sólo sabemos que conocem os u n a cosa, que es precisam ente existir en e l enten­ dim iento, sino tam bién que ella existe, existió o existirá en ©u p ro p ia n atu raleza. Y aunque en este m om ento la' cosa no existe sino en el entendim iento, la relación consiguiente a la aprehensión se estab lece con ella, no com o existe en e l cognoscente, sino como es la p ro p ia naturaleza* captada p or el sujeto. “ P o r lo tanto, h a y una relación en tre ¡lá voluntad divina y la cosa que no existe actualm ente, en cuanto ella existe en su natura.le z a p ro p ia p o r algú n tiem po, y no sólo en cuanto existe en Dios* que la ^conoce. Quiere, pues, D ios, que lo que ahora no existe exista en algú n tiem po, y no «lo qu iere solam ente en cuanto lo conoce."

todos los demás seres con necesidad absoluta (c. 81 ), porque 2 ) "la voluntad no se inclina necesariam ente a lo ordenado al fin si es posible conseguirlo sin ello. U n m édico, p or ejem plo, supuesta su voluntad de curar, no tiene necesidad de adm inistrar a l enferm o los m edicam entos sin los cuales puede sanar. Com o quiera, pues, que la bondad divina puede existir sin las criaturas, es más, ningún acrecentam iento le vien e de ellas, no tiene necesidad, de quererlas por el hecho de querer su bondad” . A u n cuando surjan aparentes inconvenientes de no querer D ios necesariam ente lo que está fu e ra de él, como sería un inconveniente suponer potencialidad y v a ria b i­ lidad en Diios al poder querer y no querer, y el n ega r necesidad a lo que le es natural, como es querer lo que causa o e l verse d eter­ minado a querer esto o aquello por una razón extrínseca a él, toda, vez que E l no quiere necesaria, sino indiferentem ente. Dios, todo cuanto quiere fu era de él, lo quiere hipotéticam en­ te (c. 83 ). Com o bien dice e l P . M u ñ iz ( “ Sum a T eo ló g ica ”, intr., q, 19, p. 1, ed. B. A . C., 1947, p. 700 ), “D ios no puede am ar las cosas sino com o medios. XJin m edio se am a necesaria o librem ente, según que sea necesario o sólo conveniente para e l lo g ro del fin por razón del cual se am a” . Com o decía e l A n g élico poco ha, los m edios no se quieren ne­ cesariam ente s i no son im prescindibles para alcan zar el fin. L a divina bondad no n ecesita d e m edios p a ra ser qu erida; lu ego D ios m uy bien puede lle g a r a su fin últim o, que es e l am or de su propia esencia, saltándose todos los m edios. “D e dos m aneras se puede lla ­ m ar necesaria alguna cosa: con necesidad absoluta o con necesidad hipotética o p or suposición. L a necesidad absoluta de a lgo se deduce de la relación que h ay entre sus térm inos, bien porque e l predicado en tra en la definición defl. sujeto, y p o r esto es necesario que é l hom ­ bre sea animal, o porque e l sujeto fo rm a p a rte del concepto del p re­ dicado, y asi es necesario que un núm ero cualquiera sea p a r o im par. P ero el hecho, por ejem plo, de que Sócrates esté sentado no tien e esta clase de necesidad, y, p or tanto, no es absolutam ente necesario, si b ie n ’ puede llam arse’ necesario h ipotético o p or suposición, pues, suponiendo que se siente, es necesario que esté sentado m ien tras lo está ” ( 1, q. 19, a. 3 ; cf. “ D e v e n ía te ” , q. 23 , a. 4 ad 1 ) . E sta ú ltim a necesidad. es la que Santo Tom ás concede a las criaturas con respecto a la volu n tad divina. A s i nos lo prueban las siguientes razones, entresacadas del capítulo 83 : “ Se ha dem ostrado y a que la volu ntad divina es inm utable, y en todo inm utable. U n a v e z h ay algo, no puede después no haberlo, pues decim os que a lgo se m ueve cuando se encuentra de d istin ta m an era ah ora y antes. Si, pues, la voluntad' divina es inm utable, adm itido que qu iere algo, ella ha de quererlo con necesidad h ip otética.” “ Todo lo eterno es necesario. Y es eterno el acto de querer D ios que exista aquel efecto, pues su querer, como su ser, es m edido por la eternidad. Es, pues, necesario; p ero no absolutam ente, porque la volu ntad de D ios no tiene relación n ecesaria con ta l objeto. L u ego es necesaria con necesidad h ip otética.” D e lo dicho se desprenden dos corolarios: 1 ) D ios no quiere lo que de suyo es im posible (c, 84 ) ; 2 ) la volu ntad d ivin a n i qu ita la contingencia de los seres ni les im pone la necesidad absoluta (c. 85 ). V ayam os p o r p a rtes: lo im posible de suyo es lo incom patible, verb i­ gracia, e l que el hom bre sea anim al irracional, de donde se segu irla que lo racion al era irracional, cualidades que son contrarias.

b) Propiedades de la voluntad: l ) Necesidad de la divina vo­ luntad 14. — *P rosigu ien d o ©u la b o r lógicam ente, nuestro Santo se propone la doble cuestión de la necesidad de querer que D ios tiene y de la causalidad de su volu n tad (c. 86). E n cuanto a lo prim ero, distin gu e en tre necesidad absoluta e h ip otética (c. 83 ). Da absoluta la considera p o r el resp ecto que dice a D ios com o p rim er ob jeto querido (c. 80 ). R a zó n : 1 ) ¡‘todo ser quiere necesariam ente su ú lti­ m o fin. E l hom bre, p o r ejem plo, quiere necesariam ente su bienaven­ tu ran za; no puede qu erer su m al, qu iere ser y no puede querer no ser"'. P e ro de ninguna m an era se ha de sostener que D ios quiera l

l* En la nota anterior hemos recogido algunos textos eclesiásticos en contra de ciertos errores filosóficos, el fatalismo, el optimismo ^cosmo­ lógico, que quitaban a Dios la libertad, bien sea en cuanto al ejercicio, bien en cuanto a la especificación y a veces respecto a los dos conjun­ tamente. Recordemos los pasajes traídos por Denz. 374, 501, 503, 607, 1618, 1655, 1908. L a Sagrada Escritura es también abundante en testimonios que ava­ lan la libre voluntad de Dios. Volverem os sobre este tema al llegar al capítulo 88, que viene a ser como el resumen o conclusión a que nos conducen estos ocho capítulos que iniciamos en el presente. \ ¥ m .

*

$6

iN T u o n rcciò N

u.

i .i h k o

i

D ios quiere que algunos seres sean contingentes. A sen ta d a la lib erta d del querer divino, Santo Tom ás pasa a estudiar su causa, y a por p a rte del objeto querido (c. 86), y a por parte del su jeto o volu ntad (c. 87 ).

2)

L a vo lu n ta d d iv in a .— E n cuanto a Sr b ; 2,7; 982 b. poner la verd a d divina, m editada, 4 I Metaph., 1,4,5 Î 993 b.

97

LIBRO I , CAPÍTULO 2

SIJM.V CONTRA LOS GENTfLES

meditatam eloqui, quod tanirit cum dieit, "Veritatem ineditabitur futtur rnoum"; et errorern contra veritatem impugnare, quod tangit cum dicit, "et laliia mea detostakiimur impwm", per quod falsila* contra divinai» veritàten. designator, quae religion! contraria esl, quae otiam ''nietas" nominoiur unde et fa lsila , con­ trarla ci inipielalis'1 sibi nomen assumit.

verdad por antonomasia, que alcan­ za cuando dice: “ M i boca dice la verdad” , y atacar el error contrario, al decir: “ Pues aborrezco los labios im píos” . En estas últim as palabras quiere m ostrar el error contra la verdad divina, que es contra la re li­ gión, llam ada tam bién “ piedad” , de donde a su contrario le Adene el nom ­ bre de “im piedad''.

CAPITULUM

II

Quae s it in hoc opere auctoris Intentlo *

CAPITULO II . Lo que el autor intenta en esta obra M estudio de la sabidu ría es e l Inter omnia vero hominum stu­ dio sapientiao Studium est per- más perfecto, sublime, provechoso y ’ fccllus, sublimius, utilius et iu- alegre de todos los estudios huma­ cundius. Fcrfecllus quidem, quia nos. Miós p erfecto realm ente, porque inquantum homo sapientiao Stu­ el hom bre posee y a algu n a p a rte dium dat, Intantum A*erao boatl- de Da verd ad era bienaventuranza, en tudinis jam aliquam partem ha­ la m edida con que se en trega al es­ bet: undo Sapiens dicit, "Beatus vir qui In sapicnlia morabltur" tudio de la sabiduría. P o r eso dice (Eccll. 14,22). Su blim iu s autem ol Sabio: “D ichoso el hom bre que cst quia per ipsum homo praeci- m edita la sabiduría". M ás sublime, puc ad divinam similltudlncm ac- porque principalm ente p or é l el hom ­ cedlt, quae "omnia in sapientia bre se asem eja a Dios, que “ todo lo fecit" (Ps. 103,24): unde, quia si- hizo sabiam ente", y porque la sem e­ militudo causa cijt dilcctionis, sa- jan za es causa de amor, e l estudio pientiae Studium praccipuo Deo de la sabiduría une especialm ente a per amicitlam conlunglt; propter quod (Sap. 7,14) dicltur quod sa­ D ios p or am istad, y así se dice de pientia “Inllnitus thesaurus est ella que es “p a ra lo s hom bres tesoro liominlbus, quo qul usi sunt, fac­ inagotable, y los que de él se apro­ ti, sunt participcs amlcitiae Dei". vechan se hacen p artícip es de la Utilius autem cst quia por lp- am istad divin a". M ás útil, porque la sam. saplentinm ad immortalito- sabiduría es cam ino para lle g a r a la tls rcgnftm pervenitur: “ concu- inm ortalidad: “ E l deseo de la sabi­ piscentia" ©nim “sapientia© doducot ad rognum perpotirum” (Sap. duría conduce a rein ar p or siem pre". 0,21). Iucundius autem est quia Y más alegre, finalm ente, “ porque “non habet amaritudlneni con- no es am arga su conversación ni doversatlo Ulius nco tacdlum con- lorosa su convivencia, sino a leg ría victus Ulius, sed laetitlam ©t gau- y go zo ". dlum" (Sap. 8,10). Tom ando, pues, confianza de la Assumpta igitur ex dlvlna ple- piedad d ivin a p ara p rosegu ir el oficio tato fiducla sapientis officium de sabio, aunque exceda a las p ro ­ prosoquondl, quamvls proprias pias fu erzas, nos proponem os la in­ vires oxcodnt, proposltuim nos tra© in to n tio n ls est verltnteim tención do m anifestar, en cuanto nos quani lidos Catholica profitotur, sea posible, la verd ad que p rofesa

C. Gent, i

OS

SUMA CONTRA TOS GENTILES

la fe católica, elim inando los erro ­ res contrarios; porque, sirviéndom e de las palabras de San H ilario, "y o considero com o e l principal deber de m i v id a p ara con D ios esforzarm e por que m i len gu a y todos m is sen­ tidos hablen de E l” . E s d ifícil, p or o tra parte, proce­ der en p articu lar contra cada uno de lo s errores, por dos razones: en p rim er lu gar, las afirm aciones sa­ crilega s de los que erraron no nos son detalladam ente conocidas de m o­ do que podam os sacar razones de sus m ism as palabras para su refu ­ tación. Dos doctores antiguos usaron este m étodo p a ra re fu ta r los errores de los gen tiles. Porque, siendo ellos gen tiles o, al menos, conviviendo con ellos y conociendo con precisión su doctrina, podían ten er n oticia exacta de sus opiniones. E n segundo lugar, porque algunos de ellos, p o r ejem plo, los m ahom etanos y paganos,' no con­ vien en con nosotros en adm itir la au torid ad de algu na p a rte de la Sa­ g ra d a E scritu ra, p o r la que pudieran ser convencidos, así como contra (Los ju díos podem os disputar p or e l V ie jo Testam en to, y con tra los h erejes por d N u evo. M as éstos no adm iten nin­ gu n o de lo s dos. H em os de recu rrir, pues, a la ra zó n natural, que todos se v e n obligados a aceptar, aun cuando no te n g a m ucha fu e rza en las cosas divinas. E n consecuencia, a la v e z que in ­ vestiga m os una determ inada' verdad, expondrem os lo s errores que con ella se pueden reb atir, y cómo la v e r­ dad racion al concuerda con la fe cristiana.

UHRO

pro nostro modulo manifestar©, errores eliminando contrarios : ut ©nini verbis Itlla r li utar “ego Iioc vcl pracclpuuim vitae mea© officium debere me Dco conscios sum, ut eum omnis serme meas et1sonsas loquator” 1. (jontra singulorum. antean erro­ res difficile est procedere, prop­ ter duo. Primo, quia non ita sunt nobis nota singulorum crrantluim dieta sacrilega ut ex bis qua© dleunt possimus rationes assume­ re ad eorum errorcs destruendos. Hoc enìm modo usi sunt antiqui doctores in destrnctiomem errorum gentilium, quorum positlones scire poterant quia et IpsI gentiles fucrant, vel saltem inter gentiles conversati et in comm doctrinis eruditi. — Seeundo, quia quidam eorum, ut Maliumetlstae et pagani, non conveniunt noblscum in auctoritate nliouius Scrlpturae, (per p a m possint convinci, sicut con Ira Iudaeos disputare possumus por Votus Testaanenttttn, contra bneretlcos per Novum. HI vero neutrum reciplunt. t'nde necesse est ajd naturalem rationem recurrere, cui omnes assentire coguntur. Quae tamen in rebus dìvinis deficiens est. SLmul autem verltatem allquam inyestigantes ostendemus qui errores per eam excludantur; et quomodo demonstrativa veritas fi dei Cliristianao religionis con­ cord et. 1De Trln. 1,37.

I

I, CAPÍTULO

CAPITULUM

3

99

III

Quis modus slt p o ssib ili divinae veritatis manifestandae

CAPITULO III Si hay un modo posible de manifestar la verdad divina N o es único el m odo de m an ifes­ Quia vero non omnis veritatis anamfestandne ¡modus est idem; tar las diferen tes clases de verdades. «disciplinati” autem «Iiominls est Dice el (Filósofo, y Boecio insinúa, tantuun do unoquoque fidem ca­ que "es propio del hom bre ordenado pere tentare, quantum natura rei intentar apoderarse de la verd ad so­ peririittit", ut a riiilosopho opti­ l o dictumi est1, et jioetius intro- lam ente en la m edida que se lo ducit u: necesse est prius esten­ perm ite la natu raleza de la cosa” . dere quls modus sìt posslbilis ad Primeria miente, pues, debemos seña­ verìtatem propositam manìfes- la r cuál sea el m odo posible de m a ­ tandam. n ifestar la verdad propuesta. jSst autem in bis qua© de Deo Sobre lo que creem os de D ios hay confiteanur duplex veritatis mo­ dus. Quaednon naimeue vera sunt una doble verdad. H a y ciertas v e r ­ de ¡Dco quao onuiem facultatem dades de D ios que sobrepasan la ca­ Jiumanae ralionis cxcedunt, ut pacidad de lia ra zón humana, com o Deum esse trinum et unum. Quae- es, por ejem plo, que D ios es uno y dam vero sunt ad nuae etiajm ratio naturalls pertingerò potest, trino. O tras h a y que pueden s e r al­ sicut est Deuan esse, Deum esse canzadas por la razón natural, com o unum, et alia huiusmodi ; quae la existen cia y la unidad de D ios; ©tlaim philosophi demonstrative las que incluso dem ostraron los filó ­ de Dea probaverunt, ducti natu­ sofos guiados p or la lu z n atu ral de rali» lumino ration!«. Quod autem sint aliqua intclli- la razón. E s evidentísim a, p or o tra parte, giblllum divinorum quae bumanae ratlonls penltus excedant la existencia de verdades divinas que lngenium, evidentissime apparet, sobrepasan absolutam ente la capa­ Cum enim pr i ncip! um totius cidad de la razón humana. Com o el scientiae qunm de aliqua to ratio perclplt, sit intelloctus substan­ principio del conocim iento de una tiae ipsius, eo quod, secundum cosa determ inada es, la captación de doctrìnaim Pbilosophl3, demons- su substancia, pues la “ esencia” , dice trationis principium est "quod el F ilósofo, es el principio de dem os­ quid est” ; oportet quod secundum tración, e l m odo con que sea enten­ niodurn quo substantia rei intelligltur, sit modus eoruim quae de dida la substancia de un ser será re illa cognosountur. Undo si In- tam bién e l m odo de todo lo que co­ tellectus hutmanus, allcuius rei nozcam os de él. Si, pues, e l enten­ substantiam comprebendit, put a dim iento humano se apodera de la lapidis vel trlanguii, nullum, in- substancia de una cosa, de la piedra, telligibilimn fllius rei facultatem luunanae ralionis excedet. Quod por ejem plo, o d el triángu lo, nada qutdem nobis circa Deum non ac- habrá in teligib le en ella que exceda

j I Et /tic., 3,1 ; 309.1 b. ' De Trln, 2. a II Poster. 3,9; 90 b.

la capacidad de la razón humana. M as esto no se re a liza con Dios. P orqu e e l entendim iento humano no

100

SUMA CONTRA LOS GENTILES

puedo lle g a r naturalm ente hasta su ehlít. Nam a 11, 6) ípsa L e s que asienten p or la fe a estas verdades “que la razón hum ana no experim en ta", no creen a la ligera , “ com o siguiendo ingeniosas fáb u las",

L a d ivin a Sabiduría, que todo lo co­ . 1 S. C reo. M„ I n E v a n s ., 2, bom. noce perfectam en te, se dignó revela r I 26, T,

LIBRO I, CAPÍTULO 6

107

a los hombres “ sus propios secretos” y m an ifestó su presencia y la verdad de doctrina y de inspiración con se­ ñales claras, dejando v e r sensible­ mente, con eJ fin de confirm ar dichas verdades, obras que excediesen e l po­ der de toda la naturaleza. T a les son: la curación m ilagrosa de enferm eda­ des, la resurrección de los muertos, la m aravillosa mutación, de los cuer­ pos celestes y, lo que es más adm i­ rable, la inspiración de los entendi­ m ientos humanos, de ta l m anera que los ign oran tes y sim ples, llenos del E spíritu Santo, consiguieron en un instante la m áxim a sabiduría y elo­ cuencia. E n v ís ta de esto, por la e fi­ cacia de esta prueba, una innum era­ ble m ultitud, no sólo de gen te sencilla, sino tam bién de hombres sapien tísi­ mos, corrió a la fe católica, no p or la violen cia de las arm as ni p or la prom esa de deleites, sino en m edio de grandes torm entos, en donde se d a a conocer lo que está sobre todo enten­ dim iento humano, y se coa rta n los deseos do la carne, y se estim a todo lo que ©1 mundo desprecia. E s el m a­ yo r de los m ilagros y obra m an ifiesta de la in spiración d ivin a el que el al­ m a humana asienta a estas verdades, deseando únicam ente los bienes espi­ rituales y despreciando lo sensible. Y que esto no se h izo de im p roviso n i casualmente, sino p or disposición di­ vina, lo m anifiestan m uchos oráculos de los profetas, cuyos libros tenem os en g ra n ven eración com o portadores del testim onio de nuestra fe , el que D ios predijo que así se realizaría. A esta m anera de confirm ación s e ' Huius quidem confirmationis refiere la E p ístola a los H eb reo s: modus tangitur Hebr. 2,3 : “Quae” , ‘^Habiendo com enzado a s e r prom u l­ scilicet hum an a salus, "cum ini- gada p o r el Señor", o sea, la doctrin a tium acceipisset enarrar! per Do­ de salvación, “ fué entre nosotros con­ minimi, ab eis qui audierunt in firm ad a p or los que la oyeron, ates­ nos confirmata est, contestante tiguándolo D ios con señales y pro­ Deo signis cl portenti» et variis digios y diversos dones del E spíritu Spiritus Sancti dislrìbutionìbus”. Santo".

divina S a p ie n z a , quac omnia pie­ nissime novit, dign ata est homi­ n i e s re v e la re ; quae sui praesentiam et doctrinae et inspirationis veritatem , convenicntibus argu mentis ostendit, duin ad confirmandum ea q u a e n a t u r a le m cognitionem excedunt, opera v islbiliter ostendit quae totius natu­ rae superant fa cu lta te m ; vid eli­ cet in m irabili curationc languorum, mortuorum s u s c i t a l i o n e , caeiestium corporum m irabili imm atatione; et quod est m irabilius, humanaru m mentium inspiratlone ut idiotae et sim plices, dono Spiri tu s S an cii repleti, snm m am sapientiam et facu n d iam in in ­ stanti c o n s c q u e r e n t u r , Quibus inspcctis, praedictae probationls efficacia, non arm orum violentia, non voluptatum prom issione, et, quod est m irabllissim um , inter persecu torum tyrannidem , innum crabiiis turba non solum sim pllclum, sed sapientisslm orum homlnum, ad fidem C hristian am convolavit, in qua oinnem humanxm intellectum excedontia praedi can tur, volu ptates carn is cohibentur, et omnia quao in mundo supt conteinni dooentur; quibus aninios mort alluni assen tire et maximum m iraculorum est, et m anlfestum dlvinao inspirationis opus, ut, contcinptis visib ilib u s, sola in visibitia cupJan lur. H oc autem non subito neque a casn, sed ex d ivina d isp o siten e factu m esse, m anifestim i est ex hoc quod hoc so factu ru m D cus m ultls ante prophetarum * p raed ixit oraculis, quorum libri penes nos fn ven e­ ration e habentur, utpote nostrae fidei testim onium adhibentes.

Haec autem tarn mirabili» mun­ E s ta conversión tan adm irable del di conversio ad fidem Christia­ nam indicium ce rtisslm u m est mundo a la fe cristian a es indicio cierpraeteritorum signorum: ut ea tísim o de los p rod igios p retéritos, que Rlterius iterar! ncccssc non sit, no es necesario re p e tir de nuevo, pues otn/lnnfncs ¿vn cu mícTYin A R a, cum in $uo offcctu a p p a re a n t

IOS

U lìliO

SUMA CONTRA LOS GENTILES

ría el m ás adm irable de los m ilagTos evidenter, Esset cnim omnibus que el mundo fu e ra inducido por los signis mirabilius si ad credcnhombres sencillos y vu lgares a creer dum tain ardua, et ad operandum verdades tan arduas, obrar cosas tan tam difficili», et ad sperandum d ifíciles y esperar cosas tan altas sin tarn alta, mundus absque miraseñal alguna. En verdad, Dios no cesa bilibus signis inductus fnissel a simplieibus et ignobilibus homiaun en nuestros dias do realizar m i­ nibus. Quarnvis non cesset Dens lagros por m edio de sus santos en etìam nostris temporibus, ad conconfirm ación de ia fe. firmationem fidci, per sanctos S igu ieron , en cam bio, un camino suos miracula operari. Hi vero qui sectas errorum incontrario los fundadores de falsas sec­ tas. A s í sucede con M ahom a, que se­ troduxerunt .processerunt via con­ traria: ut patet in Maliumeto, dujo a los pueblos prom etiéndoles los qui carnalium voluptatum prodeleites carnales, a cuyo deseo los missis, ad quornm desiderimi! in cita la m ism a concupiscencia. En carnalis concupiscentia instigat, conform idad con las prom esas, les populos ilDexit. Praeccpta ctiam dio sus preceptos, que los hombres tradidit promissis conformia, vocarnales son prontos a obedecer, sol­ luptati carnali habenas relaxans, in qulbus in promptu est a cartando las riendas al deleite de la nalibus hominibus obediri. Docu­ carne. N o presen tó m ás testim onios menta ctiam veritatis non attuili de verdad que los que fácilm en te y nisi quae de facili a quollbet por cu alqu iera m edianam ente sabio m ediocriter sapiente naturali pueden ser conocidos con sólo la ca­ ingenio cognosci posslnt: quin pacidad natural. In trod u jo entre lo potins vera quae docuit multls fabulis ci falsissimi doctrlnls verdadero m uchas fábulas y fa ls í­ immlscuit. Signa etiam non adhlsim as doctrinas. N o adujo prodigios buit superunturaliter facta, qul­ sobrenaturales, único testim on io ade­ bus soils dtvlnac inspiration! con­ cuado de inspiración divina, y a que veniens testimonium adhibetur, las obras sensibles, que no pueden ser dum operatio visibilis quae non potest esse nisi divina, ostendit m ás que divinas, m anifiestan que el doctorcm v e rita tis invisibllttcr m aestro de la verdad está in terio r­ inspiratami sed dixit se In armo, m ente inspirado. En cambio, afirm ó rum potentia mlssum, quae signa que era enviado p or las arm as, seña­ etiam latronibus et tyrannis non les que no ifaltan a los ladrones y ti­ dosunt. El etiam non aliqui saranos. M ás aún, y a desde el principio, pientes, in rebus divinis et huno le creyeron los hom bres sabios, manis exercitatl, a principio credidcrunt: sed homines bestiales conocedores de las cosas divinas y hu­ in desertis inorante«, omnis docm anas, sino gen te in civilizad a, habi­ trinae dlvlnac prorsus ignari, per tantes del desierto, ignorantes total- quornm multitudinem alios armo' m ente de lo divino, con cuyas hues­ rum viol enti a in suam legem tes o b lig ó a otros, p o r la violen cia de coegit. Nulla etiam divina oracu. las aranas, a ad m itir ,su ley. N ingú n la praeoedcntlum prophetarum ci testimonium perhibent: quin pooráculo divino de los p rofeta s que le tius quasi omnia Veterls ct Novi precedieron da testim on io de él; an­ Testamenti documenta fabulosa tes bien, d esfigu ra totalm en te los do­ narration e depravai, ut patet cius cum entos del A n tig u o y Nuetvo T es­ legem inspicienti. Unde astuto tam ento, haciéndolos un rela to fabu ­ oonsilto Iibros Veteris et Novi loso, com o se ve en sus escritos. P o r Testamenti suis sequacibus non esto prohibió astutam ente a sus se­ rcliquit legendos, ne per eos falsitatis argueretur. Et sic patet cuaces la lectu ra de Jos libros del quod cius dictis fidem adhibentes A n tig u o y N u evo Testam ento, para leviter credunt. que no fueran convencidos p or ellos de su falsedad. Y así, dando fe a sus palabras, creen con facilid ad . ■

109

I , C.M'fTULO 7

/

CAPITULUM

VII

Quod v e rita ti fidei christlanae non contrariatu r veritas rationls

I



■’ i

L ar-v erd ad

■ - .

( : - 1■

■ --r i,

-

;

CAPITULO' VII racional no contraría a la verdad de la fe cristiana

Aunque la citada verdad de la fe Quamvis autem praedicta verlias fidei Chrislianae humanae cristiana exceda la capacidad de la rationis capacltatem excedat, razón humana, no por eso las verdades liaec tamen quae ratio natura- racionales son contrarias a las v erd a ­ liter indila habet, hulc veritati des de fe. L o naturalm ente innato en contrarla esse non possuht. Ea la razón es tan verdadero, que no h ay onim quae n alu ralitcr rationl sunt insila, verissima esso con- posibilidad de pensar en su falsedad. slat: In tantum ut nec esso falsa Y menos aún es lícito creer fa ls o lo sit possibile cogitare. Nec id que poseemos p or la fe, y a qüe ha s i­ quod fide tcnctur, cum tam ovi- do confirm ado ta n evidentem ente por dentor divinltus confirmatum sit, Dios. L u ego com o solam ente lo fa lso fas est credere esse fnlsum. Quia es contrario a lo verdadero, com o cla ­ Igitur solum falsimi vero contrarlum est, ut ex eorum dcfinltlo- ram ente prueban sus m ism as defini­ nibus Inspectis manifeste appa- ciones, no h a y posibilidad de que los ret. Impossibile est illis prlncipHs principios racionales sean contrarios quae ratio naturaliter cognosclt, a la verdad de la fe. praediclam vorllatcm fidei conL o que el m aestro infunde en el al­ trarlam esse. Item. Hind idem quod Inducitur m a del discípulo es la ciencia del doc­ in animain dlscipnli a docente, tor, a no ser que enseñe con engaño doctoris sclentla coniinct: nisi lo que no es lícito afirm ar de Dios. doceat ficte, quod do Deo nefas E l conocim iento natu ral de los p rim e­ est dicero. Principiorum autem ros principios ha sido infundido p or naluralitcr notorum cognitio no­ D ios en nosotros, y a que E l es au tor bis dlvinitus est Indita: cum ipso de nuestra natu raleza. L a Sabiduría Dous sit nos trac auctor naturae. Hacc ergo principia etiam divina divina contiene, p o r tanto, estos p ri­ sapienti» continet. Qulcquid igi­ m eros principios. L u eg o todo lo que tur prJneipiis huiusmodi contra- esté contra ellos está tam bién con tra riunì est, divinac sapicntlae con­ la sabiduría divina. E sto no es posi­ trariatur. Non igitur a Deo esse ble de Dios. E n consecuencia, Ia3 v e r ­ potest. Ea igitur quae ex rovelatione divina per fidem tenentur, dades que poseem os por revelación nan possunt naturali cognitioni divina no pueden ser contrarias a l co­ nocim iento natural. esso contraria. N u estro entendim iento no puede al­ Adhuc. Gontrariis rationibns intollectus noster llgatur, ut ad veri canzar el conocim iento de la verd ad cognillonem procedere ncqueat. cuando está sujeto por razon es con­ Si igitur contrariao cognitiones trarias. Si D ios infundiera los cono­ nobis a Deo immittcrcntur, ex cim ientos contrarios, nuestro enten­ hoc a veritatis cognltiono noster dim iento se encontrarla im pedido p ara intcUectus impedirctur. Quod a la captación de la verdad. E sto no es Deo esse non potest. posible en Dios. Perm aneciendo Intac­ Amplius. Ea quae sunt natu­ rali» inutarl non possunt, natura ta la naturaleza, no puede ser cam ­ manente. Contrarine autom opi- biado lo n atu ral; y es im posible que niones simui oidom inesse non haya a la v e z en un m ism o su jeto opl-

110

niones contrarias de una m ism a cosa. D ios no infunde, por tanto, en el hom ­ bre una certeza o fe contraria al co­ nocim iento natural. P o r esto dice e l A p ó s to l: “C erca de t i está la palabra, en tu boca, en tu corazón, esto es, la p alabra de la fe que predicam os“ . P e ro porque está sobre la ra zó n es tenida por muchos com o contraria. Y esto no es posible. T am b ién la autoridad de San A g u s ­ tín está de acuerdo con 'lo dicho: “L o que la verdad descubre, de ninguna m an era puede ser con trario a los li­ bros d el V ie jo y del ¡Nuevo T e s ta ­ m en to” . D e todo esto se deduce claram ente que cualesquiera argum entos que se esgrim an contra los docum entos de la fe no pueden rectam en te proceder de los prim eros principios innatos, cono­ cidos .por s í m ism os. N o tienen fu e r­ za dem ostrativa, sino que son. razones probables o sofísticas. Y esto sólo da lu g a r a deshacerlos.

possunt. Non igitur contra cognltionom naturalem aliqna opi­ nio vel fides homini a Deo immittitur. E t ideo Apostolus dielt, Rom. 10,8 : ‘Trope est verbum in corde tuo et in ore tuo: hoc est verbum fidei, quod p raed icam u s". Sed quia superai rationem, a nonnnllis reputatur quasi contrarium. Quod esse non potest. lluic etìam auctoritas Augusti­ ni concordat, qui in I I “Super Gen. ad litt.“ (c. 18) dicit sic: “Illud quod verìtas p a te la c i et, Ubris san et is sì ve Testamenti Veteris sive Novi nullo modo potest osso adversum”. E x quo evidenter c o llig jtu r quaecumqne argu m en ta contra fidei documenta ponantur, hacc ex [principHs primis naturae Inditis per se notis non recte pro­ cedere. Ende ncc demonstrationis vim habent, sed vel sunt rationes probabiles vel sophlstlcac. E t sic ad ca sol venda locus reltnquitur.

GAPITULUM

.

CAPITULO V ili Relación de la razón humana con la verdad de la fe H ¡ q u e n otar que las cosas sensi­ bles, p rin cip io del conocim iento ra cio ­ nal, tienen algún v e s tig io de im itación divina, tan im p erfecta, sin em bargo, qué son totalm en te insuficientes para^ darnos a con ocer la substancia del m ism o Dios. Com o el agen te produce a lgo sem ejan te a s í m ism o, los e fe c ­ tos tienen, a su m anera, la sem ejan za de las causas; pero no siem pre lle g a el e fe c to a asem ejarse p erfectam en te a su agente. S egú n esto, p a ra cono­ c e r la verd a d de fe, que sólo es e v i­ dente a los que ven la substancia divina, la razón ha de va lerse de cier­ tas sem ejanzas, que son insuficientes p a ra hacer com prender de una mane­ ra d em o stra tiva y evidente dicha ra-

sufficiunt ad hoc quod praedicta veritas quasi démonstrative vel per se intellect» comprehendatur. Utile tamen est ut in huiusmodi rationibus, quantumeumque debi_ libus, se mens hnmana exerceat, dnmniodo desi! comprehendendi vel demonstrandi p raesu m p tio : quia de rebus altissimis etiam parva et debili consideratione aliquid posse inspicere iucundissimum est, ut cx dictls (c. 5) ap­ pare!. Cui quidem scnlentiae auctorilas Hilarii concordat, qui sic dici! in libro “De Trin.*' (I. 2 , c, 10,11), loquens de huiusmodi voritate; “Haec credendo incipe, procurre, persiste: etsi non pcrventurum sciant, gratulabor ta­ men profecturum. Qui enim pie infinita p ro seq u itu r, etsi non continuât aliquando, semper tatnen proficiet prodeundo. Sed ne te inféras in illud secretum, et arcano interminabilis nativitatis non te immergas, summam intelligcntfae comprehendere praesumensr sed intelllge incomprohcnsibllia essp".

zón, ¡Es provechoso, sin em bargo, que la m ente humana se ejercite en estas razones tan débiles, con ta l de que no presuma comprenderlas y dem ostrar­ las, porque es agradabilísim o, como ya se dijo (c. 5 ), captar algo de las cosas altísim as, aunque sea p or una pequeña y débil razón. ¡Está de acuerdo con esto la auto­ ridad de San H ilario, quieri dice: “ C o­ m ienza creyendo esto, progresa, p er­ siste; aunque sepa que nunca he de llegar, m e alegraré, no obstante, de haber progresado. Quien devotam ente va en /pos de lo infinito, aunque nunca le dé alcance, siem pre, sin em bargo, avan zará en su prosecución. P e ro no te entrom etas en t a l m isterio n i te abismes en el arcano de lo que es sin principio, presum iendo dar con el fondo de la in teligen cia, pues has de saber que hay- cosas incom prensi­ bles” .

CAPITÜLÜM

Vili

Q u aliter se lia b ea t hui I I tana ra tio ad verita tem fidei

111

I.TIIRO I , C U ' J T d l . O 9

SUMA CONTRA LOS GENTILES

Considerandum etiam vfdelur quod res quidem sensibiles, cx quibus'huniana ratio cognltionls principium su mit, aliquale vesti­ gium in so divinae imltationis rotinenl, ita tarnen imperfectum quod ad declarandam ipslus Del substantiam omnino insufflciens invenitur. Habent eniin effectus su arum causarum suo modo similitudinëm, cum agens agat slbi simile: non tarnen eff ec tu s ad perfcctam agentis simili tu dinem semper perfcingit. Humana igitnr ratio ad cognoscendum fidei veritatem, quae solum videntibus divinam substantiam potest esse notfssima, ita sc habet quod ad earn potest aliquas verislmllitudines colUgerc, quae tarnen non

IX

D e ordine e t m odo procedendi in hoc opere

CAPITULO IX Orden y plan que se ha de seguir en esta obra E x praemissls Igitnr evidenter appar et sapi entis intentionem circa dupllcem veritatem dlvinornm debere v e r s a r !, et circa errores contrarlos destruendos : ad qnarum imam investigatio rationis pertingere potest, alia vero omnem rationis cxcedit industriam. Dico antem dupllcem veritatem dlvinorum, non ex par­ te ipsius Dei, qui est una et simplex verilas; sed cx parto cognitionis nostrae quae ad divi­ na cognoscenda diversimode se liabet. Ad primae igitur veritatìs manifestationem per rationes Uenionstrativas, quibus adversarius convinci posslt, procedonduin est. Sed quia tales rationes ad secnn-

E s evidente, p o r lo dicho, que la in­ tención del sabio debe v e rs a r sobré la doble verd ad de lo divino y la destruc­ ción de los errores contrarios. U n a de estas verdades puede ser In vestiga d a por la razón, pero la otra está sobre toda su capacidad. Y digo una doble verdad de lo divino, no m irando a Dios, que es verd ad una y sim ple, sino atendiendo a nuestro entendim iento, que se encuentra en diversa situación respecto a las verdades divinas. P a ra exponer la p rim era clase de verdades se ha de p roced er p or razo­ nes dem ostrativas que puedan con­ ven cer á l- adversario. P ero , como es im posible h allar estas razones p a ra la

112

SUMA CONTRA LOS GENTILES

113

UDRÒ I, CAPÍTULO IO

otra clase de verdades, no se debe in­ (lain veritatem haber! non pesten tar convencer al adversario con sunt, non Uebet es^c ad hoe inrazones, sino resolver sus objeciones tentio ut adversarius rationilms contra la verdad, y a que la razón na­ convincatnr: sed ut cíus rationes tural, como quedó probado (c. 7 ), no quas con tra v e rita te m habet, puede contradecir a la verdad de fe. solvantur; cum veritati fide! ra­ tio naturalis contraria esse non L a única m an era de convencer al ad­ possit, ut ostensum est (c. "). versario que n iega esta verdad es por Síngularis vero modas convinla autoridad de la Escritura, con fir­ cendi adversarium contra huiusm ada por los m ilagros; porque lo que modí veritatem est ex anctoritale está, sobre la razón humana no lo Scrípturae divinitus conflrmata creem os si Dios no lo revela. Sin em ­ míraculis: quae enim supra rabargo, p a ra la exposición de esta v e r­ tlonem humanam sunt, non credimus nisi Deo revelante. Sunt dad se han de tra e r algunas razones tamen ad liuiusmodl veritatem verosím iles, para ejercicio y sa tisfa c­ manífestandam rationes allciuae ción do los fieles, no p a ra convencer verisímiles indue en da o, ad fldea los contrarios, porque la mismia in­ lium quidem exercitium ct sola­ suficiencia de las razones los con fir­ tium, non amtcm ad adversarios, m a ría m ás en su error, al pensar que convincendos: quia ipsa rationum nuestro consentim iento a las verdades ínsufXicientia eos mauls in suo error© confirmaret, dum aestlmade f e se apoya en razones tan débiles. rent nos propter tam débiles ra­ Queriendo proceder, pues, de la m a­ tiones veritati fiúci consentiré. n era indicada, nos esforzarem os por Modo ergo .proposito procederé evidenciar la verdad que p rofesa la fe intendentes,-primum nitemur ad y la razón in vestiga, invocando ra zo ­ manifestation cm illius veritatis nes ciertas y probables, algunas de quam lides profUetur ct ratio inlas cuales recogerem os de los libros vestigat, inducentcs rationes demonstrativas et probabiles, quade los santos y filósofos, destinadas rum quasdam ex librls phllosoa confirm ar la verdad y convencer al phorum et Sanctorum collegimus, adversario. Después, procediendo de per quas vori tas conflrmetur ct lo m ás a lo menos conocido, pasare­ adversarius co n vin catu r. Dcin. m os a exponer la verdad que supera de, ut a manífestioribns ad mi­ a la razón (1. 4 ), resolviendo las ob­ nus manifesta fiat processus, ad jeciones de los contrarios y estable­ illius veritatis manifcstationcm procedemus quao rationem exceciendo, ayudados p o r Dios, la verdad dlt (i. 4), solventes rationes adde fe con razones probables y de au­ versariorum, et rationibus probatoridad. bilibus et auctorilatibus, quan­ P u es bien, lo p rim ero que se nos tum Deus dederit, veritatem fldei p resen ta al querer in vestiga r por v ía declarantes. Intendentibus Ig-itur nobis per racion al lo que la in teligen cia huma­ viam rationis prosequi ca quae de na puede descubrir de Dios, es exam i­ Deo ratio humana investigare pot­ n a r qué le conviene com o ta l ( 1 . 1 ) ; a est, primo oceurrit consideratio continuación, cómo las criaturas p ro ­ de liis quae Deo secundum seipceden de E l (1. 2), y en tercer lugar, sum convcniunt; secundo vero, la relación de fin que con E l tienen do processu creaturarum ab Ipso (1. 3); tertio autem, de ordine (3. 3 ). creaturarum in ipsum sicut in fiP o r lo que resp ecta a lo que con­ nem (I. 3), vien e a D ios com o tal, es necesario Inter ea- vero quae de Deo se­ establecer, com o fundam ento de toda cundum seipsum consideran da la obra, que D ios existe. Sin ello, toda sunt, praemittendum est, quasi disertación sobre 'las cosas divinas es totius operiS necessarlum funda. mention, co n sid e ra tio qua deinútil.

monstratur Deum esse. Quo non habito, omnis consideratio de de­ bits divints noces sario tollitur.' 1 *

CAPITÜLUM

X

Do opinione dicentium quod Deum esse dem onstrari non potest cum sit ner se notum

* CAPITULO X Opinión de los que afirman que la existencia de Dios, siendo evi­ dente por sí mismat no puede ser demostrada Toda disertación que se d irija a probar que D ios existe les parece superflua a quienes afirm an que la exis­ tencia de D ios es evidente por sí mis­ ma, de suerte que no va le pensar en lo contrario. E s imposible, por esto, dem ostrar la. existencia de Dios. H e aquí las razones que apoyan es­ ta opinión: se lla m a evidente por sí [ i V i i m r r o s a d i i In i « 5 e x c a p . mismo lo que se comprende con sólo .onocer sus térm inos. A sí, sabido lo 1 . Illa enim per se osse nota que es todo y lo que es parte, en el dlcuntur qnae statim notis terml- acto se conoce que el todo es m ayor nis cognoscuntur: sicut, cognito quid est totum ct quid est pars, que cualquiera de sus partes. Y esto statini cognoscitur quod omno to. __rLsmo sucede -cuando afirm am os que turn ost maius sua parte. Hulus- Dios existe. P u es entendemos en el modi autem est hoc quod diclmus térm ino D ios el s e r tal, que no puede "De«m esse”. Nani nomino Del pensarse m ayor. E ste concepto se fo r ­ Jntclligimus allquid quo maius co- m a en el entendim iento del que o y e y giiari non potest. Hoc autem In entiende el nombre de Daos, de suer­ (nteltcctu formatur ab eo qui au­ te que, necesariam ente, D ios existe al dit et intclllgit nomen Del: ut sic menos en el entendim iento. P e ro D ios .saltern in intellects iam Deum es­ no puede ex istir sólo en el entendí-1 se oporteat. Nee potest in intcl- miento, porque m ás es existir en el lectu solum esse: nam quod in entendim iento y en la realidad que só­ intcllectu et re est, maius ost eo lo en el entendim iento. Y D ios es tai, quod in solo intclleotu est; Beo que no puede haber m ayor, como autem nihil esse maius ipsa nomi, prueba su m ism a definición. P o r con­ nis ratio demonstrat. Unde rcstat siguiente, que D ios existe es evidente quod Dcuin osse per se notnm por sí mismo, como intuido del sign i­ est, quasi ex ipsa signiflcatione ficado de su nombre. nominis manifestnm. Se puede concebir como existente 3. Item, Dogltari quidem pot­ lo que es im posible concebir sin exis­ est quod allquid sit quod non possit cogitar! non esse. Quod tencia, y este ser es evidentem ente maius est evi den ter co quod pot­ m ayor que el que se puede concebir est cogitari non esse. Sic ergo sin existencia. Se podría pensar, por Deo allquid maius cogitari posset, tanto, algún ser m ayor que D ios si si ipse posset cogitali non esse. E l pudiera concebirse sin existencia; Quod est contra rationom no« lo que es contra su definición. L a exis­ minis. Ito lin q u ltu r igitur quod tencia de D ios es, pues, evidente por si m ism a. Deum 'esse per se notum est.

Hace autem consideratio qua quis nititur ad demonstrandum Deum esse, su p e rflu a fortasso quibusdam videbitur, qui asse­ reni quod Dcum esse per se no­ tum est, ita quod elus contrarium cogitar! non possit, et sic Deum esse demonstrari non potest. Quod quidem vldctur ex his.

è

A

' l l ____________ _______________________

l l l n n

_____ ___

*

. « i __ i .___

114

S I'M V

CONTRA

LOS

sí m ism as las proposiciones en q u e 1 oportet esse notissimas in quibus se afirm a lo idéntico de sí m ism o: “ el idem de seipso praedicatur, ut, hombre es h om bre'’ ; y tam bién aque­ “Homo est homo”; vel quarunt llas en que el predicado está incluido praedicata in deflnitionibns suben la definición del sujeto, como “ el iectorum incluUuntur, ut, "Ho­ hom bre es anim al” . Aihora bien, entre mo est animal”. In Deo autom hoc prae aliis invenilnr, ut infra las muchas cosas que podemos afir­

lem, cui tarnen su a Imago recte sim liis enuntiatur. Multo ctiam minus proprie dicitur quod Deus creatu rae “ simllctu r” . Nam assim ilatlo motum ad sim ilitudinem dielt, et sic com­ petiti el quod ab alio accipit unde simile sit. C reatu ra autem acclpit a Deo undo ei sit sim ilis: non autem e converso. Non Igitur Deus creatu rae assim ilatu r, sed m agls o converso.

30

171

que decimos, más bien, que es la im a­ gen la que se asemeja al hombre. Mucho menos se puede decir que D ios se asem eja a la criatura. L a asi­ milación, en efecto, es m ovim iento hacia la semejanza, y, por lo tanto, .propia de quien recibe de otro el fun­ dam ento de ser sem ejante. A h o ra bien, es la criatura quien recibe de Dios lo que fundam enta el asem ejar­ se, y no lo contrario. P o r consiguien­ te, no es D ios el que se asemeja a las criaturas, sino que es más bien lo contrario.

CAPITULUM

XXX

Quae nom ina de Deo possint praedicarí

CAPITULO

»

XXX

Nombres que pueden predicarse de Dios 1

Ex his ctiam conslderarl potest quid de Deo diet vel non dlci possit, quldvo do eo tantum dlcatur, quid etiam'do eo slmul et allls re­ bus. . 1 . 1

\

Quia enlm omnem perfectlonem creaturae ost In Deo Inveni­ re sed per allum modum emlnentlorem, quaecnmqne nomina ab­ solute perfcctlonem absque defectu deslgnant, de , Deo ,prnedlcantur et do nlils rebus: slcut est “bonltas, saplentia,. esse’V et alia, huiusmodi.—Quodoumque.vero nomen huiusmodi perfectioncs oxprimlt cum modo proprlo crcaturls, do Deo did non' potest nisi per •simill tudinem et nietaphoram, per quam quae sunt unlus rei alter! solont adaptarl, slcut aliquis homo dicltur ‘lapis” prop­ ter durltiam, Intellects s. Huius­ modi autem sunt >omnia uomlna imposlta ad deslgnandum spoclem rel creatno, slout .“homo” et “lapis” : nam eulllbet speolel do* botur proprlus modus porfcctionls et esse. Similiter otlnm quaecumque nomina propiletatos re1

s

fc



S

|

f



A la luz de la doctrina anterior, pddemos m irar ahora qué puede y qué ño puede decirse de D ios, qué es lo .que se afirm a solam ente de E l y tam bién lo que se dice de E l y de las otras cosas juntam ente. P o r estar en Dios, pero de m o­ do m ásrem in en te,. toda p erfección de la criatura, cualquier nom bre que signifique una perfección absoluta, sin d efecto alguno, se predica de £>ios y de las criaturas: como, p o r ejem plo, la “ bondad", la “ sabiduría", la. “ existen cia", etc. P e ro los nom ­ bres que expresan perfecciones con m odalidades propias de las criaturas no pueden aplicarse a Dios, a no ser por analogía y m etáfora, p o r las que suele aplicarse a otro lo que es pro­ pio (de un determ inado ser; se dice, p or ejem plo, que tal hom bre es “ una piedra", .por la dureza de su enten­ dimiento. D e esta clase son todos los nombres que designan la especio de un ser creado, com o ‘^hombre" y ‘^pie­ d ra " ; pues a tdda especie correspon­ de un determ inado m odo de p erfec­ ción y de ser. Y lo m ism o h ay que I decir de cualquier nombre que sig-

172

I/IItKO 1, CAPÍTULO

SUMA CONTRA LOS GENTILES

nlñquc las propiedades de los seres, | rum deslgnant quae ex proprils las cuales proceden de los principios prineipils specierum causantur. propios de la especie. P o r lo que no Uncle do Deo dici non possunt se atribuyen a D ios sino m etafórica­ nisi metaphorice. — Quae vero mente. En cambio, los nombres que huiusmodi perfoctlones exprisignifican estas m ism as perfecciones munt eum supereminentiae modo de un m odo supereminente, aplicable a Dios, se afinman solamente de El, quo Deo convenitmt, de solo Deo com o “ sum o bien, prim er ser” y dicuntur: slcut "summum bonuin, prlmum ens”, et alia liulusmodl. otras sem ejantes. Dico autem aliqua praedictorum M as d igo que alguno de los nom ­ nominuxn perfeotlonem. absque bres expresan perfección, sin defec­ to alguno en cuanto al objeto pa­ dofectu importare, quantum ad illud ad quod signlficandum no­ ra cuya significación fu é im puesto el nombre, pues, en cuanto al m odo men fuit impositum; quantum onlm ad modum slgnfficandi, omde significar, todo nombre es d efec­ no nomen cum dofectu ost. Nam tuoso. Nom bram os, en efecto, los nomine res exprlmimus eo modo seres; del m ism o m odo que los co­ quo Intelloctu conclpimus. Intelnocemos. Y nuestro entendimiento, leotus autem noster, ex senslbus recibiendo el principio del conocimien­ cognoscondi inltlum sumens, Il­ to* de los sentidos, no trasciende el ium modum non transcendlt qul m odo que encuentra en .los seres sen­ in rebus sensiblllbus Invenitur, sibles, en los q,ue una cosa es la fo r ­ In qulbus allud est forma et ham a y o tra el su jeto de ella, por la bens formam, propter formae et com posición de m a teria y forana. En materiae composltlonom. Forma vero in his rebus invenitur qulestos seres la fo rm a es ciertam ente dem simplex, sed Imperfecta, utsímípile, p e ro im perfecta, es decir, no poto non subsistens: habeas au­ subsistente; en cambio, el su jeto es tem formam. invenitur quldem subsistente, p ero no simple* sino con­ snbsistens, sed non simplex, imcreto. D e aquí que todo lo que nuestro mo concretionqm habens. Unde . entendim iento concibe como subsis­ intellect us noster, quldquid signifieat ut subsistens, slgnificat tente lo expresa en concreto, y lo que in coneretlone: quod vero ut sim­ concibe com o sim ple no lo expresa pler, slgnificat non ut "quod est” * ‘t o m o lo que es” , sino "p o r lo que es” . sed ut "quo est” . F t sic in omnl Y así, en todos los nombres que deci­ nomine a nobis dlcto, quantum mos, h a y una im perfección en cuanto ad modum slgniflcandi, imp erfeca l m odo de significar, que no con vie­ tlo invenitur, quae Deo non cornpetit, quamvis res significata aline a Dios, aunque le convenga en un quo emlnentl modo Deo convegra d o em inente lo significado p o r el nlat; ut patet in nomine1 "bonl- nombre, com o se ve claro en los nom­ tatis” et "boni” ; nam "bonitas” bres “de bondad” y “ de bien” : "la slgnificat ut non subsistens, "bout ooneretum. Ft _ I bondad” significa, en efecto, a lg o no num” autem quantum ad hoc nullum nomen subsistente, y "e l bien” , algo concre­ Deo convenlenter aptatur, sed so­ to. Y en este sentido ningún nom bre lum' quantum ad id ad quod slges aplicado a D ios con propiedad, sino nificandum nomen imponitur. en cuanto a aquello para cuya sign i­ Possunt Igitur, ut Dionysius doficación fu é im puesto. E sto s nom bres oeta, huiusmodi- nomina et affirmarl de Deo et negari; affirmari com o ensefia Dionisio, pueden a fir­ quldem, propter nominis ratlom arse y negarse de D ios; afirm arse, nem; negarl vero, propter slgnien cuanto a la significación del nom­ ficandi modum. bre, y negarse, en cuanto al m odo de 1 Cad'.' liier., c; 2, § 3 ; cf. De div, significar. nom., c. r, .5 , -n; ,

Modus autem supereminentiae quo in Deo dictae perfoctlones invenluntur, per nomina a nobis imposita signlficarl non potest ni­ si vol per negatlonem, sicut cum (liclmus Deum "aeternum” vel "In­ finitum” ; vel etiam per relationcm Ipsius ad alia, ut cum dicitur "prima causa”, vel "summum bonuin”. Non enlm do Deo cape­ ro possumus quid est, sed quid non est, et qualiter alia so habeant ad ipsum, ut ex supra (c. 14) dictis patet.

T>1

173

El grado "sobreem inente” con que se encuentran en Dios dichas per­ fecciones no puede expresarse por nombres nuestros, sino, o por ne­ gación, com o cuando decimos Dios "etern o” o "in fin ito” , o p or relación del m ism o Dios con los otros seres, como cuando decimos "causa prim e­ ra ” o "sum o bien” . En realidad, no podemos cap tar lo que es Dios, sino lo que no es y la relación que con E l guardan los otros seres, como cla­ ram ente se ha probado.

CAPITübUM XXXI Quoti divina perfect!« et pluralitas nominimi cHvinomm dìvinae simpiicitaH non repugnant

CAPITULO X X X I La perfección divina y la pluralidad de nombres no repugnan a la simplicidad de D io s *

E x pracüictls etiam vider! pot­ est quod divina perícctio et plura nomina dicta de Deo ipsius slmplldtatl non repugnant. Sic enlm omnes periectlones in rebus al Iis Inventas Deo attribuì dlxünus sicut effectua ln suis causis nequlvocls lnvenlúntur (e. 29). Qui quldem. effectus In suis causis sunt vir tute, ut calor ln sole. Yirtus autem huiusmodi nlsl aliquanter esset de genere calorls, sol per earn agens non sibl simile genernret. E x hac Igi­ tur virtu te sol coli du s dici tur, non solum quia calorem facit, sed quìa vlrtus per quam hoo facit, est ali quid conforme calori. Ter candem autem vlrtutem per quam sol facit calorem, facit et multos alíos effectus In inferi or lbus corporibus, utpote slccltalom. E t sio calor et sicoitas, quae In Igne sunt qualitates dlversae, soil attribuuntur per ‘ unam vlrtutem. .Ita et omnium perfeotlones, quae rebus nllls secundum diversas formas convenlunt, Deo seounb

Se puede v e r también, por lo que precede, que la perfección divina y los muchos nombres dados a Dios no se oponen a su sim plicidad. Hem os dicho que se atribuyen a D ios las perfecciones de los otros seres, de la m ism a m anera que se hallan los efectos en las causas equí­ vocas, Y estos efectos están en sus cans as virtu alimente, com o el calor en el sol, P e ro esta virtu d, s i no fu ee de alguna m anera del gén ero del calor, e l sol, al ob rar p o r ella, no producirla a lgo sem ejante a si. P r e ­ cisamente por esta virtu d se dice que el sol es cálido, no sólo porque p ro ­ luce calor, sino tam bién porque la virtu d con que obra es conform e al :alor. Sin em bargo, con la m ism a v ir ­ tud con que el sol produce calor, hace >tros muchos efectos en los cuerpos nferiores, por ejemplo, la Sequedad, f así, el calor y la sequedad, que en el fu eg o son cualidades diversas, se atribuyen al sol por razón de una m ism a virtud. D e igu al modo, todas las perfecciones que convienen a los otros seres por diversas form as es necesario atribuirlas a Dios p o r ra-

174

i lìm o

SUMA CONTRA LOS GENTILES

zón de una misma virtud, que no es dum unarn eius virtutom attribut otra cosa que su p rop ia esencia, y a est neoesso. Quao item virtus non que, com o dijimos, nada puede ser est allud a sua ossentia: cnm el accidental en El. A si, pues, llam am os nlhil accldero possit, ut proba“sabio” a Dios, no sólo en cuanto es tum est (c. 23). Sic igitur *‘$aautor de la sabiduría, sino también ! pions” Deus dicitur non solum soporque, en la m edida que nosotros so­ cundum hoc quod sapionliam ef- ' mos sabios, im itam os de alguna m a­ ficlt, sed quia, secundum quod nera su virtud, que nos hace sabios sapiontes sumus, virtutem dus, E n cambio, no le llam am os “p iedra” , qua sapientes nos facit, aliquaaunque sea el hacedor de ella, porque temis imitamur.—Non autem dlel nombre de piedra significa un de­ cïtur “lapis” , quamvls lapides feterm inado moldo de ser, que distingue cerit, quia in nomine lapldis Inla piedra de D ios; im ita, sin em bar­ telligltur modus determïnatus esgo , la piedra a D io s en cuanrn El sendi, secundum quem lapis a es causa y razón de su ser, de la bon­ Deo distingultur. Imltatur ojutom lapis Detim ut causant se­ dad y de otros atributos, igu al que le cundum esse, secundum bonltaim itan las demás criaturas. tem, et alla hulusmodl, slcut et A lg o parecido a esto sucede en aliao crcaturae. las potencias cognoscitivas y en las Huius autem simile inveniri potvirtudes operativas humanas. E l en­ est In polentlis cognoscitlvis et tendim iento conoce, por una sola v ir­ ln vlrtutlbus operatlvis humants. tud, todo lo que capta la p a rte sen­ Intellectùs enfin union vlrtuto s itiv a m ediante diversas potencias, cognosclt omnla quac pars senslademás de muchas otras cosas. A s i­ tlva diversis potentlls approhenm ism o, en la m edida que sea más dit, et etlam alla multa. Intellecelevado, el entendim iento pod rá co­ tus etlam, quanto fuerit altior, nocer con m ás unidad muchas cosas tanto aliquo uno plura cognosceque un entendim iento inferior, .llega a re potest, ad quae cognoscenda conocer p or muchos, medios. L a p o: intellectùs Inferior non portlnglt testad real, por. ejem plo, se extiende nisi per ' multa. Potestàs etlam a, todas Jas c o s a s , que .'dicen relación régla ad omnla lUa extenditur 'ad 1 a , los diferentes poderes subordina­ quae dîversae eub ipso potestates dos. A s í, pues, tamJbién Dios,- p or su ordinom habent. Sic Igltur et ser ,uno y sim ple, posee la p erfección Deus per unum simplex suum es­ absoluta que .los , otros ,.seres consi­ se omnimodam perfectionem posguen p o r diferen tes t medios y en un sidet, quam res allae, Immo mubg ra d o mucho m enor. to minorera, per quaodam diversa jEs evidente, por todo .esto, la ne­ consequuntur. ■ * ■ > cesidad de dar a D ios muchos nom ­ E x quo patet nécessitas plUra bres. Porqu e no podemos conocerle nomina Deo, dan sa” unívocam ente de la que concibe univoco dici tur “domus” quae est ^ M4«« f V V V

I44V4

A

M V IU U m ?

VOV

_ _ _ _ _ _r

j

1

-

*

«

i

«

ih arte, et in materia, priptér el arte y de la que está en la m ateria, it I

'

1 1 t

i

'

*

-

'

-

■ ■ porque la fo rm a de la casa tien e s e r hoe quod forma domüs habet esse distinto en una y en otra. A h o ra bien, dissimile utrobiqùe.. R es autem los otros seres, aunque consiguiesen allae, etiam si omnino similem una fo rm a totalm ente sem ejante, no forniàm conséqucrentur, non ta­ ía tendrían según el m ism o m odo de rnen consequuntur secundum euh- ser, pues en Dios, com o y a quedó de­ dem modum essendi: nam nihil m ostrado, nada h a y que no sea el est in Deo quod non sit ipsum propio Ser divino, y esxo no acontece esse divinum, ut èx dictis (c. 2S) en los otros seres. Es, en consecuen­ patet, quod in aHIs( rebus non cia, im posible que a lgo se predique accidit. Impossìbile est igltur all- unívocam ente de D ios y de los otros quid univoce de 'Deo et rebus I seres. aliis praedicari. ' T o d o lo que se predica unívoca­ Adhuc.'Omno qbod depluribus m en te de muchos no puede ser m ás univoco praedicatur, Vel est ge­ nus, véì species, vel differentia, que género, especie, diferencia, acci­ vél accldens aut proprium. De dente o propio. P e r o hemos probada Déò autem nihil praodloatur ut y a que de D ios nada puede predicar­ genus nee ut difforontla, ut su- se a m anera do gén ero o d iferei

176

LIK RO I, CAPÍTULO 33

SUMA CONTRA LOS GENTILES

y, por lo tanto, tam poco como defini­ ción o especie que co n sta 'd e género y diferencia. Adem ás, se ha demos­ trado tam bién que nada le es acci­ dental, y, por lo tanto, nada se pre­ dica de Dios ni com o accidente ni com o propio, pues el propio pertenece al gén ero de lo accidental. Se con cluye, pues, que nada se predica uní­ vocam ente de Dios y de los demás

pra (cc, 24, 25) oslensum est; et sic neo ut doflnitio, nee etlam ut species, quac ex genere et diffe­ rentia constituitur. Nec aliquid ei accidere potest, ut supra

• t

.

,

' L a se x ta razón se basa en la vileza de los singulares. Com o quiera que la nobleza de una ciencia proviene de la fiobleza de su objeto, parece lógico que tam bién la v ile z a del objeto in­ flu y a en la v ile z a de la ciencia. P e ro él entendim iento divino es nobilísi­ mo, Su nobleza, p or lo tanto, no per­ m ite que D ios conozca ciertos singu­ lares vilísim os. L a séptim a, en fin, se apoya en la

scícntiac ex n o b ilita te soibilis quodammodo p e n s e t u r , vilitas etíam sclbilis in villtatem seientlae redundare videtur* Divinus autem intellectus n oblìi ssi mu s e st.'Non igitur eius nobilitas pa­ ti tur quod Deus qnaedani vilis­ sima inter slngularia cognoscat. Séptima est ex malitía qpae ín 1 I P h y s . 4, 4 ; 187 b*

65

J, CAPÍTULOS Ó.) Y

quibusdam sin gu iaribu s invenitur. Cum enim cognitum sit aliquo modo in cognoscente; malum au tem in Deo esse non possit, ut supra (c. 3 9 ) ostensuin esfc: v i­ detur sequi quod Dous m alum et privationem omnino non cognos­ cat, sed solum intellectus qui est in potentia; p rivatio enim non ni­ si in potentia esse potest. E t ex hoc sequitur quod non habeat Deus de sin gu iarib u s notitiam , in quibus malum et p rivatio invenitur. *

241

m alicia que se encuentra en ciertos singulares. Como lo conocido está de alguna m anera en el cognoscente, y en D ios no puede haber mal, parece seguirse que Dios no conoce en ab­ soluto el m al y la privación, que es cognoscible solam ente por un entendi­ m iento potencial, y a que la privación no puede estar más que en poten cia. Y , consiguientemente, se deduce que Dios, no tiene conocim iento de los seres singulares, en los cuales se halla el m al y la privación.

CAP ITTJLUM

LXIV

Ordo d icen d o m i» circa divina] » I

cognitíone «I

CAPITULO LX IV Orden de lo q u e se h a de d e c ir a c erc a d e l co n o cim ien to d iv in o , Ad huius autem erroris exclusionem; ut etiam divinae scientiae perfectio ostcndatur; oportet diligenter veritatem inquire*re circa singula praedictorum, ut ca quae sunt verftati contraria rcpellantiir. Primo ergo ostendcmus quod divinus intellectus singularia cognoscit; secundo, quod cognoscit ea quao non sunt in $tctu; tertio, quod cognoscit contlngentia futura infaUibili oognitione; quarto, quod cognoscit motus voluntatis; quinto, quod co­ gnoscit tnflnita; sexto, quod co­ gnoscit quaellbet villa et mini­ ma in entibus; septimo, quod co­ gnoscit mala et privation es quasUbet vel delectus. i M

A fin de refu ta r este error, y para dem ostrar la perfección de la cien­ cia divina, es necesario exam in ar d i­ ligentem ente cada una de las razones precedentes, para rechazar to d o ’ lo AnnfrnT*iA o 1ft imrH nH TTflftYlflR n ría. m ostrar que el entendim iento divino conoce: 1 ) los singulares; 2 ) los s e ­ res que no existen ; 3 ) los fu tu ros contingentes con conocim iento in fa ­ lible; 4 ) los m ovim ientos de la v o ­ luntad; 5 ) los seres infinitos; 6 ) los seres viles y pequeños; 7) los m ales y cuadesquiera privaciones o defectos.

r

CAPITÜLÜM

LXV

Quod D eus slngu laria cognoscat I

CAPITULO LXV Dios conoce los singulares V am os a probar, pues, en prim er Primo igitur osten demus quod slngularium cognltlo Deo non pot- lugar, que a D ios no le puede fa lta r ùst deesse (cf. c. 63, Prima). ol conocim iento de los singulares* En [ efecto ;

242

SUMA

CONTRA

LOS

G E N TILE S

Se lia dem ostrado m ás arriba (c. 49) Ostcnsum enim est supra (c. 49) que Dios conoce las cosas en cuan­ quod Deus cognoscit alia inquanto es causa de ellas. Y las cosas tum est causa eis. Effectus autem singulares son efectos de Dios, pues Del sunt res s i n g u l ä r e s . Hoc Dios causa las cosas en cuanto las enim modo Deus causat res, ip. hace ser en acto. Ajhora bien, los uni­ quantum facit cas esse in actu; versales no son subsistentes, sino que universalia autem non sunt res tienen el ser en los singulares ( “ M e- subsistentes, sed habent esse so­ V H ) . Dios, por lo tanto, conoce lum in singularibus, ut probatur los otros seres no sólo en lo univer­ In V II Metaphysicae (VI, 13, 1 4 ; 1038 b). Dcus igitur cognoscit res sal, sino tam bién en lo singular. iSe conoce necesariam ente una co ­ alias a se non solum in universa­ sa conocidos los principios qué cons­ li, sed etiam in singolari. Item. Cognìtis principiis ex qui. tituyen su esencia; por ejem plo, co­ nocida e l alm a racional y ta l Cuer­ bus constituitur essentia rei, nep o se conoce al homlbre. Albora bien, cesse est rem illam cognosci: sic. la esencia singu lar la constituye una ut, cognita anima rational! et m ateria determ inada y una fo rm a in­ corpore tali, cognoscitur homo. di viduailizad a; p o r ejem plo, la esen­ Singularis autem essentia eoncia de Sócrates se constituye de tal sti tinitur ex materia designata et cuerpo y de ta il alm a, y (la esencia forma individuata : sicu t Socradel bomíbre universal, de cuerpo y de tis essentia ex hoc corpore et hac anima, ut essentia hominis uni­ alm a ( “ M e ta f.” , V H ) . Y asi como es­ versalis ex anima et corpore, ut tos elem entos entran en la definición patet in V II "Metaphysicae" (VI, de ham bre universal, así tam bién en­ 10; 1034 b). TJnde sicut baec catraman en la definición de Sócrates, dunt ln dcilnltione hominis uni­ si pu diera definirse. P o r lo tanto, a versalis, ita illa caderent in deflquien tiene conocim iento de la m a­ nitione Socratis si posset definir!. teria y de lo que la determ ina, así Cuicumque igitur ad est cognltlo com o de la fo rm a individualizada en materiac, et oorum per quae ma­ la m ateria, no le puede fa lta r el cono­ teria designatur, et form a e in ma­ cim iento de lo singular. A h o ra bien, teria indtviduatae, el non potest el conocim iento de Dios lle g a basta deesse cognltlo singnlaris. Sed la m a teria y accidentes que la indi­ Dei cognltlo usqué ad materlam vidu alizan y basta las form as. E n et accidentia individuantia et for­ efecto, com o su entender es su esen­ mas pertingìt. Oum enim suum cia, necesariam ente ha de conocer intelligere sit sua essentia (c. 45), todo lo que de cualquier m odo está oportet quod in tei il g a t omnia en su esencia, en cuya virtu d p re­ quae sunt quocumque modo in existe, corno en la p rim era fuente, eius essentia; in qua quldem vlrtodo lo que de cualquier m odo tiene tute sunt, sicut in prima origine, ser, p or ser el principio p rim ero y omnia quae esse quocumque mo­ unüversal del ser. Aihora bien, la m a­ do habent, cum sit primum et te ria y el accidente no son ajenos de universale essendi prlncipium; a este prin cipio p rim ero y universal del quibus materia et accidens non ser, pues la m a teria es ente en po­ sunt aliena, cum materia sit ens tencia, y e l accidente en te en otro. in potentia et accidens sijt ens in A D ios, p or lo tanto, no le fa lt a el alio. Deo igitur cogniti© singulaconocim iento de los singulares. rium non deest.

Amplius. JNatura generis perÍN6 se puede conocer p erfectam en ­ te l a n atu raleza d el g é n e ro si no fecte non potest cognosci nisi se conocen sus diferencias prim eras eius differentiae primae et pasy sus propiedades; p o r ejem plo, no slones propriae c 0 gn 0 sc a n tu r : se sabe p erfectam en te la naturaleza non enim perfeotc sciretur natu-

UKRO i, c u ' t r n o

a numeri si par ct impar ignorarentur. Sed ''universale'’ et “sin­ gulare" sunt differentiae, vel per sc passiones entis. Si igitur Deus, cognoscendo essentiam suam, per­ fecto cognoscit naturam communein entis, oportet quod pcrfecte cognoscat universale et singula­ re. Sicut autem non perfecte cognosceret universale si cognosceret intentionem universalitatls et non cognosceret rem universalem, ut hominem aut animai; ita non perfecte cognoscoret singulare si cognosceret rationem singularitatis et non cognosceret hoc vel ìllud singulare. Oportet igitur quod Tieus ros singulares cognoscat. Adhuc. Sicut Deus est ipsum suum esse, ita est suum cognosccre, ut ostensum est (c. 45). Sed ex hoc quod est suum esse opor­ tet quod in ipso inveniantur omnes perfectiones essendi sicut in. prima essendi origine, ut supra (c. 38) habitum est. Ergo oportet quod in eius cognitione inveniatur omnis cognltionis perfectio sicut in primo cognitionis fonte. Hoc autem non esset si ei singularium notitia deesset: cum in hoc aliq u o ru m cognoscentium perfectio consistât. Imjpossibile est igitur eum singularlum notïtiam non haberc. Praeterea. In omnibus virtutibus ordinatis hoc communiter invenitur quod virtus superior ad plura se extondit et tarnen est unlca, virtus vero inferior se extendit ad pauciora, et multipllcatur tarnen resp ectu iltorum; sicut patet In imaginatione et sen­ su ; nam una vis imaginations se extcndlt ad omnla quae quinque vires sensuum cognoscunt et ad plura. >Sed vis cognoscitiva in Deo est superior quam in homine. Quieqnid ergo homo diversis vi­ ribus cognoscit/ intellectu scili­ cet, imagination© et sensu, hoc Deus uno suo simplict intellectu considérât. E st igitur singularium cognoscitivus, quae nos sensu et tmaginatione apprehendimus.

65

243

del número si se ignora lo que es par o impar. P e ro lo universal y lo sin­ gular son diferencias o propiedades del ente. Si, pues, Dios, viendo su esencia, conoce perfectam ente la na­ turaleza común del ente, ha de cono­ cer también perfectam ente lo univer­ sal y lo singular. Porque así com o no tendría una ciencia p erfecta de lo universal si comprendiera la inten­ ción universal sin conocer tam bién el ser universal, tal como ei hombre o e l animal, tam poco tendría una ciencia p e rfe c ta de lo singular si co­ nociese la razón de la singularidad y no este o aquel singular. Es nece­ sario, p or lo tanto, que Dios conozca los seres singulares. D ios es su conocer como es su prorpio ser (c . 4 6 ). E n c u a n to es su propio ser, conviene que se en­ cuentren en EL, com o en su p rim era fuente, todas las perfecciones del ser (c. 28). L u eg o en su conocim iento b a de hallarse, com o en la p rim era fuen­ te del conocer, la perfección de todo conocim iento. Y esto no sería así si le fa lta ra el conocim iento de los sin­ gulares, y a que en esto consiste la perfección de ciertos seres cognos­ een tes. E s imposible, p or lo tanto, que Dios no tenga conocim iento de los singulares. E n todas las potencias ordenadas sucede ordinariam ente que la po­ tencia superior se extiende a más ob­ jetos y, sin em bargo, es única; en cambio, la potencia in fe rio r abarca menos objetos y se m ultiplica con re­ lación a ellos. Tenem os, p or ejem plo, la im aginación y los otros sentidos; la sola im aginación se extiende a to­ dos los objetos que captan los cinco sentidos y to d a vía más. P e ro la f a ­ cultad cognoscitiva es m ás poten te en D ios que en el hom/bre. P o r lo tan­ to, todo lo que el ham bre conoce m e­ diante diversas facultades, com o el entendimiento, la im agin ación y los sentidos, Dios lo conoce con su inte­ ligen cia una y simple. P o r consiguien­ te, es conocedor do los singulares que nosotros aprehendamos por el sentido y la im aginación.

244

SUMA CONTRA TOS GRXTltXS

E l entendim iento divin o no reci­ be el conocim iento de las cosas, c o ­ m o ocurre con nuestro entendim ien­ to, sino que su conocim iento divino causa las cosas, según más adelante probarem os (1. 2, c. 24). P o r consi­ guiente, el conocim iento que tiene de los otros seres es a modo de un co­ nocim iento práctico. A h o ra bien, el conocim iento p ráctico no es p erfecto sino cuando lle g a a los singulares, porque su fin es la operación, que se baila en los singulares. P o r lo tanto, el conocim iento divino que versa so­ bre los otros seres se extiende a los singulares.

MlîUO

A m pliu s. D ivinus intclîectus ex rebus cognüionem non su mit, sic, u l noster, sed m agis per suam cognitionem est c a u sa rerum ut in fra (1. 2 , c, 2 4 ) ostendetur! et sic eius cognitio quam de rebus aliis habet, est ad modum practicae cognitionis. P ra c tic a autein cognitio non est p erfecta nisi ad sin g u laria p erven iatu r: nam prac_ ticae c o g n it io n is finis est operatio , quae in sin gu larib u s est. D ivin a ig itu r cognitio quam do a liis rebus habet, se usque ad sin g u laria exiendit.

Adhuc. Prim um mobile moveiSe h a dem ostrado y a que el p r i­ tur a motore movente per intelm e r m ó v il recib e e l m ovim ien to de lcctum et appetitum, ut supra un m o to r que m ueve p o r entendi­ (c, 44) ostensum est. Non autem posset motor allquis per intellec­ m ien to y apetito (o. 44). Ahor bien, ningún m o to r puede causar < tual causare inotum nisi cognosm ovim ien to si n o conoce a l m óvil ccret mobile inquantum natum com o susceptible de ser m ovido lo ­ est mover! secundum locum. Hoc calm ente. Y esto es en cuanto está autem est inquantum est hic et en ta l lu g a r y m om ento y, por con­ nuiic: et per consequcns inquansiguiente, en cuanto es singular. P o r tuin est singulare. Intclîectus igi­ lo tanto, e l entendim iento m otor del tur qui est motor priml mobilis, p rim er m ó v il lo conoce en cuanto es cognoscit priinum mobile inquan­ singular. Y este m otor, o es Dios, tum est s in g u la re . Qui quidem motor vel ponitur Heus, et sic y entonces tenem os lo propu esto; o habetur proposltum: vel aliquid es a lg o in fe rio r a Dios. Y si un en­ quod est infra Dcum. Cuius intendim iento ta l puede conocer p or su tellectus si potest cognosccre sin­ p ro p ia virtu d lo singular— cosa !m po gulare sua virtu te, quod noster síble a nuestro entendimientoi— , mu­ intclîectus non potest, multo macho m e jo r pod rá cono cení o el enten­ gis hoc poterit Jntellectus Dei, dim ien to de Dios. Item. “Agens honorabilius est E l a gen te es m ás noble que e l p a­ patiente et acto“ 1, sicut actus pociente y que e l acto, com o e l acto tentia. Forma igitur quae est in­ es más noble que lá potencia. P o r lo ferio rs gradus non potest agen­ tanto, la fo r m a de un g ra d o in ferio r do perducere suain similltudinem cuando ob ra no puede e le v a r su sem e­ in gradum altiorem; sed forma ja n za a un gra d o m ás alto; en cam ­ superior poterit perducere agendo bio, la forana su perior puede reducirla suam similltudinem in gradum a un g ra d o in fe rio r; p or ejem plo, las inferiorem; sicut ex virtutlbus inforanas corruptibles de los seres in fe ­ corruptibilibus stellar um produriores son producidas p ó r las virtudes cuntur. formae corruptlbiïes in isincorruptibles de los actos; p ero una Üs inferioribus, virtus autem corvirtu d corruptible no puede producir ruptibilis non potest producere una forana incorruptible, A flo ra bien, formani incorruptlbilem* Cogni­ todo conocim iento se rea liza por la tio autem omnis lit per .assimiasim ilación del que conoce y de lo lationem cognoscentis et cogniti: conocido. H a y que hacer, sin em bar­ ln hoc tarnen dlffert, quodassigo, esta distinción: la asim ilación en ol conocim iento humano proviene de

1

m Dé animo, s, 2 ;

430

a.

I , CAI'ÍTUI.O 65

245

niiiatio in cognitione humana fit 1 la acción de los objetos sensibles en per actionem rerum sensibillum las facultades cognoscitivas huma­ ¡n vires cognoscitivas humanas, nas; pero en el conocim iento divino ¡n cognitione autem Dei est e sucede contrariam ente, por la acción converso per actionem formae in­ de la fo rm a del entendimiento divino tellects divini in res cognitas, en los objetos conocidos. D a form a, l ’orma igitur rei sensibilis, cum sit per suam materialitatem in­ pues, del objeto sensible, por ser in­ dividuata, suae singularitatis si- dividualizada por su m aterialidad, no jnllitudinem perducere non potest puede elevar la sem ejanza de su sin­ in hoc quod sit omnino immate- gularidad hasta el punto que sea rialis, sed solum usque ad vires com pletám ente inm aterial, sino sola­ quae organis materialibus utun- mente hasta las facultades que usan tur; ad intellectual autem per- de órganos m ateriales. A l entendi­ ducitur per virtutem intellectus agentis, inquantum omnino a eon- miento es elevada por virtu d del en­ ditlonibus materiae exuìtur: et tendim iento agente, en cuanto es des­ sic similitudo singularitatis for­ pojada totalm en te de las condiciones mae sensibilis non potest perve­ m ateriales. Y , por consiguiente, la nire usque ad intcllcctum huma- sem ejanza de la singularidad de la num. Similitudo autem formae forana sensible no puede lle g a r basta intellectus divini, cum pertingat usque ad rerum minima, ad quae el entendim iento humano. P o r e l con­ pertingit sua causalitas, pcrvenlt trario, la sem ejanza de la fo rm a del usque ad singularitatein formae entendim iento divino, por extendere*» sensibilis et materialls. Jntellec­ — lo m ism o que su causalidad— 'hasta tus Igitur divinus potest cognos­ lo más m ínim o de los seres, lle g a has ccre singularia, non autem hu- ta la singularidad de la forana sensi­ manus. Praetcrea. Sequerctur inconve­ ble y m aterial. P o r ¡lo tanto, el enten­ niens quod Philosophus contra dim iento divino puede conocer los sin­ Em pedoclem in d u cit, sc ilic e t gulares, cosa que no puede hacer el “Deum esse insipientissimi! m", si ! entendim iento humano. singularia non cognoscit, quae D e la negación de esta verd ad se otiam homines cognoscunt. segu irla la inconveniencia que el F i ­ Haec autem p ro b ata veritas lósofo saca co n tra Emjpédocles ( “D e l etiam Scripturae Saerae auctoritate flrmatur. Hicltur enlm Hebr. alm a” , I ) , a saber, que "D ios sería 4,13: "Non est ulta creatura InvI- el anás ign oran te de ios s eres" s i no sibfiis in conspectu eius". Error conociera los singulares, que hasta etiam contrarlus excludltur Eccli. los ¡hombres conocen. 16,16: “Nos dicas; A Deo absconE sta verdad que nosotros hemos dar, ct ex sum mo quis mei me- probado la confirm a la .Sagrada E s­ morabitur?" critura. Se dice, pues, en la E pístola Patet etiam ex dictis quail ter obiectio in contrarilom facta (c. 63, a los H ebreos: " N o h a y cosa creada "Prima") non recte co n clu d i!. invisible en su presencia". Y e l e rro r Nam Id quo Intellectus divinus con trario lo refu ta el E clesiástico: intelligit, etsl immateriale sit, est “ N o digas: M e esconderé de D ios, y tamen et materiae et formae si- desde las alturas, ¿ quién se acordará mllltudo, s ic u t prim um princl- de m í? " pium productivum utriusque. P o r las razones dichas queda en claro que la objeción no concluye re c ­ tam ente, Porque, aunque lo que el en­ tendim iento divino conoce sea in m a ­ terial, es, sin em bargo, la sem ejanza de la m ateria y de la form a, com o el prim er principio productor de am ­ bos.

£46

S l ' M A C O X TR \ LOS C.l'.XTlLFS

CAPITULUM

LXV1

Quod Deus cognoscit ea quae non sunt

CAPITULO L X VI Dios conoce lo que no existe E n segundo lu g a r hemos de demos­ Delntle ostendendum est quod t r a r que a ¡Dios n o le fa lt a e l conoci­ Deo non dcest n o titia eorum m ien to aun de lo que no existe. En ctiain quae non sunt (cl. c. 63 e fe c to : ‘'Secunda"). ' Ut enim ex supra (c. 61) dicSegún lo anteriorm ente dicho (c. 61), la ciencia d ivin a es a las cosas co­ tis patet, eadem est comparano scientiae divinae ad res scilas nocidas com o éstas son a nuestra quae scibilium ad scientiam nos_ ciencia. A h o r a trien, ia relación del tram. E st autem haec compa­ o b je to a nuestra ciencia es ésta: que rati© scibilis ad nostram scien­ e l objeto ¡puede ex istir independien­ tiam, quod scibile potest esse tem en te de la ciencia que tengam os absque co quod elus sci enti a a de é l; com o, p o r ejem plo, la cuadra­ nobis habeatur, ut'ponit exemplum Philosophus, in “Praedlcatu ra d e l círculo, que indica el F i ­ mentls” 1, de circuii quadratura: lósofo ( “ C a tegoría s” ) ; pero no al con­ non autem e converso. Tails ergo tra rio. L u ego la relación de la ciencia ¡ erit comparatio divinae scientiae d ivin a a la s otras cosas será, tal, que ad res alias quod etfam non existentium esse potest. sea tam bién de las no existentes. Item. Cognitio divini intellicctus (El conocim iento de la in teligen ­ comparatur ad res alias sicut oocia divin a es respecto de las criatu­ gnitlo ar tide is ad artificiata: cum ra s lo que el conocim iento del a rtí­ per suain scientiam sit causa re­ fic e respecto de lo a rtificia l, y a que rum. Artifex .autem suae artis su ciencia es causa d e los seres. A h o ­ cognitione etiam ea quae nondum r a bien, e l artífice conoce, en virtu d i sunt artificiata cognoscit: format del conocdmi'ento que tiene de su arte, enim artis ex elus scientla efflu­ ii nt in exteriorem matoriam ad b a sta las obras tod avía no re a liza ­ artiflciatorum c o n stiti!tionem ; das, porque las form a s d el a rte fluyen .unde nihfi (proliibet in scientla arde su ciencia h acia 5a m a te ria e x te ­ tiflefs esse formas quae nondum r io r p a ra la creación de lo artificial, I exterius prodierunt. Sic igltur ni­ y -por esto nada im pide que en la hil .prohibet Ileum eorum quae ciencia del a rtis ta existan fo rm a s aún non sunt notitiam habere. Procterca. Deus cognoscit alia no rea liza d a s exteriorm ente. P o r lo se per suam essentiam inquan­ tanto, nada se opone tam poco a que a tum est simili tu do eorum quae ab D ios te n g a igu alm en te conocim iento eo procedimi, ut ex dictìs (cc. 49, de lo que no existe. 54) patet. Sed, cum essentia Dei D io s con oce Jos otros seres por sit in finita e perfectionis, ut su­ su esencia, en cuanto es la sem ejanza pra (c.',43) ostensum est; quaellde Qo que procede de E l, P ero, como bet autem alia res habeat esse et perfectionem terminata: im­ !a esencia de D io s es de infinita p er­ possibile est quod universi tas re­ fecció n (c. 4 3 ), y las criatu ras t ie ­ rum aiiarum adaequet essentiae nen ser y p erfección lim itados, es im ­ divinae perfectionem, E x to n d it posible que la universalidad de los igltur se vis suae ropraesentatioseres creados igu ale a la perfección nis ad inulto plura quam ad ca de la esencia divina. Y , p o r lo tanto, la fu e r z a de su representación se ex1 Catcg., 5, i 8 ; 7 h.

UJìUO I , CAPÍTULO

66

247 T

qua sunt. Si igitur Deus totali- tiende a muchos m ás seres que los ter virtùtem et perfectionem es­ que reaflmente existen. Si, pues, Dios sentiae suae cognoscit (c, 47), ex- conoce totalm ente la virtud, y p erfec­ icndit se eius cognitio non solum ción de su esencia, su conocimiento ad ca quae sunt, sed etiam ad se extiende no sólo a lo que existe, sino tam bién a lo que no existe. ea quae non sunt. (Nuestro entendimiento, en v irtu d Amplius. Intellectus noster, se­ cundum illain operationem qua de la operación que le descubre la cognoscit "quod quid est”, noti­ quididad, ¡puede conocer tam bién lo tiam habere potest etiam eorum que no existe actualmente, pues pue­ quae non sunt actu : potest enim de comprender, por ejem plo, la esen­ leonis vel equi essentiam com- cia del león o del caballo, m uertos to­ prehendere o m n ib u s huiusmodi dos los anim ales de esta especie. A h o ­ animalibus interemptls. Intellec­ ra bien, hemos dem ostrado y a (c. 59) tus autem divinus cognoscit ad que da in teligen cia divin a entiende a modani cognoscentis “quod quid modo de quien conoce la quididad, no est1’ non solum deflnitiones, sed sólo la s definiciones, sino tam bién to ­ etiam enuntiabilia, ut ex supra do lo que puede enunciarse. Puede, (cc. 513, 59) dietls patet. Potest por lo tanto, conocer tam bién lo no igitur etiam corum quae non sunt existente. notitiam habere. (Se puede conocer e l efecto en su Adhuc. Effectus aliquis in sua causa aun antes de ex istir realm en­ causa praenosci potest etiam an- te; p or ejem plo, e l astrólogo co­ tequam slt: slcut praenoscit as­ noce :de antemano un eclipse fu tu ro tro! ogus ecUpsim fu tur am ex con- observando los m ovim ien tos de los sideratlone or di n is caclestium cuerpos celestes. P e ro el conocim ien­ inotuum. Sed cognitio Dei est de to que D ios tiene de los seres es p or rebus omnibus per causam: se causa; pues, entendiéndose a s í m is­ enim cognoscendo, qui est om­ mo, q iie es causa universal, conoce a nium causa, alia quasi suos ef­ los -otros seres como efectos suyos fectus cognoscit, ut supra (c. 49) (c. 4 9 ). N a d a se opone, p o r lo tanto, a ostensum est. Nihil igitur prohi- que conozca lo que to d a v ía no existe. bet quln etiam quae nondum sunt (En e l entender de D ios no se d a cognoscat. sucesión, com o tam poco en su ser. Amplius. Intelligere Del succes- P o r lo tanto, perm anece siem pre todo sionem non habet, sicut nec eius a la vez, que es precisam ente lo que esse. E st Igitur totum simul sem­ envuelve el concepto de eternidad. E n per m a n e n s : quod de ration e aeternitatis est. Temporis autem cambio, la duración del tiem po se duratio successione prioris et pos- prolonga p o r la sucesión d el antes y terioris extenditur. Proportio igi­ después. D e dondé la proporción de tur aeternitatis ad totani tempo­ la etem idáb. a toda la duración dél ris durationem est slcut propor­ tiem po es com o la proporción de lo l o in d iv is lb ilis ad continuum: indivisible a lo continuo. P e r o no se non quìdem eius in d iv is lb ilis tra ta ciertam ente del in d ivisib le que quod terminus continui est, quod os térm ino del continuo y no se en­ non adest euilìbet parti conti­ cuentra en alguna de sus p artes— ta l nui,—huius enlin sln iilitu d in em com o un solo m om ento .de tiem po— , habet instans temporis—sed elus sino del indivisible que existe fu era In d iv is lb ilis quod extra conti­ del continuo y coexisto, sin em bar­ nuum est, cuilibet tamen partì go, con cada una de sus p artes o con continui, sive puncto in continuo un punto determ inado de ói; porque, slgnato, coexlstit: nani, cnm tem- como el tiem p o no se extien de m ás pus motum non excedat, aeternl- allá del m ovim iento, la eternidad, que tas, quae omul no extra niotum está com pletam ente fu era del m oví-

24$

SUMA

CONTRA

LOS

G E N TILE S

m iento, nada tiene de común con el est, nihil temporis est. Itursuni, tiem po. Adem ás, com o e l sor de lo cum aeterni esse nunquam defteterno no tiene fin, la eternidad está, ciat, cuilibet tempori vcl instanti presente a cualquier tiem po o instan­ temporis p ra e s e n tia lite r adest te de tiem po. E l círculo puede servir aeternitas. Cuius cxemplum utde ejem plo: un punto determ inado de cum que in circu lo est vid ere: punctum enlm in circumfercntia la circunferencia, aunque sea in d ivi­ signatum, etsi indivisibile sit, sible, no coexiste juntam ente con otro non tarnen cuilibet puncto alii cualquier punto por su posición, por­ secundum situm coexistit simul, que ila continuidad de la circunferen­ ordo enlm situs contimiitatem circ ia resu lta d el orden de las posicio­ cumferentiae facit; centrum venes; en cambio, e l centro situado fu e ­ ro, quod est extra circumferenr a de la circu nferencia es opuesto di­ tiam, ad quodlibet punctum in circumferentia signatum directe rectam en te a cualquier punto deter­ Oppositionen! fiabet. Quicquid igim inado de ella. Pior lo tanto, todo lo tur in quacumquc parte temporis que existe en cualquier p a rte de tiem ­ est, coexistit aeterno quasi prae_ po coexiste con lo etern o com o p re­ sens cidcm: etsi respectu altcsente al mismo, aunque respecto de rius partis temporis sit praetorio tra p arte de tiem po sea pasado o tum vel futurum. Aeterno autem non potest aliquld praesentialiter futuro. ISTada puede ser presente a lo coexistero nisi toti: quia succesetern o si no es a todo él, porque no sionis d u r a t io n e m non habet. tien e duración sucesiva. E n . conse­ Quicquid igitur per totum dccurcuencia, e l entendim iento divino en sum temporis agitur, divinus in­ su eternidad in tu ye como presente to ­ te lle cts ln tota sua aeternitate do lo que s e rea liza en el Idóciurso del intuctur quasi praesens. Nec ta­ rnen quod quad am parte tempo­ tiem po. A h o r a bien, lo que se realiza ris agitur, semper fa it existens. en u n a determ in ada p a rte de tiem po Relinquitur igitur quod eo ru m no siem p re existió. Queda’ probado, quao secundum dccursuni tempo­ p o r lo tanto, que D ios conoce lo que, ris nondum sunt, Deus notitfam según el decurso del tiem po, todavía habet. Per has igitur ration cs apparet n o existe.

LIB R O

/

I

l

quod Deus non' entium notitiam E s claro, pues, por estas razones habet. Non tarnen omnia non cnque D io s conoce los no-entes. Sin em ­ tia eandem habent habitudinem bargo, no todos los no-entes tienen la ad cius sclcnllam. Da enlm quae m ism a rela ció n con su ciencia. Los non sunt nec erunt nec fuerunt, que n o son, ni serán, ni fueron, Dios a Deo sciuntur quasi cius virtuti lo s conoce como, posibles a su v ir ­ possibilla. TJnde non cognoscit ca ut existentia aliqualiter in selptud; de m a n era ,q u e no los v e como sis, sed ut existentia solum in existentes de algún m odo en s i m is­ potentia divina. Quae quidem a mos, sino únicam ente en la potencia quibusdam dicuntur a Deo codivina. Y a esto llam an Algunos co­ gnosci "secundum notitiam simplinocer D io s p or ciencia de sim ple in­ cis inteirigentfae1'.—E a vero quae su nt praesentia, praeterita vel teligen cia. ' futura nobis, cognoscit Deus se­ E n cambio, los seres que son p re­ cundum quod sunt in sua poten­ sentes, pasados o fu tu ros p a ra nos­ tia, et in proprüs causis, et in otros, D io s los v e en su potencia, en seipsls. E t horum cognitio dicisus propias causas y en s í mismos. tur “notitia visionis” : non enlm Y este conocim iento se lla m a ciencia Deus rerum quae apud nos non­ de visión. D ios, en efecto, v e no sola­ dum sunt, vfdet solum esse quod m ente el ser que tienen en sus causas habent in suis causis, sed etlam las cosas que tod avía no nos son pre­ illud quod habent in seipsls, Insentes, sino tam bién el que tienen en quantum elus aeternitas est prae­ s í mismas, porque su eternidad está sens sua jn d lv fs ib ilit a t e omni presente a todo tiem po en virtu d de tempori. ,

I,

E t laiticn esse quodcumque rei Deus cognoscit per e s s e n t ia m iiuain. Nam sua essentia est repraescntabilis per multa quae non sunt nec crunt nec fuerunt. Ipsa etiam est s im i li t u d o virtutis cuiuslibet causae, s e c u n d u m quam p ra e e x istu n t effectus in causis. Esse etfam cuiuslibet rei quod habet in seipsa, est ab ca exemplariter deductum. Sic igitur non entia cognoscit Deus inquantum aliquo mo do ha­ bent esse: vel in potentia Dei, vel in causis suis, vel in seipsis. Quod rationi scientiae non obsistit. His autem quae praemissa sunt etiam Scripturae Sacrae auctorltas testimonium perhibet. Dicituf enim Eccli. 33,29: “Domino Deo nostro, antequam crearentur, nota sunt omnia: sic ct post perfectura cognoscit omnfa". E t Ier. 1 ,5 : “Priusquam tc formarem In utero, novi tc". Patet autem ox p r a e m i s s i s quod non coglmur dicore, sicut quidam dlxerunt, Deum univer­ sal! ter singularla c o g n o s c e r e , quia cognoscit ca in causis unlversalibus tantum, sicut qui cognoscerct eclip sim h an c, non prout haec, sed prout provenlt ex opposltionc: cum ostensum sit 2, io ; 2 I P/iys., 1. c.

185

a.

6 g

2 5 9

cosas de una vez. Y de esta m anera la pluralidad no provoca ninguna di­ feren cia en su conocim iento; luego tam poco el infinito que sígale i la cantidad. P o r lo tanto, en nada se diferencia el conocimiento divino de los Infinitos del de los finitos. Y , en consecuencia, conqcien'do los fin itos, nada im pide que conozca tam bién los infinitos. Esto, por otra parte, está de acuer­ do con lo que dice el Salm o: “ Y su sabiduría es inenarrable” . E n lo dicho se v e claram ente por qué nuestro entendim iento no cono­ ce lo in fin ito como el entendim iento divino. L a diferencia que h a y en­ tre ellos estriba en cuatro puntos: 1) N u estro entendim iento es absolu­ tam ente ¡finito, y el entendim iendo di­ vino, infinito. 2) Como nuestro en­ tendim iento conoce los diversos seres m ediante diferentes especies, no pue­ de conocer los infinitos com o el en­ tendim iento divino, en un conoci­ m iento único. 3) N u estro entendi­ miento, p or conocer los diversos seres m ediante diferen tes especies, es im ­ posible que conozca muchas cosas de una vez, y,, p o r lo tanto, no puede com prender los infinitos sino enume­ rándolos sucesivam ente. E n cambio, esto .n o sucede con el entendim iento divino, él cual intuye muchas cosas de una (vez.vistas en una sola especie. 40 E l entendim iento divino v e lo que es y ¡lo que no es (c. 6 6 ). - Es m a n ifiesto tam bién que las p a­ labras ¡del F iló s o fo ( “ Fis.’\ X) cuan­ do dice que el in fin ito com o ta l es desconocido, no se oponen a esta doctrina, porque si la razón de in fi­ nito conviene a la cantidad, com o él ¡mismo dice, el in fin ito com o ta l será conocido, sí se lleg a a adquirir su noción por la medida de sus partes, y éste es precisam ente el verdadero conocim iento ¡de la cantidad. A h o ra bien, D ios no lo conoce de esta m a­ nera. N o lo conoce, p o r decirlo así, en cuanto infinito, sino en cuanto que, respecto a su ciencia, es com o si fuese fin ito. ¡Mas h a y que observar que D ios no

260

si'M \ c o x r u v

los

conoce los infinitos con ciencia de v i­ sión, para servirnos de térm inos de otros, porque los infinitos no son ac­ tualmente, ni fueron, ni serán, y a que, según la f e católica, la generación por ninguna parte es infinita. Sin em bar­ go, los conoce p o r ciencia de simple inteligencia. Conoce los infinitos que no son, ni serán, ni fueron, pero que están en la potencia de la criatura. Y sabe tam bién los que existen en su poten cia y no son, ni serán, ni fu e­ ron. P o r lo que respecta a l conocimien­ to de los singulares, se puede respon­ der negando l a m a yor: los singulares no son infinitos. Pero, si lo fueran, D ios no los conocería menos.

r,r.N Tiu :s

Li nRf j i , c u ’ i ' r r r o

fin lta non cognoscit "scien tia vU sionis” , ut verbis nliorum utaniur (cf. c. 66, P er h a s ): quia infinlta nec sunt actu , ncc fu erun t nec eru n t; cum gcneratio ex neulra parte sit In fin ita, secundum fidem Catholicam .—Seit tarnen In­ fin ita “ scientia sim plicis intelligen tiae” . Seit cnim D eus Infinita quae nec sunt nec erunt nec fu e ­ runt, quae tarnen sunt in potentia creatu rae. JEt seit etiam infin ita quae sunt in sua potentia quae neo sunt nee erunt ncc fu e ­ run t. Unde, quantum ad quacstioncm de cognition© slngularium pertlnet, responderi posset per interemptionem. m a i o r i s : non enini sin g u la ria sunt in fin ita. Si tarnen essent, nihil m inus D eus ea cognosceret.

I)Ilitatis. E rg o quantuniciim que vilissim a Ìn entiims Deus, prop­ ter m uxim am virtutem sui intel­ lectus, cognoscit. P raeterea. Onine quod est, In eo ouod est vel qnale quid est, actu est, et similitudo prim i a c ­ tus est, et ex hoc nobilitatem liabot. Quod ctiam potentia est, ex ordine nd actum nobilitatis est particeps: sic enim esse dicitur. Kelinquitur i g i t u r quod uniimquodque, In se consideratim i, no­ bile est; sed vile dicitur respectu jiobilioris. A Deo autem distant nobilissima© nliarum rerum non minus quam ultim ao rerum creatarum distent a suprem is. S i ig i­ tur h acc d istan tia im pediret divinam cognltionem, multo m agls Impedirei illa. E t sic sequeretur quod nihil D eus eognosceret aliud a se. Quod su pra (c. ») improbatum est. SI Igitur allquid alimi a so cognoscit, quantum eum que nobiilssimum, p ari ration© cognos­ cit quodlibet, quantum eum que dlcalur vilisslm um . Am pllus. Bonum ordlnis u n iver­ si nobillus est quallbct parte uni­ versi: cum partes sln gulae ordlnentur a d bonum ordinis qui est In toto sicut ad finem , u t per phllosophum patet, in X I “M etapliysicae” (e. , ; S a). Si igitur D eu s cognoscit allqunm aliam naturami nobllem , m axim e cognoscet ordiaem u n iversi. H ic autem cognoscl non p otest nisi cogaosoantur e t nobillora et vi’ liora, in quorum d istan tiis et hnbltudlnibus ordo u n iversi conslstit, Itelinquitur ig itu r quod D eus cognoscit non solum nobiltà, sed etlnm e a quae v illa repu tan tur. , Adhuc. V illta s eognltorum in cognoscentem non redundat per se: hoc e st enlm de ratlo n e cognitionls, u t cognoscens continent species cogniti secundum modum suum. P e r accldcn s autem potest redundare in cognoscentem v ill­ a s cognitorum : v e l eo quod, dum villa con sid erai, a noblllorlbus ab strah itu r c o g it a n o i s ; ve l eo quod e x considerations vlllum In oliquas in d ebitas affectlo n es incllnatur. Quod quldem in D eo e s­ so non potest, u t e x d lctls (co. , ) patet. N on ig itu r de4

CAPITULUM LXX Quod Deus villa- c o g n o s c i t CAPITULO LXX ■ Dios conoce los seres viles J

t

'I

C on form e al orden anteriorm ente establecido, después de lo probado en el artículo anterior, se h a de de­ m o s tra r que D ios conoce los seres vile s y que esto no v a -c o n tra la no­ b leza de su ciencia. ¡En e fe c to : 1 C uanto m ás poten te es una v ir ­ tud activa, tanto m ás extiende su ac­ ción, com o se v e claram ente en las acciones de los seres sensibles. A h o ­ r a bien, la p o ten cia del entendim ien­ to divino al conocer las cosas es se­ m eja n te a una v irtu d tactiva, pues el entendim iento divino conoce, no por la acción de las cosas, sino más bien p or su influjo en ellas. P o r ser, pues, el acto de su in teligen cia de virtud in fin ita (c. 43), su conocim iento ha de lle g a r necesariam ente h asta los seres m ás rem otos. P e r o en todos los seres el gTado de nobleza o de v ile z a se m ide según la proxim idad o la dis­ tan cia que existe entre ellos y Dios,

* 1'

j

I H oc au tem habito, ostenden, d am est quod D eus cognoscit vi­ lla : et quod hoc nobilitati clus sd en tin e non rep u gn at (cf. c. , S e x ta ). Quanto enlm a liq u a -v irtu s nct lv a est fortlor, ta n to in remotlor a sù an i actionem cxtcn d it: ut ctiam in sensiblllum action Ibus a p p a re !. V is autem divini Inteli

*



6 3

n

lectus in cognoscendo xes simllatur virtuti actlvae: Intellectus cnim divlnus non xecipiendo a re­ bus cognoscit, sed magls per hoc quod eis influii. C um igitur sit infinita e vlrtutis in intelllgendo, ut ex- praedictis (c. 13) patet, oportel quod eius cognitio usque ad remotissima extèndatur, Sed gradus nobilitatls et vilitntis in omnibus entibus attendltur se­ cundum propinquitatem et distantlam a Deo, qui est in fine no-

1 0

3 9

5 5

1

1 0 7

-•
5.

4- Lb p* .il.P

\cróv

347

it

aplicaciones do aquella afirm ación; por ejemplo, que, según eso, es 10 m ism o mi casa, mi fortuna, el aire que respiro, esta ciudad, el sol, el derecho, el espíritu, Dios, sean o no sean” “ Fácil es decir que no se lleg a a comprender la unidad del ser y de la nada” 17, etc. Con lo cual da a entender claram ente una cierta tim idez de que la falsa moneda no sea fácilm ente admitida. P o d rá H e g e l echar Ja culpa a la rutina del vulgo, que en nombre del sentido común pretende desm entir fácilm ente la identidad del ser y de la nada, como cuando dice: “ P o r ejemplo, que, según eso, es lo m ism o que m i casa, m i fortuna, el aire que respiro, esta ciudad, el sol, etc., etc., sean o no sean” 3S. Y lo prevendrá diciendo: “ En cuan­ to el no poder comprender, expresa solam ente la fa lta de hábito de fija r conceptos abstractos, sin m ezcla alguna sensible, y de recoger proposiciones especulativas, no h a y más que decir sino que el modo del saber filo s ó fic o es, ciertam ente, distinto del m odo de saber al cual estam os acostumbrados en la vida ordinaria” 3B. P e ro no vale echar las culpas de la incomprensión al sentido común del vulgo, porque no sólo H e g e l y el panteísm o son enemigos del sen­ tido común vu lga r introducido en las ciencias, sino que toda recta filo s o fía conoce perfectam ente el deplorable papel que ju ega en sus lucubraciones. N o es el sentido común vu lgar el que se opone y re­ chaza las sofi sien a s iy paralogism os hegel i anos, sino el sentido común, cien tífico, o el “ assensus communis” de los clásicos, que sign ifica la in teligen cia intuyendo inm ediatam ente los prim eros conceptos y los prim eros principios de todo filosofar.«E se, pues, no se tra ga la rueda hegeliana. P e ro ¿ es que en realidad ha afirm ado H egel la identidad del ser y de la nada o ha negado de heoho (no ya de intención) la validez del principio de contradicción? Sea en prim er lu gar la sugerencia ya antes ap u n ta d a 40 de que todo el sistem a hegeliano “ se basa en la negación del principio de contradicción precisam ente para no contra­ decirse” . E s decir, que p a ra e v ita r la contradicción de que el ser s a lg a tontam ente de la nada, por no adm itir Ja creación divina, dice que h a y fecundidad precisam ente si h ay contradicción. “ Sin esta con­ tradicción S E R T A IM P O S IB L E la existencia de’ a lg o ” . P a ra borrar la p rim era de -las contradicciones, inventa una nueva y tal contra­ dicción. ¡que es la fecundidad m ism a! Sí la contradicción hegeliana fu era fecunda, lo más lógico sería la contradicción perm anente, de tal suerte que lo naiás evidente, lo ¡ng.q claro. Jo más verdadero de la filo s o fía sería lo más misterioso, io más paradójico, lo m ás ininteligible, lo, más absurdo, lo más in­ admisible, afirm ándolo y negándolo a la v e z o. afirm ando simplemente lo que pareciere más con trario al sentido común o a la inteligencia. Y , p or lo tanto, tenemos la p rim era consecuencia; si la creación filosóficocrístía n a es tan ininteligible, tan contradictoria, tan absur­ da com o dice el panteísm o hilozoista, lo m á s'lógico, lo más científico, “ lo más hegeliano habría de ser a firm a r la creación” . P e ro para H e g e l es más cien tífico lo otro. Es más culto y viste m ás en filo s o fía el m alabarism o alucinador de querer presentar la ao

crf.

identidad del ser y de la nada que adm itir la idea saneada de la creación del universo por la omnipotencia divina. D igam os en segundo y principal lugar que H egel no afirm a, ni mucho menos, la identidad del ser y de la nada ni la verificación lógico-cosm ológica de la con tradicción 11. El mismo, sin querer, nos lo demuestra con sus palabras. Lo que hace H egel es identificar el ser indeterminado con la nada, que también es indeterm inada; y desde luego, no hace fa lta ningún esfuerzo de dialéctica para comprender y convencerse de esta identidad. H egel no hace más que contundir el concepto lógico con el concepto ontològico del ser, y poniendo un sentido por otro es' como, “ al parecer” , ha Identificado el ser con la nada. L a entidad lógica es una pura abstracción; la m etafísica u ontològica es abstracción con alguna referen cia a un ser real o po­ sible. Las afirmaciones lógicas nunca tienen realidad ob jetiva ; las afirmaciones ontológicas o m etafísicas se dicen, al menos, por orden a los seres realles o posibles determinados. Aunque, cuando en m eta­ física expresamos alguna propiedad o cualidad de un ser, no nos refiram os en concreto a ninguno, es siempre en orden a un ser que tiene o puede tenor realidad; se habla de seres o atributos reales. P ero los seres puramente lógicos son puros conceptos, que es impo­ sible puedan tener realidad. H e aquí el m isterioso secreto de los fundamentos de todos los panteísmos evolucionistas. ¡La noción del ser como indeterminado es una idea puram ente lógica; es la pura nada (si no nos referim os a la entidad su bjetiva del propio concepto). Si la noción del ser es referid a a algo real o determinadamente posible, y a es noción on tològica o m etafísica. E sta confusión entre lo lógico y lo m etafisico es bien gen eral entre los filósofos modernistas. Y son desastrosas las consecuencias que se siguen, pues de ella se derivan todas las desavenencias anti­ escolásticas contra la m etafísica, a la cual desprecian como conjunto de abstractas vaguedades, desprovistas de realidad, sin aplicaciones ni determinaciones concretas. Y todo ello porque tom an el concepto lógico por el m etafisico. Pues bien, nuestra filo s o fía reconoce que el puro ser indeterm i­ nado es la pura nada, o sea, que es im a idea lógica desprovista necesariamente de toda realidad. H e aquí cómo todos los esfuerzos dialécticos de H egel para dem ostrar la identidad del ser y la nada se reducen a afirm ar en definitiva lo que de buen gra d o puede a fir­ m ar Santo Tom ás y el sentido común (c ie n tífic o ) de todos los filó ­ sofos. E sto no es una contradicción. Y si lo llam a así, es igu al; nos­ otros en este sentido también la adm itim os. Es cuestión de nombres. A h o ra bien, ¿cóm o saca H egel el ser de la nada? Pues así: “ procu­ rando huir como puede de la misma contradicción” que ha establecido com o.ley m aravillosa de fecundidad hilarante. H ace in terven ir subrep­ ticiam ente una entidad m etafísica que y a es rea l o posible (p ero determ inada) en virtud del “ d even ir” . Es decir, habiendo v is to que la entidad lógica es igu al que la nada, “ ha sacado de la nada” (que es el ser indeterm inado) una entidad ontològica o m etafísica (que es la determ inación del s e r ); pero no con alguna contradicción fe ­ cunda, “ sino m uy gratu itam en te” . M as como esta determ inación es entidad m etafisica y no lógica, nada tiene que v e r y a con el prim i­ tivo ser lógico indeterm inado, idéntico a la nada.

41 Ni en el orden del pensamiento lógico ni en el orden real de hi turaleza.

ili 9

S4S

INTRODUCCIÓN' \l MURO IT

Lo que ha hecho Hegel no ha sido identificar el ser con la nada “ secunduni idem1' o según una misma razón formai, sino que ha con­ fundido al concapto lógico o form ai del ente, que es esencial y abso­ lutamente subjetivo, con el concepto ontològico, real, metafisico, que es esencialmente objetivo, puesto que siempre dice referencia a algún ser determinado, posible o real8 5* E s él mismo quien nos sacará de dudas. E l mismo se encargará de decirnos que la contradicción primigenia fecundante entre el ser y la nada “es posible porque no es “secunidum idem“ ; cuyo arreglo hace culpando de incomprensión al vulgar sentido común. “Tales objetos concretos—dice refiriéndose a determinaciones aun inexis­ tentes— “ son algo muy distinto que un simple ser o no ser” . Pobres abstracciones, como el ser y la nada (las más pobres que pueden darse jam ás, puesto que sólo son determinaciones iniciales), “se mues­ tran del todo inadecuadas a la naturaleza de aquellos objetos; el contenido verdadero está bastante más allá de estas abstracciones y de sus antítesis” 4=. “¡Por esto el ser determinado es unilateral y finito. L a oposición parece como si se hubiese desvanecido; sólo en si está contenida en la unidad, pero no está puesta en la unidad” etcétera, etc. Y toda la lógica hegeliana está concebida bajo esta señalada y perfecta diferencia del ser inmediato e inmediatizado con. respecto al se r mediato o calificado de alguna finitud o determinación. La contradicción seria form al y verdadera si, en vez de decir que el ser lógico y la nada son Jo mismo, dijera que la nada lógica y el ser m etafísico u ontològico son lo mismo. “ Y esto es precisamente lo que Hegel trata de evitar, al través de todo su hyloicismo panteista” . m ás sincero y más honrado hubiera sido aceptar el concepto real de creación que hacer inútiles acrobacias paralogjísticas para atra­ vesar el abismo entre la nada y la existencia. P )

T o d a l a f il o s o f ía r a c io n a l is t a a c t u a l d a p o r b u e n a SOLUCIÓN H EG ELIAN A A L PROBLEMA DEL ORIGEN PRIMERO DEL UNIVERSO

la

S i hemos concedido tanta extensión al evolucionismo hegeliano, dada su relativa veteranía en comparación con otros panteísmos y anticreacionismos de más reciente construcción y, al parecer, más inquietantes, es porque en este evolucionismo, cuyo desgaste es sólo aparente, tienen su origen directo los principales sistemas raciona­ listas de nuestros dfias. Podrán presentar una form a más o menos espiritualista, idealista o m aterialista, o ser evolucionismos ascen­ dentes o descendentes; pero todos derivan de él. “E l mundo— dice Brentano— se arrodilló implorante ante Hegel y creyó en él cuando anunció que poseía en su filosofía absoluta* la definitiva conclusión de todas las investigaciones, y que por medio de su método dialéctico, partiendo de un concepto simplemente vacío, de un pensar sin pen­ samiento alguno, podía hacer brotar espontáneamente la plétora de Ja verdad” * * . H egel , L ó g i c a , I. c., p. « Ibíd., p. 168. 4* B uentano, E l p o r v e n i r « (Madrid 1936), p. 51, 85

“¡Etcconozcamos que en H egel acabó el últim o gran sistem a de la filosofía” , dice muy certeram ente A lon so-F u eyo *s. Con él se^ han terminado por alhora las concepciones gigantescas del pensamiento racionalista, y todos los que vienen detrás no son m ás que extensio­ nes o derivaciones, o todo lo más nuevas aplicaciones, del evolucio­ nismo hegeliano. JEn prim er lugar, esas concepciones, tales com o las de K ie rk e gaard, Husserl, D ilthey, Sitmmel, Scheler, H eid egger, etc., no plan­ tean francam ente el problem a del origen inicial del mundo o de los seres existentes. O lo aceptan resuelto de H e g e l o soslayan la d ifi­ cultad. Sus principios se establecen con unas nociones que ellos lla­ man fundamentales, pero que todas necesitan elevarse al concepto superior del “ ser metafíisico” , sin el cual no se sale ni de la prim era página de Ja filosofía. Y se encuentran sin resolver la d isyu n tiva: o creación hecha por Dios o ser autom áticam ente salido de la nada. “E1 escamoteo del tem a de D ios— ’dice G onzález A lv a r e z — tiene que ser forzado para el existencialism o. Porque, en fin de cuentas, la existencia está pidiendo una fundam entación” D e m anera que e l problem a del origen del mundo está en l a filo ­ sofía actual en las m ism as o peores condiciones que en la filo so fía hegeliana. Siquiera H e g e l tuvo la audacia de plan tearlo y pretender darle solución, P e ro éstos, ni eso. E n todos ellos se v e e l mecanismo h egelian o inform ando y diri­ giendo esas nuevas 0 ¡!) concepciones. “E l ser ante ¡Dios” de K ie rk e gaard, en lo cual consiste la “ existencia” kierkegaardiana, no es o tra cosa que la auto conciencia del espíritu, que viene a sen tir la p rop ia dignidad; en H egel será optim ista, en K ierk eg a a rd (su en em igo) ha de ser derrotista o pesim ista; es la angustia del que se siente inca­ paz de infinitud. E n algo han de distinguirse, sino p a ra qué re p e tir sólo lo que han dicho los otros. P ero , con todo, no pasa de ser un evolucionismo esencialmente, hegeliano, con la particu laridad n eg a ­ tiva de d e ja r inexplicado e l problem a del origen del ser. L o m ism o ocurre con Bergson. P o d rá ser e l bergsonism o un evo­ lucionismo descendente, al revés del de H e g e l; y por cierto que, como una de sus ideas fundam entales, no deja de s e r un p la g io ; una escalera se b a ja lo m ism o que se sube. Y el devenir bergsoniano, el hacerse, el producirse duradero o perm anente, es algo que d eja sin explicación el problem a 'que nos interesa. “ Todo resu lta obscuro en la creación” , dice en la evolución crea triz; pero sin duda será más clara la explicación bergsoniana de que D ios es com o un centro de fu egos artificiales, de donde p a rten los mundos disparados com o cohetes 47 ; algo así com o un centro de acción sin subsistencia. ;L a cosa es clarísim a! S i la creación es de suyo obscura, B ergson la ha iluminado con fu egos artificiales. Y así, recorriendo la m a y o ría de estos filósofos, no se encuentran 85 88

16 4 . d e Ja f i l o s o f í a ,

puede el lector hacer un recorrido al través de los sistemas vítaIistas, o historicistas, o relativistas, etc., y verá que en el fondo todos s0n una repetición embozada, una renovación de esas ideas substan­ ciales, presentadas con un ropaje diferencial que es sólo cambio acci­ dental de fisonomía.

trad. Zubiri, «Rev. de Occ.»

S abino Alonso-F ueyo , D ios, A ngel G onzález A lvarez, E l

o t r a v e z , i.ft p. (Valencia 1946), p. 121. te m a d e D i o s e n la f i l o s o f í a c x i s í e n c i a l

(Cons. Sup. de Inv, Cient., Madrid 1945 ), c. 1 , p. 29 .

*T H. B ergson,

EvoL

c r e a tr .,

2.a ed., p. 269.

S50

I S T U O l j r c C l Ó X AL MI1KO IT LA C K M C I n N

ideas substancialm cnte fundam entales que no estén contenidas to­ talm ente en el evolucionismo hegeliano. Incluso llegando a H eid eg »€j al través del fenom enism o de Husserl, con precedentes en Mach y Erentano, nada encontramos substancialm enle original, nada que no esté contenido en los grandes sistemas evolucionistas precedentes Sobre todo por lo que se refiere al ccatenido de las ideas, aun cuando se vistan con com plejas nomenclaturas. E l concepto mismo de “ser” al que H e id e g g e r quiere depurar, es un cambio de nombre d é l a Idea principio y fin de todas las cosas, de H egel. Podrá concretar esé concepto y destinarlo sólo al ser que sabe sentir el ser, y decir qUe sólo él es existente; no o tra cosa decía H cgel cuando su Idea creatr iz se autoespiritualizaba y se bacía consciente. E l ser para la muerte, que es el ser para no ser, el ser para la nada, el ser agobiado por la angustia de su limitación, no es otra cosa que un descenso de la Id ea begeliana. E l creador de la evolución señala un camino de desarrollo al espíritu hasta alcanzar la 'plenitud; es una presentación op tim ista de la Id ea m anifestada en el hombre. H eid eggcr señala un camino al hom bre, que, envuelto en la desesperación de no poder abandonar sus lím ites, de no poder traspasar la propia finitud, se ve “ arrojado en' el m undo" para la nada de la muerte. H egel deja a l fespíritu absoluto que absorba en buena y festiva asimilación los lím ites o finitudes del ser tem poral y contingente; H eid egger ba de cam biar la idea m irando el panoram a desde la propia dimensión bu- , mana, p a ra decir que, cuando ésta desaparece, desaparece todo lo absoluto, desaparece e l ser, desaparece la existencia. E ntonces preguntam os: Y la existencia origin aria del ser imper­ fecto , del ser que aun no es, que aun no “ existe heideggerianam ente” , ¿quién la determ ina, cómo entra en la esfera de los “ inicialimente, . e x is te n te s "? ¿(Ha sidb creado? ¿ H a salido de la nada? N o queda ’ m ás que p la solución h egelian a o la solución cristiana, o de la nada eficiente o de 3a om nipotencia de Dios. “ N o podemos pensar— con­ fie s a Dilbhey-— cóm o de la unidad del mundo puede hacerse algo m ú ltip le; de lo eterno, algo variab le; lógicam ente, esto es incom­ pren sible" 48. M u y en boga está hoy esta filosofía existencialista; pero ello no indica m ás tque fa lt a de in icia tiva en el mundo intelectual. A l dejar abandonadas las soluciones tradicionales de los grandes problemas filosóficos del universo y de la vida, la ciencia contemporánea "se v a a las m ism as soluciones, pero dándoles un sentido contrario” . Querem os decir que la m ism a filosofía evolucionista, incluso la de H egel, nada tien e substancialm ente de original, si no es el aspecto n eg a tivo de la falsedad en que se envuelve. D ecíam os más arriba*» que, s i a los grandes sistem as contemporáneos les cambiásemos una sola pieza fundam ental, perderían toda su razón de ser, por la sen­ c illa razón do que, siendo consecuentes, habrían de desarrollarse y concluir exactam en te igu a l (en lo esencial) que en los sistemas tradicionales. Todo^ ellos coinciden en substituir a Dios, principio eficiente de todas las cosas y m oderador de nuestros conocimientos y deseos, p o r una cosa que unas veces se lla m a rá “ Id e a ", otras se lla m a rá el “ Y o puro", otras el “ A b solu to", otras el “ Incognoscible", otras el “ Inconsciente", otras la “ C ategoría del ideal", otras la “Ma*■ DlLTJÍfiY, o. s, ero marchan por una pista falsa. Los dos tienen un mismo punto [te partida. O rtega arranca del “ v iv ir ” , y H eid egger del "e x is tir” , uno ni otro se rem ontan a otra realidad superior. N o han querido 0 no han sabido reconocer que la vid a m ism a “ pide a voces otro ser” . El ser necesario, fundamento de sí mismo y de todos los demás con cretam en te

seres” CíEs decir, que, aun presumiendo de m etafísicos, no tienen pro­ piamente m etafísica, pues que tienen irresu elta la cuestión prim era y .fundamental del ser real. Ténganlo en cuenta los pertinaces conanncj nAnrH'mpnf/iq fíOnfcTiníll&S, Y terminemos y a este asunto previo. L a creación en sí m ism a es incomprensible para nosotros, es verdad; no vemos con evidencia directa la posibilidad intrínseca de ella. P ero más incomprensible es para nosotros que el mundo exista sin creación. Y menos evidente es la posibilidad intrínseca de un ser salido de la “ fecunda in efectividad” de la n a d a ¿Que todo es obscuro en tom o a la creación? M á s obscuro es que el mundo exista sin tener razón suficiente de e x isten cia Si es d ifícil comprender que e l mundo sale de la n ada por la acción de un agen te infinito, m ás d ifícil es tod avía que e l mundo salga de la nada sin agente ninguno. M ás ininteligible es, -en fin, que el mundo exista eternam ente in* causado, esto es, que ex ista un eterno contingente sin un etern ò' necesario, quo el qUe el mundo contingente te n g a la razón de ser en la eficiencia del ser eterno, necesario y omnipotente. H e aquí, pues, un lu gar en donde han de- con verger y de donde ■han de p a rtir todas las filosofías posibles. E s preciso que todas se encuentren aquí. Y m ientras no abandonen e l absurdo evid en te de la evolución creadora por la creación auténtica y genuina, que, aunque -obscura, es evidèntem ente necesaria, la filosofía pasará al segundo capítulo sin haber escrito e l prim ero.

G)

CÓMO DEBE PLANTEARSE E L PROBLEMA DE L A CREACIÓN

U n a cosa es preguntar si el múndo es creado de hecho, y o tra preguntar si es y cómo es posible la creación. Aunque un problem a entraña necesariam ente e l otro, creemos, sin em bargo, que la con­ fusión de los dos es causa de muchas im precisiones; porque, siendo evidente e l hecho de que el mundo es creado, se concluye con g r a ­ vísim a inexactitud que da creación en sí es tam bién evidente. H ay, pues, dos aspectos com pletam ente distintos. Y si se tom a el, uno por e l otro, h ay p e lig ro de que no se demuestre nada. L a dem ostración de que “ el mundo es creado de heoho” es de una evidencia incontrastable. Y la v ía p a ra dem ostrarlo es la evi­ dente necesidad de q u e sea creado p or el poder infinito de D ios. L a vía, pues, p a ra la dem ostración es com pletam ente “ indirecta” . Es decir, se dem uestra que el mundo es de hecho creado, porque de lo contrario se segu iría el absurdo.0 1 01 A lonso-F ueyo , Dios, otra vezJ ed. c., pp, 14 5 -46 . Cont. G c n t.

1

12

354

IN T R O D U C C IÓ N

AL

L IB R O

II

LA

Y esto es m uy fácil. P e ro ¿ se sigue de ahí que el concepto real y objetivo de creación sea una cosa evid en te? ¿D em uestra esto por vía de causa form al si es posible y cómo es posible la creación m ism a? E s como pregu n tar. en la hipótesis de que no ¡hubiera criaturas y que nuestra in teligen cia fu era espectadora neutral, ¿ podríamos dem ostrar la posibilidad de la creación aun a base del poder infinito de Dios? ¿D iríam os " a p rio ri” que la om nipotencia divina puede sacar cosas de ¡la n a d a ? S i la creación es un acto divino 'que supera toda inteligencia creada, hemos de responder que es imposible. Es decir, de ningún modo podríam os entrever o deducir la posibilidad. ¿Entonces? P u es que correspondiendo, pues, a los dos aspectos antedichos h a y dos cuestiones distintas que resolver, porque las dos tienen muy distintas y desiguales razones: Prim era, ¿cóm o ha tenido principio el m undo? Y se responde: P o r creación. Prueba: Porque de ¡lo con­ tra rio se segu iría el absurdo. Segundo, ¿ la creación es posible? Se responde provisionalmente que sí. P e r o ¿cóm o se dem uestra? Y he aquí el problem a obscuro difícil, m isterioso, de la creación “ ex nihilo” . ’ N o puede escudarse en la afirm ación “a p riori” de la posibilidad p or razón de la om nipotencia divina, porque sería una respuesta que no ven cería en m an era alguna la violencia que hace a la razón el paso on tològico de la nada a la existencia. E s decir, el problema quedaría u lteriorm en te planteado así: “Dem uéstrese que la omni­ p oten cia-divin a puede crear de la nada” . Sino que la respuesta habrá dé ser: L a creación es posible porque “ de h e d ió vem os que el mundo es creado” . Y si es un hecho, no cabe discutir la posibilidad. L o s hechos se imponen porque se intuyen; no se discuten. Y una v e z dem ostrada la posibilidad de la creación por ¡La e v i­ dencia del hecho de que el mundo ha tenido principio por creación, “entonees es cuando nos vem os obligados a apelar a la omnipotencia d ivin a” . Y éste es el camino "que sigu e Santo Tom ás tanto en la “ Summa contra G entes” com o en la “ T eo ló g ica ” . V eam os los dos de cerca.

H)

Se

d em uestra

que

el

mundo

ha

s id o

creado

po r

D io s ,

PORQUE DE LO. CONTRARIO SE SEGUIRÍA E L ABSURDO

✓ Resum irem os en pocas palabras los diversos argum entos que el le c to r podrá v e r en el te x to cc y en otros lugares del santo Doctor, principalm ente en l a “ S u m m a T h e o l o g i c a ” e n la s “ S e n te n ­ cias” 07, en “ D e p o te n tia " os, etc, ■El mundo (tod o lo que llam am os criatu ras) es un ser contin­ gente, lim itado, participado, im perfecto, que no tiene en sí la nece­ sidad ni la explicación de tsu existir. Y com o el ser que es de esta m anera n ecesita ser causado totalm ente (en tod a su entidad) por el ** Of. Contra Gentiles, ce, 15 al 30 del 1. 2 . ” Cf. Suin. Theol., qq. 44 y 4 5 . Cf. Sen l., 1. 1 , qq. 1 y 2 . *• Cf, De potentia, q. 3 ,

C R E A C IÓ N

355

ente infinito, perfecto, y que es ser por esencia, de ahí que el mundo es causado totalm ente por el Ser Infinito; o lo que es lo m ism o; es creado de la nada por Dios. ©1 argum ento puede reducirse en conjunto al concepto de con­ tingencia, E l mundo es contingente. L o contingente ha de ser ne­ cesariamente creado de la nada. Lu ego el mundo es creado de la 11 P o r su carácter contingente, el mundo no tiene necesidad de existir, no tiene explicación en s í o causa suficiente de su realidad; esto es, que de suyo tanto puede existir como dejar de tener exis­ tencia. Luego, si no tiene razón de ser en sí, la tiene en o tro que ha de ser infinito, ilim itado, ser por esencia, omnipotente, etc., etc. Si no lo fuera, éste a su v e z requeriría ten er explicación en otro, y así sucesivamente hasta llega r al ser necesario/ L a argumentación, pues, es com pletam ente indirecta; es decir, porque se segu iría el absurdo de que el mundo serla autocreado, se habría dado el ser a sí mismo, existiría de la nada sin causalidad, etc. L a im portancia de esta demostración es tal, que viene a ser la misma prueba de la existencia de D ios por la contingencia de los seres, o la existencia de Dios v is ta en e l salto que da la razón desde la contingencia del mundo a la trascendencia de la causa­ lidad infinita. H e aquí más en detalle. Los principales argum entos de la dem ostración indirecta, que es la funda] 14ental dem ostración L ° Todo lo que tien e posibilidad de ser y no ser tiene necesa­ riamente una causa (puesto que él es de suyo indiferente p a ra ser o no ser y necesita que alguien le determ ine a la ex isten cia ). E s así que el mundo, o todo ser finito, tiene de suyo la posibilidad, de ser o no ser (es indiferente p a ra la existen cia). L u eg o e l mundo tiene una causa de su ser 00, 2. ® Todo lo que es ser por participación h a de ser causado por el ser que es ser por esencia. E s asi que el mundo (to d o lo que no es D ios) es ser por participación. Lu ego es causado por e l ser que 10 es por esencia 70. (Eli m ism o argumento, desde e l punto de v is ta del C reador: A q u el ser que es por esencia, es causa de todos aquellos otros seres que son tales por participación. E s asi que D ios es ser p or su m ism a esencia y todo lo que no es D ios es ser por participación (porque el ser por esencia ha de ser necesariam ente ú n ico). L u ego D ios es causa to ta l de todos los seres que no son D io s t i . 3. ° A s i como los efectos determ inados y específicos se reducen a las causas propias, -asi tam bién lo que es común en los efectos debe ser reducido o atribuido a alguna causa común. E s asi que lo m ás común -en todos los efectos es e l “ ser” . L u e g o debe haber una causa sobre todas las causas a la cual sea propio dar el “ ser” a las cosas. Y ésta no puede ser o tr a m ás que D ios (com o se de­ m uestra por tantas otras razon es) 72 .6 2 *7 9

69 Cont, GenL, 1. 2 , c. 1 5 , rat. 5 . ro 1 , q. 44 , a. 1 c. n Cont. Gent,, 1. 2 , c. 1 5 , rats. 4 et 5 . 72 i, q. 45 , a. 5 ; Cont, Gent,, 1. 3 , c. ai, rat. 3 .

356

IN T R O D U C C IÓ N

AL

MURO

ÌA

II

4. ° Todo lo im p erfecto proviene de lo perfecto, como el calor del fu ego. E s así que Dios os el ser perfectísim o. Luego todos los seres im perfectos provienen de Dios. E s así que todas las cosas que no son D ios son im perfectas. Lu ego el mundo proviene de Dios 73, 5. ° E l mundo, como obra de Dios, o está hecho por él de la nada o de algo preexistente. Si de la nada, tenemos la creación. Si de a lgo preexistente, entonces se plantea de nuevo: o eso pre­ existen te fu é precausado por D ios (y tornamos a la creación) o de o tro preexistente; y así de modo indefinido. E s así que no podemos contar con una serie infinita de causas^naturales. Lu ego el mundo es creado de la nada por Dios t i . P o r lo tanto, e l mundo necesita un hacedor, no sólo en cuanto a su ornato y a su gobierno, sino en cuanto a su intrínseco ser. “L a existencia está pidiendo una fundam entación” 75 , L a no necesidad que m u estra e l mundo lle v a impulsada a la razón a l descubrimiento de la causa creadora. E s v ía que no puede eludirse; igual que una pendiente, que, una v e z iniciada, (hay que consumar su camino hasta el fin. “ L a naturaleza— -dice P ascal— tiene perfecciones, para mos­ tra r que es la im agen de Dios, y defectos, para (hacer v e r que no es m ás que la im agen de D ios’' 7G. E xiste el mundo eventual, lim i­ tado, participado, im perfecto, contingente. Lu ego existe el ser ne­ cesario.

I)

’E

l

r a c io n a lism o

fren te

a

esta s

pru ebas

E l camino que siguen los anticraacionistas es com pletam ente al revés del que (hemos expuesto, y, claro está, se concluye mal. N o s­ otros -demostramos o deducimos la posibilidad de la- creación por el hecho m ism o de ella, que es evidente. Ellos, viendo que el con­ cepto o esencia de creación es obscura, m isteriosa e incomprensible, deducen que e l mundo no es creado de la nada, sino que él a sí m ism o vien e &, darse el ser. Tam bién se les o fre c e la dificultad de la contingencia, pero in­ tentan d eb ilitar la fo rta le z a de la argum entación tradicional cortando el cam ino re a l que conduce de la contingencia al ser necesario. “ Y o dem ostraré— dice, por ejem plo, K a n t— ique la razón no avanza un solo paso tom ando uno u otro camino, y a se conduzca por la v ía em pírica o por la trascendental, y que es inú til que despliegue sus alas p a ra elevarse m ás allá del mundo sensible p or el sim ple im ­ pulso de la especulación” 77. Todo es efecto del punto de v is ta de sus teorías agnósticas. E l no adm ite que la razón pueda pasar de lo em pírico a lo trascenden­ tal, y, claro, el salto de lo contingente a lo -necesario le parece inade­ cuado e im proceden te; e l térm ino de la argum entación no puede ser sino un sim ple concepto. “Si quiero in ferir una causa com pleta-

7* Cont. G e n i 1. 2 , c. 1 5 , rat. 7i Conl. Gent.j 1. 2 , e. 10 , rat. 16 A. G onzalez A lvarez, o. c ., í# P ascal , Pensées sur la ver.

7.

1. p. 28. de ¡a R elig. or., 11 . 580 , t. 1 (París 1925)1

p. 2 3 1 . M, K ant , Crítica de la razón pura , t. 2 , 1. 2 , c.,3; sec. 3 , p. 2 1 7 .

C R E A C IÓ N

357

niente distinta del mundo, ésta no será más que un juicio de la razón simplemente especulativo, pues que el objeto no es aquí un objeto de la experiencia posible, P e ro entonces el principio de cau­ salidad, que no tiene valor más que en el campo de las experiencias y que fu era de este esmpo no tiene ni uso ni significación, será enteramente separado de su propio fin” 7 a. K an t ha analizado la prueba ontològica de la existencia de Dios y acusa a la cosm ológica (tercera v ía tom ista) del mismo defecto de sacar una realidad existente sólo de un concepto. “ Se introducé, pues, este últim o (se refiere al argum ento on tològico) en la prueba cosmológica, a la que se le hace servir de fundamento, cuando pre­ cisamente se había querido evita rlo” 70. L a m ism a acusación hace al argum ento por el “ orden del mundo” , del cual hace grandes ¡alabanzas a pesar de no concederle va lo r metafisico. “A firm o, pues, que esta pnteba fis i co-teológica (quinta vía tom ista) no puede por si sola dem ostrar la existencia de un ser supremo, y que, por consecuencia, debe dejar al argum ento on­ tològico, al que sirve solam ente de introducción, el encargo de llenar esta laguna...” 60^ “ L a prueba físico-teológica se encuentra interrum ­ pida en su empresa (dice poco m ás abajo), y para salvarse se apoya en la prueba cosm ológica; pero esta últim a no es más que una prueba ontològica” «i. * Desde luego, y a pesar de -todas estas negativas, no puede él lle ­ gar a substraerse totalm ente a la ©videncia que entraña la con­ tingencia del mundo y su relación necesaria con una causa trascen­ dente. Se empeñará en no concederle va lo r ontològico, pero no deja de poner al manifiesto una v e z más sus deplorables inconsecuencias. “ Cuando digo que estamos obligados— dice en los “ P rolegóm en os” — a considerar el mundo como si fu era la obra de Una in teligen cia y de una voluntad suprema, no digo en realidad m ás que una cosa: que la relación quo existe entre un reloj, un navio, un regim ien to y un relojero, un constructor y un coronel, “ es la m ism a que existe entre el mundo sensible” (o todo lo que compone el fundam ento de este conjunto de fenóm enos) “ y el desconocido, que no conozco, por consecuencia* en sí mismo, pero que -conozco, sin em bargo, con res­ pecto a m i y con respecto al mundo de ique fo rm o p a rte” P ero y a se sabe: ¡si los principios de la filo so fía kantiana son precisamente esto í: una im posibilidad invencible p a ra conocer nada que trascienda les percepciones empíricas. Como s i nosotros nece­ sitásemos ver al relojero (replicando eon sus mismos ejem plos) para saber con toda certidumbre, por v ía de causalidad eficiente, que es el autor del reloj experim entado. P o r lo demás, lo que no llegó a adm itir en la “ C rítica de la razón pura” , y casi casi se a trevió a reconocer en los “P r o le g ó ­ menos", viene a rendirse ante la 'Ttazón p ráctica” , no sin antes hacer* constar que sólo lo adm ite com o exigencia de un postulado: “A sí, pues, la causa suprema de la naturaleza, en cuanto a ella ha de ser presupuesta para el supremo bien, es un ser que por “ razón ” 78 70 80 8*

Ibíd., Ibíd., Ibíd., Ibíd.,

sec. sec. sec. sec.

7, 5, 6, 6,

p. p. p, p.

245 . 227 . 23 S. 2 4 1.

aï M, K ant, Proícgdiíioios a toda meta/ísha juhna, § 57, conci.

35S

IN T R O D U C C IÓ N

AL

L IB R O

II LA

y ‘V olu ntad 0 (su braya é l) es causa, y por consiguiente el autor, de la naturaleza; es decir, D ios” sn. Queda, pues, pendiente p ara toda filosofía antícreacionísta el siguiente dilem a: o el mundo es contingente o no lo es. Si es con­ tingente, requiere un ser necesario que dé razón de su existencia. Si no es contingente, tenemos el absurdo de un mundo limitado, po­ tencial, participado, imperfecto..., que tiene el ser por esencia, que se h a dado el ser a sí mismo, que, en una .palabra, es un cúmulo de absurdos v delirantes contradiccinnps

C R E A C IÓ N

359

tal extrínseca, había de ser digna de él. Y y a que no podía ser de carácter finito por el ténmíno “ ad quem” , que es la criatura, había de tener carácter infinito por parte de la acción, que es del m ism o Dios, De este modo queda prevenida la aparente dificultad de la crea­ ción "e x nihilo” , pues que contamos con un agente infinito en el ser y en ^ operación. "E cce Deus magnus vícens scientiam nostram” 8S* Definición de creación

J) POR

S e DEMUESTRA LA POSIBILIDAD ONTOLÒGICA DE LA CREACIÓN

LA

OMNIPOTENCIA DIVINA DESPUÉS DEL HECHO EVIDENTE DE QUE EL MUNDO ES CREADO

E s ta era la d ifíc il prueba, que ven dría y a a hacerse relativa­ m ente fá c il una v e z propuesta a la exigencia que m uestra el mundo de haber sido creado por Dios. S e tra ta y a sólo de asesorarnos m etafísieam ente. Es decir, qué, viéndose ob ligad a la razón a reconocer que^Dios es el autor absoluto del mundo, la m ism a razón humana se refu g ia en l a ' infinitud de la om nipotencia divina, ique “ a posterior!” le proporciona una incon­ tro v e rtib le dem ostración. N o v a ld ría apelar " a prior i” a la omnipotencia de Dios, como ya hem os demostrado, .porque la cuestión quedaría planteada en este o tro terreno, preguntándose: P e ro ¿es que puede crear la omnipo­ ten cia ? P orqu e y a se sa'be que hay, eos as que no caen bajo la omnipo­ tencia divina, no porque indiquen superioridad o porque manifiesten lim itación de poder en D ios infinito, sino porque de suyo implican contradicción. O com o suele decirse en térm inos escolares: D ios no lo puede h acer porque no puede ser hecho. “ lin d e convenientius dicitu r quod ea non possunt fien , quam qúod Deus ea non possit fa ­ ceré” a*: S i D ios p u d ie ra 're a liza r lo intrínsecam ente im posible,. serla un argu m ento contra su propia om nipotencia so. A h o ra bien, ¿ca e la creación h a jo la om nipotencia divina? ^ Podem os responder prim eram ente con las palabras de la Sagrada E scritu ra que aduce Santo Tom ás en el prim er lib ro: “H e aquí al D ios grande, que supera toda nuestra ciencia” so. Y añadir las que allí m ism o dice de p or sí e l santo D octor: “ SI tan to desconocem os de las cosas sensibles, que nos son tan fa m i­ liares p or el contacto de los .propios sentidos, mucho menos podre­ m os conocer de Dios, que tan sobre nosotros está p or su excelentí­ sim a substancia” 87. D iga m os tam b ién que D ios tiene dos operaciones fundamentales, y las dos de insondable fecundidad. L a prim era es intrínseca a su ser y a su vid a: el m isterio de las tres Personas. L a segunda se ex­ trínseca a su ser; la .creación. Y ésta, que era la operación fundamen•* M, K ant , Crítica de la razón práctica, p, i.a, 1. 2 , c. 2 , § 5 , ed. c., P* 237L q- 25 > a. 3 c. IS Cf. Con. G e n i 1. 2 , c. 22 y 25 ; Sum. Theol ., 1 , q. 2j. ** Iob 36, 26 . um,quQ Quietimi " potencia divina sin que se hallen en automi eorum quao (potest facer la naturaleza. Es así que quien, de quaedam facit et nuaedam non en tre las cosas que puede hacer, hace facit, aglfc .per elccfcionem volu». unas y otras no, obra por elección v o ­ tatis, et non per necessitate»! luntaria y -n o p o r necesidad natural. naturo©. Deus igitur non agit per L u e g o ¡Dios no obra por necesidad de necessitatemi naturae, sed per voluntatem. nafcuraüeza, sino por voluntad. Item. Unumquodquo «gens hoc T od o agènte obra ajustándose a la modo agii secundum quod simili, sem ejanza de ila obra que tien e en sí tudo fact! est in ipso; omne enbn mismo, pues todo agente obra algo agens agit sibi simile. Omne au» sem ejan te a él. P e ro todo lo que está temi quodj est in altero, est in co en otro está en él según el m odo de per modum eius in quo est. Cuin ser de éste. Lu ego, siendo ¡Dios esen­ igitur Deus sit per essentiam sua#» cialm en te in teligen te, según se ha intolligcns, ut supra raescribitur ei tempus; non enim solum ars determinat ut hoc tale sit, sed nt tune sit; sícut metllcus ut tone potio tur, Unde, si eius velle per so esset cfflcax ad effectum produ. centlum, sequeretur de novo ef. fcctus ab antiqua volúntate, mil­ la actione de novo existente. Nihll igitur prohibel dicere actionem Del ab aeterno fnlsse, effectuni autem non ab aeterno, sed tune cum ab aeterno disposult. E x quo etiam patet quod, etsi Deus sit su flio le n s c a u s a pro. ductionis rerum in esse, non ta­ ’ E s to eviden cia tam bién que, aun- rnen oportet quod eius effectus que D ios sea la causa* suficiente de aeternus ponátur, eo existente la producción de las cosas en el ser, acterno: ut "tertia" ratío concíusin em b argo no es necesario que se debat. Poslta enim causa suffisu ponga su e fe c to com o eterno, por el hecho d é que E l sea eterno, según cienti, ponltur eius eífectus, non concluía la “ razón tercera ” . E n efec- autem eífectus extraneus a cauto : pu esta la causa suficiente, se si­ sa: hoc enim ess et ex insufficien. gu e su efecto, m as no un efecto ex­ ti a causae, ac si calidum non catrañ o a ella, pues esto sería p o r in­ Iefacerct. Ptoprius autem effec­ su ficien cia de la causa, com o s i lo tus voluntatis est ut sit hoc quod cálido no calentase. P e r o efecto p ro ­ voluntas vult; si autem aliqnid p io de la volu n tad es que exista lo aliud esset quain voluntas vclit, que e lla qu iere; porqu e si existiese algu n a o tra cosa de lo que la volun­ non poneretur e ffe c tu s proprlus tad quiere, no se consideraría efec­ causae, seti alienus ab ea. Vo­ to p ro p io d e ta l causa, sino ajeno a luntas autem, ut dictum est, sicella. Y bien, la voluntad, según se ut vu lt hoc esse tale, ita vult h a dicho, a s í com o qu iere que esto hoc esse tunc. Unde non opors e a tal, así qu iere que esto exista tot, ad hoc quod voluntas sit suten ta l m om ento. D e donde, p a ra que la volu n ta d sea causa suficiente, no fìcicns .causa, quod effectus sit se requ iere que e l e fe c to exista quando voluntas est, sed quando cuando existe el acto voluntario, voluntas effcctum esse disponi!, sino cuando la volu n tad dispone que In his autem quae a causa nae x is ta el efecto. C ierta m en te que en turaliter agente ¡procedunt, seous las cosas qUe' proceden de una causa agen te natu ral ocu rre de m anera dis­ est: quia actio naturae est se­ tinta, porque la acción natu ral co­ cundum quod ipsa est; unde ad rresponde a su m odo de s e r; de don­ esse causae sequi oportet effcc­ de a la existen cia de la causa sigue tum. Voluntas autem agii, noa n ecesariam en te el efecto. M as la v o ­ secundum modum sui esse, sed luntad obra, no en con form idad con su ser, sino atendiendo a su propósi­ secundum modum sui propositi; to. Y p or esto, así com o e l efecto E t ideo, sicut effectus naturalis *

2 , C A P Í T U L O 35

457

sequitnr esse agentis, sí del agente natural sigue a la exis­ sjt suffleiens, ita effectus agen­ tencia d el agente, si es suficiente, tis Pcr voluntatem sequitur mo­ así el efecto del agente volu n tario sigue al m odo de ser de lo que se ha 1 dum propositi. Ex his eliam patet quod divi­ propuesto. Con esto queda tam bién claro que d e voluntatis non retardatur ef­ fectus, quamvis non semper lue- no se retra sa el efecto de la divina rlt, volúntate existente: ut “quar­ voluntad aunque no h a ya existido to ratio supponebat, Nam sub siempre, y si haya existido siem pre volúntate divina cadit non solum la voluntad, según suponía la “ ra­ quod eius effectus sit, sed quod zón cuarta” . P orqu e cae b ajo la v o ­ tunc sit. Hoc igitur volitum quod luntad divin a no sólo que ex ista su est tunc creaturam esse, non re­ efecto, sino que exista cuando sea. tardatur: quía tunc incoepit erca- Lu ego el querer consistente en que tura esse quando Deus ab aeter­ la criatu ra e x is ta en t a l m om ento no se retrasa, porque la cria tu ra co­ no disposuit. Non est autem ante totius crea- m ienza a ex is tir en el in stan te que turac inchoationem divcrsltatem Dios dispuso desde la etem id ad . nliquam partium alieuius duratio­ P o r o tra parte, no se puede adm i­ ns accipere: ut in "quinta” ra- tir diversidad alguna de p a rtes en tionc su ppon ebatu r. Nam nihil ninguna d a s e de duración antes del mensuram non habet nec dura­ com ienzo de todas las criaturas, co­ tionem. Del autem duratio, quae mo se suponía en la "q u in ta ra zón ” . pst aeternitas, non habet partes, P orqu e la nada no tiene m edida n i sed est simplex omnino, non ha­ duración, y la duración de D io s, que es la eternidad, no tien e partes, sino ben» p riu s et p o s te riu s, cum que es absolutam ente sim ple, n o te ­ .Deus sit immobilis: ut in Primo niendo antes n i después, p o r ser D io s (c. 15) ostensum est. [Non est igi­ inm óvil, según se probó en e l lib r o tur comparare inchoationem to­ prim ero (c. 15). L u e g o no se puede tius creatarae ad aliqua diversa com parar el com ienzo de to d a c ria ­ signata in aliqua praeexistente tu ra con el de algunas que se en­ mensura, ad quae inltium creatu- cuentran y a b a jo alguna m edida p re­ rarum similiter vcl dissimillter sc existente, creyendo que h a de h ab er posslt habere, ut oporteat ratio- una razón que determ ina a l a gen te nem esse apud agentem quare in a la producción de la cria tu ra ;n el ser en un m om ento determ inado de hoc slgnato illius durationis crea­ ta l duración, y no en o tro preceden te turam in esse produxerit, et non o siguiente, pues resp ecto a ellas, el in alio praecedenti vel sequent!. principio de las criatu ras en su to ­ Quae quidem ratio requireretnr ta lid a d puede conducirse de m an era si aliqua duratio in partes dlvl- sem ejan te o distinta. H ab ría, cier­ síbilis esset praeter totam crea­ tam ente, m otivo p a ra in d agar ta l ra ­ turam productam: sicut accidlt in zón si existiese alguna duración d i­ partlcularibus agentibus, a qui- visib le en p artes an tes de ser p ro­ bus producitur effectus in tem­ ducida criatu ra alguna, com o acon­ pore, non autem ipsum tempus. tece en algunos agen tes p articu la­ res, p or los que es producido el efec­ »ews autem slmul in esse produ­ to en el tiem po, m as no e l tiem p o c t et creaturam et tempus. Non mismo. P e ro D ios produ jo a la v e z est ig itu r r a tio quare nunc et en el s e r l a cria tu ra y el tiem po. N o hon prius in hoc consi deranda: hay, p or tanto, en esto razón alguna sed soluim quare non semper. Sic­ que nos m u eva a pensar por qué aho­ ht per simile in loco apparet. ra y no antes, sino p o r qué no siem affentis

45S

SUMA

CONTRA

LOS

G E N T IL E S L IB R O

pre. Caso m uy parecido a éste es el que nos o frece el lugar, pues los cuerpos particulares, así como son producidos en un tiem po d eterm i­ nado, asi tam bién lo son en un de­ term inado lu g a r; y como tienen fu e­ ra de s i al tiem po y a l lu ga r que lo s contienen, es natural que haya una razón que explique su produc­ c ió n en este lu g a r y tiem po en v e z .de en o tro s; pero si se tra ta del fir­ m am en to entero, fu era del cual no h a y lu g a r y con el cual se produce el lu g a r universal de todas las cosas, ,no^ h a y razón p ara pensar por qué fu é puesto aquí y, no a llí; razón por la que algunos, que creían que se había de tener en cuenta, cayeron en el erro r de ad m itir e l infinito en los cuerpos. D e l m ism o modo, pues, en la producción de la totalid ad de las criatu ras, fu e ra de la cual no h ay 'tiempo,- y con la cual es producido ;a; la v e z el tiem po, no sé ha dé pres­ t a r Óídos a la' cuestión por qué es [ahora- y no antes, que pretende cons­ tre ñ irn o s p or este cam ino a conce­ der' la infinitud del tiem po; sino que sólo se ha de considerar por qué no siem pre o por qué después del no-ser * o con algú n principio. M

P a r a buscar esto, la "ra zó n sex­ ta ” acudía al fin, el único que puede .s e r causa de necesidad en los agen ­ t e s que obran volu ntariam ente. P e ro e l fin dé la volu n tad divin a no puede s e r otro que sú bondad, pues no obra , m o vid a p or el. fin que h a de ser producido en el ser, como el artífice .obra p a ra rem a ta r su obra, p or ser su bondad etern a e inm utable, tan to que nada puede acrecentarla. A d e m á s , tam poco se p od ría decir que Dios o b ra p o r su m ejoram iento, ni ta m ­ poco obra p a ra ad qu irir este fin para sí, com o e l r e y p elea p ara conquis­ ta r la ciudad, pues E l es su propia bondad. F o rzo so es concluir, por tan ­ to, que ob ra por e l fin en cuanto produce el e fe c to a m odo de p a rti­ cipación del fin. A l producir así las eos as p or e l fin , tenem os en con­ secuencia que la disposición u n ifor­ m e que tiene el fin respecto,al.P-gente

Particularia enim corpora, sicut in tempore determinato, ita et in toco determinato producuntur; et quia habent extra se tempus et iocum, a qui bus continentur oportet esse rationem quarc magis in hoc loco et in hoc tempore producuntur quam in alio: in toto autem caelo, extra quod non est locus, et cum quo universalis locus omnium producìtur, non est ratio consideranda quare hie et non ibi constitutum est; quani rationem quia quidam conslderandam putabant, dccidcrunt in errorem, ut ponerent Infinitum in corporlbus. E t similiter in pro. ductione totius creaturae, extra quam non est tempus, et cum qua simul tempus producitur, non est attendenda ratio quarc nunc et non prius, ut per hoe ducamur ad concedendam temporls inflnltatem: sed solum quare non semper, vel quarc post non esse, vel cum allqno principio. Ad hoc autem inquirendum, “ sexta” ratio inducebatur ex par­ te finis, qui solus inducere potest necessltatem in Ills quae voluntato aguntur. Finis autem divi­ na e voluntatis non potest esse nisi eius bonitas. 'Non autem agit propter hunc flnem producendum la esse, slcut artlfex agit prop­ ter constltutlonem. a r t if ic ia t i : cum bonitas eius sit aeterna et immutabllis, ita quod el nihil ac­ crescere potest. Nec etiam posset dici quod propter eius melioratlonem Deus agat. Nec etiam agit propter hunc finem acquirendum sibl slcut rex pugnat lit * f* acquirat civitatem: Ipse enim est sua bonitas. Bestat Igltur quod agat propter finem inquantum effectum producit ad paxticipatlonem finis. In producendo igltur res sic propter finem, uniformi» habltudo finis ad agentom non est consideranda ut ratio operls * * * 4

*

f

»

p

i



2 , C A P ÍT U L O 35

sempiterni; sed magis est atten­ denda habitudo finis ad effectum qui fit propter finem; ut taliter producatur effectus qualiter convenientius ordine tur ad finem. Undo per hoc quod finis uniformlter so habet ad agentem, non potest concludi quod effectus sit sempiternus. Nec est neccssarium effectum divlnum semper fuisse, propter boo