Relaciones Internacionales Situacion Global en El Siglo XXI - OCR PDF [PDF]

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RELACIONES INTERNACIONALES Situación global en ei siglo XXI Cuarta edición

Frederic S. Pearson J. Martín Rochester Traducción

RODRIGO JARAMILLO ARANGO Economista Universidad Nacional de Colombia Máster en economía Western Michigan University Kalamazoo, Michigan

Revisión técnica

JAUME VIDAL CASANOVA Licenciado en Ciencias Políticas Universidad Autónoma de Barcelona Profesor de Relaciones Internacionales Universidad Nacional de Colombia

MÉXICO ® BOGOTÁ • BUENOS AIRES • CARACAS • GUATEMALA LISBOA • MADRID • NUEVA YORK • SAN JUAN • SANTIAGO AUCKLAND « LONDRES » MILÁN • MONTREAL • NUEVA DELHI SAN FRANCISCO • SINGAPUR • ST. LOUIS • SIDNEY • TORONJO

CAPÍTULO

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Estudio de las relaciones internacionales, o manejando el mundo

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INTRODUCCIÓN

lega de nuevo el fin del siglo, fin de siécle. Este momento es generalmente motivo de celebración, recibido con mucha pompa y fanfarria. También es una ocasión para un análisis serio y una reflexión profunda acerca de la condición humana. En cada siglo es posible identificar eventos que prácticamente lo definen. La primera parte del siglo que ahora termina estuvo marcada por dos guerras mundiales; la segunda parte por una lucha geopolítica global que se denominó la guerra fría. ¿Qué se espera para el próximo siglo? Un viejo proverbio rumano dice: "Siempre es difícil predecir cualquier cosa, especial­ mente el futuro"1. Como prueba de lo anterior, basta con mirar los eventos que han trans­ currido desde los últimos años de la década de los 80. Pocos, si es que algún observador pudo hacerlo, pueden reclamar para sí el haber anticipado el fin de la guerra fría en forma tan abrupta y pacífica como en efecto sucedió2. El 26 de septiembre de 1988, el entonces presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, habló en la Asamblea General de las Naciones Unidas en una de sus últimas intervenciones en ese foro, y confesó su sorpresa al expresar que "un cambio está causando una inmensa sorpresa a cada uno de nosotros: la perspectiva de una nueva era de paz mundial"3. El señor Reagan, quien en los primeros años de su administración había abanderado una cruzada contra el comunismo y había denominado a la Unión Soviética como el "imperio del demonio", se refería a los sorpren­ dentes cambios que estaban ocurriendo en este país, en Europa Oriental y en muchas otras partes, cuando los regímenes no democráticos estaban experimentando las presio­ nes de la liberalización del sistema político y prácticamente "estallaba" la paz en varias partes del mundo. Sin embargo, eventos más dramáticos estaban por venir. El muro de Berlín, que desde 1961 había constituido un símbolo de la lucha ideológica entre Oriente y Occidente, posterior a la segunda guerra mundial, comenzó a derribarse en noviembre de 1989 cuando el gobierno comunista de Alemania Oriental permitió a sus ciudadanos cruzar a Alemania Occidental y comenzaron las conversaciones de reunificación que con­ dujeron posteriormente a la restauración de un único Estado alemán. En diciembre de 1989, durante un torbellino de discusiones diplomáticas, el ministro de relaciones exte­ riores de la Unión Soviética, Eduard Shevardnadze, realizó la primera visita de un minis­ tro del bloque soviético a las oficinas de la Alianza Occidental en Bruselas y anunció que la Unión Soviética buscaría hacerse parte de "una casa común europea". Justo antes de celebrarse el año nuevo de 1990, que sería el presagio de lo que vendría en esta década, el coro del Ejército Rojo soviético se presentó en el salón de gala del Kennedy Center en la ciudad de Washington, en una ceremonia para honrar a varios norteamericanos por su desempeño artístico. En un gran final, el presidente de los Estados Unidos y una multitud de dignatarios escucharon la interpretación del himno "Dios salve a América". El mismo presidente Bush proclamó un "nuevo orden mundial" en el cual, al fin de su mandato, la Unión Soviética ya no existiría; se habría desmembrado y sería reemplazada por un con­ junto de nuevas entidades en el mapa del mundo. Años después, en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas el 27 de septiembre de 1993, el presidente Bill Clinton intentó capturar el ambiente propio del cambio de milenio en la era de la posguerra fría, así:

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Es claro que vivimos en un punto de cambios fundamentales en la historia de la humanidad. Situaciones de gran importancia y de gran perspectiva nos refrescan to­ dos los días. La guerra fría ha terminado. El mundo ya no está dividido en dos campos armados y enemigos. Han nacido para el mundo docenas de nuevas democracias. Es un momento de milagros. Vemos al señor Nelson Mándela parado al lado del presidente De Klerk, proclamando y anunciando la fecha de la primera elección no racial en la república sudafricana. Vemos al mismo tiempo en Rusia, a su primer presidente electo mediante el voto popular, el señor Boris Yeltsin, conduciendo a su país por una osada ruta hacia la democracia. Hemos visto cómo se superan décadas de total aislamiento en el Medio Oriente, cuando el Primer Ministro de Israel y el

ESTUDIO DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES

portavoz de la Organización para la Liberación de Palestina dejan atrás las enemista­ des y suspicacias del pasado y se dan un fuerte apretón de manos, produciendo el alborozo del mundo entero con la esperanza de la paz4.

Tal como la humanidad sigue su curso a lo largo de la última década del siglo XX, es necesario ser cautelosos en interpretar estos eventos como la señal de una "nueva era de paz mundial". La historia se llenó de pronunciamientos similares que probaron ser pre­ maturos, incluidos algunos al principio de este siglo, como el que se hizo en vísperas de la primera guerra mundial cuando en 1910, en el libro titulado The Great Illusion, Norman Angelí proclamó que la guerra se había convertido en una reliquia del pasado, toda vez que ésta no era benéfica ni aun para los ganadores5. Algo similar sucedió posteriormente, antes de iniciarse la segunda guerra mundial, cuando en 1938 el primer ministro británi­ co Neville Chamberlain regresó a Londres de una reunión con Adolfo Hitler en Munich, asegurándole al mundo que vendría "paz en nuestro tiempo"0. Los sucesos que produjeron tanta euforia a principios de la década de los 90, constituían desarrollos muy frágiles, sujetos a ser reversados o a que evolucionaran en forma tal que pudieran reemplazar el orden de la posguerra de la segunda guerra mundial enraizado en la rivalidad norteameri­ cano-soviética, por un orden económico internacional aún más inestable. En efecto, el aterrador recordatorio de la naturaleza fugaz de la paz fue la invasión iraquí a su vecino Kuwait en agosto de 1990, cuando más de 500.000 soldados norteamericanos, simultá­ neamente con fuerzas de diversos países miembros de la coalición aliada, fueron despa­ chados al Medio Oriente para castigar la "agresión descarnada" y al mismo tiempo con el propósito de proteger los intereses petroleros de los Estados Unidos y de sus aliados. Otro recordatorio lo constituyeron las noticias de primera página de la prensa y de la televisión reportando lo que parecía ser un creciente número de conflictos menores, predominante­ mente de carácter etnopolítico, que tenían lugar en la antigua Yugoslavia y en otros sitios alrededor del mundo. A media que progresaba la década de los 90, algunos observadores denominaban el nuevo orden mundial como el "nuevo desorden mundial"7. En yuxtaposición contra la democratización y otras tendencias promisorias, se presen­ taban algunas otras condiciones siniestras que formaban el trasfondo del escenario mun­ dial: un gasto militar que venía en aumento y había alcanzado ya una cifra cercana a US$ 1 billón anual, competía con la proliferación de armas de tipo ABC (atómicas, biológicas y químicas); una seria amenaza a la seguridad bajo la forma del terrorismo y del tráfico de drogas; problemas persistentes de pobreza en los países menos desarrollados agravados por la "bomba de la deuda", que aun cuando había perdido un poco su intensidad desde la década de los 80, presentaba en su agregado deudas de más de US$2 billones para con las instituciones financieras extranjeras; una "bomba de la población" que resultaba en un aumento poblacional de 200.000 personas por día; el espectro de posibles guerras comer­ ciales y de un nacionalismo económico renovado entre los países desarrollados más ricos, tales como los Estados Unidos y Japón; una serie de shocks financieros internacionales incluido un pánico sin precedentes en la Bolsa de Valores de Toldo en 1990 (ocurrido poco tiempo después de la más fuerte baja de precios de la Bolsa de Nueva York cuando el índice Dow Jones cayó 508 puntos en un solo día) y en 1995, cuando un joven funcionario de 28 años de la firma Baring Bros, participante en la Bolsa de Valores de Singapur, perdió US$ 1000 millones en el mercado de operaciones de cambio de Nikkey, originando en el proceso la quiebra de la antigua firma británica de 232 años de vida y la cual en su opor­ tunidad había financiado la compra de los terrenos de Louisiana por parte de los Estados Unidos*, haciendo sonar las alarmas del sistema bancario mundial; se presentaba tam­

* Se refiere a la compra por parte de los Estados Unidos a Francia de lo que actualmente corresponde al estado de Louisiana. (N. del R.T.)

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bién la diseminación del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), el cual afec­ taba a uno de cada cuatro hombres en algunas partes de África y amenazaba convertirse en pandemia mundial. Al mismo tiempo, se presentó una creciente ansiedad sobre gran variedad de problemas respecto al medio ambiente, tales como el anunciado incremento en la temperatura del mundo hasta alcanzar niveles que podrían ocasionar inundaciones masivas y otros efectos colaterales, a medida que aumentaba la preocupación por el hecho de que los diez años más calientes que registraba la historia en el siglo XX se presentaron justamente a partir de 1980. Dentro de este volátil e incierto torbellino de eventos y condiciones era posible percibir al menos un aspecto de la vida internacional que ya se daba por aceptado: para bien o para mal, en general los seres humanos experimentaban un incremento permanente y casi inexorable en las interconexiones a través de la geografía, la cultura y otras disciplinas, aun cuando al mismo tiempo buscaban mantener sus características distintivas y la sepa­ ración de las comunidades individuales.

De Poughkeepsie hasta Peoría y Portland: La aplicabilidad de las relaciones internacionales Cada día más y más personas alrededor del mundo se enteran de las noticias mundiales, nacionales y locales a través de los medios masivos de comunicación electrónica, capaces de transmitir informes instantáneos e imágenes acerca de los eventos tanto cercanos a casa como de los que se suceden en apartados lugares del mundo. Hoy en día, en los Estados Unidos hay más televisores que inodoros y el público depende para las noticias mucho más de la T.V. que de los periódicos escritos. Aun en los países de bajos ingresos tales como China, la mayor parte de las comunidades campesinas y prácticamente todas las unidades de vivienda urbana tienen acceso a la televisión, a la que se le ve como una importante fuente de información acerca del mundo exterior, no obstante el fuerte control gubernamental sobre su programación. Actualmente, se estima que casi la mitad de la humanidad está en capacidad de observar la televisión8. Una fuente de noticias especial­ mente influyente para el público en general y para los gobernantes, es la CNN (Cable News Network) con sede en Atlanta, cadena que transmite a más de 140 países y que en 1990 utilizó alta tecnología satelital para presentar en vivo y en directo el cubrimiento de la Guerra del Golfo, permitiendo que desde los hogares de todo el mundo el público pudie­ ra ser testigo de ella. Los segmentos específicos de información a los cuales está expuesto el televidente mientras observa las noticias de la noche cambian de lugar a lugar y de momento a momento; sin embargo cualquier día, ya sea en Poughkeepsie (NY), en Peoría (111) o en Portland (Or) —o para este propósito en Tokio, Sidney, París o Ciudad de México— se puede encontrar una tendencia común entre los eventos que se informan diariamente: aun cuando parecería que ellos fueran más o menos tomados de las preocupaciones inme­ diatas del hombre y de la mujer de la calle (o de los estudiantes en el salón de clase), todos estos eventos es probable que tengan alguna interrelación e implicaciones potenciales para cada ser humano. A primera vista, algunos eventos parecería que cayeran claramente en la categoría normalmente denominada como "internacional" (que cubre los eventos extranjeros), mientras los otros parece que cayeran en forma igualmente nítida en la categoría denominada de "noticias nacionales" (las cuales se refieren a aspectos de carácter interno). Pensándolo bien, cualquier persona descubriría que los eventos "in­ ternacionales" no son tan ajenos a una localidad o población en particular, y que los eventos "domésticos", aún de naturaleza muy local, no dejan de estar conectados con los asuntos mundiales.

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LOS ENLACES EN UN MUNDO JNTERDEPENDIENTE Como una ilustración concreta de estas relaciones se analizará un noticiero presentado en la noche del 8 de mayo de 1995 en San Luis, Missouri, en el corazón del territorio estado­ unidense. El programa contenía algunos elementos comunes que se podría esperar estu­ vieran presentes en cualquier noticiero de la noche (o para aquellos más inclinados a tener una información en profundidad acerca de los eventos, en un periódico de circulación diaria) en la mayoría de los países. Sería posible esperar, pues, un resumen de los mayores acontecimientos ocurridos en el exterior, el reporte de un asesinato, el resultado de una investigación económica y comercial, y una sección dedicada a la predicción del tiempo. Las noticias específicas que se presentaron aquella noche, fueron las siguientes:

Los jefes de Estado de los Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Rusia y Alemania se reúnen en Berlín para registrar el 50° aniversario de la terminación de la segunda guerra mundial en Europa... La Conferencia del Tratado de no Proliferación de Armas Nucleares (NPT) continúa en Nueva York donde 170 naciones buscan llegar a un acuerdo mediante el cual se limitaría terminantemente la proliferación de armas nucleares... El Informe Anual sobre Desarrollo Humano de las Naciones Unidas en­ cuentra que es muy lento el progreso económico en la mayor parte de los países menos desarrollados... En Wall Street, el promedio industrial del Dow Jones aumenta 40 puntos para un nuevo récord... Localmente, las acciones de la firma AnheuserBusch aumentan dos puntos... La General Motors y la Chrysler informan que sus ventas disminuyeron en abril completando así cuatro meses consecutivos de declina­ ción... Durante el fin de semana pasado ocurrieron tres homicidios en el área de San Luis... El invierno de 1994-1995 se reportó oficialmente como el segundo más calien­ te en los anales de la ciudad.

Una de las preocupaciones de carácter doméstico más importante en los Estados Uni­ dos es la alta tasa de criminalidad. Se ha podido establecer con certeza que una tercera parte de los crímenes violentos que ocurren en las grandes ciudades, tales como San Luis, están relacionados con el uso de drogas y generalmente se explican como relacionados con el tráfico de narcóticos provenientes de otros países9. La mayor parte de la heroína consu­ mida en los Estados Unidos viene de la producción de opio en el suroccidente de Asia (incluidos Irán y Afganistán), del sureste asiático (incluidos Myanmar, Laos y Tailandia) y de México. Perú, Bolivia y Colombia son los principales proveedores de cocaína y México la principal fuente de marihuana. Los norteamericanos gastan más de US$30.000 millo­ nes anuales en cocaína y heroína. Muchas de las economías del Tercer Mundo, que se enfrentan a altos niveles de desempleo, estarían aún en peores condiciones si no fuera por el lucrativo comercio de las drogas. En Bolivia, por ejemplo, más de cinco por ciento de la población está directamente empleada en la industria de la cocaína, mientras en el "Trián­ gulo de Oro" de Myanmar, Laos y Tailandia, que representa 75 por ciento de la oferta mundial de opio, el negocio de la heroína emplea varios cientos de miles de campesinos dedicados al cultivo y miles más al refinamiento de la droga10. La noticia sobre la celebración del Día de la Victoria en Berlín, trajo a la memoria de muchas familias del área de San Luis recuerdos de la segunda guerra mundial; pocas familias en cualquier parte de los Estados Unidos dejaron de verse afectadas por la guerra. La Conferencia del Tratado de no Proliferación de Armas Nucleares que se celebraba en Nueva York en ese preciso momento, era uno de los muchos esfuerzos por el control de las armas hechos en la época de la posguerra fría por una nueva generación de líderes que esperaba reforzar la perspectiva de eliminar una tercera guerra mundial. Aun cuando la distensión entre Este y Oeste era bienvenida, al menos una compañía con base en San Luis, la empresa denominada McDonnell-Douglas —uno de los contratistas de defensa

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más glande de los Estados Unidos—, tuvo que sentir cierta preocupación al enterarse de las últimas ofensivas de paz. Esta compañía había sido un elemento importante para mantener a los Estados Unidos como un fuerte competidor con la Unión Soviéti­ ca a efecto de que los estadounidenses se mantuvieran como el principal "mercader de armas en el mundo" en la década de los 80, con ventas de más de US$100.000 millo­ nes en los Estados Unidos y, además ayudando a que su país sobrepasara a la Unión Soviética en los años 90 y lograra capturar la mitad del mercado mundial en 199511. La firma McDonnell-Douglas, cuyo modelo Águila F-15 fue el avión de guerra más avanzado en el mundo y el de mayor demanda —Arabia Saudí había colocado órdenes por US$9.000 millones, el valor de 72 aviones—, era el mayor empleador del estado de Missouri y un elemento vital para la economía global, empleando a 23.000 trabajado­ res en el área de San Luis12. Un ambiente internacional menos hostil, con las oportu­ nidades para el gobierno de los Estados Unidos y para otros gobiernos de producir un "dividendo de paz" para sus ciudadanos, y de reducir los gastos militares y trasladar recursos a la educación y a otros sectores podría ser, al menos a corto plazo, económi­ camente perjudicial para la región de San Luis en términos de reducciones en la pro­ ducción de armas y en la resultante pérdida de empleos. Otras poblaciones cuyo bienestar dependía altamente de las fábricas de municiones o de las instalaciones milita­ res experimentaban una cierta ambivalencia sobre las últimas tendencias. Los despi­ dos en algunas industrias de defensa atribuidos a disminuciones en el presupuesto del Departamento de Defensa, también traían perjuicios. Más de un millón de empleos se habían perdido en todo el país desde los últimos años de la década de los 80. Un estudio estableció que entre todos los estados de los Estados Unidos, Missouri sería el que más sufriría con ulteriores reducciones en el gasto militar del gobierno estadounidense, seguido muy de cerca por Massachusetts, California, Nueva York, Ohio, Minnesota, Connecticut, Kansas, Washington y Michigan13. El bienestar de las comunidades puede afectarse sustancialmente por los desarrollos internacionales que van desde los aumentos o disminuciones en la incidencia de la gue­ rra, hasta aumentos o disminuciones en las barreras del comercio. Por ejemplo, el proble­ ma de la industria automovilística de los Estados Unidos, informado en el noticiero, era una historia que se venía repitiendo desde principios de los años 80. Estos problemas pueden rastrearse parcialmente y considerarse originados en el alto volumen de importa­ ciones provenientes del exterior —especialmente del Japón—, las cuales habían llegado a representar más de 20 por ciento del mercado doméstico en los Estados Unidos en 1995, y parcialmente originados también en el crecimiento de los "transplantes" extranjeros en el mismo país, esto es, empresas establecidas en el exterior tales como Honda y Toyota que producen vehículos en Marysville (Ohio), Georgetown, (Kentucky) y otras partes del territorio estadounidense, y que erosionaron la provisión de mercado ostentada por los "Tres Grandes" (General Motors, Ford y Chrysler)14. La realidad es que Detroit poco puede quejarse acerca de la penetración que ha sufrido el mercado norteamericano por parte de otros países. Después de todo Ford, en la década de los 90, era el mayor productor de automóviles en el Reino Unido, Australia, México y Argentina; el segundo más grande en Canadá y el tercero en Brasil y España. A su turno, la General Motors era el segundo productor más grande en Europa Occidental15. Con la creciente internacionalización de la producción de automóviles, incluida la formación de "alianzas estratégicas" entre compañías norteamericanas y extranjeras que luchaban por la supervivencia mutua (ver la Visión lateral en las páginas 10 y 11) algunas comunidades pueden encontrarse a sí mismas como ganadoras y otras como perdedoras. El área metropolitana de San Luis, segundo centro más grande en la producción de automóviles en los Estados Uni­ dos después de Detroit, recientemente sufrió la pérdida de 3.000 empleos cuando la compañía Chrysler decidió seguir el ejemplo de la Ford y de la General Motors y mo­ ver un mayor volumen de producción hacia otros países del mundo, abriendo una

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nueva fábrica de minivanes en Austria. Vale la pena anotar, sin embargo, que San Luis aparentemente se benefició de la globalización de la economía internacional en otros sectores: tal es el caso, por ejemplo, del continuo crecimiento de la compañía AnheuserBusch con sede en esa ciudad y cuyo status como la empresa cervecera más grande del mundo se debió en parte a sus importantes operaciones internacionales, incluida la producción de la marca Budweiser en Europa bajo acuerdo con una firma checa, si­ multáneamente con nuevos arreglos que concluyeron con los chinos y los japoneses para tocar a las puertas del vasto mercado asiático. Hasta los informes del tiempo, ya sean locales o nacionales, tienen dimensiones inter­ nacionales. El suave invierno registrado en San Luis y en la mayor parte de los Estados Unidos en 1995, fue analizado por algunos como perteneciente a un patrón global climático de los últimos años. Algunos expertos manifiestan que el récord de ondas de calor se debe al "efecto invernadero", esto es, a la acumulación de dióxido de carbono y de otros gases en la atmósfera causada principalmente por el consumo de combustibles líquidos. Otros expertos han levantado su voz en contra para presentar un planteamiento diferente acerca de una nueva era glacial, que podría originarse en la suspensión de billones de partículas de polvo y humo en la atmósfera con un incremento en la cobertura de las nubes y que bloquearía los rayos del sol. En realidad, la erupción del Monte Pinatubo en las Filipinas en 1991 fue la mayor explosión volcánica de este siglo; cubrió al planeta con ceniza volcá­ nica y ese proceso parece que compensó parcialmente el efecto invernadero por un par de años hasta que la ceniza se disipó y la tendencia del calentamiento se presentó de nuevo16. Aun cuando los climatólogos permanecen en la incertidumbre acerca de las consecuencias a largo plazo de toda esta polución, no hay duda de que el problema es de carácter global y sobrepasa las fronteras nacionales. Las decisiones de política ambiental tomadas por las autoridades locales de Missouri tienen implicaciones potenciales no solamente respecto a sus vecinos como Cairo (Illinois), sino también, y debido a la combinación con muchas decisiones tomadas en otras localidades, en El Cairo, Egipto, y diversas partes del mundo. A pesar de la oposición política de aquellos que se lamentan del alto costo económico que representan las regulaciones ambientales, la celebración del "Día de la Tierra de 1995", efectuada el 22 de abril por más de 300 millones de personas en 140 países, es claro testigo del crecimiento del "Movimiento Verde" en la política mundial. En forma cada vez más creciente, tales interacciones se han venido movilizando a lo largo de la "super auto­ pista de la información" a través de la expansión de Internet, que conecta "42.000 redes de computadores diseminados a través de 84 países" y que actualmente sirve a "32 millo­ nes de usuarios con un millón adicional de personas que ingresan a Internet o se vuelven 'ciudadanos de la red' cada mes"17. El hecho de que el término interdependencia se haya vuelto un cliché no lo hace menos real como un fenómeno de gran importancia. Es posible debatir acerca de la definición exacta y el alcance real de la interdependencia, por ejemplo, si ha alcanzado el punto donde se puede considerar el mundo como una "aldea global" tal como lo sugirió Marshall McLuhan, o como una "nave espacial terrestre" como lo sugirió Barbara Ward; pero es difícil controvertir la validez esencial de la siguiente observación: "Lo que sucede en tierras lejanas nos importa ahora cada vez más. El uso de aerosol en Europa puede causar cáncer de piel en Sudamérica. El fracaso de una cosecha en Rusia puede causar más hambre en África. Los conflictos en África pueden traer más personas en busca de asilo a Europa. Las dificultades económicas en Europa del Este pueden conducir a la xenofobia en Europa Occidental. Por la misma razón... la reestructuración industrial en el Norte puede reducir la pobreza en el Sur y, a su turno, puede ensanchar los merca­ dos del Norte"18. Éstas no son simples elucubraciones como alguien podría decir. Por supuesto, el aspecto más dramático de la interdependencia es que la aniquilación glo­ bal puede ocurrir hoy, en cualquier momento y en cosa de minutos, con el empleo de las armas termonucleares.

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VISIÓN LATERAL ESTUDIO DE LA INTERDEPENDENCIA Si usted conduce un vehículo Ford Escort, es probable que su transmisión haya sido hecha en Japón, su sistema eléctrico en Taiwan, el mecanismo de abrir la puerta en México, sus amortiguadores en España, sus frenos traseros hayan sido ensamblados en Brasil, su dirección en Gran Bretaña y muchas otras partes en diversos países del mundo. Desde 1980, cuando este carro fue lanzado al mercado anunciándolo como "el vehículo del mundo", la industria automotriz se ha globalizado más y por supues­ to se ha complicado más. Como lo muestra el artículo siguiente, las "guerras de los automóviles" y otras tendientes a capturar una mayor participación de los mercados globales en todos los artículos, desde las lavadoras hasta los robots, se han puesto al rojo vivo con la celebración de "alianzas" entre las grandes corporaciones a través de las fronteras nacionales; todo esto hace muy difícil el seguimiento de la nacionalidad de muchos productos. Que estas tendencias continúen o no depende de la voluntad de los gobiernos de promover una economía mundial abierta. Un anuncio comercial del [antiguo presidente de la compañía Chrysler) señor Lee Iacocca presentado en la televisión decía: "Esto es para ti, América"; entonces tres aviones jet dejaban una estela de humo rojo, blanco y azul en el cielo. No hay sutileza en la solicitud: comprar vehículos de la Chrysler es su deber patriótico. Pero este cuento es más solapado de lo normal, porque detrás del humo que sale de los aviones y tras el clamor de esta guerra comercial, tanto Chrysler como el resto de los grandes fabricantes mundiales de automóviles se encuentran, frenéticamente, formando alian­ zas en el campo de la ingeniería, la producción y el mercado. Mediante estas alianzas, se están repartiendo el mercado del mundo para reforzar cada uno su posición en la lucha titánica por la supremacía en las ventas globales de automóviles. Quién será eventualmente el ganador es muy difícil saberlo; lo que sí es claro es que tan solo un pequeño número de compañías mundiales sobrevivirá y que por otra parte, hoy en día, carece de significado hablar de compañías "americanas" o "japonesas" o "euro­ peas". [Hasta en el aviso de Iacocca los aviones que veía el televidente eran franceses] Tomemos el caso mismo de Chrysler: con todo y el discurso altisonante sobre el rojo, el blanco y el azul de Iacocca, los analistas de la industria automotriz dicen que precisamente esta compañía tiene en sus vehículos el menor porcentaje de partes hechas en los Estados Unidos, si se la compara con cualquiera de los Tres Grandes productores de automóviles. También es propietaria de 24 por ciento de la compañía Mitsubishi Motors y a través de ésta tiene una participación en Hyundai, la nueva estrella automotriz de Corea del Sur. Mitsubishi ha fabricado carros por mucho tiem­ po con la marca Chrysler y las dos compañías tienen un proyecto 50 y 50 de produc­ ción de vehículos en Normal, Illionis, que producirá alrededor de 240.000 vehículos anuales, con el nombre de las dos empresas, para fines del año próximo. Respecto a la compañía Ford puede decirse que una tercera parte de sus ventas las hace fuera de los Estados Unidos, y que posee un 25 por ciento de la compañía Mazda. Esta última fabrica carros en América para Ford; la contraprestación por parte de Ford será la de construir camiones compactos para Mazda. Las dos compañías co­ mercian partes. Cada una de ellas posee una participación en la compañía coreana Kia Motors que produce el Ford Festiva, el cual se exporta a los Estados Unidos. Con

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Nissan, la compañía No. 2 del Japón, intercambia vehículos en Australia y las dos están planeando adelantar un programa para la producción de pequeñas camionetas o minivanes, en los Estados Unidos. Por otra parte, Ford y la compañía Volkswagen se han fusionado en una compañía de América Latina que exporta camiones a los Estados Unidos. A su turno, la General Motors posee un 41.6 por ciento de acciones en Isuzu, que está iniciando un proyecto conjunto en América con Subaru, la que a su turno es parcialmente propiedad de Nissan. La General Motors también posee la mitad de Daewoo Motors, competidor de Hyundai en Corea. Daewoo fabrica vehículos bajo la marca Nissan para el Japón y bajo la marca Pontiac para los Estados Unidos. Próxi­ mamente iniciará las ventas de vehículos que fueron diseñados por GM-Europa para Isuzu en Japón. GM también ha hecho equipo con Toyota, la compañía No. 1 del Japón, para producir vehículos con las marcas de las dos empresas en América y Australia. En otro campo geográfico, Europa está enlazada con acuerdos conjuntos y de pro­ ducción. Honda América vende más carros en los Estados Unidos de los que vende su casa matriz en Japón... y algunos analistas consideran que el centro del poder dentro de esa compañía está virando hacia la subsidiaria norteamericana. Honda esperaba exportar 70.000 vehículos originarios de los Estados Unidos en 1991 ... En un año o más, las compañías mundiales japonesas producirán por año, aproximadamente dos millones de carros norteamericanos de alta calidad, con mano de obra americana y en plantas americanas. La industria automotriz no es la única que ha sentido el azote de la competencia... Whirlpool se unió con el gigante electrónico de Holanda, la compañía Philips, para operar seis plantas gigantes de producción de electrodomésticos en el Mercado Co­ mún (Unión Europea,. Philips se asoció también con un grupo de ejecutivos norte­ americanos y el gobierno de la isla de Taiwan para establecer allí una planta de fabricación de semiconductores de alto nivel tecnológico; allí mismo, mientras Texas Instruments está construyendo una fábrica de chips con socios locales taiwaneses, la compañía Ball, radicada en Muncie, Indiana, ha entrado en una serie de proyectos alrededor del mundo para producir y mercadear recipientes livianos para bebidas. La lista de ejemplos puede ser interminable: en la industria siderúrgica USX y la compa­ ñía Robe Steel; Armeo y Kawasaki Steel; la mal denominada compañía de aceros nacionales —National Steel— es un proyecto en partes iguales entre una compañía norteamericana y una compañía japonesa... el líder de los robots en Japón, la compa­ ñía Fanuc, se ha asociado con la General Motors para producir robots, con General Electric para producir instrumentos de control computarizados y con la firma alema­ na Siemens para producir elementos en el campo de la electrónica. La tendencia hacia la participación en los mercados globales está forzando a lo que Stanley Feldman, de la firma Data Resources, denomina la Tercera Revolución Indus­ trial. Una reorganización total de la tecnología de la producción está en camino: en horarios y planes de producción, en formas computarizadas y en el control de inventarios para reducir los costos en la producción de maquinaria inteligente que puede cambiar el proceso en medio de una línea de producción. El objetivo es produ­ cir localmente bienes que se adapten a los mismos mercados locales, pero cose­ char a nivel mundial las economías de escala que se obtienen de la investigación sobre el desarrollo de adecuadas fuentes de materias primas y del ordenamiento de la producción.

Fuente: Tomado de Charles R. Morris, "The Coming Global Boom", The Atlantic Monthly, 264, octubre, 1989, pp. 51-53. Reimpreso con permiso de Russel y Volkening como agentes del autor. Copyright © 1989 por Charles R. Morris.

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HACER AL PÚBLICO MÁS CONSCIENTE DE SU ESTADÍA EN EL MUNDO A juzgar por los resultados de numerosas investigaciones de opinión pública elaboradas en los Estados Unidos, parecería que el estadounidense promedio no está muy consciente de la importancia del mundo exterior. Por ejemplo, justamente cuando en los últimos años de la década de los 70 se desarrollaba un gran debate a nivel nacional en ese país, que importaba cerca de 50 por ciento de sus necesidades de petróleo de otros países, la mitad del hombre común no sabía que los Estados Unidos compraban una gota de petróleo en el exterior19. Esta falta de conocimiento tuvo implicaciones recurrentes en la década de los 90 a medida que crecía la dependencia estadounidense respecto a las importaciones de petróleo. Por otra parte, más de la mitad de los estadounidenses interrogados durante la década de los 80 no estaban seguros de si los Estados Unidos o, por el contrario, la Unión Soviética, era miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)20. Una investigación de la firma Gallup realizada en 1995 reveló que 25 por ciento del público estadounidense no podía mencionar el nombre del país que había sido objeto de la primera bomba atómica lanzada 50 años atrás21. En un hecho un poco más cercano al interés norteamericano, en una investigación reciente entre 5.000 es­ tudiantes de los años superiores del bachillerato, en Dallas, 25 por ciento no pudo identificar cuál era el país extranjero que bordeaba con Texas22. En otra encuesta sólo dos por ciento del público pudo identificar al presidente de México y sólo uno por ciento al primer ministro de Canadá, no obstante el hecho de que los Estados Unidos en esos días había concluido la firma del Acuerdo de la Zona de Libre Comercio Nor­ teamericana (NAFTA) diseñado para promover la integración económica entre las tres economías23. En 1990, cuando el gobierno de los Estados Unidos gastaba poco más de uno por ciento del presupuesto federal en ayuda externa, el público asumió que la cifra era cercana 20 por ciento24. Existen numerosos ejemplos adicionales acerca de la falta de información del ciudada­ no común de los Estados Unidos sobre los asuntos internacionales pasados y presentes25. Aún cuando el público en otros países, particularmente en Europa, a veces parece estar mejor informado que el público norteamericano, existe gran evidencia en el sentido de que no obstante las implicaciones de interdependencia, un amplio sector de la población tiene solamente intereses marginales acerca de estas materias y conocimientos supremamente elementales en el campo de los asuntos internacionales26. En todos los países muchas personas parecen adoptar la misma actitud del estudiante a quien se le pregun­ tó: "¿Qué es peor, la ignorancia o la apatía?" y él contestó: "No lo sé, no me importa". Aun aquellos individuos que están interesados en los asuntos internacionales y que intentan estar informados, con frecuencia se dan cuenta de que es muy difícil comprender la infinidad de eventos que diariamente reportan los medios de comunicación y les es complicado organizarlos dentro de una estructura más o menos coherente. Interrogantes como los siguientes son cosa de todos los días: ¿Cómo se afectan las relaciones entre China y los Estados Unidos por las acciones adelantadas por empresas multinacionales, establecidas en los Estados Unidos, y que hacen negocios con China? ¿Cómo se afectan las relaciones de Estados Unidos y Arabia Saudí por las acciones de las gigantes multina­ cionales del petróleo que operan en el Medio Oriente? ¿Puede esperarse acaso que la venta del más sofisticado tipo de aviones norteamericanos a Israel o a Arabia Saudí, promueva la paz o la guerra en el Medio Oriente? En las Naciones Unidas ¿por qué razón Cuba tiene derecho al mismo poder de voto que los Estados Unidos en la Asamblea General cuando este último es 25 veces más grande en población y paga cuotas 200 veces más grandes que las de Cuba, como aporte al presupuesto de la Organización de las Nacio­ nes Unidas? En una confrontación con la Federación Rusa, en caso de que se revivie­ ran las tensiones pasadas, ¿es posible que los Estados Unidos tenga la capacidad de matar a cada ruso veintisiete veces pero aún pueda "perder" una guerra nuclear? Y

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hasta qué punto los diseñadores de la política exterior estadounidenses (o los france­ ses o los rusos}, mientras consideran las consecuencias potenciales de sus decisiones para su país y para el mundo, se preguntan: "¿Cómo juega este asunto en Peoría (o en Marsella o en Vladivostok)?" El propósito fundamental de este libro, aparte de generar un interés creciente en las relaciones internacionales, es lograr una comprensión de mayor alcance acerca de los fenómenos internacionales contemporáneos y de lo que puede denominarse "la condición global", a medida que nos enfrentamos al siglo XXI; en otras palabras, con este libro se intentará aclarar aquello que a veces puede parecer un caos total y que en realidad produce "una sensación de sorpresa y admiración".

El “qué” del asunto: Definición de relaciones internacionales Como punto de partida, se definirá en la forma más precisa posible el término relaciones internacionales. Al tratar de hacerlo se recuerda a un juez que participaba en un caso de obscenidad y quien manifestó: "No puedo definirla, pero la conozco cuando la veo". El diccionario define las relaciones internacionales como "una rama de las ciencias políticas que estudia las relaciones entre unidades políticas con el rango de Nacionales y que trata fundamentalmente con la Política Internacional" [las itálicas del autor]27.

PROBLEMAS DE LA DEFINICIÓN La anterior definición de relaciones internacionales parece ser razonablemente buena y suficiente, excepto por tres problemas que inmediatamente saltan a consideración. En primer término, ¿dónde encuadra dentro de este tema un actor como el denominado Car­ tel de Cali, de Colombia, con relaciones y contactos con las redes internacionales del narcotráfico? ¿Qué pasa con las corporaciones multinacionales o con los bancos privados de Occidente que registran en sus activos inmensas obligaciones de los países pobres altamente endeudados? O ¿Dónde encuadra el Movimiento de Resistencia Islámica (HAMAS) que ha dificultado los intentos de Israel para solucionar la cuestión palestina? Ninguna de éstas es una "unidad política con el rango de nacional" ni está subordinada a ellas; por tanto, aparentemente estarían excluidas de la definición del diccionario; sin embargo, no son irrelevantes cuando se trata de analizar las relaciones entre las naciones. En segundo lugar, en un mundo interdependiente, ¿es tan fácil, como la definición del diccionario lo sugiere, separar decisiones políticas "externas" de decisiones políticas "do­ mésticas"? Una decisión asumida por los Estados Unidos para legalizar cierto tipo de drogas puede ser un asunto puramente doméstico, pero con seguridad estará acompañada también por cambios en la política externa norteamericana, en lo que respecta al control internacional de narcóticos. Así mismo, el control de armas puede ser un asunto total­ mente relacionado con la política exterior, pero estas decisiones pueden tener un efecto muy importante en el campo interno. La confusión entre los asuntos de política interna o externa se torna aún más problemática en otras áreas tales como la energía, el sector económico o la política agrícola. En tercer lugar, aun cuando la definición del diccionario habla de las relaciones internacionales como una "rama de la ciencia política", el tema de estudio abarca no sólo relaciones de carácter político sino también de carácter económico y de otra naturaleza, con un alcance multidisciplinario. Lo anterior no quiere decir que el campo de las relaciones internacionales carezca de límites o barreras; sólo que ellas son quizá más difíciles de identificar que en otras disci­

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plinas. Sin embargo, si se desea lograr un entendimiento pleno de las relaciones interna­ cionales, evidentemente es necesario establecer desde el principio algunos límites; tam­ bién, se ha dado por sentado que "el esfuerzo para trazar una línea con gran precisión es en el mejor de los casos arbitrario y en el peor de poca importancia"28. El asunto de las "barre­ ras" en las relaciones internacionales ha ocasionado casi tanto conflicto en los círculos académicos como lo ha hecho con otro tipo de barreras entre las naciones29. El interés de este libro no es echarle más candela al debate sobre la esencia de las relaciones internacio­ nales; solamente tener la seguridad de que el estudiante entiende cuál es el campo de esta materia. Teniendo en cuenta los puntos anteriores y como alternativa a la definición que propor­ ciona el diccionario, existe una segunda definición de relaciones internacionales mucho más amplia que la anterior: Es el estudio de todas las interacciones humanas a través de las fronteras nacionales y de los factores que afectan tales interacciones. La figura 1.1 indica las clases de interacciones que son posibles. Ejemplos del primer tipo de interacción (línea A) pueden ser una reunión entre el presi­ dente de Colombia y el presidente de los Estados Unidos o una comunicación entre el gobierno chino advirtiendo al gobierno norteamericano de no mezclarse en un asunto interno chino; otro ejemplo serían unas negociaciones entre los Estados Unidos y Japón relacionadas con el establecimiento de tarifas aduaneras y cuotas contra las importacio­ nes de carros japoneses a los Estados Unidos. ¿Qué tienen en común estas situaciones? Todas ellas involucran interacciones entre gobiernos nacionales y más específicamente entre representantes oficiales de las unidades políticas llamadas naciones-Estado. (Como es evidente, estas interacciones pueden ser apreciablemente afectadas por presiones ejer­ cidas por grupos de intereses nacionales o por ciudadanos, personas naturales que ejercen presiones sobre sus respectivos gobiernos). Ejemplos del segundo tipo de interacción (línea B) incluirían las conversaciones entre el Ministro de Petróleos de Arabia Saudí con los representantes de una multinacional petro­ lera, o un ataque de tropas israelíes contra bases de los comandos del HAMAS en el Líbano, o una visita del presidente del Chase Manhattan Bank al Brasil para discutir una renegociación de los préstamos con el Ministro de Hacienda de ese país. Actores no esta­ tales tales como una corporación multinacional o como el HAMAS pueden iniciar interacciones internacionales o pueden ser el objetivo de ellas pero, en todo caso, sus actividades hacen parte de las relaciones internacionales.

Figura 1.1 Tipos de interacciones entre las naciones.

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Ejemplos del tercer tipo de interacciones (línea C) pueden incluir un juego de béisbol entre los Rangers de Texas con los Bluejays de Toronto por la Liga Americana en la ciudad de Toronto, Canadá; una reunión de los líderes sindicales de un grupo de países o el intercambio de cartas entre dos amigos, uno en Inglaterra y otro en Mongolia. Aun cuan­ do muchas de estas relaciones en nada afectan las preocupaciones de los hombres de Estado, hasta los viajes de unos equipos de ping-pong entre Nueva York y Beijing (la muy publicitada "diplomacia del ping-pong" entre Estados Unidos y China en 1971) en algu­ nas ocasiones pueden ser una forma muy importante de relaciones internacionales. En términos generales, todos los tipos de interacciones mencionadas arriba constitu­ yen relaciones internacionales. Como es obvio, no todas estas líneas de interacción son igualmente importantes y merecen igual tratamiento. Tal vez no es equivocado decir que cuando la mayor parte de la gente piensa en relaciones internacionales lo hace en los términos del diccionario, esto es, como relativas a las relaciones entre gobiernos naciona­ les que actúan como representantes de naciones-Estados tal como se tipificó en el primer conjunto de ejemplos. Esta preocupación es justificada porque en última instancia sola­ mente los gobiernos nacionales están en posición de hacer política exterior y solamente éstos, en último término, poseen la autoridad legal para controlar todas las interacciones que van más allá de las fronteras nacionales. En este libro se tratarán primordialmente las relaciones entre gobiernos nacionales, pero también se dará importancia, por supuesto, a otros dos tipos de interacciones y al papel que desempeñan los actores no estatales, parti­ cularmente en lo que respecta a la forma como afectan las relaciones entre los gobiernos y al impacto que producen sobre los asuntos mundiales. Cada vez más estos actores, ya sean de naturaleza subnacional o transnacional, compiten con los gobiernos nacionales como actores en el escenario mundial.

LA SUSTANCIA DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES Finalmente, ¿cuál definición de relaciones internacionales adoptar? La definición que adopta este libro está tomada de las ciencias políticas y refleja la preocupación primordial de los autores con la dimensión política de las relaciones internacionales. Por tanto, se usarán los términos "relaciones internacionales y política internacional" Se usarán en forma inter­ cambiable, analizando las relaciones económicas y las de otra naturaleza en su contexto político. Si la "política" es "el estudio de quién logra qué, cuándo y cómo"30, entonces política internacional es el estudio de quién obtiene qué, cuándo y cómo en la arena internacional. Esta es en cierta forma una definición un poco más estrecha y enfocada que la que se ofreció inicialmente como una alternativa, pero capta mejor el campo de las relaciones internacionales y por tanto el objeto de este libro. Como lo sugiere esta definición, la política tiene que ver con la forma como un grupo de personas que viven juntas manejan sus asuntos. En el caso de la política internacional interesa saber cómo lo hace el conjunto de cinco mil millones de seres humanos que habitan este planeta. En la medida en que se piensa que todos los habitantes del mundo constituyen una entidad política única, la característica más sorprendente y fundamental de esta organización política es su alto grado de descentralización teniendo a sus miem­ bros organizados en más de 180 unidades territoriales —naciones-Estados—, las cuales no reconocen una autoridad superior distinta a la de sus gobiernos individuales. Como se anotó, no obstante la existencia de los actores no Estados, las naciones-Estado constitu­ yen la primera forma de organización política y en ellas tiene asiento la concepción real del principio de autoridad en el mundo entero. En otras palabras, la política internacional transcurre en una arena en donde no existe un conjunto de instituciones que representen la autoridad central (no existen un gobierno mundial) para regular el comportamiento de sus miembros, en contraste con la política intra-nacional que está regulada hasta cierto

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punto por cuerpos legislativos y por otras entidades revestidas de autoridad. Las Naciones Unidas son un intento primario de constituir un gobierno mundial, dentro de un sistema de entidades y Estados formalmente independientes. La naturaleza descentralizada de la organización política mundial, a los ojos de muchos observadores, torna inherentemente a este cuerpo político sujeto a desorden y a violencia en tal forma que hace que sus miembros se obsesionen con los sentimientos de inseguri­ dad y con la necesidad de armarse, así sea solamente para su propia protección. Aun cuando muchas sociedades nacionales experimentan problemas similares de violencia e inestabilidad bajo la forma de guerras civiles —en realidad un fenómeno muy discutido en la década de los 90 ha sido el creciente número de "estados fracasados"31 que han termina­ do en la anarquía tales como Ruanda y Somalia— es verdad que tales problemas parecen ser inherentes o endémicos de la sociedad internacional, debido a la estructura misma de las relaciones entre las entidades que la componen. Sin embargo, la comunidad interna­ cional no está en guerra permanente; a menudo la humanidad ha sido capaz de sobrepo­ nerse a estas deficiencias y de alcanzar paz y orden en las relaciones internacionales no obstante la inexistencia de instituciones de autoridad. La cooperación existe en medio del conflicto. Como lo ha expresado John Stoessinger: en las relaciones internacionales existe una "tensión permanente entre la lucha por el poder y la lucha por el orden"32 y la inicia­ tiva para la obtención de los recursos naturales está atemperada por una necesidad senti­ da a nivel mundial de lograr al menos un cierto grado de estabilidad, así sea módico. Esta preocupación central sobre las relaciones internacionales no es nueva,- ha existido desde el nacimiento de las naciones-Estado. Sin embargo, ha adquirido mayor trascenden­ cia hoy en día, no sólo porque la humanidad tiene la capacidad de destruirse totalmente, sino también por la premura de llegar a una sociedad verdaderamente global, en la cual la proliferación de las transacciones económicas, sociales y de otra índole a través de las fronteras nacionales, está presionando fuertemente las capacidades de los gobiernos na­ cionales para regular tales relaciones33. Mientras algunos ven el "tire y afloje" del mundo como un progreso hacia la realización del sueño histórico de lograr una comunidad mun­ dial armoniosa34, otros ven tales fenómenos como parte de un proceso de sembrar las semillas de posibles conflictos entre países y naciones, aun mayores que los que existieron en otra época35. Las escasas tres y media horas que tarda un vuelo entre Londres y Nueva York a bordo de un avión Concord están excedidas en eficiencia solamente por el tiempo que toma a un cohete nuclear intercontinental trasladarse entre Moscú y Nueva York, el cual es de sólo 30 minutos. Resulta paradójico que, al tiempo que la humanidad tiene el potencial de desarrollar un conflicto sin paralelos, tiene también un inmenso potencial para una cooperación Ínternacional sin precedentes. Desde 1945 se han firmado más acuerdos internacionales de los que se hicieron en los 2.000 años anteriores. El crecimiento de las negociaciones interna­ cionales en los años recientes y los intentos que hoy se conocen por formular "regímenes" o "normas" en varias áreas de conflicto36 —tales como la proliferación de armas atómicas, el control de los océanos, el manejo de la economía internacional y otras— representan los últimos y más ambiciosos esfuerzos por alcanzar el viejo deseo de mantener el orden, ya que no existe un gobierno mundial. En forma creciente también se presenta el deseo no sólo de lograr el orden sino un orden justo, basado en la equitativa distribución de los recursos. En todo esto es posible observar un "sistema político" en acción con sus siste­ mas globales de solución de problemas operando, aunque lo haga en una forma descentra-’ lizada. Se debe agregar que las relaciones internacionales pueden estudiarse a diversos niveles; en algunas circunstancias analizando directamente sólo algunos países o una determina! da región geográfica aun cuando en último término todas las relaciones internaciones pueden acomodarse dentro de un gran contexto global. Una posición recurrente de este libro es que para entender plenamente la política internacional contemporánea es necesa­

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rio tener en cuenta una gran variedad de actores y un complicado sistema de relaciones entre ellos en todo momento. Ver el recuadro en las páginas 18-20 para algunas conside­ raciones adicionales acerca del "gobierno humano en la época de la posguerra fría".

La pregunta del “cómo”: enfoques alternativos Así como la pregunta del "qué" ha producido mucho debate en el campo de las relaciones internacionales, también lo ha producido la pregunta del "cómo". ¿Cómo deben estudiar­ se las relaciones internacionales en las diversas alternativas de enfoques que pueden uti­ lizarse? En realidad las preguntas del "qué" y del "cómo" nunca han sido perfectamente delimitadas como se verá en las líneas siguientes, donde se traza brevemente el desarrollo de las relaciones internacionales como un campo de estudio. Se analizarán dos aspectos de la pregunta del "cómo": primero, los paradigmas que han guiado la teoría y la investiga­ ción en este campo durante el curso de los años, y segundo, las metodologías que se han utilizado.

PARADIGMAS ALTERNATIVOS Un paradigma es un marco intelectual que estructura el pensamiento del hombre acerca de un conjunto de fenómenos37. Los paradigmas no son nada más que "mapas mentales" que ayudan a organizar la realidad y a entender una multitud de eventos que día a día ocurren en el mundo38. Los paradigmas ofrecen también modelos diferentes de la realidad o visiones del mundo y por tanto tienen el efecto de centrar la atención acerca de algunas cosas y alejarla de otras. Existen cuatro paradigmas o modelos principales que han estruc­ turado el pensamiento sobre las relaciones internaciones en este siglo, (1) el paradigma idealista, (2) el paradigma realista, (3) el paradigma globalista y (4) el paradigma marxista. Las raíces del paradigma idealista se remontan al tiempo de Dante, el poeta italiano del siglo XIV que escribió acerca de la "universalidad del hombre" y quien previo un esta­ do mundial unificado39. En el siglo XX este paradigma se ha asociado estrechamente con el presidente Woodrow Wilson y otros pensadores de la época de la primera guerra mun­ dial, cuando las relaciones internacionales estaban iniciándose como una disciplina aca­ démica independiente en los Estados Unidos40. Los idealistas lograron una prominencia importante entre las dos guerras, en el periodo entre el fin de la primera guerra mundial en 1918 y el comienzo de la segunda en 1939, y son aún hoy una escuela de relaciones internacionales bastante activa, representada por el Federalismo Mundial y por grupos similares. Como sucede a muchos observadores de los asuntos internacionales, los idealistas se proponen atender el desafío de minimizar el conflicto y maximizar la cooperación entre las naciones. Lo que distingue a los idealistas, sin embargo, es su tendencia a fijar su atención en aspectos legales y formales de las relaciones internacionales como el derecho internacional y las organizaciones internacionales, y en conceptos y preocupaciones mo­ rales como los derechos humanos. Ellos quisieron sacar una serie de experiencias de las cenizas de la primera guerra mundial manifestando que con tan nefasto evento habían aprendido ciertas lecciones acerca de la forma como operan las relaciones internacionales y de lo que era necesario hacer para prevenir otra catástrofe similar. En su opinión era necesario construir un nuevo orden basado en el respeto a la ley, la aceptación de valores internacionales comunes y el desarrollo de las organizaciones de carácter multilateral como la Liga de las Naciones. Los idealistas tienden a estar más interesados en cómo debería ser el mundo que en analizar cómo en efecto es el mundo. Los idealistas argumentarían que la realidad del

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GOBIERNO HUMANO EN LA ERA DE LA POSGUERRA FRÍA Este libro trata del gobierno de los asuntos humanos. Tal como lo sugiere lo que hasta aquí se ha tratado, es posible sin lugar a duda hablar de una economía global, una sociedad global, un ecosistema global y, sin embargo, no existe un gobierno global. Mientras algunas personas consideran que lo mejor es un go­ bierno global o al menos unas "guías centrales" —como mecanismo para hacer frente a la proliferación nuclear y a otros asuntos del planeta— y aun cuando es posible ver ciertos intentos en tal dirección, que se traducen en forma de institu­ ciones intergubernamentales de importancia creciente y que van más allá de las naciones-Estado tanto a niveles regionales como globales, también es posible ver que ocurren tendencias en dirección contraria. En la era de la posguerra fría muchos observadores han notado la existencia de una cierta esquizofrenia que caracteriza el "nuevo orden mundial". Como lo dijo el antiguo secretario general de la ONU, el señor Boutros Boutros-Ghali:

Hemos entrado en una época de transición global marcada por tendencias contradictorias muy definidas. Las asociaciones regionales y continentales de los Estados están desarrollándose hacia una cooperación cada vez más profunda y tienden a aflojar un poco esas tendencias características de soberanía y nacionalismo como marco de rivalidad [refiriéndose a aquellos esfuerzos de colaboración interestatal tales como la Zona de Libre Comer­ cio de América del Norte (NAFTA) y la Unión Europea (UE).] Al mismo tiem­ po, sin embargo, vemos surgir nuevas manifestaciones de nacionalismo y soberanía y la cohesión de los Estados está siendo amenazada por aspectos étnicos, religiosos, sociales, culturales y lingüísticos generadores de con­ flictos [de los cuales se pueden poner como ejemplos recientes el rompi­ miento de Yugoslavia y los problemas experimentados por los "estados fallidos"]1

En forma similar, Benjamín Barber ha orientado su atención a las tendencias duales de "Jihad versus McWorld", esto es, "una amenaza de libanización de los Estados nacionales, en la cual la cultura se opone a la cultura... y la tribu se opone a la tribu", simultáneamente a que "MTV, Macintosh y McDonald presio­ nan a las naciones a constituir una red global homogénea de comercio... El pla­ neta se descompone en diversas partes / en forma muy reacia se vuelve a unir al mismo tiempo"2. Estas fuerzas que compiten por la integración y la desintegración, y por la centralización y la descentralización, pueden apreciarse en su verdadera magni­ tud en los debates que se llevan a cabo dentro del gobierno de los Estados Uni­ dos. Este país ingresó recientemente a un proceso de integración económica de tres naciones conocido con el nombre de NAFTA y el cual probablemente reque­ rirá el fortalecimiento de instituciones capaces de adoptar decisiones conjuntas a nivel de los tres países miembros, y extendiéndose quizá posteriormente a lo largo del hemisferio occidental. Así mismo, Estados Unidos entró a formar parte de la Organización Mundial de Comercio, establecida para promover un mejor manejo de las relaciones económicas interestatales a nivel global. A la inversa, en dicho país se ha venido presentando un creciente movimiento de origen popular

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para trasladar algún poder y autoridad en materias no relacionadas con la de­ fensa, sacándolas del ámbito del gobierno federal de Washington y colocándo­ las a nivel estatal, en campos tales como el establecimiento de los límites de velocidad en las autopistas y la fijación de estándares para la protección del medio ambiente. La mayor parte de los Estados, a propósito, mantienen ofici­ nas de comercio en el extranjero que tienen una coordinación difusa con el Departamento de Comercio de los Estados Unidos. En el caso de la Unión Euro­ pea (antiguamente Comunidad Europea), más de una docena de países occi­ dentales de esa parte del mundo se comprometieron en un programa de integración regional aún más ambicioso que el NAFTA; en él, los países miem­ bros están construyendo lo que parecen ser instituciones casi supranacionales al mismo tiempo que están promoviendo el principio de la subsidiariedad me­ diante el cual la mayor parte de las políticas, siempre que ello sea posible, de­ ben decidirse a niveles nacionales y quizás locales. Tratando de captar la complejidad de la estructura a la cual va evolucionando el gobierno en la Unión Europea, la revista The Economist prevé una "Europa de muchas cúpulas" cuando los "burócratas europeos hablan de la sobreposición de 'espacios' en el am­ biente económico y político de Europa, los cuales se juntan ... 'dentro de una estrategia comunitaria como de telaraña para organizar la arquitectura de una gran Europa'"3. En todas partes los gobiernos están luchando con éxito variable para alcan­ zar la meta de las crecientes expectativas del público en general. Se hace enton­ ces necesario plantear dos preguntas. Primero: ¿cuál debe ser el verdadero y adecuado papel del gobierno?, esto es ¿qué materias deben ser manejadas por el gobierno central y cuáles deben ser dejadas en las manos del sector privado ("sociedad civil")? Segundo: En la medida en que el gobierno debe preocuparse de algunas materias, ¿qué niveles del gobierno están mejor equipados para enfocar la solución de esos problemas? Con respecto a la primera pregunta, hoy día existe un movimiento cada vez más grande hacia la desregulación, hacia la privatización y hacia la dependen­ cia en los mercados, en las asociaciones voluntarias, en los enfoques no estatistas. Aquí el énfasis radica en dar un nuevo vigor a la sociedad civil, incluyendo lo que algunos consideran como una "sociedad global civil" emergente, prove­ niente de la fuerza de grupos transnacionales en diversos campos de interés y de movimientos de diversa naturaleza4. Como respuesta a la segunda pregun­ ta, se ha notado que "el Estado [la nación-Estado] ha llegado a ser demasiado grande para las cosas pequeñas [tales como la vigilancia de la educación] o demasiado pequeño para las cosas grandes [como la de controlar las conse­ cuencias del efecto invernadero]. Las cosas pequeñas deben orientarse y delegarse en los niveles de gobierno local... las cosas grandes se deben orientar y delegar hacia arriba, para que sean coordinadas por políticas entre las nacio­ nes y por instituciones transnacionales"5. Una frase favorita en estos días: "Piense globalmente, actúe localmente". Pero, ¿dónde queda entonces, después de todo, la nación-Estado? Al menos por el momento, como lo dijo Boutros Boutros-Ghali: "La base fundamental de este trabajo [el gobierno mundial] debe ser y debe seguir siendo el Estado"6. Este libro se propone analizar diversos aspectos y formular diversas preguntas acerca del gobierno. En el capítulo 2 se verá que las tendencias contradictorias que Boutros-Ghali llamó "únicas" dentro de la época de la posguerra fría, no son enteramente únicas porque mucho de la historia humana puede leerse como una tensión permanente entre fuerzas centrípetas y centrífugas. En el capítulo

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3 se verá la forma como estas fuerzas están operando en el sistema contempo­ ráneo internacional y en el capítulo 16 la forma como ellas pueden desempeñar su papel en un futuro más distante, cuando entremos en el siglo XXI.

1 An Agenda for Peace, Report of the Secretary-General on the Work of the Organizaron, UN Doc. A/47/277 and S/24111, June 17, 1992, p. 3. 2 Benjamín Barber, "Jihad vs. McWorld", The Atlantic (March 1992), p. 53. Ver también Barber's book-length Jihad vs. McWorld, New York: Times Books, 1995. 3 Citado en John G. Ruggie, "Territoriality and Beyond", International Organizaron, 47 (Winter 1993), p. 140. 4 Ronnie D. Lipschutz, "Reconstructing World Politics: The Emergence of Global Civil Society", Millennium, 21, no. 3, 1992, pp. 389-420. 5 Paúl Streeten, monograph on International Governance, IDS, University of Sussex, Silver Jubilie Papers (1992), p. 2; citado en Erskine Childers, Renewing the United Nations System, Dag Hammarskjold Foundation, Uppsala, Sweden, 1994, p. 17. Un trabajo similar fue hecho por Daniel Bell en "The World of 2013", New Society (December 8, 1987), p. 35. 6 An Agenda for Peace, p. 5.

momento no es la única posible; su modo de pensar se refleja en inmejorable forma en la frase del presidente Wilson cuando a una pregunta de sus asesores acerca de la practicidad de la idea de la Liga de las Naciones, contestó: "Si no opera, debe trabajarse para que opere"41. Fue justamente el fracaso de los idealistas para anticipar y prevenir la segunda guerra mundial lo que dio origen a la preponderancia del paradigma realista en el periodo inme­ diatamente posterior a 1945. Mientras los idealistas manifestaban que sus ideas no ha­ bían sido plenamente implementadas en el periodo entre las dos guerras y por tanto no habían sido puestas a prueba de manera adecuada, algunos realistas como el señor E. H. Carr manifestaban que ellas si habían sido puestas a prueba pero no pudieron contra los ejércitos que marchaban a través de Europa y la mitad del mundo42. Hans Morgenthau, con su obra clásica Politics Aniong Nations, fue identificado como el "padre" del realismo aun cuando Carr había escrito algunos años antes,- sin embargo, las raíces del pensamien­ to realista pueden remontarse al siglo XVI y encontrarse en El Príncipe de Maquiavelo y aún más en los recuentos de Tucídides sobre las guerras del Peloponeso entre Atenas y Esparta en la Antigua Grecia43. Los realistas se muestran tan interesados como los idealistas en los problemas propios del manejo del conflicto, pero son menos optimistas acerca de la efectividad del derecho y las organizaciones internacionales respecto del alcance que es posible lograr mediante la cooperación internacional. Los realistas tienden a apreciar las relaciones internacionales casi exclusivamente como la "lucha por el poder" más que como la "lucha por el orden" entre las naciones-Estado. Para los realistas la meta última de todos los países es la seguridad en un ambiente hostil y anárquico; sus políticas están determinadas por los cálculos del poder en la búsqueda de la seguridad nacional. Los países que están satisfechos con su situación se inclinan por proseguir las políticas inter­ nacionales de statu quo, mientras que los países que están insatisfechos se preocupan por adelantar políticas expansionistas externas. Se hacen alianzas y se desbaratan, se rechaza a los viejos amigos y se abraza a los viejos enemigos todo depende de los requerimientos de la "realidad política" (realpolitik). No es sorprendente que los realistas hayan tendido a concentrarse en algunos temas como la estrategia militar, los elementos del poder nacional, la diplomacia y otros instru­ mentos en manos del Estado así como en la naturaleza del interés nacional, más que en los temas propios del derecho internacional, las organizaciones internacionales. Los rea-

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listas manifiestan que han aprendido sus propias lecciones de la segunda guerra mundial, esto es, que la forma de prevenir futuros enfrentamientos bélicos radica en depender no sólo de las instituciones formales y legales o de los preceptos morales, sino fundamental­ mente de un "equilibrio del poder" capaz de disuadir a los agresores potenciales, o tam­ bién de un "acuerdo de poderes" capaz de efectuar una labor policiva en el mundo. El paradigma realista ha dominado el pensamiento de una generación entera de observado­ res de las relaciones internacionales desde la segunda guerra mundial hasta el presente (académicos, profesionales y juristas), y hoy en día continúa teniendo gran aceptación en muchos interesados. Los realistas contemporáneos, a menudo llamados "neorrealistas", incorporan más ele­ mentos económicos en sus análisis y buscan extender su conocimiento acerca de la es­ tructura básica de las relaciones internacionales y las dinámicas subyacentes en los conflictos entre los estados44. El tercer paradigma, o paradigma globalista (denominado a veces paradigma pluralista), enfoca el estudio de las relaciones internacionales desde una perspectiva un poco diferen­ te a la que emplean los idealistas o los realistas45. Iniciado en 1971 en una obra editada por Robert Keohane y Joseph Nye titulada Transnational Relations and World Politics, los globalistas han enfocado sus críticas en particular contra el paradigma realista argumen­ tando que este último nunca ha correspondido enteramente a una situación real y que es especialmente inadecuado para comprender los eventos contemporáneos en una época de interdependencia46. La mayor parte de los globalistas no han rechazado de plano el para­ digma realista pero han buscado refinarlo y ampliarlo, estableciendo como premisa que las relaciones entre los gobiernos nacionales son solamente un hilo de la gran red que constituyen las interacciones humanas. Más que ver las relaciones internacionales a tra­ vés de lentes realistas como simplemente una contienda entre unidades nacionales forza­ das por la preocupación dominante de la seguridad nacional, los globalistas perciben un conjunto más complejo de relaciones no sólo entre gobiernos nacionales (que en general están constituidos por burocracias competentes) sino también entre actores no estatales involucrados no sólo en los asuntos de la guerra y de la paz sino también en temas tales como el bienestar económico y social47. Por ejemplo, en el área de la seguridad aérea los globalistas apuntan hacia el papel de entidades tales como la Organización Internacional de Aviación Civil, la Asociación Nacional de Transporte Aéreo y la Federación Internacio­ nal de Asociaciones de Pilotos Aéreos, y por otro lado hacia el interés de las aerolíneas y ministerios de transporte de los diversos países. Mientras el mundo de los realistas está poblado principalmente por soldados, diplomáticos y estrategas de las políticas exteriores,

¿Cuál es el paradigma que tiene sentido en la época de la posguerra fría?

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el mundo de los globalistas incluye ejecutivos de corporaciones multinacionales, líderes sindicales de diversas naciones, ejecutivos de organizaciones internacionales y secuestra­ dores de aviones. En resumen los globalistas, a diferencia de los realistas, prefieren considerar un campo mucho más amplio de actores y aspectos en el estudio de las relaciones internacionales. Por su énfasis en la necesidad de constituir instituciones de cooperación internacional para manejar la interdependencia, los globalistas son considerados como los herederos de la tradición idealista y a veces se les conoce como los "neoliberales"48. Algunos académicos han argumentado que la historia reciente, especialmente el fin pacifico de la guerra fría, ha reivindicado la visión hberal-idealista del presidente Wilson49. Otros estudiosos han sugerido que la compleja interdependencia y la fusión de situaciones domésticas e inter­ nacionales se ha acelerado en tal forma que hoy en día se hace necesaria la aparición de un nuevo paradigma de "política posinternacional" en el campo de las relaciones internacio­ nales50. El paradigma marxista está en cierta forma relacionado, de manera diferente, con el paradigma globalista. Los marxistas tienen sus raíces intelectuales en la obra de Carlos Marx, filósofo alemán del siglo XIX quien escribió el libro El capital, y conjuntamente con Federico Engels El manifiesto comunista. Marx argumentó que el sistema económico ca­ pitalista, que enfatizaba la propiedad privada y la acumulación de riqueza privada, produ­ jo una clase dominante "burguesa" que explotaba a una clase trabajadora "proletaria". Él sostuvo que una vez que las distinciones de clase y la propiedad privada fueran eliminadas mediante una revolución mundial de los trabajadores, no habría ya necesidad de gobier­ nos nacionales y de naciones-Estado. Resultaría pues una sociedad global, armoniosa, de carácter comunista, y en ella cada persona recibiría su riqueza de acuerdo con sus necesi­ dades y no de acuerdo con una situación de privilegio. Varios marxistas contemporáneos han agregado algunos quiebres a estas teorías, por cuanto el capitalismo ha probado que posee más poder de persistencia y más estabilidad de la que predijo Marx. En particular, los marxistas sostienen que los estados capitalistas han sido capaces de aflojar un poco las tensiones internas propias de su economía, explo­ tando a otros Estados, en este caso a los menos desarrollados, utilizando trabajo barato y cautivando mercados extranjeros para evitar su propio colapso económico. Los marxistas, como los globalistas, apuntan a los tentáculos extensivos de las empresas multinacionales y a las coaliciones transnacionales de grupos elitistas, pero encuentran que el daño infligi­ do por aquellos actores es mucho mayor que el que encuentran los globalistas. Se supone que las elites de los ricos en países desarrollados de tipo capitalista tienen relaciones con sus homólogos en países menos desarrollados y conjuntamente son responsables de la enorme diferencia entre ricos y pobres. La proliferación de las corporaciones multinacio­ nales está colocada dentro de un amplio contexto histórico como la última etapa en el desarrollo institucional de muchos siglos del "sistema capitalista mundial"51. Los marxis­ tas tienden entonces a ver las relaciones internacionales más como una lucha entre las clases ricas y pobres que como una contienda entre gobiernos nacionales o nacionesEstado. Lo que se necesita, de acuerdo con este punto de vista, es que emerjan unos líderes que sean capaces de reemplazar el principio del laissez-faire, o mercado capitalista libre, por unas economías de orientación masiva, de planeación central y de dirección planifica­ da, que supuestamente resultarían en unas relaciones sociales más armónicas, tanto a nivel nacional como internacional. Sin embargo, en época reciente los analistas marxistas han sufrido retrocesos con la quiebra de las economías marxistas desde la Unión Soviética hasta Mozambique, y con la actual experimentación de las ideas capitalistas que tiene lugar en Cuba y China. Este libro se propone analizar estas diferentes perspectivas, las cuales representan orien­ taciones muy generales en el campo de los asuntos internacionales. Pocas personas son en efecto realistas puros o idealistas puros aun cuando muchos de ellos se apoyan fuertemen­

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te en una dirección o en otra. Teniendo en cuenta el papel que desempeñan los paradigmas en estructurar la visión que tiene una persona acerca del mundo, es importante entender que con frecuencia se presentan interpretaciones que compiten entre sí y se tornan con­ flictivas respecto a las relaciones internacionales; esto se debe a que diferentes personas y culturas, basadas en sus experiencias históricas y recientes, poseen a menudo diferentes lentes a través de los cuales pueden analizar los varios eventos. En África y Asia la gente que ha experimentado el colonialismo comienza con un conjunto de supuestos bastante diferentes acerca del mundo que, por ejemplo, un estadounidense. Mientras muchos nor­ teamericanos están inclinados a interpretar los asuntos internacionales en términos de los paradigmas realista o quizá idealista, los observadores en los países menos desarrolla­ dos pueden estar más inclinados a analizar los eventos en un contexto propio del paradig­ ma marxista. En lo que respecta al paradigma globalista, éste puede ofrecer un marco cada vez más convincente para cualquiera que esté interesado en entender los efectos políticos en un mundo en que las relaciones entre niveles subnacionales, transnacionales, guberna­ mentales e intergubernamentales de actividad, se vuelven cada vez más intrincadas. En adición a los paradigmas que se han mencionado, es posible reconocer también otros enfoques tales como las perspectivas "posmoderna" y "feminista"52. Se debe tener presen­ te que aun cuando ciertos académicos han sido identificados con un paradigma específico, sus investigaciones no siempre caen en forma precisa dentro de una calificación u otra, toda vez que el campo de estudio de las relaciones internacionales está caracterizado por enfoques cada vez más eclécticos.

METODOLOGÍAS ALTERNATIVAS

El segundo aspecto del "cómo" tiene que ver con las metodologías. Aun cuando existe considerable yuxtaposición sobre el debate de la metodología y el debate de los paradigmas, cada uno de ellos envuelve temas diferentes. El gran debate en el área de la metodología ha quedado reducido a la diferencia entre los "tradicionalistas" versus los "behavioristas", llamados también "conductistas"53. Hasta que se inició la década del 60, el campo de las relaciones internacionales estuvo dominado metodológicamente por los tradicionalistas para quienes el conocimiento era algo a lo que se podía llegar sólo a través de una participación de primera mano en la observación y en la experiencia práctica, o a través de una inmersión de segunda mano en los grandes tratados de historia de la diplomacia y otras formas de conocimiento investigativo en las bibliotecas. En adi­ ción a las historias diplomáticas, la literatura consistía fundamentalmente en las memo­ rias de los hombres de Estado, en los tratados de derecho internacional y en los escritos de filosofía. Durante la década indicada anteriormente, los tradicionalistas se vieron amenazados por un creciente número de seguidores de la posición "behaviorista" tales como Karl Deutsch, J. David Singer y James Rosenau, quienes buscaron hacer de las relaciones inter­ nacionales un campo más científico. Por tanto, su meta fue construir un cuerpo acumulativo de conocimiento basado en métodos más sofisticados y rigurosos, prestados de las cien­ cias biológicas y físicas54. Las herramientas de los partidarios del análisis conductista eran la información acumulada, las técnicas de análisis cuantitativo, los modelos matemáticos y los computadores55. La literatura acerca de este marco del comportamiento consistía en escritos que enfatizaban el desarrollo sistemático y la comprobación puesta a prueba de teorías que pudiesen explicar la dinámica de las relaciones internacionales. Hoy día los tradicionalistas y los behavioristas permanecen divididos alrededor de va­ rios aspectos relacionados con la metodología y con la medida en que el campo de las relaciones internacionales puede alcanzar el nivel científico de las ciencias biológicas y físicas. Cada campo está interesado en muchas de las mismas preguntas: ¿Bajo cuáles

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circunstancias tienden a ocurrir las guerras? ¿Cuál es el impacto de la política interna sobre la política externa? ¿En qué circunstancias es probable que la disuasión resulte o fracase? ¿Cuál es la relación existente entre la ayuda externa y la influencia política? ¿Qué efectos tiene una creciente interdependencia entre las naciones sobre las relaciones entre los gobiernos?, y así sucesivamente. Mientras los orientados por el conductismo conside­ ran que sus métodos en último término los pondrán en capacidad de responder estas preguntas con alto grado de precisión y fiabilidad, incluso hasta el punto de que serán capaces de predecir la ocurrencia de eventos internacionales diversos, los tradicionalistas argumentan que la complejidad del tema internacional y de los límites de cuantificación es tal que a duras penas lo máximo que se puede esperar son algunas conjeturas razona­ bles (casi lo mismo que el pronóstico del estado del tiempo, en comparación con la física nuclear). En realidad, la mayor parte de los seguidores de la teoría conductista estarían dispuestos a conformarse con los poderes de predicción de los meteorólogos quienes tra­ bajan con probabilidades y tendencias, y quienes lo único cierto que saben es que se pre­ sentarán errores en su trabajo. Como lo dijo Charles McClelland "la meta no es predecir exactamente los eventos que tendrán lugar en China (digamos en el año 2002]" sino más bien "desarrollar las habilidades que muestran 'hacia dónde va el viento' y por lo tanto qué podría pasar dentro de determinadas circunstancias."56 A pesar de los continuos desacuerdos entre los tradicionalistas y los behavioristas, una tregua difícil de mantener se ha declarado entre los dos campos en los últimos años. La disciplina está ahora en una etapa "posconductista", cuando ambos bandos reconocen que ninguno de los dos tiene el monopolio del saber, o del conocimiento en este campo, y que la "ciencia" de las relaciones internacionales aún está en pañales. Con el mismo espíritu de humildad, los autores de este libro se abstienen de tomar partido en cuanto a las escue las de metodología, y harán uso de la investigación tanto tradicional como cuantitativa en el estudio de las relaciones internacionales.

Las preocupaciones de los gobernantes, de los académicos y del ciudadano común Todos los seres humanos —los gobernantes, los académicos y el hombre de la callen tienen alguna necesidad de saber algo acerca de las relaciones internacionales, aun cuan­ do, evidentemente, no todos tienen exactamente las mismas necesidades. Cada uno quie­ re tener una idea del mundo, aun cuando algunos se contentan con poseer un conocimientí menor que el de otros. Los académicos generalmente quieren saber todo lo que sea posi­ ble. Los gobernantes, de aquello que les permita mantener a su país en actividad de un día a otro. Y, finalmente, el hombre común se limitará a conocer aquello que le permita for­ marse un juicio más o menos informado acerca de la manera como los gobernantes están haciendo su trabajo en este campo. Primero se verá la relación entre los gobernantes y los académicos, y luego se relacionarán sus preocupaciones con aquéllas propias de una per­ sona promedio.

PREGUNTAS PARA LOS ACADÉMICOS Y LOS GOBERNANTES

Desde los tiempos de Platón y Maquiavelo, hasta el presente, los pensadores y los escritores siempre han buscado influir sobre las acciones de los gobernantes57. En realidad, algu­ nos han ido un poco más allá de la mera influencia hasta constituirse en artífices de la política. Henry Kissmger y Jeane Kirkpatrick son dos ejemplos contemporáneos. En su

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mayoría, sin embargo, los académicos de las relaciones internacionales no tienen tanta influencia como quisieran. El mundo del hombre erudito es bastante diferente del mundo del profesional. El erudi­ to tiende a preocuparse más por las tendencias a largo plazo, las relaciones hipotéticas y los patrones generales ("teoría"), en tanto que el profesional trabaja más con casos especí­ ficos y situaciones inmediatas que parece que tienen características únicas ("práctica")58. Según la discusión acerca de la metodología, los académicos están interesados en las si­ guientes preguntas teóricas: ¿Bajo cuáles circunstancias tienden a ocurrir las guerras? ¿Cuál es el impacto de la política interna sobre la política externa? ¿En qué circunstancias es probable que se produzca la disuasión con buenos resultados, o que fracase? ¿Cuál es la relación entre la ayuda externa y la influencia política? ¿Qué efectos tiene una creciente interdependencia entre la naciones sobre las relaciones entre los gobiernos? En contraste, aun cuando los gobernantes puedan tener alguna curiosidad intelectual acerca de pregun­ tas teóricas, ellos tienden a preocuparse especialmente sobre materias más concretas: ¿La venta de varios aviones militares sofisticados a Arabia Saudí agrava las hostilidades en el Medio Oriente? ¿Cuál es el impacto de los grupos de extrema izquierda o de extrema derecha sobre la política exterior, por ejemplo en Rusia? ¿Cuáles condiciones son necesa­ rias para detener un ataque nuclear contra los Estados Unidos o parar eliminar el terroris­ mo contra los norteamericanos que se encuentren en el exterior? ¿Puede un paquete de ayuda externa valorado en US$ 150 millones comprar, por decirlo así, la amistad de Corea del Norte para con los Estados Unidos? ¿Cómo se afectarían las relaciones entre los Esta­ dos Unidos y Japón con el establecimiento de una cuota dos por ciento mayor en las importaciones de carros provenientes del Japón a los Estados Unidos y cómo esta misma medida afectaría el precio que los consumidores norteamericanos pagarían por los auto­ móviles? Sin duda los académicos pueden hacerse también estas preguntas pero evidente­ mente sólo como pequeñas fracciones de un gran conjunto de fenómenos que se desee investigar. No obstante estas diferencias, tanto los académicos como los artífices de la política comparten una meta común, esto es, la de entender cómo opera el mundo. El mismo Platón sugirió que cada persona tiene algo que ofrecer a otro y que el gobernante ideal era una combinación de pensador y realizador, un "rey filósofo". No hay nada más práctico que una buena teoría que pueda ordenar la realidad a los artífices de la política y que les ayude a anticipar las posibles consecuencias de sus decisiones.

PREGUNTAS PARA EL HOMBRE COMÚN

En la medida en que el hombre común está interesado en las relaciones internacionales tiende a estar más intrigado por las respuestas a las preguntas concretas que preocupan a los gobernantes que por las preguntas abstractas y teóricas que interesan a los académi­ cos. El hombre de la calle, como el político, puede beneficiarse con las respuestas a las preguntas teóricas. El mismo conocimiento general que puede ayudar a los políticos a analizar en forma más inteligente los problemas que pasan por sus escritorios, puede también ayudar al hombre de la calle en su papel de ciudadano, para que en forma más inteligente evalúe la sensatez de las decisiones tomadas por su gobierno. Aun cuando los políticos y los hombres de la calle están inclinados a pasar por alto los conceptos teóricos, debe anotarse que ellos no pueden hacer esto en forma total. Aun si ellos no están plena­ mente conscientes de esta situación, en último término sus juicios están basados en cier­ to grado en "teorías" o sea en una variedad de supuestos personales acerca de cómo funciona el mundo, caso omiso de lo subdesarrolladas o poco fundamentadas que puedan ser tales teorías. Para apreciar en qué forma interactúan los conceptos de los gobernantes, los aca­ démicos y el hombre de la calle, se examinarán brevemente los diferentes métodos de

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análisis en que se involucra la gente cuando piensa acerca de los fenómenos sociales en general y acerca de los fenómenos propios de las relaciones internacionales en partícula!

Métodos de análisis Pueden identificarse al menos cuatro métodos de análisis: (1) descripción, (2) explicación (3) análisis normativo y (4) prescripción59. La descripción es el más básico de los tipos d análisis: simplemente se indica cómo se presenta la realidad o a qué se parece. Cuando s indica cuántas guerras han ocurrido en el mundo en los últimos veinte años y si la dictaduras han sido más dadas a la guerra que las democracias, se están haciendo plantea mientos descriptivos que en último término pueden ser verdaderos o falsos. La explica ción, aunque basada en la descripción, requiere que se vaya un poco más allá del simpl reporte del hecho o el registro de su existencia. La habilidad para explicar un conjunto d fenómenos pasados o presentes puede implicar la habilidad de predecir también el futuri aun cuando no necesariamente. El análisis normativo conlleva el hacer juicios de valoí (morales) acerca de cierta realidad que se piensa que existe o que se considera como posi­ ble. Cuando una persona se lamenta del hecho de que los Estados Unidos no tenga maye» poder de voto que Cuba en las Naciones Unidas, a pesar de contribuir con una cuota mucho más grande en el presupuesto de la organización, está haciendo un planteamiento normativo que se traduciría en términos de "bueno o malo" más que en términos de "verdadero o falso". Finalmente, el método de prescripción implica ofrecer ciertas reco­ mendaciones acerca del curso futuro de las acciones o políticas dada una meta que debe alcanzarse, lo cual en sí mismo puede implicar juicios previos de valor. Una persona se compromete en un análisis prescriptivo cuando trata de solucionar los problemás del mundo; por ejemplo, cuando pretende tener una solución al conflicto entre israelíes y árabes. Aun cuando estos cuatro métodos de análisis constituyen diferentes tareas inte­ lectuales, y reflejan diferentes propósitos de investigación, todos ellos están en cierta for­ ma interrelacionados. La conexión entre estos métodos de análisis y la forma como los políticos, los académ» eos y los hombres de la calle los utilizan, puede ilustrarse mejor con un simple ejemplo Suponga que una persona está interesada en el tema de la distribución de la riqueza en el mundo. Un ejemplo de un planteamiento descriptivo sería algo así como el siguiente: la mitad de la humanidad vive en países con un Producto Nacional Bruto per cápita inferior a US$ 500, aproximadamente 30 por ciento vive en países con un ingreso per cápita entre US$ 500 y US$ 1.000 y, finalmente, 20 por ciento mora en países con ingreso per cápita superior a US$ 5.00060. Esta frase, que de paso es cierta, simplemente muestra como se ve al mundo; no dice nada acerca de por qué se ve así, ni asume ningún juicio moral acerca de si esta situación es buena o mala, ni tampoco sugiere qué cosa puede hacerse, si es que puede hacerse algo para enfrentar esta situación. Si tal persona fuera a preguntarse por qué existe esta situación, ya sea porque obedece a razones climáticas (toda vez que la mayoría de los países más pobres están localizados en el hemisferio sur), o debido a dife­ rencias tecnológicas (porque la mayor parte de los países pobres son subdesarrollados tecnológicamente), o quizá por diferencias raciales (por cuanto la mayor parte de los habi­ tantes de los países pobres son de color negro, cobrizo o amarillo), o finalmente por un legado colonial (toda vez que los países pobres sólo hasta hace poco tiempo han obtenido su independencia), o por cualquier otra causa que sea, estaría saltando de la descripción a la explicación y caería esencialmente en el campo de lo que se ha llamado la búsqueda teórica. Si, cualquiera que sea la causa de la distribución actual de la riqueza, esta persona decide que es mala en términos de no ser ética, y porque al mismo tiempo fomenta el resentimiento y el conflicto internacional, entonces se está comprometiendo con un ana-

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UNA MUESTRA DE LA SABIDURÍA CONVENCIONAL

Uno de los objetivos fundamentales de este libro es proporcionar al estudiante un entendimiento un poco más sofisticado y profundo acerca de los fenómenos pro­ pios de las relaciones internacionales. Las siguientes frases que a través de los años han salido de las bocas de quienes las practican y de las plumas de los filósofos son representativas de un gran número de ideas acerca de las relaciones internaciona­ les. ¿Acepta usted la validez de las proposiciones implícitas en estas frases o le parecen en cierta forma muy simples?

Sobre los tipos de países por naturaleza guerreros: "Un tirano ... siempre está planeando algún tipo de guerra para que las gentes nece­ siten de un líder". -Platón, La República, siglo IV a.C. "De todas las naciones, aquéllas más dadas a la paz son las naciones democráticas". -Alexis de Tocqueville, Democracy in América, 1835.

Sobre la prevención de la guerra: "Estar preparado para la guerra es una de las formas más efectivas de preservar la paz". -George Washington, 1er discurso ante el Congreso, enero 8, 1790. " ...solamente cuando nuestras armas más allá de cualquier duda son las suficientes, podemos estar seguros, más allá de cualquier duda, de que ellas nunca serán emplea­ das". -John F. Kennedy, discurso de posesión, enero 20, 1961. "La historia nos ha demostrado muy bien que la debilidad promueve la agresión y la guerra, mientras la fuerza preserva la paz". -Ronald Reagan, publicidad política pa­ gada, campaña presidencial de 1980. "Con frecuencia me pregunto qué hubiera pasado si nosotros [refiriéndose a los Estados Unidos, Japón y Alemania] hubiésemos tenido los mismos nexos de comercio antes de 1939 y antes de 1941 [como los tenemos hoy en día]. Ésta es la razón por la cual soy un fiel defensor del comercio mundial". -Jimmy Cárter, 26 Conferencia Mun­ dial de la Cámara de Comercio Internacional, octubre 1®, 1978.

Sobre el triunfo en las guerras: "Se dice que Dios está siempre presente en los grandes batallones". -Voltaire, citan­ do a Federico el Grande, en una carta dirigida a M. Riche, febrero 6, 1770.

Sobre el enfoque de las virtudes de la "zanahoria" [el buen tipo] contra "el garrote" [el hombre fuerte] y su influencia en los asuntos internacionales: "Hable suave y lleve un buen garrote; así llegará lejos". -Teodoro Roosevelt, en la Feria del Estado de Minnesota, septiembre 2, 1901. "Si el adversario considera que usted es impredecible o temerario, el adversario esta­ rá desanimado de presionarlo mucho". -Richard M. Nixon, The Real War, 1980.

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lisis normativo; y si dando un paso más hacia adelante deseara cambiar esta situación y tuviese que recomendar la estrategia de desarrollo económico que tuviese como objetivo la redistribución de la riqueza en el mundo, entonces estaría actuando como un solucionado! de problemas y se estaría centrando en el campo de la prescripción o de la receta. El lector puede reconocer que mucha gente se adentra en todos estos sistemas de análi sis y a veces lo hace actuando sobre los cuatro al mismo tiempo. Existe la tendencia < hacer un "tejido" de cosas, mezclando los cuatro análisis sin ser plenamente consciente di que lo que aparentemente es una descripción de los hechos puede ser sólo un deseo y li que parece ser una explicación puede ser una racionalización de las políticas que se sus ten tan. La mayor parte de las personas prefiere concentrarse en el análisis normativo prescriptivo más que en otros modelos por cuanto debatir sobre los grandes temas mora les del día y solucionar los grandes problemas, parece más interesante que examinar u conjunto de tablas y de gráficos. En efecto, aplicar el conocimiento en cualquier forro parece mucho más agradable que adquirirlo en primer término. Para los políticos, le análisis normativos y prescriptivos son su principal trabajo; los mismos que llegan co facilidad a la mente del hombre de la calle que está más propenso a la discusión con u vaso de cerveza, en una charla con unos amigos, luego de un día de trabajo intenso. Sin embargo, el problema radica en que no se puede presentar una posición de anális normativa y prescriptiva hasta que se haya hecho un análisis serio de carácter descriptn y explicativo, esto es, hasta que se tenga una visión tan completa como sea posible de forma como se ve al mundo y por qué se ve así. Sin tener un conocimiento sobre mundo, la moralización se reduce a la pontificación y las prescripciones están condenad al fracaso. Como se sugirió anteriormente, los profesionales y el hombre común con fi cuencia actúan sobre la base de un cierto conjunto de supuestos acerca del mundo que i son expresados en forma suficientemente clara o que no son comprobados,- tales análi: conducen a menudo a resultados no previstos y, más aún, desastrosos. Es justo decir q los profesores también pueden ser culpables de no hacer sus "tareas escolares". El reci dro de la página 27 presenta algunos ejemplos de ciertas nociones populares acerca de relaciones internacionales encontradas por los investigadores y sobre las cuales hay manto de escepticismo sobre su validez o cuya evidencia registra al menos ciertas dud La razón por la cual los autores se tomaron el trabajo de dedicar algún espacio a es materias abstractas es el deseo de alertar a los lectores desde un principio en el sentido que se verán desilusionados si esperan encontrar en las páginas siguientes soluciones conflicto en el Medio Oriente o a otros problemas en el mundo, o si creen que encontra] un ataque polémico contra quienes han creado justamente esos problemas. El énfasis este libro está en las descripciones básicas y en las explicaciones —con fragmentos importante información proporcionados simultáneamente con un marco conceptual i permite su asimilación—, todo lo cual está de acuerdo con el propósito enunciado contribuir a lograr un cierto entendimiento de los fenómenos internacionales en los mienzos de un nuevo siglo. En el proceso de impartir un mejor entendimiento se esj crear una mayor curiosidad acerca de las relaciones internacionales; también se tien esperanza de afilar la habilidad del lector para analizar los problemas y, en último tér no, la de proponer y evaluar los remedios pertinentes. Es necesario un diagnóstico cu doso de la "condición global" antes de establecer el remedio a aplicar.

Plan de la obra En los restantes capítulos de la Parte I se terminará de establecer el escenario pai estudio de las relaciones exteriores, examinando brevemente los desarrollos histórico.' sistema internacional hasta el presente. Se buscarán las raíces de la condición global

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proporcionará una visión general del marco en que ocurren las relaciones internacionales actualmente, yendo un poco más allá de las observaciones iniciales y presentando con mayor detalle algunas de las tendencias mencionadas en el Capítulo I. En la Parte II la atención se concentrará en las naciones-Estado y en los gobiernos nacionales como acto­ res de la política, examinando su comportamiento en materia de política internacional e interacción oficial, y cubriendo así mismo aquellos fenómenos tales como el poder econó­ mico y militar, que en efecto muchos consideran como el "meollo" de las relaciones inter­ nacionales. Esta sección del libro, por tanto, tiende a analizar algunos de los aspectos más conflictivos de la política internacional. En la Parte III se hará un viraje para analizar los intentos por desarrollar un derecho internacional encaminado a facilitar los flujos rutina­ rios de transacciones económicas y de otra naturaleza a través de las fronteras nacionales y a proporcionar mecanismos de solución de conflictos cuando se presentan diferencias entre los Estados, enfocándose más en el impulso de cooperación de la disciplina y en la búsqueda de cierto nivel de orden en un mundo descentralizado. Así, después de haber presentado a los lectores los elementos esenciales de la política mundial en las secciones ya analizadas, en la Parte IV se pondrán sobre la mesa todos los aspectos del sistema político internacional en el que opera un proceso político, como son (1) una serie de aspec­ tos o problemas que están a la orden del día, (2) una serie de diferentes demandas presen­ tadas por una gran variedad de actores tanto Estados como no Estados y que se encuentran en estas áreas y (3) una serie de resultados o productos ("regímenes") resultantes de las interacciones de estos actores en las diferentes áreas de discusión. Mediante el enfoque sobre un cúmulo de fuerzas presentes en cinco áreas seleccionadas de conflictos —parti­ cularmente en el control de armas, el control del terrorismo y la violencia no ortodoxa, la coordinación de la economía internacional, el desarrollo económico y la administración de recursos— esperamos ilustrar en una forma muy global la riqueza y el dinamismo de las relaciones internacionales contemporáneas y cómo las presentes generaciones del homo sapiens hacen frente a las tensiones históricas entre el orden y el desorden. En el capítulo final de la Parte V damos una mirada hacia el futuro más allá del año 2001 y una perspec­ tiva en profundidad.

RESUMEN 1. El de hoy es un mundo interdependiente. El bienestar de todas las comunidades puede

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afectarse de manera sustancial por los desarrollos internacionales, que pueden ir des­ de el incremento o disminución en el número de guerras hasta el incremento o dismi­ nución en las tarifas aduaneras. La política internacional puede definirse como el estudio de quién obtiene qué, cuán­ do y cómo, en la arena internacional. Al contrario de lo que sucede con la política doméstica, la política internacional se desarrolla en una forma descentralizada y sin la existencia de legislación mundial o instituciones centrales investidas de autoridad para regular a los miembros de la co­ munidad internacional; esto es, las más de 180 naciones-Estado en que está organiza­ da la humanidad alrededor del mundo. Aun cuando hoy en día existe un potencial para conflictos sin paralelo representados por las armas atómicas, también hay un potencial sin precedentes en el campo de la cooperación, representado por el importante crecimiento de las organizaciones inter­ nacionales. La escuela idealista (liberal) constituye uno de los cuatro principales paradigmas que han estructurado el pensamiento acerca de las relaciones internacionales en el siglo XX. Esta escuela enfatiza la importancia del derecho internacional y de las organiza­

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ciones internacionales como también los aspectos morales, tales como los derechos humanos, en su esperanza de maximizar la cooperación entre los diversos Estados. Los realistas son menos optimistas acerca del potencial de la cooperación internacio­ nal toda vez que ven las relaciones internacionales como una guerra de poder entre los Estados, que buscan ansiosamente la seguridad nacional. Los realistas se enfocan en la estrategia militar, en los elementos del poder nacional y en la naturaleza del interés nacional más que en el derecho y en las organizaciones internacionales. Los realistas contemporáneos, conocidos también como neorrealistas, y los realistas clásicos, cen­ tran su atención en el comportamiento del Estado dentro de un clima de anarquía pero se ven así mismos como más rigurosos en su búsqueda del conocimiento. El paradigma globalista, o pluralista, interpreta las relaciones internacionales en tér­ minos más complejos y consistentes, no sólo en situaciones de guerra y de paz, sino también en materias propias del bienestar económico y social y que abarcan no solamen­ te los gobiernos nacionales sino las corporaciones multinacionales y otros actores no esta­ tales, todos los cuales se encuentran dentro de una gran red de interdependencia. El paradigma marxista considera las relaciones internacionales como una lucha de clases entre los ricos y los pobres del mundo más que como un conflicto entre naciones-Estado. Existen dos enfoques generales metodológicos para estudiar las relaciones internacio­ nales. Los tradicionalistas buscan el conocimiento a través de la observación participativa, la experiencia práctica y la cuidadosa comprensión de la historia diplo­ mática. Los seguidores de la escuela del behaviorismo o conductismo asumen un en­ foque más científico utilizando información estadística, técnicas de análisis cuantitativo y computadores para desarrollar sistemáticamente y comprobar las teorías que pue­ dan explicar la dinámica de las relaciones internacionales. A pesar de las diferentes orientaciones, los académicos, los políticos y el hombre déla calle comparten el interés de entender cómo funciona el mundo. No existe nada más práctico que una buena teoría. Al menos cuatro sistemas de análisis se utilizan para examinar las relaciones interna­ cionales: (a) la descripción, que se limita a mostrar la realidad; (b) la explicación, que informa acerca de la existencia de esta realidad; (c) el análisis normativo, que hace juicios éticos y juicios de valor, y (d) la prescripción o receta que ofrece recomendacio­ nes para un futuro curso de acción o política. Aunque estos sistemas constituyen tareas intelectuales que reflejan diferentes propósitos de investigación, todos ellos es­ tán interrelacionados.

LECTURAS RECOMENDADAS

Mucho se ha escrito en los años recientes sobre la interdependencia. Ver las obras citadas en la Nota 33. Acerca de las implicaciones de la interdependencia sobre el Estado y la nacionalidad, ver Joseph A. Camilleri y Jim Falk, The End of Sovereignty! The Politics ot a Shrinking and Fragmenting World (London: Edward Elgar, 1992); y Robert H. Jacksony Alan James, eds., States in a Changing World: A Contemporary Analysis (Oxford: Clarendon Press, 1993). Las tendencias relacionadas con la desintegración y la integración de las naciones-Estado pueden estudiarse en K. J. Holsti, "Change in the International System: Interdependence, Integration, and Fragmentation", en Ole R. Holsti et al., eds., Change and Continuity in the International System (Boulder, Colo.: Westview Press, 1980), pp. 23-53; esta obra comenta sobre el rompecabezas del desarrollo antes del fin de la guerra fría; y los trabajos de Ernst-Otto Czempiel y James N. Rosenau, eds., Global Changes and Theoretical Challenges (Lexington, Mass.: Lexington Books, 1989), escritos casi en el

ESTUDIO DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES

momento del fin de la guerra fría. El "papel de la ciencia y la tecnología en la evolución de los asuntos mundiales" y particularmente sus "implicaciones en el proceso de goberna­ ción nacional e internacional" en la era de la posguerra fría se discuten en detalle en Eugene B. Skolnikoff, The Elusive Transformation (Princeton: Princeton University Press, 1993). Para una discusión muy interesante sobre el "qué" ver Patrick M. Morgan, Theories and Approaches to International Politics, 4th ed. (New Brunswick, N.J.: Transaction Books, 1986), ch. 1. Este autor examina las cuestiones de delimitación, y otros temas, en el análisis de las relaciones internacionales incluyendo los problemas propios de los llama­ dos "niveles de análisis". Para profundizar sobre la distinción entre la política doméstica y la política exterior, ver James N. Rosenau, "Foreign Policy as an Issue-Area", The Scientific Study of Foreign Policy, 2d ed. (London: Francés Pinter, 1980), pp. 461-500; y Eugene J. Meehan, "The Concept 'Foreign Policy'", in Wolfran F. Hanrieder, ed., Comparative Foreign Policy (New York: David McKay, 1971), pp. 265-294. La naturaleza relativa de la naciónEstado y los sistemas y de las naciones-Estados se analizan en Barry Buzan, People, States, and Fear: An Agenda for International Security in the Post-Cold War Era, 2d ed. (Boulder, Colo.: Lynne Rienner, 1991), y Hedley Bull, The Anarchical Society (London: Macmillan, 1977). Sobre la pregunta del "cómo", en adición a los temas tratados en el capítulo 2 del libro de Morgan, ver James E. Dougherty y Robert L. Pfaltzgraff, Contending Theories of International Relations, 3d ed. (New York: Harper and Row, 1990); Paúl R. Viotti y Mark V. Kauppi, International Relations Theory, 2d ed. (New York: Macmillan, 1993); y John A. Vásquez, ed., Classics for International Relations, 2d ed. (Englewood Cliffs, N.J.: Prentice Hall, 1990), todas estas obras ofrecen un examen amplio de la competencia entre los paradigmas. Knorr y James N. Rosenau, eds., Contending Approaches to International Politics (Princeton: Princeton University Press, 1969), enfocan su atención más en los aspectos metodológicos. El desafío neoliberal contra el realismo en la posguerra fría se estudia en Charles W. Kegley, Jr., ed., Controversies in International Relations Theory: Realism and the Neoliberal Challenge (New York: St. Martin's, 1995); y David A. Baldwin, ed., Neorealism and Neoliberalism: The Contemporary Debate (New York: Columbia University Press, 1993). Ver también Joseph S. Nye, "Neorealism and Neoliberalism", World Politics, 40 (January 1988), pp. 235-251. Para profundizar sobre los trabajos de la escuela realista clásica, ver E. H. Carr, The Twenty Years’ Crisis, 1919-1939 (London: Macmillan, 1939), y Hans J. Morgenthau, Politics Among Nations (New York: Knopf, 1948). En adición a los escritos de Woodrow Wilson, el pensa­ miento idealista puede encontrarse en Grenville Clark y Louis B. Sohn, World Peace Through World Law: Two Alternative Plans, 3d ed. (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1966). Entre los trabajos que ejemplifican la perspectiva globalista, además de los que se citaron en la nota 45, está el de Richard W. Mansbach y John A. Vásquez, In Search of Theory: A New Paradigin for Global Politics (New York: Columbia University Press, 1981). Un enfoque muy conciso sobre el punto de vista marxista se encuentra en Keith L. Nelson y Spencer C. Olin, Why Warl (Berkeley: University of California Press, 1979), pp. 69-74; en lo que se relaciona con el enfoque del "sistema mundial", además de las fuentes indica­ das en la nota 51, ver Robert Cox, Power, Production, and World Order (New York: Colum­ bia University Press, 1987); Ronen Palan y Barry Gills, eds., Transcending the State-Global Divide (London: Lynne Rienner, 1994); y Andre Gunder Frank, "A Plea for World System History", fournal of World History (Invierno 1991). Un diálogo "posmodernista" aparece en James N. Rosenau, ed., Global Voices: Dialogues in International Relations (Boulder, Colo.: Westview Press, 19931; una teoría feminista de las relaciones internacionales cons­

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INTRODUCCIÓN

tituye la base del trabajo de V. Spike Peterson y Aiine Sisson Runyan, Global Gend Issues (Boulder, Colo.: Westview Press, 1993). Como ejemplos de estudios específicos que utilizan la técnica cuantitativa para examin el fenómeno de las relaciones internacionales se encuentran J. David Singer, e( Quantitative International Politics: Insights and Evidence (New York: Free Press, 1968), Dina A. Zinnes, Contemporary Research in International Relations (New York: Free Pre? 1976). Los problemas relacionados con la investigación científica en el campo de las reí ciones internacionales se encuentran en Benjamín A. Most y Harvey Starr, Inquiry, Log and International Politics (Columbia: University of South Carolina Press, 1988). Una discusión amplia sobre los métodos de análisis y sobre el papel de la teoría en 1 relaciones internacionales la proporciona David Edwards, International Political Analyi (New York: Holt, Rinehart and Winston, 1969); ver también Alexander L. George, "Theo for Policy in International Relations", Policy Sciences, 4 (diciembre 1973), pp. 387-41 Tres estudios que examinan los diversos temas tratados en el capítulo 1 y que proporci nan una visión del desarrollo de las relaciones internacionales como disciplina se encue tran en William Olson's "Growing Pains of a Discipline: Its Phases, Ideáis, and Debateí en Olson et al., eds., The Theory and Practice of International Relations, 6th ed. (Englewoi Cliffs, N.J.: Prentice-FIall, 1983), pp. 391-401; K. J. Holsti, The Dividing Disciplin Hegemony and Diversity in International Theory (London: Alien and Unwin, 1985); Joseph Kruzel y James N. Rosenau, eds., Journeys Through World Politics (Lexingto Mass.: Lexington Books, 1989). Los anteriores constituyen un compendio de "reflexión autobiográficas" de académicos muy importantes en el tema de la posguerra de la según guerra mundial. Ver también Jim George, Discourses of Global Politics: A Critic (Re)Introduction to International Relations (Boulder, Colo.: Lynne Rienner, 1994). t

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978-9! 958-41

Relaciones internacionales Situación global en el siglo XXI Cuarta edición

“Aun cuando la cuarta edición se diferencia apreciablemente de las i / anteriores en el sentido de que en verdad es una edición de ‘posguerra fría’ que ha soportado importantes revisiones, nuestra filosofía fundamental, sobre la cual se basa este texto, no se ha modificado... El tema general del libro puede sintetizarse como la necesidad de que los académicos, los políticos y la gente de la calle tengan en cuenta las complejas variables de las relaciones que existen hoy -entre más de 5.000.000 millones de personas, 180 países (naciones-Estado) y 10.000 organizaciones internacionales- con el fin de que se entienda la ‘situación global’ contemporánea y a efecto de que se llegue a juicios y a decisiones inteligentes respecto a los asuntos internacionales”.

“La última edición de este texto aparece precisamente en un momento especial que corresponde al cambio de milenio y cuando el siglo XX pasa a la historia y cede su paso a un nuevo siglo... En pocas palabras, esta nueva edición intenta acercarse más a los grandes dramas que hoy tienen lugar entre las fuerzas del globalismo y el regionalismo, el nacionalismo y el transnacionalismo, la seguridad y el bienestar, el orden y el cambio”, (del Prefacio), /x'

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RELACIONES INTERNACIONALES EDITORIAL: MC GRAVV HILL 44aAM9AMM9 LIBRERÍÁ-ECONOMIA ADMON

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