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DIMENSIONES DE LA INSEGURIDAD: 1. Percepción: “La percepción de inseguridad es la sensación de peligro que experimenta un individuo, que se constituye con base en la experiencia individual y colectiva y hace referencia a condiciones de “normalidad” construidas subjetivamente y que sensibilizan a los sujetos respecto de las posibles amenazas del entorno. Es por ello que, sentirse seguro, tiene que ver no sólo con estar seguro (estatus objetivo de seguridad), sino con otros factores que configuran las condiciones existenciales, como el sexo, la edad, el nivel socioeconómico o alguna experiencia, directa o indirecta con el delito.” González Plasencia, Luis. Percepción ciudadana de la Inseguridad en la Ciudad de México. Tesis de doctorado, Instituto Nacional de Ciencias Penales. México, 2001; p.34.
“La violencia tiene dos dimensiones claramente diferenciadas e interrelacionadas: la inseguridad que es la dimensión que hace referencia a los hechos concretos de violencia objetiva producidos o, lo que es lo mismo, la falta de seguridad. Y la percepción de inseguridad que hace relación a la sensación de temor y que tiene que ver con el ámbito subjetivo de la construcción social del miedo generado por la violencia directa o indirecta. Es en esta segunda dimensión de la violencia que hay que detenerse a pensar porque es poco lo que se ha hecho por conocerla y para actuar sobre ella. Se trata de un imaginario complejo construido socialmente, que se caracteriza por existir antes de que se produzca un hecho de violencia (probabilidad de ocurrencia), pero también después de ocurrido (por el temor de que pueda volver a suceder). Es anterior, en la medida en que existe el temor de que se produzca un acto violento sin haberlo vivido directamente y, puede ser posterior porque el miedo nace de la socialización (allí el papel de los medios de comunicación) de un hecho de violencia ocurrido a otra persona. La percepción de inseguridad - por ser una construcción social - tiene un momento histórico que toma cuerpo, para el caso que nos ocupa en Latinoamérica es a principios de los años noventa con la libre movilidad de los capitales; en este contexto la sensación de inseguridad aparece como una externalidad negativa para la inversión extranjera, el turismo y el desarrollo urbano. En este caso, revistas como “América Economía” al introducir la noción de riesgo han construido la percepción de inseguridad desde lo empresarial e internacional. Adicionalmente, las policías locales incorporan el tema por la brecha existente entre violencia objetiva y subjetiva, como forma de descargar responsabilidades frente a los medios de comunicación. Todo esto supone que si ésta nace socialmente, de la misma manera puede ser contrarrestada y revertida. Hay que tomar en cuenta que la percepción de inseguridad puede originarse en hechos que no tengan nada que ver con los actos de violencia ocurridos o por ocurrir (anteriores o posteriores), sino por ejemplo, de sentimientos de soledad o de oscuridad que finalmente tienen que ver, en el primer caso, con la ausencia de organización social o la precaria
institucionalidad; o en el segundo caso, por la falta de iluminación de una calle, la ausencia de recolección de basura o la inexistencia de mobiliario urbano. Si la ciudad es un espacio de “soledades compartidas” y, por tanto, el lugar del anonimato y la inseguridad; allí el temor crecerá y, lo que es peor, el miedo se convertirá en principio urbanístico. Es decir, hay un miedo construido en la ciudad y también una ciudad construida por el miedo. Por esta razón, las políticas urbanas han empezado a tomar en cuenta esta dimensión, desarrollando propuestas como las llamadas, por ejemplo: “ventanas rotas” impulsadas en Nueva York y diseñadas para regular la conducta social en el espacio público; o “prevención situacional” que busca poner barreras físicas al crimen. De allí que sea pertinente plantearse preguntas como las siguientes: ¿Quién concibe, usa, produce y controla el espacio público: el crimen o la policía? ¿Estamos en esta disyuntiva? No es dable pensar en éstas como opciones, por eso hay que buscar alternativas que produzcan más ciudad y más seguridad tanto objetiva como subjetiva”. Fernando Carrión Mena. "Percepción de inseguridad ciudadana" Boletín Ciudad Segura 15.Percepción de la inseguridad (2007).
La sensación de seguridad no puede medirse de modo objetivo. Las experiencias vividas por una persona, su situación vital personal y el tipo de interacción que elige tener con su entorno influyen en la sensación de seguridad. En varias ciudades se trata de operar sobre los datos relativos a la inseguridad, y no solamente sobre la delincuencia. Se ha podido constatar una discrepancia considerable entre esos datos en relación con determinadas situaciones en las que la gente experimenta una sensación de inseguridad y a la inversa. Ha quedado demostrado en algunos estudios nacionales que las personas menos expuestas a la delincuencia son aquellas que se inquietan más de verse eventualmente afectadas por ella, y que las categorías que son víctimas de la delincuencia -en gran medida los jóvenes- sienten escasa inquietud. Prevenir la sensación de inseguridad es algo completamente distinto que prevenir la delincuencia. Se trabaja también sobre la necesidad que existe en el ser humano de sentir que puede confiar en las instancias encargadas de asegurar y de hacer que se perciba la seguridad. Una reacción negativa de esas instancias respecto al ciudadano contribuye a dañar gravemente el sentimiento de comodidad y de confianza. Existen ejemplos de cursos de formación en este ámbito destinados al personal de la policía. Estructuralmente, la delincuencia visible y los desórdenes públicos son las modalidades que más afectan a la percepción de la seguridad. Los delitos y desórdenes públicos que son visibles en el contexto urbano y afectan aparentemente a una minoría de una manera aleatoria -por ejemplo, las agresiones sexuales, las agresiones con robo a personas en la vía pública- son fenómenos criminales que influyen fuertemente en la sensación de seguridad. Incluso los ruidos, gritos y actitudes agresivas y amenazantes, así como los asaltos influyen negativamente en la sensación de seguridad.
Los delitos "invisibles" (como la violencia doméstica) y los delitos respecto a los cuales una persona puede controlar el riesgo que corre (la violencia entre personas que se conocen) rara vez se perciben como algo amenazador para la comunidad. Este hecho resulta paradójico puesto que este tipo de delitos (en especial, la violencia doméstica), a pesar de su invisibilidad y de la falta de conocimiento por parte de la comunidad, representan un gran problema social. Una de las razones de que se perciba la seguridad de este modo es quizá el hecho de que, para los medios de comunicación, por ejemplo, la violencia absurda y aleatoria de la calle tiene más interés, desde el punto de vista informativo, que las tragedias ordinarias que se producen en las familias. Cuando los medios tratan de una manera repetida un determinado tipo de delincuencia, tienden a exagerar el riesgo de encontrarse con comportamientos criminales. El tratamiento que den los medios a esas noticias puede afectar a la sensación de seguridad de tal manera que la percepción no corresponda al riesgo de seguridad objetivo. Los medios de comunicación no sólo describen la realidad, sino que tratan también de mostrar en qué clima social se producen. Pero al hacerlo, influyen en el contexto que tratan de describir. De este modo la prensa en todas sus formas contribuye a la vez sobre el modo en que se presentan los hechos e influye en el contexto social. En la sensación de seguridad e inquietud repercuten también otros factores aparte de la delincuencia. Es evidente que todas las instituciones sociales influyen también en la percepción fundamental de la seguridad por parte del individuo. El hecho de saber que cuando se ha sufrido la humillación que implica siempre un acto delictivo se puede obtener una reparación económica o moral repercute en el sentimiento de la propia seguridad. El saber que el culpable será juzgado por su acto criminal puede tener un efecto terapéutico para la víctima y, de ese modo, atenuar posteriormente la inquietud. Una compensación financiera ayudará a la víctima a seguir adelante con más facilidad impidiendo que se suma en la inquietud. El acceso rápido y seguro a una asistencia y a cuidados profesionales y apropiados cuando se ha sido víctima de un acto delictivo, reviste también una gran importancia en relación con la sensación fundamental de seguridad. Del mismo modo, es importante procurar que cuando se hayan producido daños, asaltos o actos de vandalismo, por ejemplo, se limpien las pintadas dejadas en las paredes y se reparen los cristales rotos. Esto es importante para el sentimiento de seguridad de las personas. Se ha podido constatar que la delincuencia organizada y transnacional influye menos en la percepción de la seguridad que la delincuencia ordinaria que se produce en un entorno inmediato. En determinados casos, la percepción de inseguridad es falsa, dado que no existe un riesgo proporcional de verse afectado por actos delictivos. El hecho de que el ciudadano perciba una inseguridad representa algo negativo en nuestra sociedad, y por ello conviene no pasar por alto este factor. Por tanto, en las intervenciones destinadas a mejorar la seguridad de los ciudadanos, es importante tomar en consideración el factor de la seguridad tal como es percibida.
2. Violencia: La violencia debe entenderse como lo que es, un tipo de relación social que pone de manifiesto la existencia de un conflicto entre las partes de esa relación. Y si consideramos que las comunidades no son otra cosa que conjuntos de relaciones sociales, es entendible que las ciudades -con sus crecientes desarrollo urbanístico e incremento poblacionalpresenten los mayores índices de violencia, presentando esta última la característica de crecer a un ritmo mayor que la propia urbanización, lo que La violencia es un problema complejo y multidimensional, sus causas no pueden ser encontradas únicamente en la pobreza, tampoco puede ser enfrentada de manera unilateral por medio de otros medios también violentos, ya sea promovidos por el Estado o por quienes conforman la sociedad civil, ya que se trata de un problema crucial de la sociedad latinoamericana actual, por la razón de que para enfrentar este fenómeno prevalecen políticas que tienden a incrementarla en vez de controlarla. El homicidio es solo una de las expresiones de la violencia y la inseguridad. Existen bastantes y diversas manifestaciones violentas, las cuales en muchas ocasiones quedan en un segundo plano al carecer de trascendencia mediática, pero que igualmente afectan derechos y libertades de las personas que los padecen. Diariamente se registran hurtos, robos y lesiones, los cuales constituyen los tres delitos más padecidos por la población. Agresiones físicas, psicológicas y sexuales que dañan cotidianamente a buen número de mujeres, niños y niñas de diferentes edades y condiciones socioeconómicas. Las extorsiones se han visto incrementadas en los últimos años. Otro aspecto que no se puede olvidar es la violencia a causa de accidentes de tránsito. La violencia se complica aún más en los países que son afectados por la presencia del crimen organizado y diferentes situaciones socioculturales y económicas, como la ineficacia del sistema de justicia penal, la inequidad; la falta de oportunidades económicas y sociales; las altas tasas de deserción y fracaso escolar; los altos índices de desempleo y subempleo; el abuso de alcohol y drogas; el tráfico de drogas; los factores culturales como la inequidad de género y la violencia intrafamiliar; el desmedido y no planificado crecimiento urbano; los bajos niveles de capital social; los altos índices de impunidad penal; la insuficiente capacidad de las instituciones para hacer frente a la problemática; la amplia disponibilidad de armas de fuego; la presencia de pandillas o maras; las secuelas del conflicto armado, la deportación desde Estados Unidos de personas con antecedentes penales, entre otros. Es necesario aclarar que la violencia no es exclusiva de las ciudades ni depende del tamaño de estas, ya que también existe la violencia en las zonas rurales, pero lo inquietante del tema de la violencia está relacionado con los aspectos de la cantidad e incremento poblacional que presentan estos asentamientos humanos tan diferentes entre sí y de las características inherentes a cada uno de ellos.
3. Riesgos medio ambientales
4. Criminalización 5. Victimización La victimización es el proceso por el que una persona sufre las consecuencias de un hecho traumático. En el estudio del proceso de victimación hay que considerar dos dimensiones: los factores que intervienen en la precipitación del hecho delictivo o (en la versión extendida del concepto de víctima) traumatizante, y, por otra parte, los factores que determinan el impacto de tal hecho sobre la víctima. En este sentido se establece la distinción entre víctimas de riesgo (aquella persona que tiene más probabilidad de ser víctima) y víctima vulnerable (aquella que, cuando ha sufrido una agresión, queda más afectada por lo ocurrido en función de una situación de precariedad material, personal, emocional, etc). La victimización es un complejo proceso social donde la historia, el contexto social y los discursos ideológicos confluyen entorno a una persona en concreto: la víctima. La historia registra las etapas en que la injusta y súbita perpetración de la muerte o lesión de la integridad humana fue una construcción social que avanzó desde el orden de la naturaleza (hombre frente a sus depredadores), las víctimas-animales (de las hecatombes guerreras), los prisioneros sacrificiales o propiciatorios, hasta la moderna concepción de la “víctima humana”, donde adquirirá amplio significado (casi todo es victimal). Será la contextualización sociológica que desentrañará -en mayor grado- la “victimización” como proceso social de segregación, marginalidad y vulnerabilidad, donde las leyes darwinianas son regla de cotejo vigente, en el sentido de que la elección de las víctimas es siempre desde ámbitos de los más débiles y desaventajados. Estos hechos sugieren que la lectura jurídica de las víctimas debe ser desde la vigencia y eficacia de los derechos fundamentales. En este proceso, las ideologías hacen su labor en el debate de qué es, no es y, también, qué conviene ocultar. Así habrá distintas lecturas y discursos desde diferentes disciplinas: victimología, sociología, psicología, derecho, criminología, filosofía, etc. Hay que decir, que estos discursos hoy en día continúan invisibilizando a las víctimas ya sea desde sus posiciones de poder, miopía o perspectiva. Desde el poder sólo se sigue buscando la legitimación de la institucionalidad bajo pretextos mediadores en nombre de las víctimas (paternalismo, justicia, etc. y, donde las víctimas son sinónimo de venganza). Desde la miopía porque la falencia de una adecuada metodología y profundidad de conocimiento no podrá desentrañar la verdadera dimensión de las víctimas. Finalmente, una inevitable desubicación hará que jamás se pueda comprender ni transmitir lo que realmente resulta ser una víctima, esta es la fatal desconexión entre lo político de la representación y lo social que es la expresión del dolor y sufrimiento de las víctimas. Sucintamente podemos decir que la victimización como proceso grafica una institucionalidad adquirida por el contexto histórico y la cultura. Desde el hombre frente a sus depredadores hasta las víctimas humanas e la Modernidad, habrá una institucionalización marcada hacia los débiles y desaventajados, base inconmovible que propiciará mayor intensidad de la victimización como iter o proceso concreto de victimación. Así también, será un proceso de segregación donde la construcción del "otro",
en término de subordinación, victimizará inclusive sin llegar a una victimación concreta, pero donde el dolor y sufrimiento puede ser mayor que la propia muerte. De este modo, la victimización como proceso grafica una representación sísmica: el epicentro será más agudo y por tanto más numeroso e intenso: la victimación concreta como resultado de propósitos de eliminación del otro indeseable (sea enemigo personal o institucional). Pero la victimización secundaria se confundirá con la victimación secundaria, revictimación, sobrevictimación (segunda victimación no principal, duplo victimación como en los delitos sexuales en el momento del proceso judicial o policial, sobredimensionamiento de la victimación por el victimismo, según sea el caso). Esta confusión sólo es aparente, porque la victimación secundaria se expresa en la realidad con resultados concretos de violencia en la integridad humana; mientras la victimización es un proceso encubierto pero eficaz en el control social, mediante el miedo opresor, sea impuesta por una persona en particular o por el mismo Estado. Aquí la victimización se manifiesta como un etiquetamiento de los más débiles y desaventajados. Finalmente, la victimización terciaria o difusa, es esa que aceptamos como normalidad de la convivencia humana, sin asumir una visión crítica del asunto; por ejemplo, asumir que los humanos no somos violentos. Un estudio someramente serio, fácilmente desechará la existencia de víctimas-victimantes, víctimas ofensivas, voluntarias, participantes, propiciatorias, “cuasi natas”, falsas, etc. (2), que se arguye que existan, volcando parte de la culpabilidad hacia la propia víctima, para lo cual inclusive se erige una victimodogmática. Una víctima, conceptualmente, nunca podrá ser sino inocente. La propia teoría del delito advierte que estas proposiciones teorizantes no tengan asidero, en base a la teoría de la culpabilidad. En todo caso, echar culpa de lo que le pasó a la propia víctima, es por antonomasia victimización (además de victimación), pues se trata de controlar su capacidad de reacción, es el preciso momento en que se le hurta su representación, su derecho y autonomía de persona, dejándole su dolor y sufrimiento. ARENDT, Hannah. Sobre la violencia. Alianza, Madrid, 2005. LANDROVE DIAZ, Gerardo. “La moderna Victimología”. Valencia, 1998, pág. 45 y ss.
En el presente trabajo hemos realizado un breve acercamiento a la temática de la victimología desde el fenómeno de la violencia, en primer orden por la importancia que reviste para contrarrestar el aumento de ésta ante los sujetos más vulnerables en la Familia. Al ser cada día más altos los índices de casos de violencia, ha existido un marcado interés por la problemática de las víctimas, las que históricamente han sido objeto de marginación y de ocultamiento, teniendo que unificar las fuerzas y acciones con el fin de disminuir esta grave incidencia en el Mundo. Victimología .Concepciones y Tratamiento. Dentro del estudio criminológico, una de sus disciplinas, la Victimología, ha tenido contribuciones teóricas y prácticas desde las posiciones de la ciencia y el humanismo. El campo de la Victimología es reciente dentro del campo de la Criminología pudiéramos
enmarcarla a mediados de la década de los cuarenta, a pesar que con anterioridad ya se veían las primeras manifestaciones al respecto. Los antecedentes más remotos de la Victimología latinoamericana, tiene sin lugar a dudas sus predecesores en los juristas cubanos: DIEGO VICENTE TEJEDA, FRANCISCO FERNÁNDEZ PLA Y JOSÉ RAMÓN FIGUEROA quienes en el año 1929 presentaron en el Colegio de Abogados de La Habana su disertación titulada la protección a la víctima del delito, posteriormente una década después BENJAMÍN MENDELSHON realiza estudios e investigaciones definiendo la victimología como la ciencia encargada del estudio ¬de la víctima. De forma etimológica, la expresión victimología deriva de la palabra latina "víctima" y de la raíz griega "logos". Esta última significa, en su acepción secular, palabra discurso, estudio. Victimología se refiere pues, en esta segunda acepción, al estudio de las víctimas del delito, y dentro de ella, cabe diferenciar lo que los autores denominan "microvictimología" y "macrovictimología". “El primer término comprende estrictu sensu el citado estudio de las víctimas de las infracciones criminales, mientras que el segundo comprende la victimación por abuso del poder político, económico y religioso, es decir, por acciones que causen daños físicos, psicológicos o económicos comparables a los producidos por el delito; dentro de la macrovictimología, entra también el estudio y la solución de muchos problemas distintos de los tratados por el Derecho Penal tradicional”. Al estudiarse la Victimología, se han venido manejando dos posiciones con respecto a su abordaje; una, encabezada por BENJAMÍN MENDELSOHN, “que estudia a todo tipo de víctima, desde la afectada por una catástrofe natural hasta la vulnerada en sus derechos fundamentales por parte del Estado; por otro lado el estudio de FREDERICK WERTHAM enfatiza a la víctima únicamente en la ocurrencia de un delito que es lo que se denomina Victimología penal”. Si analizamos este último criterio se enmarca solamente en la ocurrencia de hechos delictivos y por tanto va ha mantener un margen muy estrecho para enmarcar a la víctima. Para conceptualizar la Victimología tenemos los criterios de diferentes autores, en este caso, debemos partir de la definición realizada en el Primer Simposio sobre Victimología celebrado en Jerusalén, Israel, del 2 al 6 de septiembre de 1973, donde de concibió a la Victimología como el estudio científico de la víctima, en otro caso, GARCÍA PABLOS calificaba que la misma debía focalizarse sobre el estudio de los factores que llevan a una persona a convertirse, con más frecuencia que otras, en una víctima y en el papel que desempeña ésta en el desencadenamiento de la acción delictiva. Este enfoque “se aleja del que considera a la víctima como sujeto pasivo, estático y anónimo, dando por el contrario significación a la interacción delincuente – víctima y a las circunstancias objetivas, situacionales y personales de la víctima”. Otro de los autores es GULOTTA, “quien considera que la victimología es la disciplina que tiene por objeto el estudio de la víctima de un delito, de su personalidad, sus características
biológicas, psicológicas, morales, sociales y culturales, sus relaciones con el delincuente y el papel que ha desempeñado en la génesis del delito”. La victimología se preocupará por las indemnizaciones a las víctimas, elaborar y ejecutar programas de ayuda a las víctimas, realizará estudios para dar una mayor comprensión del fenómeno criminal, centrándose en la situación victimaria de determinadas personas, con el fin de elaborar programas de prevención y control. De igual forma, NEWMAN señala que “la víctima puede ser un factor desencadenante del delito, enfatiza también en que al encontrarse con víctimas de un delito es necesario estudiar sus rasgos, características, comportamiento, conducta, con el fin de relacionarlos directamente con el obrar delictuoso; para él, el estudio de cierto delitos no puede ser relevante y serio si no se tiene en cuenta el rol desempeñado por la víctima y el grado en que ha contribuido, consciente o inconscientemente a su producción”.
Como se ha podido constatar, se ha pasado de entender a“ la víctima como un sujeto sobre quien recae de forma pasiva la acción del delito; a considerar su posible participación en el hecho; a plantear que existe una relación compleja entre victimario y víctima”, que, en ocasiones, ésta colabora en su propia victimización; a recalcar que la identificación de los factores de riesgo que predisponen a un individuo a convertirse en torturado de un delito constituye una de las prioridades de la Victimología. En consecuencia se continúa justificando y legitimando la relación violenta con su victimario y su propia pasividad hace que se incremente el maltrato, hasta el punto en que el sujeto receptor lo tolera y lo asimila como normal. Extrapolando ésta conceptualización al entorno educativo, observamos que de una misma acción se pueden derivar muy diversas consecuencias para las víctimas, para los espectadores o, incluso, para los agresores. Se distingue, al respecto entre varias clases de victimización en función de los agentes implicados (agresor o víctima/espectador), y de las consecuencias derivadas a corto, medio o largo plazo. Al analizar las condiciones que se requieren para ser victimizada deben acometerse acciones, atribuciones o sistemas sociales. Estos factores pueden ayudar a explicar las variaciones en las personas con la probabilidad de convertirse en víctima. Estas pueden ser: 1. Precipitación: la víctima puede actuar de tal forma que fomente o precipite la conducta del delincuente. 2. Facilitación: aunque la víctima no intervenga activamente, puede facilitar su acción de modo deliberado o por el contrario de modo no consciente, en una situación de riesgo. En general, cualquier persona que no adopte las precauciones debidas para no ser víctima, está facilitando su victimización ya que ella misma está creando riesgos especiales.
3. Vulnerabilidad: se refiere a la debilidad de los sujetos ante los actos de violencia. A los grupos de personas que presentan una indefensión o menor capacidad de repeler o evitar el acto y se incluye a personas ancianas, niños, mujeres y retrasados mentales. 4. Oportunidad: se trata de una condición necesaria para que pueda ocurrir el acto y se refiere a la pertinencia, tanto de medios como de lugares en los que se encuentra la víctima potencial; ocasión que tienen los atacantes potenciales de conocer o tomar contacto con sus posibles víctimas. 5. Atractivo: desde el punto de vista del actor unos objetivos pueden ser más atractivos que otros, derivando por tanto un mayor riesgo de victimización en función de la posesión o no de éstos. 6. Impunidad: existen ciertos criterios que aluden que el autor de estos actos tiene menor probabilidad de ser atendidos por las instituciones legales. 7. Actividad rutinaria: Según la Teoría de la Actividad Rutinaria , la victimización está asociada con el estilo de vida, la rutina diaria o comportamiento y con variables demográficas. La actividad rutinaria influye en el grado de exposición a tal actividad del atacante potencial, cómo son de valiosos y vulnerables los individuos o sus propiedades como objetivos y, cómo están guardadas o protegidas tanto ellos como sus propiedades (MUSTAINEY TEWKSBURY). Pueden distinguirse tres niveles de victimización: 1. Victimización primaria: es la dirigida contra una persona o individuo en particular. 2. Victimización secundaria: es la que padecen grupos específicos o sea una parte de la población. 3. Victimización terciaria: es la dirigida contra la comunidad en general, es decir contra la población total. Esta victimización se asimila frecuentemente a la victimización supranacional. En este caso podemos analizar que para la victimología,” la víctima es el ser humano que padece daño en los bienes jurídicamente protegidos por las normativa: vida, salud, propiedad, honor, honestidad, etc., por el hecho de otro, por accidentes debidos a factores humanos, mecánicos o naturales, un criterio más amplio (lo sostiene la victimología crítica) nos lleva a asimilar el concepto de víctima a todas aquellas personas que se vieran afectadas en sus derechos”.
Se considera víctima “al ofendido por el delito, así como también se puede decir que es aquella persona que ha sufrido el menoscabo a sus derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana”.
La victimología se preocupará por las indemnizaciones a las víctimas, elaborar y ejecutar programas de ayuda a las víctimas, realizar estudios para dar una mayor comprensión del fenómeno criminal, centrándose en la predisposición victimaria de determinadas personas, con el fin de elaborar programas de prevención. MENDELSOHN realizó una “clasificación de la victimas” que nos ayudará a enmarcar nuestro estudio. A. Víctimas totalmente inocentes: son aquellas víctimas que no han hecho nada para desencadenar la acción criminal, son totalmente ajenas a la actividad del delincuente. B. Víctima provocadora: incita con su conducta al hecho criminal. C. Víctima por ignorancia: es aquella que da facilidades para su propia victimización sin saberlo. D. Víctima voluntaria: ponen de manifiesto una colaboración con el delincuente (eutanasia). E. Víctima agresora: existen dos tipos: a) Simuladora: es aquella que acusa falsamente. b) Imaginaria: inventa su propia condición de víctima cuando no se ha producido ninguna infracción.
De igual forma GERARDO LANDROVE, ofrecerá una clasificación distinguiendo siete tipos de víctimas: Víctimas no participantes: es la relación irrelevante entre el criminal y la víctima, es decir (de escasa entidad, poca importancia), todos los miembros de una comunidad son víctimas potenciales. Distingue así dos grupos: a) Víctimas accidentales: son aquellas colocadas por el azar en el camino de los delincuentes. b) Víctimas indiscriminadas: no existe ningún vínculo con el agresor. Víctimas participantes: si desempeñan un cierto papel en la génesis del delito. Son aquellas víctimas que omiten las precauciones más elementales, facilitando con ello la producción de un hecho delictivo. Víctimas familiares: se encuentran en la conducción de las víctimas, pertenecientes a un mismo grupo familiar, las víctimas potenciales son: mujeres, niños y ancianos. Son víctimas sujetas a malos tratos y a abusos sexuales.
Víctimas colectivas: el estado, la sociedad, empresas, etc., pueden convertirse en víctimas, su característica es que la víctima es anónima por ejemplos: delitos financieros, fraudes al consumidor, delitos informáticos. Víctimas especialmente vulnerables: existen personas que tendrán una predisposición en convertirse en víctimas, hay que tener en cuenta la edad, estado físico o psíquico, raza, sexo, también hay otros factores sociales: posición económica, estilo de vida, contacto frecuente o no con grupos marginales, también hay factores profesionales: cuerpos de seguridad, vigilantes, taxistas, farmacias, prostitutas, están más sujetos a la victimización. Víctimas simbólicas. La victimización se produce con la finalidad de atacar a un determinado sistema de valores (ideología, religiosa, familiar). Víctimas falsas: hay sujetos que debido a determinadas características psicopatológicas denuncian un delito que nunca ha existido. a) Víctima simuladora: es consciente que no se ha producido ningún delito, lo único que pretende es que se produzca un error judicial. b) Víctimas imaginarias: cree erróneamente haber sido objeto de una agresión criminal. El problema victimológico se ha discutido desde diferentes enfoques, social y legal, la víctima ha sido estudiada desde su contexto por la importancia que tiene su protección en la sociedad, es por ello la necesidad de continuar ahondando en su estudio y comportamiento, como hemos podido ver las definiciones de víctimas para algunos autores pueden ampliarse o reducirse según sus definiciones, existen en algunos coincidencias en la clasificación o semejanzas en ella, pero lo cierto es la amplia gama en la cual podemos encontrar a la víctima. Victimización a partir de la Violencia. La victimización, con sus diversas formas puede adoptar otras modalidades como el abuso, aterrorizar, despreciar, aislar, corromper o denegar respuesta, pegar, golpear, abuso físico en general, el abuso sexual, el envenenamiento, entre otros. Todos con un denominador común la relación víctima- agresor. Estos rasgos unidos a una falta de opciones hacen que a la víctima le cueste escapar de una situación abusiva. Están incapacitados física o emocionalmente para denunciar la situación en la que se encuentran atrapados. STARR, “describió a las personas capaces de ejercer violencia como de personalidad posesiva, con dificultad para comprender, enfrentar situaciones y capaces de externalizar sus culpas”. Los victimarios padecen también de un grado bajo de autoestima y proyectan la responsabilidad hacia terceros, unido a las frustraciones de su actuar, poseen en la mayoría de los casos temperamentos explosivos e incapacidad para controlar sus impulsos. Las cifras de víctimas de la violencia son cada vez mayores en el Mundo, esto sin lugar a dudas resulta muy alarmante, pues da la evidencia que las relaciones sociales y familiares se desarrollan sobre actos violentos.
Aún hoy existen víctimas que no saben qué se debe hacer ante la comisión de un acto de violencia o que no comprenden el trámite que requieren enfrentar para denunciar el hecho, esto requiere de una mayor divulgación de las acciones legales a seguir y de los órganos competentes a acudir para enfrentar la situación. A pesar de lo anterior son incontrolables los casos de victimización de la violencia que no acuden a mostrar su realidad, estas son reconocidas como la "cifra negra", este silencio de la víctima implica la impunidad de conductas antisociales que no llegan al conocimiento de las autoridades. Existen muchos factores que inciden en el miedo de creerse merecedores del abuso, a perder el poco afecto que puedan tener o a la venganza por exponerse a otra situación que puede ser más difícil, en estos casos se puede presentar por parte de la víctima rasgos de depresión y una baja autoestima reforzados con sentimientos de culpa y vergüenza. En lo relativo a la asistencia de las víctimas, “la Declaración de las Naciones Unidas insta a los Estados miembros a brindar asistencia médica, material psicológica, y ayuda social a las víctimas por los medios gubernamentales, comunitarios o voluntarios disponibles; igualmente señala la obligación de brindar información sobre tales servicios facilitando el acceso a ellos, capacitación al personal policial y personal social para que sean receptivos a las necesidades de las víctimas que garanticen una ayuda rápida, apropiada y finalmente que la asistencia que se brinde, tome en consideración las necesidades especiales que se requieren en razón de los daños sufridos”. La violencia en su amplia gama tal y como la hemos podido apreciar es una manifestación cruel y que se pude encontrar en cualquier lugar, incluyendo la Familia, que tan malas consecuencias enfrenta, todo lo anterior nos hace reflexionar acerca de la importancia y necesidad de vencer la tendencia de la violencia, y su incidencia en la victima, no por negarla o no reconocerla dejará de existir, no se trata de aprender a vivir con la violencia, sino a percibirla como un fenómeno controlable y transformable en la sociedad. CONCLUSIONES Ha existido sin lugar a dudas un despertar en el Mundo de la Victimología para adoptar medidas nacionales e internacionales que permitan garantizar el reconocimiento y el respeto de ¬los derechos de las víctimas de delitos y del abuso de poder, estableciendo la protección a las víctimas de los delitos.
El fenómeno de la victimización crece de forma acelerada, pero aún faltan acciones preventivas y de concientización de los factores que intervienen para la toma de medidas que impidan la aparición de interacciones violentas en los individuos y en la comunidad.
BIBLIOGRAFIA
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6. Gestión urbana.