33 0 639KB
MANKY: Vamos a tomar alguna cosita. ¿Quiere venir éOó nosotros, George? GARGA: No. MANKY: ¿Todavía estará aquí cuando regresemos? GARGA: No. JOHN : ¡Adiós, George! ¡Contempla Nueva York! Puedes venir a Chicago cuando estés hasta la coronilla. Salen los tres. GARGA (guarda el dímetro): Es bueno estar solo. El caos ha terminado. Fue la mejor época.
Pieza didáctica de Baden-Baden Sobre la aceptación Colaboradores: S. Dudov y E. Hauptmann Traducción de Nélida Mendilahrzu de Machain
128
Es.ta obra, tal vez la más hermética de toda la serie de piezas didácticas, fue estrenada en 1929, ,en ocasión del festival de Baden-Baden, con música de Paul Hindemith. Está basada er., una pieza radio/ ónica, El vuelo de Lindberg, en la que el autor introdujo algunos cambios funda,mentale.r. Destinada a ·las ,escuelas, la obra prevé la pa,rticipación de los espectadof'.es (La multitud) en la representación.
PERSONAJES
El aviador Tres mecánicos Cantante solista Locutor Tres payasos Coro
Al fondo de ttn escenario de amplitud a;;orde con el número de participantes, se encuentra el coro. A la izquierda sé halla 11,bicada la orquesta, y del mismo lado, en primer plano, una mesa ante la cual están sentados el director musical (dirección general de coro y orquesta), el cantante solista ( director del coro en particular) y el locutor. Los cantores que interpretan a los cuatro accidentados están sentados ante un pupitre en primer plano a la derecha. Para ilustrar mejor la escena pueden disponerse sobre el escenario 'los restos de un avión.
1 INFORME SOBRE LOS VUELOS
Los CUATRO AVIADORES informan: En épocas en que la humanidad Comenzaba a despertar, Construimos aviones De madera, hierro y vidrio, Y volamos por los aires. Y volamos a velocidades Que duplicaban la del huracán. Y nuestros motores eran Más fuertes que cien caballos, pero Más pequeños que uno solo. Durante milenios todo cayó de arriba hacia abajo, Con excepción del ave. Ni en las piedras más antiguas Hallamos la imagen de un hombre Que volara por los aires. Pero nosotros nos elevamos. Hacia fines del segundo milenio de nuestra era Se elevó la simplicidad del acero Mostrándonos lo que era posible Sin hacernos olvidar Lo que aún no había sido alcanzado.
PERSONAJES
El aviador Tres mecánicos Cantante solista Locutor Tres payasos Coro
Al fondo de ttn escenario de amplitud a;;orde con el número de participantes, se encuentra el coro. A la izquierda sé halla 11,bicada la orquesta, y del mismo lado, en primer plano, una mesa ante la cual están sentados el director musical (dirección general de coro y orquesta), el cantante solista ( director del coro en particular) y el locutor. Los cantores que interpretan a los cuatro accidentados están sentados ante un pupitre en primer plano a la derecha. Para ilustrar mejor la escena pueden disponerse sobre el escenario 'los restos de un avión.
1 INFORME SOBRE LOS VUELOS
Los CUATRO AVIADORES informan: En épocas en que la humanidad Comenzaba a despertar, Construimos aviones De madera, hierro y vidrio, Y volamos por los aires. Y volamos a velocidades Que duplicaban la del huracán. Y nuestros motores eran Más fuertes que cien caballos, pero Más pequeños que uno solo. Durante milenios todo cayó de arriba hacia abajo, Con excepción del ave. Ni en las piedras más antiguas Hallamos la imagen de un hombre Que volara por los aires. Pero nosotros nos elevamos. Hacia fines del segundo milenio de nuestra era Se elevó la simplicidad del acero Mostrándonos lo que era posible Sin hacernos olvidar Lo que aún no había sido alcanzado.
2 LA CAÍDA
se dirige a los accidentados: No voléis más. Ya no tenéis por qué ser veloces. El nivel del suelo es Para vosotros suficiente altura. Para yacer inertes basta. Ya no estáis arriba de nosotros Ni delante de nosotros; Ya no estáis en movimiento, Sino inertes. Decidnos quiéne3 sois. Los ACCIDENTADOS responden: Participábamos en los trabajos de nuestros camaradas. Nuestros aviones mejoraban, Volábamos cada vez más alto. El mar fue superado Y las montañas eran ya pequeñas. Nos había dominado la fiebre De la urbanización y del petróleo. Nuestros pensamientos eran las máquinas v La lucha por la velocidad. En esa lucha olvidamos · Nuestro nombre y nuestro rostro, Y en el afán de la marcha veloz Olvidamos la meta de esa marcha. Pero os rogamos: Acercaos a nosotros, Dadnos agua para beber Y una almohada en que apoyar la cabeza, Y ayudadnos porque No queremos morir. EL DIRECTOR DEL CORO
EL CORO se dirige a la multitud: Escuchad: cuatro hombres
134
Imploran vuestra ayuda. Estos hombres Volaron por los aires, Cayeron al suelo y No quieren morir. Por eso ahora Imploran vuestra ayuda. Aquí tenemos Una copa de agua Y una almohada. Pero antes decidnos Si debemos ayudarlos. LA MULTITUD responde al coro: Sí. EL CORO a la multitttd: ¿Ellos os han ayudado? LA MULTITUD:
No. EL LOCUTOR se vuelve a la rmdtitud: Sobre estos cuerpos que van perdiendo su calor indagaremos Si es usual que el hombre ayude al hombre.
3 INDAGATORIAS
PARA
ESTABLECER SI
AL HOMBRE
Primera indagatoria se adelanta: Uno de nosotros cruzó los mares y Descubrió un nuevo continente. Tras él marcharon muchos Y construyeron allí grandes ciudades, Con esfuerzo y con talento. EL CORO responde: EL DIRECTOR DEL CORO
EL
HOMBRE
AYUDA
2 LA CAÍDA
se dirige a los accidentados: No voléis más. Ya no tenéis por qué ser veloces. El nivel del suelo es Para vosotros suficiente altura. Para yacer inertes basta. Ya no estáis arriba de nosotros Ni delante de nosotros; Ya no estáis en movimiento, Sino inertes. Decidnos quiéne3 sois. Los ACCIDENTADOS responden: Participábamos en los trabajos de nuestros camaradas. Nuestros aviones mejoraban, Volábamos cada vez más alto. El mar fue superado Y las montañas eran ya pequeñas. Nos había dominado la fiebre De la urbanización y del petróleo. Nuestros pensamientos eran las máquinas v La lucha por la velocidad. En esa lucha olvidamos · Nuestro nombre y nuestro rostro, Y en el afán de la marcha veloz Olvidamos la meta de esa marcha. Pero os rogamos: Acercaos a nosotros, Dadnos agua para beber Y una almohada en que apoyar la cabeza, Y ayudadnos porque No queremos morir. EL DIRECTOR DEL CORO
EL CORO se dirige a la multitud: Escuchad: cuatro hombres
134
Imploran vuestra ayuda. Estos hombres Volaron por los aires, Cayeron al suelo y No quieren morir. Por eso ahora Imploran vuestra ayuda. Aquí tenemos Una copa de agua Y una almohada. Pero antes decidnos Si debemos ayudarlos. LA MULTITUD responde al coro: Sí. EL CORO a la multitttd: ¿Ellos os han ayudado? LA MULTITUD:
No. EL LOCUTOR se vuelve a la rmdtitud: Sobre estos cuerpos que van perdiendo su calor indagaremos Si es usual que el hombre ayude al hombre.
3 INDAGATORIAS
PARA
ESTABLECER SI
AL HOMBRE
Primera indagatoria se adelanta: Uno de nosotros cruzó los mares y Descubrió un nuevo continente. Tras él marcharon muchos Y construyeron allí grandes ciudades, Con esfuerzo y con talento. EL CORO responde: EL DIRECTOR DEL CORO
EL
HOMBRE
AYUDA
Eso no hizo que el pan se abaratara. DIRECTOR DEL CORO: Uno de nosotros ideó una máquina En la que el vapor accionaba una rueda, y ésa fue La madre de muchas máquinas. Y muchos trabajaban en ellas Todos los días. EL CORO responde: Eso no hizo que el pan se abaratara. DIRECTOR DEL CORO: Muchos de nosotros meditaron Sobre la marcha de la tierra en torno al sol, El corazón del hombre, las le.yes universales, La composición del aire, los peces De las profundidades. Y se produjeron Grandes descubrimientos. EL CORO responde: Eso no hizo que el pan se abaratara. En cambio, La pobreza ha aumentado en las ciudades Y hace mucho que nadie Sabe lo que es un ser humano. Por ejemplo: mientras vosotros volabais, Un semejante vuestro :reptaba. ¡Y ya no parecía un hombre! EL DIRECTOR DEL CORO se vuelve a la mttltitud: ¿Ayuda, pues, el hombre al hombre? LA MULTITUD responde: No.
Se proyectan veint2 fotografías que mttestran cómo en nuestra época el hombre acaba con el hombre. LA MULTITUD grita: El hombre no ayuda al hombre.
Tercera indagatoria
1 1
Suben al escenario tres payasos, uno de los cuales -llamado señor Schmitt- es un gigante. Hablan en voz muy alta.
·~
Segunda indagatoria EL DIRECTOR DEL CORO se vuelve a la multitud: ¡Observad estas imágenes y luego afirmad Que el hombre ayuda al hombre!
136
EL DIRECTOR DEL CORO se vueh,e a la multitud: Presenciad esta escena entre payasos. En ella los hombres ayudan a un hombre.
¡_
PRIMER PAYASO: ¡Hermosa noche, señor Schmitt! SEGUNDO PAYASO : ¿Qué opina de la noche, señor Schmitt? SEÑOR SCHMITI: No me parece hermosa. PRIMER PAYASO: ¿No quiere tomar asiento, señor Schmitt? SEGUNDO PAYASO: Aquí tiene una silla, señor Schmitt. ¿Por qué no nos responde? PRIMER PAYASO: ¿No lo ves? El señor Schmitc quiere contemplar la luna. SEGUNDO PAYASO: Ahora díme una cosa: ¿por qué cienes que andar siempre olfateándole el culo al señor Schmicc? Eso molesta al señor Schmicc. PRIMER PAYASO : Pues, porque el señor Schmict es muy fuerte. Por eso le olfateo el culo. SEGUNDO PAYASO: Yo también. PRIMER PAYASO: Señor Schmitt, le ruego que se siente con nosotros. SEÑOR ScHMITI: Hoy no me siento bien. PRIMER PAYASO: Entonces tiene que distraerse, señor Schmitt. SEÑOR SCHMITI: Creo que no podré distraerme. (Pansa.) ¿Cómo se me ve el rostro? PRIMER PAYASO: Sonrosado, señor Schmitt, siempre sonrosado. SEÑOR ScHMITI: Mire usted, yo creía que estaba páliclo. PRIMER PAYASO: ¡Es curioso! ¿Dice usted que creía qll(.: t'S ·
137
Eso no hizo que el pan se abaratara. DIRECTOR DEL CORO: Uno de nosotros ideó una máquina En la que el vapor accionaba una rueda, y ésa fue La madre de muchas máquinas. Y muchos trabajaban en ellas Todos los días. EL CORO responde: Eso no hizo que el pan se abaratara. DIRECTOR DEL CORO: Muchos de nosotros meditaron Sobre la marcha de la tierra en torno al sol, El corazón del hombre, las le.yes universales, La composición del aire, los peces De las profundidades. Y se produjeron Grandes descubrimientos. EL CORO responde: Eso no hizo que el pan se abaratara. En cambio, La pobreza ha aumentado en las ciudades Y hace mucho que nadie Sabe lo que es un ser humano. Por ejemplo: mientras vosotros volabais, Un semejante vuestro :reptaba. ¡Y ya no parecía un hombre! EL DIRECTOR DEL CORO se vuelve a la mttltitud: ¿Ayuda, pues, el hombre al hombre? LA MULTITUD responde: No.
Se proyectan veint2 fotografías que mttestran cómo en nuestra época el hombre acaba con el hombre. LA MULTITUD grita: El hombre no ayuda al hombre.
Tercera indagatoria
1 1
Suben al escenario tres payasos, uno de los cuales -llamado señor Schmitt- es un gigante. Hablan en voz muy alta.
·~
Segunda indagatoria EL DIRECTOR DEL CORO se vuelve a la multitud: ¡Observad estas imágenes y luego afirmad Que el hombre ayuda al hombre!
136
EL DIRECTOR DEL CORO se vueh,e a la multitud: Presenciad esta escena entre payasos. En ella los hombres ayudan a un hombre.
¡_
PRIMER PAYASO: ¡Hermosa noche, señor Schmitt! SEGUNDO PAYASO : ¿Qué opina de la noche, señor Schmitt? SEÑOR SCHMITI: No me parece hermosa. PRIMER PAYASO: ¿No quiere tomar asiento, señor Schmitt? SEGUNDO PAYASO: Aquí tiene una silla, señor Schmitt. ¿Por qué no nos responde? PRIMER PAYASO: ¿No lo ves? El señor Schmitc quiere contemplar la luna. SEGUNDO PAYASO: Ahora díme una cosa: ¿por qué cienes que andar siempre olfateándole el culo al señor Schmicc? Eso molesta al señor Schmicc. PRIMER PAYASO : Pues, porque el señor Schmict es muy fuerte. Por eso le olfateo el culo. SEGUNDO PAYASO: Yo también. PRIMER PAYASO: Señor Schmitt, le ruego que se siente con nosotros. SEÑOR ScHMITI: Hoy no me siento bien. PRIMER PAYASO: Entonces tiene que distraerse, señor Schmitt. SEÑOR SCHMITI: Creo que no podré distraerme. (Pansa.) ¿Cómo se me ve el rostro? PRIMER PAYASO: Sonrosado, señor Schmitt, siempre sonrosado. SEÑOR ScHMITI: Mire usted, yo creía que estaba páliclo. PRIMER PAYASO: ¡Es curioso! ¿Dice usted que creía qll(.: t'S ·
137
taba pálido? Pues bien, mirándoln con más detenimiento, yo también diría que se lo ve pálido. SEGUNDO PAYASO: Ya que tiene ese aspecto, sc.ñor Schmitt, yo que usted me sentaría. SEÑOR ScHMITT: Hoy no tengo ganas de sentarme. PRIMER PAYASO: No, no; nada de sentarse. ¡De ninguna manera! Hay que permanecer de pie. SEÑOR SCHMITT: ¿Por qué cree usted que debo permanecer de pie? PRIMER PAYASO (al seg1mdo): Hoy no ;;e puede sentar. Si lo hace quizá no vuelva a levantarse. SEÑOR SCHMITT: ¡Santo Dios! PRIMER PAYASO: ¿Lo oyes? :Él mismo comienza a darse cuenta. Por eso el señor Schmitt prefiere permanecer de pie. SEÑOR SCHMITT: ¿Sabe una cosa? Casi diría que está empezando a dolerme el pie izquierdo. PRIMER PAYASO: ¿Mucho? SEÑOR ScHMITT ( con expresión de dolor): ¿Cómo? PRIMER PAYASO: ¿Le duele mucho? SEÑOR ScHMirr: Sí, me duele bastante ... SEGUNDO PAYASO: Eso le sucede por estar tanto tiempo d, pie. SEÑOR SCHMITT: ¡Quizá! ¿Será mejor que me siente? PRIMER PAYASO: ¡No, de ninguna manera! ¡Eso hay que evitarlo! SEGUNDO PAYASO : Si su pie izquierdo le duele, sólo hay un remedio: ¡fuera con el pie izquierdo! PRIMER PAYASO: Y mientras más rápido, mejor. SEÑOR SCHMITI: Bueno, si ustedes creen ... SEGUNDO PAYASO: Naturalmente. Le serrttchan el pie izqttierdo. SEÑOR SCHMITT: Un bastón, por favor. Le entregan ttn bastón. PRIMER PAYASO: Y bien, ¿no está más cómodo ahora, señor Schmitt? SEÑOR SCHMITT: Del lado izquierdo, sí. Pero les ruego que me devuelvan el pie; no quisiera perderlo.
138
PRIMER PAYASO: Por supuesto, si usted desconfía ... SEGUNDO PAYASO: Después de todo, podríamos irnos ... SEÑOR SCHMITT: ¡No, no! Ahora deben quedarse junto ;1 mí, porque ya no puedo andar solo. PRIMER PAYASO: Aquí tiene el pie. El señor Schmitt sttjeta el pie bajo el brazo. SEÑOR ScHMITT: Ahora se me cayó el bastón. SEGUNDO PAYASO: Pero, en cambio, ha recuperado el pie. Los dos ríen a gritos. SEÑOR ScHMITT: Ahora sí que no puedo estar más de pie; ahora, como es lógico, empieza a dolerme la otra pierna. PRIMER PAYASO: Eso da que pensar. SEÑOR ScHMl'IT: No quisiera molestarlos más de lo neces::rio, pero sin el bastón m e resulta muy difícil moverme. SEGUNDO PAYASO: En lugar de levantarle el bastón podríamos serrucharle la otra pierna, que tanto le duele. SEÑOR SCHMITT: Sí, quizá sea lo mejor. Le serrttchan la otra pierna y el señor Schmitt cae. SEÑOR ScHMITT: Ahora ya no podré levantarme. PRIMER PAYASO: ¡Qué horror! Eso era, precisamente, lo que queríamos evitar: que usted se sentara. SEÑOR SCHMITT: ¡Qué! SEGUNDO PAYASO: Ahora ya no podrá levantarse, señor Schmitt. SEÑOR ScHMITT: No me diga eso que me duele. SEGUNDO PAYASO: ¿Qué es lo que no quiere que le diga? SEÑOR SCHMITT: Que . .. SEGUNDO PAYASO : ¿Que ya no podrá levantarse? SEÑOR ScHMITT: ¿Pero es que no puede callarse la boca? SEGUNDO PAYASO: No, señor Schmitt, pero puedo destorni llarle la oreja izquierda para que no me oiga cuando digo que usted no podrá levantarse más. SEÑOR SCHMITT: Sí, quizá sea lo mejor. Le destornillan la oreja 'izqttk rda. SEÑOR SCHMITT ( dirigiéndose al primer payaso) : A hora ~,•,to puedo oírlo a usted. (El segundo payaso se paw ,¡f 011 o l,r,/11 ,) ¡Por favor, deme esa oreja! (F11rioso.) Y también quiskna q11 r. me den la segunda pierna que me cortaron. Es1,1 111, es 111
,,,.,
taba pálido? Pues bien, mirándoln con más detenimiento, yo también diría que se lo ve pálido. SEGUNDO PAYASO: Ya que tiene ese aspecto, sc.ñor Schmitt, yo que usted me sentaría. SEÑOR ScHMITT: Hoy no tengo ganas de sentarme. PRIMER PAYASO: No, no; nada de sentarse. ¡De ninguna manera! Hay que permanecer de pie. SEÑOR SCHMITT: ¿Por qué cree usted que debo permanecer de pie? PRIMER PAYASO (al seg1mdo): Hoy no ;;e puede sentar. Si lo hace quizá no vuelva a levantarse. SEÑOR SCHMITT: ¡Santo Dios! PRIMER PAYASO: ¿Lo oyes? :Él mismo comienza a darse cuenta. Por eso el señor Schmitt prefiere permanecer de pie. SEÑOR SCHMITT: ¿Sabe una cosa? Casi diría que está empezando a dolerme el pie izquierdo. PRIMER PAYASO: ¿Mucho? SEÑOR ScHMITT ( con expresión de dolor): ¿Cómo? PRIMER PAYASO: ¿Le duele mucho? SEÑOR ScHMirr: Sí, me duele bastante ... SEGUNDO PAYASO: Eso le sucede por estar tanto tiempo d, pie. SEÑOR SCHMITT: ¡Quizá! ¿Será mejor que me siente? PRIMER PAYASO: ¡No, de ninguna manera! ¡Eso hay que evitarlo! SEGUNDO PAYASO : Si su pie izquierdo le duele, sólo hay un remedio: ¡fuera con el pie izquierdo! PRIMER PAYASO: Y mientras más rápido, mejor. SEÑOR SCHMITI: Bueno, si ustedes creen ... SEGUNDO PAYASO: Naturalmente. Le serrttchan el pie izqttierdo. SEÑOR SCHMITT: Un bastón, por favor. Le entregan ttn bastón. PRIMER PAYASO: Y bien, ¿no está más cómodo ahora, señor Schmitt? SEÑOR SCHMITT: Del lado izquierdo, sí. Pero les ruego que me devuelvan el pie; no quisiera perderlo.
138
PRIMER PAYASO: Por supuesto, si usted desconfía ... SEGUNDO PAYASO: Después de todo, podríamos irnos ... SEÑOR SCHMITT: ¡No, no! Ahora deben quedarse junto ;1 mí, porque ya no puedo andar solo. PRIMER PAYASO: Aquí tiene el pie. El señor Schmitt sttjeta el pie bajo el brazo. SEÑOR ScHMITT: Ahora se me cayó el bastón. SEGUNDO PAYASO: Pero, en cambio, ha recuperado el pie. Los dos ríen a gritos. SEÑOR ScHMITT: Ahora sí que no puedo estar más de pie; ahora, como es lógico, empieza a dolerme la otra pierna. PRIMER PAYASO: Eso da que pensar. SEÑOR ScHMl'IT: No quisiera molestarlos más de lo neces::rio, pero sin el bastón m e resulta muy difícil moverme. SEGUNDO PAYASO: En lugar de levantarle el bastón podríamos serrucharle la otra pierna, que tanto le duele. SEÑOR SCHMITT: Sí, quizá sea lo mejor. Le serrttchan la otra pierna y el señor Schmitt cae. SEÑOR ScHMITT: Ahora ya no podré levantarme. PRIMER PAYASO: ¡Qué horror! Eso era, precisamente, lo que queríamos evitar: que usted se sentara. SEÑOR SCHMITT: ¡Qué! SEGUNDO PAYASO: Ahora ya no podrá levantarse, señor Schmitt. SEÑOR ScHMITT: No me diga eso que me duele. SEGUNDO PAYASO: ¿Qué es lo que no quiere que le diga? SEÑOR SCHMITT: Que . .. SEGUNDO PAYASO : ¿Que ya no podrá levantarse? SEÑOR ScHMITT: ¿Pero es que no puede callarse la boca? SEGUNDO PAYASO: No, señor Schmitt, pero puedo destorni llarle la oreja izquierda para que no me oiga cuando digo que usted no podrá levantarse más. SEÑOR SCHMITT: Sí, quizá sea lo mejor. Le destornillan la oreja 'izqttk rda. SEÑOR SCHMITT ( dirigiéndose al primer payaso) : A hora ~,•,to puedo oírlo a usted. (El segundo payaso se paw ,¡f 011 o l,r,/11 ,) ¡Por favor, deme esa oreja! (F11rioso.) Y también quiskna q11 r. me den la segunda pierna que me cortaron. Es1,1 111, es 111
,,,.,
nera de tratar a un enfermo. Devuélvanme inmediatamente los miembros perdidos; soy el propietario. (Le colocan la segunda pierna bajo el brazo y le dejan la oreja sobre las rodillas.) Si lo que quieren es gastarme una broma, están completamente . . . ¿Qué ocurre ahora con mi brazo? SEGUNDO PAYASO; Ha de ser por todas esas cosas inútiles que tiene que cargar. SEÑOR ScHMITI ( con un hilo de voz): Sin duda. ¿No podrían ustedes quitármelas? SEGUNDO PAYASO: Lo que podríamos hacer es quitarle el brazo. Eso sería lo mejor. SEÑOR ScHMITI: Sí, por favor, si ustedes consideran ... SEGUNDO PAYASO: Por supuesto. Le serruchan el brtPZo izquierdo. SEÑOR ScHMITI: Gracias. Ustedes se están tomando demasiadas molestias por mí. PRIMER PAYASO: Y bien, señor Schmitt, aquí tiene usted todo lo que le pertenece; nadie se lo puede quitar. Le dejan todos los miembros cortados sobre las rodillas. El señor Schmitt los contempla. SEÑOR ScHMITI: Es extraño, en mi cabeza sólo hay pensamientos ingratos. (DPrigiéndo.re al primer payaso.) Le ruego que me digo algo agradable. PRIMER PAYASO: Con mucho gusto, señor Schmitt. ¿Quiere que le cuente un cuento? Bueno. De una taberna salen dos hombres discutiendo acaloradamente y comienzan a tirarse bosta de caballo. A uno le entra una pelota de bosta en la boca y entonces grita: "¡La dejaré en donde está hasta que llegue la policía!" El segundo payaso ríe; el señor Schmitt permtmece serio. SEÑOR ScHMITI: Esa no es una historia agradable. ¿No podría contarme algo agradable? Ya le he dicho que mi cabeza está llena de pensamientos ingratos. PRIMER PAYASO: No. Lamentablemente, fuera de este cuento no sabría qué decirle, señor Schmitt. SEGUNDO PAYASO: En cambio podríamos serrucharle la cabeza si es que tiene pensamientos tan tontos.
140
SEÑOR ScHMtTI: Sí, por favor. Quizá me sienta mejor u( Le se,-m::han la mitad superior de la cabeza. PRIMER PAYASO: ¿Cómo se siente ahora, señor Schmitt? ¿No se siente más liviano? SEÑOR ScHMITI: Sí, más liviano quizá. Me siento mucho más liviano, pero ahora tengo mucho frío en la cabeza. SEGUNDO PAYASO: Pues colóquese el sombrero. (Gritando.) ¡Le he dicho que se coloque el sombrero! SEÑOR ScHMITI: ¡Pero no puedo alcanzarlo! SEGUNDO PAYASO: ¿Quiere el bastón? SEÑOR ScHMITI: Sí, por favor. (Trata de alcanzar el sombrero con el btJStón.) Ahora se me ha caído el bastón y no puedo alcanzar el sombrero. Tengo mucho frío. SEGUNDO PAYASO: ¿Y si le destornilláramos la cabeza del todo? SEÑOR ScHMITI: Bueno, no sé ... PRIMER PAYASO: ¡Eso es lo que hay que hacer! SEÑOR ScHMITI: Lo cierto es que ya no sé nada. SEGUNDO PAYASO: Justamente por eso. Le destornillan la cabeza. El señor Schmitt cae de espaldas. SEÑOR ScHMITI: ¡No se vayan! ¡Que alguno de ustedes me ponga una mano sobre la frente ¡ PRIMER PAYASO: ¿Dónde? SEÑOR ScHMITI: ¡Que alguno me tome de la mano, por favor! PRIMER PAYASO: ¿De dónde? SEGUNDO PAYASO: ¿No se siente más liviano así, señor Schmitt? SEÑOR ScHMITI: No. Se me está incrustando una piedra en la espalda. SEGUNDO PAYASO: ¡Bueno, señor Schmitt, no se puede pedir todo! Los dos payasos ríen estentóreamente. (Fin del número de los payasos.) LA MULTITUD grita: El hombre no ayuda al hombre. DIRECTOR DEL CORO:
141
nera de tratar a un enfermo. Devuélvanme inmediatamente los miembros perdidos; soy el propietario. (Le colocan la segunda pierna bajo el brazo y le dejan la oreja sobre las rodillas.) Si lo que quieren es gastarme una broma, están completamente . . . ¿Qué ocurre ahora con mi brazo? SEGUNDO PAYASO; Ha de ser por todas esas cosas inútiles que tiene que cargar. SEÑOR ScHMITI ( con un hilo de voz): Sin duda. ¿No podrían ustedes quitármelas? SEGUNDO PAYASO: Lo que podríamos hacer es quitarle el brazo. Eso sería lo mejor. SEÑOR ScHMITI: Sí, por favor, si ustedes consideran ... SEGUNDO PAYASO: Por supuesto. Le serruchan el brtPZo izquierdo. SEÑOR ScHMITI: Gracias. Ustedes se están tomando demasiadas molestias por mí. PRIMER PAYASO: Y bien, señor Schmitt, aquí tiene usted todo lo que le pertenece; nadie se lo puede quitar. Le dejan todos los miembros cortados sobre las rodillas. El señor Schmitt los contempla. SEÑOR ScHMITI: Es extraño, en mi cabeza sólo hay pensamientos ingratos. (DPrigiéndo.re al primer payaso.) Le ruego que me digo algo agradable. PRIMER PAYASO: Con mucho gusto, señor Schmitt. ¿Quiere que le cuente un cuento? Bueno. De una taberna salen dos hombres discutiendo acaloradamente y comienzan a tirarse bosta de caballo. A uno le entra una pelota de bosta en la boca y entonces grita: "¡La dejaré en donde está hasta que llegue la policía!" El segundo payaso ríe; el señor Schmitt permtmece serio. SEÑOR ScHMITI: Esa no es una historia agradable. ¿No podría contarme algo agradable? Ya le he dicho que mi cabeza está llena de pensamientos ingratos. PRIMER PAYASO: No. Lamentablemente, fuera de este cuento no sabría qué decirle, señor Schmitt. SEGUNDO PAYASO: En cambio podríamos serrucharle la cabeza si es que tiene pensamientos tan tontos.
140
SEÑOR ScHMtTI: Sí, por favor. Quizá me sienta mejor u( Le se,-m::han la mitad superior de la cabeza. PRIMER PAYASO: ¿Cómo se siente ahora, señor Schmitt? ¿No se siente más liviano? SEÑOR ScHMITI: Sí, más liviano quizá. Me siento mucho más liviano, pero ahora tengo mucho frío en la cabeza. SEGUNDO PAYASO: Pues colóquese el sombrero. (Gritando.) ¡Le he dicho que se coloque el sombrero! SEÑOR ScHMITI: ¡Pero no puedo alcanzarlo! SEGUNDO PAYASO: ¿Quiere el bastón? SEÑOR ScHMITI: Sí, por favor. (Trata de alcanzar el sombrero con el btJStón.) Ahora se me ha caído el bastón y no puedo alcanzar el sombrero. Tengo mucho frío. SEGUNDO PAYASO: ¿Y si le destornilláramos la cabeza del todo? SEÑOR ScHMITI: Bueno, no sé ... PRIMER PAYASO: ¡Eso es lo que hay que hacer! SEÑOR ScHMITI: Lo cierto es que ya no sé nada. SEGUNDO PAYASO: Justamente por eso. Le destornillan la cabeza. El señor Schmitt cae de espaldas. SEÑOR ScHMITI: ¡No se vayan! ¡Que alguno de ustedes me ponga una mano sobre la frente ¡ PRIMER PAYASO: ¿Dónde? SEÑOR ScHMITI: ¡Que alguno me tome de la mano, por favor! PRIMER PAYASO: ¿De dónde? SEGUNDO PAYASO: ¿No se siente más liviano así, señor Schmitt? SEÑOR ScHMITI: No. Se me está incrustando una piedra en la espalda. SEGUNDO PAYASO: ¡Bueno, señor Schmitt, no se puede pedir todo! Los dos payasos ríen estentóreamente. (Fin del número de los payasos.) LA MULTITUD grita: El hombre no ayuda al hombre. DIRECTOR DEL CORO:
141
¿Queréis que rompamos la almohada. LA MULTITUD:
Sí. DIRECTOR DEL CORO:
¿Queréis que volquemos el agua?
5 LA DELIBERACIÓN
LA MULTITUD:
Sí.
EL AVIADOR ACCIDENTADO:
Camaradas: Vamos a morir. 4
Los TRES MECÁNICOS ACCIDENTADOS:
AYUDA DENEGADA
Nosotros sabemos que hemos de morir, pero ¿Lo sabes tú? Escucha entonces: Morirás indefectiblemente. Te arrancarán la vida, Tus méritos se borrarán, Morirás para ti mismo. No habrá tolerancia, Finalmente Morirás.
EL CORO:
Entonces, no habrá ayuda para ellos. Romperemos la almohada, volcaremos el agua. El lorntor destroza la almoh,1da y v11elca el agtui. LA MULTITUD lee para sí: Sin duda habréis visco en algún lugar Brindar a los hombres cierta clase De ayuda, provocada por un estado Que aún es inevitable: La violencia. Sin embargo, he aquí nuestro consejo: Enfrentad La cruel realidad Con mayor crueldad aún, y Abandonando el estado que genera la exigencia de ayuda Renunciad a la exigencia. Es decir: No contéis con la ayuda. Para evitar la ayuda se requiere _la violencia; Para obtener ayuda, también se requiere la violencia. Mientras siga imperando la violencia, podrá evitarse la ayuda; Cuando ya no reine la violencia, la ayuda será innecesaria. Por eso, no r~claméis ayuda y desterrad en cambio la violencia. Ayuda y violencia forman un todo Y ese codo es el que debe reformarse.
142
6 CONTEMPLACIÓN DE LOS MUERTOS
EL LOCUTOR:
¡Contemplad a los muertos! Se exhiben diez grandes fotografías de muertos. L11ego dice el locutor: "Segunda contemplación de los muertos", y la~ fotografías se exhiben por segunda vez. Tras haber contcm• piado a los muertos, los accidentados comienzan ti wit,tr: ¡Nosotros no podemos morir!
¿Queréis que rompamos la almohada. LA MULTITUD:
Sí. DIRECTOR DEL CORO:
¿Queréis que volquemos el agua?
5 LA DELIBERACIÓN
LA MULTITUD:
Sí.
EL AVIADOR ACCIDENTADO:
Camaradas: Vamos a morir. 4
Los TRES MECÁNICOS ACCIDENTADOS:
AYUDA DENEGADA
Nosotros sabemos que hemos de morir, pero ¿Lo sabes tú? Escucha entonces: Morirás indefectiblemente. Te arrancarán la vida, Tus méritos se borrarán, Morirás para ti mismo. No habrá tolerancia, Finalmente Morirás.
EL CORO:
Entonces, no habrá ayuda para ellos. Romperemos la almohada, volcaremos el agua. El lorntor destroza la almoh,1da y v11elca el agtui. LA MULTITUD lee para sí: Sin duda habréis visco en algún lugar Brindar a los hombres cierta clase De ayuda, provocada por un estado Que aún es inevitable: La violencia. Sin embargo, he aquí nuestro consejo: Enfrentad La cruel realidad Con mayor crueldad aún, y Abandonando el estado que genera la exigencia de ayuda Renunciad a la exigencia. Es decir: No contéis con la ayuda. Para evitar la ayuda se requiere _la violencia; Para obtener ayuda, también se requiere la violencia. Mientras siga imperando la violencia, podrá evitarse la ayuda; Cuando ya no reine la violencia, la ayuda será innecesaria. Por eso, no r~claméis ayuda y desterrad en cambio la violencia. Ayuda y violencia forman un todo Y ese codo es el que debe reformarse.
142
6 CONTEMPLACIÓN DE LOS MUERTOS
EL LOCUTOR:
¡Contemplad a los muertos! Se exhiben diez grandes fotografías de muertos. L11ego dice el locutor: "Segunda contemplación de los muertos", y la~ fotografías se exhiben por segunda vez. Tras haber contcm• piado a los muertos, los accidentados comienzan ti wit,tr: ¡Nosotros no podemos morir!
7 LECTURA DE LOS COMENTARIOS
se vuelve a los accidentados: No podemos ayudaros. Una indicación, Sólo eso os daremos. Morid, pero aprended; Aprended, pero no desaprovechéis la lección.
EL CORO
2. Cuando el sabio fue sorprendido por una gran tormenta estaba dentro de un gran vehículo y ocupaba mucho espacio. Lo primero que hizo fue bajarse del vehículo, lo segundo quitarse la chaqueta, lo tercero tenderse en el suelo. Así superó la tormenta: reduciéndose a su mínima expresión. Los ACCIDENTADOS pregrmtan al locutor: lY así superó la tormenta? EL LOCUTOR:
Reduciéndose a su mínima expresión superó la tormenta. Los ACCIDENTADOS:
Los ACCIDENTADOS:
Reduciéndose a su mínima expresión superó la tormenta.
No nos queda mucho tiempo, Ya no podemos aprender mucho.
EL LOCUTOR:
EL CORO:
El poco tiempo que os queda Es tiempo suficiente, Pues lo justo se aprende con rapidez. El locutor se culelantct con 1111 libro. Se acerctP a los acoidentados y lee los comentarios. LOCUTOR:
l. El que quita algo, aferrará algo. Y aquel a quien se le quita algo, también se aferrará a ese algo. Y a quien se aferra a algo, algo le será quitado. Aquel de nosotros que muere, ¿a qué renuncia? ¡Sin duda no renuncia sólo a su mesa o a su cama! Aquel de nosotros que muere sabe que renuncia a lo que existe, que está entregando más de lo que tiene. Aquel de nosotros que muere renuncia a la calle que conoce y también a la que no conoce. A las riquezas que posee y también a las que no posee. A la pobreza misma. A su propia mano. Pero ¿cómo puede levantar una piedra quien no está habituado a hacerlo? ¿Cómo puede levantar una gran piedra? ¿Cómo puede, quien no está habituado al renunciamiento, entregar su mesa o renunciar a todo lo que tiene? ¿A la calle que conoce y también a la que no conoce? ¿A las riquezas que posee y también a las que no posee? ¿A la pobreza misma? ¿A su propia mano?
144
3. Para ayudar a un hombre a que aceptara la muerte, el sabio le pidió que renunciara a sus bienes. Cuando hubo renunciando a todo, sólo le quedó la vida. Renuncia a algo más, le dijo entonces el sabio. 4. Si el sabio superó la tormenta fue porque la conoda y la aceptaba. Por lo tanto, si queréis superar la mut·rtc, Jcberéis conocerla y aceptarla. Pero quirn esté dispuesto a la aceptación preferirá la pobreza. ¡Nunca se aferrará a las cos,1s! Las cosas le pueden ser arrebatadas, y entonces ya no habrá aceptación. Tampoco se aferrará a los pensamientos; los pensamientos también le pueden ser arrebatados y entonces tampoco habrá aceptación.
8 EL EXAMEN
I El coro examina a los accidentados en presencia de la multitud. EL CORO:
¿A qué altura volasteis? Los TRES MECÁNICOS ACCIDENTADOS:
145
7 LECTURA DE LOS COMENTARIOS
se vuelve a los accidentados: No podemos ayudaros. Una indicación, Sólo eso os daremos. Morid, pero aprended; Aprended, pero no desaprovechéis la lección.
EL CORO
2. Cuando el sabio fue sorprendido por una gran tormenta estaba dentro de un gran vehículo y ocupaba mucho espacio. Lo primero que hizo fue bajarse del vehículo, lo segundo quitarse la chaqueta, lo tercero tenderse en el suelo. Así superó la tormenta: reduciéndose a su mínima expresión. Los ACCIDENTADOS pregrmtan al locutor: lY así superó la tormenta? EL LOCUTOR:
Reduciéndose a su mínima expresión superó la tormenta. Los ACCIDENTADOS:
Los ACCIDENTADOS:
Reduciéndose a su mínima expresión superó la tormenta.
No nos queda mucho tiempo, Ya no podemos aprender mucho.
EL LOCUTOR:
EL CORO:
El poco tiempo que os queda Es tiempo suficiente, Pues lo justo se aprende con rapidez. El locutor se culelantct con 1111 libro. Se acerctP a los acoidentados y lee los comentarios. LOCUTOR:
l. El que quita algo, aferrará algo. Y aquel a quien se le quita algo, también se aferrará a ese algo. Y a quien se aferra a algo, algo le será quitado. Aquel de nosotros que muere, ¿a qué renuncia? ¡Sin duda no renuncia sólo a su mesa o a su cama! Aquel de nosotros que muere sabe que renuncia a lo que existe, que está entregando más de lo que tiene. Aquel de nosotros que muere renuncia a la calle que conoce y también a la que no conoce. A las riquezas que posee y también a las que no posee. A la pobreza misma. A su propia mano. Pero ¿cómo puede levantar una piedra quien no está habituado a hacerlo? ¿Cómo puede levantar una gran piedra? ¿Cómo puede, quien no está habituado al renunciamiento, entregar su mesa o renunciar a todo lo que tiene? ¿A la calle que conoce y también a la que no conoce? ¿A las riquezas que posee y también a las que no posee? ¿A la pobreza misma? ¿A su propia mano?
144
3. Para ayudar a un hombre a que aceptara la muerte, el sabio le pidió que renunciara a sus bienes. Cuando hubo renunciando a todo, sólo le quedó la vida. Renuncia a algo más, le dijo entonces el sabio. 4. Si el sabio superó la tormenta fue porque la conoda y la aceptaba. Por lo tanto, si queréis superar la mut·rtc, Jcberéis conocerla y aceptarla. Pero quirn esté dispuesto a la aceptación preferirá la pobreza. ¡Nunca se aferrará a las cos,1s! Las cosas le pueden ser arrebatadas, y entonces ya no habrá aceptación. Tampoco se aferrará a los pensamientos; los pensamientos también le pueden ser arrebatados y entonces tampoco habrá aceptación.
8 EL EXAMEN
I El coro examina a los accidentados en presencia de la multitud. EL CORO:
¿A qué altura volasteis? Los TRES MECÁNICOS ACCIDENTADOS:
145
Volamos a enormes alturas. EL CORO:
¿A qué altura volasteis? Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS: Volamos a cuatro mil metros de altura. EL CORO:
¿A qué altura volasteis? Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS: Volamos a bastante altura.
Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS: Fuimos demasiado enaltecidos. EL DIRECTOR DEL CORO, a la mttltitttd: Ellos fueron demasiado enaltecidos. EL AVIADOR ACCIDENTADO:
Yo no fui suficientemente enaltecido. EL CORO:
Y él no fue suficientemente enaltecido.
EL CORO:
¿A qué altura volasteis? Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS: Nos elevamos un poco sobre el suelo.
III
a la mttltitttd: Ellos se elevaron un poco sobre el suelo.
¿Quiénes sois? Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS: Somos los que sobrevolaron el océano.
EL DIRECTOR DEL CORO,
EL AVIADOR ACCIDENTADO:
Yo volé a enormes alturas. EL CORO:
Y él voló a enormes alturas.
EL CORO:
EL CORO:
¿Quiénes sois? Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS: Somos unos más entre vosotros. EL CORO:
II EL CORO:
¿Fuisteis enaltecidos? Los MECÁNICOS ACCID~NTADOS: No fuimos bastante enaltecidos.
¿Quiénes sois? Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS: No somos nadie. EL DIRECTOR DEL CORO,
a la mttltitttd:
Ellos no son nadie. EL AVIADOR ACCIDENTADO:
EL CORO:
Yo soy Charles Nungesser.
¿Fuisteis enaltecidos? Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS: Fuimos enaltecidos.
EL CORO:
EL CORO:
¿Fuisteis enaltecidos? Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS: Fuimos bastante enaltecidos. EL CORO:
¿Fuisteis enaltecidos?
116
Y él es Charles Nungesser.
IV EL CORO:
¿Quién os espera? Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS: Muchos nos esperan más allá del mar.
117
Volamos a enormes alturas. EL CORO:
¿A qué altura volasteis? Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS: Volamos a cuatro mil metros de altura. EL CORO:
¿A qué altura volasteis? Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS: Volamos a bastante altura.
Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS: Fuimos demasiado enaltecidos. EL DIRECTOR DEL CORO, a la mttltitttd: Ellos fueron demasiado enaltecidos. EL AVIADOR ACCIDENTADO:
Yo no fui suficientemente enaltecido. EL CORO:
Y él no fue suficientemente enaltecido.
EL CORO:
¿A qué altura volasteis? Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS: Nos elevamos un poco sobre el suelo.
III
a la mttltitttd: Ellos se elevaron un poco sobre el suelo.
¿Quiénes sois? Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS: Somos los que sobrevolaron el océano.
EL DIRECTOR DEL CORO,
EL AVIADOR ACCIDENTADO:
Yo volé a enormes alturas. EL CORO:
Y él voló a enormes alturas.
EL CORO:
EL CORO:
¿Quiénes sois? Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS: Somos unos más entre vosotros. EL CORO:
II EL CORO:
¿Fuisteis enaltecidos? Los MECÁNICOS ACCID~NTADOS: No fuimos bastante enaltecidos.
¿Quiénes sois? Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS: No somos nadie. EL DIRECTOR DEL CORO,
a la mttltitttd:
Ellos no son nadie. EL AVIADOR ACCIDENTADO:
EL CORO:
Yo soy Charles Nungesser.
¿Fuisteis enaltecidos? Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS: Fuimos enaltecidos.
EL CORO:
EL CORO:
¿Fuisteis enaltecidos? Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS: Fuimos bastante enaltecidos. EL CORO:
¿Fuisteis enaltecidos?
116
Y él es Charles Nungesser.
IV EL CORO:
¿Quién os espera? Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS: Muchos nos esperan más allá del mar.
117
EL CORO: ¿Quién os espera? Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS: Nuestro padre y nuestra madre nos esperan. EL CORO: ¿Quién os espera? Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS: Nadie nos espera. EL DIRECTOR DEL CORO, a la mttltitttd: A ellos, nadie los espera.
V EL CORO: ¿Quién morirá, pues, cuando vosotros muráis? Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS: Morirán los que fueron demasiado enaltecidos. EL CORO: ¿Quién morirá, pues, cuando vosotros muráis? Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS: Morirán los que se elevaron algo sobre el suelo. EL CORO: ¿Quién morirá, pues, cuando vosotros muráis? Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS: Morirán aquellos a quienes nadie espera. EL CORO: ¿Quién morirá, pues, cuando vosotros muráis? Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS: Nadie. EL CORO: Ahora lo sabéis: Nadie morirá Cuando ellos mueran. Ahora han alcanzado Su mínima expresión. EL AVIADOR ACCIDENTADO : 1'18
Yo, en cambio, he alcanzado Con mis vuelos Mi máxima expresión. Tan alto como yo, nunca voló Nadie. No fui suficientemente enaltecido; No se me puede enaltecer bastante. No volé por nada ni por nadie. Volé por el vuelo mismo. Nadie me espera, y yo No vuelo hacia vosotros; yo Vuelo para alejarme de vosotros; yo Nunca moriré.
9 EXALTACIÓN
Y
DESPOSEIMiliNTO
EL CORO: Pero ahora Mostrad el resultado de vuestros esfuerzos. Pues sólo El resultado es real. Entregad, pues, el motor, Las alas y el tren de aterrizaje; Todo aquello con lo que tú has volado, Todo aquello que vosotros habéis construido. ¡Entregadlo! EL AVIADOR ACCIDENTADO: No lo entregaré. ¿Qué es Un avión sin aviador? EL DIRECTOR DEL CORO: ¡Tomadlo!
149
EL CORO: ¿Quién os espera? Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS: Nuestro padre y nuestra madre nos esperan. EL CORO: ¿Quién os espera? Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS: Nadie nos espera. EL DIRECTOR DEL CORO, a la mttltitttd: A ellos, nadie los espera.
V EL CORO: ¿Quién morirá, pues, cuando vosotros muráis? Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS: Morirán los que fueron demasiado enaltecidos. EL CORO: ¿Quién morirá, pues, cuando vosotros muráis? Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS: Morirán los que se elevaron algo sobre el suelo. EL CORO: ¿Quién morirá, pues, cuando vosotros muráis? Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS: Morirán aquellos a quienes nadie espera. EL CORO: ¿Quién morirá, pues, cuando vosotros muráis? Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS: Nadie. EL CORO: Ahora lo sabéis: Nadie morirá Cuando ellos mueran. Ahora han alcanzado Su mínima expresión. EL AVIADOR ACCIDENTADO : 1'18
Yo, en cambio, he alcanzado Con mis vuelos Mi máxima expresión. Tan alto como yo, nunca voló Nadie. No fui suficientemente enaltecido; No se me puede enaltecer bastante. No volé por nada ni por nadie. Volé por el vuelo mismo. Nadie me espera, y yo No vuelo hacia vosotros; yo Vuelo para alejarme de vosotros; yo Nunca moriré.
9 EXALTACIÓN
Y
DESPOSEIMiliNTO
EL CORO: Pero ahora Mostrad el resultado de vuestros esfuerzos. Pues sólo El resultado es real. Entregad, pues, el motor, Las alas y el tren de aterrizaje; Todo aquello con lo que tú has volado, Todo aquello que vosotros habéis construido. ¡Entregadlo! EL AVIADOR ACCIDENTADO: No lo entregaré. ¿Qué es Un avión sin aviador? EL DIRECTOR DEL CORO: ¡Tomadlo!
149
Quitan el crv1on a los accidentados y lo llevan al otro extremo del escenario. Mientras los accidentados son desposeídos, el coro los exalta. EL CORO: Levantaos, aviadores; habéis transformado las leyes de la [Tierra. Durante milenios todo cayó de arriba hacia abajo, Con excepción del ave. Ni en las piedras más antiguas Hallamos la imagen de un hombre Que volara por los aires. Pero vosotros os elevasteis Hacia fines del segundo milenio de nuestra era. Los TRES MECÁNICOS señalan repentinamente al aviador: ¡Qué es eso, mirad! EL DIRECTOR DEL CORO ordena rápidamente al coro: Entonad el "Totalmente irreconocible". EL CORO rodea al MJiador accidentado: Totalmente irreconocible Está ahora su rostro. Ese rostro surgió de él y de nosotros, pues Aquel que nos necesicaba Y a quien nosotros reclamábamos Era él. EL DIRECTOR DEL CORO: Ese Que véis allí Se adjudicó un puesto Y nos arrancó lo que él r.ecesitaba, Pero nos negó lo que nosotros reclamábamos. Por eso su rostro Desapareció junto con su puesto: ¡Sólo tenía uno!
C1tatro miembros del coro discuten por encima de él. PRIMERO:
Si es que existió. 1'i (l
SEGUNDO: Existió. PRIMERO: ¿Qué era? SEGUNDO: Nadie. TERCERO: Si es que era alguien. CUARTO: No era nadie, TERCERO: ¿Cómo se lo distinguía? CUARTO: Dándole una ocupación. Los CUATRO: Cuando se lo nombra, nace. Cuando se lo transforma, existe. Quien lo necesita, lo conoce. Quien lo aprovecha, lo engrandece. SEGUNDO: Y, sin embargo, no es nadie. TODO EL CORO, dirigiéndose a la multitud: El que ha perdido su puesto Deja de ser humano. ¡Muere ahora tú, ex-humano! EL AVIADOR ACCIDENTADO: No puedo morir. Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS : Te apartaste de la corriente, hombre. Nunca estuviste en la corriente, hombre. Eres demasiado grande, eres demasiado rico, Demasiado singular. Por eso no puedes morir. EL CORO: Pero Quien no puede morir También muere.
151
Quitan el crv1on a los accidentados y lo llevan al otro extremo del escenario. Mientras los accidentados son desposeídos, el coro los exalta. EL CORO: Levantaos, aviadores; habéis transformado las leyes de la [Tierra. Durante milenios todo cayó de arriba hacia abajo, Con excepción del ave. Ni en las piedras más antiguas Hallamos la imagen de un hombre Que volara por los aires. Pero vosotros os elevasteis Hacia fines del segundo milenio de nuestra era. Los TRES MECÁNICOS señalan repentinamente al aviador: ¡Qué es eso, mirad! EL DIRECTOR DEL CORO ordena rápidamente al coro: Entonad el "Totalmente irreconocible". EL CORO rodea al MJiador accidentado: Totalmente irreconocible Está ahora su rostro. Ese rostro surgió de él y de nosotros, pues Aquel que nos necesicaba Y a quien nosotros reclamábamos Era él. EL DIRECTOR DEL CORO: Ese Que véis allí Se adjudicó un puesto Y nos arrancó lo que él r.ecesitaba, Pero nos negó lo que nosotros reclamábamos. Por eso su rostro Desapareció junto con su puesto: ¡Sólo tenía uno!
C1tatro miembros del coro discuten por encima de él. PRIMERO:
Si es que existió. 1'i (l
SEGUNDO: Existió. PRIMERO: ¿Qué era? SEGUNDO: Nadie. TERCERO: Si es que era alguien. CUARTO: No era nadie, TERCERO: ¿Cómo se lo distinguía? CUARTO: Dándole una ocupación. Los CUATRO: Cuando se lo nombra, nace. Cuando se lo transforma, existe. Quien lo necesita, lo conoce. Quien lo aprovecha, lo engrandece. SEGUNDO: Y, sin embargo, no es nadie. TODO EL CORO, dirigiéndose a la multitud: El que ha perdido su puesto Deja de ser humano. ¡Muere ahora tú, ex-humano! EL AVIADOR ACCIDENTADO: No puedo morir. Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS : Te apartaste de la corriente, hombre. Nunca estuviste en la corriente, hombre. Eres demasiado grande, eres demasiado rico, Demasiado singular. Por eso no puedes morir. EL CORO: Pero Quien no puede morir También muere.
151
Quic:n no sabe nadar También nada.
10 LA EXPULSIÓN
EL CORO:
Uno de nosotros, De rostro, figura y pensamiento Igual a los nuestros, Debe abandonarnos, pues Fue señalado anoche y Desde esta mañana su alicn-o es pútrido. Su cuerpo se descompone, su rostro, Un día familiar, hoy nos es desconocido. Hombre, habla con nosotros; esperamos Tu voz en el lugar habitual. ¡Habla! No habla. Su voz No nos llega. Ahora no te asustes, hombre: Debes marcharte ya. ¡Vete pronto! No mires en derredor. Aléjate De nosotros. El cantor que encarna a:l avic.dor a;cidentado abandona ei escenario.
~
Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS:
Aceptamos la transformación. EL CORO:
II LA ACEPTACIÓN
se dirige a los tres mecánicos accidentados: Vosotros, en cambio, que habéis aceptado la corriente de las cosas, No volváis a sepultaros en la nada.
EL CORO
152
No os disolváis como la sal en el agua, sino Elevaos. Morid vuestra muerte Como trabajasteis vuestro trabajo: Revolucionando una revolución. Al morir no miréis, pues, Hacia la muerte. Recibid de nosotros la misión De reconstruir nuestro avión. ¡Comenzad! Volaréis para nosotros En el lugar en que os precisemos Y en el momento en que sea necesario. Pues A vosotros Os exhortamos a marchar con nosotros y, con nosotros, A transformar no sólo Una de las leyes de la tierra, sino La ley fundamental. Aceptaréis la reforma total Del mundo y de la humanidad, Y sobre todo del desorden De las clases humanas; porque la humanidad se divide en dos: Explotación e ignorancia.
)
Y nosotros os rogamos: Transformad nuestro motor y mejoradlo. Haced que Aumenten también la seguridad y la velocidad; Pero que el afán de una marcha veloz no os haga olvidar [la meta. Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS:
Mejoraremos los motores, la seguridad y la velocidad. EL CORO:
¡Renunciad a todo eso! EL DIRECTOR DEL CORO:
153
Quic:n no sabe nadar También nada.
10 LA EXPULSIÓN
EL CORO:
Uno de nosotros, De rostro, figura y pensamiento Igual a los nuestros, Debe abandonarnos, pues Fue señalado anoche y Desde esta mañana su alicn-o es pútrido. Su cuerpo se descompone, su rostro, Un día familiar, hoy nos es desconocido. Hombre, habla con nosotros; esperamos Tu voz en el lugar habitual. ¡Habla! No habla. Su voz No nos llega. Ahora no te asustes, hombre: Debes marcharte ya. ¡Vete pronto! No mires en derredor. Aléjate De nosotros. El cantor que encarna a:l avic.dor a;cidentado abandona ei escenario.
~
Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS:
Aceptamos la transformación. EL CORO:
II LA ACEPTACIÓN
se dirige a los tres mecánicos accidentados: Vosotros, en cambio, que habéis aceptado la corriente de las cosas, No volváis a sepultaros en la nada.
EL CORO
152
No os disolváis como la sal en el agua, sino Elevaos. Morid vuestra muerte Como trabajasteis vuestro trabajo: Revolucionando una revolución. Al morir no miréis, pues, Hacia la muerte. Recibid de nosotros la misión De reconstruir nuestro avión. ¡Comenzad! Volaréis para nosotros En el lugar en que os precisemos Y en el momento en que sea necesario. Pues A vosotros Os exhortamos a marchar con nosotros y, con nosotros, A transformar no sólo Una de las leyes de la tierra, sino La ley fundamental. Aceptaréis la reforma total Del mundo y de la humanidad, Y sobre todo del desorden De las clases humanas; porque la humanidad se divide en dos: Explotación e ignorancia.
)
Y nosotros os rogamos: Transformad nuestro motor y mejoradlo. Haced que Aumenten también la seguridad y la velocidad; Pero que el afán de una marcha veloz no os haga olvidar [la meta. Los MECÁNICOS ACCIDENTADOS:
Mejoraremos los motores, la seguridad y la velocidad. EL CORO:
¡Renunciad a todo eso! EL DIRECTOR DEL CORO:
153
¡Marchad!
NOTA SOBRE LA PIEZA DIDÁCTICA DE BADEN-BADEN
EL CORO:
¿Habéis mejorado el mundo? Mejorad, entonce3, el mundo mejorado: ¡Renunciad a él! EL DIRECTOR DEL CORO:
¡Marchad! EL CORO:
¿Al mejorar el mundo habéis perfeccionado la verdad? Perfeccionad, entonces, la verdad perfeccionada: ¡Renunciad a ella! EL DIRECTOR DEL CORO:
¡Marchad! EL CORO:
¿Al perfeccionar la verdad habéis transformado la humanidad? Transformad, entonces, la humanidad transformada: ¡Renunciad a ella! EL DIRECTOR DEL CORO:
¡Marchad! EL CORO:
¡Al reformar el mundo, transformaos vosotros! ¡Renunciad a vosotros mismos! EL DIRECTOR DEL CORO:
¡Marchad!
1~'1
Sin entrar en detalles acerca de las reglas particulares que presiden la elaboración de una pieza didáctica ( de las que nos ocuparemos en una "Teoría de la pedagogía"), nos vemos obligados a rectificar, aunque sea de manera sintética, cierras apreciaciones del compositor Hindemith incluidas en la partitura para piano de esta pieza didáctica ( que se basa en la primera versión del texto, es decir en una versión incom• pleta) por considerarlas desacertadas. Señala Hindemith: "Puesto que la única finalidad tic la pieza didáctica es hacer participar a todos los espectadores en la representación de una obra, y no la de provocar determinadas impresiones por su contenido poético o musical, la forma de la pieza debe adaptarse en lo posible al objeto perseguido. Por eso, el orden de los trozos de esta partitura es más una sugestión que una prescripción. Es posible suprimir, agregar o alterar los números que la componen. Fragmentos enteros pueden desaparecer; la danza puede suprimirse; la escena de los payasos puede ser abreviada o eliminada. Si fuera necesario, y con ello no se alterase el estilo del conjunto, podrían incorporarse otros trozos musicales, escenas, danzas o parlamentos. Sería interesante ensayar la representación del Examen por separado, o bien la del comienzo y el Examen. Del mismo modo podrían representarse aisladamente cualquiera de las otras partes. El director y los intérpretes de este tipo de ensayo serán los encargados de encontrar la forma que más se adapte a sus fines."
155
¡Marchad!
NOTA SOBRE LA PIEZA DIDÁCTICA DE BADEN-BADEN
EL CORO:
¿Habéis mejorado el mundo? Mejorad, entonce3, el mundo mejorado: ¡Renunciad a él! EL DIRECTOR DEL CORO:
¡Marchad! EL CORO:
¿Al mejorar el mundo habéis perfeccionado la verdad? Perfeccionad, entonces, la verdad perfeccionada: ¡Renunciad a ella! EL DIRECTOR DEL CORO:
¡Marchad! EL CORO:
¿Al perfeccionar la verdad habéis transformado la humanidad? Transformad, entonces, la humanidad transformada: ¡Renunciad a ella! EL DIRECTOR DEL CORO:
¡Marchad! EL CORO:
¡Al reformar el mundo, transformaos vosotros! ¡Renunciad a vosotros mismos! EL DIRECTOR DEL CORO:
¡Marchad!
1~'1
Sin entrar en detalles acerca de las reglas particulares que presiden la elaboración de una pieza didáctica ( de las que nos ocuparemos en una "Teoría de la pedagogía"), nos vemos obligados a rectificar, aunque sea de manera sintética, cierras apreciaciones del compositor Hindemith incluidas en la partitura para piano de esta pieza didáctica ( que se basa en la primera versión del texto, es decir en una versión incom• pleta) por considerarlas desacertadas. Señala Hindemith: "Puesto que la única finalidad tic la pieza didáctica es hacer participar a todos los espectadores en la representación de una obra, y no la de provocar determinadas impresiones por su contenido poético o musical, la forma de la pieza debe adaptarse en lo posible al objeto perseguido. Por eso, el orden de los trozos de esta partitura es más una sugestión que una prescripción. Es posible suprimir, agregar o alterar los números que la componen. Fragmentos enteros pueden desaparecer; la danza puede suprimirse; la escena de los payasos puede ser abreviada o eliminada. Si fuera necesario, y con ello no se alterase el estilo del conjunto, podrían incorporarse otros trozos musicales, escenas, danzas o parlamentos. Sería interesante ensayar la representación del Examen por separado, o bien la del comienzo y el Examen. Del mismo modo podrían representarse aisladamente cualquiera de las otras partes. El director y los intérpretes de este tipo de ensayo serán los encargados de encontrar la forma que más se adapte a sus fines."
155
Sin duda, este malentendido debe atribuirse a la ligereza con que accedí a entregar -para fines puramente experimentales- un texto incompleto y que podría prestarse a interpretaciones erróneas, como era la versión de la pieza didáctica representada en Baden-Baden. Evidentemente, de esa versión no parece surgir otra intención didáctica que la vinculada con las formas musicales. Pero ocurre que la representación de Baden-Baden estaba concebida como una representación única, destinada a poner la pieza a prueba. De más está decir que el valor didáctico de un ensayo musical basado en un texto "que llama a la reflexión y despierta la fantasía del ejecutante" sería muy relativo. Aun cuando pudiera esperarse que algunos casos individuales se sometieran a una cierta disciplina de conjunto, o que sobre la base de la música se produjeran ciertas convergencias espirituales de tipo formal, esa armonía artificiosa y superficial no podría, ni siquiera por unos pocos minutos, representar un contrapeso vital a los procesos colectivos que desplazan al hombre de nuestro tiempo, actuando sobre él con una fuerza que difícilmente pueda neutralizarse.
B.B.
•
156