Ética y El Quehacer Científico Capítulo-Libro-2009 [PDF]

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Zitiervorschau

Diseño de portada: Lauro Soto Rojas Primera edición: 2009 © Néstor Bautista Martínez, Lauro Soto Rojas y Rafael Pérez Pacheco © Para la presente edición, Colegio de Postgraduados Carretera México Texcoco- Texcoco Km. 36.5, Montecillo, 56230, Texcoco, Estado de México Miembro número 306 CANIEM ISBN 978-607-75-33-33-7 D. R. Todos los derechos reservados conforme a la ley. Impreso y Hecho en México. Printed and made in Mexico.

COLEGIO DE POSTGRADUADOS INSTITUCION DE ENSEÑANZA E INVESTIGACION EN CIENCIAS AGRICOLAS DIRECTORIO Director General Dr. Félix V. González Cossío Secretario Académico Dr. Francisco Gavi Reyes Director del Campus Montecillo Dr. Jesús Vargas Hernández Subdirectora de Educación María Cristina López Peralta Subdirector de Vinculación Dr. Juan Enrique Rubiños Panta Enlace Académico de Fitosanidad Entomología y Acarología Dr. J. Concepción Rodríguez Maciel Responsable editorial Departamento de difusión

INSTITUTO POLITECNICO NACIONAL CIIDIR OAXACA CENTRO INTERDICIPLINARIO DE INVESTIGACION PARA EL DESARROLLO INTEGRAL REGIONAL DIRECTORIO Director General IPN Dr. José Enrique Villa Rivera Director del CIIDIR Oaxaca Dr. Juan Rodríguez Ramírez Subdirector academico y de investifgacion CIIDIR Oaxaca Dr. Alejandro Flores Martínez Jefa del departamento de Investigación CIIDIR Oaxaca Q.F.I. Imelda Rosas Medina

PRÓLOGO La bioestadística, como su nombre lo indica, es la aplicación de la estadística en las ciencias biológicas. En la actualidad, esta rama de la estadística ha adquirido gran importancia debido a la necesidad de hacer investigación en áreas relacionadas con los seres vivos, como las ciencias de la salud, las ciencias agrícolas y pecuarias en la producción de alimentos; el uso de la bioestadística permite tomar decisiones técnicas y científicas con un mayor sustento. Además, con el desarrollo de esta disciplina y su aplicación en la agricultura, se han obtenido grandes avances en la generación de alternativas que permitan una visión más específica de lo que implica el manejo integrado de los cultivos. El presente libro “Tópicos Selectos de Estadística Aplicados a la Fitosanidad” es una publicación que constituye una herramienta adicional en el desarrollo de trabajos de investigación realizados en condiciones de campo y laboratorio. Es el resultado de la integración de la experiencia del personal académico del Colegio de Postgraduados así como de otras instituciones relacionadas con esta actividad. El libro busca aportar elementos de apoyo en el análisis de datos de investigación afines a la Fitosanidad, ya sean plagas insectiles o patógenos asociados con la producción de alimentos; además, pretende facilitar la interpretación de los datos para generar resultados que expresen la correlación entre los objetos de estudio de manera más evidente. Esta obra va dirigida principalmente a estudiantes, profesores y profesionistas de la agronomía relacionados con el análisis e interpretación de datos obtenidos como resultado de la investigación del comportamiento de los problemas fitosanitarios. Abordar los conceptos básicos de la bioestadística, así como otros temas entre los que se incluyen a la estadística descriptiva, el análisis de varianza, el diseño de experimentos, los elementos del muestreo, la estadística no paramétrica y el manejo de datos estadísticos con Excel y SAS convierten a este compendio en una fuente confiable de información para consulta o como guía en el manejo e interpretación de datos relacionados con aspectos de sanidad vegetal; además, por la calidad de su contenido representa una publicación valiosa dentro de su ámbito. CORDIALMENTE, DR. JESÚS VARGAS HERNÁNDEZ DIRECTOR DEL CAMPUS MONTECILLO COLEGIO DE POSTGRADUADOS Montecillo, Estado de México. Diciembre de 2009.

Un agradecimiento especial al M.C. Jorge Alvarado López, por su revisión y sus valiosas aportaciones al escrito.

INDICE GENERAL Pag. 7

1.

ÉTICA Y EL QUEHACER CIENTÍFICO

2.

INTRODUCCIÓN A LA ESTADÍSTICA: CONCEPTOS BÁSICOS, ESTADÍSTICA DESCRIPTIVA

21

3.

CRITERIOS PARA EL DESARROLLO DE UN EXPERIMENTO EN CAMPO

37

4.

ANÁLISIS DE LA VARIANZA Y COMPARACIÓN DE MEDIAS

51

5.

¿CUÁNDO Y CÓMO HACER TRANSFORMACIONES DE DATOS?

65

6.

INTRODUCCIÓN AL MUESTREO

79

7.

CONSIDERACIONES PARA MUESTREO DE ENFERMEDADES

97

8.

DEFINICIÓN DE DISPOSICIÓN ESPACIAL DE PATÓGENOS VEGETALES

109

9.

SISTEMAS DE INFORMACIÓN GEOGRÁFICA EN EL MUESTREO DE PLAGAS Y ENFERMEDADES

115

10.

EL BIOENSAYO CON PLAGUICIDAS EN ARTRÓPODOS

129

11.

ANÁLISIS DE RIESGO DE PLAGAS Y ENFERMEDADES

159

12.

ANÁLISIS DEL ÁREA BAJO LA CURVA DEL PROGRESO DE LAS ENFERMEDADES

179

13.

MONITOREO Y ESCALAS VISUALES EN LA EVALUACIÓN DE LAS ENFERMEDADES

191

14.

ESTADÍSTICA NO PARAMÉTRICA

203

15.

PRUEBAS DE HIPÓTESIS

213

16.

FUNCIONES BÁSICAS DE EXCEL® EN FITOSANIDAD

223

17.

INTRODUCCIÓN AL USO DE SAS®

235

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ÉTICA Y EL QUEHACER CIENTÍFICO David Espinosa-Victoria. Programa de Postgrado en Edafología Colegio de Postgraduados. [email protected]

1.1. RESUMEN El presente capítulo tiene el objeto de hacer un análisis del quehacer científico a raíz de diferentes casos de fraude reportados en las prestigiadas revistas Nature y Science. Primeramente, se establece la diferencia entre ética y moral y se define el campo de acción de la esfera ética, cuyo momento nuclear es la fidelidad. Se enfatiza que la responsabilidad de los científicos va más allá de realizar investigación y publicar resultados, y se recomienda la aplicación del principio de precaución en el quehacer de los mismos. Si bien los casos documentados de fraude en la ciencia son escasos, los organismos creados para dar seguimiento y algún tipo de sanción han sido rebasados por la práctica deshonesta de algunos científicos. Ante este panorama se sugiere la inclusión de la ética como una disciplina transversal en la formación científica en el currículo de las instituciones de educación superior. 1.2. INTRODUCCIÓN Abordar el tema de la ética en el ámbito científico resulta complicado, al menos por tres razones. Primero, porque es un tema que no es del dominio público y parecería escandalosa la existencia de actitudes deshonestas en los hombres y mujeres de ciencia. En segundo lugar, este asunto traería a la mesa de discusiones la confrontación de diferentes cosmovisiones (humanismo, cristianismo, islamismo, etc.) para explicar las razones de comportamiento antiético. En tercer lugar, se tornaría harto difícil decidir qué tipo de sanción académica y científica (la judicial y penal probablemente ya están tipificadas) se debería aplicar a los investigadores deshonestos. Resulta casi obvio asociar la corrupción a las actividades que realizan políticos, economistas, jueces, procuradores de justicia, etc., pero no al quehacer de los hombres y mujeres de ciencia. Ante la sociedad civil, hasta el día de hoy, los científicos permanecen como personas dignas de confianza. Probablemente, un considerable número de individuos de la sociedad no entienda lo que los científicos hacen o dicen, sin embargo, les cree. No hay duda que esto es “un cheque en blanco” que los científicos deberían aquilatar y emplear con sobrada prudencia. A manera de ejercicio mental, no resultaría nada halagador imaginar un escenario apocalíptico, donde los hombres y mujeres de ciencia tengan el mismo grado de confianza y credibilidad que tienen hoy, por ejemplo, los políticos.

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La sociedad critica y pone en tela de juicio lo que dicen algunos servidores públicos, pero no lo que dicen los científicos. Estos últimos se encuentran en la cima de la credibilidad, y hasta hace poco poseían el derecho exclusivo del uso de la máxima: “… científicamente comprobado…”; los publicistas y empresarios se los han arrebatado (Campanario et al., 2001). Esta fórmula, casi mágica, cancela de facto toda posibilidad de duda en el quehacer científico. Entonces es necesario reconocer que los científicos, honestos y los que no lo son, han empleado frases como la que se menciona arriba para respaldar su quehacer científico. Dada la actividad que desarrollan los hombres y mujeres de ciencia, parece que en el mundo existen sólo dos tipos de personas: los científicos y aquéllos que no lo son. Los primeros son practicantes del arte de la infalibilidad que “otorgan” los métodos científicos (hay varios), y los segundos son creyentes y usuarios de lo que los primeros dicen y hacen. La clasificación anterior no pretende ser peyorativa, más bien es un reflejo del papel que los científicos juegan en la sociedad como generadores del conocimiento científico y tecnológico que, obtenido o empleado irresponsablemente, podría resultar en una catástrofe de enormes dimensiones. Un aspecto a enfrentar cuando se analiza la conducta inmoral de los científicos es la existencia de pocos casos documentados. La mayoría de estos se debe a testimonios que los colaboradores cercanos o jefes inmediatos del inculpado o inculpada conocen, y que no se hacen del conocimiento público en aras de proteger el prestigio de la institución, gente inocente u otra razón. Así, los casos quedan a nivel de pasillo. Con esta limitación, es natural pensar que la imagen que se tiene de la conducta anti-ética de los científicos es parcial. Obtener datos precisos sobre algún caso de conducta inmoral por parte de los hombres y mujeres de ciencia se torna en un asunto difícil. Sin embargo, estudios documentados (ver más adelante) sobre la conducta inapropiada de algunos científicos, pone de manifiesto “la doble moral” existente en el ámbito científico, la cual podría conducir a la pérdida de credibilidad de la comunidad científica ante la sociedad civil. 1.3. DEFINICIÓN DEL TÉRMINO ÉTICA En el léxico cotidiano, las palabras ética y moral se emplean de manera indistinta. Normalmente, el término ética se usa para hacer referencia a asuntos de la conducta pública de los individuos (políticos, líderes religiosos, académicos, estudiantes, etc.); por el contrario, la palabra moral se emplea para señalar aspectos relacionados con la conducta privada de las personas (la infidelidad a la pareja, la tergiversación sexual, etc.). Desde el punto de vista etimológico, ambos vocablos tienen diferente origen: ética proviene del griego etos (ήθο̋) y moral del latin mos, pero ambos significan lo mismo: costumbre. Sin embargo, se pueden establecer diferencias entre éstos términos. Por ejemplo, la moral se refiere al comportamiento que en sus acciones tiene un individuo o un grupo social, mientras que la ética o filosofía moral se ocupa de la reflexión teórica de la moral (Martínez, 2000). Así, mientras la moral tiene un contenido directamente prescriptivo, la ética (como fundamentación crítica) es normativa. En el Cuadro

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1.1 se esquematizan las diferencias y relaciones entre ética y moral. Así, es clara la diferencia que existe entre el comportamiento, normas y valores vigentes de una sociedad (práctica moral) y la reflexión crítico-filosófica sobre estos hechos (teoría ética); en otras palabras, la diferencia entre ethica utens (moral vívida) y ethica docens (moral reflexiva), o, más llanamente, entre moral y ética. Cuadro 1.1. Diferencias y relaciones entre moral y ética Moral

Ética

Comportamientos específicos que se dan en una sociedad o grupo. Conjunto de normas o valores que sigue un grupo o rigen en una sociedad. Históricamente es anterior: todo hombre se comporta moralmente. Es el objeto de la ética



Influye en la ética al proporcionar códigos y normas morales sobre los que ésta reflexiona. Fuente: Martínez, 2000.



• Diferencias •

• Relaciones





General: estudio teórico de esos comportamientos y de los diversos códigos morales. Teoría que estudia / explica la moral



Es posterior: la Ética ha surgido como reflexión sobre la moral.



Reflexión moral



Influye mediatamente en la moral al señalar lo que se justifica o es válido.

teórica sobre la

1.4. LA ESFERA ÉTICA La teoría de la soberanía de esferas, acuñada por el filósofo holandés Abraham Küyper (Espinosa-Victoria, 2008), presenta 17 esferas modales con sus respectivos momentos nucleares (Dooyeweerd, 1984; Roberts, 1994). Las esferas modales se conciben como vehículos que nos ayudan a entender la realidad que nos rodea. La Esfera modal 16 corresponde a la esfera ética cuyo momento nuclear es la fidelidad. Es decir, la fidelidad es la razón de ser de la ética. Erróneamente, la fidelidad se ha circunscrito a asuntos de pareja y al comportamiento sexual. La fidelidad tiene tres componentes: la confianza, la exclusividad y el compromiso (Figura 1.1). La fidelidad califica diferentes elementos, como el matrimonio, la familia, la amistad, el noviazgo, etc. Cuando alguno de los componentes de la fidelidad se violenta entonces se rompe el momento nuclear.

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Sirvan los dos ejemplos siguientes para aclarar la afirmación anterior. El primero tiene que ver con la fidelidad hacia un equipo de fútbol soccer. Este caso nada tiene que ver con el comportamiento sexual o con los asuntos de pareja. Un seguidor del club Guadalajara se abstendrá de vestir alguno de los colores del equipo América el día que ambos clubes se enfrenten; igualmente, el referido aficionado evitará sentarse en las gradas del estadio donde se localice la porra del club América; y por supuesto que nunca vitoreará los aciertos de los jugadores del equipo contrario. La razón de este comportamiento es simple, el seguidor del club Guadalajara ha establecido una relación de confianza con el equipo que, aunque pierda el encuentro, no dejará de confiar en él; la relación también es de exclusividad, no puede ir por el mundo cambiando de equipo cada vez que éste pierda; por último existe una relación de compromiso en la que el seguidor defenderá a su club aun cuando éste se encuentre en último lugar o tenga una pésima temporada. El segundo ejemplo está relacionado con el matrimonio. De la misma manera, cuando en éste se violenta la confianza, la exclusividad o el compromiso de la pareja, como consecuencia, se da el rompimiento de la fidelidad. Entonces no habrá más confianza entre los conyugues; la exclusividad podría ser sustituida por la promiscuidad, por lo que no habrá más compromiso entre uno y otro para mantener la relación. Se puede observar que la esfera ética no se circunscribirse solo a asuntos relacionados con la fidelidad en pareja o con el comportamiento sexual. Aunque la esfera ética comprende estos aspectos, sus alcances van más lejos, que desde luego abarcan el comportamiento de los que se dedican al quehacer científico. La esfera ética

Momento nuclear: La fidelidad

Confianza

Exclusividad

Compromiso

Figura 1.1. Esfera ética y la fidelidad como su momento nuclear, cuyos componentes son confianza, exclusividad y compromiso.

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Existen algunas concepciones erróneas acerca de la esfera moral; por ejemplo, el moralismo científico, el moralismo reduccionista y moralismo bíblico. a) El moralismo científico. Ésta concepción tiene que ver con el carácter que se le ha dado a la ciencia como disciplina totalitaria de “lo bueno” o “lo recto” en las diferentes estructuras y relaciones de la realidad. Es decir, esta concepción llega al extremo de considerar a la ciencia como una “todología”, como la calificadora de “lo bueno” o “lo recto”. En otras palabras, si algo no tiene el aval de la ciencia, entonces no es bueno. b) Moralismo reduccionista. Ésta concepción hace énfasis exclusivamente en las tergiversaciones sexuales de la humanidad. Es decir, la esfera moral se reduce a la conducta sexual del ser humano, sin tener otras áreas de influencia. c) Moralismo bíblico. Ésta concepción tiende a reducir a las “Escrituras” a un drama moralista, es decir, a confinar las historias bíblicas a “cuentos”, con su respectiva moraleja; en otras palabras, a evidenciar lo bueno o lo malo de una determinada historia. Resulta necesario entonces saber si las Escrituras tienen como propósito central dilucidar lo bueno y lo malo, o si tienen un propósito diferente. Entonces cabe preguntarse cómo se debe interpretar correctamente “lo bueno” o “lo recto” en la ciencia. Es necesario enfatizar que “el bien” de una cosa o acción temporal específica solo puede conocerse modalmente, es decir, según las leyes de una esfera temporal. Así, en la ciencia “el bien” debe entenderse según las normas o leyes científicas. Por ejemplo, un experimento bien diseñado será “bueno”, sí y sólo si se apega a las normas científicas. Ninguna otra esfera podrá emitir su juicio sobre lo bien que esté diseñado un experimento, dado que este asunto no es de su competencia. En otro ejemplo, la sexualidad en las plantas se analiza a través de la normas de la esfera biótica y no con las normas de la esfera jurídica o cultica. Si alguna de éstas dos últimas emitiera su juicio sobre la sexualidad de las plantas, entonces considerarían inmorales o depravados los casos de hermafroditismo, partenogénesis y polinización cruzada entre diferentes organismos de una misma o diferente especie. 1.5. ÉTICA, DILEMAS CIENTÍFICOS Y EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN Es conveniente resaltar que las obligaciones y responsabilidades de los científicos van más allá de hacer “buena ciencia”; es decir, el quehacer científico no debería centrarse únicamente a diseñar buenos experimentos y publicar los resultados en revistas de prestigio. La responsabilidad de los científicos también incluye el actuar o dejar de actuar ante circunstancias específicas. Por ejemplo, muchos científicos sabían del efecto del uso de fluorocolorocarbonados sobre el deterioro ambiental y la salud de humanos, animales y plantas. La destrucción de la capa de ozono es un ejemplo excelente, ya que ésta se evidenció desde hace más de 30 años. Actuar o no en consecuencia ante dicha situación debió ser un dilema para muchos

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científicos, sobre todo para aquéllos vinculados con las compañías transnacionales dedicadas a la elaboración de productos que empleaban fluorocolorocarbonados. El requerimiento de la anuencia del investigador para emplear el conocimiento por él desarrollado en actividades bélicas, es otro excelente ejemplo donde se observa hasta dónde puede llegar la responsabilidad de los científicos. Un tercer ejemplo, por cierto del ambiente agrícola, es el relacionado con las posibles consecuencias de la liberación de organismos genéticamente modificados, sobre todo en aquellos países considerados centro de origen. La introducción de maíz transgénico en México se volvió un asunto controvertido, en especial después de la publicación de Quist y Chapela (2001), en la que presentaron evidencias de la presencia de secuencias de maíz transgénico en materiales criollos de la sierra Norte del estado de Oaxaca. Si la moratoria a la siembra de maíz transgénico se estableció en 1998, es probable que alguien haya tomado la decisión de continuar con el ingreso o con el uso de maíz transgénico en el país, con las consecuencias que esto implicó. Ante circunstancias como las arriba mencionadas, en las cuales los investigadores se enfrentan a la toma de decisiones trascendentales en su quehacer científico y que en muchos casos son decisiones personales relacionadas con sus convicciones filosófico-religiosas, es recomendable que éstos evoquen y pongan en práctica el principio de precaución (Riechmann y Tickner, 2002). Éste sugiere la: “Toma de medidas preventivas cuando una actividad se plantea como una posible amenaza a la salud humana y al ambiente, aun cuando no se hayan establecido relaciones causa-efecto”. Tal principio advierte que aun cuando no se tengan evidencias contundentes, pero sí bases razonables para creer en la relación causal de un fenómeno, más vale pensarlo dos veces antes de actuar. 1.6. EL FRAUDE CIENTÍFICO El término fraude deriva de las palabras latinas fraus y fraudes, y se refiere a cualquier acción contraria a la verdad y a la rectitud, que perjudica a la persona o personas contra quienes se comete. No obstante, el fraude también se define como un delito, ya que afecta intereses, contratos o la confianza de terceros, por lo que quien lo comete se hace acreedor a un castigo. Una encuesta auspiciada por la National Science Fundation (Swazey et al., 1993) aplicada a 2000 candidatos doctorales y 2000 académicos, pertenecientes a los departamentos de Química, Ingeniería Civil, Microbiología y Sociología, reveló (aunque no se midió per se la conducta fraudulenta) que los encuestados fueron mucho más proclives a la conducta deshonesta de lo que se pensaba. Hubo divergencia entre estudiantes y académicos en la respuesta a algunas de las 15 preguntas aplicadas, debido a las diferencias en oportunidad para observar actos fraudulentos. Por ejemplo, los académicos reportaron mayor conocimiento sobre estudiantes plagiarios y deshonestos, así como de académicos que manejan deshonestamente los fondos para investigación y los servicios institucionales. El estudió concluyó que los estudiantes y académicos de los departamentos de Ingeniería Civil y Sociología fueron los más expuestos al plagio (Figura1.2).

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Figura 1.2. Exposición al plagio (%), tanto de estudiantes como académicos, de cuatro departamentos. Se muestran los resultados de encuestas realizadas por académicos y por estudiantes. Invariablemente, se afirma que son pocos los casos de fraude documentado en el ámbito científico. Sin embargo, son preocupantes los datos que arrojan las encuestas relacionadas con la actividad fraudulenta de los hombres y mujeres de ciencia. Una encuesta realizada en Noruega, en 1995, reveló que de 300 investigadores tomados al azar, 22% sabían de graves atentados a las reglas éticas de la investigación; de éstos, 9% indicaron que ellos mismos habían contribuido, de manera personal, en esta actividad deshonesta (Abbott et al., 1999). Resulta sorprendente saber que el fraude es un delito que no puede cometer cualquier científico. El fraude científico es una estafa perpetrada con pericia y a la vista de una comunidad crítica. Es decir, para cometerlo se requiere tener profundo conocimiento del tema, lo suficiente como para engañar a colegas pares y a todos los científicos integrantes de la comunidad a la que se pertenece. El descubrimiento del “gen de la obesidad” fue uno de los primeros casos de fraude científico debidamente fundamentado. Éste ocurrió en Francia, en 1998 (Blond, 2000), y a partir del mismo surgió la necesidad de establecer ciertas normas con la finalidad de prevenir fraudes subsecuentes. Este incidente también es conocido como el caso Bihain, debido al apellido del científico belga Bernard Bihain, quien fue el protagonista principal del mismo. Debido a que los intereses económicos de las investigaciones sobre el gen de la obesidad eran muy grandes, el Instituto Nacional de Sanidad e Investigaciones Medicas (INSERM) de la Universidad de Rennes, en el que trabajaba Bihain, se asoció a los laboratorios Genset. La evidencia del fraude inició con la queja de dos colaboradores de Bihain, quienes acudieron con el presidente de la Universidad para pedir protección, ya que eran obligados por Bihain a manipular sus datos. Incluso, algunos miembros del equipo de Bihain solicitaron su retiro de la coautoría de un artículo sometido para su publicación en las Actas de la Academia de Ciencias Norteamericana, porque algunos de sus datos, que

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contravenían la tesis defendida por Bihain, no se habían considerado. La revista Nature (Allison, 1998a; Butler, 1998) y la prensa local dieron sufriente difusión al caso. Contrariamente, el INSERM actuó de forma lenta al conocer sobre el fraude en ese mismo año. Después de varios meses se nombró una comisión investigadora, cuyos resultados se mantuvieron en secreto por largo tiempo, al final se dictaminó que éstos no eran concluyentes. En virtud de que varios funcionarios del INSERM, entre ellos Claude Griscelli, quien fungía como director general, fueron acusados de proteger a Bihain, se procedió a nombrar una nueva comisión conformada por investigadores internacionales, con la idea de que tuvieran mayor independencia en su veredicto. Hasta 1999, el caso continuaba en los tribunales y, en ese mismo año, Bihain emigró a Estados Unidos para continuar su trabajo con los laboratorios Genset. Es sorprendente que instituciones de prestigio internacional se vean involucradas en acciones fraudulentas por parte de sus miembros. Por ejemplo, en 1998, el Departamento de Genética de Plantas del Instituto Max Planck, en Colonia, Alemania, tuvo que enfrentar públicamente el escándalo una vez que una de sus técnicos, Inge Czaja, admitió haber fabricado datos en al menos un artículo de una investigación de más de seis años. Los científicos del instituto que ayudaron a evidenciar el caso se dieron a la tarea de repetir experimentos descritos en más de 30 artículos publicados desde 1992, en Nature, Science, EMBO Journal y Proceedings of the National Academy of Science. Finalmente, Czeja y el líder del grupo, Richard Walden fueron despedidos del instituto, no obstante que Walden declaró que aunque él no estuvo directamente involucrado en el fraude, si admitió responsabilidad como líder del grupo (Abbott, 1998c). Después de este escándalo, la Sociedad Max Planck (MPS, Max Planck Society) se dedicó a redactar nuevas reglas para manejar los casos de fraude, las cuales se aprobaron en 1997 (Abbott, 1998b). Sin embargo, en ese mismo año, la comunidad científica alemana fue tomada por sorpresa cuando se hizo público que dos investigadores, líderes en medicina molecular, habían sido acusados por falsificar datos durante un periodo de 5 años, de donde se derivaron alrededor de 40 publicaciones (Abbott, 1998c). Como ya se mencionó, no cualquier científico tiene la “habilidad”, si así se puede llamar, para cometer un fraude científico. Probablemente, después de la manipulación de los datos experimentales, la siguiente actividad científica susceptible de fraude sea el proceso de publicación de los resultados en una revista científica. En principio, los editores de la revista reciben el manuscrito a publicarse bajo el “principio de la buena fe”. Es decir, un manuscrito no se rechaza por el hecho de que se tengan sospechas sobre la veracidad de éste o de la honorabilidad de los autores. La pretensión de cometer fraude a través de una publicación no resulta sencilla, ya que el o los autores del manuscrito tendrán que engañar a sus pares, es decir, colegas que son especialistas en el tema de investigación del manuscrito sometido. Esto confirma que debe existir suficiente conocimiento y pericia de los autores para lograr que el manuscrito se publique.

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Uno de los casos más recientes de fraude en México, fue el abordado en 2006 por Karina Avilés, reportera del periódico La Jornada. En este caso, el Dr. Eusebio Juaristi, premio Nacional de Ciencias, académico del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (CINVESTAV) y Omar Muñoz Muñiz, discípulo doctoral del primero, adscrito a la Universidad Veracruzana, difundieron hallazgos de los cuales se retractaron después. En 2003, Juaristi y Muñoz publicaron tres artículos en las prestigiadas revistas internacionales Journal of Organic Chemistry, Tetrahedron y Tetrahedron Letters, en los que reportaron un nuevo procedimiento para la síntesis de una amida quiral. Sin embargo, al tratar de reproducirlo, se percataron de que el procedimiento descrito no formaba el compuesto esperado, lo que los forzó a publicar en las mismas revistas las correcciones y a retirar uno de sus trabajos. Es pertinente aclarar que, con estos artículos, Muñoz obtuvo el grado de doctor en ciencias y su ingreso al Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Con relación al artículo intitulado "Incremento en la enantioselectividad en la adición de dietilzinc a benzaldehído mediante el uso de ligandos quirales que contienen el grupo alfa-feniletilamino en combinación con ligandos aquirales'', publicado en 2003 en el Journal of Organic Chemistry (vol. 68, páginas 3781-3785), Juaristi y Muñoz admiten en diciembre de 2004: "la preparación de esta amida quiral fue descrita en este artículo; sin embargo, a pesar de esfuerzos extensos de nuestra parte para repetir los experimentos, está ahora claro que el procedimiento descrito no da el compuesto deseado. Por ésta y otras irregularidades nos hemos visto forzados a retirar este trabajo en este momento". Igualmente, en febrero y abril de 2005, se retractaron de lo publicado en las revistas Tetrahedron Letters y Tetrahedron, respectivamente; en las que Juaristi y otros investigadores (Muñoz ya no aparece como coautor, aunque firmó los artículos junto con Juaristi) reconocen que fueron incapaces de reproducir el procedimiento para la obtención de la amida quiral. La comunidad científica consideró que el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) debió pronunciarse de forma expedita al respecto y no seguir esperando la resolución de la Comisión de Honor, debido a que Juaristi recibió recursos públicos para sus investigaciones (proyecto 33023E) y que Muñoz, además de contar una beca crédito (119229) para realizar sus estudios doctorales, ingresó al SNI empleando los artículos arriba mencionados. Algunos investigadores sugirieron que a Muñoz debió retirársele el grado de doctor. Es pertinente aclarar que un investigador puede plantear hipótesis que, que al final, no sean sustentadas por los resultados obtenidos. Pero algo totalmente distinto es publicar resultados y después retractarse de los mismos, argumentando “errores experimentales” y “exceso de trabajo”, como lo indicó Muñoz. Esto último dista mucho de una actuación bien intencionada, más bien apunta inequívocamente a la comisión de un flagrante fraude en el ámbito científico. Como se indicó antes, aunque parecen pocos los casos documentados de actividad deshonesta, se han realizado esfuerzos para tratar de evitar el fraude científico. En 1981, el fraude científico se convirtió un asunto de importancia social en Estados Unidos, una vez que se conocieron los casos ocurridos, en 1980, en cuatro de sus principales centros de investigación. Fue hasta 1985 cuando el Congreso estadounidense tomó acción y solicitó al Secretario de

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Salud (Secretary of Health and Human Services) emitir la regulación correspondiente para pedir a las instituciones solicitantes o ganadoras de fondos “un proceso administrativo para revisar reportes de fraude científico”, así como “reportar a la Secretaría cualquier investigación con sustento de fraude científico”. Hasta 1986, los reportes de fraude científico eran recibidos por las instituciones financiadoras dentro de las agencias de Servicio de Salud Publica (Public Health Services). En 1986, los Institutos Nacionales de Salud (Nacional Institutes of Health) asignaron la responsabilidad de recibir y responder reportes de fraude científico a sus propias oficinas institucionales. Éste fue el primer paso mediante el cual el Departamento de Salud (Department of Health and Human Services) tomó responsabilidad directa del fraude científico. En marzo de 1989, las agencias de Servicio de Salud Pública crearon la Oficina de Integridad Científica (OSI, Office of Scientific Integrity) y la Oficina para Revisión de la Integridad Científica (OSIR, Office of Scientific Integrity Review), ambas con el objeto de lidiar con el fraude científico. Finalmente, en mayo de 1992, la OSI y la OSIR se fusionaron para dar lugar a la Oficina para la Integridad en la Investigación (ORI, Office of Research Integrity, http://ori.dhhs.gov/). La ORI publica sus decisiones y menciona el nombre de investigadores incriminados en algún fraude científico, el organismo da tutela y suministra una base de datos única sobre el problema. Cabe resaltar que entre 1993 y 1997, éste recibió 1000 quejas de las cuales 150 dieron lugar a una investigación de donde 76 investigadores resultaron culpables de malversación (Blond, 2000). Aunque la ORI ha sido criticada por su torpeza, tiene el mérito de haber creado una metodología para tratar los casos de fraude. Ha definido todos los procesos, desde la protección de las personas que podrían formular acusaciones, hasta los métodos de investigación. Las sanciones del la ORI van desde la prohibición de recibir créditos públicos durante un período de ocho años hasta la obligación de trabajar bajo la supervisión de un tutor, incluyendo una jubilación “voluntaria” de la actividad de investigación. Cabe mencionar que la ORI le da un trato amigable al fraude científico ya que se refiere a éste como conducta científica inapropiada (scientific misconduct). Textualmente, la ORI define a la conducta de investigación inapropiada (research misconduct) como la fabricación, falsificación y plagio planeados, en proceso o consumados, en reportes de investigación. En Europa, hasta 1999, sólo los países escandinavos poseían comités análogos a la ORI. Por ejemplo, el Comité Danés para la Deshonestidad Científica (DCSD, The Danish Committee on Scientific Dishonesty) fue el primero en establecerse (1992) y en un principio tuvo la responsabilidad de tratar los casos de fraude en el área biomédica, pero posteriormente ésta se extendió a todas las aéreas científicas (Allison et al., 1999). A pesar de los esfuerzos para evitar la conducta fraudulenta en los científicos, siguen apareciendo evidencias de ésta. Couzin y Unger (2006) publicaron, en Science, un número considerable de casos de fraude científico, debidamente documentados, tanto en Estados Unidos como en Europa. Surge la pregunta si

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retirar los artículos fraudulentos es suficiente. Si retirar éstos es una tarea difícil, más complicado resulta el qué hacer cuando ya se han citado en revistas alrededor del mundo. Por otro lado, los investigadores asiáticos, particularmente los chinos, están enfrentando casos similares de fraude en la ciencia. Xin (2006) publicó, también en Science, una serie de hechos fraudulentos y confesiones de algunos científicos como “… los mismos líderes toleran la conducta deshonesta…”, lo cual pone a la ciencia china en un serio problema. Dado que la publicación de resultados es, por antonomasia, la expresión visible de la actividad científica y que, dicho sea de paso, hoy por hoy es la actividad que está íntimamente relacionada con la evaluación de la productividad científica en las instituciones a nivel nacional e internacional, en el Cuadro 1.2 se describen los tipos de fraude científico más comunes en el proceso de publicación de resultados. Cuadro 1.2. Tipificación del fraude en publicaciones científicas. Tipo de fraude Omisión de datos

Alteración de datos Irresponsabilidad intelectual Reiteración de publicaciones Autoría o coautoría ilegal Prefabricación de datos Plagio

Descripción • Ocultamiento de datos que contradicen los resultados del estudio o que, por motivos de competencia, no se desea que sean del domino de otros. • Cambio de datos obtenidos legítimamente por datos modificados (acomodados). • Inclusión de información errada o sin confirmar. • Publicación de un mismo trabajo con diferentes títulos, o con modificaciones menores en el texto. • Apropiación de la autoría o coautoría de alguna publicación en la que no se tuvo aporte intelectual o en la que no hay anuencia del resto de participantes. • Creación de resultados o fabricación de información sin haber desarrollado los experimentos correspondientes. • Apropiación de las ideas o trabajos de otros y violación de los derechos de autor y de reproducción.

Cabe preguntarse cuáles son las motivaciones para que los hombres y mujeres de ciencia actúen fraudulentamente en su quehacer científico-académico. En el Cuadro 1.3 se mencionan tres razones que de acuerdo con el triángulo de Maslow, podrían ser las tres necesidades que hay que cubrir para llegar a la autorrealización como científico.

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Todos los seres humanos tienen necesidad de pertenecer a algún grupo, llámese familia, escuela, equipo deportivo, club social, institución, etc.; es decir, se requiere cubrir la necesidad de pertenencia. Los científicos no son la excepción, por lo que siempre buscarán ser aceptados en su ambiente. Sin duda que tiene su grado de dificultad ingresar (ser aceptado) al “gremio” científico, pero probablemente sea más difícil ser reconocido y permanecer en el mismo. Es decir, una vez que el científico satisface la necesidad de aceptación, enseguida busca hacer lo mismo con la necesidad de seguridad dentro su ambiente. Cuadro 1.3. Algunas razones de la conducta científica deshonesta A. Necesidad de aceptación en el ambiente científico B. Necesidad de reconocimiento en el ambiente científico Obtención de fondos para investigación Obtención de premios Registro de patentes Puestos académicos Puestos honoríficos C. Necesidad de permanencia en el ambiente científico

El problema es el camino que se elige para lograr la autorrealización como científico. La aplicación o no de la máxima “el fin justifica los medios” será un asunto personal que tiene que ver con el conocimiento preteórico de cada individuo. Es decir, es un asunto íntimamente relacionado con la filosofía, los principios religiosos, los valores adquiridos, etc. que condicionan la actitud, opinión y visión de todos los seres humanos. 1.7. DEONTOLOGÍA Y EL QUEHACER CIENTÍFICO. La formación de los investigadores es un aspecto comprendido dentro de la esfera ética, que se concreta en el desempeño de la actividad científica y académica. Así, es conveniente definir el término deontología para entender la importancia de la esfera ética en el quehacer científico. Deontología es una palabra que proviene de los vocablos griegos δέον y οντο̋, que significan el deber, y λωγωσ, que significa tratado; es decir, es la ciencia o tratado de los deberes. En términos más amplios, la deontología es el tratado sobre lo obligatorio, lo normativo; tratado sobre los deberes de una profesión. La educación conlleva valores por el solo hecho de formarse en un criterio de valor: la capacidad del ser humano de ser educado. En todo momento, las sociedades han necesitado contar con procesos educativos que, además de aportar conocimientos relacionados con su circunstancia histórica, difundan y promuevan valores acordes con su estructura y organización. De ahí que la educación ha desempeñado, inevitablemente, un papel preponderante en el mantenimiento del orden social. La educación que conlleva valores se hace

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concreta en el Juramento de Hipócrates, por los médicos, y en el Juramento de los Agrónomos, por los egresados de escuelas de agronomía, entre otros. El momento presente, nacional y global, se caracteriza por una situación conflictiva, donde se conjugan carencias e inequidades, un acelerado cambio científico-tecnológico con múltiples impactos en todos los planos, incluyendo la vida cotidiana y la interacción directa entre las personas, y también una crisis de valores y principios. 1.8. CONCLUSIÓN Dados los casos documentados de fraude científico presentados en este documento, queda la sensación de si realmente esta actividad es mínima o si es el deseo de los científicos que sea mínima. Si la información documentada es escasa, no debería resultar sorpresivo y desilusionante que la actitud fraudulenta en el ambiente científico sea más común de lo que se piensa. Ante este panorama, donde los intentos de organismos como la ORI y DCSD se han visto rebasados por la práctica fraudulenta de investigadores, tanto a nivel nacional como internacional, donde los juramentos se han convertido en un asunto protocolario, bien valdría la pena considerar seriamente la inclusión de la ética como una disciplina transversal en la formación científica en el currículo de las instituciones de educación superior. Por otro lado, los códigos de ética institucionales deberían incluir sanciones ejemplares, cuya aplicación sirva como un freno para detener o minimizar las acciones fraudulentas.

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