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AYUNO PROFUNDO, Claves Prácticas de Restauración Metabólica y Nutrición Celular Kindle Create Versión 3.0 452 pág. 8,27” x 10” Ilustración a 4 colores ISBN 978-987-42-2932-8 1. Salud1. Título CDD 613 Hecho el depósito que prevé la ley 11.723 noomediaTM © 2021 Ernesto Prieto Gratacós [email protected]
De qué trata este libro: Con 452 páginas, y más de 900 referencias bibliográficas, el presente texto es un tratado científico-práctico sobre la hambruna terapéutica. Específicamente, lapsos controlados de total inedia (periodos de inanición voluntaria diseñados para restaurar al organismo a nivel celular), seguidos de nutrición específica. La nutrición celular, en definitiva, es la clave de todo. Es necesaria, sin embargo, una distinción semántica fundamental: Definimos aquí como ayuno profundo la cantidad suficiente de inanición como para agotar las reservas de glucógeno hepático y muscular, inducir la beta-oxidación de los ácidos grasos de reserva (los michelines o grasa visceral) e iniciar la autofagia regenerativa. Estos procesos, no ocurren por lo general antes de 48 a 72 horas de total inedia. Para los propósitos de este libro, todas las formas sub-totales de restricción calórica (si bien tienen un grado bien establecido de utilidad) se consideran más bien como Alimentación en Periodos Restringidos (TRE) o alimentación intermitente. Su objetivo de largo plazo es: Una reducción aproximada del 80% en el riesgo de padecer cáncer, una reducción del 50% en el riesgo de padecer infartos o ACV, y un 10 a 15% de incremento en la longevidad máxima, con el agregado de al menos una década de productividad juvenil. No es para perder peso rápido (aunque sí podría perdérselo) sino para optimizar la salud gracias a la restauración metabólica. El libro está pues orientado hacia la longevidad saludable. Es en definitiva, un
manual de operaciones para seres humanos responsables, con la resolución de tomar las riendas de su salud física y psíquica. Irónicamente, gastamos fortunas tratando de administrar la miseria fisiológica en que nos colocamos a nosotros mismos. Es contradictorio vivir glotonamente una vida sedentaria y luego pasar el último tercio de la vida en estado deplorable, con discapacidad fisiológica e intelectual. Habiendo dejado claro lo anterior, el presente texto no puede en ningún caso ser tomado como instrumento diagnóstico ni consejo terapéutico alguno. El diagnóstico y tratamiento de las enfermedades debe ser confiado a profesionales competentes y debidamente autorizados para ejercer por las autoridades reguladoras. Tu salud es tu responsabilidad. En el área de la antropología médica y nutricional, mi experiencia proviene directamente de investigaciones de terreno con los pueblos del Ártico (ver imágenes en las páginas siguientes), tanto como de experimentación básica en anfibios (Ambistoma mexicanum) y roedores (Cavia porcellus). Más allá de esto, nuestra experiencia personal y profesional con la restricción calórica en humanos está además validada por un inmenso cuerpo de conocimientos disponibles en la literatura científica contemporánea. Comencemos.
TABLA DE CONTENIDOS Cavernícolas en auto, tomando café. Supervivencia y fertilidad, inductores primarios. Autofagia Regenerativa Colágeno, elastina y regeneración de la piel. Por ejercicio intenso, se genera autofagia en CASA Inducción de la autofagia en el cáncer. Supresión tumoral por autofagia. Una espada de doble filo. Sobre la enfermedad de Parkinson Ayuno Herramienta Terapéutica. Replume inducido. Des-ayuno. Modalidades de restricción intermitente y crónica. Trabajo físico durante el ayuno prolongado. La crucial limpieza del intestino. Restricción calórica crónica para la longevidad. Hambruna experimental. Hambre, amor y trabajo en Biosfera 2. Una experiencia personal con el ayuno prolongado. Retorno a la nutrición Superalimentos. Hígado, seso, tuétanos, riñón, mollejas. Grasa, músculos, tendones, sangre. Nueces, pistachos, almendras, piñones, sésamo. Yogurt. Verduras crucíferas. Obteniendo sulforafane en la dieta. Suplementación con nutracéuticos en C.R.O.N. Una dieta humana perfecta. La venganza de las plantas. Miméticos de restricción calórica 5 nutracéuticos inductores de autofagia. Inducción de la autofagia con EGCG. Restauración metabólica Entre la cetosis y la glucosis… Rehabilitación del metabolismo energético. Perfusión tisular de O2, respiración mitocondrial y la real causa primaria de la "presión alta". La hipertensión arterial es una necesidad fisiológica compensatoria. Toda tensión arterial > 115/75 debe ser corregida. La eclampsia, modelo de hipertensión compensatoria. Resolver la hipertensión compensatoria requiere regeneración mitocondrial. Regeneración de la dermis.
Corrigiendo la piel fláccida y las arrugas. Estímulo Muscular La dosis mínima efectiva. Mitocondriogénesis. “I want it all, and I want it now.” Músculos, sangre y energía. IMC y circunferencia de la cintura como indicadores predictivos. Cómo “meter en cintura” tu IMC. Una sugerencia amistosa. Encendiendo la grasa parda. Perspectiva científica de “meditación termogénica”. Ketomanía. Déficit calórico, cetogénesis y ratio cetónico. El objetivo es la cetonemia, no la cetonuria. Imprescindible, pero insuficiente. El objetivo es la cetonemia, no la cetonuria. Nota sobre Triglicéridos de Cadena Media. Nota sobre Índice Glucémico. La grasa de la tierra. Beneficios objetivos del aceite de coco. Anormalidades en la cardiolipina. Atrición vs Nutrición: Dos fases de la marea metabólica. Ayuno y cetosis cíclica en la prevención del cáncer. Oxígeno, cetonas y vitaminas: la solución al enigma Inuit. ¿Se puede matar de hambre a un tumor? Venenos respiratorios, y otras toxinas ambientales. Especies reactivas del oxígeno: el enemigo interior Ayuno Como Práctica Espiritual. Un yogui que vivía del aire. Comentarios terapéuticos sobre el ayuno. Estudio sobre restricción calórica en 1400 sujetos. Contraindicaciones. Referencias.
Antes de comenzar. Gracias por comprar mi libro AYUNO PROFUNDO: Claves prácticas para la restauración metabólica y la nutrición celular. Este texto está diseñado como manual de referencia para la implementación práctica de un programa personal de restauración metabólica. Si bien tengo más de treinta años de experiencia en investigación biológica y coordinación de equipos de salud para intervenciones correctivas del metabolismo, dado que no puedo saber de antemano y en cada caso quien es el lector ni en qué situación específica se encuentra, no puedo dar aquí instrucciones universalmente válidas. Los seres humanos tenemos importantes diferencias interindividuales (incluyendo edad, biotipo, Índice de Masa Corporal, niveles hormonales, estatus micronutricional, tasa metabólica basal, posibles condiciones patológicas), por lo que una misma intervención puede ser útil para una persona y contraproducente para otra. Por favor, estudia la sección CONTRAINDICACIONES antes de tomar ninguna acción.
Cavernícolas en auto, tomando café.
Las diez últimas décadas han acentuado el extrañamiento biológico entre humanos y mamíferos más que en los 2.000.000 de años desde que emergiera el Homo erectus. Aún considerando la creciente influencia de la tecnología neolítica y la cada vez más compleja cultura humana hacia el final de ese período, hasta antes de la revolución industrial (1760-1840) las influencias climáticas, físicas y bioquímicas que impactaban sobre el Homo sapiens sapiens seguían estando dentro del espectro de experiencia vital de todos los mamíferos. En una palabra, nuestro ambiente era congruente con nuestro diseño genético. Procurarnos el alimento estacionalmente disponible requería intensos y sostenidos esfuerzos físicos. Los ritmos circadianos, lunares y circanuales imponían su influencia sobre el organismo humano por vía neuroendocrina, dictando la contracción y expansión de su actividad. Conseguir pues protección y sustento requirió siempre arduos esfuerzos individuales y grupales, muchas veces infructuosos. En contraste, los
humanos modernos no solo casi no requieren trabajo físico para acceder a inmensas cantidades de nutrientes de la peor clase, sino que lo hacen a intervalos fijos, planificados e inalterables. Habiendo observado personalmente poblaciones de cazadores-forrajeros, así como de ganaderos que aún subsistían hasta fecha reciente con prácticas preagrícolas, y tras el sistemático análisis de la evidencia antropológica, tenemos claro que la conexión entre nuestra fisiología – controlada por el genoma ancestral- y nuestro medio ambiente, está totalmente dislocada (1, 2). Tu genoma y el mío, como el de todos los humanos que hoy existen (incluyendo a Jerry Seinfeld), son el producto de una guerra evolutiva entre bacterias, plantas, invertebrados, reptiles, animales superiores y, finalmente, homínidos, que duró al menos seiscientos millones de años. Reciente evidencia biomolecular, obtenida por secuenciamiento genómico, revela que los humanos y los orangutanes difieren genéticamente en apenas un 1.6% del total de sus unidades de la herencia, lo que permite suponer que también nuestro genoma ha permanecido esencialmente inmutable por los últimos mil siglos (3). La divergencia filogenética entre homínidos y monos antropomorfos que dio paso a nuestra especie, se produjo hace unos siete millones de años y, según datos odontocronológicos, los europeos, africanos o asiáticos actuales son genéticamente más parecidos a sus propios antepasados directos que entre sí (4,5). Lo que esto significa es que nuestra dotación genética ha permanecido por completo
inalterada, quizá con minúsculas incorporaciones de material genético viral en segmentos no-codificantes[1], desde que los humanos anatómica y conductualmente modernos comenzaron a extenderse por el planeta hace unos 120.000 años. En definitiva, desde un punto de vista estrictamente genético, los humanos actuales somos aún los mismos de la Edad de Piedra (6-8). Ser mujer u hombre durante el paleolítico no era para cobardes. Para poner en contexto los rigores de la vida de los cazadores-forrajeros, considera que las hambrunas, el congelamiento, las infecciones y los traumas físicos, reducían la longevidad promedio de nuestros antepasados a apenas 30 brutales años. Tú tienes pleno control de tu temperatura ambiental (calefacción, refrigeración, vacaciones) y nunca vuelves del mercado con las manos vacías. La sobreabundancia y la predictibilidad son constantes.
Esta hipótesis personal, de la cual no tengo aún ninguna evidencia concreta, me ha surgido por simple extrapolación de importantes hallazgos recientes en bacterias. En efecto, el sistema antiviral CRISPR/Cas9 se funda precisamente en un “archivo” físico de material genético viral incrustado en el genoma bacteriano. Se han descrito además decenas de ejemplos de coaptación o domesticación de genes virales totalmente integrados ya con el genoma humano. 1
Fig.2 En las ricas junglas urbanas de hoy, el promedio de expectativa de vida al nacer alcanza los 80 años, más del doble de lo que era en la época preindustrial. Es probablemente por ello que rara vez consideramos que el genoma humano no está diseñado para la cómoda vida moderna. La cantidad, calidad y frecuencia de la dieta occidental, y la falta de rigores físicos, alteran el fenotipo o expresión biológica de nuestro genoma.
Los cazadores-forrajeros, en cambio, tenían en promedio cacerías fallidas el 66% del tiempo, vale decir, volvían a la cueva o al iglú con más hambre que al partir, dos de cada tres veces. Este argumento -el de las excursiones infructuosas- va
a ser relevante en próximos capítulos para nuestra discusión sobre la versatilidad metabólica, la hibernación y la autofagia regenerativa. Para cualquier otra especie en condiciones salvajes, cuyo deterioro fenotípico ocurriera durante la fase reproductiva, semejantes estragos fisiológicos acarrearían la extinción en unas pocas decenas de generaciones. Pero sucede que los trastornos metabólicos, el deterioro mitocondrial, las demencias vasculares, la falla renal, e incluso los infartos, el cáncer y otras patologías engendradas por la vida civilizada, no afectan la fertilidad diferencial de los humanos. Las patologías degenerativas, epigenéticamente condicionadas, no han afectado hasta ahora el éxito reproductivo de nuestra especie. La discordancia entre nuestro genoma y nuestro ambiente no proviene de una mala adaptación genética, como supondría la perspectiva evolutiva clásica. Es, por el contrario, una brutal incongruencia entre nuestro diseño y nuestro régimen de trabajo. Dado que su dañino impacto es acumulativo, la vida civilizada promueve enfermedades degenerativas crónicas cuya manifestación clínica tiende a ocurrir en la fase post-reproductiva
Fig.3 Desde un punto de vista genético, los humanos que viven hoy en día son cazadores-forrajeros Paleolíticos (sobrevivientes a enormes presiones selectivas del 120.000 al 40.000 AC), ubicados anacrónicamente en un mundo por entero diferente de aquel en que se forjó su genoma.
de la vida. Esta es otra de las razones por las cuales no se produjeron -en el último milenio, por ejemplo-adaptaciones genéticas que nos protegieran del cáncer por selección natural. Dado que los humanos nos las hemos ingeniado para reproducirnos eficazmente
antes de la edad crítica en la que estas patologías comienzan a declararse (45 a 55 años), la especie humana ha podido multiplicarse de modo explosivo desde la Revolución Industrial a la fecha. Ciertamente no le ha pasado inadvertida a este autor la creciente epidemia de infertilidad contemporánea, tanto femenina como masculina, pero las causas, consecuencias y soluciones de este problema son tema de una próxima obra. La constitución genética de una especie no cambia de un siglo para el otro. Toda selección natural ocurre a lo largo de eras geológicas, y su duración casi inconcebible para nosotros se denota en hallazgos paleontológicos que revelan cómo cada especie de mamífero del Cenozoico persistió, en promedio, durante más de un millón de años. Pero, aunque nuestro genoma ha permanecido idéntico, nuestro ambioma se ha transformado casi irreconociblemente durante los últimos 200 años, acelerándose exponencialmente dicha transformación desde la Revolución Industrial. Nuestra experiencia antropológica de terreno -directa y personalcon el pueblo Inuit nos dejó la evidencia necesaria para poder hacer esta clara distinción. Sin embargo, a medida que se enrarece más y más nuestro planeta, a medida que se normaliza (es decir, se ajusta estadísticamente a la regla empírica o distribución normal) la cómoda, exuberante y tóxica vida civilizada, los investigadores mismos pierden perspectiva (ver “El error estadístico de normalizar la diabetes”). Por otra parte, gracias a la contribución de grupos de trabajo enfocados en la antropología médica (como nuestro laboratorio de investigación) cada vez hay más evidencia de que la incongruencia entre el genoma humano y el estilo de vida post-industrial fomenta "enfermedades de la civilización" que causan en su conjunto tres de cada cuatro muertes en las naciones occidentales. Por otra parte, esas enfermedades son raras entre las personas cuya forma de vida replica la de nuestros ancestros pre-agrícolas. Este texto -AYUNO PROFUNDO, claves prácticas de restauración metabólica y nutrición celular- contiene extensa fundamentación científica para la autofagia regenerativa como
herramienta terapéutica. A la vez, incluye también los lineamientos generales para su puesta en práctica, así como un análisis sistemático de los diferentes abordajes a la Restricción Calórica con Nutrición Óptima (CRON). Nuestro conocimiento en esta área de las ciencias biológicas proviene de más de 30 años de experiencia con diferentes modalidades de ayuno terapéutico (incluyendo la severa dieta carnicrudívora de los esquimales), y en particular, de la implementación clínica de la dieta cetogénica de precisión en más de tres mil pacientes con patologías degenerativas a lo largo de la última década (7). El enorme valor de esta técnica consiste en que permite restaurar el metabolismo energético de las personas, neutralizando los nocivos efectos recién descritos. La condición, sin embargo, es que su aplicación requiere una alineación física y psíquica del practicante. Comencemos pues por estudiar a fondo el fascinante proceso celular que subyace bajo el poder restaurador del ayuno profundo. REFERENCIAS
1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9.
Cáncer & Civilización. En Busca de la Salud Perdida. Documental. Ernesto Prieto Gratacós. cuartavía transMEDIA. Medical observations and problems in the Canadian Arctic. Schaeffer O. Can Med Assoc J., 1959. Neandertal Admixture in Eurasia Confirmed by Maximum-Likelihood Analysis of Three Genomes. Konrad Lohse and Laurent A. F. Frantz. Genetics, 2014. The phylogeny of the hominoid primates, as indicated by DNA-DNA hybridization. Sibley CG, Ahlquist JE J Mol Evol. 1984 The dental search for native American origins. In: Out of Asia: peopling the Americas and the Pacific. Turner CG. 6th ed. Journal of Pacific History. 1985 Myths about Hunter-Gatherers. Carol R. Ember. Ethnology, 1978. Paleolithic nutrition. Eaton SB. Konner MJ In: A consideration of its nature and current implications. 6th ed. N Engl J Med. 1985. A reconsideration of the role of predation on large mammals in tropical huntergatherer adaptation. Foley R. Man. 1982 Principia Metabolica. Fundamentos científicos y clínicos para una Terapia Metabólica del Cáncer. Ernesto Prieto Gratacós. cuartavía transMEDIA.
Autofagia regenerativa. “La vida es un continuo equilibrio dinámico entre la degradación y la síntesis de proteínas.” Osumi Yoshinori
Un fenómeno recurrente en las Ciencias Biológicas es que cada proceso o circuito, cada ruta metabólica, cada gen, cada vitamina o enzima sirven a varios fines simultáneamente, a menudo en profunda interconexión con sus opuestos. Tal es el caso de la autofagocitosis[2] o autofagia, un ancestral mecanismo regulador de las células que elimina los componentes disfuncionales o prescindibles, en particular bajo condiciones de escasez de macronutrientes. 2 La autofagia (o autofagocitosis) del griego αὐτόφαγος autóphagos, "autodevorador", y κύτος kýtos, que significa "hueco".
La autofagia permite una degradación y reutilización ordenada de las piezas biológicas que conforman los orgánulos celulares (proteínas, lipopolisacáridos) (1-2). El ayuno profundo activa el programa intracelular de limpieza y reciclaje biológico. Si bien parece claro, desde el punto de vista evolutivo, que estamos en presencia de una vía de degradación primordial emergida como recurso de preservación contra la hambruna, se sabe que la autofagia tiene asimismo un rol crucial en la homeostasis o equilibrio
funcional de las células en circunstancias normales (3). En los humanos, ciertos defectos en dicho programa de autodegradación –ya sean genéticos o inducidos- parecen estar conectados con patologías tumorales y neurodegenerativas, por lo que se ha despertado gran interés en modular farmacológicamente la autofagia como un potencial tratamiento para estas enfermedades (4,5). Sin los conocimientos precisos de hoy día, mas sí desde un nivel profundamente intuitivo, el ayuno se ha utilizado durante siglos como herramienta curativa de gran eficacia (6). En tiempos recientes se ha podido descubrir exactamente qué mecanismos biológicos –a nivel de los tejidos en general y en el interior de las células en particular- son responsables de los formidables efectos del ayuno profundo o inanición voluntaria practicada con fines terapéuticos y/o de introspección espiritual. Tanto la literatura científica como las tradiciones yóguicas prueban un punto común: durante una verdadera hambruna, más allá de las 48 a 72 horas que tarda consumir toda la reserva de glucógeno y activar la beta-oxidación de los ácidos grasas, el organismo recurre a consumir ciertas partes prescindibles de sí mismo (primariamente la grasa, las proteínas envejecidas y los orgánulos celulares defectuosos) para poder sobrevivir. La observación más interesante reportada es que lo primero que se quema en estado de autofagia son las substancias molecularmente defectuosas, o bien sobrantes, menos vitales, incluyendo compuestos supramoleculares como la lipofuscina, atrapados en los tejidos. Sometidas a la inanición, las células propician que varios orgánulos defectuosos, por ejemplo ribosomas,
mitocondrias o gránulos secretorios, sean devorados por fagocitosis y reciclados tras cierto tiempo de estrés energético sostenido (7). En su más directa definición, la autofagia es un mecanismo catabólico de respuesta a la inanición, controlado genéticamente y conservado a través del curso de la Evolución como estrategia de supervivencia. Esto es logrado mediante el hábil truco de la acumulación de “autofagosomas” dentro de la célula, que luego se fusionan con lisosomas – cargados de poderosas enzimas- para formar vacuolas digestivas especiales llamadas autolisosomas. Durante este proceso, la célula devora y digiere partes de sí misma orgánulos intracelulares y porciones del citoplasma- para obtener energía, pudiendo servir además para regular la reposición normal de las estructuras disfuncionales y para descartar toda porción dañada de la arquitectura celular que comprometa la homeostasis o equilibrio orgánico.
Fig.4 Esquema de la autofagocitosis. El detritus proteico y los orgánulos celulares marcados para su reciclaje, son rodeados por una membrana, conformando la estructura denominada autofagosoma. Una vesícula cargada de enzimas –el lisosoma- se fusiona luego con esta, creando una segunda membrana aislante, y desensambla todos los componentes biológicos atrapados en su interior. Las "piezas" así obtenidas son reutilizadas entonces con fines energéticos o estructurales. Fig.4-a Yoshinori Ohsumi, premio Nobel de Fisiología o Medicina en 2016 por su profundo y extenso trabajo en la autofagocitosis de las levaduras y diversos organismos superiores, base fundacional de nuestro actual saber.
Resulta evidente entonces que la autofagia sirve como mecanismo de supervivencia durante períodos de hambruna, proveyendo una fuente alternativa de energía, a la vez que facilita el descarte de proteínas con un plegamiento defectuoso. Como dijimos, inducir una verdadera autofagocitosis requiere por lo menos 48 horas de ayuno total, dado que primero deben ser agotadas todas las reservas hepáticas y musculares de glucógeno. Este conocimiento es crucial porque ofrece una poderosa herramienta regenerativa,
pero ayunos mayores de 3 días deben ser hechos bajo supervisión. Como en todos los otros fenómenos, llevar la inanición al extremo consume -pasado cierto punto- recursos sumamente valiosos para el organismo, poniendo en peligro la supervivencia. La hambruna involuntaria e indefinida ha sido sin dudas un azote de la Humanidad y del resto de los animales desde el albor de los tiempos, conduciendo muchas veces a la extinción de un individuo aislado, o bien de grupos enteros, por falla multiorgánica. La distinción debe ser hecha, con toda claridad, entre la hambruna involuntaria –por lo tanto caótica, azarosa y potencialmente fatal- y la cuidadosa administración terapéutica de periodos bien planificados de inanición voluntaria. Tras un periodo apropiado de autofagia regenerativa, la clave central es el retorno a la nutrición orgánica. Es en el periodo de realimentación celular donde se produce la reconstrucción de la piel, los órganos, el cerebro y la médula ósea, con obvios beneficios para el organismo entero. El término autofagia tiene un significado casi literal en el nivel fisiológico: cuando un organismo no recibe alimentación durante un periodo suficientemente largo, se “come a sí mismo”, es decir, utiliza sus reservas energéticas de tejido adiposo, visceral y muscular para sobrevivir. Al mismo tiempo, a nivel microscópico, autofagia describe un fascinante mecanismo intracelular de renovación y reciclaje de orgánulos deficientes, proteínas envejecidas y basura metabólica, implicado en la neurodegeneración y el cáncer. La autofagia, cuyo detonante más común es la deprivación de nutrientes,
resulta ser un útil mecanismo adaptativo para inhibir la tumorogénesis (8). Nuestra experiencia clínica en este sentido ha mostrado que es posible inducir dicho mecanismo por medios nutrifarmacológicos, específicamente con el ayuno terapéutico en adición a inhibidores del regulador intracelular mTOR como la fenformina[3] y la metformina. Accesoriamente, en la década anterior llegamos incluso a emplear también inhibidores farmacológicos de los SGLT-2 para bloquear la recaptación renal de glucosa (dapagliflocina) y vaciar de azúcares el compartimiento sanguíneo por intermedio de la glucosuria, pero con moderado éxito y varias complicaciones asociadas. Muy variados roles de la autofagia vienen emergiendo en la literatura científica, dejando claro que su implicación en la etiopatogenia y la supervivencia a la inanición es mayor de lo que se creía. Estos incluyen: reciclado de proteínas intracelulares, desmantelamiento de orgánulos dañados, supresión neoplásica, presentación antigénica, digestión de bacterias, apoptosis, e incluso el desarrollo de órganos; procesos todos mediados por autofagia (9). 3 La fenformina es de hecho mucho más potente que la metformina pero fue retirada del mercado como droga antidiabética porque su fuerte acción produjo algunos casos de desmayos y acidosis metabólica.
Como ilustra la figura 4, la autofagia emplea una fascinante dinámica de membranas celulares durante el armado de diferentes clases de vesículas autofagocíticas. Esta dinámica de membranas está conservada en todas las especies, reiterándose a lo largo de la Escala Evolutiva, desde las levaduras y las plantas hasta los animales superiores. Quienes hemos estudiado experimentalmente y con alguna
profundidad este fenómeno, nos preguntamos ¿cómo es posible que un mecanismo tan básico y sencillo de degradación orgánica ejerza un rol tan central en la biología celular? La respuesta parece estar en el básico y fundamental ciclo de creación y destrucción que sostiene a los seres vivos. La vida es, en definitiva, “un continuo equilibrio dinámico entre la degradación y la síntesis de proteínas”. No es fácil categorizar el papel de la autofagia en la apoptosis o el cáncer. Al igual que otros cruciales mecanismos pleiotrópicos como la fiebre o la inflamación, la ingeniosa estrategia celular de “comerse a sí mismo” tiene un carácter controversial. ¿Es útil la fiebre para orquestar una eficaz respuesta inmune? Con toda seguridad.
Fig.5 Esquema del sistema FIFO de almacenamiento (First In First Out): literalmente, “el primero que entró será el primero en salir”. Un método parecido ocurre en las células con respecto al reciclado de las proteínas, las mitocondrias y otras estructuras intracelulares. Las más antiguas van siendo recicladas primero que las más jóvenes. Cómo reconoce la célula la “edad” u orden de reciclaje es en sí mismo un tema de gran interés en la biología. El efecto de dicho reciclaje es regenerativo.
¿Es indispensable la inflamación en la reacción antibacteriana? Claramente, sí. Al mismo tiempo, las fiebres superiores a 40°C sostenidas indefinidamente, tanto como las reacciones inflamatorias muy agudas, pueden ocasionar daño al organismo. Surgidos en el curso de la Evolución, y a pesar de su implícito peligro, estos tres mecanismos de autofagia, inflamación y fiebre, fueron conservados por su eficiente contribución a funciones de alto orden ligadas a la supervivencia. Varias fases conforman la autofagia: captura del material a degradar en un contenedor de doble membrana (autofagosoma), fusión de este con una vesícula digestiva
cargada de enzimas hidrolizantes (lisosoma), degradación química del material, generación de monómeros (aminoácidos o péptidos). Es esta segmentación o proceso escalonado la que probablemente permita a dicho sencillo proceso terminar teniendo un impacto multifuncional. Es posible también que otras regulaciones internas como el grado e intensidad de la hidrólisis (materiales digeridos sufriendo degradación parcial en unos casos, completa en otros), dé cuenta de variaciones en el efecto de este proceso único. Es interesante que, in vivo, la intensidad de la degradación autofágica no es constante, sino que declina en proporción inversa a la duración de la hambruna. Ello implica que las reparaciones profundas del tejido –por renovación en la fase de realimentación (refeeding)- necesariamente deben tomar varios días de ayuno total. Creemos que varios componentes del sistema endocrino, en especial del eje insulínico, controlan la regulación de la autofagia. En el hígado, la hormona glucagón exacerba la autofagia, mientras que la insulina la suprime. Sea como fuere, la posibilidad concreta de regenerar el organismo por medio de esta forma de restricción calórica aguda (ayuno profundo) está al alcance de casi cualquier persona, siempre que no existan contraindicaciones –que se describen en el último capítulo- y esta se encuentre razonablemente equilibrada. Colágeno, elastina y regeneración de la piel.
Tanto las arrugas como la piel flácida son causadas por la declinación del colágeno y la elastina en la dermis. Esta especie de cemento celular, el colágeno, que otorga turgencia, solidez y flexibilidad a los tejidos blandos del cuerpo, es generada por un tipo especializado de células dependientes de la vitamina C llamadas fibroblastos –generadores de fibracuya funcionalidad mejora dramáticamente con la autofagia. ¿Cómo pueden hackearse los fibroblastos para revertir el envejecimiento de la piel regenerando las arrugas y la piel flácida? La obvia respuesta implica tanto la nutrición celular adecuada como la activación de este proceso crítico de “reciclaje” fisiológico. Al mismo tiempo, debe considerarse el entorno hormonal del medio interno (en particular la somatotropina, la testosterona y los estrógenos) implicado también profundamente en la salud y la turgencia de la piel.
Fig.6 La autofagia regenerativa combinada con nutrientes específicos, permite regenerar el colágeno en la dermis.
Toda la evidencia experimental indica que el ayuno profundo –como inductor de la autofagocitosis- balanceado con una nutrición celular efectiva, puede retardar o incluso revertir el proceso de envejecimiento. Más allá de los visibles efectos del ayuno profundo sobre el metabolismo y la composición corporal, una parte del impacto que tiene el envejecimiento sobre la piel podría reducirse en gran medida activando la función dermo-regenerativa de los fibroblastos. ¿Qué sucede bajo nuestra piel que hace que se formen arrugas alrededor de las comisuras de los ojos, líneas alrededor de la boca y se ponga la piel más delgada y flácida alrededor del cuello y las mejillas? Dentro del capítulo V, RESTAURACIÓN METABÓLICA, en el acápite Regeneración de la dermis. (Corrigiendo la piel flácida y las arrugas), estudiaremos en detalle cómo poner en práctica este sistema. Concretamente, qué suplementos, estímulos y prácticas son necesarios para la regeneración de la dermis. Es precisamente el colágeno la proteína que da soporte estructural a la piel, otorgando a los individuos más jóvenes su envidiable turgencia cutánea. Descrito a menudo como el “cemento celular”, el tejido conectivo está conformado por diversas clases de colágeno, y sostiene los tejidos funcionales, dotándolos de fuerza elástica. Tanto desde el punto de vista estructural como fisiológico, el tejido conectivo es fascinante, y responde a un sinnúmero de estímulos endocrinos y nutricionales. Se ha observado que la Matriz Extra-Celular (MEC), la trama básica de fibras sobre la que descansan las células de cada tejido (excepto la sangre y la
linfa) se debilita con la edad. Parte del problema se debe a que, a medida que envejecemos, nuestros fibroblastos disminuyen su producción de colágeno, al tiempo que la velocidad de reposición de las células de la dermis también declina. Esta descripción asume, sin embargo, que el organismo está recibiendo abundante cantidad de ácido ascórbico –no solo la DDR o cantidad mínima indispensable para no morir de escorbuto- ya que de este depende la “puesta a punto” o acabado final de las fibras moleculares de colágeno. La disminución del colágeno y la desaceleración regenerativa de las células cutáneas dan como resultado una piel progresivamente más delgada, flácida y arrugada. Pero, ¿y si en lugar de invertir infructuosamente en cremas e inyecciones pudiéramos aumentar la producción de colágeno de adentro hacia afuera? Para esto, necesitaríamos promover la función colagenogénica de los fibroblastos, así como acelerar la regeneración de las células de la dermis. Resulta que la autofagia regenerativa, acompañada de una suplementación especial, puede hacer ambas cosas simultáneamente. La continua funcionalidad de nuestras células genera, naturalmente, subproductos de desecho. Sus piezas o componentes biológicos también se rompen y se desgastan. Los fibroblastos tienen el mismo problema, y su enlentecimiento o depresión funcional hace declinar la integridad de la dermis, generando fragilidad en la piel. Reactivar la autofagia permite al organismo desarmar y digerir –literalmente- dichas piezas rotas y metabolitos terminales, transformarlos en materia prima para obtener energía metabólicamente utilizable (ATP) o reutilizarlos dentro de la célula misma. De manera resumida, y en preparación para
una ulterior discusión práctica en la sección mencionada, el nexo entre la autofagia y la piel flácida es el siguiente: a. La turgencia de la piel y, en general, la firmeza de los tejidos conectivos de todo el cuerpo, provienen del colágeno y la elastina generados por los fibroblastos y condroblastos. b. Los fibroblastos envejecidos sufren una disminución de la autofagia y un aumento en la producción de desechos, lo que conduce al envejecimiento y fragilidad de la piel o deterioro dérmico. La autofagia permite que las células reciclen sus partes y se mantengan "limpias". c. La autofagia regenerativa contrarresta el envejecimiento y, combinada con otras intervenciones moleculares, puede regenerar la piel. La autofagia también puede protegernos de enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas e infecciosas. Como veremos se aborda en detalle el programa de restauración cardiovascular, tanto desobstruir las arterias coronarias y carotideas -aumentando su flexibilidad- cómo restablecer la potencia del músculo cardiaco (expresada en la Fracción de Eyección y otras métricas) es enteramente posible con las intervenciones correctas (10).
Fig.7 Esquema de los componentes básicos de la célula eucariota: 1- Núcleo (conteniendo el paquete de información genética). 2- Membrana nuclear. 3- Un ribosoma (fábrica proteica) adosado al Retículo. 5- Retículo Endoplásmico Rugoso (con numerosos ribosomas) 6- Complejo membranoso de Golgi. 8- Retículo Endoplásmico Liso 9Una mitocondria 11- Citoplasma 13- Centríolos. 14- Membrana citoplasmática. Nota sobre la escala: Virtualmente ningún orgánulo representado en el dibujo –con excepción quizá del núcleo y el RE- guardan realmente esa relación de tamaño con la célula. Las estructuras 4, 9, 10 y 12, representan fragmentos de organelas (Ej. Vacuolas). Las mitocondrias, por ejemplo, son apenas visibles con el microscopio óptico, teniendo la apariencia de centenares –o miles- de gránulos diminutos.
El ejercicio intenso, genera autofagia en CASA. Como proceso general de reciclaje, la autofagia es esencial para una correcta homeostasis orgánica (el mantenimiento de la estructura y función de un organismo dentro de parámetros estables), siendo también crucial para la homeostasis específicamente muscular, durante el trabajo motor (11). Un tipo especial de autofagia denominado CASA (Chaperone Assisted Selective Autophagy), inducida por el ejercicio intenso, es especialmente prometedor, ya que pone dicho proceso en nuestras manos, con costo cero.
Nuestra comprensión de la autofagocitosis al más profundo nivel molecular es en realidad incipiente. Mucho queda aún por elucidar para permitirnos intervenciones clínicas concretas. Pero, al menos en ratones, sabemos por lo pronto que la autofagia es importante para acoplarnos a las cambiantes necesidades nutricionales y energéticas dictadas por las circunstancias externas. En particular, por medio de las rutas de degradación de proteínas, es decir, la vertiente catabólica del metabolismo. Se ha demostrado en modelos murinos (nombre elegante para “experimento con roedores”) consistentes en la supresión de la autofagia que, en comparación con un grupo de control, dichos ratoncitos exhiben una marcada disminución en la resistencia física, así como alteraciones en el metabolismo de la glucosa durante el ejercicio intenso (11). Se han descubierto también signos de degeneración muscular, muerte celular excesiva y acumulación de mitocondrias dañadas en el músculo esquelético debido a una insuficiente autofagia en ratoncitos incapaces de generar colágeno VI (12). En este modelo, la inducción de autofagia por el ejercicio no tuvo éxito. Pero al generar autofagia farmacológicamente tras el ejercicio, se evitó la acumulación de orgánulos dañados en las fibras musculares deficientes en colágeno VI y se mantuvo la homeostasis celular. Como veremos a lo largo de este libro, tales estudios demuestran que la inducción de la autofagia puede contribuir, entre otras muchas cosas, a los efectos metabólicos beneficiosos del ejercicio, y que es esencial para mantener la homeostasis muscular, en particular en las fibras de colágeno VI (13,14).
Fig.8 Dinámica de membranas del flujo autofágico capturada por microscopía electrónica. Sebastian Schuck, Ciara M. Gallagher, Peter Walter. J Cell.
En términos generales, se han identificado cuatro formas de autofagia: macroautofagia, microautofagia, autofagia asistida por chaperonas (CASA) y crinofagia (8).
En la macroautofagia -la más investigada de las cuatro- los componentes suspendidos dentro del citoplasma se dirigen y aíslan del resto de la célula dentro de una vesícula de doble membrana conocida como autofagosoma. Más adelante se fusiona con un lisosoma disponible, aportando su proceso especializado de gestión y eliminación de residuos; y eventualmente el contenido de la vesícula (ahora llamado autolisosoma) se degrada y recicla. En la crinofagia (la forma de autofagia menos conocida einvestigada), los gránulos secretores innecesarios se degradan y reciclan (15). El propio Yosinori Ohsumi con la sencillez de los maestros, describe sucintamente los pasos de la autofagia como: a) Formación (del autofagosoma) b) Fusión (con el lisosoma) c) Degradación (los autofagosomas se funden con los lisosomas, siendo luego digeridos por las hidrolasas lisosomales tanto los materiales atrapados como la membrana interna de estos), d) Reciclado (los monómeros o componentes primarios obtenidos en la degradación son exportados al citosol para su reciclaje). Desde una perspectiva general, considerando todos los tejidos del organismo en su conjunto, la disminución de la eficacia de este mecanismo reciclador es un factor de riesgo importante para todas las patologías degenerativas asociadas a la edad. La divergencia entre la edad biológica y la edad cronológica de las personas puede ser explicada en parte por el grado de eficacia autofágica que expresa cada una (16). De especial interés para una longevidad saludable es el estado
de las articulaciones (rodillas, caderas) y la declinación en la autofagia está sin dudas ligada a la osteoartritis. El material proteico involucrado mecanísticamente en la autofagia declina con la edad en el cartílago articular (17). En un interesante experimento, producir lesiones mecánicas en explantes de cartílago (mantenidos vivos en un apropiado medio de cultivo) muestran una deficiencia del proceso de autofagia regenerativa (18). Una vida plena y una longevidad vital son improbables si uno está postrado por incapacidad motora debido a la destrucción de sus articulaciones. En las fases tempranas de la vida, las articulaciones se van regenerando constantemente en un proceso intrínseco denominado condroprotección, en el cual la autofagia tiene un rol central. La autofagia se activa constantemente en el cartílago normal, pero se ve comprometida con la edad, al tiempo que su declinación más allá de cierto nivel crítico precede a la muerte de los condrocitos y al daño estructural irreversible del cartílago (19). Inducción de la autofagia en el cáncer. La restricción calórica aguda –es decir, abrupta- impone una cetoadaptación o transición metabólica al uso de los ácidos grasos (necesaria para extraer energía de las grasas en lugar de los azúcares) en el organismo. Por su profundo impacto en la maquinaria celular, este recurso se ha empleado, con éxito, como herramienta terapéutica coadyuvante en el tratamiento del cáncer (20). Es importante comprender que dicha técnica no es universalmente aplicable en todos los casos de cáncer, teniendo de hecho serias contraindicaciones en una subpoblación de pacientes portadores de tumores. Por otra parte, a pesar de toda la evidencia científica acumulada en torno al abordaje
metabólico de los tumores sólidos (por favor estudia los artículos científicos que figuran en mi página web www.ernestoprietogratacos.com) este abordaje está todavía en el polo opuesto del saber convencional. En efecto, las recomendaciones dietéticas ortodoxas que suelen recibir los pacientes oncológicos –si es que reciben alguna- son siempre del estilo “aumentar todo lo posible el aporte calórico”, lo cual los conduce a comer postres, helados, jugos, merengues azucarados, pasta, etc., deteriorando seriamente con ello su perfil glucémico/insulínico y proveyendo carbono, nitrógeno y energía en abundancia a las células tumorales. Lamentablemente, dada su difícil adherencia entre los pacientes humanos, tanto los organismos simples como los complejos responden mucho mejor al ayuno que a los festines, activando una amplia gama de reacciones de supervivencia y protección celular en respuesta a la restricción calórica. Sabemos que, al menos en los mamíferos, el efecto regenerador del ayuno está parcialmente mediado por la formidable reducción de la glucosa y del IGF-1 (Factor de Crecimiento de tipo Insulínico) en sangre, producida por la inanición. Dicha reducción, para ser significativa, debe alcanzar al menos un 30% de la línea base (21). Por ejemplo, llevar la glucemia de 90 mg/dL a 63 mg/dL (en promedio) durante no menos de 4 días. Resulta claro entonces que la reducción dietética y farmacológica de la glucemia, acompañada de agentes bloqueadores del metabolismo tumoral, crea un escenario de profundo estrés energético en los tejidos neoplásicos, que facilita y acentúa la acción oncolítica de cualquier otro agente, solo o en combinación. Dicha optimización eleva el Índice
Terapéutico[4] de todas y cada una de las terapias descritas hasta la fecha, ya sean dosis farmacológicas de nutrilitos, drogas químicas, radiación ionizante, hipertermia focal, bloqueadores hormonales o resección quirúrgica (22-24). Índice Terapéutico es una medida cuantitativa del grado de seguridad de un fármaco o intervención terapéutica. Es el cociente resultante de dividir la Dosis Letal Media entre la Dosis Terapéutica (LD50%/TD50%). 4
Como lo expresa la “Ley” de Gompertz, la probabilidad de morir se duplica cada ~8.4 años a partir de la pubertad (25). En correlación directa con este hecho estadístico, la autofagocitosis regenerativa declina progresivamente con la edad, permitiendo la existencia de células senescentes y disfuncionales, cuya multiplicación clonal es potencialmente tumorigénica. Si bien todos los cánceres comienzan a partir de algún microscópico conjunto de células defectuosas, los organismos multicelulares pueden reconocer y eliminar esas células, a menudo mediante procesos autofágicos. Tiene entonces sentido considerar que la preservación de la autofagia pueda reducir el riesgo de cáncer. Incluso, algunos estudios sugieren que muchas células cancerosas se podrían eliminar mediante autofagia. Supresión tumoral por autofagia. Partiendo de una disrupción primaria de la respiración mitocondrial, el cáncer tiende a ocurrir por anulación de la apoptosis y subsecuente alteración de varias vías que regulan la diferenciación celular, dando lugar al fenómeno de anaplasia o des-diferenciación. La autofagia juega un papel importante en el cáncer, tanto en la protección contra el
deterioro de las mitocondrias (orgánulos respiratorios donde tiene lugar la fosforilación oxidativa) como en las fases ulteriores de crecimiento tumoral (26-28). Al mismo tiempo, en congruencia con la lógica evolutiva, la autofagia puede contribuir al fenómeno de multi-resistencia del cáncer al auxiliar precisamente en la supervivencia de las células tumorales bajo estrés energético o farmacológico. Se ha visto que en tales casos, el uso de inhibidores de etapas terminales de la autofagia (cloroquina, por ejemplo), incrementa la necrosis de células cancerosas expuestas a fármacos antineoplásicos (29). Como podrá imaginar el lector, el papel de la autofagia en el cáncer ha sido extensamente investigado. El cuerpo de la evidencia inicial estaba dividido, sugiriendo tanto un rol supresor como un factor de supervivencia para las células cancerosas. Sin embargo, investigaciones recientes con diversos modelos experimentales, parecen demostrar que es más probable que la autofagia tenga mayoritariamente una influencia supresora (30). (Ver discusión de este tema controversial en la sección siguiente). También se ha demostrado que la necrosis y la inflamación crónica están limitadas mediante la autofagia, lo cual ayuda a inhibir la expansión de microtumores incipientes (31). Nota técnica: Se han realizado varios experimentos interesantes con ratones, modificando una de las proteínas reguladoras de la autofagia: Beclin1. Se descubrió por ejemplo que, silenciando el gen Beclin1, los animalitos se hacían propensos a formar tumores. Inversamente, al sobre-expresar Beclin1, se inhibió el desarrollo de estos (32). La presencia de Beclin1 se requiere para la producción de fosfatidilinositol (componente crucial de las membranas celulares) y, como tal, afecta a numerosas funciones lisosómicas y endosomales,
incluidas la endocitosis y la degradación endocítica de las sustancias activadas. Debemos ser cautelosos, sin embargo, al interpretar los fenotipos mutantes de Beclin y atribuir las observaciones a un defecto en la autofagia. Una espada de doble filo. Con el cáncer ya desarrollado, la autofagia puede permitir la supervivencia de las células tumorales. ¡Auch! Complicando su análisis, se ha demostrado que la autofagia juega un papel importante en la supervivencia de las células tumorales, que la usan como una forma de lidiar con el estrés ejercido por la escasez de nutrientes –debida a una circulación pobre- o los tratamientos oncológicos (33). La inducción de la autofagia por el miARN-4673, por ejemplo, es un mecanismo de supervivencia que mejora la resistencia de las células cancerosas a la radiación (34). En cambio, una vez que se inhibieron estos genes relacionados con la autofagia, se potenció la muerte celular (35). En el más estricto sentido fisiológico, el cáncer se expresa como una sustitución de la respiración celular por la fermentación celular o glucólisis (36). La ineficiencia metabólica de las células neoplásicas (cuyo progresivo decremento de la fosforilación oxidativa y aumento compensatorio de la fermentación deprime el cociente respiratorio) se compensa con la energía extraída de su propio reciclado autofágico. Estas demandas metabólicas incluyen hipoxia, privación de nutrientes y aumento de la proliferación. Dichas tensiones activan la autofagia para liberar sustratos con que generar ATP y mantener la supervivencia de las células cancerosas (37). De esta manera, la autofagia sostiene la viabilidad de las células tumorales al mantener la producción de energía
celular. Por otra parte, el silenciamiento experimental de los genes implicados en la autofagia en cultivos de células tumorales induce la regresión del tumor y prolonga la sobrevida. En circunstancias ordinarias (en células bien diferenciadas y no inmortalizadas) los tejidos expuestos a una cantidad extrema de estrés experimentan muerte celular, ya sea por apoptosis o necrosis. Como explicamos, la activación prolongada de la autofagia induce un continuo esfuerzo de reciclaje de proteínas y orgánulos que, de superar cierto umbral crítico de supervivencia, puede destruir las células neoplásicas (38). Por estas razones, la inhibición farmacológica de la autofagia puede mejorar la eficacia de las terapias estándar contra el cáncer. Sobre la enfermedad de Parkinson Caracterizada por la pérdida del neurotransmisor dopamina, y por tanto de las funciones motoras, la enfermedad de Parkinson es un trastorno neurodegenerativo causado parcialmente por deterioro neuronal y pérdida de las células-madre del cerebro en varios núcleos, principalmente en la substantia nigra (en específico, su zona denominada pars compacta). En las personas con enfermedad de Parkinson se detectan inclusiones de una proteína llamada alfa-sinucleína (cuerpos de Lewy) las cuales no parecen degradarse. Se cree por tanto que la sumatoria de la desregulación de la vía autofágica, la peroxidación lipídica y la exposición a sustancias neurotóxicas, son causa directa de enfermedades neurodegenerativas. La autofagia es esencial para la supervivencia neuronal. Sin una autofagia eficiente -y frecuente- las neuronas acumulan agregados de proteínas ubiquitinadas[5] y se deterioran de modo progresivo. Al parecer, mutaciones genéticas de la alfa-sinucleína conducen
a un aumento del pH de los lisosomas (es decir, los hace más alcalinos) y a la consecuente inhibición de la enzima hidrolasa, uno de los agentes degradantes empleados en la autofagocitosis. Como resultado, se reduce la capacidad de degradación de los lisosomas. Se sospecha que hay varias mutaciones genéticas implicadas en la enfermedad, incluida la pérdida de función PINK1 (39, 40). La pérdida de función en estos genes puede provocar una acumulación de daño mitocondrial y de agregados proteicos que inducen degeneración neuronal. Como era de esperar, las mitocondrias están profundamente involucradas en la enfermedad de Parkinson, originando estrés oxidativo intraneuronal, alteraciones autofágicas y agregación de proteínas, todo lo cual provoca inflamación, despolarización mitocondrial y necrosis (41). Veamos ahora cómo abordar la práctica misma del ayuno profundo, etapa primaria del proceso de restauración metabólica y celular. REFERENCIAS
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Ayuno como herramienta terapéutica.
Practicadas durante cientos de generaciones, diversas técnicas tradicionales han probado ser un verdadero tesoro terapéutico. Pocas intervenciones para la salud humana han resistido el paso del tiempo tan bien como el ayuno, la hipertermia (sauna) y la quiropraxia (ajustes vertebrales). Estas tres técnicas cuentan ya con una extensa demostración, pero el ayuno tiene la enorme ventaja de haber sido universal para todas las culturas, por lo que fue testeado durante milenios en un inmenso espectro étnico y ambiental. Su efecto transgeneracional es también muy claro, con cuantiosa evidencia científica –tanto experimental como clínicapublicada a lo largo de los últimos 120 años. La definición precisa de ayuno total o ayuno profundo es: La cantidad suficiente de inedia para agotar las reservas de glucógeno hepático y muscular, forzando una transición sistémica hacia la autofagocitosis y la utilización de las reservas corporales de grasa. Esta activación de la autofagia regenerativa requiere entre 48 y 72 horas para el individuo promedio. Desde el punto de vista instrumental o cuantitativo, la manera de objetivar el estado de ayuno profundo es haber entrado –y mantenerse- en cetosis fisiológica, caracterizada por una proporción de cetonas a glucosa igual o mayor a 0.5
(Keto : Glu ≥ 0.5). La anterior definición implica que el estado de cetosis fisiológica requiere un grado apreciable de déficit calórico, único modo realista de incrementar los compuestos cetónicos en sangre. Restricciones más cortas de la ventana alimentaria no alcanzan a generar verdadera cetonemia. Cetonemia (Keto) Glucemia (Glu)
≥ 2.0 mM/L ≤ 4.4 mM/L
Tomando como parámetros de base los datos anteriores, es posible orientarse con el control de la glucemia y la cetonemia durante la práctica del ayuno total. Debe tenerse presente, sin embargo, que se verifican los compuestos cetónicos en sangre (cetonemia), siendo incorrecta para este propósito la medición de cetonas excretadas en orina (cetonuria). Dado que nuestro organismo es un sistema termodinámico abierto, es imposible predecir con exactitud cuántas horas o días son necesarios para que una persona en particular llegue a entrar en autofagocitosis profunda. Cada persona es única a este respecto. Dependiendo de varios factores como la temperatura ambiental, la intensidad del trabajo físico, la tasa metabólica basal, la sensibilidad insulínica, la cantidad de alimento ingerido en la última comida, etc., al menos 48 a 72 horas serían necesarias para inducir el inicio del proceso de reciclaje profundo o autofagia regenerativa. La siguiente tabla da algunos ejemplos del ratio cetonas:glucosa a que podría arribarse en ese periodo.
Ceto = 2.5 mM/L Ceto = 2.8 mM/L Ceto = 3.1 mM/L Ceto = 4.3 mM/L
Glu = 4.5 mM/L Glu = 4.9 mM/L Glu = 5.7 mM/L Glu = 4.2 mM/L
(:) 0.61 (:) 0.57 (:) 0.54 (:) 1.02
Tabla.2 Cifras de cetonemia y glucemia[6] de cuatro individuos tras 48 horas de ayuno total. No es infrecuente que las personas con mucha resistencia insulínica y otros rasgos típicos de deterioro metabólico sistémico, exhiban niveles altos de cetonas en sangre y al mismo tiempo muestren una glucemia superior a 80 mg/dL (como en el ejemplo Nº 3). En los cuatro casos, la condición que se cumple es que el ratio (:) o proporción de cetonas a glucosa es superior a 0.5. 6 En glucómetros comerciales, la glucemia es informada en miligramos por decilitro de sangre (mg/dL), en tanto que la cetonemia se informa en milimoles por litro (mM/L). Para convertir los miligramos a milimoles basta con dividir su valor por un factor de 18.
Por otra parte, no hay -a la fecha- biomarcadores sanguíneos de autofagia celular, por lo que solo podemos inferir su existencia con la interpretación de otros indicadores combinados, como IMC, cetonemia y la circunferencia de la cintura.
Fig.9 El monitoreo continuo de la glucosa (accesible con dispositivos comerciales) facilita la restauración metabólica, y permite también objetivar e interpretar las sensaciones tanto
durante el ayuno como durante el refeeding posterior.
Replume inducido. Una de las más burdas e inespecíficas –y no obstante poderosas- formas de ayuno en animales superiores, ha sido la práctica del molting o replume inducido en la industria avícola. Esta técnica consiste en forzar un ayuno total en las aves de corral, el tiempo suficiente como para que pierdan un 25% del peso corporal. El resultado inmediato de esta intervención es la casi completa pérdida del plumaje, seguido de su total regeneración tras el retorno a la nutrición o refeeding. El más notable efecto, sin embargo, es el rejuvenecimiento y prolongación de la longevidad promedio de las gallinas ponedoras, así como la recuperación de la capacidad de generar huevos, lo cual maximiza de modo dramático la rentabilidad de dichas granjas (1-3). Como fuente de evidencia biogerontológica, la importancia del replume inducido es considerable porque dicha técnica ha sido implementada miles de veces en grupos enormes, lo que asegura la robustez estadística[7] de dichas observaciones. Sustancialmente diferente de la restricción calórica crónica (que reduce 1/3 del aporte nutricional diario a lo largo de toda la vida), el ayuno profundo ha sido testeado en numerosas especies multicelulares con resultados consistentes y reproducibles (4). La reproducibilidad y consistencia de esta técnica -requerimiento indispensable del método científico- es un rasgo sobresaliente del ayuno total. A diferencia de la alimentación intermitente o Time Restricted Eating, que debido a su corta duración no permite acceso a la autofagocitosis profunda, sostener la autofagia por varias jornadas consecutivas tiene un profundo impacto biológico.
El ayuno total prolongado es, por cierto, el único modo real de inducir un reciclaje profundo de los tejidos, pero no debe ser abordado competitivamente como un deporte extremo. Más, no es necesariamente mejor. En realidad, como hemos aclarado muchas veces, para una fracción específica de la población la restricción calórica severa estaría muy seriamente contraindicada. Tampoco debe enfocarse con un sentido de penitencia, sufrimiento purificador o mortificatio, en fin, con ninguna actitud que pueda eclipsar en quien lo practica la precepción de su estado individual de salud en el momento presente. Haber hecho con éxito un ayuno prolongado una década atrás (mi primer ayuno de 21 días fue en 2014), no implica automáticamente que hoy por hoy me sea conveniente volver a hacer un ayuno total de 10 días seguidos, o tal vez requiero más. Comparando nuestra fisiología, los seres humanos tenemos profundas diferencias interindividuales. A la vez, también somos diferentes de nosotros mismos a lo largo del tiempo. Esta otra clase de diferencias se denominan intraindividuales. Por ejemplo, en comparación con mi propio estado de salud al término del verano pasado, es muy posible que mi organismo tenga necesidades -y circunstancias biológicas- muy diferentes a las que tengo hoy, en lo más profundo del invierno ibérico, convaleciente de una severa infección intestinal hace un par de meses. Así, el ayuno profundo requiere atención profunda. Este sistema de restauración metabólica es una combinación periódica de ayunos totales de entre 3 y 7 días con retornos bien diseñados a la nutrición (refeeding) y el entrenamiento de fuerza. Esto se puede implementar de manera bastante rápida, y adaptarse a las características
(biotipo, Índice de Masa Corporal, edad biológica, etc.), y situación de cada individuo. En este sistema, la mínima unidad de tiempo a considerar es la semana, o preferiblemente, el mes. Pueden por ejemplo adoptarse 48 horas de ayuno total por semana, o bien de 3 a 5 días de ayuno total cada cuatro semanas, etc., según las necesidades, el grado de experiencia, y el autoconocimiento de la persona. La siguiente tabla de progresión es útil para el progresivo incremento de los días de ayuno total:
Días de ayuno 0.6 1 2 3 4 5 x
Días de realimentación 1 2 4 6 8 10 2x…
Dicha progresión supone un periodo de realimentación inmediatamente posterior a cada ayuno total equivalente al doble del tiempo ayunado. Por múltiples razones fisiológicas, psicológicas y sociales, uno no debe entrar en ayuno total prolongado sin la preparación adecuada. Esta preparación consiste en sucesivas jornadas de inedia, progresivamente más largas, intercaladas con días de nutrición, ejercicio y suplementación, diseñados para regenerar tejidos e
incrementar la flexibilidad metabólica, permitiendo a la vez, modelar la conducta posterior al ayuno. Nota: Considera como momento de inicio de un ayuno la hora en que sientes hambre por primera vez tras la última comida ingerida (no el horario de esta). Entonces, si tu última comida fue el almuerzo a las 14:00 hs, el inicio del ayuno se cuenta a partir de las 18:00 aprox, momento en que da hambre otra vez. Des-ayuno. La terminación del ayuno o realimentación, debe ser un proceso pausado y consciente, no un voraz arrebato. Especial atención debe prestarse a las primeras horas de retorno a la nutrición, ya que cortar un ayuno comiendo desaforadamente es peligroso en extremo. En nuestro sistema, empleamos la forma de alimentación más sencilla y digestiva que conocemos: caldo de gallina. Algo semejante puede hacerse con caldo de huevo y mantequilla (en el caso de los ovolactovegetarianos). El método consiste en romper el ayuno con una taza de caldo (que contiene grasas y proteínas disueltas) y darle tiempo al sistema digestivo a que retome sus funciones normales. Una manera segura de reactivar la digestión es continuar con la toma de una taza de caldo cada 60 minutos. No debe subestimarse la riqueza nutricional de dicho alimento (si bien parece muy poca cosa, dado que es un líquido traslúcido) ya que la sumatoria de todas las tazas de caldo caliente aportan varios gramos de proteína y grasa que reinician eficazmente al estómago, el intestino delgado, el hígado, la vesícula biliar, el páncreas y el intestino grueso. Es normal en esas horas sentir un incremento de la fuerza de los
latidos del corazón, así como una activación del peristaltismo intestinal. Tomado con regularidad una vez por hora, todos los sistemas fisiológicos comienzan a activarse en la dirección contraria de la que han tenido hasta ahora. Este cambio de la marea metabólica (de la hibernación a la proliferación) toma cierto tiempo, y debe producirse gentilmente. A medida que progresan las horas, que tras ayunos muy largos pueden ser 12 o 16 (con sueño intercalado), se comienzan a incluir alimentos más sustanciosos, de fácil digestión. Por razones relativas a la fisiología digestiva, con independencia de la composición química de las sustancias que estén en el plato, hemos comprobado que tomar el alimento en forma de sopas calientes es mucho más absorbible y beneficioso que toda otra presentación. Así: nada crudo, nada duro, nada frio. Modalidades de restricción intermitente y crónica. Por las definiciones dadas arriba, las modalidades más populares de restricción de la ventana alimentaria –OMAD, 16/8, etc.- no deberían en rigor llamarse ayuno, sino “alimentación intermitente”. No digo que no sean útiles, sino que debe aclararse la confusión semántica. Los beneficios de practicar dichas modalidades de restricción están bien documentados, y si bien su eficacia declina linealmente en el tiempo (efecto de retornos decrecientes), observar esa práctica es mucho más saludable y sostenible que comer seis veces por día y/o consumir la dieta americana estándar. En el caso de la variante crónica y vitalicia de restricción calórica (que es en realidad el método CRON[8] de Roy Walford), un abordaje de progresión sucesiva permite que te
deslices suavemente dentro de este estilo de vida. Puedes eventualmente transformar tu salud, perder grasa y ganar músculo simplemente mejorando la calidad de los alimentos que comes e incorporando ciertos ejercicios físicos. En lugar de adoptar de golpe un plan riguroso diario, es posible comenzar por introducir alimentación rica en nutrientes y relativamente pobre en calorías un día en la primera semana, dos días en la segunda, tres días en la tercera y así por el estilo. En el curso de unas siete semanas habrías transformado la calidad de tu dieta, además de deshacerte de un porcentaje no despreciable de tu ingesta calórica total, pudiendo elegir a partir de allí en qué grado comienzas a restringir tus calorías. 8 CRON es el acrónimo de Caloric Restriction with Optimal Nutrition,la modalidad de intervención nutricional ideada por el doctor Walford, pionero de la restricción calórica en humanos y autor de La dieta de los 102 años.
Este método, debo confesar, no es para mí, ya que en lo personal prefiero estar all in, comiendo a satisfacción en los días en que me toca comer, y ayunando por completo en los días en que me toca ayunar. Es decir, cuando como, como y cuando ayuno, ayuno. El problema con la restricción crónica es que deprime seriamente la tasa metabólica basal, anulando en parte las ganancias iniciales. Al mismo tiempo, este abordaje supone una vida entera de privaciones, frío, cansancio y hasta depresión inmunológica y anímica. Next! Trabajo físico durante el ayuno prolongado.
Si bien se puede trabajar cómodamente en casi cualquier profesión que no involucre constante trabajo motor, el ayuno profundo con agua requiere más bien descanso físico (no entrenamiento agotador) para evitar el catabolismo excesivo, y quemar mayormente grasa visceral. Al mismo tiempo, en las primeras jornadas del proceso, es útil hacer breves estímulos musculares con pesas, equivalentes a una fracción de tu normal entrenamiento de fuerza. El objetivo es informar al “comando central” del organismo que dicho tejido –la musculatura- es requerido para el propósito general de supervivencia, por lo cual debe preservarse. Lo recién expresado supone que quien diseña un programa de ayuno profundo, tiene como objetivo a largo plazo las longevidad máxima y la prevención o corrección de problemas degenerativos de salud. Para deportistas jóvenes con aspiraciones competitivas serias, el sistema no necesariamente trae beneficios en el corto plazo. La raíz de esta dicotomía está en el fenómeno descrito en biología como antagonismo pleiotrópico: los genes que gobiernan ciertos aspectos de la aptitud reproductiva -otorgando vitalidad a corto plazo-, gobiernan también aspectos biológicos negativos que empeoran la salud y la longevidad máxima pero, al manifestarse luego de la fase fértil (periodo reproductivo) no han sido des-seleccionados en el curso de la evolución. Irónicamente, a pesar de la inicial reducción de volumen celular, los ayunos profundos rejuvenecen las células musculares y permiten tener músculos más fuertes por muchos más años. Es interesante el hecho de que, tras perder una cantidad significativa de “masa biológica” deteriorada durante el ayuno
profundo de corta duración, la fuerza muscular permanece inalterada. Por “masa biológica” me refiero al conjunto de orgánulos celulares y proteínas envejecidas que son desarmadas y recicladas durante el periodo de total inanición. En otras palabras, tras el ayuno se constata un incremento de la potencia relativa (la cantidad de kilogramos que puedo levantar relativa a mi masa corporal). Por lo antedicho, los atletas de elite en activo, pueden de hecho regenerar su organismo y prolongar su carrera deportiva con el ayuno. La crucial limpieza del intestino. La actividad de la musculatura lisa de las vísceras, que mantiene el ritmo del tránsito intestinal normal está pautada en gran medida por el ingreso de comida al estómago/intestino a intervalos regulares. Este movimiento unidireccional, llamado peristaltismo, progresa en forma de ondas contráctiles del intestino delgado hacia el recto.
Fig.10 El intestino grueso debe ser irrigado con agua filtrada en ayunos totales que superen los 3 o 4 días de duración. Esto puede hacerse con una jarra para enemas común, usando una cánula rectal apropiada, todo lo cual se consigue en cualquier farmacia. Cada enema debe constar de tres irrigaciones sucesivas con cantidades ascendentes de agua (300 ml, 600 ml, 1200 ml), debiendo ir al baño tras cada irrigación. Los enemas deben ser realizados antes de la caída de la noche, en una, dos, y hasta tres ocasiones separadas, si el ayuno dura muchos días.
A medida que progresa la inanición, las señales mecánicas y químicas que cotidianamente inician dichas ondas peristálticas se apagan, deteniéndose, en consecuencia, el tránsito intestinal. Si bien se ha observado que el cese de la digestión durante el ayuno es de hecho un gran descanso para el organismo, pasando la tercera o cuarta jornada es
imprescindible asistir a la limpieza de la porción baja del intestino con enemas o irrigaciones. Como lo hacen las bacterias, los tardígrados o ciertos animales del Ártico, nuestros órganos digestivos pasan a un estado de “hibernación” durante el ayuno prolongado. Esto implica que quien ayuna lleva dentro suyo heces fecales “viejas”, detenidas en el tramo final de su sistema digestivo. La tradición yóguica y naturopática ha acumulado vasta experiencia en las técnicas de limpieza intestinal con enemas de agua. En un mundo ideal, el proceso de ayuno y realimentación se haría en coordinación con el médico de la familia. Lamentablemente, tanto los ayunos, como la nutrición misma están lejos de la cultura médica, cuya educación se centra en prescribir fármacos para el manejo desíntomas. Lejos de intentar descubrir y erradicar en su origen las causas primarias más profundas de las patologías, la corriente más ortodoxa de la medicina moderna está en una continua búsqueda de fármacos patentables, para el control de las manifestaciones de la enfermedad. En consecuencia, usa antihipertensivos, antidiarreicos, antiálgicos, antivíricos, antiácidos, antipiréticos, anticonvulsivos, antiinflamatorios, antiespasmódicos, antibióticos, antieméticos, etc.), muy a menudo al mismo tiempo, para aplacar los signos y síntomas de una causa profunda, que permanece sin tratar. De enorme importancia para los ayunos prolongados, las limpiezas colónicas resuelven el problema fisiológico que surge cuando el cese de la alimentación se prolonga varios días: el detenimiento de la peristalsis intestinal. Tanto la masticación misma como los estímulos mecánicos y químicos del procesamiento de la comida en el estómago son el “motor de arranque” o estímulo inicial a los movimientos peristálticos.
La limpieza colónica es imprescindible en los ayunos mayores de tres días, porque evita la reabsorción de materias de deshecho cuyo tránsito simplemente se detiene por falta de ondas mecánicas del intestino grueso.
Fig.11 Una huelga de trabajadores municipales en Nápoles en 2008, dejó a la ciudad inundada de basura y al borde del colapso, demostrando la crucial importancia de la evacuacion de los deshechos en ese complejo organismo viviente que es un asentamiento urbano. Nuestro organismo es exactamente igual a ese respecto, por lo que muy improbable que pueda efectuarse una verdadera curación sin una función intestinal óptima.
En particular, las personas que tienen una carga tóxica muy alta acumulada es sus tejidos grasos, o que han recibido previamente quimioterapia, necesitan evacuar permanentemente el detritus tóxico que sus hígados secuestran de la sangre de manera progresiva. La técnica de las lavativas es muy simple, y consiste en tres irrigaciones consecutivas con 500cc, 750cc y 1000cc de agua filtrada, a temperatura ambiente, administradas desde una jarra para enemas con una cánula rectal. Existen centros especializados en limpieza automática con máquinas de irrigación colónica que sirven a este mismo propósito pero, en su defecto, puede (debe) usarse el ancestral recurso del enema casero convencional. A menudo se manifiesta una compleja reacción depurativa, descrita en Naturopatía como reacción de Herxeimer o crisis curativa, la cual consiste en un recrudecimiento pasajero de los síntomas que antecede a la mejoría sistémica. En nuestra experiencia de más de tres décadas con esta clase de abordajes terapéuticos, las limpiezas colónicas esencialmente le ahorran al paciente esa incómoda fase. ADVERENCIA: Descontinuar ciertas medicaciones puede inducir respuestas adversas agudas y complicaciones serias. Si bien los ayunos bajan drásticamente la necesidad de algunas medicaciones (porque resuelven la causa primaria) suspender de golpe ciertas drogas como los antidepresivos o los corticoides, puede ocasionar profundos desbalances. Toda acción en este sentido debe coordinarse con el médico de cabecera de la familia. Ya sea que se trata de medicación anticoagulante, suplementos de hormonas tiroideas o antihipertensivos, las correcciones deben ser controladas por un profesional. Los antiinfalamatorios no-esteroideos o AINES (aspirina, paracetamol, etc.), están seriamente contraindicados durante el ayuno total pues podrían erosionar la mucosa gástrica y el
hígado. Los malestares, síntomas y cambios de humor asociados con el inicio de los ayunos (hipogludrama) no requieren medicación alguna.
Restricción calórica crónica para la longevidad. Un triste prospecto para quienes han decidido vivir muchos más años que la actual expectativa de vida, es el de comer frugalmente cada día… y pasar el resto de su existencia con hambre, frío y cansancio. Por otra parte, sucede que la restricción calórica es, con toda seguridad, la única herramienta efectiva, documentada y replicable para extender la longevidad máxima. Experimentalmente, se trata de un sencillo protocolo, fácil de reproducir y aplicable a infinidad de especies. En realidad, la restricción calórica es el único método capaz de producir aumento objetivo y radical de la longevidad, además del promedio de vida. Como su nombre lo sugiere, la restricción calórica consiste precisamente en disminuir la cantidad de alimento diario en aproximadamente una tercera parte. Una alternativa a la restricción es el ayuno profundo, mucho más llevadero e igualmente poderoso. Hay una aparente contradicción entre los reportes sobre longevidad humana en eras pasadas y las estimaciones sobre la edad promedio de nuestros ancestros. Resulta que en el pasado se registraban también casos de muy avanzada longevidad. Empero, accidentes y enfermedades infecciosas daban cuenta casi enseguida (entre los 0 y los 7 años) de un porcentaje muy alto de la población. En Europa, la mortalidad infantil por cada mil nacidos vivos era altísima e incluso la mortalidad materna era sumamente frecuente (6 de cada cien madres morían tras dar a luz en 1850).
Fig.12 La Drosophila Melanogaster, corrientemente llamada mosca de la fruta, ha sido la especie más usada en los miles de experimentos sobre prolongación de la vida por restricción nutricional. Su genoma dista notablemente del nuestro, pero sus cortas vidas permiten estudiar múltiples generaciones sucesivas.
En el transcurso de su pubertad moría también gran cantidad de personas. Como resultado, tenemos tendencia a pensar que la duración máxima de la vida (máximum lifespan) ha crecido muchísimo, pero no es cierto. Es posible incluso
que debido a condiciones ambientales especiales y a ciertos conocimientos, algunas personas hayan alcanzado en el pasado remoto o incluso en la era pre-industrial edades que hoy nos parecerían casi increíbles. Las demás personas de su tiempo, sin embargo, morían como moscas (5). Hablando de moscas, han sido precisamente estos animalitos los que más ayudaron a investigar los efectos de la manipulación dietética sobre la duración máxima de la vida. La introducción de medidas sanitarias, mejores servicios de salud, el descubrimiento de los antibióticos, así como la técnica industrial de fortificar los alimentos con vitaminas y antioxidantes, ha incrementado la expectativa de vida promedio de la especie humana. Pero nosotros queremos mucho más: buscamos técnicas o intervenciones para prolongar radicalmente nuestra juventud y nuestra longevidad máxima[9]. En la jerga de las estadísticas demográficas se distinguen dos conceptos: mean life-span (edad promedio alcanzada por los individuos de un grupo) y maximum life-span (edad más alta registrada en un individuo en particular). En general (2021) la actual expectativa de vida al nacer es de 78 a 85 años. La edad más alta registrada en un humano –demostrable por documentos de identidad y registros de natalidad– es de 122,2 años, perteneciente a la señora suiza Jeanne Calmet. Con cuidadosos análisis estadísticos se ha determinado que la longevidad máxima está aumentando a un ritmo del 1% cada década. 9
¿Qué es, cuantitativamente, la restricción calórica? Desde hace unos ochenta años se sabe que las ratas, hámsteres, perros y otros mamíferos, experimentan una marcada prolongación de su longevidad máxima con una dieta que contenga solo dos tercios de las calorías que comerían si se
les dejara alimentarse libremente. A la dieta con monto calórica irrestricto se le denomina dieta ad libitum. Cuando la restricción se inicia antes de la pubertad, el promedio de vida de los grupos estudiados se incrementa en un 65% y la longevidad máxima se incrementa en un 50%. Esto se debe a razones muy variadas y de compleja descripción, en particular a la inhibición de una suerte de reloj biológico que detona la senectud. Descontando este particular efecto, que involucra la función reproductiva, parecería que cada ser vivo tiene asignada una cuota de alimento fija, finita, para su vida entera. En consecuencia, aquellos que la consumen lentamente viven más. El (o los) mecanismos por los cuales la restricción calórica logra tan espectaculares resultados no están claros, los efectos sin embargo son siempre contundentes (6): -
Apariencia juvenil Bajos índices de glucemia en sangre Menor atresia (involución) del timo Conservación de la eficacia en la reparación del ADN Menor formación de tumores Oxidación más completa de los ácidos grasos Incremento de los cuerpos cetónicos. Menos colesterol y ácidos grasos saturados en membranas celulares - Menor degeneración (entrecruzamiento proteico) del colágeno - Menos grasa corporal y mayor sensibilidad a la insulina - Niveles reducidos de citoquinas pro-inflamatorias Disminuir la ingesta calórica en 1/3 ha mostrado invariablemente numerosos beneficios para la salud,
incluyendo un incremento de la sensibilidad a la insulina, mejor resistencia al estrés, menor morbilidad e incremento de la longevidad. Los mecanismos celulares permanecen desconocidos, pero se da por sentado que es necesaria la disminución del aporte de calorías. Sorprendentemente, los ratoncitos C57BL-6 que han sido mantenidos en un régimen de ayunos alternados (día por medio) muestran iguales beneficios a pesar de no disminuir el monto de su ingesta calórica total ni perder peso corporal. Es decir, el ayuno profundo a intervalos periódicos produce efectos que igualan o incluso superan los de la restricción calórica crónica, incluidas la disminución de la leptina, la insulina y la mayor resistencia de las neuronas al estrés exitotóxico. Los ayunos periódicos (de al menos 48 horas) pueden producir estos mismos efectos de fondo independientemente del aporte calórico total (7). Existe una gran diferencia entre reducir voluntariamente la cantidad de alimento y ser forzado a ello. En todos los libros de fisiología pueden encontrarse referencias a la imposibilidad de seguir viviendo más allá de la primera o segunda semana de ayuno. Esto puede ser cierto para animales de laboratorio, viajeros perdidos o prisioneros de guerra, pero aquellas personas que, libre y conscientemente, emprenden un ayuno (toman solo agua) pueden prolongarlo hasta 40 días sin ningún perjuicio para su salud y, en realidad, con impresionantes resultados, Esto llega a curar incluso enfermedades crónicas graves. Los ayunos periódicos permiten adquirir un ritmo metabólico más lento, una producción de enzimas más eficiente, un sistema inmunológico más capaz y una mayor producción de hormonas. Este último aspecto es interesante por el hecho de que, si bien ya se conocía que la hormona de crecimiento humana (STH) es segregada en mayor abundancia y
frecuencia en condiciones de ayuno, se encontró que también se segrega cierta hormona anti-envejecimiento (8). Debemos aclarar que los sujetos que son víctimas de la hambruna o la malnutrición no están por ello recibiendo los beneficios de la técnica Restricción Calórica con Nutrición Óptima. Para que haya longevidad y vitalidad es absolutamente necesaria además una supernutrición (micronutrientes, enzimas, ácidos grasos). Prácticamente todos los aspectos del envejecimiento se frenan con la restricción calórica. Investigar la restricción calórica se ha vuelto un método para comprender y definir el proceso mismo de la senescencia y, de paso, encontrar verdaderos biomarcadores del envejecimiento. Hambruna experimental. Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial se llevó a cabo el Minnesota Starvation Experiment, en el cual soldados estadounidenses recortaron voluntariamente la cantidad de alimento que tomaban durante seis meses. Dicho estudio, sin precedentes hasta entonces, tenía por objeto esclarecer los efectos de la deprivación de alimentos en los prisioneros de guerra en campos de concentración enemigos, con el objeto de auxiliarlos apropiadamente tras su liberación. El científico-en-jefe fue nada menos que Ancel Keys
(posteriormente infame por su presentación sesgada de la evidencia epidemiológica en torno a las grasas saturadas y el infarto). Keys publicó su informe completo sobre el experimento en 1950. Era una obra masiva de dos volúmenes titulada Biología del Hambruna en Humanos. Hasta el día de hoy, sigue siendo el examen científico más completo de los
efectos del hambre. Y dadas las restricciones éticas modernas sobre la investigación con sujetos humanos, parece poco probable que un experimento en una escala similar pueda repetirse hoy.
Fig.13 Esta fue quizá la investigación más seria y documentada sobre restricción calórica, realizada durante el año 1945 en la Universidad de Minnesota. Los 36 voluntarios del estudio, con buena condición psico-física, fueron controlados clínica y bioquímicamente durante el proceso de adelgazamiento, ajustando su dieta individualmente para que se produjera una pérdida de hasta el 25% de su masa corporal inicial. La investigación reveló valiosos datos sobre la inanición en humanos. Nota: Excluyendo casos patológicos graves ya cercanos al deceso, no existen reportes fehacientes de muerte directamente producida por ayuno voluntario en circunstancias terapéuticas y/o con apropiado control. En condiciones de cautiverio o inanición involuntaria, las circunstancias son muy diferentes. La penuria y el estrés son en sí mismos un factor catabólico. De interés, la huelga de hambre más larga registrada fue la de Terence MacSwiney, alcalde de Cork, Irlanda, durante la Guerra de Independencia. Cork entró en huelga de hambre mientras estaba prisionero de los británicos y murió al cabo de 74 días.
Fig.14 Ancel Keys y colaboradores, Estudio Minesotta.
Fig.15 Test ergométrico estudio Minnesota.
Fig.16 Test ergométrico estudio Minnesota.
Nota técnica: Se han propuesto varios mecanismos para explicar el rotundo éxito de la restricción calórica: Retardo del Crecimiento, Pérdida de Grasa Corporal, Reducción del Ritmo Metabólico, Atenuación de la Oxidación, Alteración del Sistema Glucosa-Insulina, Alteración del Eje Hormona de Crecimiento-IGF1 y, finalmente, la Hipótesis de la Hormesis, bajo la cual quedarían englobados los demás mecanismos propuestos, siendo ejemplos aislados de la Hormesis. Aparentemente, un estrés moderado (como la restricción calórica) activa mecanismos horméticos de defensa en toda clase de seres vivos, desde las leguminosas hasta los mamíferos, defendiéndolos de las adversidades ambientales y, a largo plazo, retardando la senescencia (9).
El informe de Keys destacó el grado en que lo que comemos puede alterar tanto la mente como el cuerpo. Sin embargo, también extrajo una lección optimista del experimento. Sus datos revelaron que la inanición no parecía tener ningún impacto negativo significativo a largo plazo en la salud. Evidentemente, el cuerpo humano había sido diseñado por la evolución para soportar largos períodos sin comer. Si surge alguna duda de la utilidad de ayunar, solo debemos recordar que en la industria avícola es una práctica estándar someter a las gallinas ponedoras a un ayuno prolongado durante el cual llegan a perder más de un 25% de su peso corporal. Como hemos dicho, el resultado de esta práctica es que las gallinas recuperan su capacidad de producir huevos, de modo tal que extienden su vida productiva por muchas semanas. Lo que es aún más atractivo para los humanos -seguramente hay pocas personas que planeen poner huevos- es que, de no ser por las crestas que las delatan, se diría que las afortunadas gallinas sometidas al replume son en realidad polluelas, pues lucen como tal. En las reuniones de veterinarios y de gente del mundo avícola,
cuando alguno de los presentes se ve bien conservado o trae un aire inusualmente juvenil, los demás bromean: “¿Te hiciste un replume?” Mucho se ha investigado sobre el efecto del ayuno en las aves de corral o, como cariñosamente se le conoce, el replume (molting). Se considera que los mejores resultados tanto en la salud, como en la productividad posterior (postmolt performance) se obtienen cuando las aves reducen un promedio de entre el 27% y el 31% de su peso corporal (10). En los años ochenta se publicaba en los países socialistas una revista llamada SPUTNIK: Selecciones de la Prensa Soviética, cuyo formato remedaba al del Reader’s Digest pero con énfasis en las ciencias fundamentales, la tecnología, la sociología y la medicina. En 1988, un reportaje especial sobre el ayuno experimental de un grupo de científicos-exploradores soviéticos, varios de ellos médicos, nos causó una viva impresión. Tras una veintena de días en completo ayuno, acompañado de ejercitación al aire libre (acampar, remar, cortar leña, etc.), los miembros de la expedición lucían verdaderamente más jóvenes. Dicho reportaje, que quedó grabado vivamente en mi recuerdo, nos condujo a realizar nuestras primeras experiencias independientes con el ayuno terapéutico. Los animales bajo restricción calórica producen menor cantidad de radicales libres, su tasa metabólica (consumo de oxígeno por gramo de tejido) se reduce inicialmente hasta alcanzar un punto o intensidad óptima (set point) en respuesta a la disponibilidad de nutrientes. La combinación con el ejercicio, por otra parte, que incrementa el gasto calórico, consume las reservas energéticas a pesar de la depresión del set point. Las membranas mitocondriales internas de estos
animales tienen una mejor proporción de grasas no saturadas, haciéndolas menos vulnerables a la filtración de protones generada por la peroxidación de los lípidos. Se han hecho intentos por encontrar una “píldora” que imite los efectos de la restricción calórica. La Metformina, por ejemplo, resulta en la misma expresión fenotípica que se observa en los modelos de restricción calórica. Al promover el crecimiento o regeneración de los receptores de insulina en las membranas celulares, la Metformina impide el aumento excesivo de la glucosa en sangre, modula el mTOR y reduce la glicosilación extracelular. Las manipulaciones químicas y quirúrgicas en animales, por exitosas que resulten, no deben ser tomadas por técnicas efectivas en humanos. D. Denckla y A. Everitt fueron los primeros en demostrar una dramática prolongación de la vida en los salmones por medio de la ablación quirúrgica de la hipófisis, o su equivalente en los pulpos: la glándula óptica. La hipófisis, “glándula maestra”, segrega hormonas constructivas y anabólicas (STH) que inducen la reconstrucción de tejidos.
Fig.17 Durante el ayuno prolongado en aves, el cuerpo entra en autofagia y “quema” todo el detritus y substancias sobrantes. Profundos mecanismos neuroendocrinos se activan y regulan durante el ayuno. Al retomar la alimentación (replume) se recupera todo el vigor y la productividad, aumentándose además la longevidad máxima.
Se postula también la existencia de una “hormona de la muerte” o DECO, semejante a la prolactina[10], cuya inhibición farmacológica con ciertos ergoloides como bromocriptina, nicergolida o cabergolina, rejuvenece a las personas, agregando vida a sus años. Recuperar la lozanía y el vigor es ya técnicamente posible pero, si bien este rejuvenecimiento permite también prolongar la vida el equivalente a unos diez años más (de 83 a 93, por ejemplo) simplemente porque estamos en mejores condiciones fisiológicas, todavía no podemos garantizar que las diversas manipulaciones
hormonales, megavitamínicas y enzimáticas propias del arsenal anti aging extiendan radicalmente la longevidad máxima en humanos, al menos no en el modo en que la restricción calórica parece hacerlo. 10 Denckla reportó que no había podido aislar la hormona de la muerte pero que, con toda seguridad, esta se encontraba en la fracción prolactínica. La tarea en sí misma es extraordinariamente difícil si se tiene en cuenta que los ratoncitos de laboratorio segregan al menos una docena de péptidos diferentes en la familia de la prolactina. En cualquier caso, es seguro que la ablación de la pituitaria extiende la vida en las especies que mueren inmediatamente luego de la reproducción. A nivel sistémico, reportó Everitt, la eliminación de la pituitaria extiende la vida y retarda el endurecimiento del tejido conectivo extracelular.
Hambre, Amor y trabajo en Biosfera 2. En 1991 se comenzó un singular experimento biológico y sociológico en el que cuatro mujeres y cuatro hombres se encerraron voluntariamente durante dos años en un ambiente aislado del medio exterior. El experimento fue dirigido por John Allen y financiado por el multimillonario tejano Edward Bass, quien hizo construir un enorme terrario de cristal y acero en medio del desierto de Arizona. La edificación sellada, con 1.28 hectáreas, permitía solo el paso de luz solar y su intercambio gaseoso con la atmósfera era apenas un 10% anual. A pesar de la esmerada planificación, el pequeño mundo creado en el interior de las instalaciones confrontó problemas técnicos y de equilibrio ecológico casi de inmediato. Debido a varios fallos agrícolas, los ocho científicos se vieron obligados a restringir severamente su dieta, con lo que -sin habérselo propuesto- el equipo se vio empujado al primer experimento controlado de restricción calórica en humanos.
Uno de los “biosferianos”, el doctor Roy Walford del UCLA Medical Center, a la sazón uno de los fundamentales investigadores en Gerontología de nuestro tiempo, registró gran cantidad de datos fisiológicos de sus compañeros. Corresponde a Walford también el mérito de haber asegurado que todos los presentes recibieran la adecuada cantidad de nutrientes esenciales a pesar de lo magro de la dieta. A medida que los meses pasaron se constató no solo una total pérdida de grasa, sino también un descenso de la glucemia, el colesterol y la presión arterial (tanto sistólica como diastólica). Su rendimiento intelectual y físico era muy alto -como atestiguaron las largas horas de trabajo diario necesarias para mantener sus cosechas y llevar a cabo las diferentes investigaciones y reparaciones en diversos ecosistemas de la enorme instalación. Su funcionamiento emocional (y sexual a juzgar por las anécdotas) era también adecuado. El enorme valor de este ensayo consiste en que se trata de experimento a largo plazo en humanos que demuestra claramente que la Restricción Calórica con Nutrición Óptima (en sujetos voluntarios que además se ejercitaron físicamente de forma regular) funciona exactamente como se observó en los modelos animales. En términos humanos, la prolongación observada del máximum life-span correspondería a 120 años. La cuestión relevante ahora es cómo implementar un régimen semejante en nuestras propias personas, cómo pasar de nuestro actual modo de vida, a un estilo que propicie la longevidad y retrase el envejecimiento… sin apagar nuestra felicidad en el proceso. Nota técnica: El proceso de envejecimiento es resultado de la interacción entre los genes, el ambiente y (en los seres humanos capaces de autocontrol) cierta conducta. Ha sido muy difícil encontrar efectos aislados de un solo gen en los experimentos con la Drosophila. Es necesaria, por ejemplo, una alta densidad larval -alto número- para medir un factor como la reproducción tardía. En este caso, el solo estrés de estar apiñadas hace que en las larvas
se depriman o silencien algunos genes, lo cual hace más fácil la selección. Las líneas o estirpes que muestran una mayor longevidad difieren substancialmente entre sí en lo que respecta a su fisiología. Una estirpe puede ser más resistente al estrés oxidativo. En otra estirpe, las mosquitas exhiben mayor resistencia a la deprivación de alimentos o a la sequedad, a los vapores alcohólicos, al calor, etc.
Hay, por lo visto, múltiples mecanismos de envejecimiento y más de una ruta hacia la longevidad. La restricción calórica es el método más ampliamente validado para la prolongación de la duración máxima de la vida y el retardo de la senescencia en los mamíferos.
Fig.18 Biosfera 2 - Oracle, Arizona.
Produce importantes cambios metabólicos asociados a los procesos de respuesta al estrés. Algo notable, si se considera la importancia de la capacidad metabólica y las respuestas al estrés a medida que se envejece. El estrés oxidativo parece ser particularmente importante, en especial porque el daño oxidativo se incrementa substancialmente con la edad. En la página anterior: Fig.18 El experimento Biosfera-2 fue diseñado con tres propósitos: investigación, educación y desarrollo de tecnologías ambientales para uso en la Tierra y en el espacio exterior. Biosfera-2 sostuvo la vida de ocho humanos y alrededor de 3.800 especies de plantas y algunos animales en siete biomas (selva tropical, desierto, sabana, manglar, etc.) sin que hubiera trastornos operativos de
importancia. Tristemente, Roy Walford, el médico del equipo, falleció a los 78 años, producto de complicaciones respiratorias de la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), enfermedad bastante incomprendida hasta ahora. Para tener acceso a los documentos y reportes del proyecto busca en el sitio web www.biospheres.com Una experiencia personal con el ayuno prolongado. En la década del 2000, como parte de nuestro programa regenerativo, frecuentemente practicábamos un ayuno semanal de 36 horas en el cual tomamos solo agua o té verde claro. Una vez por año, practicábamos un ayuno largo con el propósito de impactar más profundamente en los mecanismos de regeneración. Según creció nuestra experiencia y apareció nueva evidencia científica publicada, fuimos gravitando hacia formas más profundas, pero menos frecuentes, de la restricción calórica que llamamos ayuno profundo. Es difícil describir, a quien no lo ha experimentado, la sensación de ligereza y euforia que se siente durante el ayuno. La puesta en práctica es muy sencilla y solo hay que cuidar de limpiar los intestinos con la técnica de lavativas explicada en este libro, dado que la suspensión de la alimentación detiene totalmente la peristalsis intestinal al cuarto día. A continuación, datos numéricos y gráficos del primer ayuno largo (de 21 días continuos, solo con agua) realizado en 2014.
Fig.20 En un canal televisivo de Sudamérica, Septiembre, 2014, ya unas dos semanas dentro del ayuno de 21 días (peso inicial 97 Kg). Todas las actividades normales de la vida diaria pueden -y deben- continuar tranquilamente durante los ayunos. Pasado el tercer día, es imperativo comenzar a limpiar el intestino con el sistema de lavativas intestinales progresivas. Recuerda, cada sesión consta de 3 enemas de 250, 500 y 750 cc cada uno, por ejemplo, debiéndose aliviar el intestino entre uno y otro. Si es necesario, puede hacerse una cuarta lavativa de 1000 cc. En este ayuno en particular se realizaron lavativas en las jornadas 4, 9 y 16 del tratamiento. Los baños diarios no deben ser fríos, ni muy calientes tampoco. El calendario de trabajo durante aquel ayuno (mi primera experiencia realmente larga) fue igual que de costumbre, con la excepción de la entrevista televisiva. Bebidas: solo agua y té verde en hebras.
Fig.21 Final del ayuno de 21 días (peso final, 83 Kg). El entrenamiento físico sí cambió sustancialmente en cuanto a la intensidad y duración. El último entrenamiento fuerte (sesión de Luta Livre) fue el miércoles 15. Luego, apenas ejercicios isométricos breves, caminatas ligeras y mucha respiración. Los casi catorce kilogramos perdidos durante el ayuno no fueron solo de grasa, también se produjo una disolución de la biomasa visceral y muscular deteriorada. Sensaciones, estado de ánimo y productividad: excelentes.
En las páginas anteriores: Fig.19 Curvas abreviadas de un ayuno prolongado (21 días) en 2014. Si bien tomamos muchas mediciones cada jornada, las curvas de glucosa sanguínea (GLU), cuerpos cetónicos (KETO) y peso corporal fueron representadas con el promedio diario de los datos.
Hacia la mitad del ayuno, día 14, la cetonemia se acomodó en un rango en torno 4 mM/L (± 2), y la glucemia en torno a los 70 mg/dL (en tres ocasiones, los ejercicios bruscos levantaron agudamente la glucemia –pero no la cetonemia- durante unos minutos, alterando la continuidad visual de la curva). El peso corporal descendió, en promedio, unos 600 gr diarios.
AYUNO NOVIEMBRE 2013
lunes 13 martes 14 miercoles 15
jueves 16
viernes 17
sabado 18
domingo 19
lunes 20
Cetonemia nM/L
Glucemia mg/dL
0,1 0,1 0,2 0,2 0,9 1,1 0,7 1,4 1,3 5,2 1,7 1,8 2,6 3 2,7 2,8 3,6 3,3 3,4 3,4 4,4
96 93 93 89 92 83 87 77 76 68 72 75 76 65 71 70 67 66 69 58 75
martes 21
miercoles 22
jueves 23
viernes 24
sabado 25
domingo 26
lunes 27
4,2 4 3,2 2,8 3,3 3,6 4,1 4,9 5 4,6 6,2 5,6 5,6 5,6 5,5 6,2 5 3,4 5,2 5 4,9 6,2 6,1 4,9 6,7 6,1 5,2 4,6 5,3 5,9
69 64 74 84 69 71 84 71 69 65 71 73 64 63 66 75 58 67 72 84 77 68 72 66 35 67 72 78 82 80
martes 28
miercoles 29
jueves 30
viernes 31
sabado 1
domingo 2
5,8 6,1 4,9 5,1 5,6 4,1 4,5 4,2 4,4 5 5,2 5,3 6,2 4,6 3,9 3,7 4,8 4,8 4,5 4,2 4,8 4,3 1,7 0,3
85 68 74 81 74 99 93 79 86 77 73 73 67 71 81 80 69 72 70 68 77 70 113 170
Para quien no está enfermo de ninguna patología seria, no solo no hay que dejar de hacer trabajos físicos ligeros durante los ayunos sino que es muy probable que el trabajo físico normal sea una condición necesaria para el éxito de la hambruna terapéutica.
Desde la perspectiva de la teoría de ratio of living, cuya analogía podría ser el kilometraje de un auto recién comprado, el ayuno ahorra “kilómetros” de vida, ya que hace descender notablemente el metabolismo. No es infrecuente por ejemplo que el tiempo de apnea -la capacidad de permanecer aguantando la respiración- se incremente de modo notable, aunque pasajero, durante los ayunos prolongados. La causa inicial de ello es un ajuste de la tasa metabólica basal, una disminución compensatoria de la intensidad funcional (y en consecuencia, del gasto calórico) para no dilapidar energías durante la total inanición.
Retorno a la nutrición.
En esencia, el método de intervención biogerontológica descrito en este libro consiste en la combinación periódica de inanición y nutrición celular. Esta última incluye asimismo cantidades suplementarias de ciertos nutrientes específicos y ciertos extractos vegetales cuyo rol es acelerar la regeneración de los tejidos, preservando las estructuras celulares y la información genética tanto nuclear[11] como mitocondrial. Es crucial entender a este respecto que la comida que ingerimos irá tan lejos como nuestra capacidad de digestión y absorción lo permita. Es un hecho bien documentado que nuestra capacidad digestiva declina con la edad, al tiempo que diversas circunstancias patológicas –y un sinnúmero de fármacos xenobióticos- disminuyen nuestra capacidad de absorción de nutrientes. Corregiría por tanto el antiguo aserto yóguico de que “Eres lo que comes”, por la expresión más precisa: Eres lo que absorbes. Sin embargo, profundizando aún más en el proceso de asimilación de nutrientes y la energía en ellos contenida, también es conveniente resaltar que los procesos
intracelulares de obtención de energía metabólicamente utilizable (el ATP), así como de piezas de repuesto (monómeros) para nuestros tejidos y órganos vitales, son procesos gobernados por enzimas. Estos aceleradores bioquímicos, las enzimas, también suelen tener defectos congénitos -los errores innatos del metabolismo- y definitivamente declinan con la edad. El genoma mitocondrial, cuyos genes codifican exclusivamente para proteínas implicadas en la respiración celular, está enteramente separado del resto de la información contenida en el núcleo de la célula. 11
Cosechar la energía solar atrapada en los alimentos que masticamos, tragamos y sometemos a degradación oxidativa es imprescindible para permanecer con vida. Esta obtención de energía bioquímica es un proceso de combustión controlada[12] cuyo último tramo requiere la presencia de oxígeno (ciclo de Krebs seguido de fosforilación oxidativa). Nos referimos, claro está, a la respiración celular ocurrida en el interior de las mitocondrias. Dicho proceso es casi perfecto –énfasis en casi- e inevitablemente genera especies reactivas del oxígeno, cuyo exceso ocasiona microscópicos daños estructurales muy bien descritos, que se acumulan con el tiempo. Dado que genera radicales libres del oxígeno la respiración celular puede considerarse como “un daño no-negociable”. Comer es indispensable… y letal.
Virtualmente todos los organismos que respiran, tanto multicelulares como unicelulares, utilizan al oxígeno como aceptor final de los electrones en el proceso de transferencia energética. Una de las pocas excepciones es el paracoccus denitrificans, que utiliza el nitrógeno. 12
Fig.22 Caldo silkie de gallina. El retorno a la nutrición luego de ayunos prolongados, precisa cautela e inteligencia. A la vez, en este momento de reset se puede incorporar nuevos hábitos alimenticios. La cocina china tradicional, decididamente omnívora, se entrecruza sin solución de continuidad con la farmacopea ancestral. Para la medicina china, la nutrición es una herramienta terapéutica de suma importancia.
Tras la autofagia toca la exofagia. Este capítulo gira pues en torno a la nutrición celular profunda, con criterios radicalmente diferentes de la perspectiva nutricional ortodoxa. Como veremos en profundidad, las DDR o Dosis Diarias Recomendadas son apenas la cantidad mínima imprescindible de un nutriente para no morir de una enfermedad carencial. Pero nuestro propósito no es solo sobrevivir, sino prosperar con una salud vibrante. También, abordaremos el fascinante y nuevo campo de los miméticos de la restricción calórica, moléculas que afectan sitios específicos de las células, induciendo efectos análogos a los del ayuno profundo, sin perjuicio ni penurias para el usuario. Al mismo tiempo, considerando nuestro propósito de obtener una salud robusta y una vibrante longevidad, no hay que perder de vista la explicación mecanística del éxito del ayuno en biogerontología, es decir, porqué la restricción calórica severa sigue siendo hasta la fecha el único método efectivo y reproducible para prolongar significativamente la longevidad máxima en animales experimentales. Como vimos, la Restricción Calórica con Nutrición Óptima, o CRON, ha tenido éxito en todos los modelos animales testeados, incluyendo los primates no-humanos. En su más profundo sentido, la razón del éxito de la CRON tiene un fundamento termodinámico, ya que obedece a la ley de la Intensidad de la Existencia, que se expresa: “La intensidad del metabolismo basal es inversamente proporcional a la duración de la existencia.” Veamos ahora la otra parte del secreto regenerativo del ayuno profundo. Superalimentos.
La extraordinaria –y sabrosa- regeneración celular que ocurre tras un periodo de verdadera autofagia regenerativa depende enteramente de la calidad de la nutrición inmediata. Esta fase crucial, conocida como refeeding o realimentación, debe ser cuidadosamente diseñada de antemano. “Si tuvieras que elegir solo tres alimentos para llevar a una isla desierta…” me suelo preguntar a mí mismo, “¿Cuáles serían?” Esta pregunta, que también aplico con frecuencia a otras esferas de la vida (libros, instrumentos, personas, medicamentos) no es tan fácil de responder con objetividad. Varios elementos cruciales deben ser aclarados antes. Por ejemplo, ¿Cuánto tiempo voy a estar en la isla? ¿Es una isla en el Caribe o en la Antártica? ¿Qué clase de esfuerzos tendré que hacer? ¿Voy a tomar esos alimentos crudos o cocidos? El interesante reto de diseñar una dieta teóricamente perfecta, que provea en abundancia todos los macro y micronutrientes indispensables para la salud tanto física como mental -y pueda consumirse indefinidamente- es más complejo de lo que aparenta. El propósito de la nutrición no debe ser agradar al paladar, pero el disfrute aumenta las probabilidades de adherencia a un régimen. Bien diseñada, la nutrición es una poderosa herramienta preventiva y terapéutica, incluso en un sentido imperceptible: la prolongación de la juventud. A este respecto, las claves para seleccionar un alimento u otro son: 1- Su extensión dentro del espectro nutricional (el número de vitaminas, minerales, oligoelementos, bioflavonoides, grasas y aminoácidos esenciales que posee), y 2- Su densidad nutricional, o sea, su concentración. Dado que alimentarnos es imprescindible para nuestra vida, pero a la vez necesariamente nos empuje hacia el desgaste orgánico
general (después de todo, agregar alimentos al organismo es el exacto opuesto de la restricción calórica), es fundamental elegir dichos alimentos con prudencia. El concepto de densidad nutricional debe ser asimilado sin confusión alguna. Sumado a ello, como hemos insistido por décadas, un criterio fundamental para juzgar el valor de los alimentos o, más exactamente, el valor de un régimen nutricional, es su impacto transgeneracional en el genoma humano, hecho al que ninguna moda alimentaria reciente (veganismo, macrobiótica, crudivorismo, dieta Pritikin, Pirámide Nutricional, etc.) puede aproximarse siquiera. Es por eso que nuestra atención se ha centrado desde un principio en las prácticas alimentarias ancestrales, como la dieta Inuit, cuyo impacto transgeneracional se ha extendido por siglos, cuando no milenios. Debe entenderse con claridad que los grupos humanos que no pudieron –o no quisieronacceder a los nutrientes imprescindibles para la reproducción y óptimo funcionamiento del organismo, sencillamente se extinguieron. El genoma de los humanos de hoy, se expresa plenamente solo cuando es expuesto a las moléculas apropiadas, congruentes con nuestro diseño evolutivo.
Fig.23 Ubicados en el extremo derecho del espectro alimentario, los huevos tienen quizá la mayor densidad nutricional alcanzable por un alimento. El concepto de densidad nutricional es: La concentración de micronutrientes por cada 100 unidades de potencial energético (sí, las pobres calorías).
Por el contrario, expuesto al entorno molecular incorrecto, como la Dieta Americana Estándar combinada con
sedentarismo- la expresión del genoma resulta en los fenotipos degenerativos que se han convertido en la nueva norma biológica de la era post-industrial.Nuestras conclusiones al respecto, provienen de la observación directa de las preferencias nutricionales de familias genuinas de cazadores y recolectores Inuit y Yup’ik en el Ártico, así como del análisis sistemático de la literatura antropológica de los últimos 150 años (2-5). Tal evaluación nutricional requiere profundas consideraciones, que implican el concurso de varias disciplinas científicas, factorizando también los rigores climáticos y el régimen de trabajo físico de dichos grupos (6). Desde una perspectiva antropológica, los alimentos a que vamos a referirnos –preparados y consumidos de un modo específico por cientos de generaciones- han dado a los humanos su potencia física, psíquica y reproductiva durante milenios, por lo que es seguro decir que han resistido la prueba del tiempo.
Fig.24 Hígado fresco. La densidad nutricional de este tejido es una de las más altas posibles. En particular, su concentración de vitaminas oleosolubles A,E,K y D es sumamente alta. En el caso del hígado de los animales carniceros (como osos y tigres) la concentración de vitamina A es tan alta que resulta tóxica si se ingieren más de 100 gramos de este.
Una noción fundamental para la correcta nutrición humana es que tanto nuestros antecesores inmediatos, los homininos[13] pre-humanos (6.000.000 AC), como los seres humanos primigenios (250.000 – 10.000 AC) se alimentaron
preferencialmente de órganos frescos, con frecuencia crudos, más que de la carne muscular de sus presas. Este concepto me fue rotundamente confirmado por mis guías Inuit, que se refieren a la carne muscular de sus presas de caza como “comida de perros” (7). Según los Inuit, para permanecer sano y fuerte, un ser humano (Inuk) debe comer las partes nobles del animal. La subfamilia de homininos, que solo incluye a los Hominidae bípedos, designa a los seres humanos, actuales o extintos, de nuestra propia línea evolutiva, desde que se produjo la divergencia filogenética con la línea del chimpancé hace unos seis millones de años. Todas las especies del género homo que caminaron de forma erguida –incluyendo al H. Neanderthalensis- se califican como homininos. 13
Hígado, seso, tuétanos, riñón, mollejas. Los tejidos de algunos órganos, en especial cuando no son excesivamente cocinados, tienen concentraciones muy superiores de micronutrientes en comparación con el tejido muscular (lomo, paleta, costilla, pechuga, muslo, etc.) de diferentes animales, que tanta demanda comercial tiene. El hígado y el seso son algunos de los órganos más ricos en vitaminas y minerales que existen. Una porción de 100 gramos de hígado contiene suficiente riboflavina y niacina (vitaminas B-2 y B3) como para alcanzar sus Dosis Diarias Recomendadas. Para denotar su importancia, solo basta recordar que la tiamina, la riboflavina y la niacina son precursoras de cofactores esenciales sin los cuales no es posible extraer energía de los alimentos, y su ausencia es incompatible con la vida. La niacina y la riboflavina, son precursoras directas de
las enzimas respiratorias FAD+ y NAD+ (Flavin AdeninDinucleótido y Nicotinamin Adenin-Dinucleótido), siendo esta última imprescindible para la activación de las SIRTUINAS, enzimas involucradas en la reparación del ADN. Ambos procesos son fundamentales para la vida, y para el mantenimiento de la salud celular a medida que envejecemos.
Fig.25 Seso de cabra, cocinado al estilo tradicional marroquí. A riesgo de herir la susceptibilidad de muchos, y con plena consciencia de la crueldad involucrada muchas veces
en la producción industrial de alimentos, debo señalar que el seso –con enormes cualidades nutricionales- se encuentra entre los más subvalorados alimentos del mercado.
De sustancial importancia en la nutrición humana, los órganos frescos han sido por milenios la fuente natural más abundante de vitaminas necesarias para las reacciones de metilación, que requieren ácido fólico, vitamina B-12 y colina. Las reacciones de metilación (transferencia de grupos metilo – CH3) son cruciales para una amplia gama de procesos biológicos de reparación del ADN, desintoxicación, biosíntesis de creatina y metabolismo de las grasas. La mayor parte de la metilación en el cuerpo humano ocurre en el hígado. El riñón, por su parte, tiene un perfil de nutrientes similar al hígado, siendo una fuente aún mejor de colina (400 mg cada 100 g), siendo también abundante en selenio, imprescindible cofactor de la enzima antioxidante Glutatión Peroxidasa, instrumental en el control del estrés oxidativo por radicales libres que mencionamos antes. El consumo de corazón (insistimos, no sobrecocinado) aporta cantidades sustanciales de coenzima Q10 (CoQ10), un factor molecular importante para la respiración celular, de especial importancia en la función cardíaca y la circulación.
Fig.26 Aunque es técnicamente un músculo, el corazón de los animales tiene un valor nutricional muy superior al del tejido muscular ordinario. Otro tanto sucede con el resto de los órganos, cuya función fisiológica requiere una concentración de elementos nutricionales muy alta. En opinión de los cazadores Inuit, la tan apreciada carne que demandamos los occidentales no es sino “comida para perros”.
Parece casi superfluo hacerlo notar, pero los órganos animales contienen los mismos nutrientes y metabolitos que utilizan nuestros propios órganos. Las mollejas por ejemplo (que no son otra cosa que el Timo del animal) son el sitio de maduración de los linfocitos T, y una de las fuentes de ácido
ascórbico para los cazadores/forrajeros del Ártico. 100 gramos de mollejas contienen la mitad de la DDR de vitamina C. Por su parte, los sesos tienen una alta cantidad de ácidos grasos de inmenso valor nutricional. Dependiendo de la especie, casi un 20% del contenido total de grasa cerebral consiste en el omega 3 DHA (Ácido Docosa-hexanoico). Comparado con el contenido graso del salmón entero, nuevamente, no los filetes magros sino el animal completo, de la cabeza a la cola, el seso de cordero contiene relativamente menos omega 3 –unos 600 mg de DHA por porción- pero aventaja con creces el contenido de ácidos grasos esenciales de la carne magra del animal en cuestión. Lo mismo vale decir para el resto de los animales, terrestres o marinos.
Fig.27 La grasa de cerdo comenzó a perder popularidad culinaria en los primeros años del siglo XX debido a la novela de Upton Sinclair, La jungla, que expuso las espantosas condiciones en la industria del envasado de carne. El libro incluía anécdotas de trabajadores que caían en cubas de grasa de cerdo fundida y, a veces, se pasaban por alto durante días hasta que "todo menos los huesos" salían al mundo en paquetes de manteca de cerdo.
Con respecto a los minerales, especialmente calcio, es probablemente necesario asegurarse su ingreso con los otros alimentos que mencionamos en esta sección. Su contenido es abundante en espinas comestibles de peces pequeños como las sardinas o los huesos blandos de aves, conejos, anguilas, ranas, etc., cocidos a presión, o alimentos similares como la médula o caracú. El magnesio, de gran importancia fisiológica, está menos presente en fuentes animales en general y es
probablemente el eslabón más débil aquí. El pescado contiene algo de magnesio, pero algunas de las fuentes más ricas son el cacao, el aguacate, las nueces y las legumbres.Según la base de datos del USDA, la mayoría de las vitaminas liposolubles se concentran en los órganos y la grasa, en particular la vitamina A, que está MUY CONCENTRADA en el hígado (aproximadamente el 534% de la Dosis Diaria Recomendada en una porción de 100 g). Para las otras vitaminas solubles en grasa (D, E y K), una vía segura para obtenerlas es consumir pescado graso. La vitamina D y otras vitaminas liposolubles pueden estar presentes en concentraciones moderadas a altas en la grasa de los animales de caza o de pastura, que pasan mucho tiempo a la intemperie, bajo la luz del sol. Huevos. La yema de huevo es el prototipo de la alta densidad nutricional. Sus vitaminas posibilitan las reacciones de metilación, e incluyen un componente crítico de las membranas celulares, fosfatidilcolina, que demás es necesaria para “exportar” grasa fuera del hígado. Estudios experimentales en ratones que no generan fosfatidilcolina muestran esteatosis hepática. La yema de huevo contiene 350 mg de colina x cada 100g. Grasa, músculos, tendones, sangre. En el paleolítico tardío, y con la invención de la agricultura, la grasa de los animales cazados o bien la grasa presente en la leche de los animales domesticados, fue decisiva para la supervivencia humana. Era gracias al consumo de suficiente grasa que nuestros ancestros alcanzaban a obtener un
balance calórico positivo. Al mismo tiempo, dado su rol en el funcionamiento y soporte estructural de los tejidos vivos, la obtención de materia prima para obtener colágeno es de importancia. Las mejores fuentes de colágeno y glicina en realidad no son los órganos enumerados anteriormente, sino más bien las partes del animal con mucho músculo liso, tendones o tejido conectivo. Algunos de los mejores ejemplos de alimentos con colágeno son las patas, la piel, el rabo y el intestino. Los huesos (de ternera por ejemplo) también son abundantes en colágeno, por lo que varias especies de cuadrúpedos y aves proveyeron tradicionalmente dichos nutrientes a lo largo de la prehistoria. Es útil mencionar que la glicina es un aminoácido condicionalmente esencial, lo que implica que en ciertas circunstancias –como después de una enfermedad, accidente o trabajo físico muy duro y prolongado- debe incorporarse en grandes cantidades. Si bien está presente en la mayoría de las variaciones de la dieta humana de todo el planeta, solo se haya en cantidades abundantes en los alimentos mencionados. Una de las mejores formas de aumentar la ingesta de glicina es consumir alimentos con colágeno que se hayan cocinado durante mucho tiempo. Esto da como resultado la conversión de colágeno en gelatina (que es más absorbible). He agrupado estos dos órganos porque el bazo es esencialmente una gran bolsa de sangre. En muchos mamíferos, se almacena una gran cantidad de glóbulos rojos en el bazo, pero esto es mucho menos pronunciado en los humanos.
El bazo y la sangre –en forma de morcillas- son increíblemente ricos en hierro (un factor crítico en la hemoglobina), nutriente imprescindible para el crecimiento, el desarrollo y por supuesto para el transporte de oxígeno en la sangre. Sin embargo, una cosa importante a tener en cuenta es que la ingesta alta de hierro podría ser problemática para cualquier individuo en riesgo de enfermedad hereditaria por sobrecarga de hierro (hemocromatosis). Como es lógico, los órganos y la grasa misma tienen un alto contenido de colesterol, lo cual es una ventaja, no un problema. El colesterol es la fuente molecular de múltiples hormonas humanas, así como de la vitamina D (al reaccionar con la luz solar). La correlación entre el colesterol y las enfermedades cardíacas se ha estudiado durante décadas sin poder describir ningún mecanismo causativo concreto que demuestre que el colesterol es causante de la patología cardiovascular.
Fig.28 La médula ósea, conocida como tuétano o caracú, fue uno de los alimentos cruciales para nuestros ancestros remotos. En efecto, dado que el tuétano era inaccesible para otros animales, pero los homininos podían extraerla por medio de hachas de piedra, acceder a estos nutrientes significó muchas veces la diferencia entre la supervivencia y la muerte por inanición.
La única conexión parece ser la acumulación de colesterol LDL oxidado en las placas ateroscleróticas, que terminan obstruyendo las arterias coronarias y carótidas. Curiosamente, los ácidos grasos poliinsaturados omega-6 unidos al colesterol son en realidad lo que se está oxidando en este escenario.
Esta es solo otra razón para desestimar el consumo de grandes cantidades de aceites vegetales (girasol, maní, soja, etc.) inundados de omega-6. Dichos aceites no fueron nunca parte de la dieta humana hasta siglos recientes, pero aún entonces, guardaban una proporción pareja con los omega-3. Los ácidos grasos rancios, es decir, la oxidación orgánica de dichos aceites poliinsaturados (peroxidación lipídica) es responsable directa de la caída en la difusión de oxígeno a través de nuestras membranas celulares, así como de la inflamación crónica de bajo grado, tan destructiva de nuestras células. Si bien no vamos a examinar dicha cuestión en este libro, la verdadera causa primaria de la patología cardiovascular es la disfunción endotelial, no el consumo de grasa saturada.
Fig.29 Yogurt natural a base de leche entera. Una parte sustancial de la Humanidad ha sobrevivido en base a alimentos fermentados como este durante milenios. Ya sea leche de cabra, vaca, búfala o yak, usando una ancestral ruta metabólica –la glucólisis- los lactobacilos fermentan la lactosa como fuente energética, dando como resultado un formidable alimento completo, fácil de digerir, y amigable para la microbiota.
La rasgadura del endotelio vascular –membrana viviente que tapiza interiormente nuestros vasos sanguíneos- proviene en lo fundamental de la pésima calidad del colágeno intra-
arterial, resultante de la crónica deficiencia de vitamina C que padecen los humanos malnutridos. Es tan fascinante (y espantoso) observar cómo un compuesto biológico crucial como el colesterol ha sido demonizado durante décadas, siguiendo un conjunto de lineamientos epidemiológicos incorrectos. Si órganos nobles como el cerebro y el hígado contienen tanto colesterol ¿qué podemos inferir sobre su importancia biológica y nuestras propias necesidades de colesterol? Yogurt. Tras la invención de la agricultura y asociada a esta, el inicio de la domesticación de los animales, muchos pueblos de lo que hoy llamamos Europa perfeccionaron el arte de fermentar la leche para preservarla mejor y hacerla más digerible. La fermentación en sí misma cumplió un rol importante en la supervivencia de los primeros grupos homininos, seis millones de años atrás, ampliando el rango de los que podíamos comer, así como el periodo de utilidad de los alimentos. Esto tuvo sin dudas un grado de contribución a la supervivencia de nuestros ancestros. Desde la Revolución Neolítica en adelante, los lácteos fermentados y la mantequilla han complementado la dieta humana, contribuyendo a la riqueza de nuestra microbiota, y con ello a la increíble capacidad de nuestro Sistema Inmune. Una observación interesante hecha por Ilia Metchnikov en su Teoría de la Longevidad (1907), inspiró a un admirador suyo, el médico japonés Minoru Shirota, a crear la bebida prebiótica Yakult en 1930. Metchnikov, premio Nobel de Medicina, asociaba la robusta salud y longevidad de los
pueblos ganaderos de los Balcanes, a su alimento principal: el yogurt (leche de vaca entera, fermentada por la bacteria Lactobacilus bulgaricus). El nombre comercial Yakult, es una japonización de “Yohurto” que es como se dice yogurt en Esperanto. El uso de este idioma sintético, que los librepensadores creían iba a ser la lengua universal de toda la civilización humana, revela el espíritu de Shirota-san. Nueces, pistachos, almendras, piñones, sésamo. Como sucede con las semillas en general (incluyendo los huevos de ave y huevas de pez, que son la simiente de los animales) la densidad nutricional de las estructuras vegetales y animales cuya función orgánica es garantizar la reproducción, resulta ser la más alta de todas. Inversamente, también podemos concebir que las semillas oleaginosas y legumbres son “los huevos” de las plantas, por lo que su riqueza nutricional es, en consecuencia, incomparable al del resto de estas. Para el propósito de este texto, bastará decir que las nueces oleaginosas (maní, almendras, nueces, avellanas, castañas) podrían aportar tranquilamente el 80% de los requerimientos macro y micronutricionales del humano adulto promedio -si se las consume crudas- por tiempo indefinido. Aquí ya hay, por cierto, un problema concerniente a los nutrientes termolábiles –que se destruyen con la cocción- y ciertas endotoxinas vegetales que dicha cocción neutraliza.
Fig.30 Evidencia científica de los variados beneficios de consumir regularmente pistachos. Como en todos los demás alimentos completos de la naturaleza, las semillas oleaginosas contienen muchos más nutrientes y sustancias vitalógenas (un neologismo de obvio significado) de las que siquiera tenemos noticia. Mucho queda aún por descubrir en materia de nutrición y su influencia en la salud humana.
Dado que son un alimento poderoso, lo cual incluye su potencial energético, algunas personas temen que consumir nueces en general les genere un desbalance hipercalórico, pero la evidencia muestra lo contrario. Dejando fuera las frutas
desecadas (pasas de uva, higo, etc.), verdaderas bombas de fructosa, con las nueces no se corre ese peligro. Un metaanálisis sobre 33 ensayos clínicos determinó que las dietas ricas en nueces no afectan significativamente el diámetro de la cintura ni el peso de los usuarios (1). Sin embargo, a pesar de no tener efecto sobre el peso corporal, las investigaciones vienen demostrando que quienes comen nueces consistentemente, viven más. Esto puede deberse a su capacidad para ayudar a prevenir una serie de enfermedades crónicas como síndrome metabólico, hipertensión arterial e hipercolesterolemia (2-9). Por ejemplo, un estudio realizado sobre más de 1200 personas consumiendo una dieta mediterránea clásica a la cual se agregaron 30 gramos de nueces por día encontró una disminución del síndrome metabólico más significativo que una dieta baja en grasas o una dieta mediterránea con aceite de oliva (10). Las semillas oleaginosas, especialmente las nueces y almendras, pueden regular la glucemia y la inflamación en personas con diabetes tipo 2 así como reducir el riesgo de ciertos cánceres (11-13), beneficiando de paso la microbiota al apoyar el crecimiento de bacterias intestinales amigables, incluyendo Bifidobacteria y Lactobacillus (14). La mayor parte de la grasa de estas nueces oleaginosas es mono-insaturada, conteniendo también grasas poliinsaturadas omega-6 y omega-3, y una fracción menor de grasas saturadas. Las nueces también contienen una serie de vitaminas (E, A, B) y minerales (magnesio, Zinc, Selenio), y se tiene cada vez más certeza de que las semillas oleaginosas o “frutos secos” tienen efectos favorables más allá de la reducción de lípidos.
En el caso de los pistachos (Pistacia vera) un interesante estudio encontró clara influencia positiva sobre la glucosa en sangre, los parámetros lipídicos, la inflamación, la oxidación y la función endotelial (el endotelio es la capa de células que tapiza el interior de los vasos sanguíneos (15).
Fig.31 En términos de densidad y amplitud nutricional los pistachos, nueces, almendras y muy especialmente el sésamo (siempre y cuando se consuman crudos o hervidos para preservar sus nutrientes termolábiles) se encuentran entre los alimentos de mejor calidad posible. Tostar las semillas oleaginosas es una práctica bastante común que limita el valor nutricional de las mismas, haciéndolas además ligeramente hepatotóxicas. Esto probablemente se deba a la alteración de los aceites poli-insaturados que contienen, cuyo “punto de humo” es muy bajo.
La dieta adicionada con pistacho mejoró significativamente la vasodilatación dependiente del endotelio (P=0,002, aumento relativo del 30%), disminuyó la interleuquina 6 (IL-6) importante marcador inflamatorio-, mejoró el estatus oxidativo, y aumentó la superóxido dismutasa (SOD) una poderosa enzima antioxidante. De entre todas las nueces oleaginosas comestibles quizá la más conocida y accesible después del maní es la semilla del nogal o nuez común (Juglans regia). Las nueces son un alimento muy popular, excelente fuente del ácido graso omega-3 ácido alfa-linolénico (ALA) (16), y parecen mejorar factores de riesgo de enfermedades cardíacas, quizá debido a su alto contenido en nutrientes que protegen el endotelio vascular. Varios estudios han encontrado que comer nueces redujo significativamente el colesterol total y el colesterol LDL mientras aumenta los niveles de colesterol HDL (17-19). También pueden mejorar otros factores relacionados con la salud del corazón, incluida la presión arterial y el flujo adecuado de sangre a través de nuestro árbol vascular (20, 21). Consumidas regularmente y en cantidades significativas, las nueces reducen la inflamación sistémica de bajo grado, un contribuyente de muchas enfermedades crónicas (22). Para nuestra grata sorpresa, debido al interés de mi laboratorio en las neurociencias, un ensayo clínico en estudiantes universitarios encontró que comer nueces aumenta el "razonamiento inferencial” lo que sugiere que las nueces -ya que son ricas en compuestos neuroprotectores como folato, melatonina y varios polifenoles- pueden tener efectos beneficiosos en el cerebro (23).
Las nueces tienen una mayor actividad antioxidante que cualquier otra semilla oleaginosa (24). Esta actividad proviene de la vitamina E, la melatonina y los compuestos vegetales llamados polifenoles, que son particularmente altos en la piel de las nueces frescas, cuya textura es parecida al papel (25). Un pequeño estudio en adultos sanos mostró que una comida rica en nueces previene el daño oxidativo a las moléculas de colesterol LDL en las horas siguientes a la ingesta, mientras que una comida con grasas refinadas no (26). Las nueces son mucho más ricas en grasas omega-3 que cualquier otra semilla, proporcionando unos 8 gramos por porción de 100 (27). La grasa omega-3 de las plantas, incluidas las nueces, se denomina ácido alfa-linolénico (ALA) y es una grasa esencial para la especie humana, lo que significa que es imperativo obtenerla de la dieta. Una sola porción de nueces por día provee las cantidad necesaria de ácidos grasos (8). Varios estudios observacionales indican que cada gramo de ALA que consume al día reduce el riesgo de morir de una enfermedad cardíaca en un 10% (28). Debe recordarse a este respecto que la inflamación está profundamente involucrada en la génesis de muchas enfermedades, incluyendo cardiopatías, diabetes, Alzheimer y cáncer, pudiendo ser intensificada por el estrés oxidativo. Los polifenoles de las nueces ayudan a combatir ambos fenómenos. Un subgrupo de polifenoles llamados elagitaninos puede estar especialmente involucrado. Se ha visto que nuestras bacterias intestinales convierten dichos polifenoles elagitaninos en urolitinas, compuestos que protegen contra la inflamación (29). El magnesio y el aminoácido arginina contenidos en las nueces también pueden disminuir la inflamación (30).
Un amplio rango de ensayos científicos sugiere que comer nueces consistentemente puede reducir el riesgo de ciertos cánceres, como el de mama, próstata y colon (31). Como se señaló anteriormente, las nueces son ricas en elagitaninos polifenólicos, materia prima para ciertos microbios intestinales que pueden convertirlos en urolitinas (32). Las urolitinas parecen tener propiedades antiinflamatorias en el colon, al tiempo que los multiples ácidos grasos de este alimento lubrican su interior acelerando el tránsito intestinal. Esto es relevante porque un paso más veloz de los restos digeridos disminuye el tiempo de exposición a las toxinas fecales que pueden dañar al intestino. Ambos factores podrían explicar cómo la ingesta de nueces ayuda a proteger contra el cáncer colorrectal. Las acciones antiinflamatorias de las urolitinas también podrían ayudar a proteger contra otros cánceres (33). Desde el punto de vista de su composición, las nueces son densas en calorías, pero los estudios sugieren que la energía absorbida de ellas es un 21% más baja de lo que cabría esperar por el cómputo de sus nutrientes (34). Por otra parte, comer nueces puede incluso reducir la voracidad.
Fig.32 Las semillas de sésamo (Sesamum indicum) son un auténtico tesoro nutricional. El sésamo negro crudo en particular, ha sido empleado con éxito terapéutico por la Medicina China por muchos siglos. Su contenido de vitamina E, lignanos, diversos antioxidantes, vitaminas del complejo B, magnesio, zinc, calcio, selenio y ácidos grasos esenciales, lo hacen una valiosa fuente nutricional. También son una fuente proteica de buena calidad.
Algunos estudios sugieren que comer nueces consistentemente ayuda a reducir la hemoglobina glicosilada y la presión arterial, un factor de riesgo importante en cardiopatías y accidente cerebrovascular, incluso en personas con presión arterial alta y en personas sanas bajo estrés
sostenido (35-37). Un interesante estudio (PREDIMED) estudió durante cuatro años a 7.500 adultos con alto riesgo de cardiopatía, alimentados a dieta mediterránea complementada con 15 gramos de nueces. Las personas de este grupo tuvieron una disminución superior a 0.65 mmHg en la presión arterial diastólica que las personas con una dieta idéntica pero sin nueces (38). Esto sugiere que los frutos secos pueden modular la presión arterial, lo que es relevante dado que aún discretas mejoras en la hipertensión disminuyen sensiblemente el riesgo de muerte por infarto. Por su alta densidad micronutricional (a estas alturas ya debes saber que la “pirámide alimentaria” es una aberración pseudocientífica) las nueces son uno de los alimentos que más contribuyen a una dieta racional, esto es, genuinamente saludable. Un estudio que incluyó más de 50,000 mujeres mayores observadas durante 18 años encontró que aquellas con las dietas más saludables -desde la perspectiva racionaltenían un 13% menos de riesgo de deterioro físico. Aunque tienen gran potencial energético (calórico), las nueces están repletas de vitaminas, minerales, fibra, grasas y compuestos vegetales esenciales que sostienen el vigor en las personas ancianas. Con el llamativo aspecto de una réplica diminuta del cerebro, investigaciones recientes sugieren que la nuez beneficia la cognición, debido a que sus componentes –ácidos grasos, polifenoles, vitamina E- reducen el daño oxidativo e inflamatorio del cerebro (40). En un estudio de 10 meses sobre la enfermedad de Alzheimer, los ratones alimentados del 6 al 9% de sus calorías en forma de nueces (equivalente a 30 a 45 gramos al día en personas) tuvieron mejoras significativas en las habilidades de aprendizaje, la memoria y
la reducción de la ansiedad, en comparación a un grupo de control sin nueces (41). Varios estudios observacionales en adultos mayores han relacionado el consumo de nueces con una mejor función cerebral, incluyendo velocidad de procesamiento, flexibilidad mental y memoria (42). Apreciada en Medicina Tradicional China, la ingestión frecuente de sésamo crudo y nueces ayuda a mantener la cantidad y calidad de la esperma, de modo que influye positivamente en la fertilidad masculina. Se sospecha que las dietas occidentales típicas, repletas de alimentos procesados, azúcar y granos refinados, y disruptores endocrinos, son en parte responsables por el declinar trans-generacional del número y actividad de los espermatozoides (30). La investigación en animales sugiere que comer nueces puede ayudar a proteger los espermatozoides al reducir el daño oxidativo en sus membranas (30, 31). ATENCIÓN A POSIBLES ALERGIAS: Las semillas oleaginosas como el maní se encuentran entre los ocho alimentos más alergénicos descritos, rivalizando con los mariscos. Los síntomas y reacciones de una alergia a cualquiera de estas nueces suelen ser graves y pueden llegar a producir un shock anafiláctico, con serias consecuencias si no se aplica tratamiento inmediato. Las personas con alergia a una o varias de estas nueces deben evitar dichas semillas por completo.
Fig.33 La extensa familia de las crucíferas incluye desde el brócoli y la coliflor hasta los repollitos de Bruselas, la col común y el kale. Como medida general de seguridad, es crucial que las verduras que se consumen hayan sido producidas bajo condiciones naturales (cultivo orgánico), dado que la presencia de pesticidas (24D, malathion, glifosato, etc.) produce un daño directo al organismo.
En la sección siguiente describimos una clase de alimentos de amplia distribución, las verduras crucíferas, que merecen
un estudio separado debido a sus numerosas propiedades beneficiosas. Como contrapunto, es también probable que algunas sustancias en ellas contenidas sean fitotoxinas (pesticidas endógenos), con efecto de tipo antinutriente, usualmente neutralizado por la cocción (ver sección La Venganza de las Plantas). Desde el punto de vista de su composición, las nueces son densas en calorías, pero los estudios sugieren que la energía absorbida de ellas es un 21% más baja de lo que cabría esperar por el cómputo de sus nutrientes (34). Por otra parte, comer nueces puede incluso reducir la voracidad. Verduras crucíferas. Por casi veinticinco años hemos empleado extractos de brócoli, coliflor, kale, repollitos de Bruselas y nabos como optimizadores en el tratamiento del síndrome metabólico, los trastornos cardiovasculares y el envejecimiento, así como diversas patologías degenerativas (incluyendo las neoplasias). Más específicamente, a partir de 2008 validamos su uso en patologías oncológicas -en especial para el cáncer de mama triple negativo- divulgando estos hallazgos entre miles de médicos a lo largo de cuatro ediciones de nuestro Congreso Panamericano de Terapia Metabólica. Esta familia de verduras tiene ya el respaldo de al menos 1200 estudios científicos que han validado la influencia preventiva y terapéutica de los isotiocianatos (2). Siempre y cuando no se destruyan por la cocción excesiva, las verduras crucíferas contienen además cantidades generosas de valiosos nutrientes, incluyendo aminoácidos esenciales, diversos precursores carotenoides de vitamina A (retinol),
vitamina K, folato, ácido ascórbico, potasio, fósforo, magnesio, zinc y manganeso. La serie de superalimentos dentro de este libro se referirá a aquellas comidas de las que se conoce con certeza que poseen compuestos bioactivos con efectos positivos en las principales patologías degenerativas (3) De interés para las personas veganas, dos de estas conocidas verduras -el brócoli y la coliflor- tienen un excelente balance de dichos aminoácidos esenciales (4).
Fig.34 Los brotes de brócoli contienen casi 100X más sulforafane que el brócoli ya crecido. Debe recordarse que el sulforafane se genera a partir de los glucosinolatos por medio de la enzima mirosinasa. El consumo de verduras crucíferas reduce significativamente el riesgo de cáncer, incluidas las neoplasias malignas de mama, pulmón, próstata, páncreas y colon.
Los dos principios activos contenidos en los vegetales de esta familia que más parecen impactar en la salud humana son el indol-3-carbinol y el sulforafane. Respecto de este último, se ha obtenido evidencia de que el sulforafane parece corregir alteraciones epigenéticas muy específicas en ciertos tumores. En dosis efectivas, el sulforafane revierte diversas aberraciones en la transcripción de ciertos genes implicados en la reprogramación del metabolismo energético de las células cancerosas. Para entender cómo puede ser esto posible debe saberse que los genes contenidos en la molécula de ADN de cada célula, están enrollados en estructuras en forma de ovillo: las histonas. El grado de enrollamiento de dichos ovillos, determina el grado de acceso que tendrá a cada gen la maquinaria transcripcional de la célula. Esta es la base de la epigenética, o influencia de factores orgánicos y ambientales en la expresión o silenciamiento de nuestros genes. A los profesionales de la salud les fascinará saber que los mecanismos por los cuales el sulforafane modula la transcripción de las unidades de la herencia (cada uno de nuestros genes) incluyen seguramente la inhibición de la enzima histona desacetilasa, la desmetilación de las histonas y modulación de microARN. Se ha visto por ejemplo que el extracto de crucíferas activa la ruta metabólica NRF2, que afecta la expresión de más de 200 genes con injerencia intracelular en procesos antiinflamatorios, antioxidantes y antitóxicos.
La idea de promover la salud mediante una dieta rica en verduras crucíferas, proviene de su asociación con una menor incidencia en una amplia gama de cánceres -mama, pulmón, próstata, colon y recto- así como un menor riesgo de enfermedad cardiovascular (5-7). Su adición a la dieta en tres a cinco porciones semanales alcanza para disminuir el riesgo de contraer cáncer en un 30% - 40% (8). Basándonos en revisiones sistemáticas de la literatura científica, la correlación entre la ingesta de verduras de la familia Brassicaceae o Cruciferae -ambos nombres genéricos son correctos- es posible afirmar que el consumo regular de al menos una porción por semana aminora también significativamente el riesgo de cáncer de la cavidad oral, faringe, esófago y riñón. Además, las verduras Brassica se han asociado con la inducción de mecanismos de protección contra la inflamación de las vías respiratorias superiores resultante de la polución ambiental, así como con una reducción de los marcadores de estrés oxidativo e hipertensión en los tejidos cardíacos y renales, implicados en la primera y la sexta causa de muerte, respectivamente (9-11). Estudios previos realizados en ensayos a gran escala en China también han demostrado que el sulforafane ayuda a revertir los efectos de los carcinógenos en el medio ambiente, mientras que otros estudios anteriores relacionan el compuesto con la prevención del cáncer de mama. Obteniendo sulforafane en la dieta. A este punto, dada su enorme extensión y complejidad, estamos más interesados en su inmediata incorporación a la
dieta que en una elucidación profunda de los mecanismos biológicos responsables de sus beneficios. Un truco de optimización en este sentido es tomar brotes de semillas de brócoli y/o mostaza, cuya concentración de isotiocianatos es casi 100 veces mayor a la de las verduras ya crecidas. Este tipo de abordaje se conoce como quimioprevención, e implica el uso de una sustancia química natural -o sintética no tóxica- que posea la capacidad de intervenir en la carcinogénesis en cualquiera de sus múltiples etapas. La quimioprevención es un prometedor enfoque para reducir el desarrollo y progresión de las neoplasias malignas. El sulforafane afecta la expresión de genes implicados en el metabolismo de las sustancias xenobióticas (fármacos sintéticos ajenos a nuestro organismo), la reducción (o antioxidación), la regulación del ciclo celular, las vías apoptóticas o de muerte celular programada, y la respuesta celular al estrés. Dado que en el brócoli, kale, repollo, etc., se ha demostrado una significativa acumulación de glucorafanin el precursor del sulforafane-, estas verduras serían las fuentes más prácticas. El sulforafane incorporado como brócoli -crudo o levemente salteado- se absorbe, metaboliza y excreta rápidamente, apareciendo el 80% en la orina dentro de las 24 horas siguientes a su consumo (12).
Fig.35 La cantidad y la robustez de los estudios científicos sobre quimioprevención con extractos de crucíferas es en verdad imponente. Dada su accesibilidad, nos parece un agregado dietario de gran relevancia.
El truco aquí es optimizar la absorción y biodisponibilidad, y está claro que sobrecocinar y/o congelar las verduras destruye o inactiva estos preciosos componentes. Hay muchos factores que pueden afectar la biodisponibilidad y, por lo tanto, el beneficio terapéutico, del sulforafane proveniente de la dieta, incluidas sus propiedades farmacocinéticas, la variabilidad genética de cada persona y el modo de preparación de los alimentos (13). Es interesante reparar en el hecho de que la conversión de glucorafanin en sulforafane se produce masivamente como resultado del trauma físico a la planta (aplastamiento, cortes, calor moderado). Esto implica que el sulforafane es en realidad una sustancia defensiva que dichas plantas han empleado para sobrevivir a sus predadores herbívoros durante millones de años. La conversión de glucorafanin en
sulforafane estimulada por del daño físico a la planta está mediada por la enzima mirosinasa, presente en las células de estos vegetales y producida también por la microbiota en colon de los humanos (14). Es importante considerar que hervir estas verduras por más de 1 minuto o someterlas al vapor por más de 4 minutos inactiva la enzima mirosinasa (15). La concentración de sulforafane necesaria para inducir actividad terapéutica aún no se ha determinado con precisión para la especie humana (los estudios experimentales se han realizado mayormente en roedores), pero podemos hacer una estimación aproximada basándonos en la dosis activa de multitud de modelos animales (108). La cantidad de glucorafanin en la dieta que se convierte en sulforafane biodisponible se calcula típicamente como el 20% de la cantidad total consumida por personas con dietas variadas (no fundamentalistas veganos) (16). Por ejemplo, la concentración de sulforafane que ha demostrado poder inhibitorio sobre xenoinjertos de cáncer humano en ratones, es de ~ 4,4 mg por kilo de peso por día (17). Esto corresponde a unos 300 mg de sulforafane ingeridos diariamente por una persona de 70 kg de peso corporal. La utilidad preventiva y terapéutica de las verduras crucíferas y el rol de los isotiocianatos, incluido sulforafane e indol-3-carbinol, en la prevención del cáncer y otras patologías degenerativas, se ha estudiado in extenso y se ha demostrado de manera consistente en una amplia variedad de modelos y sistemas. La biodisponibilidad y, por lo tanto, la farmacocinética del sulforafane en la dieta dependen de una variedad de otros factores, como el contenido de mirosinasa en las verduras tanto como en el intestino mismo del que las
consume, así como su modo de preparación y la individualidad bioquímica (determinada por polimorfismos genéticos) de cada persona. Aunque está disponible comercialmente como suplemento, el sulforafane aún no ha sido aprobado formalmente por la FDA para el tratamiento de enfermedades humanas, y es poco probable que lo sea, por razones de índole económica. Aun así, las propiedades quimiopreventivas del sulforafane y posiblemente otros isotiocianatos, sumada a su capacidad de ser selectivamente tóxico para las células neoplásicas y varios gérmenes patógenos, son sumamente prometedoras. En nuestra opinión, la enorme cantidad de literatura científica existente provee la justificación para incorporarlo como fármaco oncostático, tanto solo como en combinación con otras estrategias terapéuticas. Si estás contemplando su inclusión en algún protocolo de tratamiento, por favor consulta a un especialista. Suplementación con nutracéuticos en C.R.O.N. Un modo de obtener rápido provecho de la manipulación dietética para prolongar la vida es, como dijimos, el sistema de Restricción Calórica con Nutrición Óptima. Gracias a la ingeniería alimentaria disponible hoy, los suplementos nutricionales pueden contener decenas de veces más micronutrientes que los que se encuentran en la comida corriente. Así, es posible tener “lo mejor de los dos mundos”, es decir, practicar un grado tolerable de restricción calórica y a la vez disfrutar de una superabundancia de enzimas, catalizadores biológicos, antioxidantes, cofactores de la respiración celular, precursores de neurotransmisores, etc.
Este abordaje, denominado CRON (Caloric Restriction with Optimum Nutrition) es la única estrategia que, sin deprimir demasiado la vitalidad -aunque mermando necesariamente la fuerza máxima y la capacidad para deportes competitivosprolonga la longevidad máxima. El medio interno debería disponer de una cantidad sobreabundante de todos y cada uno de los nutrientes esenciales que cada célula necesita, pero sucede que las células deben competir por los nutrientes, dado que estos en realidad escasean. Por ejemplo, los glóbulos blancos (células inmunitarias) necesitan siempre de grandes cantidades de vitamina C. Si su número aumenta, como en cualquier estado infeccioso, toda la vitamina C es absorbida por los leucocitos quedándose los demás tejidos en un estado crónico de avitaminosis, que se evidenciada por hipoascorbemia (concentración plasmática de ácido ascórbico < a 0.5 mg/dL).
Fig.36 ¿Son suficientes los micronutrientes contenidos en la comida natural? Si lo que se pretende es mantener la vitalidad más allá de los 40 años, no. Las Cantidades Mínimas Indispensables (CMI) de nutrientes nos permiten sobrevivir y reproducirnos, pero tales cantidades no evitan que padezcamos cáncer, infartos o decrepitud. La vía más directa para mejorar la calidad de nuestras funciones celulares y prolongar la vida, es saturar el medio interno con abundantes micronutrientes en adición a una alimentación orgánica y noglucogénica.
Como resultado, la persona sufre crónicamente -sin que se den cuenta los médicos- de escorbuto. Llama poderosamente la atención, por cierto, el hecho de que que los signos y síntomas del escorbuto sean semejantes a los efectos tisulares que causan la radiación nuclear y el envejecimiento.
Más allá de los macronutrientes, proteínas, grasas, carbohidratos, el funcionamiento del organismo depende de la presencia de catalizadores enzimáticos sin los cuales la vida sencillamente se detiene. ¿Es suficiente una alimentación balaceada, completa, variada, etc. que supuestamente estamos recibiendo? Suponiendo que así fuera –francamente la evidencia indica lo contrario- tal dieta sería inicialmente, suficiente. Por esto quiero decir, los primeros años de vida y si todo marcha normalmente. Lo que necesitamos para subsistir y alcanzar la edad de la reproducción sí se puede obtener de una alimentación razonablemente completa. Sin embargo, en términos de prologar sustancialmente la vitalidad y la longevidad humana, tras pasar los cuarenta años incluso la mejor de las dietas es progresivamente insuficiente. Pero casi nadie tiene una alimentación real. En realidad, la alimentación contemporánea se caracteriza por una verdadera paradoja consistente en una sobreabundancia de calorías unida a una gran escasez de nutrientes. De este modo, gran parte de la población civilizada se encuentra simultáneamente obesa y mal nutrida. A principios del siglo XX, en el albor del descubrimiento de las vitaminas[14], varios experimentos dietéticos demostraron que la ausencia total de ciertos componentes en la alimentación causaba la muerte en poco tiempo. Dado que agregar pequeñas cantidades de estos misteriosos compuestos prevenía la muerte, el concepto vitamina quedo asociado desde entonces al de subsistencia, y por extensión al de dosis diminuta. Se consolidó la noción de que siempre que no padezcamos escorbuto, pelagra, beri-beri, raquitismo,
anemia perniciosa o anencefalia (clásicas enfermedades carenciales) solo necesitamos dosis minúsculas de los nutrientes. 14 El genio de Casimir Funk, descubridor de las primeras vitaminas, estriba en haber concebido el concepto mismo de que ciertos componentes misteriosos de la dieta eran imprescindibles, vitales.
“La verdulería -decían los médicos de entonces- es el único recurso necesario para obtener vitaminas.” “Tomar suplementos vitamínicos es inútil porque el cuerpo solo puede absorber una microscópica cantidad y expulsa el resto.” “Los suplementos vitamínicos solo sirven para fabricar orina cara.” Estos viejos conceptos, ya insostenibles, han plagado la práctica médica y la industria hasta la década de los noventa. No padecer de una enfermedad carencial invalidante indica que hemos ingerido la cantidad suficiente de tiamina, riboflavina, niacina, folato, cobalamina, ascorbato, etc. Sin embargo, las cantidades ínfimas que a duras penas conseguimos incorporar (léase, las DDR, o Dosis Diarias Recomendadas) no bastan para librarnos del cáncer, los infartos, la senilidad, la fatiga crónica o las enfermedades neurodegenerativas. Una extensa bibliografía disponible muestra que la suplementación con vitaminas, aminoácidos, minerales, oligoelementos y enzimas -en dosis óptimas para cada edad, condición, carga alostática individual, etc.modifica significativamente los síntomas y signos de numerosas enfermedades, o estados pre-mórbidos, aunque no sean enfermedades carenciales. Hay que tener en cuenta que, debido a nuestra individualidad bioquímica, los requerimientos nutricionales tienen un alto coeficiente de variabilidad. De este modo, lo que para una persona es una dosis óptima, para otra puede ser una dosis 50 veces inferior
a la que necesita. Concretamente, para una persona pueden ser suficientes unos 100mg diarios de ácido nicotínico, mientras otra necesitará 5.000mg cada día. Antes de escandalizarte con las cifras que acabas de leer, deberás tener presente que la información nutricional a que tiene acceso el público general e incluso los médicos, es antigua, inapropiada u obtenida incluso de fuentes terciarias (revistas y periódicos). La mayoría de los lineamientos iniciales concernientes a la relación de los nutrientes con las múltiples funciones fisiológicas son ya obsoletos. El uso óptimo, tanto en variedad como en abundancia, de vitaminas, aminoácidos, enzimas, y oligoelementos, puede contrarrestar los varios mecanismos de enfermedad y envejecimiento que están teniendo lugar en nosotros de modo continuo. Claramente, no enfermamos de tuberculosis porque padezcamos de una falta de antibióticos en sangre, ni padecemos alteración por falta de diazepam. Los antibióticos o las benzodiacepinas nunca fueron substancias naturalmente presentes en nuestro organismo. Antes bien, enfermamos por la falta de los numerosos nutrientes responsables de propiciar nuestras funciones orgánicas y psíquicas, entre ellas, la función inmunitaria, la sobresaturación de glucosa, así como por el impacto tóxico de cientos de sustancias ajenas al organismo, provenientes del procesamiento industrial. Cuando el prospecto de un complejo vitamínico dice contener de, digamos, vitamina B.6, el 100% de la Dosis Diaria Recomendada, debería agregar que esta dosis que se está recomendando solo es “suficiente para no contraer la enfermedad carencial tal o cual”. Si lo que el consumidor busca es prevenir o curar otros padecimientos orgánicos o psíquicos y retardar el envejecimiento, deberá encontrar la
Dosis Óptima Personal con la guía de un terapeuta ortomolecular. Sería también muy útil agregar una lista general de las enfermedades degenerativas e infecciosas que, se sabe, los antioxidantes ayudan a combatir, así como algunas referencias bibliográficas; u orientar al consumidor interesado a las fuentes científicas relevantes sobre nutrición celular en la web. Esto es, por muchas razones, sumamente difícil de implementar actualmente aun cuando ingerir megadosis de vitaminas, enzimas, aminoácidos y minerales, es sumamente seguro, particularmente en el caso de las vitaminas hidrosolubles. Resulta que las razones de la falta de información sobre nutrición de avanzada no son de índole científico ni económico, sino ideológico. El uso correcto y sinérgico, es decir combinado, de dosis óptimas de todos los nutrientes ha demostrado ser a la vez eficaz y seguro, salvo quizás en ciertos casos muy infrecuentes -personalmente no hemos sabido de ninguno en 27 años- de hipersensibilidad conocida a algún nutriente u otro trastorno particular. Casi todos los nutrientes tienen un índice terapéutico[15] muy alto, esto es, en ellos la dosis terapéutica es muchas veces menor que la dosis letal media (aquella que mataría al 50% de los sujetos de prueba). 15 IT = LD50 / DT donde, LD es la dosis letal media, y DT es la dosis terapéutica. Para la aspirina, la dosis letal media es de unos 250mg por Kg de peso corporal, o sea, unos 20 gramos para una persona de 80Kg.
Si consideramos la aspirina, por ejemplo, su dosis terapéutica máxima es de 1 gramo cada 8 horas. La dosis letal media (LD50%) en cambio, es de 20 gramos, con lo cual su índice terapéutico es = 20 (20/1). Lo que quiere decir que la
aspirina es relativamente segura. Los nutrientes, como ya se dijo, tienen todos altísimos índices terapéuticos -del orden de los cuatro dígitos- lo cual significa que son substancias sumamente seguras. El uso del Litio (Li) en Psiquiatría o de la vitamina B-12 en Medicina Interna es, sin que los médicos convencionales se percaten de ello, un ejemplo de megadosis de nutrientes a la usanza de la Medicina Ortomolecular, puesto que en ambos casos se utilizan cantidades de cientos y hasta miles de veces la DDR (Dosis Diaria Recomendada). No obstante, como en cualquier otro campo, también es posible cometer excesos. La insistencia de algunas escuelas de pensamiento en no tomar suplementos vitamínicos obtenidos por síntesis bioquímica, se debe probablemente a la ignorancia. Como hemos insistido por décadas, la función depende de la estructura. Si los receptores de membrana celular entran en contacto con una molécula de estructura correcta, esta efectuará su acción independientemente de su procedencia. Conviene recordar también que todos nuestros sistemas regenerativos declinan en el tiempo debido al efecto de los retornos decrecientes. Así, todo proyecto de restauración metabólica y longevidad tiene por fuerza que contar con un generoso aporte de nutrientes celulares. Esto es particularmente importante cuando se practica el sistema de ayunos descrito en este libro, cuyas propiedades rejuvenecedoras están bien documentadas. Para que las técnicas de rejuvenecimiento tengan efecto real y duradero, ya sean la cirugía, la implantación de células madre pluripotenciales o los ejercicios de alta intensidad, tendremos que tomar nutrientes en una cantidad y variedad tal que
permitan anular los efectos de la oxidación, la inflamación, la glicosilación. Una dieta humana perfecta. Los humanos tendemos a pensar en categorías absolutas, y como no podía ser de otra manera, venimos buscando hace siglos el equivalente al Santo Grial de la dieta. Desde una perspectiva antropológica y clínica, tras nuestra experiencia en el Ártico, en Córcega, y en particular, tras casi dos décadas de trabajo en oncología metabólica y neuronutrición, la más racional declaración que podemos hacer al respecto es que: 1. 2.
La alimentación humana debe ser congruente con su diseño genómico, y La práctica alimentaria puede cambiar en función de los resultados que quieran obtenerse en cada momento dado.
En el ámbito personal, debido mi desempeño como divulgador científico, todo el mundo supone que debo pertenecer a alguna escuela de pensamiento específica en cuanto a la dieta se refiere. ¿Eres carnicrudívoro? ¿Paleo? ¿Vegano? ¿Macrobiótico? ¿Low carb? ¿OMAD? ¿Sigues la terapia de Gerson? ¿Dieta alcalina? ¡¿Cuál es la mejor dieta?! Fisiológicamente, el cuerpo humano puede funcionar bien bajo condiciones nutricionales muy diversas. Esto podría expresarse diciendo que somos omnívoros condicionales, y se demuestra con claridad al examinar las dietas tradicionales de varios grupos étnicos de todo el planeta. Los habitantes originales de Okinawa construyeron su alimentación en torno al pescado y diversas variedades de nabos y algas, en tanto que en el interior de Angola algunos pueblos consumen mandioca fermentada. Por su parte, mis amigos los Inuit
consumen dietas tradicionales muy ricas en grasa animal y órganos crudos, en tanto que los Maasai –pastores africanosconsumen mayoritariamente proteínas, leche y sangre, con virtualmente ninguna verdura. Por el contrario, los habitantes de Kitava (Islas Trobrian) consumen casi exclusivamente vegetales y poca grasa, al tiempo que los neozelandeses de Tokelau, consumen dietas tradicionales plenas de grasa saturada. Las poblaciones que siguen una misma dieta tradicional por muchas generaciones sucesivas, contienen personas relativamente saludables con una incidencia mínima de enfermedades cardiovasculares, derrames cerebrales, diabetes, obesidad, artrosis, etc. Esto solo es posible porque el cuerpo humano es increíblemente adaptable a una amplia gama alimentaria y a un extenso espectro de condiciones ambientales. Gracias a esta versatilidad metabólica, es posible una salud robusta tanto si se come primariamente animales o primariamente vegetales, principalmente grasas o principalmente almidones, muchas veces al día o solo una vez. En la actual “guerra de las dietas”, diferentes escuelas de pensamiento toman posiciones fundamentalistas que dan la impresión de una auténtica religión nutricional. Pero mi perspectiva se funda tanto en la lógica de la biología evolutiva como en las observaciones antropológicas.
Fig.37 Deficiencias nutricionales en la población urbana norteamericana. Incluso para los magros estándares impuestos por las DDR (Dosis Diarias Recomendadas) casi la mitad de la población padece groseras deficiencias micronutricionales (vitaminas C, A, E y D) a pesar de encontrarse simultáneamente obesa. https://health.gov/our-work/foodnutrition/previous-dietary-guidelines/2015/advisory-report
Adscribo entonces a una filosofía nutricional flexible, basada en la evidencia experimental y clínica. En ese caso, por lo antedicho, no podría considerarme un agnóstico nutricional, sino más bien “politeísta”. ;-) En efecto, creo en muchos dioses nutricionales a la vez. ¿Cómo pueden estos programas de nutrición tan diversos generar retornos positivos? Pues bien, según nuestras observaciones, en el fondo las diferentes dietas producen efectos biológicos más semejantes de lo que se cree. Incluso los programas de nutrición fundados en hipótesis rotundamente erróneas, como la “dieta alcalina”, son vastamente superiores en calidad y cantidad a la dieta
americana estándar. Cuando se hace correctamente, las dietas Paleo, las dietas a base de plantas, las dietas basadas en carbohidratos complejos, las dietas low carb/high fat, etc., logran inducir efectos sistémicos como mayor consciencia, atención sobre la calidad nutricional y menor toxicidad. Tan solo prestar más atención a lo que come conduce a evitar alimentos nocivos y quemar grasa visceral. Ya sea que la atención esté centrada en evitar los carbohidratos, o bien en comer verduras, en alimentos orgánicos/de corral, o en alimentación de estilo paleolítico, etc. el factor común es que generan consciencia de uno mismo. Los defensores de la dieta paleo y Low Carb, quieren animales de granja, ricos en proteínas, altos en grasas saturadas y mínimamente procesados. Por su parte, los defensores del veganismo quieren más alimentos naturales de origen vegetal mínimamente procesados, ricos en fibra y antioxidantes. Nadie en su sano juicio recomienda comida chatarra, ultraprocesada y cargada de toxinas. En cambio, todas las escuelas coinciden en recomendar alimentos enteros, mínimamente procesados y ricos en micronutrientes. Y esa puede ser una de las intervenciones nutricionales más importantes de todas, más allá de su proporción de macros. Quienes se enfocan en una mejor nutrición, como sea que la definan, tienden a alejarse de los alimentos altamente procesados -pobres en vitaminas y oligoelementos, que el procesamiento destruye- y gravitan hacia alimentos integrales, con su valor nutricional intacto. Irónicamente, incluso dietas en polos opuestos resuelven por igual algunas de las carencias nutricionales más comunes (en especial, de vitaminas y ácidos grasos esenciales).
Fig.38 “Delicias” diabetogénicas de la Dieta Americana Estándar, consumida casi a diario en los países desarrollados.
Solo esto hace una gran diferencia, ya que las carencias nutricionales crónicas destrozan la salud. Otro factor común a todas las filosofías nutricionales, o más bien a todas las prácticas alimentarias racionales, es que reducen el monto calórico total[16], lo cual tiene impacto sistémico. No necesariamente por contar las calorías, sino por el mero hecho de centrarse en la conciencia y la calidad de los alimentos, lo que tiene el efecto de crear sintonía el propio apetito. 16
Al mismo tiempo, la adopción de un programa nutricional viene casi siempre de la mano del incremento del ejercicio físico. Los líderes de opinión en el ámbito de la nutrición son casi siempre buenos ejemplos de ejercitación física, por lo que sus adeptos incorporan también alguna forma de
entrenamiento. Entrenar produce un efecto sinérgico con la dieta y, al incorporarse a una tribu humana –física o virtualcon inclinaciones semejantes, se incrementa la adherencia al programa nutricional primario propuesto por dicha cultura. El ejercicio físico asociado a la cultura nutricional, tiene un poderoso impacto en la conversión biológica de alimentos – sea cual fuere su origen- en tejido funcional, lo que genera progresos visibles en la composición corporal, la performance y el bienestar de los adeptos a cada programa. Entrenar, no importa cómo, le gana al sedentarismo por knockout. La mejoría física, mental y estética es a menudo muy notable, lo cual suscita una opinión positiva y entusiasta de cada usuario acerca de su particular filosofía alimentaria… que frecuentemente termina en la adopción fundamentalista de una religión dietética. En lo alto, los dioses del Olimpo nutricional sonríen benevolentes. La venganza de las plantas. Un serio inconveniente del veganismo –en particular si predominan las verduras crudas- es la existencia de las endotoxinas vegetales, pesticidas naturales segregados por las propias plantas. Aun obteniendo las verduras de productores agrícolas enteramente orgánicos (es decir, sin pesticidas industriales) las personas que comen mayoritariamente plantas se exponen de continuo a sus naturales defensas químicas. Por eones, una guerra silenciosa se ha venido librando entre las plantas y todos sus depredadores, desde los insectos hasta los grandes herbívoros.
El Reino vegetal, del que se estima que hay unas 390,000 especies, no solo vive expuesto a las inclemencias del tiempo, sino también a infinidad de asesinos microscópicos. Legiones de bacterias, hongos e insectos pululan en los espacios verdes, al igual que un sinnúmero de animales “veganos” que devoran sin cesar al mundo vegetal. En la Naturaleza, las plantas han estado durante millones de generaciones bajo el constante ataque de estos industriosos devoradores –imagina ejércitos de hormigas, langostas y babosas- viéndose forzadas por tanto a sintetizar fitotoxinas específicas con el objeto de repeler a sus depredadores, o cuando menos inhibir su reproducción. Una de las ilusiones cognitivas remanentes de antiguas concepciones mágicas y animistas de la realidad es que todo lo natural es necesariamente bueno. Un análisis más profundo evidencia que la Naturaleza no es particularmente benigna, y que hay muchísimos más venenos que alimentos en el mundo que nos rodea. La cantidad de toxinas naturales en las plantas usadas por los humanos como comestibles es tan vasta que los especialistas en Química orgánica han estado caracterizándolas por más de 150 años… y aún no terminan. Las siguientes substancias -dependiendo de su concentración, modo de preparación y frecuencia de ingestión- pueden ser carcinógenas o teratogénicas.
Toxina
Alimento que la contiene
Safrol
Zarzaparrilla
Piperina
Pimienta negra
Hidracinas
Hongos (Gyromitra esculenta)
Agaritina
Setas (Agaricus bisporus)
Fuorocumarinas
Higo, apio, perejil, chirivía.
Solanina
Patata (brotes verdes)
Quinonas
Moho del café y harina
Quercetina
Cítricos (cascara)
Teobromina
Té negro, cacao
Anagirina
Leguminosas
Vicina y covicina
Habas blancas (Vicia fava)
Canavanina
Brotes de alfalfa
Progoitrina
Crucíferas
Metilglioxal
Café
Fig.39 Las semillas u otros productos alimentarios enmohecidos no debe jamás comerse ya que contiene poderosos carcinógenos, las aflatoxinas. El asqueroso hongo alergénico Alternaria alternata, frecuente en alimentos enmohecidos incluyendo trigo, tomate y papaya.El peor de todos, sin embargo es el Aspergilus flavus, que contamina desde las harinas hasta el maní salado y otros snacks envasados.
En tiempos recientes se han puesto de moda algunos métodos que intentan combatir enfermedades degenerativas, como el cáncer, con alimentos crudos, incluyendo grandes cantidades de brotes de alfalfa, soja, pasto verde, etc., todos los cuales abundan en fitotoxinas, sus indispensables
venenos vegetales. Los argumentos detrás de estas prácticas alimentarias sonen su mayoría de carácter emocional (es decir, son creencias) con poco o ningún fundamento sólido documentado. Los alimentos crudos son calificados de “vivos”, “conscientes” y así por el estilo. La dieta vegana crudívora, semejante a la de los monos arbóreos frugívoros, promulga volver a la forma primigenia, natural y no adulterada de alimentarse que tenían los homínidos hace 6 millones de años, antes de la conquista del fuego. Los monos veganos deben dedicarse a comer todo el dia para alcanzar los requerimientos esenciales. Solo que nuestro aparato digestivo no es capaz de digerir y transformar esas materias en la calidad y cantidad de nutrientes necesarios. A pesar de que viven con debilidad, frío e insatisfacción constantes (cuando no con hambre voraz) los adherentes a esta dieta insisten en argumentos antropológicos por entero improbables. No es lo mismo ser vegano en New York (trabajando como diseñador web, cajero de una tienda o reportero gráfico) que en la tundra helada, arriando ganado durante kilómetros, expuesto a las inclemencias del tiempo y en continuo esfuerzo físico hasta para ir al baño. Las demandas calóricas del desempeño natural para nuestra especie durante toda su evolución, fueron 3 a 4 veces mayores que las del Homo urbanus post industrial. Una sencilla cuantificación del gasto energético diario deja claro que nuestros ancestros –de haber adherido exclusivamente a esta dieta- no habrían podido sobrevivir a dos o tres inviernos, y mucho menos engendrar descendencia. Si bien es cierto que la dieta emblemática de la civilización
actual (fast food) es sumamente tóxica, una nutrición racional –basada en los sólidos conocimientos científicos disponiblessería la única conducta racional. Incidentalmente, hace tan poco como 120,000 años atrás, seres humanos vivían en promedio 18 años.
Fig.40 Las plantas, no pudiendo usar garras y dientes o escapar corriendo/volando/saltando/nadando, se cubren de espinas o sintetizan pesticidas naturales.
Ni con ellas ni sin ellas. Durante milenios, a través la Cuarta Glaciación, la Humanidad tomó la mayoría de sus micronutrientes directamente de los tejidos animales, de órganos como hígado, seso, mollejas, grasa, médula ósea, etc., compensando su nutrición en la corta parte veraniega del año, donde algunos alimentos vegetales aportaban una fracción de los nutrientes esenciales necesarios. La transición alimentaria del Paleolítico al Neolítico (el paso de cazadores a agricultores) dio una ventaja significativa al grupo Homo sapiens, si bien trajo frecuentes -y a menudo devastadoraspatologías carenciales por falta de nutrientes esenciales. Esta es la consecuencia biológica de comer básicamente harinas y tubérculos (carentes de vitaminas). Siendo la cocción un formidable recurso para acceder a los macronutrientes de vegetales imposibles de ingerir crudos (como garbanzos, frijoles, habas, semillas leguminosas y tubérculos), el uso del fuego es distintivo de la especie humana, y ha sido simultáneamente bueno para el grupo, pero insalubre para los individuos con acceso reducido a los micronutrientes esenciales.
Fig.41 Tan apetecibles, frescos, naturales e hipocalóricos como lucen, los vegetales necesariamente contienen cierta cantidad de toxinas endógenas que ellos mismos se vieron forzados a producir en el curso de su evolución para defenderse de los predadores. Muchos de esos pesticidas endógenos naturales (safrol, piperina, agaritina, y canavanina) son carcinógenos. La secreta guerra de las plantas contra todos sus predadores –incluyendo el género humano- les ha hehco generar también cantidades apreciables de inhibidores de la hormna progesterona y otros trucos para reducir la fertilidad de sus devoradores.
Por su parte, el ácido ascórbico, que los agricultores podían obtener únicamente de verduras y frutos, tienen un importante rol como anti-carcinógenos y muestran una correlación inversa con la incidencia de enfermedades degenerativas e infecciosas a lo largo de la historia.
La vitamina C ofrece protección anti-carcinogénica en animales tratados con radiación ultravioleta, benzopireno y nitrito. Nuestra especie es una de los pocos animales superiores incapaces de sintetizar su propio ácido ascórbico, que los Inuit y Yup´ik obtenían directamente de los órganos crudos de sus presas. Existe la hipótesis de que el ácido ascórbico ha sido en parte sustituido por el ácido úrico en su función de antioxidante durante la evolución de los primates, tras la pérdida de función del gen GULO[17] (hecho que se cree tuvo lugar hace unos 60 millones de años). 17 El
gen GULO, codificante para la enzima gulonolactona oxidasa, es responsable de la síntesis endógena de vitamina C en todos los animales superiores.
El ácido úrico es en realidad un potente antioxidante, que abunda en la sangre humana en concentraciones de entre 3 y 7 mg/dL, así como en la saliva, donde se piensa que confiere protección (junto con la enzima lactoperoxidasa) frente a varios carcinógenos. Alimentarse de órganos glandulares (mollejas, timo, huevas, hígado, etc.), ricos en purinas, aporta abundante ácido úrico, paliando al menos parcialmente la carencia de ascórbico. Lamentablemente, el exceso de ácido úrico puede empeorar la gota. Las semillas oleaginosas, junto con algunos pescados y plantas comestibles contienen el grupo de substancias (tocoferoles y tocotrienoles) colectivamente denominadas “vitamina E”. Los tocoferoles –siendo liposolubles- atrapan
radicales libres en la fase oleosa de las células (las membranas están hechas de fosfolípidos), y son por tanto de utilidad en el control de la oxidación. Se ha observado también un efecto protector del daño al ADN causado por la radiación. La vitamina E incrementa notablemente la resistencia al ejercicio intenso prolongado que, se sabe, puede producir grave estrés oxidativo y daño tisular. Los vegetales, especialmente los de color amarillo, naranja y rojo contienen β-Caroteno probablemente implicado en la protección la grasa corporal y los lípidos de las membranas de la oxidación. Los carotenoides parecen ser anti-carcinógenos en los seres humanos y se usan en el tratamiento de algunas enfermedades genéticas –como las porfirias- en las que la extrema sensibilidad a la luz parece deberse a la formación de un poderoso oxidante, el oxígeno simple (1O2). Finalmente, las plantas comestibles en general contienen cantidades variables de elementos anti-tóxicos como los bioflavonoides y los polifenoles que vienen evidenciando una amplia gama de acciones protectoras. Nota: Las fuentes más importantes de radicales libres son el peróxido de hidrógeno y el superóxido, -subproductos del metabolismo normal-, y los radicales del oxígeno que se liberan tras la fagocitosis de virus o bacterias (15). Nuestras células defensivas devoran a estos agentes invasores liberando radicales libres en el proceso, razón por la cual es tan útil aumentar generosamente la provisión de antioxidantes durante una enfermedad infecciosa. Otro evento común que libera muchísimos radicales libres es la inflamación (8). Los minerales Zinc y Selenio son anti-carcinógenos de extrema
importancia en el control de la oxidación por estas causas. Una dieta rica en Selenio inhibe significativamente la inducción experimental de tumores de la piel, hígado y colon, con diferentes carcinógenos, así como la inducción de tumores mamarios por virus (9). La escasez de Selenio en los suelos (y por tanto en la dieta) ha sido asociada fuertemente a la incidencia de diversos tipos de cáncer (16). ¿Qué hacer entonces? Los micronutrientes vienen acompañados de endotoxinas, o bien de la mano de montones de glucosa y fructosa, esto es un hecho, pero no comerlos nos impide vivir. Como dice mi amigo Brian Dean, "They f**ck you if you do, and they f**ck you if you don´t". Si no ingerir micronutrientes nos liquida, pero al incorporarlos con verduras tomamos también sus endotoxinas... ¿Hay algo que podamos hacer, para tener lo mejor de los dos mundos? La solución parece estar en la rotación y la pausa, es decir, variar estacionalmente la clase de alimentos que ingerimos – de esta manera se da una pausa al organismo para que descanse de las toxinas específicas que vienen con dicha comida- y en segundo lugar, obviamente, el ayuno profundo.
Miméticos de la restricción calórica.
Como hemos establecido en virtualmente todas nuestras publicaciones anteriores, uno de los determinantes primarios del deterioro de los organismos vivos es la entropía biológica, vale decir, la tendencia de todos los sistemas a descender a un estado de mínima energía y máximo desorden. Todos los modelos teóricos del envejecimiento –desde la deficiencia mitocondrial, hasta la glicosilación y la erosión de los telómeros- confluyen en el daño estructural de las células, por lo que es apropiado describir la senescencia como el resultado multifactorial de numerosas interacciones bioquímicas que causan daño acumulativo. La casi totalidad de los organismos vivientes tienen mecanismos de reparación –notablemente eficientes- que revierten los daños al ADN, las mitocondrias, el endotelio vascular, las células nerviosas, etc. Pero esta reparación es siempre sub-óptima. Por otro lado, la eficiencia de los mecanismos de reparación orgánica declina exponencialmente en función de la edad, en cumplimiento de la ley universal de los retornos decrecientes. Parte del proceso de reparación celular consiste precisamente en la autofagocitosis, o autofagia
regenerativa, que desmantela los componentes disfuncionales de la célula (3). Como explicamos, la autofagia es un mecanismo constitutivo o “servicio de mantenimiento del hogar” que gira en torno a la eliminación de proteínas y orgánulos dañados, y cuya modalidad adaptativa es crucial para mantener la homeostasis celular en condiciones de estrés ambiental e inanición (4). Es, en suma, uno de los mecanismos de supervivencia de las células frente a estresores ambientales o internos. Es así que dos tercios de la proteína que se fabrica en el organismo cada día provienen del reciclaje interno, no de la dieta. Los sustratos de la autofagia –aquello que autodevoramosson los orgánulos dañados, proteínas citosólicas y microbios ya neutralizados, que empaquetamos en vesículas intracelulares denominadas autofagosomas. En el momento oportuno, los autofagosomas se fusionan con lisosomas, lo que da como resultado la degradación enzimática de su contenido. Todo este proceso dinámico de autofagia se denomina “flujo autofágico” (6). Si bien en algunos tejidos este proceso ocurre continuamente de manera constitutiva, el 90% de la autofagia ocurre cuando los organismos se ven privados de macronutrientes. Existen, sin embargo, varias formas de inducirla y/o acelerarla empleando a nuestro favor la bioquímica. Algunos nutrientes y moléculas extraídas de plantas imitan la influencia de la inanición sobre las rutas metabólicas de producción de energía (ver ilustración sobre el Ciclo de Krebs). Se les conoce, por tanto, como miméticos de
restricción calórica. Dado que es un poco complejo para quien no está versado en bioquímica, lo describiremos del modo más sencillo posible. La primera forma de hackear la autofagia imitando la restricción calórica es obstaculizar la síntesis de un contribuyente primario del Ciclo de Krebs, la Acetil Coenzima A (AcCoA). Para ello se puede disminuir su producción a través de compuestos que agotan dicha AcCoA, o bien introducir inhibidores de la enzima acetiltransferasa, los cuales contrarrestan la transferencia de grupos acetilo (CH3C=O) desde el exterior de la célula. Otro recurso farmacológico sería la eliminación de AcCoA de la célula, activando desacetilasas, que facilitan la eliminación de grupos acetilo. Para no dejarlo en suspenso, el tan mencionado Ciclo de Krebs es sencillamente un conjunto de reacciones de interconversión que ocurre en el interior de las mitocondrias, como recurso para producir los intermediarios metabólicos que la célula necesite a cada momento.
Fig.42 El Ciclo de Krebs, vórtice bioquímico al que confluyen de un modo u otro todas las rutas del metabolismo energético.
Bosquejado en la página anterior, el Ciclo del Ácido Tricarboxílico, Ciclo del Ácido Cítrico o Ciclo de Krebs, ocurre
en el interior de las mitocondrias, y provee los intermediarios para decenas de reacciones de síntesis o bien de obtención de energía. Tal como en el antiguo adagio italiano, Tutte le strade portano a Roma[18], todas las rutas metabólicas parecen converger en el ciclo del ácido cítrico. ¡Todos los caminos nos llevan a Krebs! 5 nutracéuticos inductores de autofagia. Metformina: Ninguna lista de miméticos de la restricción calórica estaría completa sin la metformina, una importante molécula en el contexto de la prevención y tratamiento del cáncer. Proveniente de la planta conocida como “Ruda cabruna” (Galega officinalis) una planta usada por siglos en la península Ibérica y otras partes de Europa como galactógeno –propiciador de la lactancia- la metformina tiene un inmenso valor. 18 Cuya
traducción al latina sería “Omnes viae Romam ducunt”.
Niacina: La vitamina B-3, ácido nicotínico o niacina, nutriente esencial del complejo B cuya ausencia genera la mortal enfermedad denominada pelagra, ha sido descrita y estudiada a profundidad. Su influencia en la autofagia consiste en activar la proteína intracelular SIRT1, profundamente implicada en el envejecimiento por la reparación del ADN, que induce la autofagia estimulando las desacetilasas. Como beneficio adicional, la niacina también corrige el ratio de HDL:LDL. Curcumina: Presente en la dieta y la farmacopea Hindú desde hace siglos, la curcumina es un polifenol que se extrae de la raíz de la cúrcuma (Curcuma longa). De reconocida
eficacia como ingrediente antioxidante y antiinflamatorio. Su interés en este contexto es que la curcumina tiene actividad como inhibidora de la acetiltransferasa. Resveratrol: Cantidades farmacológicamente relevantes de este compuesto han mostrado fuertes propiedades antienvejecimiento, de especial interés en biogerontología. Si bien hay algo de cierto en la propaganda enológica que seguro ha visto el lector, lamentablemente, el contenido de resveratrol en el vino tinto es demasiado bajo como para ser efectivo. En efecto, haría falta consumir varios litros diarios de vino para alcanzar su dosis mínima efectiva. El resveratrol induce la autofagia a través de la vía mTORULK1 y reduce la inflamación, precipita la apoptosis en las células anaplásicas cancerosas y es otro poderoso antioxidante. En esta misma familia se halla el pterostilbeno, que en términos moleculares, es estructuralmente muy semejante al resveratrol. La única diferencia entre ellos es la presencia de dos grupos metoxi en la molécula de pterostilbeno que reemplazan a los grupos hidroxi en la molécula de resveratrol. El pterostilbeno podría tener una ventaja sobre el resveratrol porque parece que se absorbe mejor a través de la ingestión oral. Algunos estudios han demostrado que podría ser una molécula antioxidante y anticancerígena más potente. Sin embargo, puede que no sea un agente antiinflamatorio tan eficaz. Otro beneficio del pterostilbeno es que reduce el colesterol y la glucosa en sangre y mejora la sensibilidad a la insulina.
Fig.43 Más de tres mil años de observaciones clínicas y “evidencia anecdótica” destacaron los efectos beneficiosos del té verde en las medicinas tradicionales del Asia… pero casi dos mil estudios experimentales y/o epidemiológicos de la era moderna avalan sus efectos.
Catequinas: Este grupo de compuestos son el principal ingrediente activo del té verde, siendo una de ellas en especial –la EGCG- la más poderosa. EGCG es el acrónimo de epigalocatequina-3-galata, otro inhibidor de una variedad de
acetiltransferasas. La EGCG protege el corazón, cerebro y proporciona propiedades anti-obesidad, anti-cáncer, antidiabéticas y anti-aterogénicas, además de promover la salud del hígado y los vasos sanguíneos. Este compuesto, dada su tremenda influencia y su gran accesibilidad, merece un apartado especial. Aquí va: Inducción de la autofagia con EGCG. Ya hemos examinado a profundidad como el agotamiento de nutrientes, que es uno de los desencadenantes fisiológicos de la autofagia, da como resultado el agotamiento de la acetilcoenzima A intracelular (AcCoA) junto con la desacetilación de proteínas celulares. Suponemos que existen 3 posibilidades para imitar estos efectos, a saber (i) el agotamiento del AcCoA citosólico al interferir con su biosíntesis, (ii) la inhibición de las acetiltransferasas, que son enzimas que transfieren grupos acetilo de AcCoA a otras moléculas, principalmente leucina, o (iii) la estimulación de desacetilasas, que catalizan la eliminación de grupos acetilo de residuos de leucina. Hay varios ejemplos de compuestos naturales no tóxicos que actúan como agentes que agotan el AcCoA (Ej: hidroxicitrato, inhibidores de acetiltransferasa, ácido anacárdico, curcumina, epigalocatequina-3-galata, garcinol, espermidina) o activadores de desacetilasa (niacina, resveratrol), que son inductores altamente eficientes de autofagia in vitro e in vivo, en roedores. Otra característica común de estos agentes es su capacidad para reducir las enfermedades asociadas al envejecimiento y conferir respuestas protectoras contra el daño orgánico inducido por isquemia. Por lo tanto, los clasificamos como “miméticos de
restricción calórica” (MRC). Aquí, intuimos que los MRC pueden mediar sus amplios efectos salutíferos al desencadenar las mismas vías moleculares que son inducidas por la restricción calórica a largo plazo o la inanición total a corto plazo, y que implican la inducción de autofagia como un evento obligatorio que confiere citoprotección al organismo. De todos los compuestos increíbles del té verde (Camelia sinensis), la Epigalocatequina-3-Galata, abreviada como EGCG, es la clave de sus efectos anticancerosos. Casi dos mil ensayos científicos han abierto las puertas a la comprensión de los mecanismos farmacológicos de las catequinas y los efectos anticancerosos de esta milenaria bebida. (Palabras clave: polifenoles, ácido araquidónico, mTOR, indice apoptótico, ciclo celular, metástasis, COX-2, 5-LOX.)
Fig.44 A la fecha (Mayo, 2021) la búsqueda de los términos “EGCG + cancer” en la base biomédica PubMEd.gov arroja 1.963 artículos científicos. La validación experimental y epidemiológica de las propiedades farmacológicas de las catequinas de té verde es uniformemente positiva, y su efecto es dosis-dependiente.
Un importante conjunto de estudios epidemiológicos (1-7) de la era moderna ha revelado una correlación inversa entre el cáncer y el consumo sistemático de té verde en hebras (pero no el té negro, ni el té en bolsitas) siempre y cuando la cantidad consumida supere los 10 pocillos por día – equivalentes a unas 4 o 5 tazas occidentales. En nuestra experiencia personal a lo largo de tres décadas de intercambio con numerosas personas asiáticas apegadas a las maneras tradicionales de alimentación y cuidados de la salud hemos podido constatar que la cantidad de té verde consumida por los sectores más saludables de la población es no menor a dos litros diarios. Resulta ya evidente desde el punto de vista epidemiológico que los bebedores cotidianos de té verde tienen menos incidencia -y menos severidad- de cáncer de varios tipos, incluyendo próstata, ovario, condrosarcomas y neoplasias de cabeza-cuello (8-13). ¡No usar té molido en bolsitas! (sorry, Matcha) En el procesamiento de las hojas de Camellia sinensis para la producción de té verde estas son enrolladas y puestas a secar de un modo que minimiza su exposición al oxígeno, previniendo así la oxidación de sus principios activos. Cuando, por el contrario, las hojas son molidas y expuestas al oxígeno sus compuestos polifenólicos se oxidan, polimerizan, etc. convirtiéndose en un producto bien distinto: el té negro. Las bolsitas para el té fueron ideadas por Thomas Sullivan en 1902 y, además de té molido y oxidado, contienen solventes (como la epiclorhidrina, también usada en la manufactura de filtros de café, que al contacto con el agua caliente forma el agente químico 3-MCPD, un conocido carcinógeno) y hasta lejía, por lo que no son útiles para la salud.
Las catequinas, entre otros varios flavonoides, fueron generadas por las plantas en el curso de la evolución como protección contra factores ambientales dañinos (insectos, hongos, radiación, luz ultravioleta) y sus predadores herbívoros naturales (15). Algunos de estos factores de protección constituyen auténticas fitotoxinas, otros son antioxidantes o bien alcaloides. Tres gramos de té verde de buena calidad sometidos a infusión con agua caliente a 80 grados centígrados rinden unos 300mg de catequinas y otros polifenoles como quercetina, miricetina y campferol, así como unos 40 mg de teobromina y cafeína. Los polifenoles tienen una documentada capacidad antioxidante y han demostrado proteger al ADN del daño oxidativo (16,17,18), lo cual explica algunos de sus efectos inhibidores de la carcinogénesis. Al mismo tiempo, de manera semejante al doble comportamiento del ácido ascórbico (que funciona como antioxidante para las células sanas pero como donante de H2O2 para las células transformadas), la capacidad citolítica e inductora de la apoptosis sobre células cancerosas ya formadas que tienen los polifenoles del té verde parece deberse, al menos in vitro, a una actividad pro-oxidante selectiva. (19) Existe ahora abundante evidencia experimental que sugiere que la epigalocatequina-3-galata interrumpe a nivel celular la proliferación de diversos cánceres (incluyendo mama, páncreas, hígado, colon, orofaringe, fibrosarcomas) (18-24). En modelos animales la EGCG inhibe la carcinogénesis en varios estadios en líneas celulares de próstata, vejiga, esófago, estómago, pulmones, piel, hígado, páncreas y vejiga (13-17). A través de ensayos inmunohistoquímicos se ha podido determinar que la EGCG -en apropiadas dosisaumenta el índice apoptótico en el interior de los tejidos
tumorales un 50-90%, al tiempo que disminuye el índice de proliferación así como la densidad capilar (es decir, inhibe la neo-angiogénesis o formación de nuevos vasos sanguíneos en el estroma que sostiene a las células tumorales). Dados sus marcados efectos, resulta interesante ahondar en los mecanismos de acción de la epigalocatequina-3-galata. Hasta el momento, los siguientes mecanismos han sido descritos: 1. 2. 3. 4. 5. 6.
Inhibición de la cascada proinflamatoria del ácido araquidónico. Inducción de la apoptosis. Corrección de la cascada de señalización molecular intracelular. Inhibición de la angiogénesis. Control del ciclo celular. Bloqueo de la invasión y la metástasis por la inhibición de mTOR.
Nota: 1- La cascada de los ácidos grasos eicosanoides (así denominados porque contienen 20 carbonos) tiene como metabolitos terminales a la prostaglandina E2 y los leucotrienos, sustancias implicadas en la carcinogénesis de múltiples modos. El ácido araquidónico, materia prima de dicha cascada, es metabolizado por las enzimas ciclooxigenasa-2 (COX-2) y por las lipooxigenasas 5-, 12- y 15-, todas las cuales se encuentran sobreexpresadas en el cáncer. La EGCG y otras catequinas han mostrado inhibir las enzimas COX-2 y 5-LOX tanto in vitro como in vivo (25,26). * La expresión “Índice apoptótico” se refiere al porcentaje de células que sufren muerte celular programada. Nota: 2- El té verde ha mostrado ser capaz de suprimir el crecimiento tumoral induciendo la apoptosis (muerte celular
programada) por múltiples vías bien descritas: Daño al ADN, inhibición de la expresión de survivina, regulación de la kinasa-1, inducción del gen p53 y las caspasas, supresión de la helicasa p68 del DEAD box RNA, y varias vías más, todas ellas demasiado complejas para describirlas en este contexto (8,27,28,29…36). Nota: 3- (37-47) Nota: d- La EGCG es capaz de cortar el suministro de sangre a los tejidos tumorales inhibiendo el proceso de formación de nuevos capilares sanguíneos (neoangiogénesis) por múltiples vías (48-59). Nota: 4- Al bloquear el ciclo de división celular, los polifenoles del té verde detienen en efecto la proliferación de las células neoplásicas. Es particularmente prometedor el hecho de que la EGCG sea capaz de inhibir la enzima mTOR (mammalian target of rapamycin), una proteína que regula el crecimiento, proliferación y motilidad celulares, así como su síntesis proteica, transcripción genómica y, en definitiva, su supervivencia. mTOR integra la información proveniente de diversas vías moleculares, incluyendo la vía insulínica, factores de crecimiento (tales como IGF-1) y mitógenos. La mTOR percibe también el estado nutricional y energético de la célula, así como su estado redox. La ruta de señalización molecular de la mTOR que colecta e interpreta las numerosas señales de supervivencia recibidas por las células tumorales es un novedosa diana terapéutica que la EGCG explota eficazmente, pero, a diferencia de la rapamicina y sus análogos, lo hace sin toxicidad colateral alguna (60). A finales de los años noventa se determinó experimentalmente que la EGCG es un poderoso inhibidor selectivo de la enzima telomerasa –cuya función es reparar
los extremos deshechos de la molécula de ADN al concluir cada división celular. La enzima telomerasa está normalmente silenciada en nuestra especie, pero se activa en las células cancerosas confiriéndoles “inmortalidad” (61,62,…69). El té verde reduce el daño de los nitritos en la mucosa gástrica, consecuentemente, quienes lo beben a diario por largo tiempo tienen casi un 50% menos de riesgo de contraer cáncer de estómago. De igual manera, los fumadores que consumen abundante té verde tienen al menos un 45% menos de riesgo de sufrir neoplasias de distintos órganos comparados con otros fumadores que no lo beben (70-77). El crecimiento de las células del linfoma no-Hodgkin se redujo en un 60% cuando el té verde fue suplementado en la dieta de animales experimentales (si bien en este contexto cabe señalar el poderoso sinergismo de la EGCG con el ácido ascórbico que es sintetizado en cantidades superabundantes por los animales en estado de estrés, pero no en los humanos). La droga ciclofosfamida –en la mayor dosis terapéutica tolerable- no fue capaz de emular dichos resultados. (78,79). Si bien existen extractos de té verde de calidades y potencias diversas en el mercado, debido a la complejidad química de esta planta (que contiene carotenoides, clorofila, flavonoides, cafeína y ciertos micronutrientes cuyas propiedades beneficiosas apenas se han comenzado a caracterizar) lo más recomendable sigue siendo tomar la infusión tradicional en grandes cantidades (de 6 a 12 tazas) a lo largo de la primera mitad del día.
Restauración metabólica.
El genoma del Homo sapiens, tu genoma, se forjó en el curso de la Evolución bajo enormes presiones selectivas. De acuerdo con la evidencia antropológica, todas las subespecies del genus Homo sobrevivieron feroces rigores climáticos y frecuentes hambrunas por seis millones de años, coronados por la abrupta emergencia del ser humano conductualmente moderno unos 300,000 años atrás. Esta tremenda forja incluyó la última glaciación (115,000-11,000 AC), lo que implica que la mayor parte de nuestra evolución biológica ocurrió en un clima frío y ferozmente hostil, con predominio de alimentación carnívora (grasa, médula ósea y órganos) e intervalos irregulares de cetosis fisiológica (1,2). Entre la cetosis y la glucosis…
Durante toda la era paleolítica, antes de la invención de la agricultura, las hordas pre-humanas y humanas se sustentaron esencialmente de la caza y el forrajeo, entendiendo por esto último no la bucólica “recolección” de frutas tropicales y panales de miel colgantes que sostiene la imaginación popular sino, en lo fundamental, el esforzado y extenuante forrajeo de huevos de aves, porciones de animales –en especial, médula ósea- parcialmente devorados por grandes predadores carniceros, y los escasos brotes, bayas silvestres, almendras u otras semillas similares que a duras penas podían encontrarse una vez por año. Desde la perspectiva metabólica, nuestros ancestros (todo el genus Homo) evolucionaron desplazándose flexiblemente, cual péndulo, entre la saciedad y la hambruna. De hecho, para los cazadores/forrajeros, la cetosis fisiológica es el estado metabólico más frecuente. Esto significa que la mayor parte del tiempo nuestros organismos se veían forzados a oxidar cuerpos cetónicos como el combustible dominante, y solo en cortos y espaciados periodos de saciedad pasaba la glucosa a ser el sustrato más disponible para la respiración celular. Déficit calórico
Superávit calórico
Cetosis
Glucosis
Sobrealimentación Hiperglucosis
Tabla.1 Tres circunstancias alimentarias, tres estados internos. Los estados contrapuestos de glucosis, cetosis e hiperglucosis pueden compararse con las mareas alta, baja… y tsunami!
Un resultado de nuestro dominio tecnológico es que, en franca oposición a este natural estado oscilatorio, los humanos contemporáneos vivimos prácticamente nuestra vida entera en continuo estado de glucosis, sin retornar jamás al estado opuesto, lo cual tiene destructivos efectos en el tejido vascular y todos los órganos vitales.
Fig.45 Importantes miembros de nuestro propio genus, los Homo neandertalensis coexistieron (y cohabitaron) con nosotros durante milenios antes de su total extinción. En
efecto, el ADN de los Neanderthales está combinado con el nuestro, prueba de que ambas especies tuvieron intercambios no solo culturales sino biológicos. Las causas de la extinción de esta especie para-humana son aún imprecisas (¿guerra, infecciones, hambruna?) pero sugieren todas unas durísimas condiciones de vida.
Para remate, nuestra tremenda capacidad productiva de generar abundancia permite cada vez más acceso a ingentes montañas de comida, facilitadas al instante sin necesidad de contraer un solo músculo (salvo el extensor indicis propius). El resultado directo de ello es una condición fisiológica desconocida anteriormente para la especie humana: la hiperglucosis. Tan grande llega a ser la exagerada concentración de glucosa sanguínea en las condiciones fisiológicas de las personas modernas que nuestros propios riñones comienzan a excretar el azúcar sobrante a través de la orina. Este fenómeno, denominado glucosuria, sucede cuando la concentración de glucosa en orina supera la capacidad de reabsorción de los Recaptadores de Glucosa Asociados al Sodio (SGLTs), una familia de dispositivos celulares ubicados en los túbulos renales, cuya función ordinaria es rescatar o preservar el azúcar circulante para no perderla durante el proceso de filtrado sanguíneo que genera la orina. Las implicaciones de este fenómeno son obvias: En cantidades excesivas, la glucosa cesa de comportarse como un nutriente y pasa a ser tratada por nuestro propio organismo como una toxina.
Fig.46 Fórmula estructural de la glucosa y el beta-hidroxibutirato. El inmenso éxito de nuestra especie en la “conquista” de diversos nichos ecológicos de la Biosfera reside en parte en poder sostenerse con cetonas (derivadas de la grasa en reserva) cuando escasea el alimento.
Los recaptadores SGLT, cuya función normal durante centenares de milenios ha sido preservar la escasa glucosa sanguínea, impidiendo que se escape como parte de la orina,
se ven sobrepasados por la inmensa concentración de azúcar atrapada en la circulación. La hiperglucosis atrae agua hacia el interior de los vasos sanguíneos (osmosis) lo cual eleva la presión arterial y resulta además en la excreción copiosa de orina (dia-betes) cargada de glucosa (mellitus). Ya en plena filmación de mi documental Cáncer & Civilización, y en preparación para nuestras expediciones al Ártico, nuestro grupo de investigación hizo una exhaustiva revisión de la literatura médica y antropológica del último tercio del Siglo XIX y el primero del XX, en torno a la dieta y estilo de vida de los Inuit, los Yup´ik, los Evenki y otras naciones circumpolares. Estos documentos son de un enorme valor por el hecho de que registran las condiciones originales de existencia –y su impacto en la salud- de los últimos grupos humanos que aún eran esencialmente cazadores/forrajeros.
Fig.47 Una perfecta alegoría del empleo de dos combustibles por un mismo organismo, es el hecho de que los automóviles pueden usar tanto gasolina como Gas Natural Comprimido (GNC). De igual modo, la maquinaria humana puede usar alternativamente cetonas o glucosa en función de las circunstancias externas. Si bien el resultado inmediato de usar uno u otro es el mismo: la liberación de energía en forma de ATP, usar únicamente glucosa como fuente energética estropea, a la larga, el organismo.
En lo relativo a la morbilidad y mortalidad por cáncer, así como otras enfermedades degenerativas o infecciosas, se revisaron, tabularon y contrastaron datos relevantes sobre la condición física, la dieta y la prevalencia de enfermedades en sociedades paleolíticas, con datos comparables de grupos
intermedios (agricultores y pastores del mediterráneo por ejemplo) así como de países industrializados. Los cuadernos de bitácora mantenidos por los capitanes de cada barco ballenero (whalers), que oficiaban además como médico en jefe de abordo para ahorrarse el sueldo de un facultativo, fueron especialmente instructivos. La literatura estudiada se centra en informes sobre diversos grupos tradicionales: pastores, horticultores rudimentarios y agricultores simples, así como cazadoresrecolectores. En cada caso, los grupos analizados se asemejan mucho más a los humanos del Paleolítico tardío que a nosotros mismos con respecto a factores como la cantidad de ejercicio y los niveles dietéticos de grasa, proteína, vegetales, tipo de cocción, etc.) que se considera que pueden influir en la prevalencia de las enfermedades de la civilización La era del Paleolítico Tardío, los últimos 40.000 años inmediatamente anteriores a la invención de la agricultura, puede considerarse el último período de durante el cual el pool genético humano interactuó con circunstancias ambientales para las que se había seleccionado originalmente en el transcurso evolutivo. Las dietas de los humanos del Paleotítico deben haber variado mucho con la latitud y la estación del año, forzando a los cazadores/forrajeros a una adaptación continua, con períodos alternantes de relativa abundancia y escasez. En nuestra apreciación, ciertamente no existía un patrón de subsistencia universal y fijo como el de hoy en día. Es nuestra argumentación lógica que las necesidades nutricionales de todos los humanos de la Edad de Piedra solo pueden haberse
satisfecho con caza libre y verduras silvestres, razonamiento desde el cual se pueden extrapolar generalizaciones culinarias, biomecánicas y fisiológicas bastante útiles.
Fig.48 Los “recaptadores de glucosa asociada al sodio” se encuentran en los túbulos renales, y tienen la función de rescatar el azúcar circulante para que no se pierda junto con la orina. La única razón por la cual nuestros propios riñones se ponen a excretar un nutriente –lo que sería letal en condiciones de carestía o hambruna- es porque su concentración es tal que su presencia pasa a ser tóxica para el organismo. Los niveles de glucemia superiores a 150 mg/dL, superan por más del doble la media glucémica de los cazadores/forrajeros (63 mg/dL). En tales circunstancias, la concentración suprafisiológica de azucares en sangre debe recibir su justa denominación: hiperglucosis.
La cantidad de proteína, especialmente la proteína animal, era alta. La ingesta proteica media para 58 grupos de cazadores-recolectores estudiados en el siglo pasado alcanzaba un tercio de la ingesta total, y la ingesta proteica en
el Paleolítico tardío puede haber sido aún mayor, en tanto que la ingesta de colesterol normalmente habría superado la que ahora es común en las naciones industrializadas (1). La dieta urbana contemporánea obtiene alrededor de un 12% de su energía de las proteínas y, en flagrante disparidad con los requerimientos humanos prehistóricos, contiene una desmesurada cantidad de energía disponible, relativa al gasto calórico promedio. La cantidad de carbohidratos que obtuvieron habría variado inversamente con la proporción de órganos, grasa y tejido muscular en su dieta pero, exceptuando los pueblos del Ártico –cuya ingesta de vegetales era virtualmente cero- casi todos los grupos paleolíticos habrían obtenido mucha más fibra vegetal insoluble que la mayoría de los humanos modernos. Para algunos grupos, la disponibilidad de azúcares simples, frutas y miel, habría variado según la estación. Durante un período de dos a cuatro meses, su ingesta podría haber igualado a la de los humanos actuales, pero durante el resto del año habría sido mínima o nula. Las cantidades de ácido ascórbico, riboflavina, niacina, ácido fólico, vitamina B12 y hierro disponibles para nuestros ancestros, probablemente excedieron las consumidas por los europeos y norteamericanos de hoy, con una abundancia[19] general de micronutrientes. La disponibilidad de vitaminas combinada con ayunos frecuentes y vigoroso ejercicio, tiene un marcado contraste con el patrón en las naciones industrializadas de hoy, que padecen la paradójica combinación de obesidad con malnutrición (2). Los humanos del Paleolítico obtuvieron mucho más potasio que sodio de sus alimentos (al igual que todos los demás mamíferos), siendo su ingesta diaria promedio de sodio menor
a un gramo, apenas una cuarta parte del promedio estadounidense actual. De hecho, los pueblos del Ártico no agregaron jamás sal a su comida hasta 1890. Con la posible excepción del yodo en lugares del interior con suelos pobres. [19]
Dado que el inicio de la domesticación de animales ocurrió al mismo tiempo que la invención de la agricultura, nuestros ancestros no criaban ganado ni comían productos lácteos. A pesar de esto, su ingesta de calcio y vitamina D, en la mayoría de los casos, habría superado con creces la consumida generalmente en el siglo XX. La frecuente escasez de alimento, unas condiciones climáticas increíblemente hostiles y su capacidad de adaptación, transformaron a los homínidos en un ente biológico versátil, capaz de realizar extenuantes exigencias físicas y sacar provecho de ello, quedando inscriptas en sus genes estas ventajas adaptativas. En su evolución, el genus Homo fue desarrollando la flexibilidad metabólica necesaria para tolerar la escasez de alimentos, pendulando entre dos estados fisiológicos (el de la saciedad y el de la inanición), con regímenes bioquímicos internos muy diferentes. Las actividades para procurarse el alimento: pesca, caza, forrajeo y más tarde pastoreo de ganado y labranza, entre muchas otras tareas físicas imprescindibles para la supervivencia, tienen en común evidentemente- un alto costo energético. Es común, para todas las especies en estado silvestre, sufrir períodos de inanición que pueden durar muchos días.
Tras evaluar miles de sujetos humanos sabemos de seguro que, en el adulto con función hepática indemne, aún la dieta totalmente carente de carbohidratos –si no es restringida- no genera cetosis. Desde el punto de vista nutricional, debemos diferenciar la dieta glucogénica (centrada en carbohidratos) de la dieta no glucogénica (centrada en grasas y proteínas, y mal denominada cetogénica). El hecho aislado de restringir, o incluso eliminar los carbohidratos de nuestra dieta no genera cetonemia. Encontramos pues dos aspectos: el nutricional y el termodinámico. Para que llegue a haber cetosis, tiene que haber autofagia, y para que esto suceda debemos restringir el aporte calórico a la dieta… o incrementar el gasto calórico por encima de la ingesta. Para replicar el estado capaz de impactar positivamente sobre las patologías degenerativas se precisan dos factores:
Fig.49 En Nunavut, el extenso territorio Ártico de Canadá, donde aprendimos valiosas lecciones antropológicas y humanas junto a los Inuit. En la foto, nuestro guía, el cazador y escultor Pierry, hijo de Apilardjuk.
1. Dieta no-glucogénica (que en ocasiones podrñiamos llamar cetonurica), y 2. Restricción calórica y/o ejercicio físico intenso. ¡Este es el aspecto termodinámico!
Inmensa es, la lista de trastornos orgánicos que causa el modo de vida civilizado, pero tratar de atajar los síntomas o consecuencias de ella con drogas farmacológicas es un mal camino. Para solucionar las causas primarias, la medida inmediata más importante a tomar en términos de optimización de la salud, es la rehabilitación del metabolismo energético. Como ha venido alertando nuestro laboratorio en los últimos veinte años, la alimentación moderna está -en
contraposición al régimen vital paleolítico- repleta de carbohidratos simples, azúcares refinados y aceites de fácil degradación oxidativa. Ello nos expone a la posibilidad de padecer condiciones degenerativas que plagan la salud. Agregado a esto, una pobre demanda física para conseguir el sustento, a menudo tan minúscula como mover nuestro dedo índice, multiplica el efecto negativo de la dieta contemporánea. Este último aspecto es bastante grave porque la falta de ejercicio vigoroso implica una caída de la presión parcial de oxígeno (ptO2) en los tejidos, lo cual es en sí mismo un factor inductor del metabolismo fermentativo, distintivo de las neoplasias. Ya no queda ninguna duda de que la intolerancia a la glucosa, hipertensión arterial, dislipidemias, obesidad, hiperfibrinogenemia, microalbuminuria, infartos, aterosclerosis, cáncer, etc, son condiciones derivadas de la dieta y estilo de vida post-industrial. La posibilidad de combatir enfermedades degenerativas y/o infecciosas con cetosis cíclica (nutrición y ejercicio) se basa como hemos descrito, en el hecho de que dos combustibles biológicos son empleados rutinariamente por los organismos superiores. Uno (glucosa), predomina durante la fase anabólica de saciedad, siendo favorable a la reparación orgánica, el crecimiento, cicatrización y la acumulación de reservas energéticas, así como a la progresión del cáncer y las infecciones. El segundo combustible (cetonas), predomina en la fase catabólica de hambruna y propicia el reciclaje de proteínas envejecidas y orgánulos celulares deteriorados, oponiéndose por ello a la replicación celular y la proliferación bacteriana. Así como un automóvil puede utilizar varios tipos de combustible, también los mamíferos -y claramente todas las especies superiores- cuentan con el mecanismo para
transformar diferentes fuentes energéticas en trabajo. La analogía del auto que pasa a usar GNC en vez de gasolina ilustra bien el fenómeno switch o transición de un combustible orgánico dominante a otro (de glucosa a cetonas) y viceversa. Aunque no es cómodo ni muy agradable, el diseño de nuestra máquina biológica requiere ejercicio vigoroso y frecuentes periodos de inanición para repararse a sí misma y renovar sus piezas celulares. Por millones de años fuimos esencialmente cazadores, y así ha sido hasta tiempos muy recientes. Ciertamente, la evidencia epidemiológica es clara y robusta a este respecto, los pueblos del Ártico sencillamente no tenían cáncer hasta la introducción de la dieta europea (3-5). En medio de nuestra tercera expedición, pendulando entre la saciedad y la hambruna, conversábamos de noche en la penumbra de nuestro iglú con nuestro guía Pierry, hijo de Apilardjuk (célebre cazador Inuit de Nunavut) sobre cómo el otrora saludable pueblo Inuit ha perdido progresivamente su cultura y su fuerza. Estas conversaciones con los pocos cazadores del Gran Norte que aún viven de la tierra[20] fueron lo mejor de nuestras aventuras científicas en Nunavut, donde siempre surgía el tema de la “dieta de los esquimales” en su relación con la ausencia de cáncer entre las comunidades de cazadores. La expresión “vivir de la tierra” (living off the land) significa sustentarse con lo que la tierra ofrece, que en el caso de los Inuit es la caza y la pesca, ya que ninguna otra cosa –con excepción de cierto liquen que comen los caribúes- crece allí. 20
Fig.50 Diagramas tipo “torta” de tres modelos alimentarios: 1. glucogénico, 2. noglucogénico, 3. cetogénico. Los dos primeros, representan porciones de alimentos cualitativamente distintos pero con idéntico aporte energético (isocalóricos). El tercero, es deficitario en calorías. Nótese que el segundo y tercero son cualitativamente idénticos. Una verdadera inducción de cetonemia requiere tanto la supresión de carbohidratos como la restricción calórica o déficit energético.
Cierta noche en particular, luego de dos días de infructuosa cacería de caribúes que debían ser nuestro sustento, Pierry dijo[21]: “The kabluna think we hunters had fat all the time. Truth is, usually, starvation was hunting us!” Traducción: Los kabluna (extranjeros), piensan que los cazadores teníamos
grasa (alimento) todo el tiempo. En verdad, usualmente, ¡la hambruna nos cazaba a nosotros! Un escalofrío me recorrió la nuca. De esa sencilla manera, nuestro avezado guía ponía en ridículo la romántica concepción idealizada del cazador saludable, libre y feliz. Nuestra existencia se fundó sobre la base de una dieta noglucogénica y de frecuentes ayunos involuntarios, eso está claro. Pero si bien es cierto que los rigores e incertidumbres de la vida paleolítica, atravesada por inanición, constantes esfuerzos, terribles traumas físicos, inclemencias climáticas y aislamiento tenían el efecto colateral de no producir enfermedades degenerativas, replicar ese beneficio en el hombre de ciudad es bastante improbable. El más arduo problema con respecto a la salud humana, reside dentro del Hombre mismo. La solución a las patologías degenerativas está a nuestro inmediato alcance: ayuno, nutrición, ejercicio y suplementación. Anhelamos un retorno al origen, pero virtualmente nadie quiere regresar a la precaria vida nómade de nuestros ancestros cazadores. En mi caso, aún con mi espíritu aventurero y mi avidez por los viajes y descubrimientos, pasar más de un mes a la intemperie bajo los rigores del clima y la relativa poca higiene de vivir en cuevas, tiendas de campaña, iglúes, yurtas o bohíos (dependiendo de dónde sea la aventura) se termina volviendo irritante bastante rápido. En medio de todo nuestro rechazo al ultra procesamiento de los alimentos, creciente polución ambiental y comodidad excesiva de la sociedad post-industrial, está también el hecho de que apreciamos la tecnología, la limpieza, la belleza de los
diseños y las expresiones de nuestra cultura francamente, nos encanta disfrutar. Rehabilitación del metabolismo energético.
que,
Un modo rápido, seguro y con profundos beneficios en la salud integral, para restringir calorías y alcanzar la cetosis fisiológica, consiste en la práctica voluntaria del ayuno profundo practicado a intervalos irregulares. Durante el mismo, la manera práctica de cuantificar el estado de cetosis es por medio del ratio cetónico, resultante del cociente entre la cetonemia y la glucemia, el cual debe ser mayor a 0,5. Una de las investigaciones más seriamente documentadas sobre restricción calórica fue realizada durante el año 1945 en la Universidad de Minnesota. Los 36 voluntarios del estudio, con buena condición psico-física, fueron controlados clínica y bioquímicamente durante el proceso de adelgazamiento, ajustando su dieta individualmente para que se produjera una pérdida de hasta el 25% de su masa corporal inicial. La investigación reveló valiosos datos sobre la inanición en humanos. La restricción calórica es, por cierto, el único método validado para prolongar la vida en cualquier especie (3). Interesantemente, en la industria avícola, cuando las gallinas ponedoras se encuentran ya viejas y obesas, disminuyen su producción y sus huevos se tornan frágiles y se rompen, se lleva a cabo una práctica llamada replume, en la cual se les restringe el alimento provocando una disminución de hasta un 35% de su peso corporal inicial.
Fig.51 Diferentes intensidades de autofagia en diferentes órganos antes y durante la restricción calórica. Notablemente, hígado, corazón y páncreas son de los órganos más sensibles al ayuno.
Durante el ayuno las gallinas pierden completamente su plumaje viejo, el cual brota nuevamente al ser realimentadas,
recobrando sus huevos la densidad mineral normal y prolongando la vida útil del ave. Nuestra experiencia documentada con la práctica de ayuno-terapia, revela el interesante comportamiento de los sustratos energéticos durante diferentes períodos de tiempo. La ausencia de ingesta alimentaria puede sostenerse por períodos relativamente largos, en algunos casos hasta 21 días, resultando perfectamente practicables los ayunos más prolongados. El cuerpo, en estado de autofagia, se vale de sus propias reservas. La indicación precisa de su duración y un adecuado control y seguimiento por personal entrenado son fundamentales. En personas aún libres de cáncer, el ayuno constituye una potente estrategia terapéutica para renovar la dotación mitocondrial, bloquear una potencial tumorogénesis e inducir la reparación del organismo. Por otra parte, en ciertos modelos experimentales de tumores implantados se ha podido incluso replicar los efectos antimitóticos de ciertas quimioterapias, como el metrotexato, sin sus daños colaterales.
Fig.52 Nuevas técnicas inmunohistoquímicas permiten visualizar moléculas específicas asociadas a la autofagia. (Crédito: Yoshinori Ohsumi et al.)
Restringir el ingreso de energía manipulando con precisión la dieta impacta específicamente las rutas de señalización (IGF-1 / PI3k / AKT / HIF-1α / mTOR) involucradas en ciertas conductas centrales del cáncer, como la proliferación celular, la evasión de la apoptosis, y la angiogénesis (4). La reducción de la disponibilidad de glucosa impacta el proceso de fermentación glucolítica (gobernada por la enzima LDHA) y la ruta de la pentosa-fosfato, vías requeridas para la supervivencia y proliferación de muchas clases de células tumorales (5). De interés terapéutico, la actividad física intensa promueve la utilización de glucosa por parte del tejido muscular y profundiza aún más su déficit, facilitando la transición hacia la cetosis. La combinación de ejercicio y restricción calórica mejora además la oxigenación sistémica, estimulando una óptima función del Sistema Inmune, recobrando la elasticidad y funcionalidad vascular, deprimiendo la insulinemia y la glicosilación sistémica, mejorando de forma integral al organismo... una auténtica rehabilitación metabólica (6). Existe una correlación lineal entre el IGF-1 (Factor de Crecimiento Insulínico-1), los niveles de glucosa y el peso tumoral. También, para tener impacto en el crecimiento de los tumores (para que sea realmente cetogénica, es decir, que en verdad genere cuerpos cetónicos en sangre) la dieta NO PUEDE SER IRRESTRICTA. Esto se ha establecido experimentalmente en ratones con tumores implantados, alimentados con dieta estándar, no-glucogénica, y cetogénica,
demostrando el impacto de la restricción sobre el crecimiento tumoral. Siendo ya la primera causa de muerte en el mundo desarrollado, la característica fenotípica común a los diferentes tipos de cáncer resulta ser la anulación de la respiración o fosforilación oxidativa llevada a cabo por las mitocondrias, lo cual condiciona progresivamente a la célula cancerosa a depender más y más del aporte de glucosa y otros sustratos procesados mediante fermentación (glucólisis hipermetabólica), llevada a cabo, esta vez, en el citoplasma celular. En este sentido, el estado de cetosis fisiológica, capaz de proveer al cuerpo de los sustratos necesarios para el mantenimiento de sus procesos vitales, pero dejando desprovistos a los tejidos cancerosos de su combustible favorito, constituye una medida racional para el abordaje terapéutico y oportuno del cáncer, tanto así como para su prevención. Perfusión tisular de O2, respiración mitocondrial y la real causa primaria de la "presión alta". Infartos cardíacos y accidentes cerebrovasculares constituyen respectivamente la primera y tercera causa de muerte, siendo la hipertensión arterial un factor común de ambos. Al mismo tiempo, un factor celular no tenido en cuenta –la hipoxia- conecta a la “presión alta” con las neoplasias, que constituyen la segunda causa de muerte de la sociedad postindustrial.
Existe sólida evidencia experimental de que la sostenida falta de oxigenación de un tejido es capaz de inducir en éste un metabolismo fermentativo típico de los tumores, así como todos los rasgos genéticos y fenotípicos del cáncer (1). De este modo, la progresiva pérdida de capacidad oxidativa del organismo, asociada a la edad biológica, puede inducir el Efecto Warburg en cualquier tejido estresado crónicamente por diferentes demandas funcionales (2). Nuestras observaciones experimentales y clínicas nos han llevado a formular la hipótesis de que el progresivo e inexplicado[22] incremento en la presión arterial es en realidad un mecanismo adaptativo que permite al organismo compensar inicialmente la falta de irrigación en los órganos y/o la merma de la fosforilación oxidativa celular. 22 Decimos desconocido porque el término “esencial”, agregado a diagnósticos como hipertensión esencial, temblor esencial, epilepsia esencial, etc., significa lisa y llanamente “de origen desconocido”. Para la profesión médica, la ignorancia es difícil de admitir.
En el ámbito médico profesional, es por todos conocido el mecanismo fisiológico de control del sistema RENINAANGIOTENSINA-ALDOSTERONA: la secreción de renina en el aparato yuxtaglomerular en los túbulos renales se combina con angiotensinógeno (proveniente del hígado) pasando a ser angiotensina, que luego es convertida a angiotensina II (por intermedio de la ECA, o Enzima Convertidora de Angiotensina, proveniente del pulmón), la cual cierra el lazo induciendo la secreción de aldosterona en las glándulas suprarrenales. Se sabe que la hormona aldosterona transloca entonces sodio (Na+) y agua (H2O) al interior del sistema circulatorio, elevando así la presión ejercida por el torrente sanguíneo
sobre las paredes internas de los vasos. Sin embargo, esta familiar explicación de cómo diferentes estímulos nerviosos, hormonales y físicos alcanzan a modificar la turgencia de las arterias, no esclarece en lo más mínimo cuál es el disparador primario de este mecanismo tan exquisitamente controlado por el cuerpo, y por qué debe elevarse la presión, es decir, cuál es su finalidad fisiológica. A la vez, como señalan siempre los médicos de nuestra formación anual, llegar a doblegar farmacológicamente la hipertensión –o sea, sofocar el síntoma- se considera usualmente un éxito terapéutico, a pesar de que deja sin resolver su causa primaria.
Fig.53 La verdadera causa primaria de la hipertensión esencial es una declinación de la capacidad mitocondrial para generar ATP. La respiración celular o fosforilación oxidativa que tiene lugar en el interior de nuestras células, declina por falta de vitaminas B, toxinas mitocondriales y/o deterioro estructural de las mitocondrias. La hipertensión arterial es una reacción compensatoria o adaptativa que intenta elevar la concentración tisular de oxígeno (ptO2) en los tejidos del organismo, mejorando su rendimiento energético.
La hipertensión arterial es una necesidad fisiológica compensatoria. De acuerdo con nuestras observaciones, la progresiva pérdida de capacidad respiratoria celular (como lo evidencia por ejemplo un descenso en la capacidad de aguantar al
respiración –o tiempo de apnea basal- genera indirectamente una hipertensión moderada crónica, cuya misión es forzar un incremento en la PtiO2 (presión parcial tisular de oxígeno), que optimizaría la síntesis de ATP en las células cuya función mitocondrial está enlentecida. Recordemos que es precisamente el oxígeno quien sirve de aceptor final de los electrones en el extremo terminal de las cadenas respiratorias mitocondriales, razón por la cual su ausencia detendría el proceso de extracción de energía del alimento. Es claro que la hipertensión cumple un rol de rescate funcional. De hecho, todo clínico experimentado sabe que los pacientes de edad avanzada requieren una tensión arterial alta para sostener la perfusión en oxígeno de órganos críticos como el riñón, el corazón y el cerebro, mientras que inhibir farmacológicamente la "presión alta" deteriora rápidamente la función cerebral y renal.
Fig.54 Esquema clásico de los componentes del mecanismo fisiológico de control de la presión arterial. Ausente de dicho modelo está la porción microscópica de la ecuación: la capacidad fosforilativa del respirasoma a nivel de los tejidos.
Al mismo tiempo la hipertensión no tratada entraña un grave riesgo. A pesar de nuestro conocimiento experimental sobre la sucesión de eventos con que se manifiesta este fenómeno, la causa primaria de la hipertensión arterial idiopática ha permanecido, hasta hoy, ignorada. Toda vez que denominamos “idiopática” a dicha patología -es decir, el 95% de las veces- estamos de hecho admitiendo que desconocemos su verdadero origen. Nuestro grupo de investigación considera que la razón de esta falta de explicación apropiada ha sido la incomprensión de la presion alta como fenómeno compensatorio en respuesta a una caída en el output energético de varios órganos del cuerpo. En otras palabras, la hipertensión “idiopática” no es una consecuencia fortuita o accidental de un desperfecto orgánico, sino un necesario ajuste o compensación vascular que busca inyectar oxígeno en el humor intersticial de los tejidos. Esta es una manera de mejorar el output energético de aquellos tejidos cuya capacidad respiratoria celular se está depauperando. Frente a una disminución de la capacidad oxidativa en nuestras células (sea por deterioro mitocondrial o por fallo de la microcirculación) el primer recurso compensatorio del cuerpo es incrementar la presión sanguínea para aumentar la perfusión de oxígeno en dichos tejidos asfixiados. Esto nos permite pensar en la hipertensión moderada crónica no como un defecto fortuito, sino como una necesidad fisiológica. El problema es que el cerebro, corazón, riñones, y otros órganos, requieren una determinada intensidad en la penetración del riego sanguíneo -dependiente de la presión-, al tiempo que una hipertensión crónica predispone a infartos y ACVs. Lamentablemente, una reducción agresiva –medicamentosade la presión arterial genera deterioro cognitivo y renal en los
adultos de edad avanzada, empeorando las lesiones distales en las personas con diabetes avanzada (3, 4). Toda tensión arterial > 115/75 debe ser corregida. La hipertensión arterial tiene una correlación directa y proporcional con la edad biológica, y está involucrada centralmente en la patología cardíaca tanto como en la cerebrovascular. Se ha demostrado hace ya más de una década que los niveles de presión sanguínea usualmente considerados normales, están asociados a un riesgo elevado de muerte por ataque cardíaco. Sobre casi nueve mil individuos, Kshirsagar y col. encontraron un 100% de incremento de riesgo en adultos con presiones arteriales entre 120/80 mmHg y 139/90 mmHg (Am. J. Med., 2006) (5). Debe tenerse presente en primer lugar que la hipertensión es virtualmente epidémica en las naciones industrializadas. En un metanálisis de 61 estudios clínicos, Lewington y col. reportaron que “durante la madurez y la vejez, la tensión arterial está fuerte y directamente asociada a la mortalidad de origen vascular (y otras causas), sin que haya evidencia de umbral alguno hasta por lo menos 115/75 mmHg” (Lancet, 2003). En este estudio sobre la mortalidad, que involucró a más de un millón de adultos, cada incremento de 20 mmHg en la presión sistólica estuvo asociado con un incremento de 200% en la mortalidad por infartos cardíacos o ACV. No es una casualidad que se haya asociado la hipertensión a una ostensible declinación (20%) de la función renal, en particular en adultos mayores, en quienes el incremento de la presión es necesario también para para compensar el empobrecimiento
del filtrado glomerular. Es aquí donde forzar farmacológicamente una hipotensión -si bien baja las probabilidades de infarto y ACV- lesiona aún más el órgano debilitado, en particular en personas de edad avanzada o condición frágil. P. diastólica mmHg
Calificación de la tensión arterial
P. sistólica mmHg
Deseable
< 119
< 79
Alterada
Entre 120 y 129
Entre 80 y 85
Hipertensión media
Entre 130 y 139
Entre 80 y 89
Hipertensión severa
> 140
> 90
Crisis hipertensiva
> 180
> 100
La eclampsia como modelo de hipertensión compensatoria. Existe una circunstancia patológica del embarazo que refleja muy bien el mecanismo de la hipertensión inducida por hipoxia: la eclampsia. El gran desarrollo de las estructuras vasculares en el Homo sapiens es por supuesto una consecuencia de la evolución de la especie humana. Las enormes demandas energéticas del cerebro fetal en crecimiento exigen necesariamente un desarrollo vascular eficiente de la placenta. Por cierto, vale aclarar que la placenta humana se comporta durante el principio de la embriogénesis como una verdadera neoplasia que invade el útero. Durante el embarazo, la placenta humana es capaz de nutrir al gigantesco cerebro fetal, que en los humanos constituye el 2,4% de la masa corporal (pero apenas un 0,07% en otros mamíferos). Para semejante proeza vascular, la placenta tiene que poder invadir efectivamente el miometrio, capa muscular del útero, y acceder a los vasos sanguíneos maternos, induciéndolos a proliferar (neoangiogénesis), de lo contrario,
el feto sufrirá anoxia cerebral, lo cual será compensado en la madre por el fenómeno llamado pre-eclampsia. Es interesante que los mecanismos invasivos de la placenta en crecimiento -degradación enzimática de la Matriz Extracelular- son los mismos que usa un tumor para invadir un tejido. La eclampsia, una de las situaciones patológicas más peligrosas para la vida de la madre, ocurre exclusivamente en humanos debido a una demanda insatisfecha de sangre oxigenada y glucosa del enorme cerebro fetal. Como publicamos en trabajos anteriores (7), si bien el metabolismo embrionario es aeróbico, y por lo tanto no-canceroso, la conducta proliferativa del embrión es, técnicamente, una neoplasia controlada. Es muy significativo que la preeclampsia se ha visto ligada a una baja concentración de βhCG, una fracción de la hormona del embarazo, que constituye un importante marcador tumoral en nuestro sistema de detección ultra-temprana del cáncer. Este marcador es segregado fundamentalmente durante la implantación placentaria, así como en la “implantación” tumoral. Los abortos espontáneos, por las razones descritas, constituyen el 41% de todas las gestaciones en humanos pero apenas el 4% en otras especies. El fenómeno de la preeclampsia, además de ilustrar la analogía entre la embriogénesis y la tumorogénesis, ofrece un modelo mecanístico de la hipertensión moderada crónica "idiopática". La hipertensión arterial es uno de los factores de riesgo de patologías cardiovasculares más frecuentes, y está claramente asociada a la hipoxia de los tejidos, como lo evidencia su correlación con los desórdenes respiratorios y la apnea del sueño, importante factor contribuyente a la
hipertensión esencial. Se ha determinado experimentalmente que la hipoxia intermitente crónica tan usual en las personas con trastornos respiratorios del sueño es un contribuyente directo de la hipertensión. Las bases fisiológicas y bioquímicas de dicha hipertensión inducida por hipoxia crónica están cada vez más claras (si bien esta información, así como la lógica subyacente de nuestro argumento, parecen tardar en difundirse entre los profesionales médicos). Se ha podido determinar que el incremento del reflejo quimiosensorial de los cuerpos carotídeos son un contribuyente directo de la hipertensión inducida por hipoxia, y que -de acuerdo con nuestra hipótesis original- la desregulación del Factor Inducible por Hipoxia (HIF-1) exita el reflejo quimiosensorial que es instrumental en la aparición de la hipertensión (8,9). Tanto los trastornos de la ventilación pulmonar como el deterioro diabético de la microcirculación y/o la disminución de la capacidad mitocondrial de producir energía por medios aeróbicos (fosforilación oxidativa) fuerzan al organismo a compensar el déficit de su régimen oxidativo con un incremento de la perfusión tisular de oxígeno. Este incremento de la perfusión -análogo a la constricción de una manguera de jardín cuando se quiere impulsar más lejos el chorro de aguano puede ser obtenido sino incrementando mecánicamente la presión del árbol vascular. Si bien los medicamentos antihipertensivos pueden disminuir momentáneamente el riesgo, medicar únicamente el síntoma deja sin resolver su causa primaria: el ahogo de los tejidos. Resolver la hipertensión compensatoria requiere una regeneración mitocondrial.
La biogénesis mitocondrial es un fascinante fenómeno de incremento en la cantidad total de orgánulos respiratorios de nuestras células -denominado en su conjunto masa mitocondrial- en respuesta a ciertos estímulos muy específicos.(1-3) El ejercicio intenso, el ayuno y ciertos compuestos especiales pueden activar este proceso regenerativo. Lamentablemente, la capacidad de regeneración de las mitocondrias declina en función de la edad, exhibiendo una relación inversamente proporcional con todas las enfermedades degenerativas. Lo que esto significa es que mientras menor densidad mitocondrial posea un organismo, más padecimientos neurológicos metabólicos tendrá. Lo cual implica que todos los temidos azotes de la madurez como Alzheimer, Parkinson y demencia vascular, así como diabetes, hipertensión, inflamación crónica, fatiga y cardiopatías aumentarán (4-6). ¡Tal es la importancia de la respiración celular llevada a cabo por nuestras mitocondrias! Los mecanismos más probables de deterioro mitocondrial son la oxidación, la inflamación y la glicosilación (7,8). Este último aspecto es menos conocido, y se refiere a la “caramelización” de las proteínas resultante de la exposición crónica a altos niveles de glucosa en la sangre y en el líquido intersticial que baña a los tejidos. La aparición de mutaciones parece ser también un contribuyente a la replicación de mitocondrias disfuncionales. Como no podía faltar, también la erosión de los telómeros ha sido correlacionada con un decremento de la potencia respiratoria de las células dependiente de las mitocondrias- con independencia de otros factores que pueden estar muy bien en una persona de edad, como la capacidad cardiovascular. Para aprender sobre los telómeros, la porción terminal de la molécula de ADN que forma nuestros cromosomas y determina la longevidad
máxima, dale una mirada a mi blog, el artículo dedicado al Límite de Hayflick. Nuestras investigaciones en oncología clínica apuntan al cáncer como patología bioenergética. Esta es la única explicación posible a la paradoja oncogénica: el extraño hecho de -que siendo el cáncer siempre un mismo fenómeno celularexistan tantas noxas diferentes que puedan crearlo (bacterias, toxinas, radiación, virus, traumatismos, hipoxia). Dado que por otra parte, la única verdadera protección contra el cáncer consiste en proteger la respiración celular, es decir, proteger y regenerar las mitocondrias, restaurar la densidad y funcionalidad de dichos orgánulos respiratorios resuelve también esta otra gran causa de morbilidad y mortalidad contemporánea. Para ello, es necesario: a) Evitar la entrada de venenos respiratorios -o sea, disruptores de la Cadena Transportadora de Electrones con la que se reconstituye el ATP en las crestas mitocondriales internas. Estos inhibidores respiratorios constituyen oligotoxinas, es decir, están presentes en minúsculas cantidades en multitud de productos industriales como alimentos, cosméticos, productos de limpieza, etc. b) Garantizar el desmantelamiento y reposición de las mitocondrias dañadas (a través de la autofagia y la subsecuente mitogénesis). c) Asegurar la permeabilidad al oxígeno de todas las membranas celulares (esto involucra mejorar radicalmente la calidad de las grasas ingeridas y asegurar que no haya peroxidación lipídica).
d) Asegurar la provisión de micronutrientes involucrados en la respiración celular y la mitigación de sus efectos colaterales: las Especies Reactivas del Oxígeno. Los micronutrientes más importantes en la preservación de la potencia respiratoria celular no son otra cosa que vitaminas del complejo B, las cuales deben ser suplementadas en cantidades meta-nutricionales, es decir, muy por encima de la DDR o dosis diaria recomendada, cuyo único propósito es evitar la muerte por carencia total. Esta lista incluye (pero no se limita a) los siguientes nutracéuticos hidrosolubles: Riboflavina (B-2), niacina (B-3), ascorbato (C), CoQ-10, tocoferoles y tocotrienoles (en realidad toda una familia agrupada bajo la denominación de “vitamina E”), pantotenato (B-5), biotina, cobalamina (B-12), folato (B-9), todos las cuales implicados de un modo u otro en la fosforilación oxidativa y/o la cadena transportadora de electrones. Finalmente, debe considerarse siempre la función del ejercicio como medicina. Una de las más increíbles adaptaciones fisiológicas al ejercicio es el incremento de la densidad mitocondrial (el retículo o network de orgánulos respiratorios que puede de hecho duplicarse en tamaño). Puede también duplicarse la cantidad de transportadores de lactato, el subproducto de la fermentación de la glucosa bajo esfuerzos físicos intensos y sostenidos. Este fenómeno fue descrito inicialmente en 1967 por el fisiólogo John Holloszy (1933-2018), cuyo laboratorio demostró que el entrenamiento intenso y sistemático resulta en un incremento de hasta 2X el contenido mitocondrial de las células musculares (9). REFERENCIAS: 1. Valero T (2014). "Editorial (Thematic Issue: Mitochondrial Biogenesis: Pharmacological Approaches)". Current Pharmaceutical Design.
2. Sanchis-Gomar F, García-Giménez JL, Gómez-Cabrera MC, Pallardó FV (2014). "Mitochondrial biogenesis in health and disease. Molecular and therapeutic approaches". Current Pharmaceutical Design. 3. Boushel R, Lundby C, Qvortrup K, Sahlin K (October 2014). "Mitochondrial plasticity with exercise training and extreme environments". Exercise and Sport Sciences Reviews. 4. Handy DE, Loscalzo J (June 2012). "Redox regulation of mitochondrial function". Antioxidants & Redox Signaling. 5. David R (April 2011). "Ageing: Mitochondria and telomeres come together". Nature Reviews. Molecular Cell Biology. 6. Hagen TM, Wehr CM, Ames BN (November 1998). "Mitochondrial decay in aging. Reversal through supplementation of acetyl-L-carnitine and N-tert-butyl-alpha-phenyl-nitrone". Annals of the New York Academy of Sciences. 7. Sahin E, Colla S, Liesa M, Moslehi J, Müller FL, Guo M, et al. (February 2011). "Telomere dysfunction induces metabolic and mitochondrial compromise". Nature. 8. Sahin E, DePinho RA (May 2012). "Axis of ageing: telomeres, p53 and mitochondria". Nature Reviews. Molecular Cell Biology. 9. Holloszy JO (April 2011). "RRegulation of Mitochondrial Biogenesis and GLUT4 Expression by Exercise". Comprehensive Physiology.
Regeneración de la dermis.
La elastina es una proteína clave de la matriz extracelular (MEC) que proporciona resistencia y elasticidad a los tejidos y órganos. Esta peculiar sustancia es aproximadamente 1000 veces más flexible que cualquiera de los colágenos; por tanto, la función principal de la elastina es… la elasticidad de los tejidos! Es la proteína dominante en los tejidos extensibles y está presente principalmente en los pulmones, la aorta y la piel. Las mutaciones en el gen de la elastina pueden provocar enfermedades como el síndrome de Williams-Beuren, cutis laxa y estenosis aórtica supravalvular (SVAS). En el organismo sano, el precursor de la elastina es la tropoelastina. A su vez, la tropoelastina se deriva de los fibroblastos, células de músculo liso, condrocitos o células endoteliales. La regeneración de dichas células es posible combinando ayuno profundo, nutrición y suplementos especiales.
Fig.55 Como el tejido de las esponjas, las fibras de colágeno y elastina proveen soporte estructural para las células vivas.
El tejido conectivo, por tanto, está formado por células primarias y matriz extracelular. La matriz extracelular crea la trama y urdimbre del tejido vivo, y está compuesta por
glicosaminoglicanos y proteoglicanos. Son las variaciones en la composición y calidad de la matriz extracelular las que determinan las propiedades del tejido conectivo. Su base estructural consiste de: Componentes fibrosos (colágeno y elastina), Glucosaminoglicanos o GAG (largas cadenas de unidades repetidas de disacáridos; cuya función principal parece ser apoyar el colágeno) y Proteoglicanos (GAG unidos a una proteína central). En circunstancias fisiológicas -siempre que no haya groseras deficiencias nutricionales, lo cual es bien frecuentelas fibras, el proteoglicano y los GAG están finamente regulados por un equilibrio entre síntesis y degradación. El equilibrio en dicho recambio se mantiene mediante citoquinas, factores de crecimiento y enzimas degradantes conocidas como Metaloproteinasas de la Matriz (MMPs). El escorbuto, enfermedad mortal producida por la carencia total de vitamina C, ocasiona la disolución (literalmente) del tejido conectivo, con graves efectos sobre el sistema circulatorio y la inmunidad. En otras circunstancias patológicas existe una degradación neta de MEC, incluyendo afecciones como osteoartritis, reuma y osteoporosis. Por el contrario, aumento neto de la síntesis de tejido conectivo puede provocar esclerodermia o fibrosis pulmonar. Corrigiendo la piel flácida y las arrugas. Virtualmente todas las personas que siguen la Dieta Americana Estándar -o no pueden procurarse una nutrición suficientemente rica en micronutrientes- padecen una forma de escorbuto sub-clínico en mayor o menor grado. La razón de ello no es otra cosa que un defecto metabólico de nuestra
especie, que hemos denominado anascorbemia congénita. Este defecto, está descrito en la base de datos OMIM como un error innato “público” del metabolismo, es decir un defecto congénito universal para toda la especie humana. OMIM, acrónimo de Online Mendelian Inheritance in Man o Herencia Mendeliana del Hombre, es un catálogo en línea de los genes y defectos genéticos de nuestra especie. Para profundizar en dichos errores innatos del metabolismo, entra en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/omim Conviene entender que demás de la patología que denominamos “proceso de envejecimiento”, varios factores ambientales también pueden contribuir a la flacidez de la piel. Debido a que el colágeno y la elastina se encuentran en la dermis, nuestra coraza protectora externa, se ven constantemente afectados por el medio ambiente. El bronceado de la juventud se termina pagando caro en la adultez, ya que cuando los rayos ultravioleta inciden en las sensibles células de la dermis, dañan las fibras de colágeno y estimulan la producción de fibras de elastina anormales. Estas proteínas pueden resultar dañadas no solo por los rayos ultravioleta[23] (UV) del sol o de lámparas artificiales, así como por el tabaquismo y la polución ambiental. Estas fibras anormales dañan aún más las fibras de colágeno, dando lugar a una piel dañada que se arruga y se hunde prematuramente. En efecto, al igual que los rayos ultravioleta, el tabaquismo y la contaminación son dañinos para la piel y pueden acelerar el envejecimiento. El humo del cigarrillo (mezcla de papel, tabaco procesado) es tóxico para todas las células del cuerpo, e induce adelgazamiento de la piel, lo que provoca flacidez y arrugas
El método regenerativo es bastante sencillo, y sucede espontáneamente al mismo tiempo que el resto de la reparación inducida por la autofagia regenerativa en el ayuno profundo. El agregado específico, en el caso de la piel, consiste en suplementar dos o más dosis diarias orales de vitamina C (de entre 2 y 20 gramos, según la tolerancia intestinal), más el aminoácido L-Lisina y el megavitamínico cuya composición explicamos en el taller de implementación de este programa, que puede ser fabricado por cualquier farmacia de preparaciones magistrales. En su defecto, formulaciones multi-vitamínicas de diversos proveedores deberían estar disponibles en Amazon.com o Ebay sin ninguna dificultad. El megavitamínico, diseñado en nuestro laboratorio hace dos décadas, incluye dosis de los micronutrientes esencialesque exceden las DDR por al menos un orden de magnitud. Las vitaminas del complejo B y todos los antioxidantes liposolubles participan de múltiples modos en el cortejo enzimático que mantiene a raya los radicales libres del oxígeno en la piel. Una sencilla y poderosa combinación de elementos, que ha probado ser efectiva y ridículamente accesible y barata, consiste en empapar la piel con té verde recién hecho (ya fresco) para embeberla de las catequinas contenidas en este. Luego, aplicar una crema humectante cualquiera –no comedogénica- a la que se ha agregado ácido ascórbico justo antes. El sentido de esta aplicación, que debe repetirse un par de veces por día, es propiciar la penetración de los elementos antedichos directamente desde las capas externas de la piel, para complementar la acción de los micronutrientes administrados por vía oral.
El proceso de regeneración de la piel toma tiempo, o más exactamente, requiere numerosos periodos alternos y progresivos de ayuno profundo y nutrición celular inmediata. El tejido conectivo en general, y muy particularmente el colágeno, es también muy dependiente de la hormona de crecimiento (STH) -que responde especialmente bien al ayuno profundo- así como de los estrógenos y la testosterona. Por ello, es importante considerar la reposición hormonal bioidéntica con la guía de un biogerontólogo o endocrinólogo experto.
Estímulo muscular. “You can have it all, just not at the same time.” Arianna Huffington
Las demandas motoras de la vida de los cazadores les generaban altos niveles de aptitud física. Gracias a investigaciones paleontológicas, así como recientes observaciones antropológicas de cazadores/forrajeros se ha podido documentar que la fuerza y la resistencia eran características de ambos sexos en todas las edades. Los restos óseos se pueden utilizar para estimar la fuerza y la musculatura. La prominencia de los sitios de inserción muscular, el área de las superficies articulares, el espesor de la tabla ósea (grosor cortical) y la sección transversal de las palancas óseas largas –como el fémur y el húmero- reflejan las fuerzas ejercidas por los músculos que se insertaron en ellos. Sin sombra de duda, el análisis de todas estas características estructurales del esqueleto muestra de manera inequívoca que los humanos preagrícolas eran más robustos que sus descendientes. Antes de que dudes, te aclaro que este patrón arqueológico es válido tanto si la población estudiada pasó a la agricultura hace 10.000 años o hace sólo unos pocos siglos, lo que indica que las características del esqueleto son resultado de la actividad habitual y no de la evolución genética. El hecho de
que los cazadores/forrajeros fueran notablemente más fuertes y musculosos que los agricultores (que trabajaban largas jornadas) sugiere que la intensidad de la demanda física sobre el sistema musculoesquelético influye más que la duración del esfuerzo, en el desarrollo de la musculatura y las palancas óseas. Enfaticemos este punto: los ejercicios que demandan fuerza –aún si son más esporádicos- tienen mucho mayor impacto muscular y óseo que los de resistencia. Este fenómeno se explica por la misma razón que los animales carniceros tienen cuerpos de extraordinaria plasticidad y fuerza explosiva, desplegando su poder en cortos periodos de feroz cacería o lucha… si bien descansan la mayor parte del tiempo. Mucho se ha investigado sobre la diferencia del efecto fisiológico de diferentes modalidades de ejercicio. La manera más fácil de conceptualizarlo es diciendo que es mejor el ejercicio intenso y esporádico que extenso y continuo. Es importante internalizar el concepto de que nuestro organismo –que obedece los mismos imperativos biológicos que el resto de los animales- sí va a responder adaptativamente a los estímulos físicos de uno u otro estilo. Si corres frecuentemente, adquirirás físico de corredor; si luchas frecuentemente, adquirirás físico de luchador (si no haces ninguna de las dos, adquirirás físico de babosa). Nuestra versatilidad es tal, que el organismo se reprogramará en la dirección indicada por la naturaleza de los estímulos más frecuentes (o su ausencia). Independientemente del efecto que a largo plazo tengan en la integridad física o la longevidad, los estímulos frecuentes de un tipo particular inducen adaptaciones a nivel metabólico, muscular, vascular y neurológico destinadas a garantizar la supervivencia en el corto plazo. Siendo el imperativo biológico
sobrevivir a toda costa y reproducirse a toda costa, las experiencias y estímulos a que expones regularmente tu cuerpo son interpretadas por este como requerimientos. La discusión sobre si favorecer ejercicios extensos o intensos no es nueva, y está dominada por la inmediatez: Qué resultados deseo obtener este mes. Pero todo lo que hacemos tendrá un impacto en nuestro futuro, y es objetivamente cierto –basado en la evidencia experimental- que, aunque sí otorga vitalidad inmediata, el exceso de ejercicio acorta la existencia. La explicación de este hecho es muy sencilla. Al incrementar el ejercicio, y con ello el gasto energético, necesariamente aumentan los requerimientos calóricos. Las consecuencias de todo ingreso calórico son ya evidentes para el lector, dado que este es el exacto opuesto de la restricción calórica. A menos que la persona planee desaparecer en el aire, los expendios calóricos deberán ser compensados eventualmente con ingesta de alimentos… Desde el punto de vista termodinámico, este problema es por ahora, intratable. El entrenamiento físico es crucial para la salud del organismo y, al mismo tiempo, todo trabajo físico (W) realizado en este planeta requiere consumo de energía (cuyo gasto nos acerca a la muerte). La mejor opción para este dilema es la de realizar la cantidad más pequeña posible de ejercicio físico capaz de generar una respuesta favorable de adaptación fisiológica. Este valioso concepto es el de la DOSIS MÍNIMA EFECTIVA. Una simple receta es entrenar 30 minutos de pesas, en días alternos, es decir un día sí y un día no, con el peso suficiente para ejecutar 6 repeticiones, en 6 rondas. Por ejemplo, mi estímulo de ayer consistió en:
Calentamiento: 8 push-ups, calistenia y 8 remos (x 6). Ejecución: 6 dominadas, 8 paralelas y 6 saltos (x 6). Tiempo total, 28 minutos. Listo! Fuera de esos estímulos, las caminatas asimétricas, escaleras y otros trabajos sencillos son parte de la rutina diaria. En mi caso, habiendo ingresado a este planeta en 1966, y con intención de vivir varias décadas más, ese breve estímulo es suficiente. Menos trabajo motor conduce al deterioro, mucho más trabajo motor consume en exceso el “kilometraje metabólico” del organismo. En biogerontología, está bien establecida la noción de que “la intensidad del metabolismo basal es inversamente proporcional a la duración de la vida.” Dicha noción está en perfecta congruencia con los datos experimentales y coincide también con la teoría taoísta de la intensidad del vivir (ratio of living). “I want it all, and I want it now.” El deporte de alto rendimiento es el mejor ejemplo de una actividad que genera beneficios visibles en el corto plazo y estragos en el futuro. Debido al fenómeno de antagonismo pleiotrópico, múltiples genes que responden positivamente al alimento tanto como al ejercicio están involucrados en la reproducción y han sido por tanto favorecidos por la selección natural. Ello implica que lo que es favorable para la reproducción –un cuerpo dinámico y poderoso incrementa las probabilidades de procrear- puede ser desfavorable en la edad avanzada. Los conceptos de DOSIS MÍNIMA FECTIVA, Intenso vs Extenso, etc. han sido validados por varios laboratorios independientes. Las recomendaciones que damos en este
contexto son el resultado de muchos años de experimentación en uno u otro sentido (entrenamiento con pesas, carrera, montañismo, lucha, ejercicios isométricos de Qi Gong, Hatha Yoga, etc.). Tras mucho ensayo y error, y luego de tediosas verificaciones en nuestro laboratorio de ingeniería biológica (incluyendo investigaciones formales en fisiología del deporte) [24], favorecemos la combinación de ejercicios isométricos y breves estímulos con pesas. Con certeza, este régimen no va a convertir al practicante en el próximo Mr. Olimpia, pero provee los estímulos necesarios para activar el trofismo muscular, generando una reacción sistémica sumamente favorable. El tejido muscular de calidad es una suerte de seguro de vida. No solo porque la sarcopenia está asociada a todas las patologías degenerativas imaginables, sino porque la fragilidad física incrementa la mortalidad por toda causa en personas de mediana edad. Puedes elegir tener enormes músculos…… y tenerlos. O bien puedes elegir tener la musculatura indispensable para la salud, y vivir más años. Lo que no es posible, al menos al nivel actual de la ciencia, es tener las dos cosas a la vez. Durante el ciclo olímpico que culminó en los JJOO “Río de Janeiro 2016”, tuve la bizarra pero aleccionadora experiencia de dirigir el programa de alto desempeño para atletas de élite Radical Human Performance, con 128 superatletas de 13 disciplinas diferentes. 24
Fig.56 Pesaje de Conor McGregor, categoría de 155 lbs. Más allá de las obvias diferencias de ángulo, iluminación y distancia en la toma de ambas fotos, es evidente que para mantenerse dentro de una categoría determinada, la masa muscular se reduce con la restricción de las calorías en la dieta de los atletas. Como bien sabe todo el que ha tenido el gusto de “guantear” con un compañero de sparring más pesado, los kilos de diferencia sí influyen en la masa muscular y en los niveles de fuerza. Achicarse o perder masa muscular durante el ayuno no es negativo en lo absoluto, si lo que se busca es la salud. Luego del refeeding, la musculatura retornará renovada, pudiendo alcanzar incluso un incremento de la potencia relativa.
Fig.57 Pesaje de Conor McGregor, categoría de 170 lbs. Los atletas serios y dedicados pueden de hecho obtener beneficios del ayuno profundo en intervalos cortos (3 o 4 días por vez) ya que les ayuda a regenerar sus tejidos gracias a la enorme liberación de STH (hormona de crecimiento) generada por la cetosis fisiológica. Bien administrado, el ayuno puede de hecho alargar su carrera deportiva.
Cómo ha dicho Adriana Huffinton, “Sí puedes tenerlo todo, solo que no al mismo tiempo”. Sucesivas incursiones al territorio del ayuno profundo en combinación con la nutrición, la suplementación y el ejercicio correctos, tienen el demostrado efecto de renovar la dotación mitocondrial y
regenerar al organismo como un todo, de la piel a los huesos, incluyendo el hígado, el cerebro, el corazón, los músculos y las gónadas. * Los dos textos siguientes: Músculos, sangre y energía y Reflexiones prácticas sobre el IMC…- aparecieron en mi blog en Abril de 2021. Músculos, sangre y energía. Una de las leyes generales discernibles en el mundo animal, es la del menor esfuerzo, lo cual tiene pleno sentido en términos de ahorrar energía para maximizar la supervivencia. Quizá por esto la mayoría de las personas suele aborrecer los esfuerzos, pero es un hecho que ninguna especie (salvo en tiempos recientes, la humana) puede proveerse de los nutrientes y las condiciones que necesita para subsistir, sin esfuerzos físicos diarios. En ciertos momentos, los esfuerzos requeridos son continuos y de bajo impacto; en otros, fuertes y breves. El hecho de que en el medio natural sean requeridos vigorosos esfuerzos diarios, está incluido en nuestro diseño genómico, y tiene una gran importancia en la preservación de las facultades mentales, la integridad orgánica y la potencia reproductiva. En “Efectos del hábito y del uso y desuso de los órganos; variación correlativa, herencia.” encontramos interesantes ejemplos de esto, reportados por Darwin. En el caso de los mamíferos, por otra parte, varios mecanismos de limpieza tales como la red de vasos linfáticos, el intestino, el hígado y los riñones e incluso los poros de la piel -nuestro tercer riñónnecesitan todos del ejercicio fuerte para su funcionamiento óptimo. También la eficacia de los sistemas circulatorio,
nervioso y osteomioarticular está en relación directa con el trabajo mecánico. En otras palabras, la impronta ejercida por la selección natural sobre el diseño de la máquina animal, la ha hecho esfuerzo-dependiente. Nuestro genoma, y por ello nuestro diseño corporal, forjados en el transcurso de eones de evolución y selección natural, previó que la explotación o desempeño de nuestra máquina orgánica sucedería siempre en medio de condiciones medioambientales sumamente adversas, bajo constante demanda física. Como consecuencia, varios sistemas higiénicos del cuerpo necesitan periódicamente una cuota de esfuerzos y presiones mecánicas, sin la cual no pueden funcionar adecuadamente. Algo semejante pasa con las piscinas de natación que, al estar sometidas a las presiones del terreno que las rodea, deben mantenerse llenas para evitar el colapso de sus paredes. Muchas otras fabricaciones del hombre se conservan más eficazmente en funcionamiento que inactivas. Esto se debe a que su diseño contempla las rudas condiciones en que van a ser utilizadas. En el caso del reino animal los recursos que se destinan a la síntesis de tejidos son muy valiosos para la economía corporal, de modo que solo al hacerse reiterados el organismo interpreta que esos esfuerzos (que sobrepasan nuestra actual capacidad instalada) son requeridos para la supervivencia en el medio exterior. Nuestro organismo desencadena entonces una cascada de reacciones denominada respuesta fisiológica de adaptación al ejercicio.
Este complejo fenómeno, también conocido como supercompensación, es pues un antiquísimo mecanismo de adaptación en respuesta a estímulos ambientales y genera un incremento de la potencia y la eficiencia de la máquina animal. ¿Cuál es el beneficio de esta respuesta fisiológica de adaptación al ejercicio? Para comenzar, se ha establecido firmemente que la inactividad física o sedentarismo, aumenta el riesgo de sufrir varias enfermedades crónicas incluyendo el infarto –nuestro asesino número uno–, varias clases de cáncer, la diabetes tipo-2 y, por supuesto, la obesidad (1). Estas dos últimas tienen una profunda correlación, directa y proporcional, con el cáncer. Centenares de estudios documentan el impacto positivo del ejercicio sistemático en la longevidad humana (2). Aún en el caso de métodos de ejercitación bastante pobres, por ejemplo, caminar un par de kilómetros tres veces por semana, la evidencia sugiere que los individuos físicamente aptos viven de 3 a 5 años más, y tienen una mejor calidad de vida que las personas sedentarias (3). Por supuesto que hay mejores recetas de entrenamiento, por ejemplo, ejercitarse con pesas 20 minutos tres veces por semana… ¡Pero algo es algo! Fig.58 (Página anterior): A un mundo de distancia, los cazadores-forrajeros Hadza (arriba) y los aborígenes australianos Tiwi (abajo) exhiben fenotipos bastantes semejantes. Por miles de años, la diaria lucha física por la obtención de alimentos, de oportunidades para procrear, de refugio contra las inclemencias del tiempo, los predadores, etc., condicionó una curiosa adaptación: nuestro organismo
solo funciona óptimamente si es sometido a demandas físicas periódicas. Nuestro organismo es hijo del rigor. El ejercicio produce un aumento de la eficiencia respiratoria, reduce la grasa e incrementa la síntesis del músculo, mejorando el Índice de Masa Corporal (IMC), equilibra la presión arterial y mejora el perfil de las lipoproteínas sanguíneas (LDL, HDL), incrementa la densidad mineral ósea, mejora el ánimo y reduce el estrés, disminuye el déficit cognitivo que sobreviene con la edad y aumenta la libido, creando además una sensación de bienestar general. Por si todo esto no fuera ya impresionante, el entrenamiento físico fortalece además al sistema inmunitario y mejora dramáticamente el metabolismo de la glucosa y la sensibilidad a la insulina. Estos dos últimos factores están, como se verá, directamente relacionados con la longevidad (4). Con respecto al entrenamiento hay que tener claro que entrenar para fortalecer la salud no es lo mismo que entrenar para ganar en un deporte. Desde este punto de vista, y aunque suene sorprendente, debe decirse que el deporte de alto rendimiento no es necesariamente bueno para la salud. El superatleta entrena al límite mismo de su capacidad biológica, y los programas de alta performance están diseñados para vencer casi a cualquier precio en competencia, no para la longevidad. El síndrome de sobre-entrenamiento (SSE) frecuente en atletas de élite, causa inmunosupresión, daña los cartílagos y disminuye la libido. De los campeones olímpicos Emil Satopec, Teófilo Stevenson, Vasyli Alexeiev cabría esperar una larga vida y formidable salud (o al menos un corazón fuerte), pero la realidad es que vivieron relativamente pocos años. El ejercicio demasiado leve o infrecuente, por otra parte, tampoco produce los resultados contundentes que
buscamos. Es un hecho bien establecido que las endorfinas liberadas en el cerebro en respuesta al dolor, el hambre y otros agentes estresantes, se elevan notablemente tras una sesión de entrenamiento. El ejercicio físico incrementa también la síntesis y liberación de una substancia llamada Factor Neurotrófico Derivado del Cerebro (BDNF, por sus siglas en inglés), la cual facilita la neuroplasticidad, así como las funciones neuronales y sinápticas, aumenta la resistencia del cerebro a las lesiones y mejora el desempeño mental, tanto como el aprendizaje (5). El ejercicio intenso es, por definición, un esfuerzo máximo sostenido brevemente. He aquí un ejemplo: si tuviéramos que descargar de un camión cien bolsas de arena de 20kg cada una, la modalidad intensa de trabajo sería cargarlas en, digamos, veinte viajes, llevando cinco bolsas por vez, en lugar de hacer cien viajes llevando una sola bolsa (modalidad extensa). En ambos casos el kilaje total es idéntico -2.000kgpero la repuesta fisiológica a una u otra modalidad es marcadamente diferente. En una interesante investigación, Weider y colaboradores encontraron que el perfil inmunológico, la masa muscular, el sueño y la función sexual de distintos grupos de estibadores portuarios profesionales, eran diametralmente opuestas en función de sus respectivas modalidades de trabajo. Los trabajadores ocupados en estibas prolongadas de pequeñas cargas, mostraban índices de salud notablemente más pobres que sus compañeros ocupados en estibas breves pero muy pesadas. Para lograr estos resultados, los esfuerzos necesarios son del orden del 90% de la capacidad máxima del practicante. De ahí que, una prueba especial de eficiencia física debe determinar previamente nuestra capacidad tope. Todo esto necesariamente convierte al entrenamiento con altas cargas en algo personal. En
consecuencia, el entrenamiento supervisión de un experto.
intenso
requiere
la
Utilidad del IMC y la circunferencia de la cintura, como indicadores predictivos de longevidad y salud. Si nos guiamos por el Índice de Masa Corporal (IMC) como única consideración, muchos atletas que conozco -claramente saludables y fuertes- pueden ser considerados con sobrepeso o incluso obesos. Al mismo tiempo, muchas personas tienen un IMC “normal” (el término más abusado del habla contemporánea) pero con mucha grasa visceral, teniendo una musculatura pobre, con brazos, piernas y espalda sin desarrollo. A pesar de sus obvias imprecisiones, aplicando este criterio sobre segmentos representativos de la población urbana actual, numerosos estudios han confirmado que tener un IMC superior a 25 kg/m2 se correlaciona con un mayor riesgo de enfermedades degenerativas. En efecto, condiciones como diabetes, hipertensión, infartos y cáncer, así como un acortamiento de la longevidad, están altamente asociados con la variedad más común y dañina de sobrepeso: la grasa visceral excesiva. Lamentablemente, la fórmula del Índice de Masa Corporal (mi peso dividido entre mi estatura al cuadrado) es insensible a la distribución de ese peso en el cuerpo, y en particular, a su composición, es decir, cuánto de mi peso es músculo, cuánto grasa y cuánto hueso. La ventaja de los indicadores sencillos es que requieren poco y nada de esfuerzo intelectual, y son muy fáciles de obtener. A pesar de su inespecificidad utilizando un IMC de 25 kg/m2 como definición de umbralinvestigaciones recientes han probado el sobrepeso incrementa el riesgo para la salud.
Como indicador global de salud, el IMC no es relevante en fisicoculturistas ni atletas de fuerza o, en el extremo opuesto, en maratonistas. Tampoco en mujeres embarazadas, ancianos o niños pequeños. Esto se debe a que el IMC no puede describir si dicha masa corporal consiste en músculo o grasa, o si los huesos son densos o porosos.
Fig.59 Muchas mujeres, un mismo IMC. Una obvia falencia para juzgar el sobrepeso es que la regla del IMC > 25 kg/m2 es un umbral unisex que no se adapta particularmente bien ni a hombres ni a mujeres. Sin embargo, muchas instituciones de salud definen un IMC de 25 a 30 como sobrepeso. De fácil obtención, el Índice de Masa Corporal es un cálculo simple que utiliza la altura y el peso de una persona. La fórmula es: IMC = kg/m2, donde kg es el peso de una persona en kilogramos (Ej: 86 kg) y m2 es su altura en metros al cuadrado (Ej: 1,70 x 1,70). Los IMC de 25 o más indicarían sobrepeso, mientras que el rango saludable estaría entre 19 y 25. El IMC solo es relevante en adultos no fisicoculturistas entre 18 y 65 años, mujeres que no estén embarazadas y personas que no superen 1,87 metros de estatura!
Personas atléticas con mucha masa muscular, se describen con un IMC alto y sin embargo no corren un mayor riesgo de salud. Quienes tienen muy poca masa muscular y/o huesos menos densos, como los niños que no han completado su crecimiento o los ancianos que pueden estar perdiendo algo de masa muscular, suelen tener un IMC más bajo, sin que ello sea particularmente bueno. Esto implica que el IMC puede subestimar la grasa corporal en personas mayores y las mujeres post-menopaúsicas que han perdido músculo y hueso. Por las mismas razones, durante el embarazo y la lactancia, o ciertas condiciones de salud que implican retención de agua, la composición corporal de una mujer cambia, por lo que usar el IMC no es apropiado. Cómo “meter en cintura” tu IMC.
Un formidable cuerpo de evidencia sostiene ya el nexo innegable entre el metabolismo y las patologías degenerativas. Una de las expresiones resultantes del exceso o defecto alimentario en combinación con la tasa metabólica es nuestro IMC. Dadas sus inherentes limitaciones, considerar al mismo tiempo la circunferencia de la cintura incrementa masivamente la eficacia predictiva del IMC. En adición a parámetros como la glucemia matutina y la capacidad de trabajo, incorporar la medición de la circunferencia de la cintura ayuda a detectar posibles riesgos para la salud que vienen con el sobrepeso moderado y la franca obesidad.
Fig.60 La tabla superior muestra las distribuciones y rangos del IMC (limites inferiores y superiores) en función de peso y estatura. La correlación entre el IMC y las patologías degenerativas es sustancial, y agregar una dimensión extra con la circunferencia de la cintura la hace MUCHO más predictiva. Para las personas obesas (IMC mayor o igual a 30) o
aquellas que tienen sobrepeso (IMC de 25 a 29,9) y tienen dos o más factores de riesgo, se recomienda enfáticamente la adopción de un programa para quemar grasa visceral. Incluso una pequeña pérdida de peso (entre el 5 y el 10 por ciento de su peso actual) ayudará a reducir el riesgo de desarrollar enfermedades asociadas con la obesidad, la hiperglucemia y la inflamación crónica.
Debido a complejas razones hormonales y celulares (inflamación sistémica crónica, glicosilación de las proteínas, aromatización de la testosterona en estradiol, etc.) si la mayor parte de tu grasa está alrededor de tu cintura en lugar de tus caderas, tienes un mayor riesgo de diabetes tipo 2, enfermedad cardíaca y cáncer. Este riesgo aumenta progresivamente con circunferencias de cintura mayores de 90 centímetros para las mujeres de estatura promedio o mayor de 102 centímetros para los hombres (idem). Para medir correctamente y consistentemente tu cintura, acuéstate y coloca una cinta métrica alrededor de tu cintura, a la altura del ombligo, justo por encima de los huesos de la cadera. Exhala todo el aire, luego relaja totalmente los músculos y el vientre... y mide. Manteniendo una secuencia de anotaciones precisas a lo largo de tu programa de restauración metabólica deberías constatar que tu IMC se corrige hacia la zona segura (disminuyendo o aumentando, si estabas obeso o desnutrido, respectivamente), al tiempo que tu circunferencia de cintura se mantiene o achica, de ser necesario.
Fig.61 Visualización de dos individuos -un atleta de fuerza y un oficinista sedentario- con un mismo IMC pero composiciones corporales verdaderas muy diferentes. El IMC es una regla práctica que se utiliza para categorizar ampliamente a una persona como con bajo peso, peso normal, sobrepeso u obesidad en función de la masa de tejido (músculo, grasa y hueso) y la altura. Los rangos de IMC comúnmente aceptados son bajo peso (menos de 18,5 kg / m2), peso normal (18,5 a 25), sobrepeso (25 a 30) y obesidad (más de 30).
Los IMC menores de 20 y mayores de 25 se han asociado con una mayor mortalidad-por-toda-causa, y el riesgo aumenta con la distancia entre el IMC concreto de la persona y dichos valores límite (20 ó 25).
La circunferencia de la cintura es un buen indicador de la grasa visceral, que presenta más riesgos para la salud que la grasa en otros lugares. Esto se debe en gran medida a la enzima aromatasa, que tiende a ser superabundante en los adipocitos de esa región en particular, que cataliza la conversión de testosterona en estradiol, desequilibrando el balance hormonal sistémico y con ello la tasa metabólica y la cantidad de masa muscular, entre otros muchos factores. La buena noticia es que incluso una pequeña pérdida de peso (entre el 5 y el 10 por ciento de su peso actual) ayuda a reducir el riesgo de desarrollar enfermedades degenerativas. La combinación de ayuno profundo y nutrición celular más entrenamiento de fuerza es un poderoso sistema de corrección de la composición corporal. Según los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU. (NIH), se considera que la circunferencia de la cintura superior a 1.020 mm para los hombres y 880 mm para las mujeres (no embarazadas) implica un alto riesgo de diabetes tipo 2, dislipidemia, hipertensión y cardiopatías. A pesar de su sencillez, la circunferencia de la cintura puede ser un mejor indicador del riesgo de enfermedad relacionada con la obesidad que el IMC. Este es el caso de las poblaciones de ascendencia asiática y las personas mayores.Se ha dicho que 940 mm (37 pulgadas) para los hombres y 800 mm (31 pulgadas) para las mujeres representan un mayor riesgo, y las cifras de los NIH son incluso más altas. Como hemos dicho, un indicador fuertemente correlacionado con el IMC, es la “amplitud” de nuestra sección media, que puede considerarse también dividiendo la circunferencia de la cintura por la altura. Los valores que indican un mayor riesgo son: mayor de 0,5 para personas menores de 40 años,
de 0,5 a 0,6 para personas de 40 a 50 años y mayores de 0,6 para personas mayores de 50 años. Una sugerencia amistosa. Pesarse en la balanza del baño tiene la obvia comodidad de que esta se encuentra siempre disponible, y podemos pesarnos en “traje de Adán”. Sin embargo, una métrica mucho más interesante y reveladora es la capacidad de trabajo. Por razones demasiado complejas como para explicarlas aquí, ciertos tests de eficiencia física como el test de Cooper u otros más sofisticados, dan una fehaciente evaluación de la aptitud fisiológica. Existe consenso en biogerontología acerca de que “la capacidad de trabajo es una medida de la edad biológica”. Después de todo, poder desplegar trabajo motor consistentemente permite inferir hasta qué grado estamos a salvo de los estragos de la Diabesidad, la Hipertensión compensatoria, la Dislipidemia, la Aterosclerosis, la Hiperglucemia y la Ineficiencia cardiovascular. Es claro también que dos frecuentes y dañinos hábitos, el Sedentarismo y el Tabaquismo, dañan por múltiples vías la capacidad de trabajo. Coordina con un profesional competente para realizarte un test de aptitud física (o varios tests por el estilo), y establece una línea base de tu actual capacidad de trabajo, contra la cual compararás tus progresos en el futuro inmediato, resultantes de tu programa de restauración metabólica. Encendiendo la grasa parda.
Para protegernos de un enfriamiento potencialmente fatal, los mamíferos tenemos depósitos estratégicos de cierta grasa productora de calor, llamada GRASA PARDA. Es gracias a esta grasa termogénica que los neonatos humanos y los cachorros de todos los mamíferos toleran quedarse sin su madre durante algunas horas mientras ella se procura alimentos, que luego transformará en leche. Lo relevante para nosotros (los humanos adultos) es que, al activarse, este curioso tejido quema calorías como si fuera una hornalla o calefactor, pudiendo contribuir a la pérdida de peso excesivo. En efecto, al estimularla con el frío, el ayuno y/o el ejercicio fuerte, la grasa parda comanda al resto de los depósitos de grasa corporal a que entreguen la energía en ellos almacenada. Gracias a recientes estudios con la misma tecnología usada para detectar tumores -la Tomografía por Emisión de Positrones o PET/CT- se ha podido determinar que la grasa parda es capaz de “quemar” glucosa. Estos hallazgos ofrecen una ruta interesante para el tratamiento de la obesidad, la diabetes y, en general, el síndrome metabólico. A diferencia de la grasa blanca corriente, la grasa parda posee una proteína especial (llamada Uncoupling Protein-1 o UCP1) que transforma en calor la energía contenida en la glucosa.
Fig.62 Preparaciones histológicas de grasa parda (izq.) y grasa blanca (der.). El aspecto “pardo” de este tipo de tejido adiposo proviene precisamente de la intensa concentración de mitocondrias dentro de esos adipocitos especiales.
Los ancianos poseen menos grasa parda que los adolescentes, los obesos tienen menos grasa parda activa que los delgados, y los hombres menos que las mujeres… ¡pero definitivamente sí tenemos este extraño tejido termogénico! Hasta ahora se pensaba que la grasa parda existía primariamente en especies que no podían tiritar (los temblores musculares generan calor, manteniendo la temperatura corporal), pero se ha visto que no es así. Varios experimentos independientes, fácilmente replicables, han mostrado que la exposición al frío “enciende” la grasa parda, constituyendo en sí misma una técnica de rehabilitación metabólica. Nuestros propios experimentos y mediciones en el terreno, realizados junto a los Inuit o Esquimales (mira nuestro
documental CÁNCER & CIVILIZACIÓN: En Busca de la Salud Perdida), nos mostraron la eficacia de la exposición controlada al frío como promotor de adaptabilidad metabólica, capacidad de trabajo (fitness), competencia inmunológica y, en definitiva, robustez fisiológica. Si bien poseemos apenas unos pocos gramos de esta grasa parda en la cervical, las axilas y a los costados del cuello, la exposición al frío incrementa el metabolismo hasta en un 80%. Se sabe que los lamas tibetanos son capaces de desecar mantas empapadas en agua helada por medio de su propio calor corporal, emanado gracias al autocontrol y la respiración. Se trata de un tipo especial de meditación denominada Tummo (o Fuego Interior). Existen reportes fehacientes de esta práctica, cuya explicación más probable de ser –a mi juicio- una intensa activación de las decenas de miles de mitocondrias de la grasa parda (de hecho el color pardo de esa grasa se debe precisamente a la enorme cantidad de mitocondrias que sus adipocitos poseen). Pero no es imprescindible irse a tales extremos. En promedio, la exposición al frío moderado consume unas 80 calorías por hora. Las duchas heladas de 1 a 3 minutos, y por supuesto, la inmersión en agua bien fría encienden este ancestral programa metabólico de supervivencia. Colocar un paquete de hielo en la base de la columna cervical a la altura de C-7 (sobre el punto acupuntural Da Zhui) también activa la grasa parda. Si estás en la temporada invernal, esto puede hacerse cada día muy sencillamente, tras realizar ejercicios físicos, metiéndote en la ducha fría. Además de ahorrar calefacción imprimirás a tu organismo un fuerte impulso neuroendocrino.
Fig.63 Tomografía de individuo sano mostrando la distribución de la grasa parda en el dorso.
Perspectiva científica de la “meditación termogénica”. Ninguna descripción de la termogénesis por activación de la grasa parda estaría completa sin la mención de la extraordinaria práctica yóguica Tummo o “meditación de fuego”. En particular, si el análisis se hace en el contexto de nuestro abordaje del balance nervioso autónomo. La razón de esto es que, de modo unánime, los estudiosos de la meditación y otras técnicas yóguicas para el autoperfeccionamiento apuntan hacia el yoga tibetano como el más sofisticado recurso. La explicación de este fenómeno que ofrece la tradición del budismo tibetano es tan ajena a nuestra (actual) descripción del mundo, que francamente nos deja perplejos. Pero el hecho concreto es que el fenómeno de termogénesis voluntaria es real. Varios estudios experimentales con monjes tibetanos incluso con un grupo de control de occidentales no entrenados- indican que el incremento de la liberación de energía térmica utilizando la técnica de respiración energética depende de la visualización meditativa (1) En 1982, Benson y colaboradores estudiaron los efectos fisiológicos de la técnica Tummo en yoguis indo-tibetanos del Himalaya y la India. Este ensayo, realizado en el Alto Dharamsala, encontró que los sujetos (tres monjes) fueron capaces de aumentar la temperatura de sus dedos de manos y pies tanto como 8.3 °C (2) Más tarde, similares resultados fueron informados por la Harvard Gazette. En este ensayo, realizado en Normandía en 2002, dos monjes budistas aceptaron usar sensores térmicos
para el registro de modificaciones en la producción de calor y la tasa metabólica (3). Recientemente, un estudio de 2013 informado por Kozhevnikov y col. mostró aumentos en la temperatura corporal central tanto en meditadores tibetanos como en sujetos occidentales sin entrenamiento previo, pero instruidos brevemente en la técnica de visualización. En el siglo XX, varios occidentales testigos de la práctica yóguica ancestral reportaron sobre esta singular proeza metabólica, incluyendo a la aventurera Alexandra David-Néel (1971), Ernest Lothar Hoffman[25] (1988) y el antropólogo John Crook (1997). En los términos simbólicos de la medicina tibetana, el calor psíquico es producido por las “partículas espaciales” y la fricción generada con el “elemento viento”, lo cual se manifiesta como calor.
Fig.64 Joven lama tibetano practicando a la intemperie.
Como era de esperar, los meditadores expertos en visualización Tummo registraron el más alto incremento de temperatura corporal (4). Esta poética descripción –que no precisa ser exacta desde
el punto de vista fisiológico moderno- indica al meditador cómo visualizar el elemento fundamental de la conciencia “como el poder del fuego que puede lanzar cohetes al espacio”. Dicho poder se denomina medrod o 'fuego digestivo' en medicina y Tummo en yoga tántrico, y si bien no es asimilable a ningún concepto médico moderno, evidentemente es capaz de activar algún proceso concreto a nivel molecular. En la descripción de la medicina tibetana, el “fuego” sustenta la vida y protege el organismo (cuerpo/mente). Dicho fuego psíquico aumenta la sabiduría o discernimiento de quien lo acumula, disipa la ignorancia del practicante y conduce a la realización o liberación espiritual. El progreso en esta práctica ayuda a emerger de la oscuridad de la inconsciencia. Es por eso que el yoga describe a Tummo como un “fuego” activo que se enciende a la altura de la base de la columna, por debajo del ombligo, y asciende perforando uno por uno los centros energéticos sutiles (chakras) hasta alcanzar el chakra coronal, en el vértice mismo de la cabeza. Los budistas describen la energía tummo como una flecha ardiente que se une con los principios más altos (la novia celestial) y lleva así a disolver la ignorancia y romper el ciclo de sufrimiento y reencarnaciones sucesivas o samsara. La mayoría de las personas simplemente permiten que su energía vital se agite en un remolino constante de pensamientos, deseos y emociones caóticas.
Así, la fuerza de la atención se disipa en una búsqueda superficial del placer. Un yogui o una yoguini acumula y dirige conscientemente este poder (¿flujo de iones?) para propósitos específicos. Dicha energía genera calor a medida que se acumula, organizando y alineando el ser del practicante, hasta convertirse en un fuego interior (candālī) que quema de la ignorancia y el apego al yo, o identificación con el ego. Este no es en modo alguno un libro filosófico, por lo que la razón de que hayamos incluido esta descripción es totalmente pragmática: Se ha comprobado de modo objetivo que estas personas son especialistas en activación termogénica, lo cual es objeto de intenso interés para la ciencia occidental. Por otra parte, una manera bien práctica de quemar grasa (que es una expresión más correcta que “perder peso”, ya que esto último puede lograrse al menos transitoriamente deshidratando a la persona) es precisamente la exposición al frío. Pero una advertencia es necesaria, las exposiciones deben ser controladas, entendiendo por esto que controlamos la situación al punto de que podemos terminar la exposición al frio ambiental, en el momento en que así lo decidamos, porque percibimos que ya fue suficiente estrés térmico por hoy. No tener control de la exposición puede llevar a eventos contraproducentes.
Fig.66 Los tres canales energéticos visualizados en la técnica tibetana de respiración de fuego Tummo.
Hace algunos años, en Sudamérica, mientras testeaba a un grupo de atletas olímpicos al lado del mar, en pleno invierno, me vi obligado a prolongar mi visita al centro de entrenamiento por motivos ajenos a mi planificación. Vestía apenas una camiseta de algodón de mangas cortas –lo usual en mí para esos menesteres- y la temperatura ambiental era de unos 6°C. No recuerdo exactamente ya por qué motivo, pero mi trabajo usual con aquel equipo se extendió de 90 minutos a 4 horas. Mientras tanto, el clima empeoró, bajando mucho más la sensación térmica debido al fuerte viento y la aparición de nubes. Acostumbrados a mi modo de inusual modo de vestir, ningún atleta, coach ni metodólogo deportivo pensó ofrecerme un abrigo… ni a mí tampoco se me ocurrió pedirlo. El resultado de tanta exposición involuntaria, o más bien no planificada, al frío fue una espectacular bronquitis que duró varias semanas. Vivir es aprender. En resumen, cuando hagas exposiciones controladas al frío asegúrate de tener control sobre el final de esta.
REFERENCIAS
1. 2. 3.
Clinical Guidelines on the Identification, Evaluation, and Treatment of Overweight and Obesity in Adults. National Heart, Lung and Blood Institute. June 17, 1998 Standards Committee, American Society of Obesity Surgery; Obesity Surgery. Dec. 1997; 7:523 Body mass index and mortality in a prospective cohort of US adults. Calle EE, Thun MJ et al. N Engl J Med 1999; 341:1097-105.
4.
Índice de masa corporal y mortalidad por toda causa: metanálisis de datos de participantes individuales de 239 estudios prospectivos en cuatro continentes. Di Angelantonio E, Bhupathiraju ShN; et al.
Ketomanía.
Hace casi 14 años, en una de las primeras ediciones de nuestro Congreso Panamericano de Terapia Metabólica del Cáncer, comunicamos la noción general que veníamos aplicando en investigación clínica para intervenir en las patologías tumorales. Mi presentación de apertura fue “RUTAS METABÓLICAS Y SUPERVIVENCIA: 600 Millones de Años de Evolución en la Encrucijada del Cáncer.” El propósito fundacional de nuestro centro había sido inicialmente optimizar los tratamientos oncológicos convencionales por medio de intervenciones nutrifarmacológicas, para elevar su Índice Terapéutico[26]. 26 El Índice Terapéutico es una medida de la seguridad de un fármaco o procedimiento, obtenido como el cociente de la Dosis Letal media dividida entre la Dosis Terapéutica media (LD50% : DT 50%).
En esa época, la mera noción de que los tumores sólidos podrían ser tratados directamente con intervenciones restrictivas de su metabolismo energético era aún desconocida tanto en el ámbito clínico como en las universidades y en la cultura como un todo. Dada la irrefutable evidencia exhibida por la misma técnica de diagnóstico por imágenes (tomografía PET), empleada a diario para diagnosticar tumores de toda clase en todos los centros
especializados, el concepto fundamental del cáncer como patología del metabolismo energético pasó limpiamente todas las críticas académicas sin virtualmente ninguna objeción de la oncología ortodoxa. En rápida sucesión, nuestro centro de investigación publicó tres libros de divulgación científica que informaban a la comunidad médica sobre los avances en este fascinante campo, del cual mi laboratorio era un claro líder de pensamiento: Oncología Ortomolecular (2008), Terapia Metabólica del Cáncer (2015) y PRINCIPIA METABOLICA: Fundamentos Científicos y Clínicos para una Terapia Metabólica de los Tumores Sólidos (2018). El hecho de que la PET (Tomografía por Emisión de Positrones) describiera cuantitativamente las lesiones tumorales como “focos hipermetabólicos” cuyo valor estandarizado de captación de glucosa (SUVMAX) podía ser entre 3X y 70X mayor que el tejido sano circundante era una rotunda demostración de la naturaleza aberrante del metabolismo de los tumores. Desde entonces, decenas de miles de médicos han adoptado nuestros principios y realizan alguna modalidad de terapia metabólica antitumoral con sus pacientes. Por su parte, en menos de diez años, la dieta cetogénica pasó de ser una completa desconocida a ser una estrella de rock. Sin embargo, su implementación e incluso su definición misma está cada vez más plagada de incomprensión y de errores. Déficit calórico, cetogénesis y ratio cetónico.
El propósito de la restricción alimentaria, cualitativa y cuantitativa, requerida para una verdadera modulación cetogénica es cambiar el ratio de glucosa a cetonas en el plasma sanguíneo. En otras palabras, desplazar la glucosa a favor de las cetonas[27] por un factor de al menos 0.4 o preferiblemente mayor. Las razones por las que dicha transición puede ser útil en el tratamiento de enfermedades infecciosas y tumorales es la asimetría funcional entre las bacterias invasoras (o células cancerosas) y las células sanas del hospedero. Dicha asimetría funcional estriba en que las bacterias patógenas tienen un metabolismo anaeróbico, denominado fermentación, en tanto que las células eucariontes tienen un metabolismo aerobio u oxidativo, conocido como respiración (que requiere presencia de oxígeno). Es revelador el hecho de que las células neoplásicas, a pesar de ser originalmente eucariontes, van deformando progresivamente su metabolismo, tornándose cada vez más fermentativas, dependiendo cada vez menos de su modo aeróbico original de obtención de energía. Por esa razón hemos descrito la carcinogénesis como una regresión filogenética, en el sentido de que la anulación de la respiración, y la sobreexpresión de la fermentación implican un retroceso evolutivo. 27 (cetonas:glucosa ≥ 0.4)
Deprimir la concentración de glucosa requiere no solo eliminar los carbohidratos de la dieta sino al mismo tiempo, y quizá más importante aún, restringir el aporte calórico. En efecto, sin restricción del monto de alimentos con potencial energético, es decir, sin déficit calórico, la cetogénesis simplemente no ocurre. Esta restricción, dependiendo de varios factores, puede llegar a ser del orden de las 1.700 kilocalorías a 2.600 kilocalorías, por varias jornadas consecutivas.
Aún sostenida durante semanas, meses o años, una dieta completamente carente de carbohidratos pero que aporte más calorías de las que el sujeto consume a diario, no va a deprimir la glucosa circulante por debajo de 80 mg/dL, ni suscitar la betaoxidacion de ácidos grasos de reserva. La razón de esto es, por supuesto, la gluconeogénesis o fabricación de glucosa a partir de las grasas y ciertos aminoácidos. Conocida como síntesis de novo, esta continua fabricación de glucosa por parte del hígado sencillamente mantiene el ratio cetonas:glucosa por debajo del umbral descrito. En todos los adultos con una función hepática intacta, la gluconeogénesis compensa continuamente las fluctuaciones de la glucosa sanguínea, que difícilmente descenderá de los 80 mg/dL si no se produce un considerable déficit calórico. Este hecho permanece –con plena certeza experimental- aun en el caso de una dieta totalmente carente de carbohidratos. La razón de la pérdida de apetito durante las infecciones agudas en los animales superiores (anorexia paramorbida) es que esta induce hipoglucemia. Los microorganismos patógenos requieren glucosa para su replicación y, dada la asimetría funcional entre las bacterias patógenas (procariontes) y nuestras células o las de todos los animales superiores (eucariontes), la cetosis previene la septicemia y dificulta en general la propagación infecciosa. Otro tanto ocurre con las células neoplásicas -a medio camino entre la respiración y la fermentación- cuya asimetría funcional o ∆ metabólico va acentuándose de manera directa y proporcional a su grado de malignidad o carácter invasivo (1). Calificable de regresión filogenética, este corrimiento hacia el metabolismo fermentativo y las características morfológicas y funcionales mas propias de rústicas bacterias que de células
humanas se conoce como transición epitelio-mesenquimal, y constituye uno de los rasgos fenotípicos sobresalientes del cáncer.
Fig.67 El bioquímico Hans Krebs (Nobel 1953), fue inicialmente discípulo del Otto Warburg (Nobel 1931), el genial descubridor de las enzimas respiratorias y de “la anaerobiosis facultativa de las células cancerosas”. Krebs completó de modo brillante los descubrimientos de Albert Szent Giorgy (Nobel 1937) sobre los intermediarios del metabolismo energético, por lo que dicho ciclo lleva su nombre.
El grado de regresión metabólica de un tejido tumoral es altamente predictivo de la conducta futura de dicha lesión.
Tanto que, el índice de captación tumoral de glucosa en las tomografías PET, el ya mencionado Valor Estandarizado de Captación (SUVMAX), resulta un predictor de la invasividad del tumor en cuestión, y la sobrevida del paciente (2). Llegar al estado de cetosis fisiológica, supone una transición funcional del organismo entero hacia el uso de betahidroxibutirato (C4H8O3), abreviado β-hb, que es oxidado eficientemente por la maquinaria energética de nuestras células. Esta transición, que ocurre en casi todos los tejidos corporales[28], consiste en una adopción de los cuerpos cetónicos como combustible dominante, secundaria a la disminución sistémica de la glucosa (C6H12O6) en circulación. 28 En el caso de los eritrocitos en circulación, dado que su maduración incluye la enucleación y extrusión de virtualmente todos sus orgánulos – ¡incluyendo sus mitocondrias!estos solo pueden sostenerse por medio de la fermentación homoláctica, totalmente anaeróbica, de la glucosa presente en el plasma.
El organismo de todos los animales superiores ha emergido del proceso evolutivo perfectamente adaptado para efectuar estacionalmente esta clase de transiciones sin ningún perjuicio. Por el contrario, es la ausencia de ejercicios vigorosos y periodos de ayuno total lo que parece debilitar al organismo. Ambos estados, cetosis y glucosis, son fisiológicamente cruciales para la supervivencia y la reproducción, pero no pueden ocurrir al mismo tiempo. Como la marea alta y la marea baja, dicho estado de hibernación y su contraparte, el estado de citogénesis (replicación, crecimiento), se suceden uno a otro de modo cíclico, dando lugar a funciones igualmente importantes pero diametralmente opuestas. Cetosis
Glucosis
(estado catabólico) Hibernación Metabolismo basal bajo
(estado anabólico) Replicación Metabolismo basal alto
Fig.68 Eritrocitos maduros (glóbulos rojos) en circulación. En el caso de los eritrocitos en circulación, dado que su maduración incluye la enucleación y extrusión de virtualmente todos sus orgánulos –¡incluyendo sus mitocondrias!- estos solo pueden sostenerse por medio de la fermentación homoláctica -totalmente anaeróbica- de la glucosa presente en el plasma.
El régimen funcional dominante de las células neoplásicas y las bacterias patógenas es la glucólisis fermentativa[29]. Las bacterias patógenas no pueden extraer energía metabólicamente utilizable de los cuerpos cetónicos, de manera que la cetosis franca dificulta la progresión de la patología al tiempo que sostiene nutricionalmente los órganos nobles del hospedero. Dicho estado no puede sostenerse indefinidamente, claro está, porque la cetosis ocurre a expensas de reservas energéticas sistémicas de la persona. A pesar de ello, las implicaciones de este hecho son enormes, ya que debido a la asimetría funcional entre las células cancerosas y el tejido sano circundante se puede generar de modo seguro y no tóxico un estrés bioenergético en los tejidos tumorales y las bacterias patógenas oportunistas. 29 Técnicamente, la glucólisis es siempre el primer paso de cualquiera de las dos rutas, la respiración o la fermentación. El producto de la glucólisis – que no es otra cosa que la escisión de una molécula de glucosa en dos moléculas de piruvato- ingresa al ciclo de Krebs en las mitocondrias, o bien pasa a una fermentación homoláctica. En ambos casos, el resultado es la extracción de energía metabólicamente utilizable (ATP).
Como hemos explicado, según la extensa experiencia clínica registrada por mi laboratorio (en exceso de 70.000 registros individuales), el estado de cetosis fisiológica está definido por una proporción o ratio de cetonemia:glucemia ≥ 0,4. Para que este ratio sea posible, es necesario restringir lo suficiente el aporte calórico como para alcanzar una glucemia promedio ≤ 80mg/dL y una cetonemia promedio ≥ 36 mg/dL (estas cifras pueden convertirse a milimoles por litro dividiendo ambas por 18: Glu ≤ 4,4mm/L y Keto ≥ 2mm/L, respectivamente). La eliminación de la glucosa y sus precursores es solo el primer paso hacia la cetosis fisiológica, ya que si no se restringe además el potencial energético en general, el hígado
invariablemente compensará los niveles de glucemia por medio de la gluconeogénesis o síntesis de novo de glucosa (13). Se tiene evidencia experimental de que incluso una dieta absolutamente desprovista de carbohidratos no tiene efecto antitumoral ni antibacteriano si no se le restringe además la cantidad de alimentos (y con ellos, inevitablemente, el potencial calórico) ingeridos. Debe tenerse bien claro que en los humanos adultos con una función hepática indemne la gluconeogénesis siempre está activa, por lo que una fracción variable de las proteínas y grasas ingeridas es fácilmente derivada a la generación de glucosa (14). Comprender estos aspectos termodinámicos es de crucial importancia para los terapeutas, quienes no deben pasar por alto el concepto de entropía biológica. La natural transición hacia la cetosis sin acidosis (ergo, fisiológica) solo sucede en el contexto general de la restricción calórica, e implica también de modo inexorable, una dominancia catabólica: la disolución de ciertos tejidos para liberar su potencial calórico y constructivo, sus monómeros piezas biológicos elementales, con los que mantener el funcionamiento general del organismo. Paradójicamente (en apariencia) si bien el organismo requiere constante reparación, para lo cual son necesarios cuantiosos materiales biológicos y abundante energía, la autofagia regenerativa que tiene lugar durante la inanición prolongada elimina las piezas celulares deterioradas preparando el camino para una regeneración adecuada cuando los nutrientes se hacen disponibles nuevamente. El objetivo es la cetonemia, no la cetonuria.
Desde una perspectiva más terapéutica, teniendo claro que la cetosis franca solo puede ser obtenida temporalmente, de manera cíclica, el próximo punto crucial es comprender que medir la acetona que se filtra por la orina no es un indicador fehaciente. La creación o génesis de cetonas que el nombre de la dieta implica, se refiere al incremento de cetonas en sangre (cetonemia), no el de las cetonas en orina (cetonuria). La acetona registrada en orina es un metabolito terminal de los cuerpos cetónicos cuya aparición, de hecho, usualmente indica un retorno a la glucosis. Otro punto importante es que, si bien una multitud de buenas recetas puede hacerse con los alimentos descritos en infinidad de libros y manuales culinarios, el balance nutricional general no debe resultar en una dieta hiperproteica. Nos referimos en este caso al uso terapéutico de la técnica, en que por el contrario, es prudente obtener la casi totalidad de la energía necesaria a partir de las grasas. Durante el curso de ciertos tratamientos especiales, salvo mejor indicación médica, y asumiendo un ratio de aprovechamiento proteico cercano al 30% o 40%, aproximadamente ½ gramo de proteína/kg/día es más que suficiente. Esto supone que la ingesta no debería exceder los 500 mg de proteína asimilada por kilo de peso corporal, o sea, unos 100 gramos de proteína alimentaria de calidad por día para una persona de 70 kilogramos de peso. Los datos que menciono aquí son estrictamente informativos, siendo mi único propósito despejar las dudas en torno a una supuesta sobrecarga renal por esceso de proteínas. Como hemos explicado muchas veces, la mayor injuria renal es causada por los azúcares, no las proteínas (como es evidente en el caso de la diabetes) y, en todo caso, la manipulación de la nutrición con fines
terapéuticos específicos es competencia de los profesionales. No hace falta pues preocuparse al respecto de las proteínas. En el entorno clínico existe la posibilidad de agregar exógenamente keto-ésteres para asistir al organismo de personas muy delgadas o ancianas en la generación interna de cetonas sin agotar sus reservas de biológicas. Vale decir, el objeto de asistir a ciertas personas de IMC bajo con cetonas exógenas es ayudarles a preservar sus reservas de tejido muscular, sus vísceras y órganos, así como sus panículos adiposos. Si fuera necesario, puede aderezarse las ensaladas de hoja verde, etc. (o el café) con aceite de coco, o bien directamente con aceite MCT (Triglicéridos de Cadena Media) agregando o quitando dosis de este alimento según lo requiera el Índice de Masa Corporal del paciente. Aun una dieta enteramente carente carbohidratos, no debería en rigor llamarse “cetogénica” si el aporte alimentario es el suficiente para no generar déficit calórico. Por su efecto, tal dieta solo puede definirse como no-glucogénica, o como mucho, cetonúrica. El aspecto más delicado de la generación de una cetosis fisiológica es que arribar a este estado requiere inevitablemente déficit calórico, es decir, demanda un saldo negativo en el balance energético de las últimas 24 a 48 horas o más. Este requerimiento hace impracticable arribar a (y/o sostener en el tiempo) una cetonemia suficiente en el caso de las personas con un índice de masa corporal o IMC inferior a 19 kg/m2. Aún más contraindicada está entonces la restricción calórica en quienes padecen anorexia cancerosa y/o caquexia. Incluso para personas robustas, la cetosis franca no puede sostenerse indefinidamente, porque permanecer de modo constante en déficit calórico consumiría a diario una
fracción de la biomasa de la persona, lo cual es termodinámicamente insostenible, e incompatible por tanto, con la existencia. En el caso de que se emplee la cetosis como coadyuvante en el tratamiento de enfermedades degenerativas -además de juzgar previamente si no hay contraindicaciones- es imprescindible que el terapeuta controle a diario el peso y la circunferencia de la cintura (factorizando ascitis y/o edema en los miembros) para controlar que durante el limitado periodo de restricción calórica solo se produzca la pérdida mínima indispensable de biomasa. No debe confundirse por otra parte el propósito de deprimir temporalmente la glucemia con fines terapéuticos específicos con la intención de suscitar la autofagia regenerativa a nivel celular con fines biogerontológicos. Incluso estando ya en franca cetosis, ingerir una pequeña cantidad de proteína (en particular rica en el aminoácido leucina) frena en seco la autofagia. Imprescindible, pero insuficiente. Algunos grupos de investigación biológica básica, sin experiencia real en tratamiento de pacientes humanos, adjudican un desmesurado valor a la dieta cetogénica por sí sola como herramienta curativa directa (15). A pesar del innegable aporte de la modulación cetogénica al tratamiento de los tumores sólidos –he coordinado grupos de trabajo con este propósito en diversos espacios clínicos por más de una década- sabemos de manera objetiva que este único nivel de constricción es eventualmente superado por las células del tejido tumoral, capaces de gran versatilidad metabólica o adaptativa (16).
Es mi apreciación, basada en extensa experiencia clínica, que a pesar de su gran valor primario la cetosis fisiológica es “imprescindible, pero insuficiente”. Siempre que el estado nutricional del paciente lo permita, y el subtipo de tumor sea sensible a ello, la dieta cetogénica restrictiva podría crear temporalmente las condiciones fisiológicas óptimas para comenzar a intervenir con fármacos específicos destinados a bloquear competitivamente la glucólisis y la glutaminólisis, lo que debe ser ejecutado por múltiples vías y en simultáneo. De ningún modo debe emprender un paciente oncológico ninguna manipulación dietética ni ayuno profundo por su cuenta para intentar frenar el avance tumoral. Estos abordajes únicamente deben ser prescritos por profesionales competentes que dispongan de los otros recursos farmacológicos necesarios, que deben administrarse por vía endovenosa. Nota sobre Triglicéridos de Cadena Media: Los triglicéridos con un número de carbonos entre seis y doce son conocidos como TCM o “triglicéridos de cadena media”, una fuente de energía especialmente útil para varias situaciones delicadas de salud, como las infecciones crónicas, el quilotórax, las enfermedades en que hay mala absorción intestinal, y muy particularmente, en la caquexia por cáncer. Existe considerable cantidad de reportes científicos sobre los positivos efectos de los triglicéridos de cadena media en el cáncer, lo cual es congruente con la idea del cepo cetogénico coadyuvante en la patología oncológica, es decir, el bloqueo metabólico de las lesiones tumorales hipermetabólicas, sin
dejar de dar por ello una apropiada nutrición al resto del organismo (17). Respecto al diseño de una restricción cetogénica absoluta para el tratamiento del cáncer o de la epilepsia severa, la dificultad más grande radica en sostener el régimen el tiempo requerido (usualmente muchos meses). Es común que quienes siguen el régimen cetogénico –combinación de dieta sin carbohidratos y ayunos aperiódicos antes de las endovenosas semanales de antimetabolitos o quimioterapiapierdan el interés y el apetito, alimentándose menos de lo necesario. Esto trae debilidad y emaciación progresiva. Agregar 4-10 cucharadas al día de aceite MCT (que proviene del coco) suma de inmediato calorías suficientes a la dieta, haciéndola más sostenible. Posibles efectos colaterales incluyen náuseas y diarrea. Otro tanto puede decirse con respecto a las cetonas “exógenas”, cuya única indicación sensata es precisamente la administración a personas con profundas deficiencias nutricionales a quienes conviene mantener en cetosis fisiológica pero preservando todo lo posible su reserva estructural lipídica y proteica.
Fig.69 Clasificados de acuerdo al número de carbonos de sus cadenas laterales, los ácidos grasos pueden ser de cadena muy larga (+ de 21 carbonos), cadena larga (de 13 a 21), cadena media (de 6 a 12) o cadena corta (- de 6 carbonos). Los triglicéridos no son otra cosa que una molécula de glicerol (C3H8O3) con tres ácidos grasos adjuntos. Estos son: Capróico (C6:), Caprílico (C8:), Cáprico (C10:). En mi opinión, el ácido Láurico (C12:) no es un TCM sino un TCL, por sus 12 carbonos.
Nota sobre Índice Glucémico: Para el diseño de una alimentación sustentable a largo plazo, cuando se tienen dudas acerca del Índice Glucémico de un producto nutricional cualquiera y no hay datos publicados disponibles, simplemente puede ingerirse el producto en ayunas habiendo medido antes la glucemia. Veinte minutos más tarde de la ingestión se vuelve a medir la glucemia. Cualquier incremento notable (por ejemplo, de 80 a 100mg/dL) evidencia que el alimento en cuestión contiene glúcidos o bien es capaz de inducir gluconeogénesis. Fue utilizando este sencillo método que descartamos muchas marcas comerciales de proteína de suero lácteo (Whey Protein).
Lamentablemente, a pesar de los beneficios reportados para ciertas condiciones de salud con el uso de estos aminoácidos, el hecho de que los fabricantes agreguen maltodextrina e incluso otros glúcidos para endulzar el producto, o la lecitina para hacerlo manejable, lo descalifica como candidato para la modulación cetogénica. Si, desde el punto de vista clínico, el terapeuta sabe a ciencia cierta lo que está haciendo, no hay ninguna razón para que no pueda implementarse una dieta nula en carbohidratos, alta en la clase correcta de grasas, con las proteínas mínimas requeridas y acompañada de suplementos específicos en un programa complementario a cualquier tratamiento para patologías degenerativas, sea convencional o no.
Fig.69 El aceite de coco natural de grado nutricional resuelve un importante factor cuantitativo en la dieta: el balance energético. A la vez, debido a su composición, no contribuye a la inflamación sistémica, y es más seguro para cocinar por su elevado punto de humo (350°C). Ácido caprílico C8:0 (8%), ácido cáprico, C10:0 (7%), ácido láurico C12:0 (49%), ácido mirístico C14:0 (8%), palmítico C16:0 (8%), esteárico C18:0 (2%), ácido oleico C18:1 (6%) y 2% de ácido linoleico C18:2.
Dado que esta técnica de nutrición puede implementarse fácilmente tanto por vía oral como parenteral consideramos que no hay mayores impedimentos en su uso.
La grasa de la tierra. Contrario a lo que ha divulgado la industria alimentaria desde los años sesenta, las grasas que sí son realmente nocivas son las grasas poliinsaturadas, susceptibles de rápida peroxidación lipídica (rancificación). Siempre que decidas usar grasas poliinsaturadas como aceite de oliva, debes tratarlas de inmediato con antioxidantes sintéticos como el BHT (butilhidroxitolueno), del que se sabe que es perfectamente inocuo.(24) La dosis de BHT necesaria para proteger 1 litro de aceite es de 1g. Hacia el siglo XVI se usaban en el lenguaje literario expresiones en que “la grasa” significaba la parte más preciada, rica y recomendable de algo[30]. Debido a la lipofobia de las últimas décadas, la dieta de la población del mundo occidental ha sufrido una peligrosa substitución de las grasas saturadas (totalmente estables y por demás inofensivas) por los aceites hidrogenados, las grasas trans y, en el mejor de los casos, los aceites vegetales poli-insaturados (muy vulnerables a la oxidación o rancificación)(25-27). No solo los aceites poliinsaturados se oxidan velozmente al contacto con el oxígeno y la luz dañando nuestro organismo en un sinnúmero de modos (cosa que las grasas saturadas como la mantequilla, la crema o los triglicéridos del aceite de coco -y por supuesto la grasa porcina, vacuna, - no sufren), sino que además la alimentación moderna es escasa en la clase correcta de ácidos grasos: los omega-3 primarios. La proporción de omega-6 a omega-3 comúnmente ingerida en la dieta moderna es entonces de 20:1 o peor, o sea, la población ingiere un 2000% más de omega-6 de lo que debiera, considerando que el ratio apropiado debería ser cercano a 1:1
(26-27). Se ha asociado la desproporcionada cantidad de omega-6 en nuestra alimentación con un incremento del riesgo de contraer diversos tipos de cáncer (28,29). Las harinas refinadas y los aceites vegetales, ricos en omega-6, son un agregado muy reciente a la dieta de los seres humanos. El organismo de los hombres de hoy es el resultado de la selección natural, y su evolución a lo largo de centenares de miles de años en medio de condiciones radicalmente diferente a las actuales. Aun sin considerar los pesticidas y venenos respiratorios asociados a la comida, los alimentos de alto índice glucémico y gran concentración de ácidos grasos trans, hidrogenados y omega-6 representan una dramática desviación de la clase de substancias a la que nuestros organismos se adaptaron. Se ha establecido que esta escasez de grasas adecuadas es un importante factor en la creciente “epidemia” de enfermedades degenerativas que se viene registrando (30). Los ácidos grasos esenciales garantizan muchas funciones vitales de las cuales muchos médicos, nutricionistas y público en general ni siquiera tienen noticia. En eso estriba, entre otras cosas, la utilidad de piezas de divulgación científica como este libro. En adición a su poder preventivo, los ácidos grasos esenciales omega-3 (particularmente los primarios) ayudan a tratar el cáncer, siendo que: a-Inhiben la producción de metabolitos inflamatorios al regular la conversión de ácido araquidónico (AA), lo cual resulta en una supresión de la actividad de las citokinas. Los omega-3 bloquean el AA en un ratio de 1 a 10 (es decir, 10
miligramos de omega-3 antidotizan 100 miligramos de AA) (31). La importancia de este bloqueo radica en que los subproductos del ácido araquidónico avivan la carcinogénesis[31], siendo de hecho considerados iniciadores de la misma (32). b-Previenen la caquexia, típica emaciación maligna (hipercatabólica) responsable de 1/3 de la mortalidad en los pacientes oncológicos (33). c- El ácido docosahexanoico (DHA) un omega-3 abundante en el lino y el pescado, inhibe la proliferación de las células tumorales e incrementa la sensibilidad al estrés oxidativo de las células de cáncer prostático por medio de su modulación del NF-κB[32] y la supresión del complejo mTOR (34,35). d-Los ácidos grasos omega-3 han mostrado experimentalmente inhibir al menos tres líneas de cáncer pancreático humano (PaCA-2, PANC-1 y CFPAC)(36). e-Inhiben también la capacidad de adhesión celular necesaria para el proceso de fuga migratoria e invasión de las células cancerosas (37). f- Bajos niveles de EPAs resultan en cierta inestabilidad genómica, con tendencia a la proliferación celular y por consiguiente un medio más propicio a la tumorigénesis (38). g- Reducen en más de un 60% las probabilidades de contraer cáncer de mama en las mujeres. Previnien la metástasis de las células de este tipo de cáncer (cuando llega a surgir) hacia los huesos, e inhiben su proliferación por medio del control de las enzimas lipoxigenasa y ciclooxigenasa (39).
h- Se ha encontrado (por el momento in vitro) que el EPA y el DHA son tóxicos para las células de la médula con fenotipo glucolítico,(40) y su consumo baja el riesgo de contraer mieloma múltiple (21). i- Previenen y tratan el cáncer de colon, teniendo además un fuerte efecto supresor sobre las lesiones pre-cancerosas (pólipos) del intestino (41). Un estudio experimental de 2008 encontró grandes anomalías en la composición y contenido de cardiolipina fosfolípido específico de las membranas mitocondriales en todos los tejidos tumorales analizados. Transcribimos a continuación su resumen: Anormalidades en la cardiolipina y la cadena transportadora de electrones en las mitocondrias de tumores cerebrales de ratón: evidencia lipidómica en apoyo de la teoría carcinogénica de Warburg. Kiebish MA, Han X, Cheng H, Chuang JH, Seyfried TN. Journal of Lipid Research.
Otto Heinrich Warburg propuso por primera vez que el cáncer se originaba de una injuria irreversible de la respiración mitocondrial, pero las bases estructurales de dicha injuria permanecían elusivas. La cardiolipina (CL) es un fosfolípido complejo que se encuentra fundamentalmente en las membranas mitocondriales internas, íntimamente implicadas en el mantenimiento de la funcionalidad e integridad mitocondriales. Utilizamos un abordaje lipidómico múltiple para analizar el contenido de CL y su composición en mitocondrias cerebrales altamente purificadas de líneas endogámicas C57BL/6J (B6) y VM/Dk (VM) y de tumores
cerebrales cultivados subcutáneamente de líneas celulares que incluyen astrocitomas, ependimoblastomas (tumores B6) y dos microgliomas (tumores VM). Se encontraron importantes aspectos anormales en el contenido (concentración) y composición de cardiolipina en todos los tumores. Estas anormalidades en la composición incluyeron gran abundancia de especies moleculares inmaduras –sugiriendo serios defectos en la síntesis y remodelación de la cardiolipina. Las anormalidades en la cardiolipina tumoral se asociaron asimismo con significativas reducciones de la actividad de la cadena transportadora de electrones. Un modelo matemático ha sido creado para facilitar la interpretación de los datos. Nota: Los ácidos grasos omega-3 están asociados en la mente del público a los aceites de pescado, pero se encuentran en abundante concentración en todos los animales (no necesariamente marinos) criados naturalmente, como los pollos y cerdos de granja, las vacas de pastura libre o el cordero patagónico. Por otra parte, los omega-3 comercialmente accesibles suelen ser el EPA y el DHA (ácido eicosapentanoico y docosahexanoico) ácidos grasos secundarios, mucho menos efectivos, que el organismo puede además fabricar según lo necesite a partir de los ácidos grasos primarios AL y ALA (ácido linoléico y alfa-linolénico) que no hay otro modo de obtener sino por la dieta. Su concentración es particularmente alta (55%) en el aceite de lino de primera prensada. Los efectos de la suplementación con los omega-3 primarios son dramáticos, y –dada su implicación estructural y funcional en la composición de las membranas celulares- constituyen una de las claves para la prevención y tratamiento del cáncer. Ingerir abundantes ácidos grasos primarios omega-3 (excluyendo a la vez los
aceites trans, y el exceso de omega-6, así como la oxidación y combustión de los aceites poliinsaturados) parace proteger las membranas celulares en cuanto a su permeabilidad al oxígeno, y constituye en sí mismo un efectivo método para asegurar la normoxia de los tejidos, estén o no pasando por una crisis de reparación orgánica. Otro importante aspecto de la función biológica de la cardiolipina (que se arruina con una dieta inadecuada) es su relación con el proceso de muerte celular programada o apoptosis, causa de la inmortalización de las células cancerosas. Normalmente, en respuesta a estrés oxidativo, la cardiolipina ve modificada su estructura química y termina por liberar el enzima respiratorio citocromo c, que escapa a través de la membrana mitocondrial externa hacia el citosol, desencadenando la apoptosis. La hipótesis de que la iniciación del cáncer necesariamente implica una avería de la maquinaria respiratoria mitocondrial fue sugerida inicialmente por Warburg (42), si bien las bases bioquímicas de dicha avería no habían sido demostradas concretamente, sino inferidas por medios experimentales. Dado que la cardiolipina es un fosfolípido de crucial importancia localizado casi exclusivamente en la membrana mitocondrial y esencial en el mantenimiento de la función respiratoria (complejos III y IV de la cadena transportadora de electrones) se teorizó que los trastornos estructurales (químicos) de la cardiolipina podrían destruir la habilidad autodestructiva (es decir, apoptótica) de las células en respuesta a las señales normalmente detonantes de dicha muerte celular o sacrificio cooperativo. Beneficios objetivos del aceite de coco.
Habíamos hablado antes de la hipotética situación de encontrarnos en una isla desierta. Pues bien, a la pregunta de ¿qué tres alimentos traería a dicha isla? siempre respondo con la pequeña trampa de elegir tres alimentos (por ejemplo, “huevos, yogurt y broccoli”) agregando al final: “Oh, por cierto, la isla está llena de cocoteros!” He aquí por qué: El aceite de coco es excepcionalmente abundante en ciertas grasas saturadas, que tienen efectos diferentes en el cuerpo en comparación con la mayoría de las otras grasas dietéticas. Los ácidos grasos del coco pueden de hecho promover la quema de grasa[33] visceral, dando energía rápida al cerebro y los músculos. También aumentan el colesterol HDL en el plasma, lo que en teoría reduce el riesgo de cardiopatías (1). La mayoría de las grasas de la comida consta de triglicéridos de cadena larga (LCT), mientras que el aceite de coco tiene triglicéridos de cadena media (MCT) en casi un 60%. Tras ser ingeridos, los MCT tienden a ir directamente al hígado, donde pasan a ser una fuente rápida de energía o, si aumenta el gasto energético, se convierte en cetonas, que son un combustible orgánico beneficioso para el Sistema Nervioso Central, empleadas incluso como tratamiento para la epilepsia, la enfermedad de Alzheimer y la demencia senil. El coco es un alimento poco común en el mundo occidental, pero es un alimento básico con el que varios pueblos costeros han prosperado durante generaciones. En los estudios antes mencionado sobre las poblaciones de Tokelau, una cadena de islas en el Pacífico Sur, y Kitavan en Papúa Nueva Guinea, se vio que estas obtenían más del 60% de sus calorías de los cocos, teniendo no solo buena salud en
general, sino también de tasas muy bajas de enfermedades cardíacas y cerebrovasculares (3). Los MCT en el aceite de coco tienen una suerte de efecto acelerador, incrementando la combustión metabólica del cuerpo en comparación con los ácidos grasos de cadena más larga. Tan poco como 20 gramos de MCT puro (en sustitución de otras fuentes calóricas, no en adición a ellas) pueden incrementar el gasto energético en 24 horas en 5%. Aproximadamente el 50% de los ácidos grasos del aceite de coco consisten en ácido láurico, el cual, al igual que su primer metabolito en el cuerpo –la monolaurina- ha demostrado efectos antimicrobianos. En efecto, tanto el ácido láurico como la monolaurina pueden matar bacterias patógenas, virus y hongos. Hay estudios in vitro que muestran de hecho cómo ambas sustancias liquidan a temida bacteria Staphylococcus aureus y a la levadura Candida albicans, fuente común de infecciones fúngicas en humanos. Un rasgo paradójico de los MCT es que pueden reducir el hambre, lo que podría estar relacionado con la forma en que el organismo metaboliza las grasas. Siempre y cuando no se combine la ingestión del coco con azúcares, la generación de cetonas puede reducir el apetito, probablemente por su influencia en los centros de saciedad. Por experiencia, me inclino a pensar que este efecto es específico del aceite MCT puro (100% triglicéridos de 8 a 10 carbonos) que del aceite de coco natural. En el contexto de la dieta no-glucogénica, idealmente con periodos restrictivos que creen genuina cetonemia, el aceite de coco empleado como principal fuente calórica ayuda a
controlar la epilepsia. El uso terapéutico más conocido de esta dieta es el tratamiento de la epilepsia infantil refractaria a medicación anticonvulsiva. La exclusión de los carbohidratos y el diseño de una dieta normoproteica cuya principal fuente energética son las grasas, evita la hiperglucosis, estado contrario extremo de la cetosis. Aplicada de modo consistente, la cetosis cíclica reduce drásticamente el número y severidad de los episodios convulsivos en niños con epilepsia, incluso tras el fracaso de toda medicación estándar. En mi opinión, la más plausible explicación de este fenómeno es que la hiperglucosis es neurotóxica. Como describimos en la sección sobre IMC (pág. 236), la circunferencia de la cintura es un marcador fácil y preciso de la cantidad de grasa visceral, localizada en la cavidad abdominal y en torno a las vísceras. En estudios independientes, tanto hombres como mujeres con obesidad abdominal, que tomaron 2 cucharadas (30 ml) de aceite de coco por día tuvieron una reducción significativa tanto en el índice de masa corporal (IMC) como en la circunferencia de la cintura (19).
Atrición vs Nutrición: Dos fases de la marea metabólica.
Lo explicado en este libro puede recordarse eficazmente como un puñado de ideas muy sencillas, con una clara lógica interna: Los seres vivos requieren una constante disponibilidad de energía para subsistir, la que puede venir de afuera –por ingreso de nutrientes- o bien del interior del propio organismo –por reciclaje de sus componentes. El ancestral mecanismo autofágico de supervivencia, tiene como efecto colateral una limpieza selectiva de los componentes defectuosos que, de no matarnos por prolongarse demasiado, tiene efecto rejuvenecedor. En efecto, cada vez que un organismo (ya sea bacteria, mosca o elefante) se ve atrapado en circunstancias adversas o no logra ingresar alimentos, sus células se autorregulan, deprimiendo la replicación y el crecimiento para ahorrar sus fuerzas y materiales orgánicos, extrayendo energía biológica de sus propias piezas. Como describimos al inicio del texto, esto significa que en periodos de hambruna el organismo sobrevive a expensas de sus mismas reservas estructurales, lo cual, como es lógico, no puede mantenerse por tiempo indefinido. Cuando las condiciones vuelven a ser favorables, el organismo cesa de consumir sus propios componentes celulares (autofagia) y se
abre a la incorporación de nuevas sustancias provenientes de la alimentación (exofagia). Es solo en esos periodos de relativa abundancia cuando puede retomarse la proliferación celular con fines de reconstrucción o reproducción. Como las dos fases de la marea –pleamar y bajamar- las dos fases fisiológicas de cada ser vivo permiten que su organismo construya (anabolismo) o destruya (catabolismo) sus tejidos, se expanda o comprima, se preserve o se propague, según lo permitan las circunstancias del medio ambiente, para optimizar la supervivencia y la reproducción. Infinidad de ejemplos pueden encontrarse de inmediato en la Naturaleza, donde la hibernación se sucede a la eclosión reproductiva y viceversa. Debe notarse que, si logra sobrevivir a la adversidad (ya sea sequía, helada, hambruna, insolación, heridas, etc.) al final de cada periodo de atrición las células tienen un tamaño menor, ya que han tenido que degradar sus componentes internos para convertirlos en energía. El valor terapéutico de este fenómeno es enorme, debido a que el reciclaje de los componentes de la célula no es aleatorio o caótico sino una verdadera degradacción selectiva: un proceso ordenado de eliminación de las partes más antiguas, inservibles o deterioradas. Dicho proceso no ocurre bruscamente y todo de una vez, sino que se desarrolla de modo progresivo a medida que se prolonga la hambruna. En el caso de los seres humanos modernos, salta a la vista que, dada la constante sobreabundancia de alimentos, distorsionada tanto en cantidad como en calidad, los tejidos
del organismo nunca llegan a experimentar la necesaria pausa alimentaria.
Fig.70 Las dos fases cíclicas de la marea -pleamar y bajamar- regidas por la atracción gravitacional de la Luna, son una alegoría apropiada para la transición metabólica de la glucosis a la cetosis, y viceversa. En condiciones salvajes, virtualmente todas las especies se ven forzadas estacionalmente a oscilar entre la autofagia y la exofagia.
Comer constantemente y en demasía (aun si no son las usuales porquerías) mantiene al organismo en un incesante estado anabólico -comandado por la hormona insulina y la proteína reguladora mTOR- que impide la activación de la autofagia, o “marea baja” del metabolismo. Otra estrategia adaptativa, esta vez de los organismos unicelulares, consiste en generar una coraza proteica denominada espora, con fines de dispersión y supervivencia a largo plazo (dormancia) bajo condiciones adversas. En muchos seres eucariotas, la fase de espora es parte fundamental de su reproducción, originándose un nuevo organismo al dividirse por mitosis (especialmente en hongos) o meiosis (plantas), sin tener que fusionarse con otra célula. En algunas bacterias se trata en cambio de una etapa inactiva, resistente a la desecación y con fines de
supervivencia no reproductivos. El término deriva del griego σπορά (sporá), "semilla". En la Naturaleza, la supervivencia de todas y cada una de las especies ha dependido de su capacidad de “capear el temporal” por medio de múltiples estrategias adaptativas, incluyendo la autofagocitosis regenerativa que resulta de la degradación selectiva de componentes, y la capacidad de refugiarse dentro de una coraza protectora (Figura 71). Dado que se configuró a lo largo de eones de lucha por la existencia, estos mecanismos ancestrales de supervivencia se conservaron de especie en especie gracias a inmensas presiones selectivas sobre su genoma, y están por tanto integradas al ADN de todas las criaturas vivientes.
Fig.71 Esporas bacterianas de Bacillus sutilis.
En términos metabólicos, no se puede acumular y descartar al mismo tiempo, tal y como es contraproducente apretar a la misma vez el acelerador y el freno. Como hemos explicado antes en referencia al pleiotropismo antagónico, nuestro genoma está condicionado para devorar y almacenar todos los nutrientes conque pueda entrar en contacto mientras haya alimentos disponibles. No hay nada que hacer al respecto, no hay por el momento ninguna intervencion de ingeniería genética que nos haga disfrutar menos el alimento ni acumular menos energía en forma de grasa. Por otra parte, las intervenciones farmacológicas que intentan bloquear estos procesos han producido hasta ahora desastrosos efectos colaterales. Queda en nosotros establecer con inteligencia y constancia nuevos hábitos nutricionales y motores que permitan, cíclicamente, cambiar la marea metabólica. Nada bueno saldrá de seguir de dieta en dieta, de programa de moda en programa de moda (todas del estilo come-menos-ejercitamás). Aun así, debe recordarse que el ejercicio provee el contexto metabólico -el oxigeno es sin dudas la vitamina invisible.
Corregir integralmente la fisiología de manera efectiva y sustentable requiere una reprogramación inteligente de nuestra conducta. Lo que sí es seguro es que comiendo continuamente patata, trigo, maíz, pastas, panificados y postres de todas clases no viviremos para contarlo. Más allá de la reserva de glucógeno. La activación del ancestral programa de supervivencia y reciclaje proteico que denominamos autofagia regenerativa, solo comienza cuando el organismo confronta un déficit calórico del orden de las 1.700 a 2.700 kilocalorías diarias, por varias jornadas consecutivas. Para personas con un Indice de Masa Corporal (IMC) superior a 28 kg/m2, suelen ser necesarias 72 horas de inanición absoluta y actividad física normal para llegar a barrer con las reservas hepáticas y musculares de glucógeno. Esto es más que evidente en las mediciones de cetonemia, y en particular el ratio o proporción cetonemia : glucemia, que no supera la cifra de 0.4 hasta bien adentrado el ayuno profundo. Si bien tejidos como la retina, mantienen un reciclaje proteico continuo -autofagia intrínsecala mayoría de los órganos nobles, como el cerebro, el hígado, el musculo cardíaco y la piel no entran en verdadera autofagia hasta despues del agotamiento sistémico de las reservas de glucógeno. Por otra parte, la restricción calórica severa es hasta el momento la única intervención biogerontológica efectiva y reproducible para incrementar la longevidad máxima. Experimentalmente, se trata de un sencillo protocolo, fácil de reproducir y aplicable a infinidad de especies. En realidad, dicha restricción calórica es el único método que ha objetivamente producido una disminución sustancial de la mortalidad por toda causa, un aumento radical de la longevidad máxima, y un incremento del tiempo de vida
promedio. Como su nombre lo sugiere, la restricción calórica consiste precisamente en disminuir la cantidad de alimento diario en aproximadamente una tercera parte del monto calórico de una dieta ad libitum. Una alternativa a esta miserable restricción crónica diaria (que demanda comer pobremente cada dia por el resto de la vida) es el ayuno profundo -tres días o más- practicado de modo periódico a intervalos irregulares. La alimentación espontánea alimentarse a satisfacción en los días normales- combinada con periodos específicos de total inanición, es un método mucho más llevadero y probablemente más poderoso. En los últimos veinte años, tras varias decenas de miles de observaciones de ingreso y egreso en el territorio de la cetosis fisiológica en humanos (ratio keto : glu ≥ 0.4), nos hemos convencido de que la restricción profunda y abrupta es superior a la restriccion leve y sostenida. Hay una aparente contradicción entre los reportes sobre longevidad en humanos en eras pasadas y las estimaciones que se han hecho sobre la edad promedio que alcanzaban nuestros ancestros. Por lo que hemos podido determinar, en el pasado se registraban casos de muy avanzada longevidad. Sucede, empero, que las enfermedades infecciosas daban cuenta casi enseguida (entre los 0 y los 7 años) de un porcentaje muy alto de la población. En Europa, la mortalidad infantil por cada mil nacidos vivos era altísima e incluso la mortalidad materna era sumamente frecuente (6 de cada cien madres morían tras dar a luz en 1850). En el transcurso de su pubertad moría también gran cantidad de personas. Como resultado, tenemos tendencia a pensar que la duración máxima de la vida (máximum lifespan) ha crecido muchísimo, pero no es cierto. Es posible incluso
que debido a condiciones ambientales especiales y a ciertos conocimientos, algunas personas hayan alcanzado en el pasado edades que hoy nos parecerían absolutamente increíbles.
Fig.72 Larvas de moscas de la fruta (Drosophila melanogaster) muy empleada en experimentos genéticos y biogerontologicos.
En cualquiera de sus modalidades, disminuír la ingesta calórica ha mostrado invariablemente numerosos beneficios para la salud, mediados quizá por el incremento de la sensibilidad a la insulina, mejor resistencia al estrés, menor glicosilación proteica, menos readicales libres del oxígeno, disminución de la inflamación, etc. todo lo cual atenua la morbilidad y puede mejorar la longevidad máxima. Los mecanismos celulares permanecen desconocidos, pero se da
por sentado que es necesaria la disminución del aporte de calorías. Sorprendentemente, los ratoncitos C57BL-6 que han sido mantenidos en un régimen de ayuno total alternado (día por medio, es decir 24 x 24) muestran iguales beneficios a pesar de no disminuir su ingesta calórica total ni perder peso corporal. Es decir, los verdaderos ayunos, en jornadas intercaladas, producen efectos que igualan o incluso superan los de la restricción calórica clásica, incluidas la disminución de la glucemia e insulinemia y la mayor resistencia de las neuronas al estrés exitotóxico. Los ayunos totales superiores a 48 hs, practicados intervalos periódicos, reproducen estos mismos efectos independientemente del aporte calórico mensual. Descanso, meditación y ejercicios respiratorios en el ayuno total voluntario. Existe una gran diferencia entre reducir de manera voluntaria la cantidad de alimento y ser forzado a ello por circunstancias adversas, pobreza extrema o privación de libertad. En textos clásicos de Fisiología pueden encontrarse referencias a la "imposibilidad de seguir viviendo más allá de la primera o segunda semana de innanición". Esto puede ser cierto para animales de laboratorio, viajeros perdidos en la jungla o bien para prisioneros de guerra, pero aquellas personas que libre y conscientemente emprenden un ayuno (tomando solo agua) pueden prolongarlo hasta 20, 40 o 60 días sin ningún perjuicio para su salud y, en realidad, con impresionantes resultados. En quienes no tienen contraindicaciones, los ayunos profundos bien implementados llegan a curar incluso enfermedades crónicas graves. Es importante en este caso descansar todo lo necesario y practicar incluso técnicas de meditación y disolución del estrés
para hacer descender los niveles de cortisol –poderosa hormona catabólica- que compromete la conservación del tejido muscular. Los ayunos periódicos (de 3 a 7 dias, dependiendo de la reserva somática inicial, la edad, la temperatura ambiental, la tasa metabólica basal, etc.) permiten adquirir un ritmo metabólico más lento, una producción de enzimas más eficiente, un sistema inmunológico más capaz y una mayor producción de hormonas. Este último aspecto es interesante por el hecho de que, si bien ya se conocía que la hormona de crecimiento humana (GH) es segregada en mayor abundancia y frecuencia en condiciones de ayuno, se encontró también que –combinada con restricción calórica y entrenamiento de fuerza- la reposición suplementaria de hormona GH puede funcionar como técnica anti-envejecimiento. Es necesario entender que aun la reposicion hormonal bio-identica, aquella que emplea cantidades fisiológicas moderadas de las hormonas humanas obtenidas por técnica recombinante (no hormonas animales) puede empujar al organismo a un desbalance si no se sacrifican calorías. Costo energético de la inteligencia humana. Animales tan sencillos como los insectos y los reptiles funcionan a la perfección -y han sobrevivido por eones en nuestro planeta- sin necesidad de lenguaje ni pensamiento abstracto. ¿Por qué hubo de surgir entonces el avanzado cerebro de los homínidos, y especialmente, el formidable cerebro humano? En el actual debate sobre la evolución de esta compleja biocomputadora de los animales vertebrados, el “centro de gravedad” de la discusión se ha desplazado desde la hipótesis del equilibrio energético a la hipótesis de la
ventaja adaptativa y competitiva que provee un órgano de interacción social como el cerebro. Nuestro laboratorio ha explorado antes la fascinante cuestión del cociente de encefalización –ver video- en relación con ciertos problemas de la biología tumoral y la dominancia del metabolismo glucídico fermentativo en los tumores sólidos. Por lo general, mientras más grande es un organismo más abundante es su materia cerebral, lo cual tiene perfecto sentido ya que hay más cuerpo que controlar y coordinar. El asunto es que los animales superiores, y en particular los mamíferos, exhiben un cerebro mucho más grande que lo que su tamaño permitiría predecir. En otras palabras, la masa encefálica va aumentando de especie en especie en proporción que supera sus dimensiones esperadas. A este progresivo desarrollo cerebral de las especies cada vez mas evolucionadas se le denominó encefalización, y al grado de desproporción, cociente de encefalización. Se considera universalmente que el cociente de encefalización (cuan cerebrudo es un animal) es una medida fehaciente de la inteligencia de la especie. En el contexto del ayuno profundo como herramienta terapéutica, conviene examinar la evidencia mas reciente. Disponiendo ahora de nuevos datos sobre la tasa metabólica basal (TMB) y el tamaño del cerebro, resulta evidente que la disponibilidad continua de energía es un problema en el mantenimiento de un órgano tan demandante. En nuestra especie, en promedio, el cerebro constituye apenas un 2% del peso corporal, pero consume una quinta parte de toda la energía metabólica generada cada día. En los mamíferos, el tamaño del cerebro guarda relación directa y proporcional con
el metabolismo basal de cada especie (mientras más grande este, mas intensa la TMB), correlacionado a su vez con el tamaño del cuerpo. Parece ser que, para explicar la variación del tamaño del cerebro en diferentes taxones (subclases de especies) hay que considerar la capacidad de sostener el costo energético de su Sistema Nervioso Central, balanceado con los beneficios de ser más inteligente. Lo que quiero decir es que, en algunos nichos ecológicos y en ciertas circunstancias ambientales, puede haber sido más efectivo no desarrollar un cerebro más grande. En muchas ocasiones, al parecer, para sobrevivir solo fue necesario ser rudimentariamente inteligente, pero sí capaz de tolerar largos periodos de sequía u alguna otra dificultad ambiental. Las escurridizas cucarachas (Periplaneta americana) son un claro ejemplo de máquinas biológicas perfectas con capacidad cerebral muy baja, aproximada a la de un iPhone 12 pro. Desde el inicio de la teoría evolutiva, los antropólogos y neurocientíficos han estado intrigados por el dramático contraste en el tamaño del cerebro humano (relativo a su masa corporal) y el de nuestros antecesores directos, los grandes simios. Dicha asimetría es relevante, considerando que las diferencias en el tamaño del cerebro entre especies son la base de sus gigantescas diferencias cognitivas. La investigación mas reciente sobre la evolución del tamaño del encéfalo se ha centrado en gran medida en los beneficios de una creciente capacidad cognitiva para hacer frente a los desafíos impuestos por vivir en grupos sociales compitiendo por recursos escasos. Sin embargo, el tejido cerebral es energéticamente caro, y requiere casi un orden de
magnitud más de energía por unidad de peso que la mayoría de los otros órganos del cuerpo. Esta es otra manera de decir que –en términos bioquímicos- el voraz órgano pensante que alojamos en nuestras cabezas, es un lujo que la mayoría de los demás animales sencillamente no puede darse. Esto se debe a que la alta proporción de energía asignada al tejido cerebral puede reducir las probabilidades de selección natural (supervivencia y éxito reproductivo de un animal dado) a pesar de la ventaja de ser más inteligente. Como hemos visto, durante los periodos de absoluta inedia, el organismo humano reorganiza su metabolismo energético de modo tal que nuestro precioso cerebro funciona casi exclusivamente en base a los cuerpos cetónicos. Al mismo tiempo, reduce progresivamente la Tasa Metabólica Basal para minimizar el catabolismo de las reservas de grasa, proteína visceral y proteína muscular, al tiempo que activa el ancestral mecanismo de reciclaje proteico dentro de cada célula. Esto se verifica en todos los niveles –desde los tejidos del intestino y la piel, hasta los del corazón y el cerebro- para sostener la demanda energética de mantenerse con vida.
Fig.73 El nivel de desarrollo cerebral de las cucarachas comunes, es ya modelado de cerca por algunos aparatos de Inteligencia Artificial, como el contenido en el iPhone 12. Relativo a su masa corporal, el “cerebrum” de los artrópodos e insectos en general es en realidad minúsculo. Ahora que nos acercamos tecnológicamente a replicar la inteligencia báscia de los animales, asombra que estos bichitos puedan lograr tanto con tan poca materia gris.
A lo largo de los ayunos totales, el cerebro funciona de manera incluso más estable y fluida que cuando experimenta picos y valles de relativa hiper- o hipo-glucemia, en los periodos de alimentación abundante. Por la razón que fuere, el hecho es que el cerebro de los primates sí evolucionó a niveles increíbles de inteligencia. Como es evidente, a lo largo de los tormentosos millones de años de evolución que produjeron la especie humana, nuestros ancestros sufrieron intensas hambrunas, muchas, muchas veces. De hecho, la escasez de alimento parece ser la norma, no la excepción, en el mundo silvestre. ¿Cómo satisfacer entonces el hambre voraz de este precioso órgano durante los periodos de hambruna?
Comparado con el resto del Reino Animal, el genus Homo enfrentó retos únicos en el sentido de que su supervivencia requería no solo la capacidad de soportar períodos prolongados de inanición y simultánea preservación del tejido muscular para poder cazar o escapar con éxito, sino además, poder pensar. Debido a nuestra exagerada masa encefálica, requerimos un suministro continuo de combustible también durante el ayuno.
Fig.74 Fotograma del episodio Cociente de Encefalización y una Oncología para Humanos (Science to the People). Al progresivo desarrollo cerebral de las especies se le denominó encefalización. Dado que las células nerviosas tienen un tamaño uniforme en todas las especies superiores, se considera universalmente que el cociente de encefalización es una medida fehaciente de la inteligencia de la especie.
Es innegable que, para esto, nuestra especie desarrolló una singular adaptación metabólica: cambiar el tipo de combustible. ¿Cuanto tiempo podemos vivir sin comer?
Convirtiendo eficazmente en combustible sus reservas somáticas de grasa y proteína, una persona de 90 kilogramos –razonablemente sana- con una composición corporal hipotética de 32% de grasa, 26% de proteína muscular, 13% de tejido óseo y 29% de otros componentes, tendría a disposición unas ~366.000 calorías de reserva estructural. En reposo, sus requerimientos al comienzo del ayuno serían de 1500 a 2000 calorías diarias, si bien a medida que progresa el ayuno total y se deprime la Tasa Metabólica Basal, estos podrían caer a 1000-1200 calorías/día. Reserva somática
Gramos
Cal x Gr
Tejido adiposo
28.800 9,4
Tejido muscular
23.400 4,0
Potencial calórico 271.000 94.000
Glucógeno muscular
125
4,0
500
Glucógeno hepático
75
4,0
300
Glucosa sanguínea* e intersticial
16
4,0
64
Total nominal
366.000
(*)Tabla de datos. El cálculo asume que el individuo en cuestión tiene un volumen de sangre aproximado de 5.68 litros, y una glucemia de 140 mg/dL al inicio técnico del ayuno (seis horas después de su última comida). Esto supone un total de 8 gramos de glucosa en sangre, mas igual cantidad en el líquido intersticial.
El descenso de la intensidad del metabolismo basal es un fenómeno espontáneo que invariablemente se produce en el ayuno total prolongado, rápidamente evidenciado en la expansión del tiempo de apnea y el simultáneo descenso de la temperatura sublingual.Para dicha reserva, podría esperarse una supervivencia teórica de unos 304 días (366.000/1200), pero esto no sucede en realidad porque –según nuestra experiencia clínica con la caquexia- la falla multiorgánica aparece aproximadamente cuando se ha consumido un 60 70% de dicha reserva. Para el organismo forzado a la inanición total, es obligatorio ahorrar los depósitos de
nitrógeno, en función de lo cual debe haber una utilización preferencial de la grasa. Para reservas iniciales más cuantiosas, una supervivencia mayor es esperable. Al mismo tiempo, para dicho organismo es imperativo generar un sustrato energético adecuado que sostenga su Sistema Nervioso Central. Con respecto al nitrógeno contenido en los tejidos proteicos del cuerpo, se ha encontrado que el catabolismo de las proteínas corporales, como lo demuestra la pérdida de nitrógeno urinario, disminuye progresivamente hasta derivar el grueso de las calorías diarias indispensables por oxidación de la grasa de reserva, esto es, con una contribución muy pequeña de la proteína estructural. Sin que importe el estatus del sujeto al inicio del ayuno (IMC alto o bajo) no se ha constatado ninguna evidencia de utilización neta de carbohidratos a partir del cuarto o quinto día de ayuno (1). Este hecho se ha comprobado numerosas veces por métodos de calorimetría indirecta. Según los datos referidos en la tabla anterior, la cobertura de las necesidades calóricas no podía alcanzarse de otro modo, ya que el total de glúcidos contenidos en el cuerpo es de -a lo sumo- 300 gramos (cuyo potencial energético es de apenas 1200 calorías), una cantidad inconsecuente de combustible cuando se compara con el recambio calórico diario. Hace mucho ya se ha establecido que en condiciones normales el cerebro consume de 100 a 145 gramos de glucosa cada 24 horas, o sea, de 400 a 570 calorías por jornada. Si, durante el ayuno total, dicha glucosa se derivara de la gluconeogénesis hepática y renal, se necesitaría catabolizar un mínimo de 130 a 145 gramos de proteína, asumiendo que todos los aminoácidos son glucogénicos (lo
que no es cierto) y que hay un 100% de eficiencia en dicha conversión (que en realidad se acerca al 57%). Cada vez que el cuerpo desarma sus propias proteínas para obtener energía o reciclar sus aminoácidos, se genera excreción de nitrógeno. En el caso que describimos, la utilización de proteínas corporales manifestaría una excreción de nitrógeno urinario que debería ascender a 20 o más gramos/día. Sin embargo, solo constatamos una fuga de nitrógeno de entre 3 y 6 gramos por jornada, incluso luego de varias semanas de ayuno total. Para ayunos en verdad largos –que algunos individuos con obesidad mórbida realmente necesitan- el monitoreo de los componentes excretados en orina es útil, y se ha visto que pasado cierto numero de días, tanto la cetonemia como la glucemia entran en estado estable. Como hemos constatado muchos cientos de veces, siempre que sea voluntario y no forzoso (el estrés eleva demasiado el cortisol), y el sujeto pueda descansar, el ayuno profundo remueve lo que sobra. El curioso caso de Angus Barbieri. Con un periodo de 382 días de total inanición, considerado hasta la fecha como el record de duración de ayuno voluntario, un individuo de obesidad singular llamado Angus Barbieri dejó de comer por recomendación médica en Junio del 1966, en Tayport, Escocia, para lo que se suponía debía ser una serie de ayunos cortos. Animado por lo bien que se sentía tras la pérdida inicial de peso, el corpulento muchacho de 27 años prosiguió su ayuno tomando únicamente agua mineral, té, café y algunas vitaminas, y siguió sumando semanas y semanas de total inedia. Esta situación continuó hasta Julio de 1977.
Pasado el primer mes, los niveles de glucosa en sangre se mantuvieron consistentemente en torno a 30 mg/dL, en tanto que la excreción de urea permaneció también baja. No hubo indicios de que Angus hiciera trampa ninguna durante todo ese lapso, ni en las características de la pérdida de peso constante y sostenida- ni en los niveles persistentemente bajos de glucosa o urea en sangre, lo que habría sugerido almentación subrepticia, a escondidas de los terapeutas que lo chequeaban a diario. Como era de esperar, los “cuerpos” cetónicos constituyeron el combustible dominante a lo largo (larguísimo) de todo su ayunote. Según toda la evidencia, en el caso de la obesidad extrema, el ayuno puede disolver incluso los tejidos hiperplásicos e hipertróficos formados en el hígado, corazón, páncreas, riñones y huesos.
Fig.75 Angus Baribieri, antes y después de su ayuno total de 382 dias consecutivos. El artículo científico o case report que describe en detalle este singular proceso está libre en la web.
Por qué NO hay neuroenergopenia en ayuno profundo. La mera noción de no comer durante varios días hace recular a casi todos los médicos (y casi todas las personas comunes) debido al fantasma cultural de la neuroglucopenia o falta de glucosa en las células del cerebro. En realidad, lo que no debe faltarle al cerebro es energía, por lo que el término correcto sería algo así como neuroenergopenia. Ciertamente, el sofisticado tejido nervioso no puede vivir sin continuo aporte de energía, pero esa función la cumplen perfectamente los cuerpos cetónicos. Los antecesores Homo de nuestra inteligente especie resolvieron hace millones de años esta discrepancia energética activando la ruta de oxidación de los “cuerpos” cetónicos (acetoacetato y β-hidroxibutirato) en sustitución de la glucosa. Mediante esta adaptación bioquímica se evita la
síntesis de novo de glucosa, que requiere desmantelar proteínas, ahorrando con ello gran parte el nitrógeno corporal. El cerebro homínido se pudo adaptar a la utilización de grasas, siendo estos dos sustratos el resultado de la oxidación parcial de ácidos grasos en el hígado. Durante el ayuno profundo, en estado de atrición o autofagia, el componente nitrogenado primario en la orina es el amoníaco, siendo la urea el componente primario excretado durante los periodos de normal nutrición o exofagia. Concretamente, la excreción de urea durante los ayunos prolongados se reduce a unos pocos cientos de miligramos por día, y el análisis total de los componentes urinarios revela que el amoníaco es el metabolito terminal más abundante. La necesidad de este proceso para la supervivencia es obvia, ya que la pérdida urinaria de amoníaco protege al cuerpo contra la acidosis y previene la excreción de sodio (Na+) y potasio (K+), los cationes necesarios para el mantenimiento de las condiciones bioeléctricas intracelulares y extracelulares. En concordancia con la primera y segunda Leyes de la Termodinámica, no solo no podemos materializar energía y sustancia de la nada, sino que además perdemos continuamente fuerza y sustancia día a día. En términos biológicos, nuestra subsistencia requiere sacar fuerzas de algún lado. Como ya está claro, conociendo la cantidad exacta de proteína muscular y visceral catabolizada para fabricar glucosa, se podría calcular el monto de dicha síntesis, asumiendo que el único sitio de utilización total de glucosa fuera el cerebro. La posibilidad de subsistir (y hasta regenerarse) durante largos periodos de inanición ha sido extensamente demostrada, por lo que consideramos que, para
fines prácticos, dicho cálculo es un ejercicio inútil. Fuera del cerebro, el otro “tejido” que utiliza glucosa en volumen apreciable es conjunto de glóbulos rojos circulando en la sangre (eritrocitos), los cuales solo pueden fermentar dicho azúcar en lugar de oxidarla ya que no poseen mitocondrias. Igual que bacterias del yogurt, los eritrocitos degradan la glucosa partiéndola en dos moléculas más pequeñas (piruvato) en el proceso llamado glucólisis, para luego extraer de estas su energía por fermentación, convirtiendo el piruvato a lactato. Las células de la médula renal, la médula ósea y los glóbulos blancos (leucocitos), y la ya mencionada masa de glóbulos rojos, metabolizan pues la glucosa convirtiéndola en lactato y piruvato, sustancias que se reciclan de vuelta a glucosa en el hígado y los riñones.
Fig.76(a) La excreción de nitrógeno (expresada en gramos por cada 24 horas) desciende casi un 70% durante el ayuno prolongado. Fig.76(b) Consumo mayoritario de cetonas por parte del tejido cerebral bajo condiciones de total inedia o ayuno prolongado.
Se estima que se reciclan unos 40 gramos de glucosa por día a través de este proceso de resíntesis, denominado ciclo de Cori, pero el punto importante es que no hay una pérdida terminal del carbono contenido en la glucosa (C6H12O6), el cual se aprovecha, lo que evita la necesidad de descomponer proteínas. La energía para esta conversión de lactato y piruvato en glucosa se deriva de la oxidación de las grasas, con lo que dicho proceso de reconversión (el ciclo de Cori) permite que los eritrocitos sanguíneos y demás tejidos glicolíticos obligatorios deriven su energía indirectamente de nuestros lípidos de reserva. Este sistema de reciclaje glucosa → lactato → glucosa, crea una transferencia de energía desde de las grasas hasta la ruta de la glucólisis. Mientras tanto, todos los demás órganos –incluyendo el corazón, las vísceras digestivas y la musculatura esquelética, la piel, etc.- utilizan únicamente cetoácidos durante el ayuno profundo, renunciando a la glucosa por completo. Aun cuando el cerebro consume mayoritariamente cetonas de manera preferencial, una fracción de glucosa es aun consumida por las neuronas. Sin embargo, dado que el organismo tiende a ahorrar su reserva proteica, no se genera suficiente material para la síntesis de glucosa a partir del catabolismo de proteínas que pueda satisfacer incluso la muy disminuida glucosa cerebral. Este desbalance se satisface mediante la inclusión de glicerol en la gluconeogénesis, el cual proviene de nuestra propia grasa de reserva, y se libera cada vez que desarmamos una molecula de triglicérido (el nombre técnico es tri-acil-glicerol) en el tejido adiposo. Para terminar el cálculo, consideremos que la fracción de glicerol involucrada en sintetizar la pequeña porción de glucosa faltante, ronda los
20 gramos diarios, que completan los 20 gramos de glucosa derivada del catabolismo de proteínas, para un total de 40 gramos (160 calorías). Esta es en definitiva la cantidad terminal de glucosa oxidada por las células cerebrales, lo cual se a podido determinar cuantitativamente midiendo las diferencias arterio-venosas de compuestos, esto es, los vasos sanguíneos que entran y salen del cerebro. Como se dijo, en ayuno profundo el principal componente del nitrógeno urinario es el amoníaco. Múltiples experimentos han sugerido que a medida que los aminoácidos se degradan (por desaminación y desamidación), los residuos generados se emplean en la gluconeogénesis a nivel renal. ¡Qué sorpresa, los riñones fabrican glucosa! Para que den los cálculos de consumo calórico, los riñones del sujeto ideal que estamos analizando deberían estar contribuyendo a la síntesis de glucosa un componente derivado del desmantelamiento (catabolismo) de los aminoácidos. Así, la captación de aminoácidos libres, lactato proveniente de la fermentación y glicerol de nuestra reserva grasa, permite la producción renal de glucosa. Cuando se considera el intenso flujo sanguíneo que atraviesa los riñones a diario, el riñón se equipara al hígado en la producción total de glucosa, llegando incluso a superarlo. Durante los periodos de atrición, nuestro organismo logra preservar nitrógeno gracias a que el cerebro de nuestros ancestros se adaptó a la utilización de cetoácidos, eludiendo necesidad de oxidación de glucosa como único combustible biológico, lo que obligaría a depender de las proteínas musculares (sus aminoácidos) para la gluconeogénesis.
Como ya sabemos, la pérdida de nitrógeno sucede mayoritariamente en forma de amoníaco, que deriva de la absorción de aminoácidos libres por los riñones y de la incorporación de los residuos de carbono a la fabricación de novo de glucosa. En una asombrosa cooperación sistémica, todos los otros órganos contribuyen al ahorro de energía, carbono y nitrógeno adoptando a las cetonas como combustible en tiempos de hambruna. Como vimos, los únicos tejidos excluidos de este switch metabólico son las células sanguíneas, que degradan fermentativamente la glucosa a piruvato y lactato, permitiendo su disponibilidad para una posterior resíntesis de –nuevamente- glucosa. Indisolublemente ligado al crecimiento o proliferación celular, el metabolismo de la glucosa tiene una estrecha conexión con el desarrollo del cáncer. Exploremos ahora la utilidad de manipular la marea metabólica en la prevención y tratamiento coadyuvante de las patologías tumorales.
Ayuno y cetosis cíclica en la prevención del cáncer.
La frecuente escasez de alimento, condiciones climáticas increíblemente hostiles y constantes esfuerzos, transformaron a los homínidos en un ente biológico versátil, capaz de realizar extenuantes tareas físicas y sacar provecho fisiológico de ello, quedando inscriptas en su genoma dichas ventajas adaptativas. En su evolución, el genus Homo fue desarrollando la versatilidad metabólica necesaria para tolerar la escasez de alimentos, pendulando entre dos estados fisiológicos (el de la saciedad y el de la inanición), inductores de la limpieza interna de las células y de la regeneración de los tejidos, respectivamente, con regímenes bioquímicos internos muy diferentes. Las actividades para procurarse el alimento: pesca, caza, forrajeo y pastoreo -entre muchas otras tareas físicas imprescindibles para la supervivencia- tienen en común, evidentemente, un alto costo energético. Para todas las especies en estado silvestre, es normal atravesar períodos de inanición que pueden durar muchos días. La transición cíclica del estado de cetosis al de glucosis mantiene la flexibilidad metabólica de sus organismos. Pero, como ha venido alertando nuestro Laboratorio de Ingeniería Biológica y todos los profesionales allí formados en los últimos quince años, la dieta moderna está -en contraposición al régimen paleolíticoininterrumpidamente repleta de
carbohidratos simples, azúcares refinados y aceites poliinsaturados de fácil degradación oxidativa. Ello nos expone a la oxidación, glicosilación, inflamación de padecer condiciones degenerativas que plagan la salud. Agregado a esto, una pobre demanda física para conseguir el sustento, a menudo tan minúscula como mover nuestro dedo índice, multiplica el efecto negativo de la alimentación contemporánea, sumada a decenas de toxinas ambientales que actúan como venenos respiratorios o disruptores mitocondriales. Diabetes, hipertensión, obesidad, aterosclerosis, infartos y cáncer… son los ya normales resultados de las condiciones derivadas del insalubre modo de vida post-industrial. La posibilidad de combatir enfermedades degenerativas y/o infecciosas con ayunos periódicos seguidos de una nutrición real con alimentos completos que además esté libre de pesticidas, subproductos antibióticos, y otros venenos mitocondriales, es congruente con el diseño evolutivo de nuestra especie. El hecho de que dos combustibles biológicos sean empleados cíclicamente por los organismos superiores: uno fermentable por bacterias y células tumorales (glucosa), y otro directamente inhibitorio de estas (cuerpos cetónicos), crea además una oportunidad terapéutica. Así como un vehículo puede utilizar varios tipos de combustible, también los mamíferos -y todas las especies superiores- cuentan con la ductilidad metabólica para oxidar diversas fuentes energéticas. Como creo haberte contado, a fines del 2012 organicé una serie de expediciones al Ártico canadiense y otros sitios de interés antropológico cuyos habitantes vivían aún (por razones geográficas o religiosas) en condiciones semi-paleolíticas de
existencia. Hasta la intervención de la cultura europea, los pueblos circumpolares, Inuit, Yup’ik y Evenki, que habitaron por milenios el “techo del mundo”, sencillamente desconocían el cáncer (1,2). En nuestras viajes, con el propósito de dilucidar las razones de la ausencia de cáncer en estos pueblos, implementamos mediciones sistemáticas de glucemia, cetonemia, saturación de oxígeno, estatus vitamínico y caudal circulatorio tanto en los habitantes de esas regiones como en nuestro propio equipo de antropología médica, cuyos integrantes replicamos la alimentación y esfuerzos que sostuvieron a esos cazadores/forrajeros por 1.300 generaciones. Esta investigación, aun en curso, culminará pronto con nuestra última expedición al país de las sombras largas, donde a duras penas subsiste hoy una cultura ancestral de 40.000 años, y practica su arte Pierry, hijo de Apilardjuk, el último de los Inuit. Oxígeno, cetonas y vitaminas: la solución al enigma Inuit. Junto a favorables reportes sobre la salud en ciertas regiones y sobre la dieta mediterránea, recientemente se ha hablado de la “Paradoja Francesa”, que resulta de una relativamente baja incidencia de patología coronaria entre los franceses (en comparación con Norteamérica), de los cuales se sabe que comen muchas grasas saturadas. Habiendo estudiado personalmente, in situ, a los pobladores de Córcega, así como de la costa sur de Francia, esta aparente paradoja no nos sorprende nada. La limitación de enfocarse solo en lo que comían estos pescadores y ganaderos es evidente cuando se vive un tiempo a la usanza mediterránea tradicional: las calles de todos los pueblos costeros, así como los pequeños pueblos del interior de Córcega… ¡son literalmente escaleras! Además,
la rala vegetación de las montañas costeras obliga a un tipo de ganadería en continuo movimiento, la trashumancia. Es esta peculiaridad mediterránea -vigoroso ejercicio físico diariolo que termina de explicar la ausencia de enfermedades degenerativas gracias a la preservación de la capacidad respiratoria mitocondrial de estas personas. No hay, pues, tal misterio. Las conclusiones de nuestra investigación apuntan a que la total falta de cáncer entre los Inuit, los Yup’ik y los Evenki, se debía a la preservación de la función mitocondrial gracias a su peculiar dieta carnicrudívora, y al continuo ejercicio. Incluso tomando en cuenta la relativa ausencia de carcinógenos ambientales (quiero decir, corrigiendo estadísticamente para ese factor) el régimen paleolítico de nutrición carnicrudívora y trabajo físico vigoroso impide las enfermedades degenerativas. Comprendo bien el espanto o desagrado que esto puede crear en las personas veganas, pero esta es la realidad indicada por la evidencia antropológica. Para resumir, el “paleoenigma” se explica por glucemias bajísimas, ayunos frecuentes, alta presión parcial tisular de oxígeno (ptO2) y abundantes micronutrientes. La cocción fue crucial para ampliar el espectro alimentario de los Homininos en Eurasia, pero la dieta Inuit tradicional, consistía solo en órganos animales y grasa (el tejido muscular es considerado “comida de perros”), y en inviernos muy pobres, pescado, todos lo cual consumían crudo. El sostenido esfuerzo físico de la vida de los cazadores/forrajeros implica no solo glucemias muy bajas (promedio 63 ±4 mg/dL), sino también un formidable caudal circulatorio que sostiene una gran perfusión de oxígeno en los órganos. La abundante oxigenación, combinada con el aporte de coenzimas respiratorias
(micronutrientes) provenientes de la carne y grasa crudas, protege la función mitocondrial, evitando el desplazamiento hacia la glucólisis fermentativa en los órganos bajo demanda funcional sostenida. Por lo que sabemos, en el humano adulto con función hepática indemne, aún la dieta carente por completo de carbohidratos (pero abundante) no genera cetosis. Desde el punto de vista nutricional, debemos diferenciar la dieta glucogénica (normal) de la dieta no-glucogénica (mal denominada cetogénica). El hecho aislado de restringir, o incluso eliminar, los carbohidratos de nuestra dieta no eleva por sí mismo la cetonemia. Encontramos pues dos aspectos: el nutricional y el termodinámico. Para que haya cetosis, tiene que haber autofagia, y para que esto suceda debemos restringir el aporte calórico a la dieta… o incrementar el gasto calórico por encima de la ingesta. Para replicar el estado capaz de impactar positivamente sobre el cáncer se precisan entonces dos factores: 1. Dieta no glucogénica, y 2. Restricción calórica y/o ejercicio físico intenso. ¡El aspecto termodinámico! La anomalía epidemiológica de que los Inuit no padecieran cáncer antes de la adopción de la dieta y costumbres europeas es un recordatorio de lo que una combinación permanente de alta oxigenación, glucemias bajas y gran provisión de micronutrientes puede darnos. Y como es ya obvio, un modo rápido, seguro y con profundos beneficios en la salud integral, para restringir calorías y producir frecuentes episodios de cetosis, consiste en la práctica voluntaria del ayuno. Recordemos sin embargo,
que a pesar de lo extendido de la errónea practica de medir las cetonas en orina (cetonuria), la única medida fehaciente del ingreso en estado de autofagia regenerativa es la elevación sostenida de los cuerpos cetónicos en sangre (cetonemia). Como hemos visto, la manera práctica de cuantificar el estado de verdadera cetosis es por medio del ratio cetónico, resultante del cociente entre la cetonemia y la glucemia, el cual debe ser mayor a 0,5. En nuestra extensa experiencia con más de 3.600 individuos, el único modo de arribar a este ratio cetonemia/glucemia es restringiendo el ingreso de calorías por medio del ayuno y/o incrementando el gasto calórico con trabajo físico o exposición controlada al frío (43). La restricción calórica es, por cierto, el único método experimental comprobado y reproducible de prolongar la vida en cualquier especie (44). Otro modelo a tener presente es el de la industria avícola, en que impone el replume inducido a gallinas ponedoras ya viejas, obesas e infértiles, cuyos huevos se tornan frágiles y se rompen en la estera transportadora. Según vimos, el replume o molting restringe el alimento provocando una pérdida de hasta un 35% de su peso corporal inicial. Incidentalmente, durante el ayuno las gallinas pierden completamente su plumaje viejo y enflaquecen el cual brota nuevamente al ser realimentadas, recobrando sus huevos la densidad mineral normal y prolongando la vida útil del ave. Los criadores no se preocupan porque las gallinas “no ganan músculo” durante la fase de restricción. Es imposible frenar y acelerar al mismo tiempo.
Fig.77 La Ley de Tanchou describe el nexo entre la civilización y la “cancerización” de los pueblos. A través del mundo entero la incidencia del cáncer es directamente proporcional al grado de civilización.” Esta peculiar observación sigue siendo cierta hasta hoy. Nuestro grupo encontró por ejemplo que -ajustado por población- el cáncer en USA duplica el de Chile, Brasil y Argentina, donde, a su vez, este es 70% mayor que en Bolivia, en que aún se conserva un estilo de vida más tradicional y el índice de industrialización es mucho menor. Mientras más industrializado es un país, más cáncer padece.
Nuestra experiencia documentada con la práctica de ayunoterapia, revela un interesante comportamiento de los sustratos energéticos durante diferentes fases. La ausencia de ingesta alimentaria puede sostenerse por períodos relativamente largos, resultando practicables los ayunos de 3, 5, 7 o más días, en ciclos alternantes con la realimentación bien diseñada y entrenamiento físico específico. Desde el punto de vista clínico, no es necesario “hacer” nada, ya que el organismo, en estado de autofagia, se vale de sus propias reservas. Por prudencia, la indicación precisa de su duración y un adecuado control y seguimiento por personal entrenado son fundamentales. El ayuno constituye una potente estrategia terapéutica para bloquear la tumorogénesis e inducir la reparación del organismo, pudiendo incluso replicar los efectos antimitóticos de ciertas quimioterapias, como el metrotexato, pero sin sus daños colaterales. La sinergia fisiológica entre estos tres factores –oxigenación, cetonemia y micronutrientes- explica el enigma médico de la virtual inexistencia de cáncer en los pueblos originales. El factor respiratorio, la presencia de abundante oxigenación de los tejidos asociados a las enzimas NAD y FAD, es crucial si se tiene en consideración que la causa primaria del cáncer, el “momento cero” de la carcinogénesis es una crisis respiratoria en el interior de un tejido dañado por trauma, infección, radiación, intoxicación o constricción vascular (11). En igual sentido, dado que los micronutrientes son catalizadores biológicos (cofactores enzimáticos) y la glucosa y la glutamina son el combustible primario preferido de las células neoplásicas, la riqueza de los primeros y escasez de las segundas evidentemente preservan la capacidad oxidativa
del organismo, previniendo la destrucción de la maquinaria respiratoria celular y su desplazamiento hacia un régimen fermentativo. Este último fenómeno adaptativo, la transición de la respiración a la fermentación, es preludio del Efecto Warburg. Lo antedicho nos provee del marco conceptual con el cual abordar la prevención racional del cáncer, lo cual hemos emprendido en escala creciente por medio de varias iniciativas. Desde el punto de vista terapéutico, probablemente la lección más importante que nos dejó la experiencia con el pueblo Inuit es la certeza de que es posible vivir indefinidamente con una dieta basada casi por completo en grasas y una pequeña porción de proteínas (12). Es crucial reconocer en este contexto el hecho de que la casi totalidad de los alimentos de la dieta Inuit eran comidos crudos, lo cual les permite acceder a todas las vitaminas, ácidos grasos y posiblemente otros micronutrientes esenciales que, siendo termolábiles, se perderían con la cocción. Este conocimiento objetivo nos permitió diseñar reglas generales de nutrición, ejercitación y suplementación con el propósito de reproducir un efecto fisiológico análogo al impacto de la vida paleolítica (menos las amputaciones y congelamientos). Para propósitos de prevención de patologías degenerativas, nuestro grupo compiló una serie de técnicas dietéticas, esbozadas preliminarmente en este libro. ¿Se puede matar de hambre a un tumor? Restringir el ingreso de energía por la dieta impacta específicamente las rutas de señalización (IGF-1 / PI3k / AKT / HIF-1α / mTOR), involucradas en varias conductas centrales
del cáncer como la proliferación celular, la evasión de la apoptosis, y la angiogénesis.[45] La reducción de la disponibilidad de glucosa impacta el proceso de glucólisis y la ruta de la pentosa-fosfato, vías requeridas para la supervivencia y proliferación de muchas clases de células tumorales.[46] La actividad física, la utilización de glucosa por parte del tejido muscular, profundizan aún más su déficit y facilitan la transición hacia la cetosis. La combinación de ayuno y restricción calórica mejora además la oxigenación sistémica, estimulando una óptima función del Sistema Inmune, recobrando la elasticidad y funcionalidad vascular, deprime la glucemia basal, la insulinemia y la glicosilación sistémica, mejorando de forma integral al organismo... propiciando una auténtica rehabilitación metabólica.[47] La característica fenotípica común a todos los tipos de cáncer resulta ser la anulación de la respiración mitocondrial (fosforilación oxidativa), condicionando a la célula cancerosa a sobrevivir casi exclusivamente mediante fermentación glucídica y la desaminacion oxidativa (hiperexpresión de la glucólisis y glutaminolisis) llevada a cabo en el citoplasma celular. En este sentido, el estado de cetosis, capaz de proveer al cuerpo de los sustratos necesarios para el mantenimiento de sus procesos vitales, pero dejando desprovistos a los tejidos cancerosos de su combustible favorito, constituye una medida racional para el abordaje terapéutico y oportuno del cáncer, tanto así como para su prevención. Una considerable cantidad de evidencia sostiene la noción de que la dieta cetogénica restrictiva (que inexorablemente requiere déficit calórico) tiene efecto antineoplásico enlenteciendo el crecimiento tumoral y disminuyendo el
número de metástasis- en varias especies de laboratorio (60). Sin embargo, en nuestra experiencia clínica, en lo que a seres humanos se refiere, la cetosis no puede por sí sola disolver los tumores sólidos de manera predecible, consistente y sustentable, siendo además inaplicable en una subpoblación importante de pacientes de bajo IMC. Al mismo tiempo, la cetosis fisiológica puede usarse como factor coadyuvante de la terapia oncológica estándar, y es un mucho mejor estado funcional para aplicar intervenciones farmacológicas con intento curativo. En el específico caso de intervenciones antimetabólicas y/o quimioterapéuticas, realizar el tratamiento en estado de cetosis fisiológica es de enorme importancia –dado que eleva dramáticamente su Índice Terapéutico- al propiciar el contexto bioquímico necesario para la inhibición competitiva[34] con análogos estructurales. Está claro entonces que, si bien no puede constituir un tratamiento en sí misma, la cetosis favorece inmensamente al subgrupo de pacientes oncológicos en los que la restricción calórica no esté contraindicada. En el área de la prevención, sin embargo, probablemente no hay herramienta más útil para corregir la degeneración mitocondrial que el ayuno periódico, ruta directa hacia la cetosis. Dada su intensa actividad y constante exposición a los radicales libres del oxígeno (ROS) y/o a venenos respiratorios de la dieta y el ambiente, las mitocondrias sufren daños estructurales con regularidad, por lo que podrían ser selectivamente degradadas por medio de la autofagia (61). Si el reciclaje de las organelas respiratorias nunca tiene lugar, la capacidad de combustión orgánica de glucosa en presencia de oxígeno declina progresivamente con la edad. El progresivo y acumulativo deterioro de la capacidad respiratoria
de la célula (fosforilación oxidativa) termina por deprimir su capacidad de producción energética (62). El deterioro mitocondrial es una causa directa de carcinogénesis, ya que la declinación de la respiración es resuelta por la célula mediante de un incremento de la fermentación (glucólisis y posterior fermentación homoláctica del piruvato)(63). Prueba de esto es que los hepatocitos de cultivo experimental (con bloqueo de autofagia) evidencian mitocondrias con formas anormales (64). Incluso en especies elementales como las levaduras, la autofagia es esencial para preservar la función mitocondrial. Por esta razón, dos consecuencias orgánicas de una deficiente degradación autofágica son la neurodegeneración y la tumorogénesis (65). No hay dudas de que estimular la autofagia por medios nutri-farmacológicos tiene un efecto preventivo contra el cáncer. Sin embargo, una vez ya declarada la enfermedad, el rol de ésta se vuelve contradictorio ya que en algunos casos puede servir como factor de supervivencia a las células tumorales. En comparación con el complejísimo sistema de desmantelamiento de proteínas (ubiquitin-proteasoma) que involucra más de un millar de genes, la autofagia luce engañosamente simple. Cada uno de sus sencillos pasos tiene varios roles fisiológicos. Se sabe por ejemplo que la autofagia es crucial en la supervivencia y proliferación de los linfocitos T y de los cardiomiocitos, aunque desconocemos cual es el mecanismo autofágico exacto (66). El más típico detonante de la autofagia es por supuesto la carencia nutricional. La falta de casi cualquier tipo de nutriente puede inducir la autofagia. En las levaduras o en las plantas, la falta de nitrógeno es el estímulo más potente, si bien el secuestro de otros elementos como carbono o ácidos nucleicos también
induce la autofagia, aunque en menor grado. No parece haber una técnica más universal y accesible que el ayuno para inducir la autofagia, cuya seguridad ha sido validada a través de siglos de práctica en todas las religiones y numerosas disciplinas de cuidado de la salud como naturapatía, higienismo, macrobiótica, etc. y por el hecho de que millones de seres humanos lo practican cada año sin necesidad de supervisión médica alguna. Venenos respiratorios, y otras toxinas ambientales. En nuestro mundo post-industrial la mayoría de los agentes causantes de cáncer ni siquiera son mutágenos, antes bien, son disruptores totales o parciales de algún componente de la cadena de enzimas[35] involucradas en la fosforilación oxidativa de glucosa. La razón por la que este hecho no ha sido considerado antes seriamente y en gran escala, es que los venenos mitocondriales conocidos solo son inmediatamente fatales cuando se ingieren/inhalan en concentraciones del rango milimolar. Dichas toxinas son aparentemente inocuas en concentraciones de rango micromolar, significando que son necesarios largos periodos de exposición sostenida para tener efecto mensurable. La insidiosa presencia de estos minúsculos contaminantes u oligotoxinas[36] no es registrable por métodos convencionales, y pasa desapercibida, pero su efecto sobre la capacidad respiratoria es acumulativo. Tanto la progresiva anemización de las personas en función de la edad(1) como la disminución de la densidad mitocondrial,(2) asociadas al daño intrínseco que sufren dichas mitocondrias con la exposición a las especies reactivas del oxígeno, contribuyen al efecto inhibitorio.
La lista de potenciales carcinógenos ambientales es interminable, en particular porque muchos de ellos tienen una acción carcinogénica indirecta –por ejemplo, disminuyen la permeabilidad de las membranas celulares al oxígeno- lo que puede tomar años en producir finalmente su efecto. Las grasas poliinsaturadas contenidas en los aceites vegetales comunes (soja, girasol, maíz, maní) no solo contienen trazas de los solventes que se utilizan en su extracción a alta temperatura sino que son en sí mismos muy fácilmente oxidables. La peroxidación lipídica es un factor reconocido en el envejecimiento celular y la carcinogénesis (3). Ciertas condiciones fisiológicas –como el frío extremopuede conducir también a la inhibición de la fosforilación oxidativa aún sin la injerencia de una toxina. Presentes en los adipocitos, ciertos canales protónicos integrados a las membranas citoplasmáticas de la grasa parda (denominados proteínas desacopladoras) son capaces de disociar la respiración del mecanismo de síntesis final de ATP. Este incremento de la combustión intracelular no resulta pues en la generación de ATP sino de calor, y es de crucial importancia para la supervivencia de los animales homeotermos particularmente en el periodo neonatal y durante la hibernación- para mantener la temperatura corporal (4). El severo problema de la hiperglucemia y la hiperinsulinemia crónicas, asociado a la baja ascorbemia, es que son destructoras de los capilares sanguíneos. El deterioro estructural de los capilares degenera en una progresiva caída en la presión parcial de oxígeno tisular (fallo microdistributivo), que se ve empeorado por las oligotoxinas. En tiempos muy recientes (de 1700 a la fecha) el desarrollo de las tecnologías humanas ha originado infinidad de
industrias cuyos productos directos o accesorios son en algunos casos nocivos para el organismo. Si bien se han investigado parcialmente el efecto de dichos productos, necesariamente siempre hay aspectos que se pasan por alto debido a lo complicado de realizar pruebas de seguridad a gran escala y durante el suficiente tiempo con cada producto nuevo que se crea. A menudo, incluso en el caso de medicamentos sofisticados previamente aprobados por la FDA –como la Talidomida- los efectos nocivos se descubren cuando ya es demasiado tarde (5). Para complicar más las cosas, aun cuando se llega a establecer que determinada substancia (digamos un colorante dietético o un solvente en un champú) es segura, no hay modo de saber si su interacción con una o varias de las decenas de miles de otras substancias ya existentes en el mercado y de amplio uso no va a resultar carcinógena para el hígado, la vejiga o cualquier otro órgano. La combinación del consumo del alcohol y el tabaco tiene un poder carcinogénico mucho mayor que la simple suma de sus poder nocivo individual (6). En los variados alimentos que el Hombre acostumbra a consumir hay tanto carcinógenos como elementos protectores. Teóricamente, si el balance final de todos los elementos fuera favorable, es decir si incorporáramos suficientes anticarcinógenos como para neutralizar todos los mutágenos, carcinógenos y radicales libres -exógenos o endógenosreduciríamos notablemente las probabilidades de contraer cáncer. Generados por varias industrias distintas, venenos como el malathion, DDT, carbaryl, y muchos otros encuentran una ruta
hacia nuestros tejidos. Una manera inmediata de disminuir el riesgo de contraer cáncer es disminuir la exposición a este tipo de sustancias[37] todo lo posible. La otra es, simultáneamente, suplementarse con dosis meta-nutricionales de los precursores enzimáticos del ciclo de Krebs y la cadena respiratoria, concretamente con riboflavina, niacina, pantotenato, ascorbato. Por cierto que, si no tuviéramos las enzimas respiratorias naturalmente presentes en nuestro cuerpo, ni las necesarias vitaminas, minerales y aminoácidos mencionados, con funciones catalíticas, antioxidantes, etc. moriríamos rápidamente. La patología caracterizada como progeria se debe justamente a un déficit de dichas enzimas caracterizada por una brutal aceleración del envejecimiento en los infortunados niños que la padecen, luciendo como verdaderos ancianos hacia el final de sus cortas vidas (de 13-15 años) (7). Especies reactivas del oxígeno: el enemigo interior. No hay sobre el planeta un solo organismo vivo que respire oxígeno y no posea sistemas enzimáticos[38] para el control de los radicales libres similares a los nuestros. La mayor concentración de dichas enzimas registrada hasta la fecha la tiene la bacteria Radiodurans, capaz de vivir en el interior de un reactor nuclear (9). En altas concentraciones, el oxígeno es un potente veneno con efectos destructivos sobre el sistema nervioso central, la retina y los pulmones a través de la producción de radicales libres. Se ha visto que en animales experimentales la exposición a oxígeno puro (a 1 atmósfera absoluta de presión), es decir, unas cinco veces la concentración normal, se produjo una completa destrucción
del timo, seguida de muerte por edema pulmonar a los cuatro días (9,10). Si bien los humanos tenemos enzimas protectoras muy superiores a las de la mayoría de los animales las concentraciones normales de oxígeno[39] a lo largo de toda una vida pueden producir daño acumulativo. Para el humano común, este daño se debe a la generación mitocondrial de especies reactivas del oxígeno. Los radicales libres son partícipes necesarios de algunas reacciones metabólicas normales pueden neutralizar gérmenes e intervienen en mecanismos de control del ciclo celular. Hasta ahí su utilidad. El exceso de radicales libres es responsable de infinidad de trastornos y probablemente interviene en todo proceso patológico, sea cual fuere su origen. La radioactividad mata precisamente porque genera una masiva cantidad de radicales libres en los tejidos (11). Un factor determinante en la toxicidad de los alimentos es su modo de preparación. En algunos casos, la toxicidad se disipa con la cocción. Una ventaja evolutiva bien definida que permitió a los homínidos (H. erectus, H. neandertalensis, etc.) dominar su entorno y competir con los animales por los recursos disponibles fue el dominio del fuego y la cocción de los alimentos.(12) De no ser tóxicas en alguna medida, las semillas, bayas y granos más diversos ya se habrían extinguido hace milenios.(13) Por otra parte los alimentos tostados y quemados o en general cocidos a altas temperaturas (fritos, asados, o tostados) producen transformaciones tóxicas en dichos alimentos. Las dos fuentes más abundantes de material quemado son el café y el cigarrillo, y secundariamente, todo lo tostado hasta el color marrón.
El cuerpo tiene ciertas defensas mecánicas establecidas contra la incidencia de mutágenos y carcinógenos, por ejemplo, renueva constantemente el epitelio de los intestinos, la piel, el estómago, la córnea, etc. (14). Varios alimentos comunes, tanto verduras como proteína animal y lácteos posibilitan la fabricación de tejido nuevo (aminoácidos, Folato, vitamina B-12). Nuestro entorno, en especial los lugares donde pasamos las dos terceras partes de nuestra existencia: el hogar y el trabajo, también abunda en compuestos potencialmente dañinos. Las primeras evidencias de esto no son nuevas. Hace más de cien años se advirtió, por ejemplo, una incidencia anormalmente alta de cáncer de vejiga entre los obreros de la industria de las tinturas textiles debido a la substancia β-naftilamina. La mitad de los trabajadores de las minas de uranio –mucho antes de que se reconociera que el polvo extraído era radioactivo (1939)- moría de cáncer de pulmón. El asbestos, por su parte, ampliamente usado hasta hace poco como material aislante es responsable de una violenta forma de cáncer pulmonar (más específicamente de la pleura y el peritoneo) que afectaba no solo a los obreros sino también a sus familiares expuestos al asbestos a través de las partículas traídas a casa en las ropas del padre o esposo (26). Muchos otros carcinógenos se han descubierto en diversas industrias: tetracloruro de carbono (CCl₄) usado en las tintorerías, el benzopireno, presente en los vapores del asfalto hirviente (usado en calles e impermeabilizaciones de techos), cloruro de vinilo en la industria del plástico, clorobifenilos –en las papeleras-, hidrocarburos
aromáticos polinucleares (PAH) emitidos por las brasas de carbón para asar y ahumar, y muchos, muchos otros (27). Con todo, la esperanza de vida al nacer y (en mucha menor medida) la longevidad individual máxima de los seres humanos ha venido creciendo sistemáticamente en los últimos cientos de años. Lo más sensato al respecto de cómo disminuir las probabilidades de contraer cáncer debido a toxinas ambientales y endógenas es seguir un programa de suplementación nutricional lo más abarcador posible, basado en los conocimientos objetivos disponibles.
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Ayuno como práctica espiritual.
Todas las religiones establecidas incluyen el ayuno entre sus prácticas regulares. Variando en duración según la escuela, las explicaciones de por qué y cómo ayunar difieren ligeramente, pero la nocion central es siempre la misma: renunciar a los impulsos biológicos resta poder a nuestra naturaleza animal, dando energía a nuestra naturaleza divina. Desde Siddhartha Gautama o el profeta Muhammad, hasta Moisés y más tarde Jesús, virtualmente todos los líderes espirituales de la Humanidad han empleado la privación voluntaria de alimento como herramienta de autoconocimiento y desarrollo personal. En situaciones patológicas, esto es, cuando se sienten enfermos, tanto los humanos como los animales pierden espontáneamente el apetito, pero la privación voluntaria y consciente de alimento en circunstancias saludables es única de nuestra especie en este planeta. Reportado universalmente como positivo, más allá de los obvios beneficios para nuestra salud y longevidad, queda claro que esta práctica inhabitual es
buena para nuestro espíritu. Los sentidos se agudizan, la mente se aclara, nuestro temperamento se aplaca. Para ayunadores experimentados, pasando el punto en que ya no hay más forcejeo con el cuerpo que reclama comida, comienza una zona de interesantes y poderosas experiencias mentales. Privarse voluntariamente de alimento es un acto peculiar que requiere inicialmente de toda nuestra atención y presencia de ánimo, si es que uno espera mantenerse por encima de los impulsos naturales a consumir alimento. Para nuestros ancestros remotos, comer varias veces en un día era un evento infrecuente. Lo cotidiano en cambio, era invertir las horas de vigilia en cazar, recolectar, preparar refugios y moverse por la naturaleza. A menudo solo se comía una comida abundante cuando había alimentos disponibles y las circunstancias eran seguras. Desde nuestra perspectiva personal un milenio puede parecer una eternidad, pero es apenas un instante cuando se trata de la tortuosa evolución de lo que terminó siendo la especie humana. Como hemos demostrado en los capítulos iniciales, estamos más adaptados a estos antiguos hábitos alimenticios que a nuestra rutina habitual de desayuno, almuerzo y cena, meriendas, chicle y café con galleticas en el medio. Para el habitante de las ciudades desarrolladas de hoy, la mera idea de privarse de comida puede parecer descabellada, pero lo cierto es que casi todos ayunamos a diario, o más exactamente cada noche. El período de varias horas entre la última comida de ayer y la primera comida de hoy es en realidad un mini ayuno. La prometedora evidencia de estudios recientes sugiere que la cetosis cíclica tiene un efecto
preventivo -y potencialmente curativo- en enfermedades como el cáncer, el Parkinson, el Alzheimer, la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardíacas (enfermedades todas típicas de la civilización). Para todo el que ha ayunado consistentemente más allá de “la barrera del glucógeno” es muy obvio que mejora la función cerebral, incluida la memoria, la claridad, la concentración y nuestra gestión del estrés o la ansiedad. ADVERTENCIA patologías:
sobre
anorexia
nervosa
y
otras
Todo lo descrito en este libro se refiere a la privación voluntaria de alimento en individuos psicológicamente sanos. La distorsión perceptual que aqueja a ciertas personas que sufren de anorexia nervosa es una condición que requiere atención psiquiátrica y clínica. El diagnóstico y tratamiento de enfermedades debe ser administrado por profesionales de la salud. Las personas con inclinación devota de todas las eras han ayunado y ayunan para redirigir su energía psíquica al desarrollo mental, liberarse de las distracciones mundanas y poder concentrarse en la oración y la conexión con la divina inteligencia creadora. Para quien no lo ha practicado con la suficiente profundidad, estas afirmaciones carecen de sentido, o al menos no se registran a un nivel sensorial. En el fondo, el propio camino espiritual requiere sustracciones más que agregados, desembarazarse de apegos, creencias e ilusiones cognitivas más que cargarse de conceptos nuevos. A diferencia del método científico, que intenta descubrir las regularidades, propiedades y comportamiento de los fenómenos que constituyen el mundo
manifestado, la pesquisa espiritual usa un método muy diferente: la constatación directa otorgada por la consciencia. Además de los beneficios del ayuno para la salud corporal, ya científicamente muy validados, el sencillo acto de observar las sensaciones y sentimientos de tener hambre, y finalmente desentenderse de ellos, es una de las prácticas espirituales más poderosas. Las punzadas iniciales de hambre, la irritabilidad (hipogludrama) y algún leve mareo, son sensaciones pasajeras, que perfectamente son dejadas atrás con un poco de perseverancia.
Fig.78 Theodosius Dobzhansky, genetista y biólogo, demostró que es posible conciliar la ciencia y la espiritualidad.
Con la práctica frecuente, el organismo recobra flexibilidad metabólica muy pronto, de resultas que casi todo el mundo puede abordar un ayuno de 48 horas sin problema alguno. El acto de ayunar aquieta el fragor de la mente y los rugidos del cuerpo, permitiendo oír más claramente las tenues voces del mundo interior, alma, esencia, intuición o como quieras llamarle. En este punto, querido lector o lectora, no tenemos que estar doctrinariamente de acuerdo. Ya sea que creamos o no en la existencia de un alma inmortal, una mínima introspección revela que somos bastante más complejos que lo que las ciencias médicas actuales aún pueden llegar a describir y evaluar. Por otra parte, el abordaje científico de la realidad no tiene por qué estar reñido con -o ser excluyente de- la visión espiritual. El formidable genetista Theodosius Dobzhansky, autor de poderosos argumentos a favor de la teoría de la evolución de las especies, fue un ferviente cristiano hasta el fin de sus días. Evolucionistas famosos como Dobzhansky eran firmes creyentes en un Dios Creador cuya manifestación procede a través de las fuerzas mismas de la evolución, y en su caso, se consideraba un comulgante de la Iglesia Ortodoxa Oriental [28] [29]. Aunque Dobzhansky provenía de una larga línea de sacerdotes ortodoxos orientales, más tarde en la vida, tuvo sus dudas sobre la descripción convencional de la vida en el más allá. Si existe un Paraíso, declaró, no sería un lugar donde se pudieran encontrar todas las respuestas sobre la vida en un instante. Más bien sería un lugar donde la realización de experimentos daría lugar a resultados precisos y explícitos [10][14].
Un yogui que vivía del aire. El ayuno profundo restaura y rejuvenece al organismo, de ello no hay duda alguna, siendo la vez una poderosa herramienta para el desarrollo espiritual. Por eso no es de extrañar que los yoguis y místicos de todas las latitudes lo practiquen con frecuencia. Dentro de ese conjunto humano, resalta en tiempos recientes Prahlad Jani, un yogui respiracionista fallecido en Mayo del 2020 a los 90 años, que fue estudiado dos veces por médicos y científicos: una vez en 2003 y nuevamente en 2010. Durante estos estrictos estudios, Prahlad Jani demostró que podía sostenerse sin alimentos ni agua durante al menos quince días. Además, Prahlad Jani no orinó ni defecó durante estos estudios. La ciencia moderna tiene dificultades para explicar las habilidades de este yogui y lo llama un "milagro en la ciencia". Recuerdo como si fuera ahora la noticia de que “El yogui indio Prahlad Jani, de 82 años, que afirma haber pasado más de 70 años sin comida ni agua, está siendo examinado por segunda vez por científicos, que han descubierto que su biología es realmente extraordinaria.” “Jani nos ha relatado que se fue de casa cuando tenía 7 años para vivir en la selva como un monje errante, y fue bendecido por una diosa un año después. Afirma que tiene un agujero en el paladar a través del cual su cabeza deja caer el néctar, lo que le proporciona nutrición y le permite vivir sin comida ni agua.” "Si se verifican sus afirmaciones, será un gran avance en la ciencia médica", dijo el Dr. G. Ilavazhagan del Instituto de Defensa de Fisiología y Ciencias Afines de la India en una conferencia de prensa...
Fig.79 “Milagro fisiológico”: Prahlad Jani permanece sentado en una cama del hospital Sterling en Ahmedabad en 2003. Jani estuvo bajo vigilancia durante 10 días, durante los cuales accedió a no bañarse, recibiendo tan solo 100 mililitros de agua cada día como enjuague bucal, que después de su uso se recogió y midió para asegurarse de que no bebiera nada.
“Esto puede ayudar a elaborar estrategias para sobrevivir sin comida y agua cuando no está disponible; por ejemplo, en las calamidades naturales, las personas se enfrentan a esta situación. De manera similar, nuestros soldados también pueden enfrentar esta situación cuando se les deja en los desiertos o en el bosque o en áreas de gran altitud”. La interesante vida de Prahlad Jani. Este hombre-santo indio, nació en el pueblo de Charada, dejando su casa a los siete años para irse a la jungla. Cuando tenía 11, pasó por una intensa experiencia espiritual y se convirtió en seguidor de Amba, la diosa hindú. Creía que la diosa le proporcionaba alimento líquido o néctar (amrita) que le caía por un agujero en el paladar, permitiéndole sobrevivir sin comida ni agua. Sin duda, su vida fue un misterio y un tema de amplia discusión. Científicos,
médicos y personas en general quedaron sorprendidos con su peculiar existencia. A partir de 1970, vivió como ermitaño en una cueva en la selva cerca del templo de Ambaji en Gujarat. Su rutina diaria consistía en despertarse a las 4 de la mañana, dedicando la mayor parte de su tiempo en meditación. Ya en tiempos recientes, se realizaron pruebas controladas de observación directa y en aislamiento, una en 2003 y otra en 2010. En 2003, en el Hospital Sterling, Ahmedabad, India, el Dr. Sudhir y algunos médicos observaron a Prahlad Jani durante 10 días. Para ello, el yogui accedió a quedarse en una habitación sellada. Durante la observación, los médicos afirmaron que no defecó ni orinó. Un portavoz del hospital dijo que estaba físicamente normal, a pesar de que –como rasgo peculiar- tuviera un agujero en el paladar, lo cual es una condición infrecuente. Más tarde, Prahlad Jani volvió a ser observado en 2010 por el Dr. Sudhir Shah y un equipo de más de 30 investigadores del Instituto de Defensa de la India de Fisiología y Ciencias Afines (DIPAS), así como por otras organizaciones. El equipo científico estudió a su curioso sujeto mediante exámenes clínicos, análisis de sangre y pruebas de Resonancia Magnética. Según los informes, la vigilancia o control se siguió utilizando cámaras de circuito cerrado de televisión CCTV, así como con observadores personales. De acuerdo con el reporte de los investigadores, Prahlad Jani solo entró en contacto con el líquido durante su ritual diario de gárgaras y abluciones, las cuales eran controladas meticulosamente pesando y midiendo el agua recuperada tras su uso (es decir, el yogui no la tragaba). En los 15 días de observación realizada en 2010, el sujeto no ingirió alimentos ni bebidas ni tampoco tuvo necesidad de ir al baño.
Los médicos no encontraron deterioro en su salud, aunque perdió un poco de peso. Se encontró que la orina se formó en
su vejiga, pero fue reabsorbida más tarde. Por otra parte, desde el punto de vista clínico, los médicos dijeron que todas las pruebas de Prahlad Jani eran normales y estaba en óptimo estado de salud. En 2006, Discovery Channel emitió un documental "El niño con poderes divinos" que incluía unos 5 minutos sobre el yogui Prahlad Jani (Fig.75), quien también apareció en un documental austríaco "AM Anfang war das Licht" (“En el Principio Había Luz”). Si hemos de creer estas descripciones, la vida de este yogui plantea un enigma rarísimo. Hasta donde sabemos, nadie puede vivir sin comida y agua indefinidamente, por lo que su vida fue un tema de amplia discusión. Precisamente por el hecho de haber sido investigado con cierto rigor hasta su muerte, su vida ha sido un incómodo misterio.
Fig.80 Toma aérea de la clínica Buchinger, dedicada a tratamientos dietéticos por décadas. Varios establecimientos en distintas partes del mundo ofrecen a sus pacientes la posibilidad de hacer “ayunos” bajo condiciones controladas. La definición de ayuno es semánticamente flexible, por lo que usualmente significa restricción calórica diaria. Originadas en una filosofía naturista –con matices religiosos- estos centros gravitan hacia el vegetarianismo o incluso el veganismo. Me apena decir que tal predilección no tiene fundamento científico.
Comentarios terapéuticos sobre el ayuno. Tras más de un siglo de estudios formales, en centenares de centros de salud, se ha establecido que el ayuno soluciona una serie de enfermedades, a menudo permanentemente. Un importante volumen de interesantes ensayos clínicos y estudios que tratan numerosas enfermedades con ayuno
(inanición total prolongada) han sido publicados. Uno de ellos, registrado en The Lancet en 1966 (Fig.75), describe ayuno total de 249 días para tratar la obesidad mórbida.
Fig.81 Artículo científico describiendo un “Tratamiento de Obesidad con Ayuno Total de hasta 249 días.”
En otro ensayo clínico de hipertensión y ayuno, 174 personas diagnosticadas con hipertensión arterial se sometieron al ayuno, solo de agua, de 10 a 11 días, seguido de un régimen posterior de 6 a 7 días en el que solo comieron una dieta vegana baja en grasas y sodio[40]. La presión arterial inicial en los participantes superaba los 140 (mm HG) sistólica o 90 diastólica o ambas. El noventa por ciento de los participantes alcanzó una presión arterial inferior a 140/90 al final del ensayo (1). Cuanta más alta era su presión arterial inicial, más pronunciado fue el descenso de las cifras registradas. La caída promedio para todos los participantes fue 37/13. Aquellos con hipertensión en etapa 3 (más de 180/110 mmHg) tuvieron una reducción promedio de 60/17. Quienes tomaban medicación para la presión arterial antes del ayuno pudieron incluso descontinuarla, ya quye se hizo innecesaria. Se ha
demostrado en varios ensayos como este que el ayuno es uno de los métodos más efectivos para reducir la presión arterial y normalizar la función cardiovascular. Tras la experiencia, la presión arterial tiende a permanecer baja en todos aquellos que usan el ayuno para las cardiopatías (2). ATENCION: No descontinues la medicación antihipertensiva (ni niguna otra medicación para patologías serias sin supervisión profesional). El ayuno es excepcionalmente beneficioso en enfermedades cardiovasculares crónicas e insuficiencia cardíaca congestiva, ya que reduce los triglicéridos, los ateromas, la inflamación sistémica, el colesterol total y aumenta los niveles de HDL. Se ha demostrado que el ayuno es eficaz en el tratamiento de la diabetes tipo II, y a menudo revirtiendo la condición de forma permanente (3). Debido a sus efectos de restauración metabólica a largo plazo, las reservas de grasa en el cuerpo, la hormona leptina y los trastornos orgánicos asociados con la obesidad, el ayuno profundo es uno de los tratamientos más efectivos para la obesidad (4). Varios estudios han encontrado que el ayuno en intervalos periódicos bien programados es beneficioso en la epilepsia, ya que reduce la duración, el número y la gravedad de las convulsiones (5). El ayuno, como preparación para la cetosis cíclica, es especialmente eficaz para ayudar a aliviar o curar la epilepsia infantil. En un estudio clínico de 88 personas con pancreatitis aguda por causas diversas, se encontró que el ayuno era mejor que cualquier otra intervención médica, siendo que ni la succión nasogástrica ni la cimetidina producían efectos tan
beneficiosos como los del ayuno. Llamativamente, los síntomas se aliviaron independientemente de la etiología específica de la enfermedad (6). Todas las personas que han ayunado refieren una disminución general y duradera de los típicos dolores corporales por inflamación crónica. Varios estudios han encontrado que el ayuno es eficaz para tratar tanto la osteoartritis como la artritis reumatoide, ya induce acciones antiinflamatorias significativas en el cuerpo, incluyendo la disminución de la VSG, artralgia, dolor, rigidez y necesidad de medicación (7). Varias enfermedades autoinmunes como el lupus, la rosácea, la urticaria crónica y la glomerulonefritis aguda han respondido bien al ayuno, y se ha demostrado que la toxicidad severa mejora también de modo significativo (8, 9). En un reporte, varias personas envenenadas con PCB experimentaron un alivio "dramático" trasayunar de 7 a 10 días (10). Es una observación clínica recurrente que la función inmunológica mejora gracias al ayuno. Se ha encontrado por ejemplo que hay una mayor actividad de los macrófagos, una mayor inmunidad mediada por células, disminución de los factores del complemento, disminución de los complejos antígeno-anticuerpo, aumento de los niveles de inmunoglobulina, aumento de la actividad bactericida de los neutrófilos, disminución de la blastogénesis de los linfocitos, aumento de la destrucción de monocitos y aumento de la actividad bactericida de los Natural Killers (11).
Se ha reportado que muchas otras enfermedades responden al ayuno: asma bronquial, lumbago, depresión, neurosis, esquizofrenia, vejiga neurogénica, psoriasis, eccema, tromboflebitis, úlceras varicosas, fibromialgia, enfermedad neurocirculatoria, síndrome de intestino irritable, enfermedad inflamatoria intestinal, úlceras duodenal, fibromas uterinos, parásitos intestinales, gota, alergias, fiebre del heno, urticaria, esclerosis múltiple e insomnio. Para todas estas condiciones, por supuesto, es imprescindible el competente diagnóstico y prescripción de un profesional de la salud.
Apéndice 1: Refeeding
El proceso de retorno a la nutrición es muy sencillo, y al mismo tiempo, de crucial cuidado. El refeeding es un puente entre la inanición y la alimentación, que invierte de inmediato la “marea” metabólica, desde el estado de cetosis fisiológica al de glucosis, o lo que es lo mismo, de la autofagia a la citogénesis. La dificultad estriba aquí en despertar gentilmente al sistema digestivo, de manera gradual y sin una brusca sobrealimentación. El reingreso de alimento despierta un sinnúmero de reacciones fisiológicas normales pero que estaban interrumpidas durante días, incluyendo secreciones hepáticas, pancreáticas, circulación de linfa y sangre en las vísceras, contracciones de la musculatura lisa intestinal, trabajo cardiaco, activación renal, etc. La técnica en sí misma consiste simplememte en tomar una taza de caldo caliente de pollo, carne, pescado o huevo, sin nada sólido. Esto se repite pausadamente cada 60 minutos, pudiendo dejar en ocasiones pasar dos horas antes de una nueva toma. Para ayunos superiores a 3 días, debe prolongarse este proceso cuanto sea necesario, sin apuros. El periodo de refeeding puede tomar entre 6 y 48 horas, dependiendo de la duración del
ayuno que se acaba de realziar, de la condición de salud de la persona, y de su edad. El horaria más adecuado para interrumpir el ayuno profundo es a la mañana (antes del mediodía), de manera que las diferentes tomas del caldo sucedan sin prisa, y mucho antes de irse a dormir. Es perfectamente normal que al activar el sistema digestivo y reiniciar la peristalsis intestinal, la persona sienta necesidad de ir al baño. En ocasiones se presenta una ligera diarrea, lo cual no tiene consecuencia adversa alguna.
Apéndice 2: Suplementos de micronutrientes en la fase de nutrición.
Correctamente diseñada e implementada, la combinación de adecuados periodos de inanición (autofagia) con periodos de entrenamiento vigoroso y nutrición, tiene poderosos efectos regenerativos, lo cual ha sido documentado con total rigor científico. Este apéndice describe sucintamente las vitaminas, aminoácidos, minerales y bioflavonoides necesarios para la regeneración de las células en los periodos de retorno a la nutrición, tras un apropiado refeeding. Por el momento, en el presente estado de las ciencias, nada substituye en realidad a la comida real, dentro de la cual los micronutrientes actúan en concierto o acción sinérgica. Si bien conocemos ya el grueso de los micronutrientes requeridos humanos, así como la proporción en que existen dentro de los alimentos, algunos de sus componentes más sutiles ni siquiera han sido descritos aun. Los alimentos animales y vegetales producidos de manera orgánica y en las condiciones correctas, poseen sustancias especiales y mucho menos conocidas cuya incorporación sostenida al organismo otorga beneficios sutiles a largo plazo, expresados en una menor mortalidad por toda causa y una mayor Longevidad Máxima. Por ello, una
alimentación verdaderamente rica en nutrientes y libre de contaminantes es esencial para la salud. Al mismo tiempo, debido a la gran variabilidad interindividual de los seres humanos, la suplementación con extractos o concentrados de vitaminas, minerales y ácidos grasos ha demostrado poderosos efectos en la salud y la longevidad. La razón de ello está, entre otros factores, en que la suplementación resuelve deficiencias relativas a la existencia de mutaciones no-letales de ciertos elementos del ADN, conocidas como SNPS (Single Nucleotide Polimorfisms), las cuales pueden compensarse con dosis adicionales de micronutrientes. Se han descrito cientos de estas peculiares mutaciones o polimorfismos que son el fundamento de nuestra individualidad biológica. En 1968 Linus Pauling, dos veces premio Nobel, propuso un abordaje terapéutico consistente en incorporar micronutrientes en rango farmacológico (en casos como la depresión o la anemia), o por el contrario restringirlos (como la fenilcetonuria o la epilepsia). El revolucionario concepto era tan audaz que, aunque incomprendido inicialmente, modificó para siempre las ciencias de la salud. De hecho fue el propio Pauling quien describió por primera vez la exacta causa molecular de una patología –la Siclemia o Anemia de las Células Falsiformes- lo que constituyó el inicio de una ola de descubrimientos en medicina. El concepto central de este abordaje: “variar las concentraciones de las substancias presentes en el medio interno permite corregir desórdenes orgánicos” resultó ser un nuevo Principio Terapéutico de extraordinario valor. Por nutrientes debes entender aquí toda clase de substancias
implicadas en el sostén estructural y el funcionamiento metabólico de la célula. Ello incluye tanto los macronutrientes, que cumplen función energética y constructiva, como los micronutrientes, verdaderos cofactores enzimáticos que funcionan como catalizadores, es decir, aceleradores biológicos que controlan las reacciones bioquímicas intracelulares. La fundamentación bioquímica o mas bien fisiológica para un empleo metanutricional –es decir más allá de la alimentación- de dichos micronutrientes, es bastante compleja y extensa, por lo que no será abordada aquí. Baste saber que las DDR o dosis diarias recomendadas de vitaminas/minerales/aminoacifos/lípidos son apenas la cantidad necesaria para no morir de una enfermedad carencial. Las DDR no son en modo alguno la cantidad de micronutreintes necesaria para una plenitud fisioógica, ni para una alta performance intelectual, emocional y física. Además, Así pues, se trata de usar la molécula correcta, en la dosis correcta. FÓRMULA MEGAVITAMÍNICA Cada dos cápsulas contiene: Tocoferol (Vit. E) 600 IU PABA 50 mg Palmitato (Vit. A) 2.000 IU Hesperidina 200 mg Colecalciferol (Vit. D3) 5.000 IU Biotina 500 µg Inositol 200 mg Tiamina (B.1) 200 mg Riboflavina (B.2) 200 mg BHT 350 mg
Niacina (B.3) 300 mg Colina 250 mg Ácido pantoténico (B.5) 300 mg Zinc 25 mg Piridoxina (B.6) 50 mg Cianocobalamina (B.12) 5000 µg Folato 5000 mcg (en caso de polimorfismo MTRF, pedir 5THF) Betacaroteno 10.000 IU Selenio 75 µg Menaquinonas, menatetrenonas (K1, K2) 5000 µg Ascorbato o ascórbico 500 mg * Debido al volumen, deben usarse cápsulas 000, pudiendo variar su tamaño de no haber disponibilidad. Se regula el volumen de la mezcla aumentando o disminuyendo la cantidad de vitamina C (ya sea en forma de ácido ascórbico o de ascorbato de sodio, pero sin agregar otros excipientes. ** Del resto de los suplementos (por ejemplo, CoQ-10, L-Cisteína con B.1, o L-Carnitina con Ácido Lipoico), durante la fase de refeeding, pueden tomarse cantidades variables según se requieran y toleren. *** La vitamina C, en cualquiera de sus formas, debe tomarse a diario en todas las circunstancias. No hay ninguna razón para excluir este formidable nutriente esencial durante las fases de inanición ya que no portan valor energético (calorías) ni interrumpen la autofagia regenerativa.
VITAMINA C (ácido ascórbico): Quizá el más poderoso y versátil antioxidante hidrosoluble, protege el cerebro y la médula espinal del constante ataque de los radicales libres. En los tejidos, garantiza una apropiada hidroxilacion del colágeno, protegiendo el endotelio vascular, cicatrizando heridas, fracturas, quemaduras y previniendo estrías. Disminuye el colesterol -al precipitar su conversión en ácidos biliares- así como el ácido úrico (C5H4N4O3). También es necesaria para fabricar neurotransmisores y hormonas. Es
ergogénica, antitóxica, inmunoestimulante, anticancerígena, y antimutagénica. Su efecto quimioterapéutico mejora la eficacia de las drogas oncológicas a la vez que protege contra las radicaciones. Aumenta la producción de interferón, la actividad de los neutrófilos y la de los macrófagos, los cuales detectan y tragan células cancerosas, bacterias y cuerpos extraños. Repetidas dosis diarias de entre 1 y 5 gramos de vitamina C, tratan exitosamente la tuberculosis, la fiebre escarlata, infecciones pélvicas, disentería, septicemia, estados tóxicos y enfermedades virales como herpes zoster, meningoencefalitis, poliomielitis, neumonía, hepatitis, mononucleosis y otras (1). Cantidad Mínima Imprescindible: 0,120 g Dosis Óptima Personal: de 5g a 180 g Deben distribuirse las dosis a lo largo del día para mantener un nivel estable en sangre. La tolerancia gastrointestinal al ácido ascórbico es directamente proporcional a la gravedad de la enfermedad (mientras más grave es el cuadro más vitamina C admite el organismo). Debe pues administrarse tanto como sea necesario hasta inducir una leve diarrea. Para tratamientos especiales se han llegado a usar tanto como 200 g por vía intravenosa, lo cual solo puede ser hecho en condiciones especiales por un equipo médico competente. VITAMINA B.1 (tiamina): Tiene propiedades antidepresivas y tonificantes. Cura la polineuritis, el beri-beri y la enfermedad de Wernicke-Korsakoff (un trastorno gravísimo, a menudo fatal, derivado del alcoholismo). Sumamente útil contra la esclerosis múltiple y la miastenia gravis. Conocida como la “vitamina del carácter” por su impacto sobre el
sistema nervioso y su efecto benéfico en la salud mental. Produce también un aumento de la capacidad de aprendizaje. La abundancia de tiamina no solo favorece la digestión de los alimentos, sino que elimina el ácido pirúvico en la sangre, cuya presencia disminuiría la agudeza mental, además de dificultar la respiración y comprometer la función cardíaca. La suplementación con tiamina incrementa la coordinación motora, acelera el tiempo de reacción, mejora la motricidad fina (conexión ojo-mano), y la velocidad de los movimientos voluntarios. Por si fuera poco, trata eficazmente el herpes zoster o culebrilla. La tiamina, la vitamina C y la cisteína conforman un poderoso trío antioxidante que combate el acetaldehído -conocido carcinógeno, mutágeno e iniciador de radicales libres y encadenamiento proteico (cross-linking). Este químico semejante al formaldehído, cuya forma alcohólica (formol) sirve para conservar los cadáveres en las facultades de medicina, surge en el hígado a partir del alcohol que bebemos o que nuestro propio cuerpo fabrica, dañando sus tejidos y los del cerebro (2).
Fig.82 Corte transversal de varios axones neuronales (verde) mostrando la vaina concéntrica de mielina que los recubre (violeta), responsable de la transmisión del impulso nervioso. El proceso de mantenimiento de dicha vaina conductora depende de nutrientes como los ácidos grasos y la tiamina. Los síntomas iniciales de la deficiencia en tiamina incluyen fatiga, irritabilidad, anorexia y labilidad emocional. La deficiencia total causa beri-beri, gravísima enfermedad carencial que termina siendo mortal. Sobrevienen inflamación del nervio óptico y daño al sistema nervioso, atonía gastrointestinal, anorexia, constipación severa e indigestiones y afecta también al sistema cardiovascular: el músculo cardíaco se debilita seriamente pudiendo incluso llegar al fallo.
Cantidad Mínima Imprescindible: 0,015 g Dosis Óptima Personal: entre 0,2 y 1 g VITAMINA B.2 (riboflavina): Regula la oxidación de los alimentos en el interior de las células, siendo de hecho precursora fundamental de la enzima respiratoria FAD (Flavin Adenin-Dinucleótido), por lo que su deficiencia contribuye al inicio y progresión del cáncer. Se necesita en la fabricación de Glutatión Reductasa (una enzima que recicla la Glutatión Peroxidasa “usada”). Estimula la salud en general, desintoxica
al organismo y es fundamental para la salud de los ojos, la piel y la boca. En dosis altas previene las migrañas con gran eficacia. Su déficit provoca falta de resistencia y vigor, retardo del crecimiento, trastornos digestivos y lactación pobre. Las personas sumamente delgadas, tensas, con caída del pelo, grietas en las comisuras de la boca y depresión están necesitando más riboflavina. Cantidad Mínima Imprescindible: 0,017 g Dosis Óptima Personal: hasta 0,3 g VITAMINA B.3 (ácido nicotínico, niacina): Es precursora de la enzima respiratoria NAD (Nicotinamin AdeninDinucleótido), crucial en el metabolismo energético. Reduce eficazmente los triglicéridos y el colesterol. Es antirreumática y antiartrítica. La niacina es muy importante para el metabolismo cerebral. En combinación con B.6 y ascorbato, parece impedir la formación de adrenocromo, potente toxina cerebral resultante de la noradrenalina oxidada, suprimiendo así síntomas de la esquizofrenia tales como la paranoia, las alucinaciones y condiciones psiquiátricas de tipo depresivo o neurasténico. Intensifica los orgasmos y contribuye a la humectación de las mucosas, siendo necesaria también en la síntesis de las hormonas sexuales. Las deficiencias leves de niacina producen fatiga, anorexia, halitosis, úlceras, insomnio, irritabilidad, cefaleas y depresión. La deficiencia severa de niacina resulta en pelagra, caracterizada por dermatitis, diarrea y demencia, por lo que se la conoce como “la enfermedad de las tres D”. Por fortuna, la B.3 es capaz de revertir esos trastornos con gran rapidez. Es útil en enfermedades tan variadas como arterosclerosis, síndrome de Ménière, alcoholismo, hipoclorhidria y acné. Su forma aminada, la niacinamida, es el precursor del NAD por lo que
es un factor en la prevención del cáncer, gracias a su función enzimática, que asiste a la función respiratoria de las mitocondrias, previniendo la transformación maligna de las células normales que se encuentran bajo estrés funcional. Esta vitamina sensibiliza los receptores benzodiazepínicos, ejerciendo un efecto calmante que permite disminuir, o incluso eliminar, las drogas ansiolíticas (3). Cantidad Mínima Imprescindible: 0,030 g Dosis Óptima Personal: hasta 0,5 y 10 g ÁCIDO FÓLICO: También llamado Folato o vitamina B.9, previene las malformaciones congénitas del tubo neural (anencefalia, espina bífida). La suplementación con ácido fólico esta inversamente asociada a la incidencia de cáncer de pulmón y las displasias cervicales. También soluciona los temblores de los ancianos y combate ciertas psicopatías, lo cual es de gran ayuda para la senilidad, la depresión, la esquizofrenia, la epilepsia y el FXS (ing. Fragile X Syndrome), todas las cuales han demostrado coincidir con carencias de ácido fólico. Combate la peligrosa homocisteína, que daña el endotelio vascular y está asociada con el riesgo cardiovascular. Es también necesario en la síntesis de ácidos nucleicos, esenciales en la reproducción y desarrollo de todas las células. Una deficiencia de folato produce irritabilidad, amnesia, lentitud, queilosis (lesiones en las esquinas de la boca) y anemia. Los niños con retraso mental, los ancianos y las personas con cardiopatías, leucemia o linfoma de Hodgkin, necesitan hasta 5000 mcg (en forma de ácido folínico en las últimas dos patologías. VITAMINA B.5 (ácido pantoténico): Es un gran antioxidante, incrementa la resistencia física, la tolerancia al
frío y al estrés. Experimentalmente, ha mostrado prolongar la vida de los animales de laboratorio en casi un 20%, el equivalente a unos catorce años más de vida en los humanos de hoy. La cantidad diaria usada en esos experimentos fue de 12 mg x Kg de peso, es decir, unos 120mg diarios para un hombre adulto. La vitamina B.5 potencia el vigor físico dado su rol central en el ciclo de Krebs por medio de la Acetil CoA, una enzima clave, funcionando además como cofactor indispensable para la síntesis de acetilcolina. Existe una estrecha relación entre los niveles de B.5 en nuestros tejidos y el funcionamiento de la corteza suprarrenal. El ácido pantoténico estimula la producción de cortisona y otras hormonas adrenales importantes para la piel, los nervios y las articulaciones. Es un factor esencial en la prevención del envejecimiento y las arrugas, así como del daño celular causado por la exposición a las radiaciones. Las deficiencias de B.5 se expresan como fatiga, insomnio, depresión, pérdida de memoria, etc. Es importante para la salud del tacto gastrointestinal, la producción de anticuerpos y una adecuada actividad metabólica (4). VITAMINA B.6 (piridoxina): Coadyuvante en el tratamiento de la esquizofrenia, alivia también problemas de aprendizaje, retardo mental, autismo infantil, ADD (Attention Deficit Disorder), hiperquinesia e hiperhomocisteinemia. En combinación con el Zinc (Zn) evita las estrías en la piel. Previene la arteriosclerosis, las enfermedades coronarias y los derrames cerebrales. Influye en muchos aspectos del metabolismo como reposición de la vaina de mielina que recubre los nervios. Mejora notablemente la artritis y las náuseas provenientes tanto del embarazo como de las radiaciones.
La piridoxina debe estar presente en la producción de neurotransmisores como la dopamina, de anticuerpos y de glóbulos rojos. La liberación de glucógeno (para la energía) desde el hígado y los músculos es facilitada por la vitamina B.6, que también interviene en la conversión de triptófano en niacina; así como en la síntesis de ADN y ARN, portadores de la información genética. La vitamina B.6 ha sido usada con éxito en el tratamiento de trastornos sexuales masculinos, prostatitis, eczema, caspa, afinamiento y pérdida del cabello, pancreatitis, acné, estrés, diabetes tipo II, hemorroides e hipercolesterolemia (5). Dosis Óptima Personal: entre 0,1 y 0,5 g
INOSITOL: Se lo puede considerar como una especie de “azúcar muscular” que no estimula la secreción de insulina al ser ingerido. Se metaboliza como un carbohidrato, pero más lentamente. Se sabe que es importante en el metabolismo del calcio. Es útil en la prevención de la pérdida del cabello (puesto que protege el bulbo piloso), la artritis y las contusiones. El inositol forma parte de las membranas biológicas, así como del sistema intracelular de señales. Dosis Óptima Personal: 200 mg
Fig.83 El gran Ciclo de Krebs, es el esencial conjunto de reacciones que permiten la oxidacion de los alimentos para obtener energía. La Acetil Coenzima-A -cuya estructura contiene a la vitamina B.5 o ácido pantoténico- es imprescindible en este proceso. Las vitaminas operan en conjunción con las enzimas, las cuales tienen numerosas e imprescindibles funciones dentro de la célula. Las enzimas constan de dos “dominios” o partes: el primero es una proteína y el segundo, una coenzima. Cada coenzima es, contiene, o fue manufacturada a partir de… ¡Nutrientes!
Fig.84 Las membranas celulares están formadas por cuatro tipos diferentes de fosfolípidos dispuesto en sendas hojas o hemicapas. Estos fosfolípidos usan como materia prima a la colina (para la fosfatidil-colina) y al inositol (para el fosfatidil-inositol), entre otros. Se ha propuesto que la degeneración de las membranas celulares es una importante causa de envejecimiento, e incluso del cáncer, dado que la pérdida de permeabilidad al oxígeno genera hipoxia intracelular (considerada por varios autores como una de las causas primarias del cáncer).
BIOTINA (vitamina H): Estimula el crecimiento y la reparación. Colabora con la transformación de los aminoácidos, el metabolismo de las grasas, mejora el agotamiento crónico, la somnolencia y la falta de fuerzas que se derivan de carencias nutricionales. Es utilizada con éxito en
el tratamiento de la dermatitis seborreica, la calvicie, los dolores musculares, el eczema y la depresión. Dosis Óptima Personal: entre 300 µg y 5 mg
VITAMINA B.12: La presencia de un átomo de cobalto en su estructura es la causa de que esta vitamina sea llamada cobalamina. Su absorción en el intestino delgado depende de un elemento especial llamado “factor intrínseco de Castle”, una enzima mucoproteica cuya ausencia impide la absorción de la B.12, conduciendo a la anemia perniciosa. Aun sin una deficiencia del factor intrínseco, los vegetarianos estrictos (no así los ovo-lacto-vegetarianos) son susceptibles a padecer anemia perniciosa ya que la presencia de cobalamina es casi exclusiva de proteínas animales. Esta vitamina mantiene el revestimiento de los músculos, colabora con la hematopoyesis (producción de sangre) e incrementa la síntesis del ARN en las células del cerebro, lo cual favorece la memoria y el aprendizaje. Su efecto neurotrófico es considerable si se tiene en cuenta además la influencia de esta vitamina en el metabolismo del tejido nervioso. Las deficiencias de B.12 causan estragos en la salud. Dosis Óptima Personal: entre 400 y 10.000 µg Nota técnica: Ciertas reacciones autoinmunes pueden neutralizar el factor intrínseco ligándolo a otra molécula, o bien impedir su síntesis misma por parte de las células. Además, algún defecto en la molécula que transporta a la cobalamina de la sangre a los tejidos puede desencadenar una deficiencia sistémica aun cuando los niveles de B.12 en sangre sean normales. Existen tres formas de la vitamina B.12:
cianocobalamina, hidroxicobalamina y metilcobalamina. La segunda es más eficaz en el tratamiento de las polineuropatías en tanto la última parece ser más eficaz para trastornos del sistema nervioso central (SNC). Hasta la fecha (2015) no se han reportado casos de toxicidad, incluso con megadosis. Además de la ausencia de factor intrínseco, la excesiva presencia de bacterias o la infestación de lombrices también pueden conducir a una anemia perniciosa. Los síntomas de esta clase de déficit son: debilidad, anorexia, emaciación, fatigas, parestesias y, por supuesto, anemia. La deficiencia de vitamina B.12 puede causar severos signos psicóticos que varían en intensidad, desde trastornos del ánimo, lentitud mental e hipomnesia, hasta signos extremos de psicosis. Los siguientes trastornos responden a inyecciones de entre 100 y 900 microgramos de B.12: alcoholismo, gastritis, úlcera péptica, herpes zoster, pelagra, psoriasis, alergias, distrofias, tuberculosis, artritis, parasitosis, cirrosis hepática, esclerosis múltiple, neuritis, epilepsia, vértigo, insomnio, osteoporosis, diabetes y angina de pecho (6). COLINA: Es la materia prima para la síntesis de acetilcolina, un importante neurotransmisor implicado en la función sexual, el control motor, la lubricación de las mucosas, la atención y el humor. Está involucrada primariamente en la utilización de las grasas y el colesterol. Trata con eficacia la cirrosis, la esteatosis y otras clases de daño hepático. En dosis apropiadas previene el “auto-canibalismo neuronal” o autofagia de las neuronas que, cuando la dieta es pobre, recurren a la colina contenida en sus propias membranas para fabricar la acetilcolina. Es esencial para la fabricación de la vaina de mielina que recubre los axones neuronales. Excelente cognotrópico (neuronutriente), favorece la
memoria y el aprendizaje. Combinada con la vitamina B.5, estimula la libido. Este efecto se basa en la estimulación de las vías colinérgicas, que tonifica la actividad del parasimpático, encargado de la erección, a la vez que inhibe la del simpático, controlando así la descarga eyaculatoria (7). Dosis Óptima Personal: entre 0,5 y 6 g
PABA (ácido para-aminobenzoico): Tiene propiedades antioxidantes y funciona como estabilizador de membranas, por lo que previene la rotura de los eritrocitos (células rojas de la sangre) y los lisosomas (organelas celulares cargadas de enzimas) evitando la destrucción de los tejidos adyacentes. Protege de la polución ambiental. Puede prevenir la pérdida del cabello y, ocasionalmente, devuelve la coloración original al pelo encanecido. La especial configuración de sus moléculas le permite capturar los rayos ultravioletas, convirtiéndolo por tanto en parte integrante de muchas lociones protectoras contra el daño solar. Dosis Óptima Personal: entre 0,2 g y 2 g
HESPERIDINA, RUTINA, LUTEOLINA: Estos bioflavonoides estabilizan las membranas celulares y son antioxidantes de efecto sinérgico con el ácido ascórbico. Debido a su cercanía biológica con las enzimas respiratorias (como la riboflavina) todos los flavonoides tienen en general capacidad antiproliferativa, previniendo la transformación maligna de las células. La suplementación con bioflavonoides -como los del té verde, o los pimientos rojos- disminuye la
excesiva permeabilidad y fragilidad de los capilares y protege de la radiación ionizante. Dosis Óptima Personal: entre 50 y 300 mg
VITAMINA A (palmitato): Es inmunoestimulante y antiinfecciosa. Imprescindible para el desarrollo y sostenimiento de los huesos. Incrementa el tamaño del timo -glándula de crucial importancia inmunológica- previniendo su usual encogimiento e incrementando su capacidad funcional. Sensibiliza los receptores para el SGF (Factor de Crecimiento Epidérmico) con lo que beneficia a la piel. Frena el desarrollo del cáncer en los tejidos epiteliales (piel, mucosas, vías respiratorias, recubrimiento del intestino). Crucial para la formación de la púrpura visual, necesaria para la visión nocturna. El uso intensivo de los ojos -al usar la computadora o trabajar bajo luces resplandecientes- aumenta los requerimientos de esta vitamina. Nuestra producción de ARN[41] (ácido ribonucleico) es considerablemente facilitada por su ingestión. Su deficiencia produce síntomas como ceguera nocturna, xerosis, piel de naranja, fatiga, calvicie, uñas quebradizas y úlceras en la córnea. Para niños o personas que no tienen una necesidad elevada de este nutriente, dosis mayores a 50.000 IU diarias por más de tres meses pueden ser tóxicas. En cuanto a la seguridad de esta vitamina, si bien en nuestros viajes al Ártico canadiense ningún cazador Inuit o investigador blanco nos dio certeza de esto, parece haber habido reportes (en 1950) de una muerte accidental como resultado de la ingestión de hígado de oso polar: el equivalente a tomar millones de IU en una sola
sentada. Me atrevo a sugerirte que no comas hígado de oso polar. Cantidad Mínima Imprescindible: 4000 IU Dosis Óptima Personal: entre 25.000 y 100.000 IU VITAMINA E (tocoferoles, tocotrienoles): Este grupo de compuestos constituye un importante factor regenerativo y anti-envejecimiento. Protege el corazón e impide la trombosis pulmonar postquirúrgica, levanta la respuesta inmunológica y aumenta la potencia muscular. Vigoriza las glándulas sexuales. Es cardioprotectora y se ha demostrado convincentemente que en dosis apropiadas mejora la memoria y ayuda a prevenir el mal de Alzheimer. Es el fundamental antioxidante liposoluble. Existen dos formas de tocoferol: alfa y gamma. Solo el balance entre ambos ofrece buenos resultados, particularmente cuando se combinan con las substancias llamadas lignanos, presentes en el sésamo, nueces, lino, etc. Cantidad Mínima Indispensable: 30 IU Dosis Óptima Personal: de 400 a 3000 IU VITAMINA D3 (colecalciferol): Hace más de un siglo que ha sido establecida la capacidad de esta poderosa substancia liposoluble para promover la formación de los huesos y combatir la osteoporosis. Mas que una vitamina, el colecalciferol es una hormona secosteroide con un rol crucial en la defensa contra virus, bacterias, hongos y parásitos. Es significativo el hecho de que todas las células del Sistema Inmunológico poseen un receptor nuclear específico para
dicha vitamina (el VDR) cuya ausencia o abundancia determina la morbilidad y la mortalidad en las infecciones respiratorias estacionales como la influenza. El colecalciferol es además un potente inhibidor de la proliferación celular anárquica (cáncer) en la próstata y las mamas o de la leucemia mieloide. Por lo general, los médicos expresaban preocupación acerca de la posible toxicidad de la vitamina D. Hasta hace pocos años era infrecuente encontrar en el mercado, comprimidos de más de 400 IU. Sin embargo, un creciente número de estudios indica que en realidad son necesarias dosis realmente enormes (alrededor de 100.000 IU x día, durante largo tiempo) para llegar a producir efectos tóxicos en una persona sana. La preocupación de los investigadores ha pasado a ser, hoy en día, que el miedo a la toxicidad evite que las personas se suplementen con suficiente vitamina D, la cual es crítica para mantener la densidad mineral ósea y prevenir la formación de colonias celulares indeseables (8). Dosis Óptima Personal: entre 10.000 y 50.000 IU
VITAMINA K2 (MENAQUINONAS, MENATETRENONAS): Las personas que padecen de osteoporosis padecen simultáneamente importantes placas calcificadas en las arterias, las cuales entorpecen el flujo sanguíneo. La simultánea superabundancia de calcio en una parte del cuerpo (aterosclerosis) y la severa deficiencia en otra (osteoporosis) se conoce como la Paradoja del Calcio. La razón de este disparate es la deficiencia de vitamina K2, que ocasiona una significativa disrupción en el metabolismo del MGP –el más
potente inhibidor de la calcificación vascular conocido. Se ha confirmado que la suplementación con vitamina K2 (pero no la K1) puede revertir dichas calcificaciones ectópicas. El formidable efecto cardioprotector de la vitamina K2 ha sido suficientemente confirmado y, a juzgar por las estadísticas que venimos viendo, conviene que nos suplementemos con esta vitamina a diario. Las cadenas largas MK-7 y MK-9 han mostrado más eficiencia en disolver la calcificación arterial (9).
Fig.85 El tejido óseo es una estructura viva y dinámica, en permanente renovación y adaptación a las presiones ejercidas desde fuera sobre el tejido esquelético. Para una persona mayor que ya padece osteoporosis y sufra una fractura ósea, es poco probable que dosis inferiores a las 40.000 IU x día (acompañadas de suficiente vitamina K) tengan el acelerado efecto necesario para impedir complicaciones accesorias a la fractura. No es infrecuente que personas mayores, obligadas a guardar cama a causa de una fractura, desarrollen neumonías, escaras, trastornos cerebrovasculares y depresión.
L-ARGININA: Junto con la L-Ornitina causan la liberación de hormona del crecimiento (GH o somatotropina) promoviendo la cicatrización de heridas, fracturas, microlesiones del entrenamiento, la turgencia de la piel, mucosas, vasos sanguíneos, nervios y otras estructuras. Como la somatotropina es imprescindible no solo para el crecimiento inicial del cuerpo sino también para su posterior mantenimiento, la L-Arginina y substancias afines son de gran ayuda para mantener o restaurar la vitalidad del organismo. Posibilita el rejuvenecimiento de órganos críticos para el sistema inmunitario, como la médula ósea y el timo, que reducen drásticamente su tamaño y/o funcionamiento con la edad. Este aminoácido “quema” grasa por liberación de Blipotropina. ¡Cura las hemorroides! Incrementa la cantidad y calidad del esperma, dado que es precursor de la putrescina y la espermina, por lo que se la utiliza para tratar la infertilidad masculina. Fortalece la erección del pene (vía óxido nítrico y la influencia de este en el músculo liso de los vasos sanguíneos). Dosis Óptima Personal: entre 5 y 30 g.
L-CISTEINA: Este aminoácido ayuda a detoxificar el cuerpo y previene el encadenamiento proteico (cross linking) que es responsable de la pérdida de elasticidad, el engrosamiento de la piel, las arrugas y el endurecimiento de las arterias. Forma parte de la beta-queratina, principal proteína de las uñas, la piel y el pelo. Inhibe el daño causado al hígado y al cerebro por los aldehídos provenientes del alcohol, los cuales se oxidan espontáneamente vía radicales libres. El envejecimiento se debe en parte a la disminución o
escasez de antioxidantes de los tejidos. La cisteína es, no solo un antioxidante por sí misma, sino también un cofactor de la glutatión peroxidasa, una de las enzimas antioxidantes fundamentales en el organismo. Es un inmunoestimulante, aumenta la actividad de los macrófagos pulmonares, los cuales destruyen células cancerosas y devoran baterías, virus y partículas extrañas. La cisteína es crítica para el metabolismo de varios bioelementos esenciales como la coenzima A, la heparina, la biotina y el ácido lipóico. La cisteína ha demostrado experimentalmente prolongar la vida de muchas especies. Dosis Óptima Personal: entre 200 y 500 mg (No confundir con la cistina, su forma oxidada).
L-GLUTAMINA: Es inmunoestimulante ya que potencia los linfocitos y macrófagos, evitando así infecciones, lesiones y sobre-entrenamiento. Previene el catabolismo y es quizá el aminoácido más efectivo para incrementar la potencia muscular y la regeneración por síntesis proteica tras el entrenamiento de intensidad. Recupera velozmente el glucógeno muscular y hepático. Puede reducir además la incidencia estomatitis y úlceras. Nutre a los enterocitos, células intestinales, garantizando la absorción de nutrientes. Su pariente cercano, el Ácido L-Glutámico es un aceptable cognotrópico –potenciador intelectual– que recupera de la fatiga mental, reforzando el aprendizaje y la memoria. La glutamina es precursora del neurotransmisor GABA –ácido gamma-aminobutírico– cuya función reguladora de los impulsos nerviosos previene el burnout (fatiga de trabajo) y le confiere un efecto relajante y calmante. El amoníaco es muy
tóxico para los tejidos animales y debe ser convertido a un compuesto no tóxico antes de ser transportado para su excreción desde los tejidos extrahepáticos a la sangre y de ahí al hígado y los riñones. El glutamato, de suma importancia para el metabolismo de grupos amino intracelulares, es substituido por la glutamina para esta función de transporte. La L-Glutamina es un compuesto eléctricamente neutro que pasa fácilmente a través de las membranas celulares, cosa que no puede hacer el glutamato que es portador de una carga negativa neta. El nitrógeno amídico de la glutamina se libera en forma de amoníaco únicamente dentro de las mitocondrias hepáticas, en donde la enzima glutaminasa convierte la glutamina en glutamato y NH4+; y este luego en urea (10). Dosis Óptima Personal: de 5 a 15 g.
COENZIMA Q-10 (CoQ-10): Ejerce un efecto protector sobre las células cerebrales preservando su función mitocondrial. Útil por tanto en todas las enfermedades neurodegenerativas y también en la recuperación de las lesiones estáticas del SNC (Sistema Nervioso Central). En altas dosis previene la progresión del mal de Parkinson. La coenzima Q-10 es un efectivo antioxidante y aumenta significativamente la sobrevida en la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA). El 95% de la energía celular se produce en las mitocondrias. Q-10 es incorporada a estos orgánulos donde facilita y regula la combustión de grasas y azúcares para obtener ATP, energía metabólicamente utilizable. Los ancianos llegan a perder la mitad de las concentraciones de Q-10 intracelulares que poseían cuando eran adultos jóvenes.
Este hecho, sólidamente fundamentado, hace a la Q-10 uno de los suplementos más importantes a tener en cuenta para el rejuvenecimiento (10). Dosis Óptima Personal: entre 30 y 500 mg
CREATINA: Es un ergogénico, coadyuvante en el tratamiento de la esclerosis lateral amiotrófica. Incrementa la fuerza muscular y protege a las neuronas motoras de la degeneración, estabilizando las enzimas mitocondriales. Promueve la recuperación post-entrenamiento y la reconstrucción del tejido muscular desgarrado o fatigado. Tras una fase inicial de sobrecarga con unos 20 g x día, pueden tomarse regularmente entre 5 y 10 gramos antes de las sesiones de entrenamiento o jornada laboral. Dosis Óptima Personal: entre 5 y 10 gr por día (20g en fase de carga)
ACETIL L-CARNITINA + ÁCIDO LIPOICO: El ácido alfalipóico es una coenzima que nuestro organismo fabrica a partir del aminoácido cisteína. Su acción polivalente ofrece resultados notables en diversos dominios de la salud, incluída el retraso del envejecimiento. Su efecto antioxidante es particularmente útil en el sistema nervioso. La Acetil LCarnitina actúa en las funciones cerebrales de múltiples maneras. Los efectos más palpables son la mejoría de la atención, de la concentración, de los reflejos y de la coordinación visual. Limita igualmente los síntomas de la depresión y atenúa el deterioro mental asociado al
envejecimiento (trastornos emocionales, amnesia, disminución de la atención). Es uno de los fármacos más eficaces para retardar el proceso de atrofia cerebral, reduciendo además los nevus (manchas de la vejez). Dosis Óptima Personal: 1 g de la mezcla a partes iguales.
ZEAXANTINA, LUTEÍNA, LICOPENO: Miembros de la familia de los carotenoides como el betacaroteno (provitamina A), son pigmentos anaranjados liposolubles que se encuentran en algunas plantas, algas, los ajíes, la toronja roja y la guayaba. Los mismos reúnen la luz y protegen a estos organismos contra los efectos tóxicos del oxígeno y la radiación ultravioleta. Para los humanos la luteína, la zeaxantina y el licopeno son oftalmoprotectores, evitando el daño fototóxico. Están en forma natural presentes en la mácula de la retina humana y filtran la luz azul potencialmente dañina y la radiación cercana a la ultravioleta. Se piensa que juega un papel en la protección contra la degeneración macular asociada con la edad. Las delicadas neuronas fotosensibles de la retina absorben energía luminosa. La retina es una de las tres membranas del segmento posterior del ojo. Su función es transformar el estímulo luminoso en una señal nerviosa. Es por tanto la porción nerviosa del ojo y su territorio se extiende desde el nervio óptico hasta la pupila. Está formada por diez capas entre las que destacan el epitelio pigmentario, la capa más externa y la capa sensorial, compuesta por fotorreceptores. La luteína y la zeaxantina son los únicos 2 carotenoides que se han identificado en la lente humana como protectores contra
los incrementos, relacionados con la edad, en la densidad del lente y la formación de cataratas. Además, la luteína y la zeaxantina son más estables a la descomposición por radicales libres que otros carotenoides tales como el beta caroteno y el licopeno. Otra vez la posible protección ofrecida por estos carotenoides puede deberse en parte a sus capacidades de controlar las especies reactivas de oxígeno. Hay clara evidencia epidemiológica de que la ingesta aumentada de luteína y zeaxantina está asociada con un riesgo menor a desarrollar cataratas. Otro carotenoide similar, la cantaxantina sirve como autobronceador. Bastones bipolares de la retina de un ratoncito. Gracias al Laboratorio de Rachel Wong podemos apreciar estas maravillosas imágenes de la retina. wonglab.biostr.washington.edu Dosis Personal Óptima: entre 7 y 30 mg por día.
ZINC (Zn): El zinc es un mineral que forma parte de más de 300 enzimas que se requieren para cerrar heridas, sintetizar proteínas, ayudar a las células a reproducirse, preservar la visión y estimular la inmunidad y protegernos de los radicales libres, entre otras funciones. Está en las células de todo nuestro cuerpo y funciona en más reacciones enzimáticas que cualquier otro mineral. Está involucrado en, virtualmente, todos los aspectos de la inmunidad. Cuando los niveles de zinc están bajos, el número de células T disminuye y cesan muchas funciones de los leucocitos, críticas para la respuesta inmunológica. El zinc en dosis altas, inhibe la degeneración de la mácula que es parte integral del progreso de la degeneración macular asociada con la edad y ayuda a prevenir la pérdida de la visión. El zinc retrasa el progreso de
las cataratas y se sabe que la ceguera nocturna puede ocurrir como resultado de su deficiencia (debido al papel del zinc en la activación de la retinol dehidrogenasa -la enzima que cataliza la síntesis del retinol). El zinc es requerido para el funcionamiento óptimo del nervio óptico, y se sabe que existen altas concentraciones de este mineral en la retina. El uso concomitante de captopril, clortalidona, diuréticos tiacídicos y alimentos ricos en cobre interfieren con la absorción de zinc al aumentar su excreción urinaria y/o competir con su absorción. El consumo concomitante de café puede disminuir hasta en un 50% la absorción del zinc. Cantidad Mínima Indispensable: 15 mg Dosis Óptima Personal: entre 80 y 100 mg SELENIO: Oligoelemento (mineral presente en cantidades diminutas) indispensable en animales y humanos para el funcionamiento de ciertas enzimas selenio-dependientes, llamadas selenoproteínas. Se ha constatado que la suplementación con selenio optimiza la actividad de estas enzimas, disminuyendo los trastornos cardiovasculares, la peroxidación lipídica (proceso por el cual las grasas se ponen rancias), e influyendo positivamente en las células a través de unas moléculas señalizadoras denominadas prostaglandinas. La deficiencia de selenio entorpece la respuesta inmune y está asociada a un más alto índice de cáncer. Una considerable cantidad de investigaciones en ciencias básicas indica que el selenio tiene un rol en la regulación de la expresión de las citoquinas pro-inflamatorias ayudando a orquestar la respuesta inmune celular. Se considera que 800 µg constituyen el UL o límite máximo de ingesta (Ing. Upper
intake Limit). Ten en cuenta que solo unas diez nueces del Brasil contienen esa cantidad (11). Cantidad Mínima Indispensable: 20 µg. Dosis Óptima Personal: entre 200 y 300 µg. Nota técnica: Se han caracterizado cuando menos 11 selenoproteínas y hay evidencias de que existen más. Esta es una lista simplificada de sus funciones. Glutatión Peroxidasa (GPx). Los cuatro grupos encontrados son antioxidantes poderosos que anulan los efectos dañinos de las especies reactivas del oxígeno tales como el peróxido de hidrógeno. Tioredoxin Reductasa. Participa -junto con tiorredoxina- en la regeneración de varios sistemas antioxidantes, posiblemente incluyendo el de la vitamina C. Mantener a la tiorredoxina en su forma reducida por medio de la tioredoxin reductasa es importante para el crecimiento y la viabilidad de la célula. Iodotironina Deiodinasas (Deiodinasas de la hormona tiroidea). La glándula tiroides segrega pequeñas cantidades de su hormona biológicamente activa T3 (triyodotironina) y grandes cantidades de una forma inactiva, la tiroxina o T4. La mayor parte de la T3 biológicamente activa en la circulación y dentro de las células es creada por la remoción de un átomo de yodo de la T4 en una reacción catalizada por enzimas selenio-dependientes. Esto hace del selenio un elemento esencial para el desarrollo, crecimiento y el metabolismo, a través de la regulación de las hormonas tiroideas. Otras enzimas selenio-dependientes son la Selenoproteína P, presente en el plasma y asociada con las células endoteliales, a las cuales protege del daño causado por una especie reactiva del nitrógeno llamado peroxinitrito; la Selenoproteína W, de la cual se sabe aún muy poco; y la Selenofosfato
Sintetasa, involucrada en la creación misma de las demás selenoproteínas.
Apéndice 3: Biomarcadores (analítica clínica).
Si bien los ayunos cortos de hasta cinco días se han practicado sin inconvenientes durante incontables siglos sin necesidad de supervisión médica alguna, para ayunos más prolongados y frecuentes es prudente realizar una batería de análisis que tu médico puede ordenar sin dificultades: -Hemograma completo (ver tabla) -Hepatograma completo (ver tabla). -Función renal (incluye Creatinina, Ácido úrico, etc.) -PCR (Proteína C-Reactiva cuantitativa) -Insulinemia -Hemoglobina glicosilada (Hgb1ac) -Glucemia y cetonemia (esto es mejor medirlo a diario).
Fig.86
Fig.87 IMPORTANTE: No realizar el análisis de sangre durante el ayuno mismo, sino ANTES. Durante el ayuno profundo se alteran momentáneamente –como es lógico- los parámetros ordinarios de la bioquímica sanguínea. Una vez terminado el proceso de inanicion, y completar exitosamente el retorno a la nutricion normal, puede realizarse otro chequeo completo de laboratorio.
Apéndice 4: Instrumental para mediciones durante el ayuno. Los siguientes instrumentos son de gran utilidad para objetivar distintos aspectos del funcionamiento orgánico antes/durante los ayunos y el refeeding: -Dispositivo de monitoreo continuo de glucosa (Dexcom o Abbot). -Gluco-cetómetro (Abbot u otra marca adecuada). -Cinta métrica flexible (para la circunferencia de la cintura y los grandes grupos musculares). -Tiras medidoras de orina Urinalysis InSIGHT (ACON Laboratories) -Tiras medidoras Vitacheck-C (detección de vitamina C en orina). -Esfigmomanómetro electrónico (para presión arterial). -Termómetro digital. -Cronómetro (del teléfono). * Dos mediciones muy útiles y efectivas antes de comenzar el programa son el test PAT de metabolismo basal (Pulso, Apnea, Temperatura) y una prueba de eficiencia física. Estas se explicarán de detalle durante el taller de implementación.
Apéndice 5: Instrucciones para la limpieza colónica. Las lavativas son de gran importancia en el transcurso del ayuno total prolongado ya que, como explicamos, la ausencia de estímulos mecánicos y químicos usualmente provistos por la alimentación produce un cese casi completo en la peristalsis intestinal. No deben tomarse -previamente al inicio del ayuno, ni en ningún otro momento- laxantes de ninguna clase. Al superar los tres días de total inedia, debe hacerse una serie de enemas (cada serie consta de 3 a 4 lavativas). Esto puede repetirse una o dos veces más en los días subsiguientes. A modo de ejemplo, en mis dos ayunos totales de 21 días continuos, he realizado enemas en los días 4, 7 y 16; en tanto que en los ayunos cortos (5 días) o medios (7-10 días), realizo una serie de enemas en el cuarto día. Debido a la anatomía del intestino grueso y a otros factores, como la reacción de motilidad al ingreso del agua en el intestino, un enema correctamente hecho debe constar de 3 a 4 lavativas sucesivas, con volumen creciente. El procedimiento es como sigue: -Preparar la jarra previamente limpia, conectando la manguera al recipiente por un extremo y a la cánula rectal por el otro. -Disponer una o varias toallas gruesas en el suelo del baño para acostarse sobre ellas. -Tener a disposición vaselina u otro lubricante apropiado (es importante para minimizar lastimaduras en la mucosa rectal al insertar la cánula).
-Rellenar la jarra con agua filtrada a temperatura ambiente hasta el nivel requerido en cada lavativa (usualmente las jarras son transparentes y traen impresa una escala). -Acostarse cómodamente sobre las toallas, vistiendo únicamente calcetines gruesos y ropa cómoda en el torso (obviamente desnudo de la cintura para abajo). Proceder a lubricar la cánula y la zona ano-rectal. -Con la llave reguladora aun cerrada, insertar cuidadosamente la cánula en el recto hasta su base. Esto es necesario para que el extremo de la cánula quede ubicado lo más profundo posible, sin ser ocluida por algún pliegue interno del recto, y lo más cerca posible de la unión recto-sigmoidea. Esto suena más complicado que lo que es. Con un poco de práctica, de inmediato se adquiere destreza en la aplicación de enemas. Alternativamente, se puede requerir la ayuda de otra persona –profesional o no- con la experiencia y habilidad requeridas. -Abrir la llave para dejar fluir el agua por gravedad, respirando relajadamente, cuidando de mantener la jarra elevada por encima del nivel del cuerpo (1 metro aprox.). Una vez que toda el agua haya entrado, cerrar la llave y retirar la cánula. -Incorporarse lentamente y practicar ejercicios de respiración lenta. -Sentarse para aliviar el contenido del intestino en el inodoro. -Higienizarse y repetir el proceso con la lavativa siguiente. Al terminar los enemas y su descarga posterior (la cual puede tardar entre 15 y 60 minutos), terminar con una ducha tibia para higienizarse y reposar tranquilo leyendo o conversando. No es bueno hacer enemas justo antes de salir de casa a trabajar u hacer gestiones o compras. Tampoco
conviene hacerlo antes de dormir, sino al menos unas tres o cuatro horas antes. * El propósito de emplear inicialmente cantidades pequeñas de agua, y luego cantidades sucesivamente más grandes, es evitar una contracción refleja de las porciones bajas del intestino como reacción al súbito ingreso de un volumen grande de líquido. Estos reflejos son inocuos, pero un poco molestos, y dificultan el acceso del agua a porciones más altas del intestino.
Apéndice 6: Observaciones sobre analítica sanguínea.
Enzimas hepáticas. Al comienzo de los ayunos suele darse un aumento de la actividad de GOT y GPT. Este aumento moderado se explica por la mejora de los procesos de transaminación en el curso del ayuno. Podría postularse una sobrecarga inicial de actividad desintoxicante del hígado y que sepamos, no genera efectos adversos. Por lo común, los niveles de GGT disminuyen pronunciadamente tras los ayunos profundos. Los valores de Proteina C-Reactiva (PCR), un marcador inflamatorio, suelen aumentar transitoriamente de modo estadísticamente significativo, pero dentro del rango normal. Es posible que la elevación de la PCR se explique por el aumento transitorio de los niveles circulantes de catecolaminas (dopamina, epinefrina o sus recursores). Se ha demostrado que el ayuno periódico mejora clínicamente los síntomas de la artritis reumatoide, lo que sugiere una disminución de los procesos inflamatorios. En general, los ayunos totales asociados a un correcto refeeding aumentan los niveles de antioxidantes y reducen los de citoquinas proinflamatorias TNF-α, IL-1β e IL-6, y se ha observado que los marcadores séricos de daño oxidativo e inflamación se reducen en los pacientes (con asma bronquial, artritis o hipertensión por ejemplo) que se mantienen en ayunas en días alternos. Lejos de ser un reservorio inerte de
energía, la grasa intraabominal es un verdadero órgano endocrino que segrega numerosas citokinas inflamatorias. Disolver dicha adiposidad visceral (lo cual se manifiesta visiblemente como reducción de la circunferencia abdominal) también se asocia con una disminución de la actividad proinflamatoria. Es casi universal que se eleve al àcido úrico durante los primeros días del ayuno, con niveles más bajo en las jornadas finales -lo que sugiere que el pico de concentración de ácido úrico no supera los 15 días-. En los seres humanos, la suplementación sistemática con vitamina C (4 a 20 gramos diarios) neutraliza sus efectos sobre las articulaciones, pudiendo de hecho desaparecer totalmente la sintomatología de la gota. El aumento de las concentraciones de ácido úrico no genera, en nuestra experiencia, elevación de la incidencia de ataques de gota en individuos tratados por hiperuricemia y gota antes del ayuno. El consenso entre los especialistas es que dicho aumento de la concentración plasmática de ácido úrico se debe al inevitable incremento del catabolismo proteico. Hay que tomar en consideración igualmente que en el riñón se produce una retención provocada por la secreción tubular competitiva con metabolitos cetónicos terminales, cuya excreción es inevitable durante el ayuno. Los homininos (ancestros filogenéticos de nuestra especie) perdieron la capacidad de síntesis del ácido ascórbico hace unos 70 millones de años. En consecuencia, como hemos explicado antes, los Homo sapiens padecemos Anascorbemia congénita (un error innato del metabolismo, universal para toda la especie). Dado que el ácido úrico tiene una fuerte actividad antioxidante y es un potente eliminador de radicales libres en el plasma sanguíneo, especulamos que su
elevación cumple un rol compensatorio en ausencia de vitamina C. Dado que la hibernación es producto de una ancestral estrategia de supervivencia evolutiva, tanto el reciclado autofágico como la elevación del ácido úrico deben considerarse estrategias adaptativas. ¡Hemos sobrevivido en parte gracias al poder antioxidante del ácido úrico! Por lo común, se observa también una reducción de la urea y un aumento de la creatinina, manteniéndose ambos dentro del rango normal. Esto se ha demostrado previamente en personas obesas sometidas a períodos prolongados de una dieta sin calorías. En 30m años de experiencia multicéntrica, no hemos observado hasta la fecha ninguna disfunción renal como resultado del ayuno profundo. Es fundamental, sin embargo, mantener niveles adecuados –pero no excesivosde hidratación a lo largo del ayuno. Una medida útil puede ser tomar diariamente 1 litro de agua filtrada por cada 45 kg de peso corporal. Por lo general, los iones sodio, potasio, calcio y magnesio se mantienen en rango normal de principio a fin del ayuno. Es importante descansar durante los ayunos profundos –en particular cuando superan los 5 a 7 dias de duración- y no exponerse a cambios de tempertura o labores físicas muy intensas. El ayuno profundo es congruente con la hibernación, no con los esfuerzos intensos. Recordamos este aspecto en el contexto de la preservación de las sales minerales de nuestro organismo ya que se ha descrito un aumento de la natriuresis en asociación con cetonuria en la primera fase del ayuno, que disminuye cuando el amonio, un metabolito de la gluconeogénesis renal, reemplaza al sodio como catión acompañante.
ATENCIÓN: HACER SAUNA, BAÑOS DE INMERSIÓN MUY CALIENTES Y/O PROLONGADOS U OTRAS FORMAS DE HIPERTERMIA DURANTE EL AYUNO ESTÁ CONTRAINDICADO, YA QUE DESHIDRATA Y DESMINERALIZA A LA PERSONA.
Estudio sobre restricción calórica en 1400 sujetos. Publicado en una excelente plataforma científica, el estudio llevado a cabo por una bien establecida clínica de terapia por restricción calórica, este estudio se dio a conocer en 2019. Si bien definitivamente no se trata de ayuno propiamente dicho – lo cual tiene en mi opinión, un sinnúmero de defectos metodológicos- el estudio de Wlhelmi de Toledo et al es útil por su envergadura y la recopilación exhaustiva de datos. Tratándose de una clínica cuyo modelo de negocios es precisamente la realizacion de restriccciones dietéticas importantes por un periodo de entre unos pocos días y hasta tres semanas, es claro que existe un grado de conflicto de interés. Me refiero, por supuesto, al hecho de que los investigadores tienen un interés implícito en los beneficios del “ayuno” que dicho estudio esperaba constatar. Con todo, la clínica en cuestión había sido establecida hace décadas, y los beneficios generales de su modalidad de restricción calórica ya estaban bien claros para los médicos en sus propios registros clínicos. El estudio puede ser leido en su totalidad en el idioma original de la publicación, dado que se encuentra en formato open access y bajo la licencia abierta Creative commons atribution. Ver https://creativecommons.org/licenses/by/3.0/us/. Lo exponemos a continuación en castellano (traducido por mi equipo) y con varias notas mías resaltadas en amarillo para facilitar su comprension a profesionales de la salud que necesiten validar sus propias prácticas. A cada mención de la
palabra ayuno la hemos señalizado con una tacha o strikethrough, para recordar al lector que no se trata de ayuno total sino de reducción de calorías diarias, designada así: ayuno. Se incluyen todas las referencias.
Seguridad, mejorías de la salud y bienestar durante ayunos de 4 a 21 días en un estudio observacional incluyendo 1422 sujetos.
Cita: Wilhelmi de Toledo F, Grundler F, Bergouignan A, Drinda S, Michalsen A (2019) Seguridad, mejora de la salud y bienestar durante un período de ayuno de 4 a 21 días en un estudio observacional que incluyó a 1422 sujetos. PLoS ONE 14 (1): e0209353. doi: 10.1371 / journal.pone.0209353 INTRODUCCION Solo unos pocos estudios documentan períodos más prolongados de ayuno en grandes cohortes que incluyen participantes no obesos. El objetivo de este estudio fue documentar prospectivamente la seguridad y cualquier cambio en los indicadores básicos de salud y bienestar durante el ayuno periódico Buchinger dentro de una clínica especializada. En un estudio observacional de un año, 1422 sujetos participaron en un programa que consistía en
períodos de ayuno de entre 4 y 21 días. Los sujetos se agruparon en períodos de ayuno de 5, 10, 15 y 20 ± 2 días. Los participantes ayunaron de acuerdo con las pautas de Buchinger con una ingesta calórica diaria de 200 a 250 kcal acompañada de un programa de estilo de vida de intensidad moderada. Diariamente se documentaron los parámetros clínicos, así como los efectos adversos y el bienestar. Los exámenes de sangre antes y al final del período de ayuno complementaron el análisis pre-post utilizando modelos lineales de efectos mixtos. Se observaron reducciones significativas en el peso, la circunferencia abdominal y la presión arterial en todo el grupo (cada p