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LA DESCOLONIZACIÓN Y EL FIN DE LOS IMPERIOS. Por Eduardo Sepúlveda F.1 Introducción: Ya a fines del siglo XIX, una gran cantidad de países de todo el mundo estaba en manos de un poderoso grupo de países situados a las orillas del norte del Océano Atlántico, estos últimos en un afán de expansionismo y poder, habían invadido estos vulnerables territorios en busca de materias primas y bienes económicos -los cuales a lo largo del tiempo se habían, o estaban agotando ya en sus propios territorios- para alimentar su creciente y sedienta industria, como también a su población, la que crecía cada vez más, y a ritmo apresurado con el paso del tiempo. Pero ya en el siglo XX, el mundo colonizado, comienza a despertar y a analizar su condición de dominados, llevándose a cabo diversos movimientos independentistas en diferentes colonias principalmente de Asia y África, las que posteriormente a la crisis de 1929 y el estallido de la Segunda Guerra Mundial, comienzan a ver a sus dominadores como potencias ya en debilitamiento, lo que termina con una caída año a año como por efecto dominó de las heridas metrópolis y finalizando con la tan anhelada independencia de estas. Es en base a esto que dirijo este breve ensayo. El Proceso de Descolonización: En siglo XX una importante parte de las elites de las sociedades no burguesas llevan a cabo diversos intentos de imitar el modelo occidental, que a sus ojos era visto como el modelo capaz de generar el progreso, en forma de riqueza, poder y cultura, mediante el desarrollo económico y técnico-científico, esto fuese en la opción capitalista o desde 1917, en la opción socialista. La forma en que se llevaba a cabo el de desarrollo también se podía combinar con otros conjuntos de creencias e ideologías, estas siempre que no interfirieran con el proceso. Pero cuando este conjunto de creencias se oponían al proceso de desarrollo, el resultado era el fracaso y la derrota. "El modelo operacional de «desarrollo» podía combinarse con otros conjuntos de creencias e ideologías, en tanto en cuanto no interfirieran con él, es decir, en la medida en que el país correspondiente no prohibiera, por ejemplo, la construcción de aeropuertos con el argumento 1
Estudiante de Tercer año de Pedagogía en Historia y Geografía. Universidad Adventista de Chile. Asignatura de Mundo Contemporáneo II
de que no estaban autoriza- dos por el Corán o la Biblia, o porque estaban en conflicto con la tradición inspiradora de la caballería medieval o eran incompatibles con el espíritu eslavo". 2
Sin embargo el tradicionalismo y el socialismo se dieron cuenta del vacío moral del capitalismo, que destruía todos los lazos entre los individuos, excepto aquellos que se basaban en la inclinación a comerciar y a satisfacer sus intereses personales. Como resultado de esto las sociedades tradicionalistas comenzaron a movilizarse contra la modernización (capitalista o socialista). Dentro de estas movilizaciones estaban las religiosas que eran capaz de movilizar a gran cantidad de personas. Aun así las ideologías, los métodos y las formas de organización política en que se inspiraron los países dependientes o atrasados, eran occidentales, utilizaron la prensa, mítines, partidos, etc. Siendo así las minorías de elite quienes llevaron a cabo la transformación del Tercer Mundo, aunque solo era un pequeño grupo el que poseía los conocimientos y la educación que se necesitaba. Pero esto no significaba que las elites aceptaran todos los valores occidentales, creían que sólo adoptando sus innovaciones sería posible preservar los valores de su propia civilización. La modernización era el instrumento necesario e indispensable para conseguir el desarrollo. Todos los países fueron atraídos hacia el mercado mundial cuando entraron en contacto con los países dominantes ubicados al norte del Océano Atlántico. A los países dependientes les tocó proporcionar al mercado mundial los productos primarios y ser los receptores de las inversiones, principalmente en forma de préstamos a los gobiernos o en las infraestructuras del transporte. "Todos los países, con independencia de su riqueza y de sus características económicas, culturales y políticas, se vieron arrastrados hacia el mercado mundial cuando entraron en contacto con las potencias del Atlántico norte, salvo en los casos en que los hombres de negocios y los gobiernos occidentales los consideraron carentes de interés económico, aunque pintorescos, como les sucedió a los beduinos de los grandes desiertos antes de que se descubriera la existencia de petróleo o gas natural en su inhóspito territorio". 3
La industrialización de los países dependientes no estaba en los planes de los desarrollados, pues solo les correspondía pagar a estos últimos las manufacturas que importaban mediante la venta de sus productos primarios. Su interés era que el mercado de las colonias dependiera completamente de lo que ellos fabricaban. Pero este objetivo 2 3
HOBSBAWN, ERIC, Historia del siglo XX, Ed. Crítica, Buenos Aires, 1998, Capítulo VII, pág. 205 Óp. Cit, pág. 208
no podía ser alcanzado, porque los mercados locales estimularon la producción local de bienes de consumo que resultaban más baratos y porque muchas de las economías regionales dependientes eran estructuras con una considerable sofisticación y un potencial técnico y humano impresionante. En 1960 más del 70% de la producción mundial bruta precedía de los núcleos de la industrialización de Europa occidental y América del norte. Ha sido en el último tercio del siglo cuando se ha producido un desplazamiento de la industria hacia otros lugares. Los marxistas atacaron al imperialismo pues consideraban que era una forma de perpetuar el atraso de los países pobres. No obstante, era la relativa inmadurez del desarrollo de la economía capitalista y de la tecnología del transporte y la comunicación, la que impedía que la industria abandonara sus núcleos originarios. Incluso los gobiernos imperiales podían tener razones para industrializar sus colonias, aunque sólo Japón lo llevo a cabo, porque sus colonias como Corea, Manchuria y Taiwán estaban dotadas de grandes recursos y se ubicaban muy próximas a Japón para contribuir directamente a la industrialización nacional japonesa. Con la Gran Depresión, las rentas agrícolas bajaron, por lo que los gobiernos coloniales elevaron los aranceles sobre la producción, y fomentaron la producción local en los mercados coloniales. Prácticamente todas las regiones de Asia, África, América Latina y el Caribe dependían de lo que ocurría en los países administradores. Así pues era inevitable que en esas zonas se planteara la necesidad de liberarse de la dominación extranjera. En el tercer mundo había quienes rechazaban a los occidentales, se oponían también a la convicción de las elites de que la modernización era indispensable. En esos países, la principal tarea de los nacionalistas era conseguir el apoyo de las masas , amantes de la tradición y opuestas a lo moderno, sin poner en peligro sus propios proyectos de modernización. Líderes hindúes como Tilak y Gandhi consiguieron movilizar a las masas llamando igualmente al nacionalismo con espiritualidad hindú, aunque cuidando de no romper el frente común con los modernizadores, y evitando la discrepancia
con la India musulmana, que había estado siempre implícita en el
nacionalismo hindú. En el mundo musulmán surgió un planteamiento parecido, aunque en él todos los modernizadores manifestaban su respeto a la piedad popular. La movilización de
masas se podía conseguir más fácilmente partiendo de una religiosidad popular anti moderna conocido como el “fundamentalismo islámico”. Fue la primera guerra mundial la que comenzó a deteriorar la estructura del colonialismo mundial, además de destruir los imperios alemán y el turco y debilitar temporalmente a Rusia. "Las dificultades causadas por la guerra en los territorios dependientes, cuyos recursos necesitaba Gran Bretaña, provocaron inestabilidad. El impacto de la revolución de octubre y el hundimiento general de los viejos regímenes, al que siguió la independencia irlandesa de facto para los veintiséis condados del sur (1921), hicieron pensar, por primera vez, que los imperios extranjeros no eran inmortales".4
El periodo revolucionario de 1918-1922 transformó la política nacionalista de masas en la India a partir de entonces fue prácticamente ingobernable. A partir de 1919 la clase dirigente consideraba inevitable conceder a la India una autonomía y consideraban que el futuro de Gran Bretaña dependía de un entendimiento con la elite nacionalista india. Dado que la India era el corazón del imperio, el futuro de éste parecía incierto, cuando su posición se hizo insostenible después de la segunda guerra mundial, los británicos no se resistieron a la descolonización. Por el contrario, otros imperios como Francia y Holanda utilizaron las armas para intentar mantener sus posiciones coloniales después de 1945. Sus imperios no habían sido socavados por la primera guerra mundial, pero la Gran Depresión hizo tambalearse a todo el mundo dependiente. La economía imperialista modificó la vida de la gente común, especialmente en las regiones de producción de materias primas para la exportación. Este tipo de cambios se dieron con frecuencia en el mundo dependiente, en el seno de las comunidades que apenas tenían contacto directo con el mundo exterior. Todo ello fue alterado por la Gran Depresión, durante la cual chocaron por primera vez los intereses de la economía de los países administradores y los de las economías dependientes, sobre todo porque los precios de los productos primarios, de los que dependía el tercer mundo, se hundieron mucho más que los de los productos manufacturados que se compraban a Occidente. La Depresión desestabilizó tanto la política nacional como la internacional del mundo dependiente. En la década de 1930 los diferentes países entraron en contacto con 4
Óp. Cit, pág. 213
las minorías políticas y la población común como en la India y otros países donde la movilización había sido escasa. Comenzaron a surgir líderes autoritarios con apoyo de trabajadores urbanos y la movilizaciones políticas a cargo de líderes sindicales que luego serían dirigentes partidistas. Al final de los treinta la crisis del colonialismo se había extendido a otros imperios, a pesar que dos de ellos, Italia y Japón respectivamente estaban todavía expandiéndose. La Depresión provocó a partir de 1935 las primeras huelgas importantes de las zonas productoras de cobre del África central. "Se formó así la base de masas para una movilización política, especialmente en zonas como la costa occidental de África y el sureste asiático donde los campesinos dependían estrechamente de la evolución del mercado mundial de cultivos comerciales. Al mismo tiempo, la Depresión desestabilizó tanto la política nacional como la interna- cional del mundo dependiente".5
Por primera vez los gobiernos coloniales comenzaron a reflexionar sobre el efecto desestabilizador de las transformaciones económicas en la sociedad rural africana y a fomentar la investigación de los antropólogos sociales sobre este tema. Surgieron los dirigentes del nacionalismo político local, influidos por las ideas del movimiento negro de EE.UU., la Francia del Frente Popular e incluso el movimiento comunista. Sin embargo, nada de esto parecía preocupar a los ministros coloniales europeos. Lo que transformó la situación fue la segunda guerra mundial que fue una guerra entre potencias imperialistas. Con el estallido de este sangriento conflicto demostró a los países dominados de que el hombre blanco podía ser derrotado de manera deshonrosa y que también esas viejas potencias coloniales eran débiles, aún después de haber triunfado en la guerra esto provocó un daño irreversible a estos imperios colonialistas. Las colonias no pasaron por alto de que las dos potencias que en realidad habían derrotado al Eje habían sido Estados Unidos y la Unión Soviética. Así fue en Asia donde en primer lugar se quebrantó el viejo sistema colonial, Siria y Líbano en 1945; India y Pakistán en 1947; Birmania, Sri Lanka, Palestina, Indonesia en 1948; Estados Unidos concedió la independencia a Filipinas en 1946. Sólo en algunas zonas del sureste asiático encontró resistencia el proceso de descolonización política como en Vietnam, Camboya y Laos.
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Óp. Cit, pág. 217
Conclusión: La larga experiencia en la India había enseñado a Gran Bretaña algo que no sabían franceses y holandeses, y era que cuando surgía un movimiento nacionalista importante, la renuncia al poder formal era la única forma de seguir disfrutando de las ventajas del imperio. Con la excepción de Indochina, el proceso de descolonización estaba ya concluido en Asia en 1950. A finales de los años cincuenta los viejos imperios eran conscientes de la necesidad de abonar el colonialismo formal y París, Londres y Bruselas decidieron que el otorgamiento voluntario de la independencia formal, prefiriendo mantener la dependencia económica y cultural por sobre una lucha que desembocaría en la independencia y la instauración de regímenes de izquierda. Así la era imperialista había llegado a su fin.