Carme Jiménez Huertas - No Venimos Del Latín [PDF]

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Zitiervorschau

No venimos del latín

Carme Jiménez Huertas

e

No venimos del latín

Círculo rojo – Investigación www.editorialcirculorojo.com

Primera edición: agosto 2013 © Derechos de edición reservados. Editorial Círculo Rojo. www.editorialcirculorojo.com [email protected] Colección Investigación © Carme Jiménez Huertas Edición: Editorial Círculo Rojo. Maquetación: Juan Muñoz Céspedes. Fotografía de cubierta:© - Fotolia.es Cubiertas y diseño de portada: © Luis Muñoz García. Impresión: Círculo Rojo. ISBN: 978-84-9050-302-7 DEPÓSITO LEGAL: AL 702-2013 Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna y por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor. Todos los derechos reservados. Editorial Círculo Rojo no tiene por qué estar de acuerdo con las opiniones del autor o con el texto de la publicación, recordando siempre que la obra que tiene en sus manos puede ser una novela de ficción o un ensayo en el que el autor haga valoraciones personales y subjetivas. IMPRESO EN ESPAÑA – UNIÓN EUROPEA

Contenido

La influencia del latín.......................................................................... 15 El latín, lengua escrita, no hablada................................................ 18 ¿A qué escritura desplazó el latín?................................................. 21 ¿Qué lengua hablaban los romanos?............................................. 24 La lentitud del cambio lingüístico.................................................. 29 Cómo pensamos, cómo hablamos.................................................. 39 El inexistente proceso de vulgarización del latín.................... 42 Los textos más antiguos en lenguas romances......................... 45 Similitudes entre las lenguas romances...................................... 53 ¿Romanos o rumanos?........................................................................ 58 Características del latín...................................................................... 64 Del latín al latín vulgar; del proto-romance a los romances. 67 Alfabeto..................................................................................................... 71 Fonética.................................................................................................... 75 La palatalización.............................................................................. 78 La estructura silábica.................................................................... 80 El acento.............................................................................................. 86 Vocalismo........................................................................................... 88 Diptongos y hiatos.......................................................................... 91 Consonantismo................................................................................ 94 Oclusivas............................................................................................. 99 Fricativas.......................................................................................... 101 Africadas.......................................................................................... 103 Sonantes........................................................................................... 104

Grupos consonánticos................................................................ 106 Supresión de sonidos.................................................................. 108 Adicción de sonidos..................................................................... 110 Léxico...................................................................................................... 111 Toponimia....................................................................................... 116 Morfosintaxis....................................................................................... 117 Generalidades morfológicas en las formas flexivas........ 123 Sustantivos...................................................................................... 124 Adjetivos.......................................................................................... 125 Pronombres.................................................................................... 126 Determinantes............................................................................... 129 Verbos............................................................................................... 131 Formas no flexivas: preposiciones, adverbios y conjunciones............................................................................... 136 Los adverbios................................................................................. 138 Las preposiciones......................................................................... 143 Conjunciones.................................................................................. 145 Sintaxis............................................................................................. 151 Ausencia de los marcadores de función sintáctica (declinación).............................................................. 152 Cambio en el orden de los constituyentes......................... 153 Oraciones Interrogativas........................................................... 154 ¿De dónde vienen las lenguas romances?................................ 156

Odi et amo. Quare id faciam? fortasse requiris. / Nescio, sed fieri sentio et excrucior. «Odio y amo. ¿Cómo es posible?, preguntarás acaso. / No lo sé, pero siento que me ocurre y me atormenta». Gayo Valerio Catulo (87 - 57 a.C.)

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urante muchos años en las escuelas y universidades se nos ha enseñado que las lenguas romances derivan del latín. Siguiendo el axioma o principio incuestionado de que era la lengua madre, las soluciones para explicar los cambios lingüísticos se buscaban a partir del latín. La gramática histórica describía este proceso a base de sucesivos cambios que provocaron una profunda transformación de la lengua madre, la cual fue degenerando convirtiéndose en el llamado latín vulgar que, a su vez y a través de nuevos y a veces complicados cambios, formó las lenguas romances que, citadas en orden alfabético, son el castellano, el catalán, el francés, el gallego, el italiano, el occitano y el rumano. Las lenguas romances serían entonces el resultado de la degeneración del latín por lo que se estudiaban como componentes de una misma familia, a cuya madre, el latín, deberían parecerse tanto o más que a las lenguas hermanas, ya que cada una se habría ido alejando, por un camino distinto, del centro de la gramática original latina. Y sin embargo, no

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es eso lo que encontramos. De hecho, sucede justamente lo contrario: las lenguas romances se parecen mucho entre sí. Incluso las que se hallan aparentemente alejadas como el gallego y el rumano, han llegado, a partir de esta supuesta degeneración, a idénticas soluciones. Es entonces cuando empezamos a preguntarnos en qué grado se produce este parentesco entre las lenguas romances y si la relación que se establece es, o no, de filiación con el latín. Y formulada la primera pregunta, surgen inevitablemente muchas otras.

Porque aunque es cierto que muchas palabras de las lenguas romances existen en latín, a menudo estas palabras las encontramos también, y con pocas diferencias, en inglés y en alemán. Incluso sucede que encontremos la misma palabra en todas las lenguas romances excepto en el latín, del que se supone que deriva. Y si, después de un análisis un poco más a fondo, nos fijamos en la morfología y la sintaxis, las diferencias con la supuesta lengua madre se acentúan todavía más, con la paradoja añadida de que las diferentes lenguas romances coinciden de nuevo en las soluciones adoptadas. Divergen con el latín y convergen entre ellas, es decir, se alejan de la supuesta lengua madre y se hermanan entre sí defendiendo una nueva hipótesis de un origen común que no pasa, necesariamente, a través del latín. Es inevitable preguntarse cómo es posible que hasta ahora no se haya cuestionado que el latín era la madre de las lenguas romances.

Intentaremos en este breve trabajo hacer algunas reflexiones aportando para ello argumentos lingüísticos a fin de abrir un debate en torno al origen, evolución y grado de parentesco de las lenguas romances y el latín. 14

La

influencia del latín

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a primera reflexión del primer capítulo es para defender la importancia del latín. No podemos obviar su enorme influencia.

Fue la lengua de la cultura durante muchos siglos en media Europa. ¿Qué significa que fue la lengua de la cultura? Que fue usada en las Humanidades para el estudio lingüístico, jurisprudente, histórico, religioso y literario. El latín y el griego fueron importantísimos en la formación de neologismos y cultismos, tanto por el proceso de composición como por el de derivación. Ambas lenguas facilitaron la creación de una gran cantidad de nuevos vocablos y de una terminología precisa para definir los nuevos conceptos que requerían los cambios sociales y culturales, así como los nuevos conocimientos. Por ejemplo todavía es la lengua utilizada para designar las especies y clasificaciones biológicas en el Código Internacional de Nomenclatura Botánica. A lo largo de toda la Edad Media, su importancia fue de primer orden porque el latín se convirtió en la única lengua

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escrita. Su estudio cobró nueva fuerza en el Renacimiento e incluso en la Edad Moderna fue utilizada por científicos como Nicolás Copérnico y Isaac Newton.

La misma definición de lengua de la cultura utilizada para el latín clásico implica que se contrapone al latín vulgar; mientras que la primera es una lengua de erudición, a la que el pueblo no tiene acceso, la segunda es la lengua del vulgo, es decir, de los no instruidos. La plebe ―el pueblo o tercer estado, es decir, los que no formaban parte de la «gente» o estamentos de la nobleza y el clero― no tenían acceso a la cultura y no entendían el latín. ¿Y por qué se estableció como lengua de cultura una lengua muerta? Esta es una buena pregunta porque, al formularla, surge casi sola la respuesta. Hubo una intención en la adopción del latín como lengua escrita cuando ya no había hablantes nativos. El latín ni se hablaba ni se comprendía, a menos que se estudiase. La respuesta es que el latín era la lengua del poder. Era la lengua utilizada en la litúrgica de la Iglesia católica y en las cancillerías reales. El latín fue elegido para aplicar una estructura triestamentalista que dividió la sociedad en clases definidas por criterios económicos: • sacerdotes y nobleza • guerreros

• agricultores y comerciantes

En base a la ideología religiosa de la Iglesia católica, se aplicó la estratificación social propia de los criterios del feudalismo y sus estamentos de poder. Esta elección no fue casual y su éxito se ha mantenido hasta nuestros días. Por eso se hace necesario explicar que esta situación no fue fruto de una degeneración de la lengua latina en lengua 16

vulgar, término claramente despectivo. Hay demasiadas evidencias que demuestran que el latín vulgar no existió. De haber existido, deberíamos encontrar muchos más «eslabones intermedios» escritos en este latín «degenerado» que en lenguas romances, y sin embargo esto no es así. El latín escrito siempre es latín clásico; no evoluciona más allá de la pericia personal de quien utiliza una lengua muerta. A su vez, las lenguas romances aparecen, desde los primeros textos, bastante bien definidas. Esto debería hacernos reflexionar.

Quizás ya va siendo hora de deshacernos de unos patrones impuestos que nos están perjudicando y que no pueden explicarse a partir de argumentos puramente lingüísticos.

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El

T

latín , lengua escrita , no hablada

enemos que detenernos un momento para insistir en un punto importante: el latín fue la lengua escrita, no la hablada.

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Hablar una lengua y escribir otra es algo muy frecuente. Esta situación es mucho más corriente de lo que pudiera parecer. Sucedió por ejemplo entre el egipcio hierático, el demótico y el copto. En Egipto se desarrollaron tres tipos de escritura, la más antigua fue la escritura jeroglífica, desarrollada desde el 3200 a. C., con un carácter sagrado por lo que su utilización y comprensión estuvo reservada a las castas superiores, siendo utilizada en rituales con finalidades religiosas. Se escribía en tablillas, en las paredes de los templos, sobre papiro u ostraca. Con el tiempo, surgió la escritura hierática como estilización de la escritura jeroglífica. A su vez, la escritura demótica surgió como estilización de la escritura hierática y se utilizó sobre piedra o madera para contratos comerciales y escritos literarios. Entre el 650 y el 400 a. C. fue utilizada en los textos administrativos, legales y comerciales, mientras que el jeroglífico y el hierático continuaron utilizándose en el exclusivo ámbito de los textos ceremoniales. Más adelante, en época ptolemaica, el uso del demótico aumentó hasta convertirse en la escritura oficial, produciéndose la paradoja de que en la escritura se representaba la lengua demótica, una variedad de la lengua egipcia, variedad que ya no se hablaba porque la lengua había ido divergiendo, viéndose progresivamente reemplazada por el idioma griego y la escritura copta. Y sin embargo el demótico continuó utilizándose hasta el año 450 de nuestra era (templo de Isis en File). La utilización simultánea de las tres escrituras (jeroglífico, demótico y griego antiguo) en el texto trilingüe de la Piedra de Rosetta fue, precisamente, lo que permitió descifrar la hasta entonces ininteligible escritura jeroglífica egipcia. Los textos escritos en demótico tardío presentan un carácter artificial e incluso artificioso, lo que tiene un claro paralelismo con el caso que nos ocupa: el latín clásico escrito cuando la lengua latina era ya una lengua muerta. El ejemplo egipcio no es el único. Un caso análogo se produjo entre el hebreo y el arameo. Y anteriormente entre 19

el acadio y la escritura cuneiforme derivada del sumerio, siendo la primera una lengua semítica hablada por asirios y babilonios y utilizada en la escritura incluso en las relaciones entre los faraones egipcios y los reyes hititas.

La división entre lengua hablada y lengua escrita no es algo que sucediera únicamente en tiempos remotos. Podemos afirmar que es una situación que continúa produciéndose actualmente en medio mundo. Sucede por ejemplo con el árabe y el chino mandarín. ¿Se han fijado que los chinos, en los mercados, utilizan a menudo una pizarrita mientras negocian antes de cerrar un trato? Están escribiendo los caracteres en chino mandarín. Comparten la escritura. Hablando no se entienden, porque ¡hay más de cien lenguas distintas en China! Muchas de las lenguas indígenas de África y América carecen de escritura. Su cultura ha sido de transmisión oral y no ha dejado registros escritos. El colonialismo facilitó que las escuelas, creadas por los colonizadores, enseñaran a escribir en español, en inglés y en francés, dejando de lado las lenguas propias de los habitantes del lugar.

Con la independencia de las colonias, se han recuperado las lenguas vernáculas que, en la mayoría de los casos, no han desarrollado una escritura propia y han empezado a escribirse utilizando los alfabetos de los colonizadores, especialmente el alfabeto latino. En países islámicos la opción se ha decantado por el uso de la escritura árabe o su adaptación urdú, y en países hinduistas se optó por el alfabeto devanagari. Sin embargo, la influencia de las lenguas imperialistas ha sido tan grande que no sólo se mantienen como primera o segunda lengua, sino que en muchas ocasiones continua siendo la única lengua escrita. Todo lo expuesto nos ayuda a comprender que la situación de hablar en una lengua y escribir en otra ha sido, y todavía es, algo habitual. 20

¿A qué

E

escritura desplazó el latín ?

n la Península, el latín desplazó al ibérico como lengua escrita.

Sin embargo es importante aclarar que esto no lo consiguieron los romanos, sino la Iglesia. El latín se convirtió en la lengua escrita de la Iglesia católica occidental, mientras que la Iglesia oriental mantuvo el uso del griego.

¿Por qué decimos que no fueron los romanos los que implementaron el latín? Porque en plena ocupación romana, la escritura ibérica no sólo no desapareció, sino que se expandió ampliando su área de influencia. ¿Por qué? ¡Deberíamos preguntárnoslo!

Imaginémonos por un momento la situación. En territorio peninsular se utilizaban varias escrituras. Nos centraremos, por ser la mejor conocida y la más expandida, en la escritura ibérica nororiental (llamada ibérico a partir de ahora). El ibérico es una escritura consolidada desde el siglo VII a. C. Probablemente, la escritura es anterior, porque un

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sistema tan complejo no puede surgir de la nada. Sin embargo, si se utilizaban para la escritura soportes de naturaleza lábil (cuero o pergamino) no se han conservado, sobreviviendo sólo los soportes de carácter no perecedero (piedra, cerámica, plomo). Partimos por lo tanto de la cronología facilitada y determinada por el contexto arqueológico en que han aparecido los textos, figurando entre los más antiguos los plomos de Ullastret. La escritura ibérica es de carácter semisilábico, es decir, combina caracteres que tienen valor alfabético (vocales y consonantes sonantes) y caracteres silábicos (consonantes oclusivas). De acuerdo con lo que apuntó Gómez Moreno, la escritura ibérica tiene un marcado carácter arcaico. Por su estructura y por el inventario total de caracteres que oscila alrededor de los 30 caracteres (15 alfabéticos y 15 silabogramas), aparece a medio camino entre los silabarios y los alfabetos, ya que las escrituras, a medida que evolucionan técnicamente, tienden a reducir el número total de caracteres necesarios para representar por escrito una lengua. Esta escritura precede en más de trescientos años a la llegada de los romanos. Antes de los romanos, también los griegos y los fenicios utilizaban sus propias escrituras. Así tenemos que fenicios, griegos y romanos utilizaron escrituras alfabéticas y, sin embargo, en ningún caso lograron desplazar el uso de la escritura ibérica silábica, que se expandió geográficamente a otras áreas y que a pesar de todo, se mantuvo viva hasta el siglo I o II d. C.

La escritura ibérica fue adoptada por pueblos celtas y celtíberos en plena ocupación romana. ¿Por qué? Ésta es una buena pregunta. Si hay un sistema simplificado, alfabético, ¿por qué utilizar un sistema silábico que es más complejo y que presenta dificultades para transcribir grupos 22

consonánticos? ¡Está claro que los cambios lingüísticos y los cambios de escritura no siguen nuestra lógica! Si, entre otros, los bronces de Botorrita del siglo I a. C. (hallados en el yacimiento de Contrebia Belaisca, Botorrita, Zaragoza) y el bronce de Luzaga (Guadalajara) están escritos en escritura ibérica, eso significa que: • • •

Era una escritura que los celtiberos entendían y por lo tanto podían y sabían leerla. Les era conocida, porque era la establecida y la utilizada por sus vecinos iberos.

Alguien hablaba esta lengua «todavía», porque no iban a utilizar el signario de una lengua muerta ni desconocida, ni tampoco la de los romanos, que eran los invasores. Ante la disyuntiva de escribir en latín o en ibérico, si se dio el caso de producirse tal elección, se decidió por la segunda y, lo más importante, los romanos aceptaron este hecho como natural, del mismo modo que habían aceptado que griegos y fenicios utilizaran sus propias escrituras.

La escritura ibérica se utilizó hasta la época de Augusto, en el primer siglo de nuestra era y, a partir de entonces, la lengua ibérica dejó de escribirse, no de hablarse.

A veces no tenemos en cuenta que los romanos fueron conquistadores que aplicaron políticas imperialistas y que, habiéndose impuesto en la península, fueron ellos los que escribieron la historia. Deseamos citar unas palabras del historiador griego Polibio (200–120 a. C.), especialista en estrategia y técnica militar que acompañó a Escipión en alguna de las expediciones a Hispania: «Esta es la política de Roma: actúa con tal agilidad que parece que sea la benefactora de los pueblos que somete. »1

Cita extraída de Martí i casteLL, Joan, Gramàtica històrica catalana I. Els orígens de la llengua. UOC (1999) p. 13

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¿Q ué

lengua hablaban los romanos ?

L

os soldados de las legiones romanas de Hispania no hablaban latín.

Esto no debe sorprenderos y vamos a explicar por qué.

En primer lugar, la península itálica estaba habitada por distintos pueblos divididos en tres grandes grupos lingüísticos: • Lenguas latino-faliscas: el falisco se hablaba al norte de la ciudad de Roma y el latín se hablaba en el Lacio, región central de Italia.

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• Lenguas osco-umbras o sabélicas: el osco se hablaba en el centro-meridional de la península itálica. Por su cercanía, se consideran sus dialectos el marrucino, el peligno y el vestino. El umbro se hablaba en la región centro-septentrional e incluye los siguientes dialectos: el marso, el sabino, el ecuo, el volsco y el érnico. El piceno meridional se hablaba en la zona media del Adriático y se caracteriza por tener un inventario de siete vocales.

Una variante llamada piceno septentrional no parece ser lengua indoeuropea y se la vincula con el etrusco.

• Lengua tirrena: el etrusco, hablado en la Toscana. Se dice que desapareció a causa del declive de su civilización (200 a. C.) y fue absorbido por el latín, que mantuvo sólo una docena de palabras. Son de la misma familia tirrena el rético y el lemnio.

Fuente: http://www.unizar.es/hant/Roma/italialenguas.html

Cuando en el transcurso del siglo VII a. C. la influencia de Roma va más allá de la comarca del Lacio, hay dos grandes culturas florecientes: la etrusca en el norte y la griega en el sur. Ambas influyeron enormemente en la cultura romana y ambas utilizaban escritura, como veremos al hablar del alfabeto latino. 25

Muchos autores cuestionan la existencia de un itálico común. Aunque las distintas lenguas comparten similitudes gramaticales o fonéticas, éstas podrían estar causadas por su proximidad geográfica o por un desarrollo convergente de lenguas pertenecientes a distintas familias. Observando el mapa puede apreciarse la insignificante extensión de las lenguas latino-faliscas en comparación con las lenguas no indoeuropeas: etrusco por un lado y sabélicas por otro. Incluso el griego parece tener mayor presencia en la península itálica que el latín. Roma había sometido a todas las poblaciones y en sus campañas de conquista, empleó tropas auxiliares itálicas compuestas por soldados procedentes de todas las regiones del imperio, por lo que las lenguas de sus legionarios eran múltiples. Por todo ello, la imagen de un ejército instruido hablando únicamente latín no se ajusta a la realidad. Otro tema a considerar es que algunas fuentes indican que el latín era una lengua muerta en el siglo III a. C. En la tumba del poeta Gneo Nevio, muerto el año 201 a.C., consta el siguiente epitafio: Immortales mortales si foret fas flere,

flerent diuae Camenae Naeuium poetam,

itaque, postquam est Orchi traditus thesauro, obliti sunt Romani loquier lingua Latina.2

Su epopeya Bellum poenicum (La guerra púnica), escrita en metro saturnio, en la que se evocan por vez primera las leyendas de la fundación de Roma, fue la primera manifestación de la poesía épica latina. Su estilo fue considerado arcaico, vulgar Si se permitiera a los inmortales llorar por los mortales, / las musas divinas llorarían por el poeta Nevio / porque desde que éste ha sido entregado al tesoro de Orcus / los Romanos han olvidado cómo hablar la lengua latina.

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y poco elegante, detalle que resulta curioso porque aunque los autores de las siguientes generaciones lo mencionaron y elogiaron, no fue por su valor poético, sino porque celebraba las glorias nacionales.

Tanto Virgilio, como Ovidio, Cicerón e incluso Horacio, que fue hijo de un esclavo liberto, gozaron de una esmerada educación. Se ha discutido mucho sobre si las obras de Cicerón, escritas en un depurado estilo, estaban escritas en la misma lengua que hablaban los romanos. Se dice de él que, como escritor, aportó al latín un léxico abstracto del que carecía, transvasó y tradujo numerosos términos del griego y transformó el idioma en una lengua culta, apta para la expresión del pensamiento más profundo. Lo cierto es que la prosa de Cicerón fue el modelo que se instauró como latín clásico. ¿Era este latín culto la misma lengua en la que escribió Nevio, a quien se describe como arcaico y vulgar? Surge finalmente otra cuestión. ¿Cómo es posible que durante el periodo clásico fuera necesario estudiar gramática y retórica latina del mismo modo que se estudiaba la griega? ¿Por qué esta obsesión por copiar la lírica, los temas y la métrica griega? ¿Por qué esta constante oposición entre el prestigio de la palabra escrita y el discurso oral, considerado elocuencia prosaica, como si fuera menos versátil y siempre requiriera tomar lecciones para dominarla? Una y otra vez, se constata que, salvo los patricios, los romanos tenían que estudiar para hablar correctamente el latín. La causa podemos hallarla en el hecho de que se hablara una mezcla de lenguas itálicas tan grande que fuera necesario unificarla o estandarizarla, como ocurre con las variables dialectales de algunas lenguas modernas. El latín clásico sería la lengua escrita, resultado de esta homogenización. Pero al hablar, cada uno utilizaría su propia lengua materna, 27

una lengua llamada por ellos mismos con el término romana lingua. Volviendo a nuestra península, los contingentes de colonizadores procedían de la zona centro y sur de la península itálica y hablaban lenguas sabélicas, del tronco osco-umbras. Además, hay que tener en cuenta que, a partir de las Guerras Púnicas, los ejércitos romanos situados en Hispania emplearon a ciudadanos de los pueblos del interior peninsular como auxiliares de las legiones romanas, tanto contra los cartagineses como contra otras poblaciones peninsulares. Sólo los jefes aprendían latín, griego o fenicio, por lo que no pueden considerarse agentes activos de la romanización.

Entonces, si los soldados de los ejércitos romanos de Hispania formados por itálicos mezclados con hispanos, no pueden considerarse agentes activos de la romanización, ¿dónde están los miles de hablantes que transmitieron su lengua arrasando todas las hablas desde las grandes urbes hasta los más recónditos valles montañosos? En aquellos años no había educación pública y obligatoria; desde luego no existía la televisión ni las políticas de inmersión lingüística. ¿Cómo lograron que campesinos analfabetos, pescadores, mineros, artesanos, pastores, dejaran de hablar la lengua de sus madres para hablar en el latín de Cicerón que los propios romanos necesitaban estudiar durante años para dominarlo? ¡Las cosas no debieron suceder como nos lo han contado!

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La

lentitud del cambio lingüístico

S

i los romanos no hablaban latín, ¿cómo puede ser que se diga que los habitantes de nuestras tierras sustituyeron la lengua materna por otra que no entendían y, lo que es más grave, que empezaran a hablarla tan mal que se les perdieran los casos y los géneros gramaticales por el camino? ¿Cómo puede ser que esa nueva lengua fuera tan distinta a la latina, que ésta no se comprendiera? ¿Y que todos estos cambios se produjeran en sólo cuatrocientos años? Demasiadas preguntas sin respuesta, porque las explicaciones dadas para justificar los cambios lingüísticos a partir del latín no nos satisfacen. De hecho, no responden las preguntas que hemos formulado. ¿Podría haber otra explicación?

Veamos, en primer lugar, qué ha ocurrido con otras lenguas mediterráneas. Si comparamos, por ejemplo, el griego actual con el griego clásico, no hay tanta distancia como entre el latín y las llamadas lenguas romances. Lo mismo ocurre si comparamos el turco. Y exactamente lo mismo con el árabe.

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Si entre las lenguas actuales y las clásicas hay tan poca distancia, ello significa que los procesos de cambio lingüístico internos de una lengua no se producen de una generación a la siguiente por «mutación espontánea». Nos referimos específicamente a los cambios internos en contraposición a los cambios externos, y este matiz es esencial. Las lenguas evolucionan internamente a un ritmo lento o muy lento, como veremos enseguida. Sólo los cambios externos bruscos justifican un cambio rápido, por ejemplo en el caso de un contacto que obligue a dos culturas distintas a comunicarse, por conquista o por comercio. Como resultado de la suma de dos lenguas muy alejadas, puede surgir una nueva lengua que aglutine elementos de ambas, como sucedió con el criollo. Pero incluso en estas situaciones excepcionales deberíamos especificar qué parte de cada lengua hay en la nueva y cómo se produce la transmisión entre generaciones. Los lingüistas no se ponen de acuerdo en este punto, porque aunque en la lengua criolla pueda haber un trasvase importante de léxico, la sintaxis debe ser claramente la de una de las dos lenguas. Un pidgin, como suelen denominarse estos códigos en lengua franca, surge de la necesidad de comunicación entre hablantes de dos lenguas que, por su distancia gramatical, no encuentran una interlengua generalizada y accesible; permite una comunicación elemental y escueta pero en ningún caso se convierte en la lengua materna de una comunidad. Lo normal es que una lengua se transmita de madre a hijos estando plenamente desarrollada. Lo comprobamos en el caso de familias bilingües: se incorporan ambas lenguas de modo natural sin tender a la creación de híbridos. Las lenguas no se deforman ni se desestructuran sintácticamente, mantienen sus reglas y nadie deja de conjugar los verbos. En situaciones de fuerte diglosia, y en edad adulta, un hablante puede traspasar elementos de la lengua dominante e incluso cambiar la lengua materna por otra ante la necesidad de comunicarse con 30

hablantes de otras lenguas. Estos cambios suelen producirse externamente y por imposición de una lengua dominante. Y además requieren que el proceso sea rápido, porque las madres van a transmitir a sus hijos una lengua materna, sea la que sea, de modo estructurado y perfecto. Todo ello da la razón a Jesús Tusón, al afirmar que una lengua desaparece sólo y únicamente cuando sus hablantes dejan de utilizarla y la reemplazan por la de la clase dominante. No hay aquí motivos lingüísticos, sino políticos, sociales y culturales.

Contrariamente al cambio externo, el cambio interno es lento o muy lento. El profesor de Biología Evolutiva Mark Pagel3 y sus colegas de la Universidad de Reading, en Gran Bretaña, han construido un modelo estadístico que demuestra que algunas palabras de las lenguas europeas se han mantenido en uso a lo largo de más de 15000 años. Las han llamado «protopalabras» y suelen ser, precisamente, las más habituales y se transmiten con tal fidelidad que podemos reconocerlas. Ello permite a los investigadores trabajar en la hipotética reconstrucción de esta supuesta «súper familia lingüística» que sería el ancestro común de siete familias lingüísticas y de unas 700 lenguas modernas, lo que equivale al 10% de las lenguas habladas en el mundo. Este nuevo modelo estadístico es realmente fascinante, porque a pesar de que seamos conscientes de que no es suficiente basarse en cifras para la investigación del cambio lingüístico, sí define el mapa de lo que puede haber sucedido. Por ejemplo permite determinar que sólo un 50% de las palabras cambian o son sustituidas en un período que oscila entre 2000 y 4000 años, mientras que otras se han resistido al cambio por 15000 años o más. ¿Cuáles son las palabras que más se mantienen? Las que se utilizan en el habla cotidiana con una frecuencia mayor de una vez por mil. ¿Y cuáles son? Los números, los pronombres y los adverbios, pero también palabras de uso muy común como hombre, fuego y madre. Los 3

Enlace a la publicación: http://www.pnas.org/content/early/2013/05/01/1218726110

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investigadores incluso muestran frases completas que todavía se pueden entender en la actualidad. La siguiente tabla muestra 23 palabras que tienen un ancestro común en siete familias euroasiáticas:

Fuente: http://terraeantiqvae.com/profiles/blogs/las-lenguas-europeas-yasiaticas-se-remontan-a-una-gran-super-fam#.UYq7K7UqyIJ 32

En la tabla anterior, podemos apreciar que la palabra utilizada con mayor frecuencia es this (11,185), seguida por not (7,602) y that (5,846). Ellos incluyen en la categoría gramatical «adjetivo» a los determinantes, que en español agrupamos en una categoría independiente por su característica de poder hacer una función adjetiva o pronominal. Lo importante es comprobar que las palabras más resistentes al cambio son precisamente dos categorías cerradas: los pronombres y los adverbios. Recordemos este dato porque lo recuperaremos más adelante.

Aunque parezca que nos hemos alejado del tema, no es así. Lo que pretendíamos era demostrar que los cambios lingüísticos internos no se producen en siglos, sino en milenios. Es evidente que las palabras evolucionan como nos muestra el cambio entre el latín «pater» y el inglés «father», estableciendo, entre estas dos lenguas, una evolución regular de /P/ a /F/. Un ejemplo interesante de la lentitud del cambio lingüístico es la constatación de que el inglés, el portugués y el español de los europeos que en el siglo XV viajaron a América, no se han alejado tanto de las lenguas del viejo continente. De hecho, los norteamericanos hablan inglés, los brasileños portugués y los hispanoamericanos español: en quinientos años la lengua ha evolucionado muy poco y los hablantes de uno y otro lado del Atlántico se entienden perfectamente. Todas las formas actuales del español derivan del español medio o áurico. Los cambios del español moderno respecto al español medio se han producido en la prosodia (el acento, la entonación y la pérdida de sibilantes sonoras), en la fijación de los pronombres clíticos y en la equiparación de las formas compuestas de los verbos inergativos e inacusativos. También se ha producido la incorporación de préstamos léxicos y, en 33

menor medida, de préstamos gramaticales. Otros fenómenos son el voseo, los usos del gerundio, la pérdida funcional del subjuntivo, alteraciones de los pronombres átonos, los usos anómalos del verbo ser y haber, así como peculiaridades locales en el sistema verbal. Todo esto demuestra que las lenguas evolucionan con la suficiente lentitud como para que, en quinientos años, las divergencias entre las variedades sean constatables en la fonética y en el léxico, pero en grado insuficiente en la sintaxis, de modo que no podemos ni siquiera denominarlos dialectos. Todas ellas son hablas distintas de la lengua española.4

Vamos a poner otro ejemplo que demuestre la lentitud del cambio lingüístico pero esta vez nos quedaremos en casa. El texto del Cantar de mío Cid, del siglo XIII, que relata las hazañas heroicas de los últimos años de vida del caballero Rodrigo Díaz el Campeador, está escrito en lengua romance, y ésta no es otra que el castellano. Se caracteriza por el uso consciente de una lengua arcaizante llena de neologismos, cultismos latinos y arabismos5. Lo mismo sucede en catalán. La lengua utilizada en el siglo XIII por Ramon Llull, creador del catalán literario y anterior a Dante Alighieri en el uso de una lengua romance, es, sin ninguna duda, catalán. Tampoco hay duda sobre qué lengua utilizan las Quatre grans Cròniques de los reyes catalanes, el mejor conjunto historiográfico de la Europa medieval. La crónica Llibre dels feits del rei en Jaume I y la crónica de Bernat Desclot fueron escritas en el siglo XIII; Aleza Izquierdo, Milagros. Algunos aspectos gramaticales en las modalidades americanas de la lengua española. AFA-LIX-LX tomo II (2004) pp. 1003-1030 5 El texto original se sitúa en la segunda mitad del siglo XII, aunque el manuscrito más antiguo, que se conserva en la Biblioteca Nacional de España, es del 1200. La lengua utilizada es la de un autor culto, un letrado que debió trabajar para alguna cancillería o al menos como notario de algún noble o monasterio, puesto que conoce el lenguaje jurídico y administrativo con precisión técnica, y que domina varios registros, entre ellos, claro está, el estilo propio de los cantares de gesta medievales. Fuente principal: Montaner Frutos, Alberto (ed. lit.), Cantar de mío Cid, Barcelona, Crítica, 2000. Otras fuentes en: http://es.wikipedia.org/wiki/Cantar_de_mio_Cid 4

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la crónica de Ramon Muntaner y la de Pere III el Cerimoniós, en el siglo XIV.

Sorprende que el catalán medieval sea tan unitario. Desde el Pirineo hasta Mallorca y el País Valencià, no hay indicios de variación dialectal. Los dialectos del catalán no ofrecen variedades lingüísticas alejadas, son sólo de pronunciación y aparecen en el siglo XVI o XVII. La regularidad de la lengua se impone en la literatura hasta asumir una uniformidad casi absoluta que cuesta justificar por imposición de la lengua cortesana porque, de ser así, siempre se escaparían en el texto testimonios de las hablas coetáneas. De acuerdo con Antoni M. Badia i Margarit6 los dialectos del catalán no han tenido carácter constitutivo sino consecutivo.

Por todo ello podemos constatar que los cambios internos experimentados por lenguas como el catalán y el castellano son lentos. Tan lentos que han transcurrido más de setecientos años y podemos comprender perfectamente la lengua escrita. Y por cierto, ambas lenguas están perfectamente desarrolladas; no son un dialecto una de la otra, sino que desde los primeros textos, muestran ya un carácter independiente. Desde hace siete siglos, son lenguas en contacto, no sólo de vecindad, también se han mezclado con desplazamientos de población, habiendo en todo el Estado multitud de familias bilingües. Y a pesar de algún trasvase léxico e incluso sintáctico, siguen manteniendo su propia coherencia y cohesión interna, no se han producido fusiones ni se ha creado un híbrido lingüístico o interlengua. De nuevo constatamos que los cambios se producen sincrónicamente, es decir, hay una continuidad territorial que tiene zonas de tránsito e isoglosas que actúan como fronteras lingüísticas7.

6

Badia i Margarit, Antoni. Gramàtica històrica catalana. Editorial Teide 1951 (1994) p. 49

Gargallo, J.E. Les llengües romàniques. Tot un món lingüístic fet de romanços. Barcelona: editorial Empúries S.A. (1994) Capítulo De fronteres lingüístiques (i administratives; i naturals) pp. 175-195 7

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Entonces, si en el siglo XII y XIII, los romances catalán y castellano ya son reconocibles y están desarrollados, ¿cuándo surgieron? Y, ¿qué se hablaba antes? Se nos dice que el mozárabe. ¿Y qué es el mozárabe? Son hablas romances escritas en aljamía, es decir, con grafías del alifato arábigo, o en ladino, si están escritas con grafías del alefato hebreo. Los judíos o sefardíes se referían a su lengua como espanyol. Por lo que respecta a la escritura con caracteres árabes que se encuentra mayoritariamente en territorios andalusíes, se justifica diciendo que el latín, que nunca dejó de hablarse, se mezcló con el árabe. La realidad parece bastante distinta. Veamos un ejemplo de texto aljamiado:

Por su aspecto externo, parece árabe. Pero no lo es su contenido. La transcripción aproximada sería:

Dixo un alim [=ulema] d’este rreyno hablando de nuestro encerramiento: «Yo bien conozco que somos en una temporada de grande espanto, mas no por eso dexara Allah de darnos

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cautoriçada [=castigo] si dexamos el pro’o [=el pro, la ventaja] de nuestro poderío en lo que toca al preçeptado mandamiento. Y a quanto l’amonestança [=el disimulo, la taqiyya], todos la podemos usar por la bía prebilejiada y con los cantares ajenos por donde los christianos hacen salva, pues todo cabe debaxo de buena disimulança, porque la buena doctrina no la puede bedar ninguna ley por inumana que sea».8

Los moriscos escribían en su lengua materna utilizando la escritura que consideraban «culta», que era el árabe, lengua de su religión, del mismo modo que lo era el latín para los cristianos. Y sin embargo, la transcripción de este texto muestra que se trata claramente de una lengua romance. No hay mezcla de árabe y latín; hay un romance con incorporación de términos árabes. Y parece lógico si, como hemos visto, el latín era únicamente una lengua escrita, no hablada.

¿Y qué pasa con el árabe? ¡Era una lengua viva! En AlAndalus y durante ochocientos años (de 711 hasta 1492) hubo una convivencia que favoreció el intercambio de ideas, leyendas, hábitos, costumbres, culturas y religiones: cristiana, musulmana y judía. Durante ochocientos años se produjeron grandes movimientos migratorios, hubo convivencia y enfrentamientos, peregrinaciones, viajes culturales y comerciales. Los árabes estuvieron en la península mucho más tiempo que los romanos. ¡Deberíamos estar hablando árabe!

Ejemplo de texto aljamiado del Mancebo de Arévalo. El pasaje es una invitación dirigida a los moriscos o criptomusulmanes españoles para que sigan cumpliendo con las prescripciones islámicas a pesar de las prohibiciones legales y para que disimulen y se protejan mostrando adhesión pública a la fe cristiana. Transcripción con la ortografía aproximada del castellano de la época. Fuente: http://es.wikipedia. org/wiki/Aljam%C3%ADa Para un mejor conocimiento del legado documental aljamiado-morisco puede consultarse el inventario realizado por Juan Carlos Villaverde Amieva en la Biblioteca Nacional: http://www.bne.es/es/Micrositios/Exposiciones/MemoriaMoriscos/documentos/ estudios_6.pdf 8

37

En el año 711, se produjo la primera invasión. Tariq Ibn Ziad era de etnia beréber. Aunque utilizó el árabe como lengua de la cancillería, los árabes de su ejército eran menos de 300. Posteriormente se estableció el califato, al que siguió la conquista almorávide y los reinos de Taifas. Árabes, bereberes, muladíes, mozárabes, almohades, nazaríes, godos y visigodos, todos se fusionaron y conformaron la población andalusí. Entonces, ¿por qué no hablamos árabe? Quizás porque la presencia de una lengua no basta para garantizar su penetración en las hablas. Aunque se presuponga, no se produce una alteración gramatical funcional profunda; los cambios se circunscriben al traspase del léxico. ¿Por qué? ¿Qué hay que mantiene la cohesión interna de las estructuras gramaticales a lo largo de siglos e incluso milenios? Es evidente que ¡estamos obviando un aspecto importante!

38

C ómo

pensamos , cómo hablamos

P

ara intentar comprender este punto, podemos preguntarnos qué sucede con la diversidad biológica. Las especies se alejan genéticamente a medida que se separan geográficamente. Para que se produzca un cambio en los ecosistemas, deben darse una alteración climática, una catástrofe o una invasión del hábitat por agentes desestabilizadores. Todas ellas son causas externas y producen cambios más o menos rápidos. Pero no crean híbridos. Los híbridos, como el cruce entre una yegua y un burro, dan animales estériles: la mula. Entonces, ¿las lenguas están sujetas a un hábitat y dependen más del territorio que de los cambios poblacionales? La respuesta es depende. Para los cambios internos, la respuesta es afirmativa, hay continuidad léxica, fonética y semántica de acuerdo con la continuidad territorial, y hace falta «tiempo». Para los cambios externos, es negativa. No podemos estudiar una lengua como si fuera una seta aislada de su hábitat. Hay leyes universales que se aplican a la lingüística igual que a los demás procesos biológicos. 39

El lenguaje es mucho más que un sistema para comunicarnos. Este es un aspecto que, al estudiar gramática comparada, a veces no se tiene en cuenta. Una lengua no sólo sirve para hablar y comunicarse. También la usamos para pensar, para organizar nuestro propio pensamiento, nuestro discurso interior.

Decir que los hablantes perdían los casos, que se eliminaban los géneros gramaticales, ¡es como decir que no podían pensar ni hacer las conexiones que les permitirían estructurar correctamente los procesos cognitivos abstractos! Si nos damos cuenta de cómo pensamos, comprenderemos cómo pueden evolucionar ―o no― las lenguas. El modo de pensar y el modo de hablar están intrínsecamente e indisolublemente relacionados.

Además el lenguaje sigue las leyes de la física. La ciencia reconoce que la información de todo cuanto nos sucede se guarda en las células. Por lo tanto, el lenguaje es parte de esta información almacenada en las células. No nos referimos únicamente a nivel psicológico. Es evidente que las palabras que nos dijeron de pequeños que nos causaron una reacción emocional, tanto las que nos hicieron daño como las que nos llenaron de motivación y afecto, todas nos ayudaron en nuestro desarrollo y forman parte de nuestra programación neurolingüística, determinan nuestro modo de ver el mundo.

Los inputs nos llegan a través de diversos niveles (sentidos, emociones, percepciones e incluso intuiciones). El lenguaje es el elemento que permite la interconexión, intercambio y comprensión de la información entre los procesos cognitivos internos de la mente y el contexto externo. El lenguaje estructura el conocimiento. Y cada lengua tiene un modo propio de estructurar esta información. Y eso se transmite de padres a hijos a nivel inconsciente a través del lenguaje. No es lo mismo una lengua con núcleo verbal 40

(caso del catalán y el castellano) que una lengua de núcleo por satélite (caso del inglés). No es lo mismo una lengua que sitúa el verbo en posición central (S-V-O) que otra que lo sitúa al final de la oración (caso del latín). Un cambio de orden sintáctico no es baladí, es mucho más profundo de lo que pudiera parecer, porque desmonta el puzle completo de este mecanismo autoorganizativo, modifica la hiperincursión a nivel epigenético. Por este motivo, las personas bilingües aumentan la plasticidad cerebral y mejoran su capacidad de comprensión, de interrelación y de respuesta a todos los niveles. Hablar distintos lenguajes es una excelente gimnasia para mantener nuestra mente ágil y abierta a nuevas concepciones. El lenguaje es la característica que nos hace genuinamente humanos. Como demostró Noam Chomsky en su gramática generativa, ¡nacemos genéticamente preparados para hablar!9

Una y otra vez constatamos que determinados cambios en el habla se producen con mayor rapidez si hay un distanciamiento de los grupos de hablantes. Por el contrario, en grupos establecidos en un mismo lugar, hay una continuidad, las lenguas se muestran conservadoras y tienden a mantenerse inalteradas e inalterables con el transcurso del tiempo, a pesar de que se establezca contacto lingüístico con las comunidades de hablantes vecinas, con las que se establecen isoglosas lingüísticas. Es como si hubiera una ley que fuera más allá del parecido fonético, semántico y estructural; más allá de la evolución de /P/ a /F/; una ley de codificación de secuencias y concepciones heredables que causa que, determinadas palabras, retengan durante milenios y en un mismo territorio, los rasgos de su origen ancestral. ¿Y qué produce la divergencia? ¡De nuevo una pregunta muy interesante! Porque parece que no es el azar.

Para una explicación en profundidad, véase Jiménez Huertas, Carme, Los orígenes del lenguaje (2013 en prensa).

9

41

El

inexistente proceso de vulgarización del latín

L

os filólogos denominan latín vulgar al hablado por el pueblo durante los períodos clásico y posclásico. Los lingüistas romanistas utilizan el término para designar la lengua coloquial del Bajo Imperio y de los siglos siguientes hasta llegar a las nuevas formas de los dialectos romances. Algunos lingüistas prefieren denominar latín tardío a la lengua utilizada del siglo IV en adelante. La hipótesis que separa el latín culto y el latín vulgar como dos lenguas paralelas ya no cuenta con el apoyo de la mayoría de los lingüistas. Hoy en día se reconoce que el latín clásico fue una lengua escrita que difería notablemente del latín hablado en su pronunciación, vocabulario y gramática. Además, y como hemos visto en el capítulo ¿Qué lengua hablaban los romanos?, parece que algunos de estos rasgos son muy tempranos.

¿Cómo era el latín vulgar? No hay registro escrito que permita atestiguar directamente cómo era el latín vulgar. En la escritura se utilizó el latín tardío, que difería en estilo del

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latín clásico, pero que tampoco era la lengua hablada. Por lo tanto, para describirlo se recurre a fuentes indirectas y al método comparativo entre las distintas lenguas romances para identificar aquello que difiere del latín clásico. No pueden ayudarnos demasiado los autores latinos porque no hay continuidad; el modelo son siempre los clásicos. Debemos acudir a las gramáticas prescriptivas del latín tardío, porque condenan los errores más frecuentes en los usos del habla. Y finalmente, ayudan a identificar la lengua hablada aquellos textos que muestran un escaso dominio de la lengua latina y utilizan formas y estructuras gramaticales incorrectas, que presentan solecismos, con sus irregularidades sintácticas, y anacolutos, es decir, construcciones y expresiones inconsistentes que se apartan del latín clásico. Existe por lo tanto un lapsus de tiempo importante entre las últimas escrituras ibéricas y las primeras escrituras en romance, lo que nos impide identificar con claridad la evolución de la lengua hablada. Un término, quizá más preciso, para denominar estas hablas vernáculas sería protoromance y, en la península ibérica, protoiberorromance.

Hasta ahora, este período, que se inicia entorno el siglo III y se prolonga hasta el siglo VII-VIII, se ha rellenado con una serie de procesos teóricos que justificarían la formación de las lenguas proto-romances a través del latín, sin tener en cuenta los elementos que podrían hallarse en el sustrato anterior a esta supuesta romanización. La causa es simple: no se conocía casi nada del ibérico. Por eso, en vez de realizar la operación algebraica: sustrato ibérico (I) + latín y otras lenguas itálicas (L) = proto-romance (P)

e invertir los sumandos para lograr una fórmula del tipo: P–L=I se omitió, sin más, uno de los elementos de la suma.

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Si, como hemos visto, la mezcla debe hacerse en base a la sintaxis de una de las dos lenguas, dándose el caso que el resultado no se parece al latín, hemos de suponer que se parecería al otro elemento de la adición. Sin embargo los estudios de gramática histórica intentaron explicar el resultado de la operación como una evolución o cambio lingüístico «por vulgarización» del latín.

Retomando el hilo de todo lo expuesto, no hay evidencias empíricas que demuestren la existencia del latín vulgar. Lo que muestran las evidencias es que se escribía en latín clásico y se hablaba en otras lenguas. Fuera la que fuera la lengua protoibericorromance que supuestamente dio lugar al mozárabe, hubo de conformarse después del desmembramiento del imperio romano, entre los siglos III y VII, sobre lo que se conoce como latín tardío y que era la representación escrita del latín clásico más la influencia de las hablas coetáneas. Pero no nos precipitemos. Vamos a ver qué sucedió a lo largo de estos cuatrocientos años que supuestamente convirtieron el latín en latín vulgar.

44

L os

textos más antiguos en lenguas romances

E

n el tercer Concilio de Tours celebrado en el año 813, se decidió que el clero predicase en lengua vernácula para que la audiencia les entendiese. ¿Cómo puede ser que en sólo cuatrocientos años el latín se hubiera distanciado tanto que fuera incomprensible? Incluso hoy en día, con un poco de paciencia, podemos mantener y comprender una conversación con un italiano o un portugués. Si se aconseja dejar de predicar en latín, hay dos razones evidentes: • Era importante el adoctrinamiento del sermón, destinado al pueblo, por lo tanto este debía hacerse en lengua comprensible. • El latín era una lengua reservada a los eruditos, claramente incomprensible para la mayoría de la población.

Esto es tan evidente que casi se pasa por alto lo que significa: nadie hablaba en latín vulgar. ¿Qué se hablaba? En romance, una lengua que nosotros todavía podemos entender,

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mil doscientos años más tarde. Si fuera cierto que la lengua que se hablaba derivara del latín, significaría que era una lengua separada de la madre sólo trescientos años antes, por lo tanto debería parecerse más al latín que a nuestras lenguas actuales. Entonces, ¿cómo se explica que no la entendieran?, el tiempo transcurrido era un cuarto del que nos separa a nosotros de ellos.

En el año 842, menos de treinta años después del Concilio de Tours, los Juramentos de Estrasburgo, que reproducen un acuerdo entre dos de los herederos de Carlomagno, fueron redactados en dos lenguas: en teudisca lingua, y en romana lingua. Es el documento más antiguo que se conserva escrito en lenguas proto-romances. Vamos a leerlo porque vale la pena: teudisca lingua:

In Godes minna ind in thes christianes folches ind unser bedhero gealtnissi, fon thesemo dage frammordes, so fram so mir Got geuuizci indi mahd furgibit, so haldih tesan minan bruodher, soso man mit rehtu sinan bruodher scal, in thiu, thaz er mig sosoma duo ; indi mit Ludheren in nohheiniu thing ne gegango, zhe minan uuillon imo ce scadhen uuerhen… romana lingua: Pro deo amur et pro christian poblo et nostro commun salvament, d’ist di in avant, in quant deus savir et podir me dunat, si salvarai eo cist meon fradre Karlo et in aiudha et in cadhuna cosa, si cum om per dreit son fradra salvar dist, in o quid il mi altresi fazet, et ab Ludher nul plaid nunquam prindrai, qui meon vol cist meon fradre Karle in damno sit. Traducción al castellano:

Por el amor de Dios y por el pueblo cristiano, y por nuestro bien común, a partir de ahora, mientras Dios me dé sabiduría y poder,

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socorreré a este mi hermano Carlos con mi ayuda y cualquier otra cosa, como se debe socorrer a un hermano, según es justo, a condición de que él haga lo mismo por mí, y no tendré nunca acuerdo alguno con Lothario que, por mi voluntad, pueda ser perjudicial para mi hermano Carlos.

El primer texto está escrito en una lengua proto-germana de tipo fráncico hablada en la región renana. No estamos en condiciones de valorar la distancia respecto a las lenguas actuales, así que nos centraremos en el segundo texto, escrito en proto-francés, lengua que a todas luces no era latín, aunque tampoco era francés porque carece de los rasgos que distinguen al francés y que se encuentran, por ejemplo, en el texto literario la Cantilena de Santa Eulalia, contenida en una colección de discursos latinos de San Gregorio y fechada alrededor del año 880. Lo curioso es que, para un catalán, el segundo texto resulta fácil de leer y el único elemento extraño es la posición del verbo desplazada a final de la oración. De hecho, ¡el texto es más comprensible para un catalán que para un francés!

A pesar de que se utiliza este texto bilingüe del juramento de Estrasburgo para demostrar el contraste entre las distintas hablas y argumentar una evolución a partir del latín vulgar, la realidad es que la misma prueba cuestiona la afirmación que pretende defender, porque lo que apreciamos leyendo el texto es que en el año 842 existe una lengua perfectamente estructurada que no tiene nada que ver con el latín. El hecho de que para un catalán, la romana lingua de este juramento sea completamente comprensible da qué pensar.

Las características distintivas entre las hablas romances se han estudiado de modo indirecto a partir de textos 47

escritos en latín. En cronología muy temprana, encontramos indicios de estas características que nos permiten afirmar, por ejemplo, que el catalán no es fruto de la reconquista carolingia10, como se ha dicho en más de una ocasión, sino que nuestra lengua se formó precisamente en su misma área actual. El parecido con el occitano se debe a que comparten un sustrato común, es decir, derivan de una misma lengua madre que se hablaba a ambos lados de los Pirineos, aunque ésta no fuera el latín vulgar, que nunca existió, como nos lo demuestra la distancia que los primeros proto-romances mantienen respecto al latín y las enormes afinidades que comparten lenguas como el occitano y el catalán, lo que constata una antigua relación entre ambas culturas anterior a la romanización y que se mantuvo en época visigótica y posteriores. En castellano, los testimonios más antiguos de las lenguas vernáculas se hallan en las Glosas Emilianenses, compuestas en el Monasterio de San Millán de la Cogolla. Son anotaciones manuscritas, realizadas entre líneas o en los márgenes de algunos pasajes del códice latino Aemilianensis 60 datadas a finales del siglo X o, con más probabilidad y de acuerdo con estudios recientes, a principios del siglo XI. La intención del monje copista era probablemente la de aclarar el significado de algunos pasajes del texto latino. Las más de mil notas existentes, a veces están escritas en latín, pero otras en un romance hispánico (según los filólogos actuales sería navarro-aragonés en su variedad riojana, aunque otros prefieren denominarlo castellano con elementos riojanos), e incluso hay dos notas escritas en vascuence medieval.

10 A fin de no extendernos en este estudio meramente introductorio, aconsejamos la lectura del libro escrito por Moran, Josep y R abella, Joan Anton, Primers textos de la llengua catalana, editado por Proa (2001).

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navarro-aragonés

castellano

Con o aiutorio de nuestro dueno Christo, dueno salbatore, qual dueno get ena honore et qual duenno tienet ela mandatione con o patre con o spiritu sancto en os sieculos de lo siecu los. Facanos Deus Omnipotes tal serbitio fere ke denante ela sua face gaudioso segamus. Amen.

Con la ayuda de nuestro Señor Don Cristo Don Salvador, Señor que está en el honor y Señor que tiene el mandato con el Padre con el Espíritu Santo en los siglos de los siglos. Háganos Dios omnipotente hacer tal servicio que delante de su faz gozosos seamos. Amén.

En el siguiente enlace podrán escucharlas en «pronunciación restituida»: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Glosasemilianenses.ogg

Para hacer justicia, queremos mencionar que fue Manuel Gómez Moreno, cuando en 1911 se hallaba estudiando la arquitectura mozárabe del monasterio de Suso, quien las transcribió y recopiló enviándolas a Ramón Menéndez Pidal.

Los Cartularios de Valpuesta (textos fechados entre los años 804 y 1200) y la Nodicia de Kesos (datado entre los años 974 y 980) son otros de los testimonios que traslucen algunos elementos propios de un prerromance hispánico que muestra características del leonés y del castellano. Algunos de los rasgos romances del texto latino de los Cartularios son11:

1. Diptongación de y breves latinas: pielle (PELLE), fueros (FOROS)

11

2. Pérdida de vocales átonas interiores: Elcedo (ELICETUM), fresno (FRAXINUM)

Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Cartularios_de_Valpuesta

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3. Sonorización de las consonantes sordas intervocálicas latinas: Cabezas (CAPITIA), montadgo (MONTATICUM)

4. Desarrollo de consonantes palatales y silbantes a partir de grupos consonánticos latinos con yod: poço (PUTEO), Spelio/Spegio (SPECULUM), vinga/vineis (VINEA)

5. Desaparición del sistema latino de declinación, en favor del uso del acusativo para cualquier función sintáctica y desarrollo de las preposiciones para marcarla. 6. Formación del plural romance en : sos, sobrinos.

7. Evolución del artículo a partir del demostrativo latino ILLE: Illa Torka. 8. Formas verbales fiço, dono (donó), es, pertenez, ba, son.

9. Ordenación de las estructuras oracionales: sujeto + verbo + complementos del verbo, en detrimento de la posición normal final del verbo en latín.

Los mismos textos latinos que se han utilizado para argumentar la existencia de un latín vulgar son los que demuestran que los proto-romances se hablaban mucho antes de que apareciera la escritura en lenguas vernáculas. Porque lo que demuestran estos textos no es un traspase puntual de léxico sino una marcada divergencia en características fonéticas y estructuras gramaticales básicas de la lengua oral. En base a esta hipótesis, podemos interpretar que: 1. Las vocales mediales y en las lenguas protoromances tenían un comportamiento distinto que en latín. El inventario vocálico era distinto.

2. Alteración, por síncope, de la estructura silábica que no presenta coda abierta sino implosiva. 3. Proceso generalizado de sonorización de las oclusivas sordas en todos los proto-romances occidentales. 50

4. Proceso generalizado de palatalización en contacto con yod. Esta es una de las características más importantes porque nos remite directamente al sustrato ibérico.

5. La presencia de preposiciones, inexistentes en latín, nos muestra una lengua con elementos composicionales muy alejada del sistema causal del latín. 6. Adición de como marca de plural, proceso generalizado en todos los proto-romances occidentales, se desmarca de las cinco declinaciones latinas que presentan distintas desinencias causales. 7. El artículo, que no existía en latín, se encuentra en todas las lenguas romances. También en griego. Y en árabe. 8. Los verbos están alejadísimos de la supuesta madre latina y sin embargo de nuevo coinciden en las distintas lenguas romances. 9. La estructura gramatical, intrínsecamente relacionada con el mecanismo autoorganizativo que regula los procesos cognitivos abstractos, aleja definitivamente el latín de las lenguas coetáneas.

Deseamos hacer mención de un nuevo trabajo, El català naixent. Estudi filològic d’un text del segle XI: Jurament de compareixença, realizado por Rosa Bataller Mascarell12 en el que se analiza un texto jurídico del primer tercio del siglo XI. Se trata de un texto de carácter institucional y, por lo tanto, escrito en un registro culto, en el cual las innovaciones románicas son considerables a todos los niveles: fonético, morfológico, sintáctico y léxico. Fonéticamente se constata la pérdida de la átona y la sonorización de oclusivas finales. Estudio filológico de uno de los textos escritos más arcaicos de la lengua catalana, el ‘Jurament de compareixença’. Se analizan los rasgos lingüísticos, latinos y románicos, que presenta el texto y se concluye que la romanización de la lengua de este texto puede ser ya suficiente como para considerarlo uno de los primeros textos escritos en lengua catalana. Memoria del Trabajo Final de Carrera, en línea: http:// 12

openaccess.uoc.edu/webapps/o2/handle/10609/15381

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Morfológicamente, la desaparición del género neutro y la formación innovadora del futuro y del presente de subjuntivo. También el léxico recoge palabras no latinas que pueden considerarse genuinamente catalanas. Pero es sobre todo en la sintaxis donde resulta más evidente la distancia entre la lengua hablada y la escrita, porque el texto ha abandonado la sintaxis latina para situar el verbo en primera o segunda posición dentro de la frase. También se constata la tendencia en la formación paratáctica de las oraciones subordinadas (pérdida de las conjunciones o nexos latinos).

Las características lingüísticas del Jurament de compareixença que está supuestamente escrito en latín denotan que la lengua escrita y la lengua oral son dos realidades distintas. Dada su naturaleza jurídica, se utiliza el latín en el encabezamiento y formulismo protocolario preestablecido, mientras que el romance (en este caso el catalán), da forma al resto del texto. Esto se produce, en parte, porque había conceptos que no tenían traducción al latín pero también, por la necesidad de que los distintos implicados comprendieran los términos del documento que firmaban. Todo ello permite afirmar que la lengua latina del escriba trasluce la realidad de la lengua romance hablada. Analizaremos cada una de estas cuestiones más adelante.

Los romanistas sitúan el surgimiento de los protoromances alrededor del siglo V, después de la desintegración del imperio romano de occidente. La formación de los romances en los mismos territorios que los romances actuales se intensificaría en los siglos VII y VIII. Así pues, que los distintos proto-romances diverjan del latín es relativamente fácil de entender. Lo que no resulta tan claro es por qué el parentesco es mucho más estrecho entre los romances que supuestamente se estaban alejando entre sí que entre estos y la lengua latina de la cual supuestamente derivaban… 52

S imilitudes

entre las lenguas romances

L

lama poderosamente la atención que el proceso de vulgarización del latín clásico al latín vulgar haya producido parecidos resultados en todas las lenguas romances, incluso entre aquellas que están alejadas entre sí. Supuestamente, el latín hablado era el mismo en todo el imperio y, al desmembrarse, la lengua oral se alejó de la lengua madre y fue degenerando a causa de las múltiples inferencias con las hablas locales. Entonces, ¿cómo puede ser que las lenguas resultantes optaran por idénticas soluciones? Si las lenguas se vulgarizaron, de todos los posibles cambios que podían producirse aplicando un proceso casuístico o fortuito, lo más lógico sería que hubieran encontrado fórmulas distintas para las funciones gramaticales, las variantes morfológicas, el orden de los constituyentes en la oración… Y sin embargo no es así. Las lenguas romances no sólo se parecen mucho, sino que, además, han adoptado soluciones que nada tienen que ver con el latín.

53

Por ejemplo, todas las lenguas romances han perdido los casos gramaticales. Todas. Y sin embargo ni el alemán ni el griego los han perdido. Así vemos que el sistema de declinaciones con desinencias casuales del latín se parece más al alemán que a las lenguas romances. Si fuera cierto que la simplificación de las declinaciones responde a una «evolución natural» de las lenguas, eso debería aplicarse sin excepción. Y sin embargo no es así.

Como veremos en el capítulo de fonética, los especialistas sitúan los cambios cronológicamente, de modo seriado. Se nos dice que los cambios fonéticos causaron la pérdida de los sufijos que marcaban las funciones gramaticales. Primero se dejó de usar el genitivo, el dativo y el ablativo. Entonces, ¿por qué los ingleses usan el genitivo sajón? También se cambió el orden de los constituyentes, por ejemplo se situó el adjetivo después del nombre, y no antes. En inglés, el adjetivo se sitúa antes del nombre; de nuevo el inglés se parece más al latín que las lenguas romances que se supone derivan de él. O el sistema de voz pasiva, tan frecuente en latín y que de nuevo encontramos en el inglés. Y el más difícil todavía: las oraciones de infinitivo son idénticas en inglés y en latín, se forman con un sujeto en acusativo13. No existe semejante estructura en las lenguas romances: todas han optado por la creación de oraciones subordinadas introducidas por una conjunción más el verbo en modo subjuntivo. ¿Casualidad? Si fuera cierto que las lenguas romances son el resultado o la consecuencia de la degeneración del latín clásico en latín vulgar: ¿por qué todas llegaron a idénticas soluciones?

Los árboles genealógicos dan una visión uniforme de la evolución lingüística como proceso de diversificación progresiva y excluyen cualquier posibilidad de evolución convergente. Sin embargo es evidente que las lenguas

13 En inglés: If you want me to help you, sigue la estructura ME (acusativo) TO HELP (infinitivo). En castellano se traduce por una oración subordinada introducida por la conjunción «que» y con el verbo en subjuntivo: Si quieres que te ayude.

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romances no cumplen este principio y presentan múltiples casos de convergencia. La explicación aceptada atribuye esta excepcionalidad a: • Los constantes préstamos del latín.

• El contacto de las distintas lenguas a lo largo de la historia.

• Los procesos de unificación política y de formación de lenguas nacionales.

¿Es cierto que se dieron estas tres características? Se hace difícil responder afirmativamente, porque algunas lenguas romances no han estado en contacto ni han sufrido procesos de unificación política: el nexo político desapareció, precisamente, al caer el imperio romano y por lo tanto no existía en la fase de formación de los romances. Y sin embargo, inexplicablemente y en contra de lo que cabría suponer, el rumano y el galaico-portugués, el catalán y el bable asturiano ¡han llegado a soluciones convergentes!

Así se acepta y se argumenta un proceso de diversificación que no se produjo. La explicación aceptada para la formación de los romances sigue siendo que, durante cuatrocientos años, los hablantes del latín vulgar fueron alejándose de las características latinas. Si en un siglo se suceden cuatro generaciones, eso significaría que ¡a lo largo de dieciséis generaciones los hablantes hablarían sin comprenderse! Deberían vivir en un estado de absoluta angustia por no saber utilizar correctamente un verbo en condicional y estarían obligados a gesticular por culpa de la falta de conectores… ¡Es ridículo! No hay ni un solo pueblo en la tierra que no disponga de una lengua perfecta que sea capaz de cumplir con todas las necesidades de expresión y abstracción humana. Basta que situemos las lenguas sobre un mapa para constatar que las lenguas se alejan lingüísticamente a medida que se alejan geográficamente. Vemos un ejemplo de esta gradación

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progresiva en la península. Así tenemos que el catalán está en una situación intermedia o de transición entre el francés y el castellano. El aranés entre el catalán y el occitano. La fabla y los dialectos aragoneses, entre el catalán y el castellano. El bable asturiano entre el castellano y el gallego. Hay isoglosas lingüísticas que marcan fronteras territoriales muy bien delimitadas. Precisamente por esto nos llama la atención que haya parecidos entre lenguas que no están directamente en contacto, porque esto demostraría un sustrato común muy anterior a la romanización. Mencionamos, como ejemplo, algunas similitudes entre el asturiano14 y el catalán: • Fonemas inexistentes en el castellano que comparten el asturiano y el catalán: la africada alveolar [t͡s] como en otso, claramente diferenciado del fonema [t͡ʃ ] en echa. • Las elisiones en caso de contactos vocálicos: abrió’l caxón (abrió el cajón). • Pronunciación en [u] en vez de en [o] de los finales masculinos y la primera persona singular del presente de indicativo: blancu, carru, cantu. Aunque en catalán se escribe con se pronuncia [u].

• También comparten ambas lenguas muchas palabras del sustrato: brincar, bruxa, cándanu.

Sirva el ejemplo anterior para mostrar que las lenguas romances mantienen lazos de hermandad importantes. Comparten componentes gramaticales y características fonéticas similares, que se mantienen incluso entre lenguas que en los dos últimos milenios no han estado en contacto directo. Estas similitudes las encontramos también entre lenguas todavía más alejadas como el gallego, el catalán y el rumano. Esto parece indicar que la lengua madre común ha de ser bastante más antigua y que la divergencia ha sido muy lenta.

14

Referencia: http://es.wikipedia.org/wiki/Idioma_asturiano

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Se nos dice que las palabras catalanas cap (cabeza) y nas (naríz) vienen del latín CAPUT y NASUM y sin embargo en rumano se dicen y escriben cap y nas, ¡exactamente igual que en catalán! Pero no son sólo palabras sueltas las que coinciden: si un rumano dice tot s-a pierdeut, un catalán le comprenderá sin dudar porque construimos la frase igual: tot s’ha perdut (todo se ha perdido)15. Estas semejanzas son difícilmente explicables por la casualidad y nada tiene que ver con el latín OMNIA PERDITA. La similitud no se limita a parecidos formales, también los hay semánticos. Por ejemplo se nos dice que la palabra casa viene del latín, y es cierto que en latín existe pero con el significado de barraca. Los latinos llamaban a sus casas DOMUS, AEDES o TECTUM. Y sin embargo en dálmata, en italiano, en occitano, en portugués y en rumano, en todas las lenguas romances casa significa casa. ¿Cómo es posible que se produzca un cambio semántico global? Es más fácil comprender un origen común anterior a la romanización que intentar justificar una evolución posterior a partir del llamado latín vulgar… Un breve comentario para el euskera. Siendo una lengua no indoeuropea, comparte un enorme componente de palabras latinas que se ha justificado porque el pueblo vasco estuvo rodeado por pueblos romanizados. Si, como parece vislumbrarse, esta romanización no fue tal, porque existía en los territorios de la Romania una lengua anterior común, el léxico podría haberse incorporado en fechas mucho más tempranas o incluso formar parte de esta lengua madre común. Es decir, con excepción de los neologismos y cultismos de formación medieval y moderna, ya no sería necesario explicar etimológicamente la derivación y los cambios fonéticos a partir del latín (cambio externo, rápido) sino como evolución natural (cambio interno, lento). El latín está geográficamente y lingüísticamente a medio camino entre las lenguas germánicas y las lenguas romances. Pero entonces, ¿de dónde surgió el latín? Gargallo J.E. Les llengües romàniques. Tot un món lingüístic fet de romanços. Barcelona: editorial Empúries S.A. (1994) p.145

15

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¿R omanos

T

o rumanos ?

enemos una tendencia de análisis tan etnocentrista que intentamos explicar el mundo desde una visión que obvia o ignora las líneas paralelas de investigación. Por ejemplo, en la escuela se estudia la lengua nacional y una lengua extranjera; en el caso catalán se estudian dos lenguas nacionales y una tercera extranjera que suele ser el inglés. Sin embargo nuestros vecinos directos con los que compartimos fronteras políticas y culturales, hablan portugués, francés y árabe, lenguas que no se estudian en las escuelas. Esto sucede a todos los niveles. En la universidad, la cosa todavía se cierra más a posibles influencias externas: se transmite el contenido curricular sin admitir nuevos conocimientos ni intercambios. El trabajo final de carrera debe ajustarse a las propuestas académicas. Sólo en la fase de posgrado y de doctorando pueden desarrollarse investigaciones propias, aunque de nuevo hay que relativizar porque difícilmente se encontrará a un director de tesis dispuesto a dirigir un tema que no concuerde con los conocimientos aceptados por los 58

especialistas en la materia. Todo esto da como resultado que tengamos grandes especialistas en campos concretos pero que se avance poco en nuevas direcciones con una visión más holística e interdisciplinar. Lo cierto es que los nuevos descubrimientos no se incorporan a los contenidos curriculares o tardan tantos años en hacerlo que existe un abismo entre la realidad y la ficción del sistema educativo. Esta situación explica por qué los catalanes no sabemos nada del euskera, por qué los gallegos no saben nada del catalán, por qué los andaluces no conocen el bable y así podríamos continuar en una larga lista de ignorancias recíprocas y vergonzantes. Dando un paso más, esta situación también explica por qué los españoles no sabemos nada de los rumanos. En las aulas sólo se menciona el rumano para decir que es una lengua románica, y se acabó la explicación. La realidad nos muestra que la inmigración rumana se integra rápidamente por dos motivos: • Aprenden la lengua con una rapidez asombrosa, en pocas semanas. • Étnicamente, sus rastros son indistinguibles entre la población, por lo que pasan desapercibidos.

¿Quiénes son los rumanos? ¿Por qué las palabras romano y rumano se parecen tanto? ¿Están etimológicamente emparentadas? El término Romanía significa tierra de romanos y, teóricamente, designó a todos los territorios ocupados por los romanos, no obstante acabase por designar la parte oriental del Imperio habitada por los dacios. La heroica conquista de la Dacia se atribuye al emperador romano Trajano. Sin embargo Aureliano abandonó la región a manos de los germanos. Después llegaron los godos, 59

los hunos, los eslavos, los búlgaros, los turcos otomanos y muchos otros pueblos que ni se mencionaban cuando estudiábamos, porque no sabemos casi nada de este país centroeuropeo llamado Rumania que constituyó la Moldavia histórica, un grupo étnico expandido a ambos márgenes del Danubio. ¿Cómo pudo Trajano, nacido en Itálica, cerca de la actual Sevilla, implantar la lengua latina entre los dacios de un modo tan completo que haya logrado superar todos estos avatares históricos? Esta es sólo la explicación «oficial». Si hasta ahora hemos puesto en cuestión la veracidad de las explicaciones que tratan de hacer derivar los romances occidentales del latín, ¿podría suceder lo mismo con los romances orientales? Sin duda será mejor preguntárselo a los propios rumanos. La sorpresa ha sido constatar que ya existe un movimiento rumano que intenta dar a conocer que es más fácil que el latín venga del rumano que el rumano del latín. No tenemos conocimientos suficientes para valorar esta hipótesis pero vamos a facilitar algunos datos para que sean ustedes quienes investiguen. La primera referencia la encontramos cuando saltaron a la prensa algunos detalles sobre los documentos secretos del Vaticano. Miceal Ledwith, asesor del Papa Juan Pablo II, entre muchas otras declaraciones, hizo la siguiente:

«Even though Latin is the language of the Catholic Church and obviously the language of the Roman Empire much later, and that is supposed people don’t always know Romanian is a Latin language, a key fact is not often remembered is that Romanian, or the ancestor of Romanian, is from where the Latin language came, and not vice-versa. In other words, Romanian is not a Latin language; rather Latin is a Romanian language. So I want to salute those people from the Bucegi Mountains, and around Brasov, Bucharest.

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You are the ones who have provided a wonderful vehicle of the western culture to the world (Latin language).»16

Hay otras referencias antiguas que apuntan en la misma dirección y que relacionan a los rumanos con los tracios, los dacios y los getas. Fuentes griegas mencionan que los dacios eran getas sedentarios mientras que los tracios eran nómadas. Así pues los primeros estarían establecidos en la Europa central y una tribu de los segundos se desplazaría hasta el Lacio y daría origen a los latinos.

Otra referencia de la que deseamos dejar constancia son los libros del Dr. Lucian Iosif Cuesdean17, que lleva más de veinte años investigando y que ha descubierto que las tribus getas se expandieron por toda Europa llegando incluso a la India:

«Current Punjabi population from north of India is the descendant of a tribe of Getae located in central Asia, over 2500 years ago. These descendants of Getae speak a language close to Romanian. But, many of their Punjabi words are also common to Latin. The only problem is that 2500 years ago, there was no Roman Empire. Which means that Getae did speak a latin language way before Roman expansion.»18

16 «A pesar de que el latín es la lengua de la Iglesia católica y, obviamente, fue antes la lengua del Imperio Romano, y se supone que la gente no siempre sabe que el rumano es una lengua latina, la clave que a menudo se olvida es que del rumano, o de la lengua antecesora del rumano, es de donde proviene la lengua latina, y no al revés. En otras palabras, el rumano no es una lengua latina, sino el latín una lengua rumana. Por eso quiero saludar a esa gente de las montañas de Bucegi, y alrededores de Brasov, Bucarest. Ustedes son los que han proporcionado un vehículo maravilloso de la cultura occidental al mundo (el latín).» Transcripción y traducción libre de la autora. Fuente: http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=Nue1A3PoJrg#! (minuto 52,21)

http://solif.wordpress.com/oferta-de-carte/ La población actual de Punjabi, en el norte de la India, desciende de tribus getas que habitaban en el centro de Asia hace más de 2.500 años. Estos descendientes de getas hablan un lenguaje cercano al rumano. Sin embargo, muchas de las palabras del Punjabi coinciden con palabras latinas. El único problema es que hace 2.500 años no existía el imperio romano. Lo que significa que los getas hablaban algún tipo de lengua latina antes de la expansión romana. http://andreeasoarero.wordpress.com/in-asia-over-80-000-000-people-speak-romanian/

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18

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De acuerdo con Cuesdean, actualmente hay unos 80 millones de personas en la región de Punjabi, India, que hablan una lengua parecida al rumano lo cual le permite establecer que el rumano es más antiguo que el latín. La conclusión es que, en tiempos inmemoriales, se hablaba en Europa una única lengua común, emparentada con el rumano o con el dacio hablado por los getas, que dio origen a las lenguas indoeuropeas, incluyendo el latín.

Por otro lado, debemos considerar la antigüedad de la escritura en la zona de los Balcanes. Las tabletas de Tartaria pertenecientes a la cultura de Vinča, con una cronología del 5300 a. C., contienen unos símbolos considerados por muchos investigadores como la escritura más antigua del mundo. Curiosamente, muchos de estos símbolos muestran un parecido formal con los pedernales pintados hallados en la cueva de Mas d’Azil (Ariège, Francia), datados en el Mesolítico, o las piedras de Alvão (Portugal), datadas hacia el 4000 a. C. que recuerdan a los caracteres de la escritura tartéssica y la ibérica meridional. Esta hipótesis situaría el origen de la escritura en occidente, antes que en oriente y ha sido desechada de modo sistemático aludiendo que no se han hallado evidencias que demuestren una organización social compleja como las existentes en el próximo oriente. La causa de este rechazo puede obedecer a que se aplican parámetros modernos que no se ajustan a la realidad puesto que las primeras muestras de escritura no son textos jurídicos ni administrativos. Como muy bien argumenta Harald Haarmann19, en la antigua Europa el uso de la escritura fue de carácter sacro y aparece vinculada a lugares de culto. Según la arqueóloga lituana M. Gimbutas, hubo una antigua civilización en Europa, no indoeuropea, que hunde sus raíces Haarmann, Harald. Historia universal de la escritura. Editorial Gredos, Madrid (2001) p. 73 y ss.

19

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en la Edad de Piedra. En el VII milenio a. C. se habrían formado diversas culturas regionales, autóctonas y sin influencias minorasiáticas, que en ningún sentido estarían rezagadas respecto a sus contemporáneas de Asia Menor. A mediados del IV milenio surgiría en primer plano la cultura de Vinča.

El tema está pendiente de una investigación en profundidad. De ser cierto, la lengua y la escritura más antiguas de Europa podrían proceder de la zona de los Balcanes.

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C aracterísticas

del latín

C

on todo lo visto hasta ahora, hemos situado cronológica y culturalmente el latín. Vamos ahora a describir la lengua latina en términos lingüísticos. El latín es una lengua del grupo indoeuropeo relacionado con: • Las lenguas itálicas como el falisco, el osco, el umbro.

• Los dialectos célticos hablados en el norte de la península itálica. • El griego hablado en el sur de la península itálica (Magna Grecia).

• El etrusco, lengua no indoeuropea, a través de la cual adapta el alfabeto de origen griego.

El latín mantiene afinidades con los dialectos itálicos y célticos, lo que hace pensar en una coexistencia comuna itálico-celta posterior a la remota separación del tronco indoeuropeo. 64

Las características del latín que le alejan de otras lenguas indoeuropeas son: Fonética:

• El acento: primeramente, fue de carácter musical; después, intensivo. • La tendencia a la monoptongación.

• La abreviación o desaparición de ciertas vocales mediales no acentuadas: ARIDUS > ARDERE

• La reducción de diptongos acentuados: OINOS > UNUS, DEICO > DICO • La pérdida de las primitivas /i, u/ intervocálicas: TREIES > TRES • La transformación del grupo inicial /du/ > /b-/: DUENOS > BONUS

• El rotacismo o transformación de la intervocálica en característica documentada en el siglo IV a. C.: ARBOS, ARBORIS • Confusión de los sonidos primitivos [u] y [b] que pasan a ser indistintos. Morfología:

• Pérdida del número dual.

• Innovaciones en genitivo singular y en nominativo plural en los temas en y en . • Adverbios terminados en –ē, -m y en –iter. • Creación de la quinta declinación.

• Fusión de temas consonánticos y temas en –ĭ.

• Fusión de las desinencias personales primarias y secundarias en el verbo.

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• Pérdida de las conjugaciones atemáticas.

• Fusión, en el perfecto, de los antiguos aoristo y perfecto, activo y medio, y también de los antiguos conjuntivo y optativo. Sintaxis:

• Uso de casos diferenciados a excepción del ablativo, que reúne a los antiguos locativo e instrumental. • Creación de la construcción ablativo absoluto.

• Consecutio temporum o consecución temporal de los tiempos verbales entre la proposición subordinada (que usa el subjuntivo) y su verbo principal, según se trate de una relación de simultaneidad, anterioridad o posterioridad. • Uso del estilo indirecto o oratio obliqua.

Si el latín es la madre de las lenguas romances, las hijas deberían parecerse a la madre y mantener un alto porcentaje de las mencionadas características latinas. Y sin embargo lo que encontramos es que las hijas se parecen entre sí (y convergen, cuando deberían divergir) pero no se parecen a la madre. Entonces, ¿no nos estaremos equivocando de madre?

¿Cómo puede ser que una lengua madre no legue a sus hijas ni la morfología, ni la sintaxis, ni las leyes fonéticas, ni la estructura y el orden de los constituyentes de la oración, y que además se pierdan las declinaciones, los verbos deponentes…, y que en cambio todas las lenguas romances tengan la misma sintaxis, formen de igual modo el plural, usen artículos, tengan condicional y tiempos compuestos…? Vamos a analizarlo con mayor detalle en los próximos capítulos. 66

D el

latín al latín vulgar ; del

proto - romance a los romances

E

l problema de partir de la base de que las lenguas romances provienen del latín es que se ha tejido un complejo marco teórico para argumentar una hipótesis que, en casi su totalidad, no se ha podido demostrar. Es sólo eso: un marco teórico de los cambios hipotéticos que se sucedieron diacrónicamente hasta llegar a los romances. A nadie se le ocurrió comparar los romances y el latín desde una perspectiva de igualdad, es decir, sincrónicamente entre lenguas paralelas y emparentadas, lo que no forzosamente significaría que la relación fuera de filiación. Vamos a resumir a continuación algunas de las cronologías asignadas a los procesos de cambio lingüístico del latín al latín vulgar: • El sonido velar glotal del grafema se perdió en el siglo I a. C.; ninguna lengua romance lo ha conservado. • Aparición de las primeras palatales en los siglos I o II d. C. Esta articulación, desconocida en latín, se encuentra en todas las lenguas romances.

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• Proceso de despalatalización en el siglo V. • Proceso de sonorización en el siglo VII.

• Ensordecimiento de las consonantes sonoras oclusivas, fricativas y africadas en posición final en el siglo XII. • Proceso de desafricación en el siglo XIII.

En el listado anterior hemos incluido únicamente algunos de los principales cambios fonéticos. Aquí deberíamos sumar los cambios morfológicos y sintácticos que se solapan e interrelacionan. Por ejemplo, los galoromances (francés, occitano y catalán) muestran una fuerte tendencia a la pérdida de las vocales finales en posición átona, vocales que correspondían, precisamente, a los sufijos causales latinos, y esa fue, dicen, la causa de la desaparición de la declinación: una misteriosa tendencia fonética causaría cambios de base en la morfología y la sintaxis, lo que significa ¡de todos los procesos cognitivos abstractos del pensamiento!

Durante muchos años se arguyó que los cambios en cadena fueron causados por el proceso de lenición de influencia celta que originó el reajuste y modificación de todo el sistema. Cada vez son más los especialistas que prefieren hablar de lenición a secas, sin el calificativo celta, porque no se ha podido demostrar que sea de este origen la causa que encadenó los cambios. Tampoco queda claro que un cambio ocurrido en el siglo II a. C, esté encadenado con otro que se produjo setecientos años más tarde (que sería unas veintiocho generaciones después). No estamos discutiendo que se hayan producido, o no, determinadas evoluciones sino que se fuerce la maquinaria argumentativa para hacer derivar los romances del latín obviando evidencias que facilitarían la comprensión de estos procesos. Vamos a ver unos ejemplos: 68

• En los romances occidentales «aparecen» las fricativas sonoras y , inexistentes en latín. Este es uno de



los procesos englobados dentro de la llamada lenición celta. Sin embargo en los textos escritos en ibérico se representan, claramente, dos fricativas distintas: M y Q. Se desconoce si la oposición entre ambas sería de sonoridad correspondiendo al sonido fricativo alveolar sordo [s] y sonoro [z] o si marcaría una articulación de carácter palatal sordo del tipo [ʃ ] que dicen «se formó» en el siglo II o III a. C. a partir de una sibilante alveolar sorda [s] más la glide yod o más la africada palatal [tʃ ]. Sea el que sea el proceso de formación, está claro que la influencia hay que buscarla en el ibérico porque, como veremos, presenta dos sibilantes y una gran distribución de la vocal palatal -. El latín tenía un inventario consonántico reducido. Sin embargo mostraba muchas consonantes geminadas, es decir, dos consonantes iguales seguidas que causaban, a nivel consonántico, un fenómeno parecido al de la longitud en las vocales. En las lenguas romances, todas las consonantes dobles eran simples menos:

LL > [ʎ]

NN > [ɲ]

Latín GALLU Latín ANNU

castellano gallo castellano año

catalán gall catalán any

Es decir, las dos consonantes alveolares: la nasal y la lateral , se palatalizan, desplazando el punto de articulación hacia el paladar. Otra excepción se produce con la alveolar rótica que se mantiene duplicada: RR > [r]

Latín TURRE

castellano torre

catalán torre

Y no obstante, el paso de una alveolar rótica simple [ɾ] a una vibrante múltiple [r] nada tiene que ver ni con el latín ni, mucho menos, con el latín vulgar. Porque de nuevo debemos remitirnos al ibérico cuya escritura muestra, en todas las

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cronologías y territorios, dos vibrantes diferenciadas que pueden estar representadas por los caracteres: r

EFG

ŕ

IHJKL

• Finalmente un ejemplo de morfología. El euskera, lengua no indoeuropea y anterior a la romanización, presenta un orden fijo de los elementos en la oración (todo sea dicho, ¡a veces opuesto al del castellano!). El verbo vasco concuerda no sólo con el sujeto, también con el objeto directo y con el indirecto siendo el elemento central de la frase. Además el vasco, por ser una lengua ergativa, no presenta la oposición nominativo-acusativo del indoeuropeo, porque tanto el objeto directo de un verbo transitivo como el sujeto de un verbo intransitivo se marcan igual.

En pleno siglo XXI no tenemos conocimientos suficientes que nos permitan afirmar si los cambios atribuidos al paso del latín al latín vulgar pueden deberse a la influencia del ibérico o a una lengua madre anterior a la romanización y a los procesos de individualización de los romances. Hemos hecho estos apuntes para indicar que los cambios fonéticos o el orden fijo de los constituyentes de la oración quizás no tengan nada que ver con una pérdida de vocales átonas y de «vulgarización» por falta de competencias lingüísticas de los hablantes. Quizás se trate de una de las características del paso de los proto-romances a los romances y en este proceso el latín habría tenido una influencia importante, desde luego, pero ni mucho menos del calibre que se ha intentado atribuirle. La importancia del latín empezaría al iniciar su singladura de lengua de la cultura y del poder, como ya hemos comentado en capítulos anteriores. Vamos a entrar un poco más en los aspectos lingüísticos de estos procesos de cambio lingüístico. Va a ser un análisis introductorio con el fin de ampliarlo en futuros trabajos.

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A lfabeto

E

l origen del alfabeto actual se atribuye al fenicio: asignó un ideograma a cada valor fonético de la consonante inicial de la palabra representada. La representación esquematizada daría origen de las letras. Esta teoría contiene apreciaciones justas pero ha resultado insuficiente. Una de las razones es que el abyad fenicio es consonántico y no alfabético, porque las lenguas semíticas no necesitan transcribir las vocales. Otra, que encontramos escrituras con cronología más alta. Y finalmente, que la correspondencia de los valores fonéticos no mantiene las semejanzas externas. De acuerdo con Gómez Moreno, y citando a Diodoro Sículo, el origen de la concepción moderna de escritura hay que situarlo en el segundo milenio a. C. Los jeroglíficos egipcios no habrían pasado directamente al fenicio, sino a las escrituras sinaíticas y cretenses y de éstas dimanarían el chipriota, el semisilabario aqueménide, las escrituras helénicas arcaicas y también las escrituras ibéricas peninsulares. Este origen común en una cronología alta explicaría las semejanzas 71

y afinidades formales, que no comportan necesariamente equivalencia fonética puesto que se trata de lenguas diferentes.

Los distintos alfabetos griegos del siglo IX a. C. necesitaban representar grupos consonánticos. Dado que las escrituras silábicas chipriota y cretense no podían reproducir consonantes solas y no distinguían entre oclusivas sordas y sonoras, los pueblos griegos descompusieron la sílaba en consonantes y vocales, así que fueron los griegos los que crearon propiamente el alfabeto. El alfabeto latino es una adaptación del alfabeto griego de tipo occidental a través del etrusco y de las escrituras de las lenguas itálicas. Las diferencias afectan al cambio formal de las letras tanto como a su uso. Así las letras griegas Γ, Δ, Λ, Ρ, Y fueron cambiadas por C, D, L, R, V. La Π y la Σ fueron cambiadas por P y S.

La Χ pasó a pronunciarse KS en vez de KH.

No tenían correspondencia fonética las letras griegas Φ, Ψ, Θ, que se utilizaron como cifras numéricas.

En el siglo II a. C. se añadió una H aspirada a las letras C, T y P por imitación «culta» del griego, dado que la lengua latina no tenía oclusivas sordas aspiradas .

En el siglo I a. C. se añadieron la Z, que en latín no tenía uso alguno si no era para escribir préstamos griegos y la Y griega, sin modificar su aspecto para, de ese modo, diferenciar la V (que equivalía en latín a ) de la Y (que equivalía a ). El alfabeto constituido al final de la república romana en el siglo II-I a. C. estaba compuesto por 23 letras, 21 propiamente latinas más las dos añadidas por influencia griega: Y, Z. 72

Cómo se generalizó esta «influencia del griego» en los proto-romances, ¿a través del latín o directamente del griego? Desde luego, si surgió la necesidad de añadir nuevas grafías sería porque la pronunciación de los proto-romances incluía sonidos más afines al griego que al inventario fonético del latín. La letra tenía el sonido africado [ds]. Aparece grafiada como a partir de los siglos II-III d. C. El uso de esta letra fue relativamente frecuente en palabras que presentaban una consonantización de las vocales palatales en cualquiera de sus posiciones. Es decir, aparece en los contextos en los que se produce una palatalización.

La escritura latina disponía de tres grafemas para el sonido [k]: K, C, Q y sin embargo los pronunciaban todos como oclusivas, y no como fricativas o africadas. La tendencia a utilizar Q antes de , C delante de y K delante de se debía a la influencia de los hábitos de la escritura etrusca, tal y como demostró el investigador sueco-finés M. Hammarstrӧm. No podemos dejar de apuntar que esta misma distribución se halla en nuestras escrituras, por lo que podría estar relacionada con una antigua tendencia silábica heredada y que se manifiesta a través de escrituras como la ibérica, con una estructura silábica claramente arcaizante, que refleja gráficamente este distinto modo articulatorio. No creemos que esta diferenciación sea caprichosa porque pone en evidencia otro proceso de palatalización… La oposición entre sordas y sonoras de fricativas labiodentales [f, v], alveolares [s, z] y palatales [ʃ, ʓ], así como de africadas [ʦ, ʣ, ʧ, ʤ] inexistente en latín, tampoco es cuestión baladí, porque en nuestros romances esta oposición tiene valor fonemático.

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Tampoco existían en latín las asimilaciones, tan presentes en griego. Ni las nasales palatales. Así tenemos que en griego, la gamma ante se pronuncia como una nasal palatal [ɲ]. Esta articulación post o prepalatal está presente en todas las lenguas romances con distinta ortografía: castellano , catalán , francés , italiano , portugués . Llama la atención que las lenguas romances hayan desarrollado estas articulaciones que no se encuentran en la supuesta lengua madre latina de la que derivan. Lo ampliamos al hablar de la fonética.

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F onética

U

no de los principios de la lingüística comparada es la constatación de la regularidad de los cambios fonéticos:

Los cambios fonéticos no se producen de modo aleatorio sino que un cambio que afecta a un sonido en una determinada posición y contexto fónico, afecta a todas las palabras que presenten este sonido en la misma posición y contexto.

La analogía que explica la influencia de otras formas y otros patrones morfológicos sobre una determinada forma o conjunto de formas, es un proceso irregular menos general que las leyes fonéticas, las cuales se aplican sin excepción. Aunque el inventario fonológico sea muy amplio, una lengua utiliza preferentemente unas posiciones articulatorias y un inventario fonético limitado. Esto es así porque favorece la efectividad comunicativa: se prefieren oposiciones marcadas que sean fácilmente identificables por los hablantes.

Un bebé puede aprender cualquier lengua del mundo con la que esté en contacto y no existen lenguas mejores ni peores, 75

ni más o mejor adaptadas a unas etnias o sociedades. Y sin embargo este proceso de adquisición del lenguaje se cierra a una edad muy temprana, cerca de los tres años. A partir de este momento, el niño adapta su inventario fonético al de la lengua materna. Por eso, al intentar aprender una segunda lengua, el proceso es mucho más lento y complicado dándose la circunstancia de que esta segunda lengua se incorporará a partir de las fronteras fonemáticas del sistema de sonidos de la lengua nativa del hablante, que actúan como categorías perceptivas que restringen y condicionan la producción y la percepción de sonidos lingüísticos y que son las responsables de imprimir en la nueva habla un «acento extranjero». Esta ley de los cambios fonéticos es universal y por ello no parece verosímil que determinados cambios se hayan producido sólo a partir de la influencia de lenguas en contacto. La regularidad de procesos como el ensordecimiento final de las oclusivas o la sonorización de las fricativas corresponden a funciones distintivas de la propia lengua, son procesos activos que no sólo no se abandonan fácilmente sino que se manifiestan inconscientemente al intentar pronunciar una lengua o idioma diferente. Por eso no tiene demasiado sentido decir que en el siglo tal empezamos a hablar de modo distinto porque surgieron las fricativas, o que palatalizamos una consonante por influencia de una posible yod celta…

¿Qué es la yod? Una semivocal de carácter palatal, equivalente, según el contexto articulatorio, a la vocal o a la consonante . ¿Qué cambio articulatorio produce? La palatalización, es decir, el sonido desplaza el punto de articulación hacia el paladar. ¿Cuándo surge? Se desconoce, pero sabemos que no viene del latín, porque el latín no tenía ni yod ni consonantes palatales. ¿Dónde la encontramos?, curiosamente, en el ibérico. 76

Si analizamos la escritura ibérica nos damos cuenta de que la vocal más presente es la (en ibérico: - ). Es la más estable sincrónica y diacrónicamente, es decir, en todos los territorios y cronologías, desde Provenza hasta Alicante y del siglo VI a.C. al I d. C.

La es la vocal con mayor distribución. Sorprende que, en valores absolutos, la siga la , porque son dos vocales con una oposición poco marcada, la es una vocal anterior y la es una vocal media, pero ambas son palatales. ¿Podría ser, entonces, que la palatalización que encontramos detrás de todos los cambios lingüísticos, no fuera una influencia externa sino una de las características del ibérico?

Parece lo más lógico. Simplemente esta articulación, esta característica fonética, ya estaba aquí. En consecuencia, los cambios habrían seguido las leyes universales de la fonética que acabamos de mencionar y no habría ninguna contradicción entre las explicaciones teóricas y lo que de verdad acaecía al adquirir el lenguaje. Esta coherencia no se da si se mantiene la hipótesis hasta ahora aceptada de que los cambios lingüísticos se produjeron por una posible influencia celta que no se acaba de comprender.

Antes de comentar con un poco más de detalle la palatalización deseamos hacer un apunte. El griego moderno tiene como característica un fenómeno conocido como iotacismo o itacismo20, por el uso predominante del sonido [i], pues las letras se pronuncian todas como iota.

20

La letra η, eta, se pronuncia ita. 77

La palatalización La palatalización es un fenómeno fonético o fonológico por el cual se desplaza el punto de articulación de un sonido consonántico hacia el paladar (región paleo-alveolar) debido a la presencia de una vocal palatal. Suelen incluirse en la palatalización otros procesos como la asibilación (transformación de un sonido no sibilante en sibilante), la fricatización y la africación. La palatalización se produjo en todas las variantes proto-romances. Las únicas lenguas romances que no sufrieron palatalización fueron el sardo y el dálmata. El fenómeno de la palatalización se constata desde muy antiguo en pleno período latino (siglo II a. C.), y aumentó considerablemente a lo largo de los siglos siguientes. Se conoce bien la causa de su origen: hay un cierre y consonantización posterior de las vocales palatales que se encuentran como primer elemento de un hiato. La consonantización de la vocal [i] se conoce con el nombre de yod y suele grafiarse como . Surge cuando un hiato se convierte en diptongo, es decir, cuando la vocal [i] se convierte en la glide [j]. Hay indicios de que a partir del siglo IV d. C. la yod afecta sonidos y grupos consonánticos siendo el detonante como mínimo del 50% de los cambios lingüísticos de las lenguas romances.

Si el fenómeno articulatorio se produce en una fase tan temprana, ¿qué lo causa? ¿Cómo se produce? ¿Cuándo y dónde surge? ¿Y por qué es tan general? Si fuera resultado de la degeneración del latín en latín vulgar, las cronologías deberían ser más bajas y las transformaciones, las tendencias y reglas fonéticas deberían ser distintas en los diversos romances, que no deberían converger. De hecho los indicios parecen mostrar que es el latín la lengua que se aleja de una palatalización generalizada. A este respecto, es interesante

78

constatar que en ciertos dialectos del griego antiguo también se produjo un fenómeno de asibilación que consistió en el paso del grupo -τι- (-ti-) a -σι (-si-) en determinados contextos. Los grupos dialectales micénico, arcadio chipriota, lesbio y jónico ático presentan asibilación; el beacio, tesalio, dorio y panfilio no. De tal forma, en jónico-ático la palabra φέρουσι (llevan) aparece en algunos dialectos no asibiladores como φέροντι.

Deseamos apuntar que, como señala Nicole Moutard, en euskera la palatalización es un fenómeno expresivo y sobre todo afectivo e hipocorístico de gran importancia. Se emplea en el campo semántico de parentesco, en los nombres de animales, las partes del cuerpo, los colores. Así tenemos tipi (pequeño) y txipi (pequeñito); polit (bonito) y pollit (entrañable). Creemos que la palatalización está relacionada con el cambio de acento y con el cambio en la estructura silábica.

79

La estructura silábica La sílaba se compone de una abertura (ataque) consonántico, un núcleo vocálico y una coda consonántica, presentando una estructura de dos márgenes consonánticos y un núcleo vocálico (C)V(C). De estos tres elementos el único imprescindible es el núcleo vocálico.

Se entiende por sílaba cerrada o trabada la que presenta un margen consonántico después del núcleo vocálico: VC. Su sonido es implosivo. Por ejemplo la palabra silbar está compuesta por dos sílabas trabadas: abertura s

núcleo i

coda l

abertura

núcleo

b

coda

a

r

Por el contrario, la sílaba abierta o libre es la que no presenta ningún margen después del núcleo silábico vocálico: CV Es la estructura preferente en lenguas como el castellano y el francés: Palabra vaca

vache

CAST FRA

abertura

núcleo

coda

abertura

núcleo

coda

v

a



ch

e



v

a



c

a



El francés tiene muy pocas consonantes en posición de coda y aunque por norma ortográfica se escriban, no se pronuncian a excepción de que la sílaba lleve acento: il est petit [il ’ε.pə.ti].

Los márgenes pueden ser simples o complejos, es decir, pueden presentar una o más consonantes. Así la palabra tren presenta un margen de abertura complejo , un núcleo y un margen de coda simple .

Las secuencias silábicas CV son más simples articulatoriamente que las VC porque la presencia de consonantes internas puede

80

comportar más dificultades perceptivas. La posición de coda silábica es la más inestable de la sílaba y es una posición que favorece que los segmentos en contacto se asimilen, se elidan o se simplifiquen. La asimilación es el proceso fonológico más frecuente ya que tendemos a adaptar articulatoriamente los segmentos en contacto. Es, por ello, una de las causas frecuentes del cambio lingüístico. Algunas consonantes en posición de coda tienden a desplazarse y a convertirse en abertura de la sílaba siguiente, veamos por ejemplo en castellano la formación del plural de la palabra tren > tre#nes. Esto no sucede en catalán, que muestra una mayor presencia de codas complejas: Palabra

Tren

CAST

Tren

CAT

Trenes

Trens

CAST CAT

abertura tr tr

tr tr

sílaba

núcleo

coda

abertura

e



n

e

ns

e

e

n

n

sílaba

núcleo coda e

s

En francés las consonantes en posición de coda silábica se eliden (pronunciación muda) si la palabra siguiente empieza en consonante y reaparecen si empieza en vocal, este fenómeno se conoce como liaison y causa la resilabación de los segmentos para formar aberturas del tipo CV. Por ejemplo el artículo determinado plural les se pronuncia [le] pero si decimos les amis se pronuncia [le’za.mi]. Esto demuestra la clara preferencia del francés por las sílabas abiertas. El inglés, sin embargo, es una lengua cuyos límites silábicos no están nada claros puesto que existe ambisilabicidad, es posible decir le#mon o lem#on, lo que dificulta la fragmentación silábica.

81

Volviendo a los romances, hay una jerarquía universal para la formación de la estructura silábica que restringe la distribución de las consonantes. En posición de abertura se sitúan de menor a mayor sonicidad (creciente) y en posición de coda de mayor a menor sonicidad (decreciente), de modo que la máxima sonicidad de la sílaba corresponda al núcleo vocálico y disminuya hacia ambos márgenes. La escala de sonicidad de mayor a menor es:

vocales > semivocales > líquidas > nasales > fricativas > oclusivas

En las aberturas, esta ley se aplica sistemáticamente y es la razón por la que se encuentran muchas oclusivas en posición inicial de palabra, seguidas de líquidas o de vocales. Respecto a las codas, la ley también se aplica sistemáticamente en castellano con la única excepción de la formación de algunos plurales irregulares que son extranjerismos no normativizados por la RAE como robot > robots. El castellano y el francés presentan alrededor de un 24% de consonantes en posición de coda, mientras que en el inglés y el alemán el porcentaje asciende al 60%. En catalán, igual que en francés, el proceso de silabación permite unir segmentos de palabras continuas. Hay una marcada silabación postléxica que favorece las aberturas de modo que desplaza las codas y las convierte en abertura de la palabra siguiente. Esto significa que se aplica primero la escala de sonicidad que el principio universal de la abertura máxima. Sin embargo, el catalán se aparta del francés por su clara preferencia por las codas trabadas complejas. 21 En posición interior de palabra puede agrupar dos consonantes y en posición final de palabra hasta tres:

21

Prieto, Pilar. Fonètica i fonologia catalanes. Universitat Oberta de Catalunya (2001).

82

V

u (uno)

CV

VCC

arc (arco)

CVCC parc (parque) CCVCC

VC

ham (anzuelo) CVC

VCCC erms (baldío)

bo (bueno)

CCV

pam (palmo)] CCVC

CVCC text (texto)

tro (trueno)

tram (tramo)

trams (tramos)

CCVCCC bruscs (bruscos)

Esta formación de palabras viola, al formar los plurales, la escala de sonicidad decreciente que debería presentar la coda ya que al añadir la fricativa a una consonante oclusiva, se origina un incremento de la sonicidad.22

En final absoluto de palabra, este proceso no se produce en castellano porque forma el plural añadiendo . 23 Los grupos consonánticos se presentan en la abertura silábica pudiendo hallarse tanto a inicio absoluto de palabra como en la abertura de una sílaba interior. Hallamos las siguientes formaciones: CV CVC CV#CC CVC#C

tu ser sagrado cansado

CCVC CCV#CV CCV#CCV CCVC#CV

tres prólogo triplica fluctúa

En castellano, la frecuencia en cifras absolutas es CV, CVC, V, CCV, VC, CCVC, VCC, CCVCC. Esto nos muestra que los grupos consonánticos en castellano presentan diferencia entre la abertura y la coda, puesto que forman aberturas complejas de dos segmentos (CC) en la primera y, con mucha frecuencia, en la segunda sílaba, siendo normalmente el segundo elemento una líquida. Este fenómeno todavía está más presente en el dialecto mallorquín que permite finales de palabra en CCC cuyo segmento final no es /s/, por ejemplo ompl en vez de omplo (castellano: lleno).

22

Se añade a las palabras agudas terminadas en , a las monosílabas y a las polisílabas terminadas en diptongo o en triptongo (con algunas excepciones) y a todas las voces terminadas en las consonantes . Se añade al singular de las palabras terminadas en vocal átona o en . Las polisílabas no agudas terminadas en carecen de morfema de plural.

23

83

Un apunte sobre el euskera: los grupos silábicos más frecuentes son CV-CVV (59%), CVC-CVVC (21%), V-VV (11%). No existen grupos consonánticos de muta cum líquida. La gran tendencia es a la sílaba abierta.

Llegados a este punto, deseamos comparar la estructura silábica del latín clásico con la de nuestras lenguas romances especialmente por lo que respecta al comportamiento de los grupos consonánticos conocidos como muta cum líquida, es decir, cualquiera de las oclusivas seguida por una líquida que, como hemos visto, es la formación en abertura que permiten las leyes de la sonicidad. Lo interesante en este caso es que los proto-romances tienden a modificar la frontera entre sílabas y sitúan la consonante anterior a la líquida en posición de coda. En el caso de hallarse en posición de inicio absoluto, se le añade una vocal epentética y se separa la sílaba después de la líquida: Latín clásico

vocal # consonante + líquida V# CL

líquida + consonante + vocal LCV

proto-romances VC#L

VL#CV

Este fenómeno que elimina la muta cum liquida tiene su origen en el ibérico y es tan genuinamente nuestro que ha dejado marcas en la formación de la estructura silábica que determina nuestra prosodia.

Como hemos visto al explicar la palatalización, cuando una consonante se encuentra en posición implosiva (coda de sílaba trabada) y la sílaba siguiente empieza con una vocal palatal o con una consonante palatal, la consonante de la coda silábica tiende a pasar a formar parte de la abertura de la sílaba siguiente. El aparato fonador, que se prepara para articular la nueva sílaba de acuerdo con el núcleo silábico palatal, desplaza la lengua hacia un punto de 84

articulación situado en el paladar. Esta es la razón subyacente en la mayoría de procesos de cambio lingüístico y ha dado soluciones distintas en catalán y en castellano. En latín las codas consonánticas implosivas presentaban muy poca variedad, siendo su distribución muy restrictiva y parecida a la del castellano. Sin embargo en catalán y en occitano, las codas consonánticas se complican por lo que la sílaba no debería considerarse la unidad primaria. En la prosodia, tan importante es la alternancia del acento silábico como los segmentos fonotácticos que producen el ritmo interno de este epifenómeno.

Los patrones sonoros de cada lengua son una de sus más importantes características. Se hallan presentes desde los primeros meses de vida y marcan la adquisición del lenguaje de los niños, porque su percepción lingüística se modulará, desde los primeros balbuceos, por la fonología de la lengua materna y de las lenguas presentes en su entorno. Por lo tanto la estructura silábica es uno de los patrones que se adquieren a edad muy temprana y forma parte del conocimiento intuitivo de todos los hablantes de una lengua.

85

El acento La prosodia o vibración es la música de la lengua. Es tan genuina que podemos incluso reconocer una lengua cuando no sabemos hablarla ni podemos comprenderla. Con sólo escuchar, somos capaces de distinguir el patrón de entonación del inglés, del italiano o del ruso: reconocemos «su música». La prosodia y el ritmo interno de una lengua vienen subrayados por la alternancia entre sílabas acentuadas y no acentuadas. Dado que en las lenguas romances las vocales no presentan oposición de duración, el núcleo silábico y el acento tónico recaen sobre la vocal, por lo que la fluctuación del ritmo viene marcada por los acentos vocálicos.

El acento es una propiedad léxica de los morfemas. No es algo que pueda cambiarse a la ligera porque está asociado a un valor fonemático. La distinta posición del acento puede marcar diferencias semánticas y morfológicas, como los tiempos verbales: canto (sustantivo y forma verbal) y cantó; término, termino y terminó, e incluso diferenciar palabras que no tienen relación etimológica: entre (preposición) y entré. La distribución del acento en las palabras de las lenguas proto-romances puede presentar diferentes voces: aguda (la sílaba tónica es la última sílaba), llana (la sílaba tónica es la penúltima) y esdrújula o sobreesdrújula (la sílaba tónica es la antepenúltima o anterior). Esta distribución acentual de los romances coincide con la del griego y diverge respecto al latín. El hecho de que en latín no existieran palabras agudas, desmarca la prosodia latina del resto de lenguas que supuestamente derivarían de ella. 24

La acentuación latina seguía el siguiente esquema:24

Martí

i

casteLL, Joan. Gramàtica històrica catalana II. Universitat Oberta de

Catalunya (2000) 86

sílabas 2 +2 +2 +2

duración penúltima vocal larga breve breve

naturaleza penúltima vocal trabada abierta

acento

llana llana llana esdrújula

En la distribución acentual hay otro factor a tener en cuenta. En el proceso de creación de nuevas palabras mediante la composición, no se produce reducción vocálica ni alteración de la distribución acentual. Los prefijos tónicos y los sufijos evidencian que en algún nivel de la derivación fonológica existe un acento bloqueador interno que hace que determinadas unidades composicionales sean inmodificables. Por otro lado, estudios recientes demuestran que las codas consonánticas también marcan un ritmo intrasilábico, porque aunque sean más breves que las consonantes situadas en la abertura silábica, en esta posición y contexto fónico aumentan en sonicidad.

87

Vocalismo El latín tenía propiamente tres vocales y dos semivocales . La característica distintiva del timbre vocálico era la cantidad, por lo que el inventario vocálico total era de diez vocales ā, ē, ī, ō, ū, ă, ĕ, ĭ, ŏ, ŭ25. La desaparición de la cantidad, reemplazada por la intensidad, desplazó el acento tonal y provocó el debilitamiento de las vocales átonas internas, que alteraron su timbre vocálico.

La gramática histórica sitúa el cambio de la cantidad por la intensidad en el siglo I d. C. Estos cambios vocálicos presentan hoy en día equivalencias distintas en catalán y en castellano. En catalán, la distinción de cantidad latina se corresponde con la diferencia de timbre. Así las vocales largas latinas ā, ē, ī, ō, ū se corresponderían con las vocales cerradas ạ, ẹ, ị, ọ, ụ y las vocales breves ă, ĕ, ĭ, ŏ, ŭ con las abiertas ą, ę, į, ǫ, ų. Sin embargo no tenemos registro escrito que demuestre la existencia de cinco vocales abiertas, sino sólo dos: [ɛ] y [ɔ]. El inventario vocálico actual del catalán es de siete vocales tónicas: [a], [ɛ], [e], [i], [ɔ], [o], [u], y ocho en el balear que añade la [ə] tónica. Este inventario de siete vocales tónicas podría haber coincidido con el del euskera antiguo. A pesar de que se conoce poco acerca del sistema fonológico del vasco antiguo, R. Menéndez Pidal reconoció la presencia de las vocales abiertas [ɛ] y [ɔ] en los nombres topónimos. Por otro lado, el hecho de que haya dificultades en la delimitación del timbre entre [e] e [i] y entre [o] y [u] nos muestra que la lengua vasca tiene diferentes grados de abertura y cierre en las vocales, las pronuncian más abiertas y menos tensas que en castellano, presentando mayor variabilidad. De todos modos, un vocalismo de siete vocales parece tener más afinidad con el 25

Se distinguen gráficamente: ā (vocal larga) y ă (vocal breve).

88

griego que con el latín o incluso con el chipriota, que tampoco distingue vocales largas y breves.

En catalán en posición átona se produce una reducción vocálica; sólo hay tres vocales átonas: [ǝ], [i], [u], por lo tanto la posición tónica y átona determina el timbre vocálico, que no se da del mismo modo en todos los dialectos. En general podemos decir que las tres vocales [a], [ɛ], [e] se reducen a [ǝ] y las tres vocales velares [ɔ], [o], [u] se reducen a [u]. La única que no se altera en ningún caso es la [i]. Este dato ha de ser importante, porque tal y como hemos explicado al hablar de la palatalización, es la vocal más presente en ibérico y está detrás de la mayoría de los cambios lingüísticos. En castellano hay cinco vocales sin cambio de timbre, porque actualmente la abertura no tiene valor fonemático26.

Esta característica de que las vocales breves latinas se correspondan con la vocal abierta no es exclusiva del catalán. También la encontramos en el rumano: Latín FŎCUM

catalán f[ᴐ]c

rumano f[ᴐ]c

Latín FӖRRUM

catalán f[ɛ]rro

portugués f[ɛ]rro

Veamos otro ejemplo con la palabra latina FӖRRUM:

Tanto en catalán como en galaicoportugués la pronunciación es [‘fɛru]. De hecho, el catalán y el galaicoportugués optaron por un inventario de vocales tónicas abiertas y cerradas: ambas lenguas muestran una clara tendencia a cerrar la [o] átona, que muta en [u]. La gramática histórica sitúa en el siglo XV-XVI el inicio de la confusión entre los grafemas porque es cuando se ha encontrado por escrito. Sin embargo, El vocalismo del castellano podría haber sido distinto al actual que está compuesto por un inventario de cinco vocales: a, e, i, o, u. Su distribución porcentual se corresponde con la del euskera. No es la única característica; la ausencia de en posición inicial (harina, hierro) es asimismo un rasgo que comparte con el euskera.

26

89

¿cómo se explica esta cronología tan tardana si la lengua de formación se supone que fue el latín vulgar? Entonces, ¿por qué coinciden las lenguas romances? En catalán, las habituales confusiones gráficas de los manuscritos demuestran que las vocales átonas y se confundían en posición anterior al acento en los siglos XII-XIII. Los lingüistas suelen llamar a estas alternancias «inestabilidad vocálica» cuando se trata de una característica fonética completamente estable que está llamando la atención sobre esta característica del habla.

En posición final absoluta las confusiones son menos frecuentes y las soluciones difieren de unos romances a otros. En catalán, occitano y francés, las vocales átonas finales desaparecen. Por el contrario, el castellano, el italiano y el galaicoportugués conservan la mayoría de vocales átonas finales Se nos dice que fue el latín vulgar el que, partiendo de la sustitución del acento melódico por el de intensidad, creó el vocalismo de los romances occidentales. De nuevo nos preguntamos cómo es posible que lenguas que difícilmente han estado en contacto directo, hayan llegado a idénticas soluciones porque si partiendo de esta premisa cuesta entender las semejanzas entre el catalán y el gallego, todavía es más difícil justificar que ambas lenguas coincidan con el rumano. Por otro lado, si el cambio de cantidad por intensidad se produjo en un momento tan temprano, la respuesta podría dárnosla el ibérico: ¿qué sucedería si encontráramos una inconsistencia vocálica que demostrara la existencia de alternancia vocálica en textos de época ibérica? Pues parece que hay indicios de que se daba en las vocales medias . Si este trazo era de abertura o de longitud, habrá que estudiarlo. Un inventario de siete vocales también coincidiría con el griego cuyas épsilon y ómicron tienen sus dobles largas eta y omega. 90

Diptongos y hiatos El latín literario arcaico tenía cinco diptongos: OU, OI, EI, AI, AU. El latín clásico, sin embargo, tuvo una fuerte tendencia a la monoptongación, es decir, al cambio fonético que consiste en la reducción de un diptongo a una sola vocal. Sólo había tres diptongos: AU, AE, OE. Por el contrario, la tendencia de las lenguas romances occidentales fue la diptongación de las vocales breves que dan en castellano respectivamente. Este fenómeno podría ser posterior a la romanización porque en el euskera las vocales breves latinas no diptongan como en castellano. En catalán, como hemos visto, las vocales breves equivalen a vocales abiertas: Latín TӖRRAM

Latín PŎPULUM

catalán t[ɛ]rra

catalán p[ᴐ]ble

castellano tierra

castellano pueblo

Normalmente se acepta que en la mayor parte de las lenguas romances el diptongo latino AU pasó a . La excepción a esta regla la encontramos tanto en el galaicoportugués donde pasó a o como en el occitano y en el euskera donde se ha mantenido como . Algunos ejemplos: Latín CAUSA

castellano cosa

portugués coisa

occitano causa

Latín TAURUS

castellano toro

portugués touro

occitano brau

Latín AURUM

castellano oro

portugués ouro

occitano aur

El hiato es la concurrencia de dos o tres vocales que no forman un diptongo, es decir, son vocales que pertenecen a sílabas distintas. El fenómeno puede producirse también entre el final de palabra y el inicio de la siguiente. Las vocales que se encuentran en posición poco estable tienden a contraerse o a diptongar. 91

• Si el primer elemento es una vocal velar en posición átona, suele reducirse hasta el punto de suprimirse.

• Si el primer elemento es una vocal palatal en posición átona, tiende a cerrarse y, después, a agruparse silábicamente, es decir, a convertirse en consonante:

Latín VI-NE-A

Latín FI-LI-AM

castellano viña castellano hija

catalán vinya catalán filla

En el primer ejemplo, ambas lenguas comparten el fenómeno de palatalización de la consonante nasal que, por influencia del contexto vocálico, se articula de modo palatal; sólo cambian los grafemas. En el segundo ejemplo, también se produce en ambas lenguas un fenómeno de palatalización de la lateral , pero los resultados presentan diferencias considerables: mientras que en catalán se mantiene la inicial y palataliza la lateral en [ʎ], en castellano no hay fricativa inicial y la lateral ha pasado a pronunciarse como velar, es decir, se ha desplazado hacia atrás y se articula como [χ].

De nuevo nos encontramos ante el fenómeno de la palatalización. La vocal latina es en los proto-romances una semivocal o glide, una yod, un sonido inexistente en latín que está siempre detrás de los principales procesos de cambio lingüístico. Podemos ver en los ejemplos anteriores que el cambio articulatorio altera la distribución silábica. También modifica el vocalismo causando la simplificación de las vocales átonas de un hiato, o la inflexión de las vocales tónicas, cerrando el grado de abertura de las vocales acentuadas: [ε] > [i]

Latín PECTU

catalán pit (castellano pecho)

[a] > [e]

Latín FACTU

catalán fet (castellano hecho)

[ɔ] > [u]

92

Latín OCVLV

catalán ull (castellano ojo)

El fenómeno de la inflexión puede cerrar incluso dos grados las vocales tónicas. La gramática histórica no ha podido fijar las etapas de esta evolución, sólo puede suponerlas porque algunos dialectos conservadores como el pallarès o el ribagorçà mantienen las vocales en un grado más abierto. La yod también altera el consonantismo creando consonantes palatales inexistentes en latín, como veremos a continuación.

93

Consonantismo El consonantismo del latín era mucho más reducido que el de las lenguas romances. Tenía sólo 14 consonantes frente a las 19 del castellano y las 23 del catalán. Las consonantes se distribuían en sólo tres órdenes: labial, dentoalveolar y velar.

La gramática histórica ha estudiado los fenómenos de inflexión, asimilación disimilación, supresión y adición de sonidos vocálicos y la sonorización, ensordecimiento, fricatización y palatalización de sonidos consonánticos de las lenguas romances en relación con el latín tratando de describir todos estos procesos. Las diferencias del inventario fonético son tan grandes que ha sido necesario establecer complicadas relaciones evolutivas. Si nos centramos en los romances occidentales, la evolución se engloba en un proceso de lenición que se divide en tres fases: 1. La más temprana sería la simplificación de las consonantes geminadas latinas, que se reducen todas, con la excepción de LL, NN y RR, como ya hemos mencionado.

Hay que añadir que la geminación de consonantes en latín tenía valor fonemático, así no significaba lo mismo ĂNNVS (año) que ĂNVS (vieja).

2. Le sigue un proceso de sonorización de las oclusivas y fricativas sordas simples formadas a partir de la simplificación de las geminadas latinas.

Este es un punto un tanto difícil de comprender. La explicación oficial es que para distinguir las oclusivas y las fricativas que se habían formado a partir de la simplificación que recoge el punto primero, las oclusivas y fricativas sordas, 94

sonorizan. La pregunta obligada es: ¿por qué los hablantes desearían distinguirlas? ¿No serían, para ellos, todas iguales? Eso es lo que debería suceder, porque la primera ley de la fonética, que ya hemos anunciado, indica que un cambio que afecta a un sonido en una determinada posición y contexto fónico, afecta a todas las palabras que presenten este sonido en la misma posición y contexto. Desde luego este es un argumento teórico que se tambalea por ser un tanto especulativo. Nosotros preferimos otra explicación. Creemos que la alta presencia de consonantes geminadas en latín está indicando que en el consonantismo debía producirse un fenómeno similar a la duración del vocalismo. La tendencia del latín a presentar una oposición de duración, consonante simple-doble, sería equivalente a la oposición vocal cortalarga. Por lo tanto, la característica de duración del latín de nuevo corresponde en los romances a distinto grado de intensidad (abertura) equivalente a la que encontramos entre las vocales que, en el consonantismo significa que las consonantes sordas, sonorizan. En ambos casos ¡son cambios de timbre!, no de duración. 3. Aproximación de las oclusivas sonoras.

¿Qué significa eso? Si las oclusivas geminadas se han simplificado y las simples sordas se sonorizan (para distinguirlas de las que ya eran simples), ahora resulta que las oclusivas sonoras se articulan como aproximantes… ¿Por qué? De nuevo vemos que la oposición es de sonoridad y esta oposición había de ser anterior, porque no tiene demasiado sentido aplicar la ley de la fonética a unas cuantas articulaciones (supuestamente a palabras latinas) dejando el resto igual. ¿Qué está sucediendo? Se intenta hacer derivar unas características fonéticas de los romances del latín. Pero la articulatoria completa es distinta, porque se trata de 95

lenguas distintas. Este proceso de lenición sólo se da en las lenguas romances occidentales, es decir, se da en lenguas que evolucionaron a partir de una lengua madre relacionada con el ibérico. 4. La cuarta fase describe la desaparición de algunas aproximantes, según su posición, debido a una tendencia al debilitamiento.

5. La fase siguiente comporta la sonorización de la africada [ts] intervocálica sorda que pasa a ser sonora [dʒ]. Dado que este sonido era inestable, se desafricó convirtiéndose en la sibilante alveolar sonora [z]. También se alteraron las oclusivas sordas y sonoras seguidas de , llamadas muta cum líquida, que sonorizan todas en posición intervocálica formando los grupos BR, DR, GR.

[PR] > [BR]

Latín CAPRA

castellano cabra

[CR] > [GR]

Latín SOGRA

castellano suegra

[TR] > [DR]

Latín PETRA

castellano piedra

Si después del tercer paso se han producido aproximantes, aplicando la misma «ley de la lenición» entendida como proceso encadenado de cambios, los pobres hablantes, incapaces de distinguir las aproximantes nuevas procedentes de las oclusivas sonoras, las mismas que se sonorizaron para distinguirse de las sordas que debían distinguirse de las consonantes geminadas latinas, pues eso, las aproximantes ahora se debilitan y desaparecen. La fase de formación de la sibilante alveolar sonora es el colofón a este larguísimo proceso y, como sucede al hacer castillos de naipes, causa el desmoronamiento de todo el sistema. Porque, ¿de dónde sale esta [z] que los latinos no tenían y que es la última letra de 96

nuestro alfabeto, que hubieron de copiar de los griegos para añadirla a su reducido inventario consonántico? ¿De dónde sale? ¡Estaba aquí! ¡En el ibérico! Como ya hemos comentado, todos los textos ibéricos, absolutamente todos, en todas las cronologías y territorios desde el siglo VI a. C., distinguen claramente dos fricativas sibilantes. Dado que los expertos en iberismo desconocen si su oposición era de sonoridad sorda [s] y sonora [z] o de distribución alveolar [s] y palatal [ʃ ] lo habitual es representarlas como y . Otro fenómeno fue el del betacismo o la confusión de la V latina con la , que se da también en vasco. En catalán, la oposición se mantiene en algunas áreas pero está en claro retroceso. Llegados a este punto, nos parece evidente que es necesaria una revisión de toda la gramática histórica evolutiva que tenga en cuenta los siguientes puntos:

• Si partiéramos de una relación de parentesco (y no de filiación) entre el latín y las lenguas romances, podríamos explicar estos fenómenos fonológicos como parte de la fonotáctica característica de cada lengua.

• Sería interesante plantear si pueden darse respuestas alternativas a las oficialmente aceptadas. Y si estas nuevas respuestas cubren aspectos que la anterior concepción científica no sabía explicar, sería bueno abrirse a ellas.

Vamos a analizar muy brevemente las diferencias entre los romances y el latín separando las consonantes por su modo de articulación y ordenándolas por su sonicidad,27 viendo Utilizamos el término sonicidad para la perceptibilidad de los distintos sonidos agrupados por modo de articulación. El término sonoridad lo usamos para marcar, dentro del mismo modo y punto de articulación, la oposición entre el carácter sordo o sonoro.

27

97

en primer lugar las menos sonantes (oclusivas, fricativas, africadas) y a continuación las más sonantes (nasales, laterales y vibrantes). Dentro de cada modo articulatorio, se analizan por el punto articulatorio de anterior a posterior y de sordas a sonoras.

Para escuchar la articulación de cada fonema y su desplazamiento de acuerdo con el punto y modo articulatorio de cada sonido, recomendamos la página de la universidad de Iowa: http://www.uiowa.edu/~acadtech/phonetics/spanish/frameset. html

98

Oclusivas En posición inicial, las oclusivas labiales, dentales y velares coinciden con las que presenta el latín. En posición medial, muestran diferentes tendencias. •

P>B

T>D

C>K



B>V



Las oclusivas sordas intervocálicas, sonorizan: Latín CAPILLUM

castellano cabello, catalán cabell

Latín SPICA

castellano y catalán espiga

Latín HABERE

castellano haber, catalán haver

Latín RUOTA

Las oclusivas sonoras intervocálicas se conservan con una pronunciación fricativa: En otros contextos, las oclusivas mediales desaparecen:

D > δ /∅ Latín NIDUM

T>D

castellano rueda, catalán roda

Latín MAGISTER

castellano nido, catalán niu

castellano maestro, catalán mestre

Por el contrario, las oclusivas en posición final o en coda silábica se debilitan o desaparecen en la mayoría de los romances. En castellano hay pocas oclusivas en posición final de palabra. El tratamiento de la oclusiva final es distinto según las hablas de cada territorio. Así una palabra como salud puede pronunciarse: •

con ensordecimiento salu[t]



con una aspirada salu[h]

• •

como aproximante salu[δ]

con realización fricativa salu[ϴ] 99

• con eliminación total del segmento salú[∅]

El castellano y el griego coinciden en la preferencia por un final de palabra en vocal o en las consonantes . Sin embargo en catalán se favorecen los finales de palabra en oclusiva y en oclusiva más líquida. Tanto si ortográficamente se mantienen como si alteran su escritura, al pronunciarlas todas las oclusivas en posición final, ensordecen: En catalán:

B>P

D>T G>C

cap (castellano cabeza) se pronuncia [kab]

verd (castellano verde) se pronuncia [bεɾt], en cambio verda [‘bεɾδǝ]

groc (en castellano amarillo) se pronuncia [gɾᴐk], en cambio groga [‘gɾᴐɣǝ]

Un apunte sobre el euskera: a final de palabra no se encuentran oclusivas sonoras, sólo las sordas: , y . Son, por otra parte, muy abundantes, más que en catalán, porque son morfemas y sufijos causales y verbales. Una de las características del ibérico es la aparente confusión entre oclusivas sordas y sonoras. ¿Podría darse el caso de que esta aparente inconsistencia correspondiera a una distinta posición y contexto fónico? Si fuera así, esto significaría que no las confundían, como se especula, simplemente las escribían como sonaban de acuerdo al contexto articulatorio. Es un dato a considerar porque también lo encontramos en la escritura silábica cretense, en algunos dialectos del griego antiguo y en otras lenguas indoeuropeas afines.

100

Fricativas La fricativa labiodental sorda [f] se identifica con el sonido de la labial aspirada griega y se transcribía como . En posición inicial, era poco presente en latín; en posición medial, se hallaba sólo en compuestos. Su origen es un sonido fricativo ligeramente aspirado que también localizamos en castellano, razón por la cual en posición inicial, la letra muta a , aunque en documentos antiguos encontramos gráficamente el doblete . Se considera que la ausencia de inicial es una característica del euskera porque el gascón también la tiene. En el resto de romances occidentales la fricativa labiodental sorda se mantiene.

La fricativa labiodental sonora [v] presenta dos interferencias distintas. En latín se confundía con la [u]. Por el contrario, en las lenguas romances la tendencia era pronunciarla como la bilabial sonora [b]. Aunque la oposición se mantiene en algunas hablas catalanas, está en claro retroceso. La fricativa alveolar sorda [s] se ha mantenido estable en todos los romances, tanto en posición inicial como medial y final. En los romances occidentales, en posición final es la marca de plural. En algunos contextos, ante las vocales palatales se produce una palatalización que se atribuye a la influencia del adstrato árabe: Latín SYRINGA

francés seringue

catalán xeringa

castellano jeringa

La fricativa alveolar sonora [z] no existía en latín. En catalán, tiene un importante valor fonemático. En castellano, la sibilante se pronuncia [z] seguida de consonante sonora y [s] seguida de consonante sorda. La letra castellana se pronuncia como una fricativa dental sonora [ϴ]. La fricativa alveolar sonora existe también en rumano, por lo que ha de ser anterior al proceso de romanización. 101

En catalán, hay dos fricativas palatales, la sorda [ʃ ] en xarop, y la sonora [ʓ] en jardí. Estos sonidos existen también en rumano. Aunque no existe propiamente una fricativa sonora en castellano, en algunas hablas encontramos esta articulación en palabras como mayo, que normalmente se articula de modo aproximante. La pronunciación para la en castellano es de articulación o dorso-palatal [ʝ] o velaruvular oscilando según las hablas entre [x] y [χ].

Un apunte sobre el euskera: posee los mismos sonidos sibilantes que el catalán, compuesto por seis fonemas y seis alófonos. Esta riqueza de gama de sibilantes es la gran diferencia entre el euskera y el castellano. ¿Cómo se explica eso? No tenemos respuesta, por lo que nos limitamos a dejar constancia de ello: SIBILANTES

FRICATIVAS AFRICADAS

dorso- alveolar s

ts

alófono z

alófono dz

apico-alveolar ś



alófono ź

alófono dź

predorso-palatal

ʃ



alófono ʒ

alófono

El latín tenía una sola sibilante alveolar sorda .



Si las lenguas romances derivaran del latín, las sibilantes contradecirían la aplicación del principio de economía en el cambio lingüístico. Entonces, ¿de dónde procede este riquísimo inventario fonético de nuestros romances? Dejamos aquí la pregunta.

102

Africadas En catalán hay cuatro africadas, dos alveolares [ts] y dz] y dos palatales [ʧ] y [ʤ]. Las africadas palatales existen también en castellano aunque no tengan valor fonemático. Estos sonidos se representan, de acuerdo con las normas ortográficas, de modo distinto según el contexto: la sorda en catalán en principio absoluto y en posición medial se escribe y en posición final de palabra . En castellano suele representarse con . La africada sonora en catalán se representa por según la vocal que le sigue, así tenemos metge (médico) pero en cambio platja (playa). En castellano, en principio absoluto de palabra puede encontrarse escrita con como en el caso del pronombre yo, o incluso con en la palabra hierro. El euskera tiene tres africadas representadas como que se agrupan como sibilantes, por lo que las hemos tratado al hablar de las fricativas. Los sonidos africados no existían en latín.

103

Sonantes Las sonantes por ser precisamente las que más «suenan» suelen ser las más estables y coinciden en la mayoría de romances, también con el latín. Por ello sólo destacaremos las diferencias. La lateral latina en posición inicial en catalán muestra una fuerte tendencia a la palatalización en [ʎ]: Latín LUNAM

francés lune

catalán lluna

castellano luna

catalán fill

castellano hijo

En posición medial, las laterales son más estables aunque a veces se debilitan o también palatalizan: Latín FILIOLUM

portugués filhó

En otros contextos se produce metátesis de la vibrante: Latín QUATTUOR

catalán quatre

castellano cuatro

También encontramos asimilación o disimilación con . BARCINONE

Barcelona

Respecto a las nasales, en los textos ibéricos encontramos representación de dos o tres grafemas distintos. La labial es la menos presente siendo la más abundante y estable la nasal dental . Curiosamente en la pronunciación de los proto-romances también se muestra esta tendencia a convertir la nasal labial en dental. En catalán, si se halla en posición final se pierde: Latín REM

Latín QUEM

francés rien francés qui

catalán re

catalán qui

castellano nada

castellano quien

La consonante nasal tiene la característica de modificar su punto articulatorio de acuerdo con la consonante

104

que le precede o que le sigue. El caso de la nasal palatal, ya introducido al tratar el alfabeto, es quizás uno de los más curiosos. Interesa insistir en el hecho de que el latín no poseía una consonante nasal palatal, mientras que se encuentra en todas las lenguas romances. Transcrita con grafemas distintos, tienen idéntica pronunciación el castellano español, el catalán espanyol, el francés espagnol, el italiano spagnolo, el portugués espanhol. La nasal palatal se encuentra en tres contextos articulatorios: • Por acción de una yod (vocal palatal) sobre la nasal precedente se modifica el punto de articulación de la consonante hacia el paladar: Latín SENIOREM

castellano señor

catalán senyor

Latín LIGNA

castellano leña

catalán llenya

Latín AUTUMNUM

castellano otoño

catalán tardor

• Una consonante velar seguida de una nasal se articula de modo fricativo y desplaza el punto de articulación hacia el paladar. En catalán la tendencia es tan fuerte que palatalizan ambas consonantes, tanto la lateral inicial como el grupo : • Por contacto de consonante nasal doble o geminada : Dado que una y otra vez estas articulaciones se explican por la palatalización, fenómeno de enorme presencia e importancia en los romances, remitimos a las explicaciones dadas en capítulos anteriores. 105

Grupos consonánticos La geminación o consonantes dobles en posición medial es un fenómeno muy presente en latín, como ya hemos comentado. Tienden a simplificarse excepto en los casos anteriormente expuestos. Ortográficamente, se mantiene en algunos cultismos.

Cuando las consonantes son distintas, se producen los siguientes fenómenos: -

Oclusiva + líquida. Se han producido distintas soluciones que han sonorizado o reducido los grupos consonánticos de acuerdo a los diferentes contextos articulatorios:

- Oclusivas sordas, grupos tienden a sonorizar:

Latín DUPLUM

castellano y catalán doble

francés double

Latín LACRIMA

castellano lágrima

catalán llàgrima

Latín CAPRA Latín PETRA

-

castellano y catalán cabra castellano piedra

Latín PIGRITIA

Latín SEPTEM

106

castellano cuarenta castellano pereza

catalán quaranta catalán peresa

Dos oclusivas, grupos asimilación y palatalización:

Latín OCTO



catalán pedra

Oclusivas sonoras, grupos pierden la oclusiva:

Latín QUADRAGINTA

-

francés chèvre

italiano otto

italiano sette

castellano ocho

castellano siete

catalán vuit

catalán set

Vibrante + sibilante, grupo , en latín se asimilaban a pero los romances prefieren :

Latín URSU

castellano oso

catalán ós

Los grupos consonantes de muta cum líquida (oclusiva más líquida) eran muy abundantes en latín y sin embargo no se encuentran en ibérico. Tampoco en euskera. Este dato nos parece importante y quizás sea una de las características que permitan datar la separación de las lenguas proto-romances del tronco indoeuropeo, en un momento anterior al latín y que las acerca, por afinidad, a lenguas antiguas del entorno mediterráneo como son el cretense y otras lenguas helénicas antiguas.

107

Supresión de sonidos En los textos medievales encontramos elisiones vocálicas cuando la vocal final de una palabra está en contacto con la vocal de inicio de la palabra siguiente. En catalán, este fenómeno es muy frecuente y está regulado por la normativa moderna mediante apóstrofes o guiones. Al estudiar el ibérico no suelen tenerse en cuenta posibles elisiones y oscilaciones ortográficas, que suponemos habían de ser habituales. Además en muchas epigrafías el texto está escrito en segmentos continuos sin marcas de separación entre palabras, por lo que mejor deberíamos considerar que la escritura ibérica representa unidades fonotácticas y no sílabas y palabras aisladas. Aféresis

­

Síncope

Apócope

­

• Aféresis: pérdida de un fonema o de una sílaba inicial. Esta característica es muy frecuente en proto-romance.

En catalán en nombres propios, hay una enorme cantidad de hipocorísticos truncados «a la catalana»: Joaquim > Quim; Francesc > Cesc; Eulàlia > Laia; Josefina > Fina • Síncope: pérdida de un sonido vocálico en interior de palabra que puede reducir el número de sílabas.

Esta pérdida se encuentra en grupos consonánticos que se simplificaron con la supresión del elemento más débil, que solía ser el situado en posición medial. En castellano se redistribuía la sílaba, pudiendo convertir las codas trabadas en abiertas. En catalán se han mantenido más las codas trabadas y la tendencia es a la apócope final.

108

• Apócope: supresión de la parte final átona de una palabra.

El catalán presenta como característica propia la apócope generalizada de las sílabas postónicas átonas mostrando una clara preferencia por las codas silábicas trabadas. En castellano, la tendencia a la sílaba abierta puede mantener la sílaba final evitando el apócope: Latín AMICUM

castellano amigo

catalán amic

Otros fenómenos de supresión de sonidos son:

• Elisión: por contacto vocálico entre la vocal final o inicial de una palabra, elisión de una de ellas.

• Crasis: fusión de dos vocales, una final y otra inicial de dos palabras que se unen como si fueran una sola.

Ambos son fenómenos propios de la lengua oral muy presentes en algunos romances. Los encontramos también en griego.

109

Adicción de sonidos Prótesis

+

Epéntesis

Epítesis

+

+

• Prótesis: adición de un elemento vocálico a inicio de palabra.

El fenómeno se detecta en la lengua escrita en el siglo II d. C., siendo la vocal protética la que, a lo largo de los siglos II al VII evoluciona a hasta convertirse en parte integrante de la palabra. Latín /griego SCHOLAM

castellano escuela

catalán escola

El primer ejemplo de una vocal protética es una inscripción del siglo II d. C. hallada en Barcelona en la cual se lee ispumosus en vez de spumosus. Otros testimonios de vocal epentética se encuentran en palabras griegas que empezaban por sibilante o por un grupo consonántico : Griego SMARAGDUS Griego SPIRITUS

ismaragdus espíritu

• Epéntesis: inserción en el interior de una palabra de un fonema consonántico o vocálico no etimológico. La anaptixis es un tipo de epéntesis que consiste en la adición de un sonido vocálico para facilitar su pronunciación y suele corresponder a un cultismo o una ultracorrección. Prerromance: carbassa > castellano calabaza; catalán carabassa o

carbassa

Esta adición convierte la coda trabada en abierta. 110

Léxico

L

a gramática comparativa agrupa palabras por campos semánticos y las compara. El número de palabras exclusivo de cada una de las lenguas romances es muy limitado. De hecho, las lenguas romances y el latín comparten gran parte del vocabulario. Exactamente igual que el inglés y el alemán. El parecido no comporta filiación, no significa que derive del latín. La generalización y afinidad etimológica del léxico va mucho más allá del latín y nos remite a una koiné de cronología más alta, llamémosle indoeuropeo, o no, porque a menudo nos encontramos con que en hebreo las consonantes coinciden... Queremos llamar la atención no del parecido evidente entre lenguas sino de las diferencias, especialmente cuando ésta se produce con vocabulario muy básico y separando por un lado el vocabulario de las lenguas romances y por otro el latín. Siguiendo la línea de investigación iniciada por Yves Cortez28 vamos a analizar algunas palabras que:

28

Cortez, Yves. Le français ne vient pas du latin! Ediciones L’Harmattan (2007) p. 41

111

• Pertenecen al mismo campo semántico.

• No se han visto afectadas por transformaciones fonéticas.

Hemos elegido el campo semántico de la guerra porque los romanos fueron conquistadores y lo que más y mejor hicieron fue guerrear. Sorprende entonces que no sólo no se produjera trasvase léxico del latín a las lenguas romances sino también que las lenguas romances hayan coincidido en mantener mayoritariamente un vocabulario ajeno al latín: Catalán

Tractat

Ostatge

Guerra

Desastre

Lluita

Flota

Bronze

Esclau

General

Brau

Casc

Orfe

Cop

Galop

Matança

Maça 112

Castellano

Tratado

Rehén

Guerra

Desastre

Lucha

Flota

Bronce

Esclavo

General

Bravo

Casco

Huérfano

Golpe

Galope

Matanza

Maza

Francés

Traité

Otage

Guerre

Désastre

Lutte

Flotte

Bronze

Esclave

Général

Brave

Casque

Orphelin

Coup

Galop

Massacre

Massue

Italiano

Trattado

Ostaggio

Guerra

Disastro

Lotta

Flotta

Bronzo

Schiavo

Generale

Bravo

Casco

Orfano

Colpo

Galoppo

Massacro

Mazza

Rumano

Tratat

Ostatic

Razboi

Dezastru

Lupta

Flota

Bronz

Sclav

General

Brava

Casca

Orfan

Lovitura

Galopa

Massacru

Maciuca

Latín

FOEDUS

OBSES

BELLUM

CLADES

PUGNA

CLASSIS

AES

SERVUS

IMPERATOR

PROBUS

GALEA

ORBUS

ICTUS

CURSUS

CAEDES

CLAVA

Hemos utilizado la tabla de la p. 41-42 del libre de Ives Cortez por lo que hemos respetado sus traducciones. Para más ejemplos, consúltese este autor. Las palabras que en cada lengua se desmarcan del resto son muy pocas. Por otro lado, es evidente que podemos usar otros sinónimos para forzar una similitud, por ejemplo podemos decir que la palabra GENERAL existe en latín, pero su significado no tiene nada que ver con un general de los ejércitos, ya que en latín se usaban preferentemente los términos DUX o IMPERATOR. Normalmente se explica este cambio léxico-semántico por analogía o metonimia. Lo curioso es que en todas las lenguas romances se haya producido exactamente del mismo modo, lo que demuestra que su modo de pensar y sus clasificaciones psicológicas coincidían, alejándose, por lo visto, de la mentalidad latina.

Por otro lado nos encontramos con constantes incongruencias, ya que si buscamos en un diccionario etimológico de la lengua española la palabra espada, nos da su origen en el latín SPATHA que a su vez viene del griego SPATHE. Sin embargo los romanos (los que hablaran latín) decían GLADIUS (espada corta de doble filo), ENSIS (arma de guerra), PUGIO (puñal o daga) o SICA (puñal o daga). Un caso paradigmático de incongruencia es la palabra esclavo. Dicen los diccionarios etimológicos que procede del latín SCLAVUS. El diccionario Larousse da la etimología siguiente: «vient du latín médiéval SCLAVUS de SLAVUS (Slave)» y añade una explicación sobre el hecho de que los germanos habían reducido a muchos eslavos a la esclavitud. La evolución etimológica se hace a través de una complicadísima evolución que comporta la misteriosa aparición de un sonido [k] no etimológico en todas las lenguas, porque esclavo en alemán es sklave, en catalán esclau, francés esclave, en 113

italiano schiavo. ¿Cómo es posible algo tan increíblemente excepcional? ¡Todas las lenguas añadieron el mismo sonido no etimológico! Y, curiosamente, ¡lo hacen todos en la Edad Media! La lástima es que en latín esclavo se llamara SERVUS, por lo que la explicación raya el ridículo. Además y por desgracia, la esclavitud es bastante más vieja: ¡no se esperó a la romanización para designarla!

El diccionario Larousse, como tantos otros, recoge una etimología popular que es resultado de un parónimo, es decir, un error producido o inducido por una semejanza meramente auditiva. Por suerte, la auténtica etimología de la palabra esclavo no tiene nada que ver con los eslavos. Ives Cortez da una explicación mucho más plausible: se trata de una palabra compuesta por ESC-LAVE donde EX es un prefijo (el mismo que usamos para referirnos a ex marido, ex ministro) y LAVE es un lexema relacionado con LABOR, sinónimo de trabajo que incluye un matiz semántico de trabajo digno. El esclavo era la persona excluida del trabajo digno y obligado a efectuar los trabajos más ingratos. Latín clásico

líquida + cons. + vocal LCV

SLABO (S + LA + VO)

Falsa etimología VL#C[k]LV#CV

ES + [k] LA + VO [es ’kla βo]

Etimología

Prefijo EX + LABOR EX + LABOR

[la’βor] ≠ [‘la βo]

Deseamos añadir dos observaciones que nos hacen aceptar la etimología de Ives Cortez como correcta:

114

• Hemos de tener en cuenta lo explicado sobre el acento: en latín no existían las palabras agudas. De este modo, al latinizarla, la palabra [la’βor] se convierte en llana [‘la βo].

• El cambio de acento latino debería haber forzado el cambio en la estructura silábica. Sin embargo no es así, todas las lenguas mantienen un acento interno sobre la primera sílaba, lo que demuestra se trata de un prefijo (EX).

El léxico es la parte de la lingüística comparada que más ampliamente se ha estudiado. Es además la parte más volátil de una lengua, puesto que a cada época histórica le corresponde un movimiento masivo de léxico de determinados campos semánticos. Y sin embargo los cambios léxicos no siempre siguen una lógica. Por ejemplo por qué decimos caballo y no EQVVS, y sin embargo para la hembra hemos mantenido en castellano yegua, en catalán euga, en rumano iapă, en sardo èbba, y en portugués égua. Además, algunas de las palabras abandonadas por los romances volvieron a tomarse prestadas del latín clásico muy a posteriori, de modo que combinamos palabras de distintos orígenes y en distintas fases de evolución. Siguiendo con el ejemplo anterior, ¿por qué montar a caballo se llama equitación?

Emplazamos a futuros estudios para un análisis más detallado del léxico. En el presente trabajo nos centramos en las ausencias más significativas. Porque si las lenguas romances derivasen del latín, no se entiende que no copiaran el rico y preciso sistema de conjunciones del latín clásico. No obstante, es una constatación indiscutible que las partículas gramaticales básicas del latín no se encuentran en los romances. No tenemos ni rastro de las estructuras introducidas por las conjunciones: ac, an, at, autem, cum, donec, enim, ergo, etiam, etsi, haud, igitur, ita, nam, postquam, quidem, sed, sive, tamen, ut, utrum, y vel. Lo veremos con mayor detalle al hablar de morfología.

115

Toponimia La toponimia u onomástica geográfica es una disciplina que estudia la etimología de los nombres propios de lugar. Se la ha llamado la arqueología de la lengua, porque en la toponimia «fosilizan» las lenguas antiguas. Los topónimos no cambian fácilmente, seguramente porque la geografía juega un importante papel mnemotécnico. Cada vez es más evidente que muchos topónimos constan de formantes que describen la topografía del lugar, y ello permite redescubrir vocablos desaparecidos de las lenguas actuales. No obstante, si en la etimología se han producido tantos errores debidos a que no se había cuestionado una filiación directa del latín, el caso de la toponimia merece un libro aparte. Porque hasta la fecha, únicamente se aceptaba que un vocablo era prerromano si no existía su equivalente en latín. Cualquier parecido se interpretaba como latinización.

Así que sólo mencionaremos un caso para que sirva de ejemplo. Según el filólogo Joan Coromines, autor del monumental Diccionari Etimològic i Complementari de la Llengua Catalana, el nombre de Vallirana deriva del latín VALERIANA. Otras etimologías lo hacen derivar del nombre latino VALERIUS. Sin embargo, en vasco HARAN significa valle, elemento que encontramos en otros topónimos situados en Cataluña como la Vall d’Aran. Vallirana está situada entre montañas, en el valle que transcurre entre las Penyes del Rovira y la Serra Corredera, en el macizo del Garraf. ¿Podría ser que su etimología no tuviera nada que ver con la valeriana porque estuviera compuesta por una duplicación de VALL-ARANA? Quede aquí la propuesta.

116

Morfosintaxis

S

i en los capítulos anteriores hemos expuesto múltiples razones que defienden la hipótesis de que las lenguas romances no derivan del latín y que la relación no puede ser de filiación, cuando entramos en los campos de la morfología y de la sintaxis las razones adquieren tal magnitud que resultan abrumadoras. Desaparecen los morfemas y los nexos que establecen las correlaciones sintácticas. No hay continuidad, sino una auténtica rotura que se explica como una regresión. Y sin embargo este «retroceso» es coincidente en todos los romances. ¿Cómo es posible que, si el Imperio se disgrega, las soluciones sean convergentes?

En gramática histórica se explica que el latín vulgar «perdió» elementos gramaticales y se retrocedió a la parataxis, es decir, se volvió al estado primitivo de una lengua que utiliza las oraciones simples o a la composición elemental por coordinación o yuxtaposición. La regresión fue de tal magnitud que los hablantes hubieron de recurrir al lenguaje no verbal, a los gestos, para entenderse. Hicieron 117

falta siglos para alcanzar de nuevo la hipotaxis, que es el estado de desarrollo de una lengua que permite cualquier tipo de relación inter-oracional. Esto se explica en los libros de texto de las escuelas y universidades con total seriedad. No se dan cuenta de que describen la lengua oral a partir de un registro escrito efectuado en otra lengua, en este caso del latín, una lengua muerta que no hablaba nadie y que por lo tanto se conocía poco y se escribía mal. Decir que los hablantes dejaron de utilizar los recursos gramaticales, sería casi como argumentar que el inglés, que no tiene modo subjuntivo, no puede formar oraciones subordinadas… La separación entre fonética, morfología y sintaxis a veces no es fácil de establecer debido a que los morfemas pueden estar compuestos por un único fonema que nos dé la información sintáctica. Por eso cuando se nos dice que fue la pérdida de las consonantes finales (apócope) la que afectó el sistema de morfemas que aportaban toda la información sintáctica (las declinaciones) hasta el punto de obligar a la lengua a efectuar un cambio radical en el modo de marcar la relación entre palabras, nos entra una especie de desesperación existencial sólo con imaginar la situación de caos que sufrieron los hablantes del mal llamado latín vulgar… ¡Y supuestamente eso duró cuatro siglos!

Como hemos intentado mostrar a lo largo de este trabajo, las lenguas no funcionan así. No puede «perderse» información básica que conlleve confusión semántica. Si los hablantes estaban tan preocupados porque la eliminación de las consonantes geminadas originó un número creciente de oclusivas sordas y por eso las sonorizaron; si fuese verdad que las sonoras se aproximaron, y que de todo este esfuerzo que sobrepasa los conocimientos gramaticales de cualquier ciudadano de a pie, resultara que, IN MEDIAS 118

RES, las consonantes acabaran desapareciendo creando una auténtica confusión al caer las desinencias causales… ¡Pues vaya frustración!, ¡habría sido un esfuerzo totalmente inútil! Desde luego es un argumento difícil de defender, porque ¡ningún pueblo favorecería una tendencia que creara tamaña confusión!

Nosotros estamos convencidos de que las cosas sucedieron al revés. El ensordecimiento o desaparición de las desinencias causales sólo podía producirse en una lengua en la que la oposición no fuera necesaria, porque en caso contrario se habrían mantenido, como sucede en alemán o en griego que todavía declinan los sustantivos. De acuerdo con los universales lingüísticos establecidos por Greenberg, el orden de los constituyentes de la oración marca la tipología textual de las lenguas por lo que no es algo que pueda modificarse a la ligera. Las pautas de variación posibles son muy limitadas.

En los libros de gramática histórica se indica que el cambio lingüístico en morfología se produce por analogía, ya que la tendencia a suprimir los sistemas improductivos o menos utilizados actúa como modelo inductor. De este modo, se nos dice, se tiende a un único modelo regular. La realidad, no obstante, nos muestra que sucede lo contrario: cuanto más se utiliza un verbo, más posibilidades tiene de que tenga un paradigma irregular por lo que difícilmente puede actuar como inductor. Así vemos que el verbo castellano ir y sus equivalentes catalán anar, francés aller e inglés go, son, en todas las lenguas, verbos irregulares. Lo mismo sucede con los verbos ser, estar y haber. Sirva de ejemplo la lista de verbos irregulares ingleses que debe memorizarse al estudiar esta lengua, porque son los más utilizados y la formación del pasado y del participio no sigue un patrón que pueda justificarse por el principio de analogía. Además la gramática 119

chomskiana ha demostrado que la analogía no es el motor de adquisición del lenguaje, porque frases con estructuras parecidas que deberían ser posibles si sólo dependieran de la analogía, son imposibles. En algún nivel actúa un principio bloqueador selectivo que marca las relaciones posibles e imposibles entre los elementos gramaticales.

Otra reflexión, ya apuntada al comentar el acento, es el mantenimiento del acento interno en las palabras compuestas. Esta característica podría ser consecuencia de un sustrato de lengua aglutinante o composicional que formara nuevas palabras mediante la suma de elementos significativos. Esto explicaría tanto por qué no triunfó el sistema flexivo causal del latín como esa tendencia tan sorprendente al uso de las perífrasis, que no puede explicarse mediante el principio de economía de las leyes de la lingüística. Algunos de los principales cambios son:

• La morfología del latín es de tendencia sintética: las palabras se flexionan con desinencias (morfemas causales que se añaden a la raíz) que aportan toda la información morfosintáctica. El latín tiene por tanto una morfología flexiva que crea un paradigma nominal (declinaciones) y verbal (conjugaciones). • Las lenguas románicas prefieren las construcciones analíticas. El paradigma nominal se reduce al número. La función sintáctica se indica con:

o El uso de partículas independientes (preposiciones, conjunciones) o La concordancia:

§ Concordancia en número y persona entre sujeto y verbo.

120

§ Concordancia en género y número entre artículo o determinante, adjetivo y nombre.

o Un orden fijo de los constituyentes.

• El paradigma verbal se mantiene pero con cambios importantes: uso preferente de tiempos compuestos, perífrasis, locuciones…

Deseamos hacer una reflexión. La morfología derivativa de nuestros romances se basa en la unión de un radical o morfema derivativo (afijo) a un nombre o lexema que le otorga el matiz semántico (raíz). Los sufijos derivativos sobrepasan de largo el centenar y además de ser muy productivos, añaden matices significativos: acciones, resultados de las acciones, nombres colectivos, oficios, diminutivos, aumentativos, tendencias, actitudes, etc. Tienen además la capacidad de cambiar la categoría gramatical de las palabras. Todo ello nos hace pensar que se trata de antiguos morfemas léxicos que provienen de una antigua lengua de carácter composicional o aglutinante. Veamos un ejemplo: Norma

sustantivo

Normal (norma + al)

adjetivo

Normalmente (normal + mente)

adverbio

Normalizar (normal + iz + ar)

verbo

Lexema o raíz

Si al sustantivo se le añade el afijo que tiene el significado de «cualidad de», obtenemos normal, un adjetivo. Por lo tanto el afijo convierte los nombres en adjetivos. Si al adjetivo normal se le añade el afijo léxico mente, obtenemos un adverbio.

Si al adjetivo normal se le añade el infijo que contiene un matiz semántico de plural, la cualidad de normal abarca a más objetos y personas. Este infijo convierte los adjetivos en verbos. 121

¿Qué información nos está dando esta tabla de ejemplo? Hay un modelo de funcionamiento interno de la lengua que sigue unos parámetros composicionales, los cuales determinan las categorías gramaticales. A partir de unos lexemas que el hablante conoce y a partir de un número limitado de afijos, se crean nuevas palabras de categorías distintas. Por otro lado, las palabras tienen asociada una estructura argumental que rige el régimen de los complementos (elementos sintagmáticos). Con el tiempo y el uso hemos «olvidado» que estos afijos tenían un significado, hemos lexicalizado las nuevas palabras derivadas como si se tratara de unidades independientes, cuando están compuestas por formantes composicionales. Lo demuestra el hecho de que sean tónicos y puedan alterar el acento, la categoría gramatical o incluso el género de la palabra si es un sustantivo. ¿Por qué no se ha estudiado más a fondo este tema? Porque se aceptaba sin cuestionar que todo aquello que coincidía o podía más o menos coincidir con el latín, derivaba del latín. Y si no se parecía, se intentaba explicar la evolución a través de cambios sucesivos, resultado de la degeneración. Y sin embargo, el infijo existe en vasco. Por ejemplo el verbo IZAN con objeto plural toma el infijo y la tercera persona del plural toma además una . ¿Casualidad?

Sea cual sea la lengua madre de la que derivan nuestros romances, debería tener un fuerte carácter composicional. Cuando relacionemos la morfología «fosilizada» en nuestro vocabulario actual con las lenguas antiguas anteriores a la llamada romanización, descubriremos de dónde proceden los romances. Vamos a analizar, muy brevemente, los cambios que encontramos entre el latín y los romances respecto a las distintas categorías gramaticales, a su forma y formación (morfología) y su función dentro de la frase (sintaxis). Describimos únicamente las diferencias que separan los romances del latín. 122

Generalidades morfológicas en las formas flexivas • Proliferación de la composición con el añadido de sufijos, a veces repetitivos. • Desaparición del género neutro.

El latín tenía tres géneros: femenino, masculino y neutro. El género neutro existe también en griego, en alemán y en ruso. Sin embargo las lenguas romances presentan únicamente oposición masculino – femenino.

123

Sustantivos •

Desaparición de las declinaciones.



Unificación en la formación del plural.

• •

Incorporación de preposiciones para las funciones sintácticas.

Inexistencia del género neutro.

Como ya hemos comentado anteriormente, la gramática histórica explica que fueron los cambios fonéticos los que provocaron la pérdida de los sufijos causales. Al principio se produjo una disminución del número de formas diferenciadas, pasando el número de casos de cinco a tres (nominativo, acusativo-ablativo, genitivo-dativo). En el francés y el catalán antiguos (s. XII-XIII) se ha constatado una oposición de dos casos (recto/oblicuo). De hecho, todavía hoy en día en catalán podemos encontrar concordancia entre el verbo y el complemento directo (CD) en oraciones del tipo: Jo m’he menjat la poma (yo me he comido la manzana), pero: me l’he menjada (*me la he comida). Esta concordancia entre verbo y complementos se produce también en el euskera. En algunas variedades retorrománicas se mantuvieron restos de declinación hasta el siglo XVIII. Finalmente, la mayoría de lenguas romances prescindió completamente de las declinaciones latinas. En la actualidad sólo el rumano conserva oposiciones de caso.

Respecto al número, en latín el plural variaba según cada declinación. En los romances occidentales la marca de plural es el sufijo . Sin embargo al sur y al este de la línea La Spezia–Rimini, la distinción se hace mediante el cambio de la vocal final i/e, al igual que en italiano y rumano contemporáneos. 124

Adjetivos •

Sustitución de las formas analíticas de los grados comparativo y superlativo de los adjetivos por una estructura perifrástica.

Los grados sintéticos comparativo y superlativo del latín (también presentes en otras lenguas indoeuropeas, como el inglés), no existen en las lenguas romances que usan una construcción analítica para ambos grados que sigue el esquema es más X que o el más X de. Sólo se conservan los comparativos sintéticos mejor, peor, mayor, menor y algunos cultismos como óptimo y pésimo.

Los superlativos en grado máximo se forman de modo sintético añadiendo el sufijo –ísimo a la raíz del adjetivo calificativo. Aunque generalmente pueden formarse de modo sintético prácticamente todos los adjetivos, hay algunos de irregulares o sólo de uso culto. La perífrasis añadiendo el adverbio de cantidad muy X es la construcción más utilizada en el habla.

125

Pronombres •

Incorporación de las preposiciones.



Incremento de formas: pronombres átonos (clíticos).



Distinción entre tuteo y voseo.



Pronombres hi y en.

Los pronombres latinos se declinaban y no se acompañaban con preposición. Todos los romances coinciden en la incorporación de las preposiciones a las formas plenas de los pronombres para indicar la función sintáctica.

Una de las grandes diferencias respecto al latín, es la gran diversidad de formas pronominales según estas sean tónicas o átonas. Cuando no presentan preposición, los pronombres átonos funcionan como complemento verbal que puede tomar forma clítica, es decir, se pronuncian ligados al verbo. Pueden ser proclíticos (formas que anteceden al verbo) o enclíticos: (formas pospuestas al verbo): •

La colocación delante o detrás del verbo no es libre, sino que está sujeta a normas.



El orden no es libre y se somete a normas. CD + CI + CC o C Prep.29





Un mismo verbo puede llevar dos y hasta tres pronombres clíticos, que se anteponen o posponen al verbo siempre en bloque.

Los pronombres enclíticos se unen gráficamente, o no, al verbo que acompañan según el tiempo verbal y variando en las distintas lenguas.

29 CD complemento directo; CI complemento indirecto; CC complemento circunstancial; C Prep. complemento preposicional; CRV complemento de régimen verbal.

126

En castellano se escriben como una sola palabra cuando los pronombres siguen a un infinitivo, a un gerundio, al imperativo y al presente de subjuntivo. En catalán y en francés, las elisiones vocálicas permiten un uso mucho más extenso de los enclíticos que presentan una gran variedad de formas elididas.

Además, en catalán existen dos pronombres: en y hi, que se utilizan en la sustitución pronominal de sintagmas circunstanciales o indefinidos.

• El pronombre en sustituye un sintagma nominal indefinido en función de CD o un complemento CRV cuando está introducido por la preposición de.

• El pronombre hi sustituye un sintagma nominal en función de complemento CRV cuando está introducido por las preposiciones /a, en, amb, per/. También sustituye los complementos circunstanciales, (sintagmas adverbiales y sintagmas preposicionales) y el complemento predicativo.

En expresiones que indican movimiento, se utilizan con enorme frecuencia para sustituir nombres de lugar: Vaig a Barcelona > jo hi vaig (en castellano: voy a Barcelona > *yo voy). Y al cambiar la preposición: Vinc de Barcelona > jo en vinc (en castellano: vengo de Barcelona > *yo vengo). Estos pronombres no existían en latín y son intraducibles al castellano, porque carece de ellos, pero los encontramos en francés. También existe una correlación similar en griego.

El voseo es un tratamiento de cortesía o de respeto. Se documenta desde muy antiguo, en el siglo IV d. C. y presenta alternancias entre los pronombres y las formas verbales. Consiste en sustituir el tuteo o trato de confianza dirigido a una segunda persona del singular (tú) para dirigirse a ella 127

con una fórmula de respeto como si fuera la tercera persona del singular (usted) o con la segunda persona del plural (vos). Las fórmulas de tratamiento han ido cambiando a lo largo de la historia y su uso varía según los países. En España, actualmente es común la utilización del pronombre usted, utilizado como fórmula de respeto y ante desconocidos. Debe repetirse con mucha más frecuencia, porque al utilizar las formas verbales de la tercera persona, se crea ambigüedad semántica respecto al referente. En España el pronombre vos se reserva a actos solemnes. En catalán su uso, muy restringido, se reserva para ocasiones en las que no se desea distinguir entre singular y plural porque se desconoce el destinatario. Por el contrario, en países hispanoamericanos el voseo está muy extendido y es ampliamente utilizado. Presenta formas y usos distintos según los países, afectando la conjugación verbal. El pronombre vos coexiste como forma de confianza y el usted es la forma de respeto. La distinción entre tuteo y voseo, tan presente en los romances, era inexistente en latín. Tampoco el inglés tiene este tratamiento distintivo.

128

Determinantes • Reducción y reestructuración de los pronombres demostrativos. • Uso del artículo definido e indefinido.

El latín poseía un amplio inventario de demostrativos. Había los deícticos que relacionan el mensaje con las circunstancias del enunciado, equivalentes a nuestros: este, ese y aquel. Disponían además de demostrativos gramaticales y de identidad que servían para referirse a objetos o personas mencionadas con anterioridad en el discurso, bien fuera para relacionarlas con su antecedente o para oponerlas a otras distintas de las mencionadas. Los romances mantienen los demostrativos de espacio en modo ternario. En otras lenguas, como en inglés, el sistema es binario (this, that). Para el resto de funciones deícticas, los romances utilizan los pronombres. El latín no tenía artículo, ni definido (el, la, los, las, lo) ni indefinido (un, una, unos, unas). Sin embargo el artículo está presente en todas las lenguas romances. El uso del artículo definido presenta mayor frecuencia en francés, le sigue en uso el catalán y, en menor grado, el castellano, que tiende a reemplazarlo por un posesivo o a eliminarlo. castellano

Ha venido mi padre

catalán

Graduamos sus gafas

Li graduem les ulleres

Conozco a Marta

Conec la Marta

Ha vingut el pare

Respecto al artículo indeterminado, en los romances su uso es extensivo acompañando al sustantivo. En latín clásico se usaba el adjetivo numeral UNUS pero sólo con el valor indefinido de alguno.

129

Mientras la mayoría de las lenguas romances sitúan el artículo antes del nombre, el rumano lo sitúa después, por ejemplo lupul (el lobo) y omul (el hombre). Un apunte para el euskera. El vasco sitúa los determinantes (mostrativos, cuantificadores definidos e indefinidos) como deíctico a la derecha del nombre. El equivalente al artículo sería para el singular y para el plural. Sólo dejar constancia de que, una vez más, los romances parecen acercarse más al griego ya que éste posee artículos determinados equivalentes a los castellanos.

130

Verbos • Uso preferente de las construcciones perifrásticas frente a las sintéticas. • Reestructuración de los tiempos verbales.

• Reestructuración y disminución de uso de la voz pasiva. • Desaparición de los verbos deponentes. • Reducción de las formas no personales.

• Verbos auxiliares: SER, ESTAR y HABER.

• Inexistencia de las construcciones de ablativo absoluto. • Inexistencia de las oraciones de infinitivo.

Las formas verbales en latín se distribuían en tres temas distintos, el presente (tiempos presente, imperfecto y futuro en los modos indicativo y subjuntivo), el perfecto (perfecto y pluscuamperfecto en los modos indicativo y subjuntivo) y el supino. Esta distribución morfológica no tiene equivalente en los romances que forman sus tiempos a partir de la vocal temática con sufijos temporales, modales y desinencias personales dividiendo los tiempos en simples y compuestos. Estos cambios morfológicos acusan una diferencia acentual, a nivel fonético. Se produce, además, una reestructuración profunda del sistema de tiempos verbales en base a una distinta noción del tiempo, es decir, han modificado su valor con un desplazamiento léxico-semántico. Y finalmente, cambia la correlación y uso de tiempos verbales entre la oración principal y las subordinadas, por lo que también hay diferencias a nivel sintáctico. En resumen, los verbos del latín y de las lenguas romances presentan diferencias de base en los cuatro niveles gramaticales: fonético, morfológico, léxicosemántico y sintáctico.

131

A nivel morfológico, uno de los cambios importantes es el futuro analítico de tipo DICAM o CANTABO, que en los proto-romances se forma con perífrasis a partir del infinitivo DICERE HABEO y CANTARE HABEO, origen de las formas actuales diré y cantaré.

Otro de los cambios es que no existía en latín clásico el tiempo condicional. La explicación dada por la gramática histórica es que se forma con perífrasis a partir del infinitivo mediante formas como CANTARE HABEBAM, que evolucionaron hasta formar cantaría. De nuevo la pregunta es ¿cómo fueron capaces las lenguas románicas de converger, todas ellas, en una solución tan original? Hubieran podido elegir cualquier otra opción, como el inglés, lengua que coincide de nuevo con el latín en la ausencia del tiempo condicional y que ha desarrollado un complejo sistema conocido como «modal verbs» para expresar hasta tres grados de condición: verdadero, posible e hipotético. Las diferencias en el paradigma verbal respecto al latín no se limitan a la aparición de nuevos tiempos verbales, al cambio del valor temporal de algunas formas y al uso de perífrasis en lugar de formas sintéticas. También se alteran y siguen patrones distintos las correlaciones sintácticas entre la oración principal y las subordinadas: •

132

En latín la correlación de tiempos dependía de la acción expresada en la oración subordinada respecto a la de la acción principal.

- Presente/futuro: si la acción de la subordinada sucedía en relación de simultaneidad se utilizaba el presente; si la acción expresaba anterioridad, se utilizaba el perfecto; si la acción no había sucedido, y por lo tanto la relación era de posterioridad, se usaba el presente de la perifrástica activa.

- Pasado: si la acción de la subordinada sucedía en relación de simultaneidad se utilizaba el imperfecto; si la acción expresaba anterioridad, se utilizaba el pluscuamperfecto; si la acción no había sucedido, y por lo tanto la relación era de posterioridad, se usaba el imperfecto de la perifrástica activa.

Es decir, se fijaba el tiempo verbal de acuerdo con un tiempo relativo a la acción principal y no de un modo absoluto respecto al tiempo real.

• En castellano, la oración principal se expresa en modo indicativo y la subordinada en modo subjuntivo. Además, cada situación temporal exige una correlación específica de tiempos verbales, por ejemplo: Oración principal

Presente ind.

quiero

Pret. Impf. ind.

no esperaba

Futuro Impf. ind. esperaré Pret. Perf. ind. Pret. Indef.

Pret. Plusc. ind.

Oración subordinada

Presente subj.

que vengas

Pret. Impf. subj.

que vinieras

Presente subj.

hasta que llegues

Pret. Impf. subj.

que fuera tan tarde

me ha gustado Pret. Perf. subj.

que hayas ido

no me había parecido

que se hubiera enfadado

no creí

Pret. Plusc. subj.

Las formas simples de la voz pasiva latinas eran sintéticas y se formaban a partir de los mismos temas de la voz activa pero con desinencias especiales. Formas como AMABATUR o APERIUNTUR tuvieron como equivalentes en proto-romance las formas perifrásticas AMATUS ERAT y SE APERIUNT. Por otro lado, la pasiva, tan abundante en latín como en inglés, es una formación menos presente en los romances que, además, no contemplan ni un solo verbo deponente. El latín disponía de las siguientes formas no personales del verbo:

133

• • •

6 formas de infinitivo: presente, pretérito y futuro, voz activa y voz pasiva. 3 formas de participio: presente, pretérito y futuro. 1 gerundio que se declinaba en cuatro casos.

Una de las maneras que tenía el latín de crear construcciones subordinadas era mediante el uso de las oraciones de infinitivo con verbo en acusativo, estructura que no se encuentran en los romances pero sí en el inglés y de las que ya hemos hablado en el capítulo Similitudes entre las lenguas romances. Otra de las estructuras características era el ablativo absoluto, un participio en ablativo que equivalía a una subordinada adverbial. En los romances, las formas no personales se reducen a un infinitivo presente, un participio pasado y el gerundio.

Respecto a los verbos auxiliares, el latín utilizaba el verbo ESSE. Nosotros utilizamos el verbo SER para formar la voz pasiva. Para la voz activa utilizamos el verbo HABER. En catalán disponemos de los verbos auxiliares ser (uso arcaico), estar, ir (formación del pretérito perfecto perifrástico), también utilizado en francés.

Las lenguas romances disponen de una elevada combinación de perífrasis verbales: modales (obligación, necesidad, probabilidad), aspectuales (incoactivas, durativas, reiterativas).

Finalmente, deseamos hacer un apunte sobre el verbo en euskera, cuyo paradigma es de gran complejidad. Tiene formas personales e impersonales, simples y compuestas con varios verbos auxiliares que presentan gran número de irregularidades. Hay seis modos: indicativo, imperativo, condicional, potencial, supositivo y votivo. La forma habitual es la conjugación pasiva aunque también hay conjugación

134

transitiva e intransitiva. No hay caso acusativo porque el complemento directo funciona como sujeto: esta relación se llama ergativa. Un dato importante es que, aunque existen en vasco algunos verbos sintéticos, la mayoría utiliza formas perifrásticas (participio del verbo conjugado más la forma del verbo auxiliar). El verbo vasco viene a ser un sumario de todos los nombres de la oración y contiene en su propia forma una referencia al CD y al CI. Además utiliza posposiciones que pueden colocarse tras la raíz y después de la terminación de los casos. Esta adscripción a los casos gramaticales evita la ambigüedad, lo que permite gran libertad en el orden de los elementos: Antonio cogió el bastón y saludó a los amigos

Andonik hartu zuen makila Makila hartu zuen Andonik Hartu zuen Andonik makila Eta agurtu zituen lagunak Eta lagunak agurtu zituen Eta zituen lagunak agurtu

135

Formas no flexivas: preposiciones, adverbios y conjunciones En las lenguas romances occidentales hay tres categorías gramaticales cerradas. Se llaman así porque los recursos lingüísticos de la composición y la derivación no permiten la creación de nuevos elementos. Además no poseen flexión, es decir, son inmodificables, no presentan variación formal ni alternancia de género, número, persona, tiempo ni ninguna otra de las variables que caracterizan a las otras cinco categorías gramaticales flexivas: nombres, adjetivos, pronombres, determinantes y verbos. Las tres categorías cerradas son: § Adverbios

§ Preposiciones § Conjunciones

Las palabras de estas categorías son funcionales, dan sentido al texto más que las palabras que le aportan el contenido. En cierto modo, son las palabras básicas de la lengua y por esta causa no se pueden modificar. Los conectores aportan información del funcionamiento interno del lenguaje y, por lo tanto, de la mente. La preferencia de los romances por las soluciones perifrásticas y las locuciones en detrimento de las construcciones analíticas, ha de ser significativa. No puede explicarse satisfactoriamente a partir del latín y merecería estudios en profundidad.

De acuerdo con el profesor Mark Pagel y con lo que hemos expuesto en el capítulo La lentitud del cambio lingüístico, son precisamente las palabras utilizadas con mayor frecuencia las que menos se transforman, pudiendo perdurar, con muy pocas modificaciones, a lo largo no ya de siglos, sino de milenios. En la lista incluida en el mencionado capítulo hemos 136

visto que las palabras más resistentes al cambio eran algunos determinantes y los adverbios. Las categorías funcionales se emplean con mucha más frecuencia que las categorías léxicas. Por lo tanto, resulta realmente sorprendente que, tratándose de las categorías más resistentes al cambio, sean las que más se alejan del latín. En las tres categorías cerradas: adverbios, preposiciones y conjunciones, no existe relación de continuidad entre el latín y las lenguas romances. A pesar de que deberían ser las más estables, no existen equivalencias formales. Si el latín fuera la lengua madre de los romances, debería haber transmitido sus nexos y conectores a las lenguas hijas. Sin embargo lo que encontramos es una rotura total.

137

Los adverbios • Inexistencia de los adverbios en y en .

• Adverbios modales en con formación perifrástica de grado.

• Paradigmas diferenciados para los adverbios de lugar, de tiempo, de cantidad, de afirmación y negación y de interrogación.

Los adverbios constituyen una categoría invariable y generalmente cerrada. Son especificadores del verbo, del adjetivo o de otro adverbio. Pueden formar proposiciones intransitivas. Nos encontramos ante una categoría gramatical que ha experimentado un cambio radical en relación con el latín. En latín, gran parte de los adverbios modales se formaba a partir de los adjetivos. Los de tres terminaciones añadían la desinencia y los de dos y una terminaciones la desinencia . adjetivo TIMIDUS FORTIS

adverbio TIMIDE FORTITER

Funcionaban como adverbios el acusativo neutro singular de algunos adjetivos como MULTUM (mucho) y PAULUM (poco), el ablativo neutro singular como FALSO (falsamente) y otras formas en , y . Los grados comparativo y superlativo de los adverbios se formaba, igual que con los adjetivos, de modo sintético añadiendo y : adjetivo

adverbio

comparativo

superlativo

sabio

sabiamente

más sabiamente

muy sabiamente

DOCTUS

138

DOCTE

DOCTIUS

DOCTISSIME

Las lenguas romances no usan las desinencias adverbiales latinas. Todos los romances, el español, el catalán, el francés, el provenzal, el italiano han aplicado un criterio idéntico para la formación de los adverbios modales añadiendo al adjetivo. La explicación oficial es que los romances, abandonadas las desinencias latinas, se vieron forzadas a inventar otra solución. De nuevo llama la atención que los romances fueran tan poco originales e «inventaran» una construcción idéntica.

Los adverbios de lugar se formaban en latín con la suma de un pronombre interrogativo (UBI, QUO, UNDE, QUA) y un demostrativo (HIC, IDEM, IS, ISTE, ILLE), un relativo (QUI) o un indefinido (QUICUMQUE, ALIQUIS, ALIUS). Es decir, según la situación del hablante, la relación de lugar podía indicar lugar donde uno se encuentra UBI, lugar hacia a donde va QUO, lugar de donde viene UNDE y lugar por donde pasa QUA, siendo esta persona o cosa el sujeto referido a primera persona HIC (éste), referido a segunda persona ISTE (ése) o referido a tercera persona ILLE (aquél). Todo esto podía complicarse si nos referíamos a algo anteriormente mencionado IS (éste) + UBI (donde) daba la forma IBI (allí donde dijimos). Ponemos sólo un ejemplo para ilustrar esta complicada correlación: ISTE ése

UBI + ISTE = ISTIC

ahí (donde estás)

QUO + ISTE = ISTUC

ahí (hacia donde estás)

UNDE + ISTE QUA + ISTE = ISTINC = ISTAC de ahí (de donde estás)

por ahí (por donde estás)

Afortunadamente no existe en los romances nada parecido, porque a estas alturas ya no sabríamos si íbamos o volvíamos de cualquier parte (UNDECUMQUE). 139

Los adverbios de tiempo, con pocas excepciones como HODIE (hoy), HERI (ayer), ANTE (anteriormente), POSTEA (después), tampoco tienen parangón en los romances. Veamos sin embargo qué sucede si los comparamos unos con otros: LATIN

castellano mañana

catalán demà

francés

demain

italiano

CREBRO

a menudo

sovint

souvent

spesso

mucho tiempo

molt de temps

longtemps

molto tempo

lung timp

ETIAM

además

a més a més

en outre

ulteriore

de asemenea

MOX

pronto

aviat

bientôt

presto

în curând

NUNC

ahora

ara

maintenant ora

NUPER

hace poco

fa poc

récemment

en otro tiempo

temps enrere autrefois

CRAS DIU

OLIM

domani

rumano

mâine de multe ori

acum

recentémente

recent

una volta

mult timp în

inmediatatot seguit mente

tout de suite

inmediataimediat mente

RURSUS

de nuevo

de bell nou

encore

di nuovo

SAEPE

a menudo

sovint

souvent

spesso

SEMEL

una vez

una vegada

une fois

una volta

STATIM

enseguida

tot seguit

aussitôt

inmediataimediat mente

TANDEM

finalmente per fi

enfin

finalmente final

alors

allora

PROTINUS

TUM-TUNC entonces

140

llavors

din nou de multe ori o data

atunci

Los romances muestran una tendencia a la composición, a las perífrasis adverbiales y a la lexicalización de proposiciones adverbiales en las que pueden incluirse nombres, adjetivos y verbos. Se observan similitudes entre unas y otras lenguas, alternando las soluciones de modo parecido en uno u otro caso, pero siempre alejándose del latín. Por su parte el rumano no dispone de la construcción de los adverbios en . Respecto a los adverbios de afirmación y de negación, el latín no disponía de ningún adverbio que correspondiera a nuestro sí. Para contestar afirmativamente solía repetirse el verbo de la oración interrogativa (ver capítulo sintaxis) o utilizarse una afirmación del tipo: ITA, ETIAM

así

SALTEM

por lo menos

EQUIDEM

en verdad

IMMO

antes bien

VERO SANE

verdaderamente ciertamente

CERTO

SCILICET

seguramente sin duda

El adverbio no, que según Mark Pagel tendría unos 15000 años, existía en latín con la forma NON. La primera de las formas fue NE, que sólo se conservó en compuestos y como partícula interrogativa enclítica (ver sintaxis). Otro adverbio para la negación era HAUD que se utilizaba para negar no una oración sino una palabra concreta. Parece que dejó de usarse por su homonimia con AUT (conjunción o). Podían utilizarse para dar un sentido negativo a la frase los indefinidos NEMO (nadie), NIHIL (nada), NULLUS (ninguno) NEUTER (ninguno de los dos) y los adverbios de negación MINUS (no del todo), NUMQUAM (nunca), NUSQUAM (por ninguna parte), NEQUAQUAM (de ningún modo), NECUBI (en ninguna parte) y la negación enfática MINIME (nada en 141

absoluto). También había locuciones NEQUE…NEQUE (ni… ni), NE…QUIDEM (ni…ni tan solo), NON…IAM (no…que no).

Al contrario de lo que ocurre en castellano, en latín dos negaciones seguidas equivalían a una afirmación. El significado era distinto dependiendo del orden en que aparecieran los elementos: nemo non

todo el mundo

non nemo

alguno

numquam non

siempre

non nunquam

alguna vez

nihil non

nusquam non

todo

en todas partes

non nihil

non nusquam

algo

en algún sitio

En otros casos, el empleo de varias negaciones en una misma oración no daba lugar a una afirmación sino que tenía carácter enfático. De acuerdo con algunos gramáticos, la negación en latín respondía a criterios de expresividad mientras que en los romances tal empleo está gramaticalizado.

142

Las preposiciones Son una categoría invariable y cerrada. Existen preposiciones simples, compuestas y locuciones preposicionales. Su función es de transición o unión por lo que requieren un sintagma nominal. Las preposiciones átonas (a, con, de, en, por) tienen significado gramatical. Las preposiciones tónicas (las demás) tienen también significado léxico. Las desinencias causales latinas no podían expresar todas las relaciones de lugar y dirección, por lo que en latín también hubo necesidad de utilizar preposiciones. Eran partículas sintéticas con múltiples valores. Aunque siempre introducían complementos circunstanciales, unas regían acusativo y otras regían ablativo. Preposiciones de acusativo AD

ADVERSUS ANTE

a, hacia, cerca de, hasta, para

OB

ante, antes de, delante

PER

contra, hacia PENES

por, a causa de, ante

en poder de

Preposiciones de ablativo

A, AB

CORAM

por, a través de, durante, CUM por medio de

en casa de, junto a

POST

CIS, CITRA

de este lado de

PROPE

cerca de

PRAE

CONTRA

contra, frente a

PROPTER

a causa de

PRO

APUD

CIRCA, CIRCUM

alrededor de PRAETER

detrás de, después de

contra, excepto, además de

DE

E, EX

de, a partir de, desde, por

en presencia de

con

de, sobre, acerca de

de, saliendo de, según

en comparación con

delante, en lugar de, por, en defensa de 143

ERGA

EXTRA

INFRA

INTER

INTRA

IUXTA

para con

fuera de

debajo de

entre

dentro de

al lado de

a lo largo de, de SECUNDUM conformidad SINE con

SUPER

SUPRA

TRANS

ULTRA

VERSUS

sobre

por encima de

al otro lado de

más allá de

hacia

sin

Preposiciones Ac. y Abl.

IN (Ac)

en, a, hacia, contra

IN (Abl)

en

SUB (Abl)

debajo

SUB (Ac) debajo de

Muchas las reconocemos porque se han utilizado en la creación de neologismos y cultismos por lo que en los romances son formantes y no existen como preposiciones independientes. Por ejemplo, TRANS forma parte de la palabra transoceánico pero no podemos decir *hemos pasado trans Madrid, sino que decimos al otro lado de Madrid. De todas las preposiciones incluidas en la tabla superior, sólo una tercera parte tienen equivalencia en las lenguas romances. Es fácil apreciar la preferencia de nuestras lenguas por las locuciones preposicionales que combinan dos o más preposiciones junto a otras palabras. Hay muchas más pero sirvan de muestra: a falta de, en aras de, a juicio de, como consecuencia de, a bordo de, por espacio de, a efectos de, en cuanto a, sin opción de, etc. La particularidad de estas locuciones es el orden fijo de las palabras que las conforman, se han fusionado y tienen un significado único. Su función gramatical es, no obstante, la de conector de sintagmas y actúan exactamente igual que una preposición simple.

144

Conjunciones Son una categoría invariable y cerrada. Las conjunciones son los nexos que unen las oraciones compuestas, tanto si son coordinadas como subordinadas.

Uno de los temas más difíciles de explicar es por qué en las lenguas romances no existen los recursos latinos para establecer relaciones entre las distintas unidades significativas. Por ejemplo, de las múltiples conjunciones latinas utilizadas como nexos de coordinación, los romances sólo utilizan los siguientes: ET

i/y

AUT

o

NEC

ni

coordinación copulativa

coordinación copulativa negativa coordinación disyuntiva

¿Sólo tres conjunciones? ¡Con razón se ha etiquetado el proceso de pérdida por vulgarización! Porque el inventario total de conjunciones era enorme y presentaba matices semánticos complejos, correlaciones, diferentes grados de enfatización, algunas eran enclíticas, otras presentaban variación formal según si la palabra siguiente empezaba por vocal o consonante, o si precedían a una palabra acentuada…. Veamos en primer lugar las conjunciones latinas utilizadas para enlazar frases por coordinación: copulativas, disyuntivas y adversativas. Coordinación copulativa ET, AC, ATQUE, -QUE ETIAM, QUOQUE NEC, NEQUE NE… QUIDEM ET…ET CUM…TUM MODO…MODO TUM…TUM NEQUE…NEQUE NON MODO…SED ETIAM

y también y no ni… ni tan solo ya…ya no sólo…sino especialmente ya…ya ya…ya ni…ni no sólo…sino también

145

Coordinación disyuntiva AUT, VEL, -VE, SIVE, SEU

o, o bien

SED, AT, AUTEM, VERUM, VERO

pero

Coordinación adversativa TAMEN

sin embargo

Había además conjunciones para enfatizar una afirmación hecha en otra oración: Coordinación causal

NAM, NAMQUE, ENIM, ETENIM, QUIPPE

pues, puesto que, en efecto

E incluso había conjunciones copulativas ilativas o conclusivas que indicaban el efecto o la consecuencia de una afirmación anterior: Coordinación ilativa

ERGO, IGITUR, ITAQUE QUARE, QUOMOBREM PROINDE

así pues por ello, por lo cual por tanto

En cuanto a la relación subordinada, en las lenguas romances las oraciones subordinadas desempeñan un papel complementario equivalente a la función de un sustantivo, un adjetivo y un adverbio, por lo que suelen dividirse en oraciones sustantivas, adjetivas y adverbiales. Las equivalencias latinas coinciden claramente en el caso de las subordinadas adjetivas porque en ambos casos se utilizan los pronombres relativos. Es el único tipo de subordinadas que presenta una equivalencia perfecta.

Las subordinadas sustantivas podían formarse de diferentes maneras:

146

• Con una oración de infinitivo con sujeto en acusativo. • Con pronombres interrogativos directos.

• Como una oración interrogativa indirecta.

• Con las conjunciones: QUOD, UT, NE QUIN, QUOMINUS. • Sin conjunción, con verbo en subjuntivo.

El latín expresaba la subordinación adverbial por uno de los dos procedimientos siguientes, o por los dos simultáneamente: • Por el uso de una conjunción subordinante.

• Por el modo del verbo en subjuntivo o en infinitivo.

Podían utilizarse las mismas conjunciones subordinantes con distinta función y valor, ya que éste dependía del contexto. Sin embargo, en los romances sucede todo lo contrario, son las conjunciones las que indican si se trata de una oración subordinada temporal, comparativa, final, condicional, consecutiva, causal o concesiva. Las conjunciones latinas más utilizadas eran: Subordinación adverbial UT

como, cuando, que, porque, a pesar de que, aunque, de manera que…

QUOD

en cuanto a, sí pero, que, como que, a pesar de que, de modo parecido a…

CUM

cuando, como que

Estas conjunciones podían traducirse con muy distintos valores, dependiendo del contexto. Porque CUM podía ser una preposición de ablativo o una conjunción, con valor temporal (cuando) si el verbo de la oración subordinada iba en indicativo o formar una construcción conocida como CUM HISTÓRICO 147

si el verbo iba en subjuntivo (equivalente a un gerundio o un gerundio compuesto según se tratara de un verbo en imperfecto o en pluscuamperfecto). En cuanto a QUOD podía introducir una oración adjetiva de relativo, una subordinada sustantiva (que) o una adverbial causal (porque). Y en fin, una de las mayores dificultades de los estudiantes de latín es cómo traducir una oración introducida por UT…, porque en castellano puede equivaler a una subordinada sustantiva o a una adverbial temporal, comparativa, final, consecutiva o concesiva. ¿Cómo saberlo?, dependía del tiempo verbal, del tipo de verbo, de si en la oración principal había un demostrativo (pronombre o adverbio) en correlación con la conjunción… Lo importante es comprender que no se trata de que cambie una determinada conjunción o que una estructura concreta latina no tenga equivalente en los romances. Aquí lo que intentamos explicar es que todo el sistema está alterado, incluso las correlaciones temporales entre oración principal y oraciones subordinadas responden a una concepción gramatical distinta.

Por ejemplo, para expresar una finalidad, en castellano usamos para que (y otras locuciones equivalentes como a fin de que, con el objeto de que…). En latín, sin embargo, se podía expresar una finalidad de cinco maneras distintas: • UT + subjuntivo

• Supino en acusativo

• AD + gerundio en acusativo • QUO + comparativo

• Pronombre relativo + subjuntivo

Para una oración temporal podían utilizarse las siguientes conjunciones: 148

• UBI + verbo en indicativo (cuando)

• UT, SIMUL, AC, STATIM AC + verbo en indicativo (tan pronto como, luego que) • POSTQUAM + verbo en indicativo (después que)

• CUM + verbo en indicativo (cuando) o en subjuntivo (valor temporal con matiz causal) • ANTEQUAM, PRIUSQUAM + verbo en indicativo o en subjuntivo (antes que) • DUM, DONEC, QUOAD + verbo en indicativo (mientras que, hasta que) o en subjuntivo (valor temporal con idea de intención)

Las construcciones temporales también podían construirse con un participio.

El comportamiento de las conjunciones de los romances no se parece al de las latinas. Es completamente distinto. Además nuestros romances no contienen ni rastro de las estructuras introducidas por las conjunciones: ac, at, autem, cum, donec, enim, ergo, etiam, etsi, igitur, itaque, nam, ne quin, quidem, sed, sive, tamen, ut, vel.. ¿Por qué? Si se copió el léxico, ¿por qué no se copiaron los elementos relacionales? Precisamente son las tres categorías gramaticales invariables y cerradas las que son imprescindibles para estructurar correctamente la lengua. En los libros de gramática histórica de la universidad se intenta explicar esta significativa ausencia diciendo que los hablantes del latín vulgar (los mismos que perdían los casos y conjugaban mal los verbos) debido a su incapacidad para entenderse, llegaron a la parataxis, comunicándose con gestos: movían la cabeza para decir que sí o que no, encogían los hombros… ¿Tenían que gesticular porque no sabían utilizar unas pocas conjunciones y en cambio eran capaces de conjugar las 60 formas que presentan los tiempos del modo indicativo, a las que hay que sumar las 36 formas del subjuntivo, las del imperativo y las formas nominales del verbo?

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En el siglo XIX, el 90% de la población española era analfabeta y sin embargo todo el mundo conjugaba los verbos con corrección y organizaban las oraciones con concordancia perfecta entre sujeto y predicado. A nadie se le perdió el subjuntivo ni confundió un condicional con un imperfecto. ¡Esto son conceptos inventados por los gramáticos! Los hablantes aplican de modo innato las normas gramaticales sin necesidad de conocerlas; hablar bien es algo natural.

No hay ni una sola cultura en todo el mundo, ni en la más remota tribu perdida en la más recóndita selva, que no disponga de un lenguaje perfectamente desarrollado. Todas las lenguas del mundo, absolutamente todas, resuelven de modo perfecto los matices comunicativos, todas pueden expresar conceptos abstractos y sentimientos complejos y aunque sean analfabetas y nunca hayan oído hablar de gramática, la utilizan de modo natural porque como demuestra la gramática generativa, el lenguaje forma parte de nuestra condición de humanos. No obstante reconocemos que el lenguaje no verbal es muy expresivo y transmite inputs a niveles subliminales de enorme importancia, no sustituye al lenguaje verbal porque éste forma parte de los procesos cognitivos y, como hemos comentado, ¡no podemos estructurar el pensamiento sin el lenguaje! Si las lenguas romances no utilizan los conectores latinos ¿cómo afecta esto a la sintaxis?

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Sintaxis • Ausencia de los marcadores de función sintáctica (declinación). • Ausencia de los nexos latinos.

• Tendencia a lexicalizar locuciones preposicionales, conjunciones y sintagmas adverbiales. • Cambio en el orden de los constituyentes de la oración. • Estructura de las oraciones interrogativas.

Como hemos visto al hablar de lenguas en contacto y de la creación de inter-lenguas (criollo), la sintaxis es la única parte de la gramática que no permite híbridos. Siempre se efectúan los cambios sobre la base sintáctica de una de las dos lenguas en contacto. Por lo tanto, si la sintaxis de los romances no es la latina, ¿de qué lengua es? ¿Qué lengua influyó de tal modo en los hablantes del latín que lo alteraron hasta hacer desaparecer su sintaxis? Es la sintaxis de esta lengua madre la que andamos buscando, porque la sintaxis aglutina todos los niveles lingüísticos: fonética, morfología, léxico-semántica. No se entiende que los romances, si copiaron el léxico, no hicieran lo mismo con el sistema de conjunciones del latín clásico. Por el contrario, las explicaciones de los lingüistas nos remiten a un estado paratáctico de analfabetos gramaticales. Esto es muy extraño y ha de ser, sin duda, significativo.

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Ausencia de los marcadores de función sintáctica (declinación) Se nos dice que como consecuencia de la poca sustentabilidad del sistema de casos nominales ocurrido tras los sucesivos cambios fonéticos, el latín vulgar pasó a ser una lengua flexiva con más formas analíticas que sintéticas, en la que el orden de las palabras fue un elemento necesario para la coherencia sintáctica oracional. Nosotros somos de la opinión que si en los proto-romances no había marcas causales se debe, con mucha probabilidad, a que el orden de los constituyentes de la oración era fijo, como nos lo demuestran los textos escritos en latín que estructuran la oración en «nuestro» orden sintáctico. Así una frase que en latín era: ANTONII MENSAM TIBI DONO

C. nombre (genitivo) + CD (acusativo) + CI (dativo)+ verbo (1ª persona sing. presente indicativo) La encontramos escrita como:

DONO MENSA DE ANTONIO A TE

Verbo + nombre sin marcar (CD)+ prep. DE + nombre sin marcar (CN) + prep. A + pronombre en dativo (CI)

¿Qué nos está indicando esta sencilla oración? Lo que a todas luces trasluce es que el escriba intenta escribir en latín (lengua muerta que no domina) cuando piensa y habla en romance. Por lo tanto, aunque las palabras son latinas, el cambio de orden de los constituyentes demuestra que ¡la sintaxis es la propia de una lengua romance!

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Cambio en el orden de los constituyentes La construcción clásica del latín situaba el verbo al final de la frase y el adjetivo y otros complementos nominales, antes del sustantivo. Admitía fácilmente los hipérbatos y transposiciones, por lo que era muy frecuente que entre dos términos ligados por relaciones semánticas o gramaticales se intercalaran otros. Por el contrario, las lenguas romances muestran un orden sintáctico básico más fijo, siendo el orden habitual con verbos transitivos el de Sujeto Verbo Objeto. S + V + O Sujeto + Verbo + Objeto / compl. del verbo

Por otra parte las lenguas románicas prefieren situar juntas las palabras modificadas y las modificantes, es decir, el determinante precede al nombre; el adjetivo y el complemento preposicional van después del nombre, N + CN

Nombre + complemento del nombre (CN)

Este orden no es aleatorio porque el adjetivo no significa lo mismo si se antepone al nombre, adquiere una valoración afectiva e incluso un significado distinto. Así vemos que no es lo mismo un hombre pobre que un pobre hombre; o por ejemplo una cazadora deportiva y una deportiva cazadora.

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Oraciones Interrogativas En latín, la interrogación se expresaba mediante la adición de la partícula interrogativa enclítica que se unía a la palabra sobre la que recaía la interrogación, que se situaba al inicio de la frase. En caso de que se esperara una respuesta negativa, se utilizaba NUM, que viene a significar ¿acaso?

El verbo de la oración interrogativa iba en indicativo como si la frase fuera aseverativa. Sólo cuando deseaba incluirse un matiz de duda o deliberación, el verbo iba en subjuntivo.

La respuesta afirmativa a la pregunta se expresaba repitiendo el verbo o la palabra (sin adverbio afirmativo) o bien con las partículas ITA, ETIAM, VERO, SANE. Si la respuesta era negativa, se repetía el verbo anteponiéndole NON, o bien usando los adverbios NON, MINIME, MINIME VERO. Por ejemplo: Pregunta VIDISTINE REGEM? (¿viste al rey?) Respuesta afirmativa

Respuesta negativa

VIDI

SANE

NON VIDI MINIME

(si)

(no)

VIDISTI + NE

verbo VIDI adverbio

NON + verbo VIDI adverbio

El latín utilizaba los pronombres interrogativos cuando la pregunta recaía sobre un solo elemento de la oración: QUIS? (quién) QUID? (qué) UTER? (cuál de los dos) UBI? (dónde) UNDE? (de dónde) CUR? (por qué). En caso de interrogación doble, se utilizaba UTRUM o NE en el primer elemento y AN en el segundo y, si éste era negativo, ANNON. Como podemos apreciar, ¡era complicado hacer preguntas en latín! Estas estructuras no tienen nada que ver con la de 154

las lenguas romances que marcan la pregunta con la curva melódica y el tono ascendente del final de la frase.

Veamos un ejemplo facilitado por Yves Cortez30 en el que podemos comprobar que todos los romances efectúan la interrogación de modo idéntico. La única lengua que se desmarca es, precisamente, el latín: Latín

Musicane delectaris?

Catalán

T’

Francés

Castellano Italiano

Rumano

30

Tu

aimes

la

musique?

Te

piace

la

música?

Te Iti

gusta

agrada piace

la la

música? música?

muzica?

Cortez, Yves. Le français ne vient pas du latin! Ediciones L’Harmattan (2007) p. 98 155

¿De dónde vienen las lenguas romances?

L

as lenguas romances no vienen de ninguna parte. Estaban aquí. Eran las hablas del territorio, ligeramente distintas según se separaran lingüística y geográficamente. La LATINA LINGUA fue la lengua hablada en el Lacio y estaba emparentada con la ROMANA LINGUA y con las hablas de sus vecinos de la península itálica. Los contingentes de colonizadores que se desplazaron a la península ibérica procedían de la zona del centro y sur de Italia por lo que hablaban osco y umbro, lenguas sabélicas, y no latín.

El cambio lingüístico a nivel de estructuras morfosintácticas es un proceso muy lento, como demuestran recientes investigaciones. Por ello, las características articulatorias que según la gramática histórica se atribuyen al cambio del latín al latín vulgar y de ahí a las lenguas romances podrían haber evolucionado directamente desde una lengua anterior y común, sin necesidad de que esta evolución haya de justificarse a través del latín. La relación sería entonces de parentesco, no de filiación. También parece darse una

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relación de parentesco con el griego, lo que de nuevo nos remonta a un ancestro común.

El imperio romano de occidente cayó en el siglo V. El imperio bizantino de oriente se mantuvo diez siglos más, hasta la caída de Constantinopla en manos de los turcos (año 1453). A lo largo de todo este periodo, la importancia del latín fue excepcional por ser la lengua del poder y de la cultura. El latín se mantuvo como la única lengua escrita. Y sin embargo, a través de algunos textos jurídicos, podemos entrever la existencia de una lengua oral distinta. Esto nos permite confirmar la existencia de los romances como lenguas habladas ya en época medieval.

En la península ibérica se hablaba mozárabe que, como demuestran los textos aljamiados, era una lengua romance parecida al gallego y al catalán. Con la gestación de los reinos y la creación de núcleos urbanos aglutinadores, en los distintos territorios los romances se individualizaron formando el gallego, el asturleonés, el castellano, el navarroaragonés y el catalán. Los estudios diacrónicos muestran cómo, a partir del siglo XIII, estas lenguas han evolucionado y ampliado, o reducido, sus territorios. Las que han retrocedido ha sido porque sus hablantes han dejado de utilizarlas cediendo al predominio del castellano.

¿Hasta cuándo podemos retroceder para el surgimiento de las lenguas romances? Los pobladores establecidos en la península hablaban lenguas ibéricas. A pesar de disponer de más de dos mil textos epigráficos hallados en todo tipo de soportes y contextos arqueológicos, se desconoce casi todo de la lengua ibérica. La escritura sigue sin descifrar. No obstante, el presente trabajo podría abrir una nueva vía de investigación si se demuestra que muchos de los cambios que la gramática histórica atribuye al proceso evolutivo del latín clásico al latín vulgar, podrían estar causados por la lengua 157

del sustrato, por la fonética y la morfosintaxis de la lengua o lenguas sobre las que se gestaron los romances.

Los pueblos establecidos alrededor del Mediterráneo formaban parte de una misma koiné, hablaban lenguas emparentadas. Con mucha probabilidad podamos remontarnos hasta el segundo milenio, a época minoica, aunque es posible que sea anterior porque el contexto arqueológico demuestra un continuum habitacional desde el mesolítico y, en muchas ocasiones, incluso más antiguo. A pesar de los cambios, los desplazamientos y las mezclas de población, las lenguas resultantes mantienen una afinidad, una relación de parentesco, en mayor o menor grado. Parece que cuanto más se separan geográficamente, mayor es la distancia lingüística entre las lenguas. Por el contrario, las que se han mantenido en un mismo territorio, tienden a una mayor continuidad. Nuestras lenguas actuales comparten muchas palabras; esta afinidad no respondería tanto a la incorporación de vocablos extranjeros, sino a un léxico común que se remontaría miles de años. Las diferencias serían resultado de la lenta evolución natural a partir de una lengua madre más antigua y compartida por los distintos pueblos mediterráneos.

Por todo lo expuesto, consideramos que no es correcto forzar el grado de parentesco de las lenguas romances hasta el punto de afirmar que se hallan en una relación directa de filiación con el latín. Porque ni la fonética ni la morfosintaxis de nuestros romances son latinas. Ello nos obliga a centrar toda nuestra atención en el ibérico.

¿Qué sabemos de los iberos? Se ha ignorado la importancia de su legado y sin embargo se remontan a época ibérica la distribución territorial de los poblados, los lugares sagrados de culto, la economía de base agrícola y ganadera, los alimentos básicos de nuestra dieta, el diseño de las herramientas del campo, el marco de relaciones sociales entre el mundo rural y 158

el urbano, los mercados semanales, el carácter comercial y la curiosidad y apertura a nuevas culturas… Dos mil quinientos años después, mantenemos en nuestro modo de vivir características de un pueblo que hablaba y escribía su lengua en la misma época en que lo hacían los pueblos protohelenos. En todo este tiempo, el griego clásico y el griego moderno no se han distanciado tanto; son distintos, pero comprensibles. ¿Y nosotros? ¿Qué sabemos nosotros del ibérico? ¿Por qué no se ha descifrado su escritura? ¿Por qué se sigue explicando en las escuelas que fueron los conquistadores romanos los que nos aportaron la cultura y la civilización? ¿Por qué no se da a conocer el alto nivel de la cultura indígena que comercializaba desde tiempo antiquísimo con otros pueblos mediterráneos, minoicos, micénicos, helenos y fenicios? Y en lingüística, ¿por qué se ha montado un marco teórico complicadísimo de evolución fonética a través de influencias externas sin tener en cuenta las características articulatorias procedentes del ibérico? ¿Por qué la gramática histórica no tiene en cuenta que la escritura ibérica presenta una altísima distribución de la vocal palatal, responsable de más del 50% de los cambios atribuidos al fenómeno de la lenición? ¿Por qué no se sabe que el ibérico distinguía dos sibilantes, dos róticas y tenía la misma distribución vocálica que nuestros romances? ¡Demasiadas preguntas! Lamentamos finalizar este trabajo con más preguntas que respuestas. Esto demuestra que hay que replantear los estudios filológicos actuales. Porque no se podrá avanzar si se ignora la cultura y la lengua anterior al proceso de romanización, el sustrato que está en la base de todos los cambios posteriores.

La lengua ibérica es nuestra gran esperanza. Tendremos que esperar a que se publiquen nuevos estudios que nos permitan avanzar en el desciframiento de la escritura ibérica.

Este libro se terminó de imprimir

en Sevilla durante el mes de agosto de 2013