Cancer El Circulo Perfecto [PDF]

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Zitiervorschau

CÁNCER El Círculo Perfecto

Autora: Andrea Guadalupe Arosio

Agradecimientos A Juan José, mi compañero de tantas vidas, por tu apoyo incondicional, tu amor infinito, tu confianza en mi sentir, tu gran fortaleza en el camino, tu sabiduría ancestral de la cual me he nutrido y continúo haciéndolo. Gracias porque esta obra es compartida, gracias. A Viole, mi hija, por regalarme la maravillosa experiencia de la maternidad, que abrió en mí la percepción y el discernimiento; por tu amor incondicional, tu acompañamiento, tu luz, tu sabiduría maestra que es faro en mi camino. Gracias A Ian, mi hijo, gracias. Gracias por tus mensajes, por transmitirme y reafirmarme que el círculo es perfecto, por la sabiduría que tu ser trae en mí, que hace que esta obra llegue a su destino y fin. Gracias. A Agos, hija del corazón, gracias por tu amor y confianza incondicionales, tus enseñanzas tan maestras, tu discernimiento y certezas son luz en mi camino. Gracias. A mis padres, María Eva y Héctor, por darme vida, por la confianza siempre intacta en mi camino y el amor: ambas herramientas de mi libertad. A Pablo, hermano de estas y otras vidas. Gracias por compartir el camino, tu amor, tu confianza. Gracias por tu magia en la escritura; sin ella, estas líneas no serían las mismas. Gracias. A Fernando, hermano de estas y otras galaxias, gracias por tu confianza absoluta en mi camino, el apoyo, el amor incondicional, tu sabiduría que permitirá que este escrito llegue al más allá. Gracias por ser parte de esta misión. A Flor, hermana del Alma… Ángel de esta misión, gracias por tu amor, tu confianza, tu guía, tu magia que hicieron posible el color y la vida del círculo perfecto. Gracias. A mi abuela Isabel, por su amor, su asistencia eterna, su camino que en parte abrió el mío, porque nuestras almas eternamente permanecerán unidas. A todos los ancestros de mi árbol, gracias, gracias, gracias, porque sin sus vivencias y sin su existencia no estaría la mía.

A mi familia estelar de luz, seres pleyadianos, gracias por hacerse manifiestos, recordarme el camino y ser guía. Gracias, gracias, gracias. A todos mis Maestros de esta y otras vidas por entregar este conocimiento, por iluminarme el camino. Gracias. A todos los consultantes, por confiar en mí, por revelarme sus historias de vida que guiaron y confirmaron el camino, les estoy eternamente agradecida. Gracias, gracias, gracias. A Dios, la Virgen, los Ángeles y Arcángeles por su luz, su bendición y su guía.

Prólogo

El Cáncer: un grito desesperado de amor Paciente y doctor. Paciente significa pasivo, dispuesto a esperar y aceptar. Doctor proviene de docto, y significa sabio, enseñado y aprendido. A la consulta de un médico oncólogo se llega con un diagnóstico previo; portando un papel donde está escrito el nombre y apellido de un síntoma, que probablemente el paciente a través de Internet ha identificado como Cáncer. Y si hay una palabra que tiene mala prensa, es Cáncer. El paciente no llega pasivo, sino desconectado de sí mismo. No llega armado de paciencia, sino abatido. No sabe del tiempo de espera, porque las prioridades han cambiado y todo está congelado. Sencillamente el paciente llega sin saber, porque las certezas han desaparecido. Y en la conversación con el médico se juega la vida, que en ese momento siente rota. La enfermedad denuncia el dolor del alma y a esa herida profunda le hace falta una conversación reparadora. Es claro que Andrea lo supo desde siempre. Todos deberíamos leer este libro, independientemente del lado del escritorio que ocupemos: paciente o profesional del arte de curar; porque contiene la información que necesita ese equipo para transitar la curación. Porque este y solo este, es el motivo del encuentro: la sanación total y verdadera. La propuesta de Andrea es darle espacio a quien la consulta para que exprese a su manera lo que siente y lo que quiere, sin terror y sin culpa. Usa la palabra nosotros y no ellos para referir a dos personas, médico y paciente. Juntos estarán más cerca de la verdad. Todo el libro, de la primera a la última frase, propicia relaciones que restauran otras deterioradas. La primera parte del circuito de la sanación es la escucha consciente y amorosa para comprender. Esa mutua confianza es el punto de partida para reconocer, gestionar y crear una relación benevolente del consultante consigo mismo y con el mundo. Allí, en el primer saludo, empieza la curación. De hecho, saludar significa declarar salvo a un otro. Esto de lo que habla Andrea, la capacidad de empatía para sintonizar con el intimo sentir de un paciente, debería ser una asignatura de grado en la Universidad para ejercer nuestras profesiones libres de esa ignorancia emocional que representa un obstáculo real a la hora de las consultas. Soy odontóloga desde los 21 años y llevo 39 ejerciendo el arte de curar la boca; a veces siento que nací dentista. Me especialicé en Ortodoncia y no me cabe

ninguna duda de que el éxito del tratamiento depende en un alto porcentaje de la decisión del paciente. Estudiar permanentemente es parte del ejercicio de cualquier actividad, pero ese cúmulo de información sirve si, al transmitirla a quien la necesita, admite un diálogo. El monólogo profesional es inútil para la curación de un paciente que solo dice: “Sí, señor”. Sé de la asistencia divina que hace que nada sea casualidad; y en un cruce de rutas de la vida, conocí a la Dra. Andrea Arosio. Ella es una mujer joven y extraordinariamente bella que habla de salud utilizando un lenguaje reconocido. Porque la ciencia es hermana de la espiritualidad. Es una eximia especialista involucrada en la misión de sanar desde la sabiduría del amor. Comparte su experiencia y valores en cada cita, en cada clase y en cada conferencia, dejando espacio para que cada uno despliegue su fortaleza y su talento. Porque finalmente es el propio paciente el que sanará sus heridas, Andrea lo guía asertiva y serenamente. Es una doctora involucrada con la salud, con la vida y con la paz. Una mentora que orienta a cada uno para transitar su propio camino. En síntesis, Andrea es una mujer de fe que te acompaña a reencontrarte con el Dios que te habita. A vos y a mí. Un encuentro divino que no es necesario, sino inevitable. María de Lujan Montanari

“Solo busca el que está perdido. Cuando nos encontramos, dejamos de buscar”

El libro, sus inicios, sus fines (confesión de la autora)

Mi nombre es Andrea Guadalupe. Mi apellido, de parte de mi padre, es Arosio. Mi apellido, de parte de mi madre, es Bandirali. Nací en Argentina, en la Provincia de Santa Fe, en la ciudad de Esperanza. Nací ochomesina. Nací un 14 de Mayo del año 1979. ¿Qué soy? En primer lugar, antes que todo, SOY. Yo soy Mujer. Soy Madre. Soy Amante. Soy Compañera. Yo soy hermana. Soy hija. Soy nieta. Soy tía. Soy madrina. Soy amiga. Yo soy Médica. Médica Clínica. Oncóloga Clínica. Yo soy Médica Integrativa. Realicé mis estudios primarios y secundarios en mi ciudad natal. Esperanza (Santa Fe). A los 17 años, me fui a vivir a la ciudad de Rosario (Santa Fe). Allí estudié en la Facultad de Medicina perteneciente a la Universidad Nacional de Rosario. Comencé mis estudios en el año 1997 y me recibí en el 2004. Obtuve mi primer título de especialista en Clínica Médica en el año 2008, luego de realizar esa especialidad en los hospitales Carrasco y Clemente Álvarez (HECA) de la ciudad de Rosario. Después hice mi experiencia en Terapia Intensiva en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez. En el 2012 obtuve la matrícula de mi segunda especialidad: Oncología Clínica, también dentro del sistema de salud de la municipalidad de Rosario, CEMAR. Antes de recibirme, hice prácticas y guardias médicas. Luego, trabajé en varios hospitales (consultorios, salas de internación, unidades de cuidados intensivos), Centros de Salud y Sanatorios de la ciudad de Rosario y sus alrededores. Más tarde, ingresé al servicio de internación clínica PAMI 1 y posteriormente al servicio de oncología de esa

institución. En ellos, me desempeñé como docente en la formación de especialistas médicos de esta institución y de la UNR. A su vez, en el año 2012, cocreé junto al Dr. Juan José Greco un Espacio de Salud y Medicina Integrativa, que llamamos “Alma Viva”, en la localidad de Funes; provincia de Santa Fe (Argentina). Paralelamente a los estudios de formación médica formal, me instruí en medicinas orientales, naturales, biomolecular, fitoterapia y la bisagra en mi carrera, la Ciencia Curativa Germánica. A lo largo de estos años reforcé mis estudios en múltiples congresos y simposios en diferentes países del mundo, tanto

de

la

medicina

alopática

como

de

las

llamadas

medicinas

complementarias. Esto puede decir mucho de mí, pero también poco. Creo que la forma de contarte quién soy, qué hago y la manera en la cual lo hago, es este libro. Pero lo que el libro cuenta no es importante porque lo haga yo, sino por lo que se cuenta. Eso que se cuenta habla de un saber y de una sabiduría. Un saber del cual soy un instrumento para que sea más visible. Una sabiduría que me trasciende y a la cual pertenezco; dinámicamente. Un saber vivo. Un saber al cual intento aportarle amor, responsabilidad y consciencia mi propia sabiduría. Los inicios de este libro, los primeros garabatos e intenciones, tal vez comenzaran a gestarse en mi primera infancia. Tal vez, antes de que yo naciera, con mi abuela paterna, en su constante peregrinar asistiendo a tantos enfermos (propios y ajenos). Tal vez, empezó a narrarse cuando vi por primera vez un cuerpo humano en una enciclopedia que leí durante mi niñez. Tal vez, algunas de sus palabras se moldearon cuando, a los 18 años, leí el primer tratado de fisiología y quedé impactada por la perfección de nuestro funcionamiento. Tal vez responde a una necesidad que hay en mi árbol genealógico, mi clan, mi familia, de nombrar lo que se siente, una necesidad de coherencia entre lo que se piensa y se hace, entre lo que se siente y se dice. A veces, esa falta de coherencia, consciente o no, nos lleva a desplegar un mecanismo que nos permite reconocerla. Ese mecanismo fue, es y será la enfermedad. ¿Por qué enfermamos? Es una pregunta que hoy, revisando mi propia biografía, creo que orientó la elección respecto del arte que quería ejercer: la medicina. Más allá de una necesidad inconsciente de sanar heridas propias, de sanar heridas ajenas y de sanarme con el Otro. Con el correr del tiempo, de las experiencias y de las vivencias agregué otra pregunta: ¿Para qué enfermamos?

Y ahí la enfermedad comenzó a tener, para mí, otro sentido. A partir de que incorporé esa pregunta, dejé de buscar y comencé a encontrar. ¿Qué comencé a encontrar? Sentido. Hace un tiempo leí una frase que guardé: “Solo busca el que está perdido”. Y desde que comencé a encontrarle el sentido a cada manifestación de nuestro cuerpo, comencé a encontrarme a mí misma. Pude hacer consciente mis heridas abiertas, sanarlas, hallar el origen de mis conductas, deconstruirlas y liberarme de patrones de creencias limitantes. Dejé de identificarme con lo que creía que era y pasé a ser. No solo profesionalmente, sobre todo en el terreno personal. Me perdí, sufrí, me enfermé también y tomé malas decisiones. O mejor dicho, tomé las decisiones correctas que me llevaron a enfrentar los conflictos necesarios para darme cuenta de quién no era y de quién necesitaba ser. Comprender que cada manifestación física tiene un sentido biológico preciso cambió mi manera de mirar el mundo, mi manera de mirarme como persona y como médica y la manera de mirar a los pacientes y consultantes. ¿Qué encontré? Encontré lo que es verdadero para mí. Por eso, este libro no es una evidencia científica (si bien vamos a ver algunos conceptos científicos). Este libro está basado, entre otras cosas, en mi práctica médica, en mi casuística. Es la experiencia que ha resonado tanto en mí como en la mayoría de los pacientes que han elegido las consultas que ofrezco. Este libro, en parte, está hecho con el material de nuestras consultas, con las experiencias de vida (y de muerte, que son lo mismo) de quienes me han consultado a mí y a los colegas con quienes trabajo. Es un trabajo conjunto entre mis colegas y yo. Como dije antes, este libro está basado, en parte, en evidencias médicas de mi práctica y en la práctica de los consultantes que me han consultado. Este libro está hecho con mi casuística y, como tal, no es extrapolable a todos los casos y no pretende erigirse como una verdad absoluta que puede ser aplicada a todos. Este libro también está escrito por los consultantes y las personas que transitaron y transitan situaciones de Cáncer y de otras enfermedades; por sus búsquedas, sus hallazgos, sus desencuentros y sus intuiciones. Cada persona con su sentir, dudas, miedos, preguntas, caminos, encrucijadas, recaídas,

aprendizajes, debilidades y fortalezas; con sus vidas y con sus muertes; con sus cuerpos y, fundamentalmente, con sus espíritus, han escrito estas páginas. Entre ellos y yo, entre su saber y el mío (que no me es exclusivo, ya que se conjuga con los de otros colegas, compañeros de trabajo y de vida, de esta vida y de otras), entre la fusión de ellos y nosotros, de consultantes y médicos, de esas experiencias, de las experiencias de nuestros ancestros, de nuestros maestros, de otras generaciones, han nacido y crecido estas líneas. Este libro surge de mi práctica médica de todos los días. Y mi práctica médica surgió por mis consultantes, se orienta a ellos y son ellos quienes la movilizan. Ellos, con sus preguntas y respuestas, me fueron llevando a ejercer la Medicina tal cual la ejerzo hoy. Ellos me moldearon, ellos me formaron, ellos son mis Maestros. Yo soy una aprendiz de mis consultantes. A ellos les agradezco su entrega, su confianza, su experiencia y su saber. El valor, la consciencia, la libertad y la responsabilidad de cada uno de mis consultantes han estimulado y orientado mi búsqueda, y han sido mi horizonte. Al recibirme de médica me sentía perdida. Sí, así es. Sabía mucho, tenía diploma de honor y uno de los mejores promedios. Ahora bien, sentía que tenía que buscar, buscar y buscar. Necesitaba buscarme, necesitaba encontrarme. Y fueron precisamente los consultantes que me eligieron para transitar sus “enfermedad es” el faro en mi naufragio, fueron el puente hacia el puerto donde zarpar, fueron quienes tallaron en mí el saber que hoy practico. Gracias a ellos, por ellos y con ellos hoy ejerzo esta profesión que amo de la manera en la cual lo hago. Permíteme que te hable de igual a igual. Porque así creo que debemos hablar: con el corazón en la mano, desnudando nuestras debilidades y bajando la guardia. Sé que estás ahí, del otro lado del libro, con las heridas abiertas, las emociones a flor de piel y la tristeza en el cuerpo, navegando en un mar de dudas, con el alma que te hace agua, con miles de preguntas, millones de sentencias y decretos que paralizan. Lo sé, lo he vivido y lo vivo. Y cuando digo que lo vivo no es una postura: yo ejerzo mi profesión con heridas abiertas, emociones a flor de piel, miles de preguntas, muchísimas sentencias y decretos que también me paralizan y me hacen navegar en un mar de dudas (qué hipócrita sería si te digo que no es así, que como médica no dudo, no tengo miedo, ni tristeza en el cuerpo y en las manos, cuando hago lo que hago). Es por esto que

creo que es conveniente confesar lo que nos pasa, lo que hacemos, desde dónde lo hacemos y cómo lo hacemos. Es conveniente cuestionarnos todo lo que se nos dijo, lo impuesto, lo sentenciado, lo decretado y los consejos. Así vengan con la mejor intención del mundo, así provengan de la Autoridad que sea (un médico, un científico, un organismo, un familiar, un hijo, nuestra pareja, nuestro mejor amigo o nuestros padres) sobre lo que nos pasa y qué hacer al respecto. Es conveniente dejar de hacerse preguntas ajenas y comenzar a formularse preguntas propias; tanto los médicos como los pacientes. Es conveniente encontrar nuestras respuestas, que están ahí en el único lugar donde hallaremos lo verdadero: en nosotros mismos, en nuestra biología, en nuestro cuerpo, en nuestra mente, en nuestras emociones, en nuestras creencias, en nuestra historia y en nuestro propósito de vida. . Ahí es donde se despliega nuestra realidad, con sus preguntas y respuestas, con sus conflictos y soluciones. Ahí están las encrucijadas y las salidas, está el naufragio y están nuestros faros; tanto para los médicos, como para los pacientes y sus familiares. Ahí es donde encontraremos las señales que proyecta nuestro espíritu para sobrevivir, transformarse y evolucionar. Para, al fin y al cabo, encontrar eso que buscamos sin saberlo: el sentido. El sentido de lo que somos. El sentido de lo que vivimos. El sentido de lo que hacemos. El sentido de lo que nos pasa. Por qué y para qué nos pasa lo que nos pasa. Necesitamos hallar el sentido. Porque, por ejemplo, el dolor físico necesita ser tratado de inmediato, estamos de acuerdo. Ahora bien, la manera en la cual podemos abordar ese dolor dependerá de lo que entendamos por enfermedad. Tanto el tratamiento como su manera de mirarlo dependerán de lo que entendamos por Medicina. El abordaje de los síntomas dependerá de lo que entendamos que son los síntomas, su finalidad y su sentido biológico. Es una elección consciente que necesitamos hacer. Y para elegir, necesitamos saber. Para sanarnos necesitamos ser conscientes.

No existen las recetas mágicas. Es más, no creo en las recetas. Las recetas se aplican siempre de la misma manera, independientemente del contexto. En medicina, una receta se aplicaría a todas las personas que atraviesen una situación de Cáncer, independientemente de que se trate de Juan, de Pedro o de María. Y yo creo que hay que hallar tratamientos que le calcen a Juan, a Pedro y a María. Y creo que esos tratamientos deben ser diseñados por Juan, Pedro y María junto con el médico, ya que ellos tienen responsabilidad en el proceso. ¿Quién es el médico para darnos una respuesta trascendental respecto de lo que nos pasa? Esa respuesta la tenemos que encontrar nosotros. El médico, a mi entender, tiene la función de ser un catalizador del poder de sanación del paciente. Me dirás que no sabes nada de Medicina. Y yo te digo que se trata de tu cuerpo, de tus emociones, de tus conflictos y de tu espíritu. Se trata de ti, y tú tienes el saber, y, por lo tanto, el poder. El Médico puede disponer herramientas para que, apoyado en tus referencias internas, transites tu proceso de sanación. ¿No tienes referencias internas? Es probable, a muchos nos pasa. Entonces, hay que empezar por ahí. De esto se trata este libro. De tomar consciencia sobre lo que nos pasa, de recordar quienes somos, de recordar nuestra esencia, de darnos cuenta que el poder de sanación está en nosotros. Podemos necesitar un guía. Pero ese guía no puede brindarnos una solución. Cualquier solución ajena jamás resonará en nosotros como la solución propia. Confía en ti, en tus intuiciones; confía en que si hoy tu realidad es la que estás viviendo es porque tú la has creado, tú eres el responsable –no el culpable– de tu realidad. Eso quiere decir que puedes ser responsable de gestionarte otra realidad; confía en que la realidad que has gestionado es lo mejor que pudiste hacer con las herramientas que tenías hasta el momento; confía en que no hay error, lo que entendemos como falla se presenta para que podamos crecer (sanar); confía que todo está programado en nuestro ser no solo para sobrevivir sino también para evolucionar; y confía en que tal vez no se trate de hacer algo distinto sino de cambiar nuestra forma de ver las cosas y nuestra creencia sobre la realidad. No importa donde estés hoy, lo que hayas hecho ayer, los errores cometidos ni los caminos equivocados. Importa hacia dónde quieras ir.

Quiero volver a decirte algo en lo que creo profundamente. Creo que un camino responsable y consciente de sanación necesita que conozcamos en detalle cada paso que damos, cada medicina que elegimos y cada alternativa que tomamos. Necesitamos saber para poder elegir libremente. La sabiduría y la verdad nos hacen libres. Hay muchas ideas y creencias que damos por supuestas y asumimos como verdades absolutas. No las cuestionamos porque hemos crecido con ellas, pero es saludable ponerlas en duda (porque en función de ellas decidimos todos los días hacia donde orientamos nuestra vida, de qué manera y qué hacemos con ella). A su vez, hay mitos alrededor de las llamadas peyorativamente medicinas “alternativas” o medicinas “complementarias”, como lo es la Medicina Integrativa, dentro de la cual se encuentra la Oncología Integrativa. A mi entender, es necesario derribar esos mitos. Ahora bien, aquí no voy a luchar contra nada ni nadie. Y esta es unas de las premisas del libro. No se trata de levantar una bandera en detrimento de otra. No pretendo juzgar ningún Saber, simplemente contarles sobre la Sabiduría de la cual formo parte; para que cada uno pueda sentir si le resuena o no. Necesitamos aceptarnos sin miedos y sin lucha. Necesitamos dejar de juzgar, de etiquetar como bueno o malo tal o cual saber. Porque no hay una Verdad Absoluta, la Ciencia sabe de esto. Es necesario poner claramente cada Saber al alcance de todos para que todos tengamos la posibilidad de elegir qué hacer y qué alternativa tomar en función de lo que cada uno es, cree o siente. Es necesario contribuir a fortalecer las referencias internas de todos y asumir la responsabilidad de nuestros tratamientos y de nuestras vidas. Y para que eso ocurra, se necesita comprender y elevar la consciencia. Solo así es posible ser libre. También es necesario que los médicos bajemos de las alturas el Saber que supuestamente tenemos. Muchas veces, ese Saber más que en el cielo está en un púlpito desde el cual dictaminamos qué está bien y qué está mal. Muchas veces, ese Saber de pocos, complicado y complejo, es un refugio para nosotros, los médicos. Muchas veces, representó para mí un espacio donde guarecerme de mis miedos, inseguridades y heridas, desde donde, detentando un saber que

la mayoría no tenía, podía ostentar un poder que me daba una ilusoria y muy frágil seguridad. Hay que simplificar lo complejo sin perder la profundidad de lo que se trata, esa es la premisa con la cual fue creado este libro. Espero que lo logremos. Creo que los médicos no somos seres iluminados, tocados con la varita mágica; no somos seres especiales. Tenemos la posibilidad de ser un instrumento en el proceso de sanación. Y para eso, debemos ofrecerle al consultante y a sus familiares todo lo que esté a nuestro alcance de manera clara y sencilla, para que sean ellos los que puedan usar ese saber, combinarlo con el propio, y así llevar las riendas de su propio camino. Esto es necesario para que el paciente deje de ser paciente, es decir pasivo, ante su proceso y lo viva activamente. Se trata de su cuerpo, de su ser y de su vida.

Estas son, a grandes rasgos, algunas de las finalidades de este libro: colaborar en la comprensión de lo que nos pasa en el cuerpo y que llamamos enfermedad, transmitir lo que en mi experiencia médica y profesional siento que es verdadero respecto del Cáncer y de cada manifestación física en general, ayudar a la difusión de un saber respecto de los procesos biológicos que creo importantísimo e imprescindible para el tratamiento de cualquier enfermedad y, sobre todo, de eso que hoy llamamos Cáncer, y ser una guía para transitar los procesos de salud. Como dije antes, este no es un libro científico, por lo que ni el lenguaje que utilizaré ni la manera de argumentar serán científicos. Se deslizarán conceptos basados en la ciencia, pero la idea es que sea coloquial y accesible y que nadie se sienta excluido. Asumiré como premisa algo que para mí es una guía: lo verdadero es sencillo, dando por sentado que la sencillez no significa falta de profundidad. El libro está dirigido a personas que transitan cualquier proceso de salud, no solo el Cáncer, si bien el título así parece sugerirlo. La elección es consciente: más allá de mi formación como Oncóloga Integrativa, creo que el Cáncer es la enfermedad que mejor nos cuenta en términos reales y simbólicos los conflictos biológicos que activan ese programa que llamamos Cáncer. Estos conflictos hablan de nuestra necesidad colectiva e individual de supervivencia, de nuestra

necesidad de encontrar una oportunidad para nombrar nuestras necesidades vitales. El Cáncer nos recuerda quiénes somos, las posibilidades y herramientas que tenemos para ser eso que somos y las alternativas de adaptación y supervivencia que posee nuestra biología para colaborar en nuestra vida, en nuestro proceso espiritual y en nuestra existencia. También está dirigido a familiares de personas que están en procesos de Cáncer. Es fundamental para un paciente oncológico que su entorno también comprenda, al igual que él, por qué y para qué pasa lo que pasa. Y está dirigido a profesionales de la salud, a colegas. Este libro es el final de una etapa personal y profesional y también el inicio. Donde principio y fin se funden como en un círculo. Deseo que como lo fue y es para mí, el encuentro con este saber también sea un círculo: un círculo virtuoso. Un círculo perfecto, en el cual cada inicio y cada fin sean la posibilidad de transformarnos, encarnen la posibilidad de recordar quienes somos realmente, a qué vinimos y para qué lo hicimos. Espero que estas palabras te acompañen, te permitan encontrar tranquilidad, te ayuden a guiar tu proceso y sostengan tus elecciones. Gracias por acompañarme. Porque tu lectura completa mi escritura. Sin tu mirada, estas palabras no tienen sentido. Gracias Infinitas. Este libro está escrito de una manera: con el corazón en la mano. Al principio creí difícil trasladar mis vivencias y experiencias. Debo confesar que luego de un sueño revelador, se hizo fácil: entendí que ya estaba escrito, que solo debía dejar que se materialice. Solo debía asumir el compromiso de ofrecer lo que a mí se me ha regalado. Los diferentes saberes y sabidurías que surgieron en mí y me hicieron despertar son uno de los más maravillosos y milagrosos regalos que he recibido en este aprendizaje siempre dinámico. Este libro no cierra ningún saber, lo complementa y, a la vez, se sabe incompleto. Necesitamos continuar comprendiéndonos y complementándonos. Este libro es una manera de agradecer todo lo que recibí y espero que sea también una manera de honrarlo. Muchísimas gracias.

Un final anunciado

Este libro, como un círculo, empieza por el final. Aquí las conclusiones son las premisas desde las cuales se parte. El Cáncer no es algo malo que sucede en nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo no tiene fallas. Nuestra biología no se equivoca. No hay nada en nuestra biología que se despliegue para matarnos. Todo, absolutamente todo en nuestro cerebro, en nuestra mente, en nuestro cuerpo y en nuestro ser está diseñado para garantizar nuestra supervivencia. Como ya veremos, todo en nuestro cerebro está integrado en términos biológicos de supervivencia. Así, la enfermedad es un programa especial, sensato, temporal y con un sentido biológico preciso. El Cáncer, como cualquier cosa que entendemos como enfermedad, no viene a quitarnos la vida sino a darnos una posibilidad de adaptarnos de manera más conveniente a nuestras necesidades y a los requerimientos de nuestro entorno. El Cáncer es nuestro aliado, no representa a nuestro enemigo. Es necesario comprender aquello a lo que llamamos Cáncer más que luchar contra él. El Cáncer, como cualquier otro programa que activa nuestro cerebro y que llamamos enfermedad, sigue una lógica concreta y tiene unas leyes que lo sostienen; no se trata de una reacción anárquica que se expande en nuestro cuerpo sin posibilidad de hallar un orden que le de contención a ese caos que, supuestamente, es lo que llamamos Cáncer. Necesitamos entender el Cáncer para saber por qué y para qué nuestro cuerpo hace lo que hace; para saber qué hacer y qué no hacer. Para tomar decisiones que no estén alejadas de nuestra biología. Para aprovechar mejor aun las herramientas disponibles. Necesitamos entender el Cáncer para integrar los saberes, de donde sea que estos provengan. Necesitamos entender el Cáncer para dejar de ser pacientes pasivos ante lo que nos pasa y pasar a ser protagonistas de nuestro propio proceso de sanación. Consultantes activos, conscientes y responsables; es decir, seres libres.

Necesitamos comprender el Cáncer para que seamos nosotros quienes lo transitamos, para que seamos los que elegimos qué dirección tomar con respecto al abordaje, el tratamiento, el médico y las acciones terapéuticas. Necesitamos comprender el Cáncer para tener la certeza de que realmente es posible que, con la ayuda de una guía, podamos elegir a consciencia elaborar una estrategia a la medida de nuestras necesidades reales. Necesitamos comprender el Cáncer para saber que un médico, un terapeuta, un consejero, un maestro espiritual, un cura, un pastor o un familiar solo tiene la posibilidad de ser catalizador de nuestro poder de sanación. El poder real está en nosotros mismos. El Cáncer nos abre el camino, no es un callejón sin salida. El Cáncer es la solución, no el problema, es un faro en el naufragio. El Cáncer no es la noche, más bien es la luz que ilumina nuestra oscuridad. El Cáncer es un grito desesperado de amor. El Cáncer es un refugio para nuestro espíritu. El Cáncer es la voz que nombra nuestras necesidades. El Cáncer no tiene un final, tiene una finalidad: darnos la posibilidad, una oportunidad más para revisar nuestra biografía, nuestras creencias, nuestros valores, nuestros vínculos y nuestras heridas abiertas. El Cáncer no es el final sino que nos conduce al principio. Nos lleva al origen, ahí donde están las preguntas que necesitamos hacer para encontrar las respuestas que buscamos: nuestra verdadera esencia. El Cáncer es el fin de la búsqueda, es el inicio de nuestro encuentro. El Cáncer es nuestro Círculo Perfecto. Esto que te digo, para mí, Andrea Guadalupe Arosio, médica integrativa, médica clínica y oncóloga clínica, es lo verdadero. Lo vivencio todos los días en mi consultorio, en cada consultante que me consulta. Lo vivencio en mis procesos de salud, en los de mi familia, en mis amigos y en mi entorno.

Sé que duele. Sé que te molesta, angustia e incomoda. Sé que te estresa y te da miedo, mucho miedo. Sé que así dicho, sin saber aún por qué lo digo, parece no tener sentido. También sé que al terminar de leer el libro, volverás a leer este prólogo asintiendo a cada palabra. También sé que tu miedo no será el mismo. Que estas certezas te darán la posibilidad de transitar tu propia certeza: que tu cuerpo no te suelta la mano sino que te abraza para que puedas SANAR. Sé en qué lugar estás. Sé en qué lugar está tu hijo que atraviesa el proceso biológico que llamamos Cáncer, tu esposo, tu compañera, tu madre, tu papá, tu amigo, tu amiga o tu vecina. Realmente lo sé. Vamos a nombrarlo.

Introducción: El principio del fin

¿Cuál es el lugar en el que probablemente estás si te encuentras transitando lo que la mayoría entendemos por enfermedad? Llevo muchos años de oficio, miles de horas de consultas y cientos de pacientes. Cuando comencé a transitar la Medicina, como te dije, allá por el año 1997, lo que yo entendía por enfermedad y lo que yo entendía sobre el Cáncer era lo que probablemente tú escuchas, piensas y crees que es la verdad absoluta. No solo porque así te lo dicen o lo has leído, sino también porque es la conclusión a la que llegas vivenciando lo que sucede con tu cuerpo; eso que sientes, crees y piensas es lo que también sentía, creía y pensaba yo. ¿Qué es eso de lo que te hablo? Como te dije, vamos a nombrarlo. Nombremos lo que creemos que la enfermedad es. “La enfermedad es algo que anda mal en nuestro cuerpo. Nuestra biología, a veces no sabemos por qué, enloquece y atenta contra sí misma. Algo desconocido, como un virus, una bacteria o cualquier otra cosa se metió en nuestro organismo e hizo que enfermáramos. La enfermedad es nuestro enemigo: hay que luchar contra ella, librar una guerra y el campo de batalla es nuestro cuerpo. El Cáncer es una peste, un castigo, una injusticia, una proliferación anárquica de nuestras células que se expanden como una epidemia por nuestro organismo sin más sentido que el de aniquilarlo.” “El Cáncer es sinónimo de muerte” “Si tienes Cáncer, pues tienes muchas posibilidades de morir. De morir lleno de dolor, de sufrimiento, de tristeza.” “Si te diagnostican Cáncer, te paralizas, literalmente. Te invade el miedo; se te acelera el corazón; te sudan las manos; dejas de comer, de dormir; entras en peligro. Al miedo, más miedo. Al miedo, miedo al dolor. Al miedo, miedo a los tratamientos y miedo a los efectos de los tratamientos. Al miedo por el diagnóstico inicial, se le suma el miedo a la metástasis. Y si bien los médicos no sabemos con certeza por qué una célula cancerígena viaja de un lugar hacia otro, y menos sabemos por dónde, ya que al viajar parece no haber dejado rastros del viaje ni contaminado en el viaje la ruta por la cual viajó y la metástasis

es una hipótesis, lo cierto es que es la única explicación que oficialmente tenemos. Entonces, al miedo por un Cáncer se le suma el miedo por la expansión de ese Cáncer. Más miedo. Más dolor. Más miedo al dolor. Más sufrimiento” “Por eso hay que actuar con urgencia y con rapidez. Como sea, con las armas que sean: cuánto más letales mejor, porque estamos en guerra. Luchamos contra el Cáncer que es unos de los grandes males de nuestros días.” “Y hay que prevenir, ya que hay miedo de que el Cáncer vuelva a aparecer, a eso los médicos lo llamamos recidiva. Es un peligro que no desaparece. Si lo transitamos y nos curamos, aunque casi jamás se nos da el alta, está el miedo a que ese enemigo impecable e implacable se haga presente otra vez y otra vez ponga en riesgo nuestras vidas. Más miedo. Miedo a enfermar otra vez.” “El Cáncer tiene causas solamente físicas. Las emociones no tienen nada que ver en su origen. La realidad en la cual vivo, mis vínculos, mis creencias, mi trabajo, la interpretación racional de las situaciones que hace mi psique y mis vivencias no tienen nada que ver con el Cáncer que se desarrolla en mi cuerpo. El origen tiene que estar solamente en lo orgánico, en una falla de nuestro organismo, algo que se produce a sí mismo, una alteración de un gen; o también en una causa externa, algo que tomamos, que comemos, que bebemos o que olemos. No sabemos bien por qué, de todos los fumadores, solo el 60 % desarrolla Cáncer y el otro 40 % no. Buscamos una ley que nos lo explique, ya que una ley biológica tiene que ser aplicable y verificable en el 100 % de los casos. No la tenemos, entonces partimos de ese supuesto, que es lo único que tenemos a mano: el tabaco tiene componentes cancerígenos y en algunos cuerpos causa Cáncer y en otros no (la razón estará en los cuerpos; ese es nuestro supuesto).” “Si tenemos Cáncer, no sabemos lo que sucede en nuestro cuerpo; solo sabemos que algo malo ocurre y hay que extirparlo. Cualquier síntoma que se nos presente también es malo. Es un error que no tiene ningún sentido biológico, hay que callarlo, dormirlo y hacerlo desaparecer.” “El Cáncer es una desviación fisiológica. Nuestro organismo se aparta de la norma, deja de funcionar como debería y pasa a hacerlo de un modo

destructivo. No conocemos muy bien las razones, pero seguramente no se trata de algo bueno o con un sentido preciso, sensato ni biológico, ya que el Cáncer nos mata, nos quiere muertos.” Lo anterior es lo que yo entendía, lo que yo creía mientras estudiaba y también lo que yo comprendía durante mis primeras experiencias clínicas. Durante parte de ese período, lo que yo entendía y comprendía por enfermedad era que la enfermedad no era algo bueno ni con un sentido biológico. Del Cáncer, yo había comprendido que era una proliferación anárquica de células. Anárquicas quiere decir sin sentido, sin lógica, al menos aparente. Sucedió que con el correr de las consultas y los pacientes, algunos interrogantes comenzaron a surgir en mí. Había una pregunta que orientaba mis inquietudes, algo intuitivo que se desprendía, a su vez, de los cientos de pacientes que trataba al mes: ¿realmente no había una conexión entre lo que esas personas estaban viviendo, sus traumas y sus emociones no resueltas, y lo que sus cuerpos manifestaban? ¿La enfermedad solo tenía una causa física? Fueron las primeras señales que me llevaban, sin que yo lo sospechara, a dar de lleno de manera consciente con el para qué de la enfermedad. Hasta ese entonces, debo confesar que mi formación era exclusivamente convencional. Es más, en mi vida privada, si bien siempre fui una persona con inquietudes espirituales, no tenía incorporadas todas las dimensiones que contempla una mirada integrativa del ser humano. Esto es, tener en cuenta que no solo tenemos un cuerpo sino que también somos ese cuerpo. Y que ese cuerpo físico está integrado en un Ser que tiene una dimensión mental, otra emocional, otra energética y otra espiritual. Y que todas estas dimensiones se relacionan unas con otras. Que unas influyen y condicionan a las otras. Que, por lo tanto, como personas estamos condicionados y determinados en el mismo nivel y con la misma importancia por nuestra biología, por nuestra emocionalidad, por nuestra mente (o psique), por nuestra energía y por nuestra espiritualidad. Y que, entonces, aquello que nos pasa va a tener diferentes orígenes y será necesario abordar cada uno de ellos. Porque todos colaboran en crear la realidad en la que vivimos. Que un desequilibrio emocional puede ser causa de una desarmonía física. Que una desarmonía física puede ser causa de un

desequilibrio emocional. Que si me alimento alejado de las necesidades reales de mi biología, es muy probable que emocionalmente también me esté alimentando de manera tóxica. Y mucho más alejada estaba yo de pensar y creer que la realidad física en la que estamos es la mejor solución que encuentra nuestro cerebro, que siempre intenta garantizar nuestra vida. Bueno, si bien yo intuía personalmente algo de esto, lejos estaba de incorporarlo a mi práctica médica; más bien lo dejaba para el ámbito privado. Por ejemplo, sabía que existían terapias energéticas como el Reiki, pero no las consideraba algo importante. Sabía que existía la meditación, pero no me parecía que fuera relevante. Sabía muy poco sobre alimentación saludable, como médica y como persona, y no consideraba que fuera importante para nuestros procesos de salud. Sabía muy poco sobre física cuántica y metafísica, por citar algunos ejemplos. Sucede que en el día a día fui chocando con diferentes realidades. Por algunas cualidades personales, por el tipo de personas que me consultaban, por el destino, porque era necesario que así fuera o porque sería mi misión de vida, los pacientes que ingresaban a mi consulta me narraban sus historias. Esto siempre fue así, para mí nunca entraba una mujer con Cáncer de mama, ni cuando era residente ni ahora. Entraba, en primer lugar, una mujer. Una mujer con heridas abiertas, abusada emocional o físicamente en la infancia, frustrada, haciendo de madre en todas las relaciones en las que se encontraba, con pérdidas terribles, con duelos no hechos, con problemas para sostenerse económicamente, con vínculos familiares conflictivos, alejada de sus deseos, perdida en su vida, desvalorizada, con el alma hecha trizas, con la casa en llamas, con su mente bloqueada. Y detrás de eso, haciéndose visible y haciéndola visible a ella, estaba el Cáncer de mama. Y tampoco puedo decir que indefectiblemente detrás de cada Cáncer de mama está la realidad que describí. Ya vamos a ver esto en detalle más adelante. Ahora bien, cada vez se hacía más evidente lo que para mí, más tarde, sería una realidad: el cuerpo expresaba algo que nuestra mente, nuestro ser (o lo que fuera) no podía expresar. Personas que venían de situaciones emocionales

conflictivas,

con

acontecimientos

estresantes,

con

una

prolongación en el tiempo de cuestiones sin resolver, en algún momento

presentaban lo que llamamos enfermedad. O, también, personas que de un momento para otro, sin esperarlo, vivían un trauma muy grande y, acto seguido, aparecía la enfermedad. Algo estaba sucediendo ahí. Algo que tal vez yo no había tenido la chance de estudiar o de comprender. Porque como estudiantes de medicina no solo tenemos la posibilidad de echar mano de un saber, sino también de hacernos de una sabiduría. Sabiduría que, si estamos dispuestos a verla, aparece en nuestras prácticas médicas cuando entramos en contacto con los pacientes. Ahí es donde podemos desplegar autonomía, libertad y consciencia para alejarnos del manual y acercarnos a la realidad. El manual es una herramienta, nada más. Si bien algo intuí en mis prácticas médicas, debo reconocer que muchísimas veces no escuché o no vi lo que se me estaba enseñando: aquello que me mostraban las personas que atendía. No me di la oportunidad de comprenderlo. A su vez, comencé a palpar otra realidad. Muchos de mis consultantes o pacientes me confesaban algo: además de las prescripciones que se les ofrecía desde la medicina convencional (también conocida como alopática) como cualquier remedio, antibiótico, analgésico o lo que fuera, recurrían a otro tipo de prácticas alternativas. Algunos meditaban, otros hacían Reiki, otros practicaban Yoga y otros rezaban. Algunos comían ajo, otros cebolla, otros tomaban agua tibia con limón, otros propóleo y otros polen. Algunos se hacían enemas cuando estaban con fiebre. Había quienes iban de un médico homeópata y quienes frecuentaban a un médico ayurvédico. Tampoco faltaban los que recurrían a un médico chino. También estaban los que me decían que no tomaban todos los remedios que se les prescribían. Y además de que estas prácticas les permitían transitar de otra manera sus procesos, lo hacían porque creían que lo que pasaba en su cuerpo tenía otros orígenes, que había algo más que la causa orgánica, que el origen físico; porque además, muchas veces esa causa física era, precisamente, desconocida. Esto me fue guiando. A lo anterior, se le sumó otra realidad muy significativa. La mayoría de los pacientes que hacían algo alternativo les escondían eso que hacían a sus médicos. ¿Por qué? La respuesta era unánime: por miedo a que el médico desautorizara lo que hacían, por temor a sentirse humillados en su creencia y

para evitar la desvalorización. Yo no sé si realmente eso era verdad. Es decir, si realmente los médicos iban a desautorizar el saber que los pacientes desplegaban al elegir las prácticas alternativas. Pero había algo que era (y sigue siendo) real: la vivencia de muchos pacientes. Lo sé porque comencé a preguntar una y otra vez: “¿Por qué no me contaste que vas de un guía espiritual para abordar tu enfermedad?”, “¿Por qué no me dijiste que te limpias el colon para colaborar con tu enfermedad?”, ¿Por qué? Por miedo, casi siempre. Miedo a lo que yo, como médica, podía llegar a decir sobre lo que estaban haciendo. Y porque, como me dijo una paciente muy sabia: “Los médicos me dicen que el Cáncer de mama que tengo que no tiene que ver la muerte de mi marido, pero yo sé que sí, y sé que estoy curada y que no tengo que hacer nada, que el Cáncer fue una respuesta a lo que me pasó, y lo que me pasó ya pasó. Mi cuerpo sabe lo que tiene que hacer y yo no quiero prevenir nada. Mucha gente previene y aun así se enferma y se muere sufriendo igual o peor por esa prevención”. A esas palabras las recuerdo como si me las estuviera diciendo hoy. Y recuerdo que yo NO compartía lo que ella decía y creía que necesitaba hacer algo. Ahora bien, había un lugar en mí, una zona desconocida, donde esas palabras resonaban como verdaderas, donde despertaban algo que, en aquel entonces, solo reconocía como incomodidad. Incomodidad interna, mía, propia, que proyectaba en aquella mujer enjuiciando su proceso. Desde la medicina que practicamos (cualquiera que sea), asumimos una VERDAD que excluye, desvaloriza, desacredita y desautoriza otras realidades sin siquiera contemplarlas. Esto me fue guiando también. Y me hizo preguntarme por aquello que no estaba escuchando y no estaba bien. Me hizo preguntarme si habría otra manera de ejercer la medicina Claro que la había. Tenía, en aquel entonces, una paciente que hacía medicina china como complemento del tratamiento convencional. Era un abordaje completamente diferente y repleto de sentido. Ella tomaba hierbas depurativas para mejorar su estado de salud, limpiaba su cuerpo y trataba con acupuntura sus dolores sin tomar medicamentos y con excelente respuesta. Me explicaba cómo le armonizaban los hemisferios que unían sus órganos afectados. Todo mostraba gran coherencia y la respuesta era concreta y evidente en su cuerpo. Siete años pasaron de ese diagnóstico de Cáncer de

mama estadio IV que no tendría cura y ella sonríe a sus estudios normales hace más de 4 años. Paralelamente, llegó a mi consulta una señora mayor y hermosa, con ojos muy negros y cabello canoso a los hombros. Me contó que había tratado su Cáncer de la boca con emplastos de ajo y con su fe en Dios. Que aquello que no pudo besar estaba sanando en su corazón y también en su cuerpo. A esta mujer, una gran maestra, hace 8 años que la acompaño luego de que llegó ese día al consultorio con una sentencia de muerte próxima. Y ahí sigue, cuidando a sus perros y leyendo la Biblia todos los días para que Dios siga sanado su corazón. Y también acompañé a una mujer que solo buscaba una confirmación, alguien que autorizara sus referencias internas. Recuerdo que en la primera consulta, sentí hacerle la siguiente pregunta: “¿Tú crees que eres una persona sana o una persona enferma?” Ella me dijo: “Soy una persona sana y si me opero me voy a morir”. Tenía un diagnóstico de tumor renal y le habían indicado una operación. Con todo ya preparado para la cirugía, desistió. No la quería. Sentía que esa iba a ser su muerte. Lo protocolar es que los pacientes con tumores renales se saquen el riñón. Y ahora llegaba esta paciente que no estaba dispuesta a hacerlo. Entonces, comencé a reflexionar. La situación me ponía en un lugar complejo como médica. Me pregunté qué representaba para una persona sacarse un riñón. Puede que para una algunas personas no signifique nada, porque es algo interno y que no se siente. Pero para una persona que tiene mucha sensibilidad de sí misma puede representarlo todo. Todo lo que significa una cirugía: la anestesia, estar internado, el miedo que se dispara. Pero hay algo más, me dije. Estamos sacando un filtro. El riñón es un filtro del cuerpo, reabsorbe iones y agua, nos ayuda a guardar lo que necesitamos y elimina lo que no se precisa. Es de utilidad para depurar tóxicos y, según otras miradas médicas, el riñón depura emociones: reabsorbe agua para devolvernos a nuestro medio cuando nos sentimos solos, abandonados o incomprendidos. Esta paciente no estaba dispuesta a hacer eso y además tenía la certeza de que operándose le iba a ir muy mal. Ella me dijo: “Si me opero me muero, ya lo sé”. A mí me planteaba un conflicto médico, porque desde la medicina convencional la decisión era que tenía que operarse, pero la experiencia con la que contaba cuando se me presentó este caso me decía que todo lo que la persona haga en

contra de lo que siente y piensa resulta mal. Cuando la persona que se opera no está de acuerdo con la cirugía, el proceso se complica y eso se ve y es tangible para todo el mundo. Cuando uno va a hacer un tratamiento del cual no tiene convicción, ese tratamiento se complica. Ella había hecho tratamientos con medicinas complementarias, había buscado el para qué de ese tumor, había hecho homeopatía, había cambiado la alimentación y había comenzado a tomar suplementos. Y en cierto momento me preguntó: Andrea, ¿qué harías en mi lugar? Había dos posibles respuestas. Una, la protocolar, la que dice el manual. Otra, lo que haría yo si estuviera en el lugar de ella. Desde hacía tiempo venía planteándome que solo recomendaría a otro algo que yo haría si estuviese atravesando la misma situación. Y algo hizo un clic. No podría decir el momento exacto, pero fue uno de esos instantes reveladores que hacen que sea imposible volver la mirada atrás. Le respondí que ninguna de las dos alternativas era conveniente, es decir, verdadera. Lo que necesitamos, tanto yo como la paciente, es tener la posibilidad de saber cuáles son las diferentes visiones respecto de la enfermedad (en este caso, el Cáncer), qué entendemos por ella, cuáles son los diferentes abordajes y tratamientos posibles, necesitamos comprender las necesidades diferentes y, a la vez, compartidas del médico y el paciente. Necesitamos que el protagonista decida. Necesitamos que el protagonista decida. Estaba ante una paciente que no era pasiva, era completamente consciente y activa respecto de su proceso de salud. Una persona llena de certezas que quería ser protagonista de su vida, buscaba alguien que la acompañar y la sostuviera en sus decisiones, alguien que catalizara su poder de sanación, alguien que la guiara, que se animara a hacerlo sin juzgarla, necesitaba una médica que se comprometiera en su propio proceso sin prejuicios, una médica que le brindara la información de la manera más sencilla posible

para

comprender

y,

así,

terminar

de

decidirse.

Necesitaba

acompañamiento, sostén de sus propias referencias y aceptación. Necesitaba amor. Ahí resonó con más claridad esto que hoy, para mí, es uno de los ejes fundamentales en las consultas: cada consultante necesita que su tratamiento

sea un traje hecho a medida; a la medida de sus creencias, de su consciencia, de sus posibilidades y necesidades reales, no las del médico. En su primera consulta, esta paciente me dijo con firmeza que antes de que se le diagnostique la enfermedad ella estaba muy mal psicológica y espiritualmente, que había vivenciado situaciones conflictivas y estresantes, y que estaba segura de que su enfermedad había sido una solución a eso. Es más, luego del diagnóstico y a pesar de los síntomas, se sentía mucho mejor. Por la enfermedad, ella comenzó a realizar terapias, a cambiar la alimentación, a resolver conflictos vinculares, a sanar heridas de su infancia y a encontrarse a sí misma. Decía que la enfermedad le salvó la vida, que Dios le puso a la enfermedad en su camino con esa finalidad: sanar su alma. ¿Cómo acompañar este proceso? Otro consultante llegó a mi consultorio arrastrando los pies, con la mirada hacia el piso y los hombros caídos. Su postura física transmitía una tristeza absoluta. Me contó que hacía diez años le habían sacado un riñón por un tumor y que hacía unos meses le habían encontrado un tumor en el riñón que le quedaba; el funcionamiento renal era normal pero en la tomografía se vía un tumor. Me dijo: “Me obligan a sacarme el otro riñón mañana; eso quiere decir que tendré que vivir el resto de mi vida enchufado a una máquina de diálisis de 3 a 5 veces por semana. La mayoría de las horas de mi semana morirán en la máquina de diálisis, no podré trabajar más y no jugaré más al fútbol. Soy el sostén de mi familia y tengo 4 hijos pequeños y una esposa dedicada a ellos. Siento que operarme es lo mismo que morir, ya nada me interesará cuando deje de ser el sostén de mi familia. Seré un enfermo crónico sin vida y sé que así, en poco tiempo me moriré”. Y con una certeza notable, sentenció: “No estoy dispuesto a sacarme el otro riñón, prefiero vivir lo que me quede de vida así, necesito que me acompañe lo mejor que usted pueda en mi decisión.” ¿Cómo acompañar este proceso? También recuerdo otra paciente con Cáncer de mama. Ella me dijo: “Mi abuela tuvo Cáncer de mama, no hizo nada y no tuvo problemas. Yo no quiero hacer nada. ¿Usted me puede acompañar en esto? Porque mi familia no me apoya, cree que estoy loca. Necesito alguien que me acompañe”.

¿Cómo acompañar este proceso? Cuando uno deja de buscar porque ha encontrado, creo que es ahí precisamente donde nos encuentra aquello que tanto necesitamos. En ese momento, yo había comenzado a leer sobre medicina integrativa, a entrar en contacto con la fitoterapia, la medicina ayurvédica, la medicina tradicional china y la medicina antroposófica. Y así sea por estos saberes, pero sobre todo por mi experiencia, tenía la evidencia de que lo emocional y lo biológico estaban conectados. Una de estas pacientes sobre las cuales te hablé líneas atrás, me dijo unas palabras que resonaron profundamente en mí: “Para mí el cuerpo es sagrado, perfecto, no tiene fallas; la creación es maravillosa y perfecta”. Es verdad, dije. Eso que entendemos como un error en el cuerpo es muy probable que sea una solución. Ahora bien, desde el punto de vista médico, ¿cómo dar una explicación científica y médica a esto? Es así como suceden las coincidencias maravillosas, eso que algunos llaman sincronicidad: llegó a mí la Sabiduría de la Ciencia Curativa Germánica descubierta por el Dr. Ryke Geerd Hamer, y yo llegué a ella. Necesitaba un marco teórico que coincidiera con lo que yo veía en mi práctica médica, con lo que intuía, con mi experiencia, con la experiencia de algunos colegas y con las experiencias de los pacientes que me consultaban. Necesitaba algo que aportara coherencia entre lo que pensaba, decía y hacía. Y en las 5 Leyes Biológicas puestas de manifiesto por el Dr. Hamer pude encontrar todo eso. ¿Encontrar qué? Sentido. Una respuesta biológicamente sensata a las preguntas, al por qué y al para qué de la enfermedad. Encontrar el sentido biológico de cada manifestación física, cada síntoma y cada proceso. Tener las herramientas para sostener eso que veía en la práctica: nuestro cuerpo no falla ni se equivoca. Todo en nuestra biología está integrado en términos biológicos de supervivencia: la enfermedad no es un error sino una solución. Encontrar leyes que pueden aplicarse y verificarse en el 100 % de los casos. Hablemos, entonces, de las 5 Leyes Biológicas. Cuando el cuerpo no falla

Mi despertar fue comprender que el cuerpo no falla, que es la creación más perfecta de la Naturaleza. Mi despertar espiritual. Mi darme cuenta. Mi hacer consciencia. El principio de mi despertar, tal vez. Tal vez, todo comenzó cuando tenía 18 años, durante el verano del año 1997, en Esperanza, la ciudad donde nací. Era un día húmedo y caluroso, apenas se movía el ventilador de mi cuarto. Y ahí estaba yo frente a un libro literalmente gigante. Mucho más tarde, entendería que también lo era simbólicamente. Ese libro era mi primer libro de fisiología y nuestra relación fue de amor a primera vista. No fue solo enamoramiento. Fue amor. Fue consciencia. Fue compresión. Fue darme cuenta. Fue un antes y un después. Luego de un año viendo partes separadas de tejidos, encontré información sobre cómo se organizaba el cuerpo en su totalidad (sus diferentes relaciones): cómo se generaban la respiración, los latidos cardíacos y la circulación de la sangre de la linfa; cómo se contraían los músculos; y cómo funcionaban los sentidos. Quedé maravillada. Absolutamente todo es perfecto en nuestro cuerpo. Muchas funciones se ejecutan de manera sincronizada al mismo tiempo. Muchas decisiones se toman a cada instante en el territorio de nuestro cuerpo para garantizar, segundo a segundo, nuestra supervivencia; con precisión y perfección. ¿Hay algo más perfectamente diseñado que nuestro cuerpo? Me preguntaba, sin respuesta, cómo podía fallar, equivocarse o tener un error. Porque aun cuando algo fallaba, se ponía en marcha otra cosa para compensar esa falla (si bien, claro, esta compensación se considera siempre como un error). Ahora bien, ese libro, el primer tratado de fisiología, me dio una visión de la totalidad de nuestro cuerpo. No eran partes sueltas funcionando vaya uno a saber por qué. Era un todo. Sentí paz y claridad al leerlo. Sentí, debo confesarlo, felicidad. No sé qué siente, por ejemplo, un músico cuando encuentra la melodía que está buscando, pero supongo que será una vivencia bastante similar. ¿Cómo puede fallar esto? Recuerdo hacerme varias veces esta pregunta. Como te conté antes, en mi caminar, en la interpretación racional que hacía yo de mis experiencias, con las vivencias de mis pacientes y con las prácticas de otros colegas surgía la intuición de que no hay error en el cuerpo

humano, que nuestra biología no se equivoca, que el cuerpo no falla. Necesitaba algo que, como aquel libro, me permitiera comprender la totalidad de lo que pasaba en el cuerpo humano, los por qué y los para qué. Algo que escuchado por cualquier persona que no sea experta en medicina pueda ser comprendido, no por su simpleza sino por su sentido verdadero. Entonces, apareció una llave, es decir un paciente. Y este paciente, a quién siempre le estaré agradecida, me dijo: “Doctora, usted tiene que leer los descubrimientos del Dr. Hamer. Yo creo que lo que usted hace tiene que ver mucho con eso”. Y esa llave me llevaría a una puerta. Si hubiera sabido que al abrir esa puerta no podría volver la mirada atrás, que todo, absolutamente todo, cambiaría en mí la manera de ver la enfermedad, que pondría en jaque mis creencias, mis saberes aprendidos, mi relación con la profesión y mi vínculo con los pacientes; si hubiera sabido que al abrir esa puerta entraría en crisis con mi rol de oncóloga, estoy segura de que no la hubiese abierto. Pero la llave llegó como tenía que llegar, como llegan con frecuencia mis llaves, aquellas que abren los tesoros que a lo largo de mi vida he ido encontrando: a través de mis consultantes. Sus palabras tuvieron el mismo efecto que se produce cuando arrojamos una piedra en un estanque con agua: una vez que llega al fondo, desentierra lo que hay en él, lo eleva a la superficie, lo hace visible y nos permite ver lo que estaba oculto en nosotros. Y eso que permanece oculto e invisible suele ser lo verdadero. Verdadero para uno. Y, en este caso, era y es verdadero para mí. Comencé a coquetear con algunos escritos de lo que el Dr. Hamer llamó la Nueva Medicina Germánica. Me di cuenta de que estaba dormida. ¿En qué sentido? Desde aquel libro de fisiología, jamás había vuelto a tener ese sentimiento de felicidad plena que describí antes: pasar cinco horas leyendo algo y percibirlas como si fueran 15 minutos; amar y comprender la lectura, estar en mi elemento, sentirme un pez en el agua, con cansancio pero con una sonrisa. Esto no me había sucedido más. Me pasaba cuando entraba el consultorio: ya vivenciaba la práctica médica un poco de esa manera. Ahora bien, no me pasó lo mismo con los libros de patología ni con los de clínica médica ni con las especialidades ni con la oncología misma. Cuando encontré la sabiduría de estas

Leyes Biológicas y esa sabiduría me encontró a mí, volví a tener aquella vivencia de claridad: sentí que comprendía con una sencillez muchas veces asombrosa e impactante. Vi la Totalidad otra vez. Comencé a ver de otra manera tanto el por qué como el para qué de la enfermedad. No pude volver la mirada hacia atrás. Y esto pasa cuando nos damos cuenta. Básicamente, lo que el Dr. Hamer decía es que hay otra manera de comprender la enfermedad, de saber que la enfermedad puede ser otra cosa, que nuestro cuerpo no falla, que nuestra biología no se equivoca, que el proceso que estamos viviendo tiene un sentido biológico y sensato preciso, y que eso que llamamos enfermedad en realidad es un programa biológico que despliega nuestro cerebro para garantizar nuestra supervivencia. Lo cual equivale a decir que, así comprendida, la enfermedad no es un problema sino más bien una solución. Apenas lo leí, sentí un rechazo, porque muchas de las cosas que yo había comprendido respecto de la enfermedad estaban siendo rechazadas en aquellos postulados. No tenía sentido para mí, desde mi perspectiva médica. De todas formas, había algo: no podía dejar de leerlo. Como cuando algo prohibido nos atrae, no por la prohibición en sí sino porque su contenido activa una realidad en nosotros, nos despierta curiosidad y, a la vez, nos va resonando verdadero. Y más lo leía menos resistencias oponía y más sentido tenía lo que Hamer planteaba. Este sentido no era por los argumentos impecables que presentaba ni por sus evidencias científicas. El sentido de lo que Hamer ponía de manifiesto se activaba en mí cuando encontraba en los procesos de las enfermedades de mis consultantes lo que el Dr. Hamer describía y, sobre todo cuando podía comprender mejor esos procesos y podía, junto con el paciente, tomar mejores decisiones terapéuticas al respecto. Empecé a comprobarlo en mí, en mi familia y en mis amigos. ¿Y si Hamer tenía razón? Y si Hamer tenía razón, la medicina estaba patas para arriba (así se titula un libro al que accedí y cuya lectura les recomiendo). Al menos mi manera de ver la medicina estaba patas para arriba. Insisto, no creo en las verdades que excluyen. Si fuera así, la física cuántica excluiría a la física mecánica. Y no es así, se complementan e integran tratando de abordar

al máximo la realidad real. Es como cuando vamos a ver una obra de teatro o una película. Cada uno de nosotros tiene su vivencia al respecto. Ahora bien, ¿una excluye a la otra? Podemos aferrarnos a la idea de que sí. O también podemos aceptar que una mirada completa e integra a las otras (que no las excluye ni las reemplaza). Lo voy a reiterar cuantas veces lo sienta necesario: en mi experiencia, en mi práctica y desde mí cosmovisión, las diferentes medicinas nos ofrecen la posibilidad de abordar eso que entendemos como enfermedad de la manera más integral posible (brindándonos a médicos y consultantes la alternativa de tratar lo que pasa en el cuerpo con las estrategias, técnicas, sistemas y métodos que sean más convenientes). Como siempre digo, creo que cada herramienta y cada medicina por sí misma puede ser milagrosa pero, aplicada sistemáticamente más allá de la persona que se trate o del caso particular, puede ser desastrosa. La primera vez que leí las 5 Leyes Biológicas, encontré la diferencia. Sentí y realmente comprobé que la enfermedad no es un error sino una solución que el cuerpo ofrece. Ese para mí fue el gran cambio, ese es el Nuevo Paradigma de Salud. Aceptar que el Saber no es algo cerrado sino abierto. El saber no es estático sino dinámico. Y necesitamos avanzar en esa dirección. Aclaración aparte, sigo. ¿Y si Hamer tuviera razón? Antes de ver las razones de Hamer, veamos un poco quién fue (y es) Hamer y cómo llegó a sus razones. Porque el camino a través del que Hamer pudo acceder a sus razones y mediante el cual llegó a poner de manifiesto lo que llamaría las 5 Leyes Biológicas no es simplemente anecdótico. A mi entender, estas leyes nos muestran una manera de vivir y ejercer la medicina: médicos de manos calientes (como los llama el propio Hamer en unos de sus libros). Nos muestran una manera de situarse frente a la enfermedad y la biología: no creer que ocurren fallas anárquicas sino que todo se despliega con sentido preciso. Nos muestran una manera de comprender al ser humano: no como testigo pasivo de lo que le pasa, sino como protagonista activo de lo que vive. No me cabe duda de que entre las misiones espirituales de vida de Hamer estaba la de poner de manifiesto estas leyes y para hacerlo tenía que elegir la profesión que eligió y vivir lo que vivió para verse en la encrucijada de tomar una decisión: o era consciente, responsable y libre y elegía hacer lo que tenía que

hacer o decidía no darse cuenta. Eligió, claro, la consciencia. Eligió mostrar lo que estaba viendo. Muchas veces, a lo largo de la historia, hemos visto cómo algunas personas viven graves consecuencias personales al desplegar lo verdadero. Por citar un ejemplo, Galileo Galilei. Hacer visible lo verdadero y cuestionar eso que se postulaba como verdad absoluta le valió no solo la condena a prisión perpetua, sino también la obligación de rechazar públicamente sus ideas. Galileo lo hizo y luego se lo confinó a arresto domiciliario de por vida. ¿El ejemplo de Galileo para hablar de Hamer es casual? Claro que no. Galileo solo tuvo la gracia, el compromiso y el valor espiritual de hacer visible algo que ya estaba ahí y necesitaba ser nombrado. Al nombrarlo, Galileo estaba abriendo un cambio de paradigma, una manera de ver el mundo. Un antes y un después. Creo que Hamer, con sus 5 Leyes Biológicas, hizo lo mismo. Y creo que el destino de Hamer fue bastante similar al de Galileo. Cambian los actores, pero la historia se repite hasta que aprendemos lo que necesitamos aprender. Así de simple.

Tal vez, a Hamer le hubiese parecido una ironía del destino que una oncóloga diga esto sobre él. Y, tal vez, a Hamer no le hubiese gustado que una oncóloga diga que solo por esas leyes él debería haber recibido el Premio Nobel o cientos de premios Nobeles. Y menos en gracia, tal vez, le hubiera caído que una oncóloga practique la medicina teniendo como uno de los ejes rectores de la misma, los postulados de la Ciencia Curativa Germánica. Yo necesito hacerlo y agradecerle por lo que hizo. Por recoger el guante. Por ser coherente no con sus creencias, sino con la realidad real misma. Por poner de manifiesto lo verdadero; porque su ciencia, la Ciencia Curativa Germánica, que nos explica y aclara cómo funcionamos los seres vivos, no es exclusiva de la medicina sino que es una forma de vida. Y creo que algún día le darán aquel premio, aunque sé que los premios, muchas veces, llegan tarde. De todas formas, creo que el reconocimiento por lo que hizo, la valorización de sus enseñanzas y el agradecimiento a su manera de ejercer la medicina están llegando. Él decía que la Ciencia Curativa Germánica puede aprenderse y enseñarse en dos días en una Universidad. ¿Tan sencillo? Bueno, tal vez sea exageración. Pero es

sencillo. Y es lo que está comenzando a ocurrir en algunas universidades que se abren a esta sabiduría. ¿Quién era y es Hamer? ¿Qué vivió? ¿Qué hizo? Veamos un resumen. El Dr. Ryke Geerd Hamer, nació el 17 de mayo de 1935, en Renania, Alemania y murió el 2 de julio del 2017 en Noruega. Estudió medicina, física y teología. Ejerció como internista en las clínicas universitarias de Tubinga y Heidelberg. Un profesional muy estudioso, disciplinado e ingenioso (inventó instrumentales quirúrgicos patentados bajo su nombre) y que además de médico fue investigador, físico y teólogo. Un médico que, por ejemplo, proyectó fundar hospitales para personas sin recursos. Hasta el año 1978, este fue Hamer: un joven médico privilegiado, según sus colegas, por su inteligencia, disciplina y labor. En el año 1977, el Dr. Hamer era un médico alemán que trabajaba en la sección de ginecología de un hospital de Múnich, Alemania, donde había 200 pacientes ingresados que tenían Cáncer. En agosto de ese año, Hamer vive un suceso inesperado que lo agarra a contramano, un evento muy traumático: a su hijo le disparan y luego muere en sus brazos, tras ciento once días de agonía. A los pocos meses, al Dr. Hamer le diagnostican Cáncer de testículo. Cuando recibió el diagnóstico, Hamer venía de una férrea formación médica. El oncólogo le afirma que tiene una posibilidad entre cinco de poder superar esa situación. En ese momento, pensó que nada bueno estaba pasando: al recibir el diagnóstico creyó que su cuerpo parecía estar fallando. Sin embargo, el Dr. Hamer comenzó a atar cabos. Aún enfermo, Hamer no se quedó con el diagnóstico. Íntimamente, algo lo llevó a investigar, a preguntarse y a cuestionar el orden establecido de las cosas. A su mujer le pasó algo similar, también le diagnosticaron un tipo de Cáncer (Cáncer de mama). Hamer comienza a investigar en la sección de ginecología del Hospital de Múnich. Así empieza a ver una relación causa-efecto entre el trauma emocional y un tipo de enfermedad. En función de su propia experiencia, Hamer comienza a estudiar diferentes tipos de Cáncer. Él había vivido un evento muy traumático, un shock traumático que lo agarró a contrapelo y que además había vivido en soledad, en el sentido de que si bien su esposa estaba a su lado, no conocía la

vivencia que Hamer tenía de tal situación; y por supuesto era un trauma que no sabía cómo resolver, no había solución alguna para poder salir del conflict. Luego de este evento, apareció el Cáncer. Esta relación entre suceso y enfermedad es la que comienza a ver Hamer en todas sus investigaciones. ¿Qué le pasó a Hamer? Acá entra el paralelismo con Galileo. Hamer comienza a preguntar a todos sus pacientes sobre algún shock traumático vivido durante el tiempo anterior al desarrollo de la enfermedad y encuentra una correlación perfecta. El mismo equipo de la investigación que lleva a cabo en la clínica donde trabaja lo echa. No obstante, el Dr. Hamer continúa investigando en Colonia (Alemania), donde hay ingresados pacientes con Cáncer de pulmón, y encuentra las mismas correlaciones. Es así que luego de cientos y cientos de confirmaciones e investigaciones, desarrolla en 1981 la Primera Ley, a la que llamó Ley Férrea del Cáncer. La llamó la Ley de Hierro porque nunca falla, no es flexible y no se dobla, como el hierro; y esta ley explica el origen de la mayoría de las enfermedades. En 1981, tras aportar centenares de expedientes clínicos, el Dr. Hamer presenta en la Facultad de Tubinga una tesis sobre esto. ¿Qué hizo la Facultad? Rechazó la investigación sin ninguna justificación ni verificación. Se dice que el asesor jurídico de Hamer le dijo: “Los señores han examinado la tesis cientos de veces a puertas cerradas. En cada ocasión han comprobado que todo es correcto. Si hubiesen encontrado un solo caso erróneo, hubiese sido usted invitado a Tubinga a realizar un examen público al día siguiente” (Germanische Neue Medizin Kurinformation, 2008. Amici di Dirk). ¿Se entiende? Como no había error en lo que Hamer planteaba, se rechazó sin más la investigación (si la teoría hubiera tenido fallas, se lo habría invitado

a

presentarla

porque

hubiera

sido

posible

desacreditarla

científicamente). Hoy se habla de medicina basada en evidencia, esta es la máxima expresión de eso, algo que se replica de la misma manera en cientos de miles de casos, eso es ciencia. No obstante, el Dr. Hamer siguió estudiando y dedicó su vida a la investigación y el descubrimiento. Así desarrolló otras 4 leyes más. Luego de sus descubrimientos, el Dr. Hamer fue detenido dos veces, algo casi insignificante si tenemos en cuenta que le retiraron su matrícula y que sufrió tres intentos de asesinato, entre otros muchos hostigamientos.

Hasta su muerte en el año 2017, Hamer vivió aislado, con sus teléfonos intervenidos, con sus correos electrónicos controlados y sin poder ejercer la profesión. En una especie de prisión simbólica pero real. Tuve la oportunidad de hablar por teléfono con Hamer. Fue una conversación muy breve ya que luego dirigió la comunicación una persona que intercedió por él. El Dr. Hamer no quería saber nada con los oncólogos, cosa que comprendo y, en parte, justifico. Pero mi percepción personal es que el Dr. Hamer estaba muy dolido y creo que puedo entender su dolor. Y yo percibí en esa conversación que el Dr. Hamer sentía una profunda tristeza. Se habla y se ha hablado mucho en nombre del Dr. Hamer. Están los que se dicen sus discípulos. Están los que se dicen habilitados a enseñar sus enseñanzas. Lo único claro son los escritos que ha escrito el Dr. Hamer. Y que sus descubrimientos están comenzando a enseñarse por diferentes países del mundo, por ejemplo, en la Universidad Nacional de Rosario (Argentina). En el año 2016 se impartió un curso intensivo sobre las Leyes Biológicas de la Ciencia Curativa Germánica, estuvo a cargo de la Dra. Leonor Gallardo, médica y cirujana general, Maestra en Salud Pública, profesora de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua y la Dra. María Teresa Ilari, médica internista, directora de la Clínica de Santo Domingo, Nicaragua. Gran logro científico. Se podría decir, tomando prestada la célebre frase de Armstrong, que es un pequeño paso para la medicina, pero un gran paso para la humanidad. Entendamos lo siguiente. Luego de muchos años de investigación, de muchos casos estudiados (“…la observación de más de 20000 casos de patologías diferentes, desde la verruga al SIDA, desde la psicosis a la leucemia, pasando por la esclerosis y la diabetes…” como dicen en el libro La Medicina Patas para Arriba), de su propia experiencia como paciente de Cáncer y del estudio minucioso de la evolución de la primera célula destinada a convertirse en un individuo complejo (el estudio de la embriología), el Dr. Hamer pudo descubrir (des-cubrir) o como él dice, poner

de manifiesto, ya que siempre estuvieron ahí, cinco Leyes Biológicas que pueden ser aplicadas a cualquier ser viviente, que se reproducen en el 100 por ciento de los casos para cada proceso biológico que entendemos como enfermedad (y esto también probado científicamente). Impactante, ¿no? A través de estas Leyes Biológicas podemos comprender que la enfermedad no es algo insensato ni peligroso, que nuestro cuerpo no está fallando, que nuestra biología no se equivoca, que eso que entendemos como enfermedad no es algo que necesitamos eliminar, que los seres humanos, como creación divina, somos perfectos y que nuestro cuerpo no falla. Podemos comprender que eso que llamamos enfermedad en realidad es un programa sensato y con sentido biológico que pone en marcha nuestro cerebro. ¿Por qué lo pone en marcha? Porque, como dice el Dr. Hamer, todo en nuestro cerebro está integrado y programado en términos biológicos de supervivencia y nada de lo que se activa en nuestro cuerpo es para matarnos. ¿Qué quiere decir esto? Si la enfermedad está en marcha como solución, es porque, visto desde nuestro cerebro biológico, esa solución es la mejor posible para garantizar nuestra vida. Claro que, ante cada proceso biológico entendido como enfermedad, vivimos incomodidades y dolores que nos causan malestar. Nos queremos, con razón, sacar eso de encima. Sucede que mirando la enfermedad desde esta perspectiva comprendemos que eso que llamamos enfermedad es un proceso que tiene diferentes etapas, que a cada etapa le corresponden diferentes síntomas y que entender el sentido y la necesidad de determinados síntomas nos llevará, como médicos y como pacientes, a tomar diferentes decisiones terapéuticas, abordar los síntomas desde un lugar más coherente a nuestras necesidades biológicas y transitar el proceso desde otra vivencia. Por ejemplo, ninguno de nosotros quiere que algo le duela; pero el dolor tiene un sentido biológico. Básicamente, el sentido biológico es el de disponernos a la reparación: si me corto la planta del pie y no me duele, voy a seguir caminando hasta lastimarme más. Comprender esto tal vez no haga que me duela menos (y habrá que tomar decisiones respecto del dolor), pero en términos psicológicos y emocionales permitirá bajar el estrés que genera que algo malo está sucediendo. Suele asociarse el descenso de peso a alguna falla, como si fuera

un síntoma realmente peligroso ante la presencia de determinadas patologías. Desde la medicina biológica, podemos decir que, salvo algunas excepciones, ese síntoma no es negativo sino positivo. Así, entonces, el cuerpo no falla (ni nuestro cerebro, ni el resto de los órganos que cumplen una orden que activa nuestro cerebro). Comprender el sentido biológico nos conduce, fundamentalmente, a tres direcciones: entender que no hay nada malo en nuestro cuerpo y que ese sentido biológico también nos puede llevar a abordar conflictos emocionales, mentales y espirituales no resueltos (la enfermedad no solo tiene un por qué, también un para qué); tomar decisiones terapéuticas más convenientes Y bajar los niveles de estrés y miedo, que son los dos factores más importantes a trabajar en esos procesos. Es importante

comprender

algo:

la

mayoría

de

las

enfermedades

son

diagnosticadas cuando los síntomas se hacen presentes. Ahora bien, resulta que desde el punto de vista de la Medicina Biológica, en casi el 90 % de las enfermedades los síntomas se presentan cuando el proceso biológico está en etapa de resolución. Por eso es importante comprender lo que pasa, para tomar las mejores decisiones, echando mano de las mejores herramientas posibles (así esas herramientas provengan de la medicina convencional, de la medicina china, de la ayurvédica, de la antroposófica, de la homeopática, de la chamánica, de la indígena, de la occidental, de la oriental o de la que fuera). Decisiones que no solo tiene que tomar el médico, sino también el consultante. Porque esa Sabiduría pone al paciente en el centro del escenario, con un cenital sobre su cabeza para que sea el protagonista de su vida, de su propia historia. Estas leyes son un saber transcendental, revolucionario tanto para los médicos como para los pacientes. Representan una forma de ver la vida. El descubrimiento de las relaciones entre los conflictos biológicos y la salud dio un vuelco a la medicina. Como dije más arriba, a mí me explicó y me reafirmó una teoría que daba vueltas en mi mente y resonaba en mi corazón. Como te contaba, antes de “encontrar” estas 5 Leyes Biológicas en los hospitales escuché a cientos de pacientes con enfermedades graves que confirmaban lo que el Dr. Hamer postula. Recuerdo que un día, luego de una larguísima jornada de trabajo, ingresa a la guardia médica del hospital donde yo ejercía una señora con Cáncer de ovario muy grave. Creo que compartió conmigo sus últimas

palabras. Yo, joven e inexperta pero con mi inquietud siempre debajo del ambo blanco, en un momento ya de tranquilidad y luego de calmar sus dolores y drenar el líquido de la panza que no le dejaba respirar, me senté en su cama y le tomé su mano pálida y fría, le acaricié la frente sudada ya más distendida por la ausencia de dolor y le pregunté: “¿Qué piensas tú, María, sobre esto que te sucede y te agobia, por qué tu cuerpo habrá enfermado, qué te puso tan triste? Ella rompió llanto sobre mis brazos y me dijo: “Hace 8 meses murió mi hijo en un accidente y desde ahí mi vida perdió sentido. Me siento sola y abandonada. Hace 3 meses mi panza se puso a explotar y me encontraron todo esto”. Tenía 23 años cuando al escuchar esas palabras me dije: “Algo tiene que conectar lo que le pasó con la enfermedad, no es casualidad”. Luego de calmarla le agradecí y le dije que algún día iba a escribir un libro sobre eso. Pasaron casi 20 años. Y lo estoy haciendo. Y sobre lo que siento que es verdadero escribo. Hace 17 años María murió sin comprender en su mente ni en su cuerpo emocional el sentido biológico de lo que transitó. Hoy, estoy segura de que su Ser Espiritual lo sabía. Tengo la certeza de que su cerebro biológico desplegó la mejor solución al conflicto biológico. El cerebro biológico siempre se anticipa y evalúa cuál es la mejor alternativa. Y si no es posible curarnos, pues va a sostener la enfermedad. Y si ya no es posible sostener la enfermedad y la energía que necesita desplegar para reparar nuestro cuerpo es mayor a la energía que está disponible, no hará el intento porque ni biológica ni espiritualmente tiene sentido. Entonces va a desconectar el sistema y cambiaremos de estado. Eso es la muerte, un cambio de estado. Durante nuestra vida, vivimos muchos cambios de estado y la muerte es el último cambio que nos lleva a un estado diferente. Nuestra mente, el cuerpo emocional con el cual estamos identificados, la razón, nuestros pensamientos y nuestros sentimientos se aferran a esto que, desde la mente, conocemos. El cerebro biológico es neutral, está conectado con lo verdadero; por eso, siento que está al servicio de nuestro espíritu. Hay una frase que suelo escuchar: “Eres médica, ya te es indiferente la muerte de un paciente”. No me es indiferente, ¿cómo va a serlo? Solo que aprendí que hay momentos donde no podemos intervenir más, donde necesitamos soltar y aceptar. Y, como médicos, acompañar una decisión

que no vamos a comprender jamás con la razón, y menos con el corazón. ¿Qué le puedo decir a una madre cuyo hijo acaba de morir? Nada. No hay palabra para abrazar ese dolor. Por más que yo comprenda desde el sentido biológico hasta el espiritual lo que pasó. Solo acompañar en el silencio y el amor, sin emitir juicio. A veces, es necesario el silencio por más que en ese momento el Otro no lo comprenda. A veces, es necesario decir algo que el Otro no va a comprender en ese momento de dolor. A veces, es necesario dejar de hacer. Este aprendizaje me lo regaló un día la hija de una mujer que murió en mis manos. Lo relato para honrar y agradecer a esas mujeres y para ser más clara en lo que dije anteriormente. Esta mujer, luego de un devenir, entra en paro cardíaco después de varias complicaciones en el hospital. Ingreso corriendo al quirófano donde ella estaba. Le hago maniobras de reanimación sin éxito. Literalmente, me subo sobre ella. Quiero resucitarla. Estaba yéndose en sangre. Yo, bañada en sangre, en lágrimas, suplicando, hablándole, rogando por un milagro, no paraba de pujar sobre su corazón. Una y otra vez. Ella ya estaba muerta. Y yo, insistía. Finalmente, dejé de hacerlo. Fue la primera vez que pasaba por esa tremenda situación. Me fui en silencio, con el ambo teñido en sangre, desconectada de la realidad y sin saber por dónde caminaba. Crucé calles y plazas hasta que tomé consciencia. Semanas más tarde, en el pasillo del hospital me para la hija de esta mujer. Yo no la había reconocido, pero ella había ingresado a un lugar donde habitualmente solo tiene acceso el personal del hospital. La puerta de la sala había quedado entreabierta y ella había sido testigo del esfuerzo que yo había hecho con su madre y venía a agradecérmelo. Y me dijo algo que aún le agradezco: “En un momento, decía para mí, ya está doctora, ya está, ya hizo todo, no siga, ya se fue, suéltela, porque yo sentí que ya había partido”. “Suéltela”, me dijo. A pesar de que era su madre a quién yo intentaba reanimar, ella sentía que debía soltarla. ¡Cuánta sabiduría en esas palabras! En lugar de escuchar el cuerpo de aquella mujer yo escuchaba mi mente. Es necesario escuchar a nuestra biología para aprender de ella y comprender su sabiduría. La sabiduría de nuestro cuerpo viene de nuestro espíritu; así lo creo. El cuerpo es neutral, no tiene juicios, está conectado con lo verdadero. Hay un sentido biológico detrás de cada manifestación que hace nuestro organismo. Si tenemos la disponibilidad interna para hacerlo, el sentido biológico

nos llevará al sentido emocional y espiritual que hay en cada palabra que nombra nuestro cuerpo. Cuerpo que usa su propio lenguaje, lenguaje que incluye lo que llamamos síntomas y enfermedades. A mi entender, es necesario que tanto médicos como pacientes en lugar de matar al mensajero recojamos el mensaje. En mi experiencia, cuando el cuerpo habla es porque antes lo hicieron el pensamiento, la emoción y la energía; el Alma hace rato que grita.

Hay una lógica biológica que explica el por qué y para qué de lo que expresa nuestro organismo. Eso que, por convención, elegimos llamar enfermedad. Las 5 Leyes Biológicas explican esa lógica. Estas leyes se pueden verificar en el 100 % de los casos, si queremos. La Ciencia Curativa Germánica es la primera medicina que plantea que la enfermedad no es un error sino una respuesta biológica sensata de nuestro organismo, que esa respuesta es perfecta y que el origen de esa manifestación está dirigido por el cerebro. Antes de ir a estas leyes, es necesario saber que las Leyes Biológicas del Dr. Hamer no contemplan las intoxicaciones, los accidentes ni los envenenamientos. Más allá de que estas situaciones tampoco son casuales, ya que siempre hay una causalidad, un sentido, un aprendizaje por el que seguro tengo que pasar en esa situación. Algunas de estas circunstancias serán detalladas más adelante. Ahora, si bien estas leyes no contemplan intoxicaciones, accidentes y envenenamientos, en las enfermedades que aquellas causas disparan podemos verificar parte de lo que las leyes manifiestan. A los efectos de ser más clara, esto que te digo lo vamos a ver en otro apartado. Ahora, sigamos.

Un cambio de paradigma, ¿en qué sentido?

Hay un cambio de paradigma evidente desde el punto de vista científico que sugiere el Dr. Hamer (o se desliza en él para quién desee transitarlo). De ese cambio vamos a hablar en detalle más adelante y es lo que decía respecto de ver a la enfermedad como una solución biológica. Ahí, un sentido del cambio. Y yo quiero rescatar lo que a mi parecer puede entenderse de este cambio de paradigma. Y creo que tal vez es un sentido que incluye al otro. El Dr. Hamer decía en uno de sus escritos que se necesitan médicos de manos calientes. Y también, si leemos entre líneas sus considerandos, podemos intuir que proponía pacientes que dejen de ser pasivos para pasar a ser activos en sus procesos; es decir, responsables, conscientes de lo que pasa en su cuerpo, libres y autónomos (más allá de depender de algún Otro para transitar sus procesos biológicos). A mi entender, médicos de manos calientes quiere decir médicos presentes, con registro del Otro, que despliegan un acto de escucha, conscientes y libres, autónomos, responsables, fieles a lo fundamental del juramento hipocrático que es estar al servicio del enfermo. Que sea el enfermo quién oriente nuestro arte y no la enfermedad como algo ajeno al mismo. Ahora bien, para mí, este cambio de paradigma está más relacionado con rescatar un saber, una Sabiduría ancestral y un volver a escuchar a nuestra biología de la cual tanto nos hemos alejado. Tanto nos hemos alejado, por ejemplo, que olvidamos la vida en manada, la cooperación, la necesidad de atravesar los procesos acompañados (sean felices o tristes), la necesidad de la crianza en grupo, del gestar y parir acompañados, de la mano. Entonces, es rescatar y recordar una Sabiduría. A su vez, este cambio de paradigma también, en mi sentir, necesita que el cambio sea realizado desde otra perspectiva. Solemos considerar un cambio de paradigma como un nuevo orden de las cosas que viene a reemplaza el anterior. En un momento lo anterior servía y en otro ya no es más útil. En este sentido, creo que necesitamos complementar diferentes miradas y no discriminarlas. Necesitamos un cambio que integre y no que excluya; pero sí con una concepción diferente del lugar desde donde vemos o analizamos las transformaciones de nuestro organismo. Por ejemplo, desde esta cosmovisión se propone una medicina en la cual se asume que el médico tiene un saber y que el consultante, que es quien transita la enfermedad, posee el propio; y que

integrarlos es responsabilidad de ambos. A su vez, si somos médicos, para practicar nuestro arte (como define nuestro juramento hipocrático a nuestra profesión) un pilar fundamental del mismo es respetar a los colegas que ejercen la medicina orientados por este paradigma y también a los otros médicos que practican otras medicinas y a los terapeutas de otras disciplinas, para poder complementar nuestro saber. Integrar para no creernos acreedores de la verdad absoluta. Tener la claridad de que el saber es una construcción dinámica. Y que por más que no esté dentro de nuestra formación, muchas veces si podemos ser permeables al saber del Otro y no lo rechazamos de antemano por nuestro juicio, podemos disfrutar de un gran aprendizaje, un gran cambio. Abrirnos a esta posibilidad nos va a permitir escuchar de verdad a nuestros consultantes. Ellos tienen la respuesta, su cerebro se conecta con el nuestro mandándonos permanentemente mensajes de lo que les pasa y de lo que realmente necesitan. A veces, esos mensajes no son claros; ahora si no escuchamos, será imposible recibirlos. El acto de escucha se practica, se ejerce y se elige. El paciente habla sin hablar y también nosotros lo hacemos. Hablamos con nuestro cuerpo, con nuestra postura y con nuestros gestos. Para escuchar eso, hay que estar dispuesto a hacerlo. Para leer ese mensaje, hay que saber leerlo. Muchas veces, hablamos más con lo que callamos que con lo que decimos. Y el paciente hablará, abrirá su corazón y nos ofrecerá una verdad (oculta hasta para él mismo) si está en un espacio amoroso. Caso contrario, no dirá absolutamente nada. La construcción de ese espacio amoroso es responsabilidad de ambos. Ahora bien, dada la autoridad que en esta cultura se nos otorga a los médicos y dada nuestra manera habitual de ejercer esa autoridad, es necesario que seamos los médicos quienes demos el primer paso, la primera señal, el primer gesto, el primer testimonio, el primer acto de amor destinado a construir ese espacio amoroso y sostenerlo. Construir un espacio amoroso entre dos personas, donde una ejerce el rol de consultante y otra de médico pero que son, antes que nada, dos personas iguales, pares. A su vez, es mi creencia y la de otras compañeras y compañeros de arte, que necesitamos considerar a cada consultante, a cada persona, a cada colega

y a cada profesional de la rama que fuera como un ser espiritual que también está en un proceso de desarrollo y que nos brinda también ese aprendizaje. Este nuevo paradigma de salud reconoce que el camino de la sanación es completamente individual, que la sanación es del individuo y no del médico o del terapeuta. ¿Qué quiere decir esto? Que somos seres autónomos, libres para elegir y decidir en función de nuestras necesidades reales. Ahora bien, la autonomía no excluye muchas veces la necesidad de ayudar al Otro. Necesitamos al Otro para realizarnos emocional y espiritualmente. También, para curarnos, porque estamos diseñados para vivir en manada. Pero esa ayuda no debe traducirse en sometimiento, porque el hecho de que yo necesite la asistencia de un médico para transitar mi proceso biológico no debería significar que deba someterme a lo que el médico cree que es la verdad absoluta. En este sentido es que digo que el camino de sanación es individual. Significando con esto que cada persona necesita que se arme el traje a medida de cada una, de lo que a cada uno le resuene y le sea coherente con su realidad. Cada herramienta utilizada de manera coherente y conveniente puede ser milagrosa, pero usada en forma masiva y sistemática (sistematizada por el protocolo que fuera legitimado por quién sea) puede ser muy peligrosa. Así, podemos comprender que el resultado que una herramienta terapéutica tuvo en una persona no puede extrapolarse a otra persona. Porque lo que se propone es que nos ocupemos del enfermo, no de la enfermedad. En un momento de nuestra historia, en la biografía de nuestra humanidad, se separó al enfermo de la enfermedad y cada vez nos ocupamos más de la enfermedad como algo separado del enfermo. Olvidamos el sujeto y nos ocupamos del objeto. Y esta perspectiva sugiere volver la mirada hacia el enfermo, poner nuestros ojos no en un objeto de estudio, es decir la enfermedad, sino en el sujeto, es decir la persona. Esto tiene que ver con respetar la individualidad de la historia de cada uno, con el bagaje de cada uno, su idiosincrasia, sus creencias, sus necesidades y sus realidades emocionales. Necesitamos reconocer que no hay ninguna medicina como herramienta terapéutica en sí misma que sea la panacea, la ideal, el método a aplicar siempre y a quien sea, que esa terapéutica sea la ideal para todos, pero sí necesitamos comprender cómo funciona nuestro cuerpo, qué es lo que está expresando y

saber que eso no es un error. Ese es el cambio de paradigma. Ahora bien, sí es importante tener la consciencia de que a través del conocimiento y de una mayor consciencia de cada suceso en el cuerpo, vamos a tener mayor libertad y mejores resultados. Pero mejores resultados no solo en lo físico, sino en el sentido de los cambios trascendentales que harán nuestras vidas. Cambios trascendentales en caso de que podamos y elijamos actuar en consecuencia y en coherencia con los mensajes y el significado de lo que manifiesta y expresa nuestra biología cuando pone en marcha en nuestro cuerpo eso que solemos llamar enfermedad. De todos modos podemos no elegirlo, no elegir este cambio, elegir mirar solo el cuerpo y no las emociones, elegir creer como verdadero que no hay un mensaje a recoger en lo que el cuerpo manifiesta y elegir que la enfermedad es un error. También en ese caso necesitamos que sea escuchada nuestra necesidad y nuestra elección, sin juicio y CON AMOR. Vamos a acceder a una medicina amorosa que está orientada por el Amor, que crea y gestiona espacios amorosos si nosotros orientamos nuestra vida a través del Amor. Para mí, a través del Amor significa a través de la consciencia, de la responsabilidad, de darnos cuenta, de asumir las realidades emocionales que hemos rechazado, de sanar lazos de sufrimientos, de desarticular nuestras violencias vinculares, de encontrar el sentido de nuestra vida en este plano, de no depositar afuera nuestras frustraciones, de dejar de asumir conflictos que no nos pertenecen, de no desplegar soluciones a problemas que no son nuestros, de entrar en contacto con nuestras cualidades, de romper con mandatos familiares, de habilitarnos a ser lo que realmente somos y de no juzgar ni juzgarnos sino comprender y comprendernos. Una medicina amorosa no se logra siendo voluntarioso, con esfuerzo. Se logra con voluntad, consciencia y libertad. Como dicen los Maestros de siempre: “Como es Arriba es Abajo, como es Adentro es Afuera”. No podemos ofrecer amor afuera si adentro lo que tenemos es miedo. Imposible. Como médicos, para dejar de ver al paciente como alguien que no tiene poder, que no sabe y que necesita ser dirigido necesitamos revisar nuestra historia, nuestras frustraciones y nuestros miedos. Como pacientes, para dejar de delegar nuestro poder en la supuesta autoridad del médico necesitamos revisar nuestras referencias internas y nuestras heridas. Necesitamos vernos

como pares, más allá de los roles. Médico y consultante son dos personas con el corazón en la mano, frente a frente, siendo una herramienta de la Otra. Uno y Otro se complementan. Uno y Otro se necesitan para aprender y para desarrollar su capacidad de Amar. Para mí, es en ese sentido que esto es el VERDADERO CAMBIO DE PARADIGMA. Ahora, veamos las 5 Leyes Biológicas que, como dije antes, proponen un cambio funcional en la manera de ver la enfermedad que ayuda a poner en el centro de la historia a la persona. Cabe aclarar que yo puedo usar las Leyes Biológicas para seguir parado en el mismo paradigma en el cual venimos resonando hace rato: que el que pone el ojo en la enfermedad y no en el enfermo, el que está guiado por el miedo y no se deja orientar por el amor y la libertad, el paradigma en el cual el médico asume que tiene la verdad absoluta y que los que no la comparten están equivocados, ese en el cual el paciente asume que no sabe nada y delega toda la responsabilidad en Otro para realizar su curación. Nadie nos puede obligar a cambiar, nadie nos puede imponer una manera de ver las cosas o una forma de comprender la enfermedad, así como nadie nos puede obligar a amar. Darnos cuenta, ser conscientes y libres siempre es y será una elección personal.

Las 5 Leyes Biológicas Introducción De acuerdo a estas leyes, las llamadas enfermedades no son consideradas un mal funcionamiento, una falla, un desequilibrio o un comportamiento erróneo de nuestro cuerpo, sino que la enfermedad es entendida como un programa especial con un sentido biológico concreto. Es decir que ante un evento especial (que sale de lo esperado, de la norma o de lo habitual), nuestro organismo (nuestro cerebro y el resto de los órganos) pone en marcha aquel programa especial. Es decir, el cerebro ante una situación especial activa algo precisamente especial, una respuesta especial y temporaria, ya sea una expectoración, un tumor, una neumonía, etc. Es un cambio que despliega nuestro cuerpo para algo, tiene un sentido biológico preciso. Esa respuesta especial o programa (que llamamos enfermedad) está creado en nuestro organismo y está disponible como solución para ayudarnos a salir de una situación de peligro inesperada, para nuestra supervivencia y la de la especie. Este programa está en nuestro ADN para ser usado en caso de emergencia. Para ejemplificar, es como si nuestro cerebro emitiera respuestas ante situaciones habituales, pero ante la presencia de determinadas situaciones traumáticas el cerebro emite la orden de crear en el organismo una respuesta especial, un cambio en el cuerpo. Esa transformación biológica es lo que hoy llamamos enfermedad. Acá voy a expresar algo de manera general que luego detallaré. Elijo hacerlo así porque considero necesario repetir varias veces este concepto. Lo que estas leyes hacen visible, luego de años de investigaciones y miles de pacientes, es que todo en nuestro cerebro está integrado y programado en términos biológicos de supervivencia. Hay programas normales y hay programas especiales. Ante la normalidad, que quiere decir que nuestra supervivencia en ningún sentido está en peligro, se ejecutan los programas de manera habitual; es lo que llamamos estar asintomáticos. Pero si algo pone en riesgo nuestra supervivencia en algún sentido, se ejecutará un programa de manera especial y la elección del programa que se active de manera especial no va a ser casual. Si yo salgo de mi departamento y escucho caer un piano desde arriba, al registrarlo y al registrar mi cerebro que puedo morir aplastado por el piano,

evaluará en un instante toda la situación con toda la información que le llega a través de todos los sentidos y tomará, en un instante, la mejor decisión posible. Supongamos que la decisión es arrojarnos hacia adelante, como si fuéramos a zambullirnos en una pileta. En ese momento, el cerebro da una orden precisa y los órganos, sistemas y músculos actúan en consecuencia: nos zambullimos y nos salvamos. Ese movimiento, la zambullida, fue una respuesta especial ante un evento inesperado que hacía peligrar nuestra supervivencia. Tal vez, cuando salga otra vez de mi departamento mire hacia arriba, pero no volveré a zambullirme (salvo que otra vez caiga un piano desde arriba); sino que daré un paso y luego otro, etc. Es decir, mi cerebro no volverá a poner en marcha aquel programa especial (zambullida), sino el normal: caminar. ¿Diríamos que es una desarmonía o un error zambullirnos para salvarnos? No, claro que no. Salvando las distancias, una enfermedad es como zambullirnos para resolver una situación inesperada de peligro. El cerebro recibe información y ante esa información decide qué es lo más conveniente. Si la información es que hay un piano a punto de aplastarnos, decidirá una cosa. Si la información es que no hay peligro, decidirá otra cosa. También es necesario remarcar que yo puedo estar transitando una alucinación y, por ejemplo, creer que un piano cae desde arriba y vivir la situación como si el piano estuviera cayendo. Por más que no caiga nada y que haya personas a mi lado que me digan que no hay nada. No importa. Es mi vivencia y eso es lo que importa. Y ante esa información, el cerebro actuará. Esto podemos verlo en las películas 3D, por ejemplo, cuando ante determinados efectos, de manera automática, sin que medie la mente y por más que sepamos que eso es un efecto, nos “tiramos hacia atrás” o “esquivamos lo que se viene”. Lo veremos en breve, no importa el evento o la situación, sino cómo la vivimos. Si la vivimos como si fuera real es la información que llegará al cerebro y ante esa información el cerebro va a actuar. Decida lo que decida el cerebro, active lo que active, ponga en marcha el programa que fuera, siempre será para garantizar nuestra supervivencia, siempre será una solución biológica a un conflicto biológico (es un conflicto biológico porque la información que recibe nuestro cerebro es que nuestra supervivencia real, nuestra supervivencia vital, nuestra vida está en peligro; luego vamos a ver bien la lógica de esta información que recibe).

Estas Leyes Biológicas nacieron con el nacimiento mismo de la vida, están en nuestro código genético y describen el funcionamiento de los programas especiales con sentido biológico que solemos llamar enfermedad y se aplican a cualquier ser vivo, ya sea una planta, un animal o un ser humano. Lo que hizo el Dr. Hamer fue ponerlas de manifiesto, no descubrirlas ya que siempre estuvieron ahí, funcionando sin ser vistas y él solo las hizo visibles. Como la ley de la gravedad: nada se sabía de ella aunque operaba cotidianamente y era confirmada por sucesos que en un tiempo dado eran incomprensibles (ya que todavía no se había puesto de manifiesto aquella ley). Luego de que la ley de gravedad fuera manifestada y a la luz de la misma, lo incomprensible, raro, extraño y oscuro se volvió claro, sencillo y verdadero). Siempre que se pone de manifiesto lo verdadero, la luz ilumina la oscuridad. Entonces, repitamos. A la luz de las 5 Leyes Biológicas, eso que habitualmente llamamos enfermedad es en realidad un programa especial con sentido biológico. Te repito, es como si nuestro cerebro tuviera un modus operandum cotidiano para la vida normal y otro especial para las situaciones de emergencia. Ese programa de emergencia es lo que habíamos llamado enfermedad. Veamos qué nos dice esta definición, palabra por palabra. Es un programa. Que sea un programa quiere decir que es algo que está programado en nosotros, que ya viene incorporado a nuestro cerebro desde el nacimiento y que está ahí, disponible para ser usado cuando sea necesario. Incluye programas que se fueron creando y quedaron instalados en los seres vivos a medida que fuimos evolucionando. Pensemos al cerebro como la central de mando de una computadora. Los programas son los que hacen que la computadora funcione de una determinada manera. Y cada programa tiene una función específica. Por ejemplo, el antivirus es un programa. El ordenador activará la eliminación de un virus si recibe la información de la presencia de un virus. Caso contrario, no va a activar la función eliminar virus. Bien, entonces, lo que llamamos enfermedad es un programa. Hay muchos programas, como vamos a ver, y hay diferentes tipos de programas (ya vamos a ver cómo fueron programándose esos programas). Esos programas están programados e instalados en nuestro cerebro biológico (que es la central de mando, quien toma las decisiones para garantizar nuestra supervivencia a cada instante). Cada

programa está asociado a un órgano determinado y surgió con un sentido biológico preciso, es decir que fue creado en la evolución para algo. Por ejemplo, mientras éramos seres acuáticos, no necesitábamos pulmones. Cuando nos movimos del agua a la tierra, ante la necesidad de adaptarnos a ese medio y garantizar así nuestra supervivencia, se creó un programa que tenía que ver con tal adaptación. Ese programa es una función, respirar. Y ese programa tiene un órgano que ejecuta esa función, el sistema alvéolo pulmonar con su unidad básica, los alvéolos pulmonares. Ese programa, ante situaciones donde no peligra la ingesta de aire, funciona de manera normal. Ante un hecho inesperado que hace que la respiración sea peligrosa, el programa activa su modalidad especial. Un ejemplo muy sencillo es cuando nos tiramos al agua y nos sumergimos. Al hacerlo, nuestro cerebro de manera automática corta la respiración y contiene el aire para sobrevivir en el medio acuático el tiempo que se pueda. Una vez que salimos a la superficie y dejamos de estar en peligro, respiramos normalmente. Todo esto está programado en el cerebro. Entonces, eso que denominamos enfermedad es un programa. Esto quiere decir, repito, que es algo que tiene una utilidad y un fin específico que podemos reducir a garantizar nuestra supervivencia, nuestra adaptación ante determinadas situaciones, la integración de la experiencia y la continuación de nuestras vidas. Y eso a lo que etiquetamos como enfermedad, además de ser un programa, decimos que es especial. La enfermedad es un PROGRAMA ESPECIAL. Otro ejemplo. El estómago tiene una función programada en nuestro cerebro. Cuando ingresa un alimento que puede ser procesado, lo hace de manera normal. Supongamos que nos intoxicamos y supongamos que la mejor decisión que puede tomar nuestro cerebro es expulsar el tóxico. Entonces, en lugar de procesarlo para digerirlo lo que hará es vomitarlo para sacarlo de nuestro cuerpo. En ese momento, se activa un programa especial, que sería la solución de vomitar. Una vez reestablecido el sistema, no vomitamos más, es decir que se desactiva el programa especial. Por eso, la enfermedad es un programa y es especial: porque se activa especialmente ante un hecho inesperado que pone en peligro nuestra supervivencia. Es un programa que se activa ante un evento vivido como de

emergencia vital, cuando nuestro cerebro recibe la información de que nuestra vida está en peligro. La enfermedad es un programa especial con sentido. Este programa especial fue creado con un sentido preciso. Hay una ley que dice que la cosa siempre ejecuta el sentido para el cual fue creada. Sea lo que la cosa fuera. Si yo necesito pasar desde una orilla hacia la otra, pues entonces voy a crear algo que me permita hacerlo, como un puente. El puente va a ejecutar y cumplir el sentido de permitir el paso de un lado hacia otro. Ahora bien, el puente no me va a llevar de un lado hacia otro, deberé usar mis piernas. Si yo no quiero usar mis piernas, sino que otro medio de movilidad me traslade de una orilla a la otra, voy a crear otra cosa. Lo mismo pasa con nuestros órganos, nuestras manos, nuestros dedos o nuestros dientes. Esto quiere decir que eso que llamamos enfermedad y que solemos considerar como un error, ese mal funcionamiento de nuestro cuerpo, algo hasta anárquico y sin sentido alguno, en realidad está creado y programado con un sentido preciso a ser ejecutado, lo que quiere decir que fue creado como respuesta a una necesidad determinada. ¿Cuál sentido? UN SENTIDO BIOLÓGICO. ¿Cuál es la necesidad determinada? Una necesidad biológica. La enfermedad es un programa especial con sentido biológico. Quiere decir que ese programa es una solución, una respuesta biológica creada a la medida de un problema, un conflicto o una necesidad biológica concreta. Todo programa es una respuesta. Si necesito caminar, mi cerebro dará una orden, una respuesta, una solución precisa a una parte precisa de nuestro cuerpo. No va a levantar la mano, ni va a dar la orden de orinar, sino que hará que se muevan las piernas. Si necesito saltar un pozo para no caerme y poner en riesgo mi vida, y si saltarlo es la opción más conveniente, entonces el cerebro dará la orden de saltar y no de tirarse en el pozo, ni de comer, ni de gritar). Ahí, saltar sería un programa especial. Esto está funcionando todo el tiempo en nuestra vida cotidiana, sin que seamos consciente de ello. La enfermedad es esa respuesta o solución especial que se activa ante un hecho inesperado que nos pone en un conflicto biológico. Biológico en el sentido de que son nuestra biología y nuestra supervivencia las que están en peligro. Esa es la información que recibe nuestro cerebro y luego veremos en detalle cómo se crea esa información. El conflicto

biológico aparece cuando el cerebro está recibiendo la información de que nuestra biología corre peligro, nuestro sistema puede colapsar y por lo tanto nosotros podemos morir: ahí se activa la respuesta biológica. La magnitud de la respuesta biológica depende de la intensidad y duración del conflicto o masa conflictual (es decir que depende de cuan en peligro esté nuestra supervivencia). El Cáncer es una solución extrema en respuesta a un conflicto extremo de supervivencia. Esto nos quiere decir que el Cáncer, como cualquier otra manifestación biológica llamada enfermedad, no es algo caótico que se activa en nuestro cuerpo sin razón ni fin aparentes, sino que esa supuesta reproducción anárquica de células tiene un sentido biológico preciso que es, lisa y llanamente, garantizar la supervivencia. Para que se entienda que el cerebro biológico recibe una información y actúa en consecuencia, cabe aclarar que el cerebro biológico nunca descansa, siempre está despierto para garantizar nuestra supervivencia y para saber qué poner en marcha o qué función activar o bloquear. ¿De dónde proviene la información que recibe el cerebro? Si bien hay muchos autores que se pueden consultar al respecto, me gustaría simplificar la explicación. El cerebro recibe información de todos nuestros sentidos y también de la mente (es decir, de nuestros pensamientos). Ahora bien, todos los seres vivos tenemos una psique (nosotros diferente a la de un animal o una planta). Para hacer más sencilla la explicación y aun corriendo el riesgo de no ser precisa en ciertos conceptos técnicos (cosa que acá es irrelevante ya que nos importa la comprensión básica de lo que hablamos), podemos reducir el concepto de psique al término de nuestra mente. La mente interpreta todo el tiempo las situaciones que experimentamos. Ante un evento dado, muchos vamos a vivenciarlo de distinta manera. Miramos una misma película en familia, y todos los integrantes vamos a tener percepciones diferentes. Tenemos la misma madre, y todos los hermanos contamos con una mirada distinta de ella. En nuestra psique, en nuestra mente, hay muchas cosas que nos condicionan a vivir de una u otra manera tales o cuales situaciones. Por ejemplo, es muy probable que los hermanos vivan la muerte de un padre de distinta manera (uno puede sentirse abandonado, otro sentir un pérdida profunda, otro puede sentir que su vida está en peligro porque no sabrá cómo hacer de ahora en adelante, otro puede sentir culpa por no haber

hecho algo más para que su padre no muera, e incluso otros pueden vivirla inconscientemente como un alivio o una liberación). Lo que hace que ante el mismo evento hagamos una interpretación distinta es lo que hay en nuestra mente, en nuestra psique, en nuestro sistema de creencias y en nuestro subconsciente, que nos condiciona y nos orienta hacia una determinada manera de vivir ese evento. Ese sentir de la situación, que algunos llaman vivencia, produce una información; información que llegará a nuestro cerebro y ante la cual el cerebro (biológico) va a actuar de manera coherente y precisa. Es necesario comprender que para el cerebro es lo mismo que algo sea real o simbólico. Es decir, para el cerebro biológico es lo mismo que yo me haya tragado un alimento que no pueda digerir que haber vivido ese evento en el que mi vivencia fue como si me hubiera tragado un alimento que no puedo procesar. El cerebro no distingue entre el alimento real y el alimento simbólico, sino que actúa en función de la información que recibe. Si la información que recibe ante un evento (como una discusión con mi pareja) es la vivencia que yo tengo como de haberme tragado un alimento que me hace mal, un bocado que me queda atravesado y hasta siento literalmente una pelota en el estómago, entonces el cerebro actúa como si realmente yo me hubiese tragado un alimento que me quedó atravesado en el estómago o un bocado indigesto. Entonces, ante esa información, el cerebro pondrá en marcha un programa especial para digerir ese alimento real o simbólico que me quedó atravesado en el estómago. Y la respuesta o programa especial puede ser el engrosamiento de la pared del estómago o un adenocarcinoma gástrico; es decir que mi cerebro puede poner en marcha una patología asociada al estómago. Como rechazo vitalmente lo sucedido y vivo la situación como algo que no puedo ni quiero digerir (es decir, algo asociado al aparato digestivo), no sé cómo resolver el conflicto en el que estoy, lo tengo atorado en el estómago como si me hubiera comido algo que me cayó mal, entonces las células del estómago se reproducen para digerirlo. Repito, da lo mismo para el cerebro que se trate de un alimento real o de un alimento simbólico. Y la solución biológica (llamada enfermedad) o respuesta no va a depender del evento en sí mismo sino de la manera en la cual yo viva ese evento, de la vivencia que tenga del mismo; y la intensidad y duración del conflicto me darán la masa conflictual, es decir el tipo de respuesta que yo necesite y que puede ser pequeña (leve engrosamiento) o grande (un

adenocarcinoma). Otra persona puede vivir la situación como una cagada, y si estamos hablando de esa vivencia, que involucra a las heces, entonces ahí van a estar involucrados los intestinos, y si es una cagada, es decir algo feo y sucio con lo que no puedo convivir, el cerebro puede desplegar la diarrea como solución (esto podemos verlo muy bien en los niños, que resuelven a través de la biología). Me disculpo por el vocabulario, pero es necesario comprender que cuando interviene la biología es porque lo está viviendo en esos términos, por eso el Dr. Hamer usa un lenguaje cercano a la naturaleza para definir los conflictos. Porque esto es lo mismo para un animal que para una persona. Un perro puede tener conflicto de territorio y entonces marcar su territorio con la orina. Una persona puede vivenciar un conflicto de marcación de límites en su territorio y, por ejemplo, tras la resolución luego manifestar una infección urinaria. Con la orina marcamos territorio, tanto el animal como el ser humano. Volviendo al ejemplo de las heces, también es muy frecuente la constipación. En su pared, nuestro intestino tiene dos tipos de fibras musculares que trabajan coordinadamente para generar la expulsión de la materia fecal. Las fibras longitudinales hacen la mezcla y las transversales hacen la propulsión o el avance de las heces. Cuando vivimos una situación como un bocado indigesto y la percibimos literalmente como un bocado de miércoles o algo desagradable, van a activarse las fibras longitudinales de mezcla para poder procesar ese bocado, Las fibras de propulsión no se moverán y entonces se producirá mezcla sin salida, es decir, constipación. Cuando ese bocado se resuelve, se activan las fibras de propulsión que lo eliminan y podré tener hasta episodios expulsivos de diarrea fétida para sacar ese bocado indigesto y sucio. Bien, ahora vamos a las leyes que explican el origen y funcionamiento de este programa especial con sentido biológico que llamamos enfermedad.

Primera Ley Biológica del Cáncer: Ley Férrea del Cáncer

El Dr. Hamer la denominó Ley Férrea del Cáncer, es decir ley de hierro (porque no se dobla, no falla, sucede siempre) porque es la que permite conocer el origen de la mayoría de las enfermedades; que para hablar con mayor precisión y ajustarnos a lo real vamos a dejar de llamar enfermedades para pasar a llamarlas programa especial con sentido biológico. La primera Ley Biológica del Cáncer que nos posibilita conocer el origen del Cáncer y de cualquier programa especial con sentido biológico dice lo siguiente: todo programa con sentido biológico (que solemos llamar enfermedad) tiene su origen en un conflicto biológico. Este es un shock traumático que atenta contra nuestra supervivencia (un atentando a un aspecto de nuestra vida). El Dr. Hamer lo llamó síndrome de Dirk Hamer (en honor a su hijo) y lo nombró DHS. Este shock traumático (DHS) tiene ciertas características y necesita reunir ciertas condiciones para activar un programa especial con sentido biológico que llamábamos enfermedad. Porque de manera cotidiana, a lo largo de nuestras vidas, todos vivimos situaciones de un gran estrés o traumáticas, pero no siempre disparan la enfermedad como solución. Por lo tanto, esto quiere decir que para que nuestro cerebro ponga en marcha esa solución, ese shock o estrés traumático impactó en la biología generando una alerta en cuanto a nuestra supervivencia vital. Es necesario comprender que nuestra biología interviene para liberarnos de estrés, procesar lo sucedido, no quedarnos atrapados en lo que vivimos, integrar todo la vivencia, adaptarnos y evolucionar. Nuestra biología, como la de todos los seres vivos, actúa a favor de la supervivencia de la especie, jamás crearía algo para autodestruirse: eso es lógica biológica. Nuestra biología solo puede tomar decisiones y acciones que generarán una consecuencia en nuestro interior; es decir, en nuestro cuerpo. El cerebro biológico no puede hacer nada hacia afuera para resolver un conflicto. Si yo necesito más capacidad para digerir una vivencia, mientras mi mente busca una solución afuera, mi cerebro actúa hacia adentro a fin de poner en marcha un programa especial (enfermedad) con un sentido biológico (digerir el bocado atravesado) y, entonces, activa algo en el estómago. Mientras siga recibiendo la

información de que hay algo atravesado que tengo que digerir para no colapsar, el cerebro va a seguir haciendo lo mismo. Entonces decíamos que según la Primera Ley Biológica, la Ley Férrea del Cáncer, toda enfermedad o programa especial con sentido biológico se activa ante la presencia de un shock traumático, llamado conflicto biológico. Esta ley da respuesta al origen de todas las enfermedades y manifestaciones, desde la verruga hasta el SIDA. Este shock traumático que origina el programa es denominado DHS y tiene ciertas características. Veamos cuáles son: Ese shock es agudo, grave, inesperado y vivido en soledad. Es un evento completamente AGUDO porque sucede en una fracción de segundos y nos toma desprevenidos, a contra pie. Es GRAVE o DRAMÁTICO y hostil para la supervivencia de quien lo vive; la vivencia que tiene la persona de tal evento es de una extrema gravedad, lo que no quiere decir que sea traumático para todas las personas. Es INESPERADO porque no tuvimos tiempo de adaptarnos y no hubo ni un minuto de anticipación. Es importante comprender esto: para este shock traumático no tuvimos anticipación. Esa es la diferencia entre un conflicto biológico y uno psicológico: para el segundo sí hay anticipación (aunque sea un minuto) y no es el que impacta en la biología con lo que llamamos enfermedad. Si hubo anticipación, queda en la psiquis y es conflicto psicológico que no se manifiesta en el cuerpo físico. Para que sea biológico y se manifieste en el cuerpo, no tiene que haber anticipación, te toma totalmente desprevenido. La vivencia es tan inesperada, tan dramática y nos deja tan en shock que la biología se pone en marcha para resolverla con el programa especial de emergencias que llamábamos enfermedad. Por ejemplo, veo como un auto atropella a mi mascota, a la que amo como a un hijo o como a una cría (y no puedo hacer nada para evitar su muerte). Si para mí, ver morir así a mi mascota y no poder hacer nada al respecto implica que la arrancaron de mi pecho y esa es mi vivencia, mi psiquis le pone esa etiqueta a ese shock traumático no consciente, se lo envía a mi cerebro y este dispara el programa para darle la solución biológica a ese conflicto. Por ejemplo, si soy mujer y para mí el perro es como si fuera un hijo, y a su muerte la vivo como una

separación de él, ante tal suceso puede activarse el programa especial con sentido biológico que luego dará lugar a un Cáncer ductal de mamas (luego veremos bien por qué). Necesitamos comprender que ante este shock traumático en términos biológicos o DHS se activa en nosotros una respuesta que es automática, porque se activa algo ya programado en nosotros. Todos los programas especiales son herramientas de supervivencia y nos permiten adaptarnos a las necesidades de nuestro entorno, a sobrevivir y evolucionar (con total sentido). Nuestro cerebro recibe la información de que estamos en peligro y no hay intervención de la mente, de la razón, de los pensamientos, de la psique ni del cuerpo emocional. Se dispara automática e inmediatamente la respuesta necesaria, precisa y biológica para superar ese peligro vital. Por esto, como explica el Dr. Hamer, la enfermedad, como programa especial con sentido biológico, no tiene nada que ver con un hecho psico-somático; no es psico-lógico; es solamente algo bio-lógico. Por eso, cuando decimos que el DHS (ese shock traumático, agudo, grave, inesperado y vivido en soledad que vivenciamos como si nuestra supervivencia estuviera amenazada) activa una respuesta y esa respuesta es un programa fisiológico especial (por eso es un programa biológico), se pone en marcha nuestra fisiología para resolver la situación de peligro en la cual nos estamos encontrando. Activar la fisiología quiere decir poner en funcionamiento nuestros órganos, sistemas, músculos, huesos y dientes para hacer lo que sea necesario para solucionar nuestro conflicto. Si pierdo el trabajo y la interpretación que hace mi psique de este evento en términos no conscientes es que me voy a morir de hambre, entonces el cerebro (que solo puede actuar en nosotros, no sobre el entorno) hará lo mejor que pueda para solucionarlo. Es así que activa un programa especial para administrar de la mejor manera posible el alimento que ya tenemos adentro de nuestro organismo y puede manifestarse, por ejemplo, alguna patología o programa vinculado al hígado. ¿Por qué? Porque el hígado, entre otras funciones, tiene la función de administrar el alimento disponible (la producción de azúcares, grasas, proteínas, etc.). Si no tengo la posibilidad de conseguir más comida, el cerebro mandará la orden de manejar de la forma más eficiente la comida que ya tenemos.

Entendamos que el cerebro nos considera animales en la naturaleza y está recibiendo la información de que nos quedamos sin presa, sin alimento vital, y hay que tomar una decisión urgente para sobrevivir hasta que encontremos otra presa. La psique o mente, que hizo esa interpretación del evento por nuestra historia, nuestra crianza, nuestras experiencias, nuestro sistema de creencias y el contenido de nuestro subconsciente, recibe esa información. Lo que sucede es que la mente, cuando nos despiden del trabajo o nos sucede algo que no esperábamos, en un segundo le pone la etiqueta de miedo a morir de hambre. La psiquis es el programador de la máquina. Le envía esa etiqueta al cerebro que es el ordenador. Y el cerebro dispara el programa especial que va a ejecutar el órgano correspondiente a esa temática. El cerebro solo puede resolver hacia adentro del cuerpo. Hacia afuera se tiene que ocupar la psique o mente: la psique de un animal se dedicará a encontrar una presa, la psique de un hombre se dedicará a encontrar otro trabajo o alguien que le preste dinero. La solución del cerebro hacia dentro del cuerpo va a estar asociada al tipo de conflicto, es decir, a su contenido. En el caso del ejemplo, la vivencia de la persona ante el despido es que se va a morir de hambre, ahí el cerebro le da la orden a un órgano que pueda resolver ese conflicto, en este caso, el hígado. Y si el conflicto es tan intenso y vital, la solución puede ser un Cáncer de hígado. ¿Cuál es el sentido biológico del Cáncer del hígado? Administrar mejor el alimento disponible, generar más alimento, administrar las reservas de alimento y reservar más alimento para que el individuo no muera de hambre Entonces, repasemos. Todo programa especial con sentido biológico (que nosotros llamábamos enfermedad), tiene su origen en un shock traumático. Este shock traumático, denominado DHS, tiene las características que siguen: •

INESPERADO, porque no se espera que suceda, no se lo

ve venir, es algo que nos agarra a contramano, no nos da tiempo a prepararnos para amortiguar el golpe. Es como si alguien nos trompea de la nada, de forma inesperada y sorpresiva. El evento que dispara este DHS (shock traumático) suele durar unas fracciones de segundos y, en la

manera que tenemos de experimentar tal evento, no tuvimos tiempo de adaptarnos •

GRAVE, porque es traumático y genera un nivel de estrés

inconsciente que no se puede procesar, se vive como un hecho intenso que ocupa mi mente la mayor parte del tiempo. Por ejemplo, cuando sucede algo de estas características, durante el día rumiamos y le damos vueltas al asunto, comemos mal o no comemos, estamos distraídos, nuestra memoria se altera, no dormimos bien, durante la noche nuestro cerebro sigue buscando una solución y estamos de un humor determinado todo el tiempo (angustiados, tristes, enojados o nerviosos). Podemos identificarlo en nuestra vida. Hemos pasado por esta vivencia, en la cual nuestros pensamientos están dando vueltas de manera constante a un asunto, nuestra calidad de sueño es mala, nos olvidamos de cuestiones básicas, hasta estamos desprevenidos en aspectos elementales como puede ser cruzar la calle, dejar prendida una hornalla, etc. Nuestro cerebro debe tomar una decisión para poder sobrevivir. Es dramático y traumático, entonces, en términos biológicos nuestra biología está en peligro; es un shock biológico. De hecho (como veremos), se activa lo que podríamos definir, simplificando la definición, como nuestro sistema de alerta. •

VIVIDO EN AISLAMIENTO y EN SOLEDAD. En ese

instante, la persona ante ese evento se siente sola y sin posibilidad de poder nombrar su vivencia real, lo que realmente está sintiendo (el shock es tal, que no le puede poner nombre). Por ejemplo, llego a mi casa y encuentro a mi compañero con otra mujer. Hay una parte de esa vivencia que no la puedo transmitir, queda encerrada en mí. Si bien varios pueden saber que fui traicionada, nadie puede saber ni yo puedo nombrar la emoción real que generó en mí esa experiencia. Por eso, el Dr. Hamer dice que es un hecho vivido en soledad, no es por estar solos. Puedo descubrir con unas amigas la infidelidad de mi compañero, no importa que esté en ese momento con otras personas. Importa que la manera en la cual estoy vivenciando ese evento no me permite ponerle nombre a la vivencia real, no puedo nombrarla, me siento sola y siento que nada ni nadie puede ayudarme a superar, resolver, solucionar lo que me está

sucediendo. Me paralizo. Y esto es IMPORTANTE. Me paralizo ante una situación que estoy viviendo como peligrosa. Por lo que, ante la vivencia de soledad, el cerebro actuará sobre lo único que puede actuar para resolver la situación: el medio interno, es decir, nuestro organismo, nuestro cuerpo, nuestra biología, activando eso que llamamos enfermedad y que es un programa especial biológico y sensato. Es importante comprender que no es solo un conflicto psicológico ante el cual se activa lo que llamamos enfermedad. En el caso de la infidelidad, una pareja puede estar en el conflicto vincular, rumiando mentalmente esa problemática, en una relación tóxica y sin saber si seguir o no, eso es un conflicto psicológico (por lo tanto, acá no va a intervenir, en un principio, la biología). Al ver ella a su compañero con otra mujer, ese evento traumático e inesperado de unos pocos segundos de duración dispara un programa de emergencias en el cuerpo, porque ante el evento inesperado, la vivencia real e inconsciente que recibe su cerebro es que va a morir en el acto, por eso se transforma en un conflicto vital y biológico que genera una respuesta biológica, animal). Claramente, esta activación del programa de emergencias en el cuerpo no es algo pensado sino automático, no consciente e instantáneo. Lo que activa este programa es la vivencia que tenemos de tal evento. El evento en sí no importa, sino la vivencia que tengamos del mismo. Puede ser un insulto, la muerte de un hijo o un accidente. Más allá del evento, es la vivencia que tenemos nosotros del mismo. Entonces, la vivencia de ese evento tiene que ser: •

Inesperada: no lo veo venir, no puedo prepararme para adaptarme al shock traumático que dispara la vivencia de tal evento, algo que me agarra a contramano.



Traumática, grave: es una vivencia no consciente de que la supervivencia está en peligro. Es dramática y grave para nosotros. Se diferencia de esas complicaciones cotidianas en las cuales está entretenida nuestra psique y con las que estamos acostumbrados a lidiar y a encontrar soluciones provisorias.



Vivida en soledad, en aislamiento: en ese momento, quién transita la vivencia se siente solo y no puede nombrar lo que está viviendo, se siente atrapado en esa vivencia sin que nada ni nadie lo pueda ayudar).

Ahora veamos cómo se da esta respuesta automática, instantánea y biológica que llamábamos enfermedad. Tenemos, entonces, el DHS, es decir el choque. Este shock traumático biológico activa la respuesta, es decir, la solución biológica o enfermedad. Que activa la respuesta quiere decir que impacta en nuestra biología. ¿Cómo se da este impacto? Este evento traumático, este shock de estrés bio-lógico produce un impacto en tres lugares al mismo tiempo: en la psique, en el cerebro y en el órgano (así se activa la enfermedad). Veamos, a continuación, el siguiente gráfico.

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El Síndrome de Dirk Hamer, o DHS, es un evento traumático que impacta al mismo tiempo en la pisque, el cerebro y el órgano. Pensemos que la psique es la que programa las vivencias, es el programador de la máquina. Eso quiere decir que es quien le pone la etiqueta a lo vivido, el nombre al conflicto. Dicho de

manera sencilla, es la que condiciona la manera en la que vivenciamos un evento (todos reaccionamos de forma distinta ante una misma situación, como veíamos más arriba). El cerebro es la central de mando, es como el ordenador de la computadora, el que decide qué programa se debe ejecutar o no. Y está el cuerpo, con sus órganos, que es el espacio donde se ejecutan las órdenes que dicta el cerebro. Entonces, esta tríada funciona sincrónicamente de esta forma: El evento inesperado, dramático, grave, vivido en soledad y sin posibilidad de ser resuelto nos toma desprevenidos y genera una vivencia en la psique, impacta en la mente. Ante ese impacto, la psique genera una vivencia relacionada al evento que vivimos y le pone un título a esa vivencia, como separación, miedo, abandono, pérdida o lo que fuere. ¿Por qué, ante un mismo evento, distintas psiques generan diferentes vivencias y colocan diferentes etiquetas? Se debe a que cada persona tiene una psique o programador compuesto por diferentes factores condicionantes, diferentes historias y diferentes sistemas de creencias. Podríamos decir que cada mente tiene su propia historia y genera una manera diferente de vivir las cosas. Por eso, ante la pérdida de un hijo, por ejemplo, no se activa sí o sí el mismo programa biológico y por lo tanto no se despliega la misma enfermedad. Alguien lo puede vivir como una separación, otro como una pérdida, otro como una culpa y otro como desvalorización, ya que todo depende de la interpretación que hace la psiquis, que se basará en su historia para poner una etiqueta y activar un programa. Es ante la misma manera de vivenciar un evento que se va a activar la misma respuesta. El programa biológico especial de emergencia que se ponga en marcha y por lo tanto la enfermedad

que se desarrollará dependerán del

contenido del conflicto. Esa vivencia, esa información que genera la psique, impacta en nuestro cerebro (es importante la palabra impacto, ya que esa vivencia implica violencia y se vive como un drama). En el mismo instante, ante la información que recibe de la psique (de la mente) y evaluando la situación como si fuera una supercomputadora, activa el programa más conveniente. Es decir, hay una zona del cerebro en la cual impacta la etiqueta que proviene de la psique y de ahí se manda la orden al órgano correspondiente para que se modifique para solucionar

el conflicto. Dicho de otra forma: ante un evento, nuestra mente genera una vivencia de ese evento. Volvamos al ejemplo del despido laboral. Ante el despido, podemos reaccionar de diferentes maneras. Esa reacción es la vivencia del evento. Si mi vivencia es que fui traicionado, será una determinada información la que llegue al cerebro. Si mi vivencia es que me voy a morir de hambre, será otra. Si mi vivencia es que ese evento representa algo que me quedó atravesado y no puedo digerir o asimilar, será otra. Si mi vivencia es que quienes dependen de mí se van a morir de hambre, será otra la información que llegue al cerebro y, lógicamente, será otra la solución que despliegue el mismo. Si yo manejo una empresa y me dicen que tengo un problema porque los vendedores son malos, voy tomar una decisión. Si me dicen que el problema es el producto que vendo, voy a tomar otra. El cerebro hace lo mismo. Entonces, dependiendo de la vivencia, esta va a impactar en una zona u otra del cerebro. El Dr. Hamer pudo determinar las diferentes partes del cerebro como un mapa específico perfecto en donde cada conflicto es procesado en un área específica. Una cosa es si el cerebro recibe la información de que estoy muriendo de hambre. Otra es si tengo algo atravesado en el estómago y no lo puedo digerir. La vivencia va a impactar en una zona del cerebro o en otra dependiendo del contenido del shock traumático o DHS (el contenido del shock traumático es lo que venimos llamando vivencia, la manera de vivir tal o cual situación o evento). Ahora bien, estamos hablando de un shock traumático con las características que mencionamos antes, ante el cual la vivencia es que nuestra supervivencia vital está en peligro. Podemos estar en peligro porque no tenemos para comer, porque estamos solos, porque no podemos digerir lo que hemos comido, porque no lo podemos evacuar (defecar), etc. Necesitamos recordar que el cerebro no distingue entre metafórico o real. Para nuestro cerebro (a diferencia de otros seres vivos), es lo mismo que nosotros tengamos atravesado en el estómago un hueso de pollo gigante o que tengamos atravesada una situación que no podamos digerir. Para el cerebro es lo mismo, va activar el mismo programa de emergencia vital para resolver ese conflicto que atenta contra nuestra supervivencia. Entonces, la psique genera la vivencia del evento. En función de esa vivencia, el cerebro recibe la información en forma de etiqueta de lo que está

sucediendo (no importa si esa información refiere a algo real o algo simbólico, no importa que yo pierda un hijo o que pierda a una mascota a la que siento como mi cría). Dependiendo de la etiqueta que pone la psiquis, la información va a impactar en determinada zona específica del cerebro. Si está en peligro nuestra supervivencia porque no tenemos el bocado vital que necesitamos para sobrevivir, impactará en una zona específica (tronco cerebral). Y al impactar en esa zona, el cerebro pondrá en marcha un programa emergente especial como solución a ese conflicto, y lo ejecutará en un órgano del cuerpo también relacionado con aquella vivencia (por ejemplo, el hígado). Es decir, si el evento fue que me quedé sin trabajo y la interpretación que hace mi mente de ese evento genera la vivencia de que me voy a morir de hambre (yo, de manera no consciente, siento como si fuera a morir de hambre, como si fuera un lobo que se queda sin presas que atacar y sin comida y entro en ese conflicto vital). Entonces, si la información que recibe mi cerebro es que no tengo alimento y que puedo morir de hambre, necesita desplegar un programa de emergencia para solucionar ese conflicto. Como dije antes, hay un órgano que, entre otras funciones, es el encargado de sintetizar, almacenar y administrar el alimento que tenemos adentro de nuestro cuerpo. Ese órgano es el hígado. Entonces, lo que hará el cerebro es mandarle una orden al hígado para que optimice su función. Es decir, le dará la orden de ejecutar un programa especial con el sentido biológico de no morir de hambre, de encontrar una solución al menos provisoria al conflicto en el cual estamos. ¿Cómo optimiza el hígado su función? Aumentando sus células, administrando de la mejor manera posible el alimento que ya tenemos incorporado, almacenando de la manera más óptima posible el alimento disponible, o sea la glucosa o azúcar, para que dure más y rinda más. Así, si el conflicto (biológico) es intenso, la solución biológica puede ser un Cáncer de hígado, adenocarcinoma (generar más células hepáticas para generar y reservar más azúcar o glucosa para que yo no muera de hambre). Entonces, el sentido biológico, el para qué del Cáncer de hígado, es optimizar el alimento disponible (glucosa) y aumentar las reservas para sobrevivir de la mejor manera posible mientras el conflicto se resuelve. Entonces, es importante comprender la función de cada órgano; por qué y para qué fue creado evolutivamente. En función de lo que el órgano esté

ejecutando, o sea de la transformación que esté haciendo, lo que llamamos enfermedad, tendremos noción de qué manera hemos interpretado ese evento traumático; es decir, si lo hemos vivido como miedo a morir, como abandono, como separación, como desvalorización, etc. Al contar con esta información, podemos darnos cuenta no solo del evento que activó este programa especial con sentido biológico (llamado enfermedad), es decir, cuál fue el hecho traumático que disparó la enfermedad, sino también –y sobre todo– la vivencia que nosotros tuvimos de ese evento. Esa manera de vivenciar el evento, esa información, nos es útil para revisar nuestro escenario, nuestra manera de vincularnos, nuestras relaciones, nuestros patrones de conducta, nuestros conflictos emocionales no resueltos, nuestros duelos no realizados y nuestras necesidades no asumidas, ignoradas y minimizadas. Por ejemplo, una separación puede ser vivida desde muchos aspectos diferentes: si el punto crítico en mi vida es la desvalorización porque vengo de una historia familiar de desvalorización, es probable que tenga una vivencia de esa separación relacionada con la desvalorización), si el abandono es mi talón de Aquiles, es más probable que viva la separación como abandono. Es así, entonces, que el abandono, carencia, pérdida, miedo a morir de hambre, etc. con que vivencié esa separación me dará la información de qué es lo que tengo que trabajar en mí, cuáles son los puntos a sanar en mi vida. Información vital. Comprender cómo funciona esta triada, psique-cerebro-cuerpo, es fundamental para hallar el sentido biológico de lo pasa en nuestro organismo, el por qué y el para qué nos enfermamos. Es necesario entender que nuestro cerebro solo puede tomar decisiones hacia dentro, no hacia afuera. Es decir, si no tengo para comer y estoy por morir de hambre, el cerebro no puede hacer nada para que yo encuentre alimento. Tomará decisiones e intervendrá la realidad que comanda: nuestro cuerpo. La mente puede ocuparse de hallar el alimento vital que estamos necesitando (eso será un conflicto psicológico, si buscar alimento en otro lugar, robar el alimento, pedir trabajo, vender tal o cual cosa para hacernos de ese alimento, lo que fuera). Para garantizar nuestra supervivencia, el cerebro biológico solo puede modificar y activar programas especiales orientados a optimizar las funciones que sea necesario optimizar para

hacer más eficiente el sistema y preservar la integridad del propio sistema (de nuestro organismo, nuestra biología). Siempre, siempre, siempre, el cerebro toma la mejor decisión. Como conclusión, podemos comprender uno de los hallazgos más grandes del Dr. Hamer: el comienzo de todas las enfermedades está comandado por nuestro Cerebro. Es muy importante comprender que no importa el evento que viva. Lo que importa es la manera en la cual vivenciemos esos eventos, lo que también algunos llaman el contenido del conflicto. Lo voy a reiterar, ya que es importante comprender. Cuando hablamos del contenido del conflicto, hablamos de lo que algunos llaman vivencia. Si el contenido es en términos de territorio (y eso puede ser porque en casa no tengo espacio, mi pareja siempre toma las decisiones, o ingresa alguien nuevo en el trabajo y yo lo vivo como una amenaza a mi territorio, que en este caso es mi trabajo), si tengo si vivencio un conflicto de amenaza en mi territorio, eso va a impactar en una zona del cerebro que es la corteza cerebral territorial, si el contenido es en términos de separación (puede ser por una pérdida real o simbólica de alguien o algo) va a impactar en la sensorial y si el contenido es en términos de desvalorización, va impactar en la médula cerebral. En determinada zona del cerebro impacta un tipo de conflicto y no otros, por ende activa un programa biológico o enfermedad y no otros. El cerebro actúa como un mapa perfecto con un lugar específico para cada conflicto, y de ahí la información va al órgano correspondiente relacionado con esa zona del cerebro activada. Y el órgano cambia para resolver ese conflicto que se activó (decir que el órgano cambia, quiere decir que cambia su forma o función y pasa a ejecutar su modo especial). Decir que el órgano cambia puede significar un cambio orgánico o funcional: el órgano puede crecer o puede disminuir de tamaño, pero también puede aumentar o disminuir su función. Ese crecimiento o disminución es una manera o un programa especial destinado a solucionar una necesidad de supervivencia. Un ejemplo de esto son algunos tumores. Ya lo vamos a ver líneas abajo, solo para graficar: si necesito más pulmón porque tengo que captar más aire, o porque siento que me falta el aire, literalmente o tengo sensación de agobio y miedo a morir, el cerebro va a dar la orden de hacer más pulmón, el

tumor hace crecer al pulmón. Igualmente, no te preocupes que en breve volvemos sobre esto. Esto es lo que nos ha permitido sobrevivir. Nosotros, en cada una de nuestras células, en nuestros genes, en nuestro ADN llevamos la información de toda la evolución de la naturaleza, desde que fuimos un organismo unicelular en el agua hasta el ser humano complejo con múltiples órganos y sistemas que somos hoy. Llevamos con nosotros toda la información filogenética, que es la historia evolutiva de la cual hoy somos el producto más avanzado, el modelo más nuevo. Tenemos sellados en nuestro cerebro todos los programas que nos han permitido adaptarnos a las exigencias que nos imponía el entorno para lograr sobrevivir. Esa información está disponible para ser usada cuando sea necesario. Está en la memoria de nuestra computadora que es el cerebro. No significa que indefectiblemente los vayamos a usar, solamente en caso de que sea necesario y nos resulte útil para sobrevivir. Son soluciones disponibles. Volvamos al mismo ejemplo sencillo y muy gráfico. Cuando el planeta era solo agua y como seres en la evolución éramos criaturas acuáticas, respirábamos a través de las branquias, que nos permitían captar el oxígeno en el agua. Cuando aparece la vida en la tierra y necesitamos adaptarnos a ese medio terrestre, la biología necesita generar en los seres vivos otro sistema para captar oxígeno ya que el de las branquias no sirve ahora en este nuevo medio. Entonces, desarrolla el sistema alvéolo pulmonar para captar el oxígeno en la tierra ya que los requerimientos del entorno son otros y hay que adaptarse a tales exigencias. Eso hace la biología. Siempre aparece primero la necesidad y luego la biología da la respuesta. Sin necesidad, no tiene sentido que algo sea creado. Como dijo Darwin, aparece la necesidad y luego la función (la función es el órgano). La biología no hace nada al azar, por las dudas, por capricho o porque tiene ganas de jugar. No. Hay una necesidad, lo cual genera un conflicto vital: en el caso del oxígeno, al tener que captar oxígeno en otro medio y no estar preparado para eso, muchos seres durante millones de años han muerto hasta que la biología pudo evolucionar y crear como respuesta a aquel conflicto vital el sistema alvéolo pulmonar. En nuestra memoria, en nuestro cerebro biológico, en nuestro ADN y en nuestras células está esta información. Ante la necesidad de conquistar la

tierra, de captar ese elemento vital que es el oxígeno para sobrevivir (y poder hacer el resto), la biología da la respuesta que es el sistema alvéolo pulmonar. Esa información queda en cada una de nuestras células. Hay algo que mencioné antes y que no es un descubrimiento personal sino el hallazgo de muchos investigadores que han aportado para verificar esto, y es que el cerebro biológico no distingue entre lo que es simbólico o real. Entonces, cuando nosotros estemos ante una situación en la cual sintamos agobio, asfixia, falta de oxígeno o miedo a morir porque estamos encerrados en un ascensor que se quedó atascado o porque una persona me está gritando y mi vivencia es la de sentir que me asfixia, me agobia y que hace quedar sin aire, lo que hace el sistema alveolo pulmonar es crecer, porque si tengo más células alveolo pulmonares voy a tener mayor posibilidad de captar oxígeno, realizar más intercambio gaseoso, aprovechar mejor el aire (así es como biológicamente hemos sobrevivido respirando en la tierra mediante la creación de un sistema pulmonar con alveolos pulmonares). El resultado de esto hoy puede ser un nódulo pulmonar, un tumor de pulmón, un adenocarcinoma pulmonar, “metástasis pulmonares” (por miedo a morir). La orden que da el cerebro y que ejecuta el cuerpo es de hacer más pulmón. Acá hay un cambio orgánico: el pulmón surge luego de millones de años de evolución y ahora el cerebro resuelve una necesidad en un instante; no va a crear otro pulmón, agranda lo que ya hay, es también una cuestión de eficiencia. El cuerpo hace un cambio de estructura en función de la manera en que ha aprendido a sobrevivir a lo largo de la historia. Si la función del esófago, es pasar el alimento, y si yo estoy viviendo una situación que no quiero pasar o tragar, una situación que quiero escupir, las células de los dos tercios superiores del esófago se van a modificar para no dejar pasar lo que no quiero que pase, es decir acá hay una cambio en la función del órgano, en lugar de dejar pasar, bloquea la entrada y mediante un espasmo del esófago se puede escupir o vomitar el bocado que no quiero tragar (entendamos siempre que el cerebro toma la decisión en función de la información que recibe de nuestra psique, de nuestra mente, de la manera en que nosotros vivimos las situaciones, no hay diferencia para el cerebro entre un alimento tóxico real o las palabras del otro que yo vivencio como si estuviera entrando un alimento tóxico a mi cuerpo y no quiero que pase, no quiero ni siquiera tener que digerirlo, quiero ocluir el paso. Nos debe quedar claro que

nuestro cuerpo ejecuta las respuestas, las soluciones. La orden la envía el cerebro. El cerebro nunca se equivoca. Jamás. Resumen de la primera ley: se llama Ley Férrea de Cáncer porque no se dobla, siempre se cumple. Explica la causa de todas las llamadas enfermedades, desde la verruga hasta el sida. Primer criterio: toda enfermedad o programa especial con sentido biológico se genera en un DHS (choque agudo, grave, dramático, inesperado y vivido en soledad). Segundo criterio: el contenido del conflicto (la vivencia) determina la zona de impacto en el cerebro o foco de Hamer,) y por lo tanto el órgano específico que responderá. Tercer criterio: existe sincronicidad entre psiquis, cerebro y órgano (el desarrollo de los 3 lugares del programa sucede al mismo tiempo, la información que recibe un lugar es la misma que reciben los otros). Si uno está en conflicto activo, los tres lo estarán; si uno entra en resolución, lo mismo pasará en los demás

Antes de pasar a la Segunda Ley Biológica, te voy a dar un concepto para que más adelante puedas comprender por qué se manifiestan los conflictos en determinado lugar del cuerpo y no en otro. Este es el concepto de lateralidad biológica (no es una ley, pero es importante dejarlo en claro al comienzo). Nuestra lateralidad biológica, es decir si somos diestros o zurdos, se define en la gestación tras la primera división celular. Esta lateralidad biológica nos determinará en qué lado de los hemisferios cerebrales impactará el conflicto, y por ende, en que hemicuerpo se expresará el programa especial o enfermedad. La lateralidad funciona de la siguiente manera: Los individuos diestros (que somos la mayoría) en nuestro lado izquierdo del cuerpo asentamos los conflictos en relación al nido, los hijos (simbólicos o reales), la madre. En el lado derecho, asentamos los conflictos relacionados con la pareja, los pares, el padre, lo social, lo externo, el trabajo.

Para los individuos zurdos, la interpretación es exactamente al revés. El lado izquierdo es el relacionado a la pareja, los pares, el padre, lo social. El lado derecho es el relacionado al nido, la madre, los hijos. La forma más sencilla de determinar si un individuo es diestro o zurdo es realizar el test del aplauso: la mano que se pone por encima al aplaudir, la que hace más fuerza, es la de su cerebro dominante y corresponde a su lateralidad.

Segunda Ley Biológica: Ley de las Dos Fases Esta ley es la que nos explica cómo se desarrolla y cómo transcurre ese programa especial que llamábamos enfermedad. En la ley anterior vimos por qué se desarrollan las enfermedades. Con la Segunda Ley vemos el cómo. Esta Segunda Ley se denomina Ley de las Dos Fases, y hace referencia a las dos fases de los todos programas especiales con sentido biológico (SBS). Todo programa especial con sentido biológico (enfermedad) se desarrolla en dos fases (siempre y cuando exista una solución del conflicto). Aquí, antes de continuar, es necesario volver a aclarar lo que entendemos por conflicto. Necesitamos comprender que el cerebro biológico, que es quién está garantizando nuestra supervivencia, evalúa cada variable todo el tiempo. El cerebro biológico es la mejor creación que existe en este plano terrenal. Se pueden crear muchas computadoras capaces de desplegar muchísimas funciones. Jamás, nunca, vamos a crear algo igual a nuestro cerebro. El cerebro biológico es neutral, no es como nuestra mente, nuestra razón o nuestra psique que consideran que una cosa es buen o mala, que algo está bien o está mal. Lejos de eso está. El cerebro hace lo que es necesario hacer. Si tiene que sacar agua de órganos menos vitales para que órganos más vitales sobrevivan, lo hace. No piensa en la encía deshidratada, ni en la piel reseca ni en el deterioro de la belleza. No. Hace lo que tiene que hacer y punto. El cerebro va a desplegar una solución, siempre que esa solución tenga sentido. No va a poner en marcha toda una ingeniería biológica si la solución no tiene sentido de ser. Nos guste o no a nosotros, a nuestra familia, a nuestra pareja, a nuestros hijos o a quién fuera. El cerebro biológico no está identificado con este personaje que armó nuestra psique, con nuestro ego, con esta personalidad que creemos ser; está conectado directamente con lo verdadero. ¿Qué quiere decir que todo programa especial con sentido biológico tiene dos fases si y solo si la solución es posible? Quiere decir que el programa transcurre en dos fases. O sea, lo que llamamos enfermedad tiene dos fases o etapas. La primera fase es la del conflicto activo y la segunda fase es la de conflicto resuelto.

La segunda fase es la etapa de reparación. Esta etapa termina cuando ya no se ejecuta más este programa especial, ya no tiene más sentido que el cerebro lo siga poniendo en marcha y lo que podemos entender de manera más sencilla diciendo que es la etapa donde nos curamos y volvemos al programa habitual. Ese es el sentido del programa especial con sentido biológico: “sanarnos”. El sentido de la enfermedad es solucionar el conflicto biológico en el que estamos. Enfermamos para Sanar. ¿O vamos a decir que sanamos para enfermar? Claramente que NO. Si estoy transitando una enfermedad, un programa especial con sentido biológico, el cerebro va a evaluar si es posible la reparación. Es decir, va a evaluar si es conveniente (conveniente=posible) solucionar el conflicto biológico en el que estamos. El cerebro, como bien sabemos, se anticipa siempre. Instante a instante. Debe hacerlo para saber cuál es la mejor decisión a tomar. El cerebro no improvisa, no invierte si no hay un resultado garantizado, no asume riesgos, no gasta más energía de la disponible. O, mejor dicho, el cerebro biológico no gasta, sino que invierte cuando la solución es posible o si resulta conveniente solucionar el problema. Es algo maravilloso a aprender del cerebro. Si lo imitáramos, tanto en la esfera individual como en la esfera colectiva, viviríamos en otro tipo de armonía. ¿Qué quiere decir que invierte en la solución si es posible=conveniente solucionar el problema? El cerebro no elige entrar en conflicto ni el tipo de conflicto. El cerebro recibe un conflicto de territorio imaginario que le acerca la psique y no le dice a la psique: “Psique, fíjese que cuando entró aquel hombre a trabajar a su área, usted lo vivió como una pérdida de territorio, como una amenaza. Y eso se debe a cosas no resuelta en su árbol genealógico que usted asume como propias, a fidelidades a ciertos mandatos, a traumas de la infancia, al personaje que armó la consciencia de este muchacho. También en la zona no consciente hay un trauma que vivió este Señor durante su propio embarazo y, así no crea usted que es tan racionalista, hay una memoria de vida pasada que lo condiciona, y todo esto hace que usted interprete la realidad de una manera y a mí me llegue la información de que estamos en un conflicto de territorio. Vaya, resuelva y luego vuelva a verme”. Claro que no. El cerebro no juzga, asume el conflicto y se hace cargo. El cerebro no mira para otro lado y buscará la mejor solución.

Entonces, el cerebro dice: “¿Qué hago con esta papa caliente? ¿Qué hago con este conflicto?” Una vez leí una frase que me pareció muy representativa: “Biológicamente no estamos diseñados para vivir en el conflicto. La biología siempre busca la mejor solución”. Entonces, ¿qué hace el cerebro? Evalúa todas las posibilidades en función de los recursos que tiene. Los recursos son nuestro cuerpo, órganos, sistemas y células. La energía que hay disponible. Ante el conflicto biológico el cerebro evalúa los recursos, las variables, y considera qué solución es posible. Considera posible desplegar un programa especial con sentido biológico para solucionar el conflicto. Es decir, es posible crear la enfermedad; tiene un sentido (por eso la crea como solución). Así que, a nuestra mente, le diríamos: “En buena hora que podemos enfermarnos”. Es decir, si podemos enfermarnos es porque podemos continuar con vida. A su vez, el cerebro evalúa que es posible cumplir las dos etapas de la enfermedad, la del conflicto activo y la posterior resolución (reparación). Es decir, es posible tener la energía disponible para hacer todo el proceso si nuestro cuerpo, órganos, sistemas, células, etc. tienen la energía para invertir en lo que será un proceso de gran insumo energético). El cerebro evalúa que tiene sentido movilizar células, órganos, tejidos y programas; cerrar allá, bloquear acá, abrir por otro lado, resolver y luego entrar en la etapa de reparación y poder llevarla a cabo. Y que una vez terminada la enfermedad o programa especial seguiremos vivos para gozar de un estado de salud y con una batalla ganada. Si están dadas todas estas condiciones, el cerebro pone en marcha esta alternativa. Siempre el cerebro va a tratar de garantizar nuestra supervivencia (y esto es importantísimo) utilizando la menor energía posible, con la máxima eficiencia. El cerebro evalúa que es posible asumir el conflicto, resolverlo y disolverlo, dejar atrás ese conflicto y pasar a otra cosa. Una resolución total. Aclaro algo que luego repetiré. El cerebro solo toma decisiones hacia adentro, es decir, en el cuerpo. El cerebro biológico no puede tomar decisiones en un territorio que le es ajeno y al que no tiene acceso, como es el afuera. Afuera es la mente, la psique, nuestro ser integral, el que tiene encontrar una solución práctica para que la etapa de conflicto activo se resuelva y luego sí el cerebro biológico pondrá en marcha la reparación. Es importante saberlo.

Entonces repito: “Solo si existe una solución al conflicto, el cerebro va a activar el programa especial con sentido biológico que llamamos enfermedad en sus dos etapas. Si no hay solución del conflicto, quedaremos en la primera fase de conflicto activo, es decir, o enfermamos para sanar como mejor solución o enfermamos y nos mantenemos enfermos como mejor solución o la mejor solución al conflicto es la muerte. El cerebro siempre trata de darnos una posibilidad para adaptarnos a lo que vivimos. Si estamos durante mucho tiempo en un conflicto, no le encontramos solución y no podemos adaptarnos, en la biología hay una sola solución a ese conflicto: morir. En la naturaleza, existe un principio de sentido de supervivencia, que quiere decir que hay un suprasentido a la vida de cada uno como individuo que es la supervivencia de la manada, por lo que si un individuo persiste en el conflicto, ese individuo perturbado no le sirve a la manada, y puede ser que sea la mejor decisión sacarlo. Ahora bien, no es que seamos víctimas de esta situación. Al contrario, esto nos da la posibilidad de saber que si nosotros (de manera consciente y no consciente) nos pusimos en un lugar, podemos estar en otro. Somos libres de elegir. Así elijamos no poder, que también es legítimo. Igualmente, somos libres. No somos víctima de la enfermedad, sino que ésta nos da la chance de ejercer nuestra libertad. Esto manifiesta nuestro poder. Antes de pasar a las dos etapas, aclaremos algo más del conflicto. La primera ley dice que el conflicto biológico no es un conflicto psicológico. Cuando algo se traduce en la biología y baja al cuerpo, el cuerpo y la biología se ponen en marcha porque hubo o hay un estrés que no pudimos procesar con anticipación, no hubo tiempo para anticiparnos ni un minuto. Entonces, cuando un DHS activa la enfermedad o sea el Programa Biológico Especial (enfermedad), es para darnos la posibilidad de encontrar una solución concreta. Es decir, mientras la enfermedad transita su lógica, sus etapas, nosotros tenemos la chance (si hay disponibilidad interna) de revisar nuestra historia, nuestras creencias, nuestros vínculos, nuestras heridas, etc., para desarticular la manera que tenemos de vivenciar determinados eventos y situaciones. ESTO ES MUY IMPORTANTE. A su vez, podemos comprender el conflicto biológico ante el cual se está desplegando la enfermedad teniendo en cuenta el o los tejidos, el o los órganos

que estén involucrados. Cada órgano, como te decía en la Primera Ley, apareció en un momento dado de nuestra historia evolutiva (historia biológica, filogenética). Apareció ante la necesidad de adaptación, así como los alvéolos pulmonares aparecieron ante la necesidad de adaptarnos al medio terrestre porque debíamos obtener aire de un medio diferente al acuático. Entonces, cada órgano, cada tejido, cada sistema y cada célula está asociado a un sentido biológico por el cuál fue creado y tiene un programa en el cerebro que establece cuál es su función en situaciones normales y qué hacer en las especiales. Así que, si un órgano ejecuta un programa especial (enfermedad), nos está diciendo que hay presente un tipo de conflicto biológico y cada órgano resuelve una temática que está en relación a la función para la cual fue creado. Por lo tanto, no es casual que algo impacte en la mama o en el pulmón, hay una lógica biológica. Lógica que nos puede abrir la puerta a grandes revelaciones. Muchas veces, en la práctica cotidiana le digo al consultante que empecemos al revés, en lugar de contarme su historia, vemos primero sus diagnósticos y estudios y le explico las cicatrices que sus órganos nos expresan, los conflictos vividos. Es muy impactante porque el cuerpo solo dice la verdad, es un mapa que nos muestra todas las heridas y cicatrices de nuestra vida. Muchas veces las personas luego de esta interpretación me preguntan si soy vidente y se asombran de todo lo que puedo saber de sus vidas en tan pocos minutos. No tengo ninguna percepción especial, solo leo un conocimiento que aprendí, pero que no me pertenece, el cuerpo nos muestra nuestra la historia de vida. Ahora vamos de lleno a las dos fases de todas las enfermedades o programas biológicos espaciales con sentido (SBS). Comencemos con la Segunda Ley Biológica. Esta ley nos explica cómo transcurren todos los programas biológicos que llamábamos enfermedad. La primera ley nos explicó las causas, el porqué de todas las enfermedades. La segunda nos dice cómo va a transcurrir ese programa llamado enfermedad. Ya podemos decir las dos fases del “programa especial con sentido biológico”. Es importante tener en cuenta que esto es una Ley Biológica, por lo tanto, con disposición a revisar nuestras creencias, podemos verificarla en el 100 % de los

casos. Esto la hace científica, les recuerdo que para que algo sea científico, tiene que ser demostrable y reproducible y esto sucede con las Leyes Biológicas. Vamos con esta Segunda Ley. Nosotros tenemos una parte del sistema nervioso llamada sistema nervioso autónomo, que es el que controla todas las funciones cotidianas llamadas vegetativas, como por ejemplo el ritmo cardíaco, la digestión, la micción, la evacuación, el sueño, la vigilia, etc., es decir que coordina las actividades de la vida diurna y la vida nocturna en perfecta armonía. Este sistema neurovegetativo está compuesto por dos partes. Una de ellas es el sistema simpático, que gobierna las funciones cuando estamos despiertos, el día (actividad, trabajo, ejercicio). Y luego está el otro sistema, que organiza las funciones del descanso y el sueño, que se llama parasimpático. Es decir, el sistema simpático activa, pone energía (es el sistema de la adrenalina, el cortisol y todas las hormonas del estrés); en cambio el parasimpático nos prepara para el sueño, la relajación y está regido por el nervio vago. Este funcionamiento alterna día y noche normalmente durante todos los días, esta alternancia natural es llamada Normotonía y es el funcionamiento armónico de nuestro organismo. Durante el día estamos despiertos y en actividad, durante la noche descansamos. Voy a describir el gráfico que aparece abajo. Sé que cuando comienzan a aparecer estas palabras, muchas veces nuestra mente pone resistencia. Es como si la cosa se pusiera difícil y pensamos que eso no es para nosotros. No es así. Créeme. Además, insisto que para entender por qué, para qué y qué nos pasa cuando nos pasa lo que nos pasa, es necesario saber. Hay cuestiones básicas, como estas, que en mi experiencia es fundamental comprender. Esta información nos trae tranquilidad, consciencia, responsabilidad y libertad. Gráfico de la Segunda Ley Biológica, evolución del programa especial llamado enfermedad, en dos fases.

Repasemos. Este sistema nervioso autónomo (neurovegetativo) tiene dos partes que conviven en armonía y en complemento diariamente. Estas dos partes son el sistema nervioso simpático y el sistema nervioso parasimpático. El sistema nervioso simpático es el sistema que permite la vida diurna. El sistema nervioso simpático es sinónimo de actividad. El sistema nervioso parasimpático es el sistema que nos permite la vida nocturna. El sistema nervioso parasimpático es sinónimo de descanso. ¿De qué se ocupa, entonces, cada sistema?

El sistema nervioso simpático se ocupa de todas las funciones involuntarias de nuestro cuerpo cuando estamos en actividad durante el día (lo que necesitamos para nuestra actividad diaria, el trabajo y la alerta, la lucha o la huida). Digamos que es el sistema que prepara al cuerpo para reaccionar ante una situación de estrés. Sea cual fuera la situación de estrés, implica una acción concreta. Si tengo que correr o escapar, el cerebro utilizará este sistema para desplegar esa solución. Está implicado en acciones que requieren un gasto de energía o fuerza. En la naturaleza, es el que prepara al cuerpo para la lucha o huida. Por ejemplo, estimula los músculos cardíacos para aumentar la frecuencia cardíaca, dilata los bronquios de los pulmones (incrementa la retención de oxígeno), causa dilatación de los vasos sanguíneos que irrigan el corazón y los músculos

esqueléticos (aumentando el suministro de sangre), libera adrenalina y noradrenalina de la médula suprarrenal, aumenta la tasa metabólica de las células, aumenta la liberación de cortisol y de hormonas tiroideas, estimula al hígado para que libere glucosa y para tener energía disponible para la lucha, reduce la actividad de otras funciones que no son importantes para la lucha y la huida como la digestión y la micción. El sistema nervioso parasimpático se encarga de todas las funciones de nuestro cuerpo cuando está en reposo, ya sea en el descanso o reparación, ejemplo, la digestión, la micción (digerimos cuando estamos tranquilos no cuando estamos en lucha o estrés). Es el que predispone y repara al cuerpo luego de haber pasado situaciones de estrés. Podemos decir que es lo contrario al sistema simpático. Este se activa en descanso o reparación. Luego que dejé de correr, los músculos se relajan por ejemplo, cambia la respiración, se activa este sistema para que yo pueda hacer reposo y recuperarme. Si, por ejemplo, estoy por comer porque tengo un apetito voraz porque hace un día y medio que no pruebo bocado, pero justo cuando llevo la comida a mi boca escucho que entran ladrones a mi casa, automáticamente entro en alerta. Y de estar gobernado por el sistema parasimpático (en reposo, listo para recuperar energía), dejo automáticamente de sentir hambre, se me cierra el estómago, se me acelera el pulso, la respiración se contrae y me dispongo a escapar o a enfrentar a los ladrones. Si tengo muchas ganas de orinar, automáticamente dejaré de sentir ganas de ir al baño. Ante el estrés, se activará el sistema simpático. ¿Por qué? Porque para el cerebro es más vital escapar o enfrentar a los ladrones (resolver un conflicto vital que pone en riesgo mi vida) que comer u orinar (que también es vital, pero en la ecuación total está claro que es más importante huir o enfrentar a los ladrones que comer). Después de que se resuelva el conflicto y ya sin estrés, volveré a sentir el deseo de orinar. Esto es algo que podemos verificar en la vida diaria. Como dije, ambos sistemas trabajan coordinadamente. Se alternan. Y en el gráfico podemos ver cómo actúa cada sistema en cada tejido (órgano).

Es importante comprender lo anterior porque vamos a ver que cada uno de estos sistemas regirá una de las dos fases que tiene la enfermedad. Este Nuevo Paradigma establece que este programa especial con sentido biológico (que llamábamos enfermedad) funciona en dos fases que son sincrónicas en los tres niveles (psíquico, cerebral y orgánico). Dicho de otra manera y como vimos en la primera ley, cuando hay un impacto (un DHS, un shock traumático) que activa un programa especial con sentido biológico o enfermedad, ese impacto se da al mismo tiempo en la psique, en el cerebro (en un área específica) y en el cuerpo (en un órgano específico). Por lo tanto, al mismo tiempo, esos tres niveles van a estar en una fase o en la otra. Y por lo tanto, estarán coordinados por el sistema simpático o por el sistema parasimpático (el cuerpo estará en actividad o en reposo). Podemos ver el impacto del shock en el área cerebral mediante una tomografía de cráneo sin sustancia de contraste como la presencia de anillos blancos concéntricos, que se llaman Focos de Hamer, y de los que hablaré más adelante. Repasemos. Tenemos un shock traumático con las siguientes características: inesperado, agudo, dramático, vivido en soledad, que nos deja en shock (DHS). Cuando eso sucede se activa este programa especial con sentido biológico (que llamábamos enfermedad), es decir que el cerebro saca un as de la manga, un programa de emergencia que es lo que llamábamos enfermedad. Al activarse este programa especial, comienza con una primera fase: Esta primera fase es la fase de Conflicto Activo (la primera pancita del gráfico de las dos fases). Mientras estamos en esta fase del programa, va a comandar el sistema nervioso simpático. Este sistema está mediado fundamentalmente por la adrenalina y el cortisol; hormonas de estrés porque es un sistema de alerta. Hay conflicto activo, estamos en actividad, en acción. Acá hay adrenalina y estado de alerta porque el cerebro recibe la información de que estamos en peligro. Alerta porque hay que reaccionar de alguna manera para resolver el

conflicto. Me fui de vacaciones y cuando vuelvo encuentro que mi casa ha sido tomada por unas personas. Son violentas y no quieren salir. Me amenazan. Es algo inesperado, un shock traumático. Tras ese DHS, ingreso en una etapa de conflicto activo. Mientras yo no le encuentre una solución al conflicto, voy a estar en alerta. Adrenalina pura. No voy a dormir, mi mente le dará vueltas al asunto, mis energías van a estar puestas en ese tema. ¿Cómo puedo resolver el conflicto? Si consigo que me devuelvan la casa. Si los usurpadores se van. Si encuentro una solución provisoria. Supongamos que en ese momento, me sale un gran proyecto que yo esperaba. Y, a mi pesar, me hace perder el interés en la casa y poner las energías en el otro lugar. Me saca la atención de ahí. Delego la resolución a un abogado y lo suelto. Encuentro una salida provisoria al conflicto. O puedo aceptar lo que sucedió, hacer el duelo, integrar esa experiencia y aprender de ella. Y ya no me interesa esa casa. Citando el libro, La enfermedad es otra cosa (del Dr. Marcos Pfister): “En términos biológicos una situación conflictual se puede solucionar de muchas maneras: porque he obtenido lo que necesito, porque ya no existen las condiciones que mantienen la situación conflictual, porque perdí interés en ella, porque me ocupé de otra cosa”. Mientras no se presente una solución; estoy en conflicto activo, buscando la manera de resolverlo; por lo tanto, estoy en estado de alerta. Esta etapa está comandada por el sistema nervioso simpático durante el día y la noche. Por eso, se denomina a esta fase: simpaticotonía. ¿Qué sucede acá? Pensemos que acá ya se activó eso que llamamos enfermedad, que ya está activo este programa especial con sentido biológico. El órgano correspondiente a esa problemática estará modificándose para resolver esa situación. Veamos cómo funciona esta etapa de conflicto activo

Al nivel de la psiquis: tenemos estrés mental, pensamientos rumiantes sobre el conflicto durante el día y la noche, le damos vueltas a la situación y el conflicto desplaza a los otros pensamientos. Al nivel del cerebro: hay un impacto en una zona específica del cerebro según la temática o contenido del conflicto. Se verán anillos concéntricos blancos llamados Focos de Hamer en esa zona cerebral que recibió el impacto en una tomografía de cráneo sin contraste. Al nivel del órgano o los tejidos involucrados: vamos a observar la solución biológica que activó nuestro cerebro. ¿Qué quiere decir esto? Que vamos a ver un aumento, disminución o bloqueo de las funciones de los órganos o tejidos involucrados, es decir, una modificación en la función del órgano. O bien, puede presentarse una modificación en la estructura del órgano (una proliferación celular, que es como una masa, o una disminución celular, que es como un hueco). Es necesario comprender bien cómo funciona esta etapa porque luego vamos a volver sobre lo que te acabo de contar. Solo me gustaría agregar que hay tejidos que en la primera fase aumentan su función y otros que en esta fase la disminuyen. Hay tejidos que en la primera fase hacen una proliferación celular, como si agrandaran el órgano en cuestión (y podemos ver ciertos tumores) y otros que, en esta fase, hacen un hueco en el órgano. Esto sucede a nivel biológico. Esto es lo maravilloso de lo que se pone de manifiesto a través de esta Ley: podemos ver en qué etapa está la enfermedad en ese órgano, a qué conflicto biológico corresponde, cuál es la terapéutica posible=conveniente a realizar, qué necesitamos hacer, qué es lo más conveniente=posible; entre otros beneficios. Sigamos. En la etapa de conflicto activo, en términos prácticos y mentales, estoy buscando soluciones (ya sean mentales, psicológicas o concretas). Le doy vueltas al asunto todo el día, mis pensamientos giran en torno a algo puntual, día y noche. No duermo, aunque estoy activo ya que no merma mi capacidad de acción. Si somos la persona del ejemplo de la casa usurpada, estoy viendo qué hacer, consulto, evalúo y busco alternativas. Nuestro sistema neurovegetativo está comandado por el sistema simpático. No se alterna día y noche con el sistema parasimpático, por lo tanto

en la noche no se activa la vagotonía y no puedo descansar. ¿Qué pasa en términos fisiológicos? Cuando estamos en fase del conflicto activo de la enfermedad, no dormimos (o dormimos mal, tenemos insomnio, nos despertamos varias veces durante la noche). ¿Por qué se altera el sueño y, a pesar de ello, puedo experimentar una gran vitalidad? Porque estoy en alerta, buscando soluciones. Es probable que no tenga mucho apetito, porque cuando el sistema nervioso simpático está activo se contrae el estómago. Tiene un sentido biológico. Si yo soy un lobo que ha perdido su territorio natural y quiere recuperarlo porque eso es más vital que comer, mi cerebro no va a activar el hambre. No, claro que no. Va administrar mejor el alimento disponible en mi cuerpo, dejándome energía (y tiempo) para obtener lo que ahora es vital: mi territorio. Lo mismo pasa en el ser humano cuando está en la etapa del conflicto activo. Biológicamente, se va a contraer el estómago y vamos a tener varios síntomas asociados a una actividad del sistema nervioso simpático. Podemos tener las manos y pies fríos, porque cuando estamos en simpaticotonía, en conflicto activo, la sangre va fundamentalmente hacia el corazón y hacia los músculos. Como estoy en actividad, en estado de lucha y huida, puede haber taquicardia, aumento de la presión arterial, aumento del azúcar sanguíneo y síntomas relacionados al aumento de cortisol y adrenalinas sanguíneas que se liberan en situaciones de estrés para estar preparado para la lucha o la huida. Debido a esta simpaticotonía en fase activa de la enfermedad, la mayoría de las veces no hay síntomas relacionados al órgano específico que expresa el programa, sino síntomas generales de activación adrenérgica (con algunas excepciones como los conflictos motores, que luego veremos). Es decir, cuando el conflicto biológico está activo, en la mayoría de las enfermedades estamos asintomáticos en el órgano específico; es decir, no hay registro clínico de que la enfermedad se activó. Quien sea que nos vea, en general no verá síntomas de enfermedad. Esto es muy, muy, importante. Dada nuestra cultura en relación al hacer, si estamos acelerados e hiperactivos esto no nos preocupa mucho porque de esa manera estamos productivos para nuestra vida laboral. En general, en esta etapa no consultamos

al médico ni tenemos registro de que aquí empezó el programa especial que llamábamos enfermedad. La mayoría de los síntomas de lo que llamábamos enfermedad se sienten cuando pasamos a la fase de reparación o segunda fase del programa biológico. Entonces, la primera fase es la fase del conflicto activo. En ella actúa el sistema simpático y se caracteriza por el estrés mental, el insomnio y la activación. El órgano específico en general está transformándose, pero no soy consciente de que el programa se activó. Una vez que el conflicto se resuelve, si y solo si el conflicto se resuelve, pasamos a la segunda fase, que es la resolución del conflicto o destrucción del conflicto o PCL (post-conflicto-lisis). Cuando se resuelve de alguna manera el conflicto o la situación que me puso en conflicto, se pasa a la etapa de resolución del programa especial con sentido biológico, que es la segunda fase o PCL. En el caso del ejemplo de los usurpadores, supongamos que la policía los logra sacar y el dueño recupera su casa. Ahí hay una solución real del conflicto mediante una acción concreta: la persona obtuvo lo que quería y resolvió el conflicto. Supongamos ahora que el dueño de la casa es un hombre muy territorial, que toma decisiones, conquista lo que quiere y es resolutivo y autosuficiente. Supongamos que no vive el conflicto en términos de pérdida de territorio porque su vivencia es que no lo va a perder. Pero sí lo vive como una amenaza a su territorio. El territorio es algo básico y vital para las personas. Y si aquella persona vivencia que su casa le es vital, entonces se estarán metiendo en su territorio, le estarán quitando lugar, le estarán sacando lo esencial y vital, le usurparán su espacio. Aún no lo perdió, pero si la amenaza se concreta, para él es la muerte porque le están quitando espacio, quiere luchar y quiere expulsar de ese espacio al enemigo. Mientras el conflicto está activo, está en simpaticotonía y no tiene síntomas respiratorios en general. A su vez, sin que él lo registre, en sus bronquios se está produciendo una ulceración. ¿Por qué? Porque la úlcera genera espacio y ensancha el bronquio para que pase más oxígeno y él pueda tener más energía para luchar y defender su territorio. Ahora supongamos que resuelve el conflicto y vuelve a tener su casa. El conflicto resolvió y no hay más amenaza. Esa úlcera que el

cerebro hizo para generar más paso de oxígeno necesita ser rellenada porque ya no es necesario el oxígeno extra. Como la biología no se queda con nada que no necesite, va a rellenar esa úlcera que ya no necesita. Esto sucede en la etapa de resolución. Acá comienzan a aparecer todos los síntomas y uno siente que se viene la noche. En el caso del ejemplo, dependiendo de la intensidad del conflicto y de la duración del mismo puede presentar inflamación, tos, expectoración, moco, obstrucción bronquial, síntomas de bronquitis y, en situaciones con vivencias más intensas, desarrollar un Cáncer en los bronquios. Si fuera un Cáncer, es ahí que vamos a ver una masa, el tumor, en el lugar donde antes el cerebro mandó a hacer un hueco, que era el espacio que necesitábamos para pasar más oxígeno. Es decir que, con el conflicto activo, hizo una ulceración de los bronquios, un agujero para aumentar el tamaño del bronquio para pasar más oxígeno. Cuando el problema se resuelve ya no necesita más el agujero entonces lo rellena. Se forma un carcinoma epidermoide de pulmón que actúa como relleno. ¿Quiénes hacen en nuestros órganos esa transformación del tejido que implica abrir, cerrar y rellenar? Nuestros microcirujanos naturales, los gérmenes (en la Cuarta Ley te contaré sobre el rol beneficioso de los gérmenes). Es gracias a su existencia que modificamos los tejidos en función de la necesidad de lo que estemos viviendo. Los gérmenes solo actúan en la fase de reparación, por lo tanto, en esta segunda fase o PCL es cuando veremos inflamación, moco, pus o sangre. Estos son todos síntomas de resolución del conflicto, necesarios para volver el programa a la habitualidad o normotonía. Entonces de esto se trata la segunda fase de lo que llamamos enfermedad. Es la fase de resolución o PCL (postconflictolisis, post lisis o destrucción del conflicto). La segunda fase es la fase de curación o conflictolisis. Conflictolisis quiere decir resolución de conflicto. En esta fase ocurre lo contrario a lo que ocurre en la anterior. Como el conflicto se resolvió, el sistema simpático deja de comandar y se rige por el sistema opuesto que es el parasimpático (de manera sincrónica en los tres niveles, esto es: en la psique, en el cerebro y en el órgano). Lo que empieza a nivel psíquico es un sentimiento de alivio y tranquilidad. Baja el estrés, sencillamente porque el conflicto se resolvió de alguna manera práctica (y esto ocurre exclusivamente si el conflicto se resuelve). Como dijimos

más arriba, hay diferentes formas de resolver el conflicto. Puede ser mediante soluciones ganadoras, superadoras, provisorias o prácticas. Puede ser por acción propia, por acción de otros o por omisión. Como sea, mi psiquis interpreta que el conflicto ya se resolvió Con el conflicto resuelto, baja el estrés y, cesa la lucha o la huida. Luego de un gran insumo de energía de la fase anterior, necesito descansar. En términos psíquicos se experimenta tranquilidad y alivio. La persona deja de pensar en esa problemática, baja su nivel de adrenalina y de cortisol y deja de estar en alerta. En términos fisiológicos, esta etapa de reparación está comandada, día y noche, por el sistema parasimpático, también conocido como sistema vago (de ahí que esta etapa se llama etapa de vagotonía). Es como si nuestro ritmo fisiológico fuera, en el sueño y en la vigilia, el ritmo nocturno. Presentamos mucho cansancio. Este cansancio tiene una lógica biológica que es reparar toda la inversión de energía que hubo en el período anterior. Ya veremos que esta segunda fase de recuperación tiene, a su vez, dos etapas. En la primera parte de la fase de recuperación y de reparación, vamos a experimentar un gran cansancio reflejado, entre otras variables, en un gran sueño. En la primera parte de la reparación, vamos a poder conciliar el sueño, dormir y responder a ese sueño durante el día. Nos va a llevar un tiempo normalizar el sueño durante la noche, eso pasará en la segunda parte de esta fase de recuperación. Esto tiene una lógica biológica, hay un sentido detrás del hecho de que a la noche, mientras transitamos la primera etapa de la reparación, tengamos un sueño interrumpido y liviano. ¿Cuál es el sentido de esta alteración del sueño nocturno? Pensemos en términos de la biología, como si fuéramos un animal herido en la naturaleza. Estamos resolviendo el conflicto biológico, estamos muy heridos y recién iniciamos la reparación. Durante la noche, es cuando más en peligro estamos. Entonces, el cerebro mantiene el alerta durante la noche. Este es un programa arcaico grabado en nuestro cerebro y compartido con muchos seres vivos, recordemos que el cerebro biológico no distingue entre real y simbólico. Si nos estamos recuperando, para el cerebro, no somos una persona que viene de resolver un conflicto de territorio porque encontró a su mujer con un amante; somos un lobo herido que peleó por su territorio, resolvió

el conflicto y quedó muy lastimado. Si estoy muy lastimado, tengo menos chances de defenderme. Si fuera un animal herido, trataría de esconderme y de moverme lo menos posible, hasta recuperarme. En la naturaleza, la presa es más fácil de atacar cuando duerme por la noche. Y si además está herido, menos posibilidad tiene de reacción: ya sea para escapar del peligro o enfrentarlo, entonces el cerebro mantiene durante la noche y durante un tiempo un estado de alerta. El cansancio, agotamiento, alivio mental y sueño se experimentarán primero durante el día y luego se recuperará el sueño nocturno. ¿Por qué vamos a sufrir mucha fatiga y gran cansancio? El sentido biológico del cansancio es disponernos al descanso para reparar. El grado de cansancio va a depender de la intensidad y duración de la fase anterior y de la energía que invirtió el organismo en la fase de conflicto activo. A su vez, se comienza a regularizar el ritmo cardíaco, disminuye la presión arterial porque ya no necesito mayor circulación de sangre para la lucha, hay aumento de apetito porque ya no estoy en alerta y puedo digerir, aumenta la temperatura y aumenta el peso (recordemos que esta fase es inflamatoria y genera retención de líquido). En la mayoría de las enfermedades, la etapa de resolución se caracteriza por la acumulación de líquido. Esta retención de líquido, llamada edema, es para proteger la zona en la cual se manifestó el conflicto biológico y su resolución. Tenemos dos cosas: inflamación, que genera un espacio de protección en la zona, y acumulación de líquido, que brinda nutrientes y contención a la célula para que se repare. Estos edemas se van a manifestar tanto en la zona del cerebro que recibió el impacto como en el tejido u órgano en cuestión. Recordemos que el shock traumático impacta en la psique y al mismo tiempo en el cerebro y en el órgano específico. Y que todas las fases actúan al mismo tiempo en los tres niveles: psique-cerebro-órgano (Primera Ley). El Dr. Hamer lo pudo verificar a través de las tomografías de cráneo sin contraste. Si hacemos una tomografía en la primera etapa, que es la de conflicto activo, vamos a ver anillos concéntricos blancos en un área específica del cerebro. Esa hiperdensidad que se aprecia con mucha nitidez es producida por el choque eléctrico del conflicto en el cerebro. Cuando pasamos a la segunda fase, que es la de reparación, vamos a visualizar esos anillos edematizados en la tomografía. Se borra lo blanco y aparece un color gris del líquido que protege

la zona que recibió el impacto y ayuda a su reparación. La presencia de líquido en el cerebro en esta fase da síntomas como el dolor de cabeza, visión borrosa, embotamiento y oídos tapados. Todos estos síntomas producidos por el aumento de presión en el cerebro ante el aumento de líquido que allí se concentra. Fotos de Focos de Hamer, en tomografías de cráneo sin contraste.

F

Es muy importante saber en qué fase estamos de la enfermedad, porque si estamos en fase de conflicto activo, urge resolver el conflicto en la mayoría de los casos, sea como sea. Y, a su vez, eso nos señala una terapéutica

determinada. Si estamos en fase de conflicto resuelto, resolución o reparación, necesitamos tomar decisiones para colaborar en esa reparación. Y estas decisiones son tanto de la esfera del tratamiento médico como del psicológico o emocional que pueda estar transitando la persona. Hay medicamentos que, por su composición química, hacen que volvamos a la etapa de conflicto activo, porque activan el sistema simpático. También hay realidades emocionales y psicológicas que no es necesario tocar en la reparación porque pueden activarnos conflictos que no son convenientes activar en esa etapa. Y es imprescindible que en esta etapa de reparación la persona se sienta acompañada y contenida, para no agregar más edema que intensifique los síntomas. El conocimiento sobre las Leyes Biológicas es una herramienta muy valiosa para abordar la realidad integral de la persona. Cuando la persona transita la fase de reparación, es necesario focalizarse en bajar el estrés y el miedo del consultante, además de acompañar médicamente de manera conveniente y más coherente al proceso biológico. Y esto no solo incumbe al médico, sino también a profesionales de otras áreas, terapeutas, el consultante mismo, su familia ya entorno. Sigamos con esta segunda fase, la de REPARACIÓN. También hay un aumento de la temperatura asociado a esta fase. ¿Por qué sucede la fiebre en esta etapa? ¿Sabes de dónde viene la palabra fiebre? Del latín febris que significa purificación. La fiebre es consecuencia del líquido acumulado en el cerebro que forma un edema y, a su vez, el aumento de temperatura limpia el organismo, así como cuando hervimos el agua la limpiamos; rompe proteínas de nuestra estructura que ya no son necesarias, como si rompiera moldes que heredamos que ya no necesitamos. La fiebre me obliga al reposo y descanso para la recuperación, me obliga a estar en contacto conmigo mismo, a mirar hacia dentro; la fiebre es una maravillosa respuesta de nuestro organismo de fortaleza y el camino de sanación. Es concepto es de las medicinas orientales y me resulta muy coherente. Hay que dejar de demonizar a la fiebre y evaluar cada caso puntual. Es necesario comprender su sentido biológico real. También hay aumento de la temperatura local en el órgano afectado. Esto sucede porque quienes hacen toda la reparación del tejido, la reestructuración, la vuelta a la normalidad son nuestros gérmenes, por lo tanto

al haber replicación y actividad de nuestros microcirujanos naturales tendremos inflamación, rubor, calor, líquido y, por lo tanto, dolor, fiebre, moco, pus, sangrados. Todos estos síntomas aparecen en la primera fase de la etapa de reparación que es la fase que sigue a la resolución del conflicto, también llamada PCL A, o post conflictolisis A. El dolor de esta fase tiene un sentido biológico: orientarnos hacia la recuperación y el reposo. Si yo me clavo una astilla en la mano y no me duele, sigo usando esa zona de la mano y me ulcero más. También va a presentarse dolor relacionado con la acumulación de líquido o edema. Ese dolor se produce a nivel del cerebro y del órgano. Como síntomas locales, además del dolor, aumento de líquidos y temperatura, lo que se observa en esta etapa es un cambio al nivel de la estructura o la función del órgano. Dependiendo del órgano (que a su vez depende de dónde se originó el síntoma, a qué capa embriológica corresponde y qué parte del cerebro la gobierna, como veremos en la Tercera Ley), pueden suceder dos cosas: que el órgano aumente su función y sea restituido y que el órgano disminuya su función y sea degradado. Si en la fase de conflicto activo o programa especial con sentido biológico (enfermedad), el cerebro mandó a hacer una úlcera o un hueco en un hueso (cambió la estructura del órgano), luego en la etapa de reparación lo que hará es tapar ese hueco (vuelve a cambiar la estructura del órgano). Vamos al caso de una mujer que cuando su hijo se fue de viaje vivenció ese evento como un conflicto de separación (con la vivencia de que le arrancaron al hijo de su pecho). Aclaro algo para los que ya han leído y están formados en el tema: sé que no estoy siendo precisa en algunas cuestiones técnicas y es porque considero que como primera aproximación al tema no es necesario hilar tan fino y aclarar cuestiones que en el aquí y ahora son secundarias). Volvamos al ejemplo anterior. El cerebro de la mujer, ante el conflicto de separación de su hijo, de su cría, activó un programa especial con sentido biológico, esa enfermedad que nosotros llamamos Cáncer ductal de mama o Cáncer de los conductos galactóforos. En la etapa activa de este tipo de Cáncer, el cerebro manda a cambiar la estructura del órgano, en este caso la mama (cambio que biológicamente significa ulcerar los conductos). Cuando el conflicto se resuelve e ingresa en la etapa de reparación, lo que hará el cerebro

es dar la orden de ir a rellenar eso que se degradó, restituirlo, rehacer tejido (con una lógica que, para graficar y a modo hipotético, si hizo un hueco de dos centímetros, el relleno o la restitución será de cuatro centímetros). Acá, vamos a palpar esa masa. Hay, en esta etapa, una proliferación celular, un incremento de células que va a estar rellenando esa úlcera (el hueco) que antes se creó (esa proliferación tiene un sentido biológico). Aquí, entonces, es cuando comenzarán a evidenciarse los síntomas, el tumor, justamente cuando la mujer está sanando. Hay algunos tumores, como este el carcinoma ductal de mamas, que aparecen en fase de resolución, como rellenos de úlceras, y otros, los que el Dr. Hamer denominó verdaderos tumores, que aparecen en la fase de conflicto activo, como el Cáncer de colon por ejemplo. Recordemos que todo este cambio de estructura, este hacer, romper, rellenar, cambiar funciones, etc. va acompañado en general de un gran cansancio. Muchas veces, consideramos que este cansancio excesivo es una consecuencia de la enfermedad, de algo malo (como así también juzgamos el descenso de peso como consecuencia de algo malo, cuando acabamos de ver que no es así). Bueno, no es así. Es sencillo: si viví un conflicto muy intenso, necesito una reparación muy intensa. Y el cerebro biológico tiene que disponer el cuerpo para esa recuperación, ponerlo en un estado de una vagotonía intensa, que podremos juzgar como excesiva. Y no hace falta ir a grandes enfermedades para verificarlo: nosotros, mentalmente, psicológicamente, con esa personalidad con la cual estamos identificados, queremos volver a nuestra rutina habitual. Si nos levantamos cansados, con dolor de garganta, con fiebre, buscamos rápidamente un medicamento que nos libere de esos síntomas (o los duerma) para continuar. En algún momento, la máquina va a necesitar detenerse para poder ser reparada. Habitualmente nos pasa que si no estamos sufriendo mucho, si no nos sentimos muy incómodos, si no nos duele demasiado, no le damos importancia, no nos preguntamos qué nos pasa, qué necesitamos, en qué nos estamos sintiendo mal, no valorizamos si no hay dolor. A la mayoría nos pasa esto hasta con las máquinas, los autos, los electrodomésticos y las herramientas. Si más o menos pueden seguir andando, le damos para adelante. Y solo las llevamos al mecánico cuando fundimos el

motor. O solo le cambiamos la rueda al auto, cuando de tan gastadas que estaban tuvimos un accidente grave. ¿No es verdad? Llevamos el auto al mecánico, quién nos dice: “Pero esto hace rato que viene así, tuviste varias señales, mira tal cosa, tal otra.” ¿Qué podemos decir nosotros? ¿Que el auto está mal hecho, que tuve mala suerte, que la máquina se equivocó? Claro que no. Sabemos que fue nuestra responsabilidad. Que es nuestra responsabilidad y que llegamos a eso por decisiones que tomamos día a día, todos los días. ¿Crees que con nuestro cuerpo sucede algo diferente? NO. Entonces, en esta segunda etapa, de resolución hay dolor y cansancio. Porque sin dolor y sin cansancio es imposible que el cuerpo se recupere, y es muy, muy importante respetar el descanso. El descanso es imprescindible para sanar. Ahora voy a profundizar un poco más en esta Segunda Ley. Dijimos antes que esta Segunda Fase del programa biológico que llamábamos enfermedad o PCL está a su vez conformada por dos partes: la primera, llamada PCL-A y la segunda, llamada PCL-B. Es decir que esta fase posterior a la resolución de conflicto o con-flic-to-li-sis es una fase de reparación de todo lo que sucedió en la fase anterior y se divide, a su vez, en dos etapas. Volvamos a mirar el mismo gráfico que te mostré antes.

Recordemos. Hay una primera fase de la enfermedad. La primera fase, la “mitad” del programa especial con sentido biológico (que llamamos por convención enfermedad) es la de conflicto activo. Y hay una segunda fase de la enfermedad. La segunda fase, la de reparación, postconflictolisis, que viene luego de que el conflicto biológico ya está resuelto (fase de recuperación). Esta segunda fase está dividida en dos (observa en el gráfico que la segunda parte tiene dos pancitas para abajo) Una primera etapa que viene inmediatamente después de la resolución del conflicto biológico, denominada PCL-A que es una etapa de resolución activa. ¿Por qué de resolución activa? Porque es una etapa exudativa, de líquidos, de dolor, inflamación y fiebre. Acá aparecen todas las llamadas comúnmente itis como, por ejemplo, laringitis, cistitis, bronquitis, conjuntivitis, rinitis, etc., las infecciones, ya que en esta etapa están en actividad los gérmenes necesarios para modificar los tejidos. Aparece todo el fluido de secreciones, aparece acumulación de líquido llamada edema, aparecen lapsus, sangrado, moco, más fiebre y dolor para citar síntomas habituales.

Esta primera parte de la fase de reparación es la parte activa porque es una etapa donde hay actividad de gérmenes, no hay un reposo absoluto de sistemas y tejidos. Esta primera mitad de la fase de reparación, llamada PCL A, se termina con lo que podríamos llamar un repunte de la enfermedad, un pico máximo hacia arriba donde el cuerpo entra por un período corto de tiempo (en general) en simpaticotonía. Este repunte hacia arriba se llama epicrisis. Sigue la explicación con el gráfico. Verás que la fase de reparación (roja) tiene a su vez dos pancitas hacia abajo: la primera es la A, cuando esta termina sigue una línea que se dispara hacia arriba y que es la epicrisis (punto máximo de curación) para luego seguir con la parte B que es la fase de cicatrización. ¿Cuál es el sentido de esta epicrisis? ¿De este repunte cortito de cortisol adrenalina en el medio de la reparación? En términos sencillos, es brindarle un shock al cuerpo (al órgano afectado y a la zona cerebral), una constricción, como exprimir el líquido acumulado para eliminar el edema. Ese edema se creó para proteger la zona, pero al ingresar al final del programa, a la segunda mitad de la reparación, toma ese impulso para eliminar ese líquido que ya no necesita. Te repito ¿Qué es una epicrisis? Esa línea entre las dos pancitas del gráfico en la fase de reparación. Se trata de una constricción, algo se contrae intensamente y luego, también intensamente, lo que se contrajo tiene un movimiento de expulsión (estas epicrisis son los vómitos, diarreas, convulsiones, infartos, etc.). A través de esa epicrisis el cuerpo puede expulsar tanto del cerebro como del órgano el edema que había creado para proteger el tejido en cuestión. Es decir, el cerebro y el cuerpo se sacan de encima el líquido almacenado en la primera parte de la reparación la post conflictolisis A (la eficiencia, eficacia y perfección del sistema es maravillosa). Ejemplos de epicrisis: los infartos, los accidentes cerebro vasculares, las crisis asmáticas, los ataques de migraña, las convulsiones y la epilepsia. Y estas situaciones requieren de especial acompañamiento y terapéutica porque son situaciones riesgosas si no se tiene el conocimiento para un adecuado manejo e interpretación. Seguimos con la fase de reparación. Después de la eliminación de líquidos, después de la epicrisis, retomamos la vagotonía y pasamos a la otra

mitad, que es la PCL-B, la segunda etapa de la fase de reparación (la segunda pancita roja del gráfico). Aquí es cuando estamos ante la etapa final del programa especial con sentido biológico, se termina de eliminar el edema, el líquido retenido, baja toda la inflamación, se eliminan los desechos, y aparece la cicatrización y la restitución natural del tejido. Perfecto. Volvemos a la normotonía, es decir actividad de día, descanso de noche, que es lo mismo decir simpaticotonía de día, vagotonía de noche. ¡Felicitaciones, esta maquinaria maravillosa cumplió su programa perfecto de emergencias y volvemos a la cotidianeidad! Tres aclaraciones. Primera aclaración: el líquido se elimina por las vías biológicamente posibles. Puede ser por la piel, a través de la orina, mediante el sangrado, por las vías respiratorias (el moco), por el tubo digestivo (diarrea), dependiendo del órgano que recibió el impacto. Segunda aclaración: recordemos por qué hay inflamación. Dijimos que el edema es para generar protección en la zona afectada. Además, para que la reparación pueda efectuarse, el cerebro manda a “unos obreros” a realizarla: unos microcirujanos naturales: los microbios. Sí, leíste bien, los microbios. Por eso hay inflamación en la reparación. Luego, en la Cuarta Ley Biológica vas a entender por qué LOS MICROBIOS NO SON UNA FALLA. Tercera aclaración: es importante remarcar que todo esto va a estar sucediendo también a nivel cerebral y a nivel del tejido (del órgano) correspondiente. Entonces, veremos que en el cerebro se desarma el edema, se libera líquido, baja la inflamación (y por consiguiente el dolor) y vemos cicatrización. ¿Cómo es que vemos esa cicatrización? Ya te lo dije cuando hablamos de la primera fase. A través de una tomografía de cráneo sin líquido de contraste. Como verás en las fotos siguientes, en conflicto activo aparecen en la zona que recibió el impacto los anillos blancos concéntricos (llamados Focos de Hamer), luego en la etapa resolución se borran esos anillos y aparece edema (se registra una zona negra o gris) en PCL A, es decir que los anillos eran nítidos, en la fase de reparación dejan de serlo. Y si tomamos esa imagen (esa foto), en la fase final de resolución PCL B veremos cicatrización bordeando el

área del anillo. O sea que en el cerebro aparecen primero anillos concéntricos blancos (conflicto activo) que se dan por un choque electrofisiológico en el área que recibió el impacto, luego en la reparación, tras la resolución del conflicto, aparece líquido (edema) en conflictolisis o PCL A o primera parte de la fase de resolución, y por último la cicatrización (final del proceso) en PCL B. Esta fase cicatrizal, que aparece blanca en las tomografías, es lo que habitualmente llamamos glioblastomas.

Siento que es muy importante remarcar esto, porque es una manera de ver los síntomas totalmente diferente a lo que estamos acostumbrados. En etapa de post conflictolisis, es decir, luego de la resolución del conflicto, ya en etapa de curación, lo que fundamentalmente nosotros vamos a ver, como ya te dije, son síntomas de cansancio, sueño, fatiga, debilidad, aumento de peso, aumento de apetito y extremidades calientes. Habitualmente, por nuestra cultura occidental productiva, por los paradigmas con los cuales estamos identificados y por ciertos valores que hemos desarrollado, estar cansados no está bien visto. Está mal. Si estamos cansados físicamente, algo malo ocurre en nuestro cuerpo, no es un buen síntoma. Desde hace mucho tiempo, esa es nuestra lectura. Ahora bien, como vemos, en realidad esto NO ES ASÍ. El cansancio no es un error, el error es creer que estar cansando es malo. No es un error estar cansado, está muy bien atravesar el cansancio. Significa, en general, que estamos recuperándonos de un conflicto, estamos sanando. Y esto lo vivencio cotidianamente en mis consultantes: hay que respetar ese cansancio, hay que

permitirlo física y mentalmente. Y digo mentalmente porque alguien con diagnóstico de una enfermedad, si está cansado se preocupa porque piensa y asocia que está peor, que está más enfermo por estar cansado. Y, a su vez, muchas veces, trata de moverse, trata de estar activo y, también, en varias oportunidades, su entorno lo impulsa a no estar quieto; cuando en realidad es lo que necesita. Obviamente, que el cansancio puede tener muchas causas, entre las cuales también está la medicación, los tratamientos, la intoxicación que puede tener un cuerpo con hábitos no saludables. Pero también puede ser por resolución de conflicto, ¡eso es una muy buena noticia! Necesitamos escuchar con neutralidad y sin juicio a nuestra biología y acompañar sus procesos reales. ¿Realmente creemos que nuestra mente puede saber más que nuestro cerebro biológico respecto de lo que necesita nuestro cuerpo para reparar? No es la mente la que decide cómo reparar el cuerpo. Una vez que la biología está reparando, es necesario comprender la reparación que lleva a cabo, y son precisamente los síntomas los que evidencian esa reparación. Muchas veces, confundimos síntomas con enfermedad. Y el síntoma no es la enfermedad. La enfermedad, como vemos, no es un error. Por lo tanto, el síntoma tampoco. Que el síntoma traiga incomodidades, dolencias o molestias no significa que sea una “desarmonía” o un error biológico. Hay que ocuparse del síntoma. Realmente ocuparse. Y cuando digo realmente es relacionar el síntoma a su sentido biológico, a su finalidad. Porque muchas veces tomamos decisiones terapéuticas respecto de los síntomas que hacen que estos duren más de lo que deberían durar y sean más intensos; es decir, que la etapa de recuperación sea más larga y más extrema. Y esto es algo que se puede evitar. Muchas veces, con los tratamientos inapropiados cronificamos los síntomas, entorpecemos el proceso biológico, no lo dejamos evolucionar y por eso transformamos a los síntomas en padecimientos crónicos. Conocer lo que sucede en reparación es aprender a leer síntomas que solemos demonizar, ante los cuales médicos y pacientes nos alarmamos. Hay líquidos (retención y eliminación, como el edema que ya expliqué), hay sangrado, moco, pus (porque a través de ellos eliminamos todo el material y tejido inflamatorio que crearon los gérmenes que fueron a reparar y que ya no es necesario). A través de estas secreciones estamos limpiando y volviendo a la

normalidad). Todos estos síntomas corresponden a la fase de resolución. En general, lo que el cuerpo está expresando a través de todas las itis que vivenciamos

cotidianamente

en

nosotros,

nuestras

familias,

nuestros

consultantes (otitis, faringitis, sinusitis, bronquitis, etc.) es la fase posterior a la resolución del conflicto (a la segunda fase de la enfermedad, la reparación). No es una falla sino que es una solución, un mecanismo que está poniendo en marcha el cerebro a través del cuerpo para volver a la normalidad (lo que los médicos llamamos, siempre con palabras difíciles, volver a la normotonía, es decir, sistema simpático de día y parasimpático de noche). Acá hay que reparar en lo dicho. Porque, fundamentalmente, la comprensión de cómo funciona la enfermedad, que en realidad es un programa temporario especial con sentido biológico, nos tiene que dar tranquilidad, tanto al médico como al consultante. Al inicio, cuando arrancaba el libro, te dije: “Lo que parece una urgencia muchas veces no lo es”. Como verás, hay muchos síntomas que suelen preocuparnos y alertarnos, tanto a médicos como a consultantes y familiares, que en realidad son síntomas de que estamos reparando. Por ejemplo, si hay un sangrado, solemos alertarnos. Esta información nos trae tranquilidad. Poder decidir, en función de todas estas variables, cuál es la urgencia real, cuál es la decisión más conveniente a tomar, en qué momento de la enfermedad estamos, qué significa cada manifestación que hace nuestro cuerpo, por qué y para qué se presenta. Claro que cada persona necesita un abordaje en particular, según su proceso. No estoy diciendo que la mayoría de las veces no haya que acompañar y tratar estos síntomas de resolución, claro que sí hay que hacerlo, ayudar a ese proceso de reparación. No es lo mismo un resfriado banal que un sangrado intestinal severo que requiera una cirugía de urgencia. Claro que si el sangrado pone en riesgo la vida, habrá que tomar las medidas más convenientes. Pero más allá de las medidas necesarias, es diferente ver en aquellos síntomas un error de la biología o ver que la biología está reparando (por más que la reparación, insisto, sea intensa). Y esto que te digo y que ponen de manifiesto las Leyes Biológicas no es una cuestión de creencia subjetiva, sino que es una evidencia científica, es lo que podemos observar realmente si nos atrevemos a hacerlo.

Qué diferente sería que a un paciente que consulta por un sangrado intestinal en una guardia en lugar de ponerlo en pánico, y más allá de la terapéutica específica que se requiera, se le dijera: te vamos a ayudar, felicitaciones, estás resolviendo el conflicto biológico de un bocado indigesto de miércoles, desagradable, horrible. Su cuerpo, su psiquis y su alma se predispondrían totalmente diferente: claramente todo después sería diferente. Porque a la gravedad real de la situación luego se le suma la interpretación racional que hace nuestra pisque sobre lo que pasa. Es decir, la vivencia que tenemos de lo que nos pasa. Una cosa es creer que nuestro cuerpo enloqueció, que está todo mal, y otra es que, aunque supongamos que hay gravedad, la biología está haciendo lo que debe hacer. El miedo, el sobrestrés que genera el miedo sobre lo que nos pasa dispara muchísimos más síntomas. Esto es algo evidente, para mí es muy evidente. Hay recomendaciones para la etapa de conflictolisis o reparación que ayudan a atravesar de mejor manera esta etapa, entre ellos, los que siguen: Descansar. Todo el descanso que se necesite. No ingerir alcohol, porque aumenta la vasodilatación y, por lo tanto, los edemas sobre todo a nivel cerebral. Mantener la cabeza en alto, para disminuir el edema cerebral a través de la gravedad. Colocar compresas frías en la cabeza para generar vasoconstricción cerebral y disminuir el edema. Poner los pies en baños de agua fría, también para generar vasoconstricción y bajar los edemas. No sobrehidratar al paciente, porque eso aumentará el edema cerebral y, al hincharse, el cerebro puede comprimir alguna zona vital y afectar el funcionamiento cardíaco, o simplemente aumentar las cefaleas. Intentar evitar la vías de hidratación endovenosa, (si esto no es exclusivamente necesario), lo más natural es la vía oral si el cuadro lo permite. No utilizar saunas ni baños de calor que causan vasodilatación

Evitar la exposición al sol, sobre todo en la cabeza, ya que causa vasodilatación Tratar el dolor para evitar el sufrimiento de las formas más armónicas y fisiológicas posibles y siempre comenzando por los métodos menos invasivos. Por ejemplo, en fase de PCL (donde predomina la vagotonía), si damos un medicamento simpaticotónico (que aumente el cortisol y la adrenalina) vamos a volver el proceso a la fase anterior, por lo tanto podemos cronificar el proceso haciendo un círculo vicioso. En estados vagotónicos muy intensos se pueden usar simpaticotónicos como té, café y vitamina C para que sean más tolerables. Buen aporte de proteínas en la dieta en la fase de reparación. Evitarle a la persona otras situaciones de preocupación, porque ante nuevos conflictos se activarán otros programas, que darán más síntomas y mayor estrés psíquico. Mantener a la persona entretenida en algo que le guste, que disfrute y que le de alegría, para sacar la mente de los síntomas, esto hace más rápido y agradable el proceso. ¡No aislar al paciente!, que no se sienta solo, que se encuentre acompañado, contenido, amado, comprendido y apoyado. Esto es de vital importancia para disminuir la retención de líquidos por el conflicto de túbulos colectores de riñón., por lo tanto a menos líquido acumulado, menos síntomas. Compartir el dolor con los pares, la familia, la pareja, un terapeuta o el médico, Compartir el dolor ayuda a sanar disminuye los síntomas. Otras aclaraciones. Hay que tener siempre en cuenta que el diagnóstico en sí mismo y la manera en que sea transmitido puede disparar otro conflicto. El llamado CONFLICTO DE DIAGNÓSTICO. Este es un shock, inesperado, traumático y vivido en soledad (no se puede armar en la psique lo que está pasando), es un mazazo en la cabeza, un gran impacto. Muchas veces, eso activa un miedo, el miedo a la muerte por ejemplo. Y eso hace que entremos en conflicto activo de este nuevo programa (dependiendo de cómo nosotros vivenciemos ese miedo, va a impactar en una u otra zona del cerebro, en un

tejido u otro, en un órgano u otro). Así que tal vez la persona consulta en fase de resolución de un programa (porque ya vimos que es en esta fase donde en general aparecen los síntomas), y a esa fase de resolución le agregamos un nuevo conflicto, el de diagnóstico, que está empezando o sea está en fase de conflicto activo, para lo cual nos encontraremos en una combinación de conflictos. Por un lado, el conflicto ya resuelto, en su etapa de reparación, que nos llevó, ante la presencia de los síntomas, a hacernos un chequeo médico. Y, al mismo tiempo, el conflicto activo que nos activó el diagnóstico de enfermedad. Entonces, acá hay una combinación de síntomas. Puedo tener apetito, que responde a una etapa de reparación y puedo no estar cansado por la fase activa del nuevo conflicto (el que me activó el diagnóstico). Vivencio esta situación a diario y puedo afirmar que esto es así. Repito, cuando la persona recurre al médico, por lo general, eso que llamamos enfermedad la mayoría de las veces entró en su etapa de resolución, porque es ahí que aparecen (por lo general) los síntomas. Puede estar cansada, con dolores, con algún sangrado, inflamación, retención de líquidos o con el sueño algo alterado. Ahora bien, cuando reciben el diagnóstico y más por la forma en la cual frecuentemente se los da (muchas veces en desamor, en minutos, sin registro del otro, con palabras generadoras de pánico), por lo que representa para el paciente y para el médico, la persona entra en un sobrestrés generado por otros conflictos y aparecen, por lo tanto, otros síntomas de un nuevo programa de emergencias, lo que claramente complica la situación original. Por eso hago hincapié en esto una y mil veces: la forma, el tono, los gestos, el tiempo en el cual los médicos damos un diagnóstico son fundamentales. Podemos ser generadores de sanación o enfermedad a través de nuestras palabras. La persona recibe esa noticia como un mandato. En mi experiencia, para el cerebro de la persona nuestro dictamen médico es una orden. Es muy importante que seamos conscientes del alcance de unas palabras que duran segundos en nuestra boca y años en el cuerpo del Otro. Insisto en la diferencia que marca resignificar los síntomas: saber que sangrado, moco, pus, dolor y fiebre no son un error sino un mecanismo biológico (con lógica biológica) del cuerpo. Más allá de que según su intensidad, la filosofía de vida, la elección de medicinas, el acompañamiento que sea, la terapéutica que fuere, qué

diferente es que los consultantes reciban la buena noticia de que nuestro cuerpo jamás de equivoca, por más que duela nos tire a la cama y nos infle. Todo tiene un perfecto sentido. Ahora, otra vez, necesitamos recapitular. Repito, repito y repito porque es así como podemos crear un nuevo sistema de creencias, desplazar viejos conceptos por repetición y reemplazarlos por nuevos. Así funciona nuestro cerebro Recuerda: A) Eso que llamábamos enfermedad es un programa especial, temporario, sensato y con sentido biológico. Como te dije, todo en nuestro cerebro está programado en términos biológicos de supervivencia (cosa que vamos a ver en la Quinta Ley en detalle) B) El DHS es un shock traumático, agudo, grave, inesperado y vivido en soledad o aislamiento (Primera Ley). Es la causa de todas las llamadas enfermedades. El DHS activa la alteración que llamábamos enfermedad”. Esto genera un impacto. Este impacto ocurre al mismo tiempo en la psique, en un área específica del cerebro y en un tejido (órgano) correspondiente a esa zona del cerebro. C) La Psique hace una interpretación de la realidad, del evento o situación que genera ese shock traumático y le pone una etiqueta a lo vivido. Es decir, no es el evento en sí el que genera esa enfermedad sino cómo vivencia la psique ese evento. La psique pone la etiqueta o título a la vivencia. es el programador de la máquina. Esta etiqueta es la información que recibe el cerebro biológico y ante la cual reacciona automáticamente. A su vez, es importante destacar que el cerebro no distingue entre real o imaginario o simbólico. Es decir, para el cerebro es lo mismo que yo vivencie un conflicto con una cría real, a que yo viva un conflicto con mi mascota, a quién siento como una cría. D) Este Programa Especial que llamábamos enfermedad consta de dos fases (Segunda Ley). La Primera Fase del Programa Especial con Sentido Biológico (enfermedad) es el conflicto activo. Acá, salvo algunas excepciones, no hay síntomas de enfermedad. A nivel psíquico, cerebral y orgánico

estamos buscando soluciones. En la etapa activa rige el sistema nervioso simpático, estamos en alerta. Duermo poco de noche, pero experimento una gran vitalidad, pierdo el apetito (en la mayoría de los casos) lo cual me lleva a bajar de peso, puedo experimentas las extremidades frías (manos y pies), taquicardia y presión elevada. En el conflicto activo, al nivel del cerebro y del órgano, el programa ya está activo. Esto quiere decir que el cerebro va a recibir la información de que se necesita hacer algo, y va a mandar a hacer eso. Es decir, si se necesita espacio, va a degradar el órgano, por ejemplo. Entonces, dependiendo del contenido del conflicto, el área del cerebro biológico involucrada y el tejido (órgano) que responderá, estará ocurriendo, sin que nos demos cuenta, una modificación en la estructura del órgano (poniéndolo simple: más o menos órgano, aumento o degradación del órgano), o una alteración en la función del órgano (aumenta o disminuye lo que el órgano hace). Si hacemos una tomografía de cráneo en este momento, veremos en una zona específica anillos concéntricos blancos y nítidos llamados Focos de Hamer. E) Encuentro o surge una solución al conflicto. Esa información le llega al cerebro. Es necesaria una solución concreta y práctica. Lo más frecuente es que esta solución dependa de mí por acción u omisión, cuanto más tarde en resolver, más intensa y duradera será esta etapa (lo cual va a condicionar la etapa que le sigue). Te repito, la solución puede ser por acción (porque hago algo), por omisión (porque dejo de hacer algo) o porque otro haya hecho o haya dejado de hacer. Consciente

o

no.

Este

es

el

momento

que

se

llama

conflictolisis=solución del conflicto. F) Fase post conflictolisis. Es la fase que le sigue a la solución del conflicto. Es una fase de reparación. Acá comienza a comandar el sistema parasimpático, también llamado sistema vago. Entramos en vagotonía o reparación. G) Primera etapa de la segunda fase (fase de reparación), PCL-A. (fase exudativa). Es la etapa activa de la reparación, y tiene lugar en los tres niveles al mismo tiempo: en la psique, en la zona del cerebro involucrada y en tejido u órgano correspondiente. Se experimenta hay

mucho cansancio, fatiga y dolor. Hay aumento de temperatura o fiebre. Suele estar acompañada de aumento de peso (se despierta el apetito), hay inflamación y hay retención de líquido. Se forma, tanto en el cerebro como en el órgano, un EDEMA (o edemas). Si hacemos una tomografía de cráneo en esta Etapa de la Segunda Fase, lo que antes eran anillos concéntricos nítidos y claros, ahora son uno o varios anillos edematizados, ya no blancos sino un color gris oscuro o negro que corresponde a la acumulación de líquido en el cerebro. Aquí, la biología ya resuelve sola, no depende de nosotros. La duración e intensidad de esta etapa estará relacionada con la duración o intensidad de la fase de Conflicto Activo (llamada masa conflictual). Podemos acompañar los síntomas, suavizarlos e intentar no caer en una vagotonía extrema. Tomar decisiones n sintonía con la biología del consultante y su realidad emocional que le bajen estrés y los miedos, a los fines de colaborar con la reparación. Nada más. Acá se presentan todos los síntomas y dolores agudos. El dolor y el cansancio disponen a la biología a la reparación. Vamos normalizando el sueño, descansamos pero más de día, durante la noche aún tenemos el sueño un poco alterado. En esta etapa veremos los síntomas de infección por la activación de los gérmenes, nuestros microcirujanos naturales. H) Epicrisis. Está en la mitad de la fase de recuperación, entre la PCL-A y la PCL-B. Da la sensación de que interrumpe dicha recuperación. Representa el Punto máximo de la reparación. Representa el punto máximo de la reparación. Acá pueden aparecer síntomas que parecen indicar un retorno a la fase activa de la enfermedad, porque es un dispare de simpaticotonía. La biología hace un movimiento, una liberación de hormonas de estrés, un shock para expulsar todo lo acumulado en la etapa activa de la reparación o PCL-A. Es como cuando queremos dar un salto: vamos hacia atrás para tomar envión y dar el salto (no para retroceder). Esta es la epicrisis. Está representada por los vómitos, diarreas, convulsiones, infartos y sangrados.

I) Segunda etapa de la Segunda Fase (reparación) PCL-B. Es la etapa de cicatrización. Acá se libera todo lo que quedó en la etapa anterior. El cuerpo exuda, saca, libera los líquidos que restan por sudoración (a través de la piel) por la orina o por la sangre. Comienza la cicatrización y se vuelve al funcionamiento normal. Etapa final de la reparación. Acá vamos volviendo a la normotonía. Es decir, que durante el día gobierna el sistema simpático y durante la noche el para-simpático. Normalizamos el sueño, el apetito y la temperatura (las extremidades vuelven a estar calientes). Finalmente, esto concluye con la cicatrización de la zona involucrada, tanto a nivel cerebral como a nivel del órgano. Esta cicatrización también puede visualizarse en una tomografía de cráneo sin líquido de contraste. J) Importantísimo: lo anterior, como las leyes que le siguen, puede verificarse en el 100 % de los procesos que llamamos enfermedad, así lo vivencio yo en mi vida, la de mi familia, mi entorno y en el consultorio desde hace más de 10 años. Si eso no es una ley biológica, no sé qué lo es. Acá son necesarias, otra vez, ciertas aclaraciones. Concepto de Raíles (rieles, carriles): Cuando estamos ante la presencia de un DHS o shock biológico, nuestra mente se pone en estado de estrés y alerta máxima. Como vimos, es una situación inesperada que nos pone ante una emergencia vital (nuestra supervivencia está en peligro). ¿Qué sucede en esa situación? Al momento de aquel shock, el cerebro capta como una foto todos los componentes que estuvieron presentes en esa escena traumática. Es decir, se presenta una situación que en nuestra manera de vivirla (y ya volveremos sobre esto) hace que represente para nosotros un peligro tal que dispara el programa de emergencias, en ese momento el cerebro registra todo lo que estaba presente al momento de esa situación., Ese es el DHS o el shock biológico. Se podría decir que graba, en la memoria celular toda la situación. Y toda la situación es, precisamente, toda. Toda la información presente que le llega al cerebro a través de todos los sentidos: lo que ve, siente, huele, toca, degusta, etc. Esto lo hace porque, precisamente, la memoria tiene una finalidad: la supervivencia.

Entonces, graba esos datos porque ante la misma realidad (real o simbólica), el cerebro debe anticiparse y saber cómo reaccionar y desplegar la mejor solución. Por ejemplo, un hombre que hace 20 años trabaja felizmente en una empresa, una mañana escucha de manera inesperada en el trabajo que la compañía está por entrar en quiebra. Eso que para su cerebro fue un shock inesperado, agudo, grave y vivido en soledad, es un conflicto biológico. Su supervivencia está en peligro. Tal él lo vive como amenaza de territorio y como que algo le huele mal. En el momento de la noticia, el cerebro captó todos los componentes presentes en la escena de peligro como una cámara en 360°, estos pueden ser: colores, olores, sabores, personas, sonidos, animales presentes, estación del año y había polen en el ambiente, o si era una oficina con alfombra y había ácaros en ella. Toda la escena es grabada en una zona no consciente. Hasta que el conflicto se resuelva, todos esos componentes que estuvieron en la escena de peligro quedaron almacenados en una zona no consciente y cada vez que el señor se exponga a alguno de esos componentes, su cerebro va a alertar que está cercano a la escena de peligro. Por ejemplo, si en esa escena había polen porque era primavera, el señor puede ser que cada vez que se exponga al polen haga síntomas de alergia, tos, estornudos, y él diga que se hizo alérgico al polen porque vivió esa escena como algo que le olía mal. En realidad no es que haya alergia, sino que el cerebro cada vez que registra el polen, recuerda que puede estar cerca de la zona de peligro y desencadena esas manifestaciones para alejarse de la zona o hecho que puede atentar contra la supervivencia del señor. Esos componentes de la escena que vuelven a disparar el programa de emergencias para alertarnos se llaman pistas o raíles. La función del rail es alertarnos para evitar el peligro nuevamente. El rail desencadena nuevamente el programa biológico llamado enfermedad y hace volver a la etapa de conflicto activo. Una vez que detectamos un riel, lo podemos desactivar con varias terapias, reconstruir el DHS y sus componentes, enseñarle al cerebro que ya no está en peligro ante ese componente, eso se desbloquea, se borra, y así por ejemplo pueden desaparecer alergias crónicas. Necesitamos hacer consciente el rail para que deje de actuar como tal. Hay railes que se generan muy tempranamente como en la gestación, el propio embarazo, los cuales son más difíciles de identificar, hay métodos para acceder al inconsciente y llevar al

consciente esta situación para obtener la información para que este rail no siga operando. Vamos a dar otro ejemplo de rail: una mujer sale con una amiga y lleva en sus brazos a su perrita. Cuando pasan por una esquina ve a su esposo besándose con otra mujer. ¡Ahí se produce un DHS! El cerebro lo interpreta como conflicto de separación de contacto de su marido. Como tenía a su perra encima, los pelos de la perra estaban en la escena de peligro. Al tiempo ella desarrolla “alergia al pelo de los perros”, hace una dermatitis o alteración en piel porque el conflicto de separación se vivió en ese órgano, la piel. Quiere decir que la presencia del pelo de los perros la alerta de la zona de peligro, el pelo de los perros constituye un rail. La presencia de raíles, puede hacer que las enfermedades se tornen crónicas, y dar síntomas que llamamos “alergias”. Esta información es muy útil para médico y consultante para evaluar una terapéutica adecuada, la búsqueda de posibilidades y el trabajo en equipo. Otros conceptos y aclaraciones Aclaración 1. Una enfermedad, un programa especial temporario con sentido biológico, puede transitar la primera etapa de conflicto activo y no necesariamente pasar a las otras etapas. Porque la resolución del conflicto no depende de la biología. Lo que depende de la biología, como te dije, es la reparación. Recuerda que te decía que en la primera fase de conflicto activo, el cerebro y al mismo tiempo el órgano y la psique están buscando resolver el problema. Es decir, que si estamos viviendo un conflicto de amenaza de territorio y si, además, somos un hombre diestro, esto impacta en la corteza cerebral territorial derecha que comanda los bronquios en el hemisferio derecho. En esta etapa de conflicto activo, el cerebro manda a generar más espacio en los bronquios. En la fase activa del conflicto, hay una ulceración de la mucosa bronquial. ¿Por qué los bronquios? Los bronquios son conductos que hacen que el aire del exterior llegue hacia adentro. Si yo siento que está amenazado mi espacio, por ejemplo tengo miedo que otros me saquen mi trabajo, mi cerebro manda a hacer más espacio, ulcera los bronquios, los hace más grandes, generando más espacio para que ingrese mas aire, para tener más oxígeno para poder luchar por mi territorio. Obviamente, el cerebro solo puede intervenir hacia adentro, en el cuerpo. En la fase de conflicto activo, psíquicamente le estamos buscando una solución al conflicto (consciente

o no). Mientras yo en términos concretos, reales y prácticos, persista en la amenaza de territorio, el cerebro seguirá mandando la orden de hacer espacio y el órgano (el tejido en cuestión) ejecutará esa orden (como diciendo: “No alcanza la ulceración que hice, necesito ulcerar más”). Si esto es muy intenso, la ulceración será muy importante (porque, precisamente, mi vivencia es que no puedo hacerme espacio). Si, como te dije, no hay una solución de ninguna clase, no se ingresa a la etapa de reparación, la biología no ingresa en la etapa de reparación. Lo cual puede hacer que cuando encontremos una solución de manera consciente o no, directa o indirecta, por acción u omisión, y al encontrarla ingresemos biológicamente a la segunda fase del programa especial con sentido biológico, a la segunda fase de la enfermedad, la duración o intensidad de esta segunda fase va a estar directa y proporcionalmente relacionada con la primera fase. A su vez, algo a tener en cuenta es que en casi el 90 % de las enfermedades, los síntomas se presentan en la fase de reparación. En el caso de la amenaza de territorio en resolución aparecerán tos, expectoración, bronquitis, neumonías (si hay asociado conflicto de túbulos colectores de riñón), atelectasias, sangrados y carcinomas bronquiales. Volviendo a la resolución, esto quiere decir que, aunque sea de manera no consciente, algo hicimos, algo dejamos de hacer, algo hizo otro por nosotros, algo dejó de hacer otro, para resolver el conflicto. Sea lo que fuera, es una información útil para que podamos rescatarla. Si, tomando el ejemplo de la mamá que activó un Cáncer de mama, el conflicto se resuelve cuando el hijo vuelve de viaje, es información muy valiosa para ella. Porque le habla de su manera de vivenciar la maternidad y, seguramente, de su manera de vincularse no solo con su hijo, sino con otro vínculos también. El Cáncer de mama, a esa mujer y a todas, les hace llegar un gran mensaje. Luego, está en cada uno recoger o no el mensaje. Es muy importante lo siguiente: Si el conflicto no se resuelve, se sigue en fase de conflicto activo. A esto se lo llama conflicto pendiente. En esta etapa, el cerebro siempre dará la orden de hacer más de lo que fuera que hagan las células que estén involucradas en la solución biológica: si es degradar el órgano van a degradar más; si es agrandar el órgano, van a aumentarlo más; si es alterar o bloquear su función, lo seguirán haciendo. Esto, obviamente, puede llevar a la muerte por agotamiento, por

desgaste energético de tanta simpaticotonía. Porque en la Biología, siempre se trata de poder ADAPTARNOS, si no lo podemos hacer, vamos a morir. Dicho así, suena frío. Pero es necesario comprender que la biología está a nuestro servicio. El cuerpo solo puede ocuparse de la etapa de reparación si antes nosotros, de alguna manera, hemos resuelto el conflicto. Mientras tanto, el cuerpo nos da un tiempo para que busquemos alternativas. Estas leyes, nos dan información valiosísima para comprender y buscar soluciones efectivas, convenientes y posibles para nosotros. Aclaración 2 El llamado conflicto de diagnóstico. Voy a repetir algo que considero vital. ¿Qué es esto? Que el diagnóstico nos activa muchas veces otro conflicto. Por lo general, el cáncer puede diagnosticarse de una manera que lleva disparar uno o varios miedos. Puede ser un sobrestrés, un miedo vital. Cuando la persona recibe el diagnóstico, es como un sartenazo en la cabeza. Y si al diagnóstico lo vivimos de esta manera vamos a experimentar eso que el Dr. Hamer describió en la Primera Ley Biológica, eso que activa ese programa especial con sentido biológico, eso que activa la enfermedad: o sea, un DHS, un shock traumático, grave, agudo, inesperado y vivido en aislamiento (vivido como imposible de resolver, de adaptarnos y sobrevivir). ¿Entonces, qué va a pasar? Si vuelves a leer lo que te resumí líneas más arriba, lo que hasta ahora vimos de las Leyes Biológicas, vas a concluir lo mismo que vivencio yo en mi consultorio, en mi práctica diaria: ante el shock traumático del diagnóstico (muchas veces dado de manera no compasiva, sin tiempo ni registro del otro), ante ese impacto que ocurre en nuestra psique, lo mismo va a suceder en el cerebro y el cuerpo. Es decir que, si el diagnóstico es vivido de manera traumática puede generar otro conflicto biológico, ante el cual el cerebro va a desplegar una solución biológica; entiéndase: otra enfermedad. Ahora bien, ante el shock del diagnóstico, podemos entrar en un nuevo conflicto (si el diagnóstico así fue vivenciado). ¿Qué significa esto? Que va a activar otro programa especial con sentido biológico o enfermedad. Este nuevo conflicto estará en su fase de conflicto activo; fase en la cual está activado el sistema nervioso simpático. Es decir que, si estamos en esa realidad biológica, vamos a tener síntomas de simpaticotonía (de conflicto activo) por el diagnóstico que a su vez puede convivir con síntomas de vagotonía

(de conflicto resuelto) por la resolución del conflicto original que le dio lugar al llamado Cáncer, que en la mayoría de las veces una vez que se manifiesta como enfermedad el conflicto está resuelto. Entonces lo que te quiero explicar es que, si el diagnóstico nos activa otro conflicto, eso puede activar otra enfermedad. Esta visión de la enfermedad responde al por qué de eso que llamamos metástasis. En realidad las metástasis corresponden a diferentes tumores que son el resultado de conflictos biológicos diferentes y por lo tanto soluciones distintas. Volvamos al ejemplo de la mujer cuyo hijo se fue de viaje. El hijo volvió, se resolvió el conflicto tanto en la psique como en el cerebro y en el tejido (órgano), así que la enfermedad, el Cáncer ductal de mama (en el caso del ejemplo) está en la segunda fase, que es la fase de resolución, donde se manifiesta el tumor palpable, la masa, que está rellenando las ulceraciones de los conductos que se hicieron en el conflicto activo. La mujer va a un chequeo y luego viene el diagnóstico. En una consulta de 10 minutos, alguien que no estableció mínima empatía con ella ni la conoce, pero es un alguien a quien le está otorgando el poder de la sabiduría, le dice: “Tienes Cáncer de mama, Cáncer ductal infiltrante, con signos de muy mal pronóstico, por el gran tamaño, el Ki 67 elevado y los receptores negativos. Tiene que hacer 6 meses de quimioterapia, luego cirugía, luego rayos y más quimio otra vez. Todo durará aproximadamente un año y medio.” La mujer, ya aterrada, le pregunta: “Y con todo eso, doctor, ¿me voy a curar?”, A lo que el médico contesta: “No le podría asegurar, iremos viendo según como responda al tratamiento”. ¿Y qué me va a pasar con el tratamiento?, pregunta la mujer. Y, como respuesta, se le da una lista con síntomas aberrantes y una fórmula escrita abajo para sobrellevarlos. Ante este shock (aclaro que no estoy hablando de terapéutica, sino de la forma en la que se da el diagnóstico y se explica la terapéutica), y siguiendo el caso del ejemplo, la mujer puede llegar a reaccionar con dos miedos: miedo a su propia muerte o miedo a cómo van a sobrevivir las crías su muerte (esto suele verse con mucha frecuencia). Entonces, si la alternativa es la primera, puede que se active un programa especial con sentido biológico en los alveolos pulmonares, y veamos varias manchas pulmonares (metástasis pulmonares). Si es la segunda alternativa, vamos a ver solo una mancha pulmonar. Aclaro no quiere decir que todas las personas vivencien los diagnósticos de esta manera,

pero esta es una posibilidad ante el maltrato, la falta de contención y registro en la que se puede recibir un diagnóstico. Esta información, como profesionales de salud, es extremadamente importante, hay que ser muy cuidadosos con las palabras, modos y gestos con los que damos los diagnósticos, sabiendo que podemos hacer un gran daño a la otra persona. Hablar de manera tranquilizadora, brindar contención, ofrecer amor y tener un registro hacia el otro puede ser un acto totalmente sanador Este ejemplo que mencioné nos lleva, a una tercera aclaración. Las metástasis. En el ámbito científico y médico, seamos investigadores, profesionales de la salud o estudiantes de medicina, sabemos (o deberíamos saber, porque la información se brinda y está disponible), sabemos que la teoría de las metástasis es un supuesto científico, una hipótesis. Sí, es un SUPUESTO. Que sea un SUPUESTO, no le quita valor científico. Pero sí, necesitamos comprender que es un SUPUESTO. ¿Por qué es un SUPUESTO? Porque no hay, no hay, evidencias concretas, verificables, que nos manifiesten, que una célula “cancerígena” viaje desde un tejido de la mama hacia los alvéolos pulmonares, ya que no deja rastros en ese viaje y, además, no destruye la vía por la cual viaja. ¿Cuáles son esas vías? Las más comunes son las venas, las arterias y el sistema linfático, es decir, por vía venosa, arterial o linfática. Jamás se pudo observar, En todos los estudios al menos hasta el momento de escribir este libro publicado, jamás se pudo observar rastro de células cancerígenas viajando a otro órgano, ni hay rastros del “viaje” de las mismas. ¿Cómo hacen las células del Cáncer de mamas para ir a la décima vértebra dorsal sin dejar ninguna célula en el camino, ni rastro de ese paso? ¿Por qué van hacia esa vértebra y no a otro lugar a otro tejido? Nada de todo esto tenía explicación antes de la aparición de las Leyes Biológicas. Por eso, “la teoría de las metástasis” es un supuesto. Si bien hay mucho para seguir investigando al respecto, lo que, desde mi experiencia médica, me permiten las leyes de biológicas es comprender y verificar lo que sucede, darle una explicación y sentido biológico a las METÁSTASIS. Desde la interpretación de la Nueva Medicina, las metástasis no se tratan del mismo Cáncer que viaja de un lado hacia el otro, se trata de conflictos diferentes que impactan en áreas cerebrales diferentes y en tejidos (órganos) diferentes. Esto también se puede verificar a través de tomografías

cerebrales sin líquido de contraste. En el caso de la mujer con un hijo que se iba de viaje, sería así: el conflicto de separación de su hijo, activa el Cáncer de mama ductal a modo de solución. Luego, el diagnóstico del Cáncer activa el miedo a morir, por ejemplo, lo cual genera como solución biológica otro Cáncer en los alvéolos pulmonares (esto es lo que llamábamos metástasis en pulmón). El pulmón aloja un miedo arcaico y vital, y un programa de supervivencia también arcaico: el miedo a la muerte, porque cuando salimos del medio acuático y fuimos al terrestre, en la evolución morimos hasta desarrollar los alveolos pulmonares). Entonces, si el miedo es a morirme yo, veremos varias manchitas, dependiendo de la intensidad del conflicto. Ahora bien, si el miedo es que se mueran otros porque yo no voy a poder garantizar su supervivencia, será una manchita, y estos otros tumores son lo que llamábamos metástasis del Cáncer de mamas inicial, más no sabíamos por qué algunas mujeres hacían segundos tumores y otras no. ¿Por qué quienes los hacían lo manifestaban en un órgano y no en otro? Lo que las Leyes Biológicas nos muestran es que para que algo sea científico tiene que ser 100 por ciento reproducible y esto es lo que sucede ante este razonamiento de que si la mujer vivenció ese conflicto de esa manera, manifestará un tumor en determinado lugar y no en otro. Entonces lo que la Nueva Medicina plantea con respecto a las metástasis, y a mí me resulta absolutamente coherente es: ¿Cómo viaja una célula de un lado a otro sin dejar rastro? Te dije que jamás se encontraron células tumorales viajando. Por otro lado, si estas viajasen y luego se plantaran en otro órgano, se deberían estudiar las pruebas de sangre para donar; ya que de esta manera, en dos sujetos compatibles el Cáncer se podría transmitir o contagiar. La pregunta sería: Si colocamos la sangre de una persona con células tumorales en viaje en otra persona, ¿estas se sembrarían en un órgano del nuevo individuo? No, no sucede. Hay otra cosa relacionada con la Tercera Ley que me gustaría mencionar. Se plantea la coherencia del origen ¿el origen de qué? Esto lo veremos más adelante en la Tercera Ley, solo lo menciono porque contribuye a esta aclaración. Cuando se gesta el embrión intraútero, en la embriogénesis, en las primeras 8 semanas de gestación, inicialmente se forman 3 capas embrionarias: endodermo, mesodermo y ectodermo. De estas capas van a derivar todos los

órganos y tejidos. Imagínate el embrión como un sándwich, una hoja sobre la otra, de la primera hoja formada llamada “endodermo” derivarán ciertos órganos (como el intestino), de la hoja del medio llamada mesodermo se originarán otros órganos (como los huesos) y de la hoja más nueva llamada ectodermo derivarán otros órganos (como los bronquios). Cada capa tiene una función específica y una conexión con un área específica del cerebro, es decir un ‘”área específica” del cerebro para el comando de cada órgano, porque cada capa fue creada en un período evolutivo diferente. Entonces, ¿a dónde voy con esto? A lo siguiente: un órgano derivado del endodermo (intestino, por ejemplo), es decir, derivado de una capa, tiene la información de esa capa, no se puede transformar en otro órgano derivado de otra capa totalmente diferente (por ejemplo hueso) creada en otro tiempo evolutivo millones de años después. Es decir, una célula que se gestó en una capa, está comandada por un área del cerebro y tiene una función concreta no puede transformarse en otra distinta y hacer algo distinto para lo cual naturalmente fue creada. Es como si del árbol de peras comenzaran a crecer duraznos y éstos se comieran las peras; eso suena incoherente. Lo mismo sucede con nuestras células: son familias derivadas de un origen común que no se pueden transformar en otras de otro origen. Eso nos dice el supuesto de las metástasis: que una célula del órgano mama viaja hacia el pulmón y se transforma y se come y le ocupa lugar a las células del pulmón). Para mí, como médica clínica y oncóloga con una formación académica formal fue muy fuerte, rever la coherencia de las metástasis me insumió un largo tiempo de estudio, de práctica, de leer cientos y cientos de informes de biopsias. Leyendo esos informes fui comprobando lo inespecífico de muchos resultados. A su vez, cómo el médico patólogo está muchas veces sesgado por el diagnóstico que escribe el médico que le deriva la biopsia, eso es muy tangible. Hace un par de años, en un congreso mundial de Oncología europeo repleto de oncólogos de todo el mundo, recuerdo que vi una sala casi vacía. Pensé que sería una conferencia de poco interés y a eso le atribuí la poca concurrencia de colegas. Me quedé observando desde la puerta y leí en la pantalla algo me atrapó. Estaban presentando un estudio en el cual les daban la misma biopsia (fracción de tejido para estudio) a 30 médicos patólogos diferentes sin decirles el diagnóstico del paciente. Vuelvo a aclarar que el patólogo estudia una biopsia teniendo en cuenta un diagnóstico previo hecho por otro médico, y en función de ese

diagnóstico observa la biopsia, es decir que está condicionado por el diagnóstico del colega. ¿Cuál era el resultado? De cada 10 biopsias, 8 resultados eran diferentes. Esto quiere decir que de 10 médicos solo coincidían dos en lo que observaban. Lo que planteaba el estudio era la forma en que cambia el ojo del observador cuando pone intención al objeto observado (algo ya demostrado por la física cuántica, que afirma que la mirada del observador cambia la realidad). Esto fue para mí una gran reflexión, porque realmente pone en duda el supuesto de las METÁSTASIS. No sé cuál será la verdad absoluta, en caso de que al respecto exista una. Debo decir que, personalmente, el planteo de este Nuevo Pensamiento me sienta mucho más coherente que un postulado hipotético que se repite de generación en generación. Y cuando evalúo a una persona con diagnóstico de Cáncer con supuestas metástasis, siempre encontramos el origen de cada conflicto, que explica la respuesta en cada órgano. Con el viejo paradigma de pensamiento, nada tenía lógica, no se podía explicar por qué una persona tiene varios tumores y por qué en esos lugares, por qué aparecieron en determinado momento y no en otro, cómo hace un tumor de la mama para hacer una metástasis en el hígado sin en ese viaje tocar ni dejar rastro en ningún otro órgano. Con la demostración de las Leyes Biológicas sí lo podemos hacer, podemos comprender el origen de los segundos tumores. A su vez, los tumores secundarios generados por conflictos diagnósticos son cada vez más frecuentes, totalmente evidenciables en mi práctica cotidiana, porque fuimos con el tiempo perdiendo el registro del otro, de sus necesidades, de sus dolores, de su sentir, entonces sin conocer a una persona tal vez se le da la peor noticia de su vida en un instante de una manera fatal sin mala intención, más sin registro a la vez de la magnitud del valor que tiene para ella ese discurso, sin dudas la psiquis y el cerebro reciben el impacto y se envía la orden a que el órgano responda. Ahí es donde luego vemos el tumor secundario. Ya tienes varias piezas del funcionamiento de nuestra biología. Sabes el porqué de la mayoría de las enfermedades (Primera Ley, Ley de Hierro), sabes cómo transcurre ese programa de emergencias que llamábamos enfermedad a través de la Segunda Ley (Ley de las Dos Fases de Todos los Programas Biológicos). Ahora voy a empezar a contarte de qué se trata la Tercera Ley

Biológica, que es la que nos va a explicar por qué unos tejidos crecen, otros se rompen, otros funcionan más y otros menos. Nos va a explicar el porqué de las diferentes formas de comportamiento de cada tejido en las dos fases del programa biológico especial. Entonces, antes de desarrollar la Tercera Ley, vamos a repasar algunos conceptos que te ayudarán a comprenderla mejor. Veíamos más arriba que cuando hay un DHS, es decir, un shock traumático, grave, agudo, dramático, inesperado y vivido en soledad, se da un impacto. Y que este afecta una zona del cerebro que está relacionada con un tejido (órgano) determinado. También te decía que no importa el evento en sí mismo o la situación, sino el contenido emocional, la manera de vivenciarla, es decir, el significado que le da nuestra psique a ese evento. Esa etiqueta que le pone la psiquis al evento es lo que hará que el impacto llegue a un área del cerebro o a otra, y que active un programa y no otro. Si impacta, entonces, en una zona del cerebro, la solución biológica va a ser diferente a que si impacta en otra. Cada zona, cada partecita del cerebro está vinculada a un tejido (órgano). Ahora cada tejido u órgano se va a comportar en el programa especial de emergencias que llamábamos enfermedad de una u otra manera dependiendo del momento de la evolución en el cual fue creado ese órgano o de la etapa evolutiva de la cual proviene. Este razonamiento surge de estudiar la embriología. La Embriología es una materia que se ve en primer año de la carrera de Medicina y luego jamás volvemos a reparar en ella, y que por lo tanto con los años olvidamos por completo. En este punto nos interesa, porque nos mete en la Tercera Ley. Líneas arriba hablamos de las tres capas iniciales del embrión a través de las cuales se formarán todos los órganos y tejidos. Es importante que entiendas que, si bien te voy presentando una cosa seguida de otra, cada cosa está vinculada con la otra, la incluye; es por eso que percibirás que repito conceptos. Te hablé de embriología sin nombrarla cuando, por ejemplo, te contaba que cada parte de nuestro cerebro está vinculada con un órgano (tejido) determinado según su origen. Nuestro cerebro fue evolucionando. Una cosa era cuando éramos una célula única y otra ahora que somos individuos complejos, con múltiples sistemas y tejidos. ¿Por qué fue evolucionando y transformándose nuestro cerebro? Como dijimos antes, por requerimientos del entorno y exigencias del medio en el cual vivíamos (y vivimos) que nos ponían ante

determinados conflictos vitales (de riesgo de vida) y ante lo cuales necesitamos adaptarnos para poder evolucionar como especie. Adaptarnos en términos biológicos. Es como si imaginaras que a medida que fuimos evolucionando como especie durante millones de años fuimos agregando órganos y sistemas con su parte correspondiente del cerebro que los coordine. Entonces, desde que nacimos en el agua y éramos una pequeña célula indivisa, nos encontramos con la necesidad de adaptarnos para sobrevivir. Obviamente que esta adaptación fue y es por etapas. Te contaba que cuando estábamos en el agua y salimos al medio terrestre, hubo la necesidad de adaptación. Ahora bien, esa adaptación no fue instantánea, de un día para el otro, en un mes, en un año ni en miles. Fue en millones de años. Mientras, miles de seres vivos fueron muriendo en el transcurso. El paso del agua a la tierra hizo que transformemos nuestra biología y demos origen a los alvéolos pulmonares. ¿Para qué? A través de los alvéolos pulmonares, captamos oxígeno en la tierra. Y de la misma forma, cada órgano y sistema fue apareciendo a medida que surgía la necesidad de resolver una situación; es decir, a medida que aparecía un conflicto biológico. Esa transformación no es solo a nivel del órgano. También es a nivel cerebral. Es así entonces que el cerebro biológico tiene diferentes partes. Cada parte corresponde, de alguna manera, a las diferentes etapas de nuestra evolución biológica. Hay partes o estructuras más antiguas y hay otras más nuevas. Las más antiguas, precisamente, van a estar relacionadas con las necesidades más primitivas, que podríamos llamar primarias o básicas, y se crearon mucho más antiguamente. Cuando éramos pequeñas células indivisas, por ejemplo, teníamos solo necesidades fundamentales: comer, reproducirnos, eliminar los desechos, respirar, mantener el estado de líquidos en el interior. La parte del cerebro que corresponde a esa etapa es lo que actualmente llamamos el tronco cerebral. En él se aloja toda la información de los órganos necesarios para hacer frente a esas necesidades básicas de supervivencia. Esa parte del cerebro (tronco cerebral), coordina esos tejidos primitivos (son los órganos correspondientes). Recordemos, el cerebro biológico fue y es quien, desde el inicio de los tiempos, garantiza nuestra supervivencia biológica. Así, ante una necesidad o conflicto, el cerebro decide, en función de la información que recibe, qué órgano (tejido) debe intervenir y qué orden debe darle al órgano: le dice si

debe cumplir la función habitual, es decir ejecutar el programa de manera cotidiano, o una función especial, es decir ejecutar un programa especial con sentido biológico. En aquel tiempo, cuando éramos una célula indivisa y teníamos solo necesidades básicas arcaicas para que la especie sobreviva, el cerebro tenía disponibles tejidos asociados a esas necesidades. Cuando en la misma época salimos al medio terrestre, el cerebro se vio en el conflicto vital de no poder atrapar el aire en la tierra. Lo primero que hizo, seguro, es dar la misma orden que el cerebro le da al pez cuando este es arrastrado por una ola hacia la orilla: cerrar las branquias y retener líquido para sobrevivir lo más posible, esperando que en algún momento alguna ola llegue hasta ahí y lo vuelva a arrastrar hacia el agua. Pero, como les pasa a muchos peces, esa ola no llegó y no se pudo regresar al agua. Al no poder echar mano de los programas y tejidos u órganos disponibles, se necesitó transformar la biología, el cuerpo, los órganos y también el cerebro. Por esta necesidad de captar oxígeno en la tierra para sobrevivir, la Naturaleza, Dios o la Biología crearon el brote respiratorio inicial del cual derivaron los alvéolos pulmonares (unidades más pequeñas de los pulmones). Y la parte del tronco encefálico que dirige los alvéolos pulmonares también corresponde a esa etapa primitiva del desarrollo. Por lo tanto, como podemos deducir, los pulmones se crean ante un riesgo vital: la muerte. Así que cada vez que se active un miedo que, literal o simbólicamente, sea como aquel miedo a la muerte por el cual fueron creados los pulmones, cuando esa información le llegue al cerebro, el cerebro biológico que, como te dije, no distingue entre simbólico o real, va a activar un programa especial relacionado con los pulmones. Porque la información que recibe es, básicamente, que necesita más pulmón para sobrevivir. Llegado a un conflicto extremo, genera un tumor en el pulmón, es decir un adenocarcinoma de pulmón. Un tumor hace más pulmón, lo agranda (ese es el sentido biológico, dicho sencillamente). Antes, tardamos millones de años en crear un pulmón. Ahora, el cerebro tiene que responder en un instante. Y es lo que hace: da una respuesta-solución biológica. Hay una ley natural, lo que a la biología le resultó no lo cambia, lo repite y lo transmite de generación en generación entre la misma y otras especies. Si le resultó hacer pulmón para captar aire en la tierra eso es lo que repetirá una y mil veces cuando suframos un DHS por falta de aire real o simbólica.

Sigamos pensando. Una vez en la tierra, aparecieron otras necesidades. Cambió el entorno, nos vimos expuestos a otros conflictos. Por ejemplo, las radiaciones ultravioletas del sol. Tenemos que protegernos del sol para no morirnos incinerados o deshidratados. ¿Qué va a aparecer para protegernos del sol? Sí, acertaste, la piel. Claro que sí. Entonces, la piel profunda, llamada dermis, está asociada a una parte de nuestro cerebro actual, que la coordina. La dermis surge o fue creada ante la necesidad=conflicto de protección de la integridad. Lo que equivale a decir que se crea con el fin de lograr vivir en el medio terrestre. Por esta necesidad de protección a la integridad fueron creadas también todas las membranas que recubren y protegen órganos profundos, llamadas pieles profundas, como pleura, pericardio, peritoneo. Volveré a explicar todo esto en más detalle más adelante, en la Tercera Ley. Pero la idea es que vayas comprendiendo que cada célula de nuestro cuerpo que conformará, en grupo, nuestros órganos fue creada en respuesta a una necesidad vital, respondiendo a un conflicto biológico, es decir con un fundamento: un por qué y un para qué. Nada en nuestro cuerpo tan perfecto fue creado sin sentido: ni antes, ni ahora. Ya estamos vislumbrando la Tercera Ley. Ya vamos a ella. Antes quiero agregar otro concepto para cerrar una idea que venimos desarrollando. Nuestro cerebro biológico puede dividirse evolutivamente, a grandes rasgos, en dos partes. Por eso, el Dr. Hamer va a hablar de cerebro antiguo y de cerebro nuevo, es decir necesidades que fueron más básicas y primarias y luego necesidades de seres más evolucionados. Recuerda que dije que a medida que evolucionamos nuestro cerebro fue evolucionando también. Para nuestra biología, evolución es sinónimo de adaptación. Ante determinadas necesidades o exigencias del entorno, fue (y es) necesario adaptarse para sobrevivir, atender las propias necesidades y continuar evolucionando. Como dije, hay necesidades vitales primarias y arcaicas como alimentarse (aire y comida), reproducirse (sin continuidad no hay evolución), eliminar los desechos y controlar lo líquidos internos. Luego, a medida que fuimos evolucionando y ante otros entornos, fueron surgiendo otras necesidades y otras respuestas biológicas a las mismas, es decir, otros órganos y sistemas. Por lo tanto, otras partes del cerebro que las comandan. Cada necesidad fue y es un conflicto biológico. Entonces, para cada

necesidad (para cada conflicto biológico) hay una respuesta biológica precisa. Esa respuesta biológica es, simplificando, el órgano (que es, básicamente, uno o varios tejidos). Y cada tejido y cada órgano tienen un programa que ejecuta el sentido para el cual fue creado el órgano. Ya sea para atrapar el bocado de aire, ya sea para atrapar el bocado de comida, ya sea para eliminar el desecho en forma de materia fecal, etc. A su vez, cada programa tiene una función normal y una función especial de emergencia que llamábamos enfermedad. Lo habitual es que el órgano (el tejido) esté en modo cotidiano, sin emergencias. Ante una urgencia, algo fuera de lo habitual, el órgano (el tejido) ejecutará el programa de manera temporaria (mientras dure esa urgencia o emergencia biológica) en modo especial. Cuando se esté ejecutando el programa especial (enfermedad) y dependiendo de la capa embrionaria de la que derive el órgano en cuestión, en la etapa de conflicto activo podrán suceder dos cosas: que aumente o disminuya la función o bien que haya un crecimiento celular (una proliferación o una masa, lo que llamamos tumor) o una degradación celular (un hueco, lo que llamamos úlcera). Es el cerebro biológico el que ordena al órgano (al tejido) qué debe hacer y el órgano el que cumple órdenes. Por ejemplo, el estómago, en su función habitual, permite el paso de alimentos. Si hay una emergencia, como algo que puede lastimar, dañar o intoxicar, el estómago entra en su modo especial bloqueando la entrada de alimentos. También, en su modo especial, el estómago puede generar una expulsión del alimento (vómito). Cuando la emergencia fue resuelta, el estómago, luego de repararse, recuperarse y ejecutar el modo especial de su programa, vuelve a normalidad. Entonces, a grandes rasgos, el cerebro se divide en dos grandes partes. Una, de cerebro antiguo. Otra, de cerebro nuevo. El cerebro antiguo comprende al tronco cerebral y el cerebelo, los cuales se desarrollaron en las primeras etapas evolutivas y, por lo tanto, responden a conflictos más antiguos, de supervivencia básica, como los que te conté líneas arriba.

El cerebro nuevo comprende a la corteza cerebral y a la médula cerebral, que son estructuras que se desarrollaron en etapas evolutivas posteriores, más nuevas y, por lo tanto, responden a necesidades o conflictos más evolucionados. Los órganos que están controlados por el cerebro antiguo, o sea por el tronco cerebral y el cerebelo, en la etapa de conflicto activo van a aumentar su función o tendrán crecimiento celular. En la etapa de reparación o PCL, van a disminuir la función o tendrán disminución celular (destrucción celular). Por el contrario, los órganos controlados por el cerebro nuevo (corteza cerebral y médula cerebral) operan al revés: en la etapa de conflicto activo van a disminuir su función o van a ser degradados, y en fase de reparación o PCL normalizarán su función o rellenarán los huecos y se agrandarán. Es decir, en la etapa de conflicto activo de la enfermedad, presentan una ulceración, necrosis, atrofias musculares, parálisis, disminución de la función o de la estructura. Luego, en la etapa de reparación, reactivan esa función para tender hacia su normalización, como así también tendrán una multiplicación celular (proliferación o aumento celular). De estos tejidos se trata cuando hablamos de tumores de relleno. Son los tumores que aparecen en la etapa de resolución de conflicto, como pueden ser el cáncer de cérvix, el de ovarios, el de testículos, el Cáncer ductal de mamas, el epidermoide bronquial de pulmón, los sarcomas, los linfomas y las leucemias, entre otros. En este caso, ese incremento celular va a estar rellenando esa úlcera que ya se creó con sentido biológico en el período anterior y que ya no se necesita más. Si una persona vive un conflicto de amenaza en el territorio, y el conflicto es muy intenso porque la vivencia es de amenaza vital, la manera que tiene el cerebro de luchar para ganar ese espacio es teniendo más oxígeno disponible, por lo tanto en conflicto activo ulcera el bronquio para agrandar la cañería por donde recibe el oxígeno para que pueda ingresar más cantidad y pueda tener más energía, más respiración disponible, estar más preparado para ganar el territorio. Cuando resuelve el conflicto de amenaza en el territorio, de la manera que fuera, el cerebro recibe la información de que ya no necesita ese espacio extra, por lo tanto lo que hace es rellenarlo, por ejemplo, formando un carcinoma epidermoide bronquial. Con total sentido biológico.

Lo que nos ponen de manifiesto estas leyes, entre otras cosas, es que la proliferación celular, es decir el aumento de la masa tumoral o lo que llamamos tumor, muchas veces nos asusta, nos pone en urgencia, nos dispara miedos y conflictos, tanto a médicos como a consultantes. Eso que crece y que parece crecer sin sentido alguno, en realidad tiene completo sentido. Y, a su vez, que ese crecimiento va a existir, ya sea en etapa de conflicto activo o en etapa de conflicto resuelto, dependiendo de qué órgano se trate, de cuál fue su origen y por qué estructura del cerebro está coordinado. Lo que nos permite la comprensión de estas leyes es, por un lado, aplacar el miedo y bajar el estrés, ponderar la urgencia real y, por el otro, armar un abordaje conveniente entre el médico y el consultante, una terapéutica necesaria en función de la fase del programa especial en la cual nos encontremos. Eso es maravilloso. Nos facilita una mirada integral, real, para brindar un diagnóstico y una terapéutica adecuados. Otra cosa que podemos comprender a partir de esto es que, a grandes rasgos, la proliferación celular (el aumento de las células, la masa, el tumor) se va a presentar si esa situación que nos puso en conflicto se prolongó en el tiempo o si fue muy intensa y vivida con un gran sobrestrés. Sea donde sea que se presente la proliferación celular: sea en la fase de conflicto activo o en la de reparación (PCL). Si se presenta en la segunda etapa de la enfermedad es porque antes se necesitó ulcerar, hacer un hueco muy grande. Y también nos habla de un conflicto acumulado en el tiempo o de una intensidad inmensa (en términos de estrés) vivida ante un evento. Es decir, que estamos hablando de situaciones vividas a las que se les otorgó mucha importancia. Y hay algo fundamental que nos dice esto: en nuestro cuerpo no está sucediendo nada malo. Necesitamos comprenderlo para tomar las mejores decisiones. Es decir, decisiones que acompañen a nuestra biología a hacer lo que tiene que hacer, que nos acompañen a nosotros a transitar el proceso de la mejor manera posible. Es decir, decisiones terapéuticas y personales que no obstaculicen la solución biológica. Decisiones que no sean contraproducentes. Decisiones que nos eviten ingresar en un círculo vicioso infinito. Decisiones que nos permitan vivir el círculo virtuoso perfecto de la enfermedad, que tiene un principio y un fin claros y un sentido biológico. UN CÍRCULO PERFECTO

Ahora, luego de estas aclaraciones y conceptos, vamos con todo a la Tercera Ley Biológica.

Tercera Ley Biológica: Sistema Ontogénico de los Tumores y las Enfermedades

El Dr. Hamer la llamó la brújula de la Nueva Medicina. Tuvo la posibilidad de descubrir esta ley por su afán de búsqueda implacable, de no quedarse jamás con que algo en la Naturaleza es así porque sí, sino comprendiendo que todo es perfecto, todo tiene un sentido, que somos una creación maravillosa y divina. El Dr. Hamer se preguntaba por qué los tejidos se comportaban de manera diferente, por qué había tejidos que crecían en conflicto activo y por qué otros se degradaban. Tras esa búsqueda impecable, maravillosa y admirable que honro cada día de mi práctica médica, él logra redescubrir esta Tercera Ley en la Naturaleza. El Dr. Hamer la llamó Sistema Ontogénico de los tumores y las enfermedades. Palabras como ontogénico nos generan una especie de urticaria, no la queremos ni escuchar, no la necesitamos. Pero creo que es preciso ampliar nuestro lenguaje para comprender. La palabra es una puerta, no la cerremos,

abrámosla. La palabra ontogénico viene de ontogénesis. Génesis es el inicio, la creación. ¿Y onto? Es un prefijo, que nos viene del griego. Podemos reducirlo al ser. Es decir, que la ontogénesis nos habla cómo se fue creando algo y cuál fue su desarrollo, desde su nacimiento hasta la muerte. En este caso, hablaremos del desarrollo biológico de tumores y enfermedades. Por lo que la Tercera Ley explica la correlación entre la psique, el cerebro y el órgano en el contexto del desarrollo embrionario (ontogenético) y evolutivo (filogenético) del organismo humano. ¿Qué quiere decir esto? Es algo de lo cual venimos hablando. Evolutivamente y filogenéticamente, antes de ser individuos complejos como somos ahora fuimos una célula. Hace millones de años. Y cada adaptación a las nuevas necesidades del ser vivo implicó la creación de nuestros órganos (su evolución), generando, a la vez, un cerebro biológico con diferentes partes que iba coordinando cada estructura u órgano nuevo. Como dijo Darwin, apareció la necesidad y luego la función. La función es el órgano que ejecuta la respuesta a la necesidad. Esto también sucede hoy. Luego de que somos concebidos y que comienza nuestra gestación. Al principio somos como un porotito, una célula que va desarrollando luego una estructura biológica determinada y que se va reproduciendo. Ese crecimiento y transformación que hacemos intraútero repite o copia el desarrollo evolutivo de la especie. Dentro del útero. pasamos por todas las etapas de la evolución: de ameba a renacuajo y reptil, hasta llegar al ser humano, es decir, en nueve meses repetimos los millones de años de la evolución, somos resultados de la evolución. Mes a mes recibimos la información de todo el desarrollo: desde que fuimos una célula en el agua a hoy, seres complejos llenos de órganos y sistemas. Este paso por las diferentes formas es para recibir toda la información recopilada en esos millones de años transcurridos. Resulta increíble, ¿no? Realmente somos la obra más perfecta de la creación, somos maravillosos, somos perfectos, somos divinos, somos seres creados por la absoluta divinidad. Te contaba que en nuestra gestación, todos los órganos y tejidos derivan de tres capas originales llamadas endodermo, mesodermo y ectodermo

En la imagen que sigue, podemos ver como el Dr. Hamer utilizó los colores: amarillo para la primera capa del primer desarrollo, la más arcaica, que es el ENDODERMO; naranja para la intermedia, el MESODERMO; y rojo para el desarrollo de la capa más nueva, el ECTODERMO. Estas con las tres capas de las que derivarán todos nuestros órganos y tejidos.

Entonces, a medida que vamos creciendo dentro del útero, vamos desarrollando tejidos y órganos (como nos pasó en la evolución) que están coordinados por las diferentes partes del cerebro. Esta información completa está en todas nuestras células. Nuestras células saben perfectamente lo que tienen que hacer. Saben de dónde vienen, hacia dónde van, para qué y cómo lo hacen. ¡Son un gran ejemplo!

¿Por qué es importante comprender esto? Porque nada es casual. Hay una lógica bio-lógica. Decíamos en la Primera Ley que hay un DHS o un shock traumático. Ese DHS es el que activa el programa especial temporario con sentido biológico (que llamamos, convencionalmente, enfermedad). En la Primera Ley, decíamos también que cuando esto sucede hay un impacto (precisamente, el shock biológico). Ese impacto tiene lugar al mismo instante en la psique, en una zona del cerebro y en el órgano correspondiente, y que el lugar donde impacta dependerá del contenido emocional, la situación conflictual y la vivencia que experimentó la psique ante un determinado evento. En la Segunda Ley, decíamos que la enfermedad tiene dos etapas, la de conflicto activo o CA (gobernada, por lo general, por el sistema simpático, que es el sistema que comanda la acción, la vida diurna, la actividad, la lucha y la huida), y una etapa posterior a la resolución del conflicto, la etapa de reparación, con dos fases: PCL A y PCL B (gobernada esta segunda fase por el sistema parasimpático, el sistema que comanda el descanso, que nos dispone a la reparación, la vida nocturna y el descanso fisiológico). Con la Tercera Ley, decimos que la zona donde impactó el shock biológico, el órgano que recibió el impacto y el tipo de respuesta que tiene el tejido ante ese impacto (proliferación o tumor; necrosis o ulceración, pérdida o aumento de función) suceden de manera causal, bajo una lógica biológica, ya que el órgano se comporta así ante la necesidad o conflicto en respuesta a para qué fue creado en esa etapa evolutiva de donde proviene. Y que el tipo de respuesta o solución que manifiesta el órgano (o tejido) va a estar condicionada por el área del cerebro biológico que envió la orden. Y dependiendo de lo anterior, en cada etapa de lo que llamamos enfermedad ocurrirá, sí o sí, una cosa y no la otra, se presentarán, sí o sí, determinados síntomas y no otros. Todo responde a una LEY BIOLÓGICA. Todo sucede perfectamente, nada es casual, ni el órgano que responde ni el síntoma que genera son producto de un error, sino que todo tiene un sentido perfecto.

Todo ese camino es parte de la coherencia del funcionamiento de la biología, de cómo esta ha sabido sobrevivir a lo largo de la historia. El órgano hace esa manifestación (ese síntoma, ese tumor, etc.) para algo, con un sentido preciso. Para que sea más tangible aun lo que te cuento, voy a explicar en términos muy simples y llanos la evolución del hombre (es decir: la filogenética), para que lo puedas comprender. Como dije, nuestro cuerpo con todos sus sistemas y funcionamientos actuales es la máquina completa (y perfecta) resultante del desarrollo evolutivo a lo largo de millones de años (resultado de la filogénesis), desde que partimos siendo una célula indivisa en el mar, hasta ahora, seres con múltiples órganos y sistemas. Cada sistema y su función (respiratoria, digestiva, reproductiva, sostén, movilidad, protección, etc.) fue apareciendo a lo largo de millones de años, a medida que iban surgiendo las necesidades. Es decir que, ante una necesidad biológica, aparece la estructura, y si esta resulta exitosa para garantizar la supervivencia, así se transmite a las generaciones siguientes de la misma especie y de otras. (Recomiendo la lectura de los escritos del biólogo Bruce Lipton). Cada célula, tejido u órgano de nuestro cuerpo se creó, surgió o apareció, como te he dicho en reiteradas partes del libro, ppara cumplir una función. Un órgano es el resultado de la creación para responder a una necesidad nueva en la evolución. El ser humano de hoy no hubiese sobrevivido como especie de no haber integrado en su cerebro todos los programas biológicos de supervivencia desarrollados a lo largo de la evolución. Es decir, a medida que surgía un obstáculo, la biología creaba el sistema (órgano) para resolverlo. Una vez superado cada escollo, la solución fue transmitida de generación en generación. Esto, por supuesto, tiene una lógica biológica: para eso está la memoria celular, para transmitir no solo los conflictos no resueltos sino también las soluciones halladas, de la misma y otras especies. Veamos cómo funciona esto hoy. Como te dije, podemos observarlo en nosotros, a partir de nuestra gestación.

En los primeros 17 días de vida intrauterina, se desarrollan 3 capas (endodermo, mesodermo y ectodermo) de las cuales derivarán todas las células y tejidos. Cada célula recibe toda la información de la evolución desde el comienzo de la vida como organismo unicelular hasta la actualidad. Todo. Cada célula recibe la información de para qué y por qué fue creada ella y las otras. ¿Se entiende? Toda la memoria desde el comienzo de la vida como organismo unicelular hasta la actualidad se graba en nuestro cerebro (y por lo tanto en todas nuestras células): todos los programas biológicos que nos han permitido sobrevivir, adaptarnos a diferentes necesidades y evolucionar. Todo. Me pregunto, ¿en qué momento decidimos que la embriología era una materia menor? Como te decía, siempre se transmiten soluciones. La biología tiene una ley: no cambia aquello que le dio resultado, sino que lo repite y lo trasmite de generación en generación a su especie y a otras. Veamos nuestra historia biológica evolutiva. Primera etapa evolutiva Hace millones de años, cuando surgió la vida en nuestro planeta, nació en forma de organismo unicelular, inicialmente en el agua del mar. Te repito. Para garantizar su supervivencia, una célula requiere de funciones básicas: comer, respirar, eliminar, reproducirse y mantener los líquidos en su interior. Luego, los organismos unicelulares se unen a otras células para sobrevivir formando organismos pluricelulares. Es decir, la célula logra sobrevivir multiplicándose, así aprende a resolver situaciones. Por ejemplo, si no hay oxígeno para respirar, multiplica las células de la respiración para aumentar la captación de O2; si no puede eliminar, reproduce las células encargadas de la excreción. Este aprendizaje o manera de solucionar mediante la adaptación es información que todos los seres vivos llevamos en nuestras células. Y ante iguales conflictos, vamos a replicar las soluciones ya gestadas que representaron una solución ganadora para la biología. Comprendiendo, otra vez, que para el cerebro biológico es lo mismo que algo sea a que sea como algo. Es decir, es igual lo simbólico que lo real, no distingue.

¿Cuál es el aprendizaje de esta etapa? El aprendizaje de esta primera etapa evolutiva fue que la supervivencia está asegurada con la proliferación celular, con el aumento del número de células. El que ordenó esa replicación celular fue el cerebro arcaico o primitivo, que es lo que posteriormente (millones de años después), en forma mucho más desarrollada, acaba siendo el tronco cerebral o encefálico. Y que, a su vez, es quien va a dirigir los tejidos derivados de esta etapa, los que derivan de la primera capa de células que se forma en el embrión dentro del útero, llamada endodermo (órganos digestivos, parénquima de hígado y páncreas, glándulas salivales, lagrimales, tiroidea, adenohipófisis, túbulos colectores renales, alvéolos pulmonares, mucosa de próstata y útero, células germinales femeninas y masculinas, músculo liso, oído medio). Estos órganos son los más antiguos en la evolución y no están regidos por la ley de la lateralidad (el tipo de vínculo no está relacionado con el lado derecho o izquierdo del cuerpo, como vimos previamente), ya que la ley de la lateralidad comienza a funcionar a partir de la siguiente etapa en la que ya hay otros seres. Esta etapa hace referencia a la supervivencia individual. Te voy a mostrar un gráfico del cerebro con todas sus estructuras para que puedas ir entiendo. En esta etapa tienes que fijarte en la estructura más antigua que es el tronco cerebral o tronco encefálico.

Lo que dice el cerebro en el gráfico es lo que correspondería a la corteza cerebral por fuera y médula cerebral por dentro. Debajo, se ve el cerebelo y delante del mismo, como un palito parado, está el tronco encefálico (este es el

sitio que coordina los órganos derivados de esta primera etapa evolutiva, los más antiguos y arcaicos, los de supervivencia básica, los que corresponden a comer, reproducirse, eliminar, controlar líquidos.

Este gráfico corresponde a una imagen del tronco cerebral. Muestra el tronco encefálico con corte axial (es decir, de adelante hacia atrás), con los relés correspondientes, que serían los sitios del tronco que codifican cada órgano (dibujados como círculos): el sitio donde impacta el conflicto y envía la orden al órgano específico. A su vez, de color naranja detrás del tronco ves el cerebelo que corresponderá a la siguiente etapa evolutiva. Entonces, ¿cuáles son los conflictos biológicos heredados de esta etapa evolutiva y asociados al cerebro arcaico, hoy identificado como tronco cerebral o encefálico? Los conflictos asociados a necesidades vitales, los conflictos de

supervivencia más básicos, relacionados con comer, eliminar, reproducir, respirar y controlar líquidos y minerales por lo túbulos colectores del riñón. Lo que nos resulta fundamental para sobrevivir. Los conflictos relacionados con esta etapa son los que el Dr. Hamer llama, con lógica biológica, conflictos de bocado. Estos son los conflictos que referimos como una necesidad: “Yo necesito.” “Yo necesito ese auto, esa casa, ese marido, esa comida, esa información, etc.” ¿Por qué bocado? Porque está vinculado a la necesidad de atrapar lo vital (comida, aire, agua, sonido, luz), tragar ese bocado, digerirlo y expulsarlo. Si relacionamos esto con que para nosotros es lo mismo algo simbólico o real, si eso simbólico es vivenciado como si fuera real, podemos entender que atrapar un bocado puede ser querer algo que consideramos vital e imprescindible (querer decir algo, si es vivenciado por nosotros de manera tan vital como necesitar comer para sobrevivir, de ahí vienen expresiones como: “tal cosa es como aire para mí” o “me lo sacaron de la boca”). También expulsar puede ser querer deshacerse de algo (de un bocado). No puedo digerir algo, un bocado, que hoy es de mierda y fisiológicamente estoy constipado. Recordemos, y ya sé que lo dije muchas veces, que el cerebro no distingue entre metafórico y real. Como te dije más arriba, para el cerebro biológico es lo mismo no digerir una pata de pollo o no digerir una situación. Al fin y al cabo, es no digerir. Y en esta etapa evolutiva aprendió que la solución para digerir es aumentando el número de células encargadas de esa función. Por ejemplo, si estamos en una situación conflictual intensa o de larga data, sería aumentar las células intestinales. El organismo hace formaciones que llamamos adenocarcinomas o pólipos intestinales con el fin de digerir bocados Ejemplos de conflictos derivados de esta etapa o de conflictos de bocados: Bocado de oxígeno: los órganos que responden son los alvéolos pulmonares. No puedo tener oxígeno aquí, no tengo oxígeno para vivir, no puedo respirar oxígeno aquí, tengo miedo a morir. El sentido biológico es aumentar las células pulmonares para obtener el bocado. Esto ejemplifica la manifestación del llamado adenocarcinoma pulmonar.

Susana, una consultante de 58 años que portaba el diagnóstico de EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) y en tratamiento desde hacía muchos años con un neumonólogo con quien tenía una relación muy afectuosa, asiste a su control anual con una reciente radiografía de tórax. Él, como siempre, la recibe muy alegre. Susana me cuenta que el médico toma la radiografía y al instante se pone pálido, empieza a tartamudear y se le ponen las manos sudorosas. En ese momento el lenguaje no verbal del médico le dijo que algo malo estaba sucediendo. “Susana, hay que consultar urgente con un oncólogo. Hay un tumor en el pulmón.” DHS para Susana por miedo a morir. En la placa original había un nódulo pulmonar, al mes de ese suceso, en otra radiografía, había múltiples nódulos bilaterales. ¿Cómo es la historia de Susana? El hijo de 23 años de Susana es fanático de las motos, cosa que siempre generó miedo en ella. Hace un año, viaja a Brasil con unos amigos y durante el viaje ella recibe un llamado inesperado, agudo, grave y vivido en soledad de que su hijo estaba internado por un accidente. Nada grave todo se resolvió, pero ella a la distancia y con el miedo que tiene por que su hijo viaje por el mundo en moto, vivió ese DHS del llamado miedo a la muerte de su hijo, que hizo crecer su pulmón para tener más oxígeno para evitar la muerte, y de esa forma generó nódulo pulmonar que vio el neumonólogo en la radiografía inicial. Ese programa o enfermedad del pulmón fue desapercibido para ella, recuerda solamente, después de la llegada de su hijo, haber tenido una especie de gripe, unos días de fiebre y expectoración. Por eso no se enteró del programa vivido en el pulmón. Ahora, cuando se hace la radiografía de pulmón de control anual, en el momento que el médico la ve y le indica la expresión de que algo malo sucedía, a ella le dispara el miedo a morir y activa un nuevo programa de miedo a morir propio, por lo cual el cerebro envía la orden de hacer crecimiento alveolar múltiple para captar más oxígeno y que Susana no se muera. Susana estaba en un programa especial con sentido biológico que llamamos adenocarcinoma de pulmón por el conflicto diagnóstico de esa consulta. Resalto lo importante de los médicos y terapeutas al dar la noticia de un diagnóstico. Claro que esto que le sucedió a Susana, también tiene relación con que ella es una persona muy temerosa de su salud y de la salud de sus hijos, por eso impactaron de esta manera estos sucesos. Siempre aclaro que fue esa vivencia de Susana lo que disparó este programa, lo que no quiere decir

que todas las personas que reciban un diagnóstico de este tipo activen estos programas llamados Cáncer de pulmón. Bocado auditivo: el órgano que responde es el oído medio Oído derecho: no poder atrapar el bocado auditivo, no poder recibir el bocado auditivo. Un ejemplo puede ser un niño que quiere escuchar a su mamá y ella no está, entonces escucha la voz de su cuidadora. Otro ejemplo es no conseguir escuchar una información que para mí es importante. Oído izquierdo: no poder eliminar el bocado auditivo, el sonido o la audición. Un ejemplo puede ser no querer escuchar el diagnóstico de Cáncer, el regaño de una persona, etc. En conflicto activo aumenta el tejido. Se produce un engrosamiento asintomático si el conflicto es leve o hasta un adenocarcinoma si el conflicto es grave. Como dije muchas veces, la manifestación dependerá de la masa conflictual. Con el sentido de aumentar la audición, tras la resolución del conflicto se activarán los gérmenes para degradar el tejido que ya no es necesario que esté aumentado y, como resultado, se producirán, otitis purulentas, por ejemplo. Mi hija Viole tiene 5 años. Cuando era más pequeña solía tener otitis purulentas intensas. Nunca vi a un niño derramar tanto pus por los oídos. Ella es diestra y las otitis se manifestaban siempre en el oído derecho. ¿Qué sucedía? En sus primeros años de vida, ella tuvo que hacer una adaptación a que su mamá tenga una labor de médica además de ser mamá, internalizar que su mamá no esté determinadas horas con ella. Lo biológico es que la madre esté día y noche con la cría, no digo que eso tengamos o no que hacer, cada uno tiene su misión e historia familiar, solo explico que para el cerebro biológico la realidad es esa. Entonces había días en los que ella se levantaba y esperaba escucharme, esperaba “atrapar el bocado auditivo de la voz de mamá” pero no lo escuchaba porque se encontraba acompañada por otra persona amorosa, pero que no era su mamá. Unas horas después de que yo llegara a la casa, empezaba el dolor y la secreción. El oído derecho es el que quería captar el bocado de sonido, es el que respondía. Cuando ella escuchaba mi voz, resolvía el conflicto. ¿Para qué me servía esa información a mí como mamá? Además de comprender lo que le estaba sucediendo, para comprender la lógica biológica, para no asustarme y no

buscar cosas raras como la predisposición a las otitis. Me servía para buscar estrategias, como por ejemplo hablarle dormida y despierta, anticiparle lo que iba a suceder el día posterior, contenerla, decirle lo que su oído expresaba. Con el paso del tiempo no hizo más otitis. Se adaptó a esa situación y su cerebro ya registra esa información, lo cual es muy importante para crear un nuevo sistema de creencias en los niños con respecto a lo que llamamos enfermedad. Les voy a contar otra vivencia que, como mamá, tuve de este conflicto de bocado auditivo. Se manifestó muy claramente en mi hijo más pequeño. Su hermana deseaba profundamente ir al cine desde hacía ya varios días. Su hermanito pequeño de un año era la atención de la casa. A mí, como mamá, se me ocurre resolver yendo al cine con ambos y colocarle al bebé tapones en los oídos. Resulta que la sala tenía muy mala acústica, había gritos de otros niños. En fin, el programa ya no era el óptimo y el bebé estaba muy molesto. Al día siguiente, el bebé se levanta con otitis del oído izquierdo. Claramente esta fue la manifestación de la resolución de un bocado de oído que quiso expulsar, que fue el sonido excesivamente intenso y molesto del cine. Aprendizajes de mamá. Claramente, al tener esta lectura, pude hacerme cargo de mis errores y no echarles la culpa a los demás. La autorresponsabilidad es un hermoso aprendizaje en esta vida. No somos víctimas sino responsables de todo lo que vivimos y manifestamos. Bocado de luz: el órgano que responde es el iris (musculatura lisa) y las glándulas lagrimales No poder atrapar o eliminar el bocado de luz. En fase de CA (conflicto activo) habrá agrandamiento del iris, contracción de la musculatura lisa o midriasis para atrapar o soltar el bocado de luz, como también aumento de la producción de lágrimas o lagrimeo (es como hacer saliva para entrar o sacar el bocado), en situaciones más intensas podrán generarse adenocarcinomas de glándulas lagrimales. En fase de PCL (resolución del conflicto), habrá degradación del tejido, lágrimas purulentas, lagañas y, si el conflicto se repite constantemente, puede haber ojo seco por agotamiento o destrucción de las glándulas lagrimales. Esto nos explica, por ejemplo, por qué y para qué lloramos. Cuando queremos sacar

una situación triste, la salivamos y la llenamos de líquido para sacarla. Comprendiendo lo importante de las lágrimas, podemos deconstruir el sistema patriarcal en el cual fuimos gestados, en donde llorar es de los débiles o no es para hombres. Llorar es sacar, limpiar y expulsar esa emoción o conflicto del cuerpo, lo cual es muy importante y, lejos de prohibirlo, tenemos que validarlo como herramienta de sanación. Acompañaba a una consultante mayor llamada Mirta, que sufría de ojo seco (escasa producción de lágrimas por las glándulas). Le habían dicho que podría deberse a una expresión incompleta de un síndrome llamado Síndrome de Sjogren (trastorno que, desde la medicina alopática, hace referencia a una alteración autoinmune, es decir que los propios anticuerpos dejan de reconocer los propios tejidos, por lo que los atacan y destruyen, en este caso las glándulas lagrimales). Pensamiento que, desde este paradigma, no tiene ninguna lógica porque no tiene lógica biológica. En un momento, el cuerpo deja de reconocerse como propio y se empieza a atacar y autodestruir; eso iría en contra de la ley natural de la supervivencia de la especie; sería pensar que somos una creación tan imperfecta y equívoca que dejamos de reconocernos. El tema era que Mirta no tenía lágrimas. No me consultó por eso la primera vez, pero nuestro encuentro fue tan emotivo, que me cuenta que quisiera llorar de emoción pero tiene el castigo de no poder llorar, de no tener lágrimas. Inmediatamente vino a mi mente que tanta intensidad o tiempo de conflicto activo, de ensalivar el bocado de luz para sacarlo, hicieron que sus glándulas quedaron agotadas de ese proceso sin resolución. Le pregunté cuántos años hacía que le sucedía esto y si recordaba, años atrás del ojo seco, si había vivido alguna situación por la que ella haya pasado tiempo llorando. Muy angustiada me cuenta que sí, que su hija estaba casada con un hombre violento. Me dijo que no la podía ver así, que no era su hija, que sabía que él la golpeaba aunque ella lo negara, que le resultaba insoportable verle los moretones que ella decía que eran por accidente. Que lloró muchos años a solas. Luego de 15 años, mi hija logra separase de esta persona. Y sucedieron muchos casos de abusos y violencia en mi hija y mis nietas. Ahora entiendo, me dijo. Me pasé 15 años llorando esa situación y mis glándulas se agotaron.

Bocados digestivos: Bocado de presa: no puedo conseguir u obtener algo, por ejemplo, un niño no puede obtener un juguete; o no puedo escupir algo, por ejemplo, un insulto; o alguien que me molesta. Responden las amígdalas y glándulas salivales. En fase de CA aumentará el tamaño y función de las glándulas para ensalivar el bocado y poder atraparlo mejor o escupirlo. En fase de PCL (resolución), disminuye la salivación y se activarán los gérmenes (microcirujanos naturales) para desarmar eso que ya no se necesita, por lo que se presentará dolor, inflamación, fiebre y anginas pultáceas. Una amiga me llama un día para preguntarme que hacer, porque se había levantado con unas placas terribles en la garganta, con fiebre altísima y sintiéndose fatal. Lo primero que le pregunto es qué bocado no pudo ensalivar días atrás, tan intenso que no es que no lo podía tragar, sino que ni siquiera lo podía ensalivar. Me envía una captura de pantalla de una red social. En la foto se veía a su exmarido con su nueva pareja muy felices paseando por el Caribe. Y le dije que exactamente eso fue, pero al estar en la itis, la faringitis, que implica inflamación, dolor, placas, etc. ya lo había pasado, ensalivado y tragado. Así había sido, ella tenía bien en claro que su pareja no funcionaba y que la separación era lo mejor para ambos, pero igualmente esa foto, esa escena, fue un DHS para ella, que rápidamente resolvió gracias a que tenía gran trabajo interior y sabiduría y por eso la expresión fue solo una angina de unos días de duración. En mis años de residencia en la especialidad de clínica médica, tuve como expresión bastante frecuente la presentación de anginas pultáceas en los días siguientes a las jornadas de guardias. En ese momento, sin el conocimiento de Nueva Medicina, pensaba que tantas horas sin dormir me bajaban las defensas. Este tipo de comentario sin lógica alguna es bastante común. Con el conocimiento de la Nueva Medicina habitando en mí, un día me vino el recuerdo de las terribles anginas de la residencia y se me vinieron a la mente las fotos, el recuerdo de lo sucedido. Resulta que en esos años, yo era una joven apasionada de la práctica clínica, realmente muy dedicada a esa labor, que revisaba a los pacientes internados y conversaba con ellos varias veces al día. Muchas veces,

lo hacía por la noche también, antes de que descansen. Muchas veces, mis días de guardia coincidían con los de una enfermera ya cansada de su labor, a quien (supongo) le irritaba mucho mi actitud proactiva y feliz. Por las madrugadas, en el momento que yo podía tener algún breve descanso en esos días interminables de mucho sacrificio, esa enfermera llamaba al teléfono de mi habitación para impedir el descanso por cualquier motivo y hacía que tenga que bajar largas escaleras, temblorosa de cansancio y con frío para atender a cuestiones que en general no tenían sentido. ¡DHS para mí! Al día posterior a la guardia, ya en mi hogar, sufría de terribles anginas pultáceas. Era realmente que no podía ensalivar al bocado de la antipática enfermera. Así funcionan las cosas. Hoy la recuerdo amorosamente porque aprendí que no era yo su enojo, sino la frustración del espejo que le generaba que alguien trabajase feliz en su labor y misión. Necesito tragar un bocado

atragantado, atrapamos el bocado,

necesitamos tragarlo pero no podemos. Puede ser algo que nos prometieron y no obtuvimos, o algo a lo que tuvimos que renunciar inesperadamente. Impacta en esófago inferior. En fase de CA, habrá aumento de la mucosa, aumento de las glándulas secretoras de moco y hasta adenocarcinomas de esófago inferior. En fase de PCL, habrá degradación del tejido, sangrados y las cicatrices serán várices esofágicas. El sentido biológico del aumento de tejido es producir más moco para pasar el bocado. Este conflicto se refiere al esófago inferior, ya que es la porción del órgano que es de origen endodérmico; la parte más antigua, los dos tercios superiores del esófago corresponden al origen ectodérmico y, por lo tanto, funcionan de manera diferente. Necesito digerir un bocado indigesto, no lo puedo empezar a absorber, no lo aguanto, lo tengo atravesado. Por ejemplo, una persona, una actitud, una circunstancia. Impacta en la curvatura mayor del estómago. En CA, habrá engrosamiento de la pared y hasta formación de adenocarcinomas gástricos si la masa conflictual es muy grande. En fase de PCL, habrá destrucción tumoral, por lo tanto veremos sangrados, inflamación, gastritis, fiebre, cansancio, vómitos expulsivos en epicrisis, y vómitos

endodérmicos que son en chorro y no se pueden retener. En el conflicto activo, el sentido del crecimiento es aumentar la función del órgano para poder digerir el bocado atravesado. Bocado indigerible, que no se asimila. Impacta en la parte distal de duodeno, yeyuno e íleon. Cuanto más feo más asqueroso es el conflicto, se ubica más distal en el intestino, es decir yeyuno es más feo que duodeno, íleon más feo que yeyuno. En CA, se pueden formar adenocarcinomas. En fase de PCL, se destruye el tejido porque ya no es necesario aumentar la función del órgano y, como consecuencia, aparecerán sangrados e inflamaciones. La Enfermedad de Crohn es un ejemplo de recidivas de este conflicto. Aquí se repite el mismo sentido biológico que los anteriores: en CA, aumentar las células para aumentar la función y poder asimilar el bocado. Miedo a morir de hambre, conflicto de no recibir más alimento. Impacta en el hígado Por ejemplo, miedo a morir caquéctico o extremadamente delgado por el diagnóstico de Cáncer o de alguna enfermedad etiquetada como socialmente grave. Si el miedo es a que yo muera de inanición, la expresión son múltiples nódulos hepáticos (habitualmente llamados metástasis); si el miedo es a que mis seres queridos mueran de hambre, será un nódulo hepático único (en general interpretado como tumor primario de hígado). Vamos a ver cómo funciona este conflicto y por qué impacta en el hígado. El hígado es el órgano que administra la glucosa, el alimento, la energía entre sus funciones más importantes. El sentido biológico del crecimiento celular en CA es aumentar el tejido para tener más reservas de glucosa, alimento y energía. En esa fase de CA se forman los nódulos, llamados adenocarcinomas (hay crecimiento celular). En PCL, estos crecimientos son degradados por micobacterias, que forman cavernas, quistes o encapsulamiento si no hay gérmenes disponibles para la destrucción. En la fase de Conflicto Activo, cuando se está manifestando la formación de tumores, es donde habitualmente diagnosticamos las llamadas metástasis hepáticas.

Disputas de bocados materiales, herencias, partes y pensiones. El órgano implicado es el páncreas. En fase de CA, habrá reproducción celular, aumento del tejido, adenocarcinomas pancreáticos (es frecuente ver estos tumores como resultado de peleas familiares entre hermanos o familiares por disputas por herencias) o presencia de ictericia (aumento de bilirrubina por obstrucción de los conductos biliares por el crecimiento celular). El sentido biológico de la multiplicación del tejido es tener más páncreas para aumentar la digestión de la situación. En PCL (fase de resolución), se descompone el tejido creado, por lo tanto se presentará fiebre, dolor, pancreatitis, cavernas o quistes (quedarán como secuelas). Bocado de mierda que tengo que sacar, una traición, una mala jugada. Para un niño, por ejemplo, presenciar una pelea fea de sus padres impacta en ciego, apéndice y colon ascendente. En fase de CA, habrá aumento del tejido, los adenocarcinomas colónicos, con el fin de aumentar la función de eliminación de la materia fecal sucia, y en fase de PCL habrá destrucción del tejido, inflamación, dolor, apendicitis, sangrados. Bocado feo, traición sucia, asquerosa que hay que sacar. Los órganos implicados son el colon transverso, colon descendente, sigmoides y sub mucosa rectal. Sucede lo mismo en todo el colon o intestino: en fase de CA se produce aumento celular y formación de tumores. Luego, en fase de resolución evidenciaremos sangrados, inflamaciones, úlceras y dolores. La etiqueta diagnóstica de colitis ulcerosa es un ejemplo de recidivas de este tipo de conflicto. La señora Clarita, de 80 años, llega a mi consulta por un diagnóstico de Cáncer de colon. El tema es que Clarita tiene la siguiente historia: ella sana previamente sin tomar más medicación que unos yuyitos para el hígado. Me cuenta que hace 6 meses, luego de un tiempo en el que se sentía muy bien, hacía sus quehaceres domésticos, tejía y estudiaba por internet comenzó un día a tener diarreas explosivas, pero tan explosivas que manchaba todo el baño. Con vergüenza, me cuenta que nunca había ido de cuerpo así, era explosión absoluta, con un olor espantoso como nunca había tenido antes. Esa información

ya me dio idea del origen de la cuestión. Era diarrea endodérmica de bocado sucio que se estaba eliminando. Le pregunté si era solo diarrea o si en ningún momento sentía calor en la panza con sudoración. Me contesta que por la noche experimentaba eso. Le pregunté si sentía más cansancio del habitual en esos últimos meses. Me dijo que sí, que antes de comenzar con diarrea, tenía que dormir una siesta, que antes nunca lo había necesitado. También me contó que con la aparición de esta diarrea consultó a su médica clínica y esta la mandó al gastroenterólogo a hacer una colonofibroscopía. Ahí le encuentran un tumor grande y sangrante en el colon sigmoides, y le programan la cirugía en una semana. Después de contenerla y acompañarla, le cuento de qué se trata la Nueva Medicina, cómo funciona su organismo y le explico que tiempo atrás, ella tenía que haber vivido una situación, aguda, grave, dramática, inesperada y vivida en soledad que fue el disparador de este programa de intestino que llamamos Cáncer y que la interpretación de ese conflicto tenía que tener el matiz de haberse sentido jodida, algo feo y sucio. Pero que claramente ella estaba en resolución, por eso la diarrea olorosa explosiva que se da en epicrisis, el cansancio y sudoración de la fase de PCL, así como el sangrado del tumor que se encontró en la endoscopía también era evidencia de que los gérmenes estaban eliminando el tumor. Al darle esta información, me dice: “Ya sé, doctora, lo que pasó. Tengo una hija que vive en Corrientes. Tiene 40 años y no puede tener hijos. Ella estaba en pareja con un chico que era un hijo para mí. Más que eso, yo veía por los ojos de este muchacho, que hacía 15 años estaba con mi hija. Hace un año, mi hija me llama llorando para contarme que acababa de ver en el celular de él un mensaje de otra mujer que le decía que iba a tener un hijo suyo. Esa noticia para mí fue un mazazo en la cabeza, sentí que nos había hecho una mala jugada, que había jodido a mi hija, estuve tal cual me dice usted rumiando con ese pensamiento, no podía dormir y lo viví en soledad porque no lo quería contarle a nadie por respeto a mi hija. Fue muy duro para mí. Después pasó el tiempo y el ir a la iglesia me ayudó a perdonarlo y tal vez a entenderlo. También vi que mi hija pudo perdonar la situación y rehacer su vida. Ahí, como usted me dice, comencé con la diarrea. Un año atrás, Clarita había vivido una situación que su psiquis interpretó como un bocado indigesto, sucio, de mala jugada, de miércoles, por lo que su intestino respondió e hizo un crecimiento celular para resolver y eliminar ese bocado.

Bocados de tiempo. El órgano implicado es la glándula tiroides. Podemos llamar a la glándula tiroides nuestro cronómetro del tiempo. Habitualmente esta glándula produce hormonas T3 y T4 que generan y aceleran el metabolismo corporal, por ende, diríamos que nos hacen más rápidos. Al saber cuál es la función del órgano podemos deducir qué conflictos se asentarán en él. Algunos ejemplos de estos conflictos de bocado son, por el lado derecho, sentir no ser lo suficientemente rápido para obtener algo deseado, por ejemplo, no llegar a obtener un determinado puesto de trabajo porque otro es más rápido que yo y lo hizo mejor, ser lento en relación a mis pares y obtener menos éxito que ellos; y por lado izquierdo no ser lo suficientemente rápido para deshacerme del bocado, ejemplo no haber vendido algo que ahora se devaluó o no haber hecho un negocio antes de la crisis económica. En mi experiencia personal, y esto aclaro es un sentir y percepción desde mi vivencia, estos programas de tiroides son más comunes en consultantes mujeres. Mi conclusión se debe a la construcción de nuestra sociedad patriarcal en donde hombres y mujeres fuimos gestados. Hoy; las exigencias hacia la mujer son demasiado altas y múltiples: el deber ser buenas esposas, madres, profesionales, jóvenes, preparadas, exitosas, atractivas, etc. La vara social y personal se hace tan alta y la competencia es tan voraz que es muy común tener la vivencia de ser lenta y, por consiguiente, manifestar enfermedad tiroidea. Este conflicto es totalmente extrapolable a los hombres, mas mi sentir es que lo percibo con más frecuencia en mujeres. Otra apreciación con respecto a este programa biológico de tiroides es la siguiente. Escribí en varios párrafos que enfermamos de lo que podemos y no de lo que queremos. El programa biológico que desarrollemos va a depender de nuestra forma de percibir la realidad claramente, de lo que habite en nuestro sistema de creencias. Lo que percibo en los programas de enfermedad es de tiroides es que las personas que lo expresan en general son muy autoexigentes, ya sea porque vienen de una infancia en la cual hubo vivencias de mucha exigencia, o porque se creó una autoexigencia para lograr ser visible en un ambiente de abandono y no registro. La mirada personal es que siempre podría haberlo hecho mejor y más rápido, que el otro lo hace mejor que yo, y lo real es que toda esa construcción es de la mente. Entonces este tipo de diagnóstico en particular me lleva a rever cuán compasiva soy conmigo misma, con qué vara

me estoy midiendo, para qué y por qué me estoy comparando y por qué no me estoy aceptando. Saber que lo que estoy haciendo es lo mejor que pude haber hecho con las herramientas que hoy tengo me lleva a plantearme si hay disponibilidad para poder cambiar mi mundo interno si recojo el mensaje y no mato al mensajero. ¿Cómo transcurre este programa de tiroides? En fase de Conflicto Activo, se presenta proliferación o crecimiento celular. Los adenocarcinomas foliculares, papilares, más aumento de la función de la glándula, es decir, hipertiroidismo o enfermedad de Graves Basedow. El sentido biológico de esta fase es aumentar el tejido y, de esta forma, la producción hormonal para aumentar el metabolismo y lograr ser más rápidos para obtener el bocado, o deshacerse de él. En fase de resolución PCL hay destrucción del tejido o tumor, lo cual puede dejar como secuela la disminución de la función de la glándula, es decir, hipotiroidismo. Esta etiqueta diagnóstica tan común, el hipotiroidismo, siempre fue precedida de un hipertiroidismo, es decir de un aumento previo de la función de la glándula para ser más rápidos y así poder atrapar los bocados. Pero, en general, esta fase de aumento de función es asintomática y, tras las vivencias de tantos conflictos de la misma índole, la glándula se agota y queda con menor función, es decir hipotiroidea, y es en la etapa de hipotiroidismo que se ven los síntomas de la menor función de la glándula y es donde se hace la mayoría de las consultas. Como podrás ver en los ejemplos que describí, la respuesta de los órganos derivados del endodermo dirigidos por la parte del cerebro llamada tronco encefálico en la fase de CA (conflicto activo) consiste en aumentar de tamaño o función y en fase de PCL (resolución) consiste en disminuir de tamaño o función. Es decir que todos los órganos del mismo origen se comportan de la misma manera en las dos fases del programa biológico de emergencias que llamábamos enfermedad. Veamos un ejemplo para seguir comprendiendo; Santiago tiene 63 años. Hace 30 años que se desempeña como metalúrgico en una empresa, en la que obtuvo grandes reconocimientos y satisfacciones. Una mañana, al abrir su oficina encuentra un sobre que dice que debe presentarse en el departamento de Recursos Humanos. Allí le dan la

noticia inesperada de despido por reducción de personal. Imaginemos el momento inesperado en el que ve el sobre y, además, lee las palabras Recursos Humanos. Ya entra en alerta. Pongámonos en la situación de Santiago. ¿Qué nos pasaría ante el sobre? A varios de nosotros nos generaría temor, miedo, adrenalina. Se nos cerraría el estómago; si tuviéramos una medialuna en la mano, no la comeríamos. Nuestros pensamientos comenzarían a replicarse, nuestra mente no pararía. Estaríamos en alerta, el sistema simpático estaría en funcionamiento. Sentiríamos peligro ante un hecho inesperado. Un shock traumático. Diría el Dr. Hamer, un DHS. A los 6 meses de este evento, Santiago comienza con dolores abdominales y malestares digestivos, que lo llevan a hacerse estudios. Luego, le diagnostican un adenocarcinoma gástrico. La palabra adenocarcinoma es una convención, una etiqueta. En realidad, lo que hay en términos fisiológicos es un crecimiento de las células glandulares del estómago que nosotros llamamos “tumor”. Ese tumor o conjunto de células se formaron con un sentido biológico: digerir la noticia o el bocado indigesto que él no pudo digerir. La biología resolvió de la manera en la que siempre lo hizo, la que aprendió en la etapa evolutiva que te conté antes: multiplicando las células necesarias para esa función que es DIGERIR el bocado. Replicó las células gástricas para aumentar su función. Una salvedad. Pensemos estas dos situaciones. Una, a Santiago le dicen que tiene un tumor o adenocarcinoma gástrico. Hay algo malo en tu cuerpo que pone en peligro tu vida, hay que hacer algo ya. Otra alternativa, a Santiago le dicen que su organismo presenta un crecimiento celular en el estómago, cosa que ordenó a su cerebro a multiplicar las células que se ocupan de la digestión. Hay algo que no pudo digerir, algo vital para él que su cerebro entendió como un bocado que quedó atravesado en el estómago y que si no se digiere corre peligro de muerte, una situación que vivió con ese grado de estrés. Se le explica que su biología está respondiendo con una lógica y con un sentido. Que esta manifestación corresponde a una etapa de este programa biológico especial. A la etapa de conflicto activo. Se le dice que está atrapado en un conflicto que no puede resolver ni digerir. Y, por lo tanto, va a tener síntomas que él mismo podrá identificar. Hay que ocuparse de resolver el conflicto y encontrar una salida

aunque sea provisoria para generar alivio, bajar el estrés y el miedo y ocuparnos terapéuticamente de sus síntomas. Se le explica también que luego va a ingresar en una etapa donde esa masa que tiene se va a degradar. Donde habrá ciertos síntomas de los cuales nos ocuparemos. ¿Qué sentiríamos en una situación o en otra? Ante la misma imagen la misma foto, dos realidades distintas, dos vivencias distintas. Me preguntarás cuál es la verdad. Creo que lo verdadero, en términos biológicos, es aquello verificable en el 100 % de los casos. Y estas leyes, esta comprensión de la biología, se pueden verificar en el 100 % de los casos. Veamos otro ejemplo. Alicia tiene 58 años, es viuda, madre de dos hijos y abuela de una nieta. Es profesora de arte, artista nata, amante de la vida y de sus pinturas; de sus pequeñas y grandes creaciones. Su marido, Gonzalo, era contador y una persona muy ordenada y detallista. Tuvieron un matrimonio de 40 años y una vida siempre en pareja. En la vivencia de ella, tenían un vínculo caracterizado por la plenitud, se complementaban, se admiraban y se respetaban mutuamente, incluso en las diferencias. Gonzalo sufre un accidente en un viaje laboral y fallece tras un mes de internación en terapia intensiva. Para Alicia, este hecho fue lo peor que había vivido en su vida. Nunca había pasado por sus pensamientos la idea de no tener a su compañero. La angustia un dolor que nunca había imaginado. A los 8 meses, Alicia comienza con dolores abdominales y dificultad para tragar los alimentos. Desde el fallecimiento de su esposo no pudo conciliar más el sueño, sus pensamientos día a día giraban en ese suceso, lo que había hecho y lo que no, lo que podría haber evitado, lo que sintió cuando su esposo se fue y no le dio importancia, etc. Por aquellos síntomas, consulta a un médico y se le diagnostica un adenocarcinoma de esófago Inferior. Veamos. Ante este hecho traumático, inesperado, agudo y vivido en soledad (no porque estuviese sola, sino porque solamente ella sabía el dolor que la atravesaba, que ni al compartirlo con alguien podía asemejarse a la realidad), ¿qué hizo su cuerpo? Ante este suceso, las glándulas secretoras de moco del esófago inferior, encargadas naturalmente de ayudar a dar paso al alimento o bocado, se multiplicaron para aumentar la producción de moco y así facilitar la digestión del bocado atorado. Esa replicación celular, que llamamos tumor, es el

servicio que realizaron las células de Alicia para ayudarla a tragar esa situación atragantada. Obviamente, Alicia estaba apenas en su primera etapa de duelo, entre un vaivén de tristeza y enojo, de resentimiento e impotencia, sin poder atravesarlo; sin poder tragar ese bocado (que es la vivencia que ella tuvo ante la muerte de su marido, porque esa fue su vivencia, otra persona puede vivenciar otra cosa; ahora bien: ¿todas las personas que tengan la misma experiencia de Alicia van a manifestar la misma solución biológica? ¡Claro que NO! Como dije antes, no es el evento lo que importa, sino la vivencia, el contenido emocional de la situación que nos pone en conflicto biológico. ¿Esta información le sirvió a Alicia para hacer su duelo? Claro que no. Dependió de Alicia poder ver en otro ámbito terapéutico que tenía un duelo mental pero no emocional de la muerte de su marido. También, comprender cómo su mente vivenciaba determinadas situaciones (no es la primera vez que Alicia manifestaba biológicamente algo en el esófago; en otras oportunidades lo hizo solo que con menor intensidad y en relación con otras zonas del sistema digestivo). Esta información sí le sirvió a Alicia para ocuparse de ella misma (sí o sí, porque estaba más pendiente del dolor de otros que del propio) y ocuparse de resolver su conflicto. A su vez, para comprender que su cuerpo no estaba fallando, que había una lógica y que esa lógica indicaba ciertas decisiones terapéuticas. El miedo fue mucho menor. El estrés tuvo menor impacto. Lo que, claro, ayudó mucho en su proceso. Veamos otro ejemplo vinculado a esta primera etapa evolutiva de donde derivan los órganos originados en el endodermo (primera hoja del desarrollo), que dará lugar a los órganos más antiguos comandados por el tronco cerebral. Alberto tiene 48 años, está casado y tiene cinco hijos. Es dueño de una personalidad muy sumisa, siempre al servicio de las necesidades ajenas. Es empleado público desde hace 20 años y desempeña sus tareas laborales con excelencia. Está siempre dispuesto a colaborar y a moverse del lugar ante la necesidad de los otros. No es conflictivo. Es el sostén económico de la familia y tiene hijos que cursan distintos grados de la primaria y la secundaria. En su mente, era constante la preocupación por el dinero ya que era muy difícil con su salario llegar a fin de mes. Entre todos hacían gran esfuerzo para cubrir las necesidades básicas. Un día, volviendo del cumpleaños de 15 de su sobrina, llegan a su casa y ven que la puerta estaba violentada. Cuando entra, la casa

estaba patas para arriba. Así lo refirió. Todo tirado, violentado, sus pocas pertenencias habían desaparecido así como el ahorro de los últimos años para hacer arreglos de la casa que estaba muy deteriorada. Alberto recibió un shock. Sintió que no tendría dinero para sobrevivir y resolver tal caos. Su compañera, Silvina, era colaboradora de la iglesia. Una mujer creyente con gran fortaleza espiritual y sostén emocional de la familia. En ese momento, puso en práctica su sabiduría para lograr contener a Alberto e intentar dar un giro a esa situación, poniendo énfasis en que ellos estaban todos bien, que lo material se resolvería de alguna manera y que siempre que vivieron situaciones difíciles Dios les había dado las herramientas para salir adelante. Así fue, recibieron donaciones de mucha gente. También, a Alberto le salieron algunos trabajos extras y en unos meses la casa se estaba recomponiendo. Diez meses después de este suceso, Alberto comienza a presentar orinas más abundantes, espumosas y con episodios de sangrado. Tras consultas y estudios, se le diagnostica un adenocarcinoma renal. Siempre es fundamental comprender para qué fueron creados nuestros órganos y qué función cumplen. Para poder comprender el programa que desarrollarán ante el conflicto o la emergencia. Nuestra biología habla, el cuerpo se expresa, siempre. Solo que hay que aprender a escucharlo, a leerlo. Recoger el mensaje, no matar al mensajero. Esto nos puede parecer complejo, pero no es así. Podemos necesitar ayuda para entenderlo y esa es una de las ideas de este libro (y de muchos otros libros y profesionales que brindan formaciones para comprender nuestra biología). Además, confiemos en que traemos puesta esta sabiduría. Es así. Solo hay que recordarla. Sentirla. Como consultantes, esta sabiduría nos da poder, fortalece nuestras intuiciones y nuestras referencias internas. Nos permite ser autónomos y nos da libertad. Volvamos a Alberto y su adenocarcinoma renal. Pensemos en los riñones. Los riñones son nuestros órganos encargados de la función de filtrado o limpieza, absorben agua y sustancias necesarias para la vida y desechan aquello que no es necesario. Están formados por varias estructuras (parénquima, túbulos, vía excretora). En el caso de Alberto, la parte del riñón que respondió son los llamados túbulos colectores (son las estructuras más viejas del riñón; las heredadas de la primera etapa evolutiva, cuando la célula sale del agua a la

tierra. Ahí se crean los esbozos de estos túbulos para que la célula pueda reabsorber agua y no muera deshidratada por la radiación del sol). Estos túbulos serían una especie de cañería dentro del riñón, y son los encargados de absorber agua y electrolitos de la orina. Ellos se ocupan de tomar lo que necesitamos para vivir. En estos túbulos tan importantes y vitales, asientan los conflictos de sentirse abandonado (conflicto de refugiado), de haber perdido todo; de sentirse solo y sin ayuda; de sentirse expulsado, excluido, desalojado, incómodo en el trabajo, en la casa o en la pareja o en el cuerpo; de sentirse como un pez fuera del agua. Estos también se activan ante conflictos por deudas económicas. ¿Qué hicieron los túbulos de Alberto ante el impacto del robo? Aumentaron, se replicaron, hubo una multiplicación celular para absorber agua y urea que es lo que garantizaría la supervivencia estando un pez fuera de la ola y aumentaron la creatinina porque es una proteína que serviría de alimento ante la escasez. Recordemos, el cerebro solo puede resolver hacia el interior de nuestro organismo, no hacia afuera. Entonces el riñón de Alberto, se puso a disposición de su necesidad (respondió ante la vivencia que Alberto tuvo de aquel evento del robo y a su vivencia de haberlo perdido todo) y la solución fue generar las condiciones para tener agua y alimento. Posteriormente, cuando se resuelven los daños provocados, el cuerpo elimina ese exceso de tejido y líquido que ya no necesita. Porque Alberto recupera su casa y resuelve su conflicto (no solo en términos concretos y materiales, sino también emocionales, porque puede darle otra mirada a la situación). Logra cubrir sus necesidades y ya no siente que no podrá sobrevivir, ya siente que su hogar nuevamente es su refugio, entonces el cerebro deja de recibir esa información, se sabe en conflicto resuelto y ahora necesita desarmar lo que armó antes, es decir, que las micobacterias comienzan a destruir este crecimiento celular o tumor y por eso se presenta sangrado en la orina (hematuria). Estos casos de tumores en fase de conflicto resuelto presentan sangrado porque el cuerpo se está deshaciendo de aquello que ya no necesita y lo elimina como deshecho. Los conflictos de túbulos colectores renales son muy frecuentes en nuestra vida cotidiana sin que el cuerpo llegue a formar un tumor. Lo vemos evidenciado en general por la retención de líquidos. De hecho, el Dr. Hamer decía (y yo comparto) que es el conflicto que vivimos con más frecuencia los

seres humanos. Es un ejemplo claro de retención de líquido o de aumento de peso. Muchas veces escucho en la consulta que la gente se mata a dietas y no baja de peso. El cuerpo está reteniendo agua porque en algún punto se siente solo, abandonado, excluido y como un pez fuera de agua. Y se hace un círculo vicioso: a más retención de líquido más incomodidad, y a más conflicto, más líquido. A su vez, es un conflicto que en general se asocia a otros conflictos. Por ejemplo, una persona tiene una expresión de un conflicto en la mama, pero como se siente sola o como un pez fuera del agua, ante la presencia de la enfermedad desarrolla además un conflicto de túbulos colectores y, por lo tanto, retiene líquido. Esto hace que haya mayor inflamación, como edemas en párpados, en los tobillos o en las manos, aumento de peso y mucho más dolor (esto es muy importante). Según mi práctica médica, es muy probable que cuando una persona es hospitalizada por alguna enfermedad, se active este conflicto en los túbulos colectores del riñón, el cual empeora todos los síntomas de la enfermedad debido a la retención de líquido agregada. También, ante el diagnóstico mismo de una enfermedad ya que al recibir el diagnóstico, en general las personas nos sentimos como un pez fuera del agua, nos sacan de nuestro medio, nos sentimos solos. Por eso, teniendo en cuenta lo que genera la activación del conflicto de túbulos colectores de riñón, es fundamental que quien transita la enfermedad se ocupe de resolver este conflicto, sobre todo en lo que respecta a la terapéutica médica, para que se manifieste menos dolor, menos inflamación y menos retención de líquido. Esta información es valiosísima. ¿Cómo hacerlo, como desactivar los colectores de riñón? Haciendo que el consultante no se sienta un pez fuera del agua, que no se sienta abandonado, sino que esté amparado, en un ambiente amoroso, en un refugio, comprendiendo lo que le pasa, asistiendo sus necesidades y conteniéndolo. Registrándolo. No entra una enfermedad sino un enfermo. No estamos viendo un caso, estamos mirando a una persona con el alma en llagas. Lo hacemos con AMOR. En mi experiencia, diría que la gran mayoría de las veces cuando hay exceso de peso uno de los conflictos presentes es este, el de los túbulos colectores del riñón, al igual que cuando hay manifestaciones como dolores extremos, acumulaciones de líquido impresionantes, tales como ascitis severas, derrames pleurales masivos, inflamaciones severas, sangrados masivos,

obesidad marcada y enfermedad es aparatosas. Por este motivo es tan importante y vital el acompañamiento a la persona que está viviendo el proceso, el afecto, la presencia. En cuanto vivamos en mayor comprensión, contención, compasión, bajando el nivel de exigencias, intentando perdonarnos, perdonar y confiando que todo aquello que necesitemos será cubierto, que nunca estamos solos, que desde el cielo y la tierra estamos acompañados y asistidos, viviremos con menos conflictos de túbulos colectores, por lo tanto más livianos. En cuerpo, mente, alma y espíritu. En mi consulta diaria como médica, siempre aclaro al consultante que cuando necesite puede levantarse e ir al baño, porque ya se de antemano que en esta forma de atención más amorosa, con mayor registro, la persona se siente tan contenida y escuchada que es muy frecuente que durante la visita me pregunte si puede ir al baño. Cuando eso sucede, yo dentro mío me alegro por vamos haciendo bien la tarea, la persona se siente contenida, acompañada, está desactivando los colectores del riñón y por eso tiene necesidad de orinar. Ese para mí es un buen termómetro de ver cómo vamos. Otra situación que podemos observar en nuestra vida cotidiana, es que, en general, cuando regresamos a casa vamos a orinar. ¿Por qué? Porque se desactivan los colectores de riñón, porque llegué a casa, ya estoy en mi refugio y por lo tanto el cuerpo elimina el líquido que retuvo mientras estuvimos fuera de nuestro medio. Entonces, volvamos a cómo transcurre este programa. En fase de CA de túbulos

colectores

de

riñón,

hay

reproducción

celular

hasta

hacer

adenocarcinomas renales para retener más líquido (así volverme a mi medio original que es el mar, el útero materno), reabsorbemos creatinina y urea (estas son proteínas, y el organismo las retiene para tenerlas disponible como alimento ante el desamparo y no morir), aumentan entonces los valores en los análisis de urea y creatinina plasmáticas que desde el viejo paradigma llamábamos fallas renales. En fase de PCL, habrá destrucción del tumor o del aumento celular, por consiguiente sangrados en orina (hematurias), poliuria (mayor cantidad de diuresis eliminando el líquido retenido), proteinuria (proteínas en orina), los túbulos ya no acumularán proteínas, ya estamos a salvo, por lo cual las elimina. También se presentará fiebre y, como cicatrices, puede haber presencia de

cálculos renales. Sí, los tan comunes cálculos renales son secuelas de estos conflictos, representan calcificaciones de los tejidos como secuela de la fase de PCL. Es muy importante tener conocimiento de este conflicto, ya que es muy fácil de tomar medidas para desarticularlo, sabiendo que lo más importante es el amor, el registro y la compasión. Para recapitular, cuando se active un programa especial con sentido biológico, eso que llamamos enfermedad, en etapa de CONFLICTO ACTIVO, todos los tejidos (órganos) que estén coordinados o dirigidos por la parte del cerebro biológico que se denomina tronco cerebral, que correspondería a los órganos derivados del ENDODERMO, van a presentar una proliferación de células o aumento de la función (es decir, veremos una bochita, un bulto o una pelota, que nosotros vamos llamar, médicamente, tumor, o veremos un aumento en la función). Luego, en la etapa de resolución biológico, vamos a visualizar una degradación celular (que veremos como una ulceración, sangrado, moco o pus) y, a la vez, por lo general, una normalización de la función que ejecuta el tejido en cuestión. En Vamos ahora a la segunda etapa evolutiva de nuestra historia biológica. En una la segunda etapa evolutiva sucedió el paso de los organismos del medio acuático al medio terrestre. Con la supervivencia asegurada en la etapa anterior, aquí el organismo debió desarrollar estructuras para protegerse del medio que lo rodeaba, de aquello que podía agredirlo, como elementos del clima (frío, calor, etc.) y los ataques externos. La biología resolvió esa necesidad de protección con la formación de membranas o cubiertas protectoras y creó las llamadas pieles profundas, que hoy es lo que llamamos dermis (piel profunda), pleura (membrana que recubre y protege ambos pulmones), peritoneo (membrana que recubre y protege órganos abdominales), pericardio (membrana que recubre y protege corazón y grandes vasos) glándulas sudoríparas y sebáceas (el sudor y el sebo hacen el individuo más patinoso y escurridizo para que no sea fácilmente atrapado por el depredador), las glándulas mamarias primitivas (los lobulillos mamarios) surgen en esta etapa evolutiva porque derivan de las glándulas sudoríparas como adaptación de las mismas para la protección

de la integridad de la cría, surge en este período evolutivo el concepto de que la cría se cuida. Quien ordenó la formación de estas estructuras fue un cerebro primitivo que dio lugar a lo que es hoy nuestro cerebelo. El cerebelo es el encargado de controlar los órganos que se desarrollan a partir de la segunda hoja (que también venimos llamando capa) llamada MESODERMO ANTIGUO. A partir de esta etapa, ya comienza a regir la ley de lateralidad. Donde en un individuo diestro, el hemicuerpo izquierdo recibirá los impactos en relación a los conflictos relacionados a hijos, madre y nido. Y el hemicuerpo derecho estará en relación a los pares, la pareja, lo social y el trabajo. En una persona biológicamente zurda, la interpretación es al revés

El siguiente gráfico te muestra el cerebelo, en corte axial, de adelante hacia atrás. El cerebelo es lo que ves pintado de naranja (los círculos son los relés de cada órgano), anatómicamente está ubicado detrás del tronco encefálico, al que ves pintado de amarillo.

¿Qué queda en nuestra memoria de esta segunda etapa evolutiva? ¿Qué heredamos de ésta etapa? Los conflictos relacionados a la agresión, al ataque a la integridad, a aquello que puede dañar el cuerpo físico; así como el ataque a la integridad moral (sentirse manchado). Los conflictos de ataque, pelea y preocupación por el nido. Es decir, vinculados a la protección. A continuación veremos ejemplos de conflictos relacionados a la segunda etapa evolutiva, en la que se da lugar a la formación del cerebelo, quien será el encargado de comandar estos órganos:

Dermis o piel profunda: conflicto de ataque a la integridad Ataque real a la piel producido por el sol, quemaduras, etc.; ataque a una parte del cuerpo, como en cirugías de amputación (mastectomías, colostomías); accidentes o fracturas; ataque a la integridad moral, como ser acusado de algo injustamente o ser insultado; sentirse sucio o manchado. En fase de CA, al igual que los órganos de origen endodérmico, los de origen en el mesodermo antiguo van a desarrollar crecimiento celular, lo que dará como resultado melanomas (tumores de piel), nevus (lunares), manchas cutáneas (como los melasmas del embarazo), pecas, el llamado sarcoma de Kaposi. El sentido biológico del crecimiento celular es aumentar la protección para dar protección ante próximos ataques. En fase PCL (resolución), habrá destrucción celular por hongos y bacterias, dando como resultado lesiones micóticas de la piel, onicomicosis (hongos en las uñas) y acné cutáneo. Con una lógica bien clara, el acné cutáneo es muy común en la adolescencia, que es una etapa muy vulnerable del ser, sensible al juicio de los pares, pendiente del aspecto físico, lamentablemente con grandes vivencias de comparaciones hacia los otros. Y digo lamentablemente, porque es otro capítulo este tema, más siento que muchos de los conflictos que como sociedad vivimos en esta etapa de la vida están en relación con los viejos sistemas educativos basados en el premio y castigo, la comparación, las frustraciones. Tal es así que la vivencia de esta etapa muchas veces es de ataque a la integridad de la identidad, de la persona, y es por eso que vemos comúnmente las grandes expresiones de acné cutáneo en adolescentes. Lo que me lleva a otra reflexión, y por eso digo que este paradigma de Salud excede a la medicina; es una filosofía, una forma de ver la vida, porque comprendiendo lo que expresamos en el cuerpo físico podemos recoger el guante, comprendernos, comprender a nuestros hijos, a nuestros pares y, desde ese lugar, ayudar a sanar la emoción, las vivencias y los vínculos. A sanar cuerpo, mente, alma y espíritu. Acompañé a un consultante, Alfredo, un hombre joven de 55 años, muy apuesto, correcto y muy prolijo en su aspecto. Alfredo era ingeniero químico de profesión, divorciado y papá de tres hijos adolescentes. Llega a mi consulta un tanto avergonzado, hablando con la mirada hacia abajo, con tono de voz bajo.

En ese momento, sentí que le resultaba difícil contar lo que le estaba sucediendo. Entonces, para romper el hielo empiezo la consulta al revés, contándole de la Nueva Medicina y de mi experiencia, empiezo a hablar de su vida y de la mía. Recién una hora más tarde, ya ambos relajados, puedo preguntarle cuál era su motivo de consulta. Me refiere que era muy difícil para él conversar esto con una mujer pero que su diagnóstico era el de melanoma en el pene (tumor de piel en el pene). Hacía seis meses aproximadamente había comenzado con una mancha negra azulada en ese lugar, por lo que consulta al dermatólogo y le hacen el diagnóstico de melanoma. Le realizan una cirugía y ahora debía realizarse una serie de estudios para evaluar el resultado postquirúrgico. Él llega a mi consulta por una conversación que escuchó en un negocio, donde una señora con diagnóstico de Cáncer de mama contaba cómo había encontrado el sentido a la enfermedad. “Esto que me sucede no es casual, tengo que encontrar una explicación.” Entonces hablamos del melanoma. Le explico que esas células, los melanocitos, surgen evolutivamente con el fin de protección, que pertenecen a la dermis profunda. Y le pregunto si en algún momento sintió que vivió una situación genital o sexual aguda, grave, dramática, inesperada y vivida en soledad, vivenciada como un ataque a la integridad de su pene. Se cubre los ojos con las manos y me dice que sabía qué era. Hacía unos meses, al llegar a su casa de manera inesperada ante la suspensión de una reunión laboral, encuentra a su mujer teniendo relaciones sexuales en su cama con otro hombre. Y unos meses más tarde aparece el melanoma. Él vivió esa situación como un ataque a la integridad de su ser hombre desde lo genital, por eso respondieron los melanocitos de la dermis del pene. Glándulas sudoríparas y sebáceas: expresan el conflicto de ataque a la integridad. Igual que la Dermis, expresan conflictos de ataque a la integridad. El sentido biológico es aumentar la secreción de sudor y sebo para que el animal sea más escurridizo y no sea atrapado, escaparse del depredador. Algunas manifestaciones de estos conflictos son los nódulos de acné y sudoraciones profusas y fétidas. No es infrecuente que a mis consultas lleguen mujeres por otro diagnóstico y que, durante el intercambio de preguntas que forman parte de la consulta, me comenten sobre sus sudoraciones profusas, que manchan las axilas de la ropa. En mi experiencia, veo esto comúnmente en mujeres que han

recibido algún tipo de abuso sexual. La respuesta de sus glándulas fue aumentar la función para escaparse del depredador, como la mayoría de los abusos aún hoy son vividos en soledad, sin poder sacarlos a la luz y sanarlos, continúan en dicho conflicto activo y por eso persisten sudando excesivamente. Lobulillos mamarios: conflictos que expresan ataque a la integridad del nido (preocupación o pelea por el nido). Los lobulillos mamarios representan la estructura más antigua de las mamas. Se crean en esta etapa evolutiva porque las glándulas mamarias primitivas derivan originalmente de glándulas sudoríparas y fueron creadas originalmente para asegurar la integridad del nido. En los lobulillos mamarios, entonces, asientan los conflictos de preocupación o pelea por el nido. En fase de CA vemos aumento celular que puede llegar hasta el adenocarcinoma lobulillar de mama. El sentido biológico de este crecimiento es producir más leche para que la cría pueda tener suficiente alimento para que se pueda reponer. En fase de PCL, veremos degradación del tumor (nódulo caliente, inflamatorio) o encapsulamiento si no hay disponibles micobacterias, dando lugar a la formación de adenomas o fibroadenomas mamarios. Si el propio cuerpo no puede eliminar esos crecimientos de tejido por no disponer de los gérmenes o microcirujanos naturales, los encapsulará. Pleura, pericardio, peritoneo: conflictos de ataque a la integridad real o figurada en las zonas correspondientes, como el tórax, el área cardíaca y el abdomen. Algunos ejemplos de ataques a la integridad pueden ser cirugías localizadas en el tórax o en el abdomen, así como también insultos sentidos como una puñalada en el corazón o palabras que hieren el corazón. En fase de CA, habrá crecimiento celular y podremos ver mesoteliomas pleurales y peritoneales y engrosamientos pericárdicos. En fase de PCL (resolución), como siempre, aparece la inflamación, el líquido, lo que dará lugar a la formación de derrames pleurales y pericárdicos y ascitis (líquido en la cavidad abdominal). Si en este momento se agrega un conflicto de túbulos colectores renales que vimos más arriba (conflicto de abandono, prófugo de la etapa anterior), la cantidad de líquido acumulada puede ser excesiva y dar lugar a derrames masivos.

Vamos con más ejemplos, Evangelina es una mujer de 36 años que trabaja de secretaria de una empresa de neumáticos. Es soltera y no tiene hijos. Tras la muerte de su padre, desarrolla un nódulo en su mama derecha. Los estudios que se realiza derivan en el diagnóstico de un carcinoma ductal de mama derecha. Le realizan una primera cirugía para resección del nódulo (una cuadrantectomía). A los 15 días, recibe el informe de la biopsia. Esta arroja que el nódulo no fue sacado totalmente y le realizan posteriormente la mastectomía total (extirpación completa de la mama). Sesenta días después de la cirugía, repiten una tomografía por dolor en la región del hemitórax derecho. Aparece un crecimiento celular pleural. Crecimiento celular que su cuerpo generó, que su cerebelo ordenó, ante el ataque a la integridad del tórax tras la cirugía de amputación. ¿Para qué? Para protegerse contra la agresión, porque en la memoria celular está grabado que la pleura es un tejido para proteger el ataque contra la integridad del tórax (y así actúa). No quiere decir esto que todas las personas que vivan una cirugía, luego hagan manifestación de un ataque a la integridad, claro que no, ni tampoco estoy juzgando aquella conducta terapéutica, puede haber sido la correcta o no. No lo sé, lo que sí estoy segura, es que la forma en la que Evangelina, una mujer joven muy cuidada de sí misma, vivió esa cirugía, fue altamente traumática. En ese momento no tuvo contención, fue una decisión que un profesional tomó en cuestión de minutos en la sala del hospital, después de leer la biopsia. El médico llega a una conclusión y toma una decisión sin conocer ni contener a Evangelina, sin el más mínimo reparo por el dolor que estaban causando esas palabras. Toda esta situación fue vivida por ella como un ataque a la integridad. Samanta tiene de 36 años. Ocho meses después de haber hecho el duelo por haber recibido la noticia de que no podría tener hijos tras un análisis hormonal con supuestos índices de menopausia, con la etiqueta de menopausia precoz, ingresa a guardia de urgencia por dolor y distención abdominal. Le hacen estudios por imágenes y diagnostican una tumoración de 10 cm en el ovario izquierdo. Se le dice que necesita cirugía de urgencia por un Cáncer de ovario, y que debido a su edad y el resultado de las imágenes requería de una cirugía de extirpación total de los órganos pélvicos. Se decide ingresar al día siguiente

a cirugía, se le extrae útero, trompas y ovarios. Decisión que no estaba en absoluto en sus planes. Ella es una mujer muy cuidadosa de su femineidad en todos los aspectos. Ella expresó el dolor emocional de dicha amputación. Cuatro meses más tarde se le diagnostican tumoraciones múltiples en peritoneo (membrana que recubre los órganos abdominales). Sufre crecimiento del peritoneo y multiplicación celular ante el ataque a la integridad que ella vivió en el abdomen tras la cirugía inesperada. ¿Qué hizo su cuerpo ante este evento? Resolvió multiplicando las células de la membrana de protección del abdomen: el peritoneo. ¿Por qué en el abdomen? Porque ahí fue, precisamente, donde vivenció ella recibir el ataque (ella vivenció esa cirugía como una amputación, como un ataque, como una agresión y ante esa vivencia respondió su biología). Repito una y mil veces que no todas las personas que van a una cirugía de urgencia viven esto y generan un tumor luego en peritoneo. NO, absolutamente no. Así como no juzgo si la decisión de la cirugía si fue la correcta o no, lo que explico es que la forma en que ella lo vivió por cómo fue abordada, fue vivida como un ataque a la integridad. Y Nuestro cuerpo siempre está a nuestra disposición; resuelve aquello que nosotros no podemos hacer. Sonia tiene 42 años y está casada con Ariel. Juntos tienen tres hijas pequeñas de 4, 6 y 9 años. Conforman una familia hermosa y muy unida. Ella es profesora de yoga y él comerciante. En su familia de origen, Sonia es la quinta de cinco hermanos, su mamá falleció cuando ella era muy pequeña y su papá formó otra familia. Sonia y sus hermanos quedaron al cuidado de unas tías. Sonia tuvo una relación muy distante con su padre toda la vida, con pleitos, peleas y desencuentros, Seis meses más tarde de una pelea con su padre, que para ella fue la peor que había vivido en su historia, Sonia (diestra) desarrolla un adenocarcinoma lobulillar de mama derecha (conflicto de preocupación o pelea) de tres centímetros de diámetro. Ella consulta a su ginecóloga y deciden realizar una cirugía, radio y quimioterapia. Para ella toda esta instancia de tratamiento fue de altísimo sufrimiento. Ella siempre tuvo la certeza interior de que el tumor en la mama había aparecido luego de dicha discusión con su padre y su sentir era que estaba agrediendo extremadamente todos sus cuerpos, el físico, el emocional y el energético con ese tratamiento. La decisión de realizar el año y medio de quimioterapia no estuvo basada en una convicción, sino en una

conversación con su padre donde él le dice: “Si no haces todo lo que debes hacer, morirás y serás la responsable de que tus hijas se queden sin madre como ustedes se quedaron sin ella”. Ante esas palabras dictatoriales y sentenciantes, Sonia se sometió sin pensar y a la vez sin estar de acuerdo a todo el tratamiento, sin siquiera procesarlo, por lo cual esas vivencias fueron altamente traumáticas para ella. Finalizado el tratamiento, con grandes secuelas físicas ya que se le había realizado una extirpación completa de la mama (mastectomía), con lesión de muchas estructuras (se cortó piel, músculo, tejido nervioso y tendones), ella tenía intensísimo dolor e imposibilidad de movilizar el brazo derecho. Ya no pudo realizar más sus ejercicios de yoga, ni las actividades cotidianas. Su piel estaba muy dañada también y dos meses más tarde comienza un crecimiento de la piel del tórax en la zona de la mastectomía, como una cicatriz gigante, tejido de la dermis en crecimiento extensísimo que hizo como una coraza en el hemitórax derecho. ¿Qué fue ese crecimiento? Ella sufrió, vivenció todo el tratamiento como un ataque severísimo a su integridad. La mastectomía le dejó muchas lesiones, con la radioterapia sintió quemársele el tórax. Su vivencia fue la de sufrir el peor ataque físico que recibió en su vida. Eso impactó en su cerebelo, que le envió la orden a la dermis de crecer y reproducirse en la zona dañada para protegerse de ese ataque. Como te repito siempre, no todas las personas que realizan un tratamiento oncológico responden de esta manera. Claro que no, pero sí toda persona que vivencie ese tratamiento como lo vivió Sonia puede responder con estos tejidos de protección, haciendo crecimiento de ellos como respuesta del organismo ante tal ataque. Para recapitular, todos los tejidos (órganos) que estén asociados o dirigidos por la parte del cerebro biológico que se denomina cerebelo, que corresponden a los tejidos derivados del MESODERMO ANTIGUO, van a presentar, una proliferación celular (que veremos como una masa, una multiplicación de células y que por lo general es asintomática) y, a la vez, un aumento en la función que ejecuta el tejido en cuestión cuando se activa un programa especial con sentido biológico, eso que llamamos enfermedad, en fase de conflicto activo. Y en la fase de resolución biológica, vamos a visualizar una degradación celular (es decir, se va a ulcerar o destruir la masa que antes se armó como solución), como así también una normalización de la función del

tejido en cuestión (un ejemplo sencillo sería que el cerebro en conflicto activo entiende que necesita abrir la canilla más de lo normal, que se necesita más agua, luego, una vez resuelto, cierra un poco la canilla, para volver a la normalidad). En esta última etapa de resolución es donde, como te vengo diciendo, se presentarán la mayoría de los síntomas de lo que llamábamos enfermedad. Como vemos, los órganos (tejidos) que se han originado o creado en la primera y segunda etapas evolutivas, aquellos comandados por el tronco cerebral y cerebelo, que son los más antiguos, se comportan del mismo modo en fase de conflicto activo: generan aumento del tejido, reproducción celular o tumor o aumento de la función. Y en fase de conflicto resuelto (PCL) sucede lo contrario: reducción del tumor, cese de la reproducción celular, ruptura del tumor o normalización de la función.

Vamos a la Tercera Etapa Evolutiva. En términos evolutivos, ¿de qué etapa vamos a hablar? Ya en su nuevo medio terrestre protegido, el individuo necesita desplazarse y conquistarlo. Este fue el momento en el que los seres vivos necesitaron movilizarse y desplazarse para conquistar y explorar el medio terrestre. Aparecen otros requerimientos, otras necesidades de adaptación para el movimiento y el sostén de las estructuras. Como solución a estas nuevas necesidades, la biología desarrolla el sistema músculo esquelético, el tejido óseo, los músculos estriados, los tendones, los ligamentos, los cartílagos, los huesos, el tejido adiposo y el tejido conectivo o de sostén. También de esta etapa derivan el sistema linfático (ganglios y vasos), los vasos sanguíneos (excepto los vasos coronarios), el diafragma, el miocardio, el 90 % del músculo cardíaco, el bazo, la corteza suprarrenal, los ovarios y testículos (sin incluir células germinales). Para conquistar el medio terrestre, se necesitó erguirse, caminar, trepar, manipular, sostener, modificar el afuera para que sea apto para la supervivencia.

Acá hay un enfrentamiento con el mundo exterior. De poder modificarlo en función de nuestras expectativas o de no poder hacerlo. De poder tomar decisiones prácticas, sean correctas o no. De acertar o no. Si lo vinculamos con el ser humano, podremos decir, con certeza, que vamos a estar hablando de una etapa donde desarrolla su valoración, los conflictos relacionados a todo aquello que siente como no poder o no ser capaz. Quiero repetir que estas leyes se aplican a cualquier ser vivo. Ahora bien, como ya dije, la psique de una animal no es la misma que la nuestra. El animal, por decirlo de manera muy sencilla, vive en lo literal. Es decir: no poder conquistar un territorio es, literalmente, no poder conquistar un territorio (su psique no hace una interpretación racional de la realidad). Ahora bien, nuestra psique sí lo hace; por eso, puede vivenciar una situación simbólicamente como si no pudiera conquistar territorio y vivirla como una gran autodesvalorización, como de no ser capa. Si esto es vivido así, va a impactar en algún órgano creado en esta etapa evolutiva. Entonces, de esta tercera etapa evolutiva heredamos los conflictos relacionados a la autovaloración, la confianza en uno mismo; los conflictos de no sentirse fuerte, de sentir que no se ha acertado, de no haber podido y de no haber sido capaces. Se corresponde al aparato locomotor y de sostén. Y la parte del cerebro encargada de dar esta orden es, hoy, la correspondiente a la médula cerebral. Es esta parte del cerebro biológico, la médula cerebral, quien va a controlar a estos órganos de sostén y movilidad. Órganos (tejidos) que son los que derivan de la capa que se desarrolla en el embrión dentro del útero llamada MESODERMO NUEVO (de esta hoja embrionaria). En esta etapa, también existe la regla de la lateralidad.

En este grafico se muestra dónde se localiza la médula cerebral, o lo que estamos acostumbrados a llamar sustancia blanca. Esta imagen es como ver el cerebro cortado de costado, es un corte sagital. La médula cerebral es el tejido de los hemisferios cerebrales que queda por dentro de la corteza cerebral, que es lo externo. A continuación veras otro gráfico de la médula cerebral, este es un corte axial, de adelante hacia atrás, e incluye también los relés cerebrales (sitios en los que se codifica cada órgano). Como te expliqué con el primer gráfico del cerebro, los hemisferios cerebrales tienen una parte central y otra periférica, lo que está por dentro es lo central y corresponde a la médula cerebral

Entonces vamos a ver los conflictos que se relacionan con esta etapa de desvalorización, no poder y autovalidación. Con respecto a los conflictos de valoración, que impactan en todos los tejidos de sostén, hay que tener en cuenta que representan un tipo de excepción. El Dr. Hamer los denominó órganos de lujo porque una vez que aumentan de tamaño, el cerebro los deja más grandes que antes para reforzar el tejido que se interpretó que no servía. Es decir, a estos órganos de lujo no los va a desarmar o destruir tras la resolución del conflicto, como veíamos en las dos etapas anteriores, sino que los dejará más grandes que antes para siempre para que tengan más posibilidad y valor que antes.

Otra diferencia con respecto a las dos capas anteriores (las de endodermo y mesodermo antiguo) es que en estos órganos, el sentido biológico aparece en fase de PCL (resolución de conflicto), es decir que en fase de CA (conflicto activo) hay destrucción celular (destruir el tejido que no sirve, para luego reemplazarlo por uno nuevo más fuerte) y, tras la resolución del conflicto en fase de PCL, se hace un tejido nuevo y más grande para sustituir el tejido anterior. Ahora, con estas aclaraciones de las particularidades del Mesodermo Nuevo vamos a los ejemplos. Algunos ejemplos relacionados a la tercera etapa evolutiva son la autovaloración y los conflictos por desvalorización. Los huesos están vinculados a la desvalorización, al igual que músculos, tendones, ligamentos y cartílagos. Lo que determina que se afecten tejidos blandos como ligamentos, cartílagos y tendones, o tejidos duros como el hueso es la intensidad y duración del conflicto (la masa conflictual). A conflictos de mayor masa conflictual, se afectarán tejidos más profundos y más duros como los huesos, y ante conflictos menos intensos, se afectarán tejidos blandos y más superficiales como ligamentos, cartílagos, tendones y ganglios. Si hablamos de huesos, en fase de CA se romperá el tejido y veremos osteopenia, osteoporosis y lesiones líticas (lo que habitualmente se interpreta como metástasis líticas de tumores, o sea agujeros en los huesos (destrucción de la parte externa del hueso, llamada corteza). Si el conflicto es más profundo, habrá destrucción de la médula ósea (parte central del hueso y maquinaria productora de células sanguíneas), lo cual se manifestará con disminución de las células hemáticas y generará anemia (descenso glóbulos rojos), leucopenia (descenso de glóbulos blancos) y plaquetopenia (descenso de plaquetas). Aquí podríamos decir: “Es tan doloroso que cala hasta los huesos o hasta la médula”. Estas destrucciones de hueso en esta fase de CA son asintomáticas, es decir que cuando se está viviendo el conflicto activo, en general no se siente que eso esté sucediendo en el hueso. En fase de PCL (o sea cuando se resuelve el conflicto) hay reproducción celular para rellenar el espacio y crear un hueso más grande. Entonces veremos osteosarcomas (o tumores blásticos de hueso),

aumento del tejido, inflamación, osteomielitis, artritis, gota y dolor, así como aumento de células sanguíneas producidas en la médula que da lugar a eritrocitosis, trombocitosis y leucemias (aumentos de glóbulos rojos, blancos y plaquetas respectivamente). Repasemos. Sentimos, percibimos los síntomas en el hueso cuando el conflicto está resuelto. Comprendiendo lo que te expliqué vemos que los tumores óseos, los osteofitos (los crecimientos óseos que se ven en las artrosis), los espolones, los callos óseos, las artritis, las leucemias, los plasmocitomas y los linfomas representan todas resoluciones de conflictos de desvalorización. Ahora que ya comprendiste esto, agrego otro concepto: el hueso afectado nos va a orientar sobre la temática del conflicto y a quién o quienes está relacionada nuestra vivencia de desvalorización. Antes de describir cada impacto puntual (es decir cada hueso o tejido de esta etapa y el tipo de conflicto que aloja), te quiero aclarar que cada estructura puede ser afectada también por un conflicto de desvalorización local como un accidente, un golpe, una cirugía, etc. Por ejemplo, si el cerebro vive un diagnóstico de Cáncer en la mama como desvalorización local de esa mama enferma, aumentan de tamaño los ganglios relacionados a esa mama (y se produce lo que llamábamos metástasis ganglionares”), o si el cerebro interpreta un golpe en el hueso del brazo como una desvalorización porque el brazo queda golpeado e inútil, desarrolla el programa biológico de emergencias que dará origen a una destrucción local en ese hueso. Ahora comprendiendo esta generalidad, vamos a detallar todas las situaciones particulares que pueden representarse en cada estructura del esqueleto. Calota (cabeza) y columna cervical: autodevaluación intelectual, insulto contra nuestro intelecto, ideas, conocimientos, opiniones, formas de pensar. Columna cervical: tengo que ceder, tengo que bajar la cabeza ante determinada persona o situación. Cavidades orbitarias: desvalorización local, como que te digan que tus ojos son horribles.

Mandíbula: desvalorización por no ser capaz de morder por estar en desventaja, por ejemplo, una persona me agrede, y yo no pude reaccionar; alguien me estafa y yo no pude hacer nada. En este caso en fase de CA, al haber destrucción del hueso, los dientes se aflojan, de hecho pueden caerse piezas dentales, la encía se retrae y vemos que el cuello del diente se hace más evidente, lo que habitualmente se llaman encías retraídas o parodontosis (representan conflictos de no poder dar la mordida). En PCL veremos inflamación y dolor en las zonas afectadas. Esternón: desvalorización local. En el esternón, por algo que sucede en el tórax. Por ejemplo, diagnóstico de enfermedad del corazón, alteración de un estudio cardíaco como ecocardiograma o ECG. Costillas: desvalorización local; por ejemplo, luego de un accidente o de una cirugía como mastectomía (extracción completa de mama). Hombros: no ser lo suficientemente buen padre, buena madre, buen hijo o buena pareja, dependiendo de la lateralidad, en general con sentimiento de culpa. Para una persona diestra, el hombro izquierdo representa madre, hijos y nido. El hombro derecho pareja, pares, lo social y el trabajo. Para una persona zurda, la interpretación es al revés. Brazos y codo: conflicto de desvalorización por no ser capaz de retener o abrazar a alguien (lado interno), no ser capaz de echar a alguien (lado externo). Siempre recordar la lateralidad como expliqué antes. Muñeca, manos y dedos: desvalorización por torpeza manual, por falta de habilidad para realizar una tarea con las manos; desvalorización porque una persona se me va de las manos; por ejemplo, situaciones con un hijo, siento que se me va de las manos; desvalorización por no haber podido agarrar a alguien o a algo que quería, atrapar un trabajo, un sueño, etc. Vértebras dorsales: desvalorización central, desvalorización por todo, afecta la personalidad por completo, sentimos que no valemos nada, en un todo en general nos sentimos desvalorizados, la mochila que llevamos es muy pesada.

Vértebras Lumbares/Sacra: desvalorización por no sentirse apoyado o no haber apoyado a alguien, desvalorización por sentirse solo para sostener algo o a alguien, (la familia, el trabajo, la economía o lo que sea). Se siente que lo sostiene todo solo. Pelvis y hueso púbico: desvalorización sexual. En cualquier forma real o metafórica. Articulación coxofemoral: desvalorización por no soportar más, no soportar más el peso de una relación, una pareja, mis hijos, un trabajo, una enfermedad, lo que sea. Tener la vivencia de no aguantar más eso. Rodillas: desvalorización en el desempeño físico, no he sido lo suficientemente ágil en lo deportivo u otra actividad. En general, habla de un deseo de haber podido ser mejor, de no ser tan bueno como los otros, etc. Tobillos y dedos del pie: desvalorización porque los pasos que doy en la vida no son bastante buenos. También, desvalorización por no poder bailar, saltar, desplazarse, caminar. Planta del pie: desvalorización por no poder echar o patear a alguien o algo. Desvalorización por pisar un sitio que uno no quiere; por ejemplo, vivir una vida que no es la que quisiera, vivir en un lugar que no quiero, mas estas situaciones vivenciadas desde la desvalorización por sentir no poder hacerlo de otra manera. Y te repito que, además de estos conflictos, cada estructura puede alojar un conflicto de desvalorización local por un hecho puntual en ese hueso; ejemplo un accidente o enfermedad. Ahora, con esta información, tienes herramientas para razonar procesos tan comunes como los dolores articulares, de artritis y de artrosis. Recuerda siempre que el dolor y la inflamación aparecen en fase de resolución. Si entro y salgo reiteradamente del dolor, es porque el conflicto se reactiva o porque entro en lo que llamamos raíles, o porque la decisión terapéutica para ese proceso no es la correcta y me hace volver a través de esa medicación a la fase de conflicto activo, o porque estoy agregando conflicto de túbulos colectores renales, es decir conflicto de sentirme solo, abandonado, incómodo, como un pez fuera del agua

en esta situación y el riñón retiene líquido para devolverme a mi medio original que es el agua, para protegerme, hace que la fase inflamatoria sea más sintomática. Ese líquido que estoy reteniendo se va a acumular en los tejidos que están en proceso y el dolor aumentará hasta tornarse insoportable. Con esta información, ya puedes intentar interpretar este tipo de situaciones, buscar qué es lo que está manifestando tu cuerpo, qué soluciones a ese conflicto puedes encontrar o qué escenarios creativos puedes generar para que tu cuerpo no necesite hacer esta expresión. Te voy a nombrar varias veces el conflicto de túbulos colectores del riñón, que si bien pertenece a la etapa endodérmica, es el que empeora todos los dolores. Te recuerdo que estos túbulos alojan el conflicto de abandono, prófugo, sentirse solos o incómodos. La activación de este programa de túbulos colectores mientras transcurre la fase inflamatoria de otro programa hace que el dolor se haga insoportable e insostenible. El dolor debe ser naturalmente tolerable. Si no lo es, es porque se está reteniendo líquido (como, por ejemplo, por la activación del conflicto de túbulos colectores agregado). En mi experiencia, cuando hay diagnóstico de enfermedad y, sobre todo, presencia de dolor, siempre activamos este conflicto porque estamos incómodos fuera de nuestro estado natural que es la salud. ¿Y para qué nos sirve esta información? Para tener herramientas para bajar el dolor y la retención de líquidos. ¿Cuáles? Hacer que la persona se sienta cómoda, acompañada, amada y asistida desactivará la retención de líquido desde el riñón y, por lo tanto cederán los síntomas y el dolor se hará tolerable. Claramente, desde todos los puntos de vista, el AMOR SANA. Sana el amor. Seguimos con la tercera etapa. A continuación, verán otros ejemplos de tejidos que fueron creados en esta tercera etapa evolutiva de desarrollo, la del MESODERMO NUEVO, donde se manifiestan otros conflictos de desvalorización. Tejido Adiposo: este tejido es de sostén y en el mismo también se asientan conflictos de desvalorización; por ejemplo, desvalorización por sentirse muy gordo o deformado. El tejido adiposo va a comportarse igual que el hueso: en conflicto activo habrá destrucción, y en fase de resolución habrá crecimiento para generar más sostén y luego quedará más grande de lo que era porque el cerebro

lo deja como órgano de lujo, para que sea más fuerte que antes. Un ejemplo que observamos con mucha frecuencia es la celulitis, a la que tanto le tememos las mujeres. Pues no es más que la curación pendiente del conflicto de desvalorización local, que genera un círculo vicioso que aumenta y disminuye el tejido graso. ¿Cómo sucede? A una mujer (el conflicto no es excluyente de las mujeres, mas tal vez nosotras nos permitimos compartirlo) no le gustan sus caderas, las mira con desvalorización porque son más anchas de lo que quisiera que sean (otro tema serían los prototipos físicos impuestos, mas exceden a este apartado). La mujer se mira al espejo y en su mirada desvaloriza sus caderas, ahí el tejido adiposo entra en conflicto y destruye, más cuando continúa el día se olvida de sus caderas y el conflicto se resuelve. Justo ahí, en la resolución, habrá aumento del tejido graso en forma de reparación. Cuando vuelve al otro día al espejo nuevamente entra en conflicto de desvalorización, y así, sucesivamente, el tejido graso rompe, luego resuelve y regenera, y sigue en un círculo que da como resultado la celulitis. Una y mil veces volveré a lo mismo. El AMOR SANA, SANA CON AMOR. La biología no necesitará expresar muchos de sus programas biológicos que llamábamos enfermedad si nos miramos y miramos al otro con compasión, con amor, con aceptación hacia mí y hacia todo y todos los que me rodean. Sigamos con otros tejidos que fueron creados en esta tercera etapa evolutiva. Ovarios y testículos (no la parte germinal productora de ovocitos, sino la parte de sostén llamada tejido intersticial): en ellos se asientan los conflictos de desvalorización por pérdidas profundas, como la pérdida de hijos, compañeros, mascotas, etc. En fase de Conflicto Activo (como en todo el mesodermo nuevo), habrá pérdida de tejido (necrosis) que, como la mayoría de veces, pasa desapercibida y no tiene síntomas. En mujeres, habrá disminución de la producción de estrógenos por este tejido, lo que se ve manifestado como amenorrea (falta de menstruación); puede haber también disminución de la libido o deseo sexual, que también se puede presentar en hombres por descenso de la producción de testosterona por el testículo. Una vez resuelto el conflicto en fase de PCL, se regenerará la pérdida de tejido y dará lugar a un quiste de ovario o testículo que tardará aproximadamente 9 meses en madurar. Luego de este tiempo, se verá un Cáncer de testículo u ovario sólido. Con esta información

entendemos que esta etiqueta diagnóstica, el Cáncer de ovarios y el de testículos, aparece o se manifiesta tras la resolución de un conflicto de desvalorización por pérdida profunda. Según se manifieste del lado derecho o izquierdo sabremos a qué vínculo se relaciona; es decir, está regido por la regla de la lateralidad. Este programa de pérdida profunda fue el programa biológico vivido por el Dr. Hamer tras la muerte de su hijo. Él desarrolló un Cáncer de testículos meses después de ese hecho traumático. Esa situación lo lanzó a la búsqueda de una relación entre lo vivido y lo que su cuerpo expresaba y terminó en la investigación más grande y maravillosa en la historia de la medicina. Agradeceré eternamente al Dr. Hamer por haber dado su vida para que nosotros hoy podamos tener este conocimiento. Gracias, gracias, gracias infinitas en nombre de la humanidad.

Te voy a seguir compartiendo historias de vida que constituyen ejemplos de cómo funcionan estos tejidos derivados del Mesodermo Nuevo, que se crearon en la tercera etapa del desarrollo y que reciben en general los impactos por conflictos de desvalorización. Liliana tiene 56 años, es docente, mama de tres hijos y abuela de Santino que tiene 3 años. Está casada con Alberto. Dos años antes de la consulta, le diagnostican un tumor de mama izquierdo posterior al accidente de su hijo menor. Le realizan una mastectomía (extracción total de la mama), luego radioterapia y un año de quimioterapia. Fue un año muy duro para ella, de grandes malestares físicos y emocionales. Ella era una mujer muy activa y toda su vida se transformó desde que tuvo el diagnóstico. Dejó su trabajo, en su casa contrataron a una señora para que la ayudara con las tareas diarias, ya que sus malestares de vómitos, cansancio y síntomas asociados al tratamiento le impedían hacerlas. En el primer tiempo, sus hijos se trasladaron a vivir con ella para ayudarla, pero a los 6 meses debieron retomar sus trabajos y sus vidas habituales. No podía jugar con su nieto debido a los dolores y malestares. En ocasiones, debió internarse. Se le cayó todo el cabello. La palidez, la espalda cada vez más encorvada por el cansancio, la tristeza y la diminución de su movilidad le hacían sentir que en unos meses se había transformado en una persona discapacitada con el aspecto de una anciana. Sentía que como mujer

había sido transformada: desde la mastectomía, ella sintió que le amputaban su femineidad. No se sentía atractiva, perdió el deseo sexual, decidió dejar el lecho matrimonial y dormir separada de su esposo para evitar todo contacto. Tras finalizar ese año durísimo, se hace estudios de control y aparecen imágenes osteolíticas (degradación de hueso), lesiones óseas múltiples en tórax, columna dorsal y cadera derecha. Su valoración estaba por el piso, no podía soportar más la situación, no se podía sostener más. ¿Qué sucedió? Su sistema de sostén y valoración respondió de la manera que sabe, para lo que fue creado. ¿Cómo ejecutó el programa la biología? Haciendo una úlcera en la etapa conflicto activo. ¿Para qué hace una necrosis o destrucción en el hueso? Necesitamos comprender que la biología debilita o fragiliza algo para que luego salga más fortalecido (para estar más fuerte en otra oportunidad). Su biología hace una destrucción en el tejido involucrado para eliminar eso que ya no sirve porque está desvalorizado para que, luego, cuando el conflicto esté resuelto, cuando ingrese la etapa de reparación, esa zona sea rellenada y quede más grande; la zona afectada será más fuerte, podrá sostener más, podrá dar mejor función. Este es el trabajo de los que el Dr. Hamer llamó órganos de lujo, dentro de los cuales está el tejido óseo. Tras haber vivido un programa biológico, el cerebro deja a estos órganos más grandes que antes. Esta forma de comportamiento solo sucede en los órganos derivados de la capa embrionaria llamada Mesodermo Nuevo. Los huesos de Liliana, fieles a disposición de ella, se transforman para ayudar a sostener lo que ella no puede. Recordemos que para el cerebro no hay diferencia entre lo metafórico y lo real. Es lo mismo que no pueda sostener un peso real o simbólico, si estoy cargando un peso concreto o si vivo una situación como si estuviera cargando un gran peso. No importa la situación sino la manera en la cual yo la vivo. Ese, como dije varias veces, es uno de los grandes hallazgos del Dr. Hamer y es fundamental comprenderlo. Volvamos a Liliana. Los impactos en el tórax estaban relacionados a su vivencia de desvalorización local por la mastectomía, los de la columna dorsal a la desvalorización por un todo, por sentir que esta situación había arrasado, literalmente, con su vida, y los impactos en la cadera derecha estaban relacionados a la vivencia de sentir no poder sostener la enfermedad y todo lo relacionado a ella

Otro ejemplo. Martina tiene 20 años y es bella, sensible y armoniosa. Ama el trabajo comunitario, el servicio al otro y es colaboradora de múltiples ONG de ayuda a la ecología, el medioambiente, la desnutrición y la defensa de los animales. Es un ser de luz, angelado en su aspecto físico. Es la hija mayor de una familia en la cual el valor de lo material es lo que impera, valores completamente diferentes a su ser y sentir. Se relacionó siempre con un círculo social con el pensamiento similar al de su familia. La mentira, la competitividad y la eficiencia en términos económicos era lo que importaba. A los 17 años, al finalizar el secundario, Martina se alejó de sus amigas. Me contó en una consulta que no disfrutaba de los encuentros, que las charlas le parecían horribles y que no podía comprender el pensamiento de sus amigas. Tras su alejamiento, vivió múltiples episodios de bullying en todos los aspectos. Destrozaron su ser cientos de veces con desprecios y habladurías. Situación, esta, que Martina no podía comprender. No entendía que una persona pudiera hacerle eso a otro ser humano. Para Martina, fueron meses de mucho sufrimiento y aislamiento. No encontraba consuelo ni en su hogar ni en el afuera; que ya ni existía. Dos años más tarde, en un trabajo para niños con desnutrición, conoce a un chico y se enamora por primera vez. Jamás había sentido que alguien la hubiera reconocido y valorado. Nadie la había hecho sentir como él. Ahora, sentía que valía para alguien, que para alguien ella era maravillosa. Seis meses más tarde, comienza con dolor en la cadera derecha. Luego, una masa palpable. Le diagnostican un osteosarcoma de fémur (tumor del hueso). ¿Cuál es la interpretación de esta situación según la Nueva Medicina? En conflicto activo de desvalorización, el hueso fue haciendo necrosis-destrucción (reitero que el hueso pertenece a los tejidos que el Dr. Hamer llama órganos de lujo: cuando estos se reparan quedan más fuertes que antes de que sucediera el conflicto). En el conflicto activo, el hueso de Marina fue destruyéndose para eliminar tejido que no sirve para que, cuando el conflicto sea resuelto, el hueso se regenere con mayor cantidad de hueso nuevo, para que se engrose y se haga más grande y más fuerte. Ese hueso refleja el sostén y la valoración y sirve para que ella tenga más posibilidad de sostén y valoración (más hueso, más células). En conflicto activo, es decir cuando estaba viviendo los desprecios, cuando ella vivenciaba tales desprecios como desvalorización

por no poder sostener más esas relaciones (otra persona podría haber vivido eso como una traición, como una gran guarrada, como una cagada, y afectar otro tejido). Ella lo vivió desde la desvalorización seguramente por su historia familiar, donde siempre sintió que no hacía nada bien). Cuando ella no podía resolver ese conflicto, intentaba mirar para otro lado, no darle importancia, alejarse, distanciarse, aislarse y poner su mente en otras cosas y buscar soluciones provisorias sin resultados. Le daba vueltas y vueltas al problema en su cabeza en busca de alguna salida. Con el conflicto activo en su mente (su pisque), su cerebro y sus huesos, ella no sentía síntomas físicos. En conflicto activo, su hueso se estaba de a poco desarmando porque buscaba una solución, fortalecerse. Martina estaba en simpaticotonía: no dormía y bajaba de peso fácilmente. Tenía el sueño desarmonizado pero con una extraña sensación de vitalidad (ya vimos que para resolver un conflicto necesitamos estar vitales). ¿Cuándo se resuelve el conflicto? Cuando aparece este chico que se maravilla con ella, con quién ella se siente única y valiosa. Obviamente, fue una solución provisoria para Martina. Porque la valorización, la autovaloración, no depende de la mirada del Otro. Fue un paso previo a eso. Es como cuando rompemos con una pareja, una solución provisoria puede ser entrar, rápidamente, en otra relación. No deja de ser una solución provisoria, pero hay que valorarla como solución. También, claro, para Martina fue una solución porque ella logró elegir un vínculo amoroso. Es decir, habla de que Martina rompe con un patrón y elige otro. No es casual que elija a ese chico. No solamente que él la elige, ella también elige una persona con la cual vincularse desde el registro, la aceptación y la valorización. Entonces, ¿qué hacen los huesos de Martina una vez que el conflicto está resuelto? ¿Qué manda a hacer en el cuerpo, en los huesos, en la médula cerebral que es quien gobierna los tejidos derivados del Mesodermo Nuevo? La necrosis en los huesos es reemplazada por tejido nuevo. Esa es la orden de la médula cerebral, hacer nuevo tejido en donde antes se había necrosado o destruido. Y precisamente en ese momento y lugar se forma el tumor. Un tumor de un gran tamaño. ¿Por qué de gran tamaño? Porque Martina venía con este conflicto de desvalorización hacía muchísimo tiempo. No solo era intenso, sino también de larga data. Entonces, como el conflicto fue largo e intenso, la solución

biológica, es decir el tumor, fue muy grande, con largos meses de dolor e inmovilidad. Los síntomas de reparación fueron muy intensos y duraderos. Para Martina (como para mí y espero que eso suceda también en ti), conocer las leyes de la Nueva Medicina fue un renacer. Logró comprender lo que hacía su cuerpo. Se liberó de estrés y de miedos. Le permitió a ella ser su propio sostén. Una vida diferente comenzó para ella a partir de ese momento. Porque, a su vez, Martina tuvo y tiene la disponibilidad interna, la decisión emocional y espiritual, de revisar sus mecanismos de conducta y así darse cuenta de por qué y para qué ella vivió escenarios de desvalorización, de lo que ella hizo para que eso suceda, de su responsabilidad. Pudo tomar consciencia, ver su realidad. Pudo desarrollar el perdón hacia ella misma y hacia los demás, pudo comprender que lo que le hicieron sentir esas personas, es porque ellas estaban en un lugar de tanto dolor y tanto miedo que no tenían otra manera de vincularse, que ante todo, el daño era hacia ellas mismas, que estaban mostrando en el afuera, en sus actitudes, lo que les habitada en su interior. Pudo comprender que no se lo hacían a ella, que nada es personal, que es lo que esas personas se pueden dar a sí mismas. Una maravillosa transformación de crecimiento y sanación en la vida de Martina sucedieron luego del conocimiento de las 5 Leyes Biológicas.

Recapitulemos. Todos los tejidos (órganos) que derivan de la capa llamada MESODERMO NUEVO están dirigidos por la parte del cerebro biológico que se denomina médula cerebral, que es la que anatómicamente llamamos sustancia blanca cerebral, es decir, lo que está por dentro de la corteza cerebral. Cuando se activa un programa especial con sentido biológico, eso que llamábamos enfermedad, en etapa de conflicto activo va a aparecer una degradación celular (que veremos como una destrucción o necrosis y que por lo general es asintomática). Y luego, en la etapa de resolución biológica, vamos a visualizar una proliferación de células. Se va a tapar lo destruido y veremos la masa, el tumor. En esta etapa de resolución, se van a presentar los síntomas como dolor, edemas, cansancio y agotamiento. Seguimos con el desarrollo filogenético, con las etapas evolutivas. Vamos a pasar a la cuarta etapa evolutiva.

Cuarta etapa de evolución En esta etapa, el individuo entra en comunicación con otros individuos para lograr la vida en manada. Aquí, se desarrollan todos los órganos y sistemas que nos relacionan con los otros. En esta etapa, hay que perfeccionar nuestros órganos sensoriales para recibir toda la información, para percibir rápido la información peligrosa. Aquí, tenemos que comunicarnos y convivir con otros seres para sobrevivir. Es decir, hablamos de la etapa de la vida en relación o de la vida en manada. Es la etapa más evolucionada del desarrollo. Su información está plasmada en la última hoja embrionaria en desarrollarse, llamada Ectodermo. Ahora, con la aparición del ectodermo, tenemos todo el embrión completo formado, con sus cuatro hojas o capas: el Endodermo, Mesodermo Antiguo, Mesodermo Nuevo y Ectodermo. A partir de estas hojas derivarán todas las células, tejidos y órganos que forman nuestro cuerpo humano, hojas que reciben la información de la etapa del desarrollo evolutivo en la que se crearon y, por lo tanto, tienen la memoria o el registro de los conflictos relacionados a ese momento de la evolución. ¿Te das cuenta por qué decía que es de vital importancia comprender la embriología? Es vital comprender que en nuestro desarrollo intrauterino se forman estas capas que nos van a dejar plasmados en los órganos el desarrollo de los millones de años de la evolución, y que nos explican que cada órgano sabe para qué fue creado y cómo tiene que actuar ante la vida cotidiana y ante la emergencia o los conflictos. ¿Te das cuenta de que se trata de lógica biológica? Todo tiene sentido porque nos muestra que nuestra creación como seres vivos es perfecta, pero se encuentra en el contexto del desarrollo evolutivo; que tenemos millones de años de vida en el planeta que nos preceden. Nos muestra cómo fuimos convirtiéndonos en seres cada vez más complejos y evolucionados. LA NATURALEZA ES TOTALMENTE SABIA. Toda solución ganadora en la historia se trasladará de generación en generación de la misma especie y de otras. ¿Te das cuenta por qué? Te contaré hasta el cansancio que estas Leyes Biológicas se cumplen en el 100 por ciento de los casos y están completamente diseñadas en coherencia. No hay falla. Todo es

perfecto. ¿Cuándo fue que pensamos que el cuerpo se olvida, que la creación se olvida de su funcionamiento y empieza a autodestruirse? Eso no tiene lógica biológica. Una vez más, le expreso mi infinito agradecimiento al Dr. Hamer por poner de manifiesto estas leyes que son absolutamente evidentes en toda la Naturaleza. Continuemos. Todo sigue una lógica biológica. En primera instancia, estuvimos en el agua: nacimos como seres vivos en el AGUA. Luego, pasamos a la tierra y una vez adaptados al nuevo medio, hubo que protegerse para sobrevivir en esas condiciones. Cosa que se hizo. Hubo que armar un cuerpo que pudiera responder a los requerimientos del entorno para desplazarse (a estas etapas corresponden las anteriores tres hojas o capas embrionarias de nuestro cerebro biológico). Una vez que se formó este nuevo cuerpo con posibilidades de adaptarse al contexto, trasladarse por sí mismo y manipular, conquistar y modificar el entorno; viene la última etapa, que es la etapa de relación con el Otro, es decir, los pares, los de la misma manada y los de las otras: hacer contacto con el otro, vincularnos con todos los conflictos asociados que eso trae. Perfecto. De esta cuarta etapa, en la que se formó el Ectodermo, heredamos los conflictos más nuevos y evolucionados, que son conflictos más complejos que los conflictos arcaicos iniciales que eran los de supervivencia básica. En el ECTODERMO, se identifican las posibilidades de reaccionar ante situaciones peligrosas (de ahí derivan los conflictos de miedo), la posibilidad de ponernos en contacto con otros (de lo cual derivan los conflictos de separación), la posibilidad de luchar en el territorio (de ahí derivan los conflictos de territorio). Resumiendo, los conflictos heredados de esta etapa evolutiva se pueden agrupar en 3 grandes rasgos: conflictos de separación, miedo y territorio. Los conflictos de SEPARACIÓN están relacionados con el contacto que quiero y no tengo, el contacto que tengo y no quiero. Se viven en términos vitales: el contacto que me arrancaron, el tener que estar cerca y no querer o el tener que estar lejos y no querer. La separación puede ser desde el contacto directo literal o de movimiento, el querer acercarse o alejarse. Los conflictos de TERRITORIO están relacionados con querer espacio, sentir amenaza. Tienen que ver con la pérdida de territorio, identidad o pertenencia en el territorio, límites, contrariedad, enojo

en el territorio, frustración en el territorio, etc. Los conflictos de MIEDO son los que surgen frente al peligro que viene (miedo frontal), o frente al peligro de ser sorprendidos por detrás (miedo por la nuca). Embriológicamente, el cerebro biológico aquí llega a su mayor desarrollo. Es, en términos de temporalidad, la etapa más nueva de la evolución. La parte del cerebro que se desarrolla en esta etapa y que coordinará los órganos derivados del ectodermo es la llamada corteza cerebral. La corteza cerebral es la parte más externa de los hemisferios cerebrales. Vimos en la etapa anterior que la médula cerebral es la porción central de los hemisferios, la corteza es lo externo, también llamada sustancia gris. Los órganos derivados del ectodermo se encontrarán regidos también por las leyes de la lateralidad (en una persona diestra su hemicuerpo izquierdo aloja los conflictos en relación a madre hijos y nido y su hemicuerpo derecho aloja conflictos sociales, de trabajo, con pares, con parejas; en una persona zurda la interpretación es al revés). Estos órganos alojarán conflictos relacionados con lo que quiero y debo, como dijimos antes, conflictos de separación-miedo-territorio. Los órganos que derivan de esta cuarta etapa EVOLUTIVA de vida en manada, que derivan de la última hoja en formarse en el embrión llamada ectodermo, son los siguientes: Epidermis: se trata de la piel superficial, la capa más externa de la piel, la que me contacta con los otros y con el medio. Periostio: es el tejido más externo de los huesos, es la piel del hueso, el tejido con mayor sensibilidad del hueso. Mucosa: es una tela que recubre labios, paladar, encías y lengua, membranas nasales y de los senos paranasales, oído interno, cristalino, córnea, conjuntiva, retina, cuerpo vítreo, esmalte dental, conductos galactóforos de las mamas, mucosa de los dos tercios superiores del esófago, de la curvatura menor del estómago y de la parte distal del recto, recubrimiento de los conductos biliares y la vesícula biliar, mucosa laríngea y bronquial, cuello uterino y vagina, recubrimiento de pelvis renal, vejiga, uréter, y uretra. Recubrimiento de arterias y venas coronarias (vasos sanguíneos del corazón).

Como verás, si lees detenidamente cada estructura que te nombré, más aun si te sientas a visualizarlas en un gráfico, verás que la mayoría son estructuras que nos conectan de algún modo con el afuera. Y de eso se ocupa el ectodermo, de la vida en relación a la manada. En el siguiente gráfico verás la corteza cerebral, que es la parte de los hemisferios cerebrales que está por fuera de la médula cerebral que vimos en la etapa anterior. Y es la estructura del cerebro que coordina y dirige a los órganos derivados del ectodermo. El siguiente es un gráfico de corte axial, es decir de adelante hacia atrás, con los relés de cada órgano (el sitio en la corteza que codifica o aloja la información de cada órgano).

¿Cómo transcurren las dos fases en estos tejidos derivados del Ectodermo?

En la fase de conflicto activo de la enfermedad (que ahora ya sabemos que es un programa biológico especial), los tejidos (órganos) que derivan del Ectodermo y que a su vez son controlados por la corteza cerebral van a disminuir la función que suelen ejecutar normalmente y puede ser que, en esta primera etapa del programa, produzcan una reducción celular o ulceración del tejido. Cuanto más intensa o más prolongada en el tiempo esté la situación conflictual, que hace que el conflicto sea más grande, más ulceración del tejido (degradación celular) habrá, y más detenida y bloqueada va a estar la función que el órgano ejecuta. En fase de resolución de conflicto PCL se volverá la función a la normalidad y habrá aumento de tejido rellenando la úlcera que se generó en el conflicto activo. Como verás, los órganos más nuevos se comportan funcionalmente como los de la etapa anterior, los del Mesodermo Nuevo: en conflicto activo tendrán disminución celular y le agregamos ahora disminución de la función y en conflictolisis o resolución del conflicto, lo inverso, es decir, relleno, aumento de células y recuperación de la función. Al observar el funcionamiento de los órganos y relacionarlos con las etapas evolutivas correspondientes en las que se fueron creando, el Dr. Hamer dedujo asertivamente que el cerebro se divide a su vez en dos partes: cerebro antiguo y cerebro nuevo. El cerebro antiguo está formado por el tronco cerebral y el cerebelo que son quienes dirigen los órganos derivados del Endodermo y el Mesodermo Antiguo (es decir las etapas más antiguas de la creación). Los órganos derivados de estas capas se van a comportar de la misma manera en las dos fases del programa biológico (en conflicto activo crecen y en resolución disminuyen). El cerebro nuevo está formado por la médula cerebral y la corteza cerebral que son quienes dirigen los órganos derivados del Mesodermo Nuevo y el Ectodermo (es decir las etapas más nuevas de desarrollo). Los órganos derivados de estas capas se comportarán de la misma manera en las dos fases del programa biológico (en conflicto activo disminuyen y en resolución aumentan), a la inversa del comportamiento del cerebro antiguo. Veamos unos ejemplos en relación a los tejidos derivados del ectodermo para ir entendiendo. Fiama es una mujer soltera, de 32 años que no tiene hijos. Es una abogada con múltiples doctorados, exigente y autosuficiente. Siempre había

estado en relaciones de pareja que no le representaban demasiado compromiso, ya que no se encontraban en sus planes de vida el matrimonio ni la maternidad. Su energía estaba puesta en su profesión. En enero de 2014, durante la presentación de su doctorado más importante en Londres, conoce a Steve, un joven de 20 años, artista plástico, bohemio, dulce y soñador. Joven de quien se enamora y con quien siente, por primera vez en su vida, perder el control. Ella cambia sus planes de regreso, decide quedarse indeterminadamente en ese país apostando a esta relación. En enero 2015, Steve le plantea cortar la relación ya que decide irse a vivir a Italia en donde comenzará una gran gira de arte que durará dos años: la oportunidad de su vida de hacer exitosas sus creaciones. Fiama se sintió destruida por esta noticia grave, dramática e inesperada y decidió retornar a Buenos Aires, su ciudad natal. Tras meses de angustia, sin interés en conocer ninguna pareja y sin deseo sexual, gracias a una gran fortaleza se recupera, comienza otras actividades, conoce amigos y forma un círculo social en el cual se siente a gusto y contenida. A los 8 meses de su vuelta comienza con sangrados vaginales, picazón y dolor local. Ante estos síntomas, ella decide ir a una consulta médica. Tras hacer estudios ginecológicos, le diagnostican un carcinoma epidermoide de cuello de útero. ¿Cuál es el sentido biológico del cuello de útero? Porque, como te dije tantas veces, en nuestra biología todo es creado con un sentido y una función precisos. El cuello del útero (llamado cérvix) es un órgano desarrollado a partir de la capa embrionaria más nueva: el Ectodermo. Como te dije, en esta última etapa se generan los conflictos más nuevos, aquellos relacionados a la vida en manada. Los conflictos que aloja este órgano están representados por la frustración sexual: el cérvix uterino representa el territorio de la hembra, y usamos un lenguaje bien biológico o animal porque se está hablando de un conflicto biológico, algo que excede a la psicología. Es el mismo programa que se activaría en una loba si vive el mismo conflicto, solo que una loba lo vive solo en términos reales y un ser humano en términos reales y simbólicos. El conflicto sería: “el macho no viene a copularme a mi territorio”, como así también en lo metafórico: “el macho no cubre mis necesidades emocionales o económicas”. Decimos que es simbólico porque en la naturaleza es el macho el que provee el alimento. Yo puedo vivenciar, por ejemplo, una relación donde soy mujer y

dependo económicamente de mi esposo, que me manipula con el dinero. Y puedo vivenciarlo de tal forma entre dos personas del mismo sexo, dos mujeres, y una de ellas sentir que la otra es el macho. Esto es biológico, no psicológico, y menos hay que mirarlo desde una perspectiva social, cultural, moral, etc. Este código biológico está grabado en nuestro genoma, en nuestro cerebro, no importa mi creencia. Volviendo a Fiama, a este conflicto de territorio con tonalidad femenina, ante esa frustración sexual, ¿qué hace? Mientras el conflicto está activo, su cérvix se ulcera (esto sucede en general de manera asintomática). También puede haber en esta etapa inapetencia sexual (es decir disminución de la libido) y amenorrea (falta de menstruaciones). ¿Para qué se ulcera el cérvix en fase de conflicto activo de frustración sexual? Es decir, ¿cuál es el sentido biológico de esta ulceración? El cerebro lo hace con un sentido preciso, no al boleo o porque enloqueció o falla la fisiología. Se ulcera para aumentar la superficie, para agrandar el espacio, para tener más territorio para poder atraer más al macho. Ella, ante el evento inesperado de que su compañero corta la relación, la deja, la abandona o deja de elegirla), entra en conflicto activo de frustración sexual y desea atraer al macho. Al principio, está dándole vueltas al asunto, entre la tristeza y la depresión, entre el enojo y el resentimiento: con un conflicto activo sin resolución. De alguna manera, no acepta lo sucedido y quiere retener al exnovio, quiere atraerlo de alguna forma. Y esa es la información que recibe el cerebro biológico: por eso ulcera el cuello de útero, hace en la biología lo que ella hace en la psique: generarse espacio para que el macho vuelva a su territorio. Luego, se enoja, pero sigue en conflicto. Así que la biología sigue en conflicto activo, ya que la biología solo puede entrar en fase de resolución si se halló una solución concreta al conflicto. El cerebro solo acciona hacia adentro, hacia fuera, en el exterior, solo se puede tomar decisiones y acciones concretas mediante la psique. Hasta que ella puede transitar el duelo y comenzar a resolver. Una de las formar de resolver un conflicto es perder interés en eso que, precisamente, nos lo activó. Y eso es lo que comienza a hacer Fiama: vuelve a Argentina y su interés pasa del novio a su nueva vida, como solución provisoria hasta aceptar lo sucedido. Aceptar realmente. Ahí, el conflicto se resuelve. Ahí, entonces, la biología entra en marcha. El cerebro biológico, en este caso la corteza cerebral, es quién manda al cuello

de útero (cérvix) y le ordena REPARAR lo que hizo en la etapa de conflicto activo. ¿Qué hizo? Un hueco (úlcera) que ahora tiene que tapar. Entonces, esa úlcera se rellena y se repara. El relleno de esa úlcera, ese bulto, esa masa que ahora es visible es lo que se biopsia y que vamos a llamar carcinoma de cérvix ¿Qué es, literalmente, un carcinoma de cérvix? Un crecimiento de células de la mucosa del cuello del útero que están en forma mayor a lo habitual, que crecieron rápido rellenando esas úlceras. Eso es lo que sucede en términos biológicos. La biología no tiene juicio, es neutral. El cerebro no dice es mala la úlcera y es malo rellenarla. No, dice que es necesaria una solución. Ahora, a esa proliferación celular nosotros podemos ponerle, como lo hacemos, una etiqueta con la correspondiente valoración: Cáncer, algo malo está pasando. ¿Qué tal si en lugar de que alguien le hubiese puesto el sentido de malo a ese crecimiento celular, lo hubiera llamado relleno de la úlcera? Es decir, un relleno como consecuencia inevitable, con sentido biológico, de lo que anteriormente sucedió. Esa aparición tumoral no nos daría miedo y evitaría muchos conflictos secundarios al diagnóstico de algo maligno; como, en efecto, luego le sucedió a Fiama. Una cosa es ver que algo malo y terrible se expande en nuestro cuerpo sin sentido, sin que sepamos para dónde y de qué manera se puede ramificar y, por lo tanto, hay que intervenir ya, y de la manera más agresiva posible (ya que agresivo es el invasor). Y otra cosa es ver en la misma imagen un proceso con sentido biológico, con una lógica biológica, con unas leyes que lo sostienen y que se pueden verificar en cada caso, un proceso que nos dice que vivimos un gran conflicto, un gran sobrestrés biológico que tuvo su impacto no solo en la biología sino también en la psique. Este es un conflicto al que le encontramos una solución biológica y, una vez resuelto, la biología dispuso de una ingeniería fisiológica perfecta para reparar lo que pasó mientras la etapa de conflicto estuvo activo. Luego de esa etapa le siguió la de reparación, es decir: que eso que podemos etiquetar como malo, podemos verlo como reparación biológica, el cuerpo reparando. Tenemos estas dos realidades: o el cuerpo está fallando o el cuerpo está reparando. Para mí, la única realidad posible, es decir, verificable según estas leyes en el 100 % de los casos es que el cuerpo está reparando. De eso no tengo dudas: la biología está reparando. Como te digo siempre, no quiere decir que no haya que acompañar estos procesos, que no necesitemos tratamientos. Eso es otro tema que no abordaré en este apartado. Es una

realidad que hay que buscar soluciones al cuerpo físico, calmar los dolores, detener los sangrados, extirpar tumores muchas veces, independientemente de la herramienta que utilice. Pero la manera de abordar el proceso y de hablar con el consultante será completamente diferente si tengo esta información. Volviendo al diagnóstico de Fiama, ahora puedes comprender que el tumor de cérvix aparece en resolución de conflicto y es relleno de úlcera. Perfecto, ¿entonces por qué en esta etapa de resolución en general se presenta sangrado? Porque ese relleno de úlcera, al inicio, es como un revoque grosero cuyo tejido excedente será eliminado por los microcirujanos naturales, que son nuestros gérmenes, para que así el tejido, es decir, el cuello del útero quede igual que antes del conflicto (es como que el relleno inicial fue un relleno grosero y luego se lijará para llevar la superficie a la normalidad). ¿Y qué gérmenes viven en el Cérvix Uterino, quiénes son esos microcirujanos naturales en este tejido? La familia de virus llamados HPV, sí, el virus del papiloma humano. Estos son una gran familia de virus, y son los responsables de la reparación de este tejido, de llevarlo nuevamente a la normalidad, es por eso que, en las mayorías de las biopsias de Cáncer de Cérvix, el HPV es positivo. No porque este sea el causante de la enfermedad, sino porque es quien está trabajando en fase de reparación. Si en esta fase tomamos la foto, la biopsia, en la fase de reparación de este conflicto siempre veremos estos gérmenes accionando, por lo tanto hallaremos el HPV positivo. El mismo tipo de conflicto (frustración sexual) y toda la explicación anterior aparecen en todas las llamadas lesiones de cérvix, como los CIN y las alteraciones del PAP. Todas responden a este tipo de conflicto de frustración sexual, pero vivido con menor intensidad. Si la intensidad es mayor, veremos un carcinoma de cérvix, si es menor una neoplasia intraepitelial llamada CIN o solo HPV positivo en el PAP. Para resumir, el sangrado en este caso es por eliminación del tejido sobrante, se da en reparación, así como la inflamación y el dolor corresponden todas a esta fase de PCL. Me quedó pendiente explicar por qué en la fase de conflicto activo Fiama presentó disminución de la libido (deseo sexual) y amenorrea (falta de menstruaciones). Esto sucedió porque el lugar que recibe el impacto de conflicto de frustración sexual en el cerebro (corteza cerebral) es el lóbulo temporal, que es el sitio desde donde se activa la liberación de hormonas

femeninas, por lo tanto disminuye la liberación de estas hormonas mientras el conflicto está activo, lo cual disminuirá consecutivamente el deseo sexual y alterará el ciclo menstrual, manifestaciones que se recuperarán tras la resolución del conflicto. Vamos a otro ejemplo. Gerardo tiene 76 años, está casado con Alicia hace 50 años y ambos viven en una pequeña localidad de Buenos Aires, en las afueras de la gran urbe. Ellos son docentes de alma, corazón y vísceras; revolucionarios para su momento. En su juventud, con gran anhelo de modificar el sistema educativo. Sintiendo que lo masificado, lo igual para todos, el premio y el castigo, lo desconectado de la necesidad de cada persona no son la fórmula para el aprendizaje y el acompañamiento amoroso de los niños, crearon una pequeña escuela rural en la cual amalgamaron una forma de educación diferente, más similar a lo que sería una pedagogía en libertad. Trabajaron mucho para ese sueño, se privaron de múltiples comodidades, pasaron noches sin dormir para conseguir cada ladrillo de aquella escuela. Vivieron con cada familia que les dejo a sus niños. Este hermoso proyecto, con el pasar de los años, fue creciendo. Creciendo cada vez más, con más niños y más familias. Creciendo con el desarrollo de su propia familia, ya que tuvieron 3 hijos: Ana, Juan y Salvador, quienes crecieron en ese entorno y luego realizaron sus estudios universitarios en Ciencias Económicas y Ciencias de la Educación. Todos formaron parte de la gran empresa familiar, con varias sucursales de espacios de educación con esta modalidad en múltiples ciudades. Antes de que Gerardo cumpla 76 años, sus hijos organizaron una reunión familiar. Ahí le dan esta noticia: ellos, los hijos, consideraban que Gerardo y Alicia estaban muy mayores para continuar en el trabajo que ya era administrativo, y estando ellos tres tan bien formados académicamente y preparados para continuar con la empresa familiar, no era necesaria su presencia. Les dicen que dediquen esos años a disfrutar de la buena economía que se habían generado, que no les iba a faltar nada, que todo lo que necesitaran iba a ser cubierto pero que querían hacer unos papeles con abogados para organizar nuevamente la empresa y que ellos sean los directores. Gerardo se entera de que ya estaba todo organizado: a partir del día siguiente podía dejar de concurrir a su oficina. Imagínense el impacto en Gerardo.

Para Gerardo, este fue un hecho grave, inesperado, dramático y vivido en soledad; es decir, con todas las características de un shock biológico. Automáticamente, cambió de estado: pasó noches sin dormir, con angustia, con enojo, masticando la situación, con su mente rumiando sobre el mismo pensamiento. Finalmente, tras pensarlo durante meses decide que la decisión de sus hijos es la mejor. Llega a la conclusión que, tal vez, él no se había dado cuenta y no tenía edad para tanto estrés. Es así, entonces, que comienza a viajar con Alicia y a crear una nueva vida. ¿Qué sucede luego de estas situaciones? Revisemos. Primero recibe ese mazazo inesperado, ese shock que lo descoloca. Luego, hace un duelo de la situación y la acepta; es decir, le encuentra una solución a aquel conflicto. Integra la situación que vivió de otra manera y decide rearmar su vida. ¿Qué pasa luego de estos acontecimientos? Ocho meses después de haber aceptado realmente la situación, cuando la situación deja de ser un conflicto para convertirse en una oportunidad de vivir de otra forma, es decir que encuentra una salida al conflicto, Gerardo comienza a tener episodios de sangrado en la orina (hematuria). Ante lo cual, obviamente se alarma. Hace consulta médica y luego de varios estudios le diagnostican un carcinoma transicional de vejiga. Pensemos en la vejiga, en el sentido biológico de la vejiga. ¿Para qué fue creada? La vejiga almacena la orina que proviene de los riñones (para eliminarla luego a través de la uretra). Vayamos al mundo animal, que ahí está la información. ¿Qué hace el animal con la orina? Veamos un perro nomás. Cuando va olfateando y orina, ¿para qué? Sí, lo sabemos, claramente lo sabemos: para marcar su territorio. La vejiga es un órgano de territorio, como toda la vía urinaria. Basta para entenderlo el solo hecho de mirar a los animales que orinan para marcar su territorio. En el caso de Gerardo, ante la noticia de la decisión de sus hijos, sintió una invasión de su territorio. Para el hombre, diferente que para la mujer (y esto es una cuestión biológica y no moral ni psicológica), el territorio está afuera (para la mujer, es interno). El territorio con el cual estaba identificado Gerardo era su empresa familiar de espacios de educación. Era su creación, su conquista (como un lobo que conquista y protege su territorio). ¿Qué sintió Gerardo ante el evento inesperado, dramático que fue aquella noticia? Sintió querer demarcar los límites del territorio (fue la vivencia que él tuvo, al contrario

de la esposa que, en este caso, sintió una liberación y por eso no impactó en su biología; recuerden que no importa el evento sino el contenido emocional que cada uno le ponga a ese evento o situación). ¿Cómo lo vivió Gerardo? Básicamente, le invadieron el territorio, se lo ocuparon. Eso activó el conflicto. El conflicto biológico ante el cual estaba Gerardo era el de tener que marcar su territorio. ¿Cómo? Recordemos la tríada: algo impacta al mismo tiempo en psique, cerebro y órgano. Y esos tres niveles van a estar haciendo lo mismo dependiendo de la fase en la cual se encuentre la enfermedad (el programa especial, temporario, con sentido biológico). ¿Qué intentaba su psique? Ver cómo marcar territorio, rumiando en pensamientos, buscando alternativas y resistiendo. ¿Qué hizo el cerebro? Activó un programa en un tejido que tiene que ver con la vivencia de Gerardo, ya que esa es la información que recibía de la psique de Gerardo: alguien me está invadiendo el territorio. Entonces, tengo que orinar más y demarcar lo que es mío. Tengo que generar más orina. Con el conflicto activo, el cerebro biológico, en este caso a través de la corteza cerebral, que es la parte que comanda la vejiga, le da la orden a ese tejido de agrandarse para retener más orina. ¿Cómo genero más orina? Para eso, necesito aumentar el tamaño de la vejiga, hacer más vejiga. ¿Cómo se hace? Ulcerando la vejiga (generando más espacio, úlceras que al inicio son asintomáticas) para aumentar su capacidad. Y este es el sentido biológico: lograr un mayor almacenamiento para tener más orina para, precisamente, marcar más el territorio. Mientras Gerardo le dio vuelta, sin encontrar salida, al asunto, se resistió, se enojó, no podía adaptarse a esa situación, rumiaba su mente en torno a ese pensamiento. Su psique estaba en actividad buscando cómo marcar ese territorio y su cuerpo estaba haciendo lo mismo. Un día, en un instante, a Gerardo le cae la ficha. Su ficha no es la ficha que le tiene que caer a todos. La psique de Gerardo, por las razones que fueran, encuentra que la mejor salida a ese conflicto es no luchar por marcar un territorio que, entiende, ya no es necesario proteger, que no es necesario identificarse con eso con lo cual estuvo identificado toda su vida, y que, además, le puede encontrar otro sentido a su vida, es decir, encontrar otro territorio. Ahí resuelve el conflicto en su psique. Al resolver, la biología puede entrar en la etapa postconflictolisis (PCL); es decir, pasa a la fase de Reparación. Entonces, Gerardo resuelve el conflicto porque encuentra otro sentido en su vida. Ahí, el Cerebro Biológico ordena rellenar el espacio que antes se abrió, por lo

que esa úlcera es rellenada por el mismo tejido de la vejiga, porque ya no necesita tener vejiga más grande. Ese relleno de reparación es lo que llamamos tumor o carcinoma transicional de vejiga. ¿Por qué aparece sangrado en la orina de Gerardo? Porque en ese momento, los microcirujanos naturales, los gérmenes, van a actuar para eliminar el tejido sobrante. Siempre el sangrado es en fase de resolución, al igual que la inflamación y, por lo general, el dolor. El mismo tipo de conflicto, que es la demarcación de límites en el territorio, es el que desencadenará en fase de resolución las infecciones urinarias, las cistitis y las pielonefritis. El sentido biológico es el mismo, la diferencia de que la respuesta sea una inflamación o un tumor, como te explico siempre, dependerá de la masa conflictual o intensidad y tiempo de duración del conflicto. Volviendo

a

Gerardo,

él

recibe

un

diagnóstico

de

lo

que

convencionalmente llamamos carcinoma de vejiga. Insisto: una etiqueta no es solo una etiqueta. Lleva implícito un juicio de valoración, una supuesta lógica que le da un sentido a lo que vivimos. Lleva implícito, en nuestro inconsciente, posibilidades. ¿Qué es posible y qué no es posible? Una etiqueta abre unas posibilidades y clausura otras. Por eso es tan importante el diagnóstico: lo que estamos nombrando, la manera de hacerlo, es siempre condicionante. Cáncer es sinónimo de que el cuerpo está fallando, lo cual es sinónimo de una posible muerte. Decir que el cuerpo está reparando es sinónimo de vida; no de muerte. Y acá no se trata de generar falsas expectativas o dar falsas esperanzas. Claro que no. Se trata de nombrar, lo más certeramente posible, lo que nuestra biología está haciendo. De ajustarnos a nuestra biología para no activar otros conflictos asociados al diagnóstico. Luego, la sanación y la curación van a depender, como ya dije y seguiré diciendo, de múltiples factores. Ajustarnos a nuestra biología no solo le abre otras posibilidades reales a la persona que transita lo que llamamos “Cáncer” (o cualquier otra enfermedad), sino que también nos abre otras posibilidades terapéuticas a los médicos y profesionales de la salud para tomar mejores decisiones y usar de la mejor manera posible todas las herramientas que están al alcance. Vamos a otro ejemplo. Celina tiene 46 años. Está casada con Hugo y juntos tienen 2 hijos. Es licenciada en publicidad y trabaja en una empresa en la cual tiene gran

reconocimiento por sus logros laborales. Un día, suena el teléfono de su oficina. Atiende, como de costumbre y una voz femenina le pregunta si es la Sra. Celina X. Ella responde que sí. La voz le dice: “Quiero comunicarle que hace tres años soy la amante de su marido, que tuvimos un hijo que ya tiene un año y que no soporto más que esto esté oculto y tampoco puedo creer que usted no se dé cuenta”, y le cortan el teléfono. Esa noticia fue grave, dramática, inesperada y vivida en soledad. ¿Qué dice ella en la consulta, cómo nombra esa experiencia? El lenguaje es un plano físico donde se hace visible nuestro verdadero sentir: ella verbalizó que en ese momento sintió que le habían arrancado a su marido. Es decir, no sintió una traición, no sintió que fue algo no pudo digerir, no sintió que fue una guarrada, sino que sintió que se lo arrancaron de su pecho. Las palabras que usamos para nombrar lo que vivimos no son casuales. Meses más tarde, ellos se separan. Celina hace terapia y concluye que su relación de matrimonio hacía años que no funcionaba, que cada uno estaba en su mundo, poniendo la libido en aquello con lo que cada uno estaba identificado y conseguía valoración y reconocimiento. Ella concluyó que así como ella se dedicó a su trabajo, su marido se enamoró de otra mujer. Es decir, que de verse como una víctima de la situación y transitar la tristeza, el enojo, la impotencia y el resentimiento, pudo alejarse de lo que había pasado y ver cuál era su responsabilidad en el proceso, cuál era el verdadero acuerdo vincular que tenían con su compañero, cuál era su verdadera relación: ninguno de los dos se registraba, y así como ella desplazó hacia el trabajo toda su necesidad (y mirada, mirada que jamás fue hacia él; es decir, su pareja jamás representó un par que pueda sostenerla y protegerla como lo hacía el trabajo, por ejemplo), así lo hizo ese hombre hacia otra mujer (mirada que jamás puso en Celina). Tras la separación, ella sintió gran alivio. Vivenció algo que antes no había notado, que había convivido con un extraño. Dos meses más tarde se palpa un nódulo en la mama derecha. Bochita que se estudia Y cuyo diagnóstico es un Cáncer ductal de mama derecha. Otra vez y como te repito siempre, en primer lugar hay que preguntarse: ¿cuál es el sentido biológico del órgano que está expresando el programa que llamábamos enfermedad? ¿Para qué fue creado? En este caso hablamos de las mamas, específicamente de una parte de ellas, los llamados conductos

galactóforos, que son los encargados de trasladar el alimento, la leche materna, desde el lobulillo mamario donde se produce al pezón, es decir acercan el alimento a la cría. El tener esta información nos ayudará a comprender qué es lo que la biología está haciendo y por qué, es decir, cuál es el sentido de esa transformación en el cuerpo. En los mamíferos, las mamas han sido creadas como el órgano para asegurar la supervivencia de la especie (los diferentes tejidos que conforman las mamas, hoy con todo su desarrollo, fueron apareciendo en las distintas etapas evolutivas, por lo cual en el mismo órgano se fueron agregando tejidos más complejos a medida que fuimos evolucionando como especie). A través de las mamas, logramos la protección de las crías, del nido, nutrir al otro, contactar con el otro. Entonces, ¿qué tejidos conforman las mamas? Tenemos un tejido que produce la leche (serían los lóbulos y lobulillos mamarios), hay un tejido que conduce y transporta la leche (que son los conductos galactóforos, éstos nos unen con el otro), hay un tejido de sostén y consistencia (tejido conectivo y adiposo), un tejido que recubre (piel), más los sistemas que dan sensibilidad como las terminales nerviosas, los que transportan nutrientes y desechos como arterias, venas y linfa. Cada uno de esos tejidos deriva de distintas etapas evolutivas; es por esto que cada tejido está comandado por un área específica del cerebro biológico y, por lo tanto, responde a conflictos y a necesidades diferentes. Lo cual hará, como consecuencia inevitable, que dependiendo del conflicto biológico en el que estemos, la respuesta biológica se vea en un tejido o en otro. Lo que explica con total coherencia que no es casual que un tumor se desarrolle en el lobulillo, en el conducto o en la piel, sino que dependerá del tipo de conflicto vivenciado. Es nuestra vivencia ante esa situación, la interpretación racional que hace la psique de lo que vivimos lo que nos llevará a vivir una situación de una determinada manera; y eso es lo verdadero para nosotros. . Ahora bien, ya sabemos que el tejido afectado depende de mi vivencia. A esto agregamos que dependiendo de cuál mama se trata (derecha o izquierda) y de si la persona es diestra o zurda, va a estar dando señales de qué tipo de conflicto vincular hablamos. Por ejemplo, para una mujer diestra, en la mama izquierda van a asentarse los conflictos relacionados al nido, a la madre y a los

hijos; y en le mama derecha los vinculados a los pares, pareja, padre, cuestiones sociales y trabajo. En una mujer zurda la interpretación es al revés. Volviendo a Celina, que es una mujer diestra, su diagnóstico es carcinoma ductal de mama derecha. El tejido afectado son los conductos mamarios (los conductos galactóforos). Te repito que estos son los encargados de trasladar la leche de las glándulas hasta el pezón. Es decir, son los que comunican a la hembra con la cría, son el vínculo, son los que unen, gracias a estos conductos la leche llega desde su área de producción (los lobulillos) a la cría, que es como decir que es este conducto como un hilo que conecta a la madre (quién produce el alimento) con las crías (quién lo recibe). Entonces, en estos conductos se asientan conflictos de separación (como puede ser el sentimiento de que han arrancado a alguien de mi pecho). Cuando sucede, los conductos comienzan a ulcerarse (a romperse también) en conflicto activo. Mientras la mente de Celina estaba en el conflicto activo, en ver cómo reconectar con su pareja y cómo seguir juntos, su cerebro biológico enviaba la orden a los conductos mamarios de ulcerarlos, romperlos para guardar esa leche para que no se pierda porque el vínculo no está por la separación; guardar la leche para cuando la cría se recupere, tenerla disponible. Mientras su pisque estaba en ese conflicto activo, también lo estaba la biología. Y cuando hay una resolución concreta y práctica, entonces la biología puede entrar en la etapa de reparación. Mientras duraba el conflicto activo, el cuerpo de Celina seguía ulcerando los conductos mamarios. Cuando ella encuentra la solución a su conflicto, hace terapia, decide la separación real e internaliza que ellos ya no eran una pareja hacía tiempo, comprendiendo que lo mejor era (para ellos) no estar juntos, esas úlceras que formaron los conductos se comienzan a rellenar. Se reconstruye el tejido epitelial que forman los conductos y ahí aparece el tumor o carcinoma ductal de mama”, como resolución de conflicto o PCL El sentido biológico de lo que llamamos carcinoma ductal de mama aparece en conflicto activo. Se ulceran los conductos para que no se derrame la leche que no va a ser utilizada por la separación con el vínculo, para guardar el alimento para cuando se recupere el vínculo. Y esta fue la manera que Celina tuvo de vivir ese evento, porque eso es lo que hace que estas leyes sean verificables, entre otros factores, en el 100 % de los casos: no que ante un

determinado evento se activa tal enfermedad, eso no es así, esa visión responde más a mirada psicosomática de la enfermedad que no se ajusta a la realidad. No. Ante la misma interpretación de la realidad, ante el mismo contenido emocional, ante la misma vivencia, ante esa información que recibe el cerebro es que se va a desplegar la misma solución biológica que compartimos con todos los seres vivientes, solución que, como vengo diciendo, está programada y estructurada en nuestro cerebro biológico, en nuestras células, en nuestros genes y en nuestro ADN, para garantizar nuestra supervivencia vital Celina resuelve al conflicto. Ante el conflicto resuelto vemos el tumor de mama, el carcinoma ductal de mama. Este tumor, que representa casi el 90 % de los tumores mamarios, resulta de un conflicto resuelto. Esta información es valiosísima. No debería ser anecdótica, sencillamente porque no lo es. El 90 % de los Cánceres de mama que se diagnostican, se detectan y diagnostican cuando el conflicto está resuelto, es decir, cuando la biología entró en la etapa de reparación. El “carcinoma ductal de mama” es reparación; repito: REPARACIÓN. En conflicto activo, hay úlcera asintomática y pérdida de la sensibilidad local (el sentido de la pérdida de sensibilidad es no sentir intensamente la separación) para facilitar el olvido de la separación. Cuando el conflicto se resuelve, como te dije, aparece el nódulo o tumor; el dolor y la inflamación aparecen para REPARAR. Y acá, en función de mi experiencia, de mis consultas, de vivencias de amigas, familiares, consultantes y muchas mujeres que veo diariamente desde hace mucho tiempo, me voy a permitir ser más enfática y categórica. No digo que lo que digo sea una verdad absoluta, pero sí digo que creo que es verdadero: qué diferentes serían las consultas y las salas de esperas de ginecología y oncología si le dijéramos a una mujer con un carcinoma ductal de mama, que a través de su cuerpo expresó y resolvió un conflicto de separación y no que su biología enloqueció, que tiene una proliferación anárquica de células, que su cuerpo la está matando y hay que accionar de manera urgente porque esas células la están devorando. No decirle que hay una urgencia de amputarle las mamas, órgano simbólico para la identidad y valoración de la mujer. No hablarle así, decretando el miedo y la muerte, sino nombrar lo que en realidad la biología manifiesta, y así le manifestaríamos lo maravillosa y perfecta que son la

Naturaleza y la biología. Le contaríamos lo que su cuerpo está haciendo, cómo su cuerpo está a su disposición, cómo su cuerpo le permite adaptarse a sus vivencias, cómo le da la chance de revisar su realidad vincular, su manera de vincularse con el Otro, cómo su cuerpo hizo lo que ella no pudo hacer y ahora, después de que ella resolvió, cómo su cuerpo también está resolviendo y reparando, cómo su cuerpo expresa síntomas que la conducen a la reparación, cómo esa enfermedad que podemos ver como un peligro y un enemigo, en realidad es una oportunidad, una aliada. El cuerpo es el espejo del alma. No tiene el alma otro lugar dónde expresar aquello que nos sucede, lo expresa en la materia, en el cuerpo, en el único sitio donde lo podemos ver. LA BIOLOGÍA ESTÁ A NUESTRA DISPOSICIÓN Y A NUESTRO FAVOR. JAMÁS ESTÁ NI ESTARÁ EN CONTRA NUESTRA. Repito. No digo que no tengamos que acompañar el proceso, no digo que no haya que tratar los síntomas ni el tumor. No estoy juzgando una terapéutica. Eso es otra cosa. Hablo de lo importante de comprender lo que sucede y cómo transmitirlo. Aunque nos incomode. Así lo experimento en mí, diariamente. Así lo experimento en mi familia, diariamente. Así lo experimento en mis consultas, diariamente. Otro mensaje me trae a mí esta estadística, que claramente se evidencia en las consultas oncológicas, donde el tipo más frecuente de tumor en las mujeres es el Cáncer de mamas. La gran mayoría de estos cánceres son carcinomas ductales, donde, como expliqué antes, se asientan los conflictos de separación. Es fácil deducir que uno de los conflictos que más frecuentemente vivimos como Humanidad es el de separación, la vivencia de sentir que nos han arrancado a alguien de nuestro pecho. ¡Qué información tan valiosa! Si vivenciamos las situaciones de separación de esta manera, claramente como individuos, como familia, como sociedad y como humanidad estamos viviendo en el pego y el control, ambos hijos del miedo. ¿Qué nos está sucediendo a los seres humanos que necesitamos apegarnos tanto a las cosas y a las personas? ¿Cómo estamos viviendo, que en el momento en una persona, un trabajo, una labor no está, lo vivenciamos como que nos lo han arrancado? Si lo cierto es que

nada ni nadie nos pertenece, que no somos dueños de nada ni de nadie, que tenemos que lograr confiar en que todo es un plan perfecto, divino y superior y cada situación es un aprendizaje a capitalizar. No sirve apegarnos, la llave es fluir y confiar, sabiendo que nada me faltará jamás porque somos Merecedores de la Plenitud por Derecho de Nacimiento. Todo el resto es rollo de nuestra construcción mental. Tenemos miedo a que se vayan las personas, porque no nos sentimos íntegros, no internalizamos que los hijos son hijos de la vida, que las personas nos acompañaremos unas a las otras hasta que esos ciclos terminen, que nada de eso está mal y que no es desamor sino todo lo contrario es Amor Verdadero Incondicional. Otra reflexión que me surge, es que las mejores campañas destinadas a la prevención del Cáncer de mama y todos los Cánceres, deberían estar más orientadas al crecimiento interior, a la sanación de nuestros niños heridos, a la conexión con nuestra esencia y con nuestro verdadero propósito de vida, a limpiar el sentimiento de carencia y escasez que nos hace apegarnos a todo y todos. Al sanar el Alma, el Espíritu y la Mente expresaríamos menos programas de conflicto en el cuerpo físico. El Dr. Hamer decía una frase que comparto en un 100 %: Los seres humanos enfermamos por miedo, apego y control. Y realmente es así y es ahí donde tenemos que poner el foco para que nuestra biología (nuestro cuerpo) no tenga que sacar su as bajo la manga que es el programa biológico de emergencias y así desarrollar esta transformación que llamábamos enfermedad.

Voy a hacerte otra aclaración. Como di ejemplos de tumores que aparecen en resolución de conflicto, voy a repetir este concepto sobre la resolución de los conflictos que ya vimos en la Segunda Ley, pero que es importante comprender. Lo que sigue no es la Tercera Ley, pero es una explicación conceptual para que sigas comprendiendo. Como te contaba más arriba, la biología solo ingresa en la etapa de reparación, es decir que la enfermedad ingresa en su segunda etapa si y solo si el conflicto que activó la enfermedad ha sido resuelto, de una u otra manera, consciente o no, por acción o por omisión, porque yo hice algo o dejé de hacerlo,

porque Otro hizo algo o dejó de hacerlo, porque se encontró una salida provisoria o porque se encontró una solución ganadora, por lo que fuera, como sea, la solución concreta al conflicto ocurrió. Esa solución es la información que debe recibir SÍ o SÍ el cerebro para poner en marcha la etapa de reparación. Obviamente que si la solución al conflicto es provisoria, si el conflicto no se disuelve sino que persiste, el cerebro no va a desarmar la solución biológica que encontró, es decir, no va a desprogramar la enfermedad hasta que la solución real al conflicto sea hallada,. Es así de sencillo. Esto es lo que se llama conflicto pendiente: la persona permanece en conflicto activo con síntomas de simpaticotonía, es decir sistema adrenérgico, de lucha y huida, activo porque no ha podido resolverse el conflicto o porque no se resolvió completamente. Permanecer en un conflicto intenso activo de estrés permanente durante largo tiempo puede ser fatal para el organismo y causar la muerte por agotamiento emocional, físico y mental de la persona. El cuerpo consume la energía vital y muere por agotamiento de los sistemas y órganos. Un ejemplo que sirve para graficar esto son los pólipos intestinales. Conflicto de bocado indigesto de miércoles, algo que se vive como una mala jugada. Este conflicto vivenciado repetidamente hará que se formen constantemente pólipos. A la persona le extraen un pólipo intestinal y, a los meses, otro y así sucesivamente. Habitualmente, desde una mirada convencional, le decimos al paciente que tiene predisposición a hacer pólipos. ¿Predisposición? Muchas veces, cuando la Medicina no le encuentra otras razones a lo que sucede, cuando no encontramos alguna causa que nos permita ponerle un nombre a lo que manifiesta el cuerpo del paciente, recurrimos a la causa genética, a esta predisposición genética. Lo cual es un supuesto. Ahora bien, desde esta visión, podríamos nombrar lo que pasa de otra manera. Es decir, podemos comprender el sentido biológico de lo que pasa y en función de eso que el cuerpo expresa, comprender la vivencia que experimenta la persona en cuestión, nosotros, los consultantes activos, podemos hacer coincidir lo que realmente nos pasa con lo que se nombra (algo vital para los seremos humanos: la coincidencia entre lo que pasa y lo que se nombra). Así, podemos decir que aquella persona, cuya biología manifiesta una y otra vez pólipos, vivencia las situaciones como que la joden (en términos biológicos, diríamos que la persona

vivencia un enojo por una guarrada, siente que la jodieron), y traslada eso a la biología: su cerebro envía la orden a las células del colon de que se repliquen para eliminar eso que la persona no logra deshacer. Sacarse el pólipo le resuelve el momento, pero no la base del conflicto. Hay que rever su historia, su modo de reaccionar ante las cosas que no le gustan, sus impactos emocionales. Si no aborda su realidad emocional y sus vivencias, continuará haciendo pólipos cada vez mayores. Acá aprovecho para comentar otra vez algo. Si revisamos la historia clínica de esta persona que repite la formación de pólipos intestinales, tal vez podamos encontrar en la parte de antecedentes familiares que su padre lo hacía y también su abuelo. Aquellos antecedentes nos permiten abonar el supuesto de la predisposición genética. Heredamos la enfermedad. Desde la comprensión que nos brindan estas Leyes Biológicas, podemos entender que no se hereda la enfermedad como un mal. Ya que la enfermedad es un programa especial con sentido biológico, es decir, una herramienta que tiene nuestra biología para hacer esta experiencia terrenal, para vivir en la Tierra, resolver conflictos, adaptarse y evolucionar. Está en nuestro ADN como solución biológica en caso de emergencia. Lo que se hereda es la manera de vivenciar ciertas situaciones. Es como si a uno lo pusieran, o como si uno encajara en una personalidad determinada que nos condiciona a vivenciar la realidad de cierta forma y generar tal o cual contenido emocional de esa interpretación. Me podrás decir que en las enfermedades que llamamos hereditarias se encuentran alteraciones genéticas determinadas que son tangibles y están plenamente identificadas. Pero mi percepción con respecto a estos genes que encontramos alterados, mutados o diferentes es que es real y hay una asociación válida, pero la diferencia de esta interpretación es que los genes son la consecuencia y no la causa, son las vías a través de las cuales el cuerpo puede ejecutar la orden, lo que heredamos primero es la forma, el mandato el contenido psíquico de la conducta y luego la biología ve como hace para materializar la respuesta, y para modificar el tejido altera los genes. Este es mi sentir que, como repito siempre, no es una verdad absoluta sino que es eso en lo que yo, personalmente, encuentro la lógica. Estos patrones heredados son condicionamientos que tanto el médico como el consultante necesitan hacer conscientes para poder desarticularlos.

Recomiendo le lectura del libro del biólogo Bruce Lipton titulado La Biología de la Creencia para profundizar en esta temática. Ahora sí, seguimos con la Tercera Ley, la del desarrollo de los tejidos Ectodérmicos (Cuarta etapa evolutiva: la vida en manada) Vamos con un ejemplo muy claro y frecuente del comportamiento de los tejidos ectodérmicos: el de la epidermis. La epidermis (la capa más superficial de la piel) Representa nuestro gran órgano de contacto, la que nos une al mundo exterior pero también la que nos separa. El conflicto que se asienta en este órgano es el de separación/contacto. Un conflicto vivido como que me arrancaron de la piel: un contacto que quiero y no tengo o un contacto que tengo pero no quiero, miedo a perder un contacto. En general, se trata de un contacto corporal con una persona, mas también puede ser contacto con uno mismo, contacto con una situación o contacto con un objeto. Como vimos anteriormente, como este tejido deriva del ectodermo, en la etapa de conflicto activo produce una ulceración (pérdida celular), descamación que lleva a hipo-sensibilidad (disminución de la sensibilidad), la piel se torna áspera y fría, puede acompañarse de amnesia o pérdida de memoria a corto plazo que es producida por una disociación de las células cerebrales en la corteza sensorial. El sentido de la ulceración y la descamación es disminuir la sensibilidad y así sentir menos la separación. La amnesia tiene el mismo el sentido biológico, al no recordar momentáneamente la separación se hace menos dolorosa, por lo tanto se sufre menos. En la etapa de resolución, hay restitución celular, regeneración de la piel, enrojecimiento, picazón dolor, edema (retención de líquido), estos síntomas inflamatorios locales se deben a la fase de PCL. Ejemplos de lo que suele aparecer en esta fase son los exantemas, las dermatitis, las urticarias, el rash, los eczemas y las verrugas. Un ejemplo muy cotidiano de este programa es la dermatitis de los niños. Ejemplo del contacto que quieren y no tienen. Por ejemplo: un niño despierta y espera encontrar a su mamá, que no está porque se fue a trabajar temprano.

Conflicto de SEPARACIÓN. Está su cuidadora, pero él esperaba estar con su mamá, ya que es la rutina. Se presenta ese hecho inesperado para él. Cuando su madre regresa, el niño que estaba en conflicto activo, resuelve. Recién ahí resuelve, porque por más que le dijeran que su madre volvería, solo tendría la certeza al verla. Pocas horas después de resolver el conflicto, desarrolla la inflamación de la reparación y aparece la dermatitis. La dermatitis es la reparación de un conflicto de separación de contacto. En general, si ponemos al ser humano en posición fetal, toda manifestación que se encuentre hacia adentro, en la cara ventral, representa el contacto que quiero y no tengo (se mantiene contacto corporal con el pecho y el abdomen con las personas que queremos) y lo que se expresa en lo dorsal, el contacto que no quiero y tengo. La afección de la cabeza o la cara, en general, se asocia a un conflicto local: falta de caricias ahí en ese lugar. El dorso de los pies se trata de lo que quiero atraer y las plantas de lo que quiero patear o alejar, por citar algunos ejemplos. Como podrás observar, di ejemplos anteriormente con los casos de carcinomas de cérvix, de vejiga, de conductos ductales de mama y programas de epidermis. Expliqué cómo estos tejidos en conflicto activo disminuyen sus células y hacen úlceras para luego, en la etapa de resolución, rellenar esas ulceraciones y generar reproducción celular o tumor e inflamación. Mas también expliqué que los tejidos de esta etapa evolutiva del ectodermo pueden, en conflicto activo, disminuir o bloquear su función con un sentido concreto. Ahora vamos a ver ejemplos de programas biológicos donde lo que sucede es una modificación de la función del órgano y no de la estructura. Una reducción de la función es que la función del órgano se ve detenida, el órgano no ejecuta la función para la cual fue creado sino que hace lo contrario, o bien disminuye significativamente esa función. Un ejemplo de esto es la diabetes. En el caso de esta etiqueta o enfermedad (ahora ya sabemos que es un programa biológico especial desarrollado en situación de emergencia), en general, hay una reducción del nivel de la hormona insulina debido a una disminución en la producción de la misma por las células beta de los islotes

pancreáticos. La insulina es una hormona que habitualmente reduce el nivel de azúcar en sangre, ya que actúa como una llave que abre la cerradura de las puertas de las células del cuerpo para que la glucosa (azúcar) pueda entrar desde la sangre y ser utilizada como energía. Si falta o disminuye la insulina, tanto aumenta la glucosa en sangre. Ante la presencia de un conflicto de resistencia, oposición o rechazo a algo o a alguien (como por ejemplo, rechazar a una persona, una situación, un cambio, un trabajo, una escuela, un jardín; ser forzado a hacer algo que no quiero o luchar contra algo o alguien) las células beta de los islotes entrarán en conflicto activo y bajarán su función, ergo, generarán menos insulina y, entrará menos glucosa a las células en general para que haya más glucosa en sangre; es decir, más energía o alimento disponible a fin de que los músculos puedan aumentar su tono y actividad y así resistir, oponerse y luchar. Una persona con diabetes, en general, nos habla de disconformidad, de algo que no quiere, de algo que tiene que hacer pero no desea, de una resistencia a un tipo de autoridad que se impone, de un estado de lucha. Está claro que lo que digo es en general. Ahora bien, en mi experiencia, lo que yo veo es lo que describo. Veamos un ejemplo de esto. Ramiro tiene 21 años y es soltero. Es el único hijo de una mamá sola. Su padre los abandonó cuando tenía un año. Tuvo una infancia difícil, con grandes dificultades económicas. Su mamá trabajaba casi jornada completa en una casa de familia para llegar, con suerte, a cubrir las necesidades básicas. Aquella mujer, con gran esfuerzo, logró que él realice sus estudios. Ramiro fue siempre muy agradecido con su mamá, respetuoso, amable, responsable y honesto. A los 17 años, comenzó sus estudios en comercio exterior y obtuvo el mejor de los promedios. Fue un excelente alumno y el orgullo de su madre. A los 21 años, logra un trabajo a través de una beca en una entidad financiera. Al principio, parecía un trabajo prometedor donde él podría desarrollar una gran carrera. Pasados seis meses, por una escucha casual de una conversación de su jefe (al cual él admiraba) descubre que la empresa es una farsa, que todo lo que él hace sirve a largo plazo para lavar dinero. Esa escucha para él fue terrible. Todo su esfuerzo, inteligencia y dedicación estaban siendo utilizados con un fin de estafa y lavado de dinero. Él, que se veía en la encrucijada de no poder prescindir de

su sueldo, ya que con ese sueldo mantenía a su madre, en ese momento enferma. A los meses, Ramiro, desarrolla el programa especial que llamamos diabetes. ¿Cuál es el conflicto biológico? Un conflicto de oposición y rechazo. ¿Dónde necesita resistir y dónde los esfuerzos que hace no le alcanzan? Necesita más fuerza para resistir (se encontraba en la encrucijada de irse y perder el trabajo y la posibilidad de sostener a su madre y a sí mismo, o continuar, con la contradicción que le representaba la situación). Está en un conflicto activo constante. El cerebro, como dijimos, solo puede tomar decisiones hacia el medio interno: el cuerpo. Entonces, lo que hace es disponer de más energía (más azúcar en sangre) y alimento para sus músculos con el fin de que estos puedan tener más tono y fuerza para resistir en la lucha. Otro ejemplo. Angelina tiene cinco años y es la hija extramatrimonial de Julio y Roxana. Roxana era la secretaria de una empresa donde Julio era el gerente. Durante 10 años, mantuvieron una relación durante. Julio tenía una familia con 4 hijos. A los seis años de esa relación, Roxana queda embarazada, se retira de la empresa y se rompe la relación. Durante los primeros cuatro años de Angelina, Julio no se hizo cargo de la paternidad y prácticamente no lo vio. Roxana, cotidianamente, le hablaba a Angelina muy mal de Julio, haciéndolo culpable de las dificultades de su vida. Cuando Angelina cumplió 4 años, Julio apareció de sorpresa en el festejo con un gran regalo. Angelina lo rechazó. Desde ese momento, él comienza a querer algún contacto con la niña y ella lo rechaza, pero acepta sus visitas y paseos. A los 8 meses de la aparición de Julio, Angelina desarrolla diabetes. ¿Cómo vivía o vive la niña la situación de visita de su padre? Como algo que no quiere pero que está obligada a hacer, como un rechazo, algo en lo cual tiene que resistir (ya que es una lucha cada vez que ve al padre). Ahora bien, hay algo acá que es necesario marcar. Los niños, muchas veces, expresan en su cuerpo no solo sus propias vivencias, sino también soluciones biológicas a conflictos que no les pertenecen. Está claro que la percepción de Angelina respecto de su padre está mediada por la vivencia que tuvo su madre en el vínculo con aquel. El rechazo, más allá de tener una cuota real de la niña, corresponde, en gran medida, a la madre. Hay una ley biológica que dice que la cría viene a garantizar la supervivencia del clan, de la especie y luego de sí

misma. Una forma de garantizar la supervivencia del clan (en el caso de Angelina) es asumir conflictos que no le pertenecen (que le pertenecen al clan, en este caso a Roxana) y ofrecer una solución. La solución que puede ofrecer un niño de cinco años cuya psique no está estructurada, no es una solución psicológica sino una bio-lógica. Todos nacemos y crecemos con este tipo de condicionamientos. El rechazo o la oposición, en términos biológicos, que vivencia Angelina le corresponden a la madre. Esto no hace a la madre culpable de lo que le pasa a Angelina. No. La madre se desvive por ella. Pero les permite a la madre y al padre de Angelina comprender lo que sucede y tomar decisiones para resolver sus conflictos. Cambiar el escenario de Angelina. La niña sí es una víctima. No puede hacer nada para cambiar su realidad, en todo caso puede ofrecer una solución biológica. Son los adultos quienes pueden recoger el mensaje que expresa el cuerpo de Angelina y tomar decisiones. Como podrás comprender, cuando hablamos del programa biológico o etiqueta de diabetes, estamos refiriéndonos a una lucha y una resistencia. El conocimiento de estas leyes, de este programa en especial, me confirmó la certeza que intuitivamente siempre había tenido, y es que hay que salir de la Lucha Contra El Cáncer; no hay nada contra quién luchar ya que somos nosotros mismos, nuestras células, expresando lo que nos sucede o sucedió. No es infrecuente ver cómo personas con diagnóstico de Cáncer al tiempo desarrollan diabetes. Y es lógico, porque comienzan a luchar contra la enfermedad. Basta de luchas internas y externas. La comprensión nos da paz, libertad, autonomía y tranquilidad. Comprendamos el por qué y el para qué de lo que llamamos Cáncer y nuestra biología podrá resolver con mayor rapidez y armonía. Sigamos con otro ejemplo de tejidos de origen ectodérmico que se presentan con disminución de la función en conflicto activo, como son los músculos estriados. En los músculos estriados, la estructura muscular fue creada en la tercera etapa evolutiva que corresponde al Mesodermo Nuevo, coordinado por la médula cerebral, donde se alojan los conflictos relacionados a la autovaloración. Mas el funcionamiento y la movilidad del músculo corresponden a esta etapa evolutiva, la del Ectodermo. Es la corteza motora la que controla el movimiento. Los conflictos que se asientan en este sitio son los llamados conflictos motores,

como no poder acercarse, no poder escapar, huir, no poder moverse, estar atrapado, no poder liberarse, miedo importante a no ser capaz de moverse. Claramente, se trata de un movimiento frenado. El tipo o naturaleza del conflicto y el tipo de movimiento bloqueado determinarán qué músculo presentará el programa especial o síntoma. Por ejemplo, los grupos musculares de la cara alojarán conflictos de no haber podido dar la cara, de haber sido burlado y ridiculizado. Los músculos de los hombros y la columna alojarán conflictos de no haber podido quitarse del camino. Los músculos de los brazos alojarán conflictos de no poder abrazar o echar a alguien o a algo. Los músculos de las manos alojarán conflictos de no poder agarrar a alguien o algo. Los músculos de la pelvis alojarán conflictos de sentirse postrado, clavado en la tierra, atrapado. Los músculos de las piernas alojarán conflictos de no poder patear o sacar a alguien, acercarse o alejarse de algo o alguien. Siempre hay que recordar que puede ser la situación metafórica o real: una persona puede sentirse atrapada porque tuvo un accidente y quedó inmovilizada o puede sentirse atrapada por una situación como una quiebra económica que la aprisiona. Sigamos con este programa biológico de los músculos esqueléticos. ¿Cómo transcurre en las dos fases? En fase de conflicto activo, habrá parálisis motora (disminución de la función). ¡Sí, este descubrimiento es maravilloso! Las parálisis motoras son consecuencia de un conflicto motor frenado en fase de conflicto activo, ¿por qué, cuál es el sentido biológico? El sentido es quedarse paralizado ante la presencia del depredador para pasar desapercibido, que es lo que hace el animal ante la presencia de otro que lo va a atacar y amenaza su supervivencia. El animal queda inmóvil (aparenta estar muerto) y esa misma respuesta hacemos nosotros los seres humanos, porque todos los seres vivos, tanto plantas como animales y hombres llevamos en nuestro ADN toda la información de la supervivencia propia y de las otras especies. Luego, una vez resuelto el conflicto, en PCL, habrá un primer momento donde esa parálisis se intensifica por el edema cerebral de la fase de reparación, luego el músculo toma todo el envión y la fuerza genera una gran contractura para salir de la parálisis. Es lo que llamamos convulsión o crisis

epiléptica (localizada o generalizada). Luego retorna al movimiento normal porque ya está fuera de peligro. Ese es otro gran hallazgo de este Nuevo Paradigma: las crisis epilépticas representan la fase más profunda de resolución (cuando se está tomando toda la fuerza) de un movimiento motor frenado. Por lo tanto, siempre que se presenten convulsiones que no sean de origen tóxico o por accidentes hay que evaluar previamente qué movimiento no pudo realizar la persona y, según los músculos que se contraigan en la crisis, podremos tener información de qué tipo de movimiento estuvo bloqueado. Si la persona en plena convulsión patea, será un movimiento de alguien o algo que quiso patear. Si el movimiento es de los brazos, será algo que quiso abrazar o echar. Ejemplos de este programa de músculos estriados son las etiquetas como Guillian Barré, esclerosis múltiple, esclerosis lateral amiotrófica, parálisis facial, entre otras. Cuando existen varios grupos musculares afectados, hay que comprender que coexisten varios conflictos motores a la misma vez, cada uno relacionado al lugar que está expresando la parálisis. Ya leíste ejemplos de programas de tejidos de origen Ectodérmico: algunos que modifican estructura otros que modifican la función. En las líneas siguientes, vas a releer toda la Tercera Ley para repasarla y poder internalizarla, ya que es el punto más complejo de la Nueva Medicina, con palabras a las que probablemente tu cerebro no esté acostumbrado, así que vamos a repetirla para comprenderla. Para comprender bien lo que nos pasa, es necesario saber lo que hace nuestra biología. Entender que todo tiene un sentido y una lógica. Que el cuerpo no falla. Para comprender cómo funciona nuestra biología es necesario comprender el origen de todo, de cada tejido que hoy forma nuestro cuerpo humano. Esto es lo que nos permite la embriología. ¿Qué es esto de la embriología que parecía ser tan complejo? La cosa es así: durante el desarrollo embrionario, es decir intraútero, el feto crece a una velocidad acelerada; pasando por todas las etapas de la evolución que vimos anteriormente. Desde el organismo unicelular que éramos, hasta el ser humano complejo que somos hoy. El desarrollo del individuo en 9 meses replica el desarrollo de la evolución del hombre (esto lo revivimos y

vivimos desde que somos gestados hasta ser un bebé listo para ser parido). Es decir, recibimos absolutamente toda la información que la biología tiene acerca de su desarrollo y su supervivencia. Toda la información es: TODA. Lo que nos permitió evolucionar, adaptarnos, sobrevivir, desde millones de años hasta hoy, desde que éramos una célula indivisa en el agua hasta este individuo complejo en la Tierra, TODO ESO es lo que recibimos. TODO. Es decir: todas las soluciones disponibles en nuestro cuerpo para hacer esta experiencia en la tierra: todo programado y diseñado en términos biológicos de supervivencia para adaptarnos, sobrevivir y evolucionar. Entonces, yo reflexiono lo siguiente: En un primer momento, nuestras células (es decir; nosotros) aprendieron a sobrevivir en la tierra multiplicándose. Si había más necesidad de oxígeno, se multiplicaban esas células para resolver ese conflicto, para adaptarse, sobrevivir y evolucionar; es decir, para VIVIR. ¿Qué es esto que llamamos, como sinónimo de muerte, cáncer? Neutralmente: una proliferación o multiplicación celular. ¿En qué momento se nos ocurrió alejarnos de nuestra biología, no escuchar esta inteligencia bio-lógica? Tenemos una solución perfecta a nuestra disposición, y nosotros no solo la juzgamos, sino que también luchamos contra ella. Y ella, a pesar nuestro, sigue ejecutando el sentido para el cual fue, con lógica biológica, creada: como un mecanismo de supervivencia. Este programa especial con sentido biológico que llamamos Cáncer también es algo que heredamos. Está dentro de nuestro cajón biológico de herramientas, es una manera de adaptación ante una situación de emergencia. ¡Es algo maravilloso! Volvamos a la embriología, a cómo es que se arma todo esto. Dentro de los primeros 17 días de vida intrauterina, se desarrollan tres hojas de células o capas embrionarias a partir de las cuales se generarán todos los órganos y tejidos. Estas capas son esas de las que te hablé y que ahora te recuerdo: Una hoja interna, la primera en aparecer, llamada ENDODERMO. Las células de esta hoja reciben la información más antigua de la evolución; la

primera etapa que mencionamos antes, etapa de necesidades básicas: alimento, respiración, excreción y reproducción. Ellas darán origen al aparato digestivo, los alvéolos pulmonares, los túbulos colectores renales y las mucosas uterina y prostática. Estos órganos reciben la memoria de los conflictos de bocado y esos órganos derivados de esta hoja estarán coordinados por el tronco cerebral, que es la estructura más antigua del cerebro. Los órganos de origen Endodérmico, son los siguientes: órganos digestivos, parénquima glandular de hígado y páncreas; túbulos colectores renales; alvéolos pulmonares; mucosa de trompas uterina y prostática; músculo liso; y submucosa oral, rectal, vaginal y de vejiga; Además de lo siguiente: Glándulas (adenohipófisis, lagrimales, tiroides, paratiroides, salivales, parótidas, protática) Células germinales femeninas y masculinas (parénquima de ovario y testículo) Metabolismo basal (todo aquello que se necesita para las funciones básicas, parénquima tiroideo, médula suprarrenal). En la segunda etapa evolutiva se desarrolla una hoja embrionaria intermedia llamada MESODERMO, que se divide en dos. Tenemos el Mesodermo antiguo, quien recibe toda la información de la segunda etapa evolutiva. Esta hoja dará origen a los órganos de las cubiertas, órganos que están destinados a PROTEGER (dermis, pericardio, pleura, peritoneo, lobulillo mamario, glándulas sebáceas y sudoríparas). Estos órganos o tejidos llevan en su memoria todo lo que necesitan para resolver los conflictos que los involucren (qué hacer en situaciones normales y qué hacer en situaciones especiales, el órgano no es el que decide, lo hace el cerebro biológico, que además de ser un

órgano es el que comanda todo). Esos órganos derivados de la hoja embrionaria llamada MESODERMO ANTIGUO llevarán la memoria de los conflictos de daño a la integridad, ataque, ensuciamiento, deformación, y van a responder para ofrecer algún tipo de protección o defensa ante tales conflictos). Su funcionamiento estará controlado por el cerebelo. Los órganos derivados del Mesodermo Antiguo, son los siguientes: dermis; melanocitos; lobulillos mamarios; glándulas sudoríparas y sebáceas; epitelio visceral de pleura, peritoneo, pericardio. El endodermo y el mesodermo antiguo corresponden al Cerebro Antiguo y se comportan de la misma manera en las fases del Programa Especial con sentido biológico: en fase de conflicto activo aumentan tejido o función y en fase de PCL disminuyen tejido o normalizan función. Decía que el Mesodermo, que es la segunda capa embrionaria en formarse, se divide en dos. Una, que ya describimos, que es el MESODERMO ANTIGUO. Y la otra, que corresponde a la tercera etapa evolutiva, es una hoja que se denomina MESODERMO NUEVO. El mesodermo nuevo recibe la información de la tercera etapa correspondiente a nuestra evolución biológica en la tierra. La etapa donde el individuo sale a conquistar lo externo, se desplaza y desarrolla la estructura del sistema músculo-esquelético: huesos, cartílagos, tendones y ligamentos. Como todos los órganos, estos vienen programados con un sentido biológico preciso, para funcionar de una forma, así que reciben la información de los conflictos de autovaloración, de haber fallado, de que algo salga mal, de no poder, de no estar a la altura. Aquí nombro estos conflictos en una tonalidad más emocional. El Dr. Hamer lo hace con terminología más animal. ¿Por qué estos conflictos de autodevaluación? Es sencillo, estamos hablando de conquistar el medio externo, de cómo lo hacemos o no, si acertamos o no. Estamos hablando de valorización. Siempre, teniendo en cuenta que el cerebro biológico no distingue entre simbólico y real: si mi psique interpreta que yo no

puedo hacer mi trabajo “bien” como un conflicto de desvalorización biológica, es decir la vivencia es la misma que la de un macho alfa por no cazar bien una presa, en términos de valoración si esta es la información que recibe el cerebro biológico, impactará en la Médula Cerebral y de ahí en el órgano correspondiente involucrado. Los órganos derivados del MESODERMO NUEVO son los siguientes: huesos, cartílagos, ligamentos, tendones, músculo estriado y cardíaco; vasos sanguíneos, vasos y ganglios linfáticos; tejido glial del sistema nervioso; parénquima renal (glomérulos): corteza suprarrenal; tejido intersticial de testículos y ovarios, producción de estrógenos y progesterona. Finalmente, vamos a la última capa del desarrollo, la hoja externa, que es la más nueva en el proceso evolutivo y, por eso, la última en formarse en el embrión. Se llama Ectodermo (del griego ecto, que quiere decir fuera, y dermo, que proviene de derma, que quiere decir piel, literalmente sería fuera de la piel, es decir: lo más superficial de la biología). A partir de esta capa embrionaria se formarán los órganos y sistemas necesarios para la vida social y en manada, lo último en desarrollarse. ¿Por qué? Porque acá ya salimos del agua, ya creamos los tejidos para sobrevivir en el medio terrestre, ya creamos los tejidos para adaptarnos a este medio y conquistarlo. Ya estamos constituidos, lo que sería un equivalente emocional (o psicológico) a decir que ya somos un individuo con todo lo necesario para sobrevivir en la tierra. Ahora, viene la etapa donde nos comenzamos a vincular con Otros (ya sea un león, un lobo, una rata o una persona, esto lo compartimos con todos los seres vivos). En esta etapa en la que vivimos en manada comienzan los conflictos de relación, que son conflictos más complejos. De esta capa embrionaria, del Ectodermo, derivan los órganos sensoriales (los que se emplean para ver, escuchar, hablar, tocar y todo lo que me relaciona con el medio), la epidermis (la piel es el contacto con el otro y también la que me separa de los otros), los conductos biliares, pancreáticos,

mamarios que son de unión; entre otros. Todos estos órganos reciben la información de los conflictos relacionados a la vida en sociedad: conflictos de separación, de territorio, de miedo (al peligro por delante o por detrás, al territorio, etc.). Los conflictos relacionados al deber, todo lo que me comunica y contacta con el otro. Los órganos derivados del Ectodermo son regidos por lógica biológica por la parte más nueva del cerebro, la corteza cerebral, que es la parte más especializada de las estructuras cerebrales. Los órganos derivados del Ectodermo son los siguientes: Células del sistema nervioso central: motricidad, inervación sensorial de vista (cristalino, córnea, cuerpo vítreo, retina, conjuntiva), oído (oído interno), olfato (membrana nasal y de senos paranasales), gusto (cavidad oral) y tacto (epidermis). Epitelio escamoso externo y mucosas con sensibilidad externa: laringe, bronquios, conductos galactóforos mamarios, pelvis renal, uréteres, vejiga, uretra, cuello de útero, vagina. Epidermis, periostio. Mucosas de epitelio escamoso de sensibilidad interna: cavidad oral, dos tercios superiores de esófago, curvatura menor de estómago, duodeno, parte distal de recto, recubrimiento de vesícula biliar, conductos biliares y pancreáticos, endotelio de arterias y venas coronarias. Una conclusión al respecto ¡Qué lógica tiene la biología! Es coherente pensar que la información de tantos millones de años de evolución y de tanta sabiduría está alojada en nuestro maravilloso cuerpo humano. Ese, precisamente, es el sentido biológico de la memoria (y de la memoria toda, para mí): guardar aquello que nos es útil como herramientas, soluciones y maneras de adaptarnos. Ese es el legado de todos los que vinieron antes de nosotros, hasta la célula indivisa que fuimos: pasaron por un conflicto, le encontraron una solución y nos ofrecen la herramienta para que la usemos si de alguna u otra manera (literal o simbólicamente) pasamos por lo mismo. No existe nada más perfecto en la naturaleza que nuestra biología, la creación de cada una de nuestras células, su funcionamiento y la aparición de sistemas y órganos que fueron respondiendo a nuestras necesidades vitales.

Y hay que comprender que hoy, el concepto de vital puede ser REAL o SIMBÓLICO. Literalmente, vital es comer, atrapar un bocado que nos nutra fisiológicamente, como puede ser un alimento. Mas simbólicamente, vital puede ser la vivencia que experimento si no puedo atrapar algo que mi psique interpreta como vital, como dinero, un auto, una casa, una pareja etc. (algo que mi psiquis interpreta que necesito para vivir). Si mi sentir o el contenido emocional que otorga mi psique a la escasez de dinero es como si yo biológicamente no tuviese alimento, la biología pondrá en marcha el mecanismo necesario para resolver esa necesidad. Si miramos la embriología y comprendemos para qué y por qué fue creado cada tejido, en qué etapa de la evolución fue gestado y cómo funciona si nos animamos a verificar esto con las herramientas disponibles, es muy alejado de la realidad pensar que la biología con toda su perfección en un momento comienza a enloquecer y hace algo sin un sentido preciso, se equivoca y comienza a autodestruirse. Porque vimos (y tú podrás ver y verificar como médico o consultante) que cada órgano tiene un programa que ejecuta, y que ese programa tiene un modo normal o habitual si la cosa marcha dentro de la normalidad y tiene un modo especial cuando se transita algo urgente, especial o que sale de la norma. Si algo se detiene o se bloquea no es porque está funcionando mal sino que funciona así, en modo especial, para solucionar un problema. Si camino, respiro normalmente. Si camino y me caigo por accidente en un pozo con agua y me hundo, automáticamente se bloquea mi respiración hasta que salga a la superficie. Ese bloqueo, no es un mal funcionamiento. Es un funcionamiento especial ante una situación de urgencia vital. De la misma manera, sí, de la misma forma, funciona una solución más intensa como lo es el Cáncer. Y todo el tiempo funcionamos así. Entonces, es un sinsentido pensar que la biología, que está para garantizar nuestra supervivencia y tiene todo lo necesario para lograrlo, comience a crear células con el objetivo de autodestruirse, que el funcionamiento enloquezca y nos quiera matar. Si la biología nos quisiera matar, estaría atentando contra sí misma. Eso no es una ley biológica, por más supuesto científico que se quiera validar. Biológicamente, venimos a garantizar la supervivencia de la especie. ¿Cómo creemos que biológicamente la biología puede fallar con el objetivo de poner en

peligro la especie? Es un sinsentido biológico. Eso es lo que nosotros pensábamos de nuestros cambios celulares: que eran atentados a nuestra supervivencia. ¿Por qué pensábamos eso? ¿De dónde viene ese concepto? Es solo de una creencia. Sí, nos guste o no, nos incomode o nos enoje, es solo una creencia, un supuesto científico del cual partimos pero que, más allá de contar con ciertos argumentos que nos lleven a darle legitimidad a ese supuesto, no hay comprobación científica alguna que pueda sostener que ese supuesto científico es una LEY BIOLÓGICA que pueda verificarse en el 100 % de los casos, como sí pueden verificarse en el 100 % de los casos todas y cada una de estas leyes que estamos mencionando. No existe comprobación científica de que una célula se esté comiendo a otra de la misma especie, de que una célula sea realmente maligna. Nadie en una biopsia ve una célula con dientes, espadas, armas ni generando un gas tóxico. En el microscopio se ven células creciendo aceleradamente. ¿Por qué? Porque están cumpliendo una de sus funciones especiales, porque están funcionando especialmente, como vimos. Están multiplicándose para digerir eso que el individuo no puede digerir. No se están reproduciendo para matar al individuo. Eso no es científico, es una concepción que aprendemos por repetición; porque se dice de generación en generación y no hubo nadie que lo replantee. Así esto nos enoje. El Nuevo Paradigma de Salud, a través de lo puesto en manifiesto por estas leyes, sí lo hace. Replantea el concepto de eso que llamábamos enfermedad. Nos ofrece una comprensión biológica, verificable en el 100 % de los casos de lo que nos sucede en el cuerpo (si eso no es científico, no sé qué lo es). Y yo te invito a ti colega, paciente, consultante, familiar que estás leyendo estas líneas, a que lo pienses y lo sientas. ¿Qué te genera? En mis consultas lo experimento siempre: alivio, paz, tranquilidad. Eso es lo que sucede tras la explicación de estas Leyes Biológicas. El Cáncer no viene a matarnos, nuestro cuerpo no enloquece, no hay una proliferación anárquica de células sino una multiplicación celular con sentido biológico. Y lo digo a pesar de que algunos me aconsejan no decirlo, así lo vivencio yo, esto es verdadero para mí y es verdadero para quién resuene en esta vivencia: EL CÁNCER NO MATA. No morimos por culpa del cáncer. Nuestra biología no falla. No hay error en

nuestro cuerpo. Somos seres biológicos, por lo tanto somos biológicamente perfectos.

Hay soluciones. A veces, esa solución biológica que el cáncer es no alcanza para garantizar nuestra supervivencia. A veces, los tratamientos que ofrecemos ponen en riesgo nuestra biología de tal manera que esa solución, el cáncer, no puede ser lo que vino a ser: una solución. A veces, nuestro cuerpo está tan colapsado por mala alimentación e intoxicado emocionalmente porque no limpiamos nuestros órganos, que no hay manera de que la biología tenga la energía fisiológica necesaria para encarar la etapa de reparación que supone cada proceso biológico que llamamos enfermedad. LA BIOLOGÍA NO FALLA, NO SE EQUIVOCA, NO HAY ERROR. Siguiendo con los descubrimientos de la Nueva Medicina con respecto a esta Tercera Ley, hay aún algo más de lo que también te vengo hablando. Como vimos, todos los órganos y tejidos que poseemos derivan de las tres capas embrionarias que se generan en los primeros 17 días del desarrollo embrionario: endodermo, mesodermo y ectodermo. Y la lógica bio-lógica no termina aquí. Todos los tejidos que deriven de la misma hoja embrionaria, como recibieron igual información en su gestación, se van a comportar de la misma manera. Esta información es valiosísima. ¿Por qué? Porque en función de lo que observemos en las imágenes, en los análisis, en los estudios y, más que nada, estimada y estimado colega, en el cuerpo del consultante y en sus síntomas, vamos a saber muchas cosas: en qué etapa de ese programa que llamábamos enfermedad estamos (si en fase de conflicto activo o resolución), qué es más conveniente hacer en términos terapéuticos (con las herramientas disponibles, las que tengamos al alcance y las que estemos dispuestos a explorar), qué es conveniente no hacer, qué comprensión ofrecer de lo que pasa, qué urgencia real hay o no hay y qué decisiones tomar en forma conjunta con la persona que atraviesa el programa biológico que llamábamos enfermedad. También vamos a despejar miedos, evitar otros conflictos con diagnósticos que activen un

sobrestrés que luego desencadena otra solución biológica (o enfermedad), abordar lo que pasa con tranquilidad (que, como dije antes, no significa negar lo que pasa ni generar una falsa expectativa).

El siguiente gráfico sobre la Tercera Ley resume el comportamiento de los diferentes tejidos según su origen en las dos fases del programa especial con sentido biológico.

Repasemos. Tejidos derivados del Endodermo, como te dije, la primera hoja en formarse, la que aloja la memoria más primitiva, la que dará origen a los órganos coordinados por el tronco cerebral, donde asientan los recuerdos de los conflictos de bocado; como son aparato digestivo, alvéolos pulmonares, túbulos colectores renales, mucosa uterina prostática, entre otros. Estos harán una cosa en la primera fase del programa especial con sentido biológico (enfermedad), es decir cuando el conflicto está activo, y harán otra en la fase de reparación. Endodermo, fase de conflicto activo, generarán:



En términos orgánicos: reproducción celular/crecimiento.



En términos de la función de los tejidos (órganos): aumento funcional.

Recuerda que llamamos tumor (Cáncer) al crecimiento celular. Entonces, pensando en estos tejidos, ¿en qué etapa vamos a ver el tumor? En la etapa del conflicto activo de la enfermedad. Es decir, que en el caso de los tumores correspondientes a estos tejidos como adenocarcinomas de aparato digestivo, adenocarcinoma pulmonar, adenocarcinomas renales y adenocarcinomas endometriales prostáticos, se van a generar en la fase de conflicto activo. En la fase de reparación (curación): vamos a observar una pérdida celular y la normalización de la función tejido u órgano en cuestión. En ese proceso estarán presentes hongos y micobacterias, cuyo sentido biológico te será revelado en la siguiente ley). En esta fase, estos tumores serán degradados por hongos y micobacterias. ¿Para qué? Si bien lo veremos en la siguiente ley, te lo adelanto: porque son nuestros microcirujanos naturales. Alguien tiene que desarmar lo que antes se armó: si hay un bulto, alguien lo tiene que destruirlo y esa es la función de hongos, micobacterias y el resto de los gérmenes, como veremos luego. Entonces, ¿qué estará presente en esta fase de resolución? Sangrados, inflamación y dolor que, como ya vimos en la Segunda Ley, son síntomas que tienen un sentido biológico. Por lo que, cuando el diagnóstico de un Cáncer es a través del sangrado de un tumor (por ejemplo sangrado en materia fecal, en orina, etc.), sabemos que estamos en fase de resolución ya que ese tumor está siendo degradado. Sí, leíste bien: el tumor está siendo degradado, hay reparación. El sangrado es parte de la fase exudativa de la reparación, elimina lo que ya no sirve, el material de desecho. Ahora bien, si desconozco esta lógica bio-lógica, puedo juzgar que mi cuerpo está fallando porque está sangrando, porque además está inflamado, edematizado y con dolor. Ahora bien, precisamente esa inflamación, ese sangrado, ese edema y ese dolor son los que facilitan, a pesar de la incomodidad, la reparación. Claro, no es cuestión de atravesar el dolor sin más, o desangrarse o agonizar con la reparación, claro que no. Hay que ocuparse del dolor, del sangrado y de las

molestias, pero ocuparse de una manera y con una perspectiva que colaboren con la biología. Vamos a los tejidos derivados de Mesodermo. Como expliqué antes, esta segunda hoja se divide en dos. Mesodermo Antiguo y Mesodermo Nuevo. Mesodermo Antiguo: hoja embrionaria que da lugar al desarrollo del cerebelo y los órganos en los que asientan los conflictos relacionados al ataque a la integridad, al ensuciamiento y a la deformación. Estos tejidos son: dermis (melanocitos), glándulas sebáceas

y

sudoríparas, lobulillos mamarios,

pericardio, pleura y peritoneo. Comportamiento en las dos fases del programa especial Fase de conflicto activo: reproducción celular, crecimiento, aumento funcional; es decir, formación tumoral. Aquí tenemos los mesoteliomas pleurales y peritoneales, el carcinoma lobulillar de mamas y los melanomas. Fase de reparación (post conflictolisis, es decir: etapa que sigue a la resolución del conflicto): acá se presenta la normalización de la función y la pérdida celular (es decir, la destrucción de los tumores) con la ayuda de bacterias y micobacterias que limpian. Como vemos, los tejidos derivados del Endodermo y Mesodermo Antiguo se comportan de la misma manera en las dos fases del programa (son los tejidos más antiguos en el desarrollo evolutivo). Luego continúa el desarrollo del cerebro nuevo conformado por lo siguiente: Mesodermo Nuevo: en estos tejidos asientan los conflictos relacionados con la valoración, como los conflictos de desvalorización vinculados a la pareja, al trabajo, a lo social y a la familia. Vivencias tales como la de ser criticado, haber fallado en algo o que algo salga mal. Estos son los tejidos de soporte y sostén, como huesos, cartílagos, ligamentos, tendones, vasos sanguíneos y linfáticos, ovario, testículo, etc. Estos tejidos están coordinados por la médula cerebral.

Comportamiento en las dos fases del programa biológico de emergencias: Fase de conflicto activo: pérdida celular, necrosis Fase de reparación: aumento celular, división celular (formación de tumores como sarcomas, tumores mesenquimáticos, leucemias, linfomas). Hay actividad de bacterias, por lo tanto presencia de dolor, fiebre y edemas. En estos tejidos, en la fase de resolución se observará la formación del tumor. ¿Por qué? ¿Cuál es el sentido? Dejar el órgano más fuerte y grande que antes para sostener, soportar, que tenga más y mejor función que antes porque no servía. Es una solución biológica: el cerebro no puede hacer nada hacia afuera, ahí es la psique o mente la que tiene que encontrar una solución práctica. Entonces, el cerebro toma decisiones y ejecuta sobre la única realidad que puede influir, que es nuestro cuerpo). Y la última capa embrionaria, también correspondiente al cerebro nuevo, es el Ectodermo. Ectodermo: está compuesto por los tejidos derivados de la tercera hoja embrionaria, la más nueva, que corresponde a la cuarta etapa en nuestro proceso evolutivo. Allí asientan los conflictos más nuevos, aquellos vinculados a la vida en manada, los de separación, territorio, miedo, etc. Forma parte del desarrollo más nuevo del cerebro (la corteza cerebral). Estos tejidos son los órganos sensoriales, la epidermis, las mucosas epiteliales, las arterias y venas coronarias, las mucosas laríngeas, bronquiales y de cérvix uterino; los ductos mamarios, por citar algunos. Comportamiento en las dos fases del programa biológico de emergencias: Fase de conflicto activo: lo que se va a evidenciar en términos de la estructura del órgano es una pérdida celular o necrosis. En relación con la función del tejido que esté involucrado, podemos observar una pérdida de la función, es decir que la función se puede detener, disminuir o bloquear, como parte de la solución.

Etapa de conflicto resuelto o PCL: si antes se degradó el tejido, como consecuencia inevitable se producirá una reconstrucción celular y una recuperación del tejido y de su función. Como vemos, los tejidos de origen ectodérmico se comportan de la misma manera que los originados en el mesodermo nuevo en las dos fases del programa especial con sentido biológico que llamábamos enfermedad. En conflicto activo presentan pérdida celular o bloqueo de la función y en conflictólisis (es decir: luego que se resuelve el conflicto y se ingresa en la etapa de reparación) crecimiento celular y recuperación de la función. Así se forman las tumoraciones de relleno, como el carcinoma de cérvix, el carcinoma ductal de mama, el carcinoma transicional de vejiga, el carcinoma epidermoide de pulmón y el carcinoma epidermoide de laringe, entre otros. Todos estos son de naturaleza curativa, lo que quiere decir que son rellenos de úlceras, no verdaderos tumores, y lo tanto aparecen en fase de resolución del conflicto. Vuelvo a repetir una y mil veces, no quiere decir que por eso no haya que acompañar estos procesos o dejarlos de tratar, no estoy hablando de terapéutica en este apartado, pero repito que la interpretación de lo que sucede es el punto más básico para comprender el proceso y plantear lógicamente un tratamiento.

Luego de haber visto, repetido y ejemplificado de múltiples formas la Tercera Ley, llamada brújula de la nueva medicina (porque es la que le da sentido a la forma de respuesta de todos los tejidos), pasemos ahora a la penúltima: la Cuarta Ley Biológica. Cuarta Ley Biológica: Ley Biológica de la Naturaleza El sistema ontogenético de los microbios ¿Noción de cambio de paradigma? Es lo que pone de manifiesto esta Ley. Es una ley que se puede verificar si tenemos la disponibilidad para hacerlo, si revisamos nuestras creencias, si estamos dispuestos a afrontar nuestros miedos; si nos queremos ofrecer la chance de hacer un salto de consciencia. Todo cambio de paradigma implica resistencias. Te lo digo por

experiencia propia. Cuando conocí esta Ley, dejé de leer estos descubrimientos por un tiempo. Sentía en un punto estar perdiendo mi identidad personal y profesional, me sentía perdida, sola, no sabía cómo continuaría después de encontrarme con esta verdad. Lo mismo me fue sucediendo en mi vida, al encontrarme con otras verdades más adelante, no solo en el campo de la salud, también en la educación, la ciencia, en todas mis viejas creencias. Esta apertura de consciencia se fue extrapolando a todos los sentires, pensares, acciones y roles en mi vida. ¿Cómo ejercer la medicina luego de éstos saberes? ¿Estaba todo mal? ¿Debía romper mi título? Algo en mí estaba cuestionando el orden establecido de las cosas, pateaba mi tablero. Como en cualquier revolución o evolución, sentimos la resistencia del status quo, de las convenciones implícitamente pactadas y asumidas como verdades establecidas, de aquello en lo que creemos por convención (por un acuerdo colectivo e individual tácito o expreso), de eso que supuestamente ES ASÍ. Esto sucede en cualquier evolución verdadera, es decir que implica un salto de consciencia, otra comprensión de las cosas. Y yo me resistí inicialmente y pensé que eso que leía era una locura. ¿Qué

dice

esta

ley,

así,

sencillamente?

Nos

dice

que

los

microorganismos, es decir, las micobacterias, los hongos, las bacterias y hasta los virus (si es que existen), tienen un sentido biológico preciso y, en lugar de ser responsables, culpables o causantes de algo malo en nuestro cuerpo, están ahí para ayudarnos a resolver lo que nos sucede, están ahí con una función específica, para ayudar a la biología a ejecutar este programa especial con sentido biológico que llamábamos enfermedad. ¡Los virus! ¡Las bacterias! ¡Los hongos! ¡Los microbios! Yo que crecí escuchando que no debía llevarme nada a la boca porque tenía microbios o que tenía un germen que era el causante de una enfermedad. Yo, y hablo solo de mí, que estudié y que entendí que el hongo es algo malo, que las bacterias son enemigos, estaba leyendo lo contrario, que en realidad son nuestros aliados. Yo que siempre intenté combatirlos, ahora tengo que pensar que los gérmenes fueron perfectamente planeados y diseñados en un plan cósmico divino y perfecto para asistirnos en nuestra supervivencia y evolución.

Me dije: “Acá hay algo mal que no anda bien”. El Dr. Hamer realmente desvarió. Enloqueció. ¡Qué está diciendo! Si esto es verdad, voy y quemo mi título, la medicina es un desastre, estamos haciendo todo mal. La medicina, como un título de un libro que ya mencioné, está patas para arriba. Tranquilos, la cosa no es así. Yo creo que, como dice el título del libro, esto es un círculo. El relato también es circular, así que te lo digo acá, y te lo diré también al final: yo creo que necesitamos revisar todo el tiempo los saberes. También el saber que ofrecen estas Leyes. No es “conocimiento”, por el conocimiento es algo estático. Es sabiduría, algo dinámico. La MEDICINA es, como dice el Juramento Hipocrático, un ARTE, es creación y no repetición. No hay que repetir el manual. Yo no estoy de acuerdo con eso. Hay que crear todo el tiempo. Revisar, cuestionar (en el buen sentido) y dejarnos guiar por lo verdadero. Lo verdadero, creo yo, y esto me lo demuestran estas leyes, es sencillo. Lo cual no quiere decir que no sea profundo. No quemé mi título, al contrario, lo resignifiqué a la luz de estas leyes. No dejé de ejercer la Medicina, al contrario, la revaloricé. Entré en crisis con este saber, pero esa crisis fue una oportunidad de ser más fiel al juramento médico, de ofrecer mi arte al servicio del enfermo, es decir, ocuparme de la persona y no de algo llamado enfermedad. Comprendí que los errores son actos creativos. No busqué culpables, sino que asumí responsabilidades. No me sentí víctima de un sistema que quiere enfermar a las personas para luego venderles la cura. Me corrí de la lógica de la víctima y del victimario. Asumí la neutralidad. Y en la neutralidad se manifiesta lo verdadero. Aprendí y aprendo a practicar el No Juicio, a salir de la dualidad. El saber que todo es perfecto, que la observación y la escucha en calma es el camino para el discernimiento. Y que este discernimiento es la base de mi verdad.

Y así, sin juicios y soltando nuestros miedos, soltando el control, podemos llegar a comprender y a verificar (lo cual es asombroso) que los hongos, las bacterias, los microbios y los virus han sido creados con un sentido biológico preciso, y ese sentido es, precisamente, el del ayudar a ejecutar el programa especial, temporario, con sentido biológico que llamábamos enfermedad, y que éste se pone en marcha para garantizar nuestra supervivencia. LOS GÉRMENES SON ALIADOS. ¿Cómo puede ser esto? Hay un ejemplo sobre esta Ley que es muy representativo. Si fuéramos un ser de otra galaxia que no entendiese el funcionamiento de las cosas aquí en la Tierra y nos mostraran una foto de un incendio, veríamos lo

siguiente: unos hombres con

cascos

trabajando en el

incendio.

Tranquilamente, desde arriba, a la distancia, podríamos concluir que los bomberos son culpables del incendio, que son quienes produjeron el incendio. Eso es, básicamente, la mirada que hemos tenido sobre los virus, bacterias, hongos y microbios. Creer que son los responsables de las enfermedades porque los vemos en la foto. Vemos la placa de angina y el estreptococo está presente. Obviamente, asumimos que la angina es culpa del estreptococo. Sobre todo, si presento síntomas de enfermedad y en los análisis que receta el médico detectaremos alguna bacteria, que será la responsable de lo que me sucede. Y acá hay algo verdadero y algo falso a la vez: sí, las bacterias son responsables pero no de algo malo, sino de ayudar al proceso de reparación en el que está mi biología. ¿Cómo puede ser esto? ¿No atentan los virus contra el sistema inmunológico? ¿El sistema inmunológico no los trata de combatir siempre? Tal vez, el sistema inmunológico no es lo que creemos, como tantas otras cosas. Y acá dejamos de leer y echamos por tierra todo lo que hasta este momento nos resonaba con mucho sentido. Eso me pasó a mí. Dije, acá Hamer se equivocó.

Déjame decirte que, si bien claramente hay que seguir investigando y esclareciendo verdades, lo que plantea esta Ley, no yerra. Y esa es mi vivencia y mi experiencia cotidiana. En esa verdad, la que he encontrado y compruebo día a día, es en donde se basa este escrito. Veamos, en detalle, por qué la Cuarta Ley habla de Sistema de Microbios. Porque eso dice, que bacterias, microbios, hongos y virus forman un Sistema (de la misma forma que tenemos un sistema nervioso). Por lo tanto, si forman un sistema, quiere decir que ese sistema está relacionado con el resto de nuestra biología con un sentido biológico, que colabora para que la cosa funcione como tiene que funcionar, no que atenta para que la cosa marche mal. Podemos intuir que si es un sistema que se creó con un sentido preciso, entonces como todo lo que se fue creando en las diferentes etapas evolutivas, también responde a los diferentes momentos de nuestra evolución biológica y aparecen ante una necesidad y con una función específica. Lo digo sencillo: los virus, bacterias, hongos y microbios son empleados. Ayudan a hacer lo que hay que hacer. Si hay que hacer una úlcera, agarran la pala (o el taladro) y hacen un pozo. Si hay que rellenar, rellenan. Si hay que barrer, barren. Si hay que romper, rompen. Si hay que limpiar, limpian. Si hay que reparar, reparan. Cada uno, claro, tendrá una función precisa, una orden que ejecuta al pie de la letra. La orden la da el cerebro biológico, porque es quién comanda a las bacterias, a los hongos, a los microbios y a los virus. Porque bacterias, virus, microbios y hongos están regidos por las diferentes estructuras que forman el cerebro biológico (como vimos en la Tercera Ley). Cuando intervienen lo hacen con una orden. Y no es que la biología enloquece, ni está siendo invadida por un agente externo, ni se le activa una bomba que la hará explotar, nada de eso. Los gérmenes y nosotros somos biología, somos naturaleza y fuimos creados en el mismo Plan Cósmico, Divino y Perfecto, cada uno con su función específica. ¿Cómo puede ser esto? Un ejemplo es la micobacteria de la tuberculosis. La tuberculosis, claramente, nos ha matado durante mucho tiempo. No tiene lógica ni sentido. ¿Cómo puede ser que esta Ley diga que la micobacteria de la tuberculosis tiene

un sentido biológico claro y fundamental a la hora de degradar ciertos tumores que se han formado y que está disponible como herramienta para concluir la fase de reparación de ciertos tipos de Cáncer? ¿Cómo puede ser esto? Esto es, básicamente, lo que más rechazo genera. Porque cuestiona supuestos básicos de nuestra medicina de hoy. Porque implica un cambio de paradigma. Y yo sé que hay y habrá muchas resistencias. Lo cual es lógico. También sé que lo verdadero siempre se manifiesta. Siempre. Veamos entonces esto del Sistema Ontogénico de los Microbios. ¿Qué explica esta Cuarta Ley? Esta ley biológica explica el rol benéfico de los microbios y su correlación con las tres capas embrionarias durante la fase de curación: hongos, micobacterias, bacterias y virus (si es que estos existen). Desde esta perspectiva, son aliados de nuestro cuerpo y no enemigos. Si echamos mano de la embriología, vamos a observar que desde tiempos remotos son nuestros fieles compañeros, ya que en la Naturaleza no hay nada que esté desprovisto de gérmenes. Desde la existencia de la vida misma, vivimos en simbiosis con ellos. ¿Qué es esto de que están en simbiosis con nosotros? Mejor dicho, hongos, microbios, bacterias y virus están en simbiosis con el resto de los sistemas, tejidos y órganos. ¿Qué es una simbiosis? Es cuando hay una asociación íntima de organismos de diferentes tipos que, precisamente, se asocian con la finalidad de obtener un beneficio. Hay bacterias que están en simbiosis con el intestino para generar un beneficio, que es la flora intestinal. Es decir, que hongos, micobacterias, bacterias y virus cooperan con el funcionamiento de nuestro cuerpo y que de no existir estaríamos muertos. Dirás que esto es imposible, si se supone lo contrario. Lo que sugiere esta ley es que dejemos de suponer lo contrario y verifiquemos que desde todas las etapas del desarrollo, los microbios han sido indispensables para nuestra supervivencia. Han sido indispensables para sobrevivir. Pensemos lo siguiente.

Nuestro cuerpo contiene diez veces más bacterias que células humanas. Nuestro cuerpo contiene diez veces más bacterias que células. Es decir, millones y millones de bacterias (con las cuales nacemos y morimos). Millones y millones de gérmenes en todos nuestros tejidos; es decir, en la piel, la nariz, los oídos, la boca, la garganta, el sistema digestivo, el sistema respiratorio, el sistema urinario, la vagina, etc. Hay más microbios que células y el ser humano está perfectamente diseñado así, con millones de gérmenes por cada célula de nuestro organismo. Dicho de otra forma: la presencia de esos millones y millones de gérmenes es lo que nos ha permitido, en el proceso evolutivo, adaptarnos y sobrevivir. Los gérmenes son nuestros ancestros. Aparecieron en la Tierra mucho antes que nosotros y nos superan ampliamente en número. Si ellos no quisieran nuestra existencia, no estaríamos vivos. Dicho de otra manera, sin su presencia nosotros moriríamos. ¿Por qué pensamos lo contrario? La respuesta cae de maduro: por lo que entendemos que la enfermedad es. Si la enfermedad es algo malo, todo lo vinculado a la misma es malo. Hay enfermedad, hay bacteria. Hay enfermedad, hay virus. Hay enfermedad, hay micobacteria. Hay enfermedad, hay hongo. Hay enfermedad, hay microbios. Hay enfermedad, nuestro cuerpo falla. Hay microbios, bacterias, hongos y virus y son estos los que colaboran a que nuestro cuerpo falle, es decir, son los que colaboran a que la enfermedad se presente. Como dije, en esto hay algo verdadero y, a la vez, falso. No son malos, porque la enfermedad no es algo malo.

Y sí, colaboran en la enfermedad. Ahora bien, entendiendo a la enfermedad como te lo vengo diciendo: como un programa especial con sentido biológico que nuestro cuerpo activa, pone en marcha, para garantizar nuestra supervivencia. Demonizamos a la enfermedad. Demonizamos a los microbios. Es para otro libro, solo quiero decir que en un momento, la medicina asumió un juicio respecto de lo que sucedía en el cuerpo, separó la enfermedad del enfermo, se ocupó de la enfermedad y juzgó que esta era una falla. Con coherencia y lógica, comenzó a separar lo bueno y lo malo (lo que entendía como tal). Así, entonces, se dividió a los gérmenes en buenos y malos. Mientras no presentemos síntomas, son flora normal. Ahora bien, los mismos gérmenes son malos cuando se encuentran presentes en las enfermedad es. Se les adjudica así la responsabilidad de las mismas diciendo que son patógenos. Para la Nueva Medicina, la comparación es la siguiente: te repito (sí, una vez más) el ejemplo del incendio al que se acercan los bomberos a apagar el fuego. Si sacamos una foto, en la escena vemos a los bomberos con las mangueras y la casa quemada, a nadie se le ocurriría decir que los bomberos fueron los responsables de quemar la casa. Ese es el concepto real de los microbios. Los microbios van a actuar como bomberos: a remodelar el tejido según la orden que les dé el cerebro. Y si sacamos la foto de un tumor donde los microbios están ayudando a degradar, juzgamos que estos están infectando el tumor y que son los causantes de la enfermedad (cuando ocurre lo contrario). Los microbios serían los bomberos del ejemplo, los microbios apagan incendios y optimizan la reparación. ¡ESTO ES ALGO MARAVILLOSO! Porque maravillosa es nuestra biología. ¿Se nos ocurre pensar que no vamos a tener todo lo necesario para resolver lo que haya que resolver? Biológicamente, no. Si biológicamente hay que armar un relleno (que llamamos tumor) para solucionar algo, ese produce una multiplicación celular, que es la manera que tiene la biología de solucionar algo. Una vez que la cosa está resuelta, ese relleno tiene que sacarse porque ya no sirve más ni tiene ningún sentido, así también la biología dispone de las herramientas para ejecutar esa

operación que es destruir el relleno, sacarlo y limpiar la zona. Como te dije, nuestra biología es la máquina más perfecta que exista y existirá en la Tierra. Veamos a estos aliados y empleados eficientes, quienes a pesar de nuestros esfuerzos por cortarles la fuente de trabajo, echarlos y ponerlos en el cadalso, siguen haciendo lo que tienen que hacer, aquello para lo cual fueron creados, ayudarnos. ¿Sabes cuántas bacterias tiene nuestro cuerpo? Diez veces más que células. Es decir, millones y millones de bacterias. ¿Te parece que vienen a matarnos? Son las bacterias las que permiten la adaptación biológica. La bacteria es sinónimo de vida, no de muerte. Esto hoy es realmente comprobado con el uso terapéutico de probióticos (colonias de levaduras, hongos y bacterias que se utilizan para tratar múltiples síntomas y para reparar tejidos). Nos guste o no, sucede que con ciertos medicamentos, las primeras víctimas son las bacterias. Por eso, muchas veces no están disponibles estos aliados: porque nos ocupamos de matarlos. Así de simple. Aclaro una y mil veces que no estoy hablando de terapéutica en este apartado, no estoy diciendo que nunca haya que utilizar una u otra herramienta de tratamiento. Eso dependerá de cada caso en particular y de la lógica de ese proceso en la persona específica que lo vive, mas te llevo al razonamiento de comprender lo que nos sucede y cómo sucede para poder tomar las mejores decisiones en cada circunstancia, ya que para crear un uso racional de la terapéutica es necesario basarse en la absoluta comprensión del proceso. Seguimos con este gráfico que puede servirte de guía.

Este gráfico nos muestra la perfección absoluta de la Creación. En cada etapa evolutiva del desarrollo, cada órgano o tejido fue creado como respuesta a una necesidad específica a partir de una capa embrionaria y fue coordinado por una parte del cerebro. En esa misma etapa evolutiva se desarrollaron los gérmenes funcionales a mantener vivos esos tejidos. Es decir que, en cada etapa, se crearon los gérmenes específicos para mantener vivos los tejidos creados en esa etapa. Si esto no es una Maquinaria Biológica Perfecta, ¿qué es la perfección? Vamos a cada familia de gérmenes. Hongos y micobacterias: como la cándida (hongo) y la tuberculosis (micobacteria).

Son los compañeros más antiguos, los que nos acompañan desde la primera etapa del desarrollo. Ellos destruyen los tumores generados en la fase de conflicto activo tras la resolución. Es decir, una vez resuelto el conflicto, el tumor ya no es necesario y ellos lo degradan (degradan tumores de pulmón, de colon, de próstata, de mama, etc.). Degradan los llamados adenocarcinomas. Hongos y micobacterias son los microcirujanos naturales más antiguos. Es una ley biológica que algo que ya no tiene utilidad, que no sirve más, sea eliminado. La biología no deja activo algo cuya presencia ya no tiene sentido. Porque sostenerlo es energía fisiológica y biológica puesta al servicio de eso. Todo lo que la biología mantiene es porque considera que, en la ecuación total, es mejor dejarlo que sacarlo. Y esto va desde un tumor, un nódulo o una úlcera, a cualquier estructura. El cerebro biológico no desarma una solución si todavía hay posibilidad de que esa solución sea necesaria (y esto será porque hay un conflicto biológico que se mantiene, que es persistente). La biología siempre optimiza los esfuerzos y la energía. Volviendo a lo que te decía antes: es una ley biológica se elimine todo aquello que no tiene utilidad, que ya no sirve ya. Es lo que hacen hongos y micobacterias, son microcirujanos naturales dirigidos por el Cerebro Antiguo, en específico, por el Tronco Cerebral y el Cerebelo, que pertenecen al Endodermo y Mesodermo Antiguo). Estos gérmenes (hongos y micobacterias trabajan en los tejidos más primitivos porque son los gérmenes más antiguos de la evolución y por lo tanto comparten la historia del desarrollo evolutivo de esa época. En la fase de conflicto activo, el tronco cerebral y el cerebelo envían la orden de reproducción de hongos y micobacterias para tener reserva de microcirujanos para la resolución. ¿Se entiende? Sí estamos hablando de tronco cerebral y cerebelo, como te dije en la Tercera Ley, estamos hablando de las hojas embrionarias llamadas Endodermo y Mesodermo Antiguo, es decir, los tejidos (órganos) derivados de estas capas hacen multiplicación celular, bulto o una masa celular (que llamamos tumor) en la Etapa de conflicto activo. Cuando el tronco cerebral o el cerebelo envían la orden de multiplicación celular en conflicto activo, manda también la orden de reproducción de los gérmenes que se van a necesitar en el momento de la reparación. ¿Por qué? El cerebro biológico no sabe cuándo arrancará la etapa de reparación. El cerebro decide

instante a instante. Y la reparación puede ocurrir en un instante. De hecho, es lo que pasa. Pero no se sabe en qué instante (ya que la resolución del conflicto que activó la enfermedad, la resolución concreta y práctica no depende del cerebro sino de la psique). Entonces, el cerebro biológico manda a reproducir a todos los empleados Entre esos empleados, en el caso de los tejidos que derivan del tronco cerebral y cerebelo, hay hongos y micobacterias esperando para hacer lo que saben hacer, es decir: aquello para lo cual fueron creados. Una vez superado el conflicto, es decir cuando se pasa a la etapa de reparación, el tronco cerebral o el cerebelo envían la señal de activación a estos microorganismos para que eliminen el tejido que fue producido en la etapa anterior, para que eliminen el tumor, porque ya no es necesario aumentar la función del órgano porque el conflicto fue resuelto. Es decir, el cerebro les da la orden de que se pongan a trabajar. Como vemos, la Naturaleza y la biología se ocupan de todo. Generan una estructura que nosotros llamamos Cáncer con la función de resolver esa situación que nosotros no podemos resolver, y cuando ya no se necesita más la desarma. Ahora bien, cuando por diferentes razones no se tiene disponibilidad de los hongos y las micobacterias necesarios para degradar el tumor que se armó en la fase de conflicto activo lo que hace la biología es enquistar el tumor y encapsularlo (hace que quede ahí sin generar inconvenientes, y lo deja como un quiste sin vida). De lo explicado, podrás deducir que los gérmenes actuarán siempre en la fase de resolución. Tras la activación del conflicto, el cerebro envía la orden de su reproducción, pero solo cuando hay resolución de conflicto, es decir, cuando paso a la fase de PCL, los gérmenes serán activados para la reparación. Repito una y mil veces. La biología no falla jamás. La BIOLOGÍA SIEMPRE, SIEMPRE SABE POR QUÉ Y PARA QUÉ LO HACE. Notemos que la biología es tan perfecta que los microorganismos que se crearon en la primera etapa evolutiva (hongos y micobacterias, por ejemplo,

tuberculosis) son aquellos involucrados en las soluciones biológicas que comprometen a los tejidos derivados del Endodermo y Mesodermo Antiguo. Estas hojas embrionarias son el lugar es donde asientan los conflictos más antiguos (los de bocado y ataque a la integridad respectivamente). Es decir, no es casual que ante tales conflictos, en tales tejidos, en tales momentos del proceso biológico, veamos la presencia de hongos y micobacterias que son los microorganismos más antiguos, los primeros en aparecer en la historia evolutiva. Tiene un sentido biológico. Una cosa se creó con la otra. Un tejido biológico tiene un programa que le da una lógica y una función: qué tiene que hacer, cómo, cuándo y dónde. Y para hacer lo que tiene que hacer, la biología creó todo lo necesario, y entre esas creaciones están los gérmenes. ¡LA NATURALEZA ES PERFECTA! Seguimos con la aparición de los otros gérmenes. Ahora les toca el turno a las bacterias. Las bacterias son gérmenes que se desarrollaron después que los hongos y las microbacterias. Si seguimos la línea de razonamiento, fácilmente concluiremos que las bacterias solo trabajan en órganos y tejidos dirigidos por partes más nuevas del cerebro, es decir, por el cerebro nuevo, como es la médula cerebral, cuyo origen es el Mesodermo Nuevo. Entonces, van a funcionar con la misma lógica. Como dije antes, los gérmenes se replican durante la fase de conflicto activo y entran en acción tras la resolución del conflicto. En este caso, las bacterias durante la fase de reparación ayudan a reponer y rellenar la pérdida de tejido que sucedió durante la fase de conflicto activo, es decir que las bacterias ayudan a la reconstrucción del tejido. ¿Por qué? Recuerda que en los tejidos y órganos que derivan del Mesodermo Nuevo, durante la etapa de conflicto activo hay necrosis, ruptura y degradación del tejido y el órgano. Una vez que el conflicto está resuelto, en la etapa de reparación, hay que rellenar ese agujero (esta lógica explica lo sencillo que es lo verdadero: se hace un agujero para resolver algo y una vez resuelto, dado que ese agujero ya no es necesario, se lo tapa). A modo de; reflexión secundaria, deberíamos ajustarnos a la biología y

aprender de ella, ya que en ella, simbólicamente, podemos encontrar solución a muchos de nuestros problemas. ¿Qué hacen, entonces, las bacterias? Ayudan a reconstruir el tejido óseo, el tejido del ovario y el tejido del testículo, por ejemplo. También participan en la formación del tejido cicatrizante o tejido conectivo. ¿Te das cuenta de lo que estás leyendo, no? Y disculpa mi exceso de entusiasmo, pero es que luego del impacto que me causaron estas leyes, y luego de comenzar a ver que esto funciona así, siguió el asombro: las bacterias ayudan a cicatrizar. Esto es algo maravilloso. La etapa de reparación, como te dije en la Segunda Ley, tiene dos fases: una fase que llamamos caliente o PCL-A y que es muy sintomática, porque ahí están nuestros soldados reformando el tejido, rellenando y reparando las necrosis. Por estas razones es también que hay calor, tumefacción, dolor y fiebre en esta fase. Cuando vemos estos síntomas, sabemos que eso que juzgamos malo es en realidad la resolución de un conflicto previo; la presencia de estas bacterias nos indica que estamos en la fase de curación. Claro que hay que hay incomodidad, dolor, hinchazón, y que a veces está acompañada de una vagotonía extrema (debido a los tratamientos). Pero eso NO quiere decir que sea malo lo que está pasando. La biología siempre está resolviendo, y lo hace casi siempre a pesar de nuestra falta de comprensión. Y la otra fase de la reparación es la PCL-B, donde ya hay mucha menor inflamación y donde principalmente habrá cicatrización, también gestionada por los gérmenes. Y finalmente, los gérmenes más nuevos, que son los virus (si es que existen). Ángeles caídos, guerreros del mal, jinetes del apocalipsis, mal a erradicar. Así los vemos, generalmente. Virus, los virus cuestionados. Digo cuestionados porque múltiples científicos ponen en controversia su existencia, ya que las pruebas que confirman la existencia de los mismos son indirectas. ¿Por qué? Porque afirmamos que hay un virus no porque estos sean visualizados, sino porque se encuentran asociaciones de proteínas y, ácidos

nucleicos a los que nosotros decimos equiparar a un virus (es decir, muchos virus son supuestos). Es posible que la parte más nueva del cerebro, la corteza, trabaje con estas proteínas para regenerar los tejidos más nuevos, que son los ectodérmicos, en la fase de reparación (por ejemplo, la epidermis, el cuello del útero, el recubrimiento del estómago, los conductos biliares, la mucosa oral, la mucosa nasal, la mucosa bronquial, etc.). Bien, supongamos que sí existen, que esas proteínas son trozos de gérmenes llamados virus, y que lo que entendemos como virus está ahí para reparar. ¿Qué es lo que van a reparar? Lógicamente, los tejidos más nuevos, los derivados del ectodermo, los coordinados por la corteza cerebral (la parte más nueva del cerebro). Porque lógicamente son los tejidos más nuevos en desarrollarse, los últimos. Es decir, tienen la misma ingeniería de los tejidos nuevos y por eso trabajan en ellos. Y como todos los otros gérmenes, los virus se reproducen tras el DHS y solo se activarán en etapa de resolución de conflicto, es decir en reparación, y harán reconstrucción de los tejidos ectodérmicos En resumen, lo que explica esta ley es que los microorganismos forman parte de nuestra vida. Son nuestros ancestros naturales. Vivimos con ellos, en simbiosis, desde nuestra existencia misma. Ellos son los ayudantes naturales, funcionales a todos los cambios de estructura que el cuerpo va haciendo: remodelan, cicatrizan, vuelven a la estructura original, barren, limpian, reparan. El cerebro les envía la orden de actuar. Desde las diferentes partes del cerebro, según el tipo y el origen del tejido. Para los tejidos más antiguos, hay gérmenes más antiguos como hongos y micobacterias. Para los tejidos más nuevos, hay gérmenes más jóvenes como bacterias y las asociaciones de proteínas que llamamos virus y que fueron los últimos en aparecer, por lo tanto reparan los tejidos más nuevos de la evolución. Hay una información importante a tener en cuenta, y es que los microbios son endémicos, viven en simbiosis con todos los organismos del entorno ecológico en el que se han desarrollado por millones de años. Mas pueden ser problemáticos cuando no forman parte de nuestros gérmenes conocidos. Ahí, en realidad, pueden representar un problema. Como se da, por ejemplo, en los viajes de larga distancia donde nos exponemos a familias de gérmenes desconocidos para nosotros y para nuestra biología. Ahí, ante la necesidad de

resolución de un conflicto (y esto sucede solo si hubo conflicto y si hubo activación del programa especial), el órgano en reparación echará mano a gérmenes nuevos locales que están disponibles y esa reparación con gérmenes diferentes a los que estamos acostumbrados a convivir puede dar grandes síntomas. Es decir, por ejemplo, si viajamos a un contexto que contempla realidades para las cuales nuestra biología no está diseñada y donde hay virus que nuestra biología desconoce, al entrar en contacto al usar estos gérmenes desconocidos para la reparación, el cuerpo hará síntomas más fuertes y severos. Aclaremos algo más sobre las culpas que les asignamos a los gérmenes: las epidemias. Si los microorganismos están a nuestra disposición, ¿por qué existen epidemias que atentan contra nosotros? Porque, en realidad, no existe germen que nos quiera matar o comer, sino que la Naturaleza está hecha para la supervivencia y no para la autodestrucción. Lo que sucede, en el caso de epidemias, es que son conflictos experimentados de manera colectiva. Por ejemplo, catástrofes, guerras, inundaciones, crisis económicas y sociales, etc., donde hay una sensibilidad colectiva a una situación, un DHS colectivo, una vivencia colectiva de un determinado conflicto. Ante la resolución de ese conflicto colectivo, es decir, luego de que la catástrofe, la guerra, la crisis económica se resuelve en términos colectivos, se ingresa (colectiva e individualmente) en la etapa de reparación. Es ahí, entonces, que van a actuar los gérmenes correspondientes: el mismo tipo de gérmenes porque el conflicto fue el mismo. Y volvamos a mencionar a los bomberos: si vemos diarrea, sacamos la foto y culpamos a la bacteria como agente productor de la diarrea. ¿Qué tal si lo pensamos al revés? Estamos eliminando lo que sucedió y las bacterias están ayudando; por eso las encontramos ahí, en la diarrea. Como el conflicto fue vivenciado por viarias personas, todas ellas estarán reparando con el mismo microcirujano natural, de hecho nos los trasladamos, nos prestamos los microcirujanos, nos los contagiamos, mas solo tendrán síntomas aquellas personas que hayan vivido y resuelto el conflicto. Como conclusión, puedes comprender que cuando hay un síntoma que sea colectivo, como en una escuela, un jardín, una ciudad, un país, etc. hay que mirar qué conflicto previo a

esa manifestación vivieron en común esas personas o esas comunidades para comprender qué es lo que se está reparando. Otra aclaración importante es que con toda esta explicación no quiero decir que muchas veces no sea necesario bajar ese nivel de expresión de los gérmenes, esa inflamación, ese dolor, ese sangrado. No digo que nunca haya que disminuirlos, ¡no, claro que no!! Porque a veces sucede que las reparaciones son tan intensas que el cuerpo no las soporta y necesitamos calmarlas, o si el crecimiento de gérmenes es tan importante porque fue un conflicto muy intenso o la conjunción de varios conflictos, debemos atenuar esa fase para que se haga tolerable y el cuerpo no entre en caos. O el ejemplo de la urgencia; que es un capítulo diferente. Si el conflicto en resolución o los eventos traumáticos fueron tan intensos que el cuerpo no alcanza a adaptarse y está en una descompensación, hay que actuar con rapidez y salir con emergencia de esa descompensación con las herramientas que sean necesarias. Que, en estos casos, en general, son herramientas de las que yo llamo duras, químicas y rápidas. Un ejemplo muy sencillo. Yo puedo acompañar los procesos biológicos de mi hijo de manera natural en lo cotidiano. Ahora bien, supongamos que un día mi hijo entra en una crisis de bronco espasmos severos, no puede respirar y su vida está en peligro. Hay que rescatarlo. Ahí, es necesario echar mano de las herramientas alopáticas, rápidas y abortivas del síntoma. Mas es importante tener en cuenta que muchas veces interferimos en los procesos de sanación de nuestra propia biología por no comprender las fases del proceso, por leerlo de manera errónea. Claro está que también es más fácil callar al mensajero, no comprender, no hacerse cargo de lo que está pasando y silenciarlo con un arma inmediata. Es más fácil, pero claramente no es el camino más conveniente. Aunque tal vez, en algunos momentos sea el único camino posible; lo único que puedo o lo único que tengo a mano. También me lo tengo que perdonar: hay momentos en mi vida en que tendré la posibilidad de escuchar mi biología y otros momentos en que, por mi situación personal y mi historia, no estoy preparado para escuchar, para ver cosas que resultan demasiado dolorosas. Lo que hagamos, estoy convencida, será lo más conveniente en ese momento para nosotros. Siempre, en mi experiencia clínica y personal, sucede de esa manera. Tranquila, tranquilo si estás leyendo estas líneas, si te das esta oportunidad de

comprender lo que manifiesta nuestro cuerpo desde otro lugar es porque vibramos en un camino de con-ciencia. De a poco, todos iremos logrando un darnos cuenta respecto de lo que nos pasa. Estoy convencida que uno puede ver una realidad cuando está preparado para verla. Porque, sencillamente, luego de que vemos una realidad es imposible volver la mirada atrás. Ahora sí, habiendo comprendido la Cuarta Ley Biológica, el rol beneficioso de los gérmenes, pasemos a la Quinta Ley.

Quinta Ley Biológica: La quintaescencia Esta ley es la que le da el sentido a todo lo anterior: el cierre y el comienzo. Esta ley es, para mí, la que le da sentido al título de este libro: El Cáncer es el Círculo Perfecto. Esta ley explica cómo todas las transformaciones que llamábamos enfermedades son, como te dije, Programas Especiales con Pleno Sentido Biológico creados por la Naturaleza para resolver un conflicto determinado. Es como si nosotros fuésemos un programa y tuviésemos una forma de operar ante la vida cotidiana habitual y otro modus operandum ante la situación de atentado contra nuestra supervivencia; y ese otro modo, el de emergencia, es la forma en que nuestra biología aprendió a resolver un conflicto que atenta contra nuestra supervivencia. Esta ley es la que dice que todo, absolutamente todo, está programado en nuestro cerebro en términos biológicos de supervivencia. No hay falla. No hay error. Este concepto es completamente diferente al significado de enfermedad que cotidianamente se utiliza; el cual implica una disfunción o un mal funcionamiento, un error; todo lo contrario. Realmente tiene mucho más sentido pensar que el cuerpo humano, algo tan perfecto en la naturaleza, realice cambios y comience a equivocarse, a dejar de reconocerse y a aniquilarse. No hay especie en la biología que tienda a la autodestrucción natural. Siempre, siempre la tendencia natural es a la supervivencia. Estas leyes, se aplican a todos los seres vivos (animales, plantas y seres humanos). Y se pueden verificar. Esto es importante. No es solo una cuestión de creencia. Esto es realmente científico porque es extrapolable absolutamente a todos. Esto es científico y verificable para mí. Es mi vivencia hace más de una década en cientos y cientos de consultantes. Y a esas vivencias las puedo comprobar en mí misma, en mi familia, en mis amigos y en mis mascotas. De

esto se trata la Medicina Basada en Evidencia. Insiste, podemos verificarlo en el 100 % de los procesos que llamábamos enfermedades. Podemos verificar que cada expresión biológica tiene un sentido biológico específico. Hagamos, otra vez, esta pregunta ¿Cuál es el sentido biológico de lo que nos sucede, por qué la biología elige utilizar ese modo especial de respuesta? Encontremos la respuesta, otra vez, en un ejemplo. Ejemplos, los míos, que no son imaginarios; si bien los nombres que utilizo son de ficción. Son ejemplos diarios. No son casos. Yo no veo casos clínicos. Yo acompaño personas, seres humanos, integrales. Con una biología que está, como en todos, a su servicio. Lo veo todos los días. En mi consultorio, todos los días verifico estas Leyes Biológicas. Es así. Veamos a Laura. Un tiempo después de la muerte de su hijo, Laura desarrolla un Cáncer de ovario izquierdo: conflicto de desvalorización por una pérdida profunda. ¿Cómo funciona el programa del ovario ante este conflicto? En fase de conflicto activo, generará pérdida celular en forma de necrosis. Habrá disminución celular porque se trata de tejido derivado del Mesodermo Nuevo. Ante esta destrucción celular, el ovario está desvalorizado y la psiquis interpreta que el órgano no sirve (hay desvalorización por la pérdida). Con esa disminución celular, disminuyen consecuentemente los estrógenos producidos por el ovario, por lo tanto se presentará amenorrea (falta de menstruación), y disminución de la libido o deseo sexual. Tras la resolución del conflicto, tras el duelo de la muerte de su hijo, Laura pasa a fase de PCL (reparación), donde esa necrosis (esa pérdida de tejido) es rellenada y reparada haciendo crecer el órgano (ya que se trata de un órgano de lujo, es Mesodermo Nuevo, el órgano tiene que quedar más grande que antes para que funcione más y para poder procrear más y sustituir la pérdida). Es en la fase de reparación en donde vemos la masa o tumor llamado Cáncer de ovarios, con la recuperación del nivel hormonal, la libido y el ciclo menstrual. Esto es el equivalente a un Cáncer de testículo en los hombres. Repito que no es la

muerte del hijo que activa el Cáncer de ovario, sino la manera de vivir esa situación por parte de Laura, de su psique, del contenido emocional que le dio, de la interpretación que hizo del evento, de la vivencia de esa situación. Lo mismo puede pasar en una leona, por ejemplo. Si un león dominante mata al macho alfa de una manada, y si la leona tiene crías, automáticamente él va a matar a la crías, porque tiene que garantizar su linaje. Luego de que el nuevo macho alfa mate a las crías, la Leona, pasará un tiempo de menopausia que luego se restablecerá y estará más preparada que antes para volver a procrear. ¿Cómo es eso? Porque habrá en ella una proliferación de células y una multiplicación celular en los ovarios. Si le hacemos un diagnóstico a la leona, diremos que tiene Cáncer. La leona no sabe que eso es lo que llamamos Cáncer, entonces lo vive solo biológicamente. Y sigue, su vida, sin más. Otro ejemplo. Lucía es una mujer diestra que se encuentra en una relación de pareja conflictiva. Lucía, tras una gran discusión sobre la continuidad de la relación, desarrolla un carcinoma lobulillar de mama derecha. Conflicto de pelea, preocupación, en este caso por la pareja. En función del contenido emocional del conflicto, ¿qué hace su biología? El tejido glandular mamario realizará división celular y el diagnóstico que le daremos será adenocarcinoma lobulillar de mama. ¿Para qué hizo la mama esa transformación, por qué el cerebro activó ese programa de emergencias? Lo hizo con el sentido de producir más leche, ya que el excedente de alimento puede favorecer al cuidado y la sanación, en este caso de la pareja (mama derecha en mujer diestra). Otro ejemplo. Ernesto. Ernesto es despedido de improvisto de su trabajo, y esto le genera gran enojo. ¿Cómo lo vive? Lo dice en la consulta: “Sentí que fue una cagada, que me cagaron la vida. ¿Qué manifiesta su biología? Activa el programa de emergencias relacionado a su vivencia de bocado indigesto de miércoles Desarrolla un adenocarcinoma de colon (crecimiento celular en el intestino). En términos biológicos, el conflicto es un conflicto de bocado indigesto de miércoles que hay que sacar. Las células intestinales se reproducen,

aumentan la división celular para producir moco, secreciones, y así poder eliminar ese bocado sucio. Otro ejemplo. A Lucas le diagnostican un tumor de riñón. Le dicen que es inoperable y que su vida está en peligro. ¿Cómo vivencia el diagnóstico, esa noticia? Podría ser como una cagada. Pero no fue así, sino que fue con miedo a la muerte. En términos biológicos, vivencia un “conflicto de miedo a morir”. ¿Qué hace su biología? ¿Qué programa de emergencias activa? Desarrolla una división celular en los alvéolos pulmonares (que se manifiestan con las llamadas metástasis pulmonares) con el fin de tener mayor captación de oxígeno. Porque, con sentido biológico, con más tejido alveolar hay más posibilidades de aprovechar el aire, tomar oxígeno y sobrevivir. Perfecto. Otro ejemplo. Una mujer joven de 25 años, Pilar, tras un examen ginecológico se le realiza una biopsia sin pedirle permiso. Sí, estas cosas pasan: que a una paciente, es decir, a una persona, se le realice una biopsia sin su consentimiento (por más que se haga con “la mejor” intención, no importa; es su vida no la nuestra). ¿Cómo lo vive esta mujer? Lo siente como una invasión que no pudo evitar. En términos biológicos como un “conflicto de no poder demarcar los límites”. Y desarrolla una pielonefritis (infección urinaria alta) una semana después del procedimiento. En etapa de conflicto activo, su biología ulceró la mucosa de la pelvis renal con el sentido de aumentar el diámetro para guardar más orina para luego lograr una mayor expulsión de la misma; es decir: poder orinar más para marcar el territorio, demarcar los límites del territorio. Tras haber pasado la situación, aparece la resolución, fase de PCL, con presencia de gérmenes; por lo tanto, molestias, fiebre y dolores renales. A través de la orina, los animales marcan su territorio. Nosotros también lo hacemos. ¿Cómo accede el Dr. Hamer a esta Ley y a las otras? Observando e investigando la naturaleza toda, la biología. Y lo que Hamer ve, a ojo de buen cubero, como diríamos en Argentina, es que todo en la naturaleza convive en una perfecta armonía. En términos más científicos, diríamos que en simbiosis y homeostasis. Claro que hay muerte en la naturaleza, y hasta la muerte tiene un

sentido biológico. Si no hubiera depredadores y presas, la naturaleza sería un caos. Hoy, por ejemplo, dada la alteración que causamos producto de nuestra manera de vivir (la contaminación ambiental), hay depredadores que han desaparecido o han sido reducido a una mínima expresión. En consecuencia, hay una sobrepoblación de ciertas especies. Podemos observarlo, en las ciudades, por ejemplo, con la cantidad de palomas. Lo real es que una especie colabora con la otra y ambas con el sistema total. Cuando un ejemplar de una especie hace de otro ejemplar de otra especie su presa y se la come, está haciendo que el sistema funcione. La presa colabora con el depredador porque lo alimenta, y el depredador colabora con la especie de la presa porque así controla la población de esa especie y la perfecciona, ya que siempre el depredador se va a comer a la presa más débil). Es decir, lo que el Dr. Hamer observa y manifiesta es que no hay algo malo en la naturaleza. Que esto de maligno y benigno es una valoración que no le pertenece a la biología porque la biología es neutral. Todo lo que manifiesta la biología lo hace con un sentido biológico sensato. Lo que nos dice esta Quinta Ley es, básicamente, que cuando el cuerpo expresa algo lo hace con un sentido, con una finalidad. Y que esa expresión biológica, esa manifestación física que nosotros llamábamos enfermedad y que creíamos que era algo malo, es en realidad un programa con el que venimos “programados” para vivir esta experiencia terrenal. Es un mecanismo especial que traemos escrito en el ADN. Eso que llamábamos enfermedad es un mecanismo de supervivencia para hacer frente a situaciones inesperadas. Todo lo que está en nuestro cerebro biológico está programado y diseñado en términos biológicos de supervivencia. La biología nos ayuda a transitar las vivencias que tenemos. La biología es una aliada para que podamos resolver lo que necesitamos resolver. Es decir, la biología nos da tiempo. ¿Tiempo para qué? Precisamente, para resolver. Para adaptarnos a lo que sucede. Nos da una oportunidad para revisar la realidad en la que estamos. Para aceptar, para rechazar, para integrar, para hacer duelos, para sanar heridas, etc.

Es importante volver a remarcar esto. La biología nos da tiempo. Es decir, el cuerpo amortigua el golpe que nos generan ciertas situaciones. Nos da la chance de recoger el mensaje, tomar consciencia y tomar decisiones. Ahora bien, la biología tiene un límite: el cuerpo no es una fuente inagotable de soluciones. Si forzamos y forzamos la máquina, en un momento va a dejar de funcionar. Es así. ¿Qué te quiero decir con esto? Y de esto habla esta Quinta Ley: que el cuerpo tiene lo necesario para hacer el proceso de reparación que implica la puesta en marcha de un programa especial con un sentido biológico (llamado enfermedad). Es decir, el cuerpo tiene lo necesario para curarse a sí mismo. Ahora, el cuerpo y la biología pueden aportar algunas soluciones. Digamos, amortiguar los primeros golpes. Si luego nosotros no vemos lo que el cuerpo nos muestra a través del sentido biológico y seguimos golpeándonos, pues no culpemos a la biología de que hace mal las cosas o que enloquece. Si todo está programado en términos biológicos de supervivencia, como dice esta ley que da un sentido integral a todas las otras leyes (todas verificables en el 100 % de los casos), si todo está disponible para ayudarnos a adaptarnos, a resolver y a evolucionar, si la enfermedad es un programa especial que se pone en marcha ante una situación especial que el cerebro registra como peligrosa en términos vitales de supervivencia, es porque nosotros estamos viviendo peligrosamente. Porque con las decisiones que tomamos, las realidades que tenemos y la manera de vivir las situaciones nos ponemos en peligro. La biología no pone en marcha toda la ingeniería que representa e insume la enfermedad ante un golpecito. El cerebro biológico hace intervenir a la biología porque nuestro ser integral está en peligro, porque la situación de sobrestrés es tal, que hay que tomar decisiones más intensas. Y cuánto más intensos y prolongados sean los conflictos, pues más intensas serán las soluciones biológicas, más los síntomas y mayores las transformaciones manifestaremos. Ahora bien, el cuerpo no es una fuente inagotable de soluciones. Obviamente, tratamos a nuestro cuerpo como tratamos a la Tierra, es decir, como si fuera una fuente inagotable de recursos. Nuestro cuerpo, como la Tierra, tiene todo lo necesario para resolver conflictos, pero hasta un punto. Nosotros, casi siempre persistimos en ciertos conflictos y nos encaprichamos con ciertas

realidades. Sostenemos lo insostenible. Queremos que las cosas sean de una determinada manera cuando la realidad nos dice otra cosa. Está claro que, a veces, funcionamos así de manera condicionada. Igualmente, el cuerpo nos da señales, nos habla. En su propio idioma, pero nos habla. No somos víctimas, somos responsables de nuestra realidad. Nuestro presente es el resultado de las decisiones de ayer, y nuestro futuro dependerá absolutamente de las decisiones de hoy. De esto se trata la autorresponsabilidad, que es uno de los pilares del Nuevo Paradigma. Nuestro organismo está ahí para garantizar nuestra supervivencia. El mismo organismo responde ante una necesidad o conflicto con el cambio de estructura específico o la modificación de la función de uno o varios órganos. Esa respuesta está asociada al tipo de conflicto o necesidad que estemos vivenciando. Traemos esa respuesta, información o solución en nuestro ADN, en nuestro banco genético de respuestas, soluciones e informaciones. Son las respuestas, informaciones y soluciones con las cuales la biología ha resuelto los conflictos a lo largo de la evolución. Y están ahí, disponibles, para usar cuando necesiten ser usadas. Son como luces de emergencia. Se usan si y solo si se corta la luz eléctrica. Ahora bien, si la luz no viene y no viene. Si el conflicto eléctrico no se soluciona, si persiste, si se prolonga en el tiempo, ¿qué pasa? Pasa lo que es evidente que va a pasar, que a la luz de emergencia se le agotan las baterías y no puede ejecutar el sentido para el cual fue creada. Lo mismo sucede con nuestro cuerpo y eso es algo que el cerebro biológico tiene clarísimo. Estar paralizados, parados, quietos en un mismo conflicto o ante el peligro no es una solución para la biología. O luchamos o huimos, pero algo que hay que hacer. Cuando no resolvemos o cuando persistimos en un conflicto, llega un momento en el que el cerebro biológico no puede hacer eso para lo cual él y el resto del cuerpo fueron creados: garantizar nuestra supervivencia. Y cuando esto pasa, el Cerebro lleva la tecla del interruptor de ON a OFF y apaga el sistema. Es decir, hace un cambio de estado. Es decir, morimos. Es así de sencillo. Es así. Está claro que hacemos lo que podemos. No somos culpables, mas sí somos responsables.

Lo que no debemos hacer es culpar o responsabilizar a la biología por no hacer lo que nosotros no hacemos, por no poder hacer lo que nosotros no podemos. Otro ejemplo, sencillo. Haz de cuenta que estoy martillando y por accidente, por distracción, porque no sé usar el martillo o hasta porque quiero ver qué se siente al hacerlo, me martillo un dedo. ¿Qué sucede? Siento dolor al instante. ¿Para qué sirve el dolor? Como ya te explique, sirve para poder reparar el dedo. La biología me dice que ese dedo debe ser protegido, que no debo usarlo, tocarlo ni volverlo a golpear. Me dice que preste atención, que no es conveniente martillarme el dedo. A su vez, es muy probable que se inflame la zona y se forme un edema. Inflamación y líquidos. ¿Para qué? Ya lo viste, para proteger el dedo, nutrirlo y disponer así a su recuperación. Ahora bien, pongamos que vuelvo a martillarme el dedo (cosa que muchas veces sucede, real o simbólicamente), y que otra vez lo martillo al punto de fracturarlo. Aun así, la biología puede repararlo. Es decir, va a disponer todo para reparar la fractura. ¿Qué hará? Va activar a las células productoras de hueso que se llaman osteoblastos para que se reproduzcan para sellar la fractura. Supongamos que yo me sigo martillando una y otra vez el dedo. ¿Qué te parece que puede suceder? ¿Podrá la biología seguir disponiendo de soluciones a ese conflicto? Es muy probable que, en un momento, mi sistema colapse y el cerebro biológico decida desmayarme como medida de emergencia ante tal realidad. Y es muy probable que yo no recupere el dedo. ¿Mi biología falló? Acá diremos que no. En este ejemplo nos resulta evidente, pero permíteme decirte que es así en el resto de los casos en los que nos parece menos evidente. A veces, como con el martillar del dedo, persistimos en un conflicto por accidente, por distracción, porque no sabemos hacerlo de otra manera, porque no podemos evitar hacerlo a pesar de saber que no debemos o por lo que fuera. Llegará un momento en el que el cuerpo va a decir basta. La biología no se equivoca. El cuerpo no enloquece. Lo que llamábamos enfermedad no es algo malo ni tampoco es algo bueno. La biología hace lo que tiene que hacer. La biología no tiene juicio ni dualidad. Es como con la luz de emergencia. Si usamos el mismo criterio para juzgar a la luz de emergencia que el que desplegamos para valorar la

enfermedad, diríamos que cuando la luz de emergencia funciona es buena y cuando se queda sin batería y no nos alumbra es mala. La enfermedad no es ni buena ni mala, es una herramienta de supervivencia, es un programa especial perfecto. Como te dije, si persistimos en el conflicto, la herramienta se vuelve inútil. Lo que quiere decir que no puede ejecutar el sentido para el cual fue creada. Lo que quiere decir que no sirve para garantizar nuestra supervivencia. La enfermedad no es un error biológico, insisto. Nuestra biología no se desquicia sino que tiene una lógica biológica. ¿Por qué creemos lo contrario? ¿Por qué creemos lo contrario como si fuera una verdad absoluta? Te daré mi visión que es, como te dije antes, mi manera de ver las cosas. No se trata de una verdad absoluta, pero sí de lo que hoy creo que es verdadero, porque así lo evidencio diariamente. Y aclaro, otra vez, que esta visión no me pertenece en su totalidad. En parte, está hecha por otras sabidurías (como la del Dr. Hamer) y por otros saberes. Y en parte, a su vez, está forjada con mi propia experiencia. En función de eso es que yo elijo con conciencia, libertad y autonomía esta visión. Desde mi formación de pregrado en Medicina he recibido una información, que la enfermedad es mala, para decirlo de manera sencilla. O, dicho de una manera más compleja, que los tumores son un crecimiento anárquico y descontrolado de células que, a pesar de ser desestructuradas, imitan el funcionamiento del tejido normal y le consumen el alimento al tejido sano. Al hacerlo le ocupan lugar y por eso causan la muerte. Sabemos eso pero no sabemos por qué o para qué se produce. Esta información es la que yo he recibido, la que se me ha transmitido y la que yo transmití durante varios años. Hoy, a la luz de las 5 Leyes Biológicas (científicamente verificables) y mi experiencia personal, creo y siento poco científica esa hipótesis de que nada tiene razón de ser. Hoy creo que esa información es parte de un sistema de creencias que se transmite de generación en generación y que, al ser repetido sin ser cuestionado, pasó de ser una verdad instalada a ser una verdad absoluta. Hoy creo que el concepto de enfermedad que consciente e inconscientemente, colectiva e individualmente, coloquial o académicamente manejamos la mayoría

de nosotros y la mayoría de nuestros espacios públicos o privados, es un concepto que durante décadas y décadas repetimos y transmitimos sin cuestionar. Es un supuesto que se ha instalado como una creencia irrefutable, al punto de orientarnos sin preguntarnos sobre la misma. Hoy, como médicos, asumimos sin dudar que el tumor es algo malo. Hoy, como pacientes, asumimos sin dudar que el Cáncer es un error. Hoy, médicos y pacientes le otorgamos a ese supuesto (porque científicamente nadie puede negar que es solo un supuesto poco verificable) la misma entidad, por ejemplo, que a la evidencia científica que nos dice que la tierra gira alrededor del sol. Hay un detalle: hasta hace el equivalente a cinco minutos (si pensamos en toda la historia de la humanidad), creíamos que el Sol giraba alrededor de la tierra. Exactamente lo mismo creo que nos pasa con la enfermedad. Creemos que las células proliferan sin sentido. Y yo creo, a la luz de leyes verificables, que las células proliferan con sentido biológico. Por supuesto que yo y todos desconocemos cuál es la verdad absoluta (en caso de que exista). No sé quién tiene la vara del saber. Lo que sí sé es que cada uno de nosotros necesita asumir la responsabilidad, el compromiso y la consciencia respecto de lo que cree verdadero. Porque en función de nuestras creencias es que nos movemos en el mundo. Y, en relación con este libro, orientamos nuestra mirada hacia el cuerpo, nuestros tratamientos, nuestras consultas y, por lo tanto, nuestra propia vida en función de lo que creemos que son la enfermedad y el cáncer. Asumimos verdades porque nos dicen que es la verdad. Y como proviene de una autoridad, de un lugar al cual le conferimos por convención el poder sobre el tema, no lo cuestionamos. Y ya ni siquiera la autoridad misma se cuestiona eso que dice, esa verdad que transmite. La asume como verdad y la transmite. Personalmente, como te conté, algo me empezó a hacer ruido hace tiempo. Una voz interna que tenía su correlación en la práctica médica. Podría ponerle un nombre a esa intuición primaria: sentido común. Luego, con el conocimiento de estas leyes puestas de manifiesto en la naturaleza, lo que me

movilizó fue la lógica. Porque a través de estas leyes yo pude verificar lo que intuía. Porque estas leyes son, como te vengo diciendo, verificables. Y nos aportan, tanto a médicos como a pacientes, la posibilidad de saber para qué y por qué pasa lo que nos pasa en el cuerpo. ¿La enfermedad es un error? Dejo unas reflexiones para que cada uno abra su propio interrogatorio. ¿El Cáncer es una proliferación anárquica de células? Eso es lo que transmitimos. Pensemos. Un crecimiento anárquico, descontrolado y sin sentido ni función, ¿sería tan perfecto como para imitar al órgano de origen? Si eres médico o estás vinculado al área de la salud, seguro lo sabes o deberías saberlo, si no lo eres es conveniente que lo sepas. Las células del tumor (células cancerígenas) son perfectas: sus membranas y sus organelas internas son un cúmulo de células idénticas al tejido donde asientan. Las células tumorales de un adenocarcinoma de intestino delgado son iguales a las células que tiene el intestino delgado. ¿Qué quiere decir esto? Que eso supuestamente extraño que es una célula tumoral, tan extraño no es, porque es idéntica a las células del órgano (tejido) en el cual se encuentra. A su vez, las células que constituyen el tumor generan un perfecto sistema de nutrición con vasos sanguíneos propios para alimentarse. Es decir, tienen su propio sistema vascular. Sabemos que el procedimiento es perfecto y la ingeniería fisiológica que se pone en marcha para crear algo así es impecable. Al mismo tiempo, aquellos vasos sanguíneos y arterias a través de los cuales se alimenta NO son afectados por el tumor. Es decir, el tumor, algo destructivo, por lo que creemos, no destruye el sistema vascular y arterial que crea para alimentarse. El tumor no se alimenta del órgano donde asienta, tiene su propio sistema de alimentación, sino que hace vasos de neoformación (nuevas vías para recibir alimento). A su vez, el tumor convive en simbiosis con el resto del sistema sin dañarlo; porque el sistema vascular y circulatorio a través del cual se alimenta el tumor se conecta al sistema sanguíneo que tenemos sin dañarlo. También sucede que muchas veces las células del tumor cumplen la misma función que las células del tejido en el cual se forma el tumor. ¿Cómo puede ser que algo tan perfecto y con inteligencia

fisiológica sea algo anárquico, alocado y sin sentido? ¿El organismo hará todo ese esfuerzo y ese gasto energético solo con el fin de matarnos? El proceso de formación de un tumor y la manera en la cual se da, se presenta muy perfecto como para ser algo tan errático. ¿Y si no es errático ni anárquico? ¿Si no es lo que pensábamos que era? ¿Y si durante años estuvimos en un paradigma equivocado? Por otro lado, consideremos que tenemos avances tecnológicos gigantescos. Hoy, se puede ver a través de un microscopio el ADN, el genoma. Y aun con aquellos avances, con los miles de centros de investigación a disposición y con cientos de investigadores disponibles, seguimos sin conocer la causa, el origen y el motivo por el que se producen más del 90 % de las enfermedades, así como desconocemos las razones por las cuales la mayoría de las enfermedades se tornan crónicas e incurables. Hace unos años, en un congreso internacional muy famoso sobre Cáncer de Mamas, escuche una conferencia multitudinaria con cientos de oncólogos de todo el mundo. En ella un investigador explicaba en una inmensa pantalla, las vías moleculares a través de las cuales crecen las células que llamamos de Cáncer de mama. Este prestigioso investigador, que no dudo dedica su vida con pasión a eso, contaba la historia del tratamiento del Cáncer de mama. Decía que el Cáncer usaba una vía para crecer, entonces la bloqueaban. Y el cáncer empezaba a usar otra, entonces la bloqueaban. Cuando habla la bloquear, se refiere a que inventaban un medicamento para cerrar la vía de crecimiento de la célula. Y así con otra vía y otra a lo largo de los años. ¿Cómo piensan seguir? ¿Por qué sigue creciendo el tumor? ¡Qué ganas me daban de gritarles la respuesta! El cerebro seguirá enviando órdenes para que el tumor crezca si hay un sentido para que lo haga, es decir que mientras esa mujer continúe en conflicto, seguirá activando el programa especial de emergencias, por lo cual por más que le saquemos mil vías de crecimiento al tumor, la biología como es impresionante y tiene mil recursos seguirá generando otras vías alternativas de crecimiento. La biología siempre, siempre gana. El cerebro seguirá resolviendo aquello que recibe como información que nos está poniendo en peligro de supervivencia. El conflicto. Confío en que algún día hablaremos todos el mismo idioma. Retomo con las creencias, te lo dije antes y te lo vuelvo a decir, pensemos en la metástasis.

Desde el nacimiento del “llamado Cáncer”, hace décadas y décadas, se estudian las metástasis. Creemos ver metástasis e intentamos hallar sus causas y cómo es que se produce. Lo intentamos, sin ningún resultado satisfactorio. Y, a pesar de esto, seguimos sosteniendo el supuesto de las metástasis. No solo eso, lo transmitimos como verdadero. A tal punto que ya es una verdad instalada en el inconsciente colectivo. Ya que, coloquialmente, el miedo que se tiene es que el Cáncer se pueda ramificar o ir para otro lado. Es decir, lo que es un supuesto o una posibilidad se cree como una realidad. ¿Y si el problema no está en dónde buscamos sino en cómo lo buscamos? ¿Y si el problema está en nuestra mirada? ¿No será que en algún sentido tenemos que ver las cosas de otro modo? ¿Cómo puede ser que con tanto progreso científico resolvamos tan poco respecto del origen de los tumores? En el área del Cáncer, menos del 10 % de los tumores avanzados remiten. ¿Cómo puede ser? Cada vez hay más casos de Cáncer en personas más jóvenes y las tasas de respuesta de regresión tumoral son bajísimas; ni que hablar de la curación completa. A mí esto me hace mucho ruido. A mí, A MI me hace pensar que nos estamos equivocando.

¿Por qué luchamos contra el Cáncer? Está claro, porque creemos que es un enemigo. Se lucha contra algo que consideramos que atenta contra nosotros. Yo siento que es una lucha sin sentido. Cuánto más luchamos, más enemigo creemos que el Cáncer es. Por más buenas intenciones que tengamos. Entonces, cuando nos diagnostican Cáncer, cada vez más grande es el enemigo que conquistó nuestro cuerpo, que viene a quitarnos lo que nos pertenece: la vida. Y el sobrestrés que dispara el diagnóstico activa en la biología procesos biológicos que nos complican más. Creo que no hay que luchar contra el Cáncer. Hay que comprenderlo. Aclaro nuevamente, no estoy diciendo que no haya que hacer tratamientos, ni crear terapéutica correcta, claro que no. No estamos preparados para eso. Creo que hay que invertir recursos, humanos, económicos y científicos en esa comprensión real.

Mi sentir con respecto a las enfermedades es que estamos parados como aquellos científicos que discutían que la Tierra era plana e inmóvil. Claramente ellos veían cómo sucedían los ciclos del día y la noche, cómo el sol salía por un lado y se guardaba en el opuesto. Eso tenía una lógica, ese saber de que la Tierra era cuadrada e inmóvil se pasó de generación en generación. Y de tanto repetir un supuesto y no cuestionarlo se convirtió en una verdad absoluta, de la cual hoy nos reímos por considerarla una ignorancia. ¿Y si nosotros, respecto a las llamadas enfermedad es, estamos viviendo los mismos mitos, estamos transformando un supuesto sin evidencia y sin verificación alguna en una verdad absoluta, verdad que transmitimos de generación en generación ciegamente? ¿Y si de algo que unos han pensado y aceptado como verdad personal, como un supuesto en una búsqueda individual se terminó construyendo una verdad colectiva sin evidencia? ¿Y si esto sucede? Te repito algo. Y esto, para mí, es irrefutable: no hay ninguna prueba científica de que el Cáncer sea una enfermedad generada para matarnos. No vemos en un microscopio células con armas, con bombas estallando las vecinas, no vemos eso. Creemos que morimos por causa de Cáncer. ¿De qué murió? De Cáncer de mamas. ¿Cómo hace un grupo de células de la mama para parar todo un sistema? ¿Cómo hace un nodulito de un centímetro en el hígado para matarnos? No es así. Muchas veces, morimos a causa del colapso del sistema, agotamiento, estrés por múltiples conflictos. Ahí el cerebro elige desconectar, porque una persona tan perturbada no se es útil a sí misma ni le es útil a la manada. También morimos a causa de tratamientos no ajustados a cada persona, despersonalizados, en soledad, sin acompañamiento, sin registro y sin amor. Muchas veces, estamos tan intoxicados, colapsados, con organismos deteriorados que nuestra biología no tiene la energía necesaria para hacer el proceso de reparación (la segunda fase de la enfermedad). Muchas veces, como te dije, esa solución biológica que representa el Cáncer no puede ayudarnos a resolver el o los conflictos en los que estamos, que de tan intensos y persistentes hacen inútiles los esfuerzos de supervivencia que despliega el cuerpo. Que el Cáncer mata responde a un sistema de creencias instalado, que se pasó de generación en generación y hoy es parte de nuestro sistema de creencias como una verdad absoluta. El Cáncer ha llegado a ser sinónimo de

sufrimiento, dolor y muerte. Esa tríada es la que se desarrolla en cada persona en la que se diagnostica un cambio de estructura celular al que llamamos Cáncer. En cada persona diagnosticada con Cáncer, en cada familiar de esa persona, en cada amigo de esa persona, en cada vecino de esa persona, en cada sociedad donde vive esa persona. Decimos Cáncer y es sinónimo de sufrimiento, dolor y muerte. Así impacta en nuestra en psique. Ya es una asociación automática que hace nuestra mente; lo hace de forma inconsciente (no sin consciencia, sino sin ser consciente que ya forma parte de una supuesta verdad implícita). Ya estamos condicionados por esta creencia. No se trata, solamente, de que la mente, de manera consciente, tenga un pensamiento positivo. Porque esto ya excede la voluntad. Yo quiero pensar que no es grave cuando me dicen Cáncer, pero, en la mayoría de nosotros, se dispara automáticamente el alerta, un grado de sobrestrés extremo, un impacto, un shock traumático. Nuestra psique, al escuchar Cáncer, asocia “sufrimiento, dolor y muerte”. Esto es evidente en nuestra práctica médica. Y la mayoría de las personas que han sido diagnosticadas con Cáncer y sus familiares, amigos y vecinos lo han evidenciado también. Ahora, yo me pregunto, podemos preguntarnos ¿Cuándo le hemos dado todo ese poder a una palabra? El Cáncer se expandió como una epidemia de forma tal que a la proliferación celular, a la multiplicación celular, a la manera bio-lógica que tiene y tuvo siempre la biología de resolver los conflictos, se la etiquetó con una palabra cargada de juicio y valoración negativa. Fue así que desplegamos cada vez más Cáncer, más miedos, más pérdidas, más desvalorizaciones, más separaciones, más ataques, más soledad, más control, más enojo, más ira, más miedos, más miedos, más miedos y más Cáncer. ¿Sabes de dónde proviene la palabra Cáncer? Es decir, su etimología. Podemos recurrir al diccionario etimológico Corominas, algo maravilloso. Cáncer proviene del latín y se asemeja a cangrejo. Al parecer, Galeno, en el siglo II, en una observación que hizo, concluyó que la forma que tienen los vasos sanguíneos de los “tumores malignos” (el entrecomillado es mío) se parecen a las patas de un cangrejo. Es interesante la observación que hace Corominas: las tenazas del cangrejo se asemejan al instrumento de tortura con el que se

compara el sufrimiento que causa esta enfermedad, el Cáncer. Es decir: Cáncer igual a tortura. Esto, simplificando, ya pasaba en el Siglo II. Estamos en el Siglo XXI. Mucha agua ha corrido bajo el puente. Esta asociación es parte del inconsciente colectivo. La Quinta Ley, esta que estoy aprovechando para arrojar algunas conclusiones, nos dice junto a las otra cuatro, que el cáncer es sinónimo de vida, el cáncer tiene sentido biológico, el cáncer es un programa especial perfecto creado por la naturaleza ante una vivencia de atentado a la supervivencia. Y la vida no excluye el dolor, por supuesto. El dolor tiene su finalidad biológica. A su vez, el sufrimiento con el que está asociado el Cáncer varias veces se debe al tipo de abordaje que hacemos. También, al estado, al cuidado o descuido en realidad de nuestro organismo, ya antes de que nos agarre el Cáncer (u otra enfermedad). Y porque cuando nos diagnostican Cáncer y comenzamos la terapéutica, se activan en nosotros conflictos biológicos que hacen que el dolor sea sufrimiento; como el conflicto de los túbulos colectores de riñón. Ante esta palabra con una connotación tan negativa, el Cáncer ya nos sentimos solos y abandonados, como un pez fuera del agua, retenemos líquido por los túbulos colectores del riñón y empeoramos todos los síntomas; pasamos del dolor al sufrimiento. Muchas veces la cosa se pone más fea o más grave porque estamos con este conflicto (el de los túbulos colectores renales) activado. Y muchas veces, este conflicto también se activa por decisiones médicas, familiares o personales. Por el diagnóstico, por la forma de darlo y por la de recibirlo, por el tipo de tratamiento, por la manera en la cual se hace el tratamiento (totalmente despersonalizado, frío, sin empatía ni registro de la persona), por el lugar (donde la persona se siente, literalmente, como un refugiado), por el entorno familiar del paciente que le genera más miedo y estrés, por muchas situaciones relacionadas al sentimiento de soledad y desolación. Y por lo tanto, si hay inflamación más inflamación. Si hay retención de líquido, más retención.

Si hay edema, más edema. Si hay dolor, mucho más dolor, es decir: sufrimiento. Si hay sufrimiento, más miedo, más sobrestrés. Si esto sucede, y no se resuelve, más conflicto biológico y, tal vez, muerte. ¿Por culpa de la biología que hizo las cosas mal? ¡Claro que no! Somos nosotros, muchísimas veces (y no digo todas por cortesía), los que interferimos en los procesos sensatos de nuestra biología. Nuestra biología nos hace sobrevivir a pesar nuestro. Esto nos tiene que orientar en nuestra práctica médica, como así también nos tiene que servir de faro en la elección del profesional con quién tratarnos. Ya sé que, a veces, sentimos que no tenemos opción. Ni como médicos ni como pacientes. Ya sea porque, como médicos, estamos ante decenas y decenas de pacientes diarios, corriendo de un lado hacia el otro, tapando agujeros, sosteniendo un sistema de salud que hace agua por varios lados, cumpliendo roles que no nos corresponden, poniéndole el cuerpo a reclamos y quejas que no nos pertenecen. O ya sea porque, como pacientes, por nuestra realidad social, cultural y económica, sentimos no tener alternativas para elegir. Igualmente, insisto, siempre hay alguna chance de elección. De tratarnos amablemente, con empatía, con registro y con amor, siempre hay posibilidad de transformación. Eso sí lo podemos elegir. Como podemos elegir ser consultantes activos y empoderados y no pacientes víctimas de las decisiones ajenas, también podemos elegir mirar al cuerpo con una mirada que se ajuste a nuestra biología, entender sus procesos, tratar con amor al cuerpo y a la biología. También, como familiar de un paciente con Cáncer, si lo hacemos sentir acompañado, contenido, con amor, si le brindamos compasión y registramos su realidad, todo se transforma. Que la persona vivencie que está refugiada, protegida, registrada. Eso aliviaría mucho. No solo el dolor físico, también (y sobre todo) la herida emocional. ¿El Cáncer es sinónimo de sufrimiento, dolor y muerte?

Hay que resignificar estos términos. En este punto, es importante reconocer los principios de la física cuántica. ¿Qué nos dice? Que la realidad depende del observador. En un estudio, el observador siempre influye sobre el objeto observado, y por lo tanto altera el resultado. Esto se repite en todos los estudios científicos y lo mismo sucede con los seres humanos. Pensemos lo siguiente, aquello que científicamente nos prueba la física cuántica: el cuerpo humano está hecho de moléculas, que a su vez están conformadas por partículas más pequeñas. Los átomos. Y estos de partículas subatómicas que a su vez están hechas de información y energía. Es decir que nuestro cuerpo, que a nuestros sentidos nos parece algo sólido, mirado microscópicamente es una realidad en constante movimiento. Es información. Y esa información se construye. Nuestros pensamientos, claro, son formas de energía que influyen en otras formas de energías corporales dentro de las cuales están las células. Es decir, todo lo que sentimos y pensamos influye en el movimiento de millones de partículas, átomos y moléculas de nuestro cuerpo. Por ejemplo, cuando vemos a un amigo y antes de que nos dirija una palabra, con solo mirarlo lo notamos mal. Le preguntamos por qué está triste y qué le pasó. Porque lo vemos con la cabeza baja, los hombros caídos, el paso lento, los ojos sin brillo, el mentón hacia abajo. ¿Qué sucedió aquí? Todas sus células respondieron a sus pensamientos y sentimientos y acomodaron al cuerpo en esa expresión de tristeza. Exactamente lo mismo sucede ante un diagnóstico de Cáncer. Si creemos que el Cáncer es una enfermedad maligna que vino a matarnos, así se dispondrán todas nuestras células, así responderán ante el mandato cerebral. Y cuando algo es una creencia, trasciende la mente, es así. Lo que pienso y creo, lo creo y lo manifiesto en la realidad. Es una ley universal. El MENTALISMO. Lo que crees, lo que planificas a un nivel no visible se materializará. Todas nuestras células leen nuestros pensamientos y se acomodarán para manifestarnos esa realidad que construimos en la mente Lo veo en mi vida personal, familiar y vincular. Lo veo en mis consultas, en las personas que me consultan: ¡lo que creo lo creo! Nuestras células serán los soldados que responderán ante ese sistema de creencias. Siempre es así.

Ahí va un interrogante, para quien quiera hacérselo. ¿Qué sucedería en nosotros ante el diagnóstico de Cáncer si en nuestro sistema de creencias el Cáncer no fuese algo malo? ¿Cuántos tumores secundarios menos por otros miedos, síntomas y manifestaciones generaríamos? En mi pensamiento se me viene la imagen de cuando vemos una lesión quística en un estudio de imágenes, por ejemplo un quiste de agua en el hígado. Desde todas las medicinas es algo benigno. Para la medicina alopática (la convencional) un quiste de agua en el hígado es algo muerto; no se sabe por qué se formó, mas no tiene vida. Para la Nueva Medicina es un conflicto viejo resuelto. Ahora bien, para todas es algo benigno y no se le da importancia. ¿Será por ese sistema de creencias que no hacemos ningún síntoma alrededor del diagnóstico de un quiste, por lo que resulta un proceso tan banal? Ante esa noticia de quiste a nadie, ni médico, ni paciente, ni familiar se le mueve un pelo. ¿Será por eso que no se generan mayores problemas? ¿Qué sucedería en nosotros si le tuviésemos terror a los quistes? ¿Y si en nuestro sistema de creencias su presencia fuese mortal? Seguramente nos moriríamos de y por ellos. Si estuviéramos en Oriente, no tendría sentido decir esto porque es una verdad absoluta: es vital saber que aquello que creemos lo creamos y lo manifestamos. Como este típico ejemplo: si cada vez que salgo a la ruta creo que es posible que me pueda chocar un auto, en algún momento termina sucediendo el accidente. Es decir, no solamente lo pienso; lo creo, está arraigado en mí. Esto sucede porque lo estoy atrayendo, mis creencias y energías transforman el universo metafísico que modificará la materia para que se logre manifestar lo que creo. Este concepto del mentalismo, para mí fue revelador. Fue poder comprender de qué se trata la Autorresponsabilidad. Todo lo que se manifiesta en mi vida, estuvo creado previamente en un mundo invisible de mi mente, todo es absolutamente todo. Como me dijo un día un maestro, si hay algo que no quieras ver en tu vida, no lo pienses ni un minuto. Por el contrario, todo aquello que quieras ver manifestado comenzará con la creación en tu mente. Te cuento algo que leí una vez en Internet. Pido disculpas, pero no sé quién es el autor. ¿Sabes cómo soluciona el cerebro el miedo a que algo suceda? Si no encuentra una solución ganadora, si el miedo persiste y, por lo tanto, genera un sobrestrés, nos pone en conflicto activo, ya que siempre

rumiamos sobre eso, nuestros pensamientos giran en torno a eso, estamos en alerta, etc. Si eso pasa, el cerebro lo soluciona materializando aquello a lo cual le tenemos miedo. ¿Por qué? Porque es más estresante tenerle miedo a X, que X se materialice. Estará el conflicto de enfrentar a X, pero el miedo a X es mucho más estresante. Es así. Realmente creo y siento, y esta es mi creencia personal, lo que resuena en mí como verdadero, que constantemente frente a los múltiples conflictos que vivimos en la vida, hacemos cambios en las estructuras de nuestro cuerpo. Que esto ocurre todo el tiempo. Es decir, ocurren pequeños Cánceres, tumores, bultos que así como los hacemos así los desarmamos. Ahora bien, como no los vemos, son pequeños y ni nos enteramos. No nos disparan un sobrestrés. El problema está en aquellos Cánceres (o enfermedades graves) que sí nos enteramos que existen. Esta Quinta Ley que me lleva a contarte otras cosas, nos dice que todo tiene un sentido biológico. Que todo está programado en nuestro cerebro para garantizar nuestra supervivencia. Es decir, el programa especial que llamábamos enfermedad es una herramienta biológica. Y esa herramienta está siendo usada todo el tiempo. Lo que sucede es que como muchas veces no se imprime la solución biológica en el cuerpo, como son conflictos de baja intensidad, no los registramos. Pero existen. El tema es la lectura que hacemos de unos y de otros. De cómo los nombramos y de cómos nos ocupamos de ellos. Y, otra vez, es necesario poner en claro algo. Porque yo no estoy diciendo que el Cáncer o la enfermedad no tengan síntomas, que no sea doloroso y que no debamos ocuparnos de eso. Síntoma no es sinónimo de enfermedad, es decir: no son lo mismo. La enfermedad, como vimos, es un programa especial con sentido biológico que cuenta con dos fases. Una fase que suele ser asintomática. Y otra, la de resolución, donde se presentan síntomas (dolores, fiebre, inflamación, drenajes de líquidos, pus, sangrados, para detallar los más habituales). Y estos síntomas de la segunda etapa nos dicen que el conflicto biológico está en resolución y nos orientan en la terapéutica médica (al médico, para tomar decisiones ajustadas al proceso biológico real, y a los consultantes, para que comprendamos lo que pasa en nuestro cuerpo, aliviar miedos y estrés, con la consecuencia física de que habrá menos dolor físico).

A su vez, está claro que hay que ocuparse de los síntomas para que sean mucho más tolerables, con las herramientas que se tengan a mano, pero siempre comprendiendo la etapa del proceso biológico en la que estamos y su necesidad. Lo que también estoy diciendo, porque así lo veo diariamente, es que mucho de lo que sucede en el cuerpo tras un diagnóstico es causado por el diagnóstico mismo y nada tiene que ver con la enfermedad o el programa inicial. Creo que en la carrera de Medicina debería haber una materia obligatoria que nos enseñe a hablar con nuestros consultantes. Una materia que nos prepare para decirle a una persona que está atravesando un proceso de salud y, especialmente, que nos prepara para dar diagnóstico de Cáncer (con la connotación que hoy tiene ese diagnóstico). Muchas veces, me gustaría grabar a las personas que vienen a la consulta y me cuentan la forma terrible en la que han recibido sus diagnósticos. En el más completo desamparo, sin contención, con palabras que duelen, lastiman y enferman. Diagnóstico nombrado muchas veces con las palabras más horribles con las que se puede sentenciar a muerte a un ser humano. Entendamos, estimados colegas, que una palabra puede activar y desencadenar un conflicto biológico. Y un conflicto biológico asociado al conflicto original desencadena un combo explosivo. La manera en la cual se transmite, en general, el diagnóstico es algo que aún no puedo comprender. Más allá del concepto que tengamos de enfermedad, de la medicina que practiquemos, más allá de cualquier pensamiento, más allá de la creencia que sea, la deshumanización de la medicina todavía me continúa sorprendiendo, atravesando y doliendo hasta los huesos. Estamos ante otra persona igual a nosotros. Estamos ante un ser humano, no ante un caso. Tengamos quince minutos para atenderlo o dos horas, no importa. Importa la calidad del trato que le ofrecemos. Los cientos de tumores generados día a día, hora a hora, por los conflictos diagnósticos es algo que podemos revertir. Es sencillo: elevando el nivel de conciencia, el amor y la compasión hacia el prójimo; tratando al otro como me gustaría que me traten a mí mismo, porque tú y yo somos el mismo, somos seres de la misma humanidad, somos uno con el Universo y la Creación. Siento muy importante que despertemos como humanidad, que seamos conscientes de nuestros pensamientos y de nuestros actos, que comprendamos

hasta dónde una palabra puede impactar en el otro. Te voy a transmitir vivencias de mis consultas, que como te decía antes, al día de hoy me congelan el cuerpo al escucharlas, no para quedarnos en estas palabras, mas sí para tomar consciencia de la necesidad de vivir realmente como humanidad. Verónica, una joven mamá muy hermosa y dulce en todo su ser, llega con Ámbar, su niña de dos meses, en brazos. Mientras la amamanta, me cuenta que dos semanas atrás había ido a la ginecóloga por un sangrado vaginal. Esta profesional le realiza una biopsia. Luego, Verónica va a buscar el resultado. Y la doctora le dice, literalmente, esto: “¿Qué crees que tienes? Lo peor, lo más malo, un cáncer de los peores que hay. Así, como lo lees. Si eres colega, sabes que muchos diagnósticos se dan así, casi automáticamente y sin registrar lo dicho ni la manera de decirlo. La noche del día en que recibió el diagnóstico, Verónica dejó de tener leche para amamantar a su hija. ¿Fue casualidad? ¿Su biología enloqueció? Verónica no durmió por tres meses, dejó de alimentarse y entró en una depresión, que los médicos definieron como postparto. ¿Fue casualidad? ¿Su biología enloqueció? Claro que no. Su cerebro entró en alerta, recibió la información que de que estaba en peligro. Se activó, día y noche, su sistema simpático. Se me caen las lágrimas todavía recordando ese relato. Todo lo que sucedió en esa mamá y en esa beba tras ese inhumano discurso. O, mejor dicho, tras un discurso realmente deshumanizado. Otro ejemplo. Juan, de 65 años, es un hombre sano y sin ningún síntoma, jamás se hizo un control médico. Según él, tiene aversión a los médicos, consultas y medicamentos. En un momento, su esposa le solicita que por favor se controle, que hace tantos años que no ve a un médico, que ya es grande, etc., etc., etc. Juan, accede y visita a un médico clínico. Médico que a Juan le dice, literalmente: “¿Quieres vivir 20 años más?” “Sí”, dice Juan, “¡Claro!” Entonces, el médico, en función de la medicina que practica, aplica el protocolo y le indica lo que necesita por su edad: endoscopías, examen prostático, ecografías, radiografía y laboratorio. En una semana, le pusieron un tubo por la boca, uno por el ano, más el tacto rectal, más los pinchazos, etc. Para él, para Juan, en función de su sentir, creencias y necesidades reales, tuvo una vivencia terriblemente traumática que le generó gran angustia y miedo a tener enfermedades. Se sintió violado, así fue

como lo manifestó en la consulta. Posteriormente, con lógica biológica, realiza una infección urinaria y una gripe. Todas manifestaciones lógicas de respuestas a estas prácticas realizadas de manera despersonalizada, sin acompañamiento, sin amor, sin mínimamente nadie que le pregunte ni le pida permiso para nada. Esto no termina acá: en la ecografía abdominal se vio un tumor renal. Juan visita al urólogo, quien al ver la imagen le dice que tiene un tumor maligno que es mortal y que hay que operarlo ya porque si no va a morir. Juan le tenía terror a las cirugías e instrumentaciones. Así que le pregunta: “¿Ya tengo que operarme? Necesito unos días, un mes, tengo un negocio que organizar, soy yo solo sosteniendo la economía de mi familia”. El médico responde que no tiene tiempo, que si no se opera ya se va a morir. Juan sintió que su vida se desmoronó en los minutos de la consulta, se imaginó que su negocio quebraría al no poder organizar lo que necesitaba acomodar, que no podría resolver la economía de su hogar, que su familia se iba a morir de hambre (así lo contaba, con estas palabras), y que él, claramente, se podría morir por el tumor o por la cirugía. Se practica la cirugía y en una tomografía de control tres meses después de la operación, se ven lesiones tumorales en pulmón e hígado. Desde las Leyes Biológicas, teniendo en cuenta la Quinta Ley que nos dice que todo está programado en términos biológicos de supervivencia, diríamos que esas soluciones biológicas (que llamamos tumor en pulmón, tumor en hígado) son respuesta a conflictos vitales de miedo a morir y miedo a morirse de hambre. ¿Fue casualidad? ¿El cuerpo falló? No lo creo. Necesitamos comprender que el diagnóstico no solo es lo que se dice, sino lo manera en la cual se lo dice. El tratamiento no solo es lo que se hace sino la forma en la cual se lo hace. El diagnóstico puede ser una herramienta más, algo que nos sirva para darnos cuenta qué nos pasa, por qué y para qué nos pasa, y orientar de la manera más conveniente a la hora de elegir el tratamiento a medida de lo que cada persona necesita. O bien, el diagnóstico puede ser una sentencia de muerte. Así es. Y, lo mismo, sucede con los tratamientos. Sean los tratamientos que fueran.

No

importa

si

son

alopáticos,

convencionales,

alternativos,

complementarios, naturistas, de occidente o de oriente. Si no es un traje a

medida la persona que atraviesa un proceso de salud, puede llegar a ser catastrófico. Así lo creo yo.

A propósito de las Leyes Biológicas, otra conclusión

¿Qué concluyo yo de mi práctica médica? Realmente creo que el conocimiento que atraviesa el cuerpo se transforma en sabiduría. Este libro intenta reflejar ese proceso en mí. No se trata simplemente de conocimiento. De saber y saber. Es necesario que cada uno de nosotros haga carne ese saber, que lo baje al cuerpo, que haga consciencia. Solo así podemos reemplazar una creencia por otra que consideremos verdadera. Solo así nuestro cerebro puede desprogramar una cosa y articular otra. ¿Qué veo en mi experiencia, a la luz de la sabiduría de la cual soy parte? Veo cantidad de mujeres jóvenes con alteraciones menstruales, alteraciones hormonales en análisis de laboratorio, seguramente transitorias y asociadas a sus vivencias y sus conflictos, a quienes en las consultas ginecológicas les han dicho en minutos, sin conocerlas, sin saber si quiera, a veces, su nombre, sin tener contacto con su biografía, su historia personal, sus creencias, sus miedos, sin la más mínima contención ni reparo, que tienen menopausia precoz y que no van a poder tener hijos. Luego de ese discurso, vivenciado como conflicto de desvalorización por pérdida de hijos, la biología de aquellas mujeres, como repuesta a aquel conflicto vital, desarrolla tumores de ovarios. Lamentablemente, me canso de vivenciarlo en mi práctica cotidiana. Y así, realmente, puedo escribir cientos de ejemplos. Les aseguro una cosa que verifico día a día, todos los días: es más difícil revertir una sentencia médica que cualquier otro conflicto que traiga el consultante. Esto se da siempre así. ¿Por qué? Los médicos no somos superhéroes (más allá de que, a veces, se nos trata como tales y, otras veces, nosotros nos creemos con tales dones). Hoy, en esta sociedad, y dado la autoridad que se nos confiere respecto de los procesos de salud, sí tenemos poder y muchas veces lo ejercemos sin responsabilidad.

Tenemos el poder de ser catalizadores del poder de sanación de otra persona. Y también tenemos el poder de decretar con nuestra palabra la muerte. Suena fuerte, mas es así. Tenemos licencia para ayudar a otro a sanar y a vivir. Y tenemos licencia para dañar, si ejercemos nuestro arte sin consciencia, dormidos y sin registro de la realidad del otro. Porque cuando una persona va a al médico, le otorga el poder. Es así como la mayoría de nosotros vamos al médico. Eso, también habla de nosotros, los “pacientes”. De delegar en otro la responsabilidad de nuestros procesos. Insisto, podemos necesitar un guía, alguien que nos asista, nos acompañe y nos confirme nuestras referencias internas. Y podemos, a su vez, ser quienes dirigimos esos procesos, quienes tomamos las decisiones. Esto es posible, claro que es posible. Ahora bien, para que esto sea posible los consultantes necesitamos de médicos que nos acompañen sin juicio, sin dirigirnos, en libertad, con amor, con consciencia y responsabilidad, escuchando lo que pasa realmente en nuestro cuerpo. Porque el “paciente” se entrega por completo al médico. Está vulnerable. Y el abuso de ese poder de parte del médico, por más que sea sutil, implícito, y muchas veces con buenas intenciones, puede ocasionar un gran daño. Un daño inconmensurable; imposible de dimensionar. La manera de hablar y de vincularnos con el consultante debería ser, a mi entender, una de las primeras materias en nuestra formación como médicos. Y es parte de este escrito cooperar en ese sentido. No es que yo me pongo como vara, desde un púlpito, juzgando el accionar ajeno. Yo estuve en esos lugares violentos, de una violencia sutil, pero, por su sutileza, catastrófica. Necesitamos darnos cuenta de cómo nos vinculamos, los médicos con “los pacientes”. También, de cómo “los pacientes” depositamos en otra autoridad el poder de nuestra sanación. Hay que despertar a otra consciencia: ambos, médicos y consultantes somos responsables. Y saber que no hay nadie en este plano que tenga más poder sobre uno mismo, más verdad y más certeza que uno mismo. Somos nosotros, los pacientes, quienes habitamos nuestro cuerpo los 365 días

del año. Es más, somos ese cuerpo, esa carne, ese espíritu, esa mente, esa consciencia y esa historia de vida. Y cuando el cuerpo habla, hablamos nosotros. Y cuando el cuerpo manifiesta, lo hacemos nosotros. Es necesario recordar el cuerpo que somos. Es necesario escuchar nuestro cuerpo. Es necesario darle valor a nuestra propia voz. Es necesario legitimar nuestras referencias internas. Es necesario darle crédito a nuestro sentir. Es necesario poner la oreja en nuestra biología. Y es necesario que el médico ponga la oreja, el amor y el corazón en el consultante, como si él fuese yo mismo. Es necesario, imprescindible me atrevería a decir, que recuperemos el empoderamiento, que confiemos en nuestra capacidad de discernimiento, que conectemos con nuestro sentir sobre la realidad de las cosas, que despertemos, que elevemos la conciencia, que busquemos la verdad, nuestra verdad, que comprendamos el programa que somos y que vinimos a ser. Cuando nuestro corazón nos indica que el camino es en cierta dirección, no se equivoca. Nos está hablando el Alma, el Alma lo sabe todo, lo recuerda todo, jamás se equivoca. Nos equivocamos cuando dejamos atraparnos por el cuerpo mental, los miedos, la inseguridad, mas el sentir siempre es y será genuino. Todos tenemos nuestro tercer ojo, solo que a veces hemos permitido cerrarlo o que nos lo cierren. Sí o sí, sin más, es hora de despertar. Como ya te conté líneas arriba, estas Leyes Biológicas que estaban, están y estarán en la naturaleza y en la biología, funcionando a pesar de no ser nombradas, validadas y legitimadas, operando de hecho, en la evidencia diaria y cotidiana de cada uno de nosotros. Aquellas leyes, aquella sabiduría fueron para mí un despertar de conciencia. Representaron la llave para abrir otras puertas. A partir de ahí, encontré en la medicina una lógica biológica que explica

el por qué y para qué de cada programa especial sensato que llamábamos enfermedad. Fueron la evidencia científica que legitimó mis intuiciones. Fue un faro, como te dije, en mi naufragio. Fue un antes y un después. Un darme cuenta y no poder volver la mirada atrás. Leyes que puedo experimentar, comprobar y verificar diariamente. Un cambio de paradigma real. Estoy eternamente agradecida al Dr. Hamer por sus descubrimientos, por dedicar la vida en pos de la humanidad, al descubrimiento de estas leyes y a seguir investigando hasta el último de sus días. Eternamente agradecida a todos los maestros y guías de este y de otros planos que me fueron guiando en el camino de mi despertar (y siguen haciéndolo), recordándome el propósito de mi vida en la Tierra, que es la misión hacia el despertar y la creación de una Nueva Humanidad. Gracias, gracias, gracias. Gracias, infinitamente gracias. Claro que hay que seguir las investigaciones. La sabiduría no es estática, sino dinámica. Y creo que la orientación debe ser la integración. Integrar en lugar de excluir. Complementarse en lugar de rechazarse. Eso me lo demuestra el Nuevo Paradigma de Salud que practico. Donde creo que cada herramienta, por sí misma puede ser milagrosa. Pero cada herramienta

aplicada

de

forma

sistemática

a

cualquier

persona,

independientemente de quién se trata y del contexto, puede ser (como lo es) catastrófica. Creo que estos descubrimientos nos permiten resignificar nuestro arte: la sanación. Que claramente siempre primero es la propia, ya que no puedo dar nada que no tenga en mí. No puedo dar amor, compasión, registro ni sanación si primero todo eso no está en mí. Y creo que hay que trascender estos conocimientos. Lo verdadero es simple y siempre se manifiesta. La sabiduría está ahí, esperando que la hagamos nuestra experiencia. El sentido de compartir mi experiencia es que, tal vez, en este momento, tú puedes estar necesitando esta sabiduría. Tal vez, puedes, en este momento,

ser un profesional de la salud que inició una búsqueda, que tiene dudas, que intenta encontrar un faro en el camino. Las vivencias de mis consultantes pueden estar siendo tus vivencias, y tal vez estas líneas te aclaren, te lleven a la búsqueda, te tranquilicen y te den paz. Este es uno de los sentidos de estas páginas. Realmente estoy convencida de que los saberes nos pertenecen a todos como humanidad, pertenecen al inconsciente colectivo y constituyen uno de mis compromisos en esta vida. Así lo siento. No quiero quedarme con ninguna palabra, ningún conocimiento bajo la manga, ninguna experiencia que vaya adquiriendo, porque no me pertenecen. Siento la obligación y la responsabilidad de trasmitirlos; es mi mayor deseo que sea una pequeña o gran herramienta de utilidad en la Tierra. Déjame darte la gracias a ti por haber leído estas líneas. Sin tu lectura estas líneas no tienen ningún sentido. Gracias a Dios, a la Virgen, al Universo, a mi familia de origen estelar y a todos los seres de luz que guiaron este escrito y asistieron cada una de estas palabras. Bendición, luz, amor, consciencia, paz y despertar para cada ser humano que las reciba. Sé que juntos estamos creando la Nueva Humanidad. La Nueva Tierra es un Hecho, Hecho está. Gracias, gracias, gracias. Te Amo.

Andrea Guadalupe Arosio Bandirali

Este regalo es para vos. Son mensajes que hacen a mi transformación diaria. Los cuatro acuerdos toltecas Sé impecable con tus palabras Habla con integridad. Di solo lo que deseas decir. Evita utilizar palabras para hablar en tu contra o murmurar sobre otros. Usa el poder de tus palabras en dirección a la verdad y el amor. Cuando eres impecable con tus palabras te sientes bien, estás feliz y en paz. No lo tomes personal Nada de lo que hacen los demás es por ti. Lo que otros dicen y hacen es una proyección de sus propias realidades, sus propios sueños. Cuando seas inmune a las opiniones y acciones de otros, dejarás de ser la víctima de sufrimientos innecesarios. No hagas suposiciones Ten el coraje de hacer preguntas y expresar lo que realmente quieres. Comunícate con los demás tan claramente como te sea posible para evitar malos entendidos, tristeza y drama. Tan solo con este acuerdo puedes cambiar tu vida por completo. Haz siempre lo mejor que puedas Lo mejor de ti cambiará de vez en cuando; será diferente cuando estés tan cansado como opuesto a bien descansado. En cualquier circunstancia, simplemente haz lo mejor que puedas, evita el auto juzgarte, el abuso propio y el arrepentimiento.

Agradecimiento final Gracias, gracias, gracias a todas a todas las almas que estamos trabajando en la construcción de la Nueva Humanidad, gracias por recordar que somos espíritu viviendo una experiencia humana. Gratitud infinita a tu ser por elevar la vibración, la consciencia y ser parte de esta creación. Gracias, gracias, gracias. Te amo. Andrea Guadalupe Arosio

Bibliografía Directrices para redactar referencias bibliográficas • • • • • •

Autor Apellido e inicial(es) de los nombre(s) Año de publicación (entre paréntesis) Título del trabajo y subtítulo, si hay, separados por dos puntos (en itálicas o negritas) Edición a partir de la segunda edición, se abrevia con (ed.) ( ... Lugar de publicación. Editorial.

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