35 0 82KB
Análisis del cuento “La casa de azúcar” de Silvina Ocampo En un marco realista, una pareja de recién casados que se muda a una hermosa casa, el narrador-protagonista comienza a presentar diferentes hechos que muestran un cambio, no sólo en Cristina, su esposa, sino también en él. Ya desde el título, “La casa de azúcar” se inicia el alejamiento de la realidad. La casa de azúcar se relaciona con los cuentos de hadas, con los deseos infantiles; los protagonistas al mudarse a esa casa entran a otro mundo. El narrador da cuenta de la entrada a otra realidad: cuando escucha el diálogo entre su esposa y la dueña del perro expresa: “Me pareció que había presenciado una representación de teatro y que la realidad era otra” El tema de la superstición aparece, en primer lugar, como característica de la mujer de la pareja; mientras que su esposo critica esta actitud, aún cuando él también parece creer en algunas supersticiones: “Le hice notar que tenía un espejo roto en su cuarto y que por más que yo le insistiera en la conveniencia de tirar los espejos rotos al agua, en una noche de luna, para quitarse la mala suerte, lo guardaba”. El narrador, entonces, no se nos presenta como muy confiable, dándose aquí la primera vacilación: ¿es o no es supersticioso? El narrador-esposo, que había comenzado mintiendo para poder vivir en esa casa, termina dudando de su esposa; el cambio se da en ambos: Cristina, se va transformando en Violeta y el marido comienza a espiarla, a seguirla, a sentirse celoso, hasta él mismo se pregunta de qué, como podría haber estado la pareja de la cantante. Los cambios son evidentes para Cristina: “-Canto con una voz que no es mía –me dijo Cristina, renovando su aire misterioso–. Antes me hubiera afligido, pero ahora me deleita. Soy otra persona, tal vez más feliz que yo.” Y también son aceptados finalmente por el narrador: “Desde ese día Cristina se transformó, para mí, al menos, en Violeta”. Se podría pensar que la vida que no tenía la protagonista: “Las supersticiones no dejaban vivir a Cristina”, la consigue a partir de Violeta que dice: “Alguien me ha robado la vida” El cuento termina con la huida de Cristina, que puede haberse ido con otro (pareciéndose a Violeta) o puede haber escapado de su esposo que ya no le prestaba atención, con este final el lector y el narrador comparten la vacilación sobre lo ocurrido Si tenemos en cuenta que según Tobin Siebers “La superstición hace pautas de exclusión y persecución”, en un primer momento el narrador excluye a su esposa, en el sentido que
Cristina es, de alguna forma, rechazada por su marido: “Al principio de nuestra relación, esta supersticiones me parecieron encantadoras, pero después empezaron fastidiarme…”; pero al final del cuento, la casa como depositaria de la superstición, termina excluyendo a ambos protagonistas. La transformación de Cristina en Violeta, exige una explicación sobrenatural, por eso puede considerarse al cuento como perteneciente a lo fantástico-maravilloso, hay que admitir otras leyes para explicar los hechos.
Verónica Madrid Profesorado Universitario en Letras UNSAM
Una digresión En una parte del cuento Cristina dice: Irme sin irme. “Ir y quedar y con quedar partirse.”, esta última frase es un verso que pertenece a un soneto de Lope de Vega. En este soneto se encuentran ideas que se pueden relacionar con el cuento de Silvina Ocampo: Algunos versos se refieren a la partición en dos (como Cristina que parece ser el doble de Violeta) o la posesión de lo que es de otro (cono el “robo” que hace Cristina de la vida y la personalidad de Violeta). “Ir y quedar y con quedar partirse partir sin alma, e ir con alma ajena” Otros versos tratan de la imposibilidad del amor (como el que no puede darse entre Cristina y el narrador-esposo) “oír la dulce voz de una sirena y no poder del árbol desasirse” O de lo endeble que puede ser lo que se cree para siempre, como expresa el narrador en el cuento: “Parecía que la tranquilidad nunca se rompería en aquella casa de azúcar” “haciendo torres sobre tierna arena” “y lo que es temporal llamar eterno” Y algunos hasta parecen referirse a la vacilación de lo fantástico, la misma que sienten narrador y lector ante el final del cuento: “creer sospecha s y nega r v erd ades ” Soneto 61 Lope de Vega I r y q u ed a r s e y c o n qu e d a r p a r t i r s e ,
h a bl a r e n t r e l a s mu d a s s ol e d ad e s ,
p a r t i r s in a l m a , e i r co n al m a a j e n a ,
p e di r pu e s r e s t a s ob r e f e p a c i e n ci a ,
o í r l a du l c e v oz d e u n a s i r e n a
y l o qu e e s t e m p o r a l l l a ma r e t e r n o ;
y n o po d e r d e l á r bo l d e s a si r s e ; c r e e r s o s p e c h a s y n e g a r v e rd a d e s , a r d e r c o m o l a v e l a y c on su m i r s e
e s l o qu e ll a m a n e n el mu nd o au s en c i a ,
h a c i e nd o to r r e s s o b r e ti e r n a a r e n a ;
f u e g o en e l al m a y e n l a v id a in f i e rn o .
c a e r d e l c i e lo y s e r d e m on io e n p en a , y d e s e r l o j a m á s a r r e p e n ti r s e ;
Verónica Madrid Profesorado Universitario en Letras. UNSAM