Embrollos Del Cuerpo - Jacques-Alain Miller y Otros - 1 PDF [PDF]

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Zitiervorschau

Directora de la colección Silvia Geller

Embrollos del cuerpo

Colaboración: Eduardo Goldfarb

Jacques-Alain Miller y otros

Directora del Instituto Clínico de Buenos Aires Graciela Brodsky

El Instituto Clínico de Buenos Aires es miembro de la Red Internacional del Instituto del Campo Freudiano y tiene su sede en la Escuela de la Orientación Lacaniana.

Instituto Clínico de Buenos Aires / Paidós

Título original: "Les embrouilles du corps", en Ornicar? Revue du Champ Freudien, nº 50, Navarin ediceur, Diffusion Seuil, París, 2003, pp.167-291. Dirección: Jacques-Alain Miller Textos reunidos por Carole Dewambrechies-La Sagna y Jean-Pierre Deffieux

Índice

Diseño de cubierta: Gustavo Macri Diseño original de capa de la colección: Daniel Iglesias y asociados Traducción: Silvia Geller Miller, Jacques-Alain Embrollos del cuerpo -1 ª ed.- Buenos Aires: Paidós, 2012. 232 pp. ; 22x15 cm. Traducido por: Silvia Geller ISBN 978-950-12-8848-3 1. Psicoanálisis. l. Silvia Geller, trad. 11. Título. CDD 150.1 95

]ªedición, abril de 2012

Palabras para la edición castellana Silvia Geller .............................................................................. . Caro/e Dewambrechies-La Sagn,a y Jean-Pierre Deffieux........... ..

Reservados codos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esca obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático. © ©

2012, Silvia Geller (por la traducción) 2012, Fundación Casa del CAmpo Freudiano

l. Los casos

2012, de codas las ediciones en castellano: Editorial Paidós SAICF Publicado bajo su sello Paidósº Independencia 1682/1686, Buenos Aires - Argentina E-mail: [email protected] www.paidosargentina.com.ar

Queda hecho el depósito que previene la Ley 11.723 Impreso en la Argentina - Printed in Argentina Impreso en Primera Clase, California 1231, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en el mes de marzo de 2012.

1. Fenómenos del cuerpo en la psicosis infantil Daniel Roy ................................................................................. . 2. "Cuando era chico, me había ahogado"

ISBN 978-950-12-8848-3

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3. Pierre, el niño de los encajes Franroise Kovache .. ........ ...... .... .............. ...... .. .......... .. .. ........... .

4. Cuando esto no pasa Dominique Jammet .... .. ..... ..................... .................. .. ... ....... .. .

5. Una falta de ponderación Marie-France Prémon

29 35 39

6. El síndrome táper Isabelle Cordier ...... ... ....... ........ ................. ........ ......... .... ......... .

7. Quedar embarazada Catherine Vacher ...... ....... ... ................ ...... ...... .......... ..... ......... .

8. Complacencia Tirada: 3.500 ejemplares

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Viviane Durand ©

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Nota a la edición francesa

Camille Cambron

45 49 53

9. Un dedo cortado Mireille Dargelas... ... ........ .... ... ..... ....... ................. ... ....... ..... ... .

1O. Estar al tanto Jean-Pierre Klotz

59 63

7

11. "No toque mi TOC" Edith Map;rtin 12. Dolores a destiempo Genevieve Bouquier ................................................................ . 13. Via crucis del soldado Anne Marie Brossier ............................................................... . 11. La conversación .......................................................................

l. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 1O.

Lo real y su amo ................................................................... . Medicina y psicoanálisis ....................................................... . Una clínica en dos tiempos .................................................. . El instrumento simbólico ..................................................... . La muerte y la demanda ....................................................... . Ruptura del equilibrio .......................................................... . Redivivus................................................................................ . El rechazo del cuerpo ................................... ;....................... . La vuelta a lo real ................................................................. . Dolores barrocos...................................................................

Palabras para la edición castellana 69

Silvia Geller 79

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111. Variaciones .............................................................................. 183

1. Melancolía José Luiz Gaglianone .............................................................. . 2. Imágenes Stella Palma ........................................................................... . 3. Adicciones Adriana Testa 4. Invenciones Beatriz Udenio

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IV. Metonimia ............................................................................... 219 l. Un caso de escuela Jacques-Alain Miller

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Un paciente psicótico dice que aún espera algo de un psicoanalista. Así concluye Jacques-Alain Miller una presentación de enfermos que tituló "Un caso de escuela". Pero ¡oh!, he develado el final del libro. Sin embargo, es intencionado porque los embrollos del cuerpo, en definitiva los embrollos con lo real, son los que se presentan en el día a día de nuestra práctica. ¿Es posible encarar un análisis con un sujeto cuya fijeza de goce lo petrifica en un goce no significantizable? ¿De qué cuerpo hablamos cuando decimos "fenómenos del cuerpo"? Muchos de los casos que se presentan en este volumen responden en particular algunas de estas cuestiones. De los casos pasamos a la conversación. Pero esta edición en castellano incluye dos nuevos apartados: "Variaciones", que ensayan en una aproximación particular sobre la relación del cuerpo en la melancolía, en el amor, en las adicciones y en las transformaciones que dan lugar a nuevas composiciones artísticas pero practicadas en lo real del cuerpo; y "Metonimia" donde se publica la referida presentación de J.-A. Miller. El cuerpo es clave en nuestro siglo XXI. No se puede ser indiferente al tratamiento que le da la medicina donde a veces la dimensión de objeto es inclaudicable. Es decir la ciencia que reduce a cero cualquier aproximación aunque sea en su mínima expresión de lo que llamamos un sujeto. El psicoanálisis demuestra, o se esfuerza en demostrar, la existencia de un sujeto ético. Podemos argumentar de múltiples maneras por qué no damos nuestro consentimiento al borramiento de esta variable, la subjetiva. 9

EMBROLLOS DEL CUERPO

El cuerpo así es clave, y lo es para situar lo que conocemos como la enorme variedad en los modos en que se localiza el goce de acuerdo al uno por uno de los sujetos que tratemos. Retomemos entonces la frase final del libro.

Nota a la edición francesa Carole Dewambrechies-La Sagna Jean-Pierre Deffieux

Los trabajos publicados en el presente volumen surgen de la Sección del Instituto del Campo Freudiano de Bordeaux. Fueron reunidos para una conversación conJacques-Alain Miller, el 16 y 17 de enero de 1999. El público - alrededor de 200 personas-, constituido esencialmente por docentes y miembros de la Sección, había leído y estudiado los textos con anterioridad. El cuerpo del que se trata es el cuerpo sufriente. Para Freud el dolor es el punto de certeza clínica a partir del cual elabora la teoría. Dolor del síntoma histérico, dolor de la hipocondría, dolor psíquico de la melancolía o de la pérdida de objeto se encuentran a lo largo de las páginas que componen este conjunto. Sin embargo, el cuerpo que embrolla y se embrolla es también el cuerpo del ser vivo que lucha con la enfermedad orgánica, el hambre, la sed, el final de la vida, la falta de aliento, lo real que no se deja metaforizar, transformar por el significante hasta volverse soportable, aceptable para un sujeto.

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1.

Fenómenos del cuerpo en la psicosis infantil

Daniel Roy

No se trata aquí de definir lo que es un "fenómeno del cuerpo", sino de interesarnos en un primer momento por la manera en que se produce en la experiencia clínica, muy especialmente durante las entrevistas que se realizan en el marco de las presentaciones organizadas por la Sección Clínica. Con este objetivo, sería más exacto hablar de "acontecimiento del cuerpo" y precisar que en la psicosis la dimensión de acontecimiento frecuentemente no está subjetivada. Estos fenómenos o acontecimientos no afectan a todos los cuerpos por igual. Es así como ciertos fenómenos no parecen ser más que acontecimientos de lenguaje: el niño predica de su cuerpo o del cuerpo de otro, pero estos enunciados se acompañan a menudo por un uso efectivo del cuerpo a veces discreto, a veces ruidoso. Otros fenómenos utilizan las "grandes funciones de relación", es decir, afectan el funcionamiento de los órganos que de ese modo se aíslan: la boca, el ano, el ojo, la oreja, así como ciertas zonas de la piel, los orificios de la nariz o algunas partes ectópicas. Otros, en fin, conciernen al cuerpo en el eje imaginario, cuerpo en estado lastimoso, siguiendo diversas modalidades. Esta rápida seriación tiene el mérito de valorizar la autonomía de lo real y de lo imaginario del cuerpo cuando en lo simbólico nada responde al llamado, al "empuje hacia la significación" inherente lógicamente a la situación en la cual se encuentra el sujeto. Los fenómenos "observados" responden en dos tiempos lógicos:

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EMBROLLOS DEL CUERPO

FENÓMENOS DEL CUERPO EN lA PSICOSIS INFANTIL

- un primer tiempo de "desanudamiento" localizable en la lengua por una ruptura de la cadena de los significantes; - un segundo tiempo de respuesta del sujeto, de "réplica" en la cual se pueden introducir "fenómenos del cuerpo", así como también una alucinación, o el "milagro del aullido", si nos referimos a la manera en que Lacan ordena lo que se produce para Schreber cuando Dios "lo deja en la miseria o lo abandona" .1

genes; en la esquizofrenia prevalecen elementos de la lengua; en la paranoia todo el pensamiento está en posición de S1, sin importar qué significantes vienen al lugar de S2, provocando así un desencadenamiento. De esta manera, a partir de los elementos de tipo S1 o S2 opera la lógica del discurso, por un lado con un efecto de inscripción (allí donde se escribe la división del sujeto en el discurso del Amo) y por el otro su efecto de rechazo (allí donde se produce el plus de gozar dentro de ese mismo discurso). Los fenómenos del cuerpo que se producen cada vez que la lógica del discurso se pone en marcha se distribuyen en inscripciones o rechazos de lo imaginario del cuerpo, o de lo real del cuerpo. Por lo tanto, los fenómenos corporales en las psicosis del niño se producen como neodesencadenamientos, microdesencadenamientos, cada vez que un elemento se coloca en la posición análoga a la que Lacan asigna el Nombre-del-Padre en el desencadenamiento de la psicosis, es decir, que está "llamado al lugar del Otro en oposición simbólica al sujeto". Para el autista, este elemento puede ser en el curso de una comida "el postre" como último elemento del conjunto, que se aísla al estar en este lugar de excepción: su presencia desencadena fenómenos del cuerpo, gritos, palmoteos de manos u otros, luego, estrategias muy complejas para intentar protegerse de esta posición de elemento que completa un conjunto. En la esquizofrenia, tal como lo hemos dicho, cada elemento de la lengua es capaz de adquirir un estatuto de excepción y de sumergir al sujeto en una perplejidad de la que solo puede salir sacrificando un pedazo del cuerpo, cualquier órgano que el Otro de la significancia reclama para gozar de él. En el desencadenamiento de la psicosis paranoica se aloja aquí un significante identificatorio de fuerte valor simbólico: ser padre, ser nombrado para ... Este es el proceso que vamos a examinar en las cuatro últimas entrevistas de la presentación de casos de la unidad psiquiátrica infanta-juvenil de la Sección Clínica de Bordeaux, coordinado por Philippe Lacadée y Daniel Roy.

En la clínica con niños psicóticos, la matriz de estos fenómenos se puede deducir de la clínica del niño autista, que produce automáticamente una inscripción, una marca real y una sustracción real, cada vez que un corpus, que un conjunto sea cuales fueren los elementos que lo componen, se completa y está en vía de cerrase frente a la aparición de un elemento "de tipo S2", es decir, un elemento capaz de producir una significación de totalidad para la serie de elementos en juego. El ejemplo más simple es el del niño autista que arroja o pierde la última pieza de un rompecabezas agitando súbitamente las manos. Pero también es el sujeto que logra agrupar en la reunión institucional a todos los individuos presentes y en ese momento se eyecta de la sala de reuniones golpeando a otro que pasa por ahí para hacerlo gritar. Hay secuencias mucho más sofisticadas, en particular cuando un objeto pulsional está en juego (en el momento de las comidas, de la defecación, etc.). Sea lo que fuere, lo que a menudo se encuentra en estos fenómenos es una transposición de la lógica del discurso sobre lo imaginario y lo real, a falta de un barrido simbólico puesto sobre los significantes primordiales: "Las marcas de respuesta" del Otro han sido impotentes para hacer del grito un llamado, los significantes no incluyen la falta. Convengamos en designar así los elementos de tipo Si como aquellos susceptibles de formar un conjunto, un corpus completo, gracias a la intervención de un elemento de tipo S2. En el autismo, estos elementos pueden ser también elementos lingüísticos como objetos reales o imá-

1. J. Lacan, "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis", Escritos 2, Buenos Aires, Siglo XXI, 1966.

I. A. es un joven de 15 años, cuando llega al hospital de día. Presenta perturbaciones extremadamente lábiles en la motrici-

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FENÓMENOS DEL CUERPO EN LA PSICOSIS INFANTIL

dad de la pierna derecha, renguera, steppage, 2 pie equino, ligado a un mal posicionamiento uterino detectado muy tempranamente, razón por la cual es sometido a numerosos tratamientos y reeducaciones. Durante la entrevista atribuye la causa al padre: "Mi idea es que él me internó para hacer una prueba de cadera"; padre capaz de "ponerle una vara de hierro en la pierna para sacar la grasa", dado que fabrica aparatos para liposucción. Esta posición de ser objeto de goce del padre amenazador no le impide denunciar irónicamente la impostura de un padre que, aun mostrando una preocupación constante por su hijo, lo deja algunas horas desvanecido luego de una caída de bicicleta, o se da cuenta que en el aeropuerto de Moscú omitió inscribir a su hijo en su pasaporte. Esto hace de A. un no creyente: "No creo que haya un Dios en el cielo", en cuanto al niño Jesús es alguien al que fabricaron, él lo habría fabricado en su taller. A. se confronta con el sexo, la vida y la muerte sin la función paterna. Por lo tanto, es muy importante, tal como nos lo dice, "establecer la diferencia entre una idea y otra" si no "se sobresalta en su propia idea", eso "calienta sus ideas". Desde el comienzo de la entrevista plantea esta diferencia que sitúa en la transferencia: "Cambiamos: yo crecí, usted envejeció". Peor en cuanto enuncia su edad a pedido de su interlocutor, "Tengo 15 años, empiezo a sentirme viejo, 15 años, pesa". Inmediatamente se produce un fenómeno del cuerpo: "No consigo sostenerme sobre mis piernas, me caigo, caigo sobre el asiento como si estuviera flojo". Es así como un acontecimiento de su historia, en este caso su cumpleaños, parece escribirse según él en lo real del cuerpo, a falta de una inscripción simbólica. Incluso en el curso de la entrevista, al recordar el cumpleaños anterior, el de sus 14 años, en ocasión de un viaje hacia los Estados Unidos con sus padres, le vuelve el recuerdo de un lagarto que hubiera podido atraparle el pie izquierdo. Entonces, cada vez que una significación da cuenta de su condición de ser vivo, sexuado, un fenómeno del cuerpo se repite en un presente sin pasado ni futuro.

II. N. es un joven que llega a un hospital de día a los 16 años. Sufre de un asma severo con crisis episódicas. Por otra parte, presenta un mericismo con "regurgitación" después de cada comida. Durante toda la entrevista no miró ni una sola vez al interlocutor y a veces se tapa los ojos. Evoca de manera precisa su impás entre hacerse objeto del goce escópico de Otro omnivoyeur que todo lo ve encarnado en su padre, o ir a devorar su ser de desecho en la basura. Cuando la entrevista está por concluir, produce el enunciado siguiente: "cuando soy grande, cuando seré grande'', haciendo equivaler el cierre de la entrevista y el cierre temporal ligados a este enunciado que lo reenvía a una significación de clausura con su salida anunciada del centro de día. En ese momento puede recordar la solución que encontró cuando los significantes se reúnen del mismo modo en que él "vigila el cielo, vigila las nubes, para ver cómo se reúnen, y así lloverá". El lugar donde ninguna significación fálica puede producirse debido a la forclusión. N. propone su invención de un fenómeno "fuera del cuerpo", allí donde puede alojar el objeto mirada: va "a Hollywood, para mirar el nombre de Hollywood escrito en letras gigantes de madera". Gracias a la materialidad de la letra encontró un lugar donde el significante, el significado y el referente se conjugan y puede por un tiempo domesticar al Otro. A cuenta de los resultados de esta entrevista, agregaremos el hecho de que en los días siguientes N., habiendo recibido una respuesta negativa de la institución donde creía que sería admitido, pide a la maestra que le enseñe a escribir guiones de películas.

2. Steppage: alteración conocida por marcha equina o marcha en steppage. Trastorno de la marcha que obliga a levantar la pierna para no chocar con el suelo.

III. E. es urta jovencita de 15 años, admitida en el hospital de día. Da y recibe golpes con una transitividad que no puede interrumpir. Esto se va articulando en el curso de la entrevista, alrededor de un recuerdo de infancia que evocará después de que haya surgido el significante "divorcio", significante absolutamente enigmático para ella; no sabe dónde alojarlo. "Cuando sus padres se divorciaron ... "; "Eso no me gustó; yo arrojé mi sillón de cuando era bebé, ¡lo arrojé a la ruta! [... ] Tenía 4 años; hay quienes no tienen papá, y no es divertido, mi papá miraba por la ventana y bajó; corría con mis piernitas; mi padre me bajó la bombacha, estaba con el culo al aire, me dio un

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FENÓM ENOS DEL CUERPO EN LA PSICOSIS INFANTIL

golpe en la cola. ¡Ah! Me olvidé completamente de las fotos de mi familia ... ". De este modo, detenerse sobre la imagen, sobre la foto de familia donde el padre golpea, realmente constituye para ella una pantalla, una protección precaria y que siempre puede recomenzar frente a la eyección de su ser, como el sillón de la ruta que amenaza cada vez que aparece la significación de la unión o de la desunión entre sexos. Por ejemplo, al evocar a "un colega de mi madre que se está divorciando", lo asocia inmediatamente con un joven "que me arrojó una silla". Asimismo, cuando se produce la significación de la diferencia de sexos, tal como lo evoca para sí misma por la presencia o el nombre de un joven, ella responde automáticamente por los malos tratos de los que se hace objeto o agente: ocupan el lugar de la marca significante forcluida y fijan, además, un goce imaginado en el lugar del padre. Por lo tanto, pueden ser designados como fenómenos del cuerpo que condensan efectos de inscripción y rechazo incluidos en todo el aparato discursivo. Este encuentro donde intenta articular un "saber hacer" con los otros pequeños, constituirá para ella un enganche transferencial a partir del cual pedirá una psicoterapia.

Vino con una publicidad que había tomado de una revista justo antes de la entrevista. Se trata del "Salón de la futura mamá y del niño", con la foto de un bebé y una mamá sobreimpresas. "Te voy a explicar, uno encuentra palabras. Yo sé lo que quiere decir eso ... la mamá se despierta, sí, diez veces, sueña con contar una historia, le presenta un libro, luego ella está contenta, la mamá, ella le cuenta una larga historia". "¿Para hacerla dormir?", le pregunta, recortando el significante aparecido anteriormente a propósito de Pinocho y su grillo que no logra dormirse. Sin embargo es riesgoso abrochar su historia con un significante, porque Sa. inmediatamente se interrumpe diciendo con una actitud de escucha: "Oí un ruido, es un ruido de moto, cuando tengo la impresión de ver ese ruido y de oírlo". Se trata en este caso de un fenómeno alucinatorio que se manifiesta cuando se produce un significante que remite a un posible deseo del sujeto o del Otro, que cierra un enunciado por un efecto de significación. Es lo que ella evita, como lo demuestra el movimiento conjunto de la entrevista que no concluye, puesto que retoma finalmente la misma frase con la que comenzó: "quiero que mi madre venga aquí", produciendo un enunciado en lo actual de la entrevista que resume su presencia y la de su madre, lo que equivale a la condensación fotográfica de la madre y del bebé.

IV. Sa. tiene 14 años y es admitida en el hospital de día. Es adoptada. Desde hace tiempo se proveyó de un álbum de fotos. Durante la entrevista su discurso es extremadamente incoherente, evita toda significación que dé prueba de su condición de ser hablante gracias a la utilización de pares significantes que fijen las significaciones peligrosas: el padre con el perro, el gatito con su madre, la muñeca que me pides. Se puede hablar de esquizofasia: "¿Uno puede hacerse pis en la cama? ¿Sabes lo que me hace reír? Cuando vemos un grillo que no logra dormir. ¿Quiere realmente que le hable de mi deseo? Es un muchachito que quería verlo, da vuelta la página, muestra imágenes. Es Gepetto. Entra en la casa, luego hay un gato, es un títere, está contento. Habla de los momentos en los que puede verse Pinocho. Bien, vas a hacer una ronda alrededor de nosotros, vamos a poner un poco de música, y vemos el grillo. Es hora de dormir".

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2.

"Cuando era chico, me había ahogado ... "

Viviane Durand

Se trata de un niño que encontré en una institución, en el marco de un trabajo de talleres. Bruno tiene 9 años y entró en la institución en octubre de 1996. Presenta síntomas que están escritos en su libreta sanitaria. En efecto, desde su nacimiento este niño fue llevado al médico al menos una vez por mes. Desde julio de 1989 a febrero de 1992, consultas por bronquitis asmatiformes y por problemas cutáneos. Estas sucesivas bronquitis darán lugar a sesiones de kinesioterapia respiratoria, "al menos cincuenta", dice su madre. Aprende a toser y sonarse la nariz a los 5 años y medio. A partir de febrero de 1992 -tiene entonces casi 3 años-, se agrega un nuevo síntoma que el médico denomina gastroenteritis o diarrea crónica. En mayo de 1992 lo operan de una fimosis. En diciembre de 1994 sufre la ablación de vegetaciones con colocación de diábolos. Bruno es el menor de dos hermanos. La madre estuvo siempre muy angustiada. Incluso, antes del nacimiento de Bruno tenía "miedo de la muerte", de su propia muerte y la de su bebé. Sus dos abuelos fallecieron durante el embarazo. Describe a su hijo como "de estómago delicado" desde su nacimiento: "babeaba mucho, regurgitaba y era diarreico". Se muestra agotada, pues la llama "por cincuenta mamás", pero aceptando lo que interpreta como una prueba de tener ideas firmes y ser pertinaz en sus ideas. Su marido, nos confiesa, no escucha más a Bruno, "se borra" y Bruno termina por abandonar. El padre considera que el problema de su hijo es un simple retraso en la adquisición de conocimientos. La hermana, de 12 años, no soporta a su hermano y "no 23

EMBROLLOS DEL CUERPO

"CUANDO ERA CHICO, ME HABÍA AHOGADO ••• "

le hace regalos'', dice la madre. Existe una gran rivalidad entre ellos. Durante el primer año, Bruno se presenta como un desecho. Muestra una imagen insoportable de sí mismo. Tiene un físico muy ingrato, y los otros niños del grupo lo llaman "el mongol". Al hablar arrastra la voz y es súper aguda. La boca, la nariz y el ano chorrean como si sus orificios no estuviesen todavía cerrados. Su cuerpo no retiene nada, ni ropa ni zapatos. Se revuelca en el barro y se deja arrastrar, pisotear, aplastar por los otros niños con un placer evidente. Se relaciona con la educadora tocándole el cuerpo. Por otra parte, se pega a mí, me besa, toma todas mis cosas, esconde mi llave y exige sin cesar; pide cualquier cosa, incluso lo que ya tiene y sin esperar respuestas. Sus frases comienzan con: "¿puedo tener ... ?". No soporta ningún momento de vacío, inmediatamente pregunta: "¿qué hago?". Cuando trato de poner distancia con respecto a lo que me parece muy intrusivo en ese collage corporal, se aferra a la imagen de otro niño. Lo mira, lo provoca haciéndole muecas y mímicas. Está en un mimetismo permanente, imita las risas, los gritos, como atrapado por el otro del que toma fragmentos de palabras y de movimientos. Se impregna del ambiente. Sus producciones de taller son extremadamente pobres: el dibujo está más cerca del garabato que de lo figurativo. Sin embargo, los temas del fuego y del agua se destacan como elementos muy peligrosos. Con la masa para modelar, Bruno juega pegándola en su cara y sus manos, o fabrica objetos chatos e informes a los que denomina tortas. Su estado de agitación y de inquietud permanente no le permite escuchar nada, y lo hacen fracasar en todo. La falta de metáfora explica realmente la imposibilidad para soportar la ausencia, el vacío y el silencio. Sus trastornos de lenguaje expresan su imposible separación: "A mi madre le duele la espalda ... yo, tengo un bebé, está muerto, estaba en el vientre, en el vientre de mi madre ... hoy, voy a ir en la maestra de Gaetan". Al cabo del primer año de internación de Bruno, partimos a la montaña, por dos semanas, con los niños de la institución. Antes de partir, su madre trajo una gran bolsa de remedios "por si

acaso". Ha previsto el Imodium 1 y el Spasfon 2 para el vientre; Celestone3 contra la picadura de insectos y un tratamiento para la bronquitis. A partir del tercer día, Bruno tiene diarrea, luego se resfría y finalmente, lo pican insectos y se hincha. Está triste, no se despega de mi lado, con un aire de víctima y dice: "no es mi culpa". Le parece que no tengo suficientes remedios para darle y piensa que "todos los remedios están en la habitación de mi madre". De hecho su madre sabía que Bruno enfermaría pero él no subjetiva su síntoma, no se queja de ello, dice: "no es mi culpa". Su cuerpo da señales de un disfuncionamiento que no tiene ninguna significación. Sin embargo, hay que advertir que cada vez estará menos enfermo. A partir de octubre de 1997, en el segundo año efectúa un trabajo de elaboración en varios talleres. Por un lado intenta construir un cuerpo, por el otro una imaginarización de su relación con el Otro. En el taller de dibujo, dibuja un barco o un castillo en el anverso y reverso de la hoja de manera idéntica, como transparentado, y dice: "Esto es adelante, esto atrás". En el taller de masa construye objetos huecos y sin volumen. Siempre hay un agujero en el medio. El barco tiene un agujero y Bruno dice: "se va a hundir". El monigote tiene la panza hueca y Bruno dice: "Tiene un agujero en la panza, le duele". Al monigote hueco le sigue un monigote sin cuerpo, con una cabeza y dos piernas, hasta que, un mes más tarde, Bruno logra fabricar un personaje sin agujero, con todos sus miembros, pero chato y flojo, que se le cae de las manos. La piscina se va a transformar en un lugar muy importante para él y será el soporte de creaciones fantasmáticas. Imagina un guión en el cual él es objeto del deseo del Otro. Dentro del material de este taller el muñeco es muy importante. Lo tiran, lo matan, lo ahogan, lo devoran llamándolo bebé. Otro chico del grupo le da a Bruno el papel de tiburón. Este tiburón se come ávidamente al bebé en cuanto puede atraparlo. Esta situación se repite hasta el día en que otro niño me confía el bebé para que lo

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1. Loperamida. Medicación anti-diarreica. 2. Flotoglucinol, trimetilforoglucinol. Medicación antiespasmódica. 3. Betametasona. Corticoide.

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proteja. Lo tomo en mis brazos, lo acuno tiernamente. Al ver la escena, viene a acostarse inmediatamente cerca de mí, en el borde de la piscina, gimiendo. Se transforma en "bebé tiburón", ya no es más el tiburón peligroso, es el bebé tiburón que perdió a su papá. Lo busca en el fondo del agua: "perdí a mi papá, estoy muy solo, busco a mi papá, pero si lo encuentro me va a comer, porque no soy lindo". Durante varias semanas Bruno representa este guión: "Tú toma el bebé y yo busco a mi papá", dice él. El bebé tiburón no cesa de gemir y sigue sin encontrar a su padre. En enero de 1998 la maestra y yo nos encontramos con su madre, a pedido de ella. Está preocupada por el retraso escolar de su hijo. Lo encuentra mejor de salud y nos habla con estas palabras de la pediatra que cuidó a Bruno: "Es una mujer formidable, fuerte y autoritaria; ella me lo salvó ... ". Tuvo al menos cincuenta sesiones de clapping. 4 Bruno está presente en la entrevista. Esta frase, sobre la que no pregunté, me pareció enigmática, tanto por la asociación de los significantes "formidable, fuerte y autoritaria", como por el "ella me lo salvó". ¿No leemos allí el fantasma de la madre sobre el nacimiento del niño entre dos mujeres? Bruno es un niño enfermo, un niño que hay que salvar. Luego de esta entrevista, Bruno lleva al taller de piscina un material nuevo. Sigue siendo el "bebé tiburón". Busca a su papá, a su mamá y a su hermano mayor que están muertos. Los busca para "cuidarlos". Le digo que si están muertos no puede cuidarlos. Pero insiste diciendo que hay que apretar la panza para sacar el agua. En ese momento se produce un desplazamiento de roles: el muñeco se transforma en "bebé tiburón" y Bruno se llama "ambulancia". Cuida al bebé muerto apoyándose sobre la panza para expulsar el agua; luego me lo confía, llamándome "la guardería". Frente a esta escena que repite febrilmente, pienso en el clapping e imagino que esto ocurre así. Le pregunto entonces si se acuerda de que le hayan hecho esto, cuando niño. He aquí su respuesta: "cuando era chico me había ahogado, había tragado agua. Mi madre apretó pero no podía. Apretó mucho tiempo y

"CUANDO ERA CHICO, ME HABÍA AHOGADO ••• "

4. Mecánica de kinesiología respiratoria. Tiene por objetivo movilizar las secreciones bronquiales mediante percusiones del tronco con la palma de la mano.

estuve a punto de morir. Si hubiese apretado aún más, estaba muerto. Ella no podía. Tenía que ser el doctor el que apretase con un aparato". Es la significación que Bruno encontró para responder a la manipulación quizá traumática de su cuerpo, para ayudarlo a respirar. Asume como propias las palabras maternas: "Ella me lo salvó". Si la madre dice que fue salvado, es porque pudo imaginar que estaba perdido, y Bruno atribuye a su madre un deseo de muerte con respecto a él. Más tarde dirá: "La madre dijo eso, matarlo. El papá lo mató, lo puso en el agua en un baúl. Luego, un nadador le había salvado la vida, después estaba reviviendo. Presionó sobre el vientre como yo te lo mostraba. El bebé quiere ser bueno como su hermana, pero no puede. Porque tiene un problema en el corazón". El padre no es de gran ayuda, puesto que él también lo quiere matar. Cuenta una pesadilla: había un motociclista, era su padre, tuvo un accidente con él, que iba en bicicleta. Expresa su miedo por esta pesadilla que lo despertó. Tiene la idea de que es culpable de algo, que es malo. El trabajo en la piscina continúa. Bruno encontró una solución llamándose "salvador de bebés". Va hasta el fondo del agua buscando los bebés que se ahogan. Pero siempre encuentra el mismo: "su padre lo ahogó". Y a ese bebé que salvó lo llama "papá" y le dice: "eres mi verdadero padre". ¿Qué lugar ocupo en esta historia? La de la "guardería". Me basta con guardar al bebé muy cerca de mí después de que Bruno lo haya salvado. Cuando me confía el objeto que lo representa, Bruno puede combatir contra los monstruos, enérgicamente. Si no, queda sometido a una angustia que devora. Hice la experiencia cuando, por primera vez, rechacé el papel de "guardería". Le fue imposible entonces sostener su función de "salvador de bebés". Atravesaba la piscina, gritando, apretando el muñeco, aullando, verdaderamente aterrorizado por un niño que simulaba devorar al bebé. Tuve que detener el taller inmediatamente. Después me dijo: "Tenía miedo, creía que era de verdad". Y agregó: "Pienso en mi tiíto, me da miedo, me dice que hay cangrejos en mi cama y creo que es verdad". Todo niño construye ficciones, semblantes, por medio de los cuales pone en palabras el objeto que él es para el Otro. Bruno in-

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terpreta de manera persecutoria lo que para cualquier sujeto es un enigma. En el taller su creación está en la elección del significante "ahogamiento". El bebé está salvado, pero a condición de que la guardería funcione.

3. Pierre, el niño de los encajes Franc;oise Kovache

Pierre tiene casi 8 años cuando lo encuentro por primera vez, un año y medio atrás. Lo acompaña su madre, la Sra. B. Vive con sus padres, una hermana mayor de 13 años de un matrimonio anterior de la Sra. B., y un hermano de 5 años. Al nacer este último, Pierre tenía 3 años. Está en CE2 1 y trabaja bien. La Sra. B. está preocupada y dice que debía haber consultado mucho antes, porque desde hace tiempo "esto no anda bien, desde que tenía más o menos 3 años". ¿Qué es lo que no anda bien? A Pierre "le gustan los trajes". Se los hace con telas, encajes, busca lo que brilla. "Me gustan los encajes", añade Pierre. La Sra. B. teme que más adelante Pierre sea homosexual. Pierre no tolera tener que renunciar a los disfraces, aunque sea para ir a la escuela. A la mañana pregunta a su madre: "Mamá, ¿quién voy a ser hoy?", y si no encuentra la idea que le conviene, o si debe privarse de ello, se enoja y solloza. "Él no se aguanta a sí mismo", agrega la Sra. B. "Si me separo de estas cosas no me siento muy bien", dice Pierre. Primero, entre los 3 años y medio y los 5 años, se disfrazaba "con faldas". Luego, dice Pierre: "A los 5 años vi una película con un rey y tuve ganas de disfrazarme de reina". Hace un año y medio, agregó el disfraz del Capitán Garfio porque "tiene un babero con encajes, un sombrero con pluma, zapatos como los de mamá con taquitos y una muy larga lengüeta, un moño rosa en el

l. Sigla de escuela primaria en Francia, nivel 2.

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PIERRE, EL NIÑO DE LOS ENCAJES

pantalón corto, cabellos largos y bigotes también". Dice la Sra. B.: "Habíamos perdido la peluca, era el fin del mundo, lloraba y lloraba". Una pregunta de Pierre desencadenó en la Sra. B. el pedido de consulta: "¿Mamá, cuándo le tomaré el gusto a la vida?". Pierre me pide que "le enseñe cómo hacer para tranquilizarse". Frente a sus enojos no sabe calmarse solo y debe salir a correr por el jardín de la casa hasta agotarse. No puede encauzar este desborde, y en uno de esos momentos escribió: "voy a morir". Pierre se queja de que su casa no anda bien: su hermano tiene juegos de varón y no quiere jugar a las muñecas con él. Tiene, desde hace tiempo, muñecas Barbie que le regaló su abuela materna. En la escuela no tiene amigos: no quiere jugar con los varones porque se pelean, y le gustan los juegos de las niñas, pero "ellas no quieren varones en sus juegos"'. El Sr. B., al que entrevisté junto a la Sra. B., muestra su indiferencia con respecto a la consulta: "pienso que todo esto pasará cuando crezca". Por el momento está poco dispuesto. Su trabajo le insume mucho tiempo, lo obliga a desplazarse por toda Aquitania, y vuelve a su domicilio sólo los fines de semana, a veces cada dos semanas, porque "de todas formas es imposible vivir en casa, no hay lugar entre mi mujer y los niños". La Sra. B. responde que "estaría aliviada si él interviniese más", y que se siente muy sola con los chicos. Pierre habla bien, muy bien, con una dicción perfecta, precisa, con un preciosismo notable en la selección de sus palabras y expresiones. Dice: "Me gusta disfrazarme en femenino". El encaje es el común denominador de todos sus disfraces. El significante "encaje" aparece en uno de los primeros recuerdos que relata y al que asocia su gusto por los vestidos, las faldas de encajes, los encajes: tenía alrededor de 3 años, estaba en la cama en lo de su abuela materna, y arriba del armario, intocables, había dos muñecas españolas con faldas de encaje "abultadas, muy abultadas". En esa época asocia a su operación de adenoides el regalo que le da esta abuela, una de esas muñecas, y a la vez otra muñeca, una Barbie que le regalan en el momento de esta internación. Pierre describe su gran confusión cuando no está disfrazado. Sus terrores, su angustia son tales que dice: "a fuerza de tener

miedo, ya no tengo más miedo. Cuando no tengo mis disfraces no sé más quién soy. Me encuentro muy raro. Es como si hiciera algo que ni yo mismo sé lo que hago ... Para mí es difícil encontrar una idea sin mi traje, sin mi peluca ... Esto termina en nerviosismo". Pierre describe una o dos escenas. A la mañana, en el baño, se miró en el espejo y no se reconoció. Desde atrás de sus cabellos despeinados lo miraban unos ojos de bruja y algo aterrador salía del agujero de la bañera, era una mano de esqueleto que venía a agarrarlo. Durante varias semanas por la mañana Pierre era incapaz de salir solo de su habitación, esperando que lo vinieran a buscar (su madre, su prima, su hermano, "De todas formas, papá no piensa en esto cuando está aquí", dice) para "liberarlo". Detrás de su puerta, forzosamente cerrada, una momia lo puede esperar o simplemente aparecer en el marco de la puerta abierta. Un día en que había venido a la sesión con un objeto quemanipulaba ostensiblemente, tuve la infortunada idea de preguntarle si ese objeto formaba parte de su disfraz, cosa que desencadenó en él una crisis de asma. Pienso que con mi intervención lo despojé del secreto disfraz que llevaba ese día. Sólo el asma -que yo ignoraba hasta ese momento- pudo ocupar ese lugar. De sesión en sesión Pierre se construyó un personaje, un disfraz invisible, que puede ocultar: "Estoy disfrazado en mi cabeza'', dijo en un primer momento. Actualmente habla de su personaje: él es Jorge XIV. Es su secreto y Pierre está preocupado de que yo lo devele, especialmente a sus padres que no saben que está "todavía disfrazado". ¿Cómo se le ocurrió ese nombre? De encajes de reinas, ricas de encajes, "descubrió un libro que hablaba de Versalles, de su corte, de Luis XIV como el más brillante, tiene encajes -que otros no tienen- , es el más rico. Entonces, Pierre decidió tener un nombre propio "jamás adoptado todavía: Jorge y XIV, como Luis. Jorge XIV es el rey de los niños". Pierre es el rey de los niños. Con ese título aborda a otros niños en el patio de la escuela. Debe redactar "La Carta de los Niños", una de cuyas obligaciones será la de no llorar delante del rey (él). Pierre me dice que les pidió a los niños que lo llamaran Jorge, y que no está contento con sus padres porque no aceptaron llamarlo así. Esta construcción le permite jugar un poco con los

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PIERRE, EL NIÑO DE LOS ENCAJES

otros chicos, a menudo cuando estos aceptanjugar "su juego", es decir, tomando el papel de sus súbditos. Esto constituye el lazo social para él. Pierre dibujó su futuro castillo, el castillo del rey de los niños que es y será, y que heredará su hijo o hija, Jorge o María, cuando él, a los 18 o 20 años, sea "un rey muerto, extinguido su poder de rey". Al dibujar su castillo, Pierre insiste en un detalle importante: un reloj de péndulo dibujado arriba de las ventanas: "Un falso péndulo para que no haya vacío". El vacío, los agujeros: de allí surge lo desconocido, lo innombrable, ya sea el agujero de la bañadera, el agujero de la puerta abierta, el de la boca muy abierta con sus grandes dientes de cocodrilo, a punto de devorar al Capitán Garfio: "No tengo lo necesario para defenderme, pero trato de arreglármelas, de encontrar cosas", me dice Pierre. En cuanto a las brujas, hacen agujeros retorcidos [trous tordus], y no maldades [coup tordus]. No es un lapsus, Pierre retomará esta expresión muy seguido. Pierre intenta, incesantemente, anudar, tejer podríamos decir cuando nos referimos a su significante "encaje", soluciones imaginarias que respondan a un real, al cual, tal como lo dice: "no tengo lo necesario para defenderme pero trato de arreglármelas, de encontrar cosas". Pierre no dispone de la significación fálica. Para él es un trabajo de entramado que se renueva incesantemente, porque saber arreglárselas con sus enojos y saber calmarse, frente a cada nuevo encuentro con un acontecimiento que pudiera ser percibido como menor por un sujeto que dispone de la significación fálica, a él le plantea un problema: de este modo relata ahora su inquietud por su escolaridad. Lo angustia tener que aprender las divisiones, las fracciones, los "tercios", como él los denomina. Encontró algunas cosas, pero para él esto no es tan simple. Le cuesta mirar un programa de televisión si despierta en él uno de sus terrores, como por ejemplo E=MC2 Junior, 2 que un día habla de pirámides y de momias: "Sé que no es verdad que salga una momia, pero, para mí de todos modos eso es verdad".

Tiene pasión por las flores desde que dibujó su futuro castillo y el parque: tiene varias macetas, y toda flor marchita o estropeada motiva una crisis de angustia; toma infinitas y múltiples precauciones para protegerlas ... A lo largo de nuestros encuentros, la invención que hace Pierre del personaje secreto de Jorge XIV parece tener una función de anudamiento algo apaciguadora. ¿Cuál es el alcance? ¿Entre identificación imaginaria (cf. Luis XIV) y creación, podemos hablar de suplencia? Al nivel de su cuerpo, Pierre cambió. Está más erguido, camina más seguro y menos articulado. ¿Tendrá que ver con esta invención? Una serie de problemas quedan por tratar con respecto a este joven sujeto que tiene mucho para enseñarnos, y se esfuerza en hacerlo prosiguiendo decididamente por sí mismo su trabajo.

2. Emisión de TV sobre ciencia.

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4. Cuando esto no pasa Dominique Jammet

En los servicios de clínica general, a menudo los médicos plantean al psicólogo suplir lo que va más allá de los límites de su comprensión y de su poder de curación. Para el que intenta esclarecer la posición del psicoanálisis, no se trata de aportar un saber mayor, sino de dejarse enseñar con lo que el paciente puede decirnos acerca de las respuestas que encuentra en lo real que se le impone. Lo real imposible de soportar en el caso del Sr. M. es la proximidad de la muerte, y 'el sufrimiento que se expresa en su cuerpo y en la relación con los suyos. Como lo señala P. Malengreau, "no es para nada imposible soportar aquello de lo cual se ocupa el psicoanálisis, salvo de lo imposible de soportar cuando toma una forma hablada". 1 El Sr. M. presenta un síntoma que los médicos califican como anorexia y los inquieta porque el paciente se debilita. Es un hombre de 57 años, internado a causa de la recidiva evolutiva de un linfoma con adenopatías axilares y cervicales. Ya fue tratado hace más de un año y le quedan secuelas de ese tratamiento con rayos, una colitis posradiactiva invalidante. Desde que ingresó al servicio ya no come, está débil, parece triste. Según los médicos, la colitis y las adenopatías no bastan para explicar su anorexia. Me piden que lo vea porque su hija quiso la intervención de un psicólogo.

l. P. Malengreau, "Pour une clinique des soins palliatifs", Mental, nº 2, marzo, 1996.

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Cuando me presenté al Sr. M. me dijo que tenía que pensar sobre mi propuesta antes de acceder a hablarme, y sobre todo asegurarse de que su mujer y su hija estuvieran de acuerdo. Efectivamente, el Sr. M. es alguien que toma en serio lo que quiere decir hablar, y la primera entrevista, que voy a relatar casi en su totalidad, revela ciertos significantes clave de su historia, no muy alejados de su anorexia. El Sr. M. primero me pregunta si sé interpretar los sueños, y me relata uno, que yo olvidé. Luego me habla de la muerte de su madre, que falleció a los 7 5 años de un cáncer, o quizás a los 80 u 82 años. No recuerda más. Fue duro pero muy rápido. Su padre estaba en lo de su hermano, quiso ir al baño antes de acostarse y tuvo un infarto, falleció. El médico llegó mientras su hermano conversaba telefónicamente con él, y fue así que asistió a la muerte de su padre escuchando todo por teléfono. Su padre sufrió una sucesión de infartos. Su suegro murió de una obstrucción por cólicos. Estaba en un geriátrico, había comidas que "no eran malas ni horribles", pero no podía comer. El Sr. M. me dijo: "Quizá sea tonto, si mi mujer muriese, iría a un establecimiento como ese y moriría de hambre". Luego se pregunta por qué, desde que llegó al hospital, no puede comer más. Esto comenzó con la internación anterior. Tenía que tratarse de un diagnóstico de linfoma, hubo un alivio. Cuando tuvo la recaída en agosto, todo comenzó con una apendicitis, pero el cirujano practicó la ablación de un ganglio, que presentaba metástasis en un posterior análisis. El Sr. M. me dice que nunca se había enfermado, y "saber que uno tiene una enfermedad que no se va a curar es duro de asimilar, esto no pasa fácilmente". Desde que era joven se siente bien cuando está en la oscuridad, con los ojos cerrados. El Sr. M. me cuenta que siempre fue muy activo, tiene una empresa de construcción con veinte obreros, le gusta la caza, la pesca, y repite que nunca estuvo enfermo. Con toda esta actividad, no tenía tiempo para pensar, mientras que aquí se pregunta sobre lo que va a pasar, para qué sirve. Si sale de esta, en la próxima morirá. No puede dejar de pensar en ello. El Sr. M. está muy al corriente de su enfermedad. La muerte está en el horizonte, y tres semanas después de la primera entre36

CUANDO ESTO NO PASA

vista, me dirá que ya sabe, ahora, que no saldrá de esto. Mientras tanto, acepta hablarme de él, de su vida. De origen italiano, llegó a Francia poco antes del comienzo de la guerra, tenía 9 años. Sus padres huyeron de Italia porque habían rechazado al régimen fascista de Mussolini, y en esos tiempos, en su región, se morían de hambre. En Francia sus padres trabajaron como obreros agrícolas, y él fue a la escuela sin hablar una palabra de francés. Los chicos se burlaban de él llamándolo "macaroni", y decidió no pronunciar ni una sola palabra hasta no estar seguro de decirla perfectamente. En pocos meses se recuperó de su retraso escolar y hablaba perfectamente, de ahí su orgullo. Su llegada a Francia sigue siendo para él un recuerdo difícil de evocar; nunca le había dicho a nadie cuán duro había sido. El encuentro con su suegro fue la circunstancia decisiva de su vida. También él era un inmigrante italiano, albañil, que le enseñó el oficio y luego lo asoció a su empresa cuando comprendió que era serio y valiente. Este hombre, padre de su mujer, murió de hambre en el geriátrico. El otro orgullo en la vida del Sr. M. es su hija, brillante alumna en clase, que eligió una ocupación, ayudar a las familias más necesitadas. Entonces el Sr. M. me dijo que su padre trabajaba mucho y nunca había hablado bien el francés. Nunca más quiso retornar a Italia, no quería volver hacia atrás. El Sr. M. viajó una vez al pueblo de la familia de su mujer. En el curso de otra entrevista, me explicó cómo cocinar pastas, me dio su receta personal, a la que no podía resistirse. Tuvo mucho placer en hablarme de cocina, de la importancia que para él tenía el buen comer. Tenía mucho apetito, y a su mujer le encantaba cocinarle cosas ricas. Su talento está en la cocina, sin ella moriría de hambre. La Sra. M. quiso encontrarse conmigo porque quería saber si era por ella que su marido no comía. Se preguntaba si había hecho algo que lo hubiese contrariado. No comprendía por qué él le hablaba tan poco y con los ojos cerrados. Para ella, que su marido no comiese no podía ser otra cosa que un rechazo a la vida y tenía la impresión de que él la estaba abandonando. Me parece que el síntoma de la anorexia plantea el problema del síntoma médico y analítico. Para los médicos, en el momento 37

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que me piden que entreviste al paciente, no se trata de un síntoma médico, porque los exámenes no permiten aseverar que la causa sea orgánica. Atribuyen la tristeza del Sr. M. al hecho de no querer comer, a la depresión. Posteriormente, los exámenes complementarios revelaron un aumento muy importante de los nódulos intestinales, y los médicos dejaron de pedirle que comiera, ya que esto se había tornado imposible. Ahora bien, para el Sr. M. el síntoma es enigmático, pues no rehúsa comer, dice que no puede hacerlo y no sabe por qué. Pero descubre, hablando, que tiene una serie de recuerdos ligados al hecho del buen comer o de morir de hambre: su partida de Italia, el insulto recibido en la escuela, la muerte de su suegro, que era su modelo. Las entrevistas no lograron que él comiera, pues ya no podía, pero sí que hablara, y para él fue un poco como pasar del macaroni que había rechazado a un "decir bien", que lo ayudó a partir con menor sufrimiento. Pudo decir a alguien que lo sostenía que sabía que iba a morir y que le costaba aceptarlo. Quedó del síntoma del lado médico, pero el Sr. M. ya no tuvo más miedo de él. En este caso observamos la metonimia con la cual el Sr. M. abordó la cuestión de la muerte, por la serie de duelos que tuvo que hacer, metonimia que es la única manera de abordar la cuestión, porque al igual que el sol la muerte no puede mirarse de frente. "Nuestra propia muerte no nos es representable", dice Freud. 2 El Sr. M. muestra hasta qué punto la pulsión oral está comprometida con la relación que establece con la alimentación y la voz: placer de comer/miedo a morir de hambre, rechazo de hablar/placer de contar su vida.]. Lacan indica que "cada vez que la línea de los símbolos llega al tope final, nuestros actos vienen a nuestro encuentro. Aquí se trata, de repente, de pagar al contado [... ] si saben hacerlo no serán castigados". 3 En este caso, el paciente no pide nada, dice su vida y muestra cómo en el final se come su Dasein.

5. Una falta de ponderación Marie-France Prémon

Marie, una joven mujer, soltera, de 35 años, consulta al psiquiatra en el momento en que los médicos "la abandonan", luchando contra un dolor inexplicable, "verdadero sinsentido encarnado", según sus propios términos. Hacía unos meses, había consultado sin tregua y acabó por intentar suicidarse, luego de las últimas exploraciones digestivas, al término de las cuales le habían confirmado que "no habían encontrado nada" y le propusieron el diagnóstico de "colitis funcional". El dolor, situado en un punto preciso del abdomen, lo describía con términos algo discordantes con respecto a la intensidad de lo que decía haber soportado: era "un pellizco y un cosquilleo a la vez", como un torbellino, "una suerte de punto de contacto'', cuya sola evocación suscitaba gestos de masaje incoercibles. Una sensación de vértigo y de flojedad generalizada acompañaba a estos fenómenos y la había obligado a renunciar a todas sus actividades. Las primeras entrevistas permitieron localizar el contexto en el cual había surgido el dolor. Ese fue un momento de ruptura radical en la vida de Marie, correlativo de la supresión de un medicamento regulador del apetito, del cual nunca se había separado desde los 20 años: el Pondéral. Acción prolongada. 1 Su prescripción se prohibió de un día para otro, y no tiene sustituto. A pesar de los esfuerzos de los médicos, Marie sigue atada a este significante

2. S. Freud, "De guerra y muerte. Temas de actualidad", en O.C., t. XIV, Buenos Aires, Amorrortu, 1979. 3. J. Lacan, El seminario, libro 2, El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica, Buenos Aires, Paidós, 1983, p. 307.

l. Pondéral. Acción prolongada es una droga que se utiliza para el tratamiento farmacológico de la obesidad. Con este nombre se comercializa en Francia, pero no hay un equivalente en nuestro país.

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pronunciado como un sintagma fijo. Necesitaba definitivamente este medicamento y no sabía cómo explicárselo. Me señalaba que la supresión de la medicación presentaba una ausencia notable de efectos sobre su comportamiento alimentario, así como también sobre el ritmo y la intensidad de sus crisis de bulimia. Desde su adolescencia, Marie se designaba como una bulímica, esto había enmarcado su vida, y lo evocaba "sin culpa ni vergüenza, como el único espacio de libertad" con el que contaba frente al suplicio encorsetado de una existencia muy ordenada. A partir de los 13 años, ¿no le había impuesto su madre el uso del corsé para enmascarar las redondeces causadas por su glotonería infantil? De este modo, la bulimia había reemplazado la glotonería, los anor,exígenos y el Pondéral habían venido al lugar del corsé, siempre por iniciativa de su madre, luego los vómitos a continuación de los accesos de bulimia. Estos no habían variado mucho hasta hoy, así como tampoco el rigurosísimo régimen alimentario que se imponía el resto del tiempo. Señalemos, sin embargo, que al mismo tiempo que fue privada del Pondéral, dejó de llenar su cuaderno que puso sobre mi escritorio en una de nuestras primeras entrevistas. Día tras día había anotado con gran precisión el detalle de sus regímenes y todo lo que eliminaba. Sobre el margen de las columnas, rigurosamente cifradas con gramos y calorías, estaban escritas las crisis de bulimia, enmarcadas en rojo, pero sin cifrado. De esta manera, durante quince años, rituales y cuentas impusieron ritmo a su vida, pero este cifrado del goce y su localización bajo la forma pulsional oral sólo parecían mantener su eficacia mientras había podido apoyarse sobre el S1, heredero del superyó materno y garantizado por el Otro médico, el Pondéral. ¿No era ese significante el que le había permitido suplir la ausencia del Nombre-del-Padre, forcluido y emparejado el goce con una relativa estabilidad durante todos estos años de vida muy ordenada, "ponderada" tal como lo dirá Marie? Sin embargo, en el plano imaginario, su cuerpo le resultaba siempre "una bola informe, asexuada", con la sensación "tanto de pesar 300 kg, como de estar en un estado de falta de gravedad total". A pesar de la falta de variación real de su peso, se sentía "gorda y flaca a la vez". "Flaca como su madre", elegante, pero de una femineidad helada, severa y triste. Marie estaba segura de ello, su madre nunca 40

UNA FALTA DE PONDERACIÓN

había experimentado placer, pero se había llevado el secreto suicidándose, la víspera de la mudanza que acababa de imponerle el marido, alejándola de su propia madre y de su hija, que tenía entonces 22 años, y de la cual jamás se había separado. Las dificultades surgidas de la separación con la madre habían marcado la infancia sabia de Marie: prueba de ese síntoma que había obstaculizado en gran parte su escolaridad eran una tartamudez y un ceceo que la volvían muda. Solo cedían cuando volvía a casa y definitivamente con la aparición de trastornos del comportamiento alimentario. Señalemos aquí la ausencia de duelo frente a la desaparición de la madre, y la persistencia de su mirada fija y angustiada, y de la cual imitaba la presencia real cuando recordaba a su madre durante las entrevistas. "Gorda como su padre" y como los hombres de la línea paterna, más bien bonvivants, ocupados en actividades más o menos lícitas que no viene al caso detallar, pero que Marie había relacionado con las dificultades financieras y las frecuentes peleas de sus padres. Sin embargo, jamás había podido relacionarlo con su propia conducta, que consistía desde temprana edad en sacar dinero a su madre y luego de la caja del negocio familiar, para comprar "golosinas" con el fin de satisfacer su bulimia. Aunque se asombraba de que sus padres, para nada ingenuos, hubiesen tolerado su maniobra en silencio, sin jamás haberla interrogado. La pareja parental, de la cual era el producto, siempre le había parecido "una aberración". "Su nacimiento había sido deseado como una necesidad imperiosa de darle un objeto a la angustia de su madre", cuyo suicidio, en el momento de la separación, venía a confirmarlo. Frente a la ausencia de toda estructuración edípica y simbólica, las identificaciones sobre las que se sostenía quedaban en el registro especular, estabilizadas por la incorporación cotidiana del Pondéral. Encontramos la huella de este significante del que me dice que fue el "modus vivendi ponderado" establecido con su empleador, un hombre de leyes respetado y también pareja sexual exclusiva. Dicha ponderación había mostrado durante una decena de años un secreto equilibrio entre la exigencia de trabajo que le imponía su puesto de secretaria, y los ratos libres que ofrecía con aplicación y devoción a este hombre mayor y solitario. 41

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LJNA FALTA DE PONDERACIÓN

También debemos señalar aquí la falta de vergüenza y de culpabilidad al ofrecerse como objeto pasivo del goce del Otro, en prácticas al margen de una existencia dedicada al deber, al cálculo y a la moderación. Sin embargo, de la noche a la mañana, y a causa del "infierno" de su malestar corporal, "el equilibrio se rompió", Marie renunció a sus funciones porque el fenómeno doloroso y los vértigos la clavaban en su casa, donde vivía sola desde la desaparición de su madre, fecha a partir de la cual se encontró solo esporádicamente con su padre. Frente a la nueva imposibilidad para desplazarse, observa de todos modos una excepción: vértigos y dolores cesan cuando monta una bicicleta. Marie lo explica así: el contacto entre el asiento y su sexo le asegura momentáneamente el centro de gravedad que le falta. Podemos armar una serie entre esta vivencia corporal delirante con la intuición de la que me participa en un momento de intensa perplejidad: tenía la certeza que su dolor de panza "era idéntico a lo que deberían experimentar dos partículas cuando se encuentran, tales como un óvulo y un espermatozoide". Siempre con su imposibilidad para trabajar, Marie reparte su tiempo entre bibliotecas y lugares de plegaria interrogando el saber teológico y la voluntad divina sobre los orígenes del mal y la injusticia de su posición de "mártir", borroneando nuevamente anotadores con los impasses de las construcciones sucesivas que intenta elaborar en lo que denominó un día, con un toque de humor, "nuestras-entrevistas-acción-prolongada". Asimismo, me comunicó un fenómeno nuevo y errático: a veces se encontraba súbitamente confrontada a lo que ella percibía como un llamado irreprimible, seguido por un sentimiento de elación amorosa por hombres cuya particularidad era la de tener una discapacidad, o alguna marca de exclusión por parte de la sociedad. Su significación le resultaba enigmática: aun cuando su educación religiosa le indicaba una posible misión de socorrer a Otro. Ella no se interesaba realmente en eso, mostrando más bien una secreta vocación de iniciación en un mundo liberado de las impurezas donde se encontraba la maldición sexual, temor recurrente en sus futuros escritos. Este caso nos confronta con fenómenos del cuerpo, y se trata de preguntarnos sobre el alcance diferencial: 1) la bulimia-ano-

rexia y la función del anudamiento sintomático del significante Pondéral relacionado con Otro materno y médico; 2) el surgimiento de fenómenos discontinuos que demuestran el fracaso de este anudamiento y de nuevas modalidades para evitar el desborde del goce: por un lado, una nueva localización en el Otro corporal bajo la forma de un fenómeno hipocondríaco siempre presente, aunque atenuado; por otro, con el esbozo de una teoría delirante con tema sexual unido a fenómenos de aspecto erotomaníaco. Señalemos que ambos han cedido, en la actualidad, su lugar a la escritura de cuentos que designa con el término "cuadros", centrados sobre el tema de la génesis, de los orígenes y de la introducción a la diferencia sexual.

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6. El síndrome táper lsabelle Cordier

Quisiera abordar como analizante y médica, la cuestión de la pregunta que recibo en mi práctica de nutricionista, pregunta que principalmente hacen las mujeres que consultan por el síntoma relacionado con la oralidad y que vienen a ver a otra mujer para obtener un saber que ellas querrían como "receta" en lo que respecta a un ideal de delgadez, o un "comer-no comer". En 1966 Lacan lo dice durante su conferencia en el Colegio de Médicos: "Es en el registro del modo de respuesta a la demanda del enfermo donde está la posibilidad de supervivencia de la posición propiamente médica". 1 ¿Cómo puede el médico permitir al sujeto que subjetive su pregunta y qué interrogantes puede plantear? A través de un caso clínico propongo seguir el camino recorrido por una joven mujer con su síntoma: la bulimia. Ana tiene 27 años, es soltera. Enseña inglés en un colegio. Al comienzo dice: "Soy bulímica, no puedo más, no puedo parar estas crisis, necesito que alguien me ayude con esto". Se presenta con un diagnóstico estereotipado, pegado a esta identidad médica compacta, planteado para que alguien se haga cargo de ella. Sus crisis llevan dos años, luego de un período de conducta anoréxica de tres años y por la cual fue internada. Un médico le dijo en ese momento: "Si seguís sin querer comer, te vas a morir", a lo que ella respondió: "Estuve contenta, por nada del mundo hubiera resistido".

l. J. Lacan, "Psicoanálisis y medicina", en Intervenciones y textos 1, Buenos Aires, Manantial, 1985, p. 90.

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EL SÍNDROME TÁPER

La anorexia era, según ella, una manera de decir algo, después de la ruptura con un amigo que tenía desde la adolescencia, "quiso más, quería acostarse conmigo, yo no quería, ni siquiera se me había ocurrido". Luego de este episodio de anorexia, decidió dejar a sus padres para irse a vivir sola. A partir de ese momento comienzan las crisis de bulimia, al principio tragando paquetes de galletitas. El goce de su síntoma la obliga a pedir urgentemente una respuesta resolutiva, goce particular en el sujeto que yo debía considerar siendo médica. Por un lado, le propongo anotar en un cuadro sinóptico su alimentación, que consistía en comidas equilibradas y regulares; por el otro, recibirla regularmente para hablar de eso. Ya que su episodio de anorexia había sido una manera de decir algo sobre su comportamiento bulímico, también tenía que decir algo de lo que no sabía necesariamente. Hija única, su infancia transcurrió entre una madre autoritaria, que para ella sabía todo, y un padre que describe como demasiado blando. Relata que no se detuvo hasta tomar sobre sí toda la responsabilidad de elevarlo con relación a su madre. "Él obedecía, lo tenía cortito, no hablábamos". Su escolaridad no presentó inconvenientes. Piensa que su madre decidió por ella sus estudios de inglés y llegó hasta el CAPES. 2 Con respecto a sus padres, se describe como un objeto, como "una cosa redonda que rueda". Desde las primeras entrevistas, habla de lo que denomina "el síndrome táper": "En mi casa, todo estaba guardado en tápers en la heladera, como para dejar todo aséptico, para no sentir nada. Es frío. Imagino a mi padre guardado en una caja. No hay placer con alimentos tan fríos". Evoca la frigidez. Al preguntarle por su vida sexual, me dice que conoció a un joven con quien se entiende muy bien y en el plano sexual también. Solo pueden verse los fines de semana. En cuanto a lo que su padre representa para su madre, me dice que es el hijo de su mujer y agrega: "Cuando me fui debe haberse sentido traicionado". En ese momento, habla de su madre: "Ella sabía todo para mí, era todo para mí". Se da cuenta de que no puede verla como mujer, sino como una madre, madre total,

fálica, frente a un padre que no tiene ningún peso. Dice que hay falta de diálogo con su madre. Relata dos sueños, el primero reiterativo: "Es el hogar familiar pero tengo miedo, es una casa embrujada y estoy angustiada porque veo cómo se mueve el picaporte de una puerta". Este sueño evoca en ella la ambivalencia de lo no-dicho de su infancia. Momento importante de donde surge una amenaza de lo que se mueve, de algo escondido, vivo. Volverá a tener este sueño, angustiada por el picaporte que se mueve. La puerta se abre. Esperaba ver a un monstruo: es su madre. En el segundo sueño, asiste a la relación incestuosa de su prima con el padre de esta última: "¿Era yo? ... ¿mi padre?". Una serie de actos fallidos (olvidos de cartera, copias, despertarse a horario) le plantean la cuestión del trabajo del inconsciente. "Es como una fisura en mi modo de vivir". Un episodio de afonía le exige un esfuerzo de articulación para hablar y hacerse oír, "como el trabajo de las mandíbulas para comer". En consecuencia, comer y hablar no serían "naturales". Estas dos manifestaciones de la oralidad le pueden resultar decididas, pero que no se articulan con la pasividad de un decir todo o cualquier cosa, o comer todo o cualquier cosa. El recuerdo de su abuela italiana que la tomaba en sus brazos cantándole en su lengua de origen ("era tierno, me sentía querida") evoca en ella la posibilidad de haber elegido por sí misma y sin saberlo la enseñanza de un idioma extranjero. Recuerda también que a los 14 años un compañero escribe groserías de su madre sobre la tierra: "¡Borrá!", le dice violentamente. Esto la remite al asco experimentado frente a su madre: asco de tocarla. Momento importante donde plantea el "ser-mujer" de su madre y su posible castración. Recuerda el momento en que a los 8 años, su madre la sorprendió masturbándose en su cama: "No dije nada, pero todo terminó". A veces vuelve a hablar de sus crisis que se han espaciado mucho. La sorprende su palabra que la introduce en la falta. Durante la última entrevista me pidió que la viera dos veces por semana. Hace la pregunta, en mi lugar, sobre una "transferencia de 1ransferencia". Su síntoma-queja se ha vuelto, a mi parecer, una

2. Título de profesor de enseñanza secundaria.

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pregunta sobre la que quiere saber algo y que la haga trabajar. Es el momento de proponerle que consulte un analista. En su práctica, el médico tiene la posibilidad de restituir al síntoma su dignidad y volverse de esta manera un "médico-pasador", "pasador de síntoma", para permitir al sujeto plantearse su pregunta. Avicena, médico del siglo X, ya lo dijo mucho antes del psicoanálisis y anticipándose a Freud: "Curar al enfermo es plantear una pregunta".

7. Quedar embarazada Catherine Vacher

Se trata de una paciente que vino para una consulta ginecológica por infertilidad. La atendí como médica, preocupándome por hacer surgir de su pregunta algo "del sujeto". Escogí este caso bastante frecuente- porque me parece representativo de lo que a menudo se nos escapa a los médicos en la resolución inesperada de un síntoma médico con causa "inexplicable", como es el caso de ciertas esterilidades. Pienso, entonces, en una de mis pacientes que, luego de largos años de tratamientos por infertilidad, se embarazó el día de la primera cita por "fecundación in vitro". Otra que tardó tres años de tratamiento para tener su primer hijo, a los cuarenta y dos años, y quedó embarazada del segundo algunos meses más tarde, cuando acababa de decirle que no necesitaba una contracepción. Estas respuestas asombrosas me incitaron e impulsaron para buscar lo que reviste, para un sujeto dado, el requerimiento de un hijo. La Sra. L. tiene 24 años cuando la veo por primera vez. Desde hace tres años vive con un joven de su edad, con quien debe casarse dentro de algunos meses. Viene a consultarme porque, desde hace tres años, el hijo deseado no llega. Presenta una patología ovárica, catalogada en ginecología como distrofia ovárica poliquística, enfermedad que va siempre acompañada por una infertilidad. Existen tratamientos eficaces y muy codificados de esta enfermedad, cuyo origen sin embargo se desconoce. Comienza a estar clasificada entre las enfermedades psicosomáticas. La distrofia ovárica poliquística se caracteriza por el disfuncionamiento hipotálamo-hipofisiario-ovárico, cuyo

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QUEDAR EMBARAZADA

punto de partida no pudo ser precisado. ¿Se trata de una enfermedad primitiva ovárica con una anomalía en los factores de regulación hormonal local, intra-ovárica? ¿Se trata de una enfermedad que tiene por origen una disfunción del sistema nervioso central con una anomalía en la secreción o de la acción de los neurotransmisores sobre el complejo hipotálamo-hipofisiario? Se sugieren numerosas hipótesis, pero ninguna ha sido admitida como causa verificable. Durante los tres primeros años de consUlta, la Sra. L. hizo los exámenes habituales por infertilidad y un tratamiento médico apropiado. Luego, en julio de 1997, durante el cuarto año, comenzamos a pedido suyo un tratamiento más penoso para inducir la ovulación, pero habitualmente muy eficaz. No lo toleró bien, generando signos subjetivos de embarazo, cuando en realidad no había nada. ¿Qué es lo que sé de ella hasta el momento? Se lleva bien con su marido, con el que siempre desearon tener hijos (ella no dice nada más sobre su deseo de tener un niño). Es la segunda hija. Su hermana mayor se ha sometido, sin éxito, a tratamientos por infertilidad. Su madre quedaba embarazada fácilmente, pero es la única en la familia. Asimismo, su madre es su jefa, y desea fervientemente que su hija quede embarazada, pues será el primer nieto de la familia, aunque no tolera que la paciente se ausente de la empresa para hacerse exámenes médicos. La Sra. L. se describe como una niña tímida, buena y reservada, que no causa ningún problema a su entorno, y habla de ella con dificultad: "no me gusta hablar de mí, ni siquiera a usted", me dice. Comienzos de diciembre de 1997, luego del ciclo de estimulación, se encuentra en un estado de pseudo-embarazo. Frente a la respuesta paradoja! del cuerpo, en el momento que intentaba interrumpir el tratamiento, me pide hacer un intervalo. Cuando la vuelvo a ver, un mes después, el síndrome de pseudo-embarazo persiste; esto molesta al marido, que tolera mal la desgracia física en su mujer y reclama un tratamiento más eficaz. Ese día me limito a decir que la respuesta al tratamiento médico a veces resulta enigmática. Más tarde, cuando vuelvo a ver a la Sra. L., la sintomatología desapareció, y me pide tímidamente si "puede no retomar el tra-

tamiento", a lo que accedo. Decidimos vernos dentro de siete u ocho meses. Dos meses y medio más tarde, me sorprendo al enterarme por teléfono que ella está embarazada y que su embarazo evolucionó bien. La Sra. L. dio a luz una niña, recientemente. ¿Es posible sacar conclusiones teóricas o, por lo menos, extraer algunas pistas para la reflexión? ¿Qué ocurrió con la Sra. L.? Creo que podemos hablar, en su caso, de la presencia penosa de la demanda del Otro. El Otro es su madre, su familia, igualmente lo que denominaré "la Ciencia", lo que yo represento para ella. El niño demandado es muy esperado: será el primer nieto. Por otra parte, las mujeres de esta familia tienen dificultades para ser madres; la única hermana no logra tener un hijo. Hay una suerte de desafío, quizás imposible en ella para tenerlo. Según mi modo de pensar, el peso del Otro es demasiado, y para ella es el peso del tratamiento. ¿Por qué tolera tan mal los medicamentos? ¿Los asocia a la presión del entorno, al peso de la medicina como voluntad de hacerle este hijo? ¿Cuál es el lugar de este niño para ella? ¿Quizá sea para ella el niño de su madre? Habla de sí misma con gran dificultad: a mí, y seguramente a su entorno. Le cuesta decir algo sobre su proyecto de hijo. Todo es parejo, no da detalles sobre su vida cotidiana, sobre lo que le gusta, su manera de ser. Siempre la vi vestida de sport y con zapatillas. No es linda ni fea, trata de no hacerse notar. Entonces di prioridad a las palabras que enunciaban una decisión de su parte, en lo que concernía a su decisión de suspender el tratamiento, animándola especialmente a tomar distancia. Creo que hubo dos decisiones importantes: primero el "no quiero seguir engordando, mi marido empieza a poner mala cara". Se sobreentiende, quiere seguir siendo una mujer deseable. Luego, el cese del tratamiento: me parece que ahí se libera como si estuviese de vacaciones. ¿Cómo dialectizar esto? ¿Qué ocurrió? Hubo un rechazo del cuerpo sobre el modo histérico de seguir el imperativo del significante amo impuesto tanto por la medicina como por el entorno: "Debes quedar embarazada". Aun cuando digamos esto, se trata de un rechazo atenuado del cuerpo, puesto que la sintomatología de conversión parece confundirse con un embarazo.

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Podemos arriesgarnos a decir que existe un rechazo efectivo del cuerpo que fracasa en la estimulación de la reproducción y al mismo tiempo una figuración del embarazo en el modo de la conversión. Tal embrollo del cuerpo demuestra la división del sujeto, repartido entre el rechazo de parir y su propio deseo del hijo. Consentir a la demanda para suspender el tratamiento médico permitió preservar el lugar de un deseo para un sujeto particularmente inhibido. Si explicamos de alguna forma el embrollo del cuerpo del sujeto, nos falta un concepto para rendir cuentas de lo que realmente pudo pasar en su cuerpo para que se restablezca una función fisiológica que estaba obstruida por lesiones anatómicas verificadas. Pedimos al médico que restablezca una función, cuando en realidad debería preguntarse por qué se impidió esta función.

8. Complacencia Camille Cambron

Escogí el caso de Helena porque la sintomatología histérica que presenta ofrece una mejor comprensión sobre la cuestión del cuerpo en el ser hablante. El cuerpo y sus funciones aparecen como materiales vivos que sirven para la constitución de los síntomas histéricos.

Los sfNTOMAS Desde hace tres años, una mujer de 40 años consulta por náuseas seguidas de vómito persistentes desde sus dieciocho años. Después de su vómito inaugural en el momento de una mudanza, el síntoma se repitió todas las noches durante un año. Una psicoterapia la alivió mucho. Se queja de bulimia y asco por numerosos alimentos, sin embargo, desde su infancia su mayor placer consiste en "atiborrarse de caramelos mientras lee". Su alimentación se reduce a barras chocolatadas, que llama "basuras, porquerías" o "chanchadas" que traga a lo largo del día. Las dificultades alimentarias existen desde su infancia. El hecho particular: los abuelos de Helena la criaron hasta los seis años. Su madre, demasiado joven para criar dos hijos, se la dio a sus'padres a los tres meses de vida. Este abandono precoz explica en parte el rechazo del alimento. Recuerda que no se podía quedar sentada a la mesa, cuando su abuela le proponía chanchitos de pasta de almendras para que accediera a comer.

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El padre es el único hombre que no la asquea cuando come. Lo que la "exaspera y la asquea" es el marido, es la masticación y hábitos como el de acariciarse el labio cuando fuma, chupar la cuchara de yogur antes de tragar. Inventa escenas para no sentarse a la mesa, oculta el ruido de la comida con el de la televisión. Sin embargo, en su profesión, Helena organiza comidas de negocios en las cuales participa sin problemas. En este simple detalle observamos la importancia del dominio que tiene r~obre sí misma. Su asco no se limita a la alimentación. Afecta a lo que ella denomina "la pequeña sexualidad". Estas dificultades surgieron después de su casamiento y se acentuaron desde que trató de tener un hijo. Ella y su marido tienen dormitorios separados so pre~exto de que él ronca. A veces, atacada por el remordimiento de arruinarle la vida, lo hace venir a su cama, pero "el asco es demasiado fuerte, tiene ganas de vomitar, le duele la panza". Durante las relaciones sexuales, lo que más le asquea "son los toqueteas". Sigue prefiriendo la penetración. Lo que menos detesta es la felación.

LA COMPLACENCIA SOMÁTICA

Helena experimenta lo que Freud, aisló tempranamente como la condición de posibilidad de la formación de un síntoma histérico, es decir, la doble finalidad de una zona corporal. 1 La boca se asocia, por un lado, a la función alimentaria; por el otro, es capaz de adoptar una significación sexual. La represión toca la significación sexual de la boca, pero en la medida en que esa misma boca sirve para alimentar, la función alimentaria es también alcanzada. Helena ilustra lo que Freud define como "la complacencia somática". Emplea esta referencia solo en dos textos, el de Dora y aquel titulado: "La perturbación psicógena de la visión". 2 Se trata del rol que toma el cuerpo en el origen del síntoma histérico. Para

l. S. Freud, "Tres ensayos de teoría sexual" (1905), en O.e., t. VII, Buenos Aires, Amorrortu, 1979. 2. S. Freud, "La perturbación psicógena de la visión", en O.e., t. XI, Buenos Aires, Amorrortu, 1979.

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COMPLACENCIA

Freud, la "complacencia somática" está forzosamente ligada al síntoma histérico. Esto depende de una relevancia sexual acordada al órgano, inmerso en el símbolo. Esta paciente testimonia de los efectos que la combinatoria significante determina en los cuerpos. Contrariamente a lo que ocurre en su vida, la sexualidad está sumamente presente en los sueños de Helena, lo que señala profusamente la presencia del falo que le permite establecer un paralelo entre sus "problemas de boca y de sexualidad". En uno de ellos está "tallando con la punta de un cuchillo velas puntiagudas, para que penetren en los candelabros". "La tarea era infinita porque las había por centenas, pero no estaba desanimada".

EL PADRE DE LA HISTÉRICA

Otro de los sueños se sitúa en un vergel; su padre, sonriendo, le tiende una ciruela, la última del árbol. Es un fruto apetitoso, para el placer de la boca, no se trata de una necesidad. Esta mujer parece estar obsesionada por el penisneid. En el sueño del vergel, el padre le da junto a la ciruela el equivalente fálico. Una parte importante del lazo con el padre sigue sin ser tratado en la cura. Este padre, responsable de la quiebra de su empresa, fue la vergüenza de la familia, ocasionando la brutal mudanza de una casa embargada por la justicia. Encarna perfectamente al padre insuficiente de la histérica, débil e incapaz. De hecho, el padre está "en quiebra" por no haberle dado lo que esperaba. Helena todavía le tiene bronca a su padre por haberla abandonado desde los tres meses en manos de su abuelo. Hace poco se enteró de que este fue acusado de manosear niños y debió pasar por un JUICIO. En definitiva, el marido es como el padre, impotente, aceptando los cuartos separados. Su espermograma muestra resultados pobres en espermatozoides. "En su esperma hay espermatozoides degenerados, cosas muertas. Eso me hace pensar en fiambres. Una vida no puede desarrollarse con el esperma todo podrido". Ella se sacrifica aceptando complacerlo.

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COMPLACENCIA

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EL SIGNIFICANTE AMO

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LAS IDENTIFICACIONES

Hay dos hombres en la vida de Helena: por un lado, el padre insuficiente; por el otro, el abuelo gozador que hizo porquerías. El significante "chancho" parece tomar múltiples acepciones, tal como lo ilustra la siguiente secuencia: Helena recomienza con los vómitos, cuando el tema de la mudanza vuelve al tapete. Sumarido quiere comprar y renovar, para ir a vivir, una vieja fábrica de jamones a la que Helena denomina "la pequeña porquería". "Yo dije camión de ganado hablando de esa casa. Pienso en el chancho. Es mi animal preferido. Un chancho es un hombre que hace porquerías. ¿Camión de ganado? Es un camión en el cual hay chanchos. ¡Chanchería! La carne es asquerosa. Se cortan patas de jamón y las hacen secar. Dan asco los chanchos que cuelgan así. ¿Usted cree que los han masacrado? Yo los veo degollados, dando gritos horribles. Es como si usted viviera en una casa donde se ha torturado, masacrado a individuos, chanchos. ¿Qué hicieron con el resto de las carcazas?". Helena hace de hombre, hablando como un carrero [charretiere]. Está en la casta masculina de los chanchos. Se identifica con el abuelo, tiene su manera de manejar la chanchada, de una manera oral. Es también el chanchito que será comido. De pequeña, cuando rechazaba la comida, su abuela la amenazaba con entregarla a las "pieles de conejo". 3 Tiene una fotografía de sus abuelos descuartizando un conejo. Se identifica con este animal descuartizado como un chancho. Tal como se advierte en su fantasma de ser violada, "forzada", expresado en sueños de transferencia, es también el niño manoseado por su abuelo. Yo trataba, bajo amenaza, de hacerla hablar de la violencia física. "Necesito de una violencia para decir. La obligación siempre me hace pensar en la sexualidad". Finalmente, el esbozo de un padre que daría el falo, un camino hacia la castración evocado en el sueño del vergel, Helena aún no ha llegado ahí. En un sueño, una muñeca de labios gruesos le evoca una chancha. Puede "besarse sola, chuparse el sexo". Esto

3. Cuco.

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recuerda "el modo completo de saciedad por sí misma" que Freud describe para el chupeteo de Dora. 4 Helena rechaza pasar por el hombre para gozar. Sigue atada al goce oral, su sexualidad sigue allí tanto por el asco, como cuando traga porquerías.

EL RECHAZO DEL CUERPO

"Al seguir el efecto del significante amo, el sujeto histérico no es esclavo", dice Lacan en el seminario El reverso del psicoanálisis. 5 De esto se trata en el síntoma histérico que surge menos de una complacencia somática que de un "rechazo del cuerpo". 6 La susodicha "complacencia somática" 7 remite a un real del cuerpo más allá del significante. Toda la sintomatología de esta paciente revela esta amputación del cuerpo. Por un lado, el asco aparece como el efecto paradigmático de ese rechazo del cuerpo. Lo prohibido que quizás afecte el uso sexual de la boca sustrae aquí la boca de toda actividad y al mismo tiempo la excluye de su función alimentaria. Helena erige un compartimento estanco para separarla de la sexualidad. Para acostarse, ya desde su infancia, su cama debe estar impecable y arropada. Helena se desliza sin deshacerla. Las cortinas deben estar cerradas. Es el rechazo del cuerpo, rechazo de ir a la búsqueda del falo del hombre. Helena describe un rechazo del cuerpo del otro en tanto que goza, mastica. Pero durante las relaciones sexuales también "hay que someterse o bien rechazar al otro". Este rechazo llega hasta el odio hacia el hombre. Cuando su marido intenta un acto sexual en :1 momento de la ovulación, lo vive como una violación. Al imaginarse embarazada, dice estar "asqueada" por tener algo que se

4. S. Freud, Frag;mento de análisis de un caso de histeria (caso "Dora"), en O.C., t. VI f, Buenos Aires, Amorrortu, 1979. 5. J. Lacan, El seminario, libro 17, El reverso del psicoanálisis, Buenos Aires, i'n idós, 1992, p. 107. 6. Ibíd. 7. F. Kaltenbeck, "A propósito de la complacencia somática", en Estudios de l'sirosornática, Buenos Aires, Atuel, 1994, pp. 93-105.

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mueve en su vientre, algo independiente de ella, que está adentro pero que se alimenta. Como algo que se desarrolla a expensas de ella. Además, este rechazo del cuerpo se expresa en tod~ el orden de su vida, extendiéndose a su vida profesional. Cuando se le pide algo, primero dice NO. "¿Es inocente lo que le pedimos? Un pedido es una orden". Cuando se siente realmente mal, anula las reuniones profesionales, se refugia en su cama para dormir o para leer. Sus patrones están "desconcertados", deben "gritarle", obligarla para que retome sus actividades. Desde hace poco tiempo, Helena ya no tiene trastornos digestivos ni náuseas. "Estos dos años de análisis fueron como un desmalezamiento. De todo el trabajo hecho hasta aquí, hay una partecita de tolerancia que cedió. No vine a buscar calma, sino la clave, la solución de un enigma. Relacionaba todo a lo que me había ocurrido con mi abuelo, a quien mi madre me había entregado. En esto quería saberlo todo, con pelos y señales. Estoy sorprendida. Ahora no tiene importancia".

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9. Un dedo cortado Mireille Dargelas

"¡Soy feo!". Con esta singular afirmación, el paciente despierta nuestra atención, al volver a vernos luego de varios años de ausencia. Había captado así nuestra mirada en la que buscaba una eventual desgracia que hubiese pasado inadvertida. Lo habíamos entrevistado a los treinta años, cuando vino a consultar por impotencia sexual. Desde hacía poco tiempo vivía con una mujer mayor que él. Sus padres son extranjeros. Emigraron a Francia antes del nacimiento de sus numerosos hijos. Él es el sexto varón, en tanto que su madre esperaba ansiosamente una niña, que nacería años más tarde. Son campesinos, viven en condiciones difíciles, replegados en sí mismos, menospreciados por la gente del lugar. Su padre bebe todo el santo día, maltrata a su mujer, la insulta y grita incesantemente sobre su impotencia. No aprendió francés. Su madre desprecia abiertamente todos los signos de virilidad de su marido y los de sus hijos. Luego de meses de entrevista, había decidido apoyar a su pareja en el proyecto de adoptar un hijo. Efectivamente, rechazaba toda relación sexual y no podía tolerar la idea de portar un hijo en su vientre. Frente a mi oposición para adoptar, interrumpe el comienzo del trabajo. También se había sobrepasado en el rechazo de un psicólogo, cuya opinión solo había sido requerida para oficializar la solicitud de adopción. Años más tarde vuelve a presentarse en mi consultorio. Es padre adoptivo de dos niñas de origen extranjero (su mujer rehusó escoger un varón). La mayor está en terapia, mientras que la niña más joven, psicótica sin duda alguna, se atiende en un hospital

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LJN DEDO CORTADO

de día. Se ocupa como una madre de sus dos niñas. Su mujer tolera muy mal dicha ocupación. Sigue rechazando tener relaciones sexuales. Frente a la impotencia para satisfacer a su mujer, viene a la consulta donde de repente se pregunta qué hizo de su vida. El "soy feo" lo atribuye a un nuevo eczema, muy agudo, que le produce ampollas en párpados y labios, manos y pies. Guarda pocos recuerdos de su infancia. En el más lejano -no sabe qué edad tenía entonces- está en cuclillas, desnudo, como su hermana. Entre sus piernas "no hay nada". Otro recuerdo sigue a esta escena: pasa largas horas al lado del engranaje de una máquina, una aplanadora. Desliza un trapo entre las mordazas mecánicas, luego un gorrión muerto y finalmente uno de sus dedos, que corta muy profundo: tiene siete años. Su madre lo descubre y atraviesa toda la granja vociferando, con su hijo en brazos. Esgrime el dedo ensangrentado de su hijo ante la mirada de todos. Quedará hospitalizado durante varias semanas. Tal como lo dice Freud en su texto "La organización genital infantil", "la falta de pene es entendida como resultado de una castración, y ahora se le plantea al niño la tarea de habérselas con la referencia de la castración a su propia persona" .1 Frente a la amenaza de castración, amenaza imaginaria, el varón elige salvar el pene y sacrificar los objetos edípicos. Lo salva como símbolo, pero, como dice Freud, "es a expensas de sacrificar la función que él se 'paraliza"'. En el neurótico esto se realiza de manera simbólica. En este caso, es en un acto mediante el que este niño sacrifica su órgano. Relata rigurosamente su vuelta a casa luego de la larga hospitalización: "Ya no reconocía los lugares, buscaba algo que faltaba, a alguien quizás". "Había salido de un lugar, durante ese tiempo alguien había desaparecido ... ". Estas dos frases sellan la naturaleza de su acto. El acto -dice Lacan- ocupa el lugar de un decir cuyo sujeto cambia. En consecuencia, el acto se vuelve significante, procede

de un decir, pero de un decir que falla. El significante fálico queda excluido por forclusión. La acción del significante vuelve después de entrar en lo real. A partir de ese corte, de esta falta real en su cuerpo, puede elaborar una imagen fálica, la escena donde se lo muestra con el dedo erigido permanece como una imagen indeleble. Última escena: tiene 10, 11 años, es la hora de la siesta, está en la habitación de sus hermanos mayores, rechaza sus avances sexuales y huye. Se encuentra en la granja, en erección; se le ocurre penetrar un animal. Su madre lo sorprende. Cuando describe la escena de exhibición, imagina su mirada, pero en el fondo está seguro de que su madre no se dignó mirarlo, solo hubo estas palabras: "¿Qué haces allí?". Su madre se va sin esperar su respuesta, que es: "Nada". Es una escena fundamental para el paciente. No es una escena traumática de un sujeto neurótico, ni una escena de desencadenamiento, pero va a orientar toda su vida. Es el encuentro con la falta de significación fálica: en esta escena no tenemos los efectos de una forclusión del Nombre-del-Padre, sino los de una forclusión fálica. Esta mirada, esta falta de mirada "aspiró su conciencia del ser" dice, es decir que toca, como lo dice Lacan, a la juntura más íntima de su sentimiento de la vida. A esta escena le sigue una actividad masturbatoria intensa, se esconde cada vez más y tiene cada vez más miedo. "Trataba de alcanzar algo que comenzó y que nunca pude terminar". La castración que no pudo cumplirse en el registro simbólico, se repite en lo real. Entonces, establece una suerte de pantomima fantasmática, en la cual él es mirada; vigila al padre, cuando sabe que va a beber a escondidas, lo sorprende justo en el momento en que empieza a tomar algunos tragos. Interviene con un placer sádico diciéndole: "¿Qué hacés ahí?". El hombre se asfixiaba por la sorpresa y él pensaba: "¡Vas a pagar por lo que me pasó!". Guión con imagen especular invertida de la escena anterior, en la que la imagen del padre se completa con un objeto oral, viene acaso a suplir la ausencia de significación fálica. En ese lugar se constituye un anudamiento sintomático: Al" ¿qué haces ahí?", el paciente responderá con un "activismo forzado ", como una "necesidad de justificar su vida", dice. Será la

l. S. Freud, "La organización genital infantil (Adición a la teoría sexual)", en O.C., t. XIX, Buenos Aires, Amorrortu, 1979, p. 147.

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"mucama de su madre". Una feminización responde a la ausencia de significación fálica: dice que renegó de su sexo, a partir de esa escena decidió colocarse del lado de las niñas, pero sin dejar de desearlas. Lo acompaña Otro real, una mirada, tiene la impresión constante de estar vigilado, en realidad esto le da seguridad. "Para llegar lograr hacer algo, debo ser espiado". "Si me falta una mirada sobre lo que hago, me pongo en un estado de falta de seguridad, de vacío". En ese encuentro con la madre, no se trata de construir un fantasma a partir de la caída del objeto mirada, para que allí el paciente intente constituirse una realidad rechazando el objeto en lo real. En el fondo, el paciente orientó minuciosamente su vida con el fin de evitar un encuentro con la castración. Asocia la ausencia de la mirada de su madre que lo "vació" con lo que siente después de una eyaculación: "No existir más". Sin embargo, frente al deber fálico, el anudamiento ya no basta, entonces presenta una impotencia sexual. Si cede, la piel de su cara y de sus manos se cubre de eczemas, ahí es el cuerpo el que obstaculiza la relación sexual. Él piensa que es muy feo para aproximarse sexualmente a su mujer. El fenómeno psicosomático apareció cuando dejó por primera vez a su familia, y se repitió intensamente cuando fue al extranjero a buscar a su primera hija. Lo acompaña de ahí en más en el momento en que falta su impotencia. Tiene una actividad profesional que de algún modo actúa como una suplencia: es plomero, "arregla cañerías", tal como lo dice, "caños", con los que complementa a su padre en el guión ya descripto. Se interesa también por las máquinas agrícolas, máquina dentro de la cual había pasado su dedo de cuando era rtiño ... las repara de todas formas. Esperaba de nosotros una mirada, una mirada que no se desviara ... Desde que retomó su cura, puede mirarse en un espejo.

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10.

Estar al tanto

Jean-Pierre Klotz

Hace muchos años que Francis viene a verme. Es muy metódico, respetuoso y sumiso a la vez, aun cuando lanza insultos de vez en cuando. Pero se sofoca rápidamente, como si se detuviese delante de un agujero. Hombre de campo y de la tierra, no por eso carece de cierto refinamiento, ni de una cierta cultura literaria, aun cuando apenas se atreve a demostrarlo. Me lo transfirió un colega de otra ciudad donde residió un año para hacer estudios superiores de agricultura. Algo perdido, lejos de su hogar tenía dificultades para vivir y encontrar sus huellas. La interpretación de los sueños que practicaba ese colega le había gustado, y había adquirido un saber sobre lo que él era en su vida. Quería continuar. Creo poder afirmar que nunca, en años, me contó un solo sueño. Primer rasgo que lo caracteriza: es apicultor. Para él es una pasión desde adolescente en la que fue iniciado por un conocido de su madre. Aparenta ser muy competente en la materia y habla muy bien del tema. Pero le cuesta vivir de la apicultura, y durante largo tiempo pensó que eso era imposible, esgrimiendo razones oscuras aunque jamás decisivas. Hace poco tiempo intentó nuevamente vivir de su actividad pero presentándola de manera si no vergonzante, al menos discreta, como si no quisiera hacerla evidente. Por el contrario, su compañera vende los productos de la miel en los mercados, pero él quiere que su actividad sea diferente de la suya, y aparenta estar mal informado cuando, en realidad, la apicultura en su familia viene por él. Vive junto con ella desde hace

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ESTAR AL TANTO

tiempo, tienen dos hijos estudiantes a los que se dedica mucho y está muy apegado. Es un hombre de campo, un hombre "rudo". Únicamente se siente a sus anchas cuando está solo. Tiene un profundo conocimiento de la naturaleza, de la que habla con verdadero talento de cuentista. Pero lo considera como una tara, quiere "civilizarse" pero choca con un obstáculo que está en el corazón de lo que lo trae a consultar. Es cortés, a veces lleno de humor. Cuando lo que dice es penoso, lo resuelve con una carcajada, lo que es frecuente, la atmósfera se distiende, pero esto constituye asimismo un obstáculo para cualquier trabajo del sujeto. Su padre es un mecánico jubilado, antiguo soldado alewán de origen alsaciano, fue prisionero en 1945 y se instaló en el suroeste de Francia al casarse. Habla poco sobre esto, tiene poco prestigio, parece naturalmente desacreditado por su entorno. Le queda de este un nombre poco habitual en el campo, pero fundamentalmente su padre es "nada". Su madre, por el contrario, es de las más invasoras. Ex maestra y directora de escuela, siempre lo consideró un incapaz, no "como una persona de bien". Sin embargo, no era un mal alumno, curioso por saber, aplicado, pero "aplastado" y marginado por su madre. Tiene un hermano mayor, ingeniero, que vive en París y está muy integrado a la vida urbana. Habla poco de él, salvo cuando reaparece asociado a su madre, cada vez que choca con sus obstáculos. Él encarna su exclusión de manera paroxística. También se puede observar la figura muy patriarcal del abuelo materno, muerto poco antes del comienzo de sus sesiones, original y creativo, ex maestro, muy respetado en su pueblo. Él le abrió los ojos sobre muchas cosas, pero también es una figura muy mvas1va. Ninguna tradición agrícola en su familia (si no fuera lejanamente por el lado paterno). La naturaleza es su refugio, su singularidad ("cuando algo anda mal, voy a los bosques"). Sólo tardíamente estuvo internado a la salida de la adolescencia en un hospital psiquiátrico situado en la ciudad donde fue al liceo. En su entorno había una tendencia a llamarlo "loco", especialmente a partir de los comentarios de su madre. Él no lo admite, pues vivió

esa internación como una "injusticia". Lo que quiere al venir a hablar es bajar las tensiones. Se muestra aplicado y cooperador, con bruscas discontinuidades a lo largo del discurso. En ese momento parece escuchar otra cosa: ¿cuál es el alcance de esos momentos de ausencia? Hubo dos períodos en su cura. Al principio llevó una vida muy agitada. Nunca pudo trabajar en su verdadero oficio, a falta de ser contratado o, sobre todo, por no poder mantenerlo. Trabajó mucho en instituciones (especialmente en CAT) 1 como educador técnico. Le gustaba, aunque siempre estaba en conflicto, de donde surgían las reiteradas renuncias o despidos a repetición. Se sentía más bien aliviado por estas exclusiones, salvo que relanzaban sus "problemas relacionales". En ese tiempo trabajaba lejos de su casa y volvía solamente los fines de semana. Aun cuando se quejaba -"no puedo vivir en mi casa", percibido como un síntoma- se adaptaba. Mantenía relaciones sentimentales repetidamente en su lugar de trabajo: amable y sentimental, las mujeres, que lo atraían mucho, sentían ganas de protegerlo. Una de ellas hasta quiso casarse con él. Pero era él quien terminaba estas relaciones, no habiendo querido nunca romper ni con su mujer ni con sus hijos. A menudo le preocupaba su gran dificultad para decir "no". Por otra parte, este primer período concluyó luego de una ruptura, como si un gran peligro se le hubiese presentado y no quisiera quedar expuesto. A partir de ese momento no se habló más de trabajos en tales instituciones, ni lejos de su casa. Durante ese período, anteponía sus problemas emocionales. Para él, el lazo social escondía una suerte de imposibilidad dolorosa con problemas que nunca desarrollaba, reprochaba al analista no hacer interpretaciones de sus sueños, como lo hacía el anterior. Solía no venir a la consulta por cortos períodos. Se quejaba, cada vez más claramente, de "dolores" en el contacto con otro, desencadenando sus ganas de refugiarse en el bosque. Dentro de su gentileza y de su cortesía, le venía la idea de "romperle la cara" a algunos, por ejemplo a aquellos capaces de contrariarlo. Sin em-

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1. Certificado de aptitud técnica.

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ESTAR AL TANTO

bargo, nunca le levantó la mano a nadie y, preferentemente, es a él a quien "golpean", dice, recibe "golpes" con un alcance en principio extraño y dificil de situar. Aguantarlos es un factor de "civilización", una manera de integrarse. Se queja de no poder llegar hasta ahí, de quedarse fuera del mundo y tener que pagar, al menos, un alto precio por ello. Pero, tal como lo dice, para él "es así". Durante el segundo período, se puso a trabajar como obrero agrícola, cerca de su casa, por cortos períodos. Le gustaba pero nunca se quedaba mucho tiempo en el mismo lugar; se sentía "desclasado", soportando la "violencia" de sus colegas y patrones. Entonces, por un tiempo, volvió a trabajar "en su jardín" hasta que las necesidades económicas lo empujaron a hacerse emplear nuevamente afuera. No vivía de la apicultura, que practicaba como "amateur", porque eso pertenecía al espacio de su compañera. Se puso a hablar de frecuentes conflictos con ella, a menudo "violentos", sin llegar nunca a la violencia ñsica ni a la separación: esta idea era inútil, pues estaban "separados" a su modo de ver aunque viviesen bajo el mismo techo y habiendo siempre mantenido relaciones sexuales. Él vivía "en su casa'', es decir en su habitación y en su jardín. Dedicamos numerosas sesiones a la descripción de esta curiosa convivencia y sus avatares. Poco tiempo después, apareció en su discurso la descripción de fenómenos mencionados con reticencia, aunque marcados por el sello de la certeza para finalmente convertirse en el fundamento real de su posición en la existencia. Por un lado, estaban sus "historias" y por el otro los "golpes" que recibía, que mostraron, poco a poco claramente su naturaleza de cenestesias alucinadas. Sus historias estaban en principio ligadas a encuentros pasados donde lo que sobrevenía en la actualidad era la reproducción impuesta. Fragmentos de frases que realmente no podía formular se planteaban siempre como el origen de lo que sufría hoy. Así hacía muchos años se había encontrado con una mujer, en un lugar de vacaciones, que le había dicho que era psicóloga y que le había dado una "estocada" profunda sin que él pudiera decir verdaderamente lo que ella le había dicho. La prueba que funda mentaba su certeza eran los golpes que sentía desde entonces, y que indicaban la representación del episodio. Este circuito se extendía luego a otros personajes marcados por el sello de una auto-

ridad. Los golpes marcaban su rechazo, su expulsión del mundo (con el recurso del "bosque"). Nunca más volvió a ver a esa mujer, pero ella no cesaba de atormentarlo. Su reticencia para hablarme de esto se debió a que yo ya lo sabía, y que esto se le volvía a presentar cada vez que lo evocaba. Además, mi presencia le recordaba al primer jefe. Pero hablar de esto tenía para él un gran poder de alivio. No persistían, a medida que aportaba precisiones a esta arquitectura alucinada, más que las cenestesias, una suerte de timbre de alarma, así como también marcas de su exclusión y, por ende, del lazo con su madre y hermanos, es decir, la primera fuente de los golpes, aun cuando nunca confesó quiénes eran los autores. Otras figuras se agregaron a la lista de los intrusos golpeadores: un célebre artista que vivía en su pueblo (del cual se mudó, por ese motivo, a otro cercano), amigos y conocidos de paso por el pueblo, así como también los gendarmes y su vecino, pasando por su compañera y él mismo. Pero dichos golpes son también para él llamados al orden, o mejor dicho instauradores del orden. Protesta pero los admite como necesarios, mejor aún, como recurso para salir del paso. Esto se inserta en lo que soporta repetidamente, y de lo cual se sirve, dice, para vivir y tener aunque sea el "mínimo vital de relaciones sociales". Así, pudo reconstituir un modo de vida, permitiéndose contar sus cenestesias y sus historias. Esto aumenta su insatisfacción, espera la mejoría, protesta mucho con respecto a sí mismo, pero ahora al menos tiene un apoyo enunciado. Cuando recibe golpes, es decir por ejemplo, cuando se presenta a un empleo, cuando habla con un colega, cuando habla con su compañera y también (termina por confesarlo, asombrado de que no lo sepa), cuando está conmigo, se da cuenta de que se vuelven a interpretar guiones inscriptos en palabras que le fueron dichas hace años por diversos personajes con autoridad a quienes intolerablemente está sometido. Vuelve a interpretarlo, dirigido como una marioneta, le parece penoso y quisiera librarse de esto. Sin embargo le da coherencia a su mundo; es preferible que esto ocurra en vez de estar forzado a afrontar un gran agujero de donde sólo podría surgir una violencia de la que no podría decirse ni una sola palabra.

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En suma, las palabras dichas son golpes e indican guiones ficticios y reales suplantando cualquier cuestionamiento del deseo del Otro por un goce que es un dicho, que es el Otro, y tiene por efecto constituir un límite, un borde. Espera que un día ya no tenga que pasar por esto pero, por el momento, eso provee una respuesta. Las palabras del pasado son anodinas o imprecisas, y no siempre las recuerda, pero el "recuerdo" está inscripto en los golpes, en su percepción o en la crispación donde se concentra un goce que lo hace sufrir al punto de hacer muchos esfuerzos para serenarse. Esto reemplaza, llegado el caso, el golpe que él mismo podría asestar, lo que lo limita y lo civiliza. Esto le parece "cansador". Siempre que me habla acerca de esto lo hace con restricciones: "Son mis cosas, mis locuras, no les preste atención". Pero la traducción que hace al hablar de esto tiene un efecto pacificador relativo, nunca decisivo. Es la roca de Sísifo que espera, un día, no verla rodar más para luego descansar. Mientras espera, está dispuesto (appareille). Apenas le gusta para nada hablar de esto, evita hacerlo, pero es la razón por la que viene. Siempre tiene una tendencia a edulcorar. Cuando me atribuye palabras o intenciones y le digo "no", se muestra siempre escéptico, pero no insiste jamás, se encuentra más bien calmado. Sin embargo, no tengo que insistir demasiado en decir que no, si no responde:" ¿Entonces, para qué vengo?". De este modo se manifiesta una suerte de continuidad de lapalabra y del cuerpo. El Otro habla y lo reduce al estado de desecho, pero es un desecho social que le confiere un lugar. Hoy ya casi no tiene patrones, se dedica a la apicultura y montó una empresa paralela a la de su compañera. Las cenestesias son el partenaire que le permite una mediación con el mundo exterior, en suma, su guía. Se queja, sin embargo la usa con cierto tacto.

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"No toque mi TOC"

Edith Magnin

Veo a la Srta. H. desde 1993, en el marco de entrevistas terapéuticas. En ese entonces se dirigió a un psicólogo del Sector Psiquiátrico porque estaba deprimida y no lograba llevar a cabo diversos proyectos de formación profesional y universitaria. En esa época el "trastorno del humor" estaba en un primer plano: había sido tratada por su sintomatología depresiva (Prozac), y en abril de 1994 hizo una curva maníaca que la obligó a una breve hospitalización y a un tratamiento timorregulador (Dépamide). El episodio maníaco no estaba acompañado por ningún trastorno psicótico del tipo del delirio, alucinación, confusión. La paciente estaba muy agitada, verborrágica, insomne. Luego del tratamiento, el trastorno del humor desaparece, y rituales de lavado y pulcritud pasan a un primer plano del cuadro :1ínico. Los rituales comenzaron a instalarse luego del nacimiento de su hijo, en 1989. "El exterior no debe entrar en el interior". Con esta fórmula la paciente resume el objetivo de las múltiples conductas "fóbico

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Lo real y su amo

Jacques-Alain Miller: Tenemos no menos de trece textos para estudiar y discutir entre nosotros junto a sus autores, con los talleres donde se elaboraron, y me preocupa alcanzar a darle un destino a cada una de estas contribuciones presentadas dentro de las tres horas y media de esta tarde y las tres horas y media de mañana por la mañana, incluso profundizar nuestras reflexiones y nuestro trabajo. Seré breve en este preámbulo y les agradezco desde ya haberse molestado en venir este fin de semana. Cuando tuvo lugar la Conversación de Arcachon, 1 en 1997, los textos provenían de todas las secciones y antenas clínicas francófonas, y existía un solo texto por sección, mientras que hoy provienen únicamente de la Sección Clínica de Bordeaux. Cuando los consideramos en su conjunto, primero percibimos la unidad de estilo. De allí se desprende cierta mesura. Todos dan muestra acabada de ponderación -no hallamos aquí la "falta de ponderación", título del caso de Marie-France Prémon- en el uso de maternas de Lacan. Están presentes, dan el armazón a los textos redactados, pero siguen siendo discretos, y no deslucen lo particular del caso. E,s el modo característico de vuestra Sección Clínica a la que rindo homenaje. En segundo lugar, estos trabajos demuestran una verdadera inserción de la perspectiva analítica en la práctica médica. Isabelle Cordier que se presenta "en el lugar del analizante" al comienzo

1. J.-A. Miller y otros, Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, vol. 1, Buenos Aires, ICdeBA-Paidós, 1999.

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lo

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de su texto, "El síndrome táper", concluye su trabajo con una observación poco frecuente: "En su práctica, el médico tiene la posibilidad de restituir al síntoma su dignidad y volverse de esta manera un 'médico-pasador', 'pasador de síntoma', para permitir al sujeto plantearse su pregunta.". Catherine Vacher, que recibe a su paciente en ginecología, señala haberla recibido en calidad de médica, pero preocupándose por hacer surgir de su demanda "algo del sujeto", y concluye su trabajo con la siguiente frase: "Pedimos al médico que restablezca una función, cuando en realidad debería preguntarse por qué se impidió esta función". Aquí la distancia que se mide entre. el restablecimiento de la función y la interrogación sobre la causa constituye el intervalo en el cual se desliza el deseo del sujeto al que el médico acoge favorablemente. Para comenzar, tengo curiosidad por escucharlos sobre esta alianza con la medicina que es a la vez una subversión suave y medida, una subversión interna de la medicina. Hay que ser bien recibido en los servicios para poder proceder de este modo, hay que tener un buen acuerdo; allí los médicos deben encontrar alguna ventaja. Antes de concluir este preámbulo, una palabra sobre nuestro título. Lacan habla -en otro tiempo había titulado así una de sus lecciones publicadas en Ornicar?- de "embrollos de lo verdadero". Son los embrollos de lo verdadero en su relación con lo real. Llegué a argumentar que la palabra embrollos connotaba especialmente en Lacan, en su última enseñanza, la relación con lo real. Digamos que lo real embrolla lo verdadero porque no se deja dominar por lo simbólico ni por lo imaginario. En este caso los diferentes trabajos toman el cuerpo como un real, como si no se dejara dominar, lo que constituye una vecindad entre los casos de psicosis y de histeria. La expresión de Lacan que se discute en ciertos textos, el rechazo del cuerpo, expresa la impotencia del significante para dominarlo. El cuerpo imaginario puede también aparecer como un real: la imagen deshecha del cuerpo, la fragmentación imaginaria vale tanto como un real en la medida que resista al significante. ¿Los fenómenos del cuerpo del que hablamos, son o no son del orden de la Vorstellung freudiana? La persona que mejor lo dice entre todos los que se expresan en 98

esta compilación es la paciente de Marie-France Prémon cuando trata de calificar su misterioso dolor abdominal: "un dolor inexplicable, verdadero sinsentido encarnado". El fenómeno del cuerpo es un sinsentido encarnado. Debemos agregar esta bella expresión a nuestra artillería donde ya figura la frase de Schreber: "Todo sinsentido se anula" y aquella de Lacan en "De una cuestión preliminar ... " que evoca lo que se produce "en la juntura más íntima de la vida del sujeto".2 La juntura íntima, en realidad éxtima, se exterioriza con el fenómeno del cuerpo que presenta en lo real el resultado de un proceso que se cumple en lo simbólico. Numerosos trabajos permiten entender cómo se elaboran los mecanismos de defensa del sujeto con relación a lo real. Retengo la fórmula del pequeño Pierre que lo dice muy bien en el texto de Franr;oise Kovache: "no tengo lo necesario para defenderme, pero trato de arreglármelas". Nuestra colega dedica un párrafo para subrayar esta expresión. Nadie lo expresa mejor que este niño de nueve años. Tiene perfectamente clara la noción del modo de defensa, queda al descubierto. Está previsto, si queda tiempo, que durante el intermedio alguien realice una puntuación sobre la correspondencia de Descartes con la Princesa Elizabeth, donde el problema del cuerpo está particularmente presente, y esto ha incitado al filósofo a lanzarse a la redacción del Tratado de las pasiones. El sujeto cartesiano no tiene cuerpo cuando es captado en el momento del cogito. Todo el esfuerzo de Descartes es no dejarse embrollar por el cuerpo. Pero fue llevado hacia allí por su interlocutora, y aceptó entrar en el problema con una gran confianza en el sujeto de la ciencia. Aquí nos enfrentamos a sujetos embrollados con el cuerpo, y a punto tal que la cuestión que se plantea frecuentemente es saber si el Nnjeto es analizable porque para analizarse no hay que estar exageradamente embrollados con el cuerpo. El sujeto debe al menos poder desembrollarse, y eso pasa por la simbolización. Podemos objetar que en todos los casos hay un resto, y tambi én en la neurosis hay un resto de goce que Lacan denomina a.

2. J. Lacan, "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psien Escritos 2, Buenos Aires, Siglo XXI, 1985, p. 540.

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El objeto a es lo que siempre impide que la simbolización sea exhaustiva. Sin embargo, no es quizá de este modo como hay que estructurar las cosas por el lado hacia donde avanzamos. El objeto a es la cara dócil del goce. Es el goce, en tanto que su lugar le es asignado por el significante allí donde debe estar. Lo que Lacan denominaba a es la domesticación del goce, la localización de la libido. Este término reenvía a S1, el significante amo. Es así como Lacan pudo voltear el ídolo de la complacencia somática, diciendo que más bien se trataba de un rechazo del cuerpo. En términos de significante amo hay un "decir que no" del cuerpo más que un "decir que sí". Incluso, más allá del binario dominación-rebelión, existe el desencadenamiento somático de la libido en el fenómeno psicótico del cuerpo. Vemos en los textos cómo se retoma el tema de la obediencia y del rechazo. Por ejemplo, el síndrome táper subraya la obediencia a la que se ve reducido el padre que debe mostrarse sumiso. En los casos de histeria se capta el papel que asume la instancia del no, n.o., y que por otra parte está escrito en mayúscula en el texto de Camille Cambron, y cuya función reaparece en el texto de Catherine Vacher, como un no a parir. No hay únicamente lo orgánico de la enfermedad, sospechamos que existe un no subjetivo. En el caso de Isabelle Cordier, el no que motiva la ruptura amorosa, que expresa el rechazo de la relación sexual, desencadena una anorexia. El caso de Dominique J ammet pone en evidencia el no de aquel que se deja morir de hambre, etcétera. El "no" es la otra cara del S1. Cuando nos orientamos hacia lo real como lo que no se deja dominar, debemos evidentemente confrontarnos con el significante-amo. Lo real y el amo hacen pareja, y se ve cómo esta relación se va entretejiendo a través de un cierto número de textos. Retomemos el trabajo de esta tarde. Le solicité a Carole Dewambrechies-La Sagna, ajean-Pierre Deffieux y a Philippe La Sagna agrupar los textos y obtuve una serie de conjuntos. He aquí el orden con el cual vamos a estudiarlos. Comenzaremos por los casos de jóvenes psicóticos. El texto de Daniel Roy que viene en primer término propone una articulación teórica rigurosa, después del cual encontramos cuatro ejemplos breves provenientes de la presentación realizada con Philippe Lacadée. A continuación se inscribe muy naturalmente el caso Bruno de Viviane Durand, 100

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"Cuando era niño, me había ahogado", que pone en escena el extraordinario episodio de la piscina y de los guiones correspondientes. En tercer lugar, el caso Pierre, denominado "El niño de los encajes", de Frarn;oise Kovache. Aquí tenemos nuestro primer conjunto. El segundo comprende bulimia y anorexia, con los textos de, Isabelle Cordier, "El síndrome táper", de Dominique Jammet, "Cuando esto no pasa" y de Marie-France Prémon, "Una falta de ponderación". ¿Antes de abordar la primera serie, podría solicitar a los de Bordeaux si pueden presentar un breve resumen de lo que se tejió aquí entre psicoanálisis y medicina?

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2.

Medicina y psicoanálisis

Isabel/e Cordier: Hablaré como médica. Lacan decía que el psi-

coanálisis concede a la medicina una ventaja para avanzar. Esto hace suponer que uno no se contenta con tapar el agujero de la demanda, que se aborda la demanda sin precipitarse a responder. Jacques-Alain Miller: Hay que creer que los jefes de servicios que para nada encarnan el sinsentido, sino el buen sentido o el significante-amo, que son responsables de la buena marcha del servicio, consideraron que cederle este espacio favorecía en definitiva su misión. Isabel/e Cordier: Tenemos la fortuna de ser recibidos con Alain

Merlet en un servicio de dermatología donde existe un espacio que permite plantear la cuestión. Jacques-Alain Miller: Usted hace con su paciente un verdadero traba jo de anamnesis, estudia la configuración especial de la pareja parental, luego hay dos sueños repetitivos, y la paciente de profesión anglicista encuentra hi raíz de su vocación en el hecho de que su abuela era italiana y afectuosa. Encuentra también las raíces del :1sco que siente por su madre, tan impecable que imponía el orden f{tper a toda la gente de la casa, incluso el padre, que metía a todo t· I mundo en cajitas asépticas; ella circunscribe la obscenidad matl'rna. Al final de este texto volví al comienzo preguntándome si ltabía leído bien cuando había leído que usted decía haber hecho