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Manuel Seifert Bonifaz
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales OT. 13318 / UNIVERSIDAD CATÓLICA - COLAPSO DE PARTIDOS NACIONALES Y AUGE DE LOS PARTIDOS REGIONALES / MEDIDA / LOMO OK Bond Marfileño 83 gr.-Cosido a la francesa / Medida: 50.3 x 21.0 cm.
Manuel Seifert Bonifaz
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales Las elecciones regionales y municipales 2002-2010
CYAN
MAGENTA
Manuel Seifert Bonifaz Magister en Ciencia Política y Gobierno y Licenciado en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Trabajó como Analista Político del Despacho Presidencial, evaluando y coordinando las actividades públicas del Presidente de la República. Fue Investigador de la Oficina Nacional de Procesos Electorales en donde publicó en co-autoría tres libros relacionados al voto electrónico y los procesos electorales. Actualmente, trabaja en la gestión y prevención de conflictos sociales en el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social. Se ha especializado en temas de gobernabilidad, descentralización, instituciones políticas, conflictos sociales y electorales.
AMARILLO
NEGRO
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales Las elecciones regionales y municipales 2002-2010
Autor: Manuel Seifert Bonifaz
2014
Colapso de los Partidos Nacionales y auge de los Partidos Regionales © Manuel Seifert Bonifaz © Pontificia Universidad Católica del Perú Escuela de Gobierno y Políticas Públicas, 2014 Av. Universitaria 1801, Lima 32, Perú www.pucp.edu.pe/escueladegobierno Primera edición: marzo 2014 Tiraje: 250 ejemplares Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N°: 2014-03664 ISBN: 978-612-4206-28-3 Diseño, diagramación e impresión: Tarea Asociación Gráfica Educativa Psje. María Auxiliadora 156, Breña
Agradecimientos
N
o quiero dejar pasar la oportunidad para agradecer a todos aquellos que me apoyaron e hicieron posible el presente trabajo. Han sido varios los amigos, profesores, colegas y familiares frente a los cuales me encuentro gratamente agradecido por su apoyo. Entre ellos, quiero agradecer a Steve Levitsky, Nicolás Lynch, Piero Corvetto y Fernando Tuesta, que siempre estuvieron dispuestos a conversar y discutir conmigo los distintos enfoques sobre la problemática histórica, social, económica e institucional de los partidos políticos en el Perú. Ello permitió centrar el fenómeno que estaba estudiando y enriquecer sustancialmente el trabajo. Asimismo, estoy agradecido por el constante apoyo de Sinesio López para esclarecer muchos de los conceptos que entraban en juego en este estudio y su disposición para escuchar nuevas ideas y argumentos sobre el desempeño de los partidos. Por otra parte, tengo una especial consideración con Sandra Morales, por su apoyo tácito mientras iniciaba con esta investigación, a Omar Awapara por enseñarme la magia de las tablas dinámicas, a José Luis Incio, que me permitió esclarecer varias dudas metodológicas, y a Daniel Luna, por la compañía en las horas de estudio. Finalmente, este esfuerzo ha sido posible y sostenido gracias a dos pilares, mi madre Nora, y mi novia Bruna, las cuales me impulsaron y toleraron durante todo el proceso. Gracias, por su incondicional cariño, alegría y admiración, que permitieron que el horizonte nunca se perdiera.
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Índice
Presentación Introducción Capítulo 1: Contexto previo 1.1 Victoria de un independiente 1.2 Fujimori y el anti-partidismo 1.3 La transición 1.4 Resumen contextual Capítulo 2: Volatilidad electoral y volatilidad partidaria 2.1 Elecciones regionales 2002 - 2006 2.2 Elecciones regionales 2006 - 2010 2.3 Conclusiones volátiles Capítulo 3: Desempeño electoral 3.1 Dominio nacional: elecciones 2002 3.2 Surgimiento de un nuevo competidor: elecciones 2006 3.3 Una tendencia y un cambio radical: elecciones 2010 3.4 Resumen electoral Capítulo 4: Las causas del descenso nacional 4.1 Falta de confianza 4.2 La Ley de Partidos Políticos 4.3 La identificación con el líder político 7
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Capítulo 5: Conclusión Bibliografía y Fuentes Listado de tablas y gráficos
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Presentación
L
as elecciones regionales y municipales del 2002 en el Perú fueron dominadas por los partidos políticos nacionales. Estos obtuvieron la mayoría de los puestos disputados y captaron de mejor manera la preferencia del votante. Así, en el marco de las primeras elecciones sub-nacionales luego de la transición democrática que vivió el Perú, la victoria de los partidos nacionales fue interpretada como una fortaleza y consolidación de los mismos. Sin embargo, todo fue una ilusión. Las consiguientes elecciones regionales y municipales, evidenciaron la debilidad inherente de los partidos nacionales ante el surgimiento y consolidación de los partidos regionales como su competencia. Además, factores como la poca confianza del electorado con los partidos políticos, la Ley de Partidos Políticos y la identificación con el líder como determinante de la votación, influyeron en colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales en las elecciones sub-nacionales 2002-2010.
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Introducción
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l presente trabajo tiene como objeto de estudio a los partidos políticos en las tres últimas elecciones regionales y municipales (2002-2006-2010) que se han realizado en el Perú. El análisis de estos procesos electorales son importantes porque permite conocer qué tan enraizados e institucionalizados se encuentran los partidos políticos nacionales en el ámbito sub-nacional. Por ello, se decidió llevar a cabo un estudio comparativo entre estas elecciones para conocer el desempeño que han tenido los partidos nacionales y regionales en este ámbito.1
En las elecciones regionales y municipales (ERM) del 2002, los partidos nacionales ganaron en 18 de las 25 regiones, mientras que a nivel provincial y distrital ganaron 55% y 60% de los municipios respectivamente. Por otra parte, los partidos regionales, ganaron en las 7 regiones restantes, y a nivel local ganaron en 16% de los municipios provinciales y 12% de los municipios distritales. Para las ERM del 2010, el escenario cambio drásticamente. Los partidos nacionales habían ganado en tan solo 5 regiones, y a nivel provincial y distrital, ganaron 31% y 36% de los municipios respectivamente; mientras que los partidos regionales habían ganado en 20 de las 25 regiones, el 65% de los municipios provinciales y el 59% de los municipios distritales. Los partidos nacionales pasaron de dominar la escena electoral subnacional en el 2002, a ser
1 El problema de cómo este desempeño afectará a la representación de los ciudadanos no será abarcado en el presente trabajo, a pesar de reconocer su vital importancia y relación estricta con los partidos políticos.
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meros actores secundarios en las elecciones del 2010 frente a los previamente tímidos y ahora protagónicos partidos regionales. Ante este nuevo escenario, con nuevos protagonistas electorales, solo nos queda preguntarnos ¿qué ocurrió durante este período para que se diera este radical giro? Esta será la pregunta que guiará el presente trabajo. Tomando en consideración una definición mínima, todo partido es “cualquier grupo político que se presenta a elecciones y que puede colocar mediante elecciones a sus candidatos en cargos públicos” (Sartori 2009: 101). Del mismo modo, se considera partido a todo aquel que “quisiera presentar candidatos a cargos públicos pero no pudo hacerlo, sea porque está proscrito, o porque no se celebran elecciones” (Mainwaring y Scully 1995: 2). En este mismo sentido, los partidos políticos se encargan de reclutar y presentar a los candidatos para los cargos que están siendo disputados y movilizan el apoyo electoral para los candidatos que presentan (Diamond 2001: xiv). Ampliando la definición de partido político, podemos incluir que este es una organización política que se encuentra compuesta por miembros que suelen compartir los mismos valores, principios, visiones y/o planes de acción a ser tomadas estando en el gobierno. Además, los partidos políticos sirven como canales institucionales a través de los cuales la ciudadanía puede expresar su voz hacía las más altas autoridades, sirviendo como una bisagra entre la sociedad y el Estado. Son las instituciones que representan diversos grupos sociales y, en ese sentido, son las llamadas a agregar los intereses específicos ensanchando sus bases electorales y forman coaliciones de gobierno. En una democracia, son los vehículos que hacen posible la representación política y permiten reducir la distancia entre electores y representantes, logrando articular la participación con la representación política. Ahora bien, considerar qué partidos políticos en el Perú cumplen con una definición más amplia, si representan adecuadamente a su población, si logran canalizar las demandas de sus electores y reducen la distancia entre electores y representantes, si mantienen una vida activa entre elecciones, es materia de otro trabajo. Por tanto, para facilitar el 12
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siguiente análisis, consideraremos a todos los partidos políticos, desde la definición mínima. Tomando en consideración este punto, encontramos que durante las elecciones regionales y municipales (ERM) del 2002 al 2010, hubo una gran cantidad de diversos partidos políticos que presentaron candidatos. Pero, no solo fueron partidos políticos nacionales, sino que también participaron los llamados movimientos regionales y organización políticas de alcance local (definidos así según criterios normativos). Según la definición de partido político con la que vamos a trabajar, consideraremos también a los movimientos regionales y organizaciones políticas de alcance local como partidos políticos. A fin de evitar todo tipo de ambigüedad, a la hora de referirnos a estos, vamos a homogenizarlos de ahora en adelante en cuatro categorías: partidos nacionales, partidos regionales, partidos provinciales y partidos distritales. 2 La diferencia entre estos diversos tipos de partidos estará marcada según el alcance y participación política que van a tener en las elecciones. Asimismo, el alcance y su ámbito de intervención determinarán consecuentemente los requisitos necesarios para su constitución. Por ende, un partido nacional será aquel que pueda participar en todo tipo de elección, presentando candidatos a nivel nacional para alcaldías distritales y provinciales, candidatos a las presidencias regionales, al Congreso y a la Presidencia de la República; mientras que el partido regional3 solo podrá participar a nivel regional y municipal, presentando candidatos a la presidencia regional y a las diversas municipalidades dentro de dicha región. De igual modo, sucederá con los partidos provinciales (presentan candidatos para la provincia y los distritos que
2 Estos dos últimos tipos de partidos (provincial y distrital), serán subsumidos en ocasiones bajo la categoría de partidos locales. 3 Si bien podría llamárseles ‘partidos departamentales’ dado que su circunscripción y participación política está limitada al departamento, utilizaremos el término ‘partido regional’ por razones estilísticas y por el uso que la literatura sobre el tema le ha dado (aunque bajo el rótulo de ‘movimiento regional’).
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la componen) y los partidos distritales (presentan candidatos solo en un distrito). Para analizar el desempeño electoral que tuvieron los partidos nacionales4 y partidos regionales en las ERM 2002-2010, se ha decidido subdividir este desempeño en tres categorías distintas que responden, de alguno u otro modo, a las etapas del proceso electoral en su totalidad. Primero, estaría la capacidad participativa del partido para presentar candidatos (cumpliendo con los requisitos que se requieren la inscripción del candidato). Una vez presentado e inscrito el candidato, tenemos su capacidad organizativa que mide la suficiencia del partido para organizarse y captar el voto y preferencia del elector, que se traduce en el porcentaje obtenido en dicha elección. Finalmente, tenemos la capacidad electoral que tiene el partido al ganar el puesto disputado. A raíz de estas aclaraciones, podremos ver en mayor detalle cómo, si bien los partidos regionales obtuvieron la mayoría de las presidencias regionales en el 2006, los partidos nacionales seguían obteniendo porcentualmente mayor votación que los regionales mostrando una mejor organización, que se tradujo en más alcaldías a nivel provincial y local frente a los partidos regionales. Esta deconstrucción del concepto desempeño electoral responde a que en las ERM del Perú el margen con el que suelen ganar los partidos las elecciones no supera en la mayoría de los casos el 5% y, medir el desempeño solo desde la obtención del cargo, no sería completo. De igual forma, se utilizará el trabajo de Mainwaring y Scully (1995) que busca medir el grado de institucionalización de un sistema de partidos. Estos autores señalan cuatro características que permiten determinar cuan institucionalizado está un sistema de partidos. Este es definido como “un conjunto de interacciones esquematizadas en la competencia entre partidos” (Mainwaring y Scully 1995: 3) e implica una continuidad 4 Es bueno tomar en consideración que dentro de los partidos nacionales existe una diferenciación entre los partidos históricos o tradicionales (APRA, Acción Popular y Partido Popular Cristiano) y aquellos que no lo son (Perú Posible, Gana Perú, Somos Perú, Solidaridad Nacional, entre otros).
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en sus partes pues “una discontinuidad aguda en el número de partidos relevantes significa que un sistema diferente a desplazado al previo” (Mainwaring y Scully 1995). Las cuatro condiciones que deben cumplirse para considerar a un sistema de partidos institucionalizado son: a) Estabilidad en las reglas y en la naturaleza de la competencia entre partidos. b) Partidos políticos con raíces más o menos estables en la sociedad. c) Los actores políticos importantes conceden legitimidad al proceso electoral y a los partidos, así las élites políticas basan su conducta sobre la expectativa de que las elecciones serán la ruta principal que conduce al gobierno. d) Las organizaciones partidarias tienen importancia y no están subordinadas a los intereses de líderes ambiciosos (Mainwaring y Scully 1995: 4). A partir de estas aclaraciones teóricas y utilizándolas como herramientas para el análisis del fenómeno podremos comprender de mejor manera cómo los partidos nacionales a lo largo de las elecciones regionales y municipales durante el período 2002-2010 fueron perdiendo presencia en el ámbito sub-nacional. Como mencionamos anteriormente, el objeto de estudio se inscribe en lo que denominaremos el ciclo semi-partidario.5 En la década de los ochentas tenemos un ciclo que se caracterizó por la presencia de un sistema de partidos más o menos consolidado, donde los principales partidos políticos abarcaban la gran mayoría de la votación y existía una consecuente lealtad hacia estos. Tanto el Partido Aprista Peruano (PAP), la Izquierda Unida (IU), Acción Popular (AP) y el Partido Popular Cristiano (PPC), dominaron la escena política durante esta década. Este ciclo terminó con el inicio de la crisis del sistema de partidos y la irrupción de los outsiders en la política peruana, dando paso a uno nuevo que estuvo marcado por el colapso de este sistema, la práctica 5 Aporte que debo agradecer al Dr. Sinesio Lopez.
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desaparición de estos actores dominantes y el auge de los independientes en la política. Las acciones anti-partidistas y anti-políticas impulsadas desde el gobierno de Fujimori, terminó por sellar la limitación de los partidos políticos a meros vehículos electorales que compitieron desigualmente durante las elecciones. Los partidos sin mayor actividad política y sin espacios ajenos a la arena electoral para ejercer su presencia, fueron cada vez más débiles. Este ciclo culminó en la transición del 2000-2001 dando origen al ciclo semi-partidario cuya denominación se atribuye a la confluencia competitiva en elecciones de partidos políticos históricos (PAP, PPC y AP) con partidos políticos de corta historia y nuevos actores regionales. La arena electoral se abrió, la desigualdad competitiva se desvanece y son varios los partidos que buscan llenar los vacíos dejados durante la década pasada. Este ciclo culmina en las elecciones generales del 2011, donde el APRA no presenta candidatos y el PPC y Acción Popular no son capaces de presentar candidatos propios y forman alianzas con otros partidos para participar en estas. De igual modo, a nivel subnacional los partidos regionales de tímido éxito y participación en las primeras ERM, se convirtieron en los partidos hegemónicos en este nivel, dominando completamente la escena regional y local para las ERM del 2010. El desempeño electoral y participativo de los partidos nacionales y regionales estuvo condicionado desde las primeras elecciones subnacionales del siglo XXI que se dieron bajo un régimen democrático. Los partidos nacionales llegaron debilitados a dicha elección, si bien esta debilidad solo se hará notoria por la incapacidad de mantener el dominio obtenido en las ERM del 2002; y los partidos regionales tuvieron alrededor de cinco meses para organizarse y participar en estas mismas ERM. En este marco, existieron factores que dificultaron aún más el desempeño de los partidos nacionales a lo largo de las siguientes elecciones regionales y municipales. El primero, la nimia confianza que la población tiene en ellos hizo que ésta buscara otros medios a través de los cuales puedan canalizar sus demandas insatisfechas. El segundo factor es la Ley de Partidos Políticos, la cual en un escenario de 16
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fuerte desconfianza hacia los partidos nacionales, dificultó por un lado la participación de los partidos nacionales en los niveles sub-nacionales y, por otro, facilitó la creación de partidos regionales al reducir los requisitos y exigencias de estos. Finalmente, el último factor es la identificación con el líder político como determinante de la votación, que tiene su base en el personalismo político que caracteriza a la historia política peruana cuyo auge podemos ubicarlo en la década de los noventas donde los partidos políticos giraron únicamente alrededor de la figura de su líder. Todo colapso es la imposibilidad de sostener y mantener un determinado estado, de allí se sigue que toda infraestructura, institución u organización colapse porque sus estructuras fueron incapaces de mantenerse. Así, el colapso al que hacemos referencia se debe a que los partidos nacionales no fueron capaces de sostener y mantener aquel dominio ganado en las elecciones regionales y municipales del 2002. En suma, el presente trabajo muestra el contexto previo (capitulo 1) que condicionó el escenario donde las elecciones regionales y municipales iban a llevarse a cabo. Luego, analizaremos los resultados de las tres elecciones regionales y municipales (capítulos 2 y 3) para ver el desempeño participativo, organizativo y electoral de los partidos políticos, tanto nacionales como regionales, durante estas elecciones. Utilizaremos diversas herramientas como la volatilidad electoral y partidaria que han presentado los partidos durante las ERM, y desde Mainwaring y Scully, podremos comprender cuan enraizados en la sociedad están los partidos y, de este modo, ver el grado de institucionalización que tienen. Una vez concluido el diagnóstico del fenómeno veremos cuáles fueron las causas de este descenso (capitulo 4) a través de los tres factores mencionados.
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Capítulo 1:
Contexto previo
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l presente capitulo estará enfocado en el contexto previo que se vivió a las elecciones regionales y municipales del 2002 al 2010. Éste estuvo marcado por la crisis del sistema de partidos de los ochenta cuyo primer síntoma fue la elección de un independiente, Ricardo Belmont, para la alcaldía de Lima en 1989. El autogolpe de Fujimori en 1992 y el discurso anti-partidista llevado a cabo en la década de los noventa marcó el colapso del sistema de partidos. Luego, la transición del 2000-2001, caracterizada por la participación de partidos políticos históricos y partidos independientes, marcó el inicio de un ciclo semi-partidario en donde se efectuaron las elecciones regionales 2002-20010.
1.1 Victoria de un independiente En noviembre de 1989, una persona ajena a la vida y esfera política, un independiente, ganó las elecciones a la alcaldía de Lima Metropolitana. En estas elecciones municipales los partidos políticos que participaron fueron el Movimiento Cívico Independiente OBRAS, el Frente Democrático (FREDEMO), la Izquierda Unida (IU), el Partido Aprista Peruano (PAP), el Acuerdo Socialista de Izquierda (ASI), UNO, el Partido de Avanzada Nacional (PAN), y el Frente Nacional de Trabajadores y Campesinos (FRENATRACA). Fue el Movimiento Cívico Independiente OBRAS, bajo la figura de su líder Ricardo Belmont Casinelli, aquel que resultaría vencedor en estos comicios.
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La victoria por parte de Ricardo Belmont es considerada como un punto de inflexión en la historia política peruana, porque marca la irrupción de los outsiders en la política y el inicio protagónico que tendrán estos independientes, no-políticos, anti-sistema o outsiders en la política. La presencia de aquellos estuvo marcada por un discurso político que tenía como objetivo el distanciamiento y diferenciación con la política tradicional y los partidos políticos tradicionales. El outsider es aquel líder que no ha tenido una carrera política previa y su éxito no está determinado por cargos públicos que ha ejercido previamente, sino que su éxito nace de una esfera que no es la política (puede ser académica, empresarial, militar, entre otros). Además, no poseen ningún vínculo con los partidos políticos existentes, ni buscan tenerlo a la hora de participar en la esfera política. Por ello, prefieren formar un partido propio, cuyo armazón y estructura partidaria dependerá totalmente de la figura de este outsider. Al no provenir de una esfera política previa, se presenta a sí mismo como una solución ante los problemas que acosa a la población (pobreza, delincuencia, inseguridad ciudadana, salud, etc.) producto del pobre desempeño que han tenido los partidos políticos y logra representar la insatisfacción de la ciudadanía con el “antiguo orden partidario establecido” (Lynch 1999: 63). Como bien señala Nicolás Lynch:
“
Los independientes surgen debido al fracaso de los partidos y en contraposición directa con ellos, buscando traer a la política experiencias y conocimientos ajenos a la misma que supuestamente podrían solucionar los problemas en los que nos habían metido los partidos” (Lynch 2004: 62).
El escenario dentro del cual se dio la victoria de Ricardo Belmont estuvo marcado por este pobre desempeño que tenían los partidos políticos para movilizar, canalizar y representar los intereses de la sociedad. En 1989 el Perú enfrentaba principalmente tres problemas: una violencia política interna que iba en crecida, una crisis económica y el problema del narcotráfico. La insatisfacción de la población y electores con el desempeño de los partidos políticos (IU, PAP, PPC, Acción Popular) 20
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para lidiar con estos problemas, debilitó aún más su enraizamiento en la sociedad. A este debilitamiento, se tenía que sumar los conflictos intra-partidarios que surgían (Tanaka 1998) y que mermaban a las organizaciones partidarias. Así, en este escenario donde confluyeron factores estructurales, históricos e institucionales, los partidos políticos padecían de una crisis de representación que facilitó la irrupción de estos nuevos actores en la escena política. La literatura sobre las causas que llevaron a estos sucesos es variada y existe una gran diversidad de análisis sobre las variables de esa época. Del mismo modo, también existe un gran debate sobre si el sistema de partidos colapso o no, si es que existía un sistema de partidos que pudiera colapsar o, como señala Lynch (1999), si es que era más bien un proto-sistema (un intento de). A pesar de las diferencias, en lo que no se está en desacuerdo es que durante este período existió una fuerte crisis de la representación partidaria. Esta, para Sinesio López (1998), consiste en “la ruptura de un conjunto de nexos de naturaleza política (organizativos, estrategas), cultural (identidades, conocimientos y evaluaciones de la realidad política y social, confianza), ideológica (claves interpretativas) y psicológicas (expectativas, afectividades) que vinculan a los partidos con los ciudadanos, la sociedad civil, los grupos y las clases sociales”. Consecuentemente, el Movimiento Cívico Independiente OBRAS, con su fundador y líder Ricardo Belmont, ingresó en 1989 a la esfera política como algo ajeno y nuevo a ella. Su presentación buscó distanciarse del desprestigio que tenía el antiguo orden partidario. Apeló a esta diferenciación, a esta novedad que traía, como principal estrategia para ganar las elecciones. Provenir de una esfera ajena a la política, la empresarial, era su principal atractivo, porque contribuía a que se distanciará del mal desempeño que habían tenido los partidos políticos hasta el momento6. Por ello, los votantes se vieron inclinados a favorecer a 6 Distanciamiento que no realizó el FREDEMO, que se alió con Acción Popular y el Partido Popular Cristiano, lo que inevitablemente influyó en su derrota en las elecciones generales de 1990.
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este nuevo actor, un exitoso empresario que no había ejercido ningún cargo público ni había participado previamente en la política. Unos meses después de las elecciones municipales de 1989, se realizaron las elecciones generales de 1990, en donde otro outsider ganaría y sería elegido Presidente de la República del Perú. Al igual que Ricardo Belmont, el entonces candidato Alberto Fujimori, profesor de la Universidad Nacional Agraria, era una persona alejada de la esfera política, perteneciente al mundo académico, que también apeló a este alejamiento y desvinculación con la esfera política para obtener más votos. Una vez en la presidencia, buscó consolidar la pertenencia a un partido político como algo negativo e institucionalizó el anti-partidismo.
1.2 Fujimori y el anti-partidismo La llegada de Alberto Fujimori al sillón presidencial se dio en medio de una fuerte crisis económica, una alta violencia política que se venía en escalada, una incapacidad estatal para brindar servicios básicos (educación, salud, comunicación, etc.) y una ciudadanía que culpaba a los actores políticos –partidos y gobernantes- por este escenario. La necesidad de un cambio para sobrellevar esta situación era evidente y los ciudadanos se percataron de la incapacidad que tenían los principales partidos –IU y FREDEMO- realizar semejante tarea y responder a las exigencias de la democracia (Lynch 1998). Si bien eran vistas como las alternativas más viables para llevar a cabo este cambio, lamentablemente su incapacidad permitió que la ciudadanía volteara la cara para ver “que más había”, que otras alternativas existían que se mostraran eficientes para llevar a cabo el cambio que era necesario. Alberto Fujimori, candidato independiente con su partido ‘Cambio 90’,7 llegó a la presidencia del Perú en 1990 luego de derrotar en se7 Este nombre no es accidental. El ambiente que se vivía en esa época buscaba la necesidad de un giro, un cambio de lo que se estaba viviendo. Este nombre logra expresar muy bien los sentimientos de la ciudadanía durante ese período.
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gunda vuelta a otro candidato independiente,8 Mario Vargas Llosa. El cómputo final fue de 62.4% para el primero y 37.6% para el segundo. Esta fue una victoria inesperada, no tanto por la derrota de Vargas Llosa, sino por la sorpresiva victoria de Fujimori, al cual las encuestadoras, tres semanas antes de las elecciones le daban una intención de voto de apenas 5%. A pesar de ello, el 08 de Abril logró pasar a la segunda vuelta con un 29.1%, quedando detrás de su primer contrincante Vargas Llosa, el cual obtuvo 32.6%. Esta insospechada situación fue referida por la prensa como el “tsunami Fujimori”. A pesar de ello, el porcentaje obtenido por sus candidatos al Senado (21.7%) y a la Cámara de Diputados (16.5%) fueron superados por los candidatos del APRA y FREDEMO. Esta supuesta incongruencia en la división del voto es explicada por Martín Tanaka por la intervención de los “votantes estratégicos”:
“
En la votación que alcanzó el 8 de abril también hay una importante intervención de “votantes estratégicos” (…). Es decir, hubo muchos votantes que tenían como primera opción a algún candidato partidario, pero en la medida en que para ellos era más importante evitar el triunfo de Vargas Llosa, votaron por Fujimori para no “desperdiciar su voto”. Esto se confirma por los altos niveles de ticket splitting –la opción por un grupo político en las elecciones presidenciales y por otro en las parlamentarias” (Tanaka 1998, 193).
Esta escisión, evidenciada en la composición de las dos cámaras del Poder Legislativo, impulsó que Fujimori formara alianzas de acuerdo a las decisiones que tenía que ir tomando. Pero más importante aún, este “desbalance” de poder que se tenía ocasionó que las relaciones entre Ejecutivo y Legislativo adquirieran una dinámica de evidente confrontación9. Los grupos partidarios “en el parlamento intentaron superar 8 A pesar de que el FREDEMO mantenía una alianza con partidos políticos “tradicionales”, lo tomamos en consideración como un independiente más, por la figura del candidato Vargas Llosa. Esta figura era reconocida fuera del ámbito político y su éxito se encontraba en la esfera literaria, no en la política. 9 El autor Nicolás Lynch señala que las relaciones partidarias a partir de 1980 es-
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su tradicional naturaleza fragmentada, buscando llegar a acuerdos y pactos negociados, para preservar y mejorar sus funciones y defender el PoderLegislativo contra los ataques e intrusiones del Ejecutivo” (Cotler 1995: 285). Esta confrontación estuvo fuertemente marcada porque los partidos no querían comprometerse con las reformas económicas (programa de estabilización y ajuste estructural) que Fujimori había llevado a cabo desde agosto de 1990. La incertidumbre sobre qué tipos de resultados o cuáles iban a ser las reales consecuencias de que dichas reformas económicas iban a tener en la población, era el motivo principal por el cual no se querían comprometer los partidos políticos. Así, el alejamiento y el no-compromiso llevado a cabo por parte de los partidos políticos fue resultado de una estrategia política. No se comprometían por tener la convicción de que el rumbo tomado era el equivocado y que dichas reformas económicas no eran las que se necesitaban, sino más bien porque no sabían cuales iban a ser los resultados de la implementación de estas reformas. El cálculo político asumido por los partidos se veía influido por razones electorales que, si bien faltaban muchos años para las elecciones generales, estos preferían no tomar parte ni involucrarse para salvaguardar su imagen de cara a las siguientes elecciones en caso fracasaran las políticas económicas de Fujimori. Lamentablemente este tipo de comportamiento por parte de los partidos políticos, principalmente el de los “tradicionales” (PAP, PPC y AP), facilitó que Fujimori pueda desprestigiarlos por su falta de compromiso con el país. Este desprestigio impulsado por Fujimori fue arraigándose y legitimándose aún más en la medida en que se iban palpando los beneficios de las reformas económicas emprendidas. Esta estrategia política asumida por los partidos resultó contraproducente porque lo único que hizo fue robustecer la ya consolidada desconfianza de los ciudadanos frente a estos. Por ello, trabajar conjuntamente con los partarán caracterizadas por una cultura política de confrontación en donde “los actores políticos [se consideran] más como enemigos que se deben destruir que como adversarios llamados a competir” (Lynch 2004: 56).
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tidos no era algo motivador para Fujimori. Esto fue sumamente notorio durante el período previo al autogolpe del 5 de abril de 1992. Las quejas estaban dirigidas al Parlamento y, obviamente, a los partidos integrantes del mismo sobre todo cuando no permitieron llevar a cabo determinadas reformas que el Ejecutivo quería implementar. A partir de este momento empieza una campaña fuerte en contra de los partidos políticos, no para arremeter contra partidos políticos específicos, sino más bien contra la idea misma del partido político. En otras palabras, la campaña de desprestigio que montó Fujimori estuvo basada en una visión mínima de los partidos políticos (solo como vehículos para acceder a un cargo público), exaltando la figura propia del líder y dejando de lado la visión de los partidos como articuladores de la participación con representación política. Para él, los partidos no eran más que vehículos a través de los cuales podía llegar a ser electo y no cumplían ninguna otra finalidad. Esto puede verse en los diversos partidos que creo/fundó para participar en las elecciones generales: Cambio 90, Cambio 90 – Nueva Mayoría y Perú 2000. De igual manera, a nivel sub-nacional, impulsó la creación de un nuevo partido: Vamos Vecinos. La institucionalización del desprestigio de los partidos políticos se puede ver claramente en la nueva constitución de 1993 escrita luego del autogolpe (05 de abril de 1992) encabezado por Alberto Fujimori. En esta carta magna se hicieron modificaciones que acentuó un sistema multipartidista con alta fragmentación partidaria (Tuesta 1996). En el artículo n° 35 los partidos políticos se ven como otro tipo de organización política junto con los movimientos o alianzas. El articulo n°35 señala:
“
Los ciudadanos pueden ejercer sus derechos individualmente o a través de organizaciones políticas como partidos, movimientos o alianzas, conforme a ley. Tales organizaciones concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular.”
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Los partidos políticos bajo este artículo son comprendidos como una especie más dentro del género organizaciones políticas. Al incluirlos dentro de éste género, se genera una confusión porque no se sabe si el partido político es lo mismo o no que un movimiento o, si son instituciones completamente distintas (Tuesta 2005). Esta confusión permite que no sea posible distinguir las determinadas características que diferencian uno del otro. Mediante esta suerte de sinonimia entre partido político y movimiento se busca no solo bajar al nivel de movimiento al partido, sino subir al movimiento al nivel del partido político. Con ello encontramos que, por una parte, al bajar al nivel de movimiento al partido político estas equiparando la durabilidad en el tiempo y lo efímero que este puede ser luego de la consecución de un determinado fin. Por otra parte, al igualar el movimiento al nivel del partido político abres la posibilidad de generar organizaciones políticas que una vez cumplido su objetivo puedan desvanecerse sin mayor problema. Este artículo de la Carta Magna buscaba institucionalizar aquel desprestigio que venían teniendo los partidos y reforzar la imagen de que estos solo sirven como medios para acceder al poder. Al igualarlos y no dejando claro sus características frente a otras organizaciones políticas, estaba abriendo la posibilidad de ver a los partidos políticos como plataformas que cumplían un determinado objetivo y, luego de ser cumplido, podían disolverse sin mayor reparo. Este descredito hacia los partidos políticos fue una constante a lo largo del régimen fujimorista. La inclusión de este artículo y la manera de ser redactada no es algo incidental, sino responde a determinados intereses. Con respecto a ello Fernando Tuesta explica que:
“
(…) a lo largo de la década de los noventa, el discurso político estuvo dirigido a desacreditar a la política, los políticos y a los partidos políticos. Se trataba de crear a otros sujetos portadores de prácticas y valores que superaran lo tradicional, señalaba el fujimorismo. De esta manera, la mayor distancia de la política y de los partidos era exaltada. Era la política de la anti-política. Por eso no extraña que la Constitución incorporara un artículo que se resistía a reconocer a los partidos como los portadores centrales de la participación política” (Tuesta 2005: 94). 26
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Este fue uno de los elementos a través de los cuales Fujimori buscó disminuir la competencia política para consolidarse como actor hegemónico. Otras medidas instauradas en la Constitución de 1993 son los mecanismos de democracia participativa y directa que buscaba suplantar la democracia representativa de partidos. La intención principal de la incorporación de estos mecanismos era dar por sentado la ‘caducidad’ de los partidos políticos (Tanaka 2005). Esta fue una manera de institucionalizar el anti-partidismo o la anti-política a través de los mecanismos legales. Otra manera bajo la cual buscó disminuir a los partidos políticos a su mínima expresión fue vía sus propias declaraciones públicas en donde arremetía contra los partidos políticos. La multiplicidad de organizaciones políticas –Cambio 90, Cambio 90-Nueva Mayoría, Perú 2000, Vamos Vecinos- bajo las cuales él y sus allegados se presentaron para obtener cargos públicos es resultado de esta visión y práctica anti-política. Esta múltiple creación de partidos impulsó y concretizó el acercamiento a la política ya no a través de los partidos políticos establecidos (como lo eran el APRA, PPC o AP en su momento), sino a través de la figura del líder independiente el cual le resultaba más beneficiosa la creación de su propio partido. La antipolítica de la década de los noventa, “se convirtió tanto en una forma de hacer política contra los partidos como en una forma de gobernar que pretendió reemplazar la competencia entre los actores políticos por el manejo mafioso de los asuntos públicos” (Lynch 2004: 63). El desprestigio que tenían los partidos políticos tradicionales, el pobre desempeño llevado a cabo por ellos, traducido en una insatisfacción y desconfianza hacia los mismos, hizo que la mejor manera viable de participar en política fue mediante la creación propia de un partido político. Como bien señala Sinesio López, “luego de la crisis y el colapso de los partidos, dos fueron las formas principales a las que apelaron los peruanos para hacerse representar en la escena pública: los medios de comunicación y los políticos «independientes»” (López 1998: 478). 27
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Esto tuvo fuertes consecuencias en las prácticas políticas, pues ahora los partidos no estaban armados y organizados alrededor de un programa o ideología, sino estaban construidos en función del jefe del partido. Era más incentivador para aquel que quería participar en la política formar un partido nuevo, que unirse a los ya existentes por el gran desprestigio que gozaban estos. De igual modo, este fuerte descredito que tenían los partidos hacía poco atractiva la alianza de los nuevos partidos con ellos. Por tanto, esta construcción partidaria alrededor de la figura del líder, fomentó prácticas clientelares, en donde la relación con los ciudadanos, estuvo mediada por el regalo y la prebenda para la atracción de voto. La inutilidad de pertenecer a un partido político y hacer una carrera política dentro del mismo se hizo evidente durante el régimen fujimorista. La descomposición total del sistema de partidos y su reemplazo por un “sistema atomizado y centrado en el candidato fue resultado del éxito de Fujimori en los inicios del autogolpe” (Levitsky 2003: 2). En las elecciones municipales a nivel nacional de 1989, los partidos políticos como el APRA, AP y PPC (dentro del Fredemo), y la IU acapararon conjuntamente el 69.2% de la votación. No obstante ello, para las elecciones municipales a nivel nacional de 1993, estos mismos partidos obtuvieron tan solo el 33.3% de la votación; y para las elecciones municipales de 1995, donde solo participaron AP y PPC, solo lograron entre ambos un 5.2%. Por otra parte, las listas independientes pasaron de obtener un 25.6% de la votación en las elecciones de 1993 a un 52.8% en las elecciones de 1995. Ahora bien, si comparamos el desempeño electoral de los partidos políticos desde las elecciones municipales de 1980 hasta las de 2010, separándolos tan solo en dos grupos10 encontraremos que el primer grupo (PAP, AP, IU y PPC) obtuvo durante la década de los ochenta más 10 Primer grupo conformado por AP, PAP, IU y PPC quienes dominaron la escena electoral durante la década de los ochenta, y el segundo grupo por los independientes y partidos nuevos (Somos Perú, Cambio 90, Vamos Vecino, Unión por el Perú, Movimiento de Izquierda Democrático, entre otros).
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del 90% de la votación. Sin embargo, para las elecciones municipales de 1998 (previas a las ERM del 2002) tan solo obtuvieron estos partidos el 10.6%. Por su parte, el segundo grupo, aquellos partidos cuya vida no superaba los cinco años de existencia, eran independientes o partidos nuevos pasaron de ser una minoría (7.4% en las elecciones de 1980) a dominar las elecciones de 1998 captando el 89% de la votación. Sin intención de desviarnos, es impactante ver como estos cuatro partidos que eran los protagonistas en la década de los ochenta11, pasaron al olvido en los noventa, dieron signos de vida a principios del nuevo siglo, pero han vuelto a caer en desgracia. Gráfico N° 1.1 Elecciones sub-nacionales 1980-2010 100 90 porcentaje de la votación
80 70 60 50 40 30 20 10 0 1980 1983
1986
1989
1993
pap, ap, iu, ppc
1995
1998
2002
2006
2010
independientes/partidos nuevos
Fuente: ONPE – Elaboración propia
11 Esta es una de las razones por las cuales se señala que durante la década de los ochenta existió un sistema de partidos consolidado. La misma idea de estar “consolidado” entraría en duda, ya que para las elecciones de 1989 estaba ya decayendo, no logrando durar ni una década.
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Justamente, este debilitamiento por parte de los partidos políticos que tenían una mayor historia, conllevó a que mucha de la oposición al régimen autoritario sea encabezada por los líderes de los partidos que se fundaron durante este régimen. Entre ellos, encontramos a Alberto Andrade12 con su Partido Democrático Somos Perú, el cual, para las elecciones municipales de 1998 se había convertido en la principal fuerza política (obtuvo el 26.9% del total de votos), siendo el único partido que recogió más de un cuarto de los votos a nivel nacional13. La segunda fuerza política era una organización promovida desde el gobierno, Vamos Vecinos, que para las mismas elecciones de 1998 obtuvo el 24.9% de la votación. La débil participación electoral por parte de los partidos más longevos, solo muestra el poco enraizamiento que tenían en la sociedad, raíces que fueron debilitadas aún más gracias a la anti-política y anti-partidismo impulsados desde el gobierno. Fue, además, un partido nuevo (Somos Perú) el cual impulsó una de las primeras marchas contra el régimen autoritario en el año 1998, con la ingeniosa frase “¿vas al paro, o te sobra la plata?” y la multitudinaria marcha con el lema antiautoritario “Basta ya”. No obstante ello, los partidos políticos nuevos, en tan poco tiempo, no lograron crear un fuerte enraizamiento en la sociedad. Un ejemplo de ello, se verá en las elecciones presidenciales del 2000. Los dos candidatos —Alberto Andrade y Luis Castañeda— que mayor intención de voto gozaban a tan solo cuatro meses de las elecciones, fueron superados un mes antes de las elecciones por el candidato Alejandro Toledo, cuya intención de voto no pasaba el 5% a principio del año. A pesar de las obvias diferencias coyunturales entre 1990 y 2000, 12 Si bien el líder fundador de Somos Perú tenía experiencia previa en la política pues, Alberto Andrade, había salido de las canteras del Partido Popular Cristiano (PPC). 13 Ser la primera fuerza política conllevó a que el régimen autoritario fortaleciera aún más su campaña sistemática de desprestigio contra el líder del partido, utilizando entre muchos medios, los titulares de los periódicos chichas (La Chuchi, El Tio, El Mañanero, El Chino, entre otros) donde simplemente se desplegaban titulares como “Somos Kutra” (con un Andrade encarcelado), “Pituco Andrade deja Lima en Caos”, “Turiston Andrade se paso de Vago”, “Pánico Total en ‘Somos Historia’ de Pituco Andrade”, etc.
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la manera de ganar e ingresar a la segunda vuelta de Alejandro Toledo, parecía generar un deja vú. En suma, a lo largo del período autoritario de Fujimori se institucionalizó un anti-partidismo que desprestigió la actividad política misma, se fomentó una forma personalista de hacer política, se consolidó el predominio de los independientes y los partidos nuevos, y “no se promovió ningún sistema de interacción competitiva sino que, más bien, se trató de borrar todo rastro que existiera del mismo” (Lynch: 63). Con esta debilidad partidaria, se dieron las elecciones generales del 2000 que darían inicio al proceso de transición a una democracia..
1.3 La transición Las elecciones presidenciales del 2000 fueron ganadas por Alberto Fujimori. Durante la primera vuelta, según los resultados de boca de urna,14 el candidato Alejandro Toledo obtiene una ventaja de 48.5% frente a Fujimori con 42.7%15. Sin embargo, cuando la ONPE fue arrojando los primeros resultados del conteo de votos, la figura se revertió y a lo largo de los siguientes tres días la votación obtenida por Fujimori se acercaba cuidadosamente al 50% (lo que significaría que ganaría en primera vuelta). Al llegar al 99.5% del escrutinio, el conteo de votos se detuvo, dando como resultado final un 49.9% para el candidato Fujimori y un 40.2% para Toledo. Hubo protestas y manifestaciones que aducían fraude en las elecciones, el candidato de Perú Posible anunció el retiro de su candidatura e instó a los electores a viciar sus votos, mientras que los observadores internacionales (OEA y Transparencia) sugerían que se postergue la 14 Los resultados de boca de urna son aquellos recogidos por las encuestadoras y que se basan en las personas dicen a la hora de salir del centro de votación. Por ello, puede estar sujeta a errores muestrales y no reflejar el voto total de la ciudadanía en su conjunto. 15 Flash informativo de Panamericana.
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fecha de la segunda vuelta, a fin de calmar los ánimos. La segunda vuelta se realizó en mayo dando como vencedor a Fujimori con un 52% de los votos emitidos, mientras que Toledo recibió 17% y los votos nulos/blancos un total de 31%. El 28 de julio de 2000 Alberto Fujimori juramenta por tercera vez como Presidente de la República, en el marco de la multitudinaria Marcha de los Cuatro Suyos. En un ambiente de inestabilidad política que se vivía en el país, sumado a determinados sucesos —sobre todo aquellos relacionados con los vladivideos— el Presidente de la República decide recortar su mandato y convocar a nuevas elecciones para abril del 2001, para dar inicio al proceso de transición. Sin embargo, se agudiza el ambiente de inestabilidad que se vivía y, por ello, el 19 de noviembre del mismo año, el presidente del Congreso de la República, Valentín Paniagua recibió la carta de renuncia vía fax desde Japón de Alberto Fujimori:
“
He vuelto, entonces, a interrogarme sobre la conveniencia para el país de mi presencia y participación en este proceso de transición. Y he llegado a la conclusión de que debo renunciar, formalmente, a la Presidencia de la República, situación que contempla nuestra Constitución, para, de este modo, abrir paso a una etapa de definitiva distensión política que permita una transición ordenada y, algo no menos importante, preservar la solidez de nuestra economía”. (Fujimori 2000)
Ahora, la pregunta que queda por hacerse es ¿transición de dónde a dónde? ¿Qué es aquello que se está dejando detrás? Para el autor Martin Tanaka lo que se vivió durante este período no es la transición o cambio de régimen, porque el régimen fujimorista fue principalmente una democracia en lo formal, pero un autoritarismo en lo concreto (Tanaka 2005). Por ello, no se debe hablar de una transición de régimen, sino más bien, de la apertura política competitiva en donde la transición se refiere al cambio de escenario, que significa la caída de un actor hegemónico que abre la posibilidad de la competencia.
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Otros autores como Sinesio López (2001) reconocen que lo que se dio fue la transición de un régimen autoritario a uno democrático. Esta transición se dio en una multiplicidad de escenarios los cuales fueron “la calle y las plazas públicas, la mesa de negociación de la OEA y el parlamento” (Lopez 2001). Finalmente, Steven Levitsky clasifica al régimen fujimorista como un autoritarismo competitivo, en donde si bien existía competencia política, esta se daba en un escenario que favorecía al partido gobernante (control de diversas instituciones públicas, así como de los medios de comunicación) y los actores opositores competían en condiciones desfavorables. Este autoritarismo competitivo fue posible porque “las crisis económicas y políticas profundas y duraderas crearon las condiciones bajo las cuales los gobiernos elegidos libremente desestabilizaron las instituciones democráticas –a través del ‘autogolpe’ presidencial y los continuos abusos selectivos-, aunque carecían de la voluntad o capacidad para eliminarlas completamente” (Levitsky: 172). Más allá de entrar en detalles de qué tipo exacto de régimen es la que vivió el Perú durante este período, lo que si se dio fue una transición que, por tanto, necesitaba de determinados actores políticos que participaran de la misma. Dado que este período de transición se enmarcó dentro de las futuras elecciones generales del 2001, es innegable el rol que jugaron los partidos políticos en la misma. Justamente, la apertura competitiva que señala Martín Tanaka tiene como principales actores a los partidos políticos. Sin embargo, lo que habría que resaltar de estos actores políticos fue justamente su precariedad a la hora de actuar en este escenario, en donde los partidos políticos llegaron debilitados a la transición. Fueron los independientes los partidos los que trataron, “desde el gobierno y la oposición, de hacer funcionar esta transición. El hecho de que esta coalición democratizadora estuviera hegemonizada por los independientes, con recientes y poco cohesionadas maquinarias partidarias, explica la debilidad de los actores democráticos en la transición” (Lynch 2004: 63). Uno de los ejemplos de esa situación fue la diferencia entre los principales actores en las elecciones presidenciales del 2000 y 33
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del 2001. El único que se mantuvo constante en ambas elecciones fue Perú Posible. Sin embargo, Unidad Nacional, APRA o el FIM se habían convertido en los principales partidos para las elecciones generales del 2001, los cuales un año antes ni siquiera figuraban en la planilla. Esta volatilidad de los partidos políticos y su poca estabilidad lleva a decir que la transición fue hecha sin partidos políticos (López 2001 y Tanaka 2005). Cuando se menciona que la transición fue hecha sin partidos políticos, significa que fue conducida por partidos que no tenían ningún enraizamiento en la sociedad peruana. No se puede dejar de lado que el Perú tenía un sistema de partidos incoactivo (Mainwaring y Scully 1995), tuvo una ruptura democrática en 1992, con una personificación de la vida política vía los independientes y estuvo bajo régimen autoritario que impulsó una campaña sistemática de desprestigio contra los partidos políticos. Así, el resultado fue que los partidos llamados a hacer la transición no fueran organizaciones políticas estables con equipos preparados, sino todo lo contrario. Se crearon prácticamente de la noche a la mañana, o si se prefiere, resucitaron de la noche a la mañana buscando canalizar las diferentes voces de la población (como sucedió con el PAP, PPC (dentro de Unidad Nacional) y FIM, dormidos durante todo el régimen, pero que inesperadamente despertaron para las elecciones generales del 2001). Otro caso fue el de Perú Posible el cual, de un mes a otro –literalmentese volvió el partido más importante en la coyuntura peruana. Que este partido político pasara a la segunda vuelta era algo impensable un mes antes de las elecciones presidenciales del 2000. Sin embargo, sucedió. De este modo, la transición fue hecha por partidos políticos que surgieron y/o resucitaron espontáneamente para poder canalizar votos y para ello, se convirtieron en catch-all parties. Justamente este tipo de partido nace ante la crisis institucional de los partidos en las democracias representativas, cuya base se encuentra conformada por integrantes heterogéneos porque el rol de la ideología se encuentra sumamente disminuido y se ha eliminado todo tipo de énfasis de clase (Otto Kirchheimer 1966). De esta forma el partido tiene la posibilidad de abarcar grandes 34
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grupos de intereses. Si bien los partidos de esta transición tenían estos rasgos, es importante señalar que este tipo de concepto estuvo referido a partidos fuertes e institucionalizados de Europa, mientras que los partidos peruanos fueron altamente personalistas. Consecuentemente, los partidos políticos que fueron los principales protagonistas de la transición estuvieron fuertemente marcados por el apego al líder político y, sería quizás más prudente decir que, los protagonistas fueron los líderes políticos, las figuras que estuvieron presentes durante este período. Como pudimos ver, fueron los partidos nuevos (léase, las nuevas figuras políticas) los que dominaron la escena política durante la década previa, mientras que los partidos más longevos habían desaparecido o enfrentaban su extinción electoral. No obstante, desde la renuncia de Fujimori y la convocatoria a nuevas elecciones, los líderes de aquellos partidos volvieron a entrar en escena y volvieron a poner a sus partidos en la escena política. Este fue el caso del PAP, PPC (vía Unidad Nacional) y el FIM. 16 Ahora bien, esta relación de la política con los ciudadanos mediada a través de la figura de un líder político, impulsa prácticas clientelares y fomenta un despliegue inimaginable de promesas por parte de los candidatos a sus posibles electores, a fin de ganar las elecciones. Este fue el caso de Alejandro Toledo, que durante su campaña presidencial para las elecciones del 2001, se dedicó a hacer una cantidad innumerable (e inviable) de promesas.17 Sin embargo, esto responde justamente al tipo 16 Por ejemplo, el PAP sin la figura de Alan García, obtuvo en las elecciones generales de 1995 un 4.1% (bajo la candidatura de Mercedes Cabanillas) y en las elecciones generales de 2000 un 1.4% (con la candidatura de Abel Salinas). No obstante, con la llegada de su líder, Alan García, el partido obtuvo 25.8% en las elecciones de 2001, pasando a la segunda vuelta frente a Perú Posible y posicionándose como la segunda fuerza política del país. 17 Entre las cuales figuran la no venta de las firmas de energía (EGASA y EGESUR), que culminó con un estado de emergencia en el departamento de Arequipa; crear 2.5 millones de empleos en cinco años; internet para todos los escolares a través de un proyecto de Bill Gates; cuadruplicar el número de hectáreas de la producción agropecuaria en los siguientes cinco años; entre otros.
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de partido y la coyuntura dentro del cual él se encontraba. La apertura de la arena de competición, en donde todos competían en igualdad de condiciones, convirtió la carrera a la presidencia en un festín interminable de promesas por parte de los candidatos. La única razón por la cual, no se recuerdan las promesas de Alan García, Carlos Boloña, Fernando Olivera o Lourdes Flores, es porque ninguno de ellos llego al gobierno, razón por la cual no tenían el ojo público encima que verificará si cumplían o no lo prometido en campaña.18 Entonces, para poder sumar la mayor cantidad de votos tenían que abarcar en su discurso un abanico grande de propuestas y promesas, bajo las cuales los electores pudieran identificarse. De esta manera “las demandas surgen, aisladas al comienzo, en diferentes puntos del tejido social, y la transición hacia una subjetividad popular consiste en el establecimiento de un vínculo equivalencial entre ellas” (Laclau 2006: 113). En el caso de Toledo, este representó justamente esa subjetividad que permite la equivalencia entre las distintas demandas. Así, la disminución del peso de la ideología permite que la identificación de los partidarios y/o votantes se genere a partir de la figura del líder. Este, mediante sus discursos políticos sobre la lucha contra la corrupción o la creación de más de dos millones de empleos iba articulando las variadas demandas sociales insatisfechas, las cuales fueron identificándose entre ellas para así generar la masa de votantes y electores que lo llevaron a la presidencia del Perú en el 2001. En este escenario, la afirmación de la ausencia de los partidos políticos en la transición democrática se hace aún más evidente. Los partidos que estuvieron presentes en la transición no eran organizaciones que estaban enraizadas en la sociedad peruana, sino más bien, or18 Quizás Toledo hizo más promesas en su campaña, pero eso no quita tampoco que otros hicieran promesas prácticamente inviables. Olivera prometió dar 500 mil empleos cada año, traer a 2.5 millones de turistas reales al final de su mandato; Lourdes prometió duplicar los arribos turísticos generando unos 160 mil empleos al año, que los recursos de los cánones se queden en los departamentos de donde provienen; Carlos Boloña prometió dar cuatro bonificaciones anuales de S/. 620 a los jubilados del Fondo Nacional de Ahorro Público (Fonahpu); mientras que Alan prometió destinar 8% del PBI a la educación, eliminar los services, entre otras promesas.
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ganizaciones construidas ad hoc para la participación del líder de la organización. Podríamos decir que los partidos fueron (son) los actores secundarios ante el caudillo. Esto pudo verse en la misma participación parlamentaria que tuvo el APRA en las elecciones del 2000 y del 2001. En las primeras, el líder Alan García no participo en las elecciones y el partido aprista obtuvo tan solo 6 escaños, el 5% del total de curules. Sin embargo, para las elecciones del 2001 si se presentó como candidato y el partido obtuvo 27 escaños, el 22,5% de los curules. Lo que llama la atención de estas cifras es que estamos hablando del partido político más organizado, estructurado, longevo, institucionalizado y enraizado de la historia política peruana.19 La fuerza política, está determinada por la presencia del líder, es el caballo que tira del coche.20 De este modo, el éxito del partido político estará sujeto al éxito del propio líder. Sin embargo, vemos que en el caso peruano aun cuando los líderes del partido pierden las elecciones estos no son sustituidos por futuros nuevos líderes. Existe, por tanto, una baja velocidad de rotación de la élite del partido, la cual, llevada al extremo hace que la duración del partido coincida con la edad cronológica del líder (Michels 1969), con lo cual nos enfrentamos a un claro índice de la poca institucionalización que tiene el partido político.
19 Otro ejemplo, se da con Alberto Fujimori en las elecciones del 2000 al obtener con Fuerza 2000 52 curules, un 43,3% del total de escaños. A pesar de ello, tan solo un año después y con el fujimorismo dividido en Cambio 90 – Nueva Mayoría y Solución popular, sumaron ambos tan solo cuatro curules, el 3,3% del total. 20 No se está desmereciendo la labor que realizan los miembros de los partidos al interior de los mismos durante estos períodos, en la organización de los comités, la capacitación de los personeros, la organización y logística cuando los candidatos harán sus famosas caravanas por los distritos o la elaboración de la agenda del mismo, entre otras actividades. Sin embargo, una vez terminada la elección y si el partido no obtuvo un resultado político favorable, este apoyo se verá reducido considerablemente hasta que, el líder decide reactivarlo o simplemente dejarlo extinguir. Actualmente, Ricardo Belmont está tratando de reactivar (o revivir) su partido, para participar en las futuras elecciones municipales de 2014.
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En suma, la transición tuvo a las figuras políticas como protagonistas y los partidos jugaron ese rol secundario. Los partidos políticos no fueron más que armazones estructurados alrededor del líder, a partir del cual, se creaba y cohesionaba toda la masa electoral. Esto se generó, según Sigmund Freud (Freud 1991), debido a la identificación de los individuos con el líder y, a partir de esta identificación, de los individuos entre sí. Este tipo de relación de la masa con el líder tendrá fuertes consecuencias en las elecciones presidenciales, regionales y municipales posteriores.
1.4 Resumen contextual La victoria del independiente Ricardo Belmont en 1989 fue el punto de inflexión con el sistema de partidos de la década de los ochenta. El éxito del autogolpe de Fujimori fue devastador para el sistema de partidos peruanos e hizo evidente el colapso del mismo (Levitsky 2003). La campaña sistemática contra los partidos y la vida política impulsada desde el régimen autoritario, mermó las posibilidades de que los partidos se puedan recuperar, dejando como rezago el predominio de los independientes y partidos nuevos como los nuevos actores en la escena política. La transición estuvo marcada por el regreso de aquellos partidos olvidados, aunque seguían dependiendo fuertemente de la figura de su líder. Aquel colapso de los partidos nacionales, y su evidente debilidad, fue el escenario inmediatamente previo a las elecciones regionales 2002-2010.21 La primera consecuencia de la caída de los partidos nacionales fue la volatilidad que se generó por la ausencia de lealtad y disciplina partidaria. Estos dos aspectos (lealtad y disciplina partidaria) traen consigo una cierta estabilidad partidaria, pues el electorado se identifica con los partidos establecidos, dejando poco espacio para que nuevos actores (outsiders o independientes) aparezcan en la escena política. Sin embargo, cuando no existe esta lealtad e identificación partidaria 21 Sigo a continuación las consecuencias esbozadas por Steven Levitsky (2011).
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el electorado será inevitablemente volátil, razón que explica el paso de Toledo a la segunda vuelta en el año 2000. Una segunda consecuencia fue la fragmentación. Como gran parte del electorado no se identifica con ningún partido establecido y se consideraba independiente, se abrieron las puertas para que varios candidatos pelearan por estos votos. Para las elecciones generales del 1995 fueron más de quince los candidatos que compitieron por la presidencia. Finalmente, el colapso trajo como consecuencia el personalismo político. De este modo, “los candidatos –y no las plataformas partidarias- [tuvieron] el control absoluto de la campaña” (Levitsky 2011: 3), dejando que ésta gire alrededor de la figura del líder y no las propuestas partidarias. Esto abrió paso a que el elector peruano votara estratégicamente, muchas veces tratando de evitar el triunfo de un candidato determinado, como sucedió en las elecciones generales de 2006 y 2011, lo que alimentó la volatilidad. En suma, el derrumbe del sistema de partidos, a nivel nacional, en la década de los noventa trajo como consecuencia una alta volatilidad debido a la falta de lealtad partidaria, una fragmentación política con un gran número de partidos políticos que fueron altamente personalistas. Sin embargo, los partidos nacionales sin raíces en la sociedad participaron en las elecciones regionales y municipales del 2002 con bastante éxito, dejando atrás aquella aparente debilidad. La normativa de estas elecciones y sus requisitos para participar en ellas, fueron promulgadas unos meses antes de la primera ERM, dejando con muy poco tiempo para organizarse y participar en ella a los nuevos actores regionales. La pregunta surge ¿cuál será el desempeño que tendrán los partidos nacionales frente a los partidos subnacionales22 en las elecciones regionales y municipales? Esa será la pregunta que responderemos a continuación.
22 Todo aquel partido que no participa en las elecciones nacionales, sino más bien a nivel regional, provincial o distrital.
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Capítulo 2:
Volatilidad electoral y volatilidad partidaria
A
ntes de entrar al análisis de estas elecciones y sus períodos electorales, es importante destacar que las elecciones regionales del 2002 fueron las primeras en su tipo que se realizaban en el Perú. En ellas, se elegía al presidente de una región, que lamentablemente o no, esta superpuesta a los departamentos, eligiéndose así por primera vez a veinticinco presidentes regionales. De igual modo, se debe dejar en claro que para esta época no existía la separación normativa, es decir, la clasificación hecha por el Jurado Nacional de Elecciones, entre partidos políticos, movimientos regionales y organizaciones políticas de alcance local. Esta distinción y clasificación entrara recién a partir de la Ley de Partidos Políticos del 2003. Sin embargo, esto no eliminó que determinados partidos políticos se presentaran solo en una misma región, convirtiéndose por tanto en partidos políticos regionales. Aclarado este punto, podemos proseguir. La estabilidad en la competencia entre los partidos políticos es una de las características que Mainwaring y Scully (1995) señalan para medir el grado de institucionalización de un sistema de partidos. La estabilidad de un sistema de partidos está condicionada a la volatilidad que tienen los mismos partidos dentro del sistema, pues un sistema en donde estos aparecen y desaparecen con la misma rapidez, se encuentra débilmente institucionalizado. Inevitablemente, si los actores que configuran el sistema a través de la interacción entre ellos son débiles, el sistema mismo también lo será. Cuando no existe una regularidad en la competencia estamos ante a un sistema de partidos en donde los partidos políticos no tienen raíces 41
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estables en la sociedad. En el presente capitulo veremos si existe una estabilidad en la competencia entre los partidos (nacionales y regionales) en el ámbito regional. Para ello, nos centraremos en a) el índice de Pedersen que mide el cambio neto de la participación resultante de la transferencia individual de votos y, en b) la volatilidad partidaria que hay entre elección y elección. Para obtener los resultados nos enfocaremos en las elecciones regionales las cuales serán analizadas en dos períodos: 2002-2006 y 2006-2010.
2.1 Elecciones regionales 2002-2006 La volatilidad electoral está referido a la “constancia y cambio en las preferencias partidistas del electorado y en las proporciones de fuerza dentro del sistema de partidos” (Nohlen 2006: 1512), es decir, nos da cuenta sobre los cambios electorales que se dan entre dos elecciones. Con ello, se puede utilizar como un indicador del grado de institucionalización del sistema de partidos. Para medirla utilizaremos el índice de Pedersen el cual se obtiene de “la suma del cambio neto en el porcentaje de votos ganados o perdidos por cada partido entre una elección y la siguiente, y luego dividiendo por dos” (Mainwaring 1995: 5). Este índice va de 0 a 100, siendo este último el caso extremo de alta volatilidad electoral. Por tanto, la volatilidad electoral que se considerará tomara en consideración tanto a los partidos nacionales como a los partidos regionales. Para el período 2002-2006 de las elecciones regionales encontramos que la volatilidad media de todos los departamentos fue de 65.30. Como podemos ver en la Tabla N° 2.1 todos los departamentos tienen una alta y extrema volatilidad electoral. El departamento que menos volatilidad ha tenido en este período fue La Libertad con 38.23%. Aún así, un resultado que supera el 30% es considerado por los autores (Mainwaring y Scully) como un alto grado de volatilidad. Del mismo modo, tan solo tres departamentos -La Libertad, Apurímac y San Martin- muestran una volatilidad electoral menor del 50%. Por otra parte, son también tres departamentos -Tumbes, Huancavelica y Junín- que han sufrido una extrema volatilidad electoral que 42
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supera el 80%. Con lo cual, de una elección a otra, más del 80% de las personas cambió su voto. Estos datos nos indican la nimia consistencia y estabilidad que existe entre una y otra votación. La extrema volatilidad de Tumbes muestra que el 83.23% de la votación cambio entre de una elección a otra, manteniéndose constante tan solo un 16.77%. Tabla N° 2.1 Volatilidad electoral departamental 2002-2006 Departamentos Tumbes Huancavelica Junin Madre de Dios Ayacucho Ancash Puno Lambayeque Cajamarca Amazonas Callao Lima Piura Huánuco Ucayali Cuzco Tacna Moquegua Loreto Arequipa Ica Pasco San Martin Apurímac La Libertad
2002-2006 83.23 82.50 82.07 79.68 78.98 76.44 75.88 72.87 70.35 69.94 68.38 67.79 64.00 62.80 62.51 62.21 60.92 59.52 58.33 58.08 56.28 53.11 46.71 41.88 38.23
Fuente: ONPE - Elaboración propia
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Manuel Seifert Bonifaz
El promedio general de todos los departamentos señala que más del 60% de los votantes cambió su voto entre las elecciones regionales del 2002 y las del 2006, evidenciando que los esquemas de competición en estas elecciones han sido extremadamente inestables. No existe una regularidad competitiva y se da una gran inestabilidad en las reglas de competencia. Esta inestabilidad devela lo poco enraizado que se encuentran los partidos políticos en el ámbito regional pues no son capaces de mantener la votación de sus electores de una elección a otra. Ahora bien, este índice nos indica la fluctuación de los votos dentro de un sistema de partidos de una elección a otra y, como resultado, tenemos la volatilidad electoral del mismo. La intención de Pedersen a la hora de elaborar su ecuación era medir justamente esta volatilidad, la transferencia de votos entre los partidos de una elección a la siguiente, aunque tuvo como objeto de análisis a países cuyos partidos se encontraban institucionalizados y enraizados en la sociedad (un caso completamente opuesto al peruano). Dentro de su ecuación, se incluye también el porcentaje de los partidos que no habían participado en las elecciones previas. Esto significa que esta ecuación no solo calcula la fluctuación en la captación de votos que tiene un partido político entre una y otra elección, sino que también considera la participación de los partidos nuevos, su porcentaje obtenido, influyendo en el resultado de este índice. En tanto que consideramos la volatilidad electoral como algo distinto a la volatilidad partidaria, ya que dan cuenta de fenómenos distintos, sin contar además que nos encontramos en un escenario completamente opuesto al que analizó Pedersen, hemos decidido separar este análisis, dejando de lado la ecuación de Pedersen, a fin de tener un mejor y mayor esclarecimiento en relación a la volatilidad partidaria. 23 Desde esta nueva perspectiva, con este concepto nos enfocamos en que aquello que fluctúa no es el voto del elector, sino los partidos mismos. 23 No se puede conocer de manera certera cuales han sido las razones específicas por las cuales cada uno de los votantes cambio su preferencia. Sin embargo, creemos que este concepto explica en gran parte porque sucede esta volatilidad.
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Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
Esto significa que de una elección a otra lo que se renueva es la oferta partidaria, generando que el elector cambie su voto. Bajo esta renovación, la volatilidad electoral es inevitable porque son los partidos políticos aquellos que aparecen y desaparecen, se generan y degeneran de elección a elección. Además, el voto es un acto posterior a la presentación de los partidos, en tanto que el votante se enfrenta primero a una cédula de votación (una determinada lista de partidos) y luego decide, elige su opción y emite su voto. Así, la posibilidad de mantener el voto, no depende del votante únicamente, sino de la oferta partidaria que se le presenta. La volatilidad partidaria considera como partido nuevo a todo aquel que no participó en la elección inmediatamente previa a la que se está presentando. Por ejemplo, si un partido político se presenta en las elecciones regionales del 2002, no en las del 2006 y se presenta de nuevo en el 2010, se considera en estas últimas elecciones como un partido nuevo frente a las elecciones del 2006. Con ello, podemos medir que tan alta es la volatilidad partidaria y encontrar cual es el porcentaje de la renovación de los partidos políticos en el sistema de partidos de una elección a otra. Los resultados obtenidos muestran que no es el votante el que no repite y no es constante en su votación, sino que son los partidos mismos aquellos que son volátiles, que no son constantes, se renuevan y no vuelven a presentarse en elecciones. Como podemos ver en la Tabla N° 2.2 tenemos en las elecciones regionales una volatilidad partidaria del 63.18%,24 esto quiere decir que prácticamente dos tercios de los partidos se renovaron entre una y otra elección. Así, de la elección regional del 2002 a la del 2006, tan solo 36.82% de los partidos se mantuvieron constantes. Con esta muy alta volatilidad partidaria es inevitable que la preferencia del votante cam24 El Total está referido a la cantidad de partidos políticos que participaron en las elecciones regionales del 2006, mientras que Nuevos se refiere al número de partidos del 2006 que, en relación con las elecciones del 2002, son nuevos, léase, no habían participado antes. Así, la volatilidad partidaria mide los partidos nuevos en una elección con respecto a la elección previa.
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Manuel Seifert Bonifaz
bie cuanto tenemos que, por ejemplo, en el departamento de Madre de Dios un 90% de los partidos políticos que se presentaron en las elecciones regionales del 2006, no habían participado en las elecciones previas. El único partido que se mantuvo de elección a elección en Madre de Dios fue el Partido Aprista Peruano. En relación entre los partidos nacionales y partidos regionales encontramos que en 17 departamentos la mayoría de partidos políticos nuevos que se presentaron fueron de carácter nacional (por ejemplo en Amazonas, Apurímac, Cajamarca, Puno, Tacna), en 7 departamentos la mayoría de partidos nuevos eran de carácter regional (Ancash, Huancavelica, Junín, Ayacucho, Moquegua, Piura y Tumbes), y solamente en Huánuco se presentó la misma cantidad de partidos nuevos, tanto nacionales como regionales. Tomando en consideración el total de los partidos nuevos que se presentaron en la elección regional 2006, encontramos que el 59.3% fueron partidos nacionales mientras que 40.6% de los partidos nuevos fueron de carácter regional. Los partidos nacionales se muestran más volátiles que los regionales, aunque esta volatilidad se debe principalmente a la mayor participación que tuvieron en las elecciones regionales del 2006, ya que dos tercios de la oferta partidaria estuvo compuesta por este tipo de partidos.
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Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
Tabla N° 2.2 Volatilidad partidaria 2002-2006 Departamentos
Partidos políticos Total 10 11 8 7 7 10 10 13 6 12 12 9 9 11 11 10 7 9 9 6 10 6 6 8
Nuevos 9 9 6 5 5 7 7 9 4 8 10 6 6 7 7 6 4 5 5 3 5 3 3 3
Porcentaje 90.00 81.82 75.00 71.43 71.43 70.00 70.00 69.23 66.67 66.67 83.33 66.67 66.67 63.64 63.64 60.00 57.14 55.56 55.56 50.00 50.00 50.00 50.00 37.50
Ica
8
3
37.50
Promedio
9
5.8
63.18
Madre de Dios Loreto Pasco Ayacucho Callao Cajamarca Lima Ancash Amazonas Junín Puno Tacna Ucayali Arequipa Huancavelica Huánuco Piura Apurímac Tumbes La Libertad Lambayeque Moquegua San Martin Cusco
Fuente: ONPE - Elaboración propia
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Manuel Seifert Bonifaz
Otra forma de analizar este mismo fenómeno, es prestar atención a los partidos que si fueron constantes de elección a elección. Es decir, ver qué tipo de partidos configuraron principalmente aquel 36.82% que se mantuvo entre una y otra elección. Revisando estos datos, encontramos que la mayoría de los partidos que participaron en las elecciones del 2002 y que volvieron a presentarse en los mismos departamentos en las elecciones del 2006 son los partidos nacionales. Estos representaron el 79% de los partidos que se mantuvo constante entre una y otra elección, constancia que estuvo compuesta por nueve partidos, dentro de los cuales estuvieron el PAP, UPP, UN, AP, PP, entre otros25. Los partidos mencionados fueron aquellos que lograron ser constantes en más departamentos y fue el PAP aquel que presentó candidatos en todos los departamentos en los que previamente había participado. No obstante, la diferencia es fuerte con el segundo, UPP, que volvió a participar en 10 departamentos, seguido por Unidad Nacional en ocho (08), Acción Popular con siete (07) y Perú Posible con cinco (05). La participación constante de los partidos nacionales fue muy desigual entre ellos. El único que tuvo un mejor desempeño desde esta perspectiva fue el PAP, el cual logro ser constante en todos los departamentos en los cuales había participado previamente. Mientras que los casos de Somos Perú, Perú Posible o Unidad Nacional, son alarmantes. Estos tres partidos habían participado en más de veinte departamentos en las elecciones regionales del 2002, y para las siguientes elecciones no volvieron a participar ni en la mitad de ellos. Como se puede ver en la tabla N° 2.326 redujeron drásticamente su participación, Somos Perú 25 Se suman a la lista Renacimiento Andino, Somos Perú, Alianza para el Progreso, Fuerza Democrática y Frente Independiente Moralizador. 26 Esta tabla muestra en la columna del 2002 el número de departamentos en los cuales participaron en las elecciones regionales, mientras que la columna del 2006 muestra el número de departamentos en los cuales fueron constantes, léase, volvieron a presentar candidatos. Lo que se está tomando en consideración es en cuantos departamentos fueron constantes y no cuantos candidatos presentaron en la siguiente elección. Por tanto, es posible que algunos partidos hayan presentado más candidaturas en el 2006, pero en relación al 2002 fueron constantes en un menor número de departamentos (como se verá en la Tabla N° 2.6).
48
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
solo fue constante en tres departamentos, Perú Posible lo fue en cinco, mientras que Unidad Nacional se mantuvo en 10. Los casos de UPP, APP y Renacimiento Andino, son distintos, en tanto que participaron en una menor cantidad de departamentos previamente y, como se ve, tuvieron un desempeño aceptable. Tabla N° 2.3 Constancia de los partidos nacionales en elecciones regionales 2002-2006 2002
2006
Partido Aprista Peruano
23
23
Unidad Nacional
22
8
Perú Posible
22
3
Somos Perú
20
3
Acción Popular
18
7
Unión por el Perú
13
10
Renacimiento Andino
6
3
Alianza para el Progreso
4
3
Fuente: ONPE – Elaboración propia
El desempeño y participación de los partidos nacionales en las elecciones regionales del 2006 se encuentra inevitablemente ligada a las elecciones generales que las precedieron ese mismo año. Por ello, es comprensible que siendo el partido aprista el nuevo inquilino en la Casa de Gobierno fuera también el partido que mayor participación y constancia tuvo en las elecciones regionales, lo que no significa que haya sido más eficiente, ya que solo logró ganar en dos departamentos. Por otra parte, la mínima constancia que tuvo Perú Posible se encuentra vinculada también a este fenómeno previo. Perú Posible no presentó candidatos a la elección general, algo de esperarse en este tipo de partido personalista, ya que su líder estaba impedido constitucionalmente de presentarse a la reelección. Sin líder, no tuvo mayor opción que presentar candidatos al Congreso, a fin de no perder fuerza política. Esta estrategia igual no resultó pues obtuvo tan solo dos curules, que serían representantes de Lima. Con este escenario, Perú Posible, 49
Manuel Seifert Bonifaz
un partido personalista, con un paupérrimo peso limeño en el Congreso, y luego de un período de cinco años donde su líder bordeo los 7% de aprobación de gestión, solo volvió a presentar candidatos en 5 departamentos. Una suerte similar siguieron los partidos como Unidad Nacional y Somos Perú. Este último decidió aliarse a Acción Popular, para formar el Frente de Centro, pero lamentablemente solo obtuvieron un 5% en las elecciones para presidente y cinco escaños en el Congreso (de los cuales tres eran representantes de Lima). Por otro lado, Unidad Nacional tuvo un mejor desempeño, su candidata casi logra pasar a segunda vuelta y lograron ocupar 17 escaños. Unidad Nacional, compuesta por dos partidos cuya base electoral se encuentra en la capital, y Somos Perú, con un líder cada vez más debilitado, tuvieron una nimia constancia entre las elecciones regionales del 2002 y 2006. La segunda fuerza política, medida por su significancia en el Parlamento, era Unión por el Perú, razón por la cual aumentaron su participación a 15 departamentos, aunque solo fueron constantes en diez de ellos. Este partido llevó como caudillo a Ollanta Humala para las elecciones presidenciales y, se sabe, que este aceptó la postulación porque no logró inscribir a su partido (Partido Nacionalista Peruano) a tiempo para participar en las elecciones generales. Sin embargo, si logró hacerlo para las elecciones regionales del 2006. Inevitablemente, esta escisión de UPP influyó en que no participara en más departamentos, ya que coincidentalmente, en muchos departamentos en que participó el PNP no participó UPP (Moquegua, San Martín, Piura, Tacna, entre otros). En suma, lo que caracteriza a las elecciones regionales en el período 2002-2006 es una extrema volatilidad. El índice de Pedersen muestra que en las elecciones regionales se da en promedio una volatilidad electoral del 65.3%, con lo que tenemos una transferencia en la votación muy alta. Sin embargo, esta alta transferencia de los votos se encuentra relacionada con la alta volatilidad partidaria existente. Con ello, descubrimos también que esta volatilidad electoral no se debe simplemente a que el votante cambie de preferencia, sino que son los 50
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
partidos mismos aquellos que son volátiles. Es decir, lo que cambia de elección a elección es la oferta partidaria, partidos políticos que se presentaron en el 2002 no lo vuelven a hacer en el 2006 y en el 2006 aparecen partidos que no habían estado previamente en las elecciones del 2002. De igual modo, es importante señalar que esta volatilidad afectó tanto a los partidos nacionales como a los regionales, aunque fueron los partidos nacionales los que fueron en promedio más constantes entre ambas elecciones.
2.2 Elecciones regionales 2006-2010 Para este período encontramos que la volatilidad electoral, obtenida según el índice de Pedersen, creció a un promedio total de 66.51%. Este aumento, en comparación con el período anterior, es mínimo por lo que no representa mayor cambio. Sin embargo, si existen cambios significativos cuando se consideran el cambio que se dio en cada uno de los departamentos. Al analizar la Tabla N° 2.4 podemos ver que existen tres departamentos que han tenido en este período una volatilidad extrema. Tanto Moquegua, Arequipa y Tacna superan el 90% de volatilidad, con lo cual menos del 10% del electorado mantuvo su votación entre elección y elección. Lo que llama la atención es que en el período anterior estos mismos departamentos estuvieron por debajo del promedio general. Del mismo modo, encontramos que los departamentos que mayor volatilidad electoral tuvieron en el período 2002-2006 se encuentran ahora por debajo del promedio. Este es el caso de Tumbes y Huancavelica que pasaron de tener una volatilidad mayor del 80% a tener una que no supera el 50%. A grandes rasgos casi los mismos departamentos que estaban por debajo del promedio se mantuvieron igual. Dentro de todos estos departamentos, fue San Martin aquel que mostró menor volatilidad -la menor de todas comparando con el período previo- con tan solo 26.63%. 51
Manuel Seifert Bonifaz
Tabla N° 2.4 Volatilidad electoral departamental 2006-2010 Departamentos Moquegua Arequipa Tacna Cusco Junín Madre de Dios Amazonas Apurímac Pasco Piura Puno Cajamarca Ayacucho Ica Ucayali La Libertad Loreto Lima Lambayeque Huánuco Tumbes Ancash Callao Huancavelica San Martin
2006-2010 96.57 94.77 94.63 85.44 81.02 77.66 76.87 75.14 72.77 72.27 71.62 70.90 70.22 67.69 65.87 61.93 54.94 53.61 52.28 51.70 49.05 48.48 46.68 44.16 26.63
Fuente: ONPE - Elaboración propia
Por otro lado, la volatilidad partidaria para este período fue mayor al anterior, registrando en promedio un 68.31%. Esto significa que en las elecciones regionales del 2010 cada departamento tuvo en promedio una renovación de más de dos tercios de los partidos políticos, con lo cual podríamos afirmar siguiendo a Mainwaring y Scully (1995) que un nuevo sistema de partidos desplazó al que previamente existía. 52
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
En la Tabla N° 2.5 encontramos que, si bien no hubo una volatilidad partidaria que superara a la de Madre de Dios en el período previo, hubo más departamentos que registraron más del 80% en la renovación de su oferta partidaria. Mucho de ello se debe al gran aumento en la participación por parte de los partidos regionales para las elecciones regionales del 2010. Ahora, a diferencia del período anterior, en 18 departamentos la mayoría de partidos nuevos fueron partidos regionales. Esto se debe principalmente a un aumento participativo que hubo por parte de los regionales en las elecciones del 2010.27 En este período encontramos que -sin tomar en consideración a Ucayali- los primeros cinco departamentos que mayor volatilidad partidaria han sufrido son departamentos costeños. Esto es algo que llama la atención porque el período previo no mostró ningún tipo de regularidad geográfica en los cinco departamentos que mayor renovación hubo. Es más, son cinco departamentos que previamente estuvieron por debajo del promedio o cerca a este. Esta mayor volatilidad partidaria frente al período anterior podría explicarse debido al mayor número de partidos participantes en esta elección. Mientras que en el 2002-2006 el promedio total de número de partidos por región era de 9, ahora en el 2006-2010 fue de 11.8. Para saber si esto era posible utilizamos el coeficiente de Pearson y tuvimos como resultado un 0.16. Esto significa que hay una correlación positiva, a más partidos políticos más volatilidad partidaria, pero es una correlación sumamente baja. Veamos ahora el otro lado del mismo fenómeno, la constancia partidaria en este periodo electoral. Del total de partidos que fueron constantes entre las elecciones regionales del 2006 y 2010, los partidos nacionales representaron el 60.2% mientras que los partidos regionales un 39.8%. Si bien los partidos nacionales logran aún representar la mayoría (casi dos tercios) de partidos que permanecen entre elecciones, ello no quita que hayan bajado su porcentaje de manera considerable. Por otra parte, los partidos regionales son aquellos que han captado el 27 Ver Gráfico N° 3.7
53
Manuel Seifert Bonifaz
porcentaje perdido por parte de los partidos nacionales generando que su constancia entre elecciones sea prácticamente el doble, pasando de un 20% a un 39%. Tabla N° 2.5 Volatilidad partidaria 2006-2010 Departamentos La Libertad Moquegua Tacna Ucayali Arequipa Piura Puno Callao Ancash Ica Apurímac Ayacucho Cusco Madre de Dios San Martin Cajamarca Amazonas Lima Pasco Lambayeque Tumbes Junín Loreto Huancavelica Huánuco Promedio
Fuente: ONPE - Elaboración propia
Total 8 8 16 7 18 13 21 8 19 15 11 11 11 11 6 11 8 16 8 15 13 14 10 9 8 11.8
54
Partidos políticos Nuevos Porcentaje 7 87.50 7 87.50 14 87.50 6 85.71 15 83.33 10 76.92 16 76.19 6 75.00 14 73.68 11 73.33 8 72.73 8 72.73 8 72.73 8 72.73 4 66.67 7 63.64 5 62.50 10 62.50 5 62.50 9 60.00 7 53.85 7 50.00 5 50.00 4 44.44 2 25.00 8.12 67.95
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
Al igual que en el período anterior, el partido que logró una mayor constancia entre las elecciones fue el partido aprista, habiendo presentado candidatos nuevamente en 22 departamentos. Luego de ello, la diferencia es más pronunciada, comparándolo con el período anterior, en relación a la constancia por parte de los demás partidos nacionales. El caso más llamativo es el del Partido Nacionalista Peruano, el cuál presentó en las elecciones regionales del 2006 candidatos en todas las regiones, pero solo volvió a hacerlo en tres de ellas para las siguientes elecciones. En estas elecciones del 2010, el PNP había formado alianzas con los partidos regionales en cinco departamentos (Madre de Dios, Puno, Cusco, Apurímac y Arequipa), sin embargo, solo en dos de ellos (Cusco y Madre de Dios) los candidatos participaron bajo el logo del PNP con el rotulo de ‘Gran Alianza Nacionalista de Cusco’ y ‘Gran Alianza Nacionalista de Madre de Dios’.28 Como podemos apreciar en la tabla N° 2.6, siguiendo al PAP por mayor departamentos en los cuales son constantes, aunque con una brecha muy grande, están Unión por el Perú y Acción Popular, ambos nuevamente presentaron candidatos en siete departamentos (aunque vemos una mayor participación por parte de UPP en las elecciones anteriores). Siguiendo a Acción Popular, encontramos al partido Restauración Nacional el cual fue constante en siete de los diez departamentos en los cuales había participado previamente. Luego siguen los demás partidos como Alianza para el Progreso, Unidad Nacional, Somos Perú, Perú Posible y Partido Humanista cuya participación en las elecciones del 2006 eran ya minúsculas generando una constancia aún más minúscula.
28 En tanto las alianzas del Cusco y Madre de Dios participaron con el logo propio del PNP, hemos considerado la participación de este partido en estos departamentos. En los otros tres casos, cada partido, si bien en alianza con el PNP, participaron con su propio logo y con un nombre ajena al PNP, razón por la cual no han sido considerados como participación del PNP en dichos departamentos (Arequipa, Puno y Apurímac).
55
Manuel Seifert Bonifaz
Tabla N° 2.6 Constancia de los partidos nacionales en elecciones regionales 2006-2010 2006
2010
Partido Aprista Peruano
25
22
Partido Nacionalista Peruano
25
3
Unión por el Perú
16
7
Acción Popular
10
7
Restauración Nacional
10
6
Unidad Nacional
8
2
Alianza para el Progreso
5
3
Perú Posible
5
2
Somos Perú
3
3
Partido Humanista Peruano
2
1
Fuente: ONPE – Elaboración propia
Será importante dejar en claro en este punto que la constancia abrumadora por parte del partido aprista y la brecha que tiene con los demás partidos nacionales, no conlleva a que haya tenido un mejor desempeño que los demás en estas elecciones. Como veremos en el siguiente capítulo, el desempeño electoral por parte este partido y de los demás, son muy similares, en tanto que se encuentran subordinados al dominio y mayor captación de votos de los partidos regionales. Los partidos como Somos Perú, Perú Posible y Unidad Nacional, partidos que jugaron un rol importante en la transición a la democracia a inicios del 2000, muestran la poca consistencia que han tenido en este período electoral, principalmente los dos últimos, los cuales, a pesar de ya participar en pocos departamentos, aún así, no logran ser constantes en esos mismos. Somos Perú por su parte, fue constante en los tres únicos departamentos en los cuales había participado previamente (Moquegua, Huánuco y Pasco). La principal diferencia entre estos tres partidos, es que Unidad Nacional se perfiló como la tercera fuerza política a raíz de las elecciones generales, obteniendo una presencia sig56
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
nificativa en el Congreso con 17 representantes en diez departamentos. Somos Perú y Perú Posible lograron una y dos curules respectivamente en la circunscripción de Lima. La mayor presencia congresal de Unidad Nacional no se tradujo en una mayor y mejor participación de esta misma organización en las elecciones regionales del 2010. La poca persistencia y perseverancia de estos tres partidos entre estas elecciones, son un ejemplo del debilitamiento de los mismos, diez años atrás importantes fuerzas políticas, diez años más tarde, prácticamente olvidadas a nivel regional. De este modo, encontramos que el período 2006-2010 sufrió una mayor volatilidad tanto electoral como partidaria frente al período anterior. Por un lado, la volatilidad electoral llegó al 66.21% teniendo como resultado que de elección a elección dos tercios de los votos se transfirieron de un partido a otro. Por otro lado, la volatilidad partidaria llegó al 68.31% lo que significó que más de dos tercios de los partidos políticos que se presentaron en las elecciones regionales 2010, no se habían presentado en las elecciones previas. Este alto índice de renovación estuvo conformado por partidos nacionales, pero mayoritariamente por partidos regionales. Con ello, tenemos que este período se caracterizó también por tener una alta renovación de la oferta partidaria que afectó por igual a los partidos nacionales y a los regionales. No obstante, considerando la constancia partidaria entre ambas elecciones, encontramos que los partidos nacionales siguen representando la mayoría de partidos que se mantiene constante, pero han disminuido en porcentaje en relación al período anterior, sucediendo lo opuesto por parte de los partidos regionales que en este período electoral han aumentado su permanencia entre elecciones.
2.3 Conclusiones volátiles La importancia de medir la volatilidad de las elecciones, tanto a nivel electoral como partidaria, está en que indica que tan institucionalizado se encuentran los partidos que participan en las elecciones y, por extensión, el grado de institucionalización del propio sistema de parti57
Manuel Seifert Bonifaz
dos. La estabilidad en “las reglas y en la naturaleza de la competencia entre partidos” (Mainwaring y Scully 1995: 4) es algo esencial para la institucionalización del sistema, pero cuando no tenemos constancia entre los partidos que participan en la competencia, es difícil determinar la estabilidad de las reglas que regulan el comportamiento entre estos. Por ello, cuando existe una alta volatilidad electoral y partidaria nos encontramos en un sistema de partidos que se caracteriza por tener esquemas de competencia sumamente inestables, donde no existe la lealtad partidaria, se presenta una fuerte fragmentación políticasocial la cual buscará ser subsumida bajo el personalismo político, el cual bajo el marco conceptual webberiano llevará a una dominación carismática. Al medir la regularidad en la competencia entre partidos encontramos que todos los departamentos mostraron tener esquemas de competición bastante inestables a lo largo de las tres elecciones regionales. En promedio todos los departamentos -excepto San Martín- superaron el 50% de volatilidad electoral (Tabla N° 2.7), todos estos mostraron ser extremadamente volátiles y diez de estos superaron el 70% de volatilidad. Esta volatilidad electoral extremadamente alta está relacionada con la alta volatilidad partidaria. Como mencionamos anteriormente, le ecuación de Pedersen se inscribe dentro de un escenario con partidos políticos y un sistema de partidos institucionalizado, estable y predecible, algo que es totalmente opuesto al objeto de estudio nuestro. Por ello, decidimos enfocarnos en la volatilidad partidaria, para descubrir que mucha de la fluctuación de los votos se veía relacionada positivamente con la renovación de la oferta partidaria de elección a elección. De este modo, lo volátil no era la votación sino los partidos mismos que no son constantes de elección a elección haciendo inevitable que la elección del votante varíe porque la oferta partidaria se había renovado entre una y otra elección.
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Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
Tabla N° 2.7 Volatilidad Electoral en las Elecciones regionales 2002-2010 Departamentos
2002-2006
2006-2010
Volatilidad Media
Junin
82.07
81.02
81.55
Madre de Dios
79.68
77.66
78.67
Moquegua
59.52
96.57
78.04
Tacna
60.92
94.63
77.78
Arequipa
58.08
94.77
76.42
Ayacucho
78.98
70.22
74.60
Cuzco
62.21
85.44
73.83
Puno
75.88
71.62
73.75
Amazonas
69.94
76.87
73.40
Cajamarca
70.35
70.90
70.63
Piura
64.00
72.27
68.14
Tumbes
83.23
49.05
66.14
Ucayali
62.51
65.87
64.19
Huancavelica
82.50
44.16
63.33
Pasco
53.11
72.77
62.94
Lambayeque
72.87
52.28
62.58
Ancash
76.44
48.48
62.46
Ica
56.28
67.69
61.99
Lima
67.79
53.61
60.70
Apurimac
41.88
75.14
58.51
Callao
68.38
46.68
57.53
Huanuco
62.80
51.70
57.25
Loreto
58.33
54.94
56.64
La Libertad
38.23
61.93
50.08
San Martin
46.71
26.63
36.67
Promedio
65.31
66.52
65.91
Fuente: ONPE - Elaboración propia
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Manuel Seifert Bonifaz
La volatilidad partidaria promedio que se dieron en las elecciones regionales del 2002 hasta el 2010 fue del 65% como podemos ver en el Gráfico N°. 2.1. Esto significa que de una elección regional a otra se renovó constantemente dos tercios del sistema de partidos. La oferta partidaria que se le presenta al elector se renueva constantemente lo que hace muy fácil que cambie y elija otro partido o, viceversa, que sea muy difícil de mantenerse fiel a uno solo. Por más que la demanda electoral quisiera volver a consumir el mismo partido, existen altas probabilidades de que no pueda hacerlo porque el partido salió del mercado y fue reemplazado por otro. Quienes tuvieron un mayor impacto en esta alta volatilidad partidaria fueron los partidos regionales, en tanto que de elección a elección hubo mayor participación por parte de los partidos regionales. Gráfico N° 2.1 Volatilidad partidaria en las elecciones regionales 2002 - 2010
35%
partidos nuevos
65%
partidos constantes
Fuente: ONPE - Elaboración propia
Por el contrario, encontramos que aquel mercado partidario que no se había renovado estaba configurado principalmente por los partidos nacionales, aunque dicha constancia mostró una disminución entre ambos períodos estudiados. Esto quiere decir que entre el período electoral 2002-2006 y 2006-2010 vemos que los partidos nacionales han ido disminuyendo su constancia a la hora de presentar candidatos en los departamentos que previamente habían participado. Podríamos afirmar que en promedio, durante el primer período, los partidos nacionales fueron constantes en unos siete departamen60
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
tos (7.75 para ser exactos), mientras que durante el segundo período fueron constantes en cinco de estos. Esto quiere decir que entre un período y otro, los partidos nacionales se han ido debilitando, no pudiendo presentar candidatos en las mismas regiones, cuando por otra parte, los partidos regionales se han ido fortaleciendo y logrando presentarse nuevamente en el departamento en el cual habían participado previamente. A lo largo de las tres elecciones fueron solo seis partidos nacionales los que lograron ser constantes durante estos comicios. En el gráfico N° 2.2 plasmamos esta constancia y vemos el desempeño participativo que han tenido los partidos, poniendo como punto de partida las elecciones regionales 2002 a fin de poder compararlos entre uno y otro partido, así como también entre ellos mismos, durante las tres elecciones regionales. Como podemos ver en este gráfico, que muestra la cantidad de departamentos en los cuales los partidos nacionales han sido constantes durante las tres elecciones regionales, fue el partido aprista el que logró ser constante en más departamentos. Este partido presentó de manera reiterada a candidatos en veinte de los veinticinco departamentos durante las tres elecciones. Luego de ello, existe una gran brecha entre el segundo partido con mayor constancia, Acción Popular, el cual logró ser constante en tan solo ocho departamentos. Seguido de este estarán Unión por el Perú, Somos Perú, Unidad Nacional y Perú Posible, cuya constancia es mínima con cinco, tres, dos y un departamentos respectivamente. Dejando de lado al partido aprista, los demás partidos nacionales demuestran una mínima capacidad de enraizarse en los departamentos, develando la debilidad organizativa y constituyente de los mismos partidos. Tanto Somos Perú, como Unidad Nacional y Perú Posible participaron en más de veinte departamentos en las elecciones regionales del 2002 y para las elecciones del 2010 no lograron ser constantes ni en un quinto de los departamentos en los que se habían presentado.
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Manuel Seifert Bonifaz
n˚ de departamentos
Gráfico N° 2.2 Constancia de los partidos nacionales en las tres elecciones regionales 2002-2010 25 20 15 10 5 0
partido aprista peruano
acción popular
unión por el perú
somos perú
unidad nacional
perú posible
elecciones regionales 2002
23
18
13
20
22
22
constancia durante las tres elecciones
20
8532
1
Fuente: ONPE - Elaboración propia
En relación a los partidos regionales, fueron trece los partidos que presentaron candidatos durante las tres elecciones regionales en ocho departamentos (Apurímac, Huánuco, Ica, Loreto, Pasco, San Martín, Tumbes y Ucayali). Entre estos partidos podemos nombrar al ‘Frente Regional Progresista Iqueño’, ‘Fuerza Loretana’, ‘UNIPOL’, ‘Nueva Amazonía’, ‘Integrando Ucayali’, ‘Luchemos por Huánuco’, entre otros.29 Como habíamos señalado líneas arriba, en el segundo período electoral 2006-2010 aumentó el número de departamentos en donde los partidos regionales fueron constantes, develando un posible fortalecimiento de los mismos en este nivel. Mientras tanto en los departamentos de Puno y Tacna no hubo ningún partido, tanto nacional como regional, que participara en las tres elecciones. Entonces, la extrema volatilidad partidaria muestra cómo en las elecciones regionales somos testigos del desplazamiento de un sistema de 29 ‘Frente Independiente Llapanchik’, ‘Movimiento Macroregional Todas las Sangres’, ‘Concertación en la región’, ‘Movimiento Regional Obras + Obras’, ‘Movimiento de Desarrollo Local’, ‘Reconstrucción con Obras más Obras para un Tumbes Bello’ y ‘Movimiento Independiente Regional FAENA’, fueron los restantes partidos regionales que lograron ser constante durante las tres elecciones regionales.
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Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
partidos previo por uno nuevo. Cuando no existe una continuidad en las partes que lo componen y el sistema se caracteriza por una renovación constante de las mismas, es inevitable que las “pautas de competición entre partidos” (Mainwaring 2005) sean sumamente inestables. Inestabilidad que caracterizará a todo sistema de partidos no estructurado y débilmente institucionalizado. Sin embargo, esta volatilidad no se da solamente en el ámbito regional, sino también en el ámbito nacional. A lo largo de las tres últimas elecciones generales encontramos que el promedio de volatilidad partidaria es muy similar al de las regiones.30 Como podemos ver en el Gráfico N° 2.3 la renovación partidaria es prácticamente la misma. De aquí se sigue que este tipo de volatilidad no se dé solamente a nivel regional, sino también a nivel nacional, volviendo esta volatilidad algo propio del sistema político peruano. Gráfico N° 2.3 Volatilidad partidaria en las elecciones generales 2001-2011 100% 80%
32
35
62
65
elecciones generales
elecciones regionales
60% 40%
partidos constantes partidos nuevos
20% 0%
Fuente: ONPE - Elaboración propia
Las elecciones regionales (como las nacionales) mostraron ser extremadamente volátiles. La volatilidad electoral en este ámbito sub30 La volatilidad electoral bajo el índice de Pedersen no la hemos calculado a nivel nacional por la dificultad que presentan las alianzas electorales para la operacionalización. Si nos guiamos solo por las etiquetas partidarias tendríamos que en el periodo 2006-2011 la volatilidad fue del 100%, mientras que si consideramos solo a candidatos sería un 69%.
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Manuel Seifert Bonifaz
nacional llegó a superar en determinados departamentos el 90%, eso significó que 9 de cada 10 votos en estos departamentos fluctuaron de un partido a otro entre elecciones. Sin embargo, encontramos que esta transferencia de los votos se vio fuertemente influenciada a la alta volatilidad partidaria existente. En varios departamentos esta volatilidad superó el 80%, lo que hacía prácticamente inevitable que el votante cambiara su voto. Tanto los partidos regionales como los nacionales fueron protagonistas de esta volatilidad, participando y dejando de participar entre elecciones. En suma, las elecciones regionales del 2002 al 2010 han mostrado una alta volatilidad, tanto electoral como partidaria, develando que mucha de la fluctuación en la votación por parte del elector se encontró correlacionada con la extrema volatilidad partidaria generaba cada vez un nuevo escenario político con diferentes actores entre elección y elección, con lo cual el elector era testigo de una permanente renovación de la oferta partidaria entre elecciones haciendo prácticamente inevitable que cambie su voto. En este mismo período, dentro del total de partidos que permanecieron constantes entre los comicios (solo un 35%), encontramos que los partidos nacionales representaron casi dos tercios de este grupo. No obstante ello, entre uno y otro período, la capacidad participativa de los partidos nacionales (su constancia) ha ido disminuyendo y, como efecto inmediatamente opuesto, los partidos regionales han ido incrementando esta constancia y participación. Dentro de los partidos nacionales que fueron constantes, solo el Partido Aprista Peruano tuvo una envidiable perseverancia en las tres elecciones a la luz de los otros partidos, mientras que el peor desempeño lo tuvo Perú Posible. La capacidad participativa (presentación o no de candidatos en las elecciones) por parte de los partidos es un aspecto que permite medir el desempeño que tienen los partidos en las elecciones. Los otros aspectos del desempeño electoral, están relacionados con la capacidad que tienen los partidos para recaudar votos para sus candidatos y para ganar el puesto disputado. Descubriremos en el siguiente capítulo qué tipos de partidos, bajo esta perspectiva, son más eficientes y exitosos. 64
Capítulo 3:
Desempeño electoral
H
asta este momento, hemos visto la débil institucionalización de los partidos políticos y del sistema de partidos a través de la volatilidad electoral y partidaria que nos echó luces sobre el desempeño participativo que tienen los partidos políticos (léase, la estabilidad y constancia de participación que tienen de una a otra elección). Pero este desempeño participativo es solo un aspecto para analizar el débil enraizamiento que tienen en la sociedad. Otro aspecto a considerar es su desempeño electoral, esto es, analizar el performance que tienen los partidos nacionales y regionales para captar votos. Concentrarnos en el desempeño electoral permitirá comprender la preferencia que tienen los votantes (si suelen votar más por partidos nacionales o regionales) y también establecer el nivel de efectividad que tienen los partidos en las elecciones. Para el primer punto nos enfocaremos en el porcentaje acumulado obtenido por parte de los partidos políticos según su clasificación (nacional o regional) y así mostrar cuál es la preferencia que tiene el electorado, mientras que para el segundo punto nos fijaremos en qué tipos de partidos logran ocupar y ganar más cargos a nivel sub-nacional.
3.1 Dominio nacional: elecciones 2002 Los resultados de las elecciones regionales del 2002 mostraron un dominio por parte de los partidos políticos nacionales. Este fortalecimiento pudo verse en las plazas obtenidas por los partidos políticos en los ámbitos regionales, provinciales y distritales. En todas ellas, los 65
Manuel Seifert Bonifaz
partidos nacionales obtuvieron la mayoría de cargos en disputa. Primero, en el ámbito regional encontramos que los partidos nacionales habían ganado en 18 de las 25 regiones y, el partido político que ganó en más regiones fue el APRA obteniendo 12 plazas. Segundo, en el ámbito provincial los partidos nacionales ganaron en más del 50% de las provincias. Con ello, de las 194 provincias que estuvieron en disputa, los partidos nacionales ganaron en 108 de ellas. Finalmente, en el ámbito distrital los partidos nacionales ganaron 993 de los 1629 distritos obteniendo el 61% de los distritos a nivel nacional. A pesar de mostrarse como un escenario alentador, algunos se mantuvieron escépticos ante estos resultados. Es decir, existían dudas sobre si sobre la base de estos se podía considerar un resurgimiento de los partidos políticos tradicionales. Algo que habría que llamar la atención que estas elecciones parecían, principalmente, el resurgimiento de un partido político histórico: el APRA. Pues los otros partidos políticos que habían ganado en las otras regiones, tenían una existencia no mayor a una década (Perú Posible, UPP, entre otros). Esta corta edad de los partidos políticos tiene secuelas en el éxito que puedan tener en las elecciones a nivel sub-nacional. Por ejemplo, el partido Perú Posible a pesar de estar en el gobierno y, por así decirlo, tener a su alcance varios medios para tener una mayor presencia y posibilidades de victoria, solo ganó en una región, habiendo participando en 22 de estas. Detengámonos un breve momento para tratar de comprender cómo puede ser esto posible. Es inevitable que al tratar de comprender esta situación —el resultado electoral— salten a la vista dos principales líneas interpretativas. La primera, está relacionada con una visión institucional intra-partidaria en donde la organización misma del partido no estaba capacitada para sobrellevar estas elecciones. Siguiendo a Huntington (Huntington 1972) el partido no tenía suficiente tiempo de vida para establecer patrones de conducta reiteradas, estables y apreciables. Por ello, dentro los cuatro niveles que establece este autor para determinar el grado de insti66
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
tucionalización, es evidente que Perú Posible no había logrado cumplir con un nivel adecuado de complejidad, con una organización compleja, con diversas subunidades organizativas, tanto en el plano jerárquico como funcional, que haya sido adoptado por sus miembros. No podemos olvidar que para las elecciones del 2001 muchos candidatos se “subieron” al partido para obtener algún tipo de cargo público.31 El crecimiento repentino y abrumador de nuevos integrantes era algo para lo cual la estructura del partido no estaba preparada. La segunda, es más coyuntural y esta simplemente referida a la identificación que hicieron los votantes con respecto al desempeño que estaba teniendo el partido en el gobierno nacional. A partir del pobre desempeño que había tenido Perú Posible era muy difícil que pudiera obtener algún tipo de votación favorable. Además, podemos considerar en esta misma línea uno de los sucesos que se dieron justamente en el 2002 antes de las elecciones regionales que fue la caída del primer gabinete de Alejandro Toledo, debido a fuertes movilizaciones que se habían dado (sobre todo en Arequipa). Sin embargo, estas dos líneas interpretativas entran en conflicto con una mirada más detallada sobre los resultados provinciales y distritales. Si vemos el número de distritos que el partido Perú Posible ganó fueron 194, mientras que el PAP (aquel que notablemente había ganado en las elecciones regionales) obtuvo 204, siendo un partido que por tener mayor tiempo de vida tiene una organización más compleja. Con esta información, la primera interpretación suponía que el partido no estaba lo suficientemente estructurado y por tanto se veía incapaz por la falta de estructura partidaria de sobrellevar las elecciones, pero resultó teniendo un desempeño a nivel distrital similar al de un partido estructurado. Por otra parte, a nivel provincial Perú Posible ganó en solo 11 provincias (mientras que el APRA ganó en 34), obteniendo como partido de gobierno tan solo 5,6% del total de las provincias. Consecuentemente, a pesar de estar en el gobierno el 31 Carlos Bruce, Daniel Mora, Beatriz Merino, Anel Townsend, entre otros, de Somos Perú, para citar uno de varios casos semejantes.
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partido Perú Posible no fue capaz de establecerse en los ámbitos subnacionales. Ahora bien, el “fracaso” electoral del partido de gobierno, no se debe a circunstancias únicas del propio partido, sino que es algo que aqueja a la totalidad de los partidos políticos nacionales. Los partidos nacionales a nivel regionales obtuvieron 18 de las 25 regiones, esto constituye el 72% de los puestos disputados. Frente a ese porcentaje, es que se empezó a hablar del resurgimiento de los partidos políticos, pues entre los ganadores estaban el APRA, Perú Posible, UPP, Somos Perú. Sin embargo, si tomamos en consideración las cifras provinciales y distritales el escenario se modifica y el evidente dominio por parte de los partidos nacionales disminuye. Por ejemplo, el PAP que se mostró como el ganador contundente en el ámbito regional, ganando en 12 de las 23 regiones en las que se presentó, no se desempeñó de igual manera en los dos otros niveles. A nivel provincial, como hemos mencionado, obtuvo tan solo 34 de las 194 provincias en disputa, es decir, el 17,5%, ni un quinto de las provincias. En el ámbito distrital obtuvo 204 distritos lo que significó el 12,5%. El éxito aprista a nivel regional, no pudo ser igualado mientras más localizada era la elección. También partidos como Unidad Nacional y Acción Popular, lograron un deficiente desempeño a nivel subnacional, no solo no ganaron en ninguna de las regiones en las cuales participaron, sino que a nivel provincial no alcanzaron ni el 10% de los puestos que disputaron (Acción Popular ganó en 11 provincias, mientras que Unidad Nacional en 12, habiendo participado en 154 y 161 provincias respectivamente). A nivel distrital la historia es la misma, ambos partidos no llegaron a copar ni el 10% de los distritos que estuvieron en disputa. Los demás partidos nacionales como Somos Perú, UPP, MNI, entre otros, corrieron la misma suerte, es decir, no lograron captar más del 10% de los puestos que estuvieron en disputa, tanto a nivel provincial como a nivel distrital. No obstante ello, los partidos nacionales en su conjunto dominaron la escena provincial y distrital, porque, a pesar de que ninguno de ellos de manera individual obtuvo 68
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
un destacable desempeño, la suma total de cada una de sus victorias permitió que estos lograran captar más del 50% de los puestos que se disputaron. Por otra parte, los demás cargos disputados que no fueron ganados por partidos nacionales fueron obtenidos por diversos tipos de organizaciones políticas de diverso alcance, ya sea distrital, provincial y/o regional. En esa misma línea, encontramos que en estas ERM 2002 fueron los partidos provinciales los que ganaron un mayor número de alcaldías frente a los partidos regionales, tanto a nivel distrital como provincial, logrando obtener 291 municipios distritales y 54 municipios provinciales. Mientras que por otro lado, los partidos regionales lograron ganar en 197 distritos y en 32 provincias. Así, los partidos de alcance provincial obtuvieron en conjunto un mejor desempeño que los partidos regionales, aunque no tan bueno como el de los partidos nacionales.
porcentaje del total de cargos disputados
Gráfico N° 3.1 Cargos obtenidos en los tres niveles según el tipo de partido - ERM 2002 80 70 60 50
regional
40 30
provincial
20
Distrital
10 0
partidos nacionales
partidos regionales
partidos provinciales
partidos Distritales
Fuente: ONPE – Elaboración propia
Como podemos ver en el gráfico N°3.1 es evidente que los partidos nacionales ganaron la mayoría de los cargos disputados en los tres niveles de gobierno, dejando muy atrás a los demás partidos. En ese mismo sentido fueron los partidos provinciales los que obtuvieron, 69
Manuel Seifert Bonifaz
luego de los partidos nacionales, más puestos en los gobiernos provinciales y distritales, teniendo un mejor desempeño que los partidos regionales. Ahora bien, el otro dato que tomamos en consideración para medir el desempeño de los partidos está sujeto a la preferencia del votante. Estimamos que esta información es relevante porque permite medir el desempeño de los partidos no solo desde la victoria, sino desde su capacidad para la captación de votos. En las elecciones regionales y municipales donde se presentan un gran número de partidos, en donde la victoria suele obtenerse por un estrecho margen y donde los ganadores no suelen obtener más del 30% de la votación, es importante fijarse en el desempeño que han tenido los otros partidos competidores. Por ello, tomaremos en consideración el porcentaje acumulado obtenido por los partidos nacionales y los regionales en las elecciones para analizar su capacidad organizativa. Este dato nos permite conocer, primero, la preferencia que el electorado tiene frente a los partidos nacionales y regionales, es decir, si votan en su mayoría por partidos nacionales o regionales; y, segundo, nos permite medir el desempeño en su conjunto de los partidos nacionales y regionales. De este modo, podemos analizar qué tipo de partidos son los que más captan la votación de las personas, o, puesto desde la visión del votante, qué tipo de partidos son preferidos por las personas. Así, encontramos que en las elecciones regionales y municipales la gran mayoría de votantes prefirió a los partidos nacionales, frente a cualquier otro tipo de partido (ver gráfico n° 3.2). A nivel regional los partidos nacionales captaron en su conjunto más del 70% de la votación, demostrando un buen desempeño organizativo por parte de estos frente a sus competidores. El dominio por parte de estos partidos parece indiscutible, porque no solo obtuvieron la mayoría de las presidencias regionales que se disputaron, sino que a su vez, lograron captar mayor votación conjuntamente que los partidos regionales.
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Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
Gráfico N° 3.2 Porcentaje acumulado en los tres niveles- ERM 2002 80.00 70.00 60.00 50.00
regional
40.00 30.00
provincial
20.00
Distrital
10.00 0.00
partidos nacionales
partidos regionales
partidos provinciales
partidos Distritales
Fuente: ONPE - Elaboración propia
La figura es muy similar a nivel provincial y distrital, en estos ámbitos los partidos nacionales captaron más del 60% de los votos. Las personas a un nivel más localizado siguieron prefiriendo votar por los partidos nacionales antes que los regionales, provinciales o distritales. Por otro lado, los partidos regionales no lograron ser la segunda fuerza en las elecciones provinciales y distritales, porque quienes se posicionaron y lograron captar mayor votación en su totalidad fueron los partidos provinciales. Aunque con una gran brecha frente a los partidos nacionales, los partidos provinciales captaron el 15% de los votos a nivel distrital y 23% a nivel provincial. Hasta este punto encontramos que los partidos nacionales han tenido un mejor desempeño electoral, tanto para la obtención de los cargos como en la preferencia del votante, que otros partidos sub-nacionales. Los partidos regionales no lograron tener un buen desempeño electoral y se quedaron por detrás de los partidos provinciales. No obstante, es importante resaltar que estas elecciones fueron las primeras elecciones regionales y, por ende, las primeras en las que aparecía la figura del partido regional. 32 Esto llevó a que existieran departamentos 32 La Ley de Elecciones Regionales –Ley N° 27683- fue publicada el 15 de marzo de 2002.
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Manuel Seifert Bonifaz
en los cuales no se presentaron partidos regionales -como en Ancash, Cajamarca, Lima y Piura-, lo que permitió que los partidos nacionales como provinciales puedan copar y ganar ese espacio. En esta misma línea, decidimos utilizar la prueba de Pearson en las elecciones a nivel regional entre el número de partidos nacionales y su porcentaje acumulado obtenido en todos los departamentos y, lo mismo con los partidos regionales. El coeficiente de Pearson de los partidos nacionales fue de 0.46, mientras que el de los partidos regionales fue de 0.73. Esto significa que la correlación entre número de partidos y porcentaje acumulado por parte de los partidos regionales fue mucho más fuerte que el de los nacionales. Por tanto, los partidos regionales para estas elecciones fueron más exitosos que los nacionales en la captación de votos porque existía una mayor probabilidad de que al aumentar el número de los mismos aumentara su porcentaje acumulado. En suma, en las elecciones regionales del 2002 encontramos que los partidos nacionales se muestran como los actores políticos dominantes. En los tres niveles sub-nacionales obtienen la mayoría de los puestos públicos y logran captar en conjunto la mayor cantidad de votos. Esta preferencia se encuentra, sin embargo, influida por el número de partidos nacionales y regionales que participaron en las elecciones dentro de cada departamento, lo cual abre la posibilidad de que el dominio de los partidos se haya debido, más bien, a la ausencia de los partidos regionales como competidores establecidos. Con el objetivo de fortalecer a los partidos políticos y lograr una mayor institucionalización y enraizamiento de los mismos en la sociedad, se promulgó la Ley de Partidos Políticos (LPP) -Ley N° 28094- el primero de noviembre de 2003. No obstante, los resultados de esta ley no fueron los esperados.
3.2 Surgimiento de un nuevo competidor: elecciones 2006 Las elecciones regionales del 2006 estuvieron precedidas por un importante evento institucional para el sistema político peruano como lo 72
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
fue la promulgación de la LPP. A ello, debemos sumar un mayor tiempo para que la Ley de Bases de Descentralización (LBD) y la Ley de Elecciones Regionales puedan cristalizarse (publicadas cuatro y siete meses antes de las primeras ERM 2002 respectivamente). La LPP estableció determinados criterios y procedimientos que debían cumplir los partidos políticos nacionales, con el objetivo de buscar su fortalecimiento; mientras que por otro lado, era más flexible con los partidos regionales. 33 La LBD tenía como objetivo descentralizar la labor del Estado para impulsar un desarrollo integral y sostenible a través de la separación de competencias y funciones, estableciendo los Gobiernos Regionales con sus respectivos Presidentes electos como las principales autoridades dentro de cada departamento, abriendo esta nueva arena competitiva. Por último, la Ley de Elecciones Regionales estableció por primera vez los criterios para la postulación de candidatos a las presidencias regionales. No obstante, los candidatos con partidos regionales que querían cumplir con los criterios para la inscripción y lograr inscribirse a tiempo, se vieron enormemente limitados por el tiempo del que disponían para hacerlo (debían inscribirse 120 días antes de las elecciones, lo que dejó un plazo de menos de tres meses para que se puedan organizar y puedan inscribir su candidatura). Así, para las ERM del 2006 estas normas se encontraban más cristalizadas, su prácticas más difundidas y compartidas, y con una arena competitiva más conocida por sus competidores. La consecución de firmas para la inscripción, el establecimiento de comités, la organización del partido, la elaboración del plan de gobierno, la preparación de la lista de candidatos, entre otros aspectos, no era algo que se tuvo que realizar en cuestión de meses, sino todo lo contrario. Miembros de los futuros partidos regionales podían pedir con anticipación asistencia técnica a los organismos electorales (principalmente la ONPE), participaban en capacitaciones y se encontraban mejor informados para la presentación de la lista, reduciendo la posibilidad 33 El detalle de estos aspectos se verán con mayor detenimiento en el capítulo 4.
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de que esta sea tachada o negada. En este mismo sentido, podríamos afirmar que estas serían las primeras ERM en las cuales los partidos regionales estarían en una igualdad de condiciones frente a los demás partidos (ya sean de carácter nacional como provincial y/o distrital) a la hora de competir. Los resultados electorales a nivel regional muestran un claro dominio por parte de los partidos regionales. Tanto el APRA, como UPP o PNP, perdieron estrepitosamente la elección de las presidencias regionales. Estas fueron prácticamente ganadas en su totalidad por los partidos políticos regionales. El escenario político cambió radicalmente mostrando a los partidos regionales como la principal fuerza política y como los nuevos actores dominantes del escenario político. Como podemos ver en el gráfico n° 3.3 de los 25 departamentos donde se disputaron las presidencias regionales los partidos nacionales obtuvieron tan solo 7 regiones, lo que significa que obtuvieron el 28% de los puestos en juego, mientras que los partidos regionales alcanzaron en estas elecciones el 72% de los mismos. En el ámbito provincial los partidos nacionales ganaron 92 de las 195 plazas disponibles. De este modo lograron obtener el 47% de las provincias a nivel nacional. Los partidos nacionales siguen siendo la principal fuerza política a nivel provincial y distrital, aunque a comparación a las elecciones previas es inevitable encontrar que estos se han debilitado. Ninguno de los partidos políticos llega a alcanzar si quiera el 10% del total de provincias. El APRA gana en solo 17 de las provincias, Unión por el Perú en 14, el Partido Nacionalista obtiene 10 municipios mientras que Acción Popular logra ganar en 10, Somos Perú llega a las 7, Unidad Nacional obtiene tan solo 4 municipios provinciales, y el conteo sigue bajando.
74
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
porcentaje del total de cargos disputados
Gráfico N° 3.3 Cargos obtenidos en los tres niveles según el tipo de partido - ERM 2006 80.00 70.00 60.00 50.00
regional
40.00
provincial
30.00
Distrital
20.00 10.00 0.00
partidos nacionales
partidos regionales
partidos provinciales
partidos Distritales
Fuente: ONPE – Elaboración propia
En estas ERM, a nivel provincial, los partidos nacionales presentaron en promedio un menor número de candidatos en comparación con las elecciones previas. Son varios los partidos nacionales que disminuyeron considerablemente su participación entre una y otra elección. Uno de ellos es el del Movimiento Nueva Izquierda (MNI). En las elecciones del 2002, este había presentado candidatos en 101 provincias, y para las siguientes elecciones se presentó en tan solo 16 de estas. Otro caso es el de Perú Posible, presentándose en 180 provincias en el 2002 y luego en 24 para el 2006. Similar camino siguieron Somos Perú y Unidad Nacional, que habiendo presentado 125 y 161 candidatos provinciales respectivamente en el 2002, lograron participar en 52 y 49 provincias para el 2006. Sin embargo, no todos los partidos disminuyeron su participación. Hubo un partido que aumentó considerablemente su presencia en estas elecciones provinciales y un nuevo partido que se presentó en más del 80% de las provincias, estos son el partido UPP y el Partido Nacionalista Peruano.34 El primero había participado previamente en 75 provincias y para el 2006 logro presentar candidatos 34 El partido aprista también aumento su participación, aunque en tan solo dos provincias.
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Manuel Seifert Bonifaz
en 140, mientras que el segundo participó en 156 provincias (siendo el segundo partido nacional que más candidatos presentó a nivel provincial luego del PAP). Sin entrar en mucho detalle, no es coincidencia que los tres partidos que tuvieron un mejor desempeño a nivel provincial, tanto por el nivel de participación como por los cargos obtenidos, estuvieran relacionados a la elección presidencial del mismo año. El PAP fue el ganador de dicha elección, mientras que UPP fue la segunda fuerza política (primera a nivel parlamentario), y el PNP fue el partido fundado por candidato de Unión por el Perú esas elecciones, el Sr. Ollanta Humala. La gran participación del PNP era el intento de posicionarse a nivel sub-nacional, pero fracasó en dicho intento. Por otro lado, UPP como primera fuerza parlamentaria, se vio motivada para ampliar su presencia en estas elecciones. El éxito electoral obtenido por los partidos regionales, en los tres niveles de gobierno, los posiciona como un claro competidor frente a los partidos nacionales. A diferencia de las elecciones previas los partidos regionales se han erigido, tanto provincial como distritalmente, como la segunda fuerza política. Los partidos provinciales y distritales (ver gráfico n° 3.3) no ganaron en muchas de las localidades en las que se presentaron, han disminuido su éxito y, más bien, pareciera que fueran los partidos regionales aquellos que han captado estos votos. Ahora bien, al considerar los porcentajes acumulados en las elecciones regionales y municipales encontramos que los partidos nacionales, a pesar de haber sufrido una notable pérdida de puestos, siguen siendo una fuerza preferente por los votantes. Como podemos ver en el gráfico n° 3.4 el promedio del porcentaje acumulado de los partidos nacionales en estas elecciones sigue siendo más alto que el de los partidos regionales en los tres niveles (regional, provincial y distrital). Sin embargo, la diferencia entre los partidos es más acentuada mientras más localizada sea la elección. Por ejemplo, a pesar de haber obtenido los partidos regionales casi el mismo porcentaje de cargos 76
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
disputados a nivel provincial que los nacionales, la brecha existente entre estos en relación a la preferencia del votante a nivel provincial es muchísimo más grande, la cual crece a nivel distrital. Gráfico N° 3.4 Porcentaje acumulado en los tres niveles - ERM 2006 70 60 50 40
regional
30
provincial
20
Distrital
10 0
partidos nacionales
partidos regionales
partidos provinciales
partidos Distritales
Fuente: ONPE - Elaboración propia
Otro aspecto que surge acá es la disminución del porcentaje obtenido por los partidos más localizados, provinciales y distritales, los cuales en comparación con las elecciones previas han empeorado su desempeño. Estos pareciera que estuvieran al borde de la extinción, en tanto que la preferencia de los votantes por este tipo de partidos es sumamente baja a nivel nacional. No logran recoger ni el 10% de la votación. Las elecciones regionales y municipales del 2006 en comparación con las del 2002 mostraron que los partidos nacionales han ido perdiendo fuerza, presencia y raíces a nivel sub-nacional. Solo a nivel provincial y distrital siguen siendo más exitosos al obtener la mayoría de las alcaldías disputadas, pero a nivel regional habrían perdido este dominio. No obstante ello, siguen siendo la primera opción para los votantes, en tanto han logrado captar la mayoría de los votos en los tres niveles. Por otra parte, los partidos regionales en comparación con las elecciones previas, se asentaron mejor como competidores, presentando más candidatos, obteniendo más cargos en los tres niveles de gobierno y 77
Manuel Seifert Bonifaz
capturando una mayor preferencia por parte del votante. En términos generales, siguen estando por detrás de los partidos nacionales, aunque ello no quita que en estas elecciones han demostrado ser la segunda fuerza política y el más temible competidor de los partidos nacionales. Estas elecciones son un punto de inflexión por el surgimiento y establecimiento de los partidos regionales como una opción política atractiva, viable y exitosa a nivel sub-nacional.
3.3 Una tendencia y un cambio radical: elecciones 2010 Las elecciones regionales y municipales del 2010 mostraron una escena completamente opuesta al de las elecciones del 2002, y aquellos que ocupan el rol protagónico en este escenario son los partidos regionales. Los partidos nacionales, ahora como actores secundarios, han perdido fuerza y peso en los tres niveles sub-nacionales. Tanto en las regiones, como provincias y distritos, los partidos nacionales han dejado de ser la fuerza dominante. Del mismo modo, el desempeño electoral que se da a través del porcentaje acumulado también bajó y, por tanto, los partidos regionales son ahora aquellos que se muestran como una opción preferente para los electores. En relación a los cargos obtenidos en las ERM 2010, encontramos que en el ámbito regional los partidos nacionales solo ganaron en 5 de las 25 regiones disputadas. En las provinciales vemos que ganaron solo 62 de las 195 plazas disponibles, obteniendo tan solo el 32% del total. Finalmente, en el ámbito distrital ganaron en 584 distritos lo que hizo que consiguieran el 36% de los puestos posibles. La presencia de estos en los cargos a nivel sub-nacional no llegó a pasar el 35% en ninguno de los tres niveles. Estas elecciones mostraron ser, hasta el momento, la más grande derrota de los partidos nacionales en elecciones sub-nacionales, porque a diferencia con las otras elecciones, en estas los partidos nacionales no han sido capaces ganar en ningún ámbito. Los partidos regionales, por su parte, son los partidos más exitosos y eficaces en las elecciones. Al observar el gráfico n° 3.5 vemos su indiscutible dominio en los tres 78
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
niveles, habiendo obtenido en todos los casos más del 60% de los puestos disputados. Al final, los partidos provinciales y distritales no alcanzaron ganar más del 3% de los puestos, estando ahora sí, al borde de la extinción. La baja participación de los partidos nacionales, en los tres niveles, es evidente. Por ejemplo, a nivel regional, el PNP que se había presentado previamente en los 25 departamentos, solo logró presentar candidaturas en 3 departamentos para estas elecciones (y dos de ellas fueron mediante alianzas con partidos regionales). La misma suerte corrió a nivel provincial, en donde paso de presentar 156 candidatos provinciales a tan solo 23 en el 2010 (de los cuales 15 provenían de su alianza con los partidos regionales); y a nivel distrital, había presentado 907 candidatos en el 2006 y para el 2010 presentó a 132 (en donde 97 fueron gracias a su alianza). Como sabemos, todos los partidos fueron disminuyendo su participación entre elección y elección, sin embargo, hubo dos partidos cuya disminución no fue tan abrupta. Estos partidos fueron el Partido Aprista Peruano y Acción Popular, y fue el primero el cual participó considerablemente en más partidos que el segundo (y el resto de partidos también).
porcentaje del total de cargos disputados
Gráfico N° 3.5 Cargos obtenidos en los tres niveles según el tipo de partido - ERM 2010 90 80 70 60 50
regional
40
provincial
30
Distrital
20 10 0
partidos nacionales
partidos regionales
partidos provinciales
Fuente: ONPE – Elaboración propia
79
partidos Distritales
Manuel Seifert Bonifaz
Al analizar este gráfico es inevitable percatarse de que los partidos nacionales tienen un mejor desempeño mientras más localizada sea la elección. Si comparamos las tres últimas elecciones en los tres niveles, encontraremos que los partidos nacionales siempre han obtenido más cargos mientras más localizada era la elección. De este modo, vemos que su desempeño electoral a nivel distrital es mucho mejor que el provincial o regional (exceptuando el regional del 2002). En esa misma línea, surge lo opuesto en relación a los partidos regionales, ya que mientras más localizada es la elección estos suelen ganar menos cargos disputados. Partiendo del hecho de que los partidos nacionales tienen de por sí una muy baja representación a nivel sub-nacional la cual, a su vez, está disminuyendo de elección a elección, es inevitable asombrarse por el facto de que su representación sea mayor a nivel distrital. Desde esta comprobación podemos afirmar que mientras más localizado se esté, más fuerte y arraigado se encuentran los partidos nacionales, y que mientras más se suba en la cadena gubernamental-representativa se irán debilitando cada vez más. Ahora bien, el otro ámbito del desempeño electoral, el porcentaje acumulado obtenido por los partidos, encontramos a los partidos regionales como la elección preferente por parte de los votantes. Como podemos observar en el gráfico N° 3.6 los partidos nacionales han perdido frente a los regionales en los tres niveles. En las dos últimas elecciones (2002 y 2006) los partidos nacionales habían mantenido su dominio en este aspecto y seguían siendo la opción preferente de los votantes. Sin embargo, esta preferencia cambió en estas elecciones y viró hacia los partidos regionales.
80
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
Gráfico N° 3.6 Porcentaje acumulado en los tres niveles - ERM 2010 80 70 60 50
regional
40 30
provincial
20
Distrital
10 0
partidos nacionales
partidos regionales
partidos provinciales
partidos Distritales
Fuente: ONPE - Elaboración propia
Los resultados de las elecciones regionales y municipales del 2010 fueron un escenario completamente opuesto al de las elecciones del 2002. Los partidos nacionales pasaron de ser los protagonistas de la escena política a ser meros actores de reparto. Tanto en los cargos sub-nacionales obtenidos como en el porcentaje acumulado el cambio de rol ha sido evidente. Los partidos regionales son los que poseen el rol protagónico y son los que dominan el escenario y la competencia política a nivel sub-nacional. No obstante ello, estas elecciones también mostraron que a pesar del bajo nivel representativo de los partidos nacionales, estos suelen tener mayor presencia a un nivel más localizado y se van debilitando mientras más se suba en la cadena gubernamental.
3.4 Resumen electoral A lo largo de las elecciones regionales y municipales hemos podido constatar cómo los partidos nacionales han ido perdiendo peso, presencia y representatividad en los ámbitos regionales, provinciales y distritales. Primero encontramos que estos partidos fueron perdiendo cada vez más cargos sub-nacionales de elección a elección, hasta convertirse en la segunda fuerza política a nivel sub-nacional. Esta tendencia a la baja que se muestra en el gráfico n° 3.7 evidencia cómo a 81
Manuel Seifert Bonifaz
lo largo de las elecciones los partidos políticos han ido empeorando su desempeño electoral perdiendo cada vez más cargos en los tres niveles35. Sin embargo, resalta el hecho de que dentro de su perpetua debilitación electoral hayan tenido una mayor representación a nivel distrital. Gráfico N° 3.7 Presencia de partidos nacionales en cargos sub-nacionales 2002-2010
porcentaje del total de cargos posibles
80% 70% 60% 50%
gobiernos regionales
40%
gobiernos provinciales
30%
gobiernos Distritales
20% 10% 0%
2002
2006
2010
Fuente: ONPE - Elaboración propia
Como contraparte, los partidos regionales fueron aumentando cada vez más presencia en los cargos sub-nacionales. Estos hicieron el camino inverso que los partidos nacionales. Mientras que los nacionales eran la fuerza política dominante en las elecciones del 2002, los regionales eran una simple minoría. Ahora, en las elecciones del 2010 son estos los que han obtenido la mayoría de los cargos en el ámbito regional, provincial y distrital. El gráfico N° 3.8 muestra claramente la tendencia que han tenido los partido regionales en las elecciones, 35 El partido ‘Alianza para el Progreso’ ha sido el único partido nacional que entre elección y elección ha aumentado su participación y sus triunfos electorales, aunque este aumento ha sido mínimo, no llegando a participar ni en el 50% de las presidencias regionales o municipios locales. Mucho de este aumento se encuentra distribuido al norte del país (Ancash, La Libertad, Lambayeque, Cajamarca, entre otros) y el costo del voto se vuelve cada vez mayor mientras más al sur se va. Estaríamos más bien frente a la excepción que confirma la regla.
82
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
develando que se han vuelto la principal fuerza política a nivel subnacional a lo largo de las elecciones, desplazando no solo a los partidos nacionales sino también a los de carácter provincial y distrital. Gráfico N° 3.8 Presencia de partidos regionales en cargos sub-nacionales 2002-2010 porcentaje del total de cargos posibles
90% 80% 70% 60% 50%
gobiernos regionales
40%
gobiernos provinciales
30%
gobiernos Distritales
20% 10% 0%
2002
2006
2010
Fuente: ONPE - Elaboración propia
Además, dada las pocas raíces que tenían los partidos nacionales en la sociedad y los pocos vínculos que había formado con la misma, el desempeño de los mismos en el ámbito regional fue bajando a medida que iban creciendo la participación de los partidos regionales. En el gráfico N° 3.9 encontramos dos cosas. Primero, la tendencia a la baja de los partidos nacionales en relación a la preferencia del votante. Segundo, el cambio radical que se ha dado entre ambos tipos de partidos. En las elecciones del 2002 los partidos nacionales eran, sin lugar a dudas, los protagonistas del escenario político electoral captando en mayor medida la preferencia del votante, mientras que los partidos regionales tenían un rol secundario. Sin embargo, de elección a elección, los roles se invirtieron y son ahora los partidos regionales los actores principales del escenario político y los preferidos por parte de los electores.
83
Manuel Seifert Bonifaz
porcentaje acumuladooobtenido
Gráfico N° 3.9 Desempeño electoral en las ERM 2002-2010 80 70 60 50 40
partidos nacionales
30
partidos regionales
20 10 0
2002
2006
2010
Fuente: ONPE - Elaboración propia
Un último aspecto relacionado con el desempeño electoral, tanto desde la obtención de cargos así como del porcentaje acumulado de parte de los partidos, es la participación que tuvieron los partidos durante estas elecciones. La decadencia (o evidente debilidad) de los partidos nacionales y el auge de los regionales durante estas elecciones, también se manifestó a través de la presencia de estos en los comicios. Al analizar el gráfico n° 3.10 vemos como los partidos nacionales han estado en picada desde las elecciones del 2002, en los tres niveles sub-nacionales fueron perdiendo presentando cada vez menos candidatos. Por otra parte, la participación de los partidos regionales muestra una tendencia creciente la cual se acentúa entre las elecciones del 2006 a las del 2010. Gráfico N° 3.10 Participación promedio de los partidos en las ERM 2002-2010
promedio de partidos
7.00 6.00 5.00 4.00
partidos nacionales
3.00
partidos regionales
2.00 1.00 0.00
2002
2006
2010
Fuente: ONPE - Elaboración propia
84
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
En suma, los datos mostrados evidencian que los partidos nacionales en el ámbito regional, provincial y distrital, han dejado de ser la fuerza política dominante que alguna vez fueron en el 2002. El espacio dejado por ellos ha sido ocupado por los partidos regionales. Por ello, se hace evidente que el dominio que tuvieron los partidos nacionales en las elecciones regionales y municipales del 2002 se debió principalmente a la ausencia de competidores regionales. En la medida en que los partidos regionales se asentaban cada vez más en las elecciones, los partidos nacionales iban perdiendo y desvaneciéndose de igual modo en el ámbito sub-nacional. Así, los partidos nacionales no fueron capaces de echar raíces a lo largo de los años y, por tanto, no pudieron sostener el dominio que tuvieron en el 2002. A lo largo de los años, los votantes prefirieron votar por los partidos regionales, develando que los partidos nacionales dejaron de ser una opción electoral viable para los mismos. La incapacidad por parte de los partidos nacionales de mantener esta preferencia electoral, de mantener los cargos obtenidos y de mantener su participación en los tres niveles muestran que siempre fueron débiles, que su dominio estuvo sustentado en la ausencia de competidores y no tanto en su fortaleza como partidos. De haber sido partidos fuertes, enraizados e institucionalizados, hubieran podido sostener este dominio o, en su defecto, al menos estar a la par con los partidos regionales. Sin embargo, no pudieron hacerlo porque nunca fueron partidos consolidados y su presencia a nivel subnacional estaba construida sobre cimientos endebles.
85
Capítulo 4:
Las causas del descenso nacional
L
as tres últimas elecciones regionales y municipales (2002-2010) mostraron cómo los partidos nacionales colapsaron. Este colapso se debe a que estos no fueron capaces de sostenerse como la fuerza política dominante, mostrando su debilidad inherente. Lo que veremos en este capítulo son las razones por las cuales los partidos nacionales han sido incapaces de echar raíces en la sociedad, resultando en una manifiesta preferencia de los votantes por los partidos regionales.
Fueron tres las variables que agudizaron la debilidad de los partidos y que explican este colapso. La primera se debe la poca confianza que tienen los electores hacia los partidos políticos nacionales. La segunda, es la Ley de Partidos Políticos cuyas disposiciones terminaron dificultando la presencia de los partidos nacionales en el ámbito sub-nacional y facilitando la creación de los regionales; y, finalmente, la identificación que los peruanos generan con los líderes políticos como determinante de la votación. Estas causas se articulan y entrelazan conjuntamente para la explicación del fenómeno.
4.1 Falta de confianza La primera variable que explica cómo los partidos nacionales han perdido dominio y, cada vez más, raíces en la sociedad se debe a la poca o ninguna confianza que le tiene la ciudadanía. Esta confianza se vio deteriorada por el contexto previo en donde los mismos partidos políticos se mostraron incapaces para satisfacer las demandas de las poblaciones. Como bien señala Nicolás Lynch, los partidos políticos son entidades 87
Manuel Seifert Bonifaz
intermediaras entre la sociedad y el Estado, las cuales “pierden la confianza de los ciudadanos porque dejan de ser útiles como canales de representación” (Lynch 1999: 14). Para este autor la lógica neoliberal de mercado se impuso como “la única ordenadora del conjunto de la vida social”, lo que generó que los partidos políticos pierdan “casi toda su capacidad de ofrecer soluciones a las demandas de la población porque dejan de tener acceso a los recursos que les habían permitido atender estas demandas en el pasado” (Lynch 1999: 14). El pobre desempeño de los partidos políticos como canales de representación de la ciudadanía y la consecuente imposibilidad de satisfacer las demandas sociales son la base de la desconfianza en los partidos políticos. Como vemos en el Gráfico N° 4.1 más de la mitad de los encuestados confía “nada” en los partidos políticos. Si se suma lo “poco” que confían los ciudadanos en los partidos políticos, encontramos que en promedio a lo largo de los años desde que se iniciaron las elecciones regionales, el 84% de las personas confían “poco” o “nada” en los partidos nacionales. La desconfianza a esta institución es realmente alarmante porque los partidos políticos se consideran como uno de los pilares de la democracia. En un régimen democrático son las elecciones el procedimiento a través del cual se accede al poder. En estas, los partidos políticos son los actores principales porque son aquellos que permiten y posibilitan el acceso de los candidatos a los cargos público. Gráfico N° 4.1 Confianza en los partidos políticos nacionales 70 60 50 nada
40
poco
30 Bastante
20 10 0
2002
2003
2004
2005
2006
2007
Fuente: INEI - Elaboración propia
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2008
2009
2010
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
Dentro de esta gran desconfianza que los ciudadanos tienen frente a los partidos políticos, queremos señalar que existe un porcentaje considerable que simplemente no sabía si confiaba o no en los partidos. En el 2002 un 2% de las personas no sabía que si confiaba o no en estos, sin embargo, en los tres últimos años el porcentaje llegó al 10%. Consideramos como algo negativo que las personas ni siquiera sepan si confían o no en los partidos políticos. Al analizar este resultado nos quedamos con tres interpretaciones posibles. La primera señala que la persona no saben cómo medir esa confianza, no tiene patrones a través de los cuales pueda corroborar su confianza y, por tanto, no sabe si confía o no en los partidos. Esto evidencia que su relación con los mismos partidos es nula, porque ni siquiera existen parámetros para calificarlos tanto positiva como negativamente. La segunda está referida al desinterés propio de los ciudadanos, ni siquiera les importa la propia institución y la confianza en los partidos no es relevante. La tercera supone que las personas ni siquiera saben a qué se refieren con “partidos políticos” y, por ello, sinceramente no saben si confían o no en estos.36 Así, el que no sepan siquiera a qué se refieren muestra la propia decadencia de los partidos políticos. Estas son tres posibles interpretaciones que encontramos para saber por qué existe un número creciente y considerable de personas que no sabían si confiaban o no en los partidos. Sin embargo, más allá de las interpretaciones posibles, creemos simplemente que el que no sepan si confían o no, es un fuerte indicador de la propia decadencia de los partidos políticos nacionales en el Perú. La desconfianza en la institución partidaria es tan notable que se encuentra considerablemente por debajo de las demás instituciones del Estado.37 En el gráfico N° 4.2 hemos comparado la confianza que tie36 Cfr. Bourdieu (2005) 37 Obviamente los partidos políticos no son instituciones del Estado, pero si son un nexo, un intermediario entre la sociedad y el Estado. Además, una vez ganadas las elecciones se convierten en parte del Estado, razón por la cual se considera pertinente compararla con las demás instituciones estatales.
89
Manuel Seifert Bonifaz
nen las personas en los últimos años en las instituciones estatales. 38 El rango va del 0 al 1, siendo este último mayor confianza en la institución. Mientras que la confianza en las instituciones del Estado suelen estar alrededor del 0.5 y la del Congreso de la República en 0.39, la de los partidos políticos no supera en promedio el 0.13. Esta es, sin lugar a dudas, una cifra alarmante. La desconfianza en comparación con las otras instituciones es considerable. El Congreso, institución que tiene altos índices de desaprobación por parte de los ciudadanos, se encuentra por encima de los partidos políticos. Solo guiándonos con los promedios, la gente confía tres veces más en el Congreso que en los partidos políticos. Gráfico N° 4.2 Promedio anual de confianza en las instituciones estatales 1 0.9 0.8 0.7
promedio de
0.6
instituciones
0.5 0.4
en el congreso
0.3 0.2
partidos políticos
0.1 0
2005
2006
2007
2008
2009
2010
Fuente: INEI – Elaboración: José Luis Incio 38 Para el índice creado, el autor usó la información anual de la “Encuesta Nacional de Hogares”. Se calculó el índice utilizando la pregunta: ¿Tiene usted confianza en..?. Para el 2005 y el 2006 se tomaron en cuenta la encuesta preguntaba sobre las siguientes instituciones: Municipalidad Provincial, Municipalidad Distrital, Policía Nacional del Perú, FFAA, Gobierno Regional, ONPE/JNE, Poder Judicial, Ministerio de Educación, Ministerio de Salud, EsSALUD, RENIEC, Defensoría del Pueblo, Congreso de la República. Para el 2007, 2008, 2009 y primer trimestre del 2010 no se preguntó sobre Ministerio de Salud, EsSALUD y RENIEC. El índice se calculó sumando los puntajes obtenidos por cada institución mínimo 1, máximo 4 y estandarizando al dividirlo entre el máximo posible.
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Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
Los partidos políticos nacionales han dejado de ser canales de representación viables para los ciudadanos, estos desconfían de los mismos y no los reconocen como medios válidos a través de los cuales puedan expresar y canalizar sus intereses. Ante este escenario, los ciudadanos buscan otros canales que reemplacen las funciones que los partidos políticos nacionales han dejado de hacer. De este modo, surgen los partidos regionales como los nuevos actores que pueden suplir y satisfacer las demandas insatisfechas de los ciudadanos. Uno se ve tentado a pensar en este punto el por qué los partidos regionales no se verían incluidos en esta poca o nula confianza hacia los partidos políticos en general. Si bien esta interrogante es válida, es importante resaltar que los partidos regionales, se presentan ante los electores (así como ante el JNE) no como partidos políticos, sino bajo la denominación de “Movimiento Regional”. Muchos de lo que hemos denominado partidos regionales, incluyen en su nombre esta denominación de “Movimiento Regional”, lo cual para el imaginario del elector genera una división en donde partido político no es lo mismo que movimiento regional. Así, los partidos políticos están relacionados con los partidos nacionales, pero no los partidos regionales. Consecuentemente, la poca o nula confianza que tienen las personas hacia los partidos políticos nacionales hizo que estos buscaran otros medios que reconocieran como válidos “canales de expresión hacia arriba” (Sartori 2009). Esta variable explica por qué los ciudadanos buscaron otros vehículos representativos, sin embargo, no explica del todo cómo los partidos regionales a lo largo de las elecciones cobraron una mayor importancia en la escena política. Esta mayor presencia será explicada con la variable institucional que fue la Ley de Partidos Políticos.
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Manuel Seifert Bonifaz
4.2 La Ley de Partidos Políticos La falta de confianza en los partidos políticos nacionales brindó la base para que las personas buscaran otros medios a través de los cuales sean representados. Sin embargo, no explica cómo los partidos regionales pasaron de ser una fuerza política minoritaria en el 2002, a ser la dominante en el 2010. Para explicar este cambio creemos que la Ley de Partidos Políticos (LPP) jugó un rol importante. Antes de esta ley existía un desorden legislativo sobre los partidos políticos. Las inscripciones y requisitos para participar en los diversos ámbitos no se encontraban centralizadas en una sola ley, sino todo lo contrario. Existían leyes para todo tipo de elección: nacional, regional, provincial y distrital. La dispersión normativa en temas electorales llegó a ser excesiva teniendo exactamente 13 normas (Tuesta 2004). Entre ellas tenías por un lado, la Ley Orgánica de Elecciones – Ley N° 26859 - publicada el primero de octubre de 1997 que se regían solo para el ámbito nacional. Por otra parte, tenías la Ley de Elecciones Regionales –Ley N° 27683- y la Ley de Elecciones Municipales –Ley N° 26864- las que estipulaban todo sobre las elecciones en el ámbito sub-nacional. En todas ellas, no existía ni definición sobre lo que era un partido político, ni distinción entre distintas organizaciones políticas como agrupación independiente o lista independiente. En la tabla N° 4.1 vemos los distintos requisitos para que las organizaciones políticas (ya sea partido político, agrupación o lista independiente según estas leyes) se presentaran a elecciones.
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Plazos para la inscripción
Fuente: Ley N° 26859, Ley N° 27683 y Ley N° 26864 – Elaboración propia
i) Las organizaciones políticas regionales, cuyas candidaturas no sean patrocinadas por un partido político, obtienen su inscripción acreditando una relación de adherentes no menor al 2.5% del total de electores hábiles de su respectiva circunscripción electoral.
Regional
Ley de Elecciones Regionales
iii) Presentación por duplicado de disquetes con la relación de adherentes y de sus respectivos números de Documento Nacional de Identificación de acuerdo con los requerimientos del Jurado Nacional de Elecciones. 90 días naturales antes del día de 120 días naturales antes del día las elecciones de la elección
ii) Solicitud con la denominación del Partido o Agrupación Independiente, su domicilio y el nombre del respectivo personero ante el Jurado Nacional de Elecciones.
Nacional
i) Relación de adherentes no menor del 4% de los ciudadanos hábiles para votar a nivel nacional, según el número de electores inscritos en el Padrón empleado en las últimas elecciones de carácter nacional, con la firma y el número del Documento Nacional de Identificación de cada uno de éstos.
Alcance
Requisitos para la inscripción
LOE
60 días naturales antes de la fecha de las elecciones
i) Las candidaturas que no sean patrocinadas por un partido político debidamente inscrito deben presentar, para su inscripción, en forma individual, una relación de adherentes que no sea menor al 2.5% del total de electores hábiles de la circunscripción provincial o distrital donde postulen, según corresponda.
Provincial y distrital
Ley de Elecciones Municipales
Tabla N° 4.1 Normas previas a la Ley de Partidos Políticos para las organizaciones políticas
Leyes
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
Manuel Seifert Bonifaz
La Ley de Partidos Políticos –Ley N° 28094- publicada el 1 de noviembre del 2003 sistematizó, simplifico y unificó la regulación sobre los partidos políticos que se encontraba dispersa en las diversas leyes electorales. El objetivo de esta ley era “crear las condiciones para la constitución y fortalecimiento de un sistema democrático de partidos” (Tuesta2005: 94). De este modo se iba a poder “favorecer la construcción de partidos democráticos, basados en la participación de sus afiliados, con presencia y cobertura nacional” (Tanaka 2009: 7). A partir de esta ley se hizo una distinción clara sobre qué es un partido político, qué funciones tiene y cuáles son sus objetivos. Del mismo modo, se hizo una diferenciación frente a lo que se considera un movimiento y una organización política de alcance local. La diferenciación entre estos dos últimos casos no estuvo en el ámbito conceptual, sobre qué se considera un movimiento u organización política de alcance local, sino más bien estuvo referido al alcance y participación política que tenían. A partir de estas distinciones y varios de los requisitos para la inscripción de toda organización política (Tabla N° 4.2), se buscó el fortalecimiento y la institucionalización de los partidos políticos nacionales. Sin embargo, a pesar de las buenas intenciones que poseía la LPP esta fracaso pues no se obtuvieron los efectos esperados. El primer error que tuvo ésta ley fue diferenciar conceptualmente a los partidos políticos por un lado y, a los movimientos y organizaciones políticas de alcance local por el otro. Lo que no consideró fue que todos son partidos en tanto grupo político que presenta candidatos a través de elecciones para los cargos públicos. La diferencia está únicamente en el alcance y participación política que tienen. Esta distinción hecha por la LPP desencadenó la disparidad en los requisitos y exigencias que cada organización política debía cumplir, que resulto por jugar un rol negativo para que los partidos nacionales se fortalezcan a nivel sub-nacional. Así, esta ley institucionalizó desde el inicio la fractura misma. Entonces, 94
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
una primera falla que condicionó el resultado de la LPP fue la diferenciación conceptual (inexistente) entre partidos políticos por un lado y, por el otro, movimientos regionales y organizaciones políticas de alcance local.39
39 Si bien el objetivo del trabajo no es presentar qué tipos de reformas se deben hacer, creemos firmemente que una primera disposición que se debería tomar es eliminar la figura de Movimiento y Organización política de alcance local y tratarlos como lo que son: partidos políticos que se diferencian solo por el alcance y participación política que tienen. De este modo, tendríamos Partidos Nacionales, Partidos Regionales y Partidos Locales.
95
96
Fuente: Fernando Tuesta (2005)
- pretenda presentar candidatos
- desarrolle actividades,
Oficina de Registro especial (adscrito al OROP). a) Relación de adherentes no menor al 1% de los ciudadanos que sufragaron en las últimas elecciones de carácter nacional dentro de la circunscripción donde:
Organizaciones de alcance local Provincial y distrital Elecciones municipales
- Dentro del año posterior a la ad- - Dentro del año posterior a la adquisiquisición del kit electoral. ción del kit electoral. Mantiene su registro Cancelación automática de oficio
- 210 días anteriores a la fecha de la - 210 días anteriores a la fecha de la elecelección. ción.
b) Actas de Constitución de comité parb) Actas de Constitución de comité tidario en más de la mitad más uno del partidario en más de la mitad más total de distritos (provincial) y un comité partidario en el distrito (distrital). uno del número de provincias.
- pretenda presentar candidatos.
- desarrolle actividades,
Movimientos Regional o “departamental” Elecciones regionales y municipales. Registro Especial (adscrito al OROP) a) Relación de adherentes no menor al 1% de los ciudadanos que sufragaron en las últimas elecciones de carácter nacional dentro de la circunscripción donde:
Tabla N° 4.2 Categorías de las organizaciones políticas
Partidos Políticos Alcance Nacional Participación Todo tipo de elección. política Órgano ante el que Registro de Organizaciones Políticas se inscriben (OROP) Requisitos para la a) Acta de fundación. inscripción b) Relación de adherentes no menor al 1% de los ciudadanos que sufragaron en las últimas elecciones de carácter nacional (con firmas verificadas). c) Actas de Constitución de comités partidarios en por lo menos un tercio de provincias del país, ubicadas en al menos los dos tercios de los departamentos. d) Estatuto del partido. e) Designación de personeros legales, titulares y alternos. f) Designación de uno o más representantes legales del partido. - 180 días (6 meses) anteriores a la fecha de elección. Plazos para la inscripción - Dentro del año posterior a la adquisición del kit electoral. Concluido el proMantiene su registro, salvo que no ceso electoral alcance el umbral o no obtenga la representación parlamentaria que prevé la ley.
Manuel Seifert Bonifaz
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
Si bien la LPP establece requisitos y disposiciones que favorezcan la institucionalización de los partidos políticos, estas “no alcanzan a todas las agrupaciones políticas del país sino únicamente a los partidos políticos” (Vergara 2009: 23). Para Alberto Vergara los partidos políticos tienen que cumplir muchos más deberes que los movimientos y las organizaciones políticas de alcance local. Entre ellas, encontramos que los primeros requieren democracia interna para la elección de sus candidatos y dirigentes, así como un registro de ingresos privados y un informe financiero anual, mientras que los movimientos y organizaciones políticas de alcance local no tienen que cumplir ninguno de estos requisitos. Esto permitió que para las elecciones regionales del 2006, 21 de los presidentes regionales y mayoría de autoridades locales no hayan provenido “de elecciones internas en sus respectivas organizaciones políticas y tampoco han tenido la obligación de presentar reportes financieros para demostrar la transparencia de los fondos utilizados” (Vergara 2009: 24). Así, la LPP acentuó involuntariamente la debilidad de los partidos políticos nacionales en los niveles sub-nacionales. El costo de participación para los partidos nacionales en el ámbito regional, provincial y distrital aumento considerablemente en comparación con los regionales y locales. Al tener los primeros requisitos elevados, los actores sub-nacionales, no tuvieron “incentivo para buscar establecer vínculos con la política nacional” (Tanaka 2009: 15), debilitando la presencia de los nacionales en estos niveles. Como bien señala Vergara,
“
ser candidato de un partido nacional es ahora demasiado costoso tanto para el candidato como para el partido. De hecho, algunos partidos (como Perú Posible40 y Acción Popular) prefirieron no participar en algunas instancias electorales pues el partido no tenía la infraestructura necesaria para supervisar las elecciones internas exigidas por la ley, ni manera de lidiar con las disputas infinitas que estas generaban” (Vergara 2009: 26).
40 Este partido presentó 22 candidatos para las elecciones regionales del 2002, en el 2006 presentaron tan solo 6 candidatos.
97
Manuel Seifert Bonifaz
Las elecciones internas fue justamente un requisito que aumentó el costo de participación electoral de los partidos nacionales en el ámbito sub-nacional. El problema con la democracia interna en los partidos nacionales es que permite que líderes regionales no busquen el vínculo con los partidos nacionales, no solo porque se “malgasta” el tiempo que se podría utilizar en empezar la campaña, sino porque la victoria no se encuentra asegurada. El proceso de organización interna para llevar adelante las elecciones, requiere un mínimo de institucionalidad que los partidos quieren superar o ni siquiera pueden enfrentar. Actualización de los padrones de los miembros activos, la elección del comité electoral, con el representante legal que debe estar reconocido por la ONPE, son un conjunto de acciones legales que lleva a veces a que esos procesos no se organicen debidamente o simplemente no se ejecuten. A ello, se debe añadir que los partidos nacionales gozan de un gran desprestigio y desconfianza por parte de la población, razón por la cual no sería beneficioso que este líder buscará el vínculo con este tipo de partido. De este modo, a cualquier líder regional le resulta más beneficioso crear un partido regional, convertirse automáticamente en su líder y candidato, y participar en las elecciones. Sin embargo, el 25 de diciembre del 2009 se aprobó la ley que modifica la LPP (Ley N° 29490) que, entre sus disposiciones, obligaba a los partidos regionales a llevar a cabo procesos de democracia interna para la elección de sus candidatos (art. N° 19). De este modo, se aumentó el costo de participación para los partidos regionales pues tenían que elegir a sus candidatos a través de elecciones internas. A pesar de esta modificación las elecciones del 2010 mostraron un aumento significativo en la participación de los partidos regionales pues se pasó de tener en promedio 2.52 partidos por departamento en el 2006 a 4.72 en el 2010 (gráfico N° 3.10). Con lo cual, el supuesto aumento en el costo de participación para los partidos regionales no se sintió realmente. Una de las razones que explicarían por qué los partidos regionales no sintieron el aumento del costo participativo se debe al cumplimiento de la misma disposición. La ONPE brinda asistencia técnica y apoyo (ATA) que es el servicio de asesoría especializada para los comités 98
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electorales de las organizaciones políticas. Aquí se recibe la asesoría de la ONPE en la planificación de elecciones, capacitación en procedimientos electorales, capacitación a personeros, entre otros. Para el año 2010 se realizaron 180 servicios de ATA a los partidos políticos en todo el Perú y la mayor demanda estuvo referida a las elecciones internas con 119 pedidos en total. Como vemos en el gráfico N° 4.3 la mayor demanda de los partidos políticos estuvo circunscrita a las elecciones internas y luego a la capacitación de los personeros. Al centrarnos en la ATA para las elecciones internas de los partidos nacionales y regionales encontramos que el 95% de los partidos políticos pidió este tipo de servicio, mientras que solamente el 17% de los partidos regionales lo hizo.41 De este modo, encontramos que a pesar de que la Ley N° 29490 disponga la elección interna tanto para partidos nacionales como regionales, la ATA brindada en 2010 es un fuerte indicador de que la gran mayoría de partidos regionales no la cumplieron. Gráfico N° 4.3 ATA brindada a partidos nacionales y regionales para elecciones internas 100% 90% 80% 70% 60% 50% 40% 30% 20% 10% 0%
aTa
partidos nacionales
partidos regionales
Fuente: Subgerencia de Asistencia Técnica – onpe . Elaboración propia.
Por ello Martín Tanaka (2009) señala que una de las razones por las que falló la ley de partidos políticos fue por su implementación parcial. 41 Legalmente no es necesaria la ATA para llevar a cabo las elecciones internas dentro de un partido político. Sin embargo, es un indicador.
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Por un lado se elevaba la barrera de entrada para los partidos políticos nacionales con lo cual se minimizaría la fragmentación política, pero por otro lado, “no se implementaron mecanismos eficaces que aseguraran el cumplimiento de la norma y se hicieron cambios que debilitaron aún más su espíritu” (Tanaka 2009: 13). De este modo, el autor pone énfasis en que la falla de esta ley se encuentra en la ausencia de mecanismos claros para la supervisión y “el control del cumplimiento de estas disposiciones”. Es exigente para todo partido político que desee cumplirla, pero no cumple “ninguna función de filtro para quien no la respeta” (Tanaka 2009: 14). La Ley de Partidos Políticos buscó fortalecer e institucionalizar a los partidos políticos. De igual modo, buscó elevar la barrera de entrada para reducir el número de agrupaciones políticas que participaran en elecciones y, así, poner orden al sistema político peruano (Tuesta 2005). Ninguna de estos objetivos se realizó. Elevó los requisitos y disposiciones para los partidos nacionales, pero no hizo lo mismo para los movimientos y organizaciones locales facilitando la creación y proliferación de estos. Esta disparidad en las disposiciones tiene su origen en la diferenciación conceptual que se hizo entre estos últimos y los partidos políticos. Además, no estableció mecanismos que supervisaran el cumplimiento de estos requisitos dejando prácticamente a la voluntad de la organización política, para que cumpla o no con ellos. Consecuentemente, el costo para la participación en los niveles subnacionales se elevó considerablemente para todo partido nacional que buscará cumplir con las disposiciones, entre ellas la democracia interna. Mientras que para los partidos regionales este seguía siendo mucho menor, lo que motivo a líderes regionales a crear un partido propio que le permitía ser candidato “automáticamente” teniendo más tiempo para hacer campaña sin gozar del desprestigio ni desconfianza que tenían los partidos nacionales fomentando la desvinculación con lo nacional. En suma, la LPP dificultó por un lado la presencia de los partidos nacionales a nivel sub-nacional, pero, por otro lado, facilitó la creación de partidos regionales al establecerles menos requisitos para su constitución. La facilidad que tuvieron los partidos regionales establecida 100
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en la LPP y la normativa previa fue producto de catalogarlos como “movimientos regionales”, lo cual llevó a que los requisitos que tuvieran que cumplir sean menos severos. Esta ventaja cogió una mayor dimensión al unirse con el desprestigio con el que gozaban los partidos nacionales, lo que motivó a los líderes regionales a la formación de su propio partido. Toda la historia política peruana se ha caracterizado por un alto personalismo político, la cual sentó a su vez las bases para que se crearan partidos regionales que girarían alrededor de la figura del líder.
4.3 La identificación con el líder político La preferencia por la creación de partidos regionales, en vez de participar bajo el auspicio de los partidos nacionales, en las elecciones estuvo facilitada por la LPP y por el personalismo político que ha caracterizado a la política peruana. Una etiqueta partidaria no se hace necesaria para ganar las elecciones y menos aun para las elecciones regionales y municipales. Por ello, la figura del líder y una historia política peruana caracterizada por el “liderazgo altamente personalizado” (Cotler 1995: 265) permiten la comprensión de este fenómeno. Es decir, aquello que motivo e incentivó a los líderes a crear partidos regionales no se debía solo a factores institucionales, sino que estuvo sustentado en que las personas votan personas y no por partidos. Como pudimos ver en capítulos anteriores el sistema de partidos peruano a nivel regional (y nacional) no se encontraba institucionalizado. El poco enraizamiento de los partidos políticos (nacionales o regionales), así como la alta volatilidad electoral y partidaria que generaba que un nuevo sistema de partidos desplazara al previo en cada elección, devela que nos encontramos frente a un sistema de partidos incoactivo (Mainwaring y Scully 2005). Ante un sistema de partidos que no se encuentra estructurado ni institucionalizado, encontramos que “el determinante dominante del comportamiento electoral es algún tipo de devoción a un notable” (Sartori 2009: 392). Así, lo que se genera en este tipo de sistemas es una “votación por personalidades” (Sartori 2009). 101
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Según Julio Cotler los partidos políticos peruanos no pudieron consolidarse en los años ochenta debido a que estos han tenido un liderazgo altamente personalizado que “duplicaba los aspectos voluntaristas y autoritarios del tradicional estilo patrimonial” (Cotler 1995: 265). Esto generó que se viera a los oponentes como enemigos, lo que impidió el desarrollo de las negociaciones y pactos como “elementos esenciales de la política competitiva”. Entonces, según el autor el personalismo extremo generó que la política se caracterizara por una relación schmidtiana de amigo-enemigo que impidió que se generaran pactos y negociaciones, haciendo que las practicas partidistas sean “totalizadoras, exhaustivas, antagónicas y exclusivistas” (Cotler 1995). El partido político gira alrededor de la figura del líder y este comportamiento acompañó a toda la política peruana, acentuándose a finales de los ochenta. El que los independientes y outsiders irrumpieran en la política, vendría ser un sinceramiento de cómo se había configurado la misma a lo largo de los años. Los partidos políticos se mostrarían como simples vehículos a través de los cuales los líderes accederían al poder. La campaña presidencial de 1990 mostró que “tanto Vargas Llosa como Fujimori montaron campañas personalistas y que ambos estaban apartados de las organizaciones partidarias tradicionales” (Cotler 1995: 284). Esta visión se acentúo en la Constitución de 1993 del régimen fujimorista en donde el artículo n° 35 de esta equipara al partido político con un movimiento. Con ello, el partido se convertía en una organización política que una vez cumplido su fin –que el candidato gane las elecciones- podía disolverse. Esta práctica fue cumplida al pie de la letra por Alberto Fujimori. Las elecciones del 2002-2010 reciben de este modo una herencia política en donde la votación se encuentra condicionada por la figura del líder del partido. Sartori, en referencia a Anthony Downs, acepta que “la identificación y la imagen son los principales conceptos empleados para comprender por qué votan los votantes como lo hacen” (Sartori 2009: 387). Así, la identificación hacía el líder durante estas elecciones es un factor esencial para comprender este fenómeno, pues como bien señala Schumpeter, las colectividades “actúan casi exclusivamente 102
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mediante la aceptación del caudillaje; éste es el mecanismo esencial de toda acción colectiva” (Schumpeter 1971: 344). Lo que supone Schumpeter es que toda multitud, toda masa y, por tanto, toda acción colectiva y voluntad general supone la figura de un líder. Este supuesto nace gracias a la influencia de Sigmund Freud. Para este, la identificación con el líder era aquello que creaba y cohesionaba toda multitud (Freud 1991). Este es de suma importancia pues genera una ilusión: que el líder ama a todos los individuos de la masa por igual. De esta ilusión depende toda la estructura de cohesión de la masa, pues una vez rota la ilusión, lo único que sucede luego es la ruptura de la masa. Imaginemos, ¿qué sucedería con la Iglesia si se hiciera patente que Cristo no ama a todos por igual, que no todos participan de igual manera de su amor? La ruptura de la Iglesia. Por ello, “la ligazón de cada individuo con Cristo es también la causa de la ligazón que los une a todos. Algo parecido vale en el caso del ejército. (…) Cada capitán es el general en jefe y padre de su compañía, y cada suboficial, el de su sección” (Freud 1991: 90). Lo mismo sucede en el ámbito político. Todo partido se crea y cohesiona gracias a la figura del líder que genera la identificación de las personas no solo con él, sino entre ellas mismas. Esta ligazón con el líder puede ser sustituida por una idea rectora y los vínculos entre los individuos estarían determinados por su ligazón con esta idea rectora, por ejemplo, como sucede con los partidos políticos institucionalizados de Europa que no dependen del líder para mantenerse cohesionados.42 Este análisis freudiano de la ligazón libidinal entre los individuos de una multitud entre sí y con la idea rectora, es algo que será recogido por Laclau a la hora de analizar el populismo como un modo de construir lo político (Laclau 2006). Esta ligazón entre los individuos de la multitud y de ellos con el líder permite que la desintegración de la masa suceda cuando se da una desaparición repentina de la figura del líder. Este análisis permite comprender por qué 42 Por ejemplo, como sucede con el Partido Republicano de Estados Unidos. La unión no está condicionada a Nixon, Reagan o Bush, sino más bien a la idea rectora de un Estado que interviene menos y que cobra menos impuestos.
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los partidos políticos en la historia peruana han desaparecido cuando ha muerto su líder – entre ellos el Partido Demócrata de Piérola o el Partido Constitucional de Avelino Cáceres- o, entran en una fuerte crisis, como sucedió con Acción Popular y el APRA. Entonces, la creación de partidos regionales que giran alrededor de su líder fundador no era un impedimento para ocupar aquel espacio dejado por los partidos nacionales, porque los votantes eligen principalmente a los candidatos y no a los partidos, porque generan una identificación con el primero. Si bien uno podría argumentar que esto no sería entonces problema para los nacionales porque en última instancia el voto está condicionado por la figura del líder y no la del partido, no hay que dejar de lado que el líder requiere de un partido político para participar en las elecciones. Por ello, como vimos anteriormente, es mejor utilizar un nuevo partido para lanzar una candidatura que lanzarla desde un partido que carga consigo desconfianza y desprestigio. Así, no solo existían factores institucionales que facilitaban la creación de los partidos regionales, sino también factores estructurales, porque la política y las elecciones peruanas a lo largo de su historia han estado marcadas por un fuerte personalismo que posibilitaba que los votantes se identificaran solamente con el líder regional. Esta identificación con el jefe generaba a su vez la identificación con los demás votantes y militantes permitiendo que se cree y cohesione el partido. Así, “la unificación simbólica del grupo en torno a una individualidad es inherente a la formación del [partido político]” (Laclau 2006: 130). Este personalismo político que muestra a los partidos políticos como vehículos de los líderes para acceder al poder llegó al extremo en las elecciones generales del 2011. Si miramos los logos de los partidos políticos a través de los cuales los cuatro principales candidatos –Ollanta Humala, Keiko Fujimori, Pedro Pablo Kuczynski y Alejandro Toledoparticiparon en las elecciones, todos hacen referencia al líder. En el gráfico N° 4.4 tenemos la ‘O’ de Ollanta, la ‘K’ de Keiko, ‘PPK’ de Pedro Pablo Kuczynski y la ‘T’ de Toledo. Cada uno de estos logos devela que 104
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el partido que representan no son más que un medio a través del cual el líder accederá al poder. Es más, los logos no representan a partidos políticos, sino al líder político. Gráfico N° 4.4 Logos de los principales partidos en las elecciones generales 2011
Los partidos regionales apelan también a una identificación, pero esta se encuentra condicionada al lugar mismo en donde están participando. Partidos como ‘Alianza Regional Juntos por Amazonas’, ‘Alianza por Arequipa’, ‘Movimiento independiente regional Todos con Ayacucho’, ‘Bloque Popular Madre de Dios’, entre otros, apelan a la identificación con la misma región.43 De este modo, los partidos regionales se muestran más cercanos al votante. Esta cercanía para con el votante que se genera a través del nombre del partido, está de la mano del líder fundador del mismo. La creación de todo partido político depende del líder fundador del mismo y, por ello, identifican al líder con su partido. Gran parte de estos partidos regionales que se presentaban a las elecciones eran nuevos que no habían participado en las elecciones previas. Se habían creado para las elecciones en las cuales se presentaban y, como toda creación de un partido político, estuvo inevitablemente ligado a la figura del líder político. A través de este se creó, fundó y cohesiono el partido regional y toda multitud que votará por el candidato.
43 Estos nombres corresponden a las Elecciones regionales y municipales del 2010. En estas elecciones, a diferencia de las anteriores hubo un mayor número de partidos regionales que apelaron a este tipo de identificación, si bien esto se debe a la mayor participación en las elecciones de los partidos regionales. Sin embargo, el mismo estilo de nombres se repite a lo largo de todas las elecciones. Por ejemplo, ‘Integrando Ucayali’ en el 2006 o ‘Movimiento independiente Luchemos por Huánuco’ en el 2002.
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Aun así, uno podría argumentar que sigue siendo más “fácil” y beneficioso para un líder participar con un partido nacional que ya cuenta con la inscripción en el JNE, en vez de empezar la labor de construir un partido ‘desde cero’ para la elección que resulta más costoso. Sobre este punto, De Gramont (2010) señala que las razones por las cuales prefieren asumir los políticos regionales este costo, es porque unirse al partido nacional no es conveniente por el desprestigio que estos partidos gozan entre la población. Por ello, prefieren constituir un partido nuevo sobre el cual las personas no tienen opinión previa y no goza, por tanto, de ningún tipo de desprestigio, aumentando las posibilidades de ser elegidos. En suma, el liderazgo altamente personalista que ha caracterizado la política peruana sentó las bases para que líderes regionales llenaran el espacio dejado por los partidos nacionales creando sus propios partidos regionales. Si bien todos los partidos se muestran como altamente personalistas, en una elección regional hay que tener en consideración que el partido nacional que participa está condicionado a su líder, que es una figura nacional pero no regional. El hecho de que los votantes hayan solido votar más por el líder que por el partido, facilitó la elección de los líderes regionales con sus respectivos partidos que apelaban, entre otras cosas, a la cercanía con la región a la que estaban postulando.
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Capítulo 5:
Conclusión
L
as elecciones regionales y municipales del 2002 fueron dominadas por los partidos nacionales, los cuales ganaron a nivel regional, provincial y distrital, el 72%, 55% y 60% de los cargos disputados respectivamente. De igual manera, los porcentajes acumulados en estas elecciones mostraron que la población prefirió y votó mayoritariamente por este tipo de partidos. Por otra parte, los partidos regionales en estos mismos comicios ganaron tan solo 28% de las regiones, 16% de los municipios provinciales y en 12% de los distritales. La segunda fuerza política a nivel local (provincia y distrito) estuvo compuesta por los partidos provinciales. Sin embargo, para las elecciones regionales y municipales del 2010 el escenario cambio drásticamente y quienes dominaron la escena fueron los partidos regionales, los cuales ganaron 80% de las regiones, 65% de las provincias y 59% de los distritos. Los partidos (Tabla N° 5.1) nacionales fueron relegados como segunda fuerza política a nivel subnacional (ganaron en solo 20% de las regiones, 31% de las provincias y 36% de los distritos); mientras que los partidos locales han prácticamente desaparecido de la escena.
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Tabla N° 5.1 Triunfos electorales de los partidos nacionales y regionales en las ERM del 2002 y 2010 según los niveles de gobierno 2002 Nivel
Partidos Nacionales
Presidencias 72% regionales Alcaldías 55% provinciales Alcaldías 60% distritales Fuente: ONPE – Elaboración propia
2010 Partidos Regionales
Partidos Nacionales
Partidos Regionales
28%
20%
80%
16%
31%
65%
12%
36%
59%
En esta misma línea, encontramos que, si bien el desempeño electoral general de los partidos nacionales frente a los regionales fue disminuyendo, es interesante resaltar el hecho de que mientras más localizada era la elección, los partidos nacionales tenían un mejor desempeño (y viceversa sucedió con los partidos regionales). Esto significaría que los partidos nacionales, a diferencia de lo que uno podría asumir, no pierden presencia mientras más localizada es la elección, sino todo lo contrario, siguen presentes en los distritos demostrando una capacidad organizativa y descentralizada para llegar a estos. Al indagar sobre el comportamiento de los partidos políticos en las ERM 2002-2010 encontramos una alta volatilidad electoral y volatilidad partidaria a lo largo de estas elecciones, mostrando que no solo existe muy poca constancia en la votación, sino también en los partidos políticos mismos. En tanto la votación es un acto ulterior a la presentación de los partidos (primero se le muestra la cédula al votante con la lista de partidos y luego elije su opción), podemos inferir que la poca constancia en la votación es producto de la perpetua renovación partidaria que hay entre elección y elección (65% de los partidos que se presentaron a una elección, no habían participado en la elección previa). Esta cambiante oferta partidaria entre elecciones afectó tanto a los partidos nacionales como regionales. 108
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Si bien a lo largo del texto se habló del sistema de partidos como la interacción esquematizada de la competencia entre partidos, es inevitable pensar, al ver los resultados del presente trabajo, que nos encontramos frente a lo que Cavarozzi y Medina (2002) llaman una configuración partidaria de políticos sin partidos, la cual se define por la “extrema debilidad y maleabilidad de los partidos políticos” (Cavarozzi y Medina 2002: 14), en donde estos giraran alrededor del líder, del político, y no alrededor de programas. Las elecciones regionales y municipales del 2002 al 2010 mostraron el colapso de los partidos nacionales porque estos no fueron capaces de mantenerse como fuerza política dominante, lo que evidenció su incapacidad para establecer raíces sólidas en la sociedad. Sin lealtad partidaria pareciera que poco a poco están destinados a la desaparición en este ámbito sub-nacional. Este indicio de extinción está acompañado de la presencia y fuerza política que los partidos regionales están teniendo. Los votantes los reconocen como actores y vehículos legítimos que son capaces de satisfacer las demandas insatisfechas por los partidos nacionales. Por ello, a lo largo de las elecciones se convirtieron en la fuerza dominante en el ámbito regional, provincial y distrital. ¿Cómo fue posible que los partidos nacionales hayan sido la fuerza predominante en las elecciones regionales y municipales del 2002 y, en las elecciones del 2010, no sean más que una fuerza minoritaria? Y, ¿por qué los partidos regionales han logrado convertirse en los actores principales? Fueron las preguntas que guiaron el presente trabajo. Para explicar la tendencia a la baja de los partidos nacionales y el cambio radical que se generó esbozamos tres variables explicativas. La primera de ellas era la confianza hacia los partidos nacionales. Más del 80% de la población encuestada entre el 2002 y el 2010 confía ‘poco’ o ‘nada’ en los partidos nacionales. Además, la confianza en estos se encuentra muy debajo en comparación con otras instituciones estatales como el Congreso. Así, la fuerte desconfianza que tiene la población frente a los partidos nacionales permite que estos busquen otros canales de expresión y de representación que puedan solucionar sus demandas insatisfechas. Estos nuevos vehículos serán a ser los partidos 109
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regionales que llenaran aquel vació dejado por los nacionales. Sin embargo, si bien los votantes ante la fuerte desconfianza hacia los partidos nacionales voltearon a buscar nuevos actores, estos emergieron cada vez más al amparo de la Ley de Partidos Políticos. La segunda variable explicativa fue esta ley que favoreció por un lado a los partidos regionales y, por otro, dificultó la presencia de los nacionales en el ámbito regional, provincial y distrital. Mientras exigía democracia interna, estados de cuentas financieros, estatutos, designación de personeros y representantes legales, entre otros, a los partidos nacionales, tan solo exigía a los regionales la relación de adherentes y actas de constitución. Estas disposiciones se equiparon para todas las organizaciones políticas en la Ley N° 29490 pero lo único que generó fue una mayor presencia y participación de los partidos regionales en el ámbito sub-nacional. A pesar de estas modificaciones a la LPP, el costo de participación de los partidos nacionales en el ámbito sub-nacional siguió siendo mucho mayor que el de los partidos regionales. porque, por ejemplo, tenían que darse elecciones internas para designar a los candidatos. A ello, se suma que la LPP no desarrolló los mecanismos de supervisión y control de estas disposiciones, convirtiéndola en sumamente estricta para aquel que la cumpliera pero no fuera filtro de aquel partido que no siguiera esas disposiciones. Ante este escenario, resultaba más beneficioso para los líderes regionales crear un partido en el cual iban a ser su candidato “automáticamente”, no iban a “malgastar” tiempo en elecciones internas e iban a poder empezar con la campaña lo antes posible. A su vez, el gran desprestigio que cargaban consigo los partidos nacionales no fomentaba el vínculo con los partidos nacionales. Los líderes regionales vieron que los factores institucionales favorecían la creación de los partidos regionales, los cuales, además, no iban a contar con el desprestigio y desconfianza que tenían los nacionales. Ahora bien, como señala Robert D. Putnam, en referencia al neo-institucionalismo, el desempeño práctico de las instituciones es determinado por el contexto social dentro del cual operan (Putnam 1994). Las 110
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
instituciones políticas no solo configuran el comportamiento político resultante a través de sus reglas y procedimientos, sino que estas mismas son configuradas por la historia. Por ello, el resultado de la LPP fue configurado por el alto personalismo político que caracteriza la política peruana generándose en cada elección una “votación por personalidades”. Así, la tercera variable que explica cómo los partidos nacionales han disminuido su fuerza política en el ámbito sub-nacional es la identificación con el líder que se convierte en determinante para la votación. Al tener una población que se encuentra acostumbrada a votar más por personalidades que por partidos, esta no se ve afectada por la creación (y evaporación) de partidos regionales y nacionales, porque votan en última instancia por el líder político y no por el partido. No obstante ello, estas tres variables explicativas se inscriben y entrelazan con la debilidad propia de los partidos políticos nacionales y la ausencia de competidores en la arena electoral subnacional. Este período mostró que los partidos nacionales llegaron debilitados a las primeras elecciones regionales y municipales del 2002. Esta debilidad solo pudo manifestarse en el transcurso de los siguientes años, ya que entre elección y elección, les resultaba más complicado y difícil participar en las mismas y mantener el dominio ganado previamente. Por otra parte, los partidos regionales se iniciaron en estas elecciones (2002) con muy poca preparación, ya que en menos de medio año tuvieron que organizarse para participar en estos comicios. Sin embargo, mientras fueron pasando los años y lograron tener más tiempo y mayor experiencia, fueron fortaleciéndose hasta convertirse en los principales actores en la escena electoral subnacional. A lo largo de las elecciones, los partidos regionales se convirtieron en la opción preferente de los votantes tanto a nivel regional, como provincial y distrital. Sin embargo, estos no han sido capaces de echar raíces ni generar lealtades partidarias. La estabilidad e institucionalidad es igualmente frágil con este tipo de partidos. Aunque quizás sería muy temprano para afirmarlo de manera rotunda, sufren de los mismos problemas que los partidos nacionales que se devela en su alta volatili111
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dad partidaria y electoral, la cual se encuentra condicionada por el alto apego que tienen con su líder fundador. Esta no es necesariamente una visión pesimista, pues el líder político hace latente lo que se encontraba patente en la sociedad (Schumpeter 1971) canalizando los intereses y generando vínculos equivalenciales entre las demandas insatisfechas (Laclau 2006), las cuales, de no tener un líder que las personifique y llevar así a la satisfacción de las mismas, se podrían expresar a través de otros medios, agudizando una sociedad pretoriana en el Perú (Huntington 1972). Finalmente, el auge de los partidos regionales y el colapso de los nacionales es evidente, pero ambos adolecen de los mismos problemas: pocas raíces en la sociedad y altos grados de volatilidad partidaria y electoral. Esto inevitablemente hacen surgir interrogantes como: ¿qué consecuencias trae consigo para la democracia cuando un ciudadano puede llegar a ser representado, en caso extremo, por distintos partidos políticos en cada uno de los niveles (nacional, regional, provincial y distrital)? ¿Este problema es inherente a la propia institución partidaria que es incapaz de englobar a la sociedad o es la sociedad misma la que se encuentra tan fragmentada que no puede ser abarcada por una sola institución? ¿Existen las condiciones históricas, sociales e institucionales para que el Perú pueda tener partidos políticos fuertes? ¿O nos enfrentamos a un nuevo escenario donde lo propiamente institucionalizado es la ausencia de estabilidad partidaria y partidos volátiles? Quizás sea momento de asumir que los partidos, hoy en día, cumplen una función mínima como vehículos electorales y sea necesario redireccionar los esfuerzos repensando las maneras de suplir las funciones que los partidos ya no son capaces de cumplir, lo que implicaría dejar de buscar el fortalecimiento de los partidos para que cumplan aquellas funciones. El Perú lleva más de veinte años de debilidad institucional partidaria y podemos inferir que tiene un futuro no muy prometedor que pueda cambiar esta situación. Pero esta debilidad está marcada por una manera determinada de comprender las funciones que tienen los partidos 112
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
políticos, la cual se encuentra fuertemente influenciada por la visión de cómo eran y qué hacían los partidos políticos a mediados del siglo XX. Si consideramos que toda institución es el resultado de un proceso histórico y social, como bien señaló Maquiavelo en El Príncipe sobre la creación del Tribuno de Roma, podemos comprender que los partidos políticos constituidos en las últimas décadas responden a una nueva situación histórica y social. De ahí que su debilidad no sea tal, sino más bien una nueva forma de ser y moldearse a la sociedad, renunciando a diversas funciones que solían tener previamente (adoctrinamiento, agregación de intereses, vida partidaria entre elecciones, construcción de la agenda política, entre otros). No estoy afirmando que los partidos políticos son fuertes e institucionalizados, sino que dicha manera de categorizarlos responden a un tipo determinado de comprender las funciones que solían tener los partidos en un determinado contexto histórico; funciones que los partidos políticos constituidos durante las dos últimas décadas no estarían llamados a suplir, dadas las circunstancias en las que fueron creadas. Por tanto, ¿deberíamos seguir buscando el fortalecimiento de los partidos políticos o pensar en nuevas instituciones o canales institucionales para suplir las funciones que estos ya no pueden cumplir? ¿Cómo lograr que un sistema político democrático tenga legitimidad ante la población, sea atenta a las demandas de la misma, sea eficiente en la implementación de las reformas necesarias para el bienestar de las personas, con partidos volátiles? Y, a partir de ello, ¿qué tipo de contrapesos democráticos se deberían generar y cómo llevar a cabo la accountability cuando los partidos políticos no son más que “un equipo de personas que busca el cargo público para poder disfrutar el ingreso, prestigio y poder que trae consigo dirigir el aparato de gobierno” (Downs 1957: 3)? Las respuestas a estas y otras interrogantes más escapan al alcance de este trabajo, pero invitan a la reflexión sobre la problemática de los partidos políticos en nuestro país.
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PEASE García, Henry 2003 La autocracia fujimorista: del estado intervencionista al estado mafioso. Lima: Fondo de Cultura económica. PEDERSEN, Mogens 1979 The Dynamics of European Party Systems: Changing Patterns of Electoral Volatility. En: European Journal of Political Research PERALTA, Víctor 2005 Los vicios del voto: el proceso electoral en el Perú 1895-1929. En: Carlos Aljovín y Sinesio López eds. «Historia de las elecciones peruanas en el Perú: estudios sobre el gobierno representativo». Lima: IEP PUTNAM, Robert 1994 Making Democracy work, Princeton, New Jersey: Princeton University Press RONCAGLIOLO, Rafael 2009 Los partidos políticos en el Perú, Lima: IDEA Internacional SARTORI, Giovanni 2009 Partidos y sistema de partidos. Marco para un análisis, Madrid: Alianza Editorial. SCHUMPETER, Joseph Alois 1971 Capitalismo, socialismo y democracia. Madrid: Aguilar TANAKA, Martin 2009 ¿En qué falló la Ley de partidos y qué debe hacerse al respecto?, Lima: IDEA Internacional 2005 Democracia sin partidos Perú, 2001-2005. Los problemas de representación y las propuestas de reforma política, Lima: IEP 1998 Los espejismos de la democracia. El colapso del sistema de partidos en el Perú, Lima: IEP
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Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales
TUESTA, Fernando 2005 Representación política: las reglas también cuentan, Lima: PUCP-F. Ebert 1996 El impacto del sistema electoral en el sistema político peruano. En: Tuesta (ed.) “Los enigmas del poder (Fujimori 1990-1996)”. Lima: Fundación F. Ebert VERGARA, Alberto 2009 El choque de los ideales. Reformas institucionales y partidos políticos en el Perú post- fujimorato, Lima: IDEA Internacional
Fuentes
Página web institucional de la ONPE: http://www.web.onpe.gob.pe/ Leyes N°. 26859 – Ley Orgánica de Elecciones N°. 26864 – Ley de Elecciones Municipales N°. 27683 – Ley de Elecciones Regionales N°. 28094 – Ley de Partidos Políticos N°. 29490 – Modificación a la LPP
Listado de tablas y gráficos Tablas:
2.1 Volatilidad electoral departamental 2002-2006 2.2 Volatilidad partidaria 2002-2006 2.3 Constancia de los partidos nacionales en elecciones regionales 2002 2006 2.4 Volatilidad electoral departamental 2006-2010 2.5 Volatilidad partidaria 2006-2010 2.6 Constancia de los partidos nacionales en elecciones regionales 2006 2010 2.7 Volatilidad electoral en las elecciones regionales 2002-2010 3.1 Porcentaje acumulado por departamento - Elecciones regionales 2002 3.2 Porcentaje acumulado por departamento – Elecciones regionales 2006 117
Manuel Seifert Bonifaz
3.3 Porcentaje acumulado por departamento – Elecciones regionales 2010 4.1 Normas previas a la Ley de Partidos Políticos para las organizaciones políticas 4.2 Categorías de las organizaciones políticas 5.1 Triunfos electorales de los partidos nacionales y regionales en las ERM del 2002 y 2010 según los niveles de gobierno.
Gráficos:
1.1 Elecciones sub-nacionales 1980-2010 2.1 Volatilidad partidaria en las elecciones regionales 2002-2010 2.2 Constancia de los partidos nacionales en las tres elecciones regionales 2002-2010 2.3 Volatilidad partidaria en las elecciones generales 2001-2011 3.1 Cargos obtenidos en los tres niveles según el tipo de partido - ERM 2002 3.2 Porcentaje acumulado en los tres niveles – ERM 2002 3.3 Cargos obtenidos en los tres niveles según el tipo de partido – ERM 2006 3.4 Porcentaje acumulado en los tres niveles – ERM 2006 3.5 Cargos obtenidos en los tres niveles según el tipo de partido – ERM 2010 3.6 Porcentaje acumulado en los tres niveles – ERM 2010 3.7 Presencia de los partidos nacionales en cargos sub-nacionales 2002 2010 3.8 Presencia de los partidos regionales en cargos sub-nacionales 2002 2010 3.9 Desempeño electoral en las ERM 2002-2010 3.10 Participación promedio de los partidos en las ERM 2002-2010 4.1 Confianza en los partidos políticos nacionales 4.2 Promedio anual de confianza en las instituciones estatales 4.3 ATA brindada a partidos nacionales y regionales para elecciones inter nas 4.4 Logos de los principales partidos en las elecciones generales 2011
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Se terminó de imprimir en los talleres gráficos de Tarea Asociación Gráfica Educativa Psje. María Auxiliadora 156, Breña Correo e.: [email protected] Teléf.: 332-3229 Fax: 424-1582 Marzo 2014 Lima - Perú
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Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales OT. 13318 / UNIVERSIDAD CATÓLICA - COLAPSO DE PARTIDOS NACIONALES Y AUGE DE LOS PARTIDOS REGIONALES / MEDIDA / LOMO OK Bond Marfileño 83 gr.-Cosido a la francesa / Medida: 50.3 x 21.0 cm.
Manuel Seifert Bonifaz
Colapso de los partidos nacionales y auge de los partidos regionales Las elecciones regionales y municipales 2002-2010
CYAN
MAGENTA
Manuel Seifert Bonifaz Magister en Ciencia Política y Gobierno y Licenciado en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Trabajó como Analista Político del Despacho Presidencial, evaluando y coordinando las actividades públicas del Presidente de la República. Fue Investigador de la Oficina Nacional de Procesos Electorales en donde publicó en co-autoría tres libros relacionados al voto electrónico y los procesos electorales. Actualmente, trabaja en la gestión y prevención de conflictos sociales en el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social. Se ha especializado en temas de gobernabilidad, descentralización, instituciones políticas, conflictos sociales y electorales.
AMARILLO
NEGRO