39 1 2MB
Capítulo 3
ü
Los "orígenes" de la filosofía Es oprtuno creer que nuestro tiempo, también é1, rechaza al fí16sr:rfo en sí mismo y que una vez más Ia filosofía no es mós que nubes' Pues lílosofar es busco r e ímplica que hay cosas para uer y Wra decír. Ahora bien, hoy en día casí no se busco' Merleau-Ponty, M., Elogio de la lilosr.Íía
a. I^a int erpretación tradicional En este mundo de imágenes y pensamientos lManos, mundo aleiado hasta el límite de pretensiones críücas o ft¡ndacionales, es conveniente preguntarnos y rastrear posibles orígenes para una forma de pensar diferente como la que oftece la filosofía entendida como crítica iadical. En obas palabras y bio la forma de un interrogante: ¿qué nos ller¡a a la filosofía en este mundo posmodernamente hostil a ella?
58
La filosofía en Ia
escuela
/ A. Cerletti - W. Kohan
i. Sobre el asombro Si recurrimos a los libros o a los claustros, se nos dirá, por ejemplo, que el asombro es el sentimiento que da origen a la filosofía, aquello que nos mueve a filosofar. Se insistirá en que la filosofía viene de una cierta sensación de maravilla que produce el espectáculo del mundo. La idea no es nuetüa. Cuando se buscan antecedentes históricos para ella se puede llegar tan lejos como el Teeteto de Platón o la Metafísica de Aristóteles. Que ila filosofíal no es productiua resulta euidente a partír de los que prímero filosofaron. Pues los hombres, tanto ahora como al comienzo, empezaron a fílosofar por el asombrarse. Al comienzo los asombraron las cosos más simples entre las extraños y poco a poco se problematizaron acerca de las mós complejas, como los esúodos de la Luna, el Sol, Ias estrellas y la generacíón del uníuerso. Y si olgu íen se problematiza y asombra es porqtue cree que ignora algo (por eso el fílómito es en cíerto modo filósofo. pues el mito se compone de cosos asombrosos.) De modo que si fílosofaron psra escapar de Ia ígnorancia, es euídente que buscaban el saber por el saber y no por una utílidad fuera de é1. y esto mísmo Io atestigua Io sucedido. Pues cuando estaban satisfechos cosi todas Ias necesídades y había recreación y confort fue cuando comenzó a buscarse un conocimiento semejante. Así pues, es euidente que no buscamos Io /ilosofía por nínguna otra uentaja, síno que así como, afirmamos, el hombre es líbre en tanto existe para sí mismo y no parq otra cosa, así tambíén Ia filosofía es la úníca líbre entre los saberes. Porque es la única que exíste para sí mismo. (Aristóteles, Metat'ísica A2, 982bL1-18, s. IV a.C., trad. cast. propra)
Aristóteles afirma que la filosofía surge cuando algunas personas tenían $rs necesidades satisfechas y elüempo libre suficiente para dedicarlo a la contemplación. En estos hombres (varones, casi seniles) el asombro se suma a la ausencia de necesidades materiales. Por asombro y por ocio comenzaÍon a filosofar los hombres, dice Aristóteles -también Platón y los griegos en general-. Desde el asombro surgió la pregunta problematizadora y de ésta la investigación que
Los "orígenes" de la filosofía
59
lleva al conocimiento. Fse camino era recorrido por los filósofos, sabios u hombres de ciencia, indistinguibles por el momento. Pr oba parte, los griegos no creían que las ideas o las verdahistoria. Concebían la verdad como algo absoluto, como fuvieran des algo que no depende de factores como el tiempo, el espacio o la historia. De ahí que trasladaron rápidamente esta hipótesis sobre el origen de la filosofía en Jonia a toda otra filosofía. Creyeron no sólo que el origen (histórico) de la filosofía jonia había sido el asombro, sino que el asombro es el verdadero y único motor de la filosofía, en todo tiempo y lugar. Y ese es el ofigen legado de la filosofía griega. Los filósofos griegos han encantado a toda la filosofía posterior. Supieron aprovechar los beneficios de toda fundación: nombraron la actividad, bautizaron sus conceptos, delimitaron un campo de problemas, fijaron un origen. Concebidos como fuente o reservorio priülegiado del saber filosófico, se reiteran $rs verdades en todo tiempo y lugar, como si esas verdades no fuvieran relación con el momento histórico que las vio nacer. Es el caso del asombro. Como si sólo importara cómo los griegos pensaron el impulso de un Tales a filosofar, la filosofía posterior anquilosó ese origen noble, patéüco, idealizado, aristocráüco de la filosofía. Bajo ese paraguas del asombro quedaron oculto todos los otros intereses y motivos que pudiera abrigar el nacimiento de la práctica filosófica en Grecia. Aún hoy, muchos manuales e introducciones a la filosofía repiten esta misma idea sobre el origen de la filosofía, sin someter a discusión la "autoridad" de los griegos. A pesar de que unas cuantas cosas han cambiado desde el tiempo de la filosofía griega, es común que se siga sosteniendo que la filosofía nace del asombro. Pero el mundo económico, socialy político ha cambiado. Hemos pasado de una Atenas imperialista y esclavista, en la que esclavos y colonizados sostenían materialm ente el surgimiento de una democracia que se concebía a sí misma como la totalidad del mundo, hasta este presente de mercado global, donde las democracias se sostienen negociando con el capital multinacional. También el carácler excluyentemente sexista de la filosofía ha empezado a cambiar. las mujeres han conseguido formar parte, progresivamente, del universo filosófico. Y no sólo las mujeres sino también los chicos estan empezando a entrar a é1. Se ha comenzado a diversificar el sexo, la edad y la posición social de quienes participan de la filosofía, si bien todavía quedan importantes sec-
60
La fllorcffo en la e*uelo
/ A. Cerleüi - W. Kohan
tores socialmente excluidos de-ra cult'ra, g por ro tanto, der quehacer filosófico. Del mismo modo, firósofos írá*ts -menos v aún profesores de filosofía- ya no somos, en general, aristócratas varones con
necesidades cubiertas
y üempo ¡ib¿. La fiosofn
o
"uJio
modus
uíuendí' El mundo nos ha cambiado y nuestras condiciones de vida
han cambiado. En este rElrco' la baslación acrítica a nuestro presente de categorías como el asombro resulta, cuando menos, problemáüca. -,Er asom-
bro griego es un producto social complejo, ligado a un sistema político y económico esclavista e imperialista, "orr""pto *ul"presentación de la inutilidad práctica de algunos hombr", -** -upro o chicos- en un sistema simbólica y materialmente excluyente. En otros términos' es una categoría deudora de la función soc¡i que la filosofía y los filósofos desempeñaron en Grecia crásica. No se hata aquí de it¡zgar ese lugar sino de reconocer el rnarco histórico de un concepto o una categoría que nos interesa pensar.
No se hace nada positíw, pero nada tampoco en er terreno de la crítíca ní de la hístoría, cuando nos limi tamos o'
uíejos conceptos estereotípados como esqueretos desüinodos"igri^i, o coar-
tar toda creacíón, sfn uer que los uíejo, ¡ito*¡o, de qurines los hemos tomado-prestados ya hacían to'quá se fiata de ímpedir que hagan los modernos: creabon sus concep tos, y no se contentofun con limpior, roer huesos, como el crfficol a t ¡rtoriodor de nuestro época' Hasta la htstorta de ta filosofío carece det todo de ínterés sí no se prcwne despertor un concepto adormecldo, repre*ntarlo otra uez sobre un escenarlo nuew, aun a costa de wluerlo contra
sf mlsmo.
(Deleuze, G.- Guattari,F., ¿eué es
la
filosofío? (1991),
had. cast., Madrkl: Anagrama, 1993, p. gS)
En la actrnlidad, el asombro estimulado y rarorado sociarmente ha adquirido una fisonomía bastante menos pi"t"*i*o. tos medios de comunicación son un escenario paradigmáüco. F"xponen el asom-
bro improductivo del espectador sentado frente al ¿bvisor, q,r" * maravilla frente a un récorddeportivo o un novedoso proauJl i""r,* lógico. se bata de un asombro que mueve a pasividad ra maraüilada. Bta ac{itrd pasi'a dista enorrnemente de prout, aqueüa inquieh.d
Los "orlgenes" de la filosofía
61
indagadora que moüó a los griegos ar pensamiento. se trata, más bien, de una curiosidad débil que reclama ser rápidamente satisfecha en forma sencilla, pero sobre todo terminante. Incluso en el camino del as