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Herrera, Contreras, J.A (2019) II Sujeto social, subjetividad y desvinculación. III Narrativas de la desmovilización. En: Análisis de la decisión individual en procesos de desmovilización con sujetos excombatientes de grupos al margen de la ley en Colombia. Sello editorial UNAD – Colombia. Capítulo 2 y capítulo 3. Disponible en: https://hemeroteca.unad.edu.co/index.php/book/article/view/3753 • Jiménez Gómez, K. L. (2016). Aproximaciones a la subjetividad y socialización política de jóvenes excombatientes del conflicto armado en Colombia. Trabajo Social (Universidad Nacional de Colombia) 77–90. https://dialnet.unirioja.es/servlet/catart?codigo=5716223
Con base en las lecturas mencionar tres características del sujeto político, subjetividad y socialización política en el foro colaborativo. A nivel colaborativo realizar un debate a partir de la siguiente pregunta. Qué piensa usted puede aportar la Psicología Política a la construcción de una cultura política en Colombia? argumentar con base en las lecturas. Hacer dos replicas a dos compañeros diferentes del grupo en el foro de trabajo colaborativo. Realice una sopa de letras, en grupo que aborde y recoja los aportes de cada estudiante y del grupo de trabajo colaborativo.
Al realizar la lectura se pude determinar que el sujeto político , se comprende como la identidad que se construye dentro de las interacciones sociales ya que todo orden social se construye y se explica dentro y a partir del lenguaje se puede determinar que dentro de la lectura se habla de un conflicto Armado que involucra las Fuerzas públicas , guerrilla paramilitares y grupos al margen de la ley ,en este conflicto se tejen aspectos culturales, simbólicos, imaginarios, identitarios y la construcción de una representación de la violencia de la memoria colectiva . De esta forma hay una lógica del poder, una ideología del individuo un pensamiento, donde se realiza una praxis del poder, la cual involucra a las realidades sociales de poder, todo sujeto tiene una articulación de a un componente ideológico que fortalece su aspecto individual dentro de lo general y del proceso de interacción social con el “ otros “ 1- depende del proceso de interacción, son procesos Inacabados y dialecticos que deviene propia, ajena, adentro y afuera, individual y colectiva es decir que asume una actitud reflexiva sobre su condición de ser político. 2-El sujeto depende y se construye del lenguaje es “sujeto del lenguaje “con el otro que define su significado dentro de las actuaciones y acciones que tienen sobre el otro es decir el sujeto político es el agento o gestor “susceptible capaz de intervenir en el plano Político”
3-El Objeto social adquiere su significado que no son “Procesos mentales aislados “, si no que ellos son de naturaleza externa a los individuos que su fin es de interpelar la idea de que el sujeto político, se hace al pasar de la dimensión privada a la pública, y proponer la idea de que el sujeto político se construye en una suerte de trayectoria primero y de simultaneidad después entre lo público y lo privado y que le resulta coherente Hay características que se tomar dentro de la lectura donde se observa que el sujeto social tiene su articulación y accionar dentro de un colectivo que lo define dentro de su contexto, una que las personas actúan dentro de un mundo de objetos que son definidos y dotados de significados en el proceso de interacción se puede determinar dentro de un colectivo como son los combatientes, que ingresaron al grupo armado hay un objeto de actuación tanto cultural como ideológico y e individual donde el lenguaje actúa en forma importante hay un descontento general (agravio) el colectivo en el conflicto armado tienen la misma probabilidad de reincidir que aquellos que se vincularon por motivos personales (venganza). De acuerdo con los datos del total de desmovilizados colectivos, 23% se desmovilizó por orden directa (Llorente, 2014). A partir de esto, el autor idéntico que desmovilizarse en contra de la voluntad está relacionado directamente con la reincidencia; y a su vez, la desmovilización involuntaria está relacionada con la proclividad a reincidir. Entre los factores psicológicos se encontró que a mayor nivel de remordimiento por haberse desmovilizado (desertor) mayor vulnerabilidad a la reincidencia. Se puede observar que la característica del sujeto Político Se interesa por trascender del ámbito individual al colectivo; del ámbito privado al público. Hay preeminencia de lo público sobre lo íntimo, de lo colectivo sobre lo individual. · Asume una actitud reflexiva sobre su condición de ser político. · Se asume como constructor de su propia realidad. · Reconoce la responsabilidad que tiene frente a la necesidad de transformar la realidad. · Esa transformación la logra mediante la acción organizada y reflexionada.) Esto con el fin de interpelar la idea de que el sujeto político se hace al pasar de la dimensión privada a la pública, y proponer la idea de que el sujeto político se construye en una suerte de trayectoria primero y de simultaneidad después entre lo público y lo privado y que le resulta coherente. La Subjetividad Política se puede caracterizar: 1. como la percepción y valorización de la identidad de la historia construida y en construcción que deviene de “una falta” , la falta subjetiva que se asocia a la incorporación de emociones, sentimientos al expresar una idea al otro, esos pensamientos o percepciones sobre experiencias , fenómenos o personas que va tejido y articulada con la cualidad humana que teje la dimensión privada a la pública, y proponer la idea de que el sujeto político se construye en una suerte de trayectoria primero y de simultaneidad después entre lo público y lo privado que le resulta coherente. 2-Se puede caracterizar también
Como fenómenos o procesos de construcción de personas. De esta manera se puede decir que la subjetividad es una cualidad humana, ya que es inevitable expresar estando fuera de uno mismo. De tal forma que en la subjetividad Política interviene psique-cuerpo, emoción-cognición y externo-interno, consciente-inconsciente, entre otras. La subjetividad teóricamente implica la integración de esas dicotomías en una propuesta ontológica diferente sobre una dimensión cualitativa diferenciada del hombre y sus múltiples realidades. En la lectura de Herera, Contreras, Ja(2019) muestra la subjetividad política como motivo para la desmovilización en excombatientes guerrilleros. Entre los motivos encontrados frecuentemente en hombres se encuentran: reencuentro familiar, problemas con compañeros o comandantes y diferencia hacia la organización. En las excombatientes mujeres se encuentran: derecho a la maternidad, violencia física y sexual en algunos casos y discrepancia con la causa guerrillera. (Cárdenas, 2005; Carmona, 2012; Keairns, 2004; Suarez, Patiño & Aguirre, 2011; Valencia & Daza, 2010) Los motivos para la desmovilización guardan estrecha relación con los motivos para la vinculación. Donde se pude explicar que se conjuga la percepción y valorización de la identidad de la historia construida y en construcción que deviene de “una falta” , la falta subjetiva que se asocia a la incorporación de emociones, sentimientos al expresar una idea al otro, esos pensamientos o percepciones sobre experiencias La participación en una organización armada ilegal se inscribe bajo condiciones sociales que determinan la vinculación. De modo que, el sujeto combatiente encuentra en los grupos armados elementos psicosociales que hacen tránsito para la vida armada, aspectos como: el poder ejercido a través del uso de las armas, que explica que la subjetividad nos lleva a entenderla y determinar otra característica : 3- La subjetividad se puede caracterizar también como la producción simbólicoemocional de las experiencias vividas que se configura en un sistema que, desde sus inicios, se desarrolla en una relación recursiva con la experiencia, no siendo nunca un epifenómeno de esa experiencia. La subjetividad es una cualidad constituyente de la cultura, el hombre y sus diversas prácticas, es precisamente la expresión de la experiencia vivida en sentidos diferentes para quienes la comparten, constituyendo esos sentidos la realidad de la experiencia vivida para el hombre. La realidad que nos rodea desde muy temprano se configura subjetivamente a través de nuestras relaciones con los otros, las que siempre son culturales. Sin embargo, esas configuraciones subjetivas no son una reproducción de lo evidente de las relaciones, sino de producciones simbólico emocionales que están más allá de las evidencias compartidas de las relaciones. Las configuraciones subjetivas se erigen como formas singulares de organización de sentidos subjetivos, que "' permanecen idénticos consigo mismos en el curso de una configuración, y que convergen por sus múltiples efectos en los estados y comportamientos de las personas.
La socialización Política se puede Caracterizar por 1- Articula al sujeto social, como también a la subjetividad, ya que es el aprendizaje y readaptación e integración -Readaptación e integración a través de los cuales se dota la cultura Política como sistema articulado donde convergen el conjunto de actitudes, valores, opiniones, preferencias y pautas compartidas ampliamente en una sociedad. 2, Establece modelos y límites de conducta o prácticas a la ciudadanía y que influyen en la construcción y organización de instituciones y organizaciones políticas. Se puede hablar de una cultura política democrática como de una cultura política autoritaria ya que es la forma en que se internaliza el sistema político de una sociedad por parte la población o una gran parte de ella. 3-Los procesos de socialización e intervienen las familias, se inicia en la infancia y se circunscribe a lo largo de a toda la vida con efectos en la participación política los partidos políticos dominantes, la educación y los medios de comunicación forman parte del sistema en que esa cultura política se asimila en una sociedad. la caracteriza como el aprendizaje político, formal e informal, deliberado y no planificado, en cada una de las etapas del ciclo de vida que incluye tanto el aprendizaje político explicito como en el no político de actitudes sociales que tienen relevancia política. Es de entender que cuando ocurre la socialización política evidentemente existe un cambio de actitudes, de pensamientos orientada siempre en el fortalecimiento y evidentemente al despliegue de una subjetividad política reconociendo las capacidades de los futuros hombres políticos , como son los jóvenes para actuar con otro jóvenes o adultos desde sus propias posturas , enfrentando al mundo y a la construcción de “su realidad personal y social “ desde sus emociones , que se reconozca como un ser social Tomando la lectura de Jiménez Gómez, K. L. (2016) con un texto interesante y reflexivo dentro de la situación que se vive actualmente el conflicto armado en Colombia , como una realidad social y construcción subjetiva . La socialización política incorpora el análisis de las coyunturas en las que los y las jóvenes y los adultos pueden reconocerse como constructores y constructoras de su realidad, “es la idea de coyuntura como el momento que lleva a la idea de un presente en el que los hombres pueden actuar” (Zemelman, 2004: 103-104). Esta coyuntura, este presente, no es entendido como la negación de la historia, sino como la expresión de lo que ha sido construido en el pasado en su ámbito familiar, escolar y barrial, y en escenario de construcción del futuro, futuro no como utopía irrealizable, sino como proyecto político conjunto, complejo y diverso en el que se juegan sus subjetividades políticas en sus
contextos de actuación. Esto es lo que, de acuerdo con Zemelman, podríamos llamar la conciencia histórica y el planteamiento de utopías.
Herrera, Contreras, J.A (2019) II Sujeto social, subjetividad y desvinculación. III Narrativas de la desmovilización. En: Análisis de la decisión individual en procesos de desmovilización con sujetos excombatientes de grupos al margen de la ley en Colombia. Sello editorial UNAD – Colombia. Capítulo 2 y capítulo 3. Disponible en: https://hemeroteca.unad.edu.co/index.php/book/article/view/3753
En Colombia hay un con+icto armado que involucra a la Fuerza Pública, guerrilla y paramilitares, y grupos al margen de la ley asociados al narcotrá'co. Entre las décadas de los sesenta, setenta y ochenta se conformaron la mayoría de grupos guerrilleros: Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Ejército de Liberación Nacional (ELN), Movimiento Armado Quintín Lame, Ejército Popular de Liberación (EPL), Movimiento 19 de abril (M-19), Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), Comandos Ernesto Rojas, Corriente de Renovación Socialista, Milicias Populares de Medellín, y el Frente Francisco Garnica. Posteriormente, en la década de los años ochenta se presentó el surgimiento de los grupos paramilitares, relacionados y apoyados estos últimos por grupos de terratenientes, militares, elites políticas y narcotrá'co. Desde la lógica de dar solución política al con+icto desde el año de 1958 los mandatarios han impulsado acuerdos de paz con los diferentes grupos armados insurgentes. En las raíces del con+icto en Colombia se tejen aspectos culturales, simbólicos, imaginarios, identitarios, y la construcción de una representación de la violencia en la memoria colectiva del pueblo colombiano, cuyo escenario lo hace más c
Los problemas que han abordado los investigadores se concentran en cinco dimensiones: reincidencia, condiciones de vida de los desmovilizados, consecuencias de la desmovilización, motivos de la desmovilización y efectos políticos de la desmovilización. En relación con los estudios que hablan sobre la reincidencia se encuentra el trabajo realizado por Llorente (2014), que parte de la pregunta por qué algunos excombatientes retornan a la ilegalidad mientras otros se reintegran exitosamente a la vida civil. Allí el autor señala que comprender la reincidencia permitirá identi'car los factores de riesgo asociados al fenómeno. El estudio corroboró que el programa de reintegración es e'caz para los desmovilizados individuales los cuales son mayoritariamente guerrilleros y han estado
en el programa por convicción o decisión; en cambio, con relación a los desmovilizados en condición de colectivos, especialmente los paramilitares , estos presentan mayor tasa de reincidencia, retornando a la ilegalidad. Los combatientes que ingresaron al grupo armado por un descontento general (agravio) tienen la misma probabilidad de reincidir que aquellos que se vincularon por motivos personales (venganza). De acuerdo con los datos del total de desmovilizados colectivos , 23% se desmovilizó por orden directa (Llorente, 2014). A partir de esto, el autor identi'có que desmovilizarse en contra de la voluntad está relacionado directamente con la reincidencia; y a su vez, la desmovilización involuntaria está relacionada con la proclividad a reincidir. Entre los factores psicológicos se encontró que a mayor nivel de remordimiento por haberse desmovilizado (desertor) mayor vulnerabilidad a la reincidencia. Otro de los problemas investigados ha sido indagar por las condiciones de vida de los desmovilizados. En este sentido aparece el factor seguridad para los desmovilizados, toda vez que se han registrado homicidios o actos de violencia contra ellos. Frente al proceso de desmovilización de los bloques Cacique Nutibara y Héroes de Granada en Medellín , Alonso & Valencia (2008) encontraron que durante 2007 fueron asesinados 120 excombatientes. Tal situación permitiría pensar que el rearme de los desmovilizados se debe en parte a la misma situación de inseguridad por la que atraviesan, de hecho, en ocasiones han sido los mismos desmovilizados (compañeros combatientes) La percepción de calidad de vida aparece como otro factor de análisis; por tanto, en el estudio realizado por Velasco & Londoño en 2011, se identi'có que los desmovilizados que habían hecho parte de grupos guerrilleros manifestaron tener mejor calidad de vida en comparación con los desmovilizados de grupos paramilitares. Llama la atención que el tipo de desmovilización (individual o colectiva) se relaciona con la calidad de vida en los desmovilizados. En consecuencia, la desmovilización cuando se presenta de manera colectiva genera mayor percepción de calidad de vida subjetiva, contrario sucede cuando la desmovilización se presenta en forma individual. Los motivos para la desmovilización en excombatientes guerrilleros pueden ser subjetivos. Entre los motivos encontrados frecuentemente en hombres se encuentran: reencuentro familiar, problemas con compañeros o comandantes y diferencia hacia la organización. En las excombatientes mujeres se encuentran: derecho a la maternidad, violencia física y sexual en algunos casos y discrepancia con la causa guerrillera. (Cárdenas, 2005; Carmona, 2012; Keairns, 2004; Suarez, Patiño & Aguirre, 2011; Valencia & Daza, 2010) Los motivos para la desmovilización guardan estrecha relación con los motivos para la vinculación. La participación en una organización armada ilegal se inscribe bajo condiciones sociales que determinan la vinculación. De modo que, el sujeto combatiente encuentra en los grupos armados elementos psicosociales que hacen tránsito para la vida armada, aspectos como: el poder ejercido a través del uso de las armas, la construcción de la masculinidad tanto en hombres como en mujeres, y la con'guración de la nueva identidad bajo la lógica de un proyecto armado son analizados en forma recurrente.
Así entonces, se encuentra que con respecto a la desvinculación individual en organizaciones guerrilleras la literatura sitúa al excombatiente (desertor) como un sujeto cuya desmovilización se produce motivado en parte por situaciones de adversidad social, temor a la muerte, problemas internos con la organización armada, fractura en la apuesta ideológica o sugestión por parte de familia o pareja; estos factores son identi'cados entre los motivos que conducen a la desmovilización individual; sin embargo, el análisis del sujeto cuya decisión pasa por lo singular y subjetivo, es enunciado por (Castro, 2001), quien advierte que hay algo de lo particular del sujeto que se coloca en juego al momento de ingreso y salida del grupo armado y que tiene que ver con la construcción de sus signi'cantes, signi'cados y por supuesto de la subjetividad, se habla entonces de una elección subjetiva para el ingreso y salida del grupo armado ilegal. Desde estas consideraciones surgen puntos de encuentro como: en la vinculación y posterior desmovilización individual se con'guran elementos sociológicos que operan como determinantes al momento de la desmovilización (pobreza, violencia, seguridad, proyecto de vida). Las intersecciones señalan que la vinculación y desvinculación articula elementos psicosociales que se colocan en juego antes, durante y después del paso José Alexander Herrera Contreras / Carolina García Galindo Hojas y Hablas No.15. enero-junio de 2018, pp. 11-33 19 por la guerra. En relación con lo singular del sujeto excombatiente, la construcción de la decisión por la desmovilización implica transitar hacia una mirada dialéctica en donde la decisión encara un entrar y salir entre lo individual y colectivo, es una decisión dialéctica, es una construcción dialéctica.
En relación con la conformación de partidos políticos, asociaciones de excombatientes o inclusive como se mencionó arriba ONG, se vislumbra como uno de los mejores efectos políticos que pueda tener un acuerdo de paz. Entender el surgimiento de guerrillas, paramilitares, su vigencia y degradación hasta la necesidad de poner 'n a esta situación mediante una búsqueda de paz que incluya formas de participación política para quienes se desmovilicen, son los resultados que presentan investigaciones en ese tema (Castillo & Boris, 2009; Echeverría, 2007; Gómez, 2002; Gutiérrez, Guzmán, Barrera, Forero, Prada, Valderrama, 2010; Nasio, 2007; Leal, 2013). Es importante resaltar que frente a los efectos políticos de la desmovilización se debe entender que la participación política a través de un partido o movimiento permitirá en los excombatientes dar trámite a sus malestares propios y colectivos. Además, en Colombia de no contar con las condiciones favorables hacia la inclusión política de los desmovilizados con el apoyo de la comunidad internacional, difícilmente prosperará alguna iniciativa de paz que no augure el fracaso de algún intento por buscar una salida negociada al con+icto. 2. Perspectia
En relación con la perspectiva psicosocial a la luz de la subjetividad sobresalen investigaciones que entienden el fenómeno de la desmovilización desde la implicación subjetiva que comporta, es decir, son propuestas que están relacionadas con el concepto de subjetivación social. En ese sentido,
• Jiménez Gómez, K. L. (2016). Aproximaciones a la subjetividad y socialización política de jóvenes excombatientes del conflicto armado en Colombia. Trabajo Social (Universidad Nacional de Colombia) 77–90.
pierde su propia naturaleza tensional, conflictiva, vital, compleja. El que la categoría sujeto esté saturada de discurso, y por tanto las maneras de nombrarla estén gastadas (concretamente, en la dimensión de la política, ciudadano, justicia, equidad, democracia, votante, representante, actor social, participante deliberativo, etc.), no quiere decir que no existan individualidades y formas de interacción entre ellas que necesiten ser “renombradas”, resignificadas, atendiendo más a sus propias realidades que a las abstracciones formales enunciadas desde los ideales de perfección de la modernidad. Estas realidades tienen un carácter múltiple: los individuos, los y las jóvenes y sus relaciones, además de cognición-razón y lenguaje, son sensibilidad, cuerpo, emociones, anhelos, tradiciones, sentimientos, es decir, son historia en construcción, son experiencia vital. Se trata, entonces, de enfatizar en la “enteridad”3 del ser humano concreto de los y las jóvenes, mirado no desde su sustancia sino desde su experiencia vital impermanente, transformador, complejo, conflictivo e imperfecto, con otros, en referencia a otros o por otros, es decir, se trata de reconocer en el sujeto concreto el despliegue de su subjetividad. La enteridad implica el paso del individualismo al reconocimiento de la subjetividad como expresión y expansión del sujeto histórico, social, político, que sólo puede darse entre el nosotros, en tramas complejas de intersubjetividad; un nosotros que además habita una sociedad fragmentada, desregulada y estructuralmente fracturada, en la que se ha ido naturalizando no sólo la lógica del mercado como forma legítima de organización de los intercambios sociales entre personas, países, regiones, sino todas aquellas consecuencias estructurales y funcionales en nuestras sociedades de esta lógica del mercado, como la violencia, las formas asimétricas y excluyentes de distribución del poder, la corrupción, la burocratización de las instituciones políticas, la pobreza, la democracia como concepto vacío y que, como en el caso colombiano, esconde expresiones de un totalitarismo de Estado, etc. (Martín Barbero, 2004; Zemelman, 1987, 1992, 2006).
La superación de este sujeto trascendental, del individualismo que está a su base y de esa sociedad racional juridizada nos pone frente a la instauración de múltiples yoes y de diversas maneras de relación y de organización para la vida en común; es decir, nos abocan a la emergencia de la enteridad y de la pluralidad como superaciones de la separación, el substancialismo y el ideal de perfección del sujeto y de la sociedad en el ideario cartesiano y kantiano. En esos múltiples yoes habitan a su vez múltiples condiciones identitarias, que
hacen que en la vida cotidiana el sujeto-niño-niña-joven se exprese como realidad compleja, tensional y en muchas oportunidades contradictoria y fragmentada, yoes con pertenencias diversas en colectivos desregulados (nosotros), que se corresponden mucho más con una realidad diversa, vital y compleja que con el concepto de una sociedad regulada por un acuerdo o pacto (contrato social), que no pasa de ser un ideario normativo cuyas expresiones históricas reales se explicitan en grandes distorsiones. Este proceso de autoproducción de los sujetos de construir el mundo social y configurar sus universos de sentido, es decir, de construir historia, se constituye así en un proceso complejo, en tanto participan diferentes colectivos sociales que coexisten y emergen y pierden visibilidad en diferentes momentos y espacios, logrando mayores o menores influencias, desde la adhesión, la oposición o la resistencia; movimientos conformados por sujetos con múltiples identidades fragmentadas que transitan entre su vida cotidiana en la construcción de su historia personal y su participación en procesos macro vinculados, con mayor o menor conciencia, en la construcción de la historia de sus localidades, de su país (Zemelman, 2004).
A pesar de lo anterior, la pregunta que surge al reflexionar sobre la subjetividad política es ¿por qué a pesar del potencial para actuar en la historia, en la construcción de país, las personas nos enclaustramos en el ámbito de lo privado y dejamos que nuestros países sean construidos por otros? ¿Qué es lo que hace que la frustración y la desesperanza sean los sentimientos que definen la decisión final de las personas para vincularse o no a la construcción de país? Zemelman (2004) propone como hipótesis la definición de factores encubridores del verdadero repliegamiento del sujeto sobre sí mismo y sobre sus relaciones primarias: la ignorancia, el miedo, la apatía y el aislamiento. Estos son factores que bloquean, que atrapan al yo, que le impiden pensar y actuar, tener posturas claras y voluntad real de construcción con otros, que configuran subjetividades pasivas, conformistas, acríticas, no lúcidas, es decir, en términos de Agnes Heller (citada por Zemelman, 2004), subjetividades subalternas, subjetividades sin un sujeto real que las habite. En los procesos de socialización política se requieren paradigmas que rompan el miedo, la apatía, la incredulidad y el escepticismo frente a la posibilidad de pensar futuros, para construir futuros, por parte de los agentes socializadores, pero también de los y las jóvenes; es decir que se
hace necesario, según Zemelman (2004), recuperar o activar el sujeto, pero no el sujeto cartesiano, sino los sujetos en su enteridad: los sujetos con su conocimiento, con su capacidad de pensar críticamente, con su capacidad de nombrar y lenguejear el mundo, con sus emociones y sentimientos para involucrarse en el destino de los otros y con su voluntad
personal para enfrentarse a su propio yo, para actuar con otros, por otros o para otros, para romper los muros de la vida privada y encontrar sentido en la construcción política en los escenarios públicos en los que pueda jugar la pluralidad como acción y como narrativa, de lo que nos diferencia y de lo que nos permite reconocernos como comunidad de sentido. El despliegue de la subjetividad, la recuperación de los sujetos en su enteridad, pasan por la recuperación de sus verdaderos sentidos, no los de un sujeto abstracto, sino los de sujetos de carne y hueso, hombres y mujeres, jóvenes, que habitan momentos históricos complejos que deben saber leer, entender e intervenir. Por eso, la socialización política como escenario privilegiado de formación debe pasar por el conocimiento a fondo de sí mismo, desde sus propias posibilidades y límites, y por el conocimiento de las realidades en que se vive y por sus expresiones simbólicas, porque es allí donde se encuentran las posibilidades de acción y los nuevos sentidos que se pueden ir construyendo y nombrando con el lenguaje; el sujeto se define por la posibilidad de una producción de sentidos que abre espacios singulares, dentro de contradicciones con otros espacios (González Rey, 2002). Aquí se expresa y despliega la necesaria pluralidad propia de la vida política (Arendt, 1998)
sujetos en su enteridad en los procesos de configuración de la subjetividad política pasa por la recuperación de su autonomía, entendida ésta no como mera retórica, ni como metáfora, ni como discurso vacío, discurso sin sujeto. Se trata de recuperar su “capacidad de pensar por sí mismo, sin desconocer al otro, y reconocer, crear, disponer en la práctica los principios que orientan la vida” (Cubides, 2004: 124). La socialización política como proceso formativo de las subjetividades políticas, en el contexto colombiano, no puede darse por fuera de las preguntas básicas sobre la equidad y la justicia social, la ampliación de la democracia y el fomento del ejercicio ciudadano (Cubides, 2004); sobre los procesos de construcción de paz, en su acepción de paz positiva4 (Jarés, 1999); sobre las condiciones de inclusión y reconocimiento social (Fraser, 2003). La formación de subjetividades políticas de jóvenes implica la formación de su ciudadanía plena, el crear las oportunidades y condiciones para que los y las jóvenes puedan reconocerse como protagonistas de su propia historia, capaces de pensar, de interactuar con otros en la construcción de proyectos colectivos orientados al bien consensuado, con espíritu crítico y capacidad de autorreflexión para leer su propia historia y la de su realidad y con apoyo a su cultura de pertenencia y apropiación de los significados culturales de los colectivos a los que pertenece (su escuela, su familia, su grupo de pares, su cultura, su etnia, su país, su continente, etc.): es decir, se trata de ayudar a potenciar en ellos y ellas, como sujetos políticos, una nueva manera de pensar, de sentir y de ser sujetos plurales desde la autonomía y desde la conciencia histórica. Formar la subjetividad, en este sentido, significa desplegar la singularidad subjetiva,
sujetos en su enteridad en los procesos de configuración de la subjetividad política pasa por la recuperación de su autonomía, entendida ésta no como mera retórica, ni como metáfora, ni como discurso vacío, discurso sin sujeto. Se trata de recuperar su “capacidad de pensar
por sí mismo, sin desconocer al otro, y reconocer, crear, disponer en la práctica los principios que orientan la vida” (Cubides, 2004: 124). La socialización política como proceso formativo de las subjetividades políticas, en el contexto colombiano, no puede darse por fuera de las preguntas básicas sobre la equidad y la justicia social, la ampliación de la democracia y el fomento del ejercicio ciudadano (Cubides, 2004); sobre los procesos de construcción de paz, en su acepción de paz positiva4 (Jarés, 1999); sobre las condiciones de inclusión y reconocimiento social (Fraser, 2003). La formación de subjetividades políticas de jóvenes implica la formación de su ciudadanía plena, el crear las oportunidades y condiciones para que los y las jóvenes puedan reconocerse como protagonistas de su propia historia, capaces de pensar, de interactuar con otros en la construcción de proyectos colectivos orientados al bien consensuado, con espíritu crítico y capacidad de autorreflexión para leer su propia historia y la de su realidad y con apoyo a su cultura de pertenencia y apropiación de los significados culturales de los colectivos a los que pertenece (su escuela, su familia, su grupo de pares, su cultura, su etnia, su país, su continente, etc.): es decir, se trata de ayudar a potenciar en ellos y ellas, como sujetos políticos, una nueva manera de pensar, de sentir y de ser sujetos plurales desde la autonomía y desde la conciencia histórica. Formar la subjetividad, en este sentido, significa desplegar la singularidad subjetiva,
Totalitarismo es el término por el que se conoce a las ideologías, los movimientos y los regímenes políticos donde la libertad está seriamente restringida y el Estado ejerce todo el poder sin divisiones ni restricciones
El totalitarismo encubierto en nuestra democracia colombiana precisamente lo que intenta es anular nuestra pluralidad, aquello que nos diferencia y lo que nos hace comunes, por la vía de la soledad, el individualismo y el repliegamiento a la vida privada, volviéndonos superfluos, destruyendo los lazos de solidaridad, cerrando cada vez más el círculo ético (informantes), silenciando –porque cuando se silencia a alguien también se lo inmoviliza–, desterritorializando y haciendo que se pierda la identidad (desplazamiento forzado), dejando sin sentido y contenido el discurso de los derechos que nos “hacen iguales”. Y esta pérdida de valor de lo narrado, de lo que se dice, del discurso que se queda vacío, es quizás, en Colombia y sus regiones, contextos en los que los y las Jóvenes Constructores/as de Paz devienen en sujetos históricos, una de las mayores expresiones de banalización y precarización de la política. Por eso, en Colombia, desde los actores institucionales de la política se promueve la guerra, la seguridad ciudadana, que son en sí mismas expresiones de negación de la política que implican el diálogo, la negociación, el intercambio simbólico, la resistencia, la oposición, la deliberación, etc., y no la anulación del otro por la muerte y el control. La palabra unida a la acción rompe necesariamente el horizonte de la violencia, de la guerra, pero la palabra sin acción, como discurso vacío, legitima la violencia como patrón de relación social, por la vía de la pérdida de confianza social, la pérdida del reconocimiento al valor de la institucionalidad, por la naturalización progresiva
de formas perversas de organización social y de relación intersubjetiva. El discurso para no hacerse vacío requiere no sólo de una capacidad abstracta de enunciación, de narración de lo vivido. Implica la pluralidad, el reconocimiento a la legitimidad de la palabra del otro, el compartir un mundo simbólico
socialización política orientada al fortalecimiento y despliegue de la subjetividad política, que reconozca la capacidad real que pueden tener los y las jóvenes para actuar con otros, jóvenes o adultos, desde sus propias posturas frente al mundo y a la construcción de su realidad personal y social, establecidas desde su capacidad de pensar, desde sus emociones y desde su voluntad personal, en sus escenarios de actuación cotidiana. Esta propuesta de socialización política incorpora el análisis de las coyunturas en las que los y las jóvenes pueden reconocerse como constructores y constructoras de su realidad, “es la idea de coyuntura como el momento que lleva a la idea de un presente en el que los hombres pueden actuar” (Zemelman, 2004: 103-104). Esta coyuntura, este presente, no es entendido como la negación de la historia, sino como la expresión de lo que ha sido construido en el pasado en su ámbito familiar, escolar y barrial, y en escenario de construcción del futuro, futuro no como utopía irrealizable, sino como proyecto político conjunto, complejo y diverso en el que se juegan sus subjetividades políticas en sus contextos de actuación. Esto es lo que, de acuerdo con Zemelman, podríamos llamar la conciencia histórica y el planteamiento de utopías. ero el análisis de la historia y la capacidad de plantearse utopías, de crear futuros, de crear realidades instituyentes, en la acepción de Castoriadis, pasa por un reconocimiento y un fortalecimiento de las potencialidades pero, en muchos casos, la mayoría de los y las jóvenes latinoamericanos/as están replegados/as y entrampados/as en el mundo privado de la vida cotidiana y de la pobreza, en el esfuerzo compartido con sus familias por la supervivencia. Por esto, la propuesta de socialización política a la que se hace alusión trabaja fundamentalmente en el fortalecimiento de aquellos potenciales que recuperen la capacidad de los y las jóvenes para actuar en la historia, para autoproducirse, al mismo tiempo que participen activamente en la construcción de sus propios mundos, de la realidad social de sus instituciones, de sus comunidades, de su país. El proyecto “Jóvenes Constructores/as de Paz” trabaja articulando en metodologías lúdicas y estéticas (Ospina y Alvarado, 2001): 1) El fortalecimiento del “potencial afectivo”, facilitando en los y las jóvenes la reflexión sobre los mapas de cercanías y lejanías, presencias e ignorancias, significaciones e irrelevancias, desde los cuales tejen sus relaciones con otros, sus tramas de intersubjetividad, en las que puedan reconocerse a sí mismos desde su propio cuerpo y sus maneras de sentir, actuar y expresarse en el mundo, en las que puedan reconocerse y reconocer y aceptar a otros en su diferencia, desde su capacidad para dar y recibir afecto, desde su capacidad de pluralidad y su sentido de equidad. 2) El fortalecimiento del “potencial creativo”, ayudando a desarrollar o recuperar procesos de reflexión y argumentación que accedan romper con lo dado, pensar futuros posibles y crear nuevos sentidos, que permitan
relacionarse con otros e ingeniarse formas creativas y pacíficas de resolución de conflictos y de interacción favorables a la convivencia democrática participativa. 3) El fortalecimiento del “potencial comunicativo”, ayudando a desarrollar o recuperar la capacidad de lenguajear el mundo pasado, presente y futuro, de crear tramas de intersubjetividad comunicativas orientadas al entendimiento, a la expresión del consenso y del disenso, a nombrar nuevas realidades para develar sus contradicciones y hacer posible su aparición, su emergencia, su legitimidad. 4) El fortalecimiento del “potencial ético”, construyendo juntamente con niños, niñas y jóvenes un marco desde el cual ellos y ellas puedan regular sus interacciones consigo mismos, con los otros y con el mundo natural y social que habitan: el respeto, fundamentado no en la adhesión a la autoridad, sino en el reconocimiento a los otros como legítimos; la responsabilidad, fundamentada no en el cumplimiento del deber, sino en la solidaridad con los demás; y la justicia, fundamentada no en el ejercicio jurídico de la sanción ante la norma incumplida, sino en la equidad, como posibilidad plural de igualdad y diferenciación subjetiva. 5) El fortalecimiento del “potencial político”, construyendo juntamente con niños, niñas y jóvenes, formas y experiencias nuevas de acción y discurso orientadas a la potenciación de futuros deseables desde sentidos compartidos y a la reinvención de formas democráticas que acerquen el discurso a la acción, a través de un acercamiento crítico, autónomo y reflexivo a los diversos ordenamientos sociales que definen la vida en común en sus escenarios cotidianos, cercanos y lejanos. Implica formarse en la práctica participativa y dialógica en sus micro y macroespacios, en acciones orientadas al bien común, a la convivencia ciudadana y a la vida democrática, basadas en la equidad y la aceptación activa de la diferencia, que tienen como referente la justicia social y el respeto y la defensa de los derechos humanos.
El fortalecimiento de la subjetividad política implica, entonces, la potenciación y la ampliación de las tramas que la definen: su autonomía, su reflexividad, su conciencia histórica; la articulación de la acción y de lo narrado sobre ella; la negociación de nuevos órdenes en las maneras de compartir el poder y el reconocimiento al espacio público, como juego de pluralidades en las que nos reconocemos como iguales en cuanto humanos, en cuanto latinoamericanos, en cuanto colombianos, en cuanto hombres o mujeres que compartimos múltiples condiciones identitarias, pero que al mismo tiempo nos reconocemos como diferentes en cuanto nuestra apropiación biográfica de los sentidos compartidos. Esto es particular y afortunadamente lo que nos permite decir que, a pesar de que el sentido de la libertad quedó atrapado en el ideario de la izquierda en la década de los ‘60 o de los ’70, hoy cobra total vigencia continuar apostando a reconstruir un nuevo sentido que nos permita seguir sintiéndonos humanos por libres y libres por humanos.